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Hacia una definición inclusiva de inteligencia

Towards an Intelligence inclusive definition


GUSTAVO DÍAZ MATEY

Resumen: Este artículo analiza principalmente las Abstract: This article mainly discusses the diffe-
distintas definiciones del término inteligencia. Ya rent definitions of intelligence, since the word
que la palabra «inteligencia» ha sido usada en nu- "intelligence" has been used repeatedly as a joker
merosas ocasiones como un comodín apto para suited to cover a wide range of situations, activi-
referirse a una amplia gama de situaciones, activi- ties and products. After reviewing the literature on
dades y productos. Tras revisar la principal litera- the theme, we will classify the term from two
tura sobre el tema, clasificaremos la inteligencia complementary perspectives: intelligence as in-
desde una doble vertiente: la inteligencia como formation, and intelligence as prevention.
información y la inteligencia como prevención. On the other hand, despite the fact that tra-
Del mismo modo, a pesar de que las defini- ditional definitions of intelligence understand in-
ciones tradicionales de inteligencia catalogan el telligence solely as a state activity, today the majo-
término únicamente como actividad estatal, hoy rity of the experts consulted were in favour of a
en día la mayoría de los expertos consultados son broader definition of intelligence, where non-state
partidarios de una definición más amplia de in- actors are included. In this sense it is necessary to
teligencia, donde los actores no estatales de diver- make an important theoretical effort to try to
sa índole tengan cabida. Por lo que es necesario reach an inclusive definition of the term intelli-
realizar un esfuerzo teórico importante para in- gence from its essence, information and preven-
tentar llegar a una definición inclusiva del térmi- tion.
no inteligencia desde su esencia, la información y
la prevención.

Palabras clave: Servicios de Inteligencia, defini- Key Words: Intelligence Services, intelligence de-
ción de inteligencia, inteligencia en actores no finition, intelligence and non state actors, theori-
estatales, aproximaciones teóricas al concepto de cal approaches of intelligence, intelligence beyond
inteligencia. the state.

1. INTRODUCCIÓN

Sobre un vocablo tan antiguo como «inteligencia» se debería esperar una


definición concreta y clara pero, por desgracia, no es así (Laqueur, 1985).
De modo que no existe consenso alguno acerca de lo que se entiende por di-

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cha expresión. La palabra «inteligencia» ha sido usada en numerosas ocasio-


nes como un comodín apto para referirse a una amplia gama de situaciones,
actividades y productos. No obstante, se han producido un gran número de
tentativas por parte de las distintas comunidades de inteligencia occidentales
(casi todas provenientes de la comunidad de inteligencia estadounidense)
para dotar de una definición clara y concisa al término. Si bien éstas conclu-
yen ofreciendo resultados deficientes en un sentido o en otro, pues todas las
definiciones se acogen al bagaje profesional de quien las define.
Somos conscientes de que este trabajo no es sino una aproximación más,
pretendiendo ser una pieza añadida al debate abierto que existe sobre lo que
se entiende por inteligencia. Lo que sí pretende este trabajo es plantear la
respuesta de las distintas preguntas que surgen a la hora de abordar un tema
tan incipiente en España desde el rigor teórico1. De hecho el desarrollo de
unas bases teóricas es importante para una mejor comprensión de lo que se
entiende por inteligencia. Sin embargo paradójicamente, un debate sobre lo
que entiende por inteligencia es importante para asentar esas bases teóricas.
De hecho ciertos autores, como Michael Warner, afirman que para llegar a
una teoría lo primero que se necesita es una definición (Warner, 2006). Por
otro lado, paralelamente al intento de establecer la definición de unos con-
ceptos clave, es necesario decidir si la construcción de las bases teóricas de
los estudios de inteligencia en España se deben asentar sobre supuestos em-
píricos o normativos, es decir, sobre lo que es, o sobre lo que debería ser la
inteligencia. Incluso existen autores que piensan que el desarrollo de los es-
tudios de inteligencia no debe de descansar sobre bases teóricas, ya que co-
mo parte de las ciencias sociales se deben de evitar las teorías siempre que sea
posible, pivotando en la investigación empírica, que establezca una serie de
patrones, pero no teorías (Davies, 2006).
Las definiciones amplias del término inteligencia tienden a generar con-
flictos en lugar de consenso, y a intensificar tensiones burocráticas, más que
reducir o resolverlas. Del mismo modo este tipo de definiciones «inclusivas»
también puede crear oportunidades entre los empresarios para incluir sus
——————————
1 Seguramente habrá investigadores que no estén de acuerdo con esta idea, visto el reciente libro
publicado por el Ministerio de Defensa de España, bibliografía de los estudios de inteligencia. Si bien
el mundo académico contribuye de manera significativa al desarrollo de lo que se denomina «cultura
de inteligencia», el mundo de la inteligencia es, en gran medida, ajeno a este tipo de debates, su labor
es otra.

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«puntos de vista». Entender que la inteligencia es ante todo un fenómeno


político-social nos ayudará a evitar que reinventemos la rueda. Del mismo
modo, para buscar una definición extensiva de inteligencia, acorde con una
visión amplia de la seguridad, será necesario movernos más allá de los límites
de las relaciones internacionales, con el fin de incluir un mayor número de
sectores de seguridad (Buzan, 1998). Si bien es verdad que tradicionalmente
se ha dicho que la inteligencia es únicamente una actividad estatal, hoy en
día, con el desarrollo de lo que se ha denominado la «gobernabilidad de la
seguridad» (Johnston y Shearing, 2003), se ha puesto de manifiesto el cre-
cimiento de las redes del Estado, y con él, el incremento de empresas priva-
das que dan cobertura y respuesta a un número creciente de situaciones, que
demanda la seguridad actual. Esto tiene un gran número de implicaciones
tanto para las funciones de los servicios de inteligencia y los presupuestos
que estas agencias reciben, como para las nociones convencionales de con-
trol a este tipo de agencias (Gill, 2007). De hecho, éste será uno de los prin-
cipales objetivos de este trabajo. Arrojar luz sobre si los actores no estatales
realizan labores de inteligencia, o únicamente labores de información, cues-
tión muy controvertida a la hora de enfrentarse a una definición del término
inteligencia y que alimenta el debate teórico que acompaña dicha definición.
Esta cuestión ha sido insuficientemente estudiada y su falta de respuesta vie-
ne propiciada en gran medida por la falta de consenso en la definición del
término y por la gran cantidad de connotaciones que tiene su respuesta, ya
que supone un análisis profundo de lo que se entiende por inteligencia en el
siglo XXI. Para ello, a la hora de abordar esta cuestión es necesario partir de
una sólida revisión teórica de lo que se entiende por inteligencia, bajo las
distintas aproximaciones metodológicas, en un sentido estricto, y cómo estas
concepciones se articulan en el escenario internacional actual. Con la finali-
dad de, posteriormente, poder establecer una definición operacional del
concepto en sí que permita dar respuesta a esta difícil cuestión.

