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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA:

DIOS PERMANECE FIEL


(JUECES Y RUT)

Gary Williams

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas


están tomadas de la Revisión Reina Valera 1960

© 1995 por

EDICIONES LAS AMÉRICAS, A.C.


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Prohibida la reproducción parcial a total


ISBN 968-6529-34-9

CONTENIDO

1. Una conquista con quistes


Jueces 1:1–2:5
2. Hombres que cambiaron su mundo
Jueces 2:6–3:31
3. Una mujer que se jugó el todo por el todo
Jueces 4:1–5:31
4. Un libertador en la escuela de Dios
Jueces 6:1–7:25
5. De tal palo, peor astilla
Jueces 8:1–9:57
6. Un guerrero moldeado por el mundo
Jueces 10:1–12:15
7. Un joven prometedor y sin compromiso
Jueces 13:1–14:19
8. Venganza, salvación, mujeres, y muerte
Jueces 14:20–16:31
9. Un culto corrupto
Jueces 17:1–18:31
10. Inhumanidad humana
Jueces 19:1–21:25
11. Fiel con fiel se halla
Rut 1:1–2:23
12. Fiel con fiel se une
Rut 3:1–4:22
Mapa de Palestina en el tiempo de los jueces

JUECES DIOS PERMANECE FIEL

Dos introducciones Jueces ejemplares Jueces en decadencia Epílogo: Dos historias


1:1–3:6 3:7–7:25 8:1–16:31 17:1–21:25

Una conquista con Una juez que juzgó De tal palo, peor Un culto corrupto
quistes 1:1–2:5 3:7–11 astilla 8:1–9:57 17:1–18:31
Fracaso en la conquista Un agente secreto con Humildad y nobleza de El santuario ilegítimo
1:1–36 una misión imposible Gedeón 8:1–3 de Micaía 17:1–13
3:12–30
Explicación del fracaso Prepotencia de Gedeón Su fundación
2:1–5 Uno contra 600 8:4–32 17:1–6
3:31 Su sacerdote 17:7–13
El ciclo de opresión y Egoísmo cruel de
liberación 2:6–3:6 Una mujer que se jugó Abimelec 8:33–
El santuario ilegítimo
el todo por el todo 9:57
La nueva generación de Dan 18:1–31
4:1–5:31
2:6–10 Un guerrero moldeado Su sacerdote
Apostasía, opresión y por el mundo 10:1– 18:1–26
El ciclo a vuelo de clamor 4:1–3 12:15
pájaro 2:11–19 Su fundación
Osados libertadores Apostasía, opresión y 18:27–31
Los pueblos que dejó 4:4–5:31 clamor 10:6–16
Jehová 2:20–3:6 Inhumanidad humana
Débora 4:4–10, La búsqueda de 19:1–21:25
14; 5:1, 6–7, 12, 15 prestigio 11:1–
12:7 Violación y asesinato
Barac 4:6–16, 19:1–30
22; 5:1, 12, 15 Una masacre entre
hermanos 12:1–6 Reconciliación en
Los israelitas Belén 19:1–
4:6, 10; 5:2, 9, 10a
13–18 Cinco jueces menores
10:1–5; 12:8–
Ultraje en Gabaa
Jael 4:11, 17, 22; 15 19:10b–30
5:24–27
Un joven prometedor Guerra y genocidio
Libertador divino y sin compromiso 20:1–48
4:4–5:31 13:1–14:19
Juicio contra Gabaa
Un libertador en la Apostasía y opresión 20:1–14
escuela de Dios 13:1
6:1–7:25 Guerra contra
Un joven prometedor Benjamin 20:15–
Apostasía, opresión y 13:2–25 48
clamor 6:1–10
Un joven sin Raptos y matanza
El libertador escogido compromiso 14:1–19 21:1–25
6:11–16
Venganza, salvación, Falta de mujeres
El libertador se prepara mujeres, y muerte 21:1–4
en la escuela de Dios 14:20–16:31 Rapto de esposas para
6:17–7:15 los benjamitas
21:5–25
El libertador se gradúa
con honores 7:16–25
1
Una Conquista Con Quistes
Jueces 1:1–2:5

Mi grabadora no funcionaba. Revisé el cable para asegurar que estaba bien conectada;
la moví por un lado, luego por el otro; la desconecté del tomacorriente para enchufarla en
otro, pero siguió igual. Quité el cable e instalé baterías. Inspeccioné el cartucho, lo probé
invertido, y luego puse otro. Nada resolvió mi problema. Por fin llevé el aparato a un
técnico. Él me enseñó un pequeño interruptor en el micrófono. A un lado estaba la palabra
“Encendido”, y al otro, “Apagado”. ¡Lo único que yo tenía que hacer para que la maquinita
caminara era cambiar el interruptor de “Apagado” a “Encendido”!
A veces, la solución a nuestros problemas es tan sencilla que la pasamos por alto. Esto
sucede no solamente con los aparatos eléctricos, sino también con nuestra vida en general.
En este capítulo veremos que Israel sufrió fracasos por una razón sencilla: su infidelidad a
Dios. ¿Cuántos de nuestros problemas se deberán a lo mismo?

MARCO HISTÓRICO

Los aproximadamente 350 años del período de los jueces caen entre la conquista de
Canaán bajo el liderazgo de Josué y el inicio del reinado de Saúl

Fin de la conquista de Canaán Período de los jueces Inicio del reinado de Saúl

Año 1,400 a.C. 350 años Año 1,050 a.C.

Durante la época de los jueces no hubo líderes en Israel como Moisés o Josué que
dirigieran a la nación. La mayoría de los jueces, si no todos, ejercieron su autoridad sólo a
nivel tribal o regional. Como consecuencia, se fue perdiendo la unidad entre las tribus.
Tampoco los sacerdotes del tabernáculo ejercían mucha influencia sobre todo Israel, y la
adoración a Jehová sufrió merma y errores.
Con excepción de Débora, los “jueces” que se mencionan en este libro no ejercían en
tribunales, emitiendo decisiones jurídicas. Más bien, principalmente eran libertadores y
gobernantes.

TEMA
El tema de Jueces es la fidelidad de Jehová y el incumplimiento de Israel de su pacto
mutuo. La esencia del pacto era que Jehová sería Dios de Israel, y que éste sería su pueblo
(Levítico 26:12).

EL TEMA DE JUECES:
FIDELIDAD DE JEHOVÁ VS. INFIDELIDAD DE
ISRAEL AL PACTO

Originalmente, Dios hizo el pacto con Abraham, el padre de Israel. Le prometió que
tendría mucha descendencia, que ella poseería la tierra de Canaán, y que él llegaría a ser
bendición para todos los pueblos de la tierra (Génesis 12:2–3, 7; 13:14–17; 15:4–21; 17:1–
8). Estas promesas fueron hechas sin condiciones, de manera que eran inquebrantables
(Levítico 26:42, 44; Romanos 11:26–29). Fiel a ellas, el Señor pacientemente liberó a Israel
repetidas veces, según el relato que aparece en este libro.
Siglos después de Abraham, Jehová amplió el pacto a Moisés. Le prometió más
bendiciones, pero aclaró que para disfrutarlas, cada generación debía ser obediente
(Levítico 26:3–13; Deuteronomio 28:1–14). Quienes no acataran los mandamientos
divinos, en lugar de bendiciones, recibirían espantosas maldiciones (Levítico 26:14–39;
Deuteronomio 28:15–68). En Jueces, vemos que Dios cumplió fielmente con esto. Enviaba
opresión cuando los israelitas lo abandonaban, pero con el propósito de que volvieran a él.
Luego, liberaba a su pueblo arrepentido.

¡PENSEMOS!

¿Cuáles son algunas maneras en que Dios muestra su fidelidad hacia usted?
Piense en algunos ejemplos recientes. ¿Por qué será que el Señor es tan fiel?
Los problemas que le envía, ¿son evidencias de su fidelidad? Explique su
respuesta.

¿Cómo espera Dios que usted manifieste su lealtad a él? ¿Está siendo fiel?
¿Envía él bendiciones cuando usted obedece? ¿Envía sufrimientos cuando
usted no sigue sus mandamientos? ¿Puede dar ejemplos?

ESTRUCTURA DEL LIBRO

La estructura de Jueces está bien equilibrada. Comienza con un prólogo que consiste en
dos introducciones, y termina con un epílogo que contiene dos historias. Hay muchos
paralelos más entre el prólogo y el epílogo (compare 1:1–2 con 20:18). En la sección
central del libro hallamos las historias de exactamente doce jueces. Este número sugiere
que ellos representan a Israel. Su conducta refleja la de la nación en general.

AUTOR Y FECHA

La Biblia no dice quién escribió Jueces, ni cuándo lo hizo, pero tuvo que ser después
del inicio del reino de Saúl, el primer rey de Israel (ver 17:6; 18:1; 19:1; 21:25). La
estructura del capítulo 1 (ver p. 9) indica que el libro fue redactado después de la división
de Israel en los tiempos de Roboam y Jeroboam. Si el “cautiverio de la tierra” que se
menciona en 18:30 fue el asirio, la fecha de Jueces no podría ser antes de 732 a.C., pero es
posible que el versículo se refiera a un exilio más antiguo. Como Jueces abarca más de 300
años, el autor vivió varios siglos después de los primeros eventos por lo menos, y
posiblemente varios siglos después de los últimos. Sin embargo, como los autores de Reyes
y Crónicas, se basó en fuentes antiguas (comp. 1 Reyes 14:19, 29; 1 Crónicas 29:29), y
elaboró su obra inspirado por el Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:19–21).

FRACASO EN LA CONQUISTA 1:1–36

Bajo la dirección de Josué, Israel había logrado dominar la tierra de Canaán. Sin
embargo, no había tomado posesión de toda ella. Las ciudades cananeas eran
independientes, cada una con su propio rey. Para poseerles, entonces, Israel tenía que
conquistarlas una por una, matar o expulsar a sus habitantes, y asentarse en ellas. Después
de la muerte de Josué, cada tribu emprendió esa tarea en su respectivo territorio. Los
resultados se plasman en Jueces 1.
La palabra “subir” marca las dos divisiones principales del capítulo. En 1:1–4 la
hallamos cuatro veces, diciendo que la tribu de Judá subió contra los cananeos. Luego el
1:22 dice que la casa de José también subió. Por último, el 2:1 informa que el ángel de
Jehová subió a la asamblea de Israel para evaluar las “subidas” de las tribus.
Las tribus que posteriormente formarían el reino del sur, Judá y Benjamín, se
mencionan en 1:1–21, entre el primer “subió” y el segundo. Las tribus que aparecen en
1:22–35 pertenecen al reino del norte.

DIVISIONES PRINCIPALES DEL CAPÍTULO 1

Tribus de Judá Tribus de Israel


1:1 (“subió”) 1:22 (“subió”)

¡PENSEMOS!
Las breves anécdotas que aparecen en el capítulo 1 anticipan los temas
importantes del libro. ¿Qué enseña el 1:6–7 acerca de Dios? ¿Qué ejemplos
positivos de relaciones familiares ve usted en 1:12–15?

Hay dos progresiones en el orden de las tribus. Una es geográfica, del sur al norte. Judá
y Simeón (1:1–20) eran las tribus que se encontraban más al sur de Israel. Benjamín (1:21)
colindaba con Judá al norte. La casa de José (1:22–26) estaba compuesta por los
descendientes de los dos hijos de José: Manasés (1:27–28) y Efraín (1:29; ver Josué 17:7).
Estas tribus quedaron al norte de Benjamín. Todavía más al norte, se hallaban Zabulón
(1:30), Aser (1:31–32) y Neftalí (1:33).
Sin embargo, la última tribu (1:34–35) rompe esta progresión. Si bien es cierto que Dan
iba a emigrar para ser la tribu más norteña de todas (ver Jueces 18), los lugares
mencionados en el v. 35 son de su territorio al occidente de Benjamín.

PROGRESIÓN DEL SUR AL NORTE, ROTA POR DAN

Judá y Benjamín Manasés y Zabulón Aser Neftalí Dan


Simeón Efraín

1:1–20 1:21 1:22–29 1:30 1:31–32 1:33 1:34–35


DEL ………… ………… ………… ………… AL NORTE AL SUR
SUR……

Esta ruptura es causada por la otra progresión en el orden de las tribus: de victoria a
fracaso. La sección sobre las tribus del sur principalmente narra éxitos (1:1–19a, 21), pero
al final hay dos notas negativas (1:19b, 21). En cambio, en la sección sobre las tribus del
norte, hay una sola conquista (1:21–26), y todo el resto es fracaso (1:27–35).

PROGRESIÓN DE VICTORIA A FRACASO

Muchos triunfos Fracasos Un triunfo Muchos fracasos

1:1–18 1:19–21 1:22–26 1:27–36


Aun dentro de 1:27–35 se ve que el informe va de mal en peor:
1. Los cananeos seguían viviendo entre tres de las tribus (1:27-30). Todavía había
algunas ciudades paganas enquistadas dentro del territorio de estos israelitas.
2. Dos tribus vivían entre los cananeos (1:31–33). Aparentemente ni siquiera lograron el
dominio general de su territorio.
3. Los amorreos no permitían que los danitas vivieran entre ellos (1:34–35). De manera
que el autor reserva a Dan hasta el fínal como el ejemplo culminante del fracaso de Israel
en la conquista.

EXPLICACIÓN DEL FRACASO 2:1–5

En todo el capítulo 1, la única razón que se da para explicar el fracaso en la conquista,


son los carros herrados (carros de caballos construidos de madera con láminas de hierro) de
los cananeos (1:19b; aquí casi todas las versiones modernas correctamente traducen
“porque” en lugar de “los cuales”)
Este versículo nos deja perplejos. Si Jehová estaba con Judá (1:19a), ¿por qué las armas
superiores de los cananeos eran un problema? ¿Acaso el Dios que abrió el Mar Rojo,
derrumbó los muros de Jericó, y paró el sol en medio del cielo durante la batalla en Gabaón
no podía vencer los carros herrados? Nuestra perplejidad crece a medida que estudiamos el
resto del capítulo. Leemos de fracaso tras fracaso, sin que se dé otra explicación. Aunque el
v. 19 habla solamente de la tribu de Judá, probablemente se aplicaba a otras tribus también.
Muchas de las ciudades no tomadas en 1:27–35 estaban en los valles y la llanura costera
donde los carros eran un arma poderosa.
Otra duda surga a partir del v. 28. ¿Cómo evaluaría Dios la medida de hacer a los
cananeos tributarios? (1:28, 30, 33, 35. En hebreo, se refiere a tributo laboral.) Jehová no
había ordenado esto, sino que Israel expulsara o destruyera a los cananeos (Éxodo 23:31–
33; Deuteronomio 7:2).
Hallamos la respuesta a estas inquietudes en 2:1–5. El ángel de Jehová subió a la
asamblea para acusar a los israelitas de quebrantar el pacto. Primero, les declaró que Dios
había cumplido fielmente con su parte, liberándolos de Egipto y dándoles la tierra de
Canaán (2:1). Luego señaló que ellos habían roto el pacto, por haber hecho convenio con
los cananeos (2:2). Por último, hizo memoria de la advertencia del Señor de que por
semejante infidelidad al pacto, él ya no iba a expulsar a los cananeos de delante de ellos
(2:3; ver Números 33:55; Josué 23:12–13).
Ahora entendemos mejor el fracaso militar que se menciona en Jueces 1:19–36. Jehová
no les dio poder para dominar las ciudades allí mencionadas porque le habían
desobedecido. Nos damos cuenta que el acuerdo que la casa de José hizo con el hombre de
Luz en 1:23–24 fue un pacto prohibido. El cananeo salió libre con su clan (la palabra
traducida “familia” se refiere a un círculo más amplio que la familia básica) para establecer
otra Luz, otra ciudad pagana. Comprendemos ahora que el sometimiento de los cananeos a
trabajos forzados también requirió de convenios, por lo menos el de no matarlos (ver Josué
9:25–27).
Entonces, el fracaso de Israel se debió a su infidelidad (2:1–3), ¿o a las armas
superiores de los cananeos? (1:19) ¿Cuál de las dos explicaciones es la correcta? En
realidad, ambas son correctas, pero son de distinta clase.
El v. 19 da una explicación científica. Es decir, analiza el problema con base en lo que
se puede observar con los cinco sentidos. De la misma manera, nosotros explicamos
nuestros problemas y fracasos aduciendo que son resultado de la mala salud, la crisis
económica, de usar métodos inadecuados, por falta de capacidad, o algún otro factor a la
vista. La explicación científica puede ser válida, pero es incompleta.
La otra explicación, la que hallamos en 2:1–3, es la teológica. Analiza los problemas y
fracasos en términos de la relación del pueblo con Dios. Nos informa que Israel fracasó en
la conquista porque había sido infiel a Jehová. La explicación teológica es la más
fundamental, porque el Todopoderoso puede cambiar los factores que usa la explicación
científica (puede darnos mejor salud, mejores métodos, etc.) y hacernos triunfar contra los
obstáculos visibles (nos puede dar éxito a pesar de la mala salud o los métodos deficientes).
Él pudo haber dado la victoria al débil ejército de Israel a pesar de los carros herrados (ver
4:1–16).

EXPLICACIÓN CIENTÍFICA + EXPLICACIÓN TEOLÓGICA


= EXPLICACIÓN COMPLETA

Haremos bien en analizar nuestros problemas desde las dos perspectivas. Antes que
nada, preguntarnos si son resultado de desobedecer a Dios. Como primer paso para mejorar
nuestra situación debemos arrepentirnos del pecado, y pedir a Dios su poder para vencer la
tentación.

¡PENSEMOS!

Haga una lista de algunos problemas que ha tenido. ¿Cuál podría ser la
explicación basada en lo que se observa con los cinco sentidos (explicación
científica)? ¿Cuál podría ser la explicación basada en su relación con Dios
(explicación teológica)?

¿Qué problemas tiene su iglesia? ¿Qé explicación científica tienen? ¿Qué


explicación teológica podría haber?

¿Qué problemas políticos y económicos tiene su país? ¿Cuáles son algunas


explicaciones científicas de ellos? Los problemas nacionales, ¿tienen
explicación teológica también? Explique su respuesta.

¿Todo fracaso que sufrimos se debe a infidelidad a Dios? ¿Por qué otras
razones Dios nos permite fracasar? ¿Cómo podemos saber si nuestro fracaso
se debe a la desobediencia a Dios?
2
Hombres que Cambiaron su
Mundo
Jueces 2:6–3:31

Haga un viaje imaginario a través del túnel del tiempo. Regrese cien años. Su país se ve
distinto. Primero experimenta el choque tecnológico. No hay aviones en el cielo; no hay
automóviles. Las ciudades son pequeñas. Luego usted nota que hace falta otra cosa: iglesias
evangélicas. Todavía no se ha extendido el evangelio. Sin embargo, si observa con
detenimiento, probablemente encontrará unas pocas personas orando y predicando la
palabra de Dios por el país.
En la actualidad, podemos ver la magnitud del fruto de esas oraciones y testimonios.
¿Habrán ellos imaginado que harían un impacto tan grande?
Ahora regrese al presente y viaje 40 años hacia el futuro. De nuevo experimenta el
choque tecnológico. Pero, ¿qué otras diferencias habrá? ¿Seguirán las guerras? ¿Habrá la
misma pobreza, opresión, corrupción, violencia, delincuencia y maldad generalizadas que
tanto conocemos? O, ¿habrá prosperidad? ¿La sociedad estará más influenciada por los
valores bíblicos? ¿Qué huella ha dejado usted en ese mundo futuro?

¡PENSEMOS!

Sueñe un momento. ¿Cómo quisiera que su vida afectara a la gente y la


sociedad que le rodes? ¿Qué está dispuesto a hacer para que sus sueños se
hagan realidad?

EL CICLO DE OPRESIÓN Y LIBERACIÓN 2:6–3:6

La nueva generación 2:6–10


Al igual que la primera, la segunda introducción del libro comienza con la muerte de
Josué (comp. 2:8 con 1:1). La generación de ese famoso caudillo se mantuvo fiel a Jehová
porque había visto sus grandes obras en la conquista de Canaán (2:7). Pasaron por el río
Jordán cuando Dios abrió sus aguas (Josué 3). Presenciaron la caída de los muros de Jericó
(Josué 6). Vivieron la derrota en Hai, y luego la conquista de la ciudad una vez que el
pecado de Acán fue castigado (Josué 7–8). En Gabaón vencieron una confederación de
cinco reyes cuando Jehová confundió al enemigo, lo bombardeó con granizo y detuvo el sol
en el cielo (Josué 10).
Sin embargo, la vida no fue fácil para esa generación. Fueron testigos de las proezas de
Jehová precisamente porque vivieron las presiones de la conquista de Canaán. No tenían
morada fija ni ingresos seguros; enfrentaban constantemente el peligro de la guerra.
La generación siguiente heredó una vida más agradable. Habitaban en las ciudades que
sus padres habían conquistado, muchas de ellas amuralladas contra los enemigos. Tenían
sus casas propias. Pudieron dedicarse a desarrollar la agricultura y la cría de ganado.
Disfrutando esa tranquilidad, no tuvieron ocasión de “conocer” a Jehová, ni su obra
(2:10). No es que no hubieran oído acerca de sus hazañas en generaciones anteriores (6:13).
Más bien, no conocer a Dios y sus obras significaba no haber experimentado (ver la palabra
“conocer” en 3:1–2 en este sentido) en carne propia las manifestaciones de su poder,
liberándolos del enemigo y proveyendo para todas sus necesidades en situaciones de
completa escasez.
Como consecuencia, nunca aprendieron a confiar en él (ver Deuteronomio 8), y lo
abandonaron para buscar la ayuda de otros dioses (2:11).

