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SEDllenos

del
ESPÍRITU
Sed llenos del Espíritu
Doyle G. Jones
Traducido por:
Jesús Godínez L.
Primera impresión por Doyle G. Jones
Waxahachie, Texas
Copyright © 1997
Impreso en los Estados Unidos
©2002 por RDM
© 2004 por RDM
Todos los derechos reservados
Cubierta diseñada por Jorge Tobar

ISBN: 978-1-931984-61-4
RDM: 5201-00S1
1722 S. Glenstone, #163W
Springfield, MO 65804, EE.UU.
Tel.: (417) 881-4698 • Fax: (417) 881-1037
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Página web: WWW.RDMlit.org
3

Índice

Prefacio............................................................................................... 4
1. ¿Qué significa ser lleno del Espíritu? .................................................. 5
2. La vida llena del Espíritu no es para todos—
es sólo para los creyentes................................................................. 15
3. Ser llenos del Espíritu no es difícil .................................................... 19
4. Pasos hacia la plenitud del Espíritu .................................................. 29
5. Sed continuamente llenos del Espíritu .............................................. 35
6. “Sed llenos del Espíritu”
¿Opción o mandamiento? ................................................................. 40
7. Cómo ayudar a otros a ser llenos
del Espíritu ........................................................................................ 46
8. ¿Por qué todos los creyentes deben ser llenos
del Espíritu y hablar en lenguas? ...................................................... 56
9. Evidencias de Pentecostés ............................................................... 68
10. Preguntas frecuentes acerca
del hablar en lenguas ........................................................................ 75
Acerca del Autor ............................................................................... 80
Notas ................................................................................................ 82
4 Sed llenos del Espíritu

Prefacio

Este libro es el resultado de muchos años de ayudar a la gente a ser


bautizada en el Espíritu Santo. La mayor parte del material se escribió
una noche hace algunos años después de una reunión evangelista. Venía
yo de un culto extraordinario en el que varias personas habían sido lle-
nas del Espíritu. Sin planearlo, me senté a la mesa en nuestro remolque
y empecé a escribir sobre el acto de ser bautizado en el Espíritu. Nor-
malmente no me gusta escribir; pero esa noche escribí sin problemas y
con rapidez.

El material que recopilé aquella noche ha ayudado a innumerables


personas a recibir la preciosa plenitud del Espíritu Santo. Durante los
últimos años, he tenido el privilegio de compartir esta información en la
reunión anual de Educación Cristiana del Distrito Norte de Texas, que se
lleva a cabo en la universidad Southwestern, de las Asambleas de Dios.

He decidido escribir en un lenguaje bien claro para ayudar al laico a


recibir la plenitud del Espíritu Santo. El libro no es un tratado teológico,
como he explicado en el capítulo uno. Aquellos que buscan ser bauti-
zados en el Espíritu Santo deben concentrarse en los primeros cuatro
capítulos, en espíritu de oración, antes de continuar con los demás.
Capítulo 1

¿Qué significa ser lleno del


Espíritu?
M aría creía tener un concepto claro y firmes convicciones en
cuanto al significado de “ser lleno del Espíritu”. Tardaba en
retirarse al finalizar los cultos con el fin de expresar sus puntos de vista.
Había predicado que la persona a quien Dios llena con el Espíritu
Santo habla en otras lenguas.
Después del culto María me abordó para cuestionarme. “¿Cómo
puede decir eso? ¿Cómo puede decir que solo aquellos que han hablado
en otras lenguas han sido llenos del Espíritu Santo?”
Ella insistentemente aseguraba que había sido llena del Espíritu,
porque recién había pasado al frente en una reunión de jóvenes y por
fe recibió la plenitud. “No hablé en lenguas”, argüía, “pero sentí la pre-
sencia de Dios sobre mí. Desde entonces he tenido un gran deseo de
testificar y de hablar a otros acerca de Jesús”. María dijo además: “No
tengo nada en contra de hablar en lenguas, pero simplemente no pienso
que sea necesario hacerlo cuando una persona es llena del Espíritu.”
Mucha gente es como María. Pueden mencionar alguna gran expe-
riencia espiritual que tuvieron después de ser salvas, la cual confunden
con la plena recepción del Espíritu. A menudo toman la posición ideo-
lógica de que así como algunos pueden hablar en lenguas cuando son
bautizados en el Espíritu, otros no lo harán.
A veces estas personas creen que el hablar en lenguas realmente no
es para los cristiano de hoy. Hasta pueden llegar a sostener la opinión
de que aquellos que hablan en lenguas son engañados por sus propias
emociones, y que no tienen una experiencia confiable, desde un punto
de vista bíblico. Aun otros creen que los cristianos son bautizado en el
Espíritu Santo en el momento de la conversión.
No es el propósito de este libro probar la validez y necesidad de ha-
blar en lenguas. Muchos otros han tratado este tema con profundidad.1
Mi objetivo es ayudar al cristiano que tiene hambre de recibir el Espíritu
Santo en el poder del bautismo.
6 Sed llenos del Espíritu

Sin embargo, puesto que la incertidumbre acerca de las lenguas re-


presentan un impedimento para muchos, será de ayuda considerar breve-
mente algunos de los fundamentos bíblicos concernientes a las lenguas.

Dos propósitos diferentes del hablar en lenguas


Una de las objeciones planteadas por María fue la pregunta del após-
tol Pablo en 1 Corintios 12:30” “¿Hablan todos en lenguas?” A partir de
este pasaje ella infirió que el hablar
en lenguas no es para todos.
Aclaré que la Biblia plantea dos
funciones distintas del hablar en len-
guas.
Primero es la evidencia física
inicial del bautismo en el Espíritu
Santo tal como se demuestra en el li-
bro de Hechos, pero la manifestación
continúa en la vida del creyente lleno
del Espíritu, como un privilegio en la
vida de oración y como un medio de
crecimiento espiritual.
Pablo considera una segunda
función de las lenguas en los escri-
tos que dirige a la iglesia de Corintio.
Hace una lista y da instrucciones referentes a nueve manifestaciones o
dones que Dios ha incluido en las reuniones de adoración y en los mi-
nisterios de su Iglesia. En este contexto, Pablo pregunta: “¿Hablan todos
lenguas?” También pregunta: “¿Interpretan todos?”
No todos los cristianos son usados con estos dones, aunque puede
serlo todo creyente lleno del Espíritu. Pablo exhorta:

“Procurad, pues, los dones mejores”


(1Corintios 12;31a).

El libro de Hechos enfoca su atención en las personas, en el acto de


recibir el Espíritu Santo, mientras que 1 Corintios 12–14 da alineamien-
to para el uso de un don público de lenguas.
En este último caso, un individuo expresa un mensaje en lenguas, que
debe ser seguido por una interpretación que bendecirá y edificará a la con-
gregación entera. Mientras que todos hablan en lenguas en su bautismo en
el Espíritu, no todos usarán el don como parte de la oración pública.
¿Qué significa ser lleno del Espíritu? 7

En el citado pasaje de la carta a los Corintios, Pablo escribía a quie-


nes ya hablaban en lenguas, a gente que ya había experimentado la ple-
nitud del Espíritu que permea el libro de Hechos, a quienes ya practi-
caban la oración en el Espíritu, algunos de los cuales estaban siendo
usados en un ministerio de manifestaciones espirituales en los cultos de
adoración.
Hablar en lenguas edifica al individuo (1Corintios 14:2–5). Sería
contrario a la naturaleza de Aquel que “no hace acepción de personas”,
dar a algunos creyentes un medio privado de desarrollo espiritual que no
estuviera al alcance de todos. Pero el don de lenguas en el culto congre-
gacional debe ser interpretado para el provecho de todos.
Pablo aclara que ningún don espiritual es significante sin amor. El
apóstol insiste en que los creyentes llenos del Espíritu demuestren inte-
rés por otros en todo lo que hacen y dicen. Las manifestaciones de len-
guas mencionadas en primera de Corintios son las mismas en naturaleza
y esencia de Hechos, pero son diferentes en cuanto a propósito.
María y yo repasamos tres relatos en Hechos donde se dice que ha-
blaron en lenguas los que recibieron el bautismo en el Espíritu Santo.
También vimos dos casos en los cuales los individuos fueron bautizados
en el Espíritu Santo pero las lenguas no se mencionan.

Casos del hablar en lenguas en el libro de Hechos.


• El primer registro de hablar en lenguas en el Nuevo Testamento se
encuentra en Hechos 2 cuando Dios derramó su Espíritu sobre los discí-
pulos en el día de Pentecostés judío.2 Allí el Señor mismo exhorta a los
creyentes “quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis
investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49 y Hechos 1:4,5), los
discípulos esperaron y adoraron. Y en el Día de Pentecostés: “…fueron
todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas
según, el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4). Este pasaje bí-
blico asienta claramente que cuando el Espíritu Santo vino sobre los 120
presentes ellos empezaron a hablar en otras lenguas.
Más tarde, cuando la predicación de Pedro acerca de Cristo resuci-
tado movió a la multitud a clamar “varones hermanos, ¿qué haremos?”
(Hechos 2:37), Pedro les dijo que se arrepintieran y se bautizaran. Des-
pués dijo: “Recibireis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). (Nótese
que dijo ”don”, no “dones”.)
• El segundo ejemplo del hablar en lenguas ocurrió cuando Pedro
compartió el mensaje de Cristo con la familia y los amigos de Cornelio,
el capitán gentil. Hechos 10:44-46 dice:
8 Sed llenos del Espíritu

Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo


cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la cir-
cuncisión que habían venido con Pedro quedaron atónitos de
que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas y que magnifi-
caban a Dios.

Nótese dos cosas aquí: (1) El versículo 45 dice que se derramó el


don sobre los gentiles – no los dones del Espíritu Santo. La Biblia aquí
no esta hablando de los dones que Pablo estaba tratando de regular en la
iglesia de Corintios, de la misma manera que Pedro no estaba hablando
de esos dones en el día de Pentecostés. (2) El texto también dice que Pe-
dro y los judíos que le habían acompañado a casa de Cornelio, supieron
que estos gentiles habían recibido la plenitud del Espíritu Santo, “por-
que los oían que hablaban en lenguas que magnificaban a Dios”.
La manifestación de lenguas fue prueba suficiente para Pedro y para
aquellos que lo acompañaban. Los creyentes judíos reconocieron de in-
mediato que los gentiles habían sido llenos del Espíritu porque los oyeron
hablar en lenguas. Cuando inmediatamente los bautizaron en aguas, se
estaba aceptando mediante este importante símbolo externo, que se reco-
nocía a los gentiles como miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia.
• La tercera referencia específica al hablar en lenguas se pormenori-
za en una experiencia de Pablo:
…Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso,
y hallando a ciertos discípulos, les dijo “Recibisteis el Espíritu Santo
cuando creísteis?” Y ellos le dijieron: “Ni siquiera hemos oído si hay
Espíritu Santo… Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (Hechos
19:1,2,6).
Aquí, algunos efesios que eran considerados discípulos, vinieron a
un más excelente conocimiento de Cristo. Estos hombres ya tenían co-
nocimiento de Cristo. Dice Stanley Horton:

Algunos escritores creen que estos eran discípulos de Juan el


Bautista. Pero siempre que Lucas hace mención de los discípu-
los en el libro de Hechos se refiere a los discípulos de Jesús, los
seguidores de Jesús… Aunque Pablo percibía que faltaba algo
en su experiencia, nunca cuestionó el hecho de que ellos eran
creyentes. De hecho, reconoció que lo eran…3
¿Qué significa ser lleno del Espíritu? 9

Aquellos efesios aceptaron las instrucciones de Pablo y fueron bau-


tizados de nuevo, puesto que su bautismo anterior se limitaba al bautis-
mo de Juan. (Nota: Estos creyentes fueron llenos del Espíritu después de
ser bautizado en agua. Cornelio y los de su casa fueron llenos antes de
su bautismo en agua. Antes o después del bautismo en agua, un cristiano
con hambre espiritual ¡puede ser lleno de inmediato!).
Cuando Pablo impuso sus manos sobre estos creyentes, la Biblia
dice que hablaron en lenguas a la vez que estaban siendo llenos. Los efe-
sios tuvieron la misma experiencia que la iglesia primitiva había tenido
en el día de Pentecostés aproximadamente veinte años antes.

Otros dos ejemplos del bautismo en el Espíritu


¿Pero qué de los otros dos relatos? El primer registro de gente que
recibe el Espíritu Santo, el cual no incluye el hablar en lenguas, se en-
cuentra en Hechos 8:14–17.

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Sa-


maria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro
y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que
recibiesen el Espíritu Santo; porque aun no había descendido
sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautiza-
dos en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y
recibían el Espíritu Santo”.

Estos versículos no establecen específicamente que la gente de Sa-


maria habló en otras lenguas. Pero en el versículo 18, Simón el hechi-
cero deseaba tan desesperadamente tener este don, (“dadme también a
mí este poder”) no sólo para sí mismo, sino también para que otros lo
recibieran por la imposición de sus manos, que ofreció dar a los após-
toles un estipendio para obtenerlo. Evidentemente, Simón presenció un
fenómeno que nunca había visto. Él ya había visto milagros (v.6), la
expulsión de demonios (v.7) y gran gozo (v.8). Pero aquí había algo
diferente. La evidencia apunta hacia el hablar en otras lenguas como la
señal de haber recibido.
No necesitaba Lucas especificar que los samaritanos hablaron en
lenguas en esta ocasión. Su auditorio naturalmente habría asociado el
hablar en lenguas al relato. Como indica Horton:
10 Sed llenos del Espíritu

Frecuentemente Lucas no explica todo, cuando en otros lugares


es claro. Por ejemplo, no menciona el bautismo en agua cada
vez que habla acerca de personas que creen o que son añadidas
a la iglesia, pero es claro que esta omisión no es importante.4

Lucas menciona en este mismo capítulo que Simón fue bautizado


(Hechos 8:13), pero no dice que fue bautizado en agua. El lector no ne-
cesitaba esa aclaración. El contexto habría sido suficiente para que cual-
quier lector supiera que Lucas quería decir “bautismo en agua”. Del mis-
mo modo, al estudiar el libro de Hechos, el lector sabría que los creyentes
hablaban en lenguas cuando recibían el bautismo en el Espíritu Santo.
Aunque este contexto no menciona específicamente el fenómeno (hablar
en lenguas), no era necesario que Lucas indicara que había ocurrido.
Es interesante notar que Felipe, el evangelista que trajo el evangelio
a los samaritanos, no fue quien oró por ellos para que recibieran el bau-
tismo en el Espíritu Santo. Pedro y Juan, figuras centrales en el desarro-
llo temprano de la iglesia, dieron atención al avivamiento iniciado por
Felipe. Sin duda Pedro estaba capacitado para reconocer si estos nuevos
conversos habían recibido o no la misma plenitud que recibieron los 120
en el día de Pentecostés. Con toda seguridad utilizó el mismo criterio
que usaría más tarde en casa de Cornelio: “Porque los oían que habla-
ban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (Hechos 10:46).
Pero no se requería la presencia de Pedro para determinar si los sa-
maritanos habían recibido el Espíritu Santo, pues Felipe también estaba
lleno del Espíritu (Hechos 6:3–7) y en capacidad de saber si lo habían
recibido. Tampoco tenía Lucas que explicar a su auditorio la experien-
cia normativa cuando afirmó que los samaritanos recibieron el bautismo
en el Espíritu Santo. La razón principal de la presencia de Pedro entre
los samaritanos probablemente se debía al deseo de Dios de demostrar
a este importante líder de la iglesia primitiva que los samaritanos, tan
despreciados por los judíos, habían de ser alcanzados e instruidos en las
normas espirituales de la iglesia. Los samaritanos no eran diferentes a
los judíos en el día de Pentecostés; aunque ya habían aceptado a Cristo
por la predicación de Felipe, aún necesitaban el bautismo en el Espíritu
Santo. Nada indica que la suya fuera experiencia diferente de la de otros
anteriores a ellos.
Otro relato en el que implica, pero no se menciona en modo especí-
fico el hablar en lenguas, se encuentra en Hechos 9:17,18:
¿Qué significa ser lleno del Espíritu? 11

“Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él


las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apa-
reció en el camino por donde venías, me ha enviado para que
recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le
cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista;
y levantándose fue bautizado”.

Lucas no dice que Pablo habló lenguas, pero más tarde el Apóstol
dijo a la iglesia de Corinto: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas
más que todos vosotros” (1 Corintios 14:18). Pablo hace esta declara-
ción en referencia a su uso de los dones espirituales. Aparentemente se
refiere a sus devociones privadas más bien que al don de lenguas, pues
añade: “pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi enten-
dimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua
desconocida” (1Corintios 14:19). Anteriormente había afirmado, “ora-
ré con el Espíritu pero oraré también con el entendimiento” (1 Corintios
14:15). En otro lugar, Pablo dijo que el Espíritu Santo ayuda al creyente
a interceder con “gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Evidentemente,
él hablaba en lenguas con frecuencia. ¿Cuándo empezó? Empezó cuan-
do Ananías impuso las manos sobre él, y fue lleno del Espíritu Santo.
Esto sería consecuente con el patrón establecido.

