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INSTITUTO NACIONAL

DE ADMINISTRACIÓN
PUBLICA
MINISTERIO
DE ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS

Bloque I. Derecho Administrativo General

2. El procedimiento administrativo como garantía formal. La


Ley de régimen jurídico de las Administraciones Públicas y
del procedimiento administrativo común: contenido y ámbito
de aplicación. La iniciación, ordenación, instrucción y
terminación del procedimiento administrativo.

Madrid, Marzo 2006

Este material es propiedad del Instituto Nacional de Administración Pública estando disponible en la página web
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expresa referencia al Instituto.

Estos temas han sido elaborados por distintos expertos, coordinados por la Escuela de Selección y Formación,
con el objeto de proporcionar una ayuda a los candidatos en la preparación de las pruebas selectivas de acceso
por promoción interna al Cuerpo General Administrativo de la Administración del Estado.

Se advierte que constituyen un material de apoyo de carácter orientativo, que en modo alguno agota la materia de
la que trata, ni ha de entenderse como garantía de superación de las pruebas. El contenido de los temas no
compromete al órgano de selección, que está sometido unicamente a las reglas, baremos o valoraciones de
aplicación al proceso selectivo.
BLOQUE I DERECHO ADMINISTRATIVO GENERAL

2. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO COMO GARANTÍA FORMAL. LA


LEY DE RÉGIMEN JURÍDICO DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS Y DEL
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO COMÚN: CONTENIDO Y ÁMBITO DE
APLICACIÓN. LA INICIACIÓN, ORDENACIÓN, INSTRUCCIÓN Y
TERMINACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.

1. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO COMO GARANTÍA FORMAL

1.1. Introducción

En el Estado de Derecho, la posición jurídica del ciudadano ante la actuación de la


administración se garantiza mediante una serie de técnicas o “círculos de garantías”, como
los denomina García de Enterría, a quien se va a seguir en este primer epígrafe. Entre ellas
destacan, por una parte y con carácter reactivo, el sistema de recursos administrativos y,
sobre todo, el control por los jueces y tribunales. Y por otra, con carácter previo o preventivo,
el procedimiento administrativo.

El procedimiento administrativo es, en efecto, una garantía para el ciudadano en cuanto


supone que la actividad de la Administración tiene que canalizarse obligadamente a través de
unos cauces determinados como requisito mínimo para que pueda calificarse de actividad
legítima.

1. 2. Concepto y naturaleza del procedimiento administrativo

Frente a la consideración tradicional de lo procedimental como una cuestión exclusivamente


judicial, desde Merkl existe un concepto de procedimiento como categoría propia de la teoría
general del derecho, de la que el judicial, el legislativo y el administrativo serían simples
concreciones. Este último sería el modo de producción de los actos administrativos.

Entre el proceso judicial y el procedimiento administrativo existen semejanzas indudables


pero también diferencias, atendiendo a sus fines y a la posición de los órganos que
intervienen y el carácter con que lo hacen en cada caso.

Así, el proceso judicial tiene como fin esencial la averiguación de la verdad y la satisfacción
de las pretensiones ejercitadas por las partes, mediante la decisión de una instancia neutral e
independiente de aquellas: el juez o tribunal.

El procedimiento administrativo, en cambio, constituye una garantía de los derechos de los


administrados, pero no agota en ello su función, que es también, y de manera muy
importante, la rápida y eficaz satisfacción del interés general, mediante la adopción de las
medidas y decisiones necesarias por los órganos de la Administración, que son intérpretes de
ese interés y, al mismo tiempo, parte del procedimiento y árbitro del mismo.

Esta doble finalidad del procedimiento se expresaba ya con toda claridad en la Exposición de
Motivos de la Ley del Procedimiento Administrativo de 1958, que aportaba la siguiente
definición: “cauce formal de la serie de actos en que se concreta la actuación administrativa
para la realización de un fin”. Y subrayaba que la necesaria presencia del Estado en todas las

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esfera de la vida social exige un procedimiento rápido, ágil y flexible, que permita dar
satisfacción a las necesidades públicas sin olvidar las garantías debidas al administrado.

Hay que tener en cuenta, además, que el procedimiento ha contribuido a completar la


garantía judicial de los derechos individuales. En varios sentidos:

• Hasta la promulgación de la Constitución de 1978, en cuantas ciertas decisiones


administrativas estaban exentas de control judicial, pero no del sometimiento a un
procedimiento.

