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Relación entre la resiliencia y la inteligencia

emocional
Actualmente las personas, independientemente de su cultura, o historia personal, reaccionan de distintas
maneras frente a situaciones adversas de diversas clases. Quizá algunos no logren sobreponerse ante estas
dificultades, pero habrá otros que sí logren adaptarse positivamente. Esta condición es conocida como
resiliencia. Pero se ha utilizado de formas diversas por los investigadores. Vamos al grano ¿qué significa
«resiliencia» desde el punto de vista etimológico? Proviene del término en latín «resilio» que significa
«rebote», «volver de un salto». ¿Y la inteligencia emocional? Es un concepto, en gran parte hipotético, que
agruparía cogniciones y conductas útiles para apreciar y expresar de manera justa las emociones propias y las
de otros. Sí, en gran parte hipotético, debido a la falta de consenso entre los investigadores. Sus críticos afirman
que resulta absurdo clasificar casi cualquier tipo de comportamiento como una “inteligencia”.

Asumiendo la “no existencia” del conflicto antes mencionado, ¿estará relacionada la resiliencia y la inteligencia
emocional según la psicología? Desde un punto de vista semántico, podemos ver una estrecha relación entre
ambos, entre los cuales se puede mencionar no sólo al manejo de emociones y el control del estrés, sino
también el logro del bienestar subjetivo.

Según Troy y Mauss, una de las claves de la relación entre inteligencia emocional y resiliencia radica en el hecho
de que los eventos estresantes tienen inherentemente contenido emocional. Por este motivo, la capacidad de
las personas para regular las emociones es un factor críticamente importante en la determinación de la
resiliencia, por consiguiente, de la inteligencia emocional.

Para Goleman, la inteligencia emocional es una capacidad que permite conocer y manejar mejor las emociones
propias y las de los demás, de sentir satisfacción y ser eficaces en la vida. Por su parte, Brooks y Goldstein
afirman, la resiliencia se vincula a nuevos parámetros de conductas que permiten superar los sucesos
estresantes o traumáticos que pueden acontecer en el diario vivir.

La psicología experimental quizá nos dé luces al respecto. En efecto, algunas investigaciones realizadas sobre
resiliencia han permitido comprobar que hay ciertas características estables de personalidad tales como la
esperanza, felicidad y optimismo, que pueden mediatizar el impacto que producen determinados estímulos
estresantes (Brodkin y Coleman). Por otra parte, otros autores observaron que quienes se sobreponen
positivamente frente a la adversidad presentan mayores habilidades sociales y emocionales, respecto a quienes
sucumben ante la misma ¿Y esto qué significa? Los sujetos resilientes manejan y comprenden mejor sus
emociones. Por otro lado, Darío Páez concluyó que los jóvenes con apego seguro y una alta Inteligencia
Emocional auto-percibida y de rendimiento, hacen mayor uso de la reevaluación positiva ante situaciones que
provocan ira o tristeza -reconstruyen la situación centrándose en lo positivo, autoreconfortándose y
minimizando sus consecuencias negativas-. Asimismo, quienes presentan un estilo seguro y mayor capacidad
de modificar sus estados de ánimo en las relaciones interpersonales, tienen mayor autocontrol ante la tristeza
en base al uso de respuestas de aceptación, sugiriendo que aguantar e ignorar la situación, aprender a vivir y
aceptar el estrés interpersonal es eficaz.

De lo anterior podemos inferir una relación entre la resiliencia y la educación emocional. Se podría decir que un
nivel elevado de Inteligencia Emocional tendría una función tanto protectora como recuperadora del ajuste
emocional y de la salud mental.
Entonces, ¿cuál es el nivel de inteligencia emocional y el nivel de resiliencia que tiene cada persona? Para
empezar, no existe un test capaz de determinar el «grado de inteligencia emocional», a diferencia de lo que
ocurre con los test que miden el CI.

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