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Los tres cerebros, según MacLean

La hipótesis de McLean

Con base en la teoría de la evolución del cerebro de Paul D. MacLean, físico norteamericano y
neurocientífico, podemos identificar tres cerebros:

] El cerebro reptil o primitivo

] El cerebro mamífero o límbico

] El cerebro neocórtex o neocorteza

Esta teoría es de mucha utilidad en la aplicación de las neurociencias en la investigación de


mercados, por lo que su entendimiento es fundamental para explicaciones posteriores.

MacLean en 1970 propone una concepción de que un conjunto de estructuras neuronales


funcionan como un sistema que es fundamental en la determinación de las emociones en el
humano, ubicandolo alrededor de la frontera o borde entre el telencéfalo y el diencéfalo, de ahí el
término límbico, en latín limbus que significa “borde”.

Al determinar éste sistema límbico dentro de una teoría que pretendía explicar los procesos
emocionales en todos los niveles de complejidad, surge la hipótesis del cerebro triple.

Bajo este enfoque, el cerebro experimentó tres grandes etapas de evolución de modo que en los
mamíferos superiores se manifiesta una jerarquía de tres cerebros en uno, por eso el término de
cerebro triple (en inglés triune, esto es “tres en uno”).

El cerebro reptil, ubicado en el tallo cerebral, esto es en la parte más baja y trasera del cráneo, en
el centro de este sistema, se encuentra el hipotalamo área del cerebro que regula las conductas
instintivas y emociones primarias como el hambre, deseos sexuales y la temperatura corporal,
elementos básicos de supervivencia. Es compulsivo y estereotipado. MacLean define que esta
función organiza los procesos involucrados en el regreso de las especies migratorias al mismo
terreno de crianza de años atrás.

El cerebro paleomamífero, que comprende el sistema límbico, conocido también como el sistema
de la emociones, constituido principalmente por el hipocampo, que cumple una función muy
importante en el aprendizaje y la memoria y la amigdala, que dispara el miedo ante ciertos
estímulos y desempeña un rol activo en la vida emocional. Agrega las experiencias actuals y
recientes a los instintos básicos mediados por el cerebro reptil. Este sistema permite que los
procesos de sobrevivencia básicos del cerebro reptil interactúen con elementos del mundo
externo, lo que resulta en la expresión de la emoción. Un buen ejemplo es como el instinto de
reproducción interactuaría con la presencia de un individuo con atributos atractivos (cultura) del
sexo opuesto, por lo que se provocarían sentimientos de deseo sexual en el individuo de estudio.

El cerebro neomamífero, la cortex o neocorteza , regula emociones específicas basadas en las


percepciones e interpretaciones del mundo externo. Sentimientos de amor hacia un individuo
particular serían un ejemplo de este tipo de emoción. Según MacLean, en los mamíferos
avanzados, como los humanos, funcionan los tres cerebros. En los mamíferos inferiores se dan los
cerebros paleomamífero y reptil. En los demás vertebrados solo existe el cerebro reptil.

Por lo tanto la evolución del cerebro paleomamífero (sistema límbico) libera a los animales de la
expresión estereotipada de los instintos dictada por el cerebro reptil. El cerebro neomamífero
añade mayor flexibilidad a la conducta emocional al darle a los mamíferos superiores una
conducta en procesos interpretativos complejos y utilizar la solución de problemas y la planeación
a largo plazo en la expresión de las emociones.

El entendimiento y manejo de esta teoría en la aplicación de la neuropsicología para generar


estímulos que permitan llegar a extraer información, no solo del córtex, sino llegar al cerbro reptil
o al paleomamífero, en la metodología cualitativa de la investigación de mercados, utilizando
diferentes técnicas, como las entrevistas de profundidad, etnógraficas o Focus Group es
fundamental si pretendemos hablar de un neuromarketing con bases científicas.

El cerebro humano es el sistema más complejo que se conoce. Eso significa que, si se quiere llegar
a entender su funcionamiento, es necesario encontrar patrones y regularidades en su
funcionamiento y estructura; dicho de otro modo, hay que intentar formular explicaciones útiles y
simples sobre este conjunto de órganos.

El cerebro triúnico de Paul MacLean, que a veces es conocido como la teoría de los 3 cerebros, ha
sido muy popular durante años por agrupar varias regiones del encéfalo en diferentes conjuntos
que, según propuso este neurocientífico, realizan tareas diferentes. Las estructuras diferenciadas
serían, según MacLean, el complejo reptiliano, el sistema límbico y el neocórtex.

