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FLORIDA Y BOEDO: HOSTILIDADES Y ACUERDOS tícipe al testigo lector de sus aventuras por la institución literaria, fuera de los tex-

tos, en el discurso fuertemente institucional de las revistas. Ellas se autoperciben


Claudia Gilman como órganos de una enunciación por un lado facciosa, por otro colectiva, cada
una de las cuales funciona como una sola voz que postula un nosotros. En estas
formaciones, cada grupo disputa con el otro la legitimidad de toda lectura, si no
de la historia, al menos de la institución literaria.
En este propósito se incluye, tanto en el redentorismo de los boedistas como
Si los clasicistas exhibían su ingenio en los Juegos Florales y los románticos en la actitud despreciativa de los martinfierristas, la reivindicación del ejercicio
discutían sus difererencias en el reducido espacio de los Salones Literarios, lejos de un mandarinato intelectual, fundado en la aristocracia de la inteligencia a la
de oídos profanos, los años locos inauguran una nueva modalidad del intercam- que acompaña el ejercicio de la escritura como profesión.
bio de opiniones: la polémica. La ironía, el humor amistosamente malintencionado, la burla y la injuria
Entre los nuevos escritores que se incorporan a la vida literaria y los más anti- son el registro predominante del grupo de Martín Fierro, aunque también los de
guos en las lides de la pluma, que por zorros o por cautos prefieren una retóri- Boedo tengan asuntos por dirimir en otros frentes.
ca más acorde con la seriedad de su talante, hay una gradación tan minuciosa De todos modos, es Martín Fierro el espacio elegido por toda polémica, tanto las
como sutil. Lo cierto es que el contradiscurso de la polémica se impone como sordas como las declaradas, las abortadas como las humorísticas. Las más notables
retórica de época más allá de las rencillas profundas, de los contenidos del deba- del período encontrarán lugar en sus páginas, y si bien no llegan a mayores (o no
te o de los adversarios coyunturales.12 se trata de polémicas en sentido estricto) en algunos casos se arremete contra los
Quienes se agrupan alrededor del periódico Martín Fierro son los cultores más miembros de la misma cofradía, atacándose recíproca y amablemente (aunque con
asiduos de esta nueva modalidad de relación. La bravata en todas sus formas pre- más de una consecuencia desgraciada) y dándose cornadas entre bueyes. “El
side y estructura su discurso y se dirige con igual énfasis contra tirios y troyanos. Parnaso Satírico” y el “Cementerio” son las temibles secciones del periódico des-
La ampliación del público, la creciente autonomía de la esfera literaria, las tinadas a epigramar contra el prójimo, que no perdonan ni a los propios martin-
diferentes enciclopedias circulantes entre grupos de intelectuales, hacen necesa- fierristas. Allí sucumben los prestigios de amigos y adversarios.13
ria la redefinición del arte, el público y el productor. El intelectual y artista acu- Por los pagos de Boedo, también hay contrincantes, aunque no se usó la mis-
ñado en la década, viene decidido a pensar su lugar y su función en relación con ma retórica burlona para combatirlos. Entre los principales enemigos de los
el resto de los discursos y las prácticas sociales, en el marco de un espacio ya ocu- boedistas, se encuentran los editores venales y los autores de folletín “bastarde-
pado por cuya propiedad ocurrirán las disputas. Espacio ideal para la polémi- adores y mercachifles de la literatura”. Por otra parte, se combate con igual
ca, la década propone varias, aunque en algunos casos no se trate más que de ahínco a la lujosa y frívola entonación del modernismo que inaugura la alaban-
discusiones pour la gallerie o diálogos de sordos. Lo importante (y tal vez su con- za de las amadas de cuello de alabastro. La discusión con los floridistas es una
dición de posibilidad) es que se producen frente a un público neutral, al que cuestión aparte. El espíritu de Boedo tiende a rechazar el tono jocosamente
cada grupo tiene la misión de cautivar. polémico que entusiasma a Martín Fierro, tal vez porque en Boedo se prefiera la
Así como el culto romántico de la biografía convierte en objeto estético la “transparencia” del lenguaje de proclama, que imaginariamente parece situar-
vida del artista, esta generación da estatuto artístico a la relación entre los pares, los en el terreno de la idea, el contenido, el mensaje. El arte tiene un fin, dicen
sus disputas, los diferentes avatares por los que este vínculo transita. No es casual ellos, y será revolucionario o no será nada.
que este período sea profuso en la edición de memorias y autobiografías. Delei-
tados por el descubrimiento de su singularidad social, los escritores hacen par-

12 Hay en los diarios obreros del período un registro notablemente polémico. La Vanguardia, Bandera Pro- 13 El escritor Juan Pablo Echagüe, temeroso de la sorna martinfierrista, envía al periódico una carta lau-
letaria, y La Montaña se trenzan en discusiones políticas e ideológicas que se inscriben en el marco de la datoria para salvarse de la burla. Por lo que parece, el recurso le dio resultado.
lucha sindical y política. En 1918, una escisión del Partido Socialista funda el Partido Comunista. La Revo- Más curioso es el caso de Güiraldes, amigo “mayor” del grupo de Martín Fierro, cuya novela Xaimaca es
lución Rusa se convierte en eje de importantes discusiones. También se genera un insólito espíritu polé- duramente criticada por el periódico. Por tal motivo, Güiraldes responde a la crítica con una captatio
mico entre los diarios, sobre cuestiones de política nacional. Se hace evidente el carácter “vendedor” de benevolentiae de este tenor: “...no pretendo que Martín Fierro me trate con guante blanco.” Lo que pasa es
la polémica. que no hay guante blanco para nadie.