¡PENSEMOS!

¿Cómo se ha manifestado Dios en los problemas que usted ha sufrido? ¿Qué


hará usted para no olvidar esas maravillas? ¿Todavía tienen valor los
testimonios públicos de lo que Dios hizo hace años? ¿Cuál es el equilibrio
correcto entre los testimonios acerca del pasado y los relativos a las
bendiciones recientes?

¿Qué pruebas sufre usted ahora? A la luz de 2:7, ¿qué propósito puede tener el
Señor en sus dificultades actuales?

Cuando usted goza de prosperidad y tranquilidad, ¿cómo puede evitar dejar


de confiar en Dios?

El ciclo a vuelo de pájaro 2:11–19


Esta sección introduce un ciclo que se repetirá en las historias de Otoniel, Aod, Débora,
Gedeón, Jefté y Sansón. El ciclo tiene cuatro fases principales: apostasía, opresión, clamor
y liberación.
La apostasía consistió en abandonar a Jehová para adorar a los dioses cananeos (2:11–
13). Los principales de ellos eran Baal y Astoret, o Astarté (“Astarot” es la forma plural).
Se creía que ellos propiciaban la fertilidad. Durante los años en el desierto y la conquista,
Jehová se había manifestado en la guerra y en la provisión del maná, pero los israelitas no
habían tenido oportunidad de ver su poder en los cultivos. Una vez asentados en la tierra,
vivieron de la agricultura y la ganadería. Para esta nueva área de su vida pusieron su
confianza en los dioses que tenían fama de dar buenos resultados. Pero tenían que aprender
que Jehová es el único Dios; como tal él, y sólo él, es capaz de Ilenar todas nuestras
necesidades.
El Señor respondió a la infidelidad de su pueblo entregándolo en mano de opresores
(2:14) como le había advertido (2:15; ver Levítico 26:17; Deuteronomio 28:25–26, 29–34).
Cuando no lo reconocieron como el Dios de la agricultura, los abandonó a sus enemigos
para que se volvieran a él como el Dios guerrero.
Aunque parezca contradictorio, habiendo entregado a Israel a los despojadores y
enemigos (2:14), Jehová luego lo libró de los mismos despojadores (2:16) y enemigos
(2:18). Esto lo hizo a través de los jueces que levantó como libertadores.
Es curioso que este pasaje omita el clamor pidiendo socorro a Jehová. En su lugar,
menciona los gemidos de Israel, provocados por su sufrimiento (2:18). Dios tanto amaba a
su pueblo que no resistía verlo sufrir por mucho tiempo (ver 10:16). Los gemidos le hacían
recordar el pacto inquebrantable que había hecho con Abraham (ver Éxodo 2:24; 6:5).
Como veremos en Jueces 13, por su amor y fidelidad a este pacto auxilió a Israel aun
cuando no clamara a él.
Tristemente, después de cada liberación, de nuevo Israel daba inicio al ciclo, volviendo
a una apostasía cada vez más acentuada (2:17, 19). De manera que el ciclo se convirtió en
una espiral descendente.

Los pueblos que Jehová dejó 2:20–3:6


Esta segunda introducción del libro termina como la primera: con el anuncio de que
Jehová no daría toda la tierra de Canaán a Israel (comp. 2:21 con 2:3). En los días de Josué,
Dios había dejado a algunos pueblos para probar la fidelidad de la nación escogida (2:22–
3:1, 4) y para enseñar a las generaciones posteriores a confiar en él en las guerras (3:2;
comp. 2:7, 10). Tampoco los expulsó en el período de los jueces (ver Éxodo 23:23–33;
34:11–17; Josué 23:12–13).
El prólogo concluye con dos versículos de resumen (3:5–6). El v. 5 recapitula la
primera introducción (1:1–2:5) y el v. 6b (“y sirvieron a sus dioses”), la segunda (2:6–3:4).
El v. 6a revela que los matrimonios mixtos (comp. 2:2–3) fueron el eslabón para que la
convivencia con los cananeos condujera a la contaminación religiosa.

CONVIVENCIA → MATRIMONIOS → CONTAMINACIÓN


(3:5; 1:1–36) (3:6a; 2:1–5) (3:6b; 2:6–3:4)

¡PENSEMOS!

¿Qué parte del ciclo de apostasía, opresión, clamor y liberación describe mejor
su experiencia actual? ¿En qué áreas de su vida ha aprendido a confiar en
Dios? ¿En cuáles está tentado a confiar en otras cosas? ¿Son cosas aprobadas
por Dios, o no? Es necesario confiar en ellas, o ¿es capaz Jehová de
manifestarse en esas áreas de su vida también?

¿Todavía envía Dios sufrimientos a sus hijos descarriados para que vuelvan a
él? ¿Qué tipos de sufrimientos manda? ¿Ha tenido usted que sufrir repetidas
veces el mismo problema? ¿Será que Dios permite esto para ayudarle a confiar
en él no sólo en esa prueba, sino también en otras cosas?

¿El Señor todavía libra a sus hijos de sus angustias? ¿Puede usted dar un
ejemplo de su propia experiencia?

En Jueces, el ciclo describe la experiencia de una nación, Israel. ¿Ayuda esto a


entender la situación actual de su país también? Explique su respuesta.

UN JUEZ QUE JUZGÓ 3:7–11

El primer ejemplo concreto del ciclo lo encontramos en esta historia: apostasía (3:7),
opresión (3:8), clamor (3:9a) y liberación (3:9b–11)
Desde luego, que los israelitas “olvidaron” a Jehová (3:7), pero esto no significa que no
recordaran nada acerca de él. Sin embargo, actuaban como si hubieran olvidado que él los
había librado de Egipto y les había dado la tierra de Canaán. Como su Dios, les había sido
fiel, pero ellos se mostraron malagradecidos.
La expresión que se traduce como “Mesopotamia” (3:8) se refiere a una región al norte
de Israel junto a la parte noroccidental del río Eufrates. Probablemente “risataim” era un
apodo israelita para el opresor, ya que en hebreo significa “de doble maldad”. Sin embargo,
Jehová también participó en la opresión de su pueblo. Si él no hubiera desprotegido a
Israel, Cusán de Doble Maldad no habría podido hacerle daño alguno.

El clamor 3:9
Implicaba que los israelitas habían recordado las grandes obras divinas a su favor
(comp. “olvidaron” en v. 7). Tenían fe en que Baal no les podría librar sino Jehová, y
estaban arrepentidos por su apostasía (ver 10:10; 1 Samuel 12:8–11).

DIOS ISRAEL DIOS

→ →

OPRIME CLAMA LIBERA

El clamor convirtió al Señor de opresor en libertador. Él levantó a Otoniel (3:9), le


envió su Espíritu (3:10) y entregó en su mano a Cusán de Doble Maldad.
Aunque Otoniel ya había sido un héroe militar (ver 1:12–13), él reconocía que para
triunfar, Israel requería que Dios estuviera de su lado. Por eso juzgó al pueblo (3:10). En
otras partes del libro, “juzgar” significa “gobernar”. Aquí, sin embargo, tiene otro sentido,
ya que Otoniel juzgó antes de salir a la batalla. Su juicio había de ser como el de Samuel,
quien al final del período de los jueces convocó a los israelitas para señalarles su
infidelidad al pacto con Jehová (ver 1 Samuel 7:5–6; 12:7–18). Suponemos que Israel
respondió a la acusación de Otoniel con la confesión de sus pecados, al igual que hizo con
Samuel (ver 1 Samuel 7:6; 12:19). Este juicio fue clave para que Israel saliera de la
opresión y disfrutara cuarenta años de paz (3:10–11).

¡PENSEMOS!

¿Qué semejanzas hay entre el juicio que hizo Otoniel a Israel y nuestra
responsabilidad de evangelizar? A la luz de Gálatas 6:1, ¿debe usted
confrontar a otros cristianos con su pecado? Si lo hace, según el mismo
versículo, ¿cómo debe hacerlo?

¿Qué influencia para bien puede usted tener confrontando a otros con su
pecado? A la luz de la historia de Otoniel, ¿cuáles son las buenas nuevas que
pueden acompañar a la denuncia del pecado?

¿Por qué Otoniel tuvo que salir a la batalla? ¿No podía darle Dios la victoria
sin que él peleara? El Señor requiere que nos esforcemos para recibir sus
bendiciones, o ¿nos las da sin que hagamos nada?

UN AGENTE SECRETO CON UNA MISIÓN IMPOSIBLE


3:12–30

El ciclo volvió a repetirse: apostasía (3:12a), opresión (3:12–14b), clamor (3:15a) y


liberación (3:15). Habiendo hecho una alianza con los amonitas y amalecitas, los moabitas
invadieron a Israel desde el oriente. Cruzando el río Jordán tomaron Jericó, que estaba a 8
kms. de la ribera (3:13; comp. Deuteronomio 34:3; 2 Crónicas 28:15).
Jehová oyó el clamor de los israelitas y dejó de fortalecer al opresor (3:12). Levantó a
un libertador, Aod (3:15). De todos los héroes del libro, quienes más impacto hicieron solos
en la vida de Israel fueron Aod y Samgar.
El v. 15 llama la atención a la mano izquierda de Aod. En hebreo “benjamita” significa
“hijo de la mano derecha”. De manera que, ¡el hijo de la mano derecha era zurdo! El hebreo
sigue resaltando la mano, ya que la frase “con él” es literalmente“en su mano”. El
“presente” (3:15) era el tributo que supuestamente el rey opresor exigía a Israel (ver 3:18).
Sin embargo, “en su mano” Aod entregaría a Eglón otro “presente”, la daga que ocultaba
debajo de sus vestidos (3:16).
Habiendo entregado el tributo, Aod encaminó a los portadores israelitas hasta los ídolos
en Gilgal, los cuales marcaban el límite del control moabita. Luego regresó solo para
realizar su misión imposible (3:19). Informó a Eglón que le tenía un mensaje secreto. Avaro
hasta de los secretos, el rey despidió a sus siervos, de manera que quedó a solas con su
“vasallo leal”. Cuando éste dijo que el mensaje era de Dios (las palabras de Aod, como su
puñal, eran de doble filo), el opresor, emocionado, se puso de pie, exponiendo su inmensa
barriga al ataque que siguió (3:20; ver v. 17b). Probablemente no reaccionó cuando Aod
extendió su mano a la daga, ya que normalmente las armas blancas se guardaban en el
muslo izquierdo, y se sacaban con la mano derecha (3:21), pero Aod no lo hizo así.
Después de asesinar al opresor (3:22), Aod escapó, dejando las puertas con cerrojo
(3:23). Momentos después, volvieron los siervos que habían sido despedidos pero
supusieron que su señor estaba ocupado en la letrina (3:24; esto es lo que significa “cubre
sus pies”). Cuando por fin se dieron cuenta de lo sucedido (3:25), Aod ya estaba a salvo
(3:26).
Alentados por la proeza de Aod, los israelitas se levantaron contra los moabitas (3:27–
28). Estos, descorazonados por la muerte de su rey, huyeron hacia el Jordán, donde los
israelitas los esperaban para matarlos (3:29). El dominio moabita fue quebrantado, y
comenzó el reposo más largo del libro (3:30).

UNO CONTRA SEISCIENTOS 3:31


En esta escueta historia no se menciona la apostasía ni el clamor, pero Samgar liberó a
Israel de la opresión filistea. Él no era israelita de nacimiento, pues su nombre no es hebreo.
Probablemente era horeo.
La aguijada era una vara con punta metálica. Parece imposible que alguien matara a
tantos enemigos con semejante arma. Sin embargo, Dios es especialista en realizar victorias
imposibles (ver 7:2, 4; 16:26–30; Josué 23:10; 1 Samuel 14:6).

¡PENSEMOS!

¿Puede una sola persona hacer tanto impacto para bien hoy día como Aod y
Samgar? Explique su respuesta.

El modismo traducido “zurdo” en 3:15 es literalmente “atado de la mano


derecha”. La frase revela que en la sociedad israelita había cierto prejuicio
contra los zurdos. Sin embargo, Dios había hecho a Aod así. ¿Cómo contribuyó
esta “limitación” al éxito de su misión imposible? ¿Qué limitaciones tenía
Samgar? ¿Cómo usa Dios nuestras limitaciones para sus propósitos?

Aod dsencadenó la liberación de Israel asesinando al rey opresor. ¿Siguió


Jesús este ejemplo contra los romanos? ¿Cómo podemos explicar las diferentes
reacciones de Aod y Jesús a los opresores? ¿Cómo puede usted ayudar a los
oprimidos de hoy en día?

3
Una Mujer que se Jugó el Todo
por el Todo
Jueces 4:1–5:31
En marzo de 1990, Hank Gathers estaba a la cabeza de todos los basquetbolistas
universitarios de los Estados Unidos en puntos anotados y rebotes atrapados. En ese mes,
en plena acción durante un partido, este joven talentoso cayó al piso del gimnasio y ante la
mirada de los espectadores, falleció.
Posteriormente trascendió que él había descubierto en diciembre del año anterior que
padecía de una enfermedad cardíaca, pero había decidido seguir jugando de todas formas.
Leí un artículo en esos días que enumeraba a varios deportistas de fama mundial que habían
puesto en peligro su salud por seguir compitiendo. El autor aventuraba algunas posibles
razones: El amor al deporte, la fama, el dinero. Luego expuso una más: Que los grandes
atletas están dispuestos a correr grandes riesgos.
Este análisis bien podría aplicarse a los grandes cristianos que están dispuestos a
jugarse el todo por el todo para obedecer y servir al Señor. En Jueces 4 y 5 leemos de varias
personas y grupos que tuvieron que decidir si estaban dispuestos a arriesgarse por Dios. El
capítulo 4 es una narración en prosa del ciclo de apostasía, opresión, clamor y liberación. El
capítulo 5 es un cántico poético sobre los mismos eventos.

Jueces 4 Jueces 5

Narración en prosa Cántico poético

APOSTASÍA, OPRESIÓN Y CLAMOR 4:1–3

Israel se hallaba en una situación desesperada. Había abandonado a Jehová de nuevo


(4:1; ver 3:7), y él los había entregado a otra opresión (4:2–3). Por veinte años habían sido
explotados cruelmente por el rey Jabín y Sísara, su capitán. Era la opresión más larga que la
nación había sufrido hasta esa fecha, y sería la segunda más larga en todo el libro. Por fin
reconocieron su error y clamaron al Dios verdadero por socorro (4:3a).
La liberación requeriría de personas valientes. Los peligros eran espantosos. Jabín era
rey de Hazor, la ciudad cananea más grande que los arqueólogos han hallado. Tanto era su
poder, que encabezaba una confederación de reyes en el norte de Canaán. Esto le hacía
acreedor al título de “rey de Canaán”. Su ejército incluía 900 carros de caballos (4:3). Eran
carros “blindados”, construidos de madera pero protegidos con láminas de hierro.
Los opresores crueles no tendrían reparo en matar a cualquiera que se levantara en su
contra. ¿Habría algún israelita dispuesto a intentar liberar a su pueblo?

LOS OSADOS LIBERTADORES 4:4–5:27

Débora 4:4–10, 14; 5:1, 6–7, 12, 15


¡La primer persona que se atrevió fue una mujer! Por temor a los cananeos, los
comerciantes israelitas no se atrevían viajar por las carreteras (5:6) y los campesinos habían
abandonado las aldeas y sus sembrados para buscar refugio en las ciudades amuralladas
(5:7a). Estando en esa coyuntura, Débora fue quien se levantó como madre protectora de su
pueblo (5:7b).
¿Qué podía hacer una dama frente a esa situación? Primero, llamó a Israel para que
rindiera cuentas a Dios. En hebreo, la última oración de 4:5 dice literalmente: “y los hijos
de Israel subieron [no dice “subían”] a ella para el juicio”. Débora hizo lo mismo que
Otoniel (ver la explicación de 3:10 en el capítulo 2) y Samuel (1 Samuel 7:5–6; 12:6–18) en
sus respectivos tiempos. Señaló a los israelitas sus pecados para que los confesaran y
buscaran el perdón de Dios.
Luego, como profestisa (4:4), Débora llamó a Barac y a los varones de Neftalí y
Zabulón para que retaran al ejército de Jabín (4:6–7). Cuando Barac titubeó, ella le apoyó,
aceptando acompañarlo hasta el mismo frente (4:8–10; 5:15). Allí le impulsó a la batalla
(4:14). Por su intervención denodada, tuvo el privilegio de presenciar la liberación, y
después entonar el cántico de victoria y alabanza a Dios (5:1, 12).

¡PENSEMOS!

Qué peligros corrió Débora al instar a Barac y a los israelitas al


enfrentamiento con Jabín? ¿Hay situaciones riesgosas en las cuales usted debe
levantar su voz? ¿Cuáles son?

Hay personas a quienes usted puede alentar a hacer cosas por Dios que usted
mismo no puede hacer? ¿Quiénes son? ¿Cómo los podria motivar?

Qué peligros corrió Débora al acompañar a Barac al frente de batalla? ¿Hay


situaciones peligrosas en las cuales usted debe acompañar a otros? ¿Cuáles
son?

Barac 4:6–16, 22; 5:1, 12, 15


Aunque con temor y dudas (4:8), Barac acató la orden divina y convocó a los milicianos
para confrontar al ejército cananeo (4:6–7, 10). Antes del rey David, Israel no tenía tropas
profesionales. Cuando surgía una amenaza, los israelitas, en su mayoría campesinos, se
reunían para combatir con las armas que tuvieran en casa. La anuencia de los 10,000 para
seguir a Barac implica que tenía renombre como líder militar, por lo menos en su propia
tribu de Neftalí y en la tribu vecina de Zabulón.
Como Dios le había ordenado, subió con ellos al monte de Tabor (4:6, 10, 12), que se
encontraba en la frontera entre Neftalí, Zabulón e Isacar, y en el borde norte del valle de
Jezreel. De allí controlaba la ruta comercial que pasaba por el valle. Era una de las
carreteras principales entre Egipto y Mesopotamia, pasando por Hazor.
Para quitar esa amenaza a su soberanía y su comercio, Jabín envió a Sísara al valle con
sus 900 carros de guerra (4:13). En el momento crítico, Barac, frente a los israelitas, se
precipitó contra los invencibles cananeos (4:14; 5:15) y Dios le concedió una victoria
contundente (4:15–16).
Fue un logro glorioso para Barac. Posteriormente él unió su voz a la de Débora en
alabanza a Jehová (5:1), y encabezó la procesión triunfal con los cautivos de la batalla
(5:12).
Sin embargo, el momento podría haber sido aun más glorioso. Puesto que Barac
condicionó su obediencia a Jehová (4:8), Débora le profetizó que perdería ante una mujer la
prerrogativa de derrotar a Sísara (4:9). Cuando Jael le llamó a ver al capitán cananeo
(4:22a), Barac probablemente pensó que a pesar de la profecía él iba a tener el privilegio de
matarlo. ¿Cuál sería su desilusión al hallarlo ya victimado por una débil mujer! (4:22b)

¡PENSEMOS!

¿Fue Barac un buen líder militar, o no? ¿Cuál fue su virtud principal? ¿Cuál
fue su debilidad principal? ¿Qué bendiciones recibió por sus virtudes? ¿Cuáles
perdió por su debilidad? ¿Qué bendiciones puede perder usted por temor de
lanzarse a hacer la voluntad de Dios?

Los israelitas 4:6, 10; 5:2, 13–18


Uno de los temas principales del cántico de Jueces 5 es la felicitación que se da a los
israelitas que acudieron a la batalla. Llegaron voluntariamente (5:2, 9), pues no había
ninguna ley ni gobierno central para obligarlos a participar. Pero también llegaron en
obediencia a Jehová (4:6).
No todas las tribus enviaron milicianos. El “resto” que se atrevió (5:13) se enumera en
5:14–15a, 18: Las tribus de Efraín, Benjamín, Maquir (otro nombre dado a la tribu de
Manasés), Zabulón, Isacar y Neftalí. Rubén, en cambio, permaneció en la seguridad de su
vida pastoril (5:16a). Sus grandes resoluciones (5:15b), nunca pasaron de ser propósitos sin
acción (5:16b). Galaad (aquí el nombre se refiere a la tribu da Gad), Dan y Aser tampoco
interrumpieron su rutina cotidiana (5:17).
Una mención honorífica se reservó para Zabulón y Neftalí, las tribus que más habían
arriesgado (5:18) y que formaron el grueso de la fuerza israelita (4:6, 10).

¡PENSEMOS!