2. HISTORIA GENERAL DEL TÉRMINO

Al final del siglo XV, «inteligencia» era concebida como sinónimo de cono-
cimiento de eventos o de noticias. De este modo, con la invención de la im-
prenta, la inteligencia quedó ligada a la palabra «noticias» (news). En un

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sentido moderno, los distintos diccionarios especializados dan una defini-


ción muy pobre, siendo hasta el siglo XIX definida como la «facultad de en-
tender».
Hoy en día, a la hora de pensar en la palabra «inteligencia», a casi todos
los profanos les viene a la mente el término espionaje, y ello a pesar de que,
por norma general, nunca se ha querido ligar la definición de «inteligencia»
con dicha idea, por la sencilla razón de que no hay nada elegante en la pala-
bra espionaje y en la mayoría de ocasiones tampoco hay nada legal. Debe
quedar claro desde un principio que la inteligencia no está limitada al hecho
de «espiar». Por tanto la inteligencia no puede ser únicamente considerada
como el fruto del espionaje (Troy, 1992).
Ya en 1955, la Hoover Commission Task Force on Intelligence Act trató
de dar una definición consensuada de «inteligencia», para acabar llegando a
la conclusión de que cada agencia tenía la suya propia, y que todas ellas pre-
sentaban escasa concisión o claridad, por lo que se hacían necesarias poste-
riores aclaraciones. Durante los siguientes cuarenta años los intentos por
dotar de una definición sistemática a la palabra «inteligencia» fueron cons-
tantes dentro de la comunidad estadounidense. Así William R. Corson aso-
ció el término «información» con el de «inteligencia» (Corson, 1977); Wal-
ter Laqueur lo asoció con la historia (Laqueur, 1985), confiriéndole una
perspectiva espacial propia. Pero fue Sherman Kent quien dotó a la inteli-
gencia de su máxima expresión tal y como la conocemos hoy, asociándola
con conocimiento. Este autor fue uno de los primeros teóricos en la materia
con su libro Inteligencia estratégica (The concept of strategic Intelligence)
(Kent, 1949), en el cual introducía este nuevo término en el léxico estadou-
nidense. Sherman Kent se ha convertido en una de las referencias mundiales
a la hora de abordar cualquier intento de definir la palabra inteligencia,
siendo en resumidas cuentas un autor de referencia obligada. Para Kent,
«inteligencia» es el «conocimiento sobre el cual nuestros más altos hombres
tanto civiles como militares se deben basar con el fin de salvaguardar la salud
y el bienestar de la nación». Una de las claves que plantea Kent es que la in-
teligencia es conocimiento para los políticos y militares, pero no un conoci-
miento cualquiera, sino el relacionado con la seguridad nacional (Agrell,
2002).
Pero la inteligencia no es sólo conocimiento. Si lo fuese no habría nada
que lo distinguiese de una agencia de noticias (Horowitz, 1985). De hecho

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el término información no logra cubrir todas las facetas del término. Como
Kent apunta en su definición, podríamos afirmar que la inteligencia es el
conocimiento de relevancia para la nación recolectado de forma especial. Por
tanto, aquí encontramos una de las principales características de la palabra
inteligencia: conocimiento de asuntos concernientes a la seguridad nacional
de un país u organización. Es decir, la «inteligencia» debe ser información
relevante de algún modo para los encargados de la toma de decisiones. Por
lo tanto, bajo esta premisa, a partir de ahora, el término que usaremos en
nuestro trabajo será el de servicios de inteligencia, ya que otros términos,
como servicios de información o servicios de espionaje, son eufemismos para
nombrar este tipo de organizaciones. Los servicios de inteligencia son algo
más que meros servicios de información y no son únicamente servicios de
espionaje. Son los encargados de convertir información (secreta o no) en
inteligencia, diseminada a tiempo a los decisores políticos, para que sea rele-
vante. Dicho esto podemos intuir que es únicamente el Estado quien realiza
labores de inteligencia.
Sin embargo, no podemos perder de vista que a comienzos del siglo XXI
son multitud los actores presentes en la sociedad internacional (en ocasiones
no estatales, desde empresas multinacionales, agencias privadas, hasta inclu-
so grupos terroristas). Por lo que hay que tener en cuenta que hoy en día
existen multitud de agencias privadas que recolectan información concer-
niente a la seguridad nacional de un Estado, y que éstas procesan, analizan y
diseminan esa información convirtiéndola en inteligencia y vendiéndola
posteriormente. Del mismo modo, por ejemplo, ciertos grupos terroristas
pueden poseer sus propios sistemas de información. Las organizaciones inter-
nacionales como la OTAN, las Naciones Unidas o incluso organizaciones
regionales como la Unión Europea, podrían poseer asimismo sus propios
sistemas de inteligencia. Por esta razón hay autores que afirman que el en-
tender la inteligencia únicamente como información estatal, concerniente a
la seguridad estatal, hace agua2. En este sentido uno de los extremos más de-
licados de la definición del término consiste en establecer una distinción cla-
ra entre labores de inteligencia y labores de información.

——————————
2 Este punto de vista es defendido en su mayor parte por integrantes de empresas privadas, a
quienes interesa enormemente, por diversos motivos, entrar en una definición amplia de inteligencia.

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Si descendemos al menor nivel posible, es decir al nivel de la persona in-


dividual, observamos cómo un individuo privado no podría realizar labores
de inteligencia. A pesar de que en la vida cotidiana todos realizamos labores
de búsqueda de información, con el fin de tomar las mejores decisiones para
nuestros propios intereses, ese tipo de labores no podrían ser consideradas
inteligencia ya que, como acabamos de apuntar, una de las características
fundamentales del término reside en que se trate de información funda-
mental para los intereses de un Estado u organización (información concer-
niente de una manera o de otra a la seguridad nacional) (Kent, 1949). Es
decir, la inteligencia debe ser información relevante de algún modo para los
que tienen que tomar las decisiones, ya sean estatales o pertenecientes a al-
gún tipo de organización no estatal. De este modo, la premisa de «inteligen-
cia como la información fundamental para la seguridad de un Estado» no
queda ni mucho menos clara, a la hora de definir el término inteligencia. Si
bien es verdad que no se debe confundir un servicio de inteligencia con
cualquier ente que recolecta información, ya sean medios académicos, agen-
cias de noticias o agencias de estudios de mercado. En definitiva, como se ha
apuntado, la distinción resulta, cuanto menos, confusa.
Acabamos de ver cómo una primera aproximación al término nos remite
a la concepción de la palabra inteligencia como conocimiento. Sherman
Kent es el principal maestro de esta escuela y liga la palabra inteligencia a la
información sobre asuntos concernientes a la seguridad nacional. Pero defi-
nir inteligencia de este modo es, a todas luces, un tanto incompleto; veamos
qué aportan otro tipo de aproximaciones al término en cuestión.