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Extraño ballet actancial cusión nace a la luz nuestra vanguardia literaria y nuestra vanguardia política,
nuestra primera generación estrictamente literaria.
Las posiciones estéticas e ideológicas varían según el enemigo coyuntural. Pero ni un grupo ni otro producen algún texto que pueda considerarse de
Quien era blanco principal de las críticas puede convertirse en aliado en esta vanguardia, si nuestro modelo de vanguardia ha de ser la radicalizada vanguar-
estructura institucional ambigua y complicada. Se trata de un ambiente “pro- dia europea. En cuanto a títulos, los de Boedo han concedido generosamente el
miscuo”, donde los roles se intercambian con facilidad. Se puede combatir, por de vanguardia a los floridistas, porque aunque se sienten la avanzada artística del
ejemplo, defendiendo a Lugones si el oponente es Boedo o se puede combatir país, ceden la denominación “a quienes la disputen, por manifiesta repulsa de
contra Lugones. Un amigo, bien puede convertirse en el principal detractor, y títulos y banderías”16. Pero ni unos ni otros validan sus créditos en la ordalía de
el detractor, ceder espacio a la palabra adversaria, publicar sus poemas o asistir los textos. Entre Florida y Boedo se reparten el botín de la vanguardia: pedazos
a un homenaje. Son las circunstancias y el espíritu batallador más que los prin- de sí mismo, medias naranjas, argentinos viejos e inmigrantes, príncipes y men-
cipios los que definen en cada caso contra quién se lucha. Si Martín Fierro discu- digos del campo intelectual, por más que se complementen en semejanzas y
te contra el jurado del Premio Municipal y sus abstrusas decisiones de consagrar oposiciones, la suma de sus obras queda a años luz del modelo europeo, tanto
al consagrado, Castelnuovo, el enemigo estético, el naturalista demodée, el vapu- en lo que se refiere a modernización estética como política.
leado director de Extrema Izquierda, será el amigo a quien se felicita de corazón Mayoritariamente poetas los de Martín Fierro, mezcla de poetas y narrado-
por un tercer premio en narrativa.14 res los de Boedo, no se rompen de cuajo con ninguna tradición (gesto esperable
El odi et amo que los martinfierristas mantienen con Lugones es otro indicio de una vanguardia) ni con ninguna moral. Dos estéticas diferentes y dos públi-
de la posición mutante que ocupan los contendientes en este espacio cultural.15 cos diversos evitan una lucha sangrienta por los espacios de consagración, por
Cuando, finalmente, se trata de defender el orgullo nacional contra el imperia- más que no se evite la disputa por la legitimidad de posiciones frente al arte.
lismo hispanista de los escritores peninsulares que quieren coronarse con los El pálido ultraísmo de Florida (rimando versos en muchos casos) y el rea-
laureles conquistados por la cultura argentina, todos, Nosotros, Martín Fierro y lismo novelísitico de la muchachada de Boedo sencillamente modernizan el
Boedo, estrecharán filas defendiendo el patrimonio nacional por sobre la afren- panorama literario argentino. Quedan las obras de Girondo y de González
ta de quienes osaran proclamar a Madrid el “meridiano intelectual” de Hispa- Tuñón. Pero Girondo, que se permite introducir sexos partidos y pezones fosfo-
noamérica. Muy a tono con el mandato hernandiano, jóvenes, viejos, vanguar- rescentes, publica sus Veinte Poemas en 1922 y en Francia, antes de la constitución
distas, veristas, puristas, eclécticos y ultraístas se ofenden al unísono contra el ene- de Martín Fierro, mientras que González Tuñón adhiere al surrealismo a partir
migo exterior. de su experiencia europea.
Prima, ante todo, un fuerte esprit de corps. Porque si hay un otro del cual Si es cierto que el proyecto de la vanguardia histórica consiste en religar el
diferenciarse, ése es el público. arte con la vida, renegando de la autonomía de lo estético, Martín Fierro recorta
la vida de un modo radical, limitándola a algunas costumbres cotidianas. De polí-
tica ni hablar.17 En este terreno, programáticamente, es el grupo de Boedo quien
Florida y Boedo: dos vanguardias que no hacen una encarna el espíritu vanguardista y es el movimiento por el cual Boedo resuelve
la integración del arte en la vida, uno de los puntos de oposición más fuerte con
La polémica barrial Florida y Boedo es la más popular de nuestra literatu- la vanguardia del movimiento Martín Fierro.
ra. Su importancia se revela en el carácter de mito de origen de nuestra litera- La cuestión de la actitud ante el público los encuentra más semejantes que
tura que se le ha adjudicado. Sus participantes enarbolan el prestigio de haber adversarios: el público es la plebe iletrada a la que hay que redimir (caso Boe-
hecho tabula rasa —bien que moderada— con la literatura anterior. De esta dis- do) o a quien hay que despreciar (caso Martín Fierro). Y sorprende la imaginería
común con que ambos describen la turbamulta de actores ajenos al circuito cul-
14 Martín Fierro, año I, nro. 4. “Menos mal que uno de esos escritores nuevos, de los que realmente mere-
cen estímulo, por el valor de su obra primigenia y las condiciones de su vida material, ha logrado (...) un 16 Barletta, Leónidas, “Divagaciones y concretos, acerca de un presunto arte izquierdista”, en La litera-
premio. Aludimos a Elías Castelnuovo, con Tinieblas. Felicitamos, a pesar de todo, al amigo.” tura argentina, año I, número 3, Nov. 1928.
15 Para una explicación de los motivos del moderatismo de la vanguardia argentina, véase: Sarlo, Bea- 17 “El programa de MARTIN FIERRO le exige permanecer desvinculado de todo interés y asunto de
triz, “Vanguardia y criollismo: la aventura de Martín Fierro”, en Altamirano, C. y Sarlo, B., Ensayos argen- índole política, y consagrarse por entero, únicamente a los problemas literarios y artísticos”. “Aclara-
tinos, Bs. As., CEAL, 1983. ción”, en Martín Fierro nro. 44/45, 1927.