• La garantía procedimental actúa antes de la adopción de la decisión, mientras que


la judicial entra en juego a posteriori, revisando conductas ya cumplidas.

• Opera incluso en el ámbito de la simple oportunidad (a través de la exigencia de


determinados informes, por ejemplo), aspecto que escapa al control judicial.

La función de garantía del procedimiento administrativo supone que el mismo sea un


requisito esencial en la producción de los actos administrativos, como señala el artículo 53.1
de la LRJPAC, cuyo incumplimiento puede dar lugar incluso a la nulidad absoluta de éstos
(art 62.1.e).

Finalmente, de forma más reciente, el procedimiento presenta un tercer aspecto, en cuanto es


uno de los cauces posibles para hacer efectiva la democratización de los cauces de decisión,
es decir, la participación de los ciudadanos en las decisiones administrativas. La Constitución
apunta en esta dirección: por un lado, el artículo 105 1(ver) garantiza específicamente la
audiencia de los ciudadanos en el procedimiento administrativo, incluyendo el de elaboración
de las disposiciones generales. Pero además, reconoce el derecho a participar en los asuntos
públicos, no solo a través de los representantes libremente elegidos, sino también
“directamente” (art. 23.1), lo que alude necesariamente, entre otros aspectos, al
procedimiento por el que se gestionan dichos asuntos.

En definitiva, puede concluirse que el procedimiento administrativo presenta una triple


finalidad, cada una de las cuales tiene su propio reflejo constitucional: garantía de los
derechos de los ciudadanos; cauce de actuación para asegurar la eficacia de la actuación
administrativa; y mecanismo de participación en las decisiones públicas.

1.3. Principios generales del procedimiento administrativo

1.3.1. Carácter contradictorio: las partes en el procedimiento

La Administración no puede tomar decisiones que afecten a los ciudadanos sin la


participación de estos. El carácter contradictorio del procedimiento implica la posibilidad de
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“La Ley regulará:
a) La audiencia de los ciudadanos, directamente o a través de las organizaciones y asociaciones
reconocidas por la Ley, en el procedimiento de elaboración de las disposiciones administrativas que
les afecten.
b) El acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecte a la
seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas.
c) El procedimiento a través del cual deben producirse los actos administrativos, garantizando, cuando
proceda, la audiencia del interesado”.

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que toda persona interesada pueda defender sus intereses, aportando las pruebas que estime
pertinentes y alegando lo que crea conveniente.

El concepto de Administración Pública en la Ley 30/1992 se expone al tratar el ámbito de la


Ley.

Por lo que se refiere al concepto de interesado, fue ampliado por la LRJPAC. Así, el art. 31
considera interesados en el procedimiento a:
a) Quienes lo promuevan como titulares de derechos o intereses legítimos
individuales o colectivos.
b) Los que, sin haber iniciado el procedimiento, tengan derechos que puedan resultar
afectados por la decisión que en el mismo se adopte.
c) Aquellos cuyos intereses legítimos, individuales o colectivos, puedan resultar
afectados por la resolución y se personen en el procedimiento en tanto no haya
recaído resolución definitiva.

El mismo artículo reconoce, además, la legitimación de las asociaciones y organizaciones


representativas de intereses económicos y sociales

Por su parte, el art. 34 garantiza que, a los que sean identificados como titulares de derechos
o intereses legítimos y directos, y que puedan resultar afectados por la resolución, les será
comunicada la existencia del procedimiento para que, si lo desean, puedan incorporarse al
mismo.

1.3.2. Transparencia

Está expresado en la propia Constitución, cuyo artículo 105 b) garantiza el acceso de los
ciudadanos a los archivos y registros administrativos, derecho que se desarrolla en el artículo
37 de la LRJPAC.

Pero además, el artículo 35 contiene un catálogo de derechos de los ciudadanos en sus


relaciones con la Administración, mucho de los cuales son expresión de esos principio de
transparencia: el derecho a conocer el estado de tramitación de los procedimientos en que
sean interesados y obtener copias de documentos contenidos en ellos, a identificar a las
autoridades y al personal bajo cuya responsabilidad se tramiten aquellos, a obtener
información y orientación acerca de los requisitos jurídicos o técnicos de las actuaciones que
se propongan realizar, etc.