¿Cómo reacciona usted cuando solamente unos pocos apoyan un buen


proyecto? ¿usted decide no participar porque no hay apoyo de todos, o
aprovecha la bendición de hacer la voluntad de Dios de todas formas? ¿Hay
algún proyecto de esta clases que usted debe apoyar ahora?
Jael 4:11, 17–22; 5:24–27
La más arrojada de todos en esta historia fue Jael. A su tienda llegó Sísara buscando
refugio, porque había un pacto entre su esposo, Heber, y Jabín (4:17). Ella tuvo que decidir
si respetaría ese pacto, o si se identificaría con el pueblo de Jehová. Los ceneos estaban
emparentados con Israel a través de Moisés (4:11), y la mayoría de ellos en Canaán eran
aliados de la nación escogida (ver 1:16).
Jael recibió a Sísara ofreciéndole protección (4:18) y mostrándole hospitalidad (4:19;
5:25). Sin embargo, cuando el militar se hubo dormido, ella se armó de valor y lo mató con
sus propias manos (4:21; 5:26–27). ¿Qué habría pasado si él hubiera despertado? Ella
también debió pensar en las posible represalias de Jabín.
¿Por qué optaría Jael por apoyar al débil Israel en vez de la poderso Jabín? Tal vez ella
conocía el pacto abrahámico, en el cual Jehová prometía bendecir a los que ayudaran a su
pueblo, y maldecir a los que le hicieran daño (Génesis 12:3). En efecto, el cántico bendice a
Jael, deseando que sea la más próspera de todas las mujeres que viven en tiendas (5:24). La
maldición de Génesis 12:3 se aplicó a Meroz (5:23), probablemente una ciudad no israelita
que tenía un pacto con Israel. Meroz fue condenada por no pelear contra los opresores.

Los valientes Los cobardes

Débora
Barac Barac

Efraín Rubén
Benjamín Galaad
Maquir Dan
Zabulón Aser
Isacar
Neftalí
Jael Meroz

EL LIBERTADOR DIVINO 4:4–5:27


No fue solamente por su denuedo que Débora, Barac, Jael y los milicianos lograron sus
triunfos. De nada hubiera servido su valor sin el poder divino. Jehová mandó a Barac a retar
a Jabín (4:6), atrajo a Sísara (4:7), salió delante de Barac (4:14), desbarató al ejército
enemigo (4:15), entregó a Sísara en manos de Barac (4:7b, 14) y de Jael (4:9) y sometió a
Jabín (4:23).
Debido a esto, un segundo tema dominante de Jueces 5 es la alabanza a Jehová por la
victoria (5:3). Hasta la naturaleza se estremeció ante la llegada del terrible Dios de Israel
para pelear por su pueblo (5:4–5). Si bien el poema hace hincapié en quiénes hicieron acto
de presencia, no los incluye entre los combatientes. Los que pelearon fueron los reyes de
Canaán por un lado (5:19) y las estrellas y el torrente de Cisón por el otro (5:20–21). En la
poesía de aquel tiempo, se hablaba figuradamente de las estrellas como fuente de lluvia. De
manera que el Señor usó la lluvia como su arma. Destruyó a los cananeos mediante una
tormenta que causó una creciente en el torrente. El agua impetuosa arrastró a los cananeos e
hizo inútiles sus carros de caballos. En la maldición del v. 23, Meroz es criticado no por
desamparar a Israel, sino por no apoyar a Jehová. En última instancia, la batalla fue de él,
no de los valientes israelitas.

Dios Todopoderoso + Personas Valientes = Victoria

¡PENSEMOS!

¿Dios pelea las batallas de usted? ¿Él siempre apoya nuestros esfuerzos
atrevidos? ¿Cómo puede usted obtener el apoyo divino? ¿Cómo puede saber
cuándo debe arriesgarse, y cuándo debe ser cauteloso?

4
Un Libertador en la Escuela de
Dios
Jueces 6:1–7:25

“No puedo”. Es lo que pensamos cuando se nos presentan algunas oportunidades para
servir a Dios. Tal vez tengamos razón. Quizá necesitamos mejor capacitación. A la par de
la orientación que otros cristianos nos puedan proporcionar, todos recibimos una educación
paralela y constante del Maestro divino. En esta lección veremos algunos de los elementos
que constituyen su programa, diseñados para prepararnos a servirlo en responsabilidades
cadá vez mayores.

APOSTASÍA, OPRESIÓN Y CLAMOR 6:1–10

Israel tenía la necesidad apremiante de contar con un gran líder. Otra vez habían
abandonado a Jehová por adorar a los dioses de Canaán (6:1, 25), y él había enviado contra
ellos a Madián, a los amalecitas y a los hijos del oriente (6:1b, 3). Los madianitas eran
nómadas a quienes encontramos mencionados en Éxodo donde dice que vivían al sur de
Israel en la península de Sinaí (Éxodo 2:15), y en Números dice que habitaban cerca de
Moab (Números 22:4, 7; 25:6, 15–18; 31:1–8).
También eran nómadas los otros dos pueblos opresores. Los amalecitas usualmente se
encontraban al sur de Judá y al oriente del río Jordán. “Hijos del oriente” era un nombre
general dado a las tribus del desierto que estaban al este de Israel.
Estos pueblos invadían a Israel como una plaga de lagostas cada año en la época de la
cosecha (6:3). Consumían, robaban y destruían todo lo que hallaban a su paso (6:4–5). Su
arma especial eran los camellos (6:5; 7:12). Esta es la historia más antigua que se conoce
que menciona que se usaban gran número de camellos para combatir en la guerra.
Las invasiones llenaban de temor a los israelitas, a tal grado que algunos dejaban sus
casas para vivir en las cuevas de las montañas (6:2). Después de siete años de saqueos
(6:1), quedaron en profunda pobreza (6:6). Esta situación desesperante por fin los llevó a
arrepentirse y clamar a Jehová pidiendo socorro (6:6b).
Sin embargo, en vez de un libertador, Dios les envió un profeta (6:7–8). Y éste, a
diferencia de la profetisa Débora, no les proveyó un libertador (comp. 4:4–6). Más bien,
hizo como el ángel de Jehová, que en 2:1–3, les acusó de no cumplir su parte del pacto con
el Señor (6:8–10).
Israel, pues, necesitaba un líder que restaurara la relación con Dios y dirigiera al pueblo
en su lucha por la liberación. Ese adalid resultó ser Gedeón, quien con 300 hombres
derrotaría al ejército madianita de más de 135,000 (comp. 7:7; 8:10). Con razón se le
recuerda como un hombre de fe y gran valor.
Sin embargo, al principio Gedeón no estaba preparado para asumir una tarea tan grande.
Jamás se imaginó que él sería escogido para semejante papel. Para poder cumplir con su
cometido, tuvo que pasar primero por el programa de capacitación divino.

EL LIBERTADOR ESCOGIDO POR DIOS 6:11–16

La acusación del profeta (6:8–10) no había dado al pueblo mucha esperanza de


liberación. Sin embargo, el Altísimo no había abandonado a su hijo descarriado. El ángel de
Jehová, que era la manifestación visible de Dios en el Antiguo Testamento, buscó a Gedeón
para llamarlo a ser el libertador del pueblo.
En ese momento, se encontraba aporreando (traducción literal del vocablo hebreo
vertido como “sacudiendo”) con un palo o látigo, el trigo en el lagar (6:11). Ese no era ni el
método ni el lugar acostumbrado para desgranar. Normalmente, esto se hacía en la era, una
extensión plana de tierra dura o en las rocas. Se pasaba por encima de la mies con bueyes
(Miqueas 4:13) y trillos (Isaías 41:15) para separar el grano de la cáscara y la paja, y luego
se tiraba todo al aire para que el viento arrastrara la basura (Isaías 41:16). La razón de que
Gedeón tuviera que usar ese método mucho más lento y arduo, era con el fin de esconder el
trigo de los madianitas.
El ángel de Jehová llegó como si fuera un viajero, portando una vara en la mano (6:21)
y se sentó debajo de la encina, aparentemente para descansar a su sombra (6:11). Saludó a
Gedeón diciendo: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (6:12). De mal humor,
el hijo de Joás refutó su dicho. Protestó diciendo que Jehová no estaba con Israel (6:13), y
negó que él fuera esforzado y valiente (6:15).
Quizá el ángel habló con un dejo de ironía al llamarlo “varón esforzado y valiente”
(6:12), y al decir “vé con esta tu fuerza y salvarás a Israel de la mano de los madianitas”
(6:14). Es evidente que escondido como estaba en el lagar por temor de los madianitas,
Gedeón no parecía ser un guerrero poderoso. Sin embargo, el Creador sabía que él había
puesto en el futuro juez capacidades que ni éste mismo conocía.
Ahora bien, esas capacidades en sí eran insuficientes para salvar a Israel. La razón de su
protesta (v. 15) es que Gedeón reconocía eso. Como varios otros líderes destacados de la
historia de Israel, el israelita respondió al llamado divino con humildad y dudas acerca de sí
mismo y su posición social (ver Éxodo 3:1–4:23; 1 Samuel 9:21; Isaías 6:5; Jeremías 1:6).
Las capacidades de Gedeón podrían desarrollarse gracias a que la otra parte del saludo
era cierta: Dios estaría con él (6:12). Él lo enviaba (6:14), y él sería quien le permitiera
propinar a los madianitas un golpe mortal, de manera que cayeran todos juntos, como un
solo hombre (6:16).
Capacidades + Poder de = Proezas en
Dadas Por Dios en el servicio
Dios nosotros a Dios

¡PENSEMOS!

¿A quién culpaba Dios de los problemas de Israel (6:8–10)? ¿A quién culpaba


Gedeón? (6:13) ¿A quién culpa usted de sus problemas? ¿Por qué Jehová
escogería una persona de baja posición social (6:15) para ser libertador de
Israel? ¿Por qué elegiría a una persona con tantas dudas y quejas contra Dios?
(6:13) ¿Qué clase de persona escoge el Señor hoy para servirlo? ¿Podría ser
usted?

¿Qué capacidades veía Dios en Gedeón? ¿Alguna vez ha descubierto que tiene
una capacidad que antes ignoraba? ¿Cómo la descubrió? ¿Cómo puede
averiguar si tiene otras habilidades escondidas?

EL LIBERTADOR SE PREPARA EN LA ESCUELA DE DIOS


6:17–7:15

Jehová no envió desde luego al libertador a la tarea para la cual lo había llamado. Como
el Creador sabía, el hijo de Joás tenía madera de líder militar, y por supuesto a Dios no le
faltaba poder para librar a Israel. Sin embargo, para bien de su siervo, y para su propia
gloria, primero hizo a Gedeón pasar por una capacitación.

Mediante señales 6:17–24, 33–40; 7:9–15


“¿No te envío yo?” (6:14). “Ciertamente yo estaré contigo” (6:16). Estas expresiones
del ángel de Jehová, y tal vez también la manera en que miraba a Gedeón (6:14), indicaron
a éste que el “viajero” era algo más que un hombre común y corriente. Para confirmar la
conclusión a la cual estaba llegando, le pidió una señal de que era en efecto el ángel de
Jehová (6:17, “señal que tú has hablado conmigo”; ver el v. 22).
Esta petición se le concedió. El ángel de Jehová esperó pacientemente mientras Gedeón
le preparaba comida (6:18–20). Luego hizo salir fuego de la punta de su vara, el cual
consumió los alimentos (6:21) aunque estaban mojados con el caldo (6:20). Mientras las
llamas todavía quemaban la carne y los panes, el ángel de Jehová desapareció (6:21). Estas
maravillas convencieron a Gedeón de que había hablado con Dios mismo (6:22; comp.
13:20–22).
Sin embargo, cuando los madianitas volvieron a invadir Israel (6:33) y el nuevo
caudillo había ya convocado a un ejército de las tribus del norte (6:34–35), comenzó a
dudar. Pidió la famosa señal del vellón de lana (6:37). Su propósito no era averiguar la
voluntad de Dios. Ya sabía que Dios lo había llamado a pelear contra los opresores. Su
duda más bien consistía en saber si el Señor iba a ser fiel a su promesa (ver la frase “como
has dicho” en 6:36–37).
El Santo de Israel no tenía ninguna obligación de conceder esta petición hasta cierto
punto ofensiva. Sin embargo, lo hizo por su gran misericordia para Israel y su siervo (6:38).
Pero, ¡Gedeón todavía no estaba satisfecho! Probablemente razonó que la dura era
podría haberse secado más rápido que el vellón. Volvió, pues, a probar a Dios, rogándole
hacer la señal al revés (6:39). Hasta él reconocía la impertinencia de su petición (6:39),
pero de nuevo el Señor se la otorgó (6:40).
Con todo esto, Gedeón seguía abrigando dudas. La noche siguiente, Jehová le ofreció
una señal más (7:9–11). Cuando el temeroso líder oyó el sueño del madianita (7:13) y la
interpretación de su compañero (7:14), tuvo la seguridad de que Dios le iba a dar la victoria
(7:15).

¡PENSEMOS!

¿Le ha dado Dios una señal milagrosa alguna vez? ¿Qué fue? ¿Para qué se le
daría? ¿Cómo debe afectar su vida ahora?

¿Recibió Gedeón sus señales porque su fe era fuerte, o débil? ¿Recibir señales
hoy día es resultado de una fe fuerte, o débil?

¿Debería Gedeón pedir tantas señales? ¿Debemos pedir señales hoy día? Si las
pedimos, ¿Nos las dará Dios?

Mediante tareas graduadas 6:22–32


Antes de enviarlo a liberar a Israel, Dios encomendó a Gedeón una tarea previa. Fue
difícil, pero no tan difícil como la liberación en sí.
La tarea consistió en derribar el altar de Baal que pertenecía a su padre, cortar la imagen
de Asera, edificar altar a Jehová, y ofrecerle un sacrificio usando como leña la madera de la
imagen de Asera (6:25–26).
Por temor a sus semejantes, Gedeón realizó la tarea de noche (6:27), pero por lo menos
la llevó a cabo. La reacción inmediata de sus conciudadanos demostró que sus temores no
estaban infundados. Cuando supieron lo que había pasado (6:28) y quién lo había hecho
(6:29), trataron de matarlo (6:30).
Obligado a escoger entre su dios y su hijo, Joás persuadió a los vecinos a que dejaran la
venganza en manos de Baal (6:31). Al salir ileso de ese trance, el tímido Gedeón fue
fortalecido en su fe para la misión más grande que le esperaba. A la vez, cobró fama como
paladín de Jehová contra Baal (6:32). Viendo que éste dios falso no pudo hacerle nada, los
israelitas seguramente dudaron de él y transfirieron su fe al Dios verdadero.

¡PENSEMOS!

¿Qué cosa “demasiado difícil” quisiera usted hacer para Dios? ¿Cuáles serían
algunas tareas menos difíciles que puede hacer para prepararse para ese reto
mayor?

Mediante pruebas 7:1–8


Después de la doble señal del vellón (6:36–40), Jehová probó la fe de Gedeón al reducir
su ejército. Al caudillo israelita le había parecido muy difícil que sus 32,000 milicianos
pudieran enfrentar a los 135,000 madianitas (ver 8:10). Cuando 22,000 de sus efectivos
volvieron a casa (7:1–3), su fe fue puesta a prueba al máximo. Después que Jehová eliminó
a todos los demás, excepto a 300 (7:4–8), era absolutamente absurdo pensar que Gedeón
pudiera vencer al enemigo.
Sin embargo, como ya hemos visto, antes de estas pruebas Dios había concedido a
Gedeón señales impresionantes (6:17–21, 36–40) y posteriormente le dio otra (7:9–15). De
manera que la fe del adalid israelita pasó por un proceso de estira y afloja.

PROPÓSITO DE DIOS
1. Señales
2. Tareas graduadas
3. Pruebas

¡PENSEMOS!

¿Qué pruebas le ha enviado Dios a usted? ¿Qué ha aprendido a través de ellas?


¿Está sufriendo una prueba ahora? ¿Qué beneficio le podría traer? ¿Cómo
pueden las pruebas prepararle para servir mejor al Señor?
EL LIBERTADOR SE GRADÚA CON HONORES (7:16–25)

La combinación de señales, pruebas y tareas graduadas fortaleció la fe de Gedeón de tal


manera que entró en la batalla plenamente convencido de que Dios le daría la victoria
(7:15). Por cierto, utilizó una estrategia muy acertada para engañar a los madianitas (7:16–
19). Sin embargo, para que su estrategia tuviera éxito se requería que el enemigo creyera
(a) que detrás de cada antorcha y trompeta había toda una compañía de milicianos (7:20) y
(b) que los israelitas ya habían penetrado en el campamento madianita (7:21–22a). Por
supuesto, sólo Jehová podía garantizar que esa confusión tendría éxito y que como
resultado, vendría una contundente victoria para los israelitas (7:22b–25).

¡PENSEMOS!

¿El hecho de que Gedeón utilizara una estrategia implica que le faltaba fe?
¿Debemos emplear estrategias y planificación para servir a Dios hoy, o es
mejor confiar en él con sencillez?

5
De tal Palo, peor Astilla
Jueces 8:1–9:57

“El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. La primera parte de


este refrán se cumplió con Gedeón (Jueces 8), y la segunda, con Abimelec, uno de sus hijos
(Jueces 9).

HUMILDAD Y NOBLEZA DE GEDEÓN 8:1–3


Cuando los madianitas huyeron, Gedeón convocó a las tribus del norte para que
ayudaran en la persecución (7:23–24). Desde el valle de Jezreel (ver 6:33), los opresores
iban en retirada hacia el sureste. El libertador llamó a Efraín a tomar los vados del Jordán
para así cerrar el paso al enemigo (7:24a).
Los efrateos respondieron (7:24b) y lograron capturar y ejecutar a dos jefes de los
madianitas (7:25a). Orgullosos de su hazaña, llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a
Gedeón, que estaba al lado oriental del Jordán (7:25b).
Juntamente con sus trofeos sangrientos, presentaron un fuerte reclamo (8:1). Efraín era
la tribu más fuerte del norte de Israel, y estaba muy celosa de su preeminencia. Una vez que
Gedeón había logrado lo que ellos no pudieron o no se atrevieron a hacer, protestaron por
no haber sido convocados a la lucha. Les dolía que la gloria de la victoria fuera para
Manasés, la tribu de Gedeón, y para su clan, Abiezer (comp. 6:11, 34).
¿Acaso Efraín necesitaba una invitación para pelear contra los madianitas? En vez de
criticar al libertador, debían agradecerle los riesgos que corrió por ellos. Lo más natural
para Gedeón habría sido defenderse, así como haría Jefté en circunstancias muy similares
(ver 12:1–3).
Sin embargo, el héroe noblemente sacrificó sus propios derechos en aras de la paz.
Empleando una figura de la vinicultura, magnificó lo que Efraín había logrado y minimizó
su propia actuación (8:2–3a). La vendimia es la plena cosecha de la uva (comp. 9:27); el
rebusco consistía en recoger el poco fruto que queda después de levantarla (ver
Deuteronomio 24:21; Miqueas 7:1). Fue en esta etapa que Efraín “cosechó” a Oreb y Zeeb
(7:24–25). Gedeón adujo que esta hazaña era mayor que todo lo que él y su clan habían
logrado durante la batalla misma. Esta “blanda respuesta” quitó la ira de los efrateos (8:3b;
comp. Proverbios 15:1).

¡PENSEMOS!

¿Cómo responde usted cuando alguien le hace un reclamo infundado, como el


que Efraín hizo a Gedeón? ¿Debemos siempre ceder ante tales quejas?
¿Cuándo debemos ceder? ¿Qué se logra cediendo? ¿Cuándo no debemos
ceder? ¿Qué se logra no cediendo?

Al fin de cuentas, quién recibió más honra, ¿la tribu que buscaba su propia
gloria, o el líder que estuvo dispuesto a sacrificar la suya? ¿Ha conocido usted
algún caso semejante? ¿Qué lección aprende usted de esto?
PREPOTENCIA DE GEDEÓN 8:4–32

Con Sucot y Peniel 8:4–9, 13–17


Después de incluir el incidente con Efraín, el autor retoma la narración y sigue
hablando de la persecución a los madianitas. Retrocede al momento en que Gedeón y su
banda de 300 hombres cruzan al lado oriental del río Jordán (8:4). Por supuesto que
llegaron cansados y hambrientos a la ciudad israelita de Sucot, que se encontraba en la
frontera entre Manasés y Gad (8:5).
Allí Gedeón pidió provisiones, pero los gobernantes de la ciudad se las negaron (8:5–6).
Habiendo visto a los madianitas cuando pasaron por allí, sabían que todavía eran muchos
más que el pequeño ejército israelita (ver 8:10). Se rehusaron a darles comida por temor a
sufrir represalias de los madianitas.
Esta vez Gedeón no reaccionó con una respuesta blanda y humilde. Más bien, amenazó
con torturar a los dirigentes de Sucot cuando retornara victorioso (8:7). Les dijo que
arrastraría sobre ellos las espinas grandes y duras del desierto, como se pasaba sobre la
mies con trillos provistos de puntas de piedra o metal (Isaías 28:28; 41:15; ver la
explicación de 6:11 en el capítulo 4).
Casi lo mismo sucedió en Peniel, 8 kms. al sureste de Sucot, salvo que esta vez Gedeón
amenazó con derribar su torre (8:8–9), que era la fortaleza de la ciudadela interior de la
ciudad. Gedeón les dio a entender que ni en su último reducto estarían a salvo.
Hablaba en serio. El líder no regresó de derrotar a los madianitas con un espíritu
perdonador. Cuando llegó a Sucot, les echó en cara su renuencia a proveerle alimentos
(8:15). Obtuvo una lista de los 77 gobernantes (8:14) y los sometió a las torturas
prometidas (8:16). Luego pasó a Peniel, donde derribó la torre y mató a sus varones (8:17).
¿Se justificaban tales castigos? El autor de Jueces no nos de una respuesta directa. No
evalúa la conducta ni de Gedeón, ni de las dos ciudades, sino que nos deja a nosotros esa
tarea.
No cabe duda que Sucot y Peniel hicieron mal. Siendo ciudades israelitas, debieron
apoyar la lucha contra los opresores. Las victorias en el lado occidental del Jordán eran
evidencia suficiente de que Jehová estaba con Gedeón.
Sin embargo, ¿merecía torturas y matanza la incredulidad de estas dos ciudades? No
eran enemigos, sino hermanos pertenecientes al mismo pueblo de Dios. ¿En qué se basó
Gedeón para aplicar castigos tan drásticos? En la ley de Jehová no había nada escrito que
los justificara. El caudillo más bien hizo uso de su autoridad casi ilimitada como militar
triunfante. Actuó con base en su propio criterio y la ley del más fuerte.
Había olvidado que él mismo tenía muchas dudas cuando el ángel de Jehová lo llamó
(6:12–15), y que hubo necesidad de mostrarle una serie de señales milagrosas antes de que
estuviera dispuesto a lanzarse a la batalla (6:17–22, 36–40; 7:9–15). Dios no había
respondido a su falta de fe con castigos, sino con paciencia y misericordia. Debería haber
imitado más al Señor en su trato con las dos ciudades.

