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El texto dice: “El polvo de nuestras células es el del suelo. Meditemos una y
otra vez sobre este texto de las Escrituras (Génesis 3, 19): <<Polvo eres y en
polvo te convertirás>>. No se trata solamente de una enseñanza religiosa y
filosófica. Esta sentencia representa, ante todo, una gran enseñanza científica
que debería grabarse sobre la puerta de todas las Facultades de Medicina del
mundo entero. Tal vez recordásemos entonces, un poco más, que todos los
elementos minerales que componen nuestras células se encuentran, en un
momento dado, en el suelo de Normandía, de Renania o de Australia; si este
polvo ha sido mal incorporado a las células de la planta, del animal o del
humano, nuestras células funcionarán defectuosamente.”
Reflexionando sobre las palabras de Voisin, puede decirse que el estudio del
suelo debe ser enfocado por el clínico veterinario y el zootecnista, no
únicamente desde la perspectiva de la pedología, la cual, aunque importante ya
que permite conocer la textura, estructura y la génesis de los componentes de
mismo, puede ofrecer una visión limitada del ecosistema del suelo. Debe
estudiarse el suelo desde la óptica proporcionada por la edafología, la cual,
además de considerar las características fisicoquímicas del suelo, valora la
relación entre el mundo vegetal y el mundo animal, ya se manifiesten éstos
como una bacteria Rhizobium, un pez, un árbol gigantesco, un alga, una
micorriza, una lombriz de tierra, un armadillo, una vaca o un ser humano.
Eugenio Odum (7) describe que a partir del año de 1926 se empezó a utilizar
en la literatura científica el término biogeoquímica, empleado inicialmente por el
ruso Vernadskii y más tarde, desde el año de 1943, divulgado por G.R.
Hutchinson. Muestra estudios realizados sobre el intercambio de los elementos
químicos, entre los cuales se incluyen todos los componentes esenciales del
protoplasma, los cuales circulan en la biosfera a través de vías características,
pasando por el ambiente, los organismos vivos (bacterias, plantas y animales)
y otra vez el ambiente. Estas vías más o menos circulares se conocen como
ciclos biogeoquímicos. La partícula bio se refiere a los organismos vivos, geo
a las rocas, aire y agua del planeta. La geoquímica se relaciona con la
composición química de la Tierra y con el intercambio de elementos entre las
diferentes partes de la corteza terrestre, su atmósfera y sus mares, ríos y otros
cuerpos de agua.
Son similares los problemas que ocurren con los suelos pobres en yodo (Io), lo
cual sucede más frecuentemente en zonas alejadas del mar, aunque la
naturaleza de la roca madre juega un papel importante en la etiología de la
enfermedad, debido a que las deficiencias se asocian a las calizas carboníferas
y a las rocas dolomíticas y no a las rocas eruptivas ni a los suelos gredosos.
Esta carencia se manifiesta como el cuadro clínico del bocio.
André Voisin fue uno de los primeros investigadores que llamó la atención
sobre la relación dinámica existente entre las características cualitativas y
cuantitativas del suelo y la salud de las plantas, de los animales y los seres
humanos. Difundió el enfoque científico que consideraba un suelo saludable
como algo más complejo que una colección de minerales y recuperó la visión
de concebir el suelo como la integración de factores bióticos y abióticos.
En “Suelo, Hierba, Cáncer” Voisin(13) sostiene que “Es el medio el que hace
tuberculosos a los animales. Si en una granja existe un elevado porcentaje de
animales tuberculosos, mientras que en otra granja no lo hay, es que en la
primera el medio es favorable al desarrollo de la tuberculosis. Si eliminamos de
esta primera granja las vacas tuberculosas, sin modificar las condiciones que
favorecen el desarrollo de la tuberculosis, una gran proporción de animales
sanos que sean adquiridos después para sustituir a los sacrificados, no
tardarán en ser nuevamente atacados”. Se enfatiza que “ las condiciones del
medio que, en una granja, conducen al desarrollo de la tuberculosis son
múltiples, pero pueden clasificarse en dos categorías: condiciones de vida
insana y alimentación deficiente en calidad y/o en cantidad”. Reflexiona sobre
el asunto de la miseria, actualmente en aumento a nivel mundial y que está
acompañada con el incremento de los casos de las enfermedades llamadas
emergentes, siendo una de las más importantes la tuberculosis y argumenta
que “el contagio existe ciertamente; no obstante, la lucha contra la tuberculosis
debe orientarse no solamente contra el bacilo mismo, sino hacia el
mantenimiento de un terreno resistente a este bacilo. La miseria, la fatiga, las
privaciones, el hacinamiento, etc., se consideran, en justicia, como elementos
que predisponen a la presentación de la misma.” El autor se hace una
pregunta: “¿Por qué unos apacibles bacilos tuberculosos se vuelven tan
peligrosos? Los pulmones de todos nosotros están poblados de millones de
bacilos tuberculosos, con los que nos llevamos bien...”
Referencias
8. Percy, TW, Cecava, M J. Editors. Beef cattle feeding and nutrition. 2 a ed.
California: Academic Press; 1995.
9. Purdey, M. ¿Are organophosphate pesticides involved in the causation of
bovine spongiform encephalopathy (BSE)? Hypothesis based upon a
literature review and limited trials on BSE cattle. J of Nutrit Med 1994; 4:
43 –82
10. Purdey, M. Mad cows and warble flies: A link between BSE and
Organophosphates? The Ecologist 1992; Vol 22 N° 2