3. EL SECRETO COMO CARACTERÍSTICA DEFINITORIA


DE LA PALABRA INTELIGENCIA

Aunque progresivamente se ha ido aceptando a la inteligencia como parte


del debate público concerniente a las actividades generales del gobierno,
existe un gran desconocimiento acerca de lo que se entiende por inteligencia
y cómo ésta funciona fuera de la comunidad de inteligencia en si misma.
Mientras que cierto número de secretos son necesarios con el fin de proteger
fuentes de información, los aspectos más importantes de las políticas con-
cernientes a la seguridad nacional o las líneas generales de las mismas son y

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deben ser públicos. Muy acertadamente Bruce Berkowitz ha sugerido que


«la inteligencia no es necesariamente un demonio que las democracias deban
encadenar. Las políticas de la inteligencia no son del todo diferentes de otro
tipo de políticas, y las operaciones que llevan a cabo los servicios de inteli-
gencia no son del todo diferentes a otro tipo de operaciones que las demo-
cracias llevan a cabo» (Berkowitz, 2005). Si bien es verdad que los servicios
de inteligencia han estado, y puede que en muchos países aún estén, consi-
derados como elementos de represión y abuso de poder por parte del Estado,
lo cierto es que bajo nuestro punto de vista, esta situación está cambiando
en multitud de países a lo largo del mundo. Los servicios de inteligencia son
necesarios, y yo diría que fundamentales en el sistema estatal de seguridad de
un país. Pero uno de los principales problemas a los que los servicios de in-
teligencia occidentales deben hacer frente reside en la mala concepción que
la sociedad posee de éstos, y ello es debido en gran medida a una de las ca-
racterísticas definitorias del término: «el secreto». Como apunta Abram
Shulsky, por ejemplo, la inteligencia debe de ser entendida como ciertas ac-
ciones llevadas a cabo por agencias con algo en común, el secreto con que
estas actividades se llevan a cabo, que, por otra parte, es esencial, ya que la
inteligencia es parte de la lucha entre naciones. Así Shulsky ve el secreto co-
mo un elemento constitutivo del trabajo de inteligencia (Shulsky, 1991).
Este tipo de aproximaciones concluyen definiendo inteligencia como co-
nocimiento del enemigo, pero ¿qué tipo de conocimiento? La respuesta es
clara: información y conocimiento sobre el otro, obtenido sin su consenti-
miento y sin ser advertida, es decir: «secretos», los secretos de otros. Según
estas definiciones en los secretos está la clave de la palabra inteligencia. Los
secretos son una posesión privada, es el conocimiento de lo que otros tratan
de ocultar. Los secretos son necesarios, en tanto en cuanto existe el conflicto
entre las naciones. Conflicto entendido como intereses irreconciliables ante
recursos limitados. La inteligencia así entendida es parte relevante del «con-
flicto» entre actores. Por lo tanto, la inteligencia es una actividad que lidia
con secretos, con los secretos de otros y con las vulnerabilidades propias, pe-
ro el secreto no es la única característica definitoria del término.
La inteligencia, como muy acertadamente apunta Gregory Treverton, se
debe situar en el negocio de la información y no en el de los secretos (Tre-
verton, 2001). Hoy más que nunca la inteligencia debe estar en el negocio
de la información, a pesar de que el secreto es una parte importante de la

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concepción de la inteligencia, recordemos que ésta, como ya apuntaba


Sherman Kent, trata de información, pero no cualquier tipo de información
sino únicamente aquélla concerniente al conocimiento «vital» (Kent, 1949).
En esta línea es necesario, guste o no, desmitificar este concepto y escuchar a
la comunidad académica de una manera más atenta con el fin de ayudar a la
comunidad de inteligencia a mejorar sus servicios y adaptarse a la nueva si-
tuación que nos ha tocado vivir. No podemos perder de vista que el libre
flujo de información es la norma en los países democráticos y su negación
por diversos medios, como la clasificación, debe ser en todos los casos la ex-
cepción y no la norma3.

4. LA INTELIGENCIA COMO INFORMACIÓN

4.1. El ciclo de la inteligencia. La inteligencia como proceso

No podemos pasar por alto que la comunidad de inteligencia tal y como la


conocemos hoy en los países occidentales democráticos es una burocracia
clásica ya planteada por Max Weber (sociólogo alemán del siglo XIX, e in-
ventor del concepto de burocracia), la cual está caracterizada por operacio-
nes rutinarias, centralización y por una cadena de mando jerarquizada. De
este modo, los burócratas son eficientes porque adoptan procedimientos de
operación estándar. Así el concepto de ciclo de inteligencia tradicional
muestra cómo la inteligencia se integra dentro de la noción de burocracia,
producido por pasos.
Somos conscientes de que el proceso de inteligencia ha sido una de las
partes más estudiadas del vocablo inteligencia. Por ello, no creemos que sea
necesario profundizar en este trabajo sobre lo que otros autores ya han he-
cho de manera excepcional en otros lugares (Juárez y Montero Gómez,
2007). El término «proceso de inteligencia» se refiere a los distintos pasos
——————————
3 El secreto ha limitado el control de los servicios de inteligencia enormemente ya que la necesi-
dad imperativa de restringir el conocimiento de ciertas operaciones a los círculos estrictamente necesa-
rios ha facilitado la aplicación de métodos y acciones en ocasiones no contempladas por la ley. Por
tanto, si bien es verdad que la concepción de los servicios de inteligencia ha cambiado en los últimos
años, es fundamental que los servicios de inteligencia ocupen su lugar dentro de las instituciones de-
mocráticas a las que sirven.