El plan de Dios para María


María escuchó pero no aceptó mi explicación. Cada quien se inclina
hacia sus convicciones particulares por diversos motivos, y se le dificul-
ta aceptar un punto de vista diferente. Sin embargo, Dios tenía un plan
para ella.
Un jueves por la noche María vino a la reunión en la cual prediqué
un mensaje titulado “El tiempo de renovación”. Cuando hice la invita-
ción, varias personas pasaron al frente incluida, para su propio asombro,
María. Las lágrimas le surcaban las mejillas, mientras decía al consejero
que se encontraba a su lado que no estaba segura si creía en esto, y que
tampoco comprendía por qué había pasado al frente. Cuando vine hasta
donde ella se encontraba, estaba convencido de que un poder mayor que
el que hubo experimentado en el pasado la había traído. Le dije: “María,
levanta las manos hacia el cielo”. Me contestó entre sollozos: “Pero no
estoy segura de que creo…” “María, en el nombre del Señor levanta las
manos”, la interrumpí. Ella levantó las manos, y cuando impuse mis ma-
nos sobre ella, comenzó a hablar en otras lenguas ¡Fue llena del Espíritu
Santo! ¡Perdió una discusión, pero ganó una gloriosa experiencia!
12 Sed llenos del Espíritu

María tenía hambre en su corazón, y los corazones sinceros y an-


helantes de Dios son llenos al extenderse hacia Él, aun cuando no com-
prenden todo en sus detalles.
La vida llena del Espíritu no
Capítulo 2

es para todos--es sólo para


los creyentes
D os borrachos se encontraban sentados a la barra de una cer-
vecería entregados a su pasatiempo favorito. Entre trago y
trago un borracho dice al otro: “¿Qué opinas acerca del hablar en len-
guas?” Le contestó su compañero: “Que es del Diablo”. Pero rápida-
mente le contesta el primer borracho: “Oh, no, no puede ser. Si fuera del
Diablo, tú y yo las hablaríamos”.
¡En cierta manera tenía razón aquel borracho! Los inconversos no
son candidatos para el bautismo en el Espíritu Santo. De hecho, Pablo
dice que:

“…el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, por-
que se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

Dos requisitos para recibir


Pero ser lleno del Espíritu no es algo remoto para quienquiera que
presente las dos características necesarias para recibirlo: ser salvo, y te-
ner hambre espiritual. Naturalmente, el primer paso es la conversión.
La conversión y el bautismo en el Espíritu
Lo anterior hace surgir la pregunta: “…No reciben todos el Espí-
ritu Santo en la conversión?” La respuesta es, sí, todos reciben el Es-
píritu Santo en la conversión, pero no el bautismo en el Espíritu Santo.
Muchos pasajes de las Escrituras confirman que nadie puede ser salvo
sin la agencia del Espíritu Santo. Pablo declara: “Y si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8:9). El Espíritu Santo
imparte vida espiritual al cristiano (vv. 10,11). Pablo dijo: “…Dios en-
vió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre!” (Gálatas 4:6). La palabra “Abba”, cuyo significado en arameo
14 Sed llenos del Espíritu

es “padre”, coloca el énfasis en la palabra “padre”, demostrando que


el Espíritu afirma nuestra posición como hijos de Dios. El contexto de
este pasaje revela cómo Dios ha elevado al creyente de la posición de
un esclavo, a la posición de un hijo. La presencia del Espíritu confirma
nuestra posición dentro de la familia de Dios.
Los siguientes pasajes también corroboran la participación del Espí-
ritu Santo en la conversión:

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un


cuerpo…” (1 Corintios 12:13); “…porque todos los que habéis
sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas
3:27); “…el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).

Pero recibir en la conversión al tercer miembro de la Deidad, el Es-


píritu Santo, no es lo mismo que ser bautizado en el Espíritu. Pedro de-
claró en Hechos 2:38 “…Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo”. En la predicación de Pedro, el arrepentimiento
era primero, y el don (no los dones) del Espíritu (bautismo en el Espíri-
tu), después.
Pablo y los efesios
Pablo dijo a los efesios “…Recibisteis el Espíritu Santo cuando
creísteis?” (Hechos 19:2). Esto parece indicar que la recepción del Espí-
ritu correspondía al acto de la conversión. Pero el notable erudito Stan-
ley Horton tiene una respuesta para quienes tratan de limitar el idioma
griego en este pasaje. Afirma Horton:

La impresión más amplia de Hechos 19:2 es que, puesto que


estos discípulos decían ser creyentes, el bautismo en el Espíritu
Santo debía haber sido el siguiente paso después de creer, aun-
que no necesariamente separado por un período prolongado de
tiempo.5

Se puede demostrar de una manera sencilla la diferencia entre la


salvación y el bautismo en el Espíritu Santo si se compara el acto de
tomarse un vaso de agua con el acto de ser bautizado o sumergido en el
agua. La experiencia es diferente aunque se utiliza la misma sustancia
en ambos casos.
La vida llena del Espíritu no es para todos--es sólo para los creyentes 15

Hambre espiritual y el bautismo en el Espíritu Santo


Notemos ahora el segundo requisito para ser lleno del Espíritu San-
to: hambre espiritual. Jesús declaró: “Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). El
Señor satisface al hambriento y sediento. Él no toma en consideración
las etiquetas denominacionales, o la iglesia a la que se pertenece. Si el
individuo es nacido de nuevo, y tiene un genuino anhelo, está listo para
recibir la plenitud prometida del Espíritu Santo.
Recuerdo cuando el Señor me llenó del Espíritu Santo. Anhelaba
esta experiencia después de convertirme, porque otros me habían mani-
festado cuán maravillosa era. A los once años de edad era yo un flamante
cristiano; el día que acepté a Cristo fui absolutamente embargado por la
emoción. Ninguno de los miembros de mi familia (tres hermanos y dos
hermanas) servían al Señor, aunque nuestra madre, una viuda, creía en
Dios y ocasionalmente nos llevaba a una iglesia no pentecostal. Esta
iglesia difería notablemente de otras a las que había asistido, pero estaba
convencido de la realidad que había encontrado en Cristo, y sentía que
si la experiencia pentecostés era para mí, yo la quería.
¡Oh, cómo la deseaba! Buscaba el bautismo en el Espíritu Santo cada
vez que iba a la iglesia, pero simplemente no sabía cómo recibir. Sin em-
bargo, aquella actitud anhelante dio su fruto. Una noche el pastor hizo pa-
sar a todos al frente. Mientras estaba de pie alabando al Señor, el Espíritu
de Dios vino sobre mí y repentinamente empecé a hablar en lenguas.
Si nos falta esa profunda hambre por Dios, perdemos grandes expe-
riencias espirituales, el bautismo en el Espíritu Santo, inclusive. Recuer-
do una campaña que realicé en Lousiana. Un hermano había buscado la
plenitud del Espíritu Santo, pero no la había recibido. Él y su familia ha-
bían planeado ir de pesca, un viaje que empezaría el viernes de la cam-
paña. Esa misma noche, ya con la lancha enganchada a
su camioneta, este hermano hizo saber a su familia que
sencillamente tenía que ir a la campaña. En el último
minuto cambiaron todos sus planes y asistieron a la re-
unión. Aquella noche, el Espíritu llenó a este hombre
que por años había buscado el bautismo en el Espíritu
Santo ¿Qué hizo la diferencia? Un hambre por las co-
sas de Dios más que por cualquier otra cosa.
Capítulo 3

Ser llenos del Espíritu no


es difícil
A lgunos creyentes que han tenido dificultad para recibir el bau-
tismo en el Espíritu Santo son propensos a creer que sólo unos
pocos alcanzan esta notable experiencia. Tratan empeñosamente de re-
cibirla, pero todo esfuerzo termina en aparente fracaso y desilusión. Sus
mentes se convierten en campos de batalla donde luchan con preguntas
y dudas respecto a por qué no pueden recibir el bautismo del Espíritu
Santo. Hacen todo lo que pueden, pero sin resultado alguno.
Dios desea que seamos llenos
No importa cuán difícil parezca recibir el bautismo en el Espíritu
Santo, Dios nunca nos ordena algo que no tenga la intención de ver rea-
lizado. El inspiró al apóstol Pablo a escribir: “Sed llenos del Espíritu”
(Efesios 5:18). Sólo esto debe hacerte sentir animado. Él desea que seas
lleno. Si es así, entonces sabemos que Él hará todo lo que esté en su
poder para llenarte.
Si has estado teniendo dificultad, anímate, piensa que Él desea que
recibas la plenitud aun más de lo que tú lo deseas ¡Dios está de tu lado!
¡Alabado sea Dios! Sólo esta consideración debería ayudarte a identifi-
car el origen de tu problema. Jesús dijo: “El ladrón (o el diablo) viene
sólo a matar, robar y destruir. Yo vine para que puedan tener y disfrutar
la vida, para que la tengan en abundancia – plenamente, hasta rebosar”
(Juan 10:10, Amp.). El contexto de este versículo indica que Satanás
es “el ladrón”. El texto contrasta al Dador de la vida abundante, con la
fuerza opositora que quiere hurtar, matar y destruir. El diablo quiere ro-
barte el poder del Espíritu de la manera que pueda, pero Jesús desea que
tengas gozo sobreabundante. La mayor fuente de este gozo es el Espíritu
Santo (Romanos 14.17), y el diablo lo sabe; y por lo tanto te combatirá
mediante cualquier duda y temor que hará aparecer cuando empieces a
buscar el poder del Espíritu.
Ser llenos del Espíritu no es difícil 17

Una lista de objeciones.


Debido a la sutileza de nuestro adversario, frecuentemente parecen
admisibles las objeciones que pone en nuestra mente para impedirnos
recibir el bautismo en el Espíritu Santo. La siguiente lista se forma de
una serie de objeciones que Satanás pone en la mente del candidato. He
escuchado estas objeciones muchas veces.
• Objeción # 1: “Yo sé que Dios desea llenarme, pero por al-
gún motivo no ve conveniente hacerlo aún. Cuando Él esté
listo para hacerlo, yo sé que lo hará.”
No sucumbas a la ilusión de que Dios
esta esperando algún momento dramáti-
co para llenarte con el Espíritu Santo.
Él ya ha dado el Espíritu Santo. Esto
sucedió el día de Pentecostés. El bautismo
en el Espíritu se encuentra disponible para
todo el que tenga hambre. Eres tú quien
decide el asunto – Dios está listo ya.
• Objeción # 2: “No estoy seguro de
que la plenitud del Espíritu sea para
mí. No es para todos, sabes”
El diablo definitivamente desea que
creas esto. En Hechos 2:17, Pedro citó al
profeta Joel: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espí-
ritu sobre toda carne”. En los últimos días Dios derramará su Espíritu
sobre toda carne, sin tomar en consideración raza, sexo, clase social, o
denominación. Tú estás incluido.
En el mismo sermón, en Hechos 2:39, Pedro declaró: “Porque esta
gran promesa es para ustedes y para sus hijos – sí, y para todos los
que están lejos, para todos a los que el Señor llamaré para sí” (Phi-
llips). Olvida la idea de que Dios no desea llenarte ¡El definitivamente
te ha llamado para sí! Hechos 10:34 afirma que “Dios no hace acepción
de personas”. (Recuerda que el contexto de este versículo trata de la
conversión de la casa de Cornelio y del derramamiento del Espíritu en
aquella ocasión).
• Objeción # 3: “Creo que no estoy preparado. Tal vez el Se-
ñor me llene cuando sea lo suficientemente bueno”
¿Qué se necesita para estar preparado? Alguna gente tiene un catálo-
go de cosas que creen que deben dejar para poder recibir. Pero dejar estas
cosas no les ganará el derecho de ser lleno del Espíritu. El bautismo en el
18 Sed llenos del Espíritu

Espíritu Santo es un don (Hechos 2:38; 8:20; 10:45; 1:17). Si tú pudieras


ser vencedor sobre las cosas en tu vida sin el Espíritu Santo, no habría
necesidad de recibir el poder de Él. Las Escrituras declaran en Hechos
1:8 “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo”. Nótese que dice cuando y no antes. Juan 16:13 indica claramente
que el Espíritu Santo proveerá guía después de que haya sido recibido.
Creyentes mal informados que tratan de ayudar a otros a recibir la
plenitud del Espíritu Santo, frecuentemente alimentan el pensamiento
equivocado de que un creyente con hambre de Dios puede no ser digno
de ser bautizado en el Espíritu. He escuchado a creyentes bien intencio-
nados decir a quienes aspiran a recibir la plenitud: “Hay cosas en tu vida
que tienes que dejar para que puedas recibir el Espíritu Santo”. Pero esto
pone el bautismo en el Espíritu Santo en el nivel de lo meritorio. No pue-
des ganar el bautismo en el Espíritu Santo. Nunca nadie ha sido ni será
lo suficientemente justo para merecer el bautismo en el Espíritu Santo.
Nunca recibirás si continúas pensando que no estás preparado. A
eso se le llama fe en reversa, o fe negativa. Tienes que creer que estás
preparado porque Dios hace que estés preparado. Recuerda, si llenas los
requisitos para ir al cielo, entonces también estás listo para el bautismo
en el Espíritu Santo.
• Objeción # 4: “Lo he intentado muchas veces, pero nada ha
sucedido”.
Cada vez que buscas el bautismo en el Espíritu Santo sin obtener
resultados, el diablo aprovechará la oportunidad para sembrar dudas en
tu mente. Te recordará todas las ocasiones en que lo buscaste infructuo-
samente, y te dirá· que esta ocasión es igual.
En un culto de avivamiento di instrucciones para recibir el bautismo
en el Espíritu Santo, invité a pasar al frente a todos los presentes que
quisieran recibirlo. Les dije que esperaran recibir cuando pusiera mis
manos sobre ellos. La primera señora por la que oré había buscado el
bautismo en el Espíritu Santo por cuarenta años. Antes de imponerle mis
manos le pregunté si creía que recibiría palabras para hablar de parte del
Espíritu Santo. Me respondió entre lágrimas: “No lo sé, hermano Jones,
lo he intentado tantas veces”. Le respondí: “Pero esta vez será diferente.
Dios te llenará de acuerdo a sus promesas. No en base a experiencias pa-
sadas, sino en base a lo que Dios tiene para ti ahora”. Reprendí la duda,
y le dije que esperara oír palabras en otra lengua. Cuando le impuse las
manos, Dios le dio palabras y comenzó a hablar otro lenguaje.
En otro culto oré por varios individuos que recibieron el bautismo
en el Espíritu Santo. Una dama me dijo que tenía 69 años de edad, y que
Ser llenos del Espíritu no es difícil 19

había buscado la plenitud del Espíritu Santo la mayor parte de su vida.


Lo más probable es que no hubiera recibido la plenitud, si no la hubiera
buscado esa mañana.
• Objeción # 5: “Tal vez no tengo la paciencia suficiente para
esperar como debería”.
¿Quién dijo que tienes que esperar? Sólo una vez dijo Jesús que
se debía esperar, y se lo dijo a sus discípulos. La palabra traducida del
griego como “esperar”, en realidad significa sentarse y esperar. Los dis-
cípulos habían de esperar a que el Espíritu se derramara en el día de Pen-
tecostés. Aquello no era para darles tiempo a que se prepararan en ora-
ción y ayuno, sino simplemente porque Dios, conforme con su agenda,
deseaba que el Espíritu viniese exactamente el día de Pentecostés, una
festividad celebrada exactamente cincuenta días después de la Pascua.
Nótese cómo la gente recibía después de Pentecostés. Hechos 4:31
dice que los hermanos oraron, el lugar en donde se encontraban tembló,
y todos fueron llenos del Espíritu Santo. No hay evidencia allí de espera
alguna.
Hechos 8:17 afirma que fueron impuestas las manos y la gente
recibió el Espíritu Santo. Nuevamente, el pasaje no indica nin-
guna espera entre el momento de la imposición de las manos y
el de la recepción del Espíritu.
Hechos 9:17 (el bautismo de Pablo), indica la imposición de
manos y la recepción, sin esperar.
Hechos 10:44 muestra que los gentiles recibieron mientras Pe-
dro aún predicaba. No se necesitó esperar.
Hechos 19:6, Pablo impuso las manos sobre los efesios y éstos
recibieron sin tener que esperar. No depende el bautismo en el
Espíritu Santo del mérito que pueda tener tu espera.
Aunque la espera no sea un requisito, es necesario que el candidato
a recibir la plenitud del Espíritu esté determinado a ello. No busques el
bautismo en el Espíritu Santo preocupado por el tiempo que está trans-
curriendo. Haz una decisión de pasar tiempo en la presencia de Dios. En
cada ejemplo bíblico ya citado, aunque la plenitud fue instantánea, los
que recibieron estaban listos porque sus corazones estaban preparados.
Mantente en una actitud de oración. Camina en la presencia de Dios. No
pienses que para recibir de Dios será necesario emplear tiempo en tu pre-
paración. Ven en busca del Espíritu saturado ya de la presencia de Dios.
• Objeción # 6: “Temo actuar en la carne, o que engañado por
el diablo, diga algo falso.”
20 Sed llenos del Espíritu

En primer lugar, esta declaración ejemplifica la fe negativa. Sin pen-


sarlo, te estás preparando para el fracaso en el momento en que afirmas
que el diablo te va a engañar. Dios no permitirá que caigas en un engaño
para recibir algo del diablo cuando en realidad estás buscando a Dios;
esto sería incongruente con la naturaleza divina. También contradice las
Escrituras. Jesús dijo:

¿Hay un padre entre ustedes que ofrezca a su hijo una serpiente,


cuando él pide un pescado, o un escorpión cuando él pide un
huevo? Entonces, si ustedes, malos como son, saben dar a sus hi-
jos lo que es bueno para ellos ¡cuánto más el Padre Celestial dará
el Espíritu Santo a aquellos que le pidan! (Lucas 11:11-13).

