Bachillerato Tema 2
2. LA FE, RESPUESTA AL DIOS QUE SE REVELA
Es éste un tema muy amplio, en el que de suyo
podrían entrar muchos contenidos a desarrollar. Aquí se
ha elaborado el tema en vistas al examen, atendiendo a
los apuntes de clase de D. Félix del Valle.
.I Naturaleza de la fe: conocimiento y acogida
de la Revelación de Dios; encuentro y
comunión de vida en Cristo.
.II Objeto de la Fe: entrega al Dios que se
comunica y asentimiento libre a lo que Dios
ha revelado
En orden a simplificar conceptos, se unen aquí los dos
primeros puntos del programa, pues no sólo se da de
suyo un curioso paralelismo entre ambos –la acogida al
Dios que se revela (1 er punto) es la entrega al Dios que
se comunica, y es también el asentimiento libre a lo que
Dios ha revelado (2º punto)–, sino que además también
D. Félix los aúna en su exposición.
.a La fe como acto de conocimiento
La fe y los modos humanos de conocimiento
 Uno es la evidencia (normalmente sensible), como
captación inmediata de un objeto, del cual no se
puede dudar porque es evidente. Es un conocimiento
directo, universal (conocimiento por intuición).
 Otro es el razonamiento, la demostración, el
discurso lógico. Hay un proceso intelectual por el
cual se llega, de unas verdades conocidas (incluso
evidentes) a otra verdad, a una conclusión, que se
tiene como cierta, pero que no era evidente. Es decir,
si el razonamiento sigue bien las leyes de la lógica,
la conclusión es cierta, aunque de suyo no era
evidente antes.
 Además, otro es el testimonio. Un montón de
verdades las aceptamos sin haberlas visto nunca, y
sin que me las hayan demostrado. Un ejemplo tan
sencillo como creer que existe China, aunque yo
nunca he estado allí.
Pues bien, la fe no está en el ámbito del primero ni del
segundo (evidencia y razonamiento). El segundo modo
es para el talante racionalista, para quien –según él– la
fe se puede demostrar. Hay aquí como dos niveles:
 Si el objeto de la fe se puede demostrar. Por
ejemplo, si se puede demostrar lógicamente que
Jesús es el Hijo de Dios, que ha resucitado, etc. La
existencia de Dios, de por sí, es demostrable. Pero la
pregunta es: ¿se demuestra de hecho?... pues
depende de la apertura del sujeto y de ciertas
actitudes.
2/1
Alguien puede afirmar la existencia de Dios, pero la
afirmación de la existencia del Dios cristiano es muy
superior, se conoce sólo por Revelación.
 Se puede demostrar la veracidad de la Revelación.
Pero la mayoría de los conocimientos que tenemos es
como el tercer modo mencionado, por testimonio. Esto
equivale a un acto de confianza. Significa la decisión de
aceptar una verdad que tiene suficientes garantías.
Se identifica con la prudencia, en cuanto capacidad de
atenerse a las garantías suficientes. Por ejemplo: pido un
taxi, llega el taxista y le pido garantía y certificación
total de que me llevará al sitio deseado. Pero hacer eso
sería imprudente. Lo contrario, igual, sería imprudente
no pedir ninguna garantía o señal.
Hablamos de que es una «decisión», porque no se nos
van a dar garantías totales. De hecho, es irracional
pedirlas en ciertas cuestiones. A veces queremos tener
una seguridad total. Pero la voluntad es la que debe
poner los límites (ni fideísmo ni racionalismo).
Pero la fe es fundamentalmente un acto de confianza
en un testimonio. La analogía con el testimonio es
limitada (falla), porque del acto del testimonio humano
sí tengo evidencia, normalmente. Pero ¿del testimonio
divino?, por ejemplo, si Dios me dice “Jesús es mi
Hijo”: pues no tengo evidencia. De aquí que no puedo
asimilar totalmente el acto de fe con el testimonio
humano.
.b La fe como acogida de la revelación de Dios
La fe es la aceptación de un testimonio de Dios.
Tenemos un ejemplo claro respecto a los Evangelios,
que son unos testimonios de los discípulos de Jesús. Y
de acuerdo a ciertas leyes, como los criterios de
historicidad, se puede demostrar. Pero aquí no radica el
problema de la fe como virtud teologal. Decir que es
veraz el testimonio de los discípulos es decir que no
intentan engañar, mentir, sino que dan datos
objetivamente ciertos. Pero de aquí no se concluye que
sea verdad objetiva lo que dice, es decir, de que es dicho
por Dios. Sería la pregunta de fondo: ¿cómo sé yo que
es Dios el que me lo dice?. Y, además, esta Revelación
no sólo está en la Sagrada Escritura, sino que es
revelada por Dios a mí directamente.
Es el problema del acto de fe: ¿Cómo es esta
percepción de que es Dios quien habla?. La fe teologal
es un acto de Dios en el hombre.
La gracia de la fe tiene el resultado de connaturalizar
el espíritu humano con el misterio divino. Pero no es
éste el único objeto de la fe. Mientras connaturaliza con
el misterio que se ha de creer (objeto material de la fe),
da al mismo tiempo la convicción de que este objeto
existe realmente y nos permite aferrar con certeza el
motivo (objeto formal) del acto de fe, es decir, la
atestación por parte de Dios. Esto está a la base del acto
de fe (no la capacidad discursiva, etc.). Es una gracia
sobrenatural, por encima de las fuerzas de la razón y de
Bachillerato Tema 2
la voluntad. Porque la fe no es producto de
razonamientos. Da el paso a la fe quien ha recibido esta
gracia de connaturalización con Dios.
«Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha
enviado, no le atrae» (Jn 6,44). «El que cree en el Hijo
de Dios tiene este testimonio en sí mismo» (1Jn 5,10.
Este testimonio de Dios en nosotros ha asombrado a los
racionalistas.
Dice santo Tomás: «El que cree tiene algo que le
induce suficientemente a creer: pues es inducido por la
autoridad de la doctrina divina confirmada con milagros
y, lo que es más, por el instinto interior de Dios que le
invita»1.
La fe es una verdadera unión o comunión vital con
Dios, que da la certeza de que es Dios quien le habla por
dentro. El que tiene fe tiene la certeza de que es Dios
quien le habla interiormente. ¿Cómo?, no lo sabemos,
pero es real.
.c La fe como encuentro y comunión de vida en
Cristo
)1 La fe como aceptación de una Palabra = de una
Persona
Nos referimos a una apertura a la Palabra. Esta
predicación es necedad para los griegos, gentiles, y
escándalo para los judíos (1Cor 1, 22ss).
