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El suelo sano soporte de vida sana

Juan Guillermo Restrepo Arango1, MV


1
Docente Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Antioquia, AA 1226,
Medellín, Colombia.
Cuti@epm.net.co

¿Porqué un médico veterinario debe iniciarse en el estudio del suelo? Esta


pregunta la respondió el ingeniero agrónomo y nutricionista André Voisin en su
obra titulada Suelo, Hierba, Cáncer (12), publicada hace 43 años. En ella
propone a los veterinarios, los agrónomos, los zootecnistas, los nutricionistas y
a los químicos a pensar en una forma holística, utilizando un enfoque científico
transdisciplinario.

El texto dice: “El polvo de nuestras células es el del suelo. Meditemos una y
otra vez sobre este texto de las Escrituras (Génesis 3, 19): <<Polvo eres y en
polvo te convertirás>>. No se trata solamente de una enseñanza religiosa y
filosófica. Esta sentencia representa, ante todo, una gran enseñanza científica
que debería grabarse sobre la puerta de todas las Facultades de Medicina del
mundo entero. Tal vez recordásemos entonces, un poco más, que todos los
elementos minerales que componen nuestras células se encuentran, en un
momento dado, en el suelo de Normandía, de Renania o de Australia; si este
polvo ha sido mal incorporado a las células de la planta, del animal o del
humano, nuestras células funcionarán defectuosamente.”

Reflexionando sobre las palabras de Voisin, puede decirse que el estudio del
suelo debe ser enfocado por el clínico veterinario y el zootecnista, no
únicamente desde la perspectiva de la pedología, la cual, aunque importante ya
que permite conocer la textura, estructura y la génesis de los componentes de
mismo, puede ofrecer una visión limitada del ecosistema del suelo. Debe
estudiarse el suelo desde la óptica proporcionada por la edafología, la cual,
además de considerar las características fisicoquímicas del suelo, valora la
relación entre el mundo vegetal y el mundo animal, ya se manifiesten éstos
como una bacteria Rhizobium, un pez, un árbol gigantesco, un alga, una
micorriza, una lombriz de tierra, un armadillo, una vaca o un ser humano.

La medicina, la ecología y la agricultura se integran por medio del trabajo


científico de René Dubos (3), el cual sienta las bases para comprender la razón
de una agricultura y ganadería respetuosa de la vida. Describe el suelo como
un sistema donde se integran los organismos vivos con los minerales,
considerando primordiales a las bacterias, como grandes transformadoras de la
roca madre. En el suelo, ecosistema de máximo interés para los agricultores,
se integran, gracias a la muerte, los componentes de todos los seres vivos.
Todos los residuos de animales y plantas no se acumulan en la naturaleza sino
que son consumidos rápidamente por los microbios, pasando a través de una
cadena de alteraciones bioquímicas, que paso a paso los transforman en
sustancias cada vez más simples. Los microbios a su vez mueren y se
transforman. De esta forma, los componentes de todos los seres vivos vuelven
a la tierra y, reducidos en formas más sencillas, quedan disponibles para
contribuir a la constitución de nuevas formas de vida microbiana y vegetal, que
a su vez serán consumidas por los animales, incluido el ser humano.

Eugenio Odum (7) describe que a partir del año de 1926 se empezó a utilizar
en la literatura científica el término biogeoquímica, empleado inicialmente por el
ruso Vernadskii y más tarde, desde el año de 1943, divulgado por G.R.
Hutchinson. Muestra estudios realizados sobre el intercambio de los elementos
químicos, entre los cuales se incluyen todos los componentes esenciales del
protoplasma, los cuales circulan en la biosfera a través de vías características,
pasando por el ambiente, los organismos vivos (bacterias, plantas y animales)
y otra vez el ambiente. Estas vías más o menos circulares se conocen como
ciclos biogeoquímicos. La partícula bio se refiere a los organismos vivos, geo
a las rocas, aire y agua del planeta. La geoquímica se relaciona con la
composición química de la Tierra y con el intercambio de elementos entre las
diferentes partes de la corteza terrestre, su atmósfera y sus mares, ríos y otros
cuerpos de agua.

Motivado por los estudios de Voisin y de Schütte, Paul Duvigneaud en La


Síntesis Ecológica (4), propone un nuevo campo de la ecología, llamado por él
Epidemiología Biogeoquímica. Esta incluye el estudio de aquellas
situaciones en las que la composición química de las plantas alimenticias
puede quedar modificada por la del suelo en el que crecen, incitando cambios
que pueden provocar alteraciones desfavorables para la salud de los
consumidores.