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tural. Se lee en Claridad: “Nosotros afirmamos que los escritores ingénitamente Para Boedo, en cambio, se impone una cuestión de ética política e ideoló-
geniales que han ennoblecido con su obra a la masa amorfa y obscura de las muche- gica. El arte debe ser gratuito en su circulación, esto es, nadie debe pagarlo. EI
dumbres...”18. No han saqueado menos del Infierno dantesco los de la calle Flo- carácter desiderativo y utópico de ambas posiciones, se estrella ante la concre-
rida cuando dicen que “no está mal que de vez en cuando (Martín Fierro) descien- ta presencia de un mercado que se impone por su propio peso.
da hacia la llanura mediocre donde se debate la innumerable plebe”.19 La acusación mercantilista, que Martín Fierro enrostra a Boedo, tiene su
Es que ahora las diferencias se dirimen ante un público de desiguales que, habi- contraparte. Los boedistas también suponen a sus rivales interesados en sacar pro-
da cuenta de la existencia de un mercado literario, es el temible árbitro de glorias vecho de sus posiciones. En este caso, como correspondería a quienes no lo nece-
y anonimatos. Ambos grupos gesticulan con el mismo ademán frente al ojo de este sitan, no es el dinero la prebenda deseada. Los de Martín Fierro, según la visión
soberano: es el gesto de superioridad intelectual por sobre los profanos. del oponente, tienen otros reclamos espurios y ajenos al arte.
La posición ante el mercado los divide y en el fondo también los une. Como Si las posiciones literarias de Boedo se interpretarán como afán de un lucro inde-
en otros asuntos, también aquí la cuestión los encuentra sosteniendo que ni tan bido, las posiciones políticas de Martín Fierro también parecen utilitarias a Boedo.
calvo ni con siete pelucas. Si para la vanguardia de Florida es reprobable (señal Unos y otros terminan reprochándose lo mismo. Cuando un grupo de martinfierris-
de clase, de origen y de cultura) lucrar con el arte, esto es aceptar su conversión tas apoya la candidatura presidencial de Yrigoyen, Claridad, si bien no menciona la
en mercancía, es posible acusar de mercantilistas las ediciones baratas del barrio cuestión del lucro, subraya el carácter aprovechado de este interés político.
de Boedo, que en vulgar papel y apeñuscada tipografía, solamente sirven para Evidentemente, el apoliticismo martinfierrista se convierte en la fábula del pastor-
que la “plebe iletrada” se alce con tesoros mentales que no les corresponden.20 cito mentiroso, su cambio de colocación ante las relaciones del arte y la política. El
Los de Boedo, publicando ediciones populares que señalan su vocación difu- epigrama “A El Hombre”, que Claridad publica en 1928, atribuye a los martinfierris-
sionista y didactista ante la masa, se mesan los cabellos “ante los prosistas adocena- tas un propósito extra-artistico: “Desfacedor de viejos y caducos regímenes/ del gran
dos y tantos bastardeadores y mercachifles de la literatura”. Entre los dos grupos se salón presidencial;/ Escucha nuestros ruegos, comprende nuestros gestos/ y dadnos
definen posiciones desplazadas, a modo de variaciones sobre el tema de la gratui- consulados, cátedras y otros puestos,/ Hombre genial y sin igual!” Y lo “firman”
dad del arte. Por su posición y origen de clase, por su colocación profesionalista, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón, Pablo
purista, cultora —al menos en teoría— del arte por el arte, el rechazo del merca- Rojas Paz, Francisco Luis Bernárdez, Francisco López Merino y otras necesidades.
do en Martín Fierro hace el arte gratuito en relación con quien lo produce. El artis- Si Martín Fierro se pretende rechazando de plano cierta tradición literaria que
ta gasta (las ediciones de lujo son la señal de esta actitud dispendiosa) pero no cobra, incluye, ante todo al modernismo, no deja de admirar (con matices) a Lugones y
no se contamina con dinero. El lujo, que remite al precio pero lo disimula, la defen- defiende al adversario estético Rubén Darío, de las milonguitas del barrio de
sa encendida de la publicidad, el mito de la “consagración” del escritor (que reve- Boedo y Chiclana. En su “Manifiesto”, —moderadamente escandaloso— se
la en su fondo la acción del mercado como árbitro de tal consagración) son los esboza una falsa disyunción, también muy moderada: allí se alude a la posesión de
modales del martinfierrismo para defenderse del mercado sin salirse demasiado de un álbum de retratos —a la manera de las familias comme il faut—, que Martín Fierro
sus reglas. La original publicidad del primer Martín Fierro (1919) es elogiada fervo- hojea, de vez en cuando, para descubrirse a través de un antepasado o reírse de su
rosarnente por su hijastro vanguardista; Girondo pregona con nuevos métodos su cuello y de su corbata. El traje y la genealogía no se ponen en cuestión.
Espantapájaros y el ultraísta González Lanuza, prologa su Aquelarre en una isotopía Florida y Boedo emergen de la lucha con la mitad del botín: unos se apro-
netamente mercantil; donde no falta el fabricante que presenta su producto ante el pian de la vanguardia literaria, los otros de la vanguardia política. La disputa tie-
público: “Yo rogaría a los señores libreros que hicieran conocer este índice de inten- ne la forma de un quiasmo: “Mientras Florida sostenía que a nuevos tiempos
ciones a mis presuntos consumidores, para que ellos sepan a qué atenerse acerca del correspondían nuevas formas de arte, Boedo sostenía que a nuevos tiempos
artículo que van a comprar.”21 corresponían nuevas formas de vida’’.22
Los contendientes de este enfrentamiento constituyen una verdadera herman-
dad intelectual, cuya existencia no se infiere a partir de los textos en que se encar-
na la discusión, sino de las estrechas relaciones personales que conforman un texto
18 “Divagaciones apasionadas”, en Claridad nro. 155, marzo 1928. oral sin el cual no podría comprenderse la ambigüedad del enfrentamiento.
19 “Acotaciones a un tema vital” Martín Fierro nro. 10/11, 1924.
20 “Rubén Darío, poeta plebeyo”: Martín Fierro nro. 1, 1924.
21 González Lanuza, E., Aquelarre, Bs. As., J. Samed ed. 1925. 22 Castelnuovo, E., Memorias, Bs. As., Ediciones Culturales Argentinas, 1974, pag. 127.