Dios quiso convertir a los hombres por la necedad de
la predicación
 Porque esta predicación no se basa en razones
humanas (sabiduría humana). Pero lo que se acepta
en la predicación no son ‘ideas’ lógicas, bien
fundamentadas...
 los judíos piden signos concluyentes (prodigios).
Pero tampoco se acepta un poder que se ha
manifestado, una demostración de fuerza o un poder
que se impone.
Entonces, ¿qué es lo que se acepta?. Se acepta la Cruz,
el amor de Dios manifestado. Y ¿porqué se acepta el
amor?, porque se hace un acto de confianza, se fía uno
del testimonio. Es decir, no se acepta por evidencia,
demostración (griegos), ni por poder-signo (judíos), sino
por confianza.
Cuando uno acepta por confianza los que sucede es
que se acoge al mismo Cristo, que es la Palabra
(Misterio); a la vez que se establece una relación íntima,
secreta, misteriosa, con Cristo. Sin estar unido a Cristo
no se puede aceptar la predicación. La Persona a la que
acepto o rechazo en la predicación es Cristo.
)2 La fe como unión con Dios en Cristo
No puede hacerse ese acto de fe si no es en comunión
con Cristo, unido a Él. Ese acto de fe es salvífico,
realiza la conversión
Esta comunión se realiza tanto más cuanto más le
creemos. Es el crecimiento en la fe. En el Evangelio
vemos la inquietud de Cristo por el crecimiento en fe de
1 3
II-II, q.2, a.9, ad.3
2/2
los discípulos. Porque el aumento de fe aumenta la
comunión con Cristo.
)3 La fe como obediencia
La fe tiene un aspecto de sometimiento y humildad
(que ya es implícito en la misma aceptación del
testimonio). Hay un sometimiento inmediato: La razón
(que decidimos que no sea el juez último), junto con los
sentidos. Es un sometimiento de la persona entera. Es la
vida entera la que se somete a Dios.
Es imposible hacerlo sin humildad. El obstáculo para
la fe es el orgullo, la soberbia, el ser a sí mismo la
medida de toda verdad. Pero la verdad es que Dios es la
medida con que tienen que ser medidos los demás
(ninguna criatura es la medida). Así, la humildad es el
que se deja ser medido por Dios.
.III Características de la Fe: la fe es una gracia
y un acto auténticamente humano, certeza y
racionabilidad de la fe, libertad y necesidad
de la fe
.a La fe como gracia. Sobrenaturalidad del acto de
fe2
Sobrenaturalidad absoluta: Sobrenaturalidad
absoluta quiere decir que la fe no procede de la razón,
no tiene origen en ella. Nada de la fe tiene su origen en
la razón (otra cosa es que la fe sea razonable).
La sobrenaturalidad absoluta de la fe es distinta del
«fideismo», pues no por ser más ‘fideísta’ se es más
sobrenatural. El fideísta quiere poner la fe al margen de
la razón (es como si dijéramos que el santo tiene que
dejar de ser hombre). El fideismo es pretensión falsa de
la sobrenaturalidad de la fe. Se confunde la
sobrenaturalidad de la fe con ‘independencia’ de la fe,
es decir, la fe independiente de la razón.
La razón natural no es el fundamento de la fe.
Pero hay un modo de sobrenaturalidad. Así como el
semipelagianismo habla de una primera decisión
humana independiente de la gracia de Dios, el
semiracionalismo habla de que la mayor capacidad
intelectual dispone a tener más fe. Pero sabemos que no
es verdad, porque la fe es sobrenatural de manera
absoluta: no depende de la menor o mayor capacidad.
)1 En cuanto al contenido
El objeto material de la fe, lo que ha sido revelado,
incluye como dos niveles de verdad:
 Accesibles de suyo (de hecho) a la razón. Por
ejemplo, la existencia de Dios, su Unidad, etc. La
razón tiene capacidad ‘física’ de conocerlas. Pero
sabemos que hay una necesidad moral de que sean
reveladas3.
 Los «Misterios» o verdades inaccesibles a la razón,
sólo conocidas por la fe. Son absolutamente
2
cfr. Dei Filius (Vaticano I), Dz 1789; 1811; 1795;1816
cfr. Dz 1785; 1786
Bachillerato
(‘físicamente’) inaccesibles a la luz de la razón, es
decir, únicamente cognoscibles por la fe.
)2 En cuanto a la capacidad
La Constitución Dei Filius habla de el «origen de la
fe». La capacidad de creer es un don sobrenatural. La fe
no pertenece a la inteligencia. Aunque por inteligencia
el hombre está abierto al infinito (tiene espíritu), pero
como criatura es finito. Una cosa es que el hombre sea
capaz de llegar a conocer un Dios Todopoderoso, etc.;
pero otra cosa es la fe.
La fe es fruto de la gracia (no de la naturaleza). Y esta
capacidad o virtud de creer requiere una acción
sobrenatural de Dios. Acción sobrenatural en sentido
absoluto, porque supera absolutamente las leyes de la
naturaleza. De modo que sólo puede tener fe quien
recibe la gracia de Dios.
Est acción sobrenatural por parte de Dios se requiere
en 3 niveles:
 Infusión, virtud: la fe no es conquista del hombre;
uno propiamente no llega a tener fe, sino que es un
don de Dios, tiene que ser infundido por Él.
 Conservación y crecimiento de la fe: no tenemos fe
de una vez por todas, sino que es un acto continuo.
Dios nos está manteniendo, donando, continuamente
la fe.
 Para los actos de fe es necesaria la acción de Dios,
para recibir y conservar el hábito de la fe y para
actuar ese hábito.
.b La fe como acto auténticamente humano:
certeza y racionabilidad
Comencemos leyendo lo que nos dice el P. Collantes
acerca de «fe y razón»:
«El cristianismo se presenta como una religión
revelada; es decir, no como un descubrimiento de la
razón humana, sino como un don de Dios que se
comunica al hombre y le descubre sus designios
salvíficos.
Esta revelación divina se realiza en las vicisitudes
de la historia. Por eso se afirma que es histórica. Por
medio de signos inteligibles, bien sean palabras, bien
sean hechos históricos interpretados por la palabra
profética, Dios habla al hombre y le enseña los
misterios de su ser divino y los destinos trascendentes
del ser humano (cf. Dei Verbum 2).
Es también progresiva, porque ha llegado hasta
nosotros en sucesivas etapas. El término de ese
progreso fue alcanzado con la plena y definitiva
revelación de Cristo, Palabra viviente de Dios, que
comunicó a los hombres todo cuanto había oído de su
Padre (Jn 15,15).