Si un padre terrenal sabe dar a su hijo lo que es bueno, ciertamente


entonces nuestro Padre celestial nos dará lo que es mejor. Si un padre
terrenal no engañaría a su hijo porque rehusaría darle algo diferente a
lo que pidió, tampoco el Padre Celestial permitirá que recibas lo que no
pediste.
Dios no te dará algo falso. Cuando estás buscando a Jesús para re-
cibir el bautismo en el Espíritu Santo y vengan palabras a tu mente o
corazón, confía en que Dios no permitirá que el diablo te dé algo falso.
El Espíritu Santo te está impartiendo palabras en otra lengua. Estás
recibiendo aquello que pediste ¡Alabado sea Dios!
• Objeción # 7: “Creo que no tengo fe para recibir”
Estás derrotado antes de empezar cada vez que dices esto. Tú tienes
fe. El apóstol Pablo dijo: “sean honestos en cuanto a la manera que se
aprecian a ustedes mismos, estimen su valía de acuerdo a la fe que Dios
les ha dado” (Romanos 12:3 TLB).
Oír la Palabra motivó la fe de Cornelio y de los otros gentiles que lo
acompañaban, cuando el Espíritu Santo cayó sobre ellos. Lucas escribió:
“el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso” (Hechos
10:44). La Palabra avivó su fe, cree lo que Dios dice. ¡No tengas fe en
que no recibirás! Repite las promesas de Dios una y otra vez, no sólo en
tu mente, sino también en alta voz.
• Objeción # 8: “Me distraigo cuando trato de buscar la pleni-
tud del Espíritu Santo”.
Por supuesto, esa es la obra de Satanás. ¿Te distraes en otras oca-
siones en que oras? Necesitas concentrarte siempre que ores. La oración
puede convertirse en algo tan rutinario, que cualquiera puede llegar a
Ser llenos del Espíritu no es difícil 21

orar sin pensar en lo que está diciendo. Un hombre a quien se le pidió


orar por la ofrenda que estaba por recogerse en un culto en cierta igle-
sia, empezó su oración diciendo, “Señor, te damos gracias por este ali-
mento…” El enemigo te puede llevar al punto en que expreses palabras
sin realmente pensar en lo que estás articulando. Exteriormente, puede
parecer que estás orando, pero en realidad Satanás está trayendo pensa-
mientos que desvían tu mente.
Cuando te acerques a Dios debes resistir al diablo: “Plántense firmes
contra el diablo; resistánlo y huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y El
se acercará a ustedes” (Santiago 4:7,8 AMI). En su contexto este pasaje
no se refiere a la oración; sin embargo, nos revela que son recompensa-
dos nuestros esfuerzos por resistir a Satanás y por acercarnos a Dios.
Además de varios otros componentes, la oración debe incluir me-
tas. Ten presente que estás buscando el bautismo en el Espíritu Santo.
Piensa continuamente en Jesús; alábalo y adóralo, porque Él es el que
bautiza. Una vez más, comprende que Dios está de tu lado. Él quiere
que recibas.
• Objeción # 9: “Como usted puede ver, no soy una persona
muy emotiva, así que no creo que esto de hablar en lenguas
sea para mí”.
Es verdad que el bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia
emocional. Hace que uno ame más a Jesús, y cualquiera que comunique
amor desde lo más íntimo de su ser, será tocado en sus emociones. Pero
la evidencia del bautismo en el Espíritu Santo no se basa en sensiblería,
ni en aspavientos. El hablar en lenguas es la evidencia física. Quizás
llegues a tener una reacción sumamente emocional, o es posible que no
la tengas.
Hace algunos años predicaba en África durante una campaña juve-
nil. Un joven africano recibió entonces el bautismo en el Espíritu Santo
acompañado con la evidencia de hablar en otras lenguas. Él me preguntó
después del culto: “¿Recibí el bautismo en el Espíritu Santo? Sé que ha-
blé en lenguas, pero no caí al suelo” (Él había visto a varios jóvenes emo-
cionarse bastante y caer). Le dije que la evidencia no consistía tanto en el
hecho de caer embargado por la emoción, sino en el hablar en lenguas.
¿Cuántos recibieron el día de Pentecostés? Los aproximadamente
120 que se encontraban presentes ¿Acaso no sería probable que algunos
de los que se hallaban en aquel aposento alto fueran del tipo no emotivo?
Sin embargo todos recibieron. Pedro no dijo: “la promesa es para todos,
excepto para los que no son emotivos.” ¿Quién dijo que las reacciones
emocionales son la evidencia de hablar en lenguas? Tú puedes recibir
22 Sed llenos del Espíritu

el Espíritu Santo muy quietamente, si así fuera tu naturaleza. Por otro


lado, es posible que reacciones de una manera inesperada – pero estarás
tan emocionado de recibir el Espíritu Santo, que no te importará. Por
ejemplo, el hermano Green, un miembro de mi iglesia madre, era de
naturaleza tan tranquila que rara vez decía algo. Sin embargo, cuando
Dios lo llenó de su Espíritu corría por toda la iglesia.
Puede que cometas un gran error si te apresuras a declarar que hay
cosas que de ninguna manera estarías dispuesto a hacer. En una de nues-
tras reuniones, una dama que había estado relacionada toda su vida con
la experiencia Pentecostés, pero que no había recibido el bautismo en el
Espíritu Santo, hizo algunas declaraciones en cuanto a la manera en que
ella no reaccionaría el día que recibiera la plenitud. Ella había conocido
a uno de los primeros líderes del movimiento Pentecostés de este siglo
y aun lo había tenido en su casa como visitante. Pero por alguna razón
esta dama no había podido recibir. Una noche durante la campaña, me
acerqué a ella para orar, pero nada pasó. Reprendí toda duda, y oré por
ella en otras lenguas. En seguida, con lágrimas en los ojos y con sus ma-
nos en alto, comenzó a alabar a Dios y a hablar en una hermosa lengua.
Más tarde testificó que siempre había declarado que mientras alguien
estuviera detrás de ella y le hablara en lenguas, o la instara en voz alta,
y le impusiera manos, nunca recibiría. Ella era una persona sumamen-
te tranquila, y sentía que la única manera de recibir sería en quietud.
Descubrió que no podemos meter a Dios en una camisa de fuerza. Dios
decide cómo llenar a cada individuo. En realidad no importa cómo lo
haga el Señor, lo importante es que lo haga.
• Objeción # 10: “Los gritos de la gente que me rodea me po-
nen nervioso. ¿Por qué tienen que gritar?”
Algunas personas se perturban cuando otros oran por ellos. En ocasio-
nes, personas excesivamente entusiastas estorban al candidato al darle ins-
trucciones confusas, o simplemente por el volumen de sus oraciones. Pero
para recibir no tienes que estar rodeado de gente que ore por ti. Puedes
recibir en tu casa, en tu auto o en tu trabajo. Durante una de mis campañas,
un mecánico cerró las puertas de su taller, entró en su baño, y allí recibió el
bautismo en el Espíritu Santo. Dijo aquella noche en su testimonio: “Hoy,
cada vez que paso frente al baño, empieza a hablar lenguas”.
Dijo un misionero de una denominación que no enseñaba la gloso-
lalia que llegó a sentir tanta hambre de Dios, que se vio obligado a en-
contrar un lugar en donde buscar a Dios privadamente. Ese lugar resultó
ser una zanja detrás de su casa en Australia. Allí recibió el bautismo en
el Espíritu Santo, y comenzó a hablar en otras lenguas.
Ser llenos del Espíritu no es difícil 23

Aunque no lo creas, puedes llegar a tener un deseo tan intenso de


ser lleno del Espíritu, que no te importará lo que diga la gente, ni cuán
ruidosa sea.
• Otros estorbos.
Aparte de las objeciones anteriores que a veces la gente esgrime
para no recibir, se pueden mencionar otros estorbos:
• Uno de ellos puede ser que la persona haya sido enseñada contra
la práctica de hablar en lenguas. Pero esto no es un problema, aunque lo
parezca. Los prejuicios anidados en nuestro subconsciente con frecuen-
cia se evaporan cuando el hambre espiritual alcanza un nivel en el cual
el individuo verdaderamente desea el poder del Espíritu Santo.
• Otro estorbo puede ser la opinión de la familia y de amigos cer-
canos. No desdeñamos la compasión, pero recuerda que tu objetivo pri-
mario es obedecer a Dios. El lado positivo del bautismo en el Espíritu
Santo en tu vida es que el cambio observado en ti despertará el apetito
en otros miembros de tu familia por esta nueva unción. Tu obligación es
agradar a Dios.
Capítulo 4

Pasos hacia la plentitud del


Espíritu
Y a estás listo para tu propio Pentecostés. En realidad, tal como
lo vimos en el capítulo anterior, no es difícil recibir el bautis-
mo en el Espíritu Santo. Nunca fue la intención del Señor limitar esta ex-
periencia a unos cuantos privilegiados. Así que no hizo difícil su recep-
ción; sin embargo, el creyente debe buscar al Señor de todo corazón.
Enumero en seguida algunas sugerencias que pueden ayudar a quie-
nes desean recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Estos “pasos” o re-
comendaciones no siguen un orden o jerarquía, ni son procedimientos
que el candidato haya de realizar mecánicamente. Pero esperamos que
sean de valor para ayudarlo a concentrarse y hacer todo lo que esté a su
alcance para cooperar con el bautizador, el Señor Jesús.
1. Crea una atmósfera de alabanza y adoración a Cristo.
Los discípulos hicieron esto antes de Pentecostés. “Y volvieron a Je-
rusalén con gran gozo y pasaban todo el tiempo en el templo alabando a
Dios” (Lucas 24:52, NEB). Glorificar a Dios es un importante ejercicio
para recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Al principio puede pare-
certe extraño, pero continúa alabando a Cristo hasta que se oiga natural
a tus oídos.
Aprende a expresar alabanzas en voz alta y no solamente en tu pen-
samiento. Se hablaron audiblemente las lenguas el día de Pentecostés:
“cada uno les oía hablar en su propia lengua” (Hechos 2:6). Es audible
hoy, aunque el volumen no siempre tiene que ser extremadamente alto.
Es razonable pensar que será más fácil transitar de la alabanza audible
en español a la alabanza audible en otra lengua. (Esto no significa que
el Espíritu de Dios no pueda obrar si uno no alaba a Dios en alta voz.
Es simplemente una sugerencia para ayudarte a ti, el candidato, a tener
libertad para alabar a Dios.)
2. Espera hablar en lenguas.
Comprende que el Espíritu Santo ansiosamente espera venir sobre
Pasos hacia la plenitud del Espíritu 25

ti, y que Jesús está deseoso por bautizarte (Lucas 11:13). No dudes ni
por un momento que hablarás en otra lengua. Espéralo.
3. Abandona por completo tu propia lengua.
Cuando el Espíritu venga sobre ti, necesitarás tomar la determina-
ción de que no hablarás en tu lengua materna, sin importar cuán difícil
parezca hablar en la nueva lengua. Se ha indicado con frecuencia que
nadie puede hablar dos lenguas a la vez. No tengas temor de dejar lo co-
nocido para recibir lo desconocido. Alaba a Dios desde lo más profundo
de tu ser y prepara tus labios para hablar cuando vengan las palabras.
4. Recibe el bautismo en el Espíritu Santo.
Te corresponde esta parte. No esperes que Dios te dé el bautismo en
el Espíritu Santo. Él ya ha dado el Espíritu Santo. Lo dio en poder bau-
tismal el día de Pentecostés. De ti depende el recibir. Cuando alguien te
regala algo, no tienes que rogar que te lo entreguen. Todo lo que tienes
que hacer es extender tu mano y tomar lo que se te está ofreciendo. No
ruegues, no supliques. Sólo agradece a Dios por su regalo.
5. Si percibes que expresiones extrañas vienen a tu mente, pro-
núncialas.
No esperes que el Espíritu Santo las pronuncie en tu lugar. El Espí-
ritu Santo no hablará en tu lugar. Cuando los 120 fueron llenos el día de
Pentecostés, comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les
dio palabras. “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”
(Hechos 2:4). “Ellos” es el sujeto tanto de “fueron llenos” como de “co-
menzaron”. Así que, “ellos” fueron llenos, y “ellos” hablaron. La Biblia
amplificada lee que el Espíritu continuó dándoles palabras apropiadas.
El Espíritu Santo dio las palabras, y ellos las hablaron.
Continuó el mismo patrón veinte años después, cuando los efesios
recibieron el bautismo en el Espíritu Santo. “Y habiéndoles impuesto
Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en len-
guas, y profetizaban” (Hechos 19:6).
Nunca hablarás si esperas que el Espíritu te haga caer en algún tipo
de trance y haga todo en tu lugar. Será tu boca, tu lengua, tu voz, pero
sus palabras.
El milagro no está en el hablar, sino en las palabras que se hablan.
Cuando asistía a la escuela de idiomas para aprender español, se nos
exigía que aprendiéramos la mecánica de las diferentes posiciones de
la boca y la lengua necesarias para pronunciar cada letra del alfabeto
español. Por ejemplo, la lengua tiene que ubicarse en la boca en cinco
26 Sed llenos del Espíritu

posiciones diferentes, según la letra que se encuentra antes o después


para pronunciar la letra “n” en español. Aunque aprendí el español al
máximo de mi capacidad, más tarde o más temprano la pronunciación o
los errores gramaticales me identificarán como alguien que ha aprendido
una lengua que no es la materna.
Pero ha habido muchos casos de gente que ha recibido el bautismo
en el Espíritu Santo y ha hablado otra lengua con fluidez y sin una pizca
de acento. Ralph Hiatt, un misionero amigo mío, tuvo el privilegio de oír
a una joven argentina hablar en inglés perfectamente fluido y sin rastro
de acento cuando recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Cuando des-
pués del culto él le preguntó a la joven, ella le confirmó que nunca antes
había oído a nadie hablar inglés. El milagro consistió en las palabras que
habló sin acento alguno.
Cuando uno está próximo a recibir la plenitud del Espíritu, con fre-
cuencia vienen palabras extrañas a
la mente. En uno de mis cultos de
avivamiento, un joven habló lenguas
después que le indiqué que dijera las
palabras que el Señor posiblemente
le había puesto en la mente. Dijo que
había oído aquellas palabras en su
mente por primera vez en un campa-
mento, cuando era aún un muchacho.
Había tenido temor de pronunciarlas en voz alta. Recibió la gloriosa
experiencia de la plenitud cuando se liberó de sus temores.
6. Si tus labios y lengua comienzan a tartamudear, el Espíritu
Santo está tratando de hacerte hablar.
Puede que no oigas las palabras en tu mente, pero cuando decides
rendirte al Espíritu Santo, en ese momento Él mismo te avivará. Cada vez
que el Espíritu haga que tus labios tiemblen y que tu lengua tartamudee,
Él está tratando de hacer que hables y puedes estar seguro que las palabras
están presentes. Puede que no estén en tu mente, pero estarán en tu boca.
Es en ese momento que la fe debe actuar como un ancla. Dile al Se-
ñor que por fe vas a hablar, no en tu lengua materna, sino en otra lengua,
según Él te dé las palabras. Este, absolutamente, es un paso de fe, pero
el Señor honrará la fe que ejerzas. De ninguna manera estoy sugiriendo
que inventes las palabras. Pero estoy proponiendo que tu disposición
para hablar en lenguas y tu determinación de tomar un enorme paso
de fe, a menudo serán recompensadas con el fluir de palabras extrañas
provenientes de tu boca.
Pasos hacia la plenitud del Espíritu 27

Recuerda que este acto de hablar en fe está vinculado a aquellas


ocasiones en que experimentas labios trémulos. Puede que tiemblen y se
muevan rápidamente tus labios. Es posible que tu lengua se sienta entu-
mecida y torpe y que experimentes dificultad aun para alabar a Dios en
tu lengua materna. El Espíritu de Dios se mueve poderosamente sobre ti
en esos momentos, pero Él no hablará en tu lugar. Te está instando para
que hables. Generalmente, es temor lo que nos impide ceder por com-
pleto al impulso del Espíritu y hablar cuando experimentamos labios
trémulos. Cuando el candidato da el paso de fe y por el Espíritu empieza
a hablar palabras que nunca ha aprendido, viene sobre él un hermoso
sentido de liberación.
7. Habla aun si sólo puedes pronunciar unas pocas sílabas al
principio.
No te preocupes si al principio sólo unas pocas sílabas vienen a tus
labios. Ya vendrá la fluidez completa.
Debes tomar en consideración que por lo general, inicialmente,
aquel que recibe la plenitud alabará a Dios en otras lenguas. La Versión
Revisada lee acerca de Cornelio y los suyos en Hechos 10:46, que cuan-
do fueron llenos del Espíritu, “ensalzaban a Dios”. Otra versión bíblica
dice en relación al mismo pasaje que “glorificaban a Dios”.
“Aleluya”, “alabado sea Dios”, “gracias, Jesús”, “gloria a Dios”, y
otras frases similares, demuestran la limitación de nuestro idioma para
alabar a Dios. La misma limitación existe en muchos otros idiomas. Al
hablar en lenguas puede que al principio las palabras te parezcan repeti-
tivas y redundantes. Probablemente estás alabando a Dios en esta nueva
lengua. Gradualmente tu fluidez se incrementará conforme el Espíritu te
dé un vocabulario completo y aun ore a través de ti por necesidades que
desconoces (Romanos 8:26; Judas 20).
Cuando comiences a hablar en lenguas, no te apresures a volver a tu
lengua materna, se encuentren presentes en tus labios muchas palabras,
o pocas. Usa tu boca para formar palabras y continúa así, cooperando
con el Espíritu. No tengas miedo de mover tu lengua y tus labios. No se
puede hablar en ningún idioma a menos que se utilicen todos lo órganos
del lenguaje.
8. Habla, aunque lo que salga de tus labios no parezca ser un
lenguaje.
Existen muchos lenguajes y dialectos que no lo parecen al oído, pero
esto sólo se debe a que no somos capaces de entenderlos. Ser lleno del
Espíritu no se funda en tu habilidad para entender el lenguaje, sino en ser
obediente y hablar según los impulsos del Espíritu.
28 Sed llenos del Espíritu