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Las diferencias se dirimen a través de los órganos específicos que constitu- más tarde los martinfierristas; lo cual no les impide publicar allí sus textos has-
yen las revistas, aunque el estado de las relaciones entre escritores opere como ta que llegue el momento de poseer órganos propios. Toleran incluso sin protes-
un factor de neutralización de la polémica, de modo que se vuelven también sig- tar los comentarios despectivos de los popes de Nosotros, al pie de su propio pro-
nificativos la anécdota, los sobreentendidos y los vínculos a los cuales el público grama poético.26 Mucho peor trato reciben los boedistas, sistemáticamente igno-
no tiene acceso, que se convierten en la contracara amigable, social y gremial de rados por quienes hacen Nosotros.
la guerrilla literaria. De todos modos, el espacio entre grupos y escritores es lo suficientemente
Más que curioso es entonces verosímil que, desaparecida Martín Fierro, Cla- estrecho para permitir que se invite a comer por la noche a quien se ataca duran-
ridad enuncie para sí el programa contenido en el “Manifiesto” martinfierrista te a la mañana, frente al ojo del público, que engorda la polémica y le confiere
no solamente en su espíritu sino también en su letra: “Nosotros, los jóvenes de un carácter de seriedad que la camaradería puede atenuar luego. Porque si las
la izquierda (...) nos complacemos en ser atropelladores turbulentos, iconoclas- polémicas adquieren importancia escritas y ante testigos, tras los telones y en
tas. Nos reímos de todas las honorabilidades académicas y momificadas que ámbitos privados las relaciones personales consiguen borrar más de un diferen-
nada significan: despreciamos a todas las ratas de biblioteca que ven pasar la vida do y enfriar más de un encono.27 Entre salutaciones más o menos irónicas, home-
con ojos miopes...’’23 najes y peñas, tránsitos frecuentes de uno a otro bando y posiciones lábiles, es
Alguna vez, se dijo en Martín Fierro: “Frente a la impermeabilidad hipopo- la presencia de testigos neutrales la que endurece el debate.28
támica del ‘honorable público’. Frente a la funeraria solemnidad del historiador Se trata de un juego de exclusiones, donde quien menos sabe es el público.
y del catedrático que momifica cuanto toca (...) Frente a la incapacidad de con- Ilustra el recorrido y mide la distancia que media entre el barrio de Boedo y los
templar la vida sin escalar las estanterías de las bibliotecas’’.24 de Florida el pasaje de Nicolás Olivari, de la vanguardia política a Martín Fierro.
Resulta obvia la semejanza entre ambos textos. La apostasía es relatada en estos términos:
“Se indignaron (sus compañeros de Boedo, por su poemario La Amada Infiel)
y en cierto modo me consideraron traidor al movimiento y me expulsaron sin
El mundo era un pañuelo más (...) Como en el tango, salí a la calle desconcertado, y dio la casualidad que
me encontré en la puerta de la librería a Raúl González Tuñón, quien había leí-
No es necesario leer a Córdova Iturburu25 para comprender la formación do mi libro y le gustaba. Me abrazó, y al saber de mi cuita, ya tuteándome, me
de la “vanguardia”: ignorantes de los movimientos rupturistas europeos, estos jóve- dijo: ‘No importa. Te llevo a Florida’. Y así fue’’.29
nes aún admiraban y repetían de memoria los versos de Lugones, de Enrique Al margen del carácter verdadero o falso de la anécdota, vale por su signi-
Banchs y de Fernández Moreno. Por otra parte, la encuesta de Nosotros sobre la ficación simbólica. El pasaje se realiza sin mediaciones ni conflictos, sin posicio-
existencia de una nueva generación literaria en la Argentina, muestra a las cla- nes principistas sino de circunstancia. Las vías de acceso entre los dos puntos no
ras la jerarquía de consagrados que establecen los jóvenes, curiosamente coin- tienen obstrucciones. No solamente es directo el trayecto sino que refiere a un
cidente con la del panteón oficial. mundo despoblado de legos y extrañamente lleno de escritores.
Los jóvenes de Boedo, en su mayoría hijos de inmigrantes de escasos recursos,
son autodidactas, ignoran las lenguas de la “gran literatura” y emplean sus energí-
as en obtener una formación intelectual que pueda superar el abismo profundo de 26 “Con este artículo del muy joven escritor argentino Jorge Luis Borges, iniciamos una serie de estudios
una escolaridad casi nula. Como se ve, por ese lado tampoco hay posibilidades de sobre las escuelas de vanguardia (...) El tiempo dirá si, en efecto, en este finalizar de 1921, somos incom-
prensivos los que no creemos mucho en la vitalidad y trascendencia de las nuevas escuelas.” en Nosotros,
participar de la renovación en las letras que viene produciéndose en este momento. nro. 151, Dic., 1928.
Los órganos de difusión de la literatura pertenecen a Nosotros; antes de reu- 27 “En los tiempos de Martín Fierro, felizmente, eso podía ocurrir: una hermandad intelectual podía fun-
nirse con los pares, los nuevos tienen que negociar con adversarios. damentarse sobre una diversidad de convicciones políticas.
Quien no tenga eso en cuenta nunca logrará comprender episodios como esta singular y en gran parte
El manifiesto ultraísta que Borges redacta en 1921 es publicado por Nosotros, inventada pugna entre Florida y Boedo”, González Lanuza, E., Los Martinferristas, Bs. As., Ediciones Cul-
aquella revista del pasado, cuyo certificado de defunción y sepelio reclamarán turales Argentinas, 1961, pag. 103.
28 Si se pudiera hurgar las bibliotecas se verían las recíprocas y elogiosas dedicatorias entre adversarios
23 Barletta L., op. cit. estéticos, hasta Gálvez vituperado por los martinfierristas recuerda en sus memorias que le enviaban sus
24 “Manifiesto de ‘MARTN FIERRO’” nro. 4, Mayo 1924. libros muy amablemente dedicados, igual que a sus compañeros de generación.
25 Córdova Iturburu, Cayetano, La Revolución Martinferrista, Bs. As. Ediciones Culturales Argentinas, 1962. 29 Olivari, N., “Mito y realidad del grupo Martín Fierro”: en Testigo, nro. 2, 1966.