Es sobrenatural, porque no viene exigida por la
naturaleza, ni puede ser descubierta por la sola razón
humana. Más aún, ni siquiera después de ser conocida
puede ser abarcada y comprendida plenamente (2Cor
5,7).
Ahora bien, si Dios se comunica con el hombre, el
hombre está obligado a aceptar el testimonio divino
con todo su contenido, aun cuando no acierte a
comprender la evidencia intrínseca de aquello que
Dios revela. Hay en este acto de aceptación un
Tema 2 2/3
obsequio del hombre —de su entendimiento y
voluntad— a Dios, infinitamente veraz, que no puede
engañarse ni engañarnos. Esto es lo que llamamos fe
sobrenatural.
La fe es, pues, primariamente subjetiva y personal;
es decir, es una entrega de persona a persona, del
hombre entero al Dios vivo, de quien se fía plena y
totalmente.
Pero es también objetiva, porque como
consecuencia necesaria del reconocimiento de la
autoridad de Dios en quien se hace confianza, se
aceptan todas aquellas verdades que Dios revela.
Sin embargo, la fe es libre, puesto que dichas
verdades no se imponen a la inteligencia por su propia
evidencia intrínseca, sino por la confianza que se hace
en Dios. Queda, pues, un margen amplio en el que la
voluntad, ayudada por la gracia, puede libremente
rechazar la gracia divina o decidir su entrega a Dios.
Esto no quiere decir que la fe sea un movimiento
ciego de la voluntad. Por el contrario, tanto la
contextura racional del ser humano, como las fuentes
de la revelación, exigen que la fe (ese salto que el
hombre da en la oscuridad, fiándose de Dios), sea
razonable (Rm 12,1). Porque todo hombre debe
asegurarse primero de que tiene motivos razonables
para aceptar aquello que se presenta como revelación
de Dios. Y estos motivos (preámbulos de la fe),
pueden y deben ser descubiertos por la propia razón
natural. De este modo es razonable la fe y, por
consiguiente, verdaderamente humana.
Ni que decir tiene que cuanto acabamos de indicar
plantea necesariamente el problema de las relaciones
entre la fe y la razón. Este es un problema de siempre,
pero que de un modo particular se agudizó en el siglo
XIX con posturas poco ecuánimes, tanto de los
idólatras de la razón como de sus detractores.
1) De un lado, está el racionalismo de todos los
tiempos, que exalta la razón, hasta el punto de
presentarla como única fuente del conocimiento
humano. Con esto, el racionalismo se opone, por
definición, a toda religión revelada y sobrenatural. El
racionalista no podrá concebir nunca la revelación
como una intervención divina, exterior al hombre. A lo
sumo dirá que se trata de una intuición humana, a la
cual responde la fe, como actitud existencial de la
vida. Los dogmas de fe, por tanto, no podrían
aceptarse como realidades objetivas exteriores al
sujeto, sino como expresiones poéticas de la realidad
(Hegel), o como sentimientos religiosos expresados en
fórmulas (modernistas).
Con el racionalismo se puede construir un
cristianismo de rostro humano, muy atractivo, en el
que se suprime de raíz la tensión fe-ciencia, razón-
revelación. Propiamente hablando, no habría
revelación: sólo existiría la razón; no habría fe
sobrenatural: sólo existiría la ciencia o el sentimiento
religioso.
Hoy día puede notarse una cierta tendencia
racionalista en la valoración que se hace del elemento
subjetivo de la fe y la reducción o la negación de los
contenidos intelectuales. La fe, se dice, no es una
«información», sino una postura ante la vida, cuyo
modelo original es Jesús de Nazaret. Pablo VI ha
delatado en varias ocasiones esta tendencia.
2) En el lado opuesto está la desconfianza en la
razón humana, a la que se juzga incapaz de demostrar
los preámbulos de la fe (existencia de Dios, hecho de
la revelación, etc.). Por este motivo suprimieron los
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primeros reformadores la teología natural, con lo cual
quedaba la fe desprovista de apoyo racional y se daba
paso al fideísmo (la única justificación de la fe es la fe
misma), o al tradicionalismo absoluto (la única
justificación de la revelación, es la revelación misma,
que llega hasta nosotros por vía de tradición).
También pueden notarse hoy día algunos síntomas
que conducen al fideísmo, en la desconfianza y en la
falta de relieve que se da a la apologética católica.
3) Entre estos dos extremos (racionalismo-
fideísmo), la Iglesia ha defendido siempre los fueros
de la razón humana y su capacidad para conocer con
certeza la existencia de Dios y el hecho de la
revelación sobrenatural (preámbulos de la fe). Pero
con la misma firmeza ha sostenido el carácter
sobrenatural de la revelación, y la objetividad de sus
contenidos intelectuales, algunos de los cuales, aun
después de revelados por Dios, superan toda
comprensión racional (misterios propiamente
dichos)»4.
En la fe, la entrega del hombre a Dios es total: razón,
sensibilidad, voluntad, instintos... Tiene que ser una
verdadera entrega, sin condiciones. Mientras que para el
racionalismo la razón es la condición de mi entrega.
)1 No es racionalismo
Pero la fe no es racionalismo. El racionalismo
supondría que la razón se pone como condición de la
entrega a Dios. Hay diversos grados de racionalismo:
desde el que se convierte en rechazo de lo
incomprensible, hasta el que exige la total
demostrabilidad del objeto que ha de ser creído como
condición absoluta del asentimiento de la razón
(pasando, por ejemplo, por quien pretende afrontar las
tentaciones razonando con ellas).
El carácter razonable es un momento interno del acto
de fe. La fe tiene intrínsecamente un carácter razonable.
El acto de fe no es irracional. Dice santo Tomás que el
hombre no creería si no viera que es razonable creer.
Si el hombre piensa que el acto de fe es irracional,
contradictorio con la verdad, caería en fideísmo, es
decir, prescinde de la razón.
)2 El juicio de credibilidad
(Cuatro cuestiones: 1. ¿Premisa lógica del acto de fe?;
2. Momento interno del acto de fe; 3. Momentos del
juicio de credibilidad; 4. Certeza moral del juicio de
credibilidad y certeza absoluta de fe)
«El acto de fe, adhesión del entendimiento a un
conjunto de verdades reveladas por Dios y propuestas
por la Iglesia, es una adhesión racional. La Iglesia ha
insistido sobre el carácter sobrenatural del acto de fe,
pero no ha dejado nunca de reaccionar con el mismo
vigor contra todos los irracionalismos y los fideismos,
contra todos los intentos de hacer de la fe una adhesión
ciega y sentimental, sin fundamento intelectual.