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que da la inteligencia, desde que los decisores políticos perciben una necesi-
dad de información, hasta la entrega por parte de la comunidad de un pro-
ducto de inteligencia. La versión más conocida del ciclo de la inteligencia es
la propuesta por el Comité Church de Estados Unidos en 1976. Tradicio-
nalmente, este proceso consta de cinco pasos: identificación de una necesi-
dad, es decir el requerimiento, recogida, procesamiento y explotación, análi-
sis y producción y diseminación4.
Planificación y dirección: cada actor posee una amplia gama de intereses.
De este modo, las prioridades de la inteligencia deben reflejar las prioridades
de los que tienen que tomar decisiones. No podemos perder de vista que las
capacidades de la inteligencia son siempre limitadas y por lo tanto es necesa-
rio priorizar. La pregunta clave es ¿cuánto es necesario para entender y poder
dar la mejor solución a cada requerimiento? (Lowenthal, 2003). Obtención:
entendida como la información que se recoge por distintos medios técnicos
(Techint) y humanos (Humint), con el fin de responder a las necesidades
políticas (Berkowitz y Goodman, 1989). En esta fase se produce la entrada o
recogida y salida de «las fuentes sencillas» Single-source5. Procesamiento y
explotación: en la mayoría de las ocasiones se recolecta más de lo que se
puede procesar. El procesamiento consiste en «traducir» a un lenguaje com-
prensible la información o los datos recogidos, esta fase no debe de ser con-
fundida con la fase de interpretación de los mismos, o fase de análisis ya que
en esta fase de procesamiento no se intenta sacar conclusiones de los datos
obtenidos. Análisis y producción: los analistas tienen que tratar con infor-
mación contradictoria, ellos son quienes deben de reconducir los datos. Son
quienes interpretan toda la información, llevándola a un producto consumi-
ble por los políticos. En este punto es importante distinguir entre current
intelligence centrada en cuestiones que requieren la atención inmediata de los
políticos y son de inmediata prioridad. Y por otro lado long term intelligence,
que trata cuestiones importantes pero mucho más a largo plazo. En esta fase
——————————
4 Pero estas categorizaciones dependen de quien las defina, de este modo para el Centro Nacional
de la Inteligencia español el ciclo de la inteligencia consta de cuatro pasos. «El ciclo de inteligencia
consta de cuatro fases: dirección, obtención, elaboración y difusión», en: www.cni.es, (consultado el
23 de junio de 2005).
5 Este concepto es introducido por Michael Herman (1996). Según este autor la recolección
también viene cargada de cierta parte de análisis e interpretación ya que es una actividad en cierta me-
dida subjetiva, incluso cuando la recolección se efectúa por medios técnicos (TECHINT).

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se produce la integración de todas las single sources con el fin de integrarlas


en una imagen completa de la situación. Es lo que Michael Herman llama
all-source6. Diseminación y consumo: la inteligencia se distribuye de diversas
formas según el tipo de producto. Pero es muy importante saber con clari-
dad qué tipo de inteligencia debe ser diseminada, a quién, con qué rapidez,
en cuánto detalle, cuál es la mejor forma de transmitirla. No podemos ob-
viar que «la diseminación» de la inteligencia es un paso básico dentro del ci-
clo de la inteligencia. En tanto en cuanto la inteligencia tiene como fin ser-
vir del mejor modo posible a los que tienen que tomar decisiones. Por tanto,
si la información es irrelevante, inadecuada o diseminada a destiempo a los
que tienen que tomar las decisiones, no será de ninguna ayuda.
La información disponible en este siglo es abrumadora, por lo que la
competición se incrementa enormemente y por ello hoy en día, el feedback o
fase de retroalimentación es fundamental como otra fase más incorporada al
ciclo de inteligencia para saber en qué áreas se necesita un mayor énfasis o
simplemente ser revisadas; en esta fase se evalúan reacciones. Por lo tanto,
con el feedback el ciclo se auto-genera y se mejora. Según Michael Herman
es necesaria una nueva aproximación al ciclo real de la inteligencia, que de-
berá tender a la efectividad ante el incremento de las amenazas en el nuevo
milenio, más que a producir inteligencia a gran escala (Herman, 2001).
El proceso de actuación en las burocracias tradicionales está organizado
verticalmente y por áreas de responsabilidad. No podemos obviar que el
modelo de organización weberiano fue esencial para la era industrial, pero
hoy el problema no reside en encontrar un plan perfecto de organización,
sino en adecuar las viejas estructuras a los nuevos requerimientos que im-
ponen las características de las amenazas que se ciernen sobre la sociedad
internacional en el comienzo del siglo XXI. Si bien es verdad que el mo-
delo tradicional consiste en la especialización y en la división del trabajo,
lo que lleva a una mayor eficacia, este modelo posee también grandes de-
ficiencias:

——————————
6 De este modo para Michael Herman all source trabaja con el análisis de toda la información
disponible con el fin de producir inteligencia terminada y diseminada a los usuarios. Este autor afirma
que la diferencia fundamental entre single-source y all source reside en las responsabilidades que englo-
ba cada una. Así pues, mientras que la recolección se centra en las técnicas de inteligencia, el análisis
se encarga de los sujetos de inteligencia.

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– En primer lugar limita la interacción entre quien produce la inteligen-


cia y quien la consume.
– La rutina estática que caracteriza al modelo tradicional le hace no estar
correctamente preparado para lo nuevo. Hoy, cuando resulta más ne-
cesario y apremiante dar cobertura a las nuevas amenazas, la inteligen-
cia no se puede permitir el lujo de permanecer estática.

Por todo ello, existen autores, que presentan un modelo alternativo al ci-
clo de inteligencia (Berkowitz, y Goodman, 1989). Con la premisa funda-
mental de que en este nuevo mundo, tras la guerra fría, los servicios de inte-
ligencia deben tratar de adaptarse de acuerdo con los siguientes principios:

a) Establecer una red de información entre analistas y recolectores que dé


respuesta a la necesidad del momento. De este modo, los límites entre
organizaciones no deben de ser barreras, limitando el concepto de sto-
ve-pipe.
b) Por tanto, se pretende minimizar la distancia entre quien produce la
inteligencia y quien la consume7.
c) Del mismo modo, plantea la creación de grupos de análisis y recolec-
ción ad hoc, para cuestiones concretas, con proyección de sectores no
gubernamentales, académicos y comerciales. Es decir, crear una red de
personas que se puedan necesitar, con el fin de dar respuesta a los
nuevos requerimientos, o cambios en los ya existentes. Algo parecido a
alquilar la inteligencia. Principalmente se intentaría crear una estruc-
tura más dinámica para el proceso de la inteligencia, con una estructu-
ra en red y por tanto una mayor interconexión entre las distintas par-
tes del proceso.

Como ya hemos apuntado anteriormente, la inteligencia es considerada


una burocracia tradicional y ésta, por definición, tiende a ser estática. En
este momento de cambio es importantísimo que la inteligencia no se cierre
——————————
7 Este punto es del todo controvertido ya que existen distintas aproximaciones a la correcta rela-
ción entre productores y consumidores de inteligencia. Este debate está mayormente caracterizado por
las posturas de Sherman Kent, quien aboga por una separación entre inteligencia y política, intelligen-
ce and Policy, y Kendall, quien posteriormente hará una revisión de las ideas de Kent defendiendo un
mayor acercamiento entre productores y consumidores. Jack DAVIS (1991).

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en sí misma, que sea capaz de adaptarse a esta transformación. Puede hacerse


más versátil teniendo en cuenta los incentivos que ofrece el sector comercial
sin perder de vista las ventajas comparativas que el Gobierno posee. Por
tanto, ante esta situación, la comunidad de inteligencia, necesita ser mucho
más flexible, debido principalmente a los rápidos cambios en los requeri-
mientos que este comienzo del nuevo siglo requiere.