Se analiza desde el caso más simple como es la acumulación, en


concentraciones tóxicas, de un metal a lo largo de la cadena trófica. Este es el
caso de la intoxicación con selenio, conocida como seleniosis. Se reportó
desde la antigüedad en Asia Central, posteriormente en las llanuras del oeste
de Norteamérica. En Colombia se presenta en las regiones secas de la
cuenca del río Magdalena. Son territorios donde la roca madre contiene un
poco más de Selenio (Se) que otras zonas donde no existe el problema de
salud poblacional. El selenio, el cual es necesario para el óptimo crecimiento de
algunas plantas, a la vez que necesario para la salud de los animales se
encuentra en el suelo en forma de compuestos orgánicos e inorgánicos. Los
compuestos orgánicos, más solubles, tienen importancia como causantes de
intoxicación en bovinos, ovinos, equinos, porcinos y humanos. El selenio es
depositado normalmente en la superficie del suelo por medio de la biomasa
aérea que cae paulatinamente cuando mueren plantas concentradoras o
indicadoras. La lozanía de estas plantas indica que en el suelo donde ellas
crecen hay concentraciones relativamente altas de selenio en forma asimilable.
Una característica climática común en las regiones donde existe el problema
médico de la seleniosis es la escasa precipitación pluvial durante el año. Si
hubiera muchas lluvias, los compuestos solubles de selenio desaparecerían
disueltos por el agua y no podrían sostener el metabolismo de estas plantas
indicadoras. Como consecuencia de lo anterior, se hallan zonas muy
delimitadas, donde las plantas indicadoras crecen con exuberancia y al morir y
descomponerse dejan en el suelo el selenio orgánico, que queda disponible
para el desarrollo de otras plantas. Si estas tierras se cultivan con maíz, trigo,
centeno o pastos, estas plantas pueden contener mayor cantidad de selenio y
llegar a producir la intoxicación conocida como seleniosis, la cual puede
manifestarse de acuerdo a la cantidad de selenio acumulada en las plantas,
como formas de intoxicación aguda de carácter mortal en el caso de altas
concentraciones de selenio en las plantas o, el caso más frecuente, en forma
de intoxicación crónica por el consumo de plantas con concentración de selenio
relativamente pequeña, ligado a sus proteínas. Se pueden presentar signos y
síntomas tales como somnolencia, alteraciones neuromotoras, caída del pelo,
deformaciones en cascos, pezuñas, anquilosis articulares, anemia y
malformaciones fetales, entre otros (6)

El epidemiólogo de los factores biogeoquímicos debe considerar que los


problemas pueden ser causados ya sea por un exceso o una carencia absoluta
de determinado elemento. En otras ocasiones pueden ser deficiencias o
excesos relativos, los cuales indican desequilibrios en las relaciones existentes
entre determinados minerales. Un ejemplo de la primera posibilidad puede ser
la carencia de cobalto (Co) en los suelos y en los pastos que en ellos crecen,
situación que puede desencadenar en los rumiantes signos y síntomas de
anorexia, anemia, atrofia muscular, pérdida de peso y la muerte. Estos
problemas de salud se presentan ya que este mineral interviene en un proceso
biológico complejo que realizan las bacterias del rumen para sintetizar la
vitamina B12.

Son similares los problemas que ocurren con los suelos pobres en yodo (Io), lo
cual sucede más frecuentemente en zonas alejadas del mar, aunque la
naturaleza de la roca madre juega un papel importante en la etiología de la
enfermedad, debido a que las deficiencias se asocian a las calizas carboníferas
y a las rocas dolomíticas y no a las rocas eruptivas ni a los suelos gredosos.
Esta carencia se manifiesta como el cuadro clínico del bocio.

André Voisin (1971) resalta la estrecha correlación existente entre la naturaleza


del suelo y el cáncer de estómago que ocurre en el País de Gales y describe
los análisis realizados por Haviland en los años de 1868 y posteriormente en
l899, en los cuales al examinar la relación existente entre la frecuencia del
cáncer y el mapa geológico de Inglaterra y el País de Gales, llegó a la
conclusión de que la frecuencia de la enfermedad era más elevada en los
terrenos arcillosos bajos expuestos a inundaciones estacionales por los ríos.