El hombre no creería si no viese que se ha de creer.
Esta afirmación de santo Tomás expresa en un escorzo
perfecto el punto de vista de la Iglesia en esta materia.
La fe puede ciertamente ser caracterizada, según
Newman, como a surrender of reason (un rendimiento
de la razón), una actitud en la que la razón depone las
4 5
FIC, pp. 27-29
Tema 2 2/4
armas para dejar plenamente a Dios el cuidado de
conducir la inteligencia en los dominios de lo
transcendente. Pero sólo cuando ha visto que es
razonable someterse así a su creador, consiente la
inteligencia humana en ceder el paso»5.
Lo mencionado por santo Tomás es el juicio de
credibilidad: captación de que lo que se nos presenta es
creíble. Como puede verse en el texto anterior, los que
caen en una pretensión exagerada han afirmado la
posibilidad de demostrar rigurosamente la verdad de la
religión católica probando de modo evidente tanto la
veracidad divina (¡pero es Dios mismo el que habla!),
como el hecho de la revelación. Esta es precisamente la
pretensión racionalista del juicio de racionalidad.
¿Premisa lógica del acto de fe?
Ahora bien, ‘probar rigurosamente’ es algo
concluyente, que se afirma de manera irrefutable. Pero
entender así el juicio de credibilidad supondría
entenderlo como una premisa de la fe, y a su vez la fe
como conclusión de tal juicio. Sería un conocimiento
del mismo nivel lógico (premisas-conclusión). Es decir,
la fe sería la conclusión lógica del juicio de credibilidad.
En esta pretensión exagerada, el juicio de credibilidad
consistiría en la demostración de los hechos de la
historia (v.gr. que ha existido Jesús). Y consistiría
también en la demostración de la verdad de estos
hechos, no en cuanto tales, sino la verdad de su
significado; es decir, que tales hechos significan que de
verdad hay revelación divina. Luego, la demostración
de la verdad del contenido.
Así, la fe se desprende «lógicamente» del juicio de
credibilidad. De manera que el juicio de credibilidad es
el fundamento lógico (gnoseológico) de la fe. Para creer,
es necesario hacer un buen juicio de credibilidad. Las
dudas de fe aparecen cuando tales juicios son débiles...
Se ve cómo el pensamiento de los grandes escolásticos
dice que el juicio de credibilidad está entre la opinión y
la demostración o evidencia. Que la credibilidad
consiste en que algo nos ofrece garantías suficientes
para un asentimiento firme. Y a este juicio de
credibilidad santo Tomás le llama opinión vehemente.
No es una opinión subjetiva, sino que es movida por la
voluntad que encuentra razones (no concluyentes,
ciertamente) suficientes.
El Vaticano I habla de la evidente credibilidad de la fe
cristiana. ¿Qué quiere decir?... ¿que se puede demostrar
la verdad de la fe?. Por eso es necesario ver cómo
interpretaban esto los Padres conciliares. Desde el
principio se ve que no puede tratarse de esta
‘demostrabilidad’. Sería querer demostrar que es verdad
lo que creemos, el contenido: pero eso es inaccesible a
la razón. Luego, no se puede demostrar la verdad del
contenido. Y en cuanto al testimonio de Dios, de que es
Él quien habla, propiamente tampoco se puede
demostrar. es prudente creer porque hay unas razones
suficientes.
Antes de explicar en concreto qué es el juicio de
credibilidad, conviene entender lo siguiente:
¿Disminuye el mérito de la fe las razones aducidas en
favor (‘preámbulos de la fe’) de las verdades de fe?
El evangelio de la Gracia, pp 56ss
Bachillerato
Santo Tomás responde6 distinguiendo dos modos como
dichas razones pueden estar en relación con la voluntad
–que mueve a aceptar las verdades de la fe–:
 Antecedente, quien primero pide razones para creer
después. Las razones inducen a la voluntad a creer.
En este caso la razón disminuye el mérito de la fe.
Cuando se quiere poner la razón como fundamento
de la aceptación es cuando se disminuye la fe. Se
pretende que la decisión, la fe, sea causada por las
razones.
 Consiguiente, posteriores al acto de fe. El amor
busca entender (es el movimiento de la teología).
Aumenta el mérito de la fe, no lo disminuye. Las
razones no son demostraciones, nunca son evidentes.
Las razones apartan los impedimentos mostrando
que no es imposible lo que la fe propone.
En otro lugar7, santo Tomás se pregunta «si el objeto
de la fe es algo visto», y al contestar distingue entre
diversos tipos de asentimiento:
 evidencia
 ciencia
 elección voluntaria:
 cuando hay duda o miedo, da lugar a la opinión
 cuando lo presta con certeza y sin temor, da lugar
a la fe
¿De qué tipo de certeza estamos hablando?: De
certeza moral, que es la certeza «suficiente».
En la respuesta a la segunda objeción menciona que lo
que encierra la fe puede considerarse bajo la razón
común de credibilidad (cuando algo nos parece
suficientemente digno de crédito; claramente es distinto
a ciencia o evidencia): la evidencia de los signos.
Las razones aducidas por los santos para probar las
cosas de fe no son demostrativas, sino sólo razones
persuasivas, que manifiestan que no es imposible lo que
se propone.
Una vez visto lo que dice santo Tomás, pasemos ahora
al tema del «juicio de credibilidad».
No es una demostración de la verdad de la fe; pues eso
significaría que la fe sería una conclusión lógica de la
inteligencia. En este sentido el juicio de credibilidad
sería una «causa» del acto de fe. Así, el juicio de
credibilidad sería un argumento lógico concluyente. Los
argumentos y la conclusión están en el mismo nivel
lógico (las conclusiones brotan de los argumentos al
mismo ‘nivel’).
La fe sería simplemente un acto racional (fruto de la
inteligencia del hombre). En todo caso, diríamos, con la
ayuda de la gracia sanante Dios ayuda a la razón... Pero
todo esto son pretensiones exageradas.
Aquí, el juicio de credibilidad es algo formal,
explícito. De modo que sólo el que tiene medios puede
tener fe. Los torpes, los rudos, no tienen capacidad de fe
o la tienen muy disminuida. La intensidad de la fe se
hace proporcional a las razones.
6
Summa teológica II-II, q.2, a.10, ad. 2
7
II-II q. 1, a. 4
Tema 2 2/5
Momento interno del acto de fe
El juicio de credibilidad es un momento interno del
acto de fe, es decir, todo creyente ha hecho este juicio
de credibilidad, lo sepa o no. Lo que cree le es digno de
crédito. Si no viera que es creíble no creería.