4.2. De información a inteligencia: la inteligencia como producto de un proceso

Otra definición típica de la inteligencia es la militar. Entendida como el


producto resultante de la recolección, evaluación, análisis, integración e in-
terpretación de la información disponible, que concierne a aspectos rele-
vantes de naciones extranjeras en relación con áreas sobre las que ciertas ope-
raciones son relevantes. Es decir, la inteligencia como el producto resultante
del ciclo de la inteligencia. En este sentido, Mark Lowenthal define inteli-
gencia como un proceso por el cual específicos tipos de información impor-
tante para la seguridad nacional son requeridos, recolectados, analizados y
distribuidos a los políticos (Lowenthal, 2002). Los productos de este proce-
so, su salvaguarda por la contrainteligencia y el desarrollo de operaciones en-
cubiertas ante el requerimiento de las autoridades competentes, entendiendo
el término como la suma de los productos resultantes del proceso de la inte-
ligencia desarrollado por las distintas organizaciones, que desarrollan fun-
ciones como tal. Bajo estas definiciones, la inteligencia es algo dinámico, no
sólo información, concerniente a la seguridad nacional, sino yendo más allá
de la definición estática de inteligencia.
De este modo, otros autores usan este argumento, acerca de la inteligen-
cia como proceso planteado por Lowenthal, para trazar una definición del
término como producto del ciclo de la inteligencia. Para estos autores inteli-
gencia es información una vez transformada, por medio del ciclo de la inte-
ligencia en, justamente eso, inteligencia. Estableciendo una distinción clara
entre input que sería la información y output entendido como el resultado
del proceso, considerado como verdadera inteligencia.

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5. LA INTELIGENCIA COMO PREVENCIÓN: HACIA EL CONCEPTO DE


CONTRAINTELIGENCIA Y ACCIÓN ENCUBIERTA

No podemos obviar que en este punto no tenemos más que unos primeros
trazos de lo que la palabra inteligencia puede significar ya que, aunque la
inteligencia es información, como ya hemos apuntado, no sólo es eso. De la
misma manera, así como el secreto es una característica fundamental, no es
definitorio ni definitivo, como veremos más adelante. La misión de la inteli-
gencia es aportar información que ayude a formular e implementar la políti-
ca tanto exterior como interior de un país pero también lo es el proteger la
información propia ante los esfuerzos de las agencias extranjeras (Bimfort,
1958).
De hecho, según la National Security Act de 1947 en Estados Unidos, el
término foreign intelligence significa «información relacionada con las capa-
cidades, intenciones o actividades de gobiernos extranjeros, así como de or-
ganizaciones y personas que los apoyan contra los intereses nacionales». De
esta manera, en los Estados Unidos se entiende el término inteligencia liga-
do a gobiernos y entidades extranjeras. Sin embargo, hoy en día debemos
considerar los sujetos sobre los que actúa la inteligencia bajo un punto de
vista más amplio. Desde este punto de vista la inteligencia no sólo está enfo-
cada sobre países o áreas sino también sobre organizaciones y personas, pero
siempre bajo parámetros de información relevante para la seguridad nacio-
nal. Ésta deberá ser siempre la base sobre la que trabajará la inteligencia.
Si analizamos las definiciones de inteligencia de las diversas comisiones
de inteligencia estadounidenses, vemos cómo la Clark Task Force, Hoover
Commission de 1955, citada anteriormente, define la palabra diciendo: «La
inteligencia trabaja con todas las cosas que deben ser conocidas de antemano
antes de iniciar ninguna acción». Por el mismo camino, la comisión «Aspin-
Brown», también en los Estados Unidos, define inteligencia simplemente
como «información sobre asuntos exteriores necesaria para que el gobierno
pueda llevar a cabo sus funciones». Por tanto estas comisiones enfatizan el
aspecto de la inteligencia como la información necesaria para llevar a cabo
políticas estatales.
Este tipo de definición es también la adoptada tanto por la CIA como
por su homónimo militar la DIA (Defense Intelligence Agency). La CIA, en
su libro de entrenamiento, describe la inteligencia como el producto resul-

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tante de la recolección, evaluación, interpretación y análisis de la informa-


ción disponible concerniente a las intenciones, capacidades y objetivos de
otros países importantes para la consecución e implementación de las políti-
cas gubernamentales. Es curioso cómo el diccionario militar estadounidense
adopta una definición muy parecida; ya en 1957 define inteligencia como el
producto resultante de la recolección, evaluación, análisis, integración e in-
terpretación de toda la información disponible concerniente a los distintos
aspectos de naciones extranjeras o áreas donde es potencial o inmediata-
mente posible planear algo. Información y conocimiento del adversario ob-
tenido a través de la observación, investigación, análisis y entendimiento.
Estas aproximaciones ligan inteligencia con información relativa a las ca-
pacidades, intenciones y actividades de poderes, organizaciones «y personas»
extranjeras o aquellos nacionales que los apoyen (Shulsky, 2002). Por tanto
introducen el término «hostilidad»; un concepto fundamental para la exis-
tencia de cualquier servicio de inteligencia. Es decir, la necesidad de la inte-
ligencia se deriva de la existencia de:

– Conflictos de intereses en las relaciones internacionales (Taplin,


1989).
– La percepción de cierto número de amenazas para la seguridad nacio-
nal de un país (Johnson, 2002).

La inteligencia, en último término, se establece con el fin de mejorar las


posibilidades propias ante el enemigo o competidor, por medio de la defensa
de los intereses entendidos como fundamentales.
La principal labor de la inteligencia es la de ayudar al proceso de toma de
decisiones, donde entra en juego el ciclo de inteligencia al completo, desde
la recolección y análisis a la diseminación. Pero es algo más, como muy
acertadamente afirmaba hace algunos meses el director del CNI, Alberto
Saiz. La labor de la inteligencia se basa principalmente en la prevención, y es
cierto. Aquí entra en juego la acción encubierta, que ningún servicio de in-
teligencia lleva a cabo, excepto los israelíes y los americanos, y la contrainte-
ligencia, el esfuerzo de proteger lo propio de la inteligencia de otros. Sin
embargo no podemos obviar que la inteligencia no sólo se encarga de conse-
guir secretos de otros. De esta manera si nos centramos únicamente en la
definición de inteligencia como proceso estamos dejando fuera dos partes

72 INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008)


HACIA UNA DEFINICIÓN INCLUSIVA DE INTELIGENCIA

fundamentales de la inteligencia, la contrainteligencia y la acción encubierta.