Entendiendo la idea de cerebro triúnico

La idea del cerebro triple de Paul MacLean se fundamenta en la idea de que en el encéfalo
humano habitan 3 sistemas cerebrales distintos, con sus propias lógicas de funcionamiento, y que
cada uno de ellos ha ido apareciendo en nuestra línea evolutiva de manera secuencial, el uno
sobre el otro. Eso significa, entre otras cosas, que estos tres cerebros serían relativamente
independientes y que se relacionarían entre sí siguiendo una jerarquía, dependiendo de su
antigüedad y lo importante de sus funciones de cara a nuestra supervivencia.

El complejo reptiliano, por ejemplo, al ser el primero en aparecer sería la estructura que lleva a
cabo las funciones más básicas y más importantes para sobrevivir en el aquí y el ahora, mientras
que el neocórtex, al ser la estructura de aparición más reciente en la línea evolutiva que lleva
hasta el Homo sapiens, sería el que se encarga de las funciones más refinadas y complejas.

La lógica que sigue esta concepción del cerebro humano recuerda mucho a una forma de entender
la evolución como un proceso en el que lo nuevo se va acumulando sobre lo viejo, de manera que
estas dos partes mantienen una independencia relativa entre sí, aunque se afectan las unas a las
otras. También recuerda a la idea de que lo emocional y lo racional forman parte de dos
dimensiones psicológicas diametralmente opuestas, y que donde hay una no cabe la otra.

Las partes del encéfalo según Paul MacLean


Ahora que ya hemos repasado por encima las ideas en las que se basa el modelo del cerebro
triúnico, pasemos a ver sus partes por separado:

1. El cerebro reptiliano

Para Paul MacLean, el concepto de complejo reptiliano servía para definir la zona más baja del
prosencéfalo, donde están los llamados ganglios basales, y también zonas del tronco del encéfalo
y el cerebelo responsables del mantenimiento de las funciones necesarias para la supervivencia
inmediata. Según MacLean, estas zonas estaban relacionadas con los comportamientos
estereotipados y predecibles que según él definen a los animales vertebrados poco evolucionados,
como los reptiles.

Esta estructura se limitaría a hacer que aparezcan conductas simples e impulsivas, parecidas a
rituales que siempre se repiten del mismo modo, dependiendo de los estados fisiológicos del
organismo: miedo, hambre, enfado, etc. Puede entenderse como una parte del sistema nervioso
que se limita a ejecutar códigos programados genéticamente cuando se dan las condiciones
adecuadas.

2. El cerebro límbico

El sistema límbico, que según MacLean apareció con los mamíferos más primitivos y sobre la base
del complejo reptiliano, fue presentado como una estructura responsable de la aparición de las
emociones asociadas a cada una de las experiencias que se viven.

Su utilidad tiene que ver con el aprendizaje. Si una conducta produce emociones agradables,
tenderemos a repetirla o a intentar cambiar nuestro entorno para que se produzca de nuevo,
mientras que si produce dolor recordaremos esa experiencia y evitaremos tener que
experimentarla otra vez. Así pues, este componente tendría un papel fundamental en procesos
como el condicionamiento clásico o el condicionamiento operante.

Para MacLean, el neocórtex era el hito evolutivo más reciente del desarrollo de nuestro cerebro.
En esta estructura tan compleja residía l capacidad para aprender todos los matices de la realidad
y de trazar los planes y las estrategias más complicadas y originales. Si el complejo reptiliano se
basaba en la repetición de procesos totalmente por la propia biología, la neocorteza era
permeable a todo tipo de sutilezas provenientes del entorno y del análisis de nuestros propios
actos.

Para este neurocientífico, la neocorteza podía considerarse la sede de la racionalidad en nuestro


sistema nervioso, ya que nos permite la aparición del pensamiento sistemático y lógico, que existe
independientemente de las emociones y de las conductas programadas por nuestra genética.

El modelo de los tres cerebros y el marketing


La idea de que tenemos un cerebro reptiliano, otro límbico y otro racional ha seducido durante
mucho tiempo a muchas personas dedicadas al mundo de la publicidad, la investigación de
mercados y el marketing. El modelo triúnico permite considerar por separado tres ámbitos de la
vida psicológica de las personas que es muy fácil de aprender e interiorizar: una instancia racional,
otra emocional y otra impulsiva.

Esto ha hecho que en las últimas décadas el interés de las campañas de publicidad se haya
centrado en apelar al cerebro reptiliano y al límbico, pero no al racional: el motivo es que, al
considerarse que estos dos están más arraigados en nuestra historia evolutiva, son más fáciles de
predecir y, a la vez, producen unas necesidades de compra más potentes, dada su importancia y su
posición jerárquica como piezas del cerebro más importantes que el neocórtex. Los anuncios y las
campañas de marketing han pasado de pensar en el cliente como un agente que necesita ser
informado sobre las características del producto para decidir racionalmente según sus intereses a
tratar de tocar la fibra sensible de las personas para venderles una sensación asociada al producto,
más que el producto en sí.