A diferencia del punto anterior, aquí todo creyente lo
tiene hecho, está siempre implícito a todo acto de fe.
Aunque hay varias maneras. Esto puede verse con el
ejemplo de patear un balón:
 implícita, por ejemplo, si pateo el balón lo hago
porque sé que es pateable: es un juicio implícito
 juicio simple, por testimonio de otros. El balón es
pateable porque lo he visto muchas veces, muchos
lo patean.
 explícito, antes de decidir me detengo: “Lo pateo o
no lo pateo”... “lo pateo”.
 complejo, que tenga todos los datos.
)3 Momentos del juicio de credibilidad
(Dos cuestiones: 1. ¿cómo se hace este juicio que va
implícito en todo acto de fe?; 2. ¿qué elementos entran y
qué valor tienen?)
Modo
1. Hay varios. Uno sería la deducción:
 Proceso lógico por el cual se van encadenando o
sacando unas verdades de otras hasta llegar a una
conclusión.
 La fuerza-rigor de una deducción, la certeza de la
conclusión, equivale a la menor de sus deducciones.
La fuerza probativa de una deducción es la del
menor de sus argumentos. La certeza de la
conclusión equivale a la certeza menor de la
‘cadena’ de razonamientos.
 La certeza de la conclusión (el hallazgo) está
causada por, gracias a, las premisas.
 Luego, hay dependencia lógica de la conclusión con
respecto a las premisas (y su grado de certeza) y en
cuanto al conocimiento. La conclusión y las
premisas están en idéntico nivel lógico.
2. Otro es el que desarrolla Newman. Dice que el
juicio no se hace a modo de deducción, sino a modo de
inducción. En su libro sobre «El asentimiento religioso»
expone este tema.
El entendimiento construye el juicio de credibilidad
como una inferencia por medio de una cualidad del
entendimiento que es el sentido ilativo (=inferir).
El juicio que se hace por inferencia es un juicio por
convergencia de indicios (motivos). Y este juicio
depende de un sentido o capacidad previa (algo así
como en una profesión hablamos de «olfato» o
perspicacia).
Esto es semejante a un detective que llega a una
conclusión sobre la autoría de un crimen. El detective
tiene dos maneras de juicio:
 Inferencia. «A mí ‘me da en la nariz’ que el asesino
es fulano». No puedo demostrarlo todavía, pero
tengo indicios, que son convergentes y apuntan
todos a la misma dirección.
Bachillerato Tema 2
 Demostración. Hasta que tenga pruebas
El que tiene el ‘olfato’ o perspicacia es el que ve los
indicios. Esto es claro en el ejemplo de un médico con
un paciente. Por inferencia se hacen juicios de manera
intuitiva porque se captan de golpe unos indicios que
apuntan a algo. Así, quien no es médico y no tiene el
olfato médico, no verá los indicios.
Cuanto más indicios más certeza hay de a dónde
apuntan. A diferencia de la fuerza de un razonamiento,
que no depende del número del argumentos (aunque
sean muy fuertes), pero basta uno débil para que la
certeza sea débil.
Newman compara este modo a un acuerdo entre dos
cuerdas entrelazadas, que lo hacen más fuerte. Los
indicios no son demostrativos, ni son premisas; por lo
tanto, la conclusión no es demostrable (en sentido
lógico).
Los indicios son signos. De esta manera, la conclusión
puede estar a otro nivel (los signos apuntan a otra
realidad superior). Esta capacidad de llegar a ese otro
nivel lo da el ‘olfato’ o perspicacia. Por ejemplo, la
bandera, a nivel material son colores, etc., pero al que
tiene sentido patriótico le lleva a otro nivel.
Paralelamente, el libro de texto nos habla de que la
credibilidad se capta con «un conocimiento intuitivo por
convergencia de motivos»8.
La certeza a la que se llega por demostración es
certeza concluyente. Mientras que la certeza a la que se
llega por indicios es certeza moral. Por tanto, una vez
visto este modo por ‘inferencia’, vemos que el juicio de
credibilidad es creíble, es digno de crédito, es razonable.
Elementos materiales
Veamos ahora los elementos materiales del juicio de
credibilidad. Recordemos que para santo Tomás hablar
de algo «creíble» significa algo que no es imposible,
que no es irracional. Por lo tanto, tenemos los siguientes
aspectos:
 El primero es la existencia histórica, la cual es
susceptible de una demostración.
 Así la historicidad de los Evangelios. Para el que
cree sabe que son verdad y que son históricos. Pero
para el que duda son invención y mitificación: hay
que demostrar que son históricos.
 Los milagros, lo mismo. Al que tiene fe le resultan
creíbles. Pero al que no, los niega: hay que
demostrar la veracidad, la intención real de Jesús, su
voluntad de hacer milagros y demostrar que los ve
como signos de una realidad. Los evangelios nos dan
testimonio fehaciente de sucesos extraordinarios.
 Los signos de la resurrección. Algunos protestantes
han dicho que no importa el hecho histórico de la
resurrección, que es un hecho salvífico (fideismo).
 Otro es el elemento negativo. Mostrar que la verdad
cristiana no es irracional, que no es absurda o
imposible. La fe no es algo inhumano, no es
humillante, no atenta contra la dignidad del hombre.
Todos estos se pueden definir como indicios. No son
premisas de un juicio o datos que se extraen de la
8 9
El evangelio de la Gracia, pp. 74ss
2/6
conclusión al mismo nivel. Newman dice que el juicio
de credibilidad se hace cuando la inteligencia capta de
una vez la convergencia de estos indicios; que apuntan a
ese juicio: “Esto es creíble”, lo puedo creer. Cuando este
juicio de credibilidad es algo implícito en el acto de fe
es creíble.
)4 Certeza moral del juicio de credibilidad y certeza
absoluta de fe
Hay que preguntarse ahora: Estas disposiciones
subjetivas ¿son actos meramente naturales? (sólo
fuerzas de la inteligencia). La respuesta es no, porque
estamos hablando de disposiciones, forma parte de la fe
misma. Todo esto puede hacerse solamente con ayuda
de la gracia actual, porque son actos sobrenaturales.
Quien no tiene fe no puede llegar al juicio de
credibilidad: es necesaria la gracia, que tiene una acción
sanante y elevante.
El sólo hecho de “querer tener fe” significa que ya la
gracia está actuando en la persona. A nosotros nos toca
pedir la gracia, pues sin ella no se puede nada. Ella sana,
cura la inteligencia y la voluntad; y además eleva, hace
capaz de realizar el acto que dispone a recibir la gracia
habitual.