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La polémica es pobre. Al carecer de grandes argumentos, es más fácil recu-
La declaración de hostilidades rrir a la injuria o a la descalificación personal. Ocurre el raro fenómeno de que
si bien están dadas las condiciones para que se produzca el debate, no lo están
Las versiones sobre el acto inaugural de la polémica son contradictorias para que se profundice. Huellas de esta superficialidad son las marcas lábiles,
incluso entre aliados. Lo cierto es que al margen de burlas martinfierristas y dis- movibles y hasta ambiguas que deja la polémica en la memoria de sus protago-
cusiones privadas, la polémica como documento escrito se inaugura a partir de nistas. De todos modos, hasta en el recuerdo, las posiciones opuestas tienden a
una carta de Mariani30 donde acusa a Martín Fierro por su falta de rebeldía, por mantenerse. Los apolíticos martinfierristas, insisten en despolitizar y hasta trivia-
su posición condescendiente hacia Lugones (en la época de su declarado fascis- lizar la discusión, revistiéndola de carácter ficcional. Los boedistas, por su par-
mo), su “ilegítima” apropiación del criollismo y su ausencia de combatividad polí- te, insisten en rescatar la polémica como un hecho de la política cultural. Es evi-
tica, textualmenle, su “centrismo” ideológico. Encabeza la carta el subtílulo “La dente que antes y después, cada cual está hablando desde lugares diferentes.
Extrema Izquierda” y teniendo en cuenta que un periódico del mismo nombre La indiferencia acompaña este diálogo de sordos: los neutrales a quien presun-
saldría a la calle poco después, sería ingenuo descartar cierta función propa- tamente hay que seducir permanecen al margen, como señal de desvalorización de
gandística (frente al público de Martín Fierro) a la “colaboración” del polemista. un enfrentamiento que sin muchos argumentos, sin citas de autoridades, sin funda-
Como los floridistas están al acecho de cualquier intercambio de opiniones, mentos teóricos explícitos, persiste en renovar su agostamiento. Esta polémica es más
su respuesta es inmediata. Una tarea principal de su contestación se orienta a defi- un espectáculo desplegado ante un público indiferente. Mientras dura, tiene como
nir los sujetos de la polémica, que el texto de Mariani deja pendiente. Pese al Mar- efecto la suspensión de la política, entendida en términos partidarios. Cuando la his-
tín Fierro y yo (que Mariani posteriormente reivindicará para cerrar la polémica), toria interpela con su peso material, el golpe del ‘30 los encontrará unidos y
con sagaz lectura, Martín Fierro colectiviza al oponente, por más que su blanco dominados. Allí las diferencias tienen un fugaz punto de cruce: martinfierristas y
expreso (y el objeto de su burla) sea Mariani, y se lanza a disputarle el espacio boedistas apoyarán a Uriburu y su “revolución popular”, al igual que otra figura que
del progresismo. Pero la discusión está liquidada de antemano: progresismo polí- tiene con ambos grupos complejas relaciones: Lugones.
tico y progresismo estético están adjudicados por unanimidad entre unos y otros. En verdad, la polémica excede con mucho la localización barrial y sus suje-
Un rasgo que define a la polémica como forma discursiva, es un terreno tos son más extensos de lo que haría supoper el debate puntual. Cada grupo ins-
común de entendimiento. En este caso, falta ese terreno y lo que se produce es cribe su proclama en un discurso obsesivo y programático que no tiene interlo-
un diálogo de sordos a una delimitación pacífica de los territorios en disputa. Por cutor estable ni blanco fijo. Por eso, Castelnuovo puede preguntarse, refiriéndo-
otra parte, ningún neutral arbitra. se a José Ingenieros, lo que podría preguntar también a los martinfierristas:
Ni Martín Fierro está dispuesto a debatir la función social del arte (tópico impres- “¿O es que le negaría a todos esos artistas procedentes de la clase trabaja-
cindible para Boedo) ni mucho menos a aceptar una categoría estética que lo deja dora la capacidad de renovar el arte, y le confería, en cambio, a esa misma cla-
absolutamente indiferente: forma y contenido, abecé estético del oponente. Por su se trabajadora la capacidad de renovar el mundo?”31
parte, tampoco Boedo descarta el valor de la transformación de los recursos Más que polémica en sentido estricto, el encontronazo Florida-Boedo enarbo-
expresivos del arte y la renovación de la técnica poética, cuestiones vitales para la la más retórica que ideas. Mientras que Martín Fierro ofende, parodia, cita con inten-
petición de los principios vanguardistas que proclama Martín Fierro. ción descalificadora y ridiculiza al adversario, Extrema lzquierda, describe míticamen-
Lo que a nadie interesa es debatir la importancia de la renovación del mun- te un origen de clase ligado a una definición de lo sexual.32 Orientado en este regis-
do de la representación en la literatura. Los narradores de Boedo introducen la tro, la oposición que plantea es la de “maricones” contra “hombres”. La cuestión
temática obrera, la representación del submundo y la marginalidad. Martín Fie- de la virilidad, asociada al mundo del trabajo y la izquierda política se convierte en
rro está ciego frente a esa novedad: procede, después de todo, de un modelo argumento de la legitimidad de una lectura y una escritura.
extranjero pero poco prestigioso y además, demodé. No interesa que en su caso Al tiempo que polemizan, los de Boedo se resisten a conceder al adversa-
los modelos sean extranjeros y poco radicales. Por más que no sea una estética rio la condición de par. A su juicio, la discusión es frívola porque en definitiva,
“ultra”, no es lo mismo admirar e imitar a Larbaud, Morand o Gómez de la Ser-
na, que producen aquí y ahora, que adherir al realismo del siglo pasado.
31 Castelnuovo, E., op. cit. pag. 119.
32 “Algunos comentarios elogiosos que mereció el primer número de Extrema Izquierda”, en Extrema Izquierda,
30 Mariani, R., “Martín Fierro y yo: Roberto Mariani” en Martín Fierro nro. 7, Julio 1924. nro. 2, Oct. 1924.

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pretende ser interpretada desde el terreno de la literatura. Definido como cru- na”. Pero la literatura hace metástasis en el resucitado, por más que quien, como
cial, el objetivo político dcl arte, no puede ponerse en el tapete y su obviedad lo dice, “opinar sobre los hechos, las obras y los hombres”. Si hay alguna jerarquía
exime de presentar pruebas: de propósitos en esta tríada, pronto los hechos pertenecerán mayoritariamente
“En cuanto a la ‘vanguardia’ 1iteraria no hay mucho que decir, no preci- al mundo de lo artístico. La Semana Trágica es apenas un recuerdo y estos jóve-
samente porque sus teóricos agotaran el tema, sino porque reviste escaso inte- nes, que piensan que demoler ya no es posible, canjean política por literatura,
rés”. “Izquierda y vanguardia política no son conceptos opuestos que equival- Semana Trágica por el vuelo del Zeppelin. La tónica de 1919 puede recuperar-
gan en importancia”.33 se, no sus contenidos. Es así que —tardíamente— Martín Fierro se da su mani-
El diálogo de sordos ha sido definido por los propios polemistas. fiesto y copado por los ultraístas, prescindirá de toda vinculación con la políti-
De la polémica Florida-Boedo ya se ha dicho, que ha sido en serio y que ha ca. Es natural, si como dice González Lanuza, de todos los acontecimientos de
sido en broma. Tal vez pueda sostenerse la verdad de ambas afirmaciones. Hay la historia mundial lo que más conmovió a los martinfierristas fue, dentro de los
dos programas, dos estéticas, dos empresas culturales y dos públicos que se com- acontecimientos extra artísticos, el vuelo del Zeppelin.35
plementan más de los que se superponen. Si cada bando tiene entonces un hecho histórico como estandarte, entre Flo-
Como un neutral privilegiado, que encarna simbólicamente a ese testigo al rida y Boedo, combaten y se enfrentan el globo volador con la Revolución Rusa.
que se busca convencer, queda Roberto Arlt para ocupar el lugar de la manza- Es evidente que ni planteado en la estética, ni cimentado en la política, el enfren-
na de la discordia: como un eco residual de la polémica se desarrolla una lucha tamiento no puede pasar de una interlocución fallida.
por considerar a Arlt como uno de los “nuestros”. La disputa, vaciada de sus con- Paradójicamente, es la política la que aniquila a Martín Fierro o más pre-
tenidos estético-ideológicos, sedimenta en la propiedad de un Arlt-trofeo.34 cisamente su voluntad de prescindir de ella. Es la única polémica que no
puede mantener. Liquidados los frentes externos, la política pone fin a la
carrera del periódico. El último número se cierra con el editorial de Evar
El vuelo del Zeppelin Méndez (con mucho de polémico) que se dirige no ya contra los enemigos his-
tóricos del martinfierrismo sino contra una fracción de los propios, los trai-
Martín Fierro tiene una prehistoria política. Su nacimiento se propone dores a la causa del purismo estético que proponen apoyar orgánicamente la
resucitar a un abuelo: el periódico del mismo nombre, fundado en 1919. El candidatura de Yrigoyen a presidente sin darse cuenta, según el Director, de
primer número de este diario bimensual, tiene apenas una nota dedicada a que “es indigna de intelectuales la política”. Llegado este momento, nadie res-
la literatura; la Semana Trágica se extiende sobre el resto. La política y la his- ponde al reto.
toria son el objeto de la publicación que Martín Fierro exhibe como antepasa-
do. Ni una palabra de concursos literarios. En el Martín Fierro de 1919, hay
sí tonos burlones y satíricos, pero la preocupación por el arte es allí un con- Lugones: el venerable maestro
vidado de piedra.
¿Resucitar a Martín Fierro implica que hay en Martín Fierro un propósito polí- Con su ansiedad por encontrar oponentes, un artículo publicado por Lugo-
tico? Tal vez así lo indique la repetición de una proclama antiguamente publicada nes sirve de pretexto para discutir con el gran vate sobre eruditas cuestiones de
en el modelo y que resulta extraña al Martín Fierro posterior al cuarto número. teoría poética. Ya antes, una proclama martinfierrista avisaba a quien correspon-
La nota editorial que encabeza el Martín Fierro “vanguardista” tira cables diera “Si Ud. juzga que a Lugones se le debe contestar con insultos, no lea
hacia el pasado y se propone influir en “el desenvolvimiento de la vida argenti- MARTÍN FIERRO”. Definición de oponente, pero también de una modalidad
de trato que se acerca a los buenos modales, este consejo imperativo elige res-
petar ciertas jerarquías y desecha el insulto y la injuria.
33 Soto, L. E., “Izquierda y vanguardia literaria” en Los Pensadores, nro. 115, Nov. 1925 Es cierto que el artículo de Lugones podía resultar molesto para los verso-
34 Recuérdese la afirmación permanente de González Tuñón proclamando el martinfierrismo de Arlt,
y la opuesta de Castelnuovo, cuyas palabras remiten a la polémica por más que se trate del “tema Arlt”: libristas. Si la nota implica lanzar al aire la primera piedra, la disputa es sorda,
“Le dije (a Arlt) que así como estaba, De la Vida Puerca, no se podía publicar. Que era menester arreglar disimulada. Sin definir un blanco, desaloja del reino de la poesía, a toda aque-
y pasar en limpio los originales. El le llevó la obra a Ricardo Güiraldes, quien se encargó de proceder a
su profilaxis con tal rigor que hasta le cambió un título claro y contundente, de proyección social por otro bastante tur-
bio, carente por completo de claridad y de contundencia “ Castelnuovo, E., op. cit., pag. 134. 35 González Lanuza, E., 1961, pag. 15.