9. Comprende que tú controlas el mover del Espíritu en tu


vida.
Tú eres quien permite que comience la nueva lengua, y tú eres quien
la detiene. En la medida en que decidas hablar en lenguas, en esa misma
medida se te facilitará rendirte al Espíritu. Al principio, tu lenguaje será
de alabanza, pero el lenguaje puede cambiar, según te dirija el Espíritu.
10. Continúa orando en el Espíritu diariamente.
Hacer esto es una parte necesaria de tu desarrollo espiritual. Orar en
el Espíritu edifica al individuo (1Corintios 14:4). Cierta persona comen-
tó que orar en el Espíritu era un acto egoísta, puesto que edificaba a la
persona que hablaba. Tal persona no comprendía que la palabra “edifi-
car” significa “construir”, o “mejorar” (Versión Amplificada).
Permíteme recalcar que la recepción del bautismo en el Espíritu
Santo es una experiencia espiritual. El candidato debe mostrar una sin-
ceridad absoluta al buscarlo. Aunque será positivo familiarizarse con las
diez recomendaciones ya mencionadas antes de empezar la búsqueda,
no se recibirá la plenitud por el simple hecho de observar en forma me-
cánica estas sugerencias, no sea que al concentrarse demasiado en los
procedimientos pasemos por alto el adorar a Jesús con todo el corazón.
Debes rendirte totalmente al Señor. Cuando el Espíritu Santo venga so-
bre ti, muy posiblemente ni tendrás tiempo de pensar en las sugerencias
mencionadas, aunque igual es posible que vengan a tu mente.
El bautismo en el Espíritu Santo no tiene que ser una experiencia
que se prolongue en su recepción, y muchas veces no sucede; sin embar-
go, concentrarse en el Señor puede ser difícil en ciertas ocasiones. Si en
algún momento de tu búsqueda te sientes como ante una muralla que te
impide avanzar, procura recordar algunas de las sugerencias comentadas
anteriormente. Tal vez te serán de utilidad. Pero lo más importante es la
continua adoración y alabanza a Jesús, el Bautizador.
Sed continuamente llenos
del Espíritu
Sed continuamente llenos

E fesios 5:18 lee en la versión Reina Valera: “Sed llenos del


Espíritu”. Este mismo pasaje también se ha traducido como
“Continuamente estén llenándose del Espíritu” (The emphasized New
Testament), y “Siempre sean llenos del Espíritu” (Traducción de Willia-
ms). La Biblia Amplificada dice “Sean llenos y estimulados por el (San-
to) Espíritu siempre”.
Es redundante aquí el verbo griego “pleroo”, y el sentido que da a
este pasaje es el de “permaneced siendo llenos”. El Comentario Bíblico
Wycliffe traduce Efesios 5.18 de la siguiente manera: “Continúen lle-
nándose; sean continuamente llenos del Espíritu”.
Debe ser constante el fluir del Espíritu. Esto significa que cada día
debemos practicar rendirnos al Espíritu. Muchos creyentes han recibido
el bautismo en el Espíritu con la evidencia de hablar en otras lenguas
pero no han continuado este ejercicio espiritual. Algunos nunca vuelven
a hablar en lenguas después de su experiencia inicial. Esto no debería
ser así. El creyente bautizado en el Espíritu debe obedecer el mandato
de “permaneced siendo llenos”. El mismo esfuerzo y deseo que produ-
jeron la primera plenitud, deben realizarse diariamente para asegurar
que aquella experiencia ocurra continuamente. En la medida en que se
continúa ejercitando la fe para rendirse al Espíritu Santo, se vuelve más
fácil hablar en la nueva lengua impartida por Dios.
La plenitud del Espíritu y la duda
Después que el creyente ha sido lleno del Espíritu Santo y ha habla-
do en lenguas, Satanás lo atacará con su arma más común para estos ca-
sos: la duda. Surgen preguntas en la mente del hijo de Dios: “¿En verdad
he sido lleno del Espíritu?” “¿Acaso imaginé aquellas palabras?” “¿Será
posible que sólo haya imitado a alguna de las personas que estaban cerca
de mí?” No debe sorprender al creyente que estas preguntas surjan en su
30 Sed llenos del Espíritu

mente. Muchas veces Satanás ha usado


estas mismas insinuaciones para sembrar
la duda en los cristianos respecto a su sal-
vación o a las promesas de Dios.
Una vez que el creyente recibe el
bautismo en el Espíritu Santo, Satanás
sabe que ha fallado en su esfuerzo por
impedírselo, pero no se rinde. De inme-
diato empieza a trabajar para mantener
bajo control este nuevo poder recién en-
contrado por el creyente. Para conseguirlo, su arma más efectiva es la
duda. Así que la incertidumbre acerca de su nueva experiencia empieza
a atormentar al recién bautizado en el Espíritu.
Aun cuando el creyente esté seguro de que ha recibido, el diablo
persistirá en perturbarlo con otra clase de dudas. Le dirá: “¿Es eso todo?
Pensé que después de esto ibas a recibir poder ¡Pero eres el mismo de
antes!”
Una dama que recibió el bautismo en el Espíritu Santo en uno de
mis cultos de avivamiento se acercó a mí con un comentario: “Algo debe
escribirse para ayudar a la gente después que ha recibido”. Rápidamente
empecé a dar instrucciones a dicha dama, consciente de que el diablo ha-
bía estado plantando dudas en su mente desde hacía algunos días cuando
la ayudé a recibir la plenitud del Espíritu. Le dije que en muchas ocasio-
nes una persona puede no experimentar el mismo estado de exaltación
emocional al día siguiente, después de haber recibido el bautismo del
Espíritu; no obstante, el poder estará allí. Le cité Hechos 1:8, donde se
declara: “Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo”. Le describí después cómo ese poder se presenta de ma-
neras no muy evidentes en algunos individuos: Poder sobre las tentacio-
nes, poder sobre el temperamento difícil de controlar, etc. De inmediato
se iluminó su rostro. Me describió una situación que había enfrentado y
que antes de ser llena del Espíritu le hubiera provocado irritación y eno-
jo. Pero después de ser llena, se encontró tranquila, sin ninguna reacción
emocional negativa. Durante nuestra conversación llegó a comprender
que ciertamente el Espíritu Santo se encontraba obrando en ella.
¿Qué se puede hacer cuando venga la duda? He aquí algunas suge-
rencias:
1. ¡DUDA DE TUS DUDAS! Comprende cuál es la fuente de tus
dudas. Recuerda que alababas y adorabas a Dios cuando reci-
biste. Las dudas no vienen de Él. Si has de tener dudas, duda de
tus dudas.
Sed continuamente llenos del Espíritu 31

2. ¡EXPULSA LAS DUDAS DE TU MENTE! No des lugar a las


dudas. Ni siquiera pienses en ellas. Piensa en las cosas de Dios
(Filipenses 4:8).
3. ¡DERROTA TUS DUDAS! Comienza a alabar a Dios de inme-
diato. Deja que su Espíritu inunde tu alma. Puede que te tome
unos minutos para “entrar en calor”, pero no te desanimes. Con-
tinúa alabando a Dios hasta que una vez más empieces a hablar
en otras lenguas.

La plenitud del Espíritu y la pereza


Si el Diablo no puede hacer que dudes de tu experiencia, tratará de
estorbarte por todos los medios para que no uses el poder que recién
encontraste. Primero, intentará hacerte sentir vergüenza por el hecho de
que hablaste en lenguas, como si esto te hiciera ser menos inteligente o
inferior en alguna manera. ¡Qué mentira! Nunca debemos avergonzar-
nos del milagro de hablar en lenguas. Todos los apóstoles hablaron en
lenguas. Los escritores del Nuevo Testamento tuvieron la misma expe-
riencia. Quien habla en lenguas se encuentra en excelente compañía.
Después de recibir, se debe tener más valor para testificar (Hechos
1:8), pero algunos nunca llegarán a ser conscientes de esta nueva habi-
lidad, porque Satanás los disuade de dar testimonio del Señor. El diablo
sabe que la herramienta está allí y no quiere que el recién bautizado
creyente aprenda a usarla.
Aun cuando des testimonio del Señor, puede que te sientas desilusio-
nado al no obtener los resultados que esperas. Pero usar en el testimonio el
poder impartido por el Espíritu es como ejercitar un músculo: Cuanto más
permitas al Espíritu usar tu vida, tanto más obtendrás mayor fortaleza.
Puede que tú mismo no notes mejoría en la efectividad de tu tes-
timonio, pero si te mantienes lleno del Espíritu Santo las palabras que
digas seguirán actuando en el espíritu de las personas evangelizadas mu-
cho tiempo después de que les hayas dado el mensaje. Tal vez el poder
no se apreciará inmediatamente al dar el mensaje del Señor, pero como
en el caso de una semilla, el resultado se verá con el tiempo. El escritor
de la epístola a los Hebreos dice: “Porque la Palabra que Dios dice es
viva y llena de poder, y esto la hace activa, operativa, energizante, y
efectiva…” (Hebreos 4:12, Amp.). El Espíritu Santo te enseñará a usar
la autoridad de Dios sobre el poder del enemigo (Juan 14:26).
Otro peligro que enfrenta el creyente recién bautizado en el Espíritu
Santo son los esfuerzos del diablo por hacerle creer que ha llegado a la
cima y que ya no hay lugar para un mayor crecimiento en el Señor. Pue-
32 Sed llenos del Espíritu

de que aparezca la tentación de creer que finalmente se ha alcanzado el


último peldaño posible en la vida espiritual.
En círculos pentecostales se dice que la primera ocasión que se habla
en lenguas representa la evidencia física inicial de la plenitud del Espíri-
tu. “Evidencia inicial” significa que la experiencia recibida, tu bautismo
en el Espíritu Santo, simplemente indica el principio de algo. Evidencia
“física” quiere decir que las lenguas constituyen una manifestación visi-
ble de que has recibido el bautismo del Espíritu Santo.
En la medida en que te rindas a Dios y permitas a su Espíritu fluir
en tu vida, también habrá en tu ser un más poderoso movimiento del Es-
píritu, y muchas otras evidencias. Por ejemplo: la plenitud del Espíritu
realza el amor por Cristo y el deseo de agradarle. Asimismo, se puede
desarrollar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23), es decir, cualidades
espirituales positivas en el carácter.
La plenitud del Espíritu y las pruebas
A veces vienen grandes pruebas después de que se ha recibido la
plenitud del Espíritu. Satanás se esfuerza al máximo para detener al cre-
yente recién bautizado. Consideremos los ejemplos bíblicos citados a
continuación: Jesús fue llevado al desierto después de que el Espíritu
descendió sobre Él (Mateo 4). Los apóstoles se encontraron con la opo-
sición de los líderes judíos tan pronto como dejaron el Aposento Alto.
Después de haber recibido su bautismo en el Espíritu Santo, Pablo fue
objeto de la desconfianza de los otros discípulos (Hechos 9:25), y los
judíos griegos intentaron asesinarlo (Hechos 9:29).
En tu calidad de creyente recién bautizado en el Espíritu, puedes
llegar a experimentar oposición y/o pruebas en diferentes áreas de tu
vida. Satanás trabajará arduamente para dañar tu reputación, despojarte
de tu empleo, o para causar fricciones entre tu y tus padres, tus hijos,
tu cónyuge, u otros miembros de tu familia. Santiago ayuda al creyente
a ubicar la prueba cuando escribe: “tened por sumo gozo cuando os
halléis en diversas pruebas” (Santiago. 1:2). El Espíritu Santo imparte
capacidad para obedecer esta exhortación. No importa cuán difícil sea la
prueba; tendrás poder para enfrentarla. San Juan escribió: “mayor es el
que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
“Sed llenos del Espíritu”
¿opción o mandamiento?
Enseñado por contrastes

C uando escribió: “Sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18), Pa-


blo estaba contrastando estilos de vida situados en extremos
opuestos. Entre otras cosas, trata con pecados repugnantes que ni si-
quiera deben mencionarse entre los creyentes (v.3). Pablo recuerda a
los efesios su vida pasada y usa la diferencia entre la luz y la oscuridad
para describir los cambios que Cristo ha realizado. Los amonesta a vivir,
“no como necios, sino como sabios” (v. 15). En un estilo literario clara-
mente hebreo y hallado con frecuencia en los Salmos, los Proverbios, y
otros libros, Pablo hace un contraste entre elecciones negativas, estilos
de vida, etc., y la contraparte positiva.6 Así como embriagarse se ubica
en el extremo negativo del espectro moral, ser lleno del Espíritu aparece
en el extremo de los valores positivos. Los cristianos llenos del Espíritu
no deben vivir en oscuridad y derrota, sino en alabanza y victoria:

“…hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos


espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazo-
nes; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nom-
bre de nuestro Señor Jesucristo (Efesios 5:19,20).

Hay una gran diferencia entre la vida de un cristiano lleno del Es-
píritu Santo, y la vida de un pecador impuro, lleno de un Espíritu de
maldad y de deseos carnales.
Pablo, al utilizar los contrastes en estos versículos del Capítulo cin-
co, da a entender que se espera que el creyente rechace absolutamente la
manera carnal de vivir; no hay lugar para servir a Dios con moderación,
o con mediocridad. La vida llena del Espíritu es la respuesta al cristia-
nismo nominal, aburrido, muerto, patético.
34 Sed llenos del Espíritu

Una profunda ingestión, la única opción


Cuando dijo: “Sed llenos del Espíritu”, Pablo quería significar algo
más que una actitud despreocupada hacia el estado de plenitud espiri-
tual.7 El griego indica redundancia, un proceso continuo de ser lleno del
Espíritu; el procedimiento debía ser repetitivo. La Biblia Weyermouth
lo traduce así: “Tomen profundamente del Espíritu”, con lo que indica,
tragos largos, lentos, abundantes. Este mandamiento de Pablo apunta
hacia una profunda ingestión del Espíritu, no sólo un trago.
Pablo deja muy en claro en sus epístolas que la única opción para
el creyente es practicar la vida llena del Espíritu, y no una vida carnal y
concupiscente. Nótese el consejo que da a los Gálatas:

“Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los de-
seos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es
contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a
ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden
hacer lo que quieren”. (Gálatas 5:16,17, NVI).

“El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa


misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para
agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna” (Gálatas
6:8, NVI).