El juicio de credibilidad da por sí mismo una certeza
moral9.
Una demostración o deducción rigurosa, lógica,
científica, concluyente, ofrece una certeza metafísica.
Pero la inducción o inferencia da certeza moral. Así han
definido santo Tomás y Newman la credibilidad (certeza
prudente): “Es creíble”. La certeza moral es la que nos
ofrece garantías suficientes, no absolutas.
Si el juicio de credibilidad estuviera en el mismo nivel
lógico, sería la premisa de la fe; es decir, al modo de una
relación causa-efecto, en el que el juicio de credibilidad
demuestra, causa, la fe. La fe no daría más que certeza
moral. De la verdad revelada tendríamos sólo una
certeza moral.
Pero sabemos que el juicio de credibilidad no es el
fundamento gnoseológico de la fe, no está al mismo
nivel. Luego, la verdad revelada puede ser creída con
certeza absoluta.
Certeza de la fe
La certeza es un estado subjetivo del conocimiento, es
decir, una conciencia de posesión de la verdad. Los
distintos grados de la conciencia van desde la
 Duda: estado subjetivo del conocimiento que no
sabe en qué quedarse, no decide.
 Opinión: es inclinación, fruto de una probabilidad.
 Certeza: Admite ciertos grados:
 certeza moral: es la que nos ofrece garantías
suficientes de veracidad
 certeza metafísica: es fruto de la evidencia o de la
ciencia
Las palabras con las que hablamos de fe como una
«creencia» dan lugar a un cierto equívoco: Parecería que
es una opinión. Es un peligro porque los cristianos
podemos tomarlo en ese sentido (“Yo creo que
cfr. El evangelio de la Gracia, pp. 62ss
Bachillerato Tema 2
existe...”). Parece que la fe es una falta de certeza. El
mundo cree que la certeza sólo es metafísica, que viene
por evidencia o ciencia. Pero ya hemos dicho que la fe
no viene de esa certeza metafísica.
La Palabra de Dios y el Magisterio nos habla de la fe
como «un conocimiento y adhesión cierta». Entienden
que la falta de certeza es falta de fe. Porque hemos
definido la fe como un acto de confianza. Luego, si hay
confianza total, hay certeza total. Sólo para quien
prefiere confiarse más de sí mismo su certeza no es total
(no confía en otro). Esta certeza total es confianza en
Dios (aceptación de un testimonio de Dios, directo,
inmediato): Es Dios quien me habla.
La fórmula que se ha hecho clásica es la del Concilio
Vaticano I: «La fe como testimonio de Dios que no
puede ni engañarse ni engañarnos» (Dz 1789).
Es decir, se puede tener una confianza en Dios, lo cual
nos da una certeza mayor que la certeza que viene de la
evidencia o de la ciencia. Podemos dudar más de la
evidencia de nuestros sentidos que de la certeza que
viene de Dios.
Yo estoy seguro que es Dios quien me habla, es una
certeza absoluta, es la certeza mayor que se puede tener.
Mayor que cualquier certeza científica, pues los
experimentos condicionan los resultados, dependen de
instrumentos, etc. La certeza científica es siempre una
certeza probable. La ciencia avanza por hipótesis (lo
que significa que determinada hipótesis no
necesariamente es la definitiva).
Esta certeza tiene algo que ver con las dudas de fe.
Las dudas de fe son también un estado subjetivo, una
actitud dubitativa ante una proposición: “no sé si es
verdad o no”. Esa actitud puede ser:
 Fundada, o sea, razonable. Sólo éstas merecen el
nombre de duda
 Infundada, o sea, irracional. Esta no es
propiamente duda, puede ser obsesión, etc.
Aquí está en juego la prudencia. Hay personas para
quienes algo es fundado y para otras eso mismo es
infundado, supone motivos para dudar. Es cuestión de
asumir objeciones o no.
¿Qué pasa con la fe?: sucede que propiamente hay
motivos (de credibilidad) que nos dan una certeza
suficiente, una seguridad razonable, prudente; que no
excluyen la duda razonable. De manera que existe una
ausencia de ciencia (demostraciones, argumentos
concluyentes). Quien pretenda que se le quiten las dudas
de fe eliminando la duda razonable, recurriendo a
argumentos concluyentes (que excluyen absolutamente
la posibilidad contraria), cae en la trampa de las dudas
de fe.
Ejemplo de todo esto lo tenemos en las diversas
posturas adoptadas por Zacarías o María ante el anuncio
del ángel. Sus respuestas son idénticas (Lc 1,5-25; Lc
1,26-38): Zacarías pone condiciones para aceptar y pide
motivos, pero María no –“Acepto porque tú me lo dices”
(«hágase en mí según tu palabra»). Es decir, lo he
aceptado, dime el modo como se hará; de que se hará no
hay duda, porque tú me lo has dicho. El motivo de la
aceptación no está en si entiende o no cómo va a ser
posible–.
2/7
.c Libertad y oscuridad del acto de fe
)1 Libertad de la fe
Hemos definido la fe como un acto de confianza y
acto de conocimiento (adhesión personal,
transformación, asimilación...). Hay dos posibilidades,
sobre todo en cuanto acto de conocimiento, tiene dos
maneras:
 Acto de conocimiento necesario. El que es fruto de
la evidencia, es innegable, es fruto de la ciencia. No
tenemos libertad para negar lo evidente.
Interiormente la evidencia se acepta con necesidad
interna. La evidencia se impone al entendimiento
con necesidad interna. Igualmente sucede con la
demostración rigurosa.
 Acto de conocimiento libre. Es la voluntad la que
libremente decide aceptar esos conocimientos; no se
imponen al entendimiento de manera necesaria. Es
lo que llamamos creencia. Pero, cuidado, fe no
significa ‘opinión’: el conocimiento no viene por vía
necesaria, sino que hay un acto de aceptación.
Hay una frase que solemos usar: «La verdad se
impone». Pero Newman dice que es una de las frases
más dañinas para el pensamiento. La verdad no se
impone, en ningún sentido. Lo que se impone es la
evidencia.
Una creencia no se puede imponer. Si soy movido por
la voluntad de otro, aunque se me obligue, no la puedo
creer si no es acto voluntario mío (aún y cuando
externamente parezca que sí). Por coacción no puedo
creer. La creencia, por definición, no se impone.
Como dice Juan Pablo II: «La verdad no se impone
sino que se propone»10. ¿Y el ‘esplendor de la verdad’?