Havilan escribía en 1899: “¿cómo es posible que los terrenos calcáreos


(limestones) coincidan siempre, en Inglaterra y en el País de Gales, con una
ligera mortalidad de cáncer en el estómago, mientras que en los terrenos
arcillosos compactos, frecuentemente inundados (flooded Clays), corresponden
a una mortalidad más elevada?”. Esta hipótesis fue analizada por Voisin 60
años más tarde, descubriendo que estos suelos carecen de cobre (Cu)
asimilable por las plantas, y contienen un exceso de zinc (Zn), Cobalto (Co) y
Cromo (Cr). La consulta bibliográfica de Voisin (13) describe que en los años
de 1951 y 1952, Legon, del Servicio Geográfico de Londres y utilizando
métodos cartográficos, estadísticos y epidemiológicos modernos, realiza un
mapa de la frecuencia del cáncer en el estómago, siendo evidente la
corroboración de la hipótesis de Havilan. También sorprende la correlación
existente entre los estudios cartográficos de Legon y los nombres dados por los
pobladores nativos a algunas regiones. Por ejemplo los habitantes del valle del
río Derwent, llamaron este territorio el “Valle del Cáncer”.

André Voisin fue uno de los primeros investigadores que llamó la atención
sobre la relación dinámica existente entre las características cualitativas y
cuantitativas del suelo y la salud de las plantas, de los animales y los seres
humanos. Difundió el enfoque científico que consideraba un suelo saludable
como algo más complejo que una colección de minerales y recuperó la visión
de concebir el suelo como la integración de factores bióticos y abióticos.

Voisin (13) estudió el impacto ejercido por una excesiva incorporación de


abonos potásicos al suelo y su relación con la tetania de la hierba de los
bovinos. Esta enfermedad, que había aparecido en las regiones que
comenzaron a utilizar intensamente los fertilizantes de síntesis química a partir
de 1930, se caracterizaba por una parálisis repentina del animal, que los
granjeros confundían con la fiebre vitular o de leche. Los investigadores
comenzaron a ver la relación existente entre la rotura, volteo y el abonado
intensivo de las praderas con abonos ricos en potasio. También podía ocurrir
en el sistema de rotación de cultivos con programas intensivos de fertilización
química, muchas veces reforzado con el suministro de purín.

Al revisar las prácticas de manejo de los fertilizantes químicos, Voisin investigó


las eventualidades que podían ocurrir en el manejo de los mismos. Cuando una
pradera u otro cultivo forrajero se abona con fuentes ricas en potasio (K), la
planta se satura con este mineral, en una duración relativamente corta, lo cual
los nutricionistas describen como un “consumo de lujo”. Para agravar la anterior
situación, la incorporación de abonos potásicos al suelo, disminuye ligeramente
las cantidades absorbidas de magnesio (Mg) por las plantas, presentándose en
éstas, síntomas de carencia de este mineral. Se ha evidenciado que cuando se
aporta simultáneamente potasio, en asocio con nitrógeno y ácido fosfórico se
acentúan los desbalances. En el animal, esto provoca un desequilibrio iónico,
existiendo una concentración plasmática elevada de iones potásicos en
relación con los iones magnésicos. Con la intensificación de las técnicas
agrícolas empleadas actualmente, está aumentando la magnitud de los
trastornos en los ciclos biogeoquímicos, al permitir que los herbívoros ingieran
hierba exageradamente abonada con fertilizantes de síntesis química, ya sean
completos (NPK) o sin potasio (NP), en praderas cuyos períodos de descanso
son forzadamente acortados. Este forraje provoca la liberación de gran
cantidad de amoníaco en el rumen por medio del metabolismo bacteriano, lo
cual disminuye la absorción de magnesio. (8).