En estos versículos Pablo claramente exhorta a su auditorio a buscar


la vida llena del Espíritu. Si el creyente no se determina a ser constan-
temente lleno del Espíritu, puede caer en la tentación de sembrar para
su carne, puesto que la carne “lucha contra el Espíritu” (traducción de
Conybeare). Pablo entendía el peligro de asumir una actitud indiferente
y apática hacia el estado de plenitud en el Espíritu.
No es el propósito de Dios que tratemos algo tan maravilloso y pode-
roso como lo es el bautismo en el Espíritu Santo, como si fuera cualquier
experiencia que indiferentemente pudiéramos aceptar o rechazar, según
nuestros sentimientos. Pablo no nos deja una opción. Cuando dijo: “Sed
llenos del Espíritu”, entendemos por el contexto y por el verbo griego
que no hay otra opción. Los efesios tuvieron que haber tomado seria-
mente estas palabras, escritas desde su prisión por el venerable apóstol.
Comparación de creyentes
Muchas veces he oído a la gente hacer comparaciones entre ciertas
“Sed llenos del Espíritu” ¿opción o mandamiento? 35

personas que han recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y otras que


no. Algunos comentan que ciertos individuos que no hablan en lenguas
hacen en el culto de Dios lo mismo o más que muchos otros que sí las
hablan. En base a este argumento, muchos honestamente sostienen que
no necesitan hablar en lenguas.
A manera de respuesta, notemos primeramente que si Dios no hu-
biera deseado que todos fueran llenos y hablaran lenguas, con seguridad
habría hecho excepciones entre los 120 discípulos que se encontraban
en el aposento alto. Dada la diversidad de personalidades representadas,
habría lugar para pensar que algunos necesitaban la experiencia, mien-
tras que otros no. Pero sin excepción, todos en el Aposento Alto habla-
ron lenguas (Hechos 2). Pedro el ardiente, fue lleno al igual que Juan
el sereno. Tomás, llamado a veces “el incrédulo” (quizá injustamente),
recibió el bautismo en el Espíritu Santo, igual que María la madre de Je-
sús. Pueden presentarse argumentos similares basados en la experiencia
de los gentiles narrada en Hechos 10, y la de los efesios registrada en
Hechos 19. Todos recibieron.
En segundo lugar, el potencial humano del individuo no debe con-
fundirse con el poder del Espíritu Santo. Personas que hacen tanto para
Dios sin poseer la plenitud del Espíritu Santo, sin duda harían mucho
más si fueran bautizados en el Espíritu. El
individuo lleno del Espíritu Santo que no
consigue hacer mucho para Dios, posible-
mente no tenga la capacidad o el potencial
para realizarlo, como lo tendría otro cre-
yente. Aunque el Espíritu Santo puede usar
a cualquier cristiano sin importar el tempe-
ramento ni el carácter, no lo tratará como
si fuera una máquina de cuerda o un robot.
Algunos serán más exitosos y productivos
que otros en sus empresas para Dios. Pero
sin duda, los creyentes llenos del Espíritu harán más para Dios después
de recibir la plenitud, de lo que hacían antes de recibir el bautismo en el
Espíritu Santo. Si esto no sucediera así, se debería a que no se está dando
al Espíritu la libertad necesaria en la vida del individuo8.
El plan de Dios versus nuestro plan
En realidad la objeción de algunos contra la práctica de recibir la ple-
nitud del Espíritu se concreta a tener que hablar en lenguas. Muy pocos
creyentes objetarían el ser llenos del Espíritu si no tuviesen que hablar
lenguas. Pero al recibir el bautismo en el Espíritu, tenemos que hacerlo
36 Sed llenos del Espíritu

como Dios lo establece y no como nosotros lo dispongamos. Es Él quien


establece las normas, Él quien, hablando a través de su Palabra eterna,
declara a ésta y a todas las generaciones: “Sed llenos del Espíritu”.
El plan de Dios para el creyente es que sea lleno del Espíritu con
la correspondiente evidencia de hablar lenguas. No sólo es su plan, es
su mandamiento. Jesús dijo a sus discípulos: “quedaos vosotros en la
ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”
(Lucas 24:49). Si necesitaron la plenitud los discípulos que estuvieron a
los pies del Maestro por tres años y medio ¡cuánto más la necesitamos
nosotros! Jesús no dio una opción a los discípulos. Él no dijo: “Esperen
si lo creen necesario”. Él esperaba obediencia de parte de ellos, así como
la espera de parte de nosotros.
Si creemos que ser lleno del Espíritu es una opción, tenderemos
a perder el interés si no recibimos la experiencia de inmediato. Pero
si comprendemos que Dios manda esta experiencia en su Palabra, en-
tonces no nos daremos por satisfechos hasta que hayamos cumplido el
deseo de Dios para nuestra vida.
Ser lleno del Espíritu, ¿requisito para ir al cielo?
Esta discusión nos conduce naturalmente a la pregunta: “¿Puede una
persona ir al cielo sin ser bautizada en el Espíritu? Algunos pentecos-
tales enseñan que para ser salvo se necesita hablar en lenguas.9 Pero
esta postura no corresponde a la enseñanza bíblica (Romanos 10:9,10; 1
Juan 1:9; Juan 1:12). Tal y como ya se comentó, el bautismo en el Espí-
ritu Santo es subsecuente a la conversión. El creyente nacido de nuevo
puede entrar al cielo en base al acto de confiar, de tener fe en el Cristo
crucificado y resucitado como su Salvador y Señor.
No se debería preguntar: “¿Puede una persona ir al cielo sin el bau-
tismo en el Espíritu Santo?”, sino: “¿Cómo puede el cristiano vivir sin el
bautismo en el Espíritu Santo y estar conforme?” Mi pastor, el reverendo
Allen Sanders (ya fallecido), decía: “Sin el bautismo en el Espíritu San-
to, ni siquiera quisiera cruzar la calle”.
Otra pregunta que se debería hacer es: “¿Puedo salir adelante sin el
bautismo en el Espíritu Santo en un mundo orientado hacia la sensuali-
dad, el pecado, y la agresión satánica?” Ir al cielo no es la meta final para
el creyente regenerado. Si esto es lo que nos motiva para servir a Cristo,
entonces no hemos entendido a cabalidad nuestra razón de ser como
cristianos. Nuestra meta suprema debe ser agradar a nuestro Maestro,
y mostrar su vida reflejada en nosotros. Este concepto se materializará
gracias al poder del Espíritu Santo.
“Sed llenos del Espíritu” ¿opción o mandamiento? 37

Jesús dijo acerca del poder del Espíritu Santo: “Pero cuando venga
el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el
cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (Juan 15:26);
también declaró: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará
a toda la verdad… El me glorificará” (Juan 16:13,14). El Espíritu Santo
conduce hacia Cristo al creyente con hambre espiritual. En la medida que
permitamos al Espíritu gobernar nuestra vida, en esa medida nos llevará
hacia Cristo. Si hemos de servir a Cristo al máximo en esta vida, necesi-
tamos todo el poder que el Espíritu Santo nos puede impartir. Ese poder
viene a través del bautismo en el Espíritu Santo: “pero recibiréis poder
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8).
Capítulo 7

Cómo ayudar a otros a ser


llenos del Espíritu
E s muy natural en quien ya ha sido bautizado en el Espíritu, que
sienta el deseo de compartir la experiencia Pentecostés con
otros creyentes. Es de esperarse el desear compartir esta vivencia cuan-
do el encuentro con el Espíritu está aun fresco. Desafortunadamente,
algunas personas que por años han poseído la plenitud del Espíritu, no le
asignan el valor debido y no recalcan a otros la importancia de ser llenos
del Espíritu. Todo creyente bautizado en el Espíritu debe estar dispuesto
a alentar a otros creyentes a buscar la plenitud del Espíritu Santo.
Algunos creyentes llenos del Espíritu son efectivos en el momento
de inspirar a otros a buscar el bautismo en el Espíritu Santo, pero no
tienen mucho Éxito en cuanto a realmente ayudarlos a recibir. He oído
decir a algunos: “Bueno, ese no es mi ministerio”. En realidad, cualquier
creyente bautizado en el Espíritu Santo puede ayudar a otros a recibir
esta misma plenitud. Las siguientes observaciones son pertinentes a las
personas que desean ayudar a aquellos que desean recibir el bautismo en
el Espíritu Santo. Las primeras seis sugerencias tratan con ciertas actitu-
des que frecuentemente impiden que el creyente lleno del Espíritu ayude
a otros. Las otras recomendaciones se refieren a los pasos que se deben
tomar para ayudar a otros a recibir el bautismo en el Espíritu Santo.
Asumir las actitudes correctas
• Primero, da al Espíritu el lugar de respeto y reverencia que
merece.
El Espíritu es una persona, no una cosa, o una entidad. El dicciona-
rio de Webster dice que una persona es: (1) “un ser humano viviente”,
(2) “la combinación de características que componen una personalidad
individual”. Pero también define el término como “las distintas indivi-
dualidad es de Padre, Hijo, y Espíritu Santo, en la esencia de la Deidad
que las une”. Aun Webster reconoce que el Espíritu Santo es una perso-
na. Muchos pasajes de las Escrituras señalan las cualidades del Espíritu
que revelan su personalidad. El Espíritu Santo posee conocimiento.
Cómo ayudar a otros a ser llenos del Espíritu 39

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Es-
píritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién
de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el Espíritu del
hombre que está en él? así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios. (1 Corintios 2:10,11).

El Espíritu Santo posee una voluntad. “Pero todas estas cosas las
hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular
como él quiere” (1Corintios 12:11). Este pasaje nos muestra que el Espí-
ritu Santo no es como la gravedad o la electricidad, o alguna fuerza que
podamos usar a voluntad. Más bien se trata de una persona que nos usa
conforme a su voluntad.
El Espíritu Santo posee una mente. “Mas el que escudriña los co-
razones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:27). La palabra
griega usada aquí para mente, phronema, incluye la idea de pensamien-
to, propósito, y sentimiento.
El Espíritu Santo posee emociones. Y no contristéis al Espíritu San-
to de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención (Efe-
sios 4:30).
El Espíritu Santo puede actuar. Consideremos algunas actividades
del Espíritu Santo:
(1) 1Corintios 2:10, el Espíritu escudriña todas las cosas.
(2) Hechos 2:4; Apocalipsis 2:7, el Espíritu Santo habla.
(3) Gálatas 4:6, el Espíritu Santo testifica.
(4) Romanos 8:26, el Espíritu Santo intercede.
(5) Juan 15:26; el Espíritu Santo testifica.
(6) Romanos 8:14, el Espíritu Santo guía.
(7) Hechos 16:6,7; 13:2, el Espíritu Santo da órdenes.
(8) Hechos 20:28, el Espíritu Santo designa.
(9) 2 Pedro 1:21, el Espíritu Santo revela.
(10) Juan 14:26 el Espíritu Santo enseña.
(11) Hechos 9:31, el Espíritu Santo conforta.
También debe notarse que es posible responder al Espíritu.
40 Sed llenos del Espíritu

(1) El Espíritu Santo puede ser ofendido (Efesios 4:30).


(2) Uno puede rebelarse contra el Espíritu (Isaías 63:10).
(3) El Espíritu Santo puede ser profanado, insultado, e indigna-
do (Hebreos 10:29, Amp.).
(4) Uno puede mentir al Espíritu Santo (Hechos 5:3).
(5) El Espíritu Santo puede ser blasfemado (Hechos 12:31,32).
(6) El Espíritu Santo puede ser apagado (1 Tesalonicenses
5:19).
(7) Uno puede recibir el Espíritu Santo (Hechos 2:38; 8:15).
Estos y otros versículos deben recordarnos que debemos tratar res-
petuosamente al Espíritu. Él es digno de nuestro más alto reconocimien-
to. Esta debe ser la actitud predominante si hemos de poder ayudar a
otros.
• Segundo factor importante para ayudar al candidato deseo-
so de recibir es que tú mismo seas lleno del Espíritu y que
tengas una experiencia actualizada.
A nadie puedes guiar más allá del punto en donde tú mismo te en-
cuentras. Puede que Dios haga alguna excepción y toque a alguien a
pesar de ti, pero la meta es que Él nos use constantemente. Por lo tanto,
continuamente debemos ser llenos del Espíritu Santo.
• El tercer factor consiste en tener la convicción de que Dios
desea que cada creyente sea lleno del Espíritu.
Ya se habló de esto con anterioridad, pero no se descarta la posibili-
dad de que algunos creyentes, aun después de su propio bautismo en el
Espíritu, sientan que no es realmente importante que todos los creyentes
tengan la plenitud del Espíritu (véase Hechos 23:9). Nunca debes abri-
gar el pensamiento de que alguna persona en particular por la que estés
orando pueda ser la excepción. Quizá digas: “Tal vez Dios no desea
llenarlos”. Si das lugar a este pensamiento no tendrás la determinación
de ayudarla a recibir.
Una vez prediqué en un campamento juvenil en el que cerca de cin-
cuenta jóvenes recibieron la plenitud del Espíritu Santo. Después de uno
de los cultos oré como por dos horas con un joven para que recibiera
la promesa del Padre. Lo animé con expresiones como: “Vamos, José,
el Espíritu Santo está aquí”. “Escúchalo”. “Tal vez el Espíritu Santo te
está dando palabras ahora mismo, si es así, pronúncialas”. “Dios está
contigo, José”. Aproximadamente dos horas después, el joven recibió un
Cómo ayudar a otros a ser llenos del Espíritu 41

glorioso revestimiento. Al final, una vez que la euforia hubo disminuido,


me dijo el joven: “A propósito, no me llamo José” ¡Quizá yo mismo lo
distraje y me constituí en un problema! Sin embargo, la razón de que
perseverara orando por aquel joven todo ese tiempo, es la misma que me
impulsa hoy: “estoy convencido de que Dios desea llenar con el Espíritu
Santo a todos los creyentes”.
Permíteme apresurarme a explicar que aunque un creyente se tarde
en recibir, no significa que Dios no esté dispuesto a llenarlo. Más bien se
debe a que el candidato alberga temores, o tiene problemas para rendirse
a Dios. Como creyentes llenos del Espíritu debemos estar presentes para
alentar y ayudar a otros en su lucha por recibir, en la convicción de que
Dios responde a los corazones sedientos.
• Un cuarto factor consiste en estar convencidos de que la ple-
nitud del Espíritu Santo es subsecuente a la salvación
También esto se comentó ya, pero es necesario volver a enfatizar.
No serás tan efectivo al auxiliar a otros a recibir esta experiencia si no
estás absolutamente convencido de que el Espíritu Santo no viene en
poder bautismal en la conversión.
• Un quinto factor es el convencimiento de que hablar en len-
guas es la evidencia del bautismo en el Espíritu Santo.
Cuando esta verdad se apodere de ti, desearás que todos hablen en
lenguas. Esta es una experiencia gloriosa y nunca deberíamos avergon-
zarnos de tener la misma experiencia que tuvieron Pedro, Pablo, los
apóstoles, y la iglesia primitiva. Más bien debemos estar prestos a com-
partir con los nuevos conversos, o con los que dudan, acerca de la vali-
dez y del valor de hablar en lenguas.
• Un sexto factor necesario para ayudar a otros a recibir el
bautismo en el Espíritu, es estar convencido de la necesidad
de ser lleno del Espíritu Santo.
¿De verdad es importante que el creyente sea lleno del Espíritu? Tu
única respuesta debe ser un resonante ¡sí!
Reconoce que Cristo no quería que los discípulos predicaran, testi-
ficaran, o discipularan a nadie, hasta que hubieran sido “investidos de
poder desde lo alto” (Lucas 24:49). Esto no significa que Dios prohibe
toda actividad a los creyentes hasta ser llenos del Espíritu. Simplemente
recalca el valor que Jesús asignó a la plenitud del Espíritu Santo.
No ha disminuido la importancia del bautismo en el Espíritu Santo
para el pueblo de Dios hoy. En su poder bautismal, el Espíritu Santo
ayudará al creyente carnal a convertirse en un mejor cristiano. El poder
42 Sed llenos del Espíritu

dinámico del Espíritu Santo puede transformar a una iglesia mundana y


carnal, y restaurar la vida santa, la adoración gozosa, y la visión misio-
nera a sus miembros.
Preparando a los candidatos para recibir
El ingrediente más importan-
te para ayudar a los creyentes a
recibir es orar con todo el corazón
que el creyente sediento reciba el
bautismo en el Espíritu Santo.
Se debe orar en especial
por aquellos que han buscado el
bautismo por muchos años pero
no lo han recibido. El Espíritu
Santo se mueve grandemente en respuesta a la oración.
• Por otra parte, siempre hay que dar las instrucciones de-
bidas a los candidatos que buscan la plenitud del Espíritu
Santo, antes de orar con ellos.
Utiliza el material de este libro. Menciona las cosas que estorban al
creyente en su empeño de recibir. Recalca también las recomendaciones
sugeridas en el capítulo cinco.
• Otro ingrediente es creer que los candidatos recibirán la ple-
nitud.
Ten fe en que el Señor derramará su Espíritu. No debemos permitir
que nuestra fe mengüe, ni perder la esperanza de que el hermano que
busca recibirá.
Es posible que alguna vez llegues a pensar: “Quizá por razones que
no conozco esta persona no va recibir”. En ocasiones, algunas personas
buscan el bautismo en el Espíritu Santo y no lo obtienen. Tal vez algunos
de los estorbos ya mencionados les impiden recibir. Si sentimos que no
están avanzando, puede ser de ayuda hablar con ellos y repasar juntos
algunas de las cosas que Satanás usa en contra nuestra cuando buscamos
el bautismo en el Espíritu Santo. Comienza luego a orar una vez más
con el candidato.
• Otro elemento importante para preparar a las personas
para recibir la plenitud del Espíritu es predicar y enseñar
acerca del bautismo en el Espíritu Santo.
Muchos pastores y líderes cristianos anhelan ver a sus feligreses lle-
nos del Espíritu Santo; sin embargo, rara vez predican o enseñan acerca
del bautismo en el Espíritu Santo. O si acaso ministran sobre la materia,
Cómo ayudar a otros a ser llenos del Espíritu 43

omiten dar instrucciones sobre qué es lo que se puede esperar. Sus ser-
mones o conferencias exaltan la importancia de ser llenos, o la euforia
que viene con la experiencia; aun puede que den información confusa tal
como: “deja que el Espíritu Santo hable a través de ti”. Este tipo de indica-
ción puede hacer creer a los hermanos que tendrán una experiencia “extra-
corporal” en la cual perderán la conciencia y el control de su voluntad. El
pastor o instructor tendrá que dar muy claras indicaciones en el momento
de compartir alguna enseñanza respecto al bautismo en el Espíritu Santo.
El ministro o maestro que desee que la gente sea llena del Espíritu,
tendrá que hacer su presentación interesante, emocionante, e informati-
va. El exponente que no parezca convencido de que el Espíritu Santo es
una poderosa ayuda y experiencia en su propia vida, tendrá problemas
cuando trate de persuadir a otros a que lo reciban.
• Finalmente, aquellos que auxilian a otros en la búsqueda de
la plenitud del Espíritu, no deben vacilar en imponer manos
sobre la persona que está buscando.
En el Antiguo Testamento, la práctica de imponer manos con fre-
cuencia significaba la encomienda de una comisión, o una transferencia
de autoridad como cuando Moisés impuso sus manos sobre Josué en
preparación del futuro liderazgo de este último (Números 27:22). Des-
pués de la muerte de Moisés, el sello de la autoridad de Josué se remon-
taba a la ocasión en que Moisés impuso sus manos sobre Josué.