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lla que no se haga con métrica rimada, en un texto sustentado sobre la erudi- John Perse, Andreief, Ortega. Los nuevos demuestran su saber ante el maestro.
ción como prueba última de toda legitimidad.36 Cierto es que Borges, cuando critica el Romancero agrede y sobra, pero también es
Pero sus consideraciones acerca de la rima no se realizan en el vacío: se cierto que luego se arrepiente.39 Lo que se busca es la palmada aprobatoria, el reco-
trata de una bibliografía laudatoria nada menos que del poemario de un cola- nocimiento de una cierta paridad. Permiso para escribir. Pero el ademán de
borador martinfierrista, por supuesto que rimador. El hecho de que Marechal, Lugones (el dedo en alto; el vocativo, jovencito) es contraatacar desde lo alto: en su
quien carga sobre sus espaldas la responsabilidad de polemizar con Lugones, com- artículo-respuesta a Marechal40, apenas si menciona a “un joven escritor”, que
ponga más tarde poesía rimada y que su adversario coyuntural haga luego una “declarábase, el otro día, no más, gran poeta, sin advertir que al glorificar el
defensa del versolibrismo, revela una verdad de este debate: hay algo de quere- verso sin ritmo y sin rima estaba haciendo la apología de la prosa”. Marechal no
lla entre Antiguos y Modernos en esta discusión. Situado en el terreno estricto sabe qué es más humillante: si la argumentación en contra, la insignificancia que
de la literatura, el intercambio, se orienta a definir la legitimidad exclusiva de la Lugones concede a su nombre o tener que darse por respondido sin que medie alu-
propia producción. Se trata de saber quién compone con derecho propio poe- sión explícita. Un adversario ninguneado no es un buen interlocutor y mucho
sía y quién no. La disyunción, tal como se plantea aquí, es excluyente. menos, un interlocutor polémico. Marechal se resigna al anonimato y se resigna a
Leopoldo Marechal contesta a Lugones con respeto, convirtiéndolo texual- dar el physique du rol del joven poeta que ayer no más decía. Ahora quiere guerra,
mente en un abuelo (recordar el álbum de retratos del manifiesto martinfierris- injuria, ataca, revela la humillación y el despecho. Lugones, su blanco declarado,
ta: colocar aquí la foto de Lugones) aclarando por las dudas que él es insospe- mucho más que a un silvestre cultor de la rima, encarna el mundo hostil de los
chable de lugonofobia, como para discriminarse de Boedo. mayores. No es la defensa de la rima lo que enciende el fuego, es la indiferencia.41
La situación es complicada: Lugones marca los límites entre los dos grupos, Pero aquí termina todo: Lugones no se da por enterado y en adelante, uti-
separarse de él no será fácil. Pero sin embargo, si ante Boedo se lo defiende por liza su espacio en La Nación para abominar de la revolución de octubre y final-
sus posiciones estéticas (jamás por su ideología, dirán) ¿por qué discutir en el terre- mente a congraciarse con Güiraldes, cuyo Don Segundo Sombra elogia fervorosa-
no literario? Y entonces, si se lo defiende, ¿por qué se lo defiende? mente. Las hostilidades terminan aquí. Más tarde, en la Memoria que escriben los
En realidad, se está discutiendo con un consagrado, que por otra parte ya martinfierristas con motivo de cumplirse los veinticinco años de la fundación del
no es un enemigo literario militante. Para Lugones, quien no pierde ocasión de periódico, la disputa por la rima habrá quedado en el olvido, frente a “la admi-
dirigir las aguas al molino de su preocupación política, hasta los temas literarios ración y el respeto que le inspiran su obra y su persona (la de Lugones)” que “le
son útiles para atacar al comunismo. Su pensamiento opera analógicamente: la impiden dudar de la pureza que demostró siempre, hasta en sus peores equivo-
rima es disciplina, orden, fascismo; el verso libre la anarquía, el socialismo, el rei- caciones”. Otra vez la política, ese perpetuo “mal paso”. Todos han aprendido
no de los soviets. (Martín Fierro, por supuesto, no responde a este argumento). La la lección del maestro: defender la rima y apoyar a Uriburu.
teoría poética deviene argumento político.
En su respuesta37, Marechal se coloca —con orgullo— en el mismo terre-
no erudito del maestro. Insiste con e1 argumento que también Borges usaría38: Los hermanos sean unidos
la rima es previa a la escritura, mero registro mnemotécnico y no, como preten-
de el cordobés, el principio constructivo del discuso poético. La audacia discu- Consolidando definitivamente la unión de todos, la Gaceta Literaria de Madrid,
tidora de Marechal es netamente palinódica: advierte a las naciones latinoamericanas de los peligros de la cooptación cultural
“Eso tenía que decir, y lo digo en prosa deshilachada y un tanto pedante. francesa, sajona e italiana. Según su tesitura, América es de España, si no por los
Alzamos una voz nueva y abusamos de ella, quizás, como el niño glorioso de pose- virreyes, al menos por los lazos espirituales y culturales. Frente a semejantes afirma-
er un nuevo tambor”.
El niño y lo nuevo piden perdón por discutir con un grande. No hay injuria,
ni blanco, ni discurso polémico. Autoridades sí y muchas: Nietzsche, Whitman, Saint 39 La aprobación de Lugones se resuelve imaginariamente en El Hacedor, dedicado al maestro: “Si no me
engaño, usted no me malquería Lugones, y le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío. Ello no
ocurrió nunca, pero esta vez usted vuelve las páginas y lee con aprobación algún verso, acaso porque en
él ha reconocido su propia voz, acaso porque la práctica deficiente le importa menos que la sana teoría”
36 Lugones, L., “Versos de Horacio Rega Molina” en La Nación, 15 de Noviembre de 1925. Borges, J. L., Obras completas, Bs. As., Emecé, 1974.
37 Marechal L., “Retruque de Leopoldo Lugones” en Martín Fierro nro. 26, Dic. 1925. 40 Lugones, L., “De la rima” en La Nación, 17 de Enero de 1926.
38 Borges, J. L., El tamaño de mi esperanza, Bs. As. Proa, 1926. 41 Marechal, L., “Filípica a Lugones y a otras especies de anteayer” en Martín Fierro nro. 32 Agosto de 1926.