1.3.3. Oficialidad

La LRJPAC establece en su artículo 74.1 que el procedimiento se impulsará de oficio en


todos sus trámites.

La Administración está pues obligada a desarrollar la actividad necesaria para llegar a la


decisión final sin necesidad de que los particulares lo tengan que solicitar en cada fase.

En este sentido, el artículo 41 de la LRJPAC establece la responsabilidad directa de los


titulares de las unidades administrativas y del personal al servicio de las Administraciones
Públicas que tengan a su cargo la resolución de asuntos, o la tramitación de los mismos, y
señala la obligación de dicho personal de adoptar las medidas oportunas para remover los

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obstáculos que impidan dificultan o retrasen el pleno ejercicio de los derechos de los
interesados o el respeto a sus intereses legítimos, disponiendo lo necesario para evitar y
eliminar toda anormalidad en la tramitación de procedimientos. Además faculta a los
interesados para solicitar la exigencia de esa responsabilidad.

En el mismo sentido, el artículo 42 impone a la Administración la obligación de resolver


expresamente en el plazo máximo señalado en la norma y en su defecto en el de tres meses.
Siendo responsables directos de esta obligación los titulares de los órganos administrativos
que tengan la competencia para resolver los procedimientos. El incumplimiento de esta
obligación puede dar lugar a la exigencia de responsabilidad disciplinaria y es causa de
remoción del puesto de trabajo.

1.3.4. Imparcialidad

En el servicio de los intereses públicos, la Administración debe obrar con plena objetividad,
que implica en primer lugar un refuerzo del principio de subordinación de las
Administraciones Públicas dependientes de los Poderes Ejecutivos que las dirigen. La
objetividad en este plano se traduce en la neutralidad ideológica respecto de lo establecido en
las normas o en las órdenes que debe cumplir. En otro plano la objetividad implica el deber
de imparcialidad en la acción administrativa, que es una consecuencia del principio de
igualdad ante la ley en el procedimiento.

La LRJ-PAC garantiza un mínimo de imparcialidad exigible, en todo caso, a los agentes que
actúan en nombre de la Administración, a través de las técnicas de abstención y recusación.

Así en el artículo 28 señala los motivos de abstención de las autoridades y el personal al


servicio de las Administraciones, entre los que se encuentran el tener interés personal en el
asunto, tener parentesco con cualquiera de los interesados, o amistad íntima o enemistad
manifiesta, o relación de servicio o cuestión litigiosa pendiente con algún interesado o haber
intervenido como perito o testigo en el procedimiento de que se trate.

Por su parte, el artículo 29 prevé que podrá promoverse recusación, por los interesados,
frente a las personas incursas en alguna de las circunstancias señaladas en el artículo anterior.

1.3.5. Economía procesal

El principio de eficacia, que la Constitución consagra en su artículo 103, se refleja además


entre otros preceptos de la LRJPAC, en los siguientes:

- el artículo 73, que admite la acumulación de expedientes que guarden identidad


sustancial o íntima conexión;

- el artículo 74, que establece el principio de celeridad;

- el art. 75 que obliga a acordar en un solo acto todos los trámites que por su naturaleza
admitan una impulsión simultanea;

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1.3.6. In dubio pro actione

Este principio postula en favor de la mayor garantía y de la interpretación más favorable al


ejercicio del derecho de acción, es decir en el sentido de asegurar, más allá de las dificultades
de índole formal, una decisión sobre el fondo de la cuestión objeto del procedimiento.

Por ello, en caso de duda ésta debe resolverse en el sentido más favorable a la continuación
del procedimiento hasta su total conclusión. Algunos ejemplos en la LRJPAC son:

- 110.2, según el cual el error en la calificación del recurso no obsta a su tramitación;

- 92.1 que establece que la Administración advertirá al interesado que transcurridos tres
meses se producirá la caducidad del procedimiento iniciado a su solicitud y paralizado
por causa a él imputable;

- los artículos 71 y 76 que establece que el órgano administrativo debe requerir al


interesado para que en el plazo de diez días subsane la falta cometida o acompañe los
documentos preceptivos.

2. LA LEY DE RÉGIMEN JURÍDICO DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS Y


DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO COMÚN

2.1 Planteamiento general

La Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas


y del Procedimiento Administrativo Común (LRJPAC) constituye una de las normas más
importantes de cuantas integran el ordenamiento jurídico administrativo español. Es la norma
que, con rango de ley, regula, entre otros aspectos, el funcionamiento de la Administración,
es decir, el modo en que se relaciona con los ciudadanos y la forma en que realiza sus
actuaciones.

