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Análisis de la física de Aristóteles

Por Paula Jiménez Cuevas

Una de las personas que lograron sentar a la física como una ciencia importante
para el desarrollo humano en la antigüedad fue Aristóteles, quien fue un
personaje histórico que logro abrir camino para muchos científicos y pensadores
a través del tiempo.
Si bien Aristóteles no pudo consolidar muchas de sus ideas y planteamientos en
el campo de la física ya que podían carecer de argumentos para validarlas y se
basaban más que nada en un aspecto más filosófico, no es mentira que sus ideas
fueron base en el futuro para que algunos otros como Galileo experimentasen y
vieran verdaderamente el cómo y el porqué de los resultados de algunos
movimientos y la naturalidad con la que estos se desarrollan en un medio.
Para empezar, podemos destacar el hecho de que Aristóteles insistía en que las
personas concibieran la idea de los principios de los seres naturales, es decir,
las causas que hacen que “algo sea natural” y el porque de su existencia. Dichas
causas las conocemos como material, formal, eficiente y final. Podemos
analizar el hecho de que las causas material y formal constituyen y caracterizan
al ser, mientras que las causas eficiente y final son meramente extrínsecas y
como el ser o algo propio de él puede llegar a cambiar. Centrándonos más en la
causa final podemos comprender que cada cuerpo tiene una “naturaleza”. Si nos
concentramos en recoger un objeto del suelo al soltarlo esté caerá, esto es lo que
se puede definir como el objeto tratando de regresar a su estado natural, cosa
que hoy en día según los estudios a lo largo del tiempo podemos ver como
Fuerza de Gravedad, algo bastante distinto al sentido filosófico que les daba
Aristóteles a las cosas. En este sentido el movimiento no solo podía ser definido
como el cambio de posición de un cuerpo en el espacio, sino también un cambio
en la cantidad, cualidad y material.
Regresando a la causa material, asimilamos que los seres y objetos están hechos
de los 4 elementos de la antigüedad (tierra, fuego, agua y aire) y éter (una
sustancia que se creía que ocupaba todo el espacio como un fluido).
Si bien todo esto nos adentra en un sentido puramente metafísico en el cual
Aristóteles creía que las cosas podían tener un fin específico (animadas o no),
donde buscar la respuesta para algún fenómeno físico de su interés tenía
resultado planteándose la pregunta ¿por qué?, sin embargo, hoy en día suena
más viable encontrar una respuesta a los fenómenos averiguando como es que
estos se dieron.
El hecho de que cada cosa del mundo estuviera conformada por 4 elementos
(siguiendo la lógica de Aristóteles) cada elemento podría tener una tendencia a
unirse, separándose de los demás elementos, como lo sería la roca a la tierra, el
fuego al cielo, etc. Todo esto con el fin de buscar su estado natural; en todo caso
solo podría existir una fuerza que se opusiera al agrupamiento de todos estos
elementos.
También para este personaje existe el hecho de que hay dos regiones en el
universo totalmente distintas, con la única semejanza de que las sustancias que
las componen tienes una divisibilidad infinita, es decir, “una materia continua”
en donde podríamos partículas cada vez más pequeñas al ser partidas. Dichas
regiones son la sublunar aquello que solo se restringe a nuestro mundo y el
espacio limitado por la trayectoria de la Luna, en esta región podemos encontrar
que todo es imperfecto y perecedero. Mientras que la región celeste va más allá
de la Luna, un espacio finito, perfecto y eterno.
Otra cosa importante que destacar en relación con las regiones, era el hecho de
que Aristóteles tenía la convicción de que el movimiento de un cuerpo podía
ser si y solo si se le aplicaba una fuerza de manera constante, el hecho de que
en algún momento la fuerza dejará de actuar sobre el cuerpo implicaría que el
objeto entrara en un nuevo estado de reposo. Desde luego dicha teoría pudo ser
derribada no muy después de ser postulada, ya que actualmente sabemos que
solo basta que apliquemos una fuerza mayor a la fricción del medio de donde
se ubica el objeto para que este pueda conservar su movimiento sin que se le
siga aplicando fuerza alguna (claro que al estar hablando de un sistema no
idealizado llegará el momento en el que dicho objeto tenga que detenerse).
De la misma manera, para Aristóteles, el concebir el movimiento requería de un
medio, en ese caso el vacío no lo era, por lo cual también teorizo que el
movimiento de un objeto era inversamente proporcional a la densidad del medio
en el que este actuaba, entonces al pensar en un vacío (donde no existe el arriba,
abajo o un centro definidos) podemos definir un movimiento infinitamente
rápido a no ser que exista una fuerza de tal magnitud capaz de detener dicho
movimiento, la otra posibilidad es que el objeto se mantenga en un reposo
absoluto.
También en su ideología, el movimiento se puede dividir en dos, el natural y el
violento. El primero puede decirse que fluye con libertad y este a su vez puede
ir en función de las cualidades del ser; así mismo puede ser su afán por aspirar
a la forma que tiende. Sin embargo, el movimiento violento lo producimos al
violentar la naturaleza del objeto o del ser al querer que realice un determinado
cambio, forzando a que este no se manifieste en lo que aspira.
El que Aristóteles en ningún momento pensado o reconocido algún principio de
inercia hizo que, como ya lo había mencionado anteriormente, este pensase que
únicamente un movimiento fuera posible con la aplicación de una fuerza
constante. Pensando en su primera ley únicamente obtenemos que la fuerza
debe de ser mayor que la resistencia del medio, y si la segunda aumenta, la
primera debe de aumentar proporcionalmente con respecto a la segunda.
En conjunto con su segunda ley de movimiento, es dicho que un objeto de
mayor peso caerá con una velocidad mayor que un objeto como menor peso, lo
cual es totalmente incorrecto, dos objetos sometidos en una misma caída libre
(es decir, en las mismas condiciones) obtenemos que ambos caen con la misma
velocidad. Sintetizando la segunda ley obtenemos que v α W/R (donde v es
velocidad, W es peso y R es resistencia). El hecho de este pensamiento radica
en que entre más pesado sea el objeto más fuerte es su tendencia por regresar a
su estado natural. Otro caso para hacer una comparativa entre el movimiento
descrito por Aristóteles y el descrito en la física actual conocida, es que él decía
que la fuerza era proporcional al peso, mientras que ya quedo demostrado que
la fuerza es proporcional a la masa.
El hecho de que Aristóteles haya pensado que el movimiento es absoluto deja
en claro que la inercia no fue un concepto introducido en sus teorías. Ya que no
concebía que la inercia fuera una propiedad intrínseca de los cuerpos, sino,
únicamente estos solamente presentaban resistencia al movimiento. Lo que
haya generado el cuerpo también le apropio intrínsecamente la tendencia a caer.
El que este antiguo pensador no tuviera el interés de la experimentación en aquel
momento (ya que era considerado un trabajo manual propio solo de la clase
social baja) le costó la veracidad de sus palabras durante siglos hasta el
momento.

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