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ciones, martinfierristas, boedistas y los de Nosotros se unen en el rechazo categórico PREMIOS, DINERO Y ESCÁNDALO
de la propuesta “imperialista”. Según palabras de un testigo:
“...se produjo un revuelo semejante al que hubiera podido suscitar una propo-
sición de reimplantar el Virreinato, todo el mundo adujo sus razones en contra de A partir de 1913, y como rasgo que marca la progresiva profesionalización
la infortunada propuesta y en el tono de seriedad de la mayoría de las respuestas, del campo de la cultura, se establece por ley el otorgamiento de “Premios nacio-
entre las que aparecían confundidas las firmas de los de Boedo con los de Florida, nales de literatura” que no se implementa hasta 1916 y trabaja siempre con un
como si hubiese llegado el momento de peligro que exigía la Unión Nacional.”42 Las retraso de dos o tres años. El monto de estos premios no es alto sino altísimo:
razones son , en efecto, expuestas en el tono de seriedad que requiere semejante opo- 30.000 para el primero, 20.000 para el segundo y 10.000 para el tercero. Con
sición: nada menos que la Madre Patria y no condice con el espíritu juerguerista de lo que había en juego (el dinero, el prestigio, la publicidad y la consiguiente ven-
Martín Fierro; excepto por el célebre texto que concluye “Che meridiano: hacéte a ta del libro, la nominación para jurados el próximo año) y la elección de evalua-
un lao que voy a escupir”. Los demás necesitan explicar de antemano el amor que dores que sólo satisfacía a unos pocos, no hubo un año en que el fallo no estu-
sienten hacia España, no quieren sentirse forasteros en la Madre Patria y muy dis- viera sometido a discusión por los participantes, los diversos grupos intelectua-
ciplinadamente afirman que nosotros (ellos) son muchísimo mejores que los escri- les o políticos o por todos en general.
tores españoles. Desde Nosotros se establecen alianzas tácticas con la argentinidad Por lo común, los reclamos que se hacen están relacionados con la falta de
humillada de los jóvenes Todavía más serios y eruditos (discuten con la misma retó- claridad de la reglamentación , que crea confusión acerca de que si lo que se pre-
rica lugoniana), los argentinos mayores citan a Leibniz, Newton, Calderón, mia es el libro aparecido ese año o la producción global de un escritor a lo lar-
Enrique VII, Benedetto Croce, las leyes de Indias, Vélez Sarsfield y muchos más go de varios años. En todo caso, queda claro que los que recibirán el premio (al
para negar los lazos con España en materia política, jurídica y estética. El argumen- que hay que presentarse) o los aspirantes deben ser intelectuales consagrados,
to es devolver la humillación: los españoles no son el meridiano de nadie. Pero lejos reservándose para los jóvenes el premio municipal (estímulo) creado en 1919
de suponer que no tenemos meridiano en otra parte, Nosotros lo buscará en la larga por ordenanza del Consejo Deliberante y cuyos montos son 5.000 pesos para el
tradición europea no hispánica, que se ha hecho cargo de la Argentina desde que primer premio, 3.000 para el segundo y 2.000 para el tercero.
España “abandonó sus derechos de madre y permitió que se amamantase con leche En 1927 se entregan los Premios Nacionales a la producción del año 1925
de nodrizas”43. y el ránking es el siguiente: primer premio para Hugo Wast (pseudónimo de
Se piensa diferente en Martín Fierro: se devuelve imperialismo por imperialis- Martínez Zuviría) y segundo para Roberto J. Payró. El resultado provoca un
mo, meridiano por meridiano. El rechazo último de la propuesta española se sos- verdadero escándalo entre los escritores que no admiten el primer premio para
tiene en el convencimiento de la grandeza de la renovación martinfierrista. Es Martínez Zuviría y lo reclaman para Payró. Se implementan proclamas públi-
Buenos Aires, por lo tanto, quien dirige el rumbo de la modernidad cultural en cas en apoyo a Payró así como actos de desagravio y rechazo a Martínez Zuvi-
América. La infortunada propuesta española ignora la altura intelectual argentina ría, aunque nada logra anular un fallo que ponía en primer lugar a un naciona-
o pretende robarle sus laureles. lista católico perteneciente a la oligarquía provinciana y que repartió su tiempo
La lamentable consecuencia de la polémica —tan módica como de costum- entre la política y la “moralización” del pueblo por medio de sus folletines.
bre— perjudicó al uruguayo polemista Ildefonso Pereda Valdés, hasta los días del Las protestas se manifiestan aun en la institucional revista Nosotros que ve
meridiano, docente de historia universal en el colegio Negrotto. La directora, una detrás de la elección ideleológica del jurado un acto de injusticia: “... asombra
española patriota, se sintió obligada a defender a su patria y despidió de su puesto que la mayoría del jurado se haya atrevido a poner por debajo del rimero de nove-
al libertario. la popular de Hugo Wast la obra del ilustre escritor y periodista cuyo nombre
Los locos años del alvearismo van llegando a su fin. Más tarde, la década infa- ya está ligado por siempre a los orígenes de nuestra novela de costumbres y
me inaugurará otro tipo de relaciones: el espíritu rebelde de Martín Fierro consuma- nuestro teatro de ideas, y a cuya vasta, múltipie, honrada labor literaria, era
rá una de sus últimas metamorfosis. Luego vendrán Sur, el paredón y el después. debida la sola consagración del primer premio, hasta por ser ejemplares esos cua-
renta años de labor incansable, continuada valientemente en la vejez, a través y
a pesar de todos los padecimientos y privaciones.”
El próximo escándalo se produce cuando se conoce el resultado del premio
42 González Lanuza, E., 1961, pag. 77.
43 “Madrid, meridiano intelectual de hispano América” en Nosotros nro. 222/223, 1927. nacional de 1929, que se entregó en 1933. El primer lugar fue para el joven y poco