Con Zeba y Zalmuna 8:10–12, 18–21


Cuando Gedeón alcanzó a los madianitas, lanzó un ataque sorpresivo que resultó en otra
victoria contundente (8:10–12). Sin embargo, esta vez la narración no menciona la
participación divina. Quien llenó de espanto al ejército enemigo no fue Jehová (8:12; comp.
7:22), sino el adalid humano. De hecho, en toda la sección de 8:4–32, sólo el v. 7 atribuye
alguna obra a Dios.
Los versículos 18–19 están llenos de sorpresas. Hasta esas alturas no se había
mencionado a los hombres ejecutados por los madianitas (8:18a). La manera en que
Gedeón se expresó acerca de sí mismo en 6:15 no da indicios de la revelación que hace
aquí diciendo que él tenía aspecto de príncipe (8:18b). Asimismo, desconocíamos el hecho
de que sus hermanos habían muerto a manos de los opresores (8:19a). Sólo así se entiende
que era la venganza personal la que lo motivaba a perseguir implacablemente a Zeba y
Zalmuna. Además, torturó y mató a los de Sucot y Peniel por no apoyarlo en esa venganza.
Gedeón había personalizado el uso de su poder. Él mismo confesó que no ejecutaría a
los reyes madianitas si no hubieran matado a sus hermanos (8:19b). No le importaba tanto
cuántas injusticias habían cometido contra otras familias de Israel.
Gedeón ofreció a su hijo primogénito el honor de ajusticiar a los reyes (8:20a). Cuando
éste tuvo temor de hacerlo (8:20b), su padre acabó con los dos (8:21). Jeter nos hace
recordar al Gedeón humilde e inseguro de sí mismo de los capítulos 6 y 7. ¡Qué contraste
con el prepotente militar de 8:4–32!

¡PENSEMOS!

¿Sobre quiénes ejerce usted autoridad en el hogar? ¿En el trabajo? ¿En otras
esferas? ¿La ejerce según normas establecidas de antemano y claramente
conocidas, o sobre la marcha improvisa sus propias reglas al tratar los casos?
¿Utiliza la autoridad para castigar a aquellos que no apoyan sus proyectos?
¿La usa para vengarse de quienes le han hecho algún mal? ¿La usa para sus
propios intereses, los de su familia y los de sus amigos? ¿Cómo puede usted
evitar estos abusos en el ejercicio del poder?

Con Israel 8:22–32


Gedeón había llegado a ser sumamente popular, a tal grado que los israelitas le
invitaron a ser su rey y a establecer una dinastía (8:22a). Esto hicieron porque, según ellos,
él los había librado del enemigo (8:22b). Fue exactamente esta conclusión la que Dios
había intentado evitar (ver 7:2). Como resultado de la autosuficiencia del caudillo
mencionada en 8:4–21, el pueblo atribuyó a él la que era obra de Jehová.
Gedeón todavía tenía suficiente cordura y piedad para rechazar tal invitación (8:23).
Reconocía que Jehová era el verdadero libertador, y por lo tanto, tenía derecho de reinar
sobre Israel.
No obstante, pidió los zarcillos de oro del botín para hacer un efod (8:24–27). Este no
era un vestido de tela fina como el que se describe en Éxodo 28:5–14, pues aquel contenía
1,700 siclos de oro (8:26), o sea, unos 20–30 kgs. Probablemente era una especie de imagen
que representaba el ropaje de Jehová.
Gedeón no colocó el efod en el tabernáculo en Silo, sino en su ciudad (8:27).
Probablemente, como muchos gobernantes que han hecho obras religiosas con fines
políticos, Gedeón esperaba consolidar su poder a través del efod de oro (comp. 1 Reyes
12:26–30).
Sin duda, él también creía que el efod traería honra a Jehová. Sin embargo, como suele
suceder con los objetos cúlticos, el efod se convirtió en ídolo para Israel y para la familia
del libertador (8:27b).

¡PENSEMOS!

¿Qué objetos en nuestro medio se han convertido en ídolos aunque


supuestamente se utilizan para estimular la adoración a Dios? ¿Qué cosas o
actividades en nuestra iglesia pueden convertirse en ídolos? ¿En qué maneras
pueden el culto o las actividades de la iglesia ser usados para aumentar el
poder de alguien? ¿Cómo podemos evitar estos peligros?

Los versículos 29–32 resumen el resto de la vida de Gedeón. A pesar de su negativa del
v. 23, aparentemente ejerció autoridad sobre alguna parte de Israel, pues se esperaba que
sus hijos gobernaran después de su muerte (ver 9:2). Como los reyes, se casó con muchas
mujeres (8:30–31; comp. 2 Reyes 10:1). Según la costumbre del mundo antiguo, estos
matrimonios servían para concertar alianzas entre familias poderosas, (ver la influencia
política de la familia de la concubina en Siquem, 9:1–3; comp. 2 Samuel 3:3; 1 Reyes 3:1;
16:31; 2 Reyes 8:18, 26).
En fin, aunque Gedeón había rechazado la invitación de gobernar y después de él sus
hijos (8:22), sus acciones condujeron precisamente a ese resultado. ¿Será que el nombre
que él puso a Abimelec, “mi padre es rey” (8:31), expresaba su verdadero deseo?

PREPOTENCIA DE GEDEÓN
1. Torturó y mató a los que no le apoyaron (8:16–17).
2. Tomó venganzas personales (8:19).
3. Estableció un santuario ilegítimo (8:27).
4. Adoptó el estilo de vida de un rey (8:30–31).

¡PENSEMOS!

¿Ahora es usted más humilde que cuando era joven, o menos? ¿Ha podido
manejar el éxito y la autoridad sin ser prepotente? ¿Cómo se puede ejercer
autoridad sin ser autoritario? ¿Puede alguien volverse prepotente aun en el
servicio de Dios?

EGOÍSMO CRUEL DE ABIMELEC 8:33–9:57

La masacre de sus hermanos 8:33–9:21


Después de la muerte de Gedeón, Israel de nuevo se apartó de Dios (8:33–35). Sin
embargo, esta vez no se dio el ciclo completo, salvo en forma modificada. La opresión del
pueblo no fue de extranjeros, sino de un rey de Israel. Lo más cercano a un clamor es la
maldición de Jotam (9:20). En ese caso, Dios no levantó a un libertador; más bien, la
liberación vino gracias a la muerte “fortuita” de Abimelec.
Abimelec siguió los pasos del Gedeón prepotente de 8:4–32. No obstante, al hijo le
faltó lo que salvó al padre de convertirse en un monstruo: la fe en Jehová.
Dejando Ofra, la ciudad de su padre difunto, Abimelec se trasladó a Siquem, la ciudad
de su madre (9:1a). Se dirigió a ese lugar buscando respaldo para sus aspiraciones políticas
(9:1–2). Los siquemitas aceptaron apoyarlo, ya que sería un gobernante más autóctono que
los otros hijos de Gedeón (9:3). Le proporcionaron dinero del templo pagano para contratar
a asesinos (9:4), quienes, dirigidos por él, mataron a todos sus hermanos, excepto a Jotam
(9:4–5).
Jotam, el único sobreviviente, no tenía poder suficiente para vengar personalmente la
muerte de sus hermanos. Así que encomendó a Dios la venganza, utilizando una fábula
profética que pronunció ante los siquemitas cuando interrumpió el acto de ungimiento de
Abimelec como rey (9:6–7).
Según la fábula, los árboles buscaban rey (9:8a). Sin embargo, ninguno de los árboles
de renombre aceptó porque estaban demasiado ocupados en su servicio a Dios y a los
hombres (9:8b–13). Solamente la zarza quería reinar (9:14–15), pero no ofrecía ningún
beneficio a su pueblo. Para recompensar su fidelidad (la expresión traducida “en verdad”
significa “con lealtad”), la zarza prometió darles la protección de su sombra. ¡¿Cómo iban
los árboles a abrigarse bajo la sombra de la zarza?! Sin embargo, debían tomar muy en
serio la amenaza que les hizo. Como se encendía fácilmente (ver Éxodo 3:2–3; 22:6;
Salmos 118:12), la zarza podía poner en peligro a todo un bosque.
Los árboles representaban a los siquemitas, y Abimelec era el rey zarza. Ambos habían
demostrado ya su falta de lealtad, al matar a los hijos de su libertador Gedeón (9:16–19).
Seguro que esa infidelidad se manifestaría de nuevo. Jotam pronunció una maldición de
mutua destrucción entre el rey y sus súbditos (9:20), y luego huyó como exiliado político
(9:21).

Masacre de sus súbditos 9:22–57


En efecto, tres años después, los siquemitas traicionaron a su rey (9:22–25). La palabra
traducida como “se levantaron” en 9:23 literalmente significa “traicionaron”. Entre tanto,
éste había trasladado la sede de su gobierno a otra ciudad. Cuando Gaal llegó a Siquem,
fomentó aun más el descontento (9:26–27). Usando la demagogia como la que Abimelec
mismo había empleado, se propuso a sí mismo como cabecilla (comp. 9:28–29 con 9:2).
Cuando Abimelec supo de la rebelión (9:30–33), atacó en forma sorpresiva a Siquem
(9:34–38). Después, propinó una derrota contundente a Gaal (9:39–40), eliminándolo como
amenaza a su poder (9:41).
Sin embargo, siguió enfurecido por la traición de la ciudad. Al día siguiente, sorprendió
a los siquemitas con otro ataque. Esta vez atrapó a los ciudadanos indefensos fuera de los
muros y los mató sin compasión (9:42–44). Luego tomó la ciudad y exterminó a los que
estaban adentro (9:45). A los mil habitantes, incluyendo mujeres, que se refugiaron en la
fortaleza del templo (9:46), los quemó vivos (9:47–49). Estaba en el proceso de hacer lo
mismo en otra ciudad, cuando una mujer le lanzó a la cabeza, desde la azotea, la piedra
superior de un molino manual (9:50–53). El proyectil, de unos 30–45 cms. de diámetro y
5–8 cms. de espesor, le provocó la muerte instantánea (9:54), terminando así con el
conflicto (9:55).
En medio de toda esta injusticia, Dios estuvo impartiendo justicia. Al ejecutar la
maldición de Jotam, retribuyó tanto a Abimelec como a los siquemitas por su violencia
contra los hijos de Gedeón (9:23–24, 56–57).

Gedeón: humilde y Gedeón: prepotente Abimelec: egoísta y Usted ¿?


noble 8:1–3 8:4–32 cruel 8:33–9:57

¡PENSEMOS!

¿Usted ha pasado por encima de alguien para llegar al poder? ¿Para


mantenerse en él? ¿Se ha visto tentado a hacer semejante cosa? ¿En qué
sentido se cumplió en Siquem el dicho de que cada pueblo tiene el gobierno que
se merece? ¿Se cumple también en la ciudad donde usted vive? ¿En su nación?
¿En su iglesia?

Explique cómo Dios obró justicia en medio de y a través de las injusticias que
se narran en Jueces 9. ¿Obra justicia en medio de y a través de las injusticias
hoy día también? ¿Cuáles son algunos ejemplos?
6
Un Guerrero Moldeado por el
Mundo
Jueces 10:1–12:15

Recuerde el mundo en que usted creció. ¿Qué cambios ha habido de entonces para acá?
¿En qué aspectos está peor? ¿Cómo le han afectado los cambios negativos? ¿Cuáles ha
resistido? ¿Cuáles ha ignorado? ¿A cuáles se ha conformado?

APOSTASÍA, OPRESIÓN Y CLAMOR 10:6–16

Este período de apostasía se explica con más detalle que los anteriores (10:6). El autor
enumera siete grupos de dioses, sugiriendo que la infidelidad de Israel a Jehová era total.
Todos estos ídolos eran de las naciones vecinas. El pueblo de Dios estaba siendo moldeado
por el mundo que lo rodeaba.

¡PENSEMOS!

¿Cuáles son los “dioses” del mundo que le rodea? ¿De alguna manera los sirve
usted?

El Señor castigó a su pueblo por medio de dos naciones cuyos dioses seguía el pueblo
de Israel. Desde el occidente atacaron los filisteos, y los amonitas desde el oriente (10:7). El
autor narra primero la opresión de éstos últimos (10:8–12:7), y luego la de los primeros
(13:1–16:31).
Los amonitas afligieron más a las tribus que estaban al este del Jordán (10:8), pero
también incursionaron en el otro lado del río (10:9). El inicio del v. 8 y la conclusión del v.
9 resaltan la angustia de los oprimidos.
Esta vez también se explica con más amplitud el grito de auxilio del pueblo. Incluye no
sólo la súplica pidiendo liberación, sino también la confesión del pecado y el
reconocimiento de que Jehová era Dios de Israel (10:10).
Sin embargo, el Señor respondió con una dura reprensión. Les trajo a colación siete de
sus actos liberadores del pasado para subrayar que él había sido completamente fiel (10:11–
12), pero en cada ocasión, los israelitas le habían pagado con deslealtad (10:13a). Concluyó
anunciando que no les salvaría más (10:13b) y encomendándoles con ironía a sus dioses
falsos (10:14).

SIETE SIETE SIETE SIETE


OPRESIONES → CLAMORES → LIBERACIONES→ IDOLATRÍAS
(10:11–12) (10:12) (10:12) (10:6, 13)

No obstante, Israel reconocía que Jehová era su única esperanza. Repitieron su


confesión de pecado, se sometieron a la voluntad divina, siguieron clamando por su
liberación (10:15), e hicieron “frutos dignos de arrepentimiento” (10:16a; ver Mateo 3:8).

¡PENSEMOS!

¿Israel cambió su conducta antes de la liberación, o después? (10:16) ¿Debe


usted cambiar la suya antes de que Dios le libre de un problema, o prometerle
que cambiará después de que lo socorra?

A pesar de la afirmación que se encuentra al final del v. 13, Jehová no resistía ver el
sufrimiento de su pueblo arrepentido. Si él hubiera tratado a Israel con justicia, tiempo atrás
ya lo habría abandonado. Sin embargo, lo había escogido por su gracia inmerecida y lo
amaba a pesar de su infidelidad.

¡PENSEMOS!

Después de cada clamor y liberación, Israel volvía al mismo pecado. ¿Hay


algún pecado que usted ha confesado muchas veces, pero que continúa
cometiendo? ¿Le seguirá perdonando Dios? Según Miqueas 7:18, ¿con qué
actitud perdonaba Dios a Israel? ¿Por qué tendría esa actitud? (Miqueas 7:19–
20) ¿Le perdonará a usted igualmente? ¿Qué relación tiene 1 Juan 1:9 con
Miqueas 7:18–20? ¿Perdona Dios aun cuando sus hijos no den frutos dignos de
arrepentimiento?
LA BÚSQUEDA DE PRESTIGIO 11:1–12:7

De refugiado a gobernante 11:1–10


En cierta ocasión, los amonitas invadieron a Galaad (10:17) como lo habían venido
haciendo periódicamente por 18 años (10:8–9). En el Antiguo Testamento, el nombre
Galaad se usa para referirse a varias partes de Transjordania, pero aquí se refiere a la región
delimitada por el río Jaboc en el norte, el Jordán en el oeste, el Arnón en el sur y Amón en
el oriente (11:13).
La milicia israelita salió al encuentro de los invasores, pero su ejército se hallaba
acéfalo (10:17–18). Por lo tanto, sus jefes acordaron que quien les librara de este trance
sería gobernante sobre todo Galaad. Sin embargo, nadie aprovechó esta oportunidad,
porque temían perder la vida a manos de los amonitas (comp. 1 Samuel 17:24–25).
En esa coyuntura, el autor introduce en la historia a Jefté. La descripción que hace de él
como “galaadita” y “esforzado y valeroso” (11:1) nos hace sospechar que era la persona
indicada para llenar el vacío de liderazgo. No obstante, vivía en el exilio. Había sido
desheredado por ser hijo de una prostituta (11:2), y aparentemente había sido amenazado
también por sus hermanos, ya que tuvo que huir a Tob, que estaba al oriente de Manasés y
al norte de Amón (11:3a). Allí se había hecho jefe de una banda de mercenarios (11:3b). La
palabra que se traduce como “ociosos” es la misma que se usa para referirse a los asesinos
contratados por Abimelec (9:4–5). Sería mejor verterla como “sin principios éticos”. Se
refiere a personas que se venden al mejor postor. “Salían” aquí es un modismo hebreo que
significa “salían a combatir” (comp. 2:15; 4:14; 5:4; 2 Samuel 11:1).
Después de la “interrupción” de 11:1–3, el autor retoma en 11:4 la narración donde la
dejó en 10:18. Como ningún militar había aceptado encabezar la lucha, los ancianos de
Galaad viajaron a Tob para reclutar al renombrado mercenario (11:5). Pensando conseguir
baratos sus servicios, no le ofrecieron el puesto de gobernante, sino sólo el de “jefe” (11:6).
El vocablo hebreo significa “jefe militar”.
Jefté no aceptó tan fácilmente. Más bien, los acusó de no haberle defendido contra sus
hermanos y de mostrarle amistad ahora solamente porque tenían necesidad de él (11:7). Tan
desesperados estaban los ancianos, que le dieron la razón y le ofrecieron el gobierno de los
galaaditas (11:8).
Habiendo sufrido antes por las maniobras de estos ancianos (11:7), Jefté ahora aclaró
con mucho cuidado que sería mandatario no solamente antes de la batalla, sino también al
terminarla (11:9). Los ancianos no tuvieron otra alternativa más que aceptar sus términos
(11:10).
El mercenario entonces viajó con ellos a Mizpa (11:11; comp. 10:17), donde la milicia
lo reconoció desde el principio tanto como su gobernante como su jefe militar (en el
contexto militar, la palabra “pueblo” muchas veces se refiere al pueblo armado, es decir, el
ejército).

DE MARGINADO A GOBERNANTE

11:1–3 11:5–14

Despreciado Buscado
Amenazado Aclamado
Desterrado Gobernante
Mercenario Jefe militar

¡PENSEMOS!

Compare 10:6–16 con 11:1–11 y haga una lista de las semejanzas que hay entre
la relación Jehová-israelitas y la relación Jefté-galaaditas. ¿Cuál será el
significado de estos paralelos? ¿Qué relación tendrán con 1 Juan 4:20–21?

¿Ha sido desechado usted por alguna mancha que hay en su familia o algún
otro defecto? ¿Cómo se siente al respecto? ¿Hasta qué grado quisiera ser
aceptado y honrado por los que le han marginado?

¿Conoce a alguien que esté en circunstancias similares? Cómo lo trata, ¿con


amor y justicia, o con desprecio, discriminándolo?

¿Cómo se sentirá esa persona? ¿Qué puede hacer usted para ayudarla?

Defensa diplomática 11:11–28


Primero, Jefté procuró resolver el problema con los amonitas por la vía diplomática.
Iniciando el diálogo a través de mensajeros, estrenó su autoridad hablando como si fuera
rey de Galaad. Preguntó a su homólogo amonita por qué había invadido su territorio
(11:12) y éste respondió diciendo que el territorio no era de Israel, sino de él (11:13).
Entonces, Jefté presentó una serie de argumentos para demostrar que no era cierto: (1)
Cuando Israel subió de Egipto, no tomó Galaad de los amonitas ni de los moabitas, sino de
los amorreos (11:15–22). (2) Israel tenía derecho de posesión sobre lo que Jehová le había
entregado (11:23–24). (3) Balac, que era rey de Moab cuando Israel tomó la tierra de los
amorreos, nunca la reclamó (11:25). (4) Israel había poseído Galaad por 300 años, sin
oposición alguna de parte de los amonitas (11:26).
Las frecuentes referencias a Moab en estos argumentos sugieren que los amonitas
habían dominado a los moabitas también en esa época, e hipócritamente presentaron su
reclamo en nombre de ese pueblo subyugado por ellos. Jefté concluyó protestando una vez
más la invasión, y encomendando la disputa a Jehová, el juez justo (11:27).
El rey de los amonitas no prestó atención a este discurso (11:28). Al fin y al cabo, no
buscaba hacer justicia, sino apoderarse de la tierra. Seguramente Jefté sabía esto. Expuso
sus argumentos más que nada para animar a su propio pueblo y para demostrar la justicia de
su caso ante el único Juez justo.