Por tanto, estamos comprobando cómo la definición de la palabra inteligen-
cia no puede limitarse únicamente a información. La inteligencia es algo
más. Hasta ahora estos autores encabezados por Sherman Kent están defi-
niendo sólo un 50% del término, la parte «pasiva» del mismo, pero la inteli-
gencia posee una parte activa, entendida como contrainteligencia y acción
encubierta. (Véase figura 1.)

FIGURA 1.

PROCESO DE TOMA DE DECISIONES


CICLO DE INTELIGENCIA
INFORMACIÓN
Volatilidad del entorno Internacional
Permeabilidad de las Fronteras

Servicios de inteligencia

-Empresas/Grupos terroristas
Actores no Estatales
PERCEPCIÓN DE AMENAZA

-Burocracia /Factoría
Acción Encubierta
Divergencia de intereses
Conflicto
PREVENCIÓN

Contrainteligencia
Toma de conciencia de otro

SECRETO
Fuente: Elaboración propia

6. CONCLUSIONES

6.1. La esencia del término inteligencia y los elementos constitutivos del término

Abram Shulsky entiende la palabra inteligencia como parte de la lucha silen-


ciosa (silent warfare). Esta lucha silenciosa consiste en actividades que pue-
den ser divididas principalmente en cuatro elementos (recolección, análisis,
contrainteligencia y acción encubierta) que resumiremos a continuación y

INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008) 73


GUSTAVO DÍAZ MATEY

que trataremos de analizar con detenimiento posteriormente. Esta definición


pone el énfasis en dos aspectos que ya hemos apuntado anteriormente, el
primero es el concepto de conflicto y el segundo es el de secreto, de los ad-
versarios. Por otro lado, este tipo de definición es prescriptiva más que des-
criptiva (definiciones como la de la CIA). Por tanto, ésta será la clasificación
que mantendremos por el momento ante la imposibilidad de conseguir una
definición clara a priori de lo que el término inteligencia supone. Compren-
diendo en profundidad los elementos que componen el proceso de produc-
ción de inteligencia, posiblemente podamos conseguir una definición opera-
cional al final cuando contemos con una mayor perspectiva.
De este modo, podemos clasificar los elementos que componen la inteli-
gencia en los siguientes: Recolección, la recogida de datos a través de varios
medios tanto humanos (Humint) como técnicos (Techint). Análisis, proce-
samiento e interpretación de datos ya que la información no habla por sí
sola. Contrainteligencia, referida a la protección de una sociedad de las acti-
vidades de los servicios extranjeros o grupos subversivos. También incluye la
protección contra las capacidades de inteligencia del enemigo. Y, por últi-
mo, la acción encubierta, herramienta usada por los gobiernos con el fin de
influenciar a Estados extranjeros directamente. Este elemento que para Shul-
sky, al igual que para otros muchos autores estadounidenses, es incluido en
la definición de inteligencia, presenta un gran número de problemas a la ho-
ra de analizarlo en profundidad. El término acción encubierta proviene del
léxico estadounidense y en un gran número de ocasiones no tiene contra-
partida en otros sistemas fuera de ese ámbito lingüístico. Por lo tanto, a pe-
sar de que es un hecho el que casi todos los países realizan este tipo de ope-
raciones, en mayor o menor medida, no está muy claro hasta qué punto este
tipo de actividades deben de ser incluidas como labores de inteligencia. Por
esta razón, el término acción encubierta ha sido y es sujeto de gran contro-
versia a la hora de incluirlo dentro de la definición de inteligencia. Bajo
nuestro punto de vista, es una actividad que si no de derecho, sí de hecho,
ha sido y es usada por los servicios de inteligencia en todo el mundo y por lo
tanto, es necesario plasmarla en este trabajo.
Por último, a la hora de definir el término inteligencia y antes de intentar
dar una definición operacional del mismo, podemos afirmar que éste posee
dos partes diferenciadas que completan su esencia. La naturaleza del con-
cepto inteligencia, la cual no cambia desde la Antigüedad, basada en la in-

74 INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008)


HACIA UNA DEFINICIÓN INCLUSIVA DE INTELIGENCIA

formación y la prevención y que consiste en proporcionar información útil


que ayude al proceso de toma de decisiones. Así tanto las acciones destinadas
a proteger la propia información de los esfuerzos de conocimiento del
«otro», como las acciones destinadas a maximizar los intereses propios, de
forma encubierta (véase figura 1). Por otro lado, el carácter del término, el
cual sí puede ser revolucionario, y en ocasiones se puede ver influenciado
por los cambios que a través de los tiempos la actividad ha sufrido: cambios
culturales, tecnológicos, profesionalización, o centralización del tipo de per-
sonal que se requiere, entre otros.
La inteligencia, por tanto, como venimos apuntando, es una parte, que no
la única, de la maquinaria de ayuda al proceso de toma de decisiones, desde la
información, pero difiere de las demás partes, por su característica de secreto
(Lowenthal, 2003). La inteligencia existe porque unos actores tratan de conse-
guir información reservada de otros y ocultar la suya. Por su parte, las organi-
zaciones secretas tratan de evitar sorpresas estratégicas, proporcionar expertos
duraderos y soportar las decisiones políticas. De esta manera y para concluir,
una vez realizada una primera aproximación metodológica del término y aco-
tadas una serie de características definitorias del mismo, podemos establecer
una definición operacional que nos permita marcar unas fronteras conceptuales
claras con el fin de comenzar a trabajar con este término.
Partiendo de las ideas de Loch Johnson, quien afirma que la inteligencia
posee tres misiones fundamentales: recoger y analizar información alrededor
del mundo, proteger los secretos propios de los esfuerzos de otros (actividad
entendida como contrainteligencia) y realizar operaciones de oposición al
enemigo por el uso de operaciones clandestinas, conocidas por el nombre de
acciones encubiertas (Johnson, 2003). Entendemos la palabra inteligencia
como una «actividad llevada a cabo en secreto, entendida como el proceso
de recoger, procesar, analizar y diseminar información relevante, sobre su-
jetos estatales o no, que representen cualquier tipo de amenaza u oportuni-
dad, con el fin de convertirla en distintos productos de inteligencia. Así co-
mo las actividades dirigidas a proteger los secretos propios de los otros,
entendidos como contrainteligencia, y las acciones no atribuibles al propio
actor con el fin de influir entidades extranjeras»8.
——————————
8 Si bien es cierto que este tipo de definición no es en absoluto definitiva y que puede que deje de
lado muchas de las cuestiones fundamentales hoy en día, como el desarrollo de la importancia de las

INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008) 75


GUSTAVO DÍAZ MATEY

6.2. Inteligencia más allá del Estado: los actores no estatales y la inteligencia

Tradicionalmente se ha dicho que la inteligencia es «una actividad estatal se-


creta designada a comprender e influenciar entidades extranjeras». Como
apunta Loch K. Johnson, la inteligencia estratégica es definida tradicional-
mente como el conjunto de actividades, llevadas a cabo por las agencias guber-
namentales que operan de manera general en secreto. Es interesante ver cómo,
tradicionalmente, la inteligencia se da por sentado que es algo estatal, entendi-
da como las actividades llevadas en secreto por las agencias del Estado. Donde
éste juega un papel primordial tanto para considerar la inteligencia como acti-
vidad clandestina, como para el tratamiento que se le da a la información.
Según Michael Herman a la hora de definir la palabra inteligencia es muy
importante saber qué distingue a la inteligencia de otras áreas del gobierno,
porque el gobierno posee otras muchas fuentes de información (Herman,
2001). La inteligencia es vista en muchas ocasiones como conocimiento secre-
to, por lo que para este autor inteligencia es una amalgama de organizaciones
que conducen actividades secretas. La inteligencia se presenta, por tanto como
una actividad cuyo principal cometido es la información. De este modo las
fuentes de información especialmente importantes están rodeadas por un am-
plio grado de secreto que les otorga una profunda protección. Si bien es verdad
que existen distintos grados de sensibilidad, éstos varían en función del riesgo
que se correría si esa información se hiciese pública. De la misma manera la
inteligencia puede ser definida en base a que posee unas funciones determina-
das que la distinguen de otras partes del Gobierno, como es el proceso de
transformación de información a inteligencia, que en la mayoría de las ocasio-
nes, aunque no siempre, proviene de fuentes secretas, y que trata de ayudar a la
formulación e implementación de las políticas gubernamentales en orden a
una mayor seguridad (política, económica, militar, cultural). En tanto en
cuanto la principal función de los servicios de inteligencia es servir al ciudada-
no, éstos deben de ser lo más eficientes posible a la hora de identificar y dar
respuesta a las amenazas a la seguridad de un país. Teniendo en cuenta que los

——————————
fuentes abiertas o la función de la inteligencia con respecto a las nuevas amenazas del siglo XXI o las
nuevas manifestaciones de las amenazas tradicionales, nos valdrá para establecer una definición opera-
cional, la cual establezca un marco teórico válido que nos permita tener unos límites claros sobre lo
que se debería entender por inteligencia en un país democrático.

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HACIA UNA DEFINICIÓN INCLUSIVA DE INTELIGENCIA

fallos en la inteligencia son inevitables, su minimización vendrá determinada


por un correcto análisis de la situación, con el fin de presentar a los que tienen
que tomar decisiones una imagen lo más acertada y probable. Para ello, la inte-
ligencia debe tener toda la objetividad posible. Una inteligencia efectiva, debe
mostrar la efectividad que produce.
Tras exponer las características principales del término entendidas como
información procesada, fundamental para los intereses del Estado, y desa-
rrollada en un proceso «secreto», Walter Laqueur afirma que la inteligencia
engloba tanto unas organizaciones que recolectan información, como la in-
formación recolectada. Este autor, por tanto, coincide con Sherman Kent en
el hecho de que la inteligencia es tanto información como un sistema orga-
nizado para recolectar y explotar información, pero no es sólo un proceso, o
un producto, es también la actividad que permite desarrollar ese producto y,
en consecuencia, los sujetos que realizan esa actividad. Por tanto, desde una
visión estatalista, la inteligencia también se puede entender como un con-
junto de organizaciones o sujetos (Herman, 2001); como grupos y asocia-
ciones por norma general gubernamentales, que producen y conducen la
inteligencia y cuya característica primordial es el secreto sobre el que desa-
rrollan sus actividades. La CIA es una organización secreta, como también lo
es el MI5 o el MI6, incluso el CNI9; así como los sujetos contra los que se
dirige la inteligencia, es decir, organizaciones y personas que representan una
amenaza para la seguridad nacional. Bajo esta concepción se entiende que la
inteligencia es una actividad estatal, diferente a la que puedan realizar otro
tipo de actores no estatales. No obstante, a día de hoy es necesario dar una
visión más amplia del término inteligencia, buscando no sólo la esencia del
término, sino dando respuesta a las preguntas clave que surgen a la hora de
definir un término tan manido como el de inteligencia.
Sin embargo, cada vez para más gente la inteligencia es «información para
quien tiene que tomar decisiones» donde el término estatal ha quedado di-
luido entre el océano de actores no estatales. En este sentido, progresiva-
mente, se han ido introduciendo definiciones del término donde el concepto
de secreto se ha matizado y el término estatal eliminado. «Inteligencia es un
——————————
9 Por tanto no podemos perder de vista que a pesar de que este tipo de agencias o servicios deban
de moverse en una sociedad democrática y libre, donde la transparencia es la norma, una de las prin-
cipales características de las mismas es el secreto.

INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008) 77


GUSTAVO DÍAZ MATEY

término que se ha venido usando para describir multitud de actividades,


realizadas mayormente en secreto, y destinadas a alertar de amenazas actuales
y potenciales, de manera que permita una implementación a tiempo de po-
líticas o estrategias destinadas a neutralizarlas, incluidas acciones encubier-
tas» (Gill y Phythian, 2004).
Ya al final de la Guerra Fría, autores como Fry y Hochestein auguraban que
«en el futuro, las actividades de la inteligencia podrían desarrollarse desde uni-
dades en red donde la soberanía de la acción quedase difuminada entre diver-
sos actores no estatales, organizaciones internacionales y corporaciones...» (Fry
y Hochstein, 1993). Del mismo modo, después de los atentados terroristas del
11 de septiembre de 2001 la distinción de amenazas interiores y exteriores es
cada vez más difusa y aunque los diversos actores requieren información sobre
amenazas, también requieren información sobre oportunidades.
Una interesante aportación al uso de la inteligencia viene de la mano de
Peter Gill, quien afirma que a pesar de que los Estados siguen siendo los prin-
cipales actores en lo que a la inteligencia se refiere, debemos incluir en el análi-
sis a corporaciones y otros actores no estatales como parte de la «gobernabili-
dad de la seguridad». Peter Gill desarrolla el concepto de Security intelligence
Networks (Gill, 2007), donde desde un concepto de seguridad amplio, se en-
tiende que desde el final de la Guerra Fría y la proliferación de amenazas bajo
un entorno de incertidumbre mayor, un gran número de actores han entrado
en juego para cubrir un gran número de facetas a las que antes daba cobertura
el Estado por sí mismo. Del mismo modo, otro factor de cambio en la prolife-
ración de actores no estatales en el «juego de la seguridad» lo encontramos en la
tendencia neo-liberal de controlar el sector público. Este autor divide estos ac-
tores no estatales en corporaciones (militares y civiles) y comunitarios (ciuda-
danos, ONGs y criminales, crimen organizado, grupos terroristas).
Del mismo modo, a pesar de que las definiciones tradicionales de inteli-
gencia catalogaban el término únicamente como actividad estatal, hoy en día
la mayoría de los expertos consultados son partidarios de una definición más
amplia de inteligencia, donde los actores no estatales de diversa índole ten-
gan cabida10.
——————————
10 Peter Gill de la Universidad de Salford, Offer Baruch de International Shield, Mathieu De-
flem de la Universidad de Carolina del Sur, James Walsh, Dereck Reventon del US Naval War Colle-
ge, Brian Nussbaum, y el Coronel Behram Sahukar del Ejército indio.