La LRJPAC vino a sustituir a las Leyes de Régimen Jurídico de la Administración del Estado
y de Procedimiento Administrativo de 1957 y 1958, respectivamente, adaptando su
regulación, entre otras cosas, a la nueva concepción de la Administración derivada de la
Constitución de 1978 y al Estado Autonómico. Sobre el primer aspecto ya se ha tratado en el
anterior epígrafe, en especial al identificar la triple finalidad del procedimiento y su reflejo
constitucional. Aun se podrían añadir otros aspectos, como las previsiones constitucionales
sobre la responsabilidad patrimonial de la Administración (106.2) o la potestad sancionadora,
cuestiones también desarrolladas en la LRJPAC.

Conviene ahora detenerse en las repercusiones que en la Administración Pública ha tenido el


diseño constitucional del Estado Autonómico y su reflejo en la nueva regulación operada por
la Ley 30/1992 o LRJPAC. La Constitución consagra, en efecto, la autonomía de
Comunidades Autónomas y Entidades Locales (art. 137 CE, entre otros). La autonomía de las
primeras es de carácter político, lo que se traduce, por ejemplo, en la atribución de potestad
legislativa en pie de igualdad con la que corresponde al Estado. A las Entidades Locales
(Municipios y Provincias) se reconoce una autonomía administrativa, lo que comporta la
atribución de diversas potestades (reglamentaria, sancionadora, expropiatoria...) a los tres
niveles territoriales de administración.

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Esta coexistencia de diferentes administraciones todas ellas dotadas de autonomía tiene su
reflejo en la distribución territorial de competencias: así, el artículo 149.1.18ª atribuye al
Estado la competencia exclusiva sobre una serie materias relativas al Derecho
Administrativo, entre ellas:

- Las bases del régimen jurídico de las Administraciones públicas (...) que, en todo caso,
garantizarán a los administrados un tratamiento común ante ellas.
- El procedimiento administrativo común, sin perjuicio de las especialidades derivadas de
la organización propia de las Comunidades Autónomas.
- El sistema de responsabilidad de todas las Administraciones públicas.

Se trata de cuestiones nucleares en el régimen jurídico de la Administración, todas ellas


desarrolladas por la LRJPAC.

No obstante, hay que tener en cuenta que el reparto de competencias entre el Estado y las
Comunidades Autónomas no es el mismo en cada caso: así, respecto del régimen jurídico de
las Administraciones públicas, se atribuye al Estado la legislación básica, lo que significa que
las Comunidades Autónomas tiene competencia para dictar el desarrollo normativo, a través
de sus propias leyes de régimen de la Administración, siempre que respeten las bases
establecidas por el Estado en la LRJPAC, bases que tienen como finalidad “garantizar a los
administrados un tratamiento común ante ellas”.

En el caso del procedimiento administrativo y el sistema de responsabilidad no hay tal


reparto, sino que la competencia de legislación corresponde plena o íntegramente al Estado,
aunque ello “sin perjuicio de las especialidades derivadas de la organización propia de las
Comunidades Autónomas”. Además, las Comunidades Autónomas tienen competencia para
regular los procedimientos especiales (por razón de la materia), en aquellos ámbitos de
actividad en que dispongan de la competencia sustantiva.

En cualquier caso, y dicho lo anterior, téngase en cuenta que la LRJPAC se refiere a los tres
aspectos con vocación de aplicación generalizada, sin que ello impida el desarrollo
autonómico o la regulación de las especialidades procedimentales que correspondan.

En este sentido, todas las Comunidades Autónomas han aprobado sus propias leyes de
Gobierno y Administración, de la misma forma que lo ha hecho el Estado, mediante las Ley
50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno y la Ley 6/1997, de 14 de abril, de Organización
y Funcionamiento de la Administración General del Estado (LOFAGE). Esta última contiene
precisiones que concretan para el ámbito de la Administración del Estado lo dispuesto en la
LRJPAC.

Conviene señalar, por otra parte, que desde su aprobación la LRJPAC ha experimentado
diversas modificaciones, muy especialmente a través de la Ley 4/1999, de 13 de enero, que
afectó, entre otras materias, a la regulación del silencio administrativo, la revisión de actos y
suspensión de su eficacia, los recursos administrativos o el sistema de responsabilidad.