Aunque los problemas clínicos provocados por el desbalance de los iones de


magnesio y calcio eran más frecuentes en los rebaños bovinos seleccionados
para las lecherías intensivas, éstos son cada vez más frecuentes en los hatos
especializados para producir carne, consecuencia de una mayor presión y
agotamiento del suelo y sus reservas de minerales y materia orgánica,
añadiendo a lo anterior el impacto de los sistemas de alimentación,
desquilibrados en fibra, generalmente altos en fuentes de nitrógeno. (8)
En el año 1996, como consecuencia de la aparición de la enfermedad conocida
como Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), vuelve a tomar importancia la
epidemiología biogeoquímica. Analizándose la información clínica e
epidemiológica de la enfermedad en Inglaterra y después de una amplia
revisión de literatura, se presenta una hipótesis en la cual se sostiene que la
epizootia de EEB se inició como resultado de la combinación de factores
genéticos, nutricionales y exposición crónica a pesticidas órgano fosforados
con capacidad mutagénica, los cuales alteraron el modelo genético de la
síntesis de proteína. Así mismo, estudios epidemiológicos han indicado la
presencia de casos de EEB en granjas donde los animales enfermos nunca
habían recibido raciones con concentrados comerciales fabricados con harinas
de carne, sangre y hueso, a través de las cuales se podrían haber infectado
con el prión pero se confirma que todas ellas estaban sometidas al tratamiento
intensivo con órgano fosforados para el control de la mosca Hypoderma bovis
que afecta el ganado bovino en la isla de Gran Bretaña. Además, la unidad
epidemiológica de la EEB del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Británico informa la relación que ha encontrado entre la mayor prevalencia de
la enfermedad en la región del suroeste de Inglaterra, coincidencialmente en
regiones con prácticas agrícolas intensivas y suelos pobres en magnesio y
calcio, relación importante, ya que desde el año de 1954 se demostró que el
ión magnesio era capaz de reducir la cantidad de acetilcolina liberada en la
sinapsis nerviosa y que existía una intrincada relación entre éste y el ión cálcico
para mantener el equilibrio entre las neuronas. Se llama la atención a los
investigadores para evitar caer, desde el punto de vista de la causa única, en
un enfoque que reduzca el problema únicamente al fenómeno infeccioso del
prión. (9, 10)

Existe un episodio de salud pública reportado en las regiones agrícolas del


nororiente de la India, el cual puede considerarse una tragedia humana y una
llamada de alerta a los científicos y técnicos que pretenden manipular los
procesos biológicos que regulan los suelos, los cultivos y la crianza animal. Se
advierte que la zona de Bengala Occidental se encamina hacia una catástrofe
sin precedente, ya que cantidades excepcionales de arsénico (As) se han
infiltrado en las napas freáticas que alimentan los pozos de agua de varios
miles de aldeas, habitadas por más de un millón de personas. Desde 1980 se
han reportado los casos clínicos en doscientas mil personas, las cuales están
presentando lesiones cutáneas que van desde despigmentación, queratosis,
hasta casos avanzados de hiperqueratosis, enfermedades que pueden
desembocar en un cáncer. (1).

Para la presentación de este grave problema de la salud humana se


conjugaron diversos factores, lo cual demuestra la importancia de ser
cuidadosos en la toma de las decisiones técnicas. Al estudiar el caso, se
descubrió la relación existente entre el inicio de la aplicación, en la India,
alrededor del año de 1960 del paquete tecnológico de la llamada revolución
verde, donde se comenzaron a sembrar variedades de arroz de alta
producción, las que, a diferencia de los centenares de variedades tradicionales
que los agricultores sembraban antes en sus policultivos, eran exageradamente
exigentes en agua y fertilizantes químicos ricos en fosfatos.
Los investigadores han planteado dos hipótesis para explicar el fenómeno,
todas ellas girando alrededor de la tecnología agrícola adoptada. Las
gigantescas obras para la irrigación de los cultivos de arroz exigente en agua,
fueron consumiendo las reservas de agua subterráneas, obligando, cada vez
más, a profundizar los pozos. Al analizar los sedimentos de los pozos se
encontró al arsénico presente en grandes cantidades, asociado a la pirita
(sulfuro de hierro). Una hipótesis argumenta que el descenso generalizado de
las napas freáticas es responsable del envenenamiento del agua, ya que esto
facilita la oxidación de los sulfuros y la consiguiente liberación del arsénico en
el agua. La segunda hipótesis, basada en las concentraciones de fosfatos
exageradamente elevadas, que se han encontrado en las napas freáticas,
sugiere que los fosfatos de los abonos químicos, cuyo ión posee propiedades
similares a las del arsénico, se ubican en la pirita, en el lugar del arsénico,
favoreciendo que este elemento quede libre en el agua.

