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y VPwwewwwee Yee Se we k JOSE LUIS MARTINEZ. El mundo privado de los emigrantes en Indias ee | a Gi wwe / JOSE LUIS MARTINEZ El mundo privado de los emigrantes en Indias SE FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO EI proceso de una investigacion Desputs de dos siglos de biisquedas en los archivos, podemos pensar que lo mas substancial de nuestra historia ha sido ya encontrado y estudiado y solo cabe indagar circunstancias y personajes menores de marcos generales bien conocidos. Que atin es posible el descubrimiento significativo lo ha mos- trado Enrique Otte con la revelacion de un filén ori- ginal e importante. Las Cartas privadas de emigrantes a Indias. 1540-1616 (Sevilla, 1988), en efecto, abren una ancha ventana hacia el conocimiento de la vida privada y la mentalidad de los espafioles que, du- rante la segunda mitad del siglo xv, colonizaron las Indias. Las Cartas de Indias (Madrid, 1877) recopiladas por Justo Zaragoza, de caracter general; el Epistolario de Nueva Espana, 1505-1818 (México, 1939-1942, 16 volu- menes), formado por Francisco del Paso y Troncoso, y las Cartas del Pert (1524-1543) (Lima, 1959), reunidas por Raul Porras Barrenechea, entre los epistolarios mas importantes, tienen la particularidad de con- 7 centrarse en documentos de caracter oficial, esto es, en negocios ptiblicos de indole politica, religiosa, social, administrativa o cultural. En los escasos epis- tolarios particulares de personajes de la época, solo es posible encontrar rasgos de conducta e indicios de las intimidades de sus autores. Por otra parte, se hab{a prestado atencién preferente al conquistador, descuidando el estudio del poblador que, como dice Otte, fue “el organizador econdmico y social de La- tinoamérica en la época colonial”. El descubrimiento que hizo Otte de un fondo de documentos de caracter privado, en el que predo- minan los pobladores, le ha permitido revelarnos la cara que ignorébamos, el mundo privado de los emigrantes a Indias. Esta ha sido una larga tarea de investigacién iniciada hace un cuarto de siglo. El primer trabajo de esta indole no encajaba en el es- quema que luego seguiria Otte, pues fue la publi- cacién de nueve cartas que, desde Espana, en 1529 y 1530, cuando preparaba su conquista del rio Ma- raii6n, escribe Diego de Ordaz a su sobrino Fran- cisco Verdugo, quien se encontraba en México.’ Se trata, pues, de un antiguo conquistador que escribe desde Espaiia a México para referir los problemas de sus negocios, hacer encargos respecto a su enco- mienda e intereses y dar noticias y opiniones acerca de Hernan Cortés, su antiguo jefe, quien por enton- ces visitaba su primera tierra. Los demas trabajos de Otte, dentro de este grupo, ' Enrique Otte, “Die Europaischen Siedler und die Probleme der Neuen Welt”, Jahrbuch fiir Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Latein- ame rikas, Colonia, Graz, Band 6, 1969, p. 40. ? Enrique Otte, “Nueve cartas de Diego de Ordas”, Historia Mexicana, El Colegio de México, ntims. 53 y 54, 1964 8 se concentran en las cartas de emigrantes pobla- dores en Indias. En 1966 publicé “Cartas privadas de Puebla delsiglo xvi”, muy interesante conjunto de 41 cartas, escritas entre 1558 y 1616, que recogera en el gran volumen de Cartas privadas. En 1968 apare- cié “Mercaderes burgaleses en los inicios del co- mercio con México” 14 cartas procedentes de Santo Domingo y Cuba, en 1520 y 1521, que no se inclu- yen en las Cartas privadas. La carta numero 3, de Hernando de Castro para Alonso de Nebreda, escrita en Santiago de Cuba, el 31 de agosto de 1520, recoge algunas de las primeras noticias que llegaban a la isla acerca de los descubrimientos de Hernan Cortés en una tierra que entonces llamaban Venecia: Hernando Cortés, el que allé estaba, antes supo que iba armada desta isla, alz6 velas e fuese a la tierra aden- tro de aquella ciudad muy grande que hoy llama Venecia. Que dicen que hoy tiene ochenta mil vecinos, y ll4manla Venecia por su grandeza y porque esta cer- cada de agua con sus puentes levadizos... Este Cortés esta como digo en aquella cibdad, que hay de la mar alld sesenta o sesenta e cinco leguas. Dicen que esta muy requisimo de oro e plata, e todos los que con élestan lo mesmo, econ mucho amor con los in- dios, y espera, como digo, respuesta de alla de Castilla. y luego refiere noticias de la expedicién de Nar- vez enviada a “procurar venganza del Cortés”.