También hay que tener presente la STC 50/1999, de 6 de abril, que declaró que un inciso del
artículo 17.1, los artículos 23 y 24, y el artículo 27.2, 3 y 5 (todos ellos relativos a los
órganos de las Administraciones Públicas, sobre todo los colegiados, en los que el estado se

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extralimitó al establecer la normativa básica) no tienen carácter básico, por lo que son
contarios al orden constitucional de competencias.

2.2. Contenido y ámbito de aplicación

El objeto de la LRJPAC es, por tanto, “establecer y regular las bases del régimen jurídico, el
procedimiento administrativo común y el sistema de responsabilidad de las Administraciones
Públicas, siendo aplicable a todas ellas” (art. 1).

A continuación, en el artículo 2 (“Ámbito de aplicación”), concreta qué se entiende por


Administraciones Públicas:

a) La Administración General del Estado.


b) Las Administraciones de las Comunidades Autónomas.
c) Las Entidades que integran la Administración Local.

Asimismo, de acuerdo con el apartado 2 de este artículo, tendrán la consideración de


Administración Pública, “las Entidades de Derecho Público con personalidad jurídica
propia vinculadas o dependientes de cualquiera de las Administraciones Públicas. Estas
Entidades deberán sujetar su actividad a lo dispuesto en esta Ley cuando ejerzan potestades
administrativas, sometiéndose en el resto de su actividad a lo que dispongan sus normas de
actuación”.

Debe precisarse que la Ley no se aplica a los órganos de Gobierno de la Nación ni de las
Comunidades Autónomas o Entes Locales, en cuanto que órganos colegiados.

El contenido de la Ley puede sintetizarse atendiendo a su propia estructura en Títulos:

Título Preliminar: junto al objeto y ámbito de aplicación que acaban de exponerse, se regulan
los “principios generales” aplicables a todas las Administraciones Públicas: se reproduce
el artículo 103 CE, que se concreta en otros aplicables a las relaciones entre
administraciones y con los ciudadanos. Se establece la personalidad jurídica única de
cada Administración en el cumplimiento de sus fines y la dirección por el Gobierno
respectivo como institución política diferenciada.

I. Se dedica a las relaciones entre las diferentes Administraciones, sobre todo entre la
estatal y la autonómica, dado que el régimen jurídico de las Entidades Locales cuenta con
su propia regulación en la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del
Régimen Local, teniendo la LRJPAC carácter supletorio a estos efectos. Se establecen,
así, los principios que deben presidir esas relaciones y los principales instrumentos:
conferencias sectoriales, convenios de colaboración , plane sy programas conjuntos,
consorcios, etc).

II. Regula los órganos de las Administraciones Públicas, y determina los principios
generales de organización y competencia (competencia, delegación, avocación,
comunicaciones, órganos colegiados y su régimen etc).

III. Regula la figura del interesado en el procedimiento administrativo, estableciendo un


concepto amplio, acorde con la nueva posición de los ciudadanos ante la Administración,
en cuanto se considera suficiente ser titular de derechos e intereses, no solo directos sino

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“legítimos” (artículo 31). Se regula la capacidad de obrar, la representación,
identificación y la existencia de una pluralidad de interesados.

IV. Bajo la rúbrica “De la actividad de las Administraciones Públicas” se regulan, por una
parte, los derechos de los ciudadanos en sus relaciones con las Administraciones,
prestando especial atención a la lengua del procedimiento o al acceso a los archivos y
registros administrativos, en desarrollo del artículo 105 b) de la CE. Se incluye el
régimen general de los registros administrativos: lugares de presentación, registros
telemáticos... (art. 38) y se aborda la obligación de la Administración de resolver el
procedimiento y el régimen del silencio administrativo (arts. 42 y ss). Finalmente, se
regulan los plazos del procedimiento y su cómputo.

V. Establece los principios y régimen sustantivo “de las disposiciones y los actos
administrativos”: jerarquía, competencia, requisitos y motivación, validez y eficacia,
nulidad y anulabilidad, etc.

VI. Se dedica específicamente, en primer lugar, a la forma de los actos administrativos, es


decir, al procedimiento, al que está dedicado el presente tema. Se contienen, asimismo,
normas reguladoras de la llamada potestad de autotutela de la Administración: las
relativas a la ejecutividad y ejecución forzosa de los actos administrativos.