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HACIA UNA DEFINICIÓN INCLUSIVA DE INTELIGENCIA

Según autores como Deborah Barger, las definiciones tradicionales no


responden a las expectativas y demandas de la inteligencia en el siglo XXI; se-
gún esta autora ninguna teoría o doctrina explica el rol cambiante de la in-
teligencia en el mundo actual (Barger, 2004). De hecho, esta falta de ade-
cuación de la teoría a la realidad de nuestros días es consecuencia en gran
parte de la falta de consenso en la propia definición de inteligencia. Hoy en
día la definición de inteligencia debe de ser más inclusiva, teniendo en
cuenta nuevas realidades.
Algo en lo que por norma general todos los expertos consultados coinci-
den es en la idea desarrollada por Sherman Kent de que la inteligencia es
información. Pero como hemos visto también es algo más: contrainteligen-
cia y acción encubierta (véase figura 1). De hecho la acción encubierta, aun-
que negada por la mayoría de los países, es una herramienta clave, de uso
común, para prevenir amenazas y defender el interés de la nación.

6.3. Actores no estatales11, el ejemplo de la empresa12

Si bien es verdad que existe una gran literatura sobre la privatización de la


seguridad de forma general, con referencias muy concisas y estudios muy
completos sobre la privatización de los asuntos militares y policiales, pocas
son las referencias de la privatización de la inteligencia. La idea de usar téc-
nicas de inteligencia en el sector privado se remonta a los primeros tiempos
de la Revolución Industrial. Sin embargo las referencias son anecdóticas,
como las referencias a Francis Cabot Lowell en 1811, o la de un granjero en
Maine que envió a su hija a «robar» la fórmula de la leche condensada, in-
filtrándola en la comunidad «Shaker» (Fialka, 1997).

——————————
11 Recientemente, hemos consultado el libro de Antonio ELORZA (ed.) (2007), donde muestra
cómo el grupo terrorista ETA ha desarrollado a través de su historia operaciones de contrainteligencia
para controlar a sus miembros. En este sentido, los grupos terroristas, en particular la banda terrorista
ETA, no sólo realizan labores de información con el fin de ayudar de la mejor forma posible a la toma
de decisiones de sus dirigentes, sino que también hacen labores de prevención, entendidas como ope-
raciones de contrainteligencia.
12 Empresas como: Janes, Pinkerton (Global Intelligence Services to Ijet Travel Intelligence),
Wackenhut, Seguritas, Burns Internacional, Military Profesional Resources Inc. (MPRI), Control
Risk Group, Total Risk Assessemnet Methology (TRAM), entre muchísimas otras.

INTELIGENCIA Y SEGURIDAD 4 (2008) 79


GUSTAVO DÍAZ MATEY

Ya en 1992 Stansfield Turner, ex director de la CIA, afirmaba que aun-


que en Estados Unidos existía un cierto debate acerca de si la inteligencia
estatal debía ayudar, y hasta dónde, a los intereses de las empresas estadou-
nidenses, está claro que los servicios de inteligencia extranjeros usan sus ca-
pacidades contra los negocios estadounidenses (Turner, 1992). Por lo que
en palabras de Turner, la comunidad de inteligencia en 1992 debería cen-
trarse más en proteger los intereses económicos nacionales, en el marco del
final de la Guerra Fría, y el auge de lo que se ha venido a denominar la inte-
ligencia económica. Del mismo modo, el director de la CIA Michael Hayden
en enero de 2007 ya apuntaba la colaboración con los «espacios comerciales»
como una iniciativa básica para el nuevo año, rebajando el grado de seguri-
dad de Top Secret a Secret en ciertos ámbitos y aplicaciones para poder be-
neficiarse de las experiencias de la empresa privada (Hayden, 2007).
En este sentido, si bien a estas alturas podemos afirmar que las empresas
pueden desarrollar labores de inteligencia, éstas, como tal, deben ser enten-
didas de manera diferente a las actividades realizadas en el marco del Esta-
do. Las empresas privadas desarrollan sus principales actividades de inteli-
gencia en análisis de riesgo, Business Intelligence Unit, y lo que se ha
venido a llamar inteligencia competitiva (Gilad y Herring, 1996, 2003;
West, 2001). Por otro lado, lo que se denomina comúnmente espionaje in-
dustrial es considerado como robo13, mientras que el espionaje per se por
parte de actores estatales es considerado de forma especial en los ordena-
mientos jurídicos de todo el mundo, y supone un atentado para la seguri-
dad nacional del país, acarreando penas mucho más duras, inclusive la
muerte. Del mismo modo, las actuaciones de inteligencia en el marco de la
empresa privada vienen condicionadas por el beneficio, mientras que la in-
teligencia como actividad estatal se desarrolla en términos de seguridad na-
cional. Esta cuestión, que en principio parece secundaria, tiene grandes
connotaciones para la clasificación de lo que se considera inteligencia en la
empresa. En tanto en cuanto la inteligencia a nivel estatal se basa en la se-
guridad nacional, las capacidades y formas de actuar son muy distintas a las

——————————
13 Si bien ciertos países han desarrollado mecanismos para protegerse de este tipo de actuaciones.
En concreto, en Estados Unidos, en 1996, se firmó la Economic Espionaje Act, que hizo que el espio-
naje industrial pasase a considerarse delito federal, y por tanto entrase dentro de la jurisdicción del
FBI.

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HACIA UNA DEFINICIÓN INCLUSIVA DE INTELIGENCIA

de la empresa y así será en los años venideros. Los servicios de inteligencia


en el marco estatal tienen unas prerrogativas impensables en la empresa. Un
ejemplo ilustrador lo encontramos en los procesos de selección de los servi-
cios de inteligencia, donde los protocolos de seguridad exigen preguntas
personales muy controvertidas, que en las empresas privadas serían del todo
impensables (Hulnik, 1999). La empresa privada desarrollará actividades
únicamente cuando la actuación sea rentable, mientras que, como es lógico,
ese criterio no tiene cabida en las agencias de carácter estatal. Sin embargo,
este punto merece una matización ya que es justamente la ampliación del
concepto de seguridad tras el final de la Guerra Fría, el que hace que sea
cada vez más difícil llegar a todos los rincones que requiere la seguridad es-
tatal, por lo que cada vez es más necesario contar con empresas privadas,
para un mayor número de cuestiones.

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