La información antes analizada revaloriza el aporte científico de Voisin, de


considerar el suelo sano como el elemento fundamental de la salud humana,
animal y vegetal. El trata de mostrar a los médicos humanos y veterinarios y a
los agrónomos una forma más holística de aproximarse a los fenómenos de
salud y enfermedad, en la cual se diera valor al concepto de terreno. Para eso,
revivió la discusión acerca de este concepto, enriqueciendo el debate que a
partir del siglo XIX realizaban los investigadores de la práctica médica acerca
de los dos paradigmas imperantes. Uno de éstos, fundamentado en la escuela
homeopática de Hanneman del siglo XVII, la cual estaba influenciada por los
escritos neo-hipocráticos, en especial por el tratado “Aires, lugares y aguas” (5)
y posteriormente sostenido por el patólogo celular Rudolf Virchow en el siglo
XIX, quién argumenta la importancia del terreno, es decir del ambiente
biofísico y cultural donde está inmerso el individuo. El otro, divulgado
ampliamente desde el siglo XIX, amparado por la teoría de Luis Pasteur y
conocida como la especificidad etiológica, considera que cada enfermedad
infecciosa está causada por un solo agente microbiano.

Para Virchow, más que el microbio en sí, es la condición preexistente del


terreno interno de la célula vegetal o animal lo que determina que los tejidos
alberguen microorganismos considerados patógenos o les opongan resistencia.
El escribía “Si pudiera volver a vivir mi vida, la dedicaría a demostrar que los
gérmenes buscan su hábitat natural, el tejido enfermo, en lugar de ser la
causa del tejido enfermo” Conviene aclarar que el propio Pasteur era
consciente de la primacía del medio sobre el microbio y sus escritos están
llenos de referencias a las condiciones específicas del medio interno que
predisponen a los tejidos a sufrir la infección de un germen determinado.
Gracias a la formación investigativa de Luis Pasteur en el campo de química,
en especial de la fermentación, reconocía que los gérmenes son organismos
vivos que para sobrevivir requieren condiciones muy específicas de
temperatura, humedad, pH. Esto lo llevó a ser consciente de la primacía del
medio sobre el microbio y identificó las condiciones específicas del clima
interno que predisponen a las células a sufrir la infección por un germen
determinado. (11).
Debe realizarse una relectura cuidadosa de la obra, antes citada de Voisin,
para que a la luz de las hipótesis en ella planteadas, reflexionar sobre el
camino tomado por la medicina humana, animal y vegetal durante el siglo XX y
los albores del XXI. Ella ha estado y está orientada, casi exclusivamente, por el
paradigma del agente, ya sea el virus, el protozoario, la bacteria y ahora, el
prión. Actualmente, aunque apoyada en la biotecnología, continúa guiada por la
visión científica que busca destruir un agente u otra veces, manipular las
células del huésped para que lo destruya. Desafortunadamente se continua
usando la actitud y lenguaje militar en la medicina, y es así como el léxico
científico de actualidad se refiere a una pistola para manejo de material
genético, un arsenal antibiótico, una nueva arma de la medicina.

Debe reconocerse que la teoría de los gérmenes productores de enfermedad


aunque válida, no es la única forma de explicar la enfermedad ya que muchas
veces gérmenes catalogados como patógenos, a pesar de estar establecidos
en los tejidos, no provocan ninguna enfermedad y otras veces gérmenes
considerados inocuos ubicados en esos mismos tejidos, pueden provocar
trastornos en la salud (3).

En “Suelo, Hierba, Cáncer” Voisin(13) sostiene que “Es el medio el que hace
tuberculosos a los animales. Si en una granja existe un elevado porcentaje de
animales tuberculosos, mientras que en otra granja no lo hay, es que en la
primera el medio es favorable al desarrollo de la tuberculosis. Si eliminamos de
esta primera granja las vacas tuberculosas, sin modificar las condiciones que
favorecen el desarrollo de la tuberculosis, una gran proporción de animales
sanos que sean adquiridos después para sustituir a los sacrificados, no
tardarán en ser nuevamente atacados”. Se enfatiza que “ las condiciones del
medio que, en una granja, conducen al desarrollo de la tuberculosis son
múltiples, pero pueden clasificarse en dos categorías: condiciones de vida
insana y alimentación deficiente en calidad y/o en cantidad”. Reflexiona sobre
el asunto de la miseria, actualmente en aumento a nivel mundial y que está
acompañada con el incremento de los casos de las enfermedades llamadas
emergentes, siendo una de las más importantes la tuberculosis y argumenta
que “el contagio existe ciertamente; no obstante, la lucha contra la tuberculosis
debe orientarse no solamente contra el bacilo mismo, sino hacia el
mantenimiento de un terreno resistente a este bacilo. La miseria, la fatiga, las
privaciones, el hacinamiento, etc., se consideran, en justicia, como elementos
que predisponen a la presentación de la misma.” El autor se hace una
pregunta: “¿Por qué unos apacibles bacilos tuberculosos se vuelven tan
peligrosos? Los pulmones de todos nosotros están poblados de millones de
bacilos tuberculosos, con los que nos llevamos bien...”