* El afio siguiente, 1969, Otte publica su estudio so- bre los pobladores, “Die Europaischen Siedler”, ya 3} Jahrbuch... Band 3, Colonia, Graz, 1966, pp. 10-87. 4 Historia Mexicana, 69 y 70, 1968. © Op. cit., 69, pp. 120 y 121. citado, con diez cartas, de 1570-1574 , que recogeré en Cartas privadas. En 1970 aparece “La Nueva Espajia en 1529”,° con tres cartas de esta fecha del oidor Diego Delgadillo y de su hermano Juan Peldez de Berrio, dirigidas a Juan de la Torre; y de Juande la Zarza, di- rigida a Francisco de las Casas, el primo de Cortés enviado a las Hibueras para hacer justicia a Crist6- bal de Olid. Estas cartas no se incluyen en las Cartas privadas. En Letters and People of the Spanish Indias. Sixteenth Century, editado por James Lockhart y Enrique Otte’ en 1976, se retinen 38 cartas, traducidas alinglés y comentadas. Diez de ellas, publicadas pre- viamente por Otte, se incluyen en las Cartas privadas. Ademis de estos trabajos, que son los que cono- cfa previamente y me habian revelado tan rico fil6n histérico, Otte ha publicado otros estudios sobre los mismos temas: cartas de mercaderes vascos en el Perti y en Tierra Firme, y una “Semblanza espiri- tual del poblador de Indias (siglos XVI y xvi)” (1971), que no conozco. Es autor, asimismo, de una exhaus- tiva monografia sobre Las perlas del Caribe: Nueva Cadiz de Cubagua (Fundacion John Boulton, Cara- cas, 1977). Las “Cartas privadas” Tales fueron los pasos previos que dio Enrique Otte antes de culminar suinvestigaci6n conla publicacién, fechada en 1988, de las copiosas Cartas privadas de emi- grantes a Indias.’ Esta monumental obra recoge un * Historia y socivdad en el miuido de habla espaftola: Homenaje a José Miranda, El Colegio de México, México, 1970, pp. 95-111. 7 Cambridge University Press, Cambridge, 1976. * Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540-1616, Autor: Enrique Otte, con 10 total de 650 cartas, escritas por 529 personas (51 mu- jeres), entre 1540 y 1616, enviadas por emigrantes espajioles, residentes en Indias, a sus familiares o personas allegadas en Espaiia, para invitarlos, como asunto principal, a las nuevas tierras. Los destina- tarios debian presentar estas “cartas de llamada” como piezas de prueba en sus solicitudes al Consejo de Indias para obtener permisos de viaje. Tal exi- gencia explica que dichas cartas privadas se hallen concentradas en el Archivo General de Indias, en Sevilla, donde las encontré Otte.” Las cartas proceden, 240 de la Nueva Espaiia (146 de México y el resto de otros lugares entre los que destaca Puebla, con 38 cartas); 192 del Pert (94 de Lima), entre las mas numerosas; y el resto provienen de ciudades y pueblos de Centro y Sudamérica y las Antillas; de Cartagena hay 33 cartas; de Potosi y Panama, 29 de cada una, y una sola, al final del libro, de Manila, en las Filipinas. Como sefiala Otte, “Los afios de maxima frecuen- cia son 1571 a 1594, con cumbres en 1574 (32 cartas), 1580 (28 cartas) y 1577 (27 cartas), lo que confirma que en 1580 comenz6 la ‘madurez’ de la colonizaci6n es- pafiola de América”." Los destinatarios mas frecuentes eran las esposas, seguidas por los sobrinos; muchas otras se dirigian a hermanos, primos, suegros y enamoradas de los emigrantes. la colaboracién de Guadalupe Albi, Prélogo de Ramén Carande y Thovar, V Centenario, Consejeria de Cultura, Junta de Andalucia, Escuela de Estu- dios Hispano Americanos de Sevilla, Sevilla, 1988, 611 pp. ° AGI, Nueva Espana y Pert, Indiferente General, 2048-2075, 2077-2107 y 1209 ss. y 1374 ss. "© Enrique Otte, “Estudio preliminar”, Cartas privadas, p. 11. 11 Los lugares de destino eran muy variados: 189 ciudades, villas y aldeas espaiiolas, abundando los pequefios poblados. De 474 cartas con destino iden- tificado, el 36.16% van a la regién de Andalucia; el 32.35% a Castilla la Nueva; el 16.28% a Extremadu- ra; el 9.73% a Castilla la Vieja; el 2.54% a Le6n, y el resto a las demas regiones peninsulares. Otte hace notar que esta distribucién coincide, en términos generales, con las cifras encontradas por Peter Boyd- Bowman en sus estudios sobre la emigracién espa- fAola hacia las Indias. Panorama de la emigracién Del ctimulo de noticias interesantes que hay en estas cartas, Enrique Otte hace una buena seleccién en el “Estudio preliminar”, ademas de la descripcién ge- neral que antes se ha resumido. Entre los temas