VII. Regula la revisión de los actos en vía administrativa, tanto de oficio como a través de
los recursos administrativos, materia que es objeto de otros temas del programa a los que
nos remitimos.

VIII. Contiene el régimen de las reclamaciones ante la Administración como requisito previo
al ejercicio de las acciones civiles y laborales ante los tribunales.

IX. Regula la potestad sancionadora. Contiene los principios aplicables, inspirados en buena
medida por el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva consagrado en el artículo
24 de la CE, que el tribunal Constitucional ha declarado extensible al derecho
Administrativo sancionador. La LRJPAC regula los principios de legalidad,
irretroactividad tipicidad, proporcionalidad, responsabilidad, prescripción y non bis in
idem. Se regula asimismo el procedimiento sancionador o, más bien, los principios del
mismo, a falta de su concreción para cada Administración y materia.

X. Regula la responsabilidad de las Administraciones Públicas y de sus autoridades y demás


personal a su servicio. De acuerdo con la Constitución (art. 106.2) configura un sistema
de responsabilidad objetiva (exenta de la idea de culpa), pues para que surja el derecho de
los particulares a ser indemnizados basta que la lesión sea “consecuencia del
funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos”(art. 139), excepto en caso de
fuerza mayor. Es indemnizable el daño que el particular “no tenga el deber jurídico de
soportar” (art. 141) y que sea “efectivo, evaluable económicamente e individualizado con
relación a una persona o grupo de personas” (139.2).

La responsabilidad es, además, directa, en cuanto “los particulares exigirán directamente


a la Administración pública correspondiente las indemnizaciones por los daños y
perjuicios causados por las autoridades y personal a su servicio” y ésta “cuando hubiere
indemnizado a los lesionados, exigirá de oficio de sus autoridades y demás personal a su

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servicio la responsabilidad en que hubieran incurrido por dolo, o culpa o negligencia
graves” (145.1 y 2 LRJPAC).

3. LA INICIACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

La LRJPAC indica que los procedimientos podrán iniciarse de oficio o a solicitud de persona
interesada.

La iniciación de oficio se acuerda “por el órgano competente, bien por propia iniciativa o
como consecuencia de orden superior, a petición razonada de otros órganos o por denuncia”
(69.1).

Antes el órgano competente puede “abrir un período de información previa con el fin de
conocer las circunstancias del caso concreto y la conveniencia o no de iniciar el
procedimiento” (69.2).

La iniciación a instancia de persona interesada se hará en los impresos o modelos oficiales


cuando estén establecidos, o en su defecto en un escrito en que deberán constar, como
mínimo (art.70.1):

a) Nombre y apellidos del interesado y, en su caso, de la persona que lo represente, así


como la identificación del medio preferente o del lugar que se señale a efectos de
notificaciones.
b) Hechos, razones y petición en que se concrete, con toda claridad, la solicitud.
c) Lugar y fecha.
d) Firma del solicitante o acreditación de la autenticidad de su voluntad expresada por
cualquier medio.
e) Órgano, centro o unidad administrativa a la que se dirige.

“Cuando las pretensiones correspondientes a una pluralidad de personas tengan un contenido


y fundamento idéntico o sustancialmente similar, podrán ser formuladas en una única
solicitud, salvo que las normas reguladoras de los procedimientos específicos dispongan otra
cosa.

De las solicitudes, comunicaciones y escritos que presenten los interesados en las oficinas de
la Administración, podrán éstos exigir el correspondiente recibo que acredite la fecha de
presentación, admitiéndose como tal una copia en la que figure la fecha de presentación
anotada por la oficina.

Las Administraciones Públicas deberán establecer modelos y sistemas normalizados de


solicitudes cuando se trate de procedimientos que impliquen la resolución numerosa de una
serie de procedimientos. Los modelos mencionados estarán a disposición de los ciudadanos
en las dependencias administrativas.

Los solicitantes podrán acompañar los elementos que estimen convenientes para precisar o
completar los datos del modelo, los cuales deberán ser admitidos y tenidos en cuenta por el
órgano al que se dirijan”.