Y lo cierto es que este cambio de enfoque se considera un gran éxito; a diferencia de lo que
ocurría en los años 60, hoy en día es muy frecuente que se trate de seducir a los potenciales
compradores sin hablar de las características del producto ni de su precio: simplemente se evocan
emociones o se cuentan historias fácilmente asociables a un estilo de vida que queremos hacer
nuestro. Obviar las lógicas de funcionamiento del cerebro racional y poner la diana en las
emociones y los deseos básicos está resultando tan rentable que hasta productos tan caros como
los perfumes o los coches se promocionan de esa manera.

La teoría de MacLean en las neurociencias, hoy

Sin embargo, más allá de lo que ocurre en el mundo de los negocios, en neurociencia y en biología
evolutiva se considera que el modelo de los tres cerebros está desfasado, entre otras cosas,
porque entiende el desarrollo del cerebro como un proceso de construcción por "piezas" que se
han ido montando las unas sobre las otras y que ejecutan por sí mismas ciertas tareas. Hoy en día
se cree lo contrario: que en el funcionamiento del cerebro no importa tanto la función que
realizan las partes del cerebro por sí solas como el modo en el que se conectan entre sí para
trabajar en conjunto y en tiempo real.

Además, por lo que se sabe la evolución no va haciendo que componentes nuevos vayan
integrándose sobre los antiguos, tal cual, sin alterarlos. Cada vez que una mutación hace que un
rasgo se generalice, altera el funcionamiento del organismo en su totalidad y el modo en el que
funcionan las partes que habían evolucionado antes, no se limita a "expandir" capacidades. Es por
eso que la idea de que órganos cerebrales "encargados de lo racional" se acoplan sobre los
anteriores no ha sido bien aceptada.

Además, las funciones que supuestamente realizaban cada uno de los tres cerebros definen bien
el comportamiento característico de los grupos de animales que, según él, representan el
momento de la evolución en el que aparecieron estas estructuras. Por otro, lado hoy en día
sabemos que los ganglios basales (que formarían parte del cerebro reptiliano) no tienen que ver
con la ejecución de acciones programadas genéticamente, sino que están asociados a la
realización de movimientos voluntarios que después de haber sido muy practicados, se han vuelto
automáticos, como por ejemplo ir en bicicleta.

Los hemisferios cerebrales, ¿cual es su función?

El cerebro se divide en el Hemisferio Derecho y el Hemisferio Izquierdo. Cada uno de ellos tiene
unas funciones y tareas diferenciadas. El Hemisferio Derecho está especializado para realizar
tareas visuales y espaciales, artísticas y musicales y que el Hemisferio Izquierdo está especializado
para realizar tareas de tipo lógicas, verbales, analíticas y racionales.

Hay un periodo crítico en el cual se deben estimular ciertas habilidades y destrezas, y si lo


hacemos pasado ese periodo costará mucho más aprenderlas o incluso en ocasiones será
imposible, por ejemplo hablar, aprender otro idioma, operar con números, leer… Todas ellas son
tareas del Hemisferio Izquierdo, que en nuestra cultura es lo que más se potencia y estimula a
nivel educativo.

Otras actividades como dibujar, bailar, meditar, escribir un diario, la música, tocar un instrumento,
hacer deporte… son tomadas como actividades de ocio ya que nos relajan, nos evaden en cierto
sentido. Estas actividades corresponden al Hemisferio derecho y son la base de la creatividad, pero
en nuestra cultura están menos valoradas, incluso a veces son definidas como “tonterías”. Y esto
es un error, porque solo las funciones de uno de los dos hemisferios nos hace sentirnos
incompletos, bien si somos super racionales, fríos y analíticos, como si somos creativos y vivimos
en las nubes. Pero desarrollar los dos en su justa medida es esencial y sanísimo para sentirnos
plenos y felices con nuestra vida, nuestro trabajo, nuestros proyectos y familias.

Los dos hemisferios deben trabajar en equipo, pues el derecho no solo es para “actividades de
ocio” sino que nos ayuda a resolver problemas de manera creativa y novedosa, o desarrollar
nuestra intuición y nuestra imaginación, ambas cosas muy útiles en el ámbito laboral para crear
cosas innovadoras.

¿Pero cómo hacemos esto si nunca nos han enseñado? El sistema educativo está más basado en
normas, en pasos para resolver los problemas, en instrucciones precisas. Pero podemos empezar a
potenciar nuestro Hemisferio Derecho, primero con tareas sencillas como dibujar. Y en este punto
podemos decir “¿Dibujar? ¡Qué tontería!” y eso será fruto de nuestra educación, pero al dibujar
empezamos a percibir la realidad de otra manera, percibimos colores o sombras que antes no nos
fijábamos y de esta manera estaremos aumentando nuestra capacidad de percepción que
podremos generalizar a todo más adelante. Todo es una cuestión de hábitos.

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