Y Josué hijo de Nun fue lleno del Espíritu de sabiduría, por-


que Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Is-
rael le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés
(Deuteronomio 34:9).

Se percibía en Josué un poder y una autoridad nuevos después de la


imposición de las manos.
La misma investidura de autoridad se encuentra asociada con la ple-
nitud del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Jesús prometió poder
a los que recibieran el Espíritu Santo (Hechos 1:8). Con frecuencia la
recepción de este poder coincidía con la imposición de las manos de
algún siervo de Dios. Pablo impuso las manos sobre los creyentes efe-
sios cuando recibieron la plenitud del Espíritu Santo (Hechos 19:6). Pe-
dro y los apóstoles impusieron las manos sobre los recién conversos de
Samaria, y fueron llenos del Espíritu Santo (Hechos 8:17). Igualmente
Ananías impuso sus manos sobre Pablo a fin de que este recibiera la
necesaria plenitud (Hechos 9:17).
44 Sed llenos del Espíritu

Hubo ocasiones en las cuales la gente recibió la plenitud sin que


nadie les impusiera manos (Hechos 2:4; 10:44). Estos casos nos ilus-
tran que con frecuencia el Espíritu Santo obra en la gente sin nuestra
participación directa. Pero los incidentes ya consignados, nos enseñan
que Dios alienta nuestra participación y responde en el momento en que
imponemos las manos sobre los creyentes.
Otras observaciones
No todas las personas por las que oras recibirán de inmediato el
bautismo en el Espíritu Santo. Esto no debe desanimarte. Tú no puedes
controlar la manera en que cada individuo en particular responderá al
Señor Jesús, el Bautizador. Pero tampoco debes actuar despreocupada-
mente al percatarte de que algunos no han podido recibir la plenitud.
Toma nota mental e intercede por los tales en tus devociones privadas;
también exhorta a los candidatos a buscar en privado el bautismo en el
Espíritu Santo. Muchas personas han recibido el bautismo en el Espíritu
Santo mientras se hallaban en sus casas, o aun en sus automóviles. De-
bes alentar a aquellos que no reciben a mantener su hambre espiritual y
a no perder el ·ánimo.
Otro punto importante consiste en impartir instrucciones adecuadas
a quienes desean ayudar a otros a recibir. He visto creyentes a punto de
recibir, cuando justo en ese momento algún hermano bien intencionado
dice algo que interrumpe su concentración. Algunas de las sugerencias
que hacen estos hermanos que tratan de ayudar son totalmente contra-
rias a la Biblia. Como pastor o instructor, tú puedes impedir este tipo de
situaciones si entrenas de manera adecuada y oportuna a aquellos que
trabajaran en el altar. Con frecuencia pido a hermanos llenos del Espíritu
que apoyen a los candidatos al estar de pie detrás de ellos, al orar en el
Espíritu. Les advierto específicamente que no intenten aconsejar a los
hermanos que están buscando la plenitud, sino que me permitan a mí
ministrarles
No siempre pido a los consejeros que ayudan as orar en el altar que
hagan lo mismo. Una vez, me acompañó a México un grupo de estu-
diantes de la universidad donde imparto cátedra. Ministré varias noches
en tres diferentes lugares; alrededor de treinta recibieron el bautismo en
el Espíritu Santo. Puesto que los cultos eran en español la mayor parte
de los estudiantes no entendían lo que estaba sucediendo, ni se podían
comunicar con los que pasaron al frente a recibir el bautismo en el Es-
píritu Santo. En una iglesia hice que los estudiantes estuvieran de pie
cara a cara con los candidatos que habían pasado al frente para recibir
el bautismo en el Espíritu Santo. Yo permanecí en la plataforma y oré, y
Cómo ayudar a otros a ser llenos del Espíritu 45

cuando lo indiqué, los estudiantes pusieron sus manos simultáneamente


sobre estos creyentes mexicanos sedientos de Dios. Casi todos los her-
manos tocados por los estudiantes comenzaron a hablar en lenguas.
La experiencia anteriormente descrita fue posible porque cada factor
necesario estuvo presente. Primeramente, los estudiantes y yo oramos
fervientemente antes del culto y durante el mismo, para que los creyentes
sedientos fueran llenos. En segundo lugar, oramos para que una unción
especial reposara sobre nosotros en el momento de orar por otros. En
tercer lugar, actuamos en fe al dar a Dios la oportunidad de llenar simul-
táneamente a estas personas. Cuarto, la sed de los candidatos había sido
estimulada mediante la predicación de un mensaje acerca de la recepción
del bautismo en el Espíritu Santo que alimentó la fe de estos creyentes.
Quinto, los candidatos fueron previamente instruidos en cuanto a cómo
recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Pero sobre todo, nuestro gran
Dios respondió y vino milagrosamente sobre la congregación.
¿Por qué todos los creyentes
deben ser llenos del Espíritu
y hablar en lenguas?
A lgunos creyentes en iglesias pentecostales llegan a conformar-
se y a vivir felizmente sin la experiencia dinámica de hablar
lenguas, es decir, sin la plenitud del Espíritu Santo. Se excusan con una
serie de argumentos, de los cuales ya se han mencionados varios. Algu-
nos pensarán: “¿Por qué debería hablar lenguas?” Esta pregunta debería
ser: “¿Por qué no hablo lenguas?” Si en verdad esta experiencia se en-
cuentra disponible a todo creyente, ¿Por qué querría alguien privarse de
ella? ¿Qué ventajas se obtienen al recibir la glosolalia?
Se pueden citar varias razones que justifican el hablar en lenguas;
doce de estas se consignan en los párrafos siguientes. Creyentes no bau-
tizados pueden también disfrutar algunas de estas bendiciones, pero hay
un mayor potencial para experimentar re-
sultados más dramáticos en una persona
llena del Espíritu.
Después de ver lo anterior, considere-
mos la siguiente relación de conceptos, los
cuales nos proporcionan la racional para
hablar en lenguas. Quizá nuestras observa-
ciones servirán de aliento, tanto a las per-
sonas que ya han recibido, como a aquellas
que buscan recibir la experiencia.
• Primero, como ya se hiciera notar en
otros capítulos de este libro, hablar en
lenguas es bíblico.
Esta experiencia no es un invento de
algunos fanáticos, sino que comenzó en el
día de Pentecostés y continúa hasta hoy. En
las personas que hablan lenguas se repite
el mismo fenómeno que se observó en los
creyentes del Nuevo Testamento que tam-
¿Por qué todos los creyentes deben ser llenos del Espíritu y hablar en lenguas? 47

bién fueron bautizados en el Espíritu. Uno debería hablar lenguas reco-


nociendo que en este acto sigue el patrón bíblico registrado en el libro
de Hechos.
• En segundo lugar, es Jesús quien imparte esta experiencia.
El prometió la presencia del Espíritu Santo, el Consolador, “a quien
yo os enviaré del Padre” (Juan 15:26). Y en Hechos 1:8, Jesús, el Bau-
tizador, prometió investir de poder a sus discípulos cuando el Espíritu
Santo viniera sobre ellos. Su promesa se cumplió el día de Pentecostés,
cuando Cristo les dio el poder del Espíritu Santo.
• Todo creyente debe hablar en lenguas porque es un mandato
Aunque Pablo no dijo: “Hablareís en lenguas”, ciertamente dijo:
“Sed llenos del Espíritu”. El propósito principal de este libro es mos-
trar que en el contexto de los escritos paulinos y lucanos, ser llenos del
Espíritu implica hablar en lenguas. Pablo apremió a los efesios a ser
llenos del Espíritu. Nuestro Señor demandó lo mismo a sus discípulos.
Les dijo: “quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis
investidos de poder de lo alto” (Lucas 24:49).
• En cuarto lugar, se debe hablar en lenguas porque la ex-
periencia está directamente relacionada con la recepción de
poder espiritual en la vida.
Esta fue una promesa que se hizo a los discípulos antes de Pente-
costés (Hechos 1:8), y cuyo cumplimiento fue posteriormente eviden-
ciado en su vida, pues “muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles” (Hechos 2:43). Pablo anunció el evangelio a los gentiles
“…en el poder del Espíritu de Dios…” (Romanos 15.19). Cuando uno
recibe el Espíritu hoy puede esperar la misma manifestación de poder
que fuera evidente en la vida de los creyentes del primer siglo.
• Se debe hablar en lenguas porque ello intensifica el deseo de
cumplir el mandato de Cristo de alcanzar al mundo.
Cristo declaró que esto sucedería después que los discípulos reci-
bieran el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos1:8). Los discípulos iban
por todas partes ganando conversos y discipulándolos (Hechos 2:2-47).
El mismo fervor acompaña a la plenitud del Espíritu hoy. Los pen-
tecostales y los carismáticos son hoy el segmento de más acelerado
crecimiento en el mundo dentro de la esfera evangélica. Peter Wagner,
catedrático de Iglecrecimiento en la Escuela de misiones Mundiales del
Seminario Teológico Fuller, confiesa haber sido antipentecostal los pri-
meros veinte años de su ministerio; sin embargo, Donald McGravan, pa-
dre del iglecrecimiento instó a Wagner a estudiar las iglesias pentecosta-
48 Sed llenos del Espíritu

les de América Latina, muchas de las cuales estaban experimentando un


crecimiento fenomenal. Wagner declaró:
Cuanto más estudiaba a los pentecostales, tanto más me mara-
villaba. Mi fascinación pronto se convirtió en genuino aprecio,
y al aprecio siguió la participación, en cierta medida. Nunca
me he convertido del todo al pentecostalismo, pero ciertamente
disfruto y soy bendecido en su compañía. Mi investigación me
conduce a hacer esta atrevida declaración: “en toda la historia
de la humanidad, ningún movimiento no militar, y no político,
ha crecido tan rápidamente como el movimiento Pentecostés /
Carismático lo ha hecho en los últimos veinticinco años”.10
Se calcula que para 1990 había alrededor de 372.651.000 pentecos-
tales/carismáticos en todo el mundo.11 Wagner y otros que bien pueden
no estar de acuerdo en que hablar lenguas es la evidencia física inicial
de la plenitud del Espíritu Santo, se han percatado, sin embargo, del
increíble impacto misionero que los pentecostales/carismáticos están
produciendo. Esto no es un accidente, coincide con la promesa de Cristo
a los discípulos en el sentido de que estos se convertirían en testigos
una vez que recibieran el bautismo en el Espíritu Santo. Los creyentes
de hoy deben desear esa misma experiencia, de modo que estén mejor
equipados para cumplir el mandato de Cristo.
• Una razón más a favor de la glosolalia es que el creyente
lleno del Espíritu se convierte en un vehículo para la inter-
cesión del Espíritu Santo.
El apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos que no sabemos
“qué hemos de pedir como conviene...pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26) El Espíritu Santo
ora a través de nosotros para ayudarnos en nuestras debilidades según
la primera parte de Romanos 8:26: “y, de igual manera el Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad”. El conoce nuestros corazones y también
la mente de Dios, e “intercede por los santos conforme a la voluntad de
Dios” (Romanos 8:27).
Sin duda esta naturaleza intercesora del Espíritu se manifiesta a tra-
vés de los creyentes para orar conforme a la voluntad de Dios por las
necesidades de otros. Cuando mi esposa Cherie y yo fuimos designados
misioneros, nos enteramos de varios casos en que el Espíritu guía a al-
gunas personas a interceder por nosotros.
En una ocasión, Gary Jones que en el pasado fue misionero, y yo,
íbamos a ser ejecutados a balazos en un país asediado por la guerra y
la revolución. Dos jóvenes revolucionarios nos llevaron a un basurero
¿Por qué todos los creyentes deben ser llenos del Espíritu y hablar en lenguas? 49

abandonado para “meternos una bala en la cabeza”, como ellos lo dije-


ron. Nos robaron, pero a última hora cambiaron de parecer en cuanto a
matarnos, ¿por qué?, porque el Espíritu Santo dirigió a varias personas
a orar por nosotros en el momento en que nuestros captores estaban por
ejecutarnos. Cherie, quien se encontraba en casa en otro país, se sintió
movida a pasar la noche en oración. Su padre, el reverendo Lonnie Fo-
gger, quien en aquel tiempo pastoreaba en Louisiana, sintió la carga de
orar por nosotros en el momento de nuestro peligro. Cerca de este tiem-
po, Zillah Williams, una hermana de Houston, Texas, sintió la necesidad
de orar por mí. Sin duda, la intercesión de estas personas llenas del Espí-
ritu y guiadas por el Espíritu, orando en lenguas y con el entendimiento,
tuvieron mucho que ver con nuestra liberación.
El Espíritu Santo seguramente usará a aquel cuya sensibilidad espiri-
tual capta la guía del Espíritu. El creyente lleno del Espíritu puede apren-
der a estar en armonía con la naturaleza intercesora del Espíritu Santo.
• Notemos en seguida, que la glosolalia ayuda a desarrollar el
fruto del Espíritu en la vida del creyente.
El fruto del Espíritu, del cual se habla en Gálatas 5:22,23, no se limita
a aquellos que hablan lenguas. Pero las nueve gracias o virtudes registra-
das en Gálatas 5 (amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, hu-
mildad, y templanza) tienen que ser desarrolladas en la
vida del cristiano. Un beneficio que el creyente recibe
inmediatamente cuando el Espíritu Santo viene sobre
él es el poder divino.12 Este poder no se limita al culto,
también nos capacita para desarrollar nuestro carácter.
Aunque un creyente no lleno del Espíritu debe mostrar
el fruto del Espíritu en su vida, necesita el poder adicio-
nal provisto por el Espíritu para desarrollar y mantener
estas gracias. El creyente lleno del Espíritu cuenta con un mayor poder o
unción para desarrollar el fruto del Espíritu en su vida.
• La plenitud del Espíritu ayuda al creyente a ordenar sus
prioridades debidamente.
En su enseñanza a los hermanos romanos, san Pablo amonesta a
estos creyentes a no aferrarse a tomar alimentos considerados inmundos
por otros hermanos. Probablemente la comida en sí misma no constituía
una piedra de tropiezo para el cristiano que deseaba comerla; sin embar-
go, Pablo dijo: “si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya
no andas conforme al amor” (Romanos 14:15). Es claro que la comida
no era el asunto más importante. Pablo explica: “porque el reino de Dios
no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.
50 Sed llenos del Espíritu

(Romanos 14:17). La rectitud, la paz, y el gozo sobrepasan por mucho


en importancia a cualquier placer obtenido de las cosas materiales. Una
experiencia genuina en el Espíritu Santo ayudará al creyente a ubicarse
correctamente con respecto a estos valores. En muchas ocasiones llegué
a experimentar incertidumbre en cuanto a mi conjunto de valores, pero
lo que me inquietaba perdió su importancia cada vez que pasé tiempo
en la búsqueda de Dios, orando en lenguas. El poderoso Espíritu Santo
me hizo experimentar tal éxtasis, que después me he preguntado cómo
pude haber albergado tal deseo o actitud. Cuando uno verdaderamente
experimenta el “gozo en el Espíritu Santo”, las satisfacciones mundanas
pierden su atractivo.
• Notemos en seguida que orar en lenguas trae consuelo en el
tiempo de prueba.
Se utiliza cuatro veces en el libro de Juan el vocablo Parakletos
(transliterado) para referirse al Espíritu Santo (Juan 14:16, 26; 15:26;
16:7). Sólo una vez más se emplea esta palabra y se usa para describir
a Cristo en 1 de Juan 2:1. La versión Reina–Valera traduce parakletos
como “consolador”; otras versiones usualmente prefieren utilizar los
conceptos “consejero”, “uno que aboga”, o “abogado”. Pero algunas tra-
ducciones también utilizan la palabra “ayudador” para comunicar la idea
de “uno que da fuerza”. La palabra tiene tantas acepciones, que Robert
Cook admite: “no hay una sola manera de traducirla que haga justicia a
su rico significado”.13 Muy posiblemente el concepto que más se acerca
al significado original es “un ayudador muy interesado en nosotros que
nos representa en el tiempo de prueba”.
La iglesia primitiva disfrutaba de la consolación del Espíritu Santo.
Después de la conversión de Pablo “las iglesias tenían paz por toda Ju-
dea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor,
y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.
Este aspecto de la personalidad del Espíritu me resultó muy com-
prensible cuando falleció mi madre. Mientras mi familia y yo nos encon-
trábamos en Colombia, ella sufrió un ataque al corazón y una embolia
y como consecuencia cayó en estado de coma. Volvimos a los Estados
Unidos por tres semanas para estar con el resto de la familia, mientras mi
madre permanecía en el hospital. Oramos intensamente por su recupera-
ción. Una noche se encontraba Cherie sentada junto a la cama del hospi-
tal donde yacía mi madre, cuando vio aparecer una figura que estaba de
pie en el otro extremo de la cama; Cherie identificó a aquella figura con
Jesús, quien le indicaba que solamente alabara al Señor. Desapareció
en seguida. Pocos días después, mi madre, aun en estado de coma fue
internada en un asilo. Aunque tuvimos que volver a Colombia, tratamos
¿Por qué todos los creyentes deben ser llenos del Espíritu y hablar en lenguas? 51

consecuentemente de alabar al Señor a pesar de las circunstancias, en


obediencia al mensaje del Señor.
Mientras permanecíamos en Colombia, hacíamos contacto casi dia-
rio con miembros de la familia para mantenernos informados sobre el
estado de salud de mi madre. Cuando pudimos volver a casa, fui a pasar
una semana cerca de ella; su condición no mejoraba... aproximadamen-
te dos meses más tarde, realizábamos con unos amigos una campaña
evangelística en una población cercana al lugar donde se encontraba
internada mi madre. Como a la 1:30 de la madrugada recibí una llamada
telefónica; era mi suegro, quien me comunicó que mi madre ya estaba
en el cielo.
Naturalmente, la noticia me devastó. El Señor me había usado para
ganar a mi madre muchos años atrás. Ella no sólo había sido una ma-
dre maravillosa que crió a seis hijos sin el apoyo de un esposo (nuestro
padre murió en un accidente de tránsito cuando yo tenía tres años de
edad), era también una mujer de oración, una amiga y una confidente;
la iba a extrañar bastante. Lo primero que hice fue caer de rodillas, y de
inmediato vino el Consolador. Hablé en lenguas como por hora y media,
y sentí la dulce presencia de Jesús fortaleciéndome. Esta fuente de poder
se encuentra disponible a todos en tiempo de necesidad.
Consideremos otro beneficio de la glosolalia: Hablar lenguas pue-
de traer liberación. Jesús dijo a sus discípulos:

Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las


autoridades , no os preocupéis por cómo, o qué habréis de res-
ponder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os ense-
ñará en la misma hora lo que debáis decir (Lucas 12:11,12).

