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Instituto Tecnologico De Tijuana

Perspectiva humana
Reyes Ramírez Valeria

Fecha de entrega: 8 de octubre de 2014


El papel de la adhesión celular en la inflamación y
la metástasis
La inflamación es una de las reacciones primarias a la infección. Si una parte del
cuerpo se contamina con bacterias, como podría ocurrir después de una herida
punzante en la piel, el sitio de la lesión se con- vierte en un magneto para diversos
leucocitos. Se estimula a estos últimos (glóbulos blancos), que en condiciones
normales permanecen en la sangre, para que crucen la capa endotelial que
recubre las venas más pequeñas (vénulas) en la región y entren al tejido. Una vez
en el tejido, los leucocitos se mueven hacia los microorganismos invasores como
respuesta a las señales químicas e ingieren a los microbios.a Aunque la
inflamación es una reacción protectora, también tiene efectos colaterales
adversos, como la fiebre, aumento de volumen local por la acumulación de líquido,
enrojecimiento y dolor.

También es posible que la inflamación se active en forma inadecuada. Por


ejemplo, puede haber daño en los tejidos del corazón o el cerebro cuando el flujo
sanguíneo a estos órganos se bloquea durante un infarto del miocardio o un
episodio vascular cerebral. Cuando se restaura el flujo sanguíneo al órgano, los
leucocitos circulantes pueden atacar el tejido dañado, lo que produce un trastorno
conocido como daño por reperfusión. Una reacción inflamatoria exagerada
también puede ocasionar asma, síndrome de choque tóxico y síndrome de
insuficiencia respiratoria. Se realiza una investigación intensa sobre preguntas
relacionadas con estos trastornos: ¿cómo confluyen los leucocitos en los sitios de
inflamación?, ¿por qué son capaces de detener su flujo en la corriente sanguínea
y adherirse a las paredes vasculares?, ¿cómo penetran las paredes de los vasos?,
¿cómo pueden bloquearse algunos efectos colaterales negativos de la inflamación
sin interferir con los aspectos benéficos de la reacción? Las respuestas a las
preguntas sobre la inflamación se enfocaron en tres tipos de moléculas para
adhesión celular: selectinas, integrinas y proteínas de la súper familia de
inmunoglobulinas.

vénulas se vuelven más adhesivas para los neutrófilos circulantes, un tipo de


leucocito fagocítico que lleva a cabo un ataque rápido e inespecífico a los
patógenos invasores. Este cambio en la adhesión lo media una presentación
transitoria de selectinas P y E en las superficies de las células endoteliales
activadas en el área dañada . Cuando los neutrófilos encuentran las selectinas,
forman adhesiones transitorias que reducen de manera drástica su movimiento por
el vaso. En esta etapa puede verse que los neutrófilos “ruedan” con lentitud sobre
la pared vascular. Varias compañías biotecnológicas intentan desarrollar fármacos
antiinflamatorios que interfieran con la unión de los ligandos con las selectinas E y
P. Los anticuerpos contra selectina bloquean el rodamiento de los neutrófilos
sobre las superficies cubiertas con selectinas in vitro y suprimen la inflamación y el
daño por re perfusión en animales. Se obtuvo un efecto bloqueador similar con
carbohidratos sintéticos (efomicinas) que se unen con las selectinas E y P, con lo
que compiten con los carbohidratos ligandos en las superficies de los neutrófilos.

Cuando los neutrófilos interactúan con el endotelio inflamado de la vénula, un


proceso de activación (desencadenado por varios agentes, incluido el factor
activador plaquetario liberado por el endotelio) produce un aumento de la actividad
de unión de ciertas integrinas ( αLβ2 y αMβ2) que ya están situadas en la
superficie de los neutrófilos ( paso 3). Después, las integrinas activadas se unen
con gran afinidad con las moléculas de la IgSF ( ICAM) en la superficie de las
células endoteliales, lo que hace que los neutrófilos detengan su rodamiento y se
adhieran con firmeza a la pared vascular (paso 4). Los neutrófilos unidos cambian
de forma y se exprimen entre las células endotelia- les adyacentes para entrar al
tejido dañado . Los neutrófilos invasores parecen capaces de separar las uniones
adherentes que constituyen la principal barrera entre las células de la pared
vascular. Esta cascada de fenómenos, que incluye varios tipos diferentes de
moléculas de adhesión celular, asegura que la unión de las células sanguíneas a
las paredes de los vasos sanguíneos y la penetración posterior ocurra sólo en
sitios en los que se necesita la invasión leucocitaria.

La importancia de las integrinas en la reacción inflamatoria se demuestra en una


rara enfermedad llamada deficiencia de adhesión leucocitaria (DAL). Las personas
con este padecimiento son incapaces de producir las subunidades β 2 como parte
de varias integrinas leucocitarias. Como resultado, los leucocitos de estas
personas carecen de la capacidad para adherirse a la capa endotelial de las
vénulas, un paso necesario para su salida de la corriente sanguínea. Estos
individuos sufren infecciones bacterianas repetidas que ponen en riesgo su vida.
La mejor forma de tratar esta anormalidad es el trasplante de médula ósea, el cual
suministra al paciente las células primordiales capaces de formar leucocitos
normales.

El cáncer es una enfermedad en la que las células escapan de los mecanismos


normales de control del crecimiento del cuerpo y proliferan sin regulación. Si las
células malignas permanecieran en una sola masa, como ocurre a menudo en
algunos tipos de cáncer cutáneo o cáncer tiroideo, casi todos los tumores
malignos serían fáciles de curar mediante la extirpación quirúrgica del tejido
enfermo. Sin embargo, la mayor parte de las tumoraciones malignas generan
células capaces de salir del tumor primario y entrar a la corriente sanguínea o con-
ductos linfáticos, lo que inicia el crecimiento de tumores secundarios en otras
partes del cuerpo. La diseminación de un tumor dentro del cuerpo se conoce como
metástasis y es la razón por la que el cáncer es una anomalía devastadora. Se
cree que las células metastásicas (células cancerosas que pueden iniciar el
desarrollo de tumores secundarios) tienen propiedades especiales en la superficie
celular que no comparten la mayoría de las otras células del tumor mediante
enzimas que digieren la ECM, en particular las metaloproteinasas de la matriz . En
algunos tipos de cáncer, las células secretan sus propias MMP, pero en la mayoría
de los tumores en crecimiento inducen la síntesis y secreción de estas enzimas en
las células “hospedadoras” próximas. De cualquier forma, estas enzimas degradan
las proteínas y proteoglucanos que obstaculizan la migración de las células
cancerosas. Además, la escisión de determinadas proteínas de la ECM por las
MMP produce fragmentos proteínicos activos que actúan otra vez de regreso en
las células cancerosas estimulando su proliferación y carácter invasor.

Los cambios de las cifras y tipos de varias moléculas de adhesión celular, y por
tanto de la capacidad de las células para adherirse a otras células o a las matrices
extracelulares, también se refirieron en la promoción de las metástasis. Los
principales estudios en esta área se han concentrado en la caderina E, que es la
molécula de adhesión celular predominante de las uniones adherentes que
mantienen las células epiteliales en una lámina cohesiva. La pérdida de la
caderina E de las células epiteliales normales, como ocurre durante el desarrollo
embrionario, se vincula con la conversión de las células en un fenotipo
mesenquimatoso, más móvil , muy similar al de la mayor parte de las células
cancerosas. Las investigaciones con diversos tumores de células epiteliales (p. ej.,
de mama, próstata y colon) confirman que estas células malignas tienen
concentraciones muy reducidas de caderina E; a menor nivel de expresión de
caderina E, mayor potencial metastásico de la célula. A la inversa, cuando se
obliga a las células malignas a expresar copias adicionales del gen para caderina
E, las células pierden capacidad para producir tumores cuando se les inyecta en
animales. Se cree que la presencia de caderina E favorece la adhesión de las
células entre sí y suprime la dispersión de células neoplásicas a sitios distantes.
También es posible que la caderina E inhiba las vías de señalización celular que
conducen a la invasión hística y metástasis. La relevancia de la caderina E resulta
evidente a partir de un estudio de una familia de nativos de Nueva Zelanda en la
que 25 de sus miembros tuvo cáncer gástrico en un periodo de 30 años. El
análisis del DNA de los integrantes de la familia reveló que las personas
susceptibles tenían mutaciones en el gen que codifica la caderina E.

Fragmento extraído del libro: Biología celular y molecular- KARP- 5ta edición (pag.259-260)

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