Conviene recordar en este punto, los registros o lugares de presentación admitidos por el
artículo 38.4 para las solicitudes, escritos y comunicaciones que los ciudadanos dirijan a los

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órganos de las Administraciones Públicas, y que se desarrolla en el RD 772/1999, de 7 de
mayo:

a) En los registros de los órganos administrativos a que se dirijan.


b) En los registros de cualquier órgano administrativo, que pertenezca a la
Administración General del Estado, a la de cualquier Administración de las
Comunidades Autónomas, o a la de alguna de las entidades que integran la
Administración Local si, en este último caso, se hubiese suscrito el oportuno
convenio.
c) En las oficinas de Correos, en la forma que reglamentariamente se establezca.
d) En las representaciones diplomáticas u oficinas consulares de España en el extranjero.
e) En cualquier otro que establezcan las disposiciones vigentes.

El art. 38.9 prevé asimismo los recursos telemáticos, que deben cumplir los requisitos del
resto de recursos y “permitirán la presentación de solicitudes, escritos y comunicaciones
todos los días del año durante las veinticuatro horas. A efectos de cómputo de plazos, la
recepción en un día inhábil para el órgano o entidad se entenderá efectuada en el primer día
hábil siguiente”.

Por otra parte, a efectos del cumplimiento del deber de resolver en plazo de la
Administración, el día de inicio de cómputo de ese plazo es el de la fecha de entrada en el
registro del órgano competente para su tramitación.

La presentación de la instancia obliga a la Administración a iniciar el procedimiento


administrativo en todo caso, sin perjuicio de que pueda requerirse al interesado para las
subsanaciones que aprecie en su instancia (STS de 19 de septiembre de 1984).

El artículo 71 regula la subsanación y mejora de solicitud, y constituye uno de los


exponentes más claros del principio antiformalista o pro actione: Si la solicitud de iniciación
no reúne los requisitos del artículo 70, arriba transcrito, y los establecidos por la legislación
específica que pueda ser aplicable en cada caso, se requerirá al interesado para que, en un
plazo de diez días, subsane la falta o acompañe los documentos preceptivos, con indicación
de que, si así no lo hiciera, se le tendrá por desistido de su petición, previa la correspondiente
resolución.

Cuando no se trate de procedimientos selectivos o de concurrencia competitiva y la


aportación de los documentos requeridos presente dificultades especiales, este plazo podrá se
puede ampliar “prudencialmente”, hasta cinco días, a petición del interesado o iniciativa del
órgano (71.2).

En los procedimientos iniciados a solicitud de los interesados, el órgano competente podrá


recabar del solicitante la modificación o mejora voluntarias de los términos de aquélla (71.3).

Por lo que se refiere a las medidas cautelares, el art. 72 establece que “iniciado el
procedimiento, el órgano administrativo competente para resolverlo, podrá adoptar, de oficio
o a instancia de parte, las medidas provisionales que estime oportunas para asegurar la
eficacia de la resolución que pudiera recaer, si existiesen elementos de juicio suficiente para
ello”.

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En esta materia, la Ley 4/1999 introdujo importantes novedades. Así, el art. 72.2 señala que
“antes de la iniciación del procedimiento administrativo, el órgano competente, de oficio o a
instancia de parte, en los casos de urgencia y para la protección provisional de los intereses
implicados, podrá adoptar las medidas correspondientes en los supuestos previstos
expresamente por una norma de rango de Ley. Las medidas provisionales deberán ser
confirmadas, modificadas o levantadas en el acuerdo de iniciación del procedimiento, que
deberá efectuarse dentro de los quince días siguientes a su adopción, el cual podrá ser objeto
del recurso que proceda”.

En todo caso, dichas medidas quedarán sin efecto si no se inicia el procedimiento en dicho
plazo o cuando el acuerdo de iniciación no contenga un pronunciamiento expreso acerca de
las mismas.”

La Ley establecen límites a las medidas provisionales: no pueden adoptarse las que “puedan
causar perjuicio de difícil o imposible reparación a los interesados o que impliquen violación
de derechos amparados por las leyes” (72.3).

Asimismo, atendiendo de circunstancias sobrevenidas o que no pudieron ser tenidas en


cuenta en el momento de su adopción las medidas provisionales podrán ser alzadas o
modificadas durante la tramitación del procedimiento, de oficio o a instancia de parte. En
todo caso, las medidas provisionales adoptadas deberán ser confirmadas dentro de los quince
días siguientes a su adopción y podrán ser alzadas durante la tramitación del procedimiento
(72.4).