La verdad tiene capacidad de iluminar los
entendimientos. La verdad brilla para quien la quiera
recibir. De ahí la importancia de tener ‘buena voluntad’.
)2 Oscuridad de la fe
La fe es oscura (aunque es razonable) porque no es
evidente, no se impone al entendimiento por la fuerza de
la evidencia. En esta ‘oscuridad’ está la clave: La
oscuridad de la fe no significa que estamos ante una
opinión probable entre muchas, donde la voluntad toma
una decisión arbitraria. Eso es la opinión: da igual una
cosa que otra.
Pero la fe no es una opinión, sino que implica un
juicio de credibilidad. Como dice Santo Tomás, es una
opinión vehemente. Es la aceptación de la verdad
movida por la voluntad, a la que se le ofrecen garantías
fundadas, prudentes (lo que no elimina la oscuridad,
pues así sería evidente, demostrable).
Por lo tanto, es la voluntad suficientemente iluminada
la que mueve al entendimiento a aceptar la verdad
revelada por Dios como verdad de fe. Y esta voluntad es
movida por la gracia de Dios, es libre. El acto de fe solo
puede ser tal movido por la gracia, pues la sola voluntad
no puede realizarlo.
10
Cf. Dignitatis humanae, 1; Ut unum sit, 3; Tertio millennio
adveniente, 35
Bachillerato Tema 2
La voluntad precisa de unas disposiciones (fruto de la
gracia actual). El fideismo es una especie de ‘apuesta’:
«no pierdo nada». Pascal toca esto por influencia
jansenista (habla de la «apuesta por la fe»).
)3 La fe como don
En este tema hay muchas objeciones del común de la
gente. Por ejemplo, se dice, ¿Si la fe es don, porqué hay
quien no la tiene?, ¿Es que Dios no se la ha querido
dar?.
Que la fe sea un don no significa que sea algo
‘automático’, o que sea algo para todos igual (como
afirmar que «todos tienen que tener fe, y ya»). Que la fe
sea un don significa:
 Que es sobrenatural. No se puede tener fe con las
solas fuerzas de la inteligencia y la voluntad, sino
que es el Espíritu Santo quien mueve a creer.
 Que es ofrecida a todos.
 Según un plan misterioso, para cada uno de una
manera. Cuando Trento habla de la gracia habitual,
dice que Dios da su gracia a todos los hombres
según el plan para cada uno y
 según las disposiciones de cada uno. ¿Por qué son
necesarias las disposiciones? Porque la fe es fruto de
la libertad más profunda, la libertad personal. Hay
que distinguirla de la simple libertad, en cuanto
capacidad de elecciones concretas. Nos jugamos la
fe en el ámbito de la libertad personal.
.d Necesidad de la fe
La Escritura nos repite la necesidad de la fe para la
comunión con Dios. Muchas veces se llama a la vida
cristiana «vida de fe» y a los cristianos se les denomina
como los «creyentes». Es claro que se identifica la
unión con Dios, la pertenencia a Él, con la fe.
Se presenta como una necesidad absoluta. Sin fe es
imposible agradar a Dios. «Agradar» en sentido bíblico
no tiene el sentido de ‘placentero’, sino que tiene un
sentido teológico, pues agradar viene de «gracia». Fe y
Gracia están en esta relación de necesidad.
En la Sagrada Escritura encontramos la afirmación
explícita de que sin fe no puede uno salvarse. Entre
otras frases con el mismo contenido: “Si no creéis no
subsistiréis” (Jn 8, 24ss). Esa es la afirmación negativa.
En positivo nos dice que sólo la fe une al hombre con
Dios. Es una fe informada, vivificada, por la caridad (no
la sola fides).
En el Magisterio también se enseña, contra los
protestantes. Para el protestantismo, es una
 Fe fideísta, sin contenido; una fe que es un puro acto
de confianza ciega.
 Fe sin obras, porque no hacen falta para salvarse.
Hay una contraposición fe-obras. Las obras son
innecesarias para la salvación.
...pero en la doctrina católica, la fe es
 Una fe dogmática, en la que entra un contenido.
Hay una confianza en el testimonio de Dios.
 Una fe vivificada, informada, por la caridad.
2/8
 Si uno muere con fe, pero en pecado mortal (es
decir, sin caridad), no se salva. Hay que estar en
gracia de Dios para salvarse.
 Como dice la carta de Santiago, la fe que no está
acompañada por obras es muy poca fe. La fe no es
algo puramente intelectual; ni tampoco es un puro
acto de confianza ciega. Tiene que ser una acto de
confianza amoroso, fundamental.
 Las obras bien hechas acrecientan la fe.
Cuando decimos que la fe es necesaria para unirse a
Dios y salvarse, ¿de qué tipo de necesidad hablamos?
 Una necesidad universal. A todo hombre le es
necesaria la fe para salvarse
 Una necesidad absoluta. A cada hombre le es
necesaria absolutamente la fe; sin fe no puede
salvarse.
)1 ¿Necesidad «de medio» o «de precepto?
Podemos distinguir los siguientes modos de
necesidad:
 Moral. Sin fe es posible salvarse, pero es muy
improbable (debido a la debilidad humana, las
tentaciones...). Lo más seguro es que si no hay fe no
se salve.
Pero la Sagrada Escritura y el Magisterio no se
refieren a este tipo de necesidad; sino que habla de
una necesidad ‘metafísica’ (se la llama así por
distinguirla de las otras).
 Metafísica. Aquí podemos distinguir
 De precepto: algo es necesario porque está
mandado. Es un requisito que se pide. Depende de
una voluntad o precepto. Por ejemplo, para entrar
al cine debo presentar el billete de entrada.
 De medio: hay una necesidad metafísica, las cosas
son así y no podría ser de otro modo; es decir,
obedece a lo que las cosas son. Por ejemplo, no
puedo entrar al cine si no hay un ‘agujero’ (puerta,
etc.) para entrar.
Con esto se ve claro que la fe no es necesidad de
precepto. Supuesta la predicación, se pide fe a los que
han sido predicados (es la condición). Pero la Escritura
y el Magisterio hablan de una necesidad de medio.
Nadie puede salvarse sin la fe.
)2 ¿Se salvan los que no tienen fe?
La respuesta es: No. Podemos preguntarnos: ¿Puede
alguien salvarse si no está bautizado?. Tenemos el
ejemplo de Moisés, quien no fue bautizado y sin
embargo aparece junto a Elías en la escena de la
Transfiguración de Jesús. El bautismo es un sacramento,
un signo sensible instituido por Cristo. Pero el
sacramento no es el único modo que Dios tiene de dar
su gracia. De donde afirmamos que se puede salvar
alguien sin recibir el bautismo.