El pasaje paralelo en Marcos es muy similar:

Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo


que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en
aquella hora, eso hablad, porque no sois vosotros los que habláis
sino el Espíritu Santo (Marcos 13:11).

Obviamente, el Espíritu Santo puede darnos para hablar palabras


ungidas de nuestro propio vocabulario y lengua materna, que ayuden a
la causa de nuestra liberación. Pero en otras ocasiones, Él da otra lengua
para el mismo propósito.
52 Sed llenos del Espíritu

Uno de los ejemplos más notables ocurrió en 1922 en la vida de H.


B. Garlock, un misionero de las Asambleas de Dios en Liberia. Garlock
fue a rescatar a un hermano africano, Kuso, de las manos de los Pahn,
una tribu caníbal; con gran arrojo entró a la choza donde se encontraba
cautivo el hermano. Desató al hermano, quien se veía asustado y además
daba muestras de haber sido golpeado; al salir de la choza se unieron a
ellos un grupo de hermanos africanos que habían acompañado a Gar-
lock. Para entonces, los aldeanos, corriendo y armados con lanzas algu-
nos de ellos, rodearon a la partida del misionero. Aunque en base a sus
conocimientos de otros idiomas africanos Garlock podía entender muy
poco de lo que los caníbales decían, comprendió que los antropófagos
planeaban matarlos y devorarlos a todos. El brujo de la tribu, con una
vara en la mano, se lanzó en un prolongado discurso, al final del cual,
colocó la vara a los pies de Garlock, en señal de que le era permitido ha-
blar. Garlock comenzó a estremecerse, y aunque al principio pensó que
se debía al temor que experimentaba, comprendió luego que el Espíritu
del Señor había venido sobre él, y vinieron a su mente las palabras de
Marcos 13:1. Garlock declaró:

Ahora, bajo la unción del Espíritu, me puse de pie. Me agaché y


tomé la vara que el brujo había puesto a mis pies. Abrí la boca
y empecé diciendo: “Ny lay…” que significaba, “escúchenme”.
Y en seguida sucedió. El Espíritu Santo tomó el control com-
pleto de mi lengua y órganos vocales, y surgió de mis labios un
torrente de palabras que yo nunca había aprendido. No supe lo
que dije, ni cuánto tiempo hablé. Pero cuando terminé reinaba
el silencio.14

El Espíritu Santo proveyó palabras que cambiaron por competo aque-


lla situación. El brujo ordenó que se trajera un gallo blanco y se sacrifi-
cara en sustitución del hombre blanco y sus acompañantes. Aquella tribu
belicosa cambió totalmente su actitud hacia Garlock y sus hombres, pues
les procuraron comida y los ayudaron a conducir al hombre herido a un
lugar seguro. Muchos años después, Garlock informó: “Me alegra decir
que hay pastores e iglesias llenas del Espíritu por toda la tribu”.15
He escuchado y leído muchas historias similares a la anterior,16 pero
¡nunca he oído de uno pentecostal que empezara a hablar en una lengua
extraña en una situación de emergencia, o en algún caso en que se requi-
riera una intervención milagrosa!
• Una razón más de ser lleno del Espíritu es que la plenitud
del Espíritu Santo infunde valor.
¿Por qué todos los creyentes deben ser llenos del Espíritu y hablar en lenguas? 53

Una mirada a la vida de los discípulos después de Pentecostés nos


ayuda a confirmar lo anterior. Nótese un ejemplo en el que los discípulos
oraron específicamente por denuedo – Hechos 4:23-30. Dios respondió
dramáticamente a su petición. “Cuando hubieron orado, el lugar en que
estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y
hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). El Espíritu
Santo produjo la audacia que los discípulos necesitaban para hablar de
Cristo, en medio de una gran persecución.
• Finalmente, ser lleno del Espíritu ayuda al creyente en el
momento de la muerte.
Esto se aprecia en el relato que Lucas hace de los momentos que
precedieron inmediatamente al martirio de Esteban.

“Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puesto los ojos en el


cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de
Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hom-
bre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:55,56).

Cuando el Espíritu de Dios vino sobre él, Esteban presenció la gloria


de Dios y vio al Señor dispuesto para recibirlo. Antes de morir, hizo dos
peticiones mientras sus asesinos comenzaban a apedrearlo: (1) Que el
Señor recibiera su espíritu, y (2) que el Señor no tomara en cuenta el
pecado de sus asesinos. En virtud de la ministración del Espíritu Santo,
Esteban se encontraba en contacto con otro mundo.
Yo sostengo que la muerte no es enemiga del hijo de Dios. Estoy
consciente de que 1Corintios 15:26 dice que “el postrer enemigo que
será destruido es la muerte”. Pero, contextualmente, la enseñanza de Pa-
blo gira alrededor de la muerte y de la futura resurrección de los santos.
La muerte es un enemigo en el sentido en que aquellos que han muerto
aún están en lo que concierne a su cuerpo físico. Un día ese último enemi-
go, el enemigo que ha traído corrupción al cuerpo físico, será destruido.
Las cuerdas de la muerte no pueden mantener por siempre en total inacti-
vidad el cuerpo de los santos. En su tiempo, Cristo libertará a sus santos
del dominio de la muerte (1Corintios 15:20-28). En el mismo Capítulo
15 de 1Corintios, Pablo dice que “el aguijón de la muerte es el pecado”
(v.56). La presencia del pecado produce como un aguijonazo en el indi-
viduo cuando viene la muerte. Pero en el caso del cristiano, al no haber
pecado, no hay aguijonazo. En suma, la muerte no tiene que ser consi-
derada como un mal o un enemigo que acecha, puesto en el mismo nivel
que Satanás o las fuerzas satánicas. Mientras que la muerte puede llegar a
54 Sed llenos del Espíritu

constituir una horrible experiencia para el pecador, para el creyente es la


transición natural de los santos a la gloriosa presencia de Cristo (Salmos
116:15). Es natural y normal para el ser humano sentir un temor instin-
tivo por la muerte. Dios dotó a la humanidad con un muy fuerte instinto
de preservación. Pero el Espíritu Santo puede revertir la ansiedad natural
asociada con la muerte y usar la ocasión para la gloria de Dios.
Un íntimo amigo mío, el pastor L. H. Hubbard, de Tyler, Texas, pre-
senció la victoriosa partida de su padre al hogar celestial un domingo por
la mañana en 1965. Antes de la predicación, el pastor Hubbard tuvo la
impresión de que alguien tenía algo que compartir con la congregación
y extendió la oportunidad de hablar a quien así lo deseara de entre el
auditorio. Su padre se puso de pie y empezó a citar textos bíblicos acerca
del cielo y la venida del Señor. Cuando terminó, se sentó y comenzó a
hablar en lenguas; en seguida se desplomó quietamente sobre la banca, y
para cuando el pastor Hubbard llegó allí, su padre ya se encontraba con
Jesús. Por la gracia divina, el Espíritu Santo le había dado la entrada a
la presencia de Cristo.
Con frecuencia el Espíritu Santo usa la partida de los cristianos al
hogar celestial para llevar a otros a Cristo. Según el testimonio del Sar-
gento John McElhannon, esto fue lo que con gran dramatismo sucedió
en Vietnam. El sargento McElhannon, un indio navajo, sabía que su ami-
go George era cristiano por la forma en que vivía. Cuando George fue
abatido a tiros por los Vietcong, John corrió a su lado, pero poco después
George murió. Sin embargo, antes de morir George habló en lenguas y
dijo en la lengua materna de John: “John, tú necesitas a Dios”. John no
pudo olvidar aquellas palabras, y cuando a su vez fue herido y traslada-
do a los Estados Unidos, decidió conocer al Dios de George. Después de
recuperarse de sus heridas, el Espíritu Santo dirigió a John a una iglesia
de las Asambleas de Dios, en donde aprendió acerca del poder que habi-
litó a George para hablar su lengua. John fue salvo gracias a las últimas
palabras que el Espíritu Santo puso en los labios de un cristiano que se
encontraba a punto de morir.17
Capítulo 9

Evidencias de Pentecostés

E ste libro se ha enfocado sobre todo en la evidencia física ini-


cial del bautismo en el Espíritu Santo: hablar en lenguas. La
evidencia inicial, o primera evidencia, es en extremo importante. Uno
debe empezar con lo que es esencial.
No obstante, varios detalles asociados con Pentecostés y la expe-
riencia Pentecostés deben hallarse entre los creyentes y ser obvios en
la iglesia local. Hechos 2:42-47 pormenoriza una serie de actividades,
actitudes, y reacciones observadas en la gente después que recibe el bau-
tismo en el Espíritu Santo.
• Primero, mostraron una firme adhesión a la doctrina apos-
tólica (v.42).
Los apóstoles habían caminado y andado con el Maestro aproxima-
damente tres años y medio. Enseñaron lo que sabían–los principios, pre-
ceptos, y doctrina que Cristo les había enseñado. Lejos de ser “hombres
sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13) como lo afirmaban sus acusadores,
habían sido enseñados por el más grande Maestro de toda la historia. La
forma en que aprendieron de Él antes de su ascensión, continuó después
a través de la instrucción del Espíritu Santo. Jesús dijo a los discípu-
los acerca del Espíritu Santo: “El os enseñará todas las cosas” (Juan
14:26), y “él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).
Se puede tener la seguridad de que la enseñanza recibida por la iglesia
primitiva no era ninguna moda doctrinal pasajera, que caería en el olvido
tan pronto como surgiera a la prominencia alguna otra revelación “espec-
tacular”. Los primeros creyentes estaban afirmados en la buena doctrina.
• Segundo, los primeros cristianos creían y practicaban un
entrañable compañerismo (v.42).
Lamentablemente, esta clase de cercanía no se encuentra hoy en
muchas congregaciones. La iglesia primitiva creó un poderoso vínculo
que sostuvo a los creyentes a través de los tiempos difíciles. Disfrutaban
56 Sed llenos del Espíritu

de la compañía mutua y desarrollaban sólidas relaciones al tiempo que


se reunían para alabar a Cristo.
• Tercero, los primeros creyentes pentecostales partían juntos
el pan (v.42).
Este versículo probablemente se refiere al simple acto de participar
en común de los alimentos, más bien que a la ordenanza de la Santa Co-
munión. Sin embargo, evidencias tempranas parecen indicar que el culto
de comunión conmemorativo de la muerte del Señor surgió a partir de
estas reuniones para comer de una mesa común.
En el tiempo en que Pablo indicó a los corintios que sentían hambre
que comieran primero en casa antes de participar de la Cena del Señor
(1 Corintios11:33-34), evidentemente ya procuraba el apóstol hacer una
separación entre el acto cotidiano de comer y la práctica de la Santa
Comunión.18
Los hechos de la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo im-
pregnaban la conversación y predicación de la iglesia primitiva (Hechos
2:23,24, 30—33; 3:13—15,26; 4:2,10, 33; 5:30—32). Era de esperarse
entonces que en las ocasiones en que se reunían a partir juntos el pan,
los discípulos recordaran la última cena con Cristo. No podían olvidar
tan pronto la amonestación del Señor: “haced esto en memoria de mí”
(Lucas 22:29). La iglesia debe recordar hoy la redención y la victoriosa
resurrección de Cristo. Se debe celebrar frecuentemente la Santa Comu-
nión, sin que se convierta en algo rutinario. Nunca habría tenido lugar
Pentecostés sin la obra del Calvario. Una verdadera experiencia Pente-
costés conduce al cristiano a colocar a Cristo y el proceso redentor en el
centro mismo de su atención.
• Otra evidencia de un verdadero Pentecostés es la oración
(v.42).
La iglesia primitiva se reunía para orar consecuentemente y con fre-
cuencia. La oración era algo de esperarse cada vez que se reunían, siem-
pre se incluía la oración. Hoy una verdadera experiencia Pentecostés se
evidenciará por el mismo deseo de orar.
Muchos imperativos bíblicos apoyan la necesidad de orar en toda
circunstancia (Lucas 18:1; Romanos 12:12; Efesios 6:18; Filipenses 4:6;
1 Tesalonicenses 5:17; etc.). Aunque no es exhaustiva, la siguiente lista
ilustra vívidamente las varias y diversas facetas de la oración eficaz.
Ora en el Espíritu Santo, Romanos 8:26,27.
Ora con el entendimiento, 1 Corintios 14:15.
Ora fervientemente, Santiago 5:16.
Evidencias de Pentecostés 57

Ora creyendo, Marcos 11:24


Ora por períodos de tiempo prolongados, Lucas 6:12 (Nuestro ejem-
plo, Cristo, oraba durante toda la noche).
Ora en armonía con la Palabra de Dios, Juan 15:7.
Ora al Padre, Juan 16:23.
Ora en el nombre de Jesús, Juan 14:12—15.
Ora continuamente, 1 Tesalonicenses 5:17.
Ora alabando a Dios por la respuesta, Filipenses 4:6.
• Otra cosa digna de notarse en aquellas primeras reuniones
cristianas era un santo y benéfico respeto por el Dios Todo-
poderoso (“Y sobrevino temor a toda persona” V. 43).
La reverencia manifestada hacia el Señor nos dice mucho de la vida
espiritual de una persona. Una relación íntima con Dios se manifiesta
por la reverencia que el individuo demuestra hacia el Señor en su cali-
dad de Ser Santo. La iglesia primitiva presenció el gran poder de Dios
el día de Pentecostés. Ese Dios a quien servían era merecedor de su total
lealtad y reverencia.
• Una sexta expresión de una verdadera experiencia Pente-
costés que se ve en este contexto, es la continuada eviden-
cia de lo milagroso demostrada a través de los seguidores
de Cristo. Lucas declaró que “muchas maravillas y señales
eran hechas por los apóstoles” (v.43).
Sin duda alguna, los milagros poderosos de sanidad han sido más
efectivos en atraer la atención de la gente que el fenómeno de hablar
lenguas. Este ciertamente fue el caso en la iglesia primitiva y también en
los principios del pentecostalismo de este siglo.
Charles Parham, el más temprano postulador en tiempos modernos
de las lenguas como evidencia inicial de la plenitud del Espíritu, no
encontró una muy amplia aceptación para la doctrina Pentecostés hasta
que comenzó a hacer énfasis en la sanidad divina y mucha gente empezó
a sanar.19 La demostración de lo milagroso corroboraba el acto de hablar
en lenguas, al igual que la evangelización y la conversión de las almas.
Este patrón es evidente en el libro de Hechos. Por ejemplo, los samarita-
nos opusieron escasa resistencia a Pedro y a Juan para recibir la plenitud
del Espíritu Santo, puesto que ya habían sido testigos de hechos mila-
grosos (Hechos 8:4—8; 14—17). Inevitablemente, una iglesia Pentecos-
tés de cualquier generación presenciará muchos prodigios y señales.
58 Sed llenos del Espíritu

• Una séptima característica de Pentecostés apreciada en este


pasaje, es la unidad entre los creyentes.
Se puede notar esta unidad
tanto en el versículo 44, como en
el 46 (“perseveraban unánimes”).
Experimentar poderosamente al
Espíritu Santo aleja la atención
del creyente de los rasgos carac-
terísticos existentes en el cuerpo,
que en un momento dado pueden
provocar diferencias, y la redirige
para enfocarla en Cristo. La iglesia primitiva no sólo hablaba de la uni-
dad, la practicaba.
• Una octava demostración de la experiencia Pentecostés es
una completa confianza en la provisión de Dios. (v. 45, “ven-
dían sus propiedades y sus bienes”).
No siempre es fácil separarse de los bienes materiales. Pero aquellos
primeros creyentes pentecostales cedieron a Cristo los derechos de pro-
piedad de sus bienes en ferviente obediencia al Señor resucitado. Esta
actitud debería prevalecer en la iglesia hoy.
• Otra expresión de Pentecostés evidente en este pasaje es
la disposición de estos primeros creyentes a compartir con
otros (v.45).
Los hermanos distribuyeron voluntariamente sus bienes entre aque-
llos que tenían necesidad. Se distinguía su adoración a Dios por una
completa ausencia de egoísmo y de apego a las cosas materiales.
• Nótese también que se congregaban fielmente en el templo
(v. 46).
Todavía ocupaba el templo un lugar muy importante en sus corazo-
nes, lo consideraban como el lugar de la habitación de Dios. Deseaban
estar en este lugar que expresaba simbólicamente la presencia de Dios.
El templo habría de ser destruido en el futuro, pero aun si hubiera per-
manecido en pie los cristianos no habrían sido bien vistos en ese lugar
debido a su insistencia en creer en Cristo. Sin embargo, en la infancia de
la iglesia el templo tuvo un papel muy significativo en su adoración.
Este amor por la casa de Dios aún debería identificar a los creyentes
llenos del Espíritu hoy. No debería haber necesidad de seducir al cre-
yente, o de amonestarlo, o de implorarle que asista a la iglesia. La fiel
asistencia a la iglesia local, una expresión física de la presencia de Dios,
debe ser la práctica común de los creyentes llenos del Espíritu.
Evidencias de Pentecostés 59