Por último, “el órgano administrativo que inicie o tramite un procedimiento, podrá disponer
su acumulación a otros con los que guarde identidad sustancial o íntima conexión”. No cabe
recurso alguno contra el acuerdo de acumulación.

4. LA ORDENACIÓN DEL PROCEDIMIENTO

La ordenación no alude a una fase del procedimiento, que siga en el tiempo a la iniciación y
preceda a la instrucción, sino a unos criterios de tramitación e impulso aplicables al
procedimiento en su conjunto, tendentes a lograr el buen fin del mismo.

El artículo 74 dispone que el procedimiento, sometido al criterio de celeridad, se impulsará


de oficio en todos sus trámites. Impulsar el procedimiento no es más que la acción dirigida a
que éste avance hasta su conclusión.

En el despacho de los expedientes se guardará el orden riguroso de incoación en asuntos de


homogénea naturaleza, salvo que por el titular de la unidad administrativa se dé orden
motivada en contrario, de la que quede constancia. El incumplimiento de lo anterior dará
lugar a responsabilidad disciplinaria del infractor o, en su caso, será causa de remoción del
puesto de trabajo.

En la misma línea, el artículo 75 señala que deben acordarse “en un solo acto todos los
trámites que, por su naturaleza, admitan una impulsión simultánea y no sea obligado su
cumplimiento sucesivo” y que la solicitud de trámites que deban cumplir otros órganos debe
realizarse indicándoles el plazo legal establecido al efecto.

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En relación con el cumplimiento de trámites, dispone el artículo 76 que los que deban ser
cumplimentados por los interesados deberán realizarse en el plazo de diez días a partir de la
notificación del correspondiente acto, salvo en el caso de que en la norma correspondiente se
fije plazo distinto.

En cualquier momento que se considere que “los actos de los interesados no reúne los
requisitos necesarios, la Administración lo pondrá en conocimiento de su autor,
concediéndole un plazo de diez días para cumplimentarlo”.

“A los interesados que no cumplan lo dispuesto en los apartados anteriores, se les podrá
declarar decaídos en su derecho al trámite correspondiente; sin embargo, se admitirá la
actuación del interesado y producirá sus efectos legales, si se produjera antes o dentro del día
que se notifique la resolución en la que se tenga por transcurrido el plazo”.

“Las cuestiones incidentales que se susciten en el procedimiento, incluso las que se refieran
a la nulidad de actuaciones, no suspenderán la tramitación del mismo, salvo la recusación”
(77).

Deben tenerse en cuenta las normas sobre plazos y su cómputo, esenciales en el


procedimiento, que se contienen en el artículo 48.

“1. Siempre que por Ley o normativa comunitaria europea no se exprese otra cosa,
cuando los plazos se señalen por días, se entiende que éstos son hábiles, excluyéndose del
cómputo los domingos y los declarados festivos.
Cuando los plazos se señalen por días naturales, se hará constar esta circunstancia en las
correspondientes notificaciones.
2. Si el plazo se fija en meses o años, éstos se computarán a partir del día siguiente a
aquel en que tenga lugar la notificación o publicación del acto de que se trate, o desde el
siguiente a aquel en que se produzca la estimación o desestimación por silencio
administrativo. Si en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente a aquel en que
comienza el cómputo, se entenderá que el plazo expira el último día del mes.
3. Cuando el último día del plazo sea inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil
siguiente.
4. Los plazos expresados en días se contarán a partir del día siguiente a aquel en que
tenga lugar la notificación o publicación del acto de que se trate, o desde el siguiente a
aquel en que se produzca la estimación o la desestimación por silencio administrativo.
5. Cuando un día fuese hábil en el municipio o Comunidad Autónoma en que residiese el
interesado, e inhábil en la sede del órgano administrativo, o a la inversa, se considerará
inhábil en todo caso.
6. La declaración de un día como hábil o inhábil a efectos de cómputo de plazos no
determina por sí sola el funcionamiento de los centros de trabajo de las Administraciones
públicas, la organización del tiempo de trabajo ni el acceso de los ciudadanos a los
registros.
7. La Administración General del Estado y las Administraciones de las Comunidades
Autónomas, con sujeción al calendario laboral oficial, fijarán, en su respectivo ámbito, el
calendario de días inhábiles a efectos de cómputos de plazos. El calendario aprobado por
las Comunidades Autónