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ley, que causan detrimento a un bien jurídico protegido por el Estado y tienen como
consecuencia una pena o sanción. La Dogmática Penal nos plantea que el delito es una
conducta típica antijurídica y culpable, Mir Puig, recogiendo las ideas de Von Liszt y
Beling, sostiene que el delito es el comportamiento humano típicamente antijurídico y
culpable, añadiéndose a menudo la exigencia que sea punible.
De allí, que sea posible conceptualizar la Teoría del Delito, como un instrumento
conceptual creado por la doctrina jurídico-penal, dirigido a aclarar todo lo que al hecho
punible se refiera. Es una garantía al definir los presupuestos que determinan que un
hecho configure o no, un delito; y tiene su objetivo final es la obtención de un sistema
más sólido, fundamentado en principios básicos de Derecho Penal universales.
La Teoría del Delito establece cuatro elementos que componen y determinan un hecho
punible: (i) conducta: los hechos punibles serán siempre conductas humanas; (ii)
tipicidad: ésta conducta debe estar claramente tipificada o denominada en el
ordenamiento normativo penal correspondiente a cada Estado; (iii) antijuricidad: que
sea contrario al derecho y el ordenamiento jurídico; (iv) culpabilidad: la conducta se
debe reprochar al sujeto, por hacer u omitir el deber objetivo conociendo que actuaba en
contraposición con lo establecido por las leyes.
Dentro de la Teoría del Delito existen distintas corrientes dogmáticas que surgen hacia
los años setenta con el propósito de encontrar explicaciones lógicas sobre cómo es
posible o no la aplicación de una pena a una acción humana. Se destacan el causalismo,
finalismo, irracionalismo y el funcionalismo; todas ellas firmemente defendidas por
estudiosos como Franz Von Liszt, Hans Welzel, Georg Dahm, Roxin y Jakobs. Durante
el presente trabajo se busca explicar el funcionalismo, concebido como el punto
intermedio entre el causalismo y el finalismo.
Por otra parte, Claus Roxin expone dentro del funcionalismo radical o sociológico un
punto de vista en el que el Derecho Penal es más bien un garante de la protección de los
bienes jurídicos en el Estado. Al igual que el funcionalismo moderado, reconoce como
punto de partida al finalismo, sin embargo en éste ya no están presentes las tendencias
de política criminal, pues las categorías que integran al delito tienen como fin sólo
estabilizar al sistema. Para Roxin, más que a la normatividad y la lógica, el sistema debe
obedecer a la realidad social, con todo y sus cambios y ofrecer soluciones conforme a
ello.
La tipicidad, por su parte, es para los funcionalistas más que la descripción de un hecho
punible, una señal de advertencia para que el individuo sepa cuáles son las conductas
contrarias al ordenamiento con el fin político-criminal de que las evite, o bien, realice la
conducta indicada para la protección de determinados bienes jurídicos. Para persuadirlo,
el tipo penal contiene una sanción o una pena, que infunde temor en la persona y le
impide realizar la conducta desviada.
Para Roxin una acción es formalmente jurídica en la medida en que contraviene una
prohibición o mandato legal, y es materialmente antijurídica en la medida en que en ella
se plasma una lesión de bienes jurídicos socialmente nociva y que no se puede combatir
suficientemente con medios extrapenales.