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conocido poeta Ezequiel Martínez Estrada y el segundo para Manuel Gálvez. La PREMIOS MUNICIPALES
protesta en este caso vino por parte de Gálvez que entendió el fallo como una suer-
te de conspiración de Lugones en su contra. Lugones, después de la revolución del 1920:
año ‘30 recupera su lugar de poeta oficial, acepta cargos y recupera a los jóvenes Poesía: Alfonsina Storni por Languidez
martinfierristas con el seductor canto de sus textos. Martínez Estrada era devoto de Héctor Pedro Blomberg por A la deriva
Lugones quien ya lo consideraba discípulo y a quien había dado varios “espalda- Alfredo Bufano por Canciones de mi casa
razos”. El otorgamiento del premio (sin contar con la paranoia galveciana) es la
prueba del poder de Lugones. 1921:
Poesía: Pedro M. Obligado por El ala de sombra
Fernán Félix de Amador por El ópalo escondido
PREMIOS NACIONALES Rafael de Diego por Las sombras
Prosa: Héctor Olivera Lavié por El caminante
1923: Ricardo Rojas por la Historia de la literatura argentina Carlos Alberto Leumann por Adriana Zumarán

1924: Leopoldo Lugones por Estudios helénicos 1922:


El segundo premio queda desierto Poesía: Arturo Vázquez Cey por Aguas serenas
Pedro Miguel Obligado por El hilo de oro Ernesto Mario Barreda por El himno de mi trabajo
Ricardo Gutiérrez por La ciudad en ruinas
1925: Gustavo Martínez Zuviría por El desierto de piedra
Roberto J. Payró por El capitán Vergara
Rómulo Carbia por Historia de la historiografía argentina 1923:
Poesía: Fernán Félix de Amador por La copa de David
1926: Ricardo Güiraldes por Don Segundo Sombra Conrado Nalé Roxlo por El grillo
Jorge Max Rohde por Las ideas estéticas en la literatura argentina Luis Franco por El libro del Gay vivir
Alberto Gerchunoff por Historia y proezas de amor, El hombre que habló en la Prosa: Arturo Capdevila por Del libre albedrío
Sorbona y Pequeñas prosas. Alejandro Castiñeiras por El alma de Rusia
Elías Castelnuovo por Tinieblas
1927: El primer premio queda desierto
Juan B. Terán por El nacimiento de la América española, La salud de la América espa- 1924:
ñola Arturo Marasso por Retorno, La creación poética y Luis de Góngora Poesía: Arturo Marasso por Poemas y coloquios
Enrique Méndez Calzada por Nuevas devociones
1928: Arturo Capdevila, por Babel y el castellano Fermín Estrella Gutiérrez por El cántaro de plata
Baldomero Fernández Moreno por Décimas Prosa: Roberto Giusti por Crítica y Polémica
Alejandro Unsain por Legislación del trabajo Bernardo González Arrili por La Venus Calchaquí;
Paisajes y Meditaciones
1929: Ezequiel Martínez Estrada por Humoresca y Títeres de pies ligeros
Manuel Gálvez por Humaitá, Los caminos de la muerte y Jornadas de agonía 1925:
Poesía: Baldomero Fernández Moreno por Aldea española
1930: Carlos Ibarguren por Juan Manuel de Rosas Horacio Rega Molina por La víspera del buen amor
Eleuterio Tiscornia por Gramática del Martín Fierro Francisco Luis Bernárdez por Alcándara
Carlos B. Quiroga por Los animalitos de Dios Prosa: Víctor Juan Guillot por El alma en el pozo

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Ernesto Morales por Leyendas guaraníes
Julio Aramburu por Jujuy

1926:
Poesía: Rafael Alberto Arrieta por Estío serrano
Miguel A. Camino por Chaquiras
Cayetano Córdova Iturburu por La lanza de la luna
Prosa: Nicolás Coronado por Nuevas críticas negativas
José Gabriel por Vindicación de las artes
Alvaro Yunque por Barcos de papel

1927:
Poesía: Ezequiel Martínez Estrada por Argentina
Tomás Allende Iragorri por La Transfiguración
Horacio Schiavo por Aventura
Prosa: Aníbal Ponce por La vejez de Sarmiento
Álvaro Melián Lafinur por Las nietas de Cleopatra
Leónidas Barletta por Royal Circo

1928:
Poesía: Rafael Jijena Sánchez por Achalay
Raúl González Tuñón por Miércoles de ceniza
Miguel A. de Elía por Caminos ilesos
Prosa: Roberto Gache por París, glosario argentino
Jorge Luis Borges por El idioma de los argentinos
Enrique González Tuñón por La rueda del molino mal pintado

1929:
Poesía: César Tiempo por Libro para la pausa del sábado
Marcos Victoria por Las voces
Ricardo Molinari por Panegírico de nuestra señora de Luján
Prosa: Enrique Méndez Calzada por Pro y contra
Carmelo Bonet por Escolios y reflexiones sobre estética literaria
Julio Fingerit por Realismo

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