• Tomemos nota en seguida de que los primeros creyentes


practicaban su fe consistentemente y no de manera fortuita
o descuidada (v. 46 diariamente).
Su constante búsqueda de Dios revelaba en ellos una sed verdadera
por lo espiritual. Iban cada día al templo porque esto representaba una
oportunidad más de buscar a Dios. Este mismo deseo por tener a diario
un contacto con Dios que da como resultado el crecimiento espiritual,
debería ser hoy una característica de cada creyente.
• Se puede comentar sobre una duodécima consideración con-
tenida en este pasaje, a saber, que se nutrían en la fe mutua-
mente (v. 46).
Los primeros creyentes iban a las casas y partían juntos el pan. Esta
sencilla acción de juntarse en las casas de los hermanos constituía una
gran fuente de fortaleza para ellos, pues se animaban mutuamente y cre-
cían juntos en la fe. A estas ocasiones de compañerismo se les llegó a
llamar “fiestas de amor”, o “ágapes”. El acto de participar de los alimen-
tos era accesorio al propósito verdadero de la reunión, el cual consistía
en adorar juntos al Señor. Lucas declara: “comían juntos con alegría y
sencillez de corazón” (vv. 46,47).
Una parte importante de este proceso de mutua edificación en aque-
llas primeras reuniones, es que al parecer no daban lugar al elitismo
en sus actividades. Los creyentes partían el pan “en las casas” (Hechos
2:46) sin consideraciones de tipo social. Más tarde algunos sacerdotes se
unieron a este compañerismo (Hechos 6:7), y tiempo después, hasta su
principal perseguidor, Saulo de Tarso, se convirtió en uno de ellos. Los
samaritanos y los gentiles también ingresaron al cuerpo de creyentes.
Los prejuicios sociales y raciales no coexistían en el verdadero cris-
tianismo de aquella época, ni deberían ser aceptados en la nuestra. El
verdadero poder Pentecostés se distingue por la facilidad con la que los
creyentes aceptan a otros en sus grupos y están dispuestos a invitarlos a
sus círculos íntimos.
Nótese además esta otra evidencia de Pentecostés entre los primeros
creyentes:
• Era un pueblo que alababa a Dios (v. 47).
La alabanza se manifestaba y se expresaba na-
turalmente cuando los creyentes se reunían. La ben-
dición de Dios sobre ellos había sido tan abundante
que no podían permanecer callados; constantemen-
te expresaban su gratitud a Aquel que tanto había
hecho por ellos. Los verdaderos creyentes pente-
60 Sed llenos del Espíritu

costales están aún impregnados con el deseo de alabar a Dios; quienes


han sido llenos del Espíritu se muestran solícitos en alabar a Dios.
• La decimocuarta característica de los creyentes pentecosta-
les que se encuentra en este pasaje, es que eran gente de
buena reputación, respetada por aquellos que los rodeaban
(v.47).
Esta clase de respeto por parte de los demás no se puede ganar sin
un andar continuo y consecuente con el Señor. Los primeros cristianos
tenían “favor con todo el pueblo” (v.47); no había una inconsecuencia en
su manera de vivir que empañara su testimonio. Los creyentes pentecos-
tales deben exhibir un carácter íntegro, que convenza al mundo, no sólo
de su sinceridad, sino también de su rectitud moral.
• Finalmente, el Pentecostés se evidencia en el crecimiento de
la iglesia.
Lucas escribió: “Y el Señor añadía a la iglesia cada día a los que
habían de ser salvos” (Hechos 2:47). Es encomiable planear estrategias
para obtener el crecimiento de la iglesia, pero es el poderoso movimien-
to del Espíritu de Dios dentro del cuerpo de Cristo el factor más impor-
tante para obtener un crecimiento dinámico.
Capítulo 10

Preguntas frecuentes acerca


del hablar en lenguas
Lenguas angélicas

C onduje un seminario acerca del bautismo en el Espíritu Santo,


en el cual declaré que las Escrituras afirman que aquellos que
hablan lenguas, hablan lenguajes conocidos a los hombres. Algunas de
las traducciones menos recientes de la Biblia insertan la palabra “desco-
nocidas” en seguida de “lenguas”, pero esa palabra, escrita en itálica, no
se encuentra en los textos bíblicos originales. Después del seminario, me
preguntó cierta persona: “¿No hablan algunos en lenguas angélicas?” La
pregunta tenía su base en la afirmación de Pablo en 1Corintios 13:1: “Si
yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser
como metal que resuena, o címbalo que retiñe.” Pero lo que dice Pablo
aquí no equivale a decir que él hablaba lenguas angélicas. Simplemente
quiso decir: “Aun si pudiera hablar lenguas angélicas, si no tengo amor,
nada soy”. Las Escrituras no indican que aquel que habla lenguas efec-
tivamente hable lenguas angélicas.
Hablar en lenguas a petición de otra persona
¿Debe el creyente bautizado en el Espíritu Santo hablar en lenguas
sólo porque otro se lo pide? Algunos pentecostales/carismáticos creen
en la práctica de hablar en len-
guas en el momento en que lo
desean, o cuando alguien les
pide que lo hagan. Aunque para
mí, o para cualquier otra perso-
na, resulta imposible juzgar a
quien comienza a hablar lenguas
inmediatamente cuando alguien
se lo pide, hay razones que me
impiden aprobar esta práctica.
62 Sed llenos del Espíritu

Ciertamente creo que se puede vivir tan cerca de Dios que la pre-
sencia del Espíritu Santo siempre se encuentre cercana. Sin embargo,
también creo que Dios debe ser tenido en profunda reverencia. Yo nunca
hablaría lenguas sólo para satisfacer la curiosidad de alguna persona.
Tampoco lo haría para obedecer la indicación de un director de culto,
aunque buscaría que el Espíritu de Dios se moviera sobre mí; pues no
quisiera ser un estorbo para el movimiento del Espíritu que el director
del culto está tratando de promover.
Es importante mantener una santa reverencia por Dios y el Santo
Espíritu, y no desvirtuar la experiencia de hablar en lenguas al perder de
vista su origen divino y milagroso. Después de todo, la Biblia dice llana-
mente: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. El Espíritu
se mueve sobre nosotros, y es entonces cuando hablamos.

¿Pueden hablar lenguas quienes viven


desordenadamente?
Hay ocasiones en que personas que no viven santamente vienen a la
iglesia y hablan lenguas. Cierta persona que asistió a la iglesia una sola
vez, y nunca regresó, presumía de poder hablar en lenguas a voluntad
¿Cómo es esto posible?
Cuando Dios nos bautiza en el Espíritu Santo, nos da una nueva
lengua. Ese patrón lingüístico queda grabado en nuestra mente igual
que ocurriría con cualquier otra lengua que hubiésemos aprendido en
el pasado. Antes de aparecer en nuestros labios, todo hablar debe pasar
primero a través de la mente (el cerebro). En mi opinión, cuando una
persona no santa habla lenguas, sólo pronuncia palabras que expresó
cuando el Espíritu se movió poderosamente sobre él o ella. El caso es
que aún recuerdan las palabras y pueden recitarlas, pero esto está lejos
de ser el resultado de la dulce presencia del Señor, y de su santa unción.
Es peligroso actuar con tan poca reverencia hacia el Espíritu Santo.
Esta es una razón más de que procure ser cuidadoso en mi vida res-
pecto a este maravilloso don. Lo último que desearía es que se convirtie-
ra en algo mecánico, u originado en mi propia mente o espíritu. Quiero
que se mantenga tan precioso y tan real como lo ha sido toda mi vida.

¿Está usted seguro que hablar lenguas es para todos?


En una de mis clases acerca del Espíritu Santo, alguien dijo conocer
a un buen cristiano al que nadie nunca había oído hablar lenguas. Mi
interlocutor afirmó que esta persona era un cristiano modelo, pero que
Preguntas frecuentes acerca del hablar en lenguas 63

simplemente no podía recibir el bautismo en el Espíritu Santo, y luego


expresó su opinión en el sentido de que quizá no era el deseo de Dios
bautizar a dicha persona.
Tal cuestión ya fue comentada en este libro, pero nos debe hacer
reflexionar sobre un asunto muy importante: nunca debemos permitir
que nuestra experiencia sea la base de nuestra teología. La teología y la
doctrina sólo deben ser determinadas por la Biblia. Cualquier postura
que sea extra bíblica, será errónea.
Continúa animando a los creyentes a ser llenos del Espíritu. Aun
aquellos que lo han buscado por muchos años pueden ser llenos. Dios
no hace acepción de personas.

¿Se puede transferir la unción de una persona a


otra?
En este tiempo en que el Espíritu de Dios se está derramando, debe-
mos ser muy cuidadosos al expresar la verdad bíblica. Algunos sienten
que para poder llegar a ser usados por Dios necesitan acercarse a ciertos
ministerios para recibir oración. Puede que las personas en cuestión ya
hayan sido llenas del Espíritu, pero aun no reciben alguna clase de mi-
nistración especial por parte de alguien a quien el Espíritu está usando.
Es innegable que Dios en su obra usa a ciertas personas de manera
poderosa para obtener poderosos resultados. Ya he mencionado en este
libro la importancia de la imposición de manos. Las Escrituras mandan
que se impongan las manos sobre las personas. Cuando esto se pone por
obra, Dios ha prometido visitar al que recibe nuestra oración. El poder
de Dios puede transformar para siempre esa vida y hacer reposar una
unción mayor sobre la misma. Sin embargo, la manera en que Dios se
manifieste sobre la persona en quien se impusieron las manos es cosa
que sólo le toca a Dios determinar. Por ejemplo, puede que algún her-
mano o hermana que habita en las selvas africanas jamás tenga la opor-
tunidad de asistir a una gran reunión y recibir la ministración de algún
distinguido siervo de Dios. Pero igual puede recibir la gloria de Dios,
con la imposición de manos.
He mencionado ya en esta obra el término “transferencia de poder”.
Creo que el poder de Dios que reposa sobre un individuo en particular
puede tocar la vida de otros. Quizá sería mejor cambiar el término, y
referirnos a una “conexión de poder”. Pero aun así no debemos suponer
que sólo ciertos individuos o ministerios poseen esta conexión divina.
Se dio un tiempo en la historia de la Iglesia en que ciertas personas
empezaron a creer que debía existir una conexión con los apóstoles para
64 Sed llenos del Espíritu

poder ser reconocidos como los depositarios de la unción que les permi-
tiera asumir el liderazgo de su generación. Este es un peligroso error. El
Antiguo Testamento registra casos en los que un líder impone sus manos
sobre quien le sucederá, como en el caso de Moisés y Josué, y más tarde
en el ungimiento de los reyes. Sin embargo, el Nuevo Testamento enseña
el sacerdocio de todos los creyentes (1 Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6). La
conversión hace posible que Dios nos use poderosamente, pero no sobre
la base de lo que somos, sino por el mérito de la obra del Calvario.
Para evitar confusiones, siento que es mejor evitar el uso del término
“transferencia de unción”. No queremos sugerir nada que pueda ser in-
terpretado según los prejuicios de alguna persona en particular. También
entiendo que no siempre podemos evitar el uso de cierta terminología
que puede ser malinterpretada. Pero el lenguaje es importante, y por ello
debemos aclarar lo que intentamos decir en el caso de que utilicemos
términos no muy precisamente definidos en cuanto a su significado.
65

Acerca del autor


Doyle Jones ha servido
como pastor, educador, y
misionero, pero es mejor co-
nocido por su ministerio de
evangelismo, en el ejercicio
del cual ha viajado por casi
toda América Latina y ha
visitado muchas otras áreas
del mundo. Por la influencia
que recibió del misionero y
evangelista Richard Jeffrey,
fallecido, y otros, dedicó
sus esfuerzos misioneros al
establecimiento de iglesias
a través de un ministerio
evangelístico que hacía én-
fasis en los milagros.
El doctor Jones recibió
su licenciatura en Artes en
la Universidad Southwes-
tern de las Asambleas de
Dios, en Waxahachie, Texas. Más tarde obtuvo una maestría en Divi-
nidades en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios, en Sprin-
gfield, Missouri, y completó sus estudios de doctorado en el ministerio
en la Universidad Oral Roberts, en Tulsa, Oklahoma. El doctor Jones
volvió a la Universidad Southwestern en 1991 para asumir la posición
de director de Misiones en su Alma Mater.
Un ferviente creyente en el aspecto práctico del ministerio, Jones
procura incorporar directamente a sus estudiantes en actividades como
evangelismo de calle, establecimiento de iglesias, discipulado, y otras
prácticas que contribuyan a influir permanentemente tanto al portador
como al receptor del mensaje. Cada verano selecciona a un grupo de
estudiantes que posteriormente lo acompañan a algún otro país, con el
propósito de plantar una nueva iglesia.
El doctor Jones está plenamente convencido de la necesidad de ser
lleno del Espíritu Santo, cita mandatos bíblicos y enumera los benefi-
cios espirituales que recibe el creyente lleno del Espíritu para recalcar la
importancia de ser llenos del Espíritu. En sus reuniones ha sido testigo
66 Sed llenos del Espíritu

de cómo centenares de personas experimentan el fenómeno de la gloso-


lalia. Este libro es el resultado directo de sus muchos años de ministerio
evangelístico, en el cual veintenas de personas de diversos trasfondos
denominacionales y teológicos, han recibido la poderosa plenitud del
Espíritu Santo.
Jones está casado con Cherie, hija del reverendo Lonnie Fogger,
quien juntamente con su esposa es pastor jubilado de las Asambleas de
Dios. Los Jones tienen dos hijos, Donovan, y Nathan.
67

Notas
1 Por ejemplo véase: Stanley M. Horton. What The Bible says
about the Holy Spirit. Springfield, MO: Gospel Publishing
House, 1976; Howard M. Earvin. Spirit Baptism. Peabody MA:
Hendrickson Publishers, 1987; B.C. Aker, “Initial Evidence, A
Biblical Perspective”, Dictionary of Pentecostal and Charismatic
Movements, eds. Stanley M. Burgess and Gary B. McGee. Grand
Rapids: Zondervan Publishing House, 1988, pp. 455-459.
2 Véase Levítico 23.15-21; …Éxodo 23.16, y Números 28:26,
en el Antiguo Testamento, época en que este festival es cono-
cido con los siguientes nombres: “La fiesta de las semanas”,
“La fiesta de la cosecha”, y “La fiesta de los primeros frutos”.
Pentecostés significa “cincuenta” en griego y se refiere al festi-
val veterotestamentario que se celebraba cincuenta días, o siete
semanas después de la pascua.
3 Stanley M. Horton, The Book of Acts (Springfield MO: Gospel
Publishing House, 1994), p. 221.
4 Horton, The Book of Acts, p. 106.
5 Horton, What the Bible Says About the Holy Spirit, p. 244.
6 Véanse los Salmos 1, 37, y 38 y especialmente Proverbios 11—
15.
7 Horton, What The Bible Says About The Holy Spirit, p. 224.
8 Véase capítulo cinco.
9 D. A. Reed, “Oneness Pentecostalism”, Dictionary of Pentecos-
tal and Charismatic movements, pp. 650,651.
10 Peter Wagner citado en H. V. Synan, The Spirit Said Grow.
(Monrovia, CA: MARC, 1992) pp. i-ii.
11 David Barret, ed., World Christian Encyclopedia, citado en Sy-
nan, p. 11.
12 Donald Gee, The Fruit of The Spirit, (Springfield MO: Gospel
Publishing House, 1928), p. 15.
13 W. Robert Cook, The Theology of John, (Chicago, Moody Press,
1979), p. 122.
68 Sed llenos del Espíritu

14 H.B. Garlock, Before We Kill and Eat You, (Dallas, TX: Christ
for The Nations, 1974), p. 100.
15 Ibid. p. 101.
16 Véase Ralph W. Harris, Spoken by The Spirit (Springfield, MO:
Gospel Publishing House; 1928) pp. 1-128; véase también, John
Sherril, They Speak With Other Tongues (Grand Rapids: Baker
Book House, 1964), pp. 85—115.
17 Harris, pp. 80—82.
18 Dennis C. Duling y Norman Perrin, The New Testament Procla-
mation y Parenesis, Myth and History, 3a edición, (Forth Worth,
TX: Harcourt Brace College publishers, 1994), p. 146.
19 Paul Chapell, “Great Things He Hath Done: Origins of the Divi-
ne Healing Movement in America” (Ph.D. diss.) p. 221.

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