Triunfo a toda costa 11:29–40; 12:7


El magistrado divino decidió a favor de Jefté e Israel. Envió su Espíritu sobre el
caudillo, quien luego atravesó Galaad y Manasés reclutando más efectivos (11:29). A la
hora de la confrontación, Jehová le concedió no solamente expulsar al opresor, sino
también conquistar una veintena de sus ciudades (11:32–33).
Sin embargo, ¡antes de entrar en el conflicto Jefté intentó sobornar al Juez de los cielos!
Desesperadamente deseaba retener su nueva autoridad y fama en Galaad, y reconocía que
para eso era necesario que Dios le diera la victoria en la batalla (ver 11:9). Así que juró
pagarle el triunfo ofreciendo en holocausto a cualquier persona o animal que saliera de su
casa a recibirlo cuando regresara (11:30–31; el ganado se albergaba en las casas). Para
agregar peso a su voto, dijo que estaba dispuesto a arriesgar hasta a su propia hija. Sólo así,
pensaba él, podría estar seguro del apoyo divino.
En efecto, fue su hija quien salió a su encuentro (11:34). La última parte del v. 34
recalca que ella era su única descendiente y los vv. 37–39 resaltan que ella tampoco tenía
hijos. De manera que el voto que había hecho demandaba a Jefté no sólo matar a su hija,
sino también quedar sin descendencia. En el mundo antiguo, esto era una tragedia
mayúscula, ya que quien muriera sin descendencia estaba en peligro de caer en el olvido (2
Samuel 18:18).
Pensando sólo en sí mismo, ¡Jefté echó la culpa de su dilema a su propia hija! (11:35a)
Según él, no podía retractarse (11:35b). ¿Por qué no? Temía que si no cumplía, Jehová le
quitaría el puesto de gobernante que había obtenido gracias a su voto. Para retener la fama,
respeto y poder en la misma sociedad que lo había rechazado, sacrificó a su única hija
(11:39).
Lo más triste es que Jefté no se dio cuenta de que Jehová de ninguna manera deseaba
los sacrificios humanos. Ignoraba que la ley de Moisés los había prohibido (Deuteronomio
12:31; 18:10). Su concepto de lo que Dios quería estaba distorsionado por las religiones de
las naciones vecinas (ver 10:6; Salmos 106:34–38), especialmente las de Moab (ver 2
Reyes 3:26–27) y Amón (comp. 1 Reyes 11:7, 33 con Levítico 18:21; 20:2–5; 2 Reyes
23:10; Jeremías 32:35). Dios había librado a Galaad no a causa del voto, sino por amor a su
pueblo (ver 10:16) y por ser un Juez justo.
El gobierno por el cual Jefté sacrificó a su hija duró seis cortos años (12:7). En todo el
libro de los Jueces, sólo el malvado rey Abimelec estuvo en el poder menos tiempo (9:22).

¡PENSEMOS!

¿En qué formas podemos sacrificar a nuestros hijos en nuestra búsqueda del
éxito? ¿Qué otros errores podemos cometer en nuestro afán de alcanzar
puestos de importancia y prestigio?

¿En qué maneras podemos sacrificar a nuestros hijos por entender mal lo que
Dios quiere que hagamos?
¿En qué maneras pueden los conceptos que están en boga en nuestro mundo
distorsionar nuestra adoración a Dios?

Una masacre entre hermanos 12:1–6


Después de la victoria espectacular de Jefté, la tribu de Efraín repitió la misma actitud
que había mostrado con Gedeón, aunque ahora incluyó una amenaza (12:1; comp. 8:1).
Jefté no respondió con el espíritu conciliatorio de Gedeón (ver 8:2–3), sino con el mismo
que empleó contra los amonitas: refutó su acusación (12:2–3; comp. 11:12–27) y luego los
venció en batalla (12:4–6; comp. 11:32–33).
El insulto de los efrateos (12:4b) inflamó las pasiones de los galaaditas a tal grado que
no se contentaron con expulsarlos de su territorio, sino que mataron a casi todos uno por
uno, como ganado que va al matadero (12:5–6). Dios no se menciona ni una sola vez en el
relato de esta lamentable guerra.

¡PENSEMOS!

¿Qué influencias paganas se ven en la conducta de la tribu de Efraín en este


episodio? ¿Qué influencias paganas se ven en la de Jefté y los galaaditas?
¿Cómo se manifiestan éstas en el mundo de usted?

¿Qué peligros de usar lenguaje abusivo se notan en este episodio? ¿Cómo ha


visto usted estos peligros en su propia experiencia?

¿Por qué Jefté se incluye entre los héroes de la fe en Hebreos 11:32? ¿Qué hay
de positivo en él que debemos imitar?

CINCO JUECES MENORES 10:1–5; 12:8–15

Tola (10:1–2), Jair (10:3–5), Ibzán (12:8–10), Elón (12:11–12) y Abdón (12:13–15) son
llamados jueces menores porque los informes sobre ellos son escuetos. De hecho, son tan
breves que nos preguntamos por qué se incluyen en el libro de los Jueces.
Una razón tal vez sea para que el número total de jueces que aparecen en el libro sea de
doce. Este número sugiere que ellos y su conducta representan a Israel.
Tola fue un libertador (10:1), pero Jair, Ibzán y Abdón parecen haber gobernado
durante épocas de paz y prosperidad (10:4; 12:9, 14). El número de sus hijos resalta la
tragedia de Jefté, que no tuvo descendencia y cuya historia está enmarcada por las de ellos.
El autor específicamente menciona las 30 hijas y 30 nueras de Ibzán (12:9), el juez que
sigue a Jefté; aparte de estos dos, el libro no menciona las hijas de ningún otro juez.
Dios no se menciona en estos párrafos. Esto tal vez sugiera que los jueces menores no
dependieron mucho de él. Con esta posibilidad concuerda el hecho de que Ibzán casó a sus
hijos con jóvenes de otros pueblos (12:9; comp. 3:6), seguramente para concertar alianzas
políticas (ver 2 Samuel 3:3; 1 Reyes 3:1; 16:31; 2 Reyes 8:18, 26).

LOS JUECES MENORES


1. Completan el número de 12 jueces.
2. El gran número de hijos que tuvieron resalta la tragedia de Jefté.
3. Uno fue libertador.
4. Tres fueron prósperos.
5. Uno casó a sus hijos con paganos.
6. Dios no se menciona en sus historias.

7
Un Joven Prometedor y sin
Compromiso
Jueces 13:1–14:19

El postre que ofrecían en la tienda se parecía mucho a uno que mi madre hacía. Yo tenía
años de no degustar el suculento manjar, pero por las apariencias, estaba seguro de que el
que estaba delante de mí sería igual de delicioso. No resistiendo más, lo compré y con
mucha expectativa tomé el primer bocado. ¡El sabor era completamente distinto! Imagine
mi desilusión. Una sensación semejante es la que nos deja la historia de Sansón.

APOSTASÍA Y OPRESIÓN 13:1

Esta última repetición del ciclo está incompleta. La apostasía se resume escuetamente
en 13:1a, pero ya se ha explicado en más detalle en 10:6. Esta vez, Jehová utilizó como
opresores a los filisteos (13:1b; 10:7). La opresión duró 40 años, dos veces más que
cualquiera otra mencionada en el libro, probablemente debido a la falta de arrepentimiento.
En efecto, el elemento del ciclo que hace falta es el clamor. De hecho, en ninguna parte
de los capítulos 13–16 vemos que los israelitas hayan buscado ser liberados. Sin embargo,
Dios les auxilió. Ahora nos percatamos de que el Señor ha socorrido a su pueblo a través
del libro no solamente porque se ha arrepentido, sino porque él lo había escogido y amado.

¡PENSEMOS!

¿Alguna vez le ha ayudado Dios a usted aun cuando no se haya arrepentido ni


confesado sus pecados? ¿Por qué lo haría?

UN JOVEN PROMETEDOR 13:2–25

El nacimiento de nuestro primer hijo tuvo algunas complicaciones, pero gracias a Dios,
no hubo nada que lamentar. Cuando mi suegro supo lo que había pasado, nos escribió
diciendo que Dios debía tener algún propósito especial para Natanael. En la Biblia se nos
relata la vida de varios niños que nacieron bajo circunstancias extraordinarias pero que
cuando crecieron jugaron un papel relavante en el plan de Dios. La historia de la
concepción y nacimiento de Sansón nos hace suponer lo mismo de él.

Anuncio angelical 13:2–23


La madre de Sansón siempre había sido estéril. En la Biblia se nos dice que Sara (madre
de Isaac), Rebeca (madre de Jacob y Esaú), Raquel (madre de José y Benjamín), Ana
(madre de Samuel) y Elisabet (madre de Juan el Bautista) también fueron estériles (Génesis
16:1–2; 17:15–19; 25:21; 30:1–2; 1 Samuel 1:2–20; Lucas 1:7).
A la mujer estéril se le apareció el ángel de Jehová para hacerle dos promesas
maravillosas: Tendría un hijo varón (13:3), y él comenzaría a salvar a Israel de los filisteos
(13:5). Los nacimientos de Isaac, Juan el Bautista y Jesús, también fueron anunciados por
un ángel (Génesis 18:9–15; Lucas 1:11–20, 26–38). Jesús, Jeremías, Juan el Bautista y
Pablo fueron llamados a su misión antes de nacer (Isaías 9:6–7; 49:1, 5–6; Mateo 1:21;
Lucas 1:31–33; Jeremías 1:5; Lucas 1:15–17; Gálatas 1:15).
Juntamente con las promesas vino una orden: Que el niño fuera nazareo a Dios toda su
vida, a partir del momento de su concepción (13:4–5, 7). La frase que se traduce como
“desde su nacimiento” (13:5, 7) es literalmente “desde el vientre”. Aquí significa “estando
aún en el vientre”, ya que la madre debía comenzar a guardar la dieta que el nazareato
exigía desde el momento en que el ángel de Jehová habló con ella (13:4).

¡PENSEMOS!
Gran parte del debate actual acerca del aborto gira en torno a la cuestión de si
el feto que está en el vientre de su madre es persona, o no. ¿Qué implica el
nazareato prenatal de Sansón para esta discusión? ¿Trató Dios a Sansón como
una persona antes de su nacimiento, o no?

El voto de nazareo consistía en apartarse del mundo en forma especial y dedicarse a


Dios por un tiempo (ver Números 6:1–21; Amós 2:12). Sin embargo, Sansón debía ser un
nazareo vitalicio, así como lo serían posteriormente Samuel (1 Samuel 1:11) y Juan el
Bautista (Lucas 1:15).
Sansón nació de mujer estéril, fue anunciado por el ángel de Jehová, llamado a
comenzar la liberación de Israel y apartado como nazareo vitalicio. Todo esto nos haría
esperar que aquél hijo iba a ser un héroe santo y exitoso en el servicio de Dios.

NACIMIENTOS EXTRAORDINARIOS
MENCIONADOS EN LA BIBLIA

De madre estéril Anuncio angelical Llamamiento prenatal Nazareo vitalicio

Isaac Isaac Sansón Sansón


Jacob Sansón Jeremías Samuel
José Juan Bautista Juan Bautista Juan Bautista
Sansón Jesús Pablo
Samuel
Juan Bautista

¡PENSEMOS!

Más que ningún otro juez, Sansón representa a Israel. ¿Qué madres estériles
hubo en las primeras generaciones de Israel? ¿Qué anuncio hubo acerca del
nacimiento de la nación? (Génesis 12:2; 13:16) ¿A qué fue llamada? (Génesis
12:3; Éxodo 19:6) ¿Para qué fue apartada? (Éxodo 19:5–6) ¿Vivió Israel a la
altura de su llamamiento, o decepcionó al Señor?

¿Qué paralelos hay entre el nacimiento de Sansón y la experiencia de usted


como cristiano? ¿Qué nacimiento extraordinario ha conocido usted? (Juan 3:3,
5–6; 1 Pedro 1:23) ¿A qué ha sido usted llamado? (1 Pedro 2:9) ¿Está viviendo
como es digno de la vocación con que fue llamado? (Efesios 4:1)

Seguramente que la madre de Sansón entendió la promesa: “comenzará a salvar a


Israel” (13:5) en el sentido de “encabezará la salvación de Israel” (ver la afirmación similar
de 10:18). Sin embargo, como veremos, el cumplimiento fue literal; el hijo apenas dio
inicio al proceso de liberación.

EL CICLO INCOMPLETO DE JUECES 13–16

La mujer buscó a su marido para contarle las buenas noticias (13:6–7). Identificó al
mensajero diciendo que era un profeta (13:6; ver la expresión “varón de Dios” en 1 Reyes
13), pero reconoció que había algo sobrenatural en él. Manoa entonces rogó al Señor que lo
enviara de nuevo para que los instruyera a ambos en cómo educar al niño (13:8).
En respuesta, el ángel de Dios apareció de nuevo a la señora (13:9), quien avisó a su
esposo (13:10). Este primero se cercioró de que era el mismo que había venido antes
(13:11), y luego pidió orientación sobre la educación del hijo (13:12). Sin embargo, el
mensajero divino se limitó a repetir las instrucciones sobre la dieta de la madre (13:13).
Más adelante veremos que los padres no supieron controlar a Sansón (ver 14:1–3). En su
sabiduría inescrutable, Dios no les reveló nada en esa ocasión para evitarles ese problema.
Manoa quería expresar su gratitud al “profeta” (13:15), pero éste le recomendó hacerlo
a Jehová (13:16). Cuando el danita le preguntó su nombre, a fin de honrarlo después del
nacimiento de su hijo (13:17), recibió otra respuesta evasiva, pero también una pista acerca
de su verdadera identidad (13:18). “Admirable” aquí significa “incomprensible para el ser
humano” (comp. Salmo 139:6, donde la palabra que se traduce como “maravilloso” es de la
misma raíz hebrea). La desaparición del ángel de Jehová en la llama del altar (13:19–20)
demostró que en efecto él era el Dios hacedor de lo incomprensible (13:21–22).
Manoa estaba seguro de que los dos morirían (13:22; comp. 6:22–23), pero su esposa
razonó mejor. Para ella no tenía sentido que Jehová aceptara su sacrificio y les anunciara
que iban a tener un hijo libertador, si desde el principio pensaba matarlos (13:23).

Nacimiento y crecimiento 13:24–25


Conforme a la promesa (13:3, 5, 7), la mujer estéril dio a luz un hijo varón (13:24). Lo
llamó Sansón, nombre que en hebreo se relaciona con la palabra “sol”. Ella deseaba que su
hijo fuera tan fuerte y próspero como ese astro (ver 5:31).
Cuando el niño fue creciendo, el Espíritu de Dios comenzó a manifestarse en él (13:25).
La última parte del v. 24, “y el niño creció, y Jehová lo bendijo”, se asemeja a 1 Samuel
2:26 (donde se refiere al profeta Samuel), y Lucas 2:40, 52 (acerca de Jesús). En
comparación con Otoniel, el hermano menor de Caleb (3:9), el zurdo Aod (3:15), el
extranjero Samgar (3:31), la mujer Débora (4:4), los temerosos Barac y Gedeón (4:8; 6:15;
7:10–11) y el hijo ilegítimo Jefté (11:1), Sansón parecía ser un libertador ideal. Sin
embargo, pronto nos desilusiona.

JUECES 13 JUECES 14

EXPECTATIVA DESILUSIÓN

¡PENSEMOS!

¿Qué dones y talentos le ha dado Dios? ¿Cómo los está usando? ¿Está
cumpliendo con la expectativa divina, o está decepcionando al Señor?

UN JOVEN SIN COMPROMISO 14:1–19

Noviazgo mal encaminado 14:1–7


Después de leer 13:25, suponemos que Sansón pronto comenzará a liberar a Israel (ver
13:5; comp. 3:10; 6:34–35; 11:29). Sin embargo, cuando descendió a los filisteos que
ocupaban Timnat (14:1a), no peleó contra ellos, sino que se enamoró de una de sus mujeres
(14:1b). Pidió a sus padres arreglar su matrimonio con ella (14:2). Aunque ellos quisieron
disuadirlo, él se empecinó en casarse con ella (14:3). Su razón era sencilla: “ella me
agrada”.
Para evitar la idolatría, la Ley de Moisés había prohibido los matrimonios con cananeos
(Éxodo 34:15–16; Deuteronomio 7:1–4). El peligro era igual con los filisteos. Sin embargo,
Jehová usaría el egoísmo pecaminoso de Sansón para librar a su pueblo de los opresores
(14:4). El pasaje dice que Dios era el único que buscaba ocasión para pelear con ellos.

¡PENSEMOS!
¿Qué peligros hay actualmente para un creyente que se enamora de una
persona inconversa? ¿Cómo se usa el argumento de “ella me agrada” para
justificar tales relaciones? ¿Justifica usted algún pecado en base a sus gustos?

¿Usa Dios todavía la desobediencia de sus hijos para llevar a cabo sus planes?
¿Puede usted citar algún ejemplo? ¿Cómo puede Dios, que es justo, usar el
pecado para sus fines?

A pesar de sus objeciones, los padres acompañaron a Sansón para arreglar el


matrimonio (14:5a, 7). En las viñas de Timnat (lugar inapropiado para un nazareo, comp.
13:14) y estando lejos de sus padres (ver 14:5b), Sansón se vio amenazado por un león
(14:5b). Sin embargo, se precipitó sobre él no la fiera, sino el Espíritu de Jehová, y Sansón
partió al animal vivo, como se hacía con los cabritos cocidos en los banquetes (14:6a).

Matrimonio malogrado 14:8–19


Durante el viaje para su boda, de nuevo Sansón se separó de sus padres (14:8a). Buscó
el cadáver del león y halló miel en él (14:8b). La recogió en sus manos, la comió y la
compartió con sus padres (14:9). Al tocar el cadáver y comer la miel inmunda, violó
prohibiciones que incluían a todos los israelitas (Levítico 11:27, 32–38) así como una orden
repetida en las tres versiones de las instrucciones del ángel de Jehová (13:4, 7, 14). Luego,
contaminó a sus padres también, sin que ellos se dieran cuenta (14:9b).
En Timnat, Sansón hizo un banquete de siete días como fiesta de boda (14:10a). En
hebreo “banquete” es literamente “fiesta de bebida”. Sin duda, habría mucho vino y sidra
en la fiesta, mismos que se ofrecieron de acuerdo a las costumbres de los filisteos (14:10b;
comp. la prohibición en 13:4, 7, 14).
En el primer día de la fiesta, Sansón apostó que sus compañeros filisteos no podrían
resolver un enigma dado por él (14:11–13). Lo expuso en un paralelismo poético (14:14a).
El “devorador” y “fuerte” era el león, y la “comida” y “dulzura”, la miel. Sin embargo, los
compañeros no sabían nada del león, y seguramente pensaban que el “fuerte” era Sansón.
Como no pudieron dar con la solución (14:14b), y como los vestidos serían caros
(comp. 2 Reyes 5:5), amenazaron a la novia, para que ella obtuviera el secreto de Sansón
(14:15). En vez de acudir a él para protección, ella lo manipuló, llorando, acusándolo de no
amarla y presionándole para sacarle la clave (14:16–17). El fuerte Sansón no pudo resistir
el llanto de su amada. El último día del banquete le reveló la respuesta, y ella la comunicó a
sus paisanos (14:17).
Justo antes de que terminara el día y Sansón entrara en la cámara nupcial con su esposa
para consumar el matrimonio, los fulisteos anunciaron la solución (14:18a). Para dar realce
a sus triunfo, plasmaron su respuesta en otro paralelismo poético. Para tener la última
palabra, Sansón respondió con un poemita más, insultando a su novia y dando a entender
que sabía cómo sus compañeros habían obtenido el secreto (14:18b).
El pasaje dice que descendió airado a Ascalón, ciudad filistea a 20 kms. de Timnat
(14:19a) donde, fortalecido por el Espíritu de Dios, mató a treinta varones y tomó sus
vestidos para pagar la apuesta. A través de los desvaríos de Sansón, Jehová comenzaba a
librar a Israel de sus opresores (ver v. 14:4; 13:5).
¡PENSEMOS!

¿Qué revela 14:12–19 acerca de la ética de los filisteos? ¿Qué nos dice acerca
de las debilidades de Sansón? ¿Se parece usted en algo a los filisteos? ¿A
Sansón?

¿Qué tácticas usó la novia para extraer a Sansón el secreto? (14:16–17)


¿Cuáles son algunos ejemplos del uso de esas tácticas entre las parejas de hoy
en día?

¿Qué problemas tuvo Sansón por querer casarse con una filistea? ¿En qué
problemas se puede meter un creyente que se casa con una persona
inconversa?

8
Venganza, Salvación, Mujeres y
Muerte
Jueces 14:20–16:31

VENGANZAS DE SANSÓN 14:20–15:17

Por el divorcio 14:20–15:5


Sansón había regresado a su casa furioso y sin consumar el matrimonio (14:18–19). Su
suegro decidió interpretar esto como divorcio (15:2) y casó a su hija con el filisteo que
había sido padrino de boda (14:20; la expresión que se traduce “al cual él había tratado
como su amigo” significa “el cual era su padrino de boda”).
Sansón no se dio cuenta de lo acontecido hasta que un día regresó para consumar su
matrimonio (15:1). El padre trató de calmar la ira del hombre que ya había matado a treinta
de sus paisanos, ofreciéndole a su hija menor (15:2), pero éste prefirió rectificar las cosas a
su manera (15:3). En una maniobra espectacular, empleó 300 chacales para quemar el trigo,
las viñas y los olivares de los filisteos (15:4–5; la palabra que se traduce “zorras” aquí
probablemente significa “chacales”).