En el campo de la sanidad vegetal Francis Chaboussou (2) preocupado por la


magnitud de la incidencia de las enfermedades iatrogénicas desencadenadas
por el uso de agrotóxicos en las plantas cultivadas, postula la teoría de la
trofobiosis (Trofo: alimento – biosis: vida). Esta sostiene que las defensas
orgánicas de los vegetales, seres autótrofos, están determinadas por una
nutrición equilibrada, la cual impide la acumulación en la savia o el citoplasma,
de substancias nutritivas tipo azúcares y aminoácidos libres que utilizarán los
heterótrofos (insectos). Analiza que las formas de propagación de hongos y
virus carecen de reservas, tal y como existen en los organismos autótrofos,
motivo por el cual necesitan de una savia o citoplasma como fuente nutricional,
con acumulación proteolítica. Los insectos muestran una capacidad, aún no
bien estudiada, de detectar un grupo de plantas que estén desquilibradas en
medio de un cultivo, utilizándolas como alimento y aumentando
exageradamente su población, convirtiéndose en plaga.

Reflexionando sobre estas consideraciones, es preocupante la situación actual


de degradación del sistema biogeológico conocido como SUELO, provocada
por los fenómenos de la deforestación, la erosión, la compactación, la
salinización y la contaminación, entre otros. En Colombia, por ser un país
ubicado en las regiones tropicales cercana a la línea ecuatorial, la mayoría de
estos fenómenos antes mencionados se magnifican.

Los técnicos que intervienen en el campo de la agricultura deben manejar


adecuada e integralmente los conceptos científicos de la Edafología y la
Agroecología, porque todas las técnicas por medio de las cuales el ser humano
actúe sobre el suelo deben ser cuidadosas y respetuosas del bienestar de este
ecosistema viviente, recordando que la vida se perpetúa a través de una
constante común unión y movimiento, entre todas las sustancias orgánicas en
su ciclo de la vida y la muerte. Si se trabaja adecuadamente, del suelo
brotarán formas vivientes saludables, de lo contrario, el suelo enfermo generará
seres vivos enfermos.

Referencias

1. Bagla, P, Kaiser, J. L’arsenic contamine dangereusement les eaux


Indiennes. Les experts redoutent une épidemie de cancers. La
Recherche 1997; 295: 42 – 44

2. Chaboussou, f. La trophobiose et la proctection de la plante. Revue des


Question Scientifiques 1972; 143 -N° 1: 27-47

3. Dubos, René. El espejismo de la salud. México: Ed. Fondo de Cultura


Económica, 1968.

4. Duvigneaud, Paul. La Síntesis Ecológica. Barcelona: Ed. Alhambra; l981.

5. Faure, O. Un médecin des lumiéres en quete de Lois. Samuel


Hanneman fonde l’homéopathie en réaction aux échecs de la médecine.
La Recherche 1998. 310: 67 –69

6. McDonald P, Edwards R.A.,Greenhalgen J.F.D., Morgan C.A. Nutrición


animal. 5ª ed. Zaragoza (España): Ed. Acribia; 1999.

7. Odum, Eugene P. Fundamentos de ecología. México: Ed.


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8. Percy, TW, Cecava, M J. Editors. Beef cattle feeding and nutrition. 2 a ed.
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9. Purdey, M. ¿Are organophosphate pesticides involved in the causation of
bovine spongiform encephalopathy (BSE)? Hypothesis based upon a
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10. Purdey, M. Mad cows and warble flies: A link between BSE and
Organophosphates? The Ecologist 1992; Vol 22 N° 2

11. Reid, D. Medicina tradicional china. Barcelona: Ed. Urano; 1999.

12. Voisin, A. Suelo, hierba, cáncer. Madrid: Ed. Tecnos; 1971.

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