que sefiala se encuentran los siguientes. Bajo el rubro “Los grupos profesionales” se refiere sucintamente a los soldados, encomenderos y empresarios, la ac- tividad de agricultores y ganaderos, las chacaras de coca, los mineros y sus riquezas y esclavos, los mer- caderes, los comerciantes proveedores de minas, los centros comerciales y portuarios, los tenderos, la fortuna de los grandes empresarios, los matrimonios de conveniencia, los industriales de pafios en Puebla y sus obrajes, los transportistas en recuas y carretas, los artesanos: sastres, sederos, barberos, carniceros, curtidores, bordadores, cerrajeros, pintores, dora- dores, plateros, gorreros, calceteros, canteros, maes- tros de obras y cantores de iglesia; los profesionales: bv clérigos, abogados, médicos, catedraticos, escriba- nos, administradores y mayordomos; y los funcio- narios: un virrey de Nueva Espaiia, un gobernador de Cartagena, un corregidor y otros de menor rango. En el rubro siguiente, “Los motivos de la emigra- cién”, expone que la verdadera meta de los emigran- tes, cualquiera que fuese su oficio o profesién, era la “explotaci6n de la riqueza de América” (p. 21). Por ello, ponderan con exageracion las riquezas del Nue- vo Mundo, sus ganancias personales y la facilidad con que, con trabajo y maja, se han enriquecido. El tema de la fertilidad de algunas de las tierras ame- ricanas es frecuente; en consecuencia, los precios de cereales y carnes eran bajos y los salarios altos. Esto los lleva a considerar con desprecio la miseria de Espania, donde “no se puedensustentar los hombres” y ajactarse de la opulencia en que viven los emigran- tes en contraste con las pobrezas espanolas. Sin em- bargo, algunos son pesimistas y otros hablan de las pestes sufridas sobre todo por los indios. Otro tema importante que aparece en las cartas de los pobladores es el de la dignidad del trabajo, “nuevo concepto de la honra”, dice Otte. Dejando a un lado prejuicios y orgullos, los emigrantes hacen toda clase de trabajos, se hacen mercaderes y co- merciantes, porque lo importante es tener y no la manera de conseguirlo. Bajo el rubro “Las remesas y las llamadas”, refie- re los envios de oro y plata, en pedazos quintados, que hacian los emigrantes a sus familiares para gas- tos de viaje y para auxiliarlos. Las remesas, siem- pre azarosas, se confiaban a conocidos que volviana Espana, y cuando se iniciaron los secuestros forzo- 13 sos de bienes que hacfa la Corona, muchos renuncia- rona hacerlas.Otrosenviaban productos americanos: cueros en abundancia, anil, cochinilla, joyas, muchas perlas, papagayos y periquitos. En ocasiones, los envios metalicos eran para dotes de casamientos, porque se decia que era preferible que las mucha- chas se casaran en Espana donde las dotes eran mas bajas. En cambio, a los hombres les convenfa ca- sarse en América, aunque no abundaban las muje- res espanolas. Algunos de los emigrantes se preocupaban por- que sus hijos 0 sobrinos, en la vieja Espafia, se edu- caran antes de venir a las Indias, para mejorar sus posibilidades de ascenso social. Las quejas por la falta de cartas es constante en los emigrantes solitarios. Quieren saber de sus familia- res y cosas de la tierra, y muchos se enfadan por- que no reciben respuesta 0 porque los Ilamados de- moran su viaje. Las esposas son esperadas, no solo para evitar multas y deportaciones, sino también por amor, expresado a menudo con efusién y deses- peraciOn. Uno de ellos dedica a su mujer toscos ver- sos, mezclados con amenazas (174);'' y otro niega que esté amancebado y dice: “quiero mds vuestro pie muy sucio que a la mas pintada de todas las in- dias” (86). A sus mujeres les prometen que en las Indias no trabajaran mis y pasardn su vida “senta- das en los estrados” conversando con amigas (437). Tan vivo como el amor de los casados se muestra el amor a los padres cuyos trabajos se lamentan. Y cuando no tienen ni mujer ni hijos ni hermanos, in- sisten en la venida de los sobrinos para ayudar a "Van entre paréntesis los mimeros de las cartas. 14 los solitarios y para que la fortuna de estos quede en familia. En el rubro “El viaje”, Enrique Otte sefiala que, para los futuros emigrantes, “mas dificil que conse- guir la licencia era vencer el miedo al cambio” (p. 28). El miedo al mar, a sus tormentas y naufragios; a la amenaza de piratas y corsarios, a las incomodida- des extremas y larga duraci6én de los viajes, y sobre todo esto, la dura decisi6n de abandonar la tierra pro- pia y conocida para aventurarse en lo desconocido e incierto, pesaba mucho en los invitados a viajar al Nuevo Mundo. Los ya emigrantes mds pudientes aconsejaban a sus parientes que tomaran cdmara en las naos, y muchos daban instrucciones para el avituallamien- to o matalotaje de que debian proveerse, y reco- mendaban que las mujeres no viajaran solas sino en compania “de otras mujeres honradas... porque es muy bellaca la gente de la mar”. Dabanse también indicaciones precisas sobre los vestidos que las mujeres debian usar en el viaje, los que eran adecuados y eran moda en las nuevas tierras. Algunos aconsejaban que se compraran es- clavos negros para que los sirvieran en el viaje, y porque en Espana valian menos que en Indias. Y hacian multiples encargos de productos que les fal- taban o que tenfan mercado seguro, como telas y confecciones, asi como instrumentos y materiales para los variados oficios de los emigrantes. En fin, como para desalentarlos del viaje, se pre- venia a los invitados contra los peligros de las pes- tilencias en los barcos, lo malsano de los puertos de Veracruz y de Nombre de Dios, y se les recomenda- 15 ba comer poca fruta en este tiltimo puerto y guar- darse de mujeres y de andar por el pueblo de noche o amediod{a, “por los calores que hacen y aguaceros”. “La vuelta a la patria”, rubro siguiente, recoge la nostalgia de muchos de los emigrantes, sobre todo los que habfan pasado en Indias mucho tiempo, por volver a su tierra. Querian ir a morir entre los su- yos, pero con fortuna. “No pueden ir a Castilla sin plata, porque les afrentaran todo el mundo” (483). Sin embargo, algunos prefieren quedarse en la nueva tierra, que ha sido generosa con ellos, el resto de su vida. “Si volviera a Espaiia —dice un residente de Potosi— fuera pisaterrones como antes” (590). En “Indios y negros” sefiala Otte la actitud “des- pectiva, o en el mejor de los casos patriarcal” de los emigrantes espajfioles hacia aquéllos. Pero hubo ex- cepciones, como la de un residente en México que cas6 con india, “muy ami voluntad”, y el mismo anade que le salv6 la vida una mujer morena: “La debo mas que a mi misma madre” (27). En “La religiosidad” hace notar el profundo sen- timiento de esta indole que tiene el emigrante. La propia salvacién es lo mas importante. Un enco- mendero de Casma, buen cristiano, tras de explicar que cobra pocos tributos a sus indios, dice: “Paré- ceme que dirdn alla que eso que doy a los indios que fuera mejor darlo a mis parientes. A estos hi- jos debo que me han servido treinta y tantos aiios, y es deuda de vida, y si no se lo diese irme ya al infierno” (528). Adversidades y muertes, asi como la pérdida de bienes, son vistos por ellos con estoicismo cristiano, y las aceptan como el cumplimiento de la voluntad 16 divina. Algunos hacen envios para misas de difun- tos y obras pias en sus pueblos. En “La virtud”, ultimo rubro del “Estudio preli- minar”, el investigador se refiere a los ecos erasmis- tas que percibe en la preocupacién de los emigrantes por la vida virtuosa. Honra y virtud, consideradas como sinénimos, eran constante recomendacién en las cartas dirigidas a los familiares. El virtuoso es el hombre de bien. “Esta es buena tierra para los que quieren ser virtuosos, aplicados y hombres de bien” (96), decia uno de ellos. En consecuencia —concluye Enrique Otte—, parece que el emigrante no acta solamente por egoismo cuando llama a sus parientes. Estaba verdaderamente convencido de la mejor calidad del Nuevo Mundo, y que la vida en América hacia a los hombres mas ge- nerosos: “Aunque no tuviere sino el hacer a los hom- bres de corazones largos, era causa para dejar las mi- serias de Espafia” (446), y otro dice que América lo transformé: “Ya no seré lo que antes era, porque iré tan otro que los que me conocieron digan que no soy yo” (571). Visto asi, América del Sur, antes que la del Norte, fue estimada por los emigrantes espanoles como la tierra prometida, donde era posible realizarse plena- mente y alcanzar la felicidad. El “Estudio preliminar” de Enrique Otte, que pre- cede a los textos de las Cartas privadas, y que acabo de resumir, es unestudio notable que, ademas de des- cribir los aspectos externos de las cartas, examina los méviles, los sentimientos, las costumbres y las ideas, en suma, la vida privada y las mentalidades de 17 los emigrantes a Indias en la segunda mitad del siglo xvi. Es, pues, un estudio suficiente para acer- carnos al conocimiento del precioso repertorio de las Cartas privadas. Sin embargo, es tan rica de suges- tiones la lectura de estas 650 cartas que, como un apéndice a dicho “Estudio preliminar”, ofrezco en seguida algunos comentarios mas. En ocasiones, amplio las exposiciones del investigador o bien senia- lo antecedentes o preciso circunstancias hist6ricas o me detengo en temas no considerados o aspectos de lengua y estilo o en rasgos de conducta y en sen- timientos peculiares. 18 Il 1. El descubrimiento colectivo de las cartas DesbE la Antigiiedad y la Edad Media, apéstoles, reyes, gobernantes, conquistadores, letrados y nego- ciantes han escrito cartas ptiblicas y privadas. Desde siempre, también, han ocurrido grandes migracio- nes de invasores y pobladores que han dejado sus patrias originales para extender su dominio y esta- blecerse en tierras remotas. Entre ellos, los coloniza- dores espafioles de América constituyen, me parece, el primer caso histérico de una migracién masiva que siente la necesidad de escribir cartas. Ni roma- nos ni barbaros ni godos ni hunos ni arabes escri- bieron cartas a sus parientes lejanos con la abundan- cia y la profusién con que lo hicieron, en el siglo XvI, los espaiioles dispersos a lo largo del Nuevo Mundo. El despertar renacentista de la individualidad, una educacién mucho mas extendida y apremios exter- nos determinaron la redaccién de estos centenares de cartas, dirigidas a sus parientes de Espana para contar sus vidas y apurarlos a que viniesen a acom- panarlos. 19 2. Antecedentes y circunstancias: los casados y sus problemas El 20 de marzo de 1524, en la recién conquistada y reconstruida ciudad de México-Tenochtitlan, el en- tonces gobernador y capitan general Hernan Cortés, preocupado por arraigar en la tierra a los conquis- tadores y pobladores, incluy6 en las Ordenanzas de buen gobierno la siguiente disposicién: Item: porque mas se manifieste la voluntad que los pobladores destas partes tienen de resedir e permane- cer en ellas, mando que todas las personas que tovie- sen indios e fuesen casados en Castilla e otras partes, traigan sus mujeres dentro de un ano e medio, primero siguiente de como estas ordenanzas fuesen prego- nadas, so pena de perder los indios e todo lo con ellos adquirido e granjeado; e porque muchas personas podrian poner por achaque aunque toviesen aparejo, de decir que no tienen dineros para inviar por ellas, por ende, las tales personas que toviesen esta necesi- dad, .parezcan ante el reverendo padre fray Joan de Tecto, e ante Alonso Destrada, tesorero de Su Majes- tad, a le informar de su necesidad, para que ellos la comuniquen ansi, e su necesidad se remedie. E si al- gunas personas hay que son casados que no tienen sus mujeres en esta tierra, e quisieren traellas, sepan que trayéndolas seran ayudados ansi mesmo, para las traer dando fianzas. Aunque no haya tenido cumplimiento general e inmediato, la disposicién de Cortés fue antecedente importante de una serie de leyes que expidié la Co- tona, a partir de 1546, tocantes a esta cuestién de las esposas que quedaban sin maridos en Espana. 20 Descubrimientos, conquistas y colonizaciones habian sido empresas arriesgadas y de aventura, propias para hombres, pero cuando comenzaron a formalizarse los asentamientos de poblaci6n, se advirtié la necesidad de que los espafioles casados, avecindados en Indias, tuvieran consigo a sus mu- jeres. Tratabase de evitar en lo posible los amance- bamientos con indigenas, de proteger a las esposas abandonadas y de afianzar el arraigo de los pobla- dores en las ciudades y pueblos del Nuevo Mundo. Las leyes espanolas que regulaban estas cues- tiones tenfan los propésitos sefialados aunque fue- ron matizandose con disposiciones adicionales. La preocupaci6n mayor acabé por ser la de evitar que se aprovechasen los permisos de viaje para que vi- niesen a Indias mujeres que no estaban casadas o bien que eran de las “prohibidas”, “nuevamente con- vertidas o penitenciadas por el Santo Oficio”. Asi pues, quienes decidian viajar debian proveerse de constancias formales tanto de su matrimonio como desu condicion de “cristianas viejas”, ademas de pre- sentar una prueba de la existencia en Indias del marido que las solicitaba. Como el viaje a Espana de los propios maridos era dificil —aunque se les prometia conservarles sus encomiendas 0 preben- das—, casi todos optaban por pedir a sus mujeres que viajaran solas, acompanadas de algun pariente © matrimonio amigo, o de algtin esclavo, que las protegiera durante el viaje. Una vez notificados los casados en Indias, debian dar fianza para asegurar el cumplimiento de su obli- gacion, en un plazo de dos anos. Llegado este plazo, en caso de incumplimiento eran apresados, a veces 21 engrillados y embarcados de vuelta a Espaiia, y per- dian todos sus bienes (95 y 193). Unos hujan hacia Filipinas, que llamaban China (178) y otros se es- condian en las minas (221). Estos extremos explican la desesperacién de algunos de los autores de cartas, encareciendo y aun amenazando a sus mujeres para que viajasen cuanto antes. Ademias de las Ilamadas a las esposas, se presen- t6 otro caso muy frecuente. Transcurridos los afios, un numero considerable de conquistadores y sobre todo de pobladores se habfan enriquecido y enveje- cido y, por diversas circunstancias, se habian que- dado solos, sin pariente que compartiera sus traba- jos y a quien pudiesen heredar. También existfan viudas que se habfan quedado al frente de las en- comiendas o empresas del marido, cargo excesivo para ellas, cuando no tenian hijos o parientes consi- go. Unos y otras escriben a sus parientes de Espaiia para encarecerles que vengan a auxiliarlos herma- Nos o primos y, en muchos casos, sobrinos a los que, a cambio de su compaiifa y apoyo, ofrecen dejar como herederos de sus bienes. Por su parte, las esposas o los parientes residen- tes en Espafia y que decidian viajar, ademas de las constancias antes mencionadas, deb{an presentar al Consejo de Indias las “cartas de llamada” de sus pa- rientes, como prueba del propésito de su viaje. Esta exigencia explica el que estas cartas privadas se en- cuentren en los expedientes de quienes solicitaban permiso para emigrar a las Indias.' Gracias a ello, y al feliz encuentro de Enrique Otte, de este excep- cional cuerpo documental, es posible asomarnos a * Véase infra, nota 9. 22 las intimidades de los pobladores de Indias en la segunda mitad del siglo xvi.’ 3. Evolucion del emigrante A propésito de los memoriales de méritos y servi- cios de conquistadores y pobladores de Nueva Espana, escritos entre 1540 y 1550,? su editor don Francisco A. de Icaza sefiala que, al lector de la recopilacién le sorprenderé que en muchos de los memoriales transcritos se declaren como merecimientos no tener oficio ni beneficio, hallarse cargado de hijos, legiti- mos e ilegitimos, sin tener con qué sustentarlos, y agobiado de deudas, por sostener caballos, armas y servidumbre, correspondientes a posicién fuera de sus recursos; y que este relajamiento y despilfarro se presenten y declaren para pedir o exigir, segtin el temperamento del solicitante, un beneficio estable en la Colonia o un socorro permanente en las Cajas reales.* Entre los 1385 solicitantes que figuran en este Diccionario, los hubo también que habian hecho servicios y aun hazaiias importantes en la conquis- ta, o bien que si tenian oficios utiles. Sin embargo, ? La iegislacién respectiva se encuentra en Puga, Cedulario de la Nueva Espafta, 1563, ff. 179 v y 125 v.— Encinas, Cedulario indiano, 1596, ff. 400-401.— Zorita, Ordenanzas reales, 1574, ff. 263 v 268 v.— Recopilacion de leyes de los reinos de Indias, 1681, lib. 1X, tit. 26, leyes 14.— Veytia Linaje, Norte de la con- tratacion de las Indias occidentales, 1672, lib. 1, cap. XXIx. 3 Francisco A. de Icaza, Diccionario autobiografico de conquistadores y pobladores de Nueva Espaita, sacado de los textos originales por... Madrid, 1923, 2 vols. * Introduccién, op. cit., p. XXXI- 23 casi todos aspiraban a recibir en compensaci6n en- comiendas de indios, 0 a mejorar las que ya tenian, 0 bien a recibir cargos publicos u otros auxilios que los favorecieran. De una u otra manera, laimpresién dominante en estos memoriales es que la mayoria de los solicitantes aspira a vivir sin esfuerzo personal y a costa del trabajo de los indios, gracias a la enco- mienda. Estos solicitantes eran antiguos conquistadores o sus herederos y los primeros pobladores llegados a la Nueva Espaia ya pacificada en lo principal. Unos y otros estaban estableciendo la nueva sociedad criolla mexicana. Tras ellos llegariana todas las Indias nuevas Oleadas de emigrantes, empujados por la crisis econdmica que sufria Espana. Algunos todavia logran recibir encomiendas de indios. Sin embargo, un ntimero considerable tiene ya otra mentalidad y ahora confian en su propio esfuerzo, en los oficios y profesiones, en el comercio, la agricultura, la ga- naderfa, la minerfa y las industrias. Como apunta En- rique Otte, “frente al ideal de una vida preferente- mente senorial de los conquistadores se impuso la practica de la multiple actividad econédmica”® Cosme Rodriguez, que fue alarife en Tehuantepec en 1556, cuenta a su mujer que en un tiempo anduvo agitado, a la mala ventura y padecié carcel. Ahora, que ha sentado cabeza y se puso a trabajar, Dios le “ha dado mas que todo mi linaje tenia” (212). Y Bartolo- mé Pérez, que era teniente en Zinapécuaro en 1557, dice a su sobrino: “Muchas cosas tenia que escribirde esta tierra a vuestra merced, solo quiero decir una, y * Enrique Otte, “La Nueva Espana en 1529”, Historia y sociedad, op. cit., p. 97. 24 es que los hombres que saben trabajar y se dan a la virtud tienen de comer, que los que no, no” (226). Han descubierto, pues, que el trabajo, cualquiera que sea, les da honra, porque lo importante es tener fortuna: “nunca preguntan a qué lo ha ganado fula- no, Sino qué tiene, y en diciendo que tiene algo, tapan todos la boca y callan” (487), dice Celed6n Favalis, desde Lima en 1587. Y él.mismo afiade que en las nuevas tierras los hombres “se ponen a cosas que en Espaiia no lo harian los picaros”. El emigrante ha descubierto también la eficacia de la solidaridad y, siguiendo un uso que se mantiene entre los espano- les, era “amo y sefior —como observa Brading— de los dos caminos que con mayor seguridad condu- cian a la riqueza en el México colonial: el comercio y el matrimonio”.° 4. Insensibilidad para la nueva tierra Los temas dominantes en las cartas son la vida y el trabajo duros, la abundancia de la tierra, la riqueza que muchos han alcanzado y su esperanza de vol- ver a sus pueblos para morir en ellos. “Aunque esta tierra es buena para ganar de comer, no lo es para envejecer en ella, porque es tierra donde se tiene poco contento para poder estar en ella” (47), dice de Mé- xico en 1574 Andrea Lopez de Vargas. Juan Zorrilla de la Concha cuenta en 1589 que ha corrido mucho mundo, estuvo en China y alla y en México se enri- © DR: Brading, Mincros y comerciantes en el México borbénico (1763-1810), (1971). Trad. de Roberto Gémez Ciriza, Fondo de Cultura Econémica, Mé- xico, 1975, Segunda parte, cap. Il, p. 150. 25 queci6. Pero, en los tiltimos afios, los “ingleses y la mar” lo han hecho perder mas de cien mil pesos. Esta yamuy cansado, le parece temeridad tentar mas a la fortuna, y pide a su hermano su opini6n sobre su proyecto de volverse “e ir a morir en sus barda- les” (198). Estas nostalgias por el terrufio son naturales. Pero también lo seria que vieran con alguna curiosidad a la nueva tierra que enriquecié a tantos emigrantes. A los parientes a quienes escriben debi6 de intere- sarles tener alguna noticia de esas nuevas tierras a donde los Hamaban. Sin embargo, no les descri- ben cémo son esas tierras. Cémo son las ciudades 0 pueblos donde viven, cuales son las costumbres de los nativos, cudles sus comidas y cual es su nueva vida. Solo se refieren a lo que importa a su provecho, si tienen 0 no indios en encomienda, y a la feracidad de las tierras y la abundancia de bienes. Es decir, que la mayoria de estas cartas pudieran haber sido escritas en cualquier otro lugar que ofreciera seme- jantes posibilidades de enriquecimiento. Frente al desprecio y recelo que la mayoria siente por indios y negros, uno solo, el encomendero de Casma, An- drés Chac6n —ya mencionado—, se refiere a ellos con reconocimiento y actitud paternal. 5. Curiosidades y acontecimientos Si no describen su nueva vida, algunos emigrantes cuentan al menos curiosidades remotas. Una mujer viuda, desde México en 1574, refiere a su hermana noticias de China (Filipinas), “la tierra mas préspe- 26 ra que hay en el mundo” y de donde trae el gale6n “cosas muy ricas, que en Espafia no las puede haber mejores ni tan pulidas” (61). Otros refieren aconte- cimientos graves, como la peste de 1576 que asol6 a los naturales en México, “que es la mayor lastima del mundo... y en la provincia de Tlaxcala, donde yo resido, se habla de que han muerto mas de 80 000 personas, y en nuestra hacienda se nos murieron mas de 200” (72). Pedro de Najera, que escribe las cartas mas extensas de esta recopilacién, cuenta a su hermano la legada a Lima, en 1586, del séptimo virrey del Peru, don Fernando de Torres y Portu- gal, y sus malos modos y asperezas; y le refiere el gran temblor que destruy6 Lima, el 9 de junio de ese afio, y como, ademas, “salié el mar de noche” y el puerto de El Callao quedo convertido en laguna. fl fue a rescatar a un sobrino y a su hermana, “ha- llélos hechos mares de lagrimas” y perdieron casi todos sus bienes: ropas, libros, azogue para vender en las minas y herramientas. El virrey, al que tu- vieron que rescatar en brazos, no dio ningtin auxilio para remediar las desgracias. Y después del temblor y las inundaciones, todos, hasta los gatos, sufrieron una epidemia de sarna, que se curaban con huevos y azufre 0 refregandose limones (484). Otro cuenta las rebeliones que, en 1599, ocurrieron en Chile y en Potosi —“a los principales les han cortado las cabezas”— y que andan ingleses por aquellos mares del Pacifico Sur (511). Y otro emigrante refiere las inundaciones que sufrié la ciudad de México en 1604, en que la laguna crecié “como una mar”, las acequias se derramaron y la ciudad estuvo “con mu- cho cuidado y peligro” (144). 27 6. El cultivo de la coca A los emigrantes que fueron al Pert les produjo mucha curiosidad el cultivo de la coca, del cual se posesionaron sobre todo en la regi6n del Cuzco. “Tengo una chacara de coca en los Andes del Cuz- co —dice Francisco Alvarez en 1594—, que vale diez mil pesos de plata ensayados” (532). Otro re- fiere en 1561: “Vuestro hermano Pedro G6mez Ma- rron... tiene una hacienda y granjeria muy gruesa en una estancia de coca, que le renta cada un afio mas de ocho o nueve mil pesos” (535). Otro cuen- ta, en 1574, que esta “de camino Para Potosi a co- brar mi hacienda y vender mil cestos de coca, que es una yerba que acd comen los indios” (547). Mi- guel de Aranda, otro residente en Cuzco en 1576, explica a su hermano pormenores de este cultivo: son unas haciendas tan delicadas que, si cada tres meses no las labran, piérdense mucho. No son tierras de pan llevar [esto es, de cereales], ni vifias ni olivares sino una yerba como zumaque, tan alta como un hom- bre, ni mas ni menos, que se llaman chacaras de coca, y es una yerba que la comen los naturales de esta tie- tra, y no la tragan més que mascada, y es de grande estima entre ellos, y esta en poder de nosotros, que ella no es gente que la sustente, sino muy poco. Ella es la mejor moneda que hay en esta tierra, porque por ella se halla cuanto estas Indias tienen, oro, plata y ropa y ganados, y cuanto tienen dan por ella no mas para mascarla. Es un arbol que dura poco... Es como digo de mucho precio, que vale un cesto de ella, que asi se llama, que tiene diez y ocho libras de coca ordi- nariamente, tres ducados y medio, y tres ducados. 28 Esto ha sido de un aio a esta parte, porque tres anos antes no valia mas de dos ducados... Yo cojo cada tres meses trescientos cestos... (549) 7. Pobreza de Espavia y riqueza de la nueva tierra A un sobrino recién casado le dice Juan Fernandez Sigurillaen 1589 que, “antes que [os] carguéis de hijos en esa tierra tan miserable os pase a estas partes, especialmente donde yo estoy, que es en esta ciudad de México, donde yo os podré favorecer” (104). Y un emigrante en Puebla, en 1611, comenta: “Me han dicho que Espaiia esta perdida en pobreza” (188). A muchos les da por jactarse, contrastando su opu- lencia en las Indias con la pobreza de Espafia: “Gas- taré yo mds carne en la semana que toda esa villa de Aranzueque... porque la tierra es fértil y lo su- fre” (240), dice Hernan Sanchez, en 1569, desde al- guno de los San Martin que hay en México. Y en Panamé, en 1566, presume Francisco Morales: “Po- seo yo mas que todo mi pueblo junto” (272). Y otro, también residente en Panama, escribe a su herma- no en 1572: “Decis que estais pobres, eso ya me pa- rece orden comiin de los espanoles” (274). En el periodo que cubren estas Cartas privadas, 1540-1616, y especialmente a partir de 1570, Espana sufrié una revolucién en los precios que encareci6 gravemente la vida en la Peninsula. Los crecientes envios de oroy plata de las minas del Nuevo Mundo, que Hamilton ha calculado, para el periodo 1503- 1660, en un total de 182 toneladas de oro y 16 886 toneladas de plata, han sido considerados uno de los factores que determinaron este encarecimiento de 29

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