Por la muerte de su esposa y suegro 15:6–8a


Los filisteos tomaron sus propias represalias, quemando a la ex esposa y al ex suegro de
Sansón (15:6). Tal vez creyeron que el incendio de sus campos justificaba quemar a las dos
personas, pero la Biblia nunca equipara el valor de la propiedad con el de la vida humana.
Sansón respondió con otra venganza (15:7), esta vez matando a muchos filisteos (15:8).
La frase “hirió cadera y muslo” es un modismo hebreo que denota una matanza grande.
En sus venganzas, Sansón actuó por motivos egoístas y hasta irracionales. ¿Acaso el
engaño de los filisteos para ganar la apuesta justificaba la matanza de treinta filisteos?
¿Justificaba el divorcio incendiar la cosecha? Después de la traición de su novia y su
suegro, ¿realmente sentía Sansón que debía vengar su muerte? ¿Era tan ingenuo como para
creer que los filisteos dejarían que él tomara la última venganza? (15:7)
Sin embargo, Jehová utilizó el espíritu vengativo y obstinado tanto de Sansón como de
los filisteos para iniciar la liberación de su pueblo (ver 13:5; 14:4).

En defensa propia 15:8b–17


Sansón se retiró a la peña de Etam en Judá (15:8b), pero los filisteos lo buscaron allí
(15:9) para darle “su merecido” (15:10). Los dos contrincantes decían que solamente se
estaban desquitando (15:10b, 11b).
En un círculo vicioso de venganzas y represalias, es difícil discernir quién tiene la
culpa. En realidad, ambas partes la tienen, y la única forma de romper el círculo es que una
perdone a la otra.
En vez de defender a Sansón, los varones de Judá lo acusaron de crearles problemas con
los opresores (15:11a) y luego lo entregaron a ellos atado (15:12–13). No reconocieron que
Jehová los estaba socorriendo a través de las locuras del danita. Éste, a diferencia de los
otros libertadores, no dirigía un ejército, sino que era una especie de Rambo, que peleaba
sólo para hacer justicia según su criterio personal. Ni él ni los israelitas buscaban la
liberación, solamente Dios la quería.

VENGANZAS Y REPRESALIAS
Nadie puede romper dos cuerdas nuevas (15:13b), pero cuando el Espíritu vino sobre
Sansón, no le ofrecieron ninguna resistencia (15:14). Después se armó con una quijada de
asno que las hienas habían dejado después de devorar el resto del cadáver (15:15a). Ese
hueso era demasiado duro y lleno de dientes para que esas fieras lo pudieran comer. Siendo
fresca, la quijada era bastante pesada y muy resistente, pero al tocarla, se contaminó el
nazareo (ver Levítico 11:27; Números 6:6–9).
Con esa quijada, ¡Sansón mató a 1,000 filisteos! (15:15b) Celebró su victoria con otro
poemita, en el cual cantó no a Jehová, sino a su arma y a sí mismo (15:16; comp. Habacuc
1:15–16). De manera semejante llamó al lugar Ramat-lehi “Colina de la Quijada”, en vez
de escoger un nombre que diera la honra a Dios.

¡PENSEMOS!

¿Está usted enredado en un círculo vicioso de venganzas y represalias con


alguien? ¿Qué acciones suyas han contribuido a esa situación? ¿Cómo puede
romper el círculo?

¿Es posible que Dios esté llevando a cabo su plan a través de las venganzas
violentas que suceden en su país? Explique su respuesta.

SALVACIÓN DE SANSÓN 15:18–20

Después de la lucha, Sansón quedó deshidratado, al punto de estar en peligro de morir


(15:18). En su debilidad, por fin reconoció que Jehová le había dado la victoria y que su
vida dependía de él. Como Israel, Sansón no clamó a Dios hasta que se encontró en un
aprieto, y así como el Señor en su misericordia liberaba a su pueblo, así también salvó al
indigno Sansón (15:19). Al bautizar el lugar “En-hacore” “Manantial del que clama”,
Sansón conmemoró su oración y la gracia divina manifestada en la respuesta.
Aparentemente, este encuentro con Dios es lo que convirtió al joven alocado en un
gobernante de Israel (15:20a).
¡PENSEMOS!

¿Le ha contestado Dios alguna oración desesperada aun cuando usted no le


haya estado tomando en cuenta? ¿Qué efecto tuvo esa respuesta divina en su
vida posteriormente? ¿Contesta Dios siempre semejantes oraciones?

LAS MUJERES DE SANSÓN 16:1–21

La ramera de Gaza 16:1–3


Probablemente durante los veinte años de su gobierno Sansón mantuvo un
comportamiento más o menos recto. Sin embargo, al final de ese período, volvió a las
andadas, así como Israel caía en la idolatría después de cada período de reposo. Al entrar en
la ciudad filistea de Gaza (16:1a), el danita menospreció la capacidad de sus enemigos de
hacerle daño. Al visitar a la ramera (16:1b), despreció su nazareato y al Dios Altísimo que
lo había ordenado (comp. 1 Corintios 6:15).
Cuando los filisteos se enteraron de su paradero, decidieron esperar para matarlo
cuando pudieran verlo (16:2). Además, pusieron una guardia en la puerta de la ciudad para
evitar que saliera.
En efecto, a medianoche, Sansón se levantó para irse (16:3a). Las puertas de las
ciudades tenían la altura de un edificio de dos pisos, y estaban llenas de clavos y cubiertas
de bronce para evitar que los enemigos fácilmente les prendieran fuego. ¡Cuál no sería el
asombro de los guardias cuando el israelita agarró la barra que servía de cerrojo y arrancó
de sus cimientos las dos hojas con sus postes! (16:3b) Por supuesto nadie se atrevió a atacar
al superhombre mientras él se marchaba tranquilamente. Después, llevó las puertas cerro
arriba y las trasladó 60 kms., desde la costa hasta la cumbre de un monte cerca de Hebrón.
Sin duda, el poder para realizar esta hazaña provino de Jehová. Sin embargo, el texto no
menciona al Espíritu de Dios (comp. 14:6, 19; 15:14). Sansón había vuelto a confiar en su
propia fuerza y a hacer lo que le venía en gana (ver 14:3, 7).

Dalila 16:4–21
Al enamorarse de Dalila (16:4), Sansón de nuevo mostró su insensatez con respecto a
las mujeres. Los gobernantes de las cinco principales ciudades filisteas (ver 3:3) ofrecieron
a ella una cantidad inmensa de plata, 5,500 siclos, para averiguar el secreto de dónde residía
la fuerza de su amante para poder dominarlo (16:5).
El terreno de Abraham en Macpela costó sólo 400 siclos de plata (Génesis 23:15–16); la
era de Arauna y sus bueyes, 50 siclos (2 Samuel 24:24); un esclavo, 30 siclos (Éxodo
21:32); y los servicios anuales del levita de Micaía, 10 siclos (17:10).
Su novia de Timnat La ramera de Gaza Dalila

Traicionó a Sansón (14:16–17) Vendió sus amores (16:1) Traicionó a Sansón (16:6–21)
Vendió sus amores (16:5, 18)

Cuando Dalila trató de sacarle a Sansón el secreto, él le contestó con dolo (16:6–7). La
frase que se traduce como “mimbres verdes” (16:7) significa “cuerdas de arco frescas”.
Estas cuerdas se hacían de tripas torcidas y tendones.
En una siguiente visita, Sansón permitió a Dalila atarlo con las cuerdas,
contaminándose así con las tripas frescas de animal (16:8; ver Levítico 11:27; Números
6:6–9). Cuando ella gritó que el enemigo atacaba, él fácilmente rompió las siete cuerdas
(16:9). Los filisteos escondidos en el cuarto se quedaron allí, de manera que Sansón supuso
que su amada solamente estaba jugando con él.
A pesar de los reproches (hipócritas) de ella (16:10, 13a), Sansón le mintió dos veces
más (16:11, 13b). Cada vez que ella hacía la prueba, él salía airoso (16:12, 14).
Por fin, Dalila acudió a las mismas tácticas que la novia de Timnat: le acusó de no
amarla, y lo presionó insistentemente (16:15–16; comp. 14:16–17). Sansón debía estar
prevenido por aquella experiencia, pero con las mujeres él era tan lerdo como Israel con los
ídolos. El hombre invencible en batalla sentía que iba a morir por la presión de su novia
(16:17b).
Su revelación a Dalila también lo es para nosotros (16:17). Por primera vez leemos que
su fuerza tenía que ver con su pelo. Aunque él había tenido en poco su nazareato, reconocía
que sin la señal más visible de su voto, perdería su potencia.
Así resultó. Cortado su pelo (16:18–19a), se debilitó, ya que Jehová, su verdadera
fuerza, se había apartado de él (16:19b–20). De manera semejante, Dios quitaba su
bendición cuando Israel perdía su identidad como pueblo suyo.
Los filisteos capturaron a Sansón, le cegaron, lo encadenaron y los pusieron a moler el
grano (16:21). Sin sus ojos, no podía seguir “viendo” a las damas que tanto le atraían
(comp. 14:1; 16:1). Su trabajo de molinero no era en sustitución de una bestia en un molino
grande. Ese tipo de molino no se inventó sino hasta el Siglo V a.C. Más bien, trabajaba con
un molino de mano, haciendo la labor que correspondía a una mujer (comp. 9:53; Éxodo
11:5). ¡Qué contraste entre la humillación de Sansón en Gaza y la gala que él había hecho
de su fuerza en esa misma ciudad! (ver v. 3)

¡PENSEMOS!

¿Tiene usted debilidad para el sexo opuesto? ¿Qué puede hacer para no caer
víctima de personas como Dalila?

¿Qué pistas dio Sansón a Dalila en 16:6–13 acerca del verdadero secreto de su
fuerza?
¿Por qué le daría esas pistas? ¿Qué peligro había en eso? ¿Corre usted de
alguna manera peligros semejantes?

MUERTE DE SANSÓN 16:22–31

Justo cuando parecía que todo había terminado para Sansón, el v. 22 sugiere lo
contrario.
Llegó un día de fiesta a Dagón, dios filisteo (16:23a; ver 1 Samuel 5:2–5). Primero los
cinco gobernantes (16:23b) y luego el pueblo (16:24) alabaron a Dagón por haberles
entregado a Sansón. Pidieron traerlo de la cárcel para burlarse de él (16:25). Parecía débil, a
tal grado que necesitaba apoyarse en las columnas del templo (16:26; la “casa” era la de
Dagón). El techo estaba sostenido por columnas de madera que descansaban sobre bases de
piedra.
La casa de Dagón estaba atestada de filisteos que se burlaban de Sansón (16:27). Jehová
había logrado colocar a su enviado donde podría hacer el daño máximo, no solamente a los
opresores, sino también a su dios falso.
En ese momento crítico, Sansón clamó por segunda vez a Jehová (16:28; comp. 15:18).
Todavía no pensaba en la liberación de Israel o en la gloria de Dios, sino siempre en la
venganza personal.
De repente el “anémico” israelita se apoyó sobre las dos columnas centrales de una
manera inesperada (16:29; comp. v. 26). El peso de los 3,000 espectadores en el piso alto
(v. 27) probablemente había desestabilizado el edificio. Sansón logró mover las columnas,
y toda la construcción se desplomó, seguramente matando a casi todos los que estaban
dentro (16:30).
Fue así como Jehová no sólo continuó con la liberación (13:5), sino que también
demostró que el verdadero Dios no era Dagón, sino él mismo. Las derrotas del pueblo de
Jehová no significan que él también estuviera vencido.

¡PENSEMOS!

¿Por qué Sansón se incluye entre los héroes de la fe de Hebreos 11:32? ¿En qué
momentos manifiesta su fe? ¿Cómo responde Jehová a su clamor? (15:18;
16:28) ¿Por qué le salva la vida la primera vez, pero no la segunda? ¿Qué
aprende usted de esto para su vida?

Haga una lista de las semejanzas entre Sansón e Israel. ¿Cuáles de esas
semejanzas se hallan en usted también?

¿Por qué Jehová escogería a un pícaro como Sansón como libertador? ¿Utiliza
a personas semejantes hoy también? ¿El hecho de que una persona tenga un
ministerio fructífero necesariamente implica que su vida agrada a Dios?

¿Qué le enseña la historia de Sansón acerca de la libertad de acción de Dios?


¿Acerca de su amor por su pueblo? ¿Acerca de su celo por su gloria?

9
Un Culto Corrupto
Jueces 17:1–18:31

Me reunía semanalmente con un grupo de personas no evangélicas para estudiar la


Biblia. Leían las Escrituras con una mente abierta y un espíritu hambriento. Cuando me uní
al grupo, varios de ellos ya confiaban en Cristo, y con el tiempo, otros tomaron el mismo
paso de fe. Puesto que algunos participaban en otro grupo religioso también, un día uno de
ellos me comentó que nuestro group había crecido espiritualmente mucho más que el otro.
Cuando le pregunté a qué se debía eso, me contestó: “En este grupo estudiamos la Biblia;
en el otro, no”.
En verdad la Palabra de Dios hace mella en nosotros. El otro lado de la moneda es que
la ignorancia de las Escrituras trae consecuencias funestas. Tal fue la experiencia de los
israelitas en Jueces 17 y 18.
Al igual que el prólogo (1:1–3:6), el epílogo de Jueces está compuesto de dos partes. La
primera relata el origen del santuario de Dan (17:1–18:31), y la otra, la guerra civil contra
Benjamín (19:1–21:25). Estos eventos acontecieron en la primeras generaciones del
período de los jueces (ver 18:30; 20:28), pero el autor los coloca al final del libro como
ejemplo mayúsculo de la infidelidad de Israel a Jehová.

EL SANTUARIO ILEGÍTIMO DE MICAÍA 17:1–13

La fundación 17:1–6
A la madre de Micaía alguien le había robado mucha plata (17:2a; acerca de los 1,100
siclos, ver la explicación de 16:5 en el capítulo 8). Como ella no sabía quién era el ladrón,
lo maldijo pidiendo que Dios lo castigara (17:2a; comp. Deuteronomio 27:24).
El culpable era Micaía (17:2b). No había temido a Jehová cuando robó a su madre, pero
la maldición le dio miedo. Su religión se había convertido en superstición, divorciada de las
exigencias éticas de la Ley de Moisés.
Por temor entonces, Micaía confesó su delito. Cuando su madre se dio cuenta de que
había maldecido a su propio hijo, trató de deshacer lo dicho con una bendición (17:2b).
Micaía ya había quebrantado dos de los Diez Mandamientos: el de honrar a su madre
(Éxodo 20:12), y el de no hurtar (Éxodo 20:15). En seguida, la madre violó otro. Cuando su
hijo le devolvió la plata, ella la consagró para hacer una imagen a Jehová (17:3–4; comp.
Éxodo 20:4). Micaía y su madre se consideraban adoradores de Jehová, pero les faltaba la
orientación de la palabra de Dios.
En el v. 4, la madre quebrantó todavía otro mandamiento. Había consagrado toda la
plata a Jehová para una imagen (17:3; el hebreo indica que se trataba de una imagen que
tenía dos partes, una de talla y la otra de fundición), pero entregó solamente 200 siclos al
fundidor (17:4). De manera que ella tomó en vano el nombre de Jehová (ver Éxodo 20:7) al
no cumplir su juramento a cabalidad (comp. Levítico 19:12; Números 30:2).
Micaía colocó la imagen en un santuario que tenía, juntamente con un efod y terafines
(17:4b–5a). La expresión que se traduce como “casa de dioses” puede también significar
“casa de Dios”. Para Micaía su santuario era de Jehová, pero para el autor del libro, era de
dioses falsos. La casa de Dios legítima estaba en Silo (ver 18:31). La Ley de Moisés no
autorizaba el establecimiento de un santuario sin que mediara una revelación especial de
Dios (ver Éxodo 20:24; Deuteronomio 12:5).
Micaía veía el efod como un medio de adorar a Dios, pero fácilmente se podía convertir
en un ídolo (ver la explicación de 8:27 en el capítulo 5). Los terafines eran imágenes
caseras que algunos israelitas usaban en la adoración a Jehová (comp. 1 Samuel 19:13, 16,
donde la palabra que se traduce como “estatua” es literalmente “terafín”; ver también Oseas
3:4). Sin embargo, se consideraban ídolos según 1 Samuel 15:23 (donde la palabra que se
traduce como “idolatría” literalmente significa “terafines”) y 2 Reyes 23:24.
Micaía instaló a uno de sus hijos como sacerdote de su santuario (17:5b), infringiendo
así todavía otra ley. Solamente los descendientes de Aarón tenían el derecho de ejercer el
sacerdocio (Números 3:10).

VIOLACIONES DE LA LEY DE
MOISÉS POR MICAÍA Y SU MADRE
1. Hurtar
2. Deshonrar a la madre
3. Hacer imagen
4. Tomar el nombre de Jehová en vano
5. Tener un santuario no autorizado
6. Poner un sacerdote ilegítimo

Por si acaso pensábamos que Micaía fue un caso excepcional, el autor aclara que en ese
tiempo “cada uno hacía lo que bien le parecía” (17:6). Como veremos en Jueces 18, toda la
tribu de Dan cometió errores similares a los de Micaía, y aún más graves.
Su sacerdote levítico 17:7–13
Entre tanto, un joven levita que vivía en Belén, salió de allí en búsqueda de una mejor
vida (17:7–8a). Viajando hacia el norte, llegó a la casa de Micaía (17:8). Este vivía en el
“monte de Efraín”, el cual no era una montaña, sino la región montañosa que se encontraba
en el centro de Israel, entre la frontera sur de Benjamín y la frontera norte de Manasés.
Cuando Micaía supo que el joven era levita, le ofreció empleo como guía religioso y
sacerdote de su santuario (17:9–10). Puesto que los levitas eran los maestros de la Ley de
Moisés (ver Deuteronomio 33:10), el joven debía rechazar la propuesta de Micaía y
enseñarle acerca de la adoración legítima, pero todo lo contrario, aceptó gustosamente la
seguridad económica que le ofrecía y la oportunidad de ejercer el sacerdocio (17:10b–12).
Micaía creía que con su santuario y con un levita por sacerdote, Jehovák tendría que
bendecirlo (17:13). No se daba cuenta de que no estaba cumpliendo con el culto que Dios
exigía. Como vemos adelante, el santuario y el sacerdote no le trajeron prosperidad. Al
contrario, fue despojado de sus bienes.

¡PENSEMOS!

Cuando Micaía y su madre quisieron agradar a Dios, no supieron cómo


hacerlo. ¿Usted conoce a alguien con ese mismo problema? ¿Qué errores
comete? ¿Por qué no sabe cómo agradar a Dios? ¿Cómo le puede ayudar
usted? ¿Cómo puede usted evitar caer en formas equivocadas de tratar de
agradar a Dios? ¿Cómo puede la iglesia evitarlo?

¿Quién era más culpable: Micaía, o el levita? ¿Por qué? ¿Qué aprende usted
para su vida de esto?

Micaía pensaba que Jehová tendría que bendecirlo por la forma en que lo
adoraba (ver 17:13). Si adoramos a Dios en la forma correcta, ¿nos tendrá que
bendecir?

EL SANTUARIO ILEGÍTIMO DE DAN 18:1–31

Su sacerdote levítico 18:1–26


Contactado (18:1–10). Entre tanto, los danitas todavía no habían logrado conquistar el
territorio que Jehová les había asignado (18:1b; ver 1:34–35). Por lo tanto, despacharon a
cinco espías para buscarles otro (18:1a, 2a).
Viajando hacia el norte, los cinco llegaron a la casa de Micaía (18:2b), que
aparentemente se encontraba cerca de una ruta principal. Los danitas hubieran pasado de
largo, pero cuando estaban a la par de la casa, oyeron y reconocieron la voz del levita
(18:3a). Se apartaron del camino para saludarlo y preguntarle qué hacía tan lejos de Belén
(18:3b). Él les explicó que Micaía le había contratado como sacerdote (18:4). El vocablo
que seha traducido como “tomado” literalmente significa “contratado”. Muestra que el
levita veía su sacerdocio como un empleo (no dijo “me ha consagrado”, ver 17:5, 12). Él
“consultó” a Jehová acerca de los danitas (18:5–6; para esto usaría los terafines, ver
Ezequiel 21:21; Zacarías 10:2), y les consiguió posada en la casa de Micaía (18:2b).
La mañana siguiente, los espías continuaron su viaje hasta llegar a Lais, 35 kms. al
norte del mar de Galilea o Cineret (18:7a). Vieron que la ciudad se podía conquistar
fácilmente, ya que no contaba con vigilancia ni tenía aliados cercanos (18:7b). Como los
sidonios (es decir, los fenicios), los de Lais vivían del comercio, y no acostumbraban salir a
la guerra.
Con base en lo que habían visto y el oráculo del levita, los espías regresaron a sus
compatriotas con un informe halagador (18:8–10). Les exhortaron a ir luego para tomar a
Lais y la tierra circundante.
Contratado (18:11–26). Así, las cosas, 600 guerreros danitas (18:11) con sus familias y
posesiones (ver v. 21) partieron de su tierra en dirección a Lais. Después de hacer escala al
occidente de Quiriat-jearim (18:12), llegaron a la región montañosa de Efraín (18:13a).
Cuando pasaban por la casa de Micaía, los cinco espías les informaron acerca del santuario,
concluyendo con: “mirad, por tanto, lo que habéis de hacer” (18:14). Lo que debían hacer
era destruir el santuario idolátrico, pero los espías tenían en mente algo muy distinto.
Entrando en la propiedad de Micaía, los cinco se dirigieron a la casa del levita para
saludarlo (18:15). Regresaron con él a la puerta de la propiedad, donde estaban los 600
expedicionarios (18:16). Mientras el joven estaba distraído saludando a éstos, los espías
subieron al santuario que se encontraba en la parte más elevada de la propiedad y quitaron
las dos partes de la imagen, el efod, y los terafines (18:17). Como Micaía, creían que si
obtenían los mejores objetos de culto, Dios los bendeciría, aunque lo hubieran conseguido
robando a un hermano israelita.
Cuando el levita cuestionó a los espías (18:18), le ofrecieron el sacerdocio de su tribu
(18:19). De nuevo, en vez de reprender la maldad, él se alegró por la oportunidad de un
ascenso (18:20a). Lejos de sonar la alarma, se hizo partícipe del robo, tomando los objetos
cúlticos y colocándose en medio de los danitas para mayor seguridad (18:20b).
Al retirarse, la tribu se preparó, esperando un ataque por la retaguardia (18:21).
Efectivamente, Micaía y sus vecinos los alcanzaron (18:22), pero los 600 guerreros
rechazaron su ataque respondiendo con amenazas de muerte (18:23–26).