Pero otra cosa es la fe. La fe sí es necesidad (de
medio), pues nadie puede salvarse sin ella. La fe es una
virtud que consiste en la aceptación del testimonio que
Dios nos da de sí mismo. Es obediencia, entrega y
comunión, conocimiento.
Bachillerato
Iniciaremos estudiando lo más visible de la fe: el
conocimiento. Recordemos que el hombre tiene
conocimiento por evidencia, por ciencia, por testimonio
y por connaturalidad.
La connaturalidad es la afinidad con una realidad, es
semejanza, participación, experiencia, vivencia. Este
tipo de conocimiento es el que está a la base de los
demás tipos de conocimiento.
Precisamente, la fe es esta connaturalidad con Dios.
Cuando uno ha sido hecho partícipe de la Naturaleza
divina tiene fe (aunque no lo sepa, aunque le falten
ideas, teología. Aunque le falte el testimonio de otros y
signos, etc.). Esta participación es sobrenatural, por
semejanza, por gracia; esencialmente distinta de lo que
es ser imagen de Dios (en cuanto criaturas suyas).
Sólo le salva al hombre la gracia de Dios. Ya no es la
propia fidelidad a la conciencia lo que salva, entre otras
razones porque está herida y no se puede ser fiel a ella
sin la gracia divina. Así es como se entiende el tema de
la opción fundamental. Para santo Tomás, es ese acto en
el que uno es movido por la gracia de Dios y entrega la
vida al bien que conoce; se pone en gracia, aunque no le
haya sido predicado el evangelio.
Dice11 la carta a los Hebreos que «nadie puede
salvarse si no acepta que hay un Dios que es
remunerador del bien y del mal». De manera que se
iluminan al menos dos ideas: Que hay un Dios, y que es
remunerador del bien y del mal. También dice Hebreos
que sin la fe es imposible agradar a Dios –y el término
«agradar» se entiende en sentido teológico–.
El «Decreto sobre la justificación» de la Sesión VI del
Concilio de Trento, en el capítulo 8 habla «de cómo se
entiende que el impío es justificado por la fe y
gratuitamente»:
«Mas cuando el Apóstol dice que el hombre se
justifica “por la fe” y “gratuitamente” (Rm 8,22-24),
esas palabras han de ser entendidas en aquel sentido
que mantuvo y expresó el sentir unánime y perpetuo
de la Iglesia Católica, a saber, que se dice somos
justificados por la fe, porque “la fe es el principio de la
humana salvación”, el fundamento y raíz de toda
justificación; “sin ella es imposible agradar a Dios”
(Heb 11,6) y llegar al consorcio de sus hijos; y se dice
que somos justificados gratuitamente, porque nada de
aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean
las obras, merece la gracia misma de la justificación;
porque “si es gracia, ya no es por las obras; de otro
modo –como dice el mismo Apóstol– la gracia ya no
es gracia” (Rm 11,16)» [Dz 801].
La fe es, pues, fundamento y raíz (ontológica) de toda
salvación, es universal. Como es necesaria la raíz para
que se den los frutos, así la fe para que se dé la
justificación.
)3 Conocimiento de / por fe
Como elementos para definir la fe tenemos: Es unión,
aceptación, participación.
Hay varios modo humanos de conocimiento:
 intuitivo, ante la evidencia, los símbolos y signos.
11
cfr. Dz 1790ss
Tema 2 2/9
 discursivo. Es el que se hace mediante
razonamientos. Se va concluyendo de una razón a
otra.
 Por testimonio; se acepta el testimonio de otro.
 Por connaturalidad, que está en el fundamento de
todos los demás.
A propósito del don de sabiduría, se pregunta santo
Tomás: ¿Cómo se conoce lo bueno, el bien?. Y
contesta que hay dos modos:
 Por ciencia moral. Por ejemplo, cuando uno ha
estudiado qué está bien y qué no. Así, en el caso de
la castidad, ha estudiado qué es casto y qué no lo
es.
 Por el ser. Así, el que es casto distingue
inmediatamente la virtud del vicio, tiene una
connaturalidad y afinidad con la virtud.
Hay un conocimiento de Dios que es fruto de la
participación de la naturaleza divina. Esto es distinto del
que se tiene por ser imagen (ser criatura). Este
conocimiento de Dios es fruto de la elevación
sobrenatural; es por gracia.
Una persona se puede poner en gracia aunque no
haya recibido la predicación del Evangelio (es la
«opción fundamental» por el bien). Tiene fe, aunque
no lo sepa. Así, puede no tener conocimiento
«intuitivo» de los sacramentos; ni tener ideas
(«discursivo») ni haber recibido catequesis; ni
conoce el «testimonio» de los santos, de María, de
Jesús mismo... Pero si está en gracia, no le falta la
«connaturalidad», es decir, tiene fe.
La fe ‘nos la jugamos’ en este elemento de
connaturalidad, es el fundamental, los otros tres son
secundarios. Es la respuesta que mira a la gracia de Dios
en conciencia.
Luego, ¿es necesaria la fe para salvarse?: Sí, universal,
ontológica y absolutamente. Aunque falten los primeros
tres elementos, el cuarto (connaturalidad) Dios lo ofrece
a todos; Dios quiere que lo tengamos todos.
)4 ¿Qué verdades han de ser creídas para salvarse?
Al menos una persona llegará al conocimiento de que
 Existe Dios
 Es remunerador
Una persona que tiene fe tiene que admitir estas dos
cuestiones. Por tanto, llegará al menos a una idea de la
trascendencia de Dios, de la eternidad de la vida, de la
unidad de destino, etc. En el fondo, verá que es una
relación personal eterna (no una relación mágico-
cultual).
[Esta explicación de las características de la fe
puede complementarse además (a modo de
ampliación) con la del Catecismo, pág. 43ss]
.IV Eclesialidad de la fe: la Iglesia, depositaria
de la fe, alimenta y sostiene la fe del
creyente
[Este apartado sea desarrollado según los temas de
Eclesiología, pues en ellos se integra:
Bachillerato Tema 2 2 / 10

 la Iglesia como depositaria de la fe expóngase con el  la Iglesia como alimento y sostén de la fe del creyente,
primer punto del tema 25: «la infalibilidad de la Iglesia: la expóngase con el tema 26 («la Iglesia como sacramento
infalibilidad es una prerrogativa de la Iglesia, querida por universal de salvación».]
Jesús mismo para a pervivencia de la revelación genuina a
través de los tiempos, en orden a la salvación de los
hombres».