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Reporte de lectura: El ente y la esencia.

Santo Tomás de Aquino

En la metafísica que elabora Tomás de Aquino, concibe al Ser en relación con la


Inteligencia, una relación que no puede estar desasociada, en que una parte da
cuenta de la otra. La relevancia de la introducción de la inteligencia en el Ser, es la
parte fundamental para recobrar nuevamente la discusión sobre el Ser, desde la
visión de Aristóteles, con una relación religiosa, es por eso que “La Metafísica de
Santo Tomás concibe el ser como hecho para la inteligencia: el ser puro para la
inteligencia pura; pero al mismo tiempo descubre que la inteligencia está hecha
para el ser. En su grado máximo Inteligencia y Ser son una identidad cuyo nombre
propio es inefable a la Metafísica humana”1. Es por eso que al descubrir que la
inteligencia está hecha para el Ser, puede sustentar que la Inteligencia y el Ser
están ligados y forman una identidad.

Entonces al elaborar tal fundamentación de la unión del Ser con la Inteligencia,


permitirá hablar del espíritu humano cognoscente, que será de gran importancia
para la tradición escolástica, y después, esto servirá para que Kant elabore su
propia teoría cognoscitiva en polo opuesto a Tomás de Aquino, en otras palabras,
“Kant podrá entonces separar la inteligencia y el ser para concebir la primera
como algo que no responde a una forma, sin intencionalidad y sin fin; es decir, un
absoluto que necesariamente tiene que desembocar en algo. Dicho simplemente,
una estructura absoluta sin relación al ser”2, por lo tanto, con esta idea de
intencionalidad de la Inteligencia en el Ser, se forma la estructura para dar cuenta
del Ser ya como una forma inteligible, en el que el Ser se muestra a través de la
función de Inteligencia.

Entonces, será el hecho de la inmanencia que permitirá entender la relación de la


Inteligencia con el Ser; comprendiéndola como algo interno a un ser, porque “Es la
permanencia del acto allí mismo de donde ha surgido, en virtud de su

1
Aquino, El ente y la esencia, Clásicos de la filosofía, Universidad de Buenos Aires, Argentina, 1940, p. 14
2
Idem
inmaterialidad”3, manifestando que no sucede en algo externo sino ahí dentro
donde se expresa el espíritu.

Tomás de Aquino, considera que la esencia se encuentra dentro de las sustancias


simples o compuestas, las más fáciles de entender son las sustancias
compuestas, porque las simples son de pertenencia divina y por lo tanto ocultas,
dando la explicación que la esencia no sólo se encuentra en la materia o en su
defecto en la forma, sino que en las dos, manifestando que “el término esencia
significa, en las sustancias compuestas, lo constituido por materia y forma”4,
comprendiendo que el existir de las sustancias compuestas depende de la materia
y de la forma, no se puede ser sólo forma y ni sólo materia, y por lo tanto la
esencia “no puede ser tan sólo la forma ni la sola materia, sino ambas, aunque de
su existir tan sólo, la forma sea, a su manera, la causa”5, con este entender Tomás
de Aquino fundamenta que la esencia de las sustancias compuestas es la forma y
la materia, para después pasar a explicar la esencia de las sustancias simples.

Para realizar la distinción de las sustancias simples de las compuestas, hace la


connotación de la necesaria relación de forma y materia, así como la principal
diferencia entre ellas; de tal manera que la materia no puede ser sin la forma, y sin
embargo, la forma si puede ser sin la materia, señalando que “La esencia de la
sustancia compuesta y de la sustancia simple difieren en esto: la esencia de la
sustancia compuesta no es sólo la forma [o estructura determinante] sino que
abarca la materia [elemento determinable] y la forma; en cambio la esencia de la
sustancia simple es sólo la forma”6, por tal motivo, realiza una notable diferencia
entre las sustancias compuestas y simples, que da apertura para afirmar que la
esencia de la sustancia simple es la forma, y por lo tanto, esto le permitirá hablar
de la Inteligencia como forma y no materia.

Por tal motivo, estas formas no exigen existir en la materia porque son
inmateriales, y de manera consecuente estas formas las identificarán como

3
Ibídem, p.15
4
Ibidem, p. 50
5
Ibidem, p. 52
6
Ibidem, p. 93
inteligencias con características inmateriales, dejando claro que “estas formas
[subsistentes sin la materia] son las inteligencias; por lo mismo no es necesario
que sus esencias o quiddidades sean otra cosa sino su misma forma [o estructura
inmaterial]”7, y en definitiva la procedencia de la inteligencia en un ser de forma y
no de materia, y por lo tanto contemplando la inmanencia.

Para argumentar, la inteligencia como parte de la forma recurre a lo que


Aristóteles llama en potencia y en acto, señalando primeramente que inteligencia
“es posesión de forma y existencia; que tiene su existir del Ser Primero” 8, este Ser
primero es Dios considerado causa primera y le proporciona a esta forma una
capacidad potencial y al recibirlo como el mismo acto, “Por consiguiente la
quiddidad o forma que es la inteligencia, es una capacidad potencial respecto a la
existencia que recibe de Dios; y el existir recibido es como el acto”9, por tal motivo
se confirma que la inteligencia es potencialidad y actualidad, más no forma y
materia.

En suma se establece que el modo de poseer la esencia en las sustancias, está


dividido es tres, como lo comenta, “Hay en las sustancias un triple modo de poseer
la esencia”10, estas son: el primero es, Dios cuya esencia es su propia existencia;
el segundo, las sustancias intelectuales creadas y por tal motivo recibidas por el
Primer Principio y el tercer, la esencia se realiza en las sustancias compuestas de
materia y forma.
Bibliografía
Aquino, El ente y la esencia, Clásicos de la filosofía, Universidad de Buenos Aires,
Argentina, 1940, p.p. 137.

7
Idem.
8
Ibidem, p. 101
9
Idem.
10
Ibidem, 107

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