¡PENSEMOS!

¿Qué motivó a Micaía a robar a su madre? ¿A tener un santuario y un


sacerdote? (Ver 17:13) ¿Qué motivó al levita a aceptar el sacerdocio de
Micaía? (17:10) ¿A aceptar el sacerdocio de Dan? (18:19) ¿Qué le motiva a
usted? ¿En qué es mejor su motivación que la de Micaía y el levita?

¿En qué consistió la ingratitud del levita hacia Micaía? (ver 17:11; 18:20) ¿La
que mostraron los danitas? (ver 18:2) ¿Ha sido usted desagradecido con
alguna persona?
Micaía ereía que el santuario y el sacerdote le traerían prosperidad (17:13).
¿Qué le trajeron en realidad? (18:24) ¿En qué maneras fue el levita un factor
para que se efectuara el despojo? (18:3a, 20) ¿En qué debía confiar Micaía
para prosperar? ¿En qué confía usted para prosperar?

¿Qué evidencias hay de que la religión de Micaía estaba desprovista de


principios éticos? (Ver 17:2) ¿La del levita? (Ver 17:11; 18:20) ¿La de los
danitas? (ver 18:17–25) ¿Hay evidencias de que la religión de usted también
está desprovista de principios éticos? ¿Qué evidencias hay de que la ética es
parte integral de su religión?

¿Qué relación hay entre el delito que Micaía cometió (17:2) y el del los danitas?
(18:17–24) ¿En qué sentido se manifiesta la justicia de Dios en esto?

Su fundación 18:27–31
Cuando los danitas llegaron a Lais, atacaron la ciudad indefensa, masacrando a los
habitantes y quemando los edificios (18:27–28a). Posteriormente la reconstruyeron
(18:28b), la bautizaron “Dan” (18:29) y establecieron allí un santuario al nombre de Jehová
(18:30). Sin embargo, la verdadera casa de Dios estaba en Silo (18:31). Así como en el caso
de Micaía, el santuario idolátrico no trajo la prosperidad esperada a Dan, sino que esa tribu
sufrió el cautiverio (18:30).
El autor ha guardado hasta el final una sorpresa más: ¡El joven levita era nieto de
Moisés! (18:30). Ahora entendemos por qué los espías danitas reconocieron su voz (18:3).
Ahora nos damos cuenta de que la decadencia que se relata en los capítulos 17–18 no fue
producto de siglos de desorden, sino que ocurrió al principio del período de los jueces
(comp. 2:7–11). Y ahora vemos que ni el nieto de Moisés mismo se mantuvo fiel a la ley.

MOISÉS
(dador de la Ley)

GERSÓN
(primogénito de Moisés, Éxodo 2:22)
JONATÁN

(nieto idólatra de Moisés)

¡PENSEMOS!
¿En qué sentido es Jonatán una evidencia de que la fe no se hereda, sino que
cada generación tiene que apropiársela? ¿Cómo puede usted ayudar a sus
hijos a tener una fe personal en Dios y que sean fieles a él?

¿Qué relación hay entre Proverbios 29:18a y los problemas de Jueces 17–18?

SIN PROFECÍA EL PUEBLO SE DESENFRENA;


MAS EL QUE GUARDA LA LEY ES
BIENAVENTURADO.
PROVERBIOS 29:18

10
Inhumanidad Humana
Jueces 19:1–21:25

En los albores del presente siglo, algunos teólogos liberales predijeron que éste sería “el
siglo cristiano” y que en él florecerían la justicia, la paz y la prosperidad en toda la tierra.
Ahora, después de los horrores que ocasionaron las dos querras mundiales, de la guerra fría,
de incontables conflictos sangrientos a menor escala, de los campos de concentración y de
las injusticias endémicas de toda clase, podemos ver cuán equivocados estaban aquellos
pseudo profetas. Subestimaban la profundidad de las raíces de la maldad que hay en el ser
humano. Esa misma depravación se manifiesta de sobra en los últimos tres capítulos de
Jueces.

VIOLACIÓN Y ASESINATO 19:1–30

Reconciliación en Belén 19:1–10a


Cierto levita y su concubina vivían en la región montañosa de Efraín (19:1; ver la
explicación de 17:8). Las concubinas no eran amantes, sino esposas, aunque no tenían todos
los derechos de ellas.
Así como hacía Israel en su relación con Jehová, la concubina fue infiel a su marido y
lo abandonó (19:2). La adúltera debía ser apedreada (ver Levítico 20:10; Deuteronomio
22:22), pero el levita, como hace Dios en su relación con su pueblo, la perdonó y viajó a
Belén para ganarla de nuevo (19:3; comp. Jeremías 3:1, 12–13; Oseas 3:1).
Tanta gratitud sentía el suegro hacia el levita, que lo racibió gozoso (19:4a) y lo agasajó
por cinco días (19:4–8b). Por la tarde del quinto día, el yerno al fin emprendió el viaje de
regreso juntamente con su concubina y su siervo (19:9–10b).

Ultraje en Gabaa 19:10b–30


Cuando llegaron a Jebús (antiguo nombre dado a Jerusalén), 10 kms. al norte, se
aproximaba el anochecer (19:11a). Sin embargo, el levita no quiso correr el riesgo de
pernoctar entre los extranjeros jebuseos (19:11–12a; ver 1:21). Por lo tanto, el trío continuó
su viaje, arribando frente a Gabaa de Benjamín cuando el sol se ponía (19:12b–14). Como a
esas horas se cerraban las puertas de las ciudades, y como viajar de noche era peligroso a
causa de las fieras y los bandidos, el religioso y sus compañeros pasaron para quedarse
dentro de los muros (19:15a).
En aquellos tiempos, no había mesones, sino que los habitantes de cada lugar ofrecían
hospedaje a los viajeros. Por eso, el trío se sentó en la plaza, pero nadie de Gabaa los
recogió (19:15b; la palabra que se traduce como “porque” aquí significa “pero”).
Por fin, un ancianito forastero les llevó a su casa (19:16–21). Todo indica que era de
recursos limitados. Como su familia no era de Gabaa, seguramente no tenía terrenos allí,
sino que tal vez trabajaba como jornalero (19:16), y eso a pesar de su edad avanzada. Sin
embargo, rechazó el ofrecimiento de las provisiones del levita (19:19–20), y recibió a los
tres calurosa y generosamente (19:21).
Todavía estaban disfrutando de las viandas cuando algunos maleantes comenzaron a
golpear la puerta con el propósito de atacar sexualmente al visitante (19:22; la palabra
“conozcamos” aquí tiene sentido sexual). En el mundo antiguo, el anfitrión tenía la
obligación de proteger al huésped a toda costa. Por eso el anciano se encaró con los
rufianes (19:23), y les ofreció a su hija y a la concubina del levita (19:24). Se dirigió a ellos
como “hermanos”, procurando ganar su simpatía (19:23). Esta palabra nos recuerda que
esos pervertidos no eran paganos, sino israelitas.
Nos parece chocante que el anfitrión haya ofrecido no solamente a su hija, sino también
a la concubina del huésped. Y nos disgusta aún más que el religioso haya aceptado para
salvar su propio pellejo (19:25a). No defendió a las mujeres, ni tampoco esperó para ver si
Dios lo iba a proteger como a Lot en circunstancias similares en Sodoma (ver Génesis
19:9–11).
Toda la noche los sátiros violaron a la pobre concubina desamparada (19:25b). Ella,
haciendo acopio de sus últimas fuerzas, volvió a la casa, donde se desmayó frente a la
puerta cerrada (19:26). El levita, entre tanto, ¡dormía tranquilamente! Cuando se levantó
por la mañana y salió de la casa, no fue para buscar a su amada, sino para continuar su viaje
(19:27a). Al encontrarla tendida delante de la puerta con las manos patéticamente
extendidas sobre el umbral (19:27b), le dirigió un insensible “Levántate y vámonos”
(19:28a).
HOSPITALIDAD

Ejemplos positivos Ejemplos negativos


1. El suegro (19:4–9) 1. Los ciudadanos de Gabaa (19:15, 18)

2. El forastero (19:20–21) 2. Los perversos de Gabaa (19:22–25)

¡PENSEMOS!

¿Qué hubo de bueno en la hospitalidad del suegro y del anciano? ¿Por qué los
de Gabaa no quisieron recoger a los tres viajeros? ¿En qué se asemeja la
hospitalidad de usted con la del suegro y del anciano? ¿Cómo se compara con
la actitud de los de Gabaa?

¿Por qué los perversos escogieron al viajero para su abuso? ¿Existe esta
actitud hacia algunas personas en su comunidad? ¿Cómo trata usted a esas
personas?

El levita llevó su concubina a casa (19:28b). Allí, en vez de sepultarla con honores por
haberle salvado la vida, la cortó en pedazos que envió a los doce tribus (19:29). Los
israelitas reaccionaron, reconociendo la necesidad de analizar la situación y emitir un juicio
(19:30). Era lo peor que había sucedido en la historia de la joven nación.

¡PENSEMOS!

Haga una lista de paralelos entre 19:15–25 y la historia de Sodoma en Génesis


19:1–11. ¿Qué señalan acerca de la influencia pagana en Israel? ¿Qué
semejanzas hay entre 19:15–25 y nuestra sociedad hoy? ¿Qué implica esto
acerca de nuestra sociedad? ¿Qué puede usted hacer para mejorar esta
situación?
GUERRA Y GENOCIDIO 20:1–48

Juicio contra Gabaa 20:1–14


Para decidir qué se debía hacer, una inmensa asamblea de todos los confines de Israel se
reunió en Mizpa, al noroeste de Gabaa (20:1–2). Sin embargo, la tribu de Benjamín no fue
invitada (20:3a).
La asamblea escuchó el testimonio del levita (20:3b). Él relató los hechos (20:4–7),
pero omitió mencionar su entrega cobarde de la concubina (ver 19:25). En su exposición
acusó a los de Gabaa de querer matarlo, no solamente violarlo (20:5). Sin dar a los de
Gabaa oportunidad de defenderse, ni investigar el testimonio del levita, los israelitas
decidieron por unanimidad sitiar y atacar la ciudad (20:8–10).
Habiéndose acercado a Gabaa (20:11), los milicianos apelaron a Benjamín para que
entregara a los culpables del crimen (20:12–13a). Sin embargo, lejos de colaborar con las
otras tribus, los benjamitas tomaron las armas para apoyar a la ciudad acusada (20:13b–14).

¡PENSEMOS!

¿Qué hubo de bueno en el proceso que Israel llevó a cabo para juzgar a los de
Gabaa? ¿Qué hubo de malo? ¿Qué principios aprende usted de esto para la
resolución de conflictos hoy día?

Por qué los de Benjamín salieron a pelear por Gabaa en vez de entregar a los
culpables a la asamblea? ¿Qué lecciones prácticas aprende usted de esto?

Guerra contra Benjamín 20:15–48


Los israelitas tenían superioridad numérica (20:15–17) y una causa justa. Habiendo
consultado a Jehová (20:18), esperaban una victoria fácil. Sin embargo, la batalla resultó
todo lo contrario (20:19–21).
A pesar de sus 22,000 bajas, Israel se animó para librar una segunda batalla (20:22).
Esta vez contaban con la orden de Jehová de ir contra Benjamín (20:23). Sin embargo,
sufrieron otra derrota cruenta (20:24–25). Dios estaba usando la guerra para castigar a los
dos contrincantes.

BAJAS ISRAELITAS
22,000 de la primera batalla (20:21)
18,000 de la segunda batalla (20:25)
40,000 en total
Humillados por la pérdida de la décima parte de su ejército, los israelitas buscaron a
Jehová con más sinceridad. Todos subieron para llorar delante de él, ayunar, ofrecerle
sacrificios 20:26, y preguntar si debían pelear de nuevo o desistir (20:26–28a). Esta vez
Dios les dio una promesa de victoria (20:28b).
La tercera batalla comenzó como las otras dos, con Israel retrocediendo frente al ataque
benjamita (20:30–31). Sin embargo, esto era parte de una estrategia. La retirada israelita
indujo a los de Benjamín a perseguirlos, dejando a Gabaa indefensa (20:32). Una parte del
ejército israelita tomó la ciudad y le prendió fuego (20:37–38). Los benjamitas se
desalentaron al ver esto (20:40–41), y al verse cercados por el enemigo (20:42–43).
El relato de la batalla es complicado, porque cuenta las acciones simultáneas de tres
grupos (cosa rara en la narrativa hebrea): La fuerza principal de Israel, la emboscada
israelita, y el ejército benjamita. El conflicto se relata dos veces. La primera vez el autor
cuenta el inicio de la batalla (20:29–34) y luego resume sus resultados (20:35). La segunda
vez da más detalles, primero sobre la emboscada (20:36–38) y luego sobre la fuerza
principal de Israel y los benjamitas (20:39–48). Cada sección comienza regresando al
principio de la batalla (20:36, 39).
Habiendo perdido más de dos tercios de sus efectivos (20:44; comp. v. 15), los
benjamitas claramente estaban derrotados. Sin embargo, los israelitas no desistieron de
perseguirlos, y mataron a todos menos 600 (20:45–47). Ni siquiera entonces detuvieron la
matanza, sino que destruyeron todas las ciudades de la tribu rebelde, y mataron a todos sus
habitantes.

SOBREVIVIENTES BENJAMITAS
26,700 convocados (20:15)
—18,000 (20:44)
—5,000 (20:45)
—2,000 (20:45)
—100 (20:35)
—1,000 ¿bajas de las primeras dos batallas? 600 sobrevivientes (20:47)

¡PENSEMOS!

¿Por qué Israel mató a tantos benjamitas? ¿Pasan cosas semejantes en las
guerras actualmente?

¿Cómo puede usted evitar caer en el exceso cuando disciplina a sus hijos?
¿Cómo puede la iglesia evitar ser demasiado drástica en la disciplina? ¿Está
usted involucrado en aplicar la disciplina en su trabajo o algún otro contexto?
¿Cómo puede evitar el exceso allí?
RAPTOS Y MATANZA 21:1–25

Falta de esposas para Benjamín 21:1–4


Antes de la guerra, los israelitas habían jurado no casar a sus hijas con los benjamitas
(21:1). Luego, mataron a todas las mujeres de esa tribu (20:48; 21:16). Como resultado, no
había esposas para los 600 sobrevivientes (ver 20:47) y Benjamín estaba por desaparecer.
En vez de confesar su culpa por esto o renunciar a su voto, los israelitas lamentaron e
hicieron ofrendas delante de Jehová (21:2–4), sugiriendo que él era responsable del
problema y de su solución.

Rapto de esposas para Benjamín 21:5–25


Al ver que Dios no les respondía, los israelitas ingeniaron su propia solución.
Recordaron que habían jurado castigar con destrucción a cualquier ciudad que no enviara
representantes a la asamblea contra Gabaa (21:5). Al revisar, averiguaron que nadie había
llegado de Jabes-galaad (21:8–9). Entonces enviaron a matar a todos sus habitantes,
excepto a las doncellas vírgenes (21:10–12), a quienes entregaron a los benjamitas por
esposas (21:13–14).
Nos maravillamos de estos israelitas. Primero mataron a todas las mujeres de una tribu,
y luego, como acto de compasión hacia esa tribu, ¡aniquilaron a los habitantes de una
ciudad que no participó en el genocidio! Por si eso fuera poco, calcularon mal, de manera
que después de la masacre ¡todavía faltaban 200 esposas! (21:12, 14)
Entonces se les ocurrió otro plan “astuto”. Ordenaron a los benjamitas que todavía no
tenían esposa a que raptaran a las doncellas de Silo cuando salieran a bailar. No les
importaba que su plan era contrario al espíritu de su juramento, que pisoteaba los decrechos
de una ciudad israelita y, lo que es más importante, que menospreciaba una fiesta de Jehová
(21:19).
El plan funcionó (21:23). Los padres de Silo no tuvieron más remedio que hacer lo que
el ancianito de Gabaa no hizo: entregar a sus hijas. Israel y Benjamín, quienes habían
peleado una guerra sangrienta por motivo de la violación y muerte de una mujer, luego
colaboraron en el rapto de 600 mujeres y la matanza de toda una ciudad israelita.
En verdad, es muy acertada la expresión “cada uno hacía lo que bien le parecía”
(21:25). Esta evaluación constituye una conclusión muy adecuada no solamente para la
historia del rapto de las vírgenes, sino también para todo el libro de Jueces.

¡PENSEMOS!

¿Por qué los israelitas cometieron tantas insensateces en el capítulo 21? ¿Cómo
puede usted evitar errores semejantes?

¿Qué había de malo en los juramentos de Israel mencionados en 21:1, 5, 7, 18?


Cuando usted empeña su palabra, ¿cómo puede evitar errores semejantes?

¿Cómo debería haber solucionado Israel el problema de la falta de esposas


para Benjamín? ¿Es posible crear problemas sin tener una buena solución?

RUT LA FIDELIDAD DE DIOS MANIFESTADA

FIEL CON FIEL SE HALLA 1:1– FIEL CON FIEL SE UNE 3:1–4:22
2:23

La amargura de Noemí 1:1–22 Matrimonio de Rut y Booz 3:1–4:13


Traslado de Belén a Moab 1:1–5 Una proposición atrevida 3:1–11
Traslado de Moab a Belén 1:6–22 Una complicación 3:12–18
Rut y Booz se conocen 2:1–23 La complicación resuelta 4:1–11a
Gracia de Booz 2:1–17 Bendiciones, boda y un bebé 4:11b–13
Fidelidad de Booz 2:18–23 La alegría de Noemí 4:14–22

11
Fiel con Fiel se Halla
Rut 1:1–2:23

INTRODUCCIÓN

La historia de Rut es un faro en la noche oscura del período de los jueces. Mientras el
tema de Jueces es la fidelidad de Jehová y la infidelidad de su pueblo, el de Rut es la
fidelidad divina manifestada a través de la fidelidad de dos de sus seguidores. Booz y Rut
expresaron lealtad a Jehová siendo leales a Noemí, y por medio de ellos, Dios proveyó para
ella.

TEMA DE RUT:
LA FIDELIDAD DE JEHOVÁ
MANIFESTADA A TRAVÉS DE
LA FIDELIDAD DE ALGUNOS DE LOS SUYOS

La estructura del libro es del tipo ABBA:

A. La amargura de Noemí (1:1–22)


B. Rut y Booz se conocen (2:1–23)
B. Rut y Booz se casan (3:1–4:13)

A. Noemí se alegra (4:14–22)

La Biblia no dice quién escribió Rut, ni cuando lo hizo. Con seguridad, no fue antes del
reinado de David (ver 4:17–22). Como la costumbre en 4:7 ya no existía en Israel en los
tiempos del author, aparentemente él vivió algún tiempo después de que ocurrieran los
eventos.

LA AMARGURA DE NOEMÍ 1:1–22

Traslado de Belén a Moab 1:1–5


Elimelec, Noemí, y sus dos hijos vivían en Belén (1:1b–2a). En esos días se desató el
hambre en su tierra, tal vez por una sequía, plaga o invasión. Como sucedió durante la
época de los jueces (1:1a), probablemente fue un juicio de Dios contra Israel por su
infidelidad.
A fin de proveer mejor para su esposa e hijos, Elimelec emigró con ellos al país de
Moab, que se encontraba al otro lado del Mar Muerto (1:2b). Sin embargo, allí los
problemas se agravaron. Murió Elimelec (1:3), y luego sus dos hijos también, dejando a
tres viudas (1:4–5).
En un mundo con pocos empleos atractivos para las mujeres, la situación económica de
las viudas era crítica, pero especialmente la de Noemí. Sus nueras Rut y Orfa todavía tenían
fuerza para trabajar en el campo, y podían regresar a casa de sus padres con la esperanza de
volverse a casar, pero estas posibilidades no existían para la suegra. Permanecieron
viviendo con ella para que no quedara totalmente desamparada en tierra ajena.
LAS CALAMIDADES QUE SUFRIÓ NOEMÍ
Hambre (1:1)
Abandono de su tierra (1:1)
Viudez (1:3)
Muerte de sus dos hijos (1:5)
Desamparo (1:5)

Traslado de Moab a Belén 1:6–22


Un día, Noemí escuchó que Jehová había dado de nuevo buenas cosechas en Belén
(1:6b). Como su futuro no se veía nada halagüeño en Moab, decidió regresar a su terruño.
Sus nueras emprendieron el viaje con ella (1:6a, *), pero en el camino, Noemí decidió
que no era justo pedirles que continuaran. Le habían sido fieles, aun después de la muerte
de Mahlón y Quelión (1:8b). La palabra hebrea que se traduce como “misericordia” es
hesed. Esta es una palabra muy relevante en el libro, y significa más exactamente
“fidelidad, lealtad”. Reconociendo que sus nueras habían cumplido con creces todas sus
obligaciones para con ella, Noemí las despidió para que regresaran a sus casas (1:8) y
buscaran la felicidad y seguridad en un nuevo matrimonio (1:9). Cuando protestaron
diciendo que estaban dispuestas a dejar Moab por ella (1:10), les replicó que seguir con ella
no les traería ningun beneficio. ¿Qué podían esperar? (1:11a) No tenía más hijos con
quienes pudieran casarse (1:11b–13a). Jehová le había amargado la vida (1:13b), y
quedarse con ella significaría correr su misma suerte.
Aunque con mucho dolor, Ofra aceptó el consejo de su suegra (1:14a). Rut, sin
embargo, no estaba dispuesta a dejarla (1:14b). Le prometió lealtad hasta que llegara la
hora de su muerte (1:15–17). Una fidelidad que durara hasta la sepultura de Noemí podría
explicarse como una devoción familiar extraordinaria, pero ¿por qué quedarse en Israel
hasta su propios deceso? La respuesta se encuentra al final del v. 16. Rut había decidido
dejar a los dioses moabitas (ver 1:15) y confiar plenamente en el Dios de Israel.
En el mundo antiguo, la mayoría de la gente viajaba poco. Nacía, crecía, vivía y moría
en el mismo lugar, en el mismo círculo de familiares y amigos. Sabían muy poco acerca del
mundo más allá de su propia ciudad. Abandonar la tierra natal para radicarse en otra
requería de mucho más valor que en la actualidad. La decisión de seguir a Jehová fue la que
fortaleció a Rut para dejar su país, familia, cultura y amigos y acompañar a Noemí a lo
desconocido e inseguro. Cuando menos, sabía que iba al pueblo del Dios verdadero.
Noemí regresó a Belén derrotada. Había partido buscando una vida mejor, pero ahora
todos sus sueños estaban destruidos. A la pregunta sorprendida de las mujeres de Belén
(1:19), ella respondió diciendo que no la llamaran Noemí “placentera”, sino Mara “amarga”
(1:20a). Ella atribuía todos sus sufrimientos a Dios (1:20b–21). Sumida en su amargura, se
quejaba de que él la había dejado con las manos vacías (1:21a). ¡No se percataba de que a
su lado tenía una nuera que le sería de más valor que siete hijos! (ver 4:15)

NOEMÍ = PLACENTERA

MARA = AMARGADA
1:13, 20

¡PENSEMOS!

¿Tenía derecho Noemí a sentirse amargada? ¿Debía expresar su amargura?


¿Debía atribuir a Dios lo que le había pasado? ¿Fueron sus sufrimientos un
castigo? ¿Qué aprende usted de todo esto acerca de cómo debe reaccionar
frente a las experiencias amargas? ¿Por qué Rut siguió siendo leal a su
amargada suegra? ¿Conoce usted a alguna persona amargada a quien debe ser
leal? ¿Cómo le puede mostrar su amor?

RUT Y BOOZ SE CONOCEN 2:1–23

Gracia de Booz 2:1–17


En Belén, Rut no se quedó con los brazos cruzados. Recientemente había comenzado la
cosecha de la cebada (1:22) y ella pidió permiso a su suegra para ir a espigar donde le
dieran oportunidad (2:2). La ley de Moisés permitía a los pobres, extranjeros y viudas (Rut
calificaba en las tres categorías) rebuscar en los campos después que habían pasado los
segadores (Levítico 19:9–10; 23:22; Deuteronomio 24:19). Era un trabajo muy arduo para
recoger sólo un poco de grano.
Por “casualidad”, el campo a donde Rut fue a trabajar pertenecía a un pariente rico de
su difunto suegro (2:1, 3). En el transcurso de la mañana, llegó Booz al campo y, viendo a
la moabita, preguntó al capataz a qué familia o marido pertenecía (2:4–5). Después de
contestarle (2:6), el capataz informó a su patrón que ella había pedido un permiso especial.
Quería rebuscar entre las gavillas (2:7a), o sea, entre las espigas que los segadores ya
habían juntado y atado.

¡PENSEMOS!

La oración del v. 3 que se traduce como “y aconteció que aquella parte del
campo era de Booz” literalmente debe ser: “y tuvo la suerte de que aquel
campo fuera de Booz” (ver la Versión Popular). ¿Por qué el pasaje habla de
suerte en vez de decir “Dios la dirigió al campo de Booz”?
Booz había oído acerca de Rut. Sabía que era nuera de su pariente política, Noemí; que
había sido leal a su suegra, aun después de la muerte de Mahlón (2:11a); que había dejado
su familia y tierra para cuidar a la anciana (2:11b) y que se había convertido a Jehová
(2:12b).
Impresionado por la fidelidad de Rut, no solamente pidió a Jehová que la recompensara
(2:12), sino que quiso participar en la respuesta a esa oración. Invitó a la moabita a
permanecer en sus campos y(2:8–9a). Dio órdenes a sus trabajadores para que no la
molestaran (2:9a, 15b, 16b). Aunque normalmente era tarea de las mujeres sacar agua para
los varones (Génesis 24:11, 13; 1 Samuel 9:11), Booz la autorizó a beber del agua sacada
por sus empleados (2:9b). Al mediodía, la invitó a comer de los alimentos para sus obreros,
y le dio tanto grano tostado (que es el significado de la palabra traducida como “potaje”)
que ella no pudo comerlo todo (2:14). No solamente le concedió el permiso solicitado para
rebuscar entre las gavillas (2:15), sino que también mandó a los segadores a que dejaran
caer para ella espigas de los manojos que iban juntando (2:16).

BONDADES DE BOOZ PARA CON RUT


2:8–9, 14–16
1. Invitación a rebuscar
2. Protección
Agua
Comida
Permiso para espigar entre las gavillas
Espigas de los manojos dejadas en su camino

A todo esto, Rut respondió con humildad y gratitud (2:10, 13). También trabajó con
diligencia, pues para la noche había juntado un efa (unos 15 kgs.) de cebada (2:17),
cantidad extraordinaria para el rebusco, aun tomando en cuenta la ayuda de Booz.

Fidelidad de Booz 2:18–23


Cuando Noemí vio cuánto grano había traído su nuera y lo que le había sobrado del
almuerzo (2:18), razonó que el dueño del campo había mostrado favor especial a Rut
(2:19a). Al oir su nombre (2:19b), entendió que les había auxiliado por fidelidad (2:20. La
palabra que se ha traducido como “benevolencia” es hesed “fidelidad, lealtad; ver la
explicación de 1:8b).
La moabita no sabía todavía de la relación que existía entre Booz y Noemí, pero ésta le
explicó en seguida que Booz era un pariente redentor (en hebreo, goel) de ellas (2:20b). Los
israelitas tenían la responsabilidad de ayudar en lo posible a sus parientes cercanos. Si
alguien tenía que vender un terreno por haber empobrecido, un pariente que tuviera
recursos económicos debía redimir ese terreno (Levítico 25:25). El que tuviera que
venderse como esclavo, debía ser redimido por su goel (Levítico 25:47–49). A la víctima de
una injusticia, su goel lo debía defender en los tribunales (ver Proverbios 23:10–11, donde
la palabra que se ha traducido como “defensor” es goel).
Después del nombre “Jehová” en el v. 20, el hebreo dice literalmente: “pues no ha
abandonado su lealtad (hesed) a los vivos ni a los muertos”. Noemí concluyó que Booz la
había ayudado a ella y a Rut, las sobrevivientes, para cumplir con sus responsabilidades
hacia Elimelec, Mahlón y Quelión, sus parientes muertos (2:20b).
Esperanzada por la acción de Booz, Noemí aconsejó a su nuera aceptar la invitación de
espigar sólo en los campos de él (2:21–22). En efecto, Rut siguió allí a través del resto de la
cosecha de la cebada y toda la cosecha del trigo, desde la última quincena de abril hasta la
primera de junio (2:23). Durante ese tiempo, seguramente acumuló suficiente grano para
que se alimentaran las dos viudas por algún tiempo.

¡PENSEMOS!

¿Qué lecciones prácticas aprende usted del ejemplo de Rut en el capítulo 2?


¿Qué aprende del ejemplo de Booz?

¿Era necesario que Booz dejara a Rut que siguiera trabajando durante las dos
cosechas?

¿Por qué no proveyó para las dos viudas sin que Rut tuviera que esforzarse
tanto? ¿Qué lección aprende usted de esto?

¿Con quiénes tiene usted la responsabilidad de ser goel? ¿Cómo los debe
ayudar?

12
Fiel con Fiel se Une
Rut 3:1–4:22

RUT Y BOOZ SE CASAN 3:1–4:13

Una proposición atrevida 3:1–11


En el capítulo 1, Noemí estaba sumida en la amargura (ver 1:13, 20–21). En el 2,
beneficiada por la fidelidad de Rut y Booz, comenzó a mostrar gratitud y esperanza (ver
2:19–20). Ahora en el capítulo 3, surtida de alimentos por la ardua labor de su nuera (2:23),
piensa en sus propias responsabilidades hacia ella. Como los padres de la moabita no
estaban en Belén para buscarle marido, la suegra se dio a esta tarea (3:1).
Propuso a Rut un plan. Aquella noche, Booz iba a estar trillando en la era, separando la
cebada cosechada de la cáscara y la paja (3:2; sobre este trabajo, ver la explicación de
Jueces 6:11 en el capítulo 4). Sería una ocasión de mucho regocijo para los varones,
trabajar juntos y ver el fruto de sus meses de labor. Noemí aconsejó a su nuera bañarse,
perfumarse, y lucir su mejor vestido (3:3a). Luego debía descender de la ciudad a la era
(3:3a), obviamente no para trabajar, sino para cazar a un varón. Ese hombre sería Booz,
pero ella no debía dejar que la viera (3:3b). Con seguridad, después de una cena abundante
con sus amigos, él se acostaría al aire libre, cerca del montón de cebada. Cuando él
estuviera profundamente dormido, Rut debía acercarse sigilosamente, descubrir sus pies,
acostarse junto a ellos, y esperar las instrucciones del varón (3:4).
Era un plan arriesgado para una mujer respetable. ¿Cómo reaccionaría Booz? ¿Se
aprovecharía de la joven bajo el manto de la oscuridad? ¿La rechazaría, para luego
avergonzarla públicamente? Sin embargo, Noemí y Rut ya conocían a Booz, y confiaban en
su integridad. Probablemente también sospechaban que él se sentía atraída a la moabita.
Fuere como fuere, ella aceptó el consejo de su suegra (3:5).
Siguió el plan hasta que Booz, con los pies fríos, se despertó (3:6–8a). ¡Cuál sería su
sorpresa al divisar a una mujer acostada a sus pies! (3:8b) Como no lograba identificarla en
la oscuridad, preguntó quién era (3:9a). Entonces Rut se olvidó de las instrucciones de
Noemí. En vez de esperar lo que le dijera el varón, ella, después de decir su nombre, ¡se
adelantó para proponerle matrimonio! (3:9) La expresión “extiende el borde de tu capa
sobre tu sierva” es un modismo que significaba “cásate conmigo” (ver Ezequiel 16:7–8).
Como razón por su propuesta osada, Rut dijo: “eres goel” (3:9b; ver la explicación de
2:20 en el capítulo 11). Según la ley de Moisés, si un varón muriera dejando a su viuda sin
hijos, el hermano de él debía casarse con ella para tener un hijo en nombre del difunto
(Deuteronomio 25:5–6), así el nombre de éste no se extinguiría (4:10; Deuteronomio 25:6b;
ver la explicación de Jueces 11:34 en el capítulo 6) y habría un hijo para heredar sus
terrenos (ver 4:5, 10). Ahora bien, el esposo de Rut había sido Mahlón (ver 4:10). No sólo
él, sino también su hermano, Quelión, había muerto (ver 1:2–5). Aparentemente en tales
casos, el pariente más cercano (el goel) asumía la responsabilidad de casarse con la viuda.
Para alivio nuestro (y de Rut), Booz felicitó a la joven, porque su postrer fidelidad era
mejor que la primera (3:10a). La palabra hebrea que se traduce como “bondad” es hesed
“fidelidad, lealtad” (ver la explicación de 1:8b y 2:20 en el capítulo 11). La primera
fidelidad de Rut fue la que manifestó hacia Noemí (2:11). La segunda fue su decisión de no
buscar casarse con un joven galán (3:10b), sino con un pariente, aunque bastante mayor que
ella, para poder tener un hijo en nombre de Mahlón. Ella no pensaba sólo en sí misma
(aunque sospechamos que se había enamorado de Booz), sino también en su marido
difunto, y en la madre de él, Noemí.

Primera hesed de Rut Segunda hesed de Rut

Dejar todo para cuidar a su suegra (2:11) Buscar tener un hijo a nombre de su esposo
fallecido (3:10)
Booz aceptó la propuesta (3:11a). Lo hizo no solamente para cumplir con su
responsabilidad como goel, sino también porque él, como otros en Belén, reconocía que
Rut sería una buena presea (3:11b). La expresión “mujer virtuosa” se describe en
Proverbios 31:10–31.

LA MUJER VIRTUOSA
El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias.
Proverbios 31:11

Allí vemos que se trata de una dama no solamente recta, sino también trabajadora y
hábil, quien trae honra a su marido.

¡PENSEMOS!

¿Cómo se ganó Rut fama de mujer trabajadora y hábil? ¿Qué evidencia hay en
3:1–10 de que ella sería una buena esposa para Booz? ¿Ella hizo bien o mal en
no seguir la instrucción de Noemí de esperar lo que Booz le dijera? ¿Por qué
será que no siguió ese consejo? ¿Qué aprende usted para su vida del ejemplo
de Rut en 3:1–11?

Una complicación 3:12–18


Sin embargo, Booz no tenía derecho a casarse con Rut. Había otro goel más cercano
(3:12). Para respetar la ley, Booz estuvo dispuesto a correr el riesgo de perder a Rut dando
al otro la primera oportunidad (3:13a). De cualquier forma, el futuro de Rut y Noemí estaba
asegurado. Fuera el otro o fuera Booz, un goel se casaría con Rut (3:13b).
Sea por el peligro de regresar a la ciudad a esa hora, o porque la puerta de la ciudad ya
estaba cerrada (ver la explicación de Jueces 19:14–15 en el capítulo 10), Booz dijo a la
joven que se quedara con él hasta la mañana (3:13). Luego para proteger la reputación de
ambos, la evió a su casa temprano en la madrugada, antes que hubiera claridad suficiente
para distinguir a la gente (3:14).
Envió con ella seis medidas de cebada (3:15). La medida había de ser la seah, un tercio
de un efa. Seis seahs eran unos 30 kgs., todo lo que Rut podía cargar (ver la explicación de
2:17 en el capítulo 11). Cuando ella llegó a la casa (3:16a), contó a su suegra todo lo que
había sucedido (3:16b), y luego le informó que Booz había mandado la cebada para ella
(3:17). Noemí, entonces, entendió que por la cebada su pariente rico quería decir que
proveería de alguna manera u otra para las dos viudad. Ella estaba segura que ese mismo
día él resolvería el asunto (3:18).

¡PENSEMOS!

A la luz de 3:12, ¿por qué Booz no había tomado más iniciativa antes para
ayudar a las dos viudas? ¿Qué cualidades positivas de Booz se ven en 3:12–18?
¿En qué maneras puede usted imitar este buen ejemplo?

La complicación resuelta 4:1–11a


En efecto, esa mañana Booz subió de la era a la puerta de Belén, donde los asuntos
legales se trataban en presencia de los ancianos (4:1a; comp. Proverbios 31:23). Cuando vio
pasar al otro goel, le llamó (4:1b), y luego a 10 ancianos también (4:2). Nos sorprende que
Booz no comenzara hablando de Rut, sino de un terreno que Noemí, debido a su pobreza,
tenía que vender (4:3). Aclaró al otro pariente que sólo ellos dos podrían ser goel de Noemí
comprando el terreno (4:4). No sabemos hoy todas las implicaciones económicas de este
caso. La compra sería un gasto fuerte para el redentor, pero tal vez cuando muriera Noemí
él recibiría el terreno. Sea como fuera, el pariente aceptó hacer la compra (4:4b).
Luego, Booz le sorprendió con una complicación. El goel que comprara la tierra
también debería casarse con Rut (4:5). Esto era demasiado para el pariente (4:6). Implicaría
mantener a otra esposa, y al fin el terreno quedaría en manos del hijo que nacería la
herencia de los hijos del pariente, y tal vez el hijo de Rut recibiría una porción de esa
herencia. El pariente era como Orfa; estaba dispuesto a cumplir con su deber, aun
generosamente, pero reconocía que dar una ayuda extraordinaria a la larga le perjudicaría
demasiado (comp. 1:8–14). Entonces cedió a Booz la responsabilidad de ser goel de Noemí
y Rut (4:6b).
Acto seguido éste formalizó un contrato para (1) comprar de Noemí todos los terrenos
que habían pertenecido a Elimelec y, por herencia, a sus dos hijos, y (2) casarse con Rut
(4:7–11a). (Las semejanzas entre la costumbre de la entrega del zapato en 4:7 y la ley de
Deuteronomio 25:8–10 son superficiales. En realidad, eran dos costumbres diferentes con
fines distintos.)

¡PENSEMOS!

¿Qué cualidades positivas de Booz se ven en 4:1–11? ¿En qué maneras puede
usted imitar este ejemplo?
Bendiciones, boda y bebé, 4:11b–13
Los testigos bendijeron a los novios. Primero pidieron a Dios dar a Rut no solamente un
hijo que continuara el nombre de Mahlón, sino una descendencia tan grande como la de
Raquel y Lea, las madres de Israel (4:11). Luego expresaron su deseo que a consecuencia
del matrimonio Booz cobrara fama en Belén (4:11; “Efrata” era otro nombre de Belén, ver
Génesis 35:19; 48:7).
Su tercera bendición fue que la descendencia de Booz fuera tan numerosa y renombrada
como la de Fares (4:12). Este fue hijo de Judá y Tamar, otra viuda no israelita (ver Génesis
38). Parece que su clan había llegado a ser más importante que los de sus hermanos Sela y
Zara (ver Génesis 46:12; Números 26:20–21). A este clan pertencecía Booz (4:18–21), y
probablemente muchos de los otros ciudadanos de Belén.
La pareja se casó, y aunque Rut no había tenido hijos en su primer matrimonio, Jehová
le dio uno con Booz (4:13).

NOEMÍ SE ALEGRA 4:14–22

Las mujeres de Belén felicitaron a Noemí por el nacimiento de su nieto (4:14). Él le


sería otro goel (ésta es la palabra hebrea traducida “pariente”). La cuidaría en su vejez
(4:15a). Las mujeres estaban seguras de esto, porque el varoncito era hijo de Rut, quien ya
había demostrado su amor inmenso para con su suegra (4:15b).
Desde su tierna infancia, el niño tuvo una relación especial con Noemí (4:16). De
hecho, las vecinas lo llamaron “hijo de Noemí” (4:17), y legalmente era su nieto, hijo de
Mahlón. Dios había llenado el vacío que Noemí tan amargamente sentía (ver 1:11–13, 21).
Justo cuando la historia parece haber terminado, el autor revela otra sorporesa. Obed
fue no solamente el hijo que tanta falta hacía a Noemí y Rut, sino también parte de la línea
que daría a luz al famoso rey David (4:17–22).
Las bendiciones de los testigos (4:11–12) y la predicción de las mujeres (4:14b), tal vez
expresiones convencionales en aquel tiempo, realmente se cumplieron. La descendencia de
Rut y Booz se hizo grande, y a través de ella los dos llegaron a ser famosos.
Hoy sabemos también que el niño nacido en Belén en Rut 4:3 llegó a ser un eslabón en
la cadena que trajo al mundo a otro bebé en la misma ciudad (ver Mateo 1:5, 16). Ante él
aun el renombrado David dobla la rodilla (ver Marcos 12:35–37). ¡Cuánto más nosotros!
¡PENSEMOS!

¿Cómo mostró Jehová su fidelidad en el libro de Rut? ¿Qué medios usó? ¿Lo
hizo a través de milagros espectaculares, o eventos de la vida cotidiana?
¿Cómo muestra su fidelidad hoy día?

Dios proveyó para Noemí lo que parecía imposible, un hijo. Al hacerlo le dio
una bendición aun más grande que la que anhelaba. Le dio un hijo que fue un
medio para traer a Israel al rey David, y al mundo a Jesueristo. ¿Alguna vez
Dios ha suplido pars usted lo que parecía imposible? ¿Alguna vez le ha
provisto mucho más que lo que usted deseaba? ¿Cuál debe ser su respuesta a él
por estos favores?
1

1
Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (pp. 1–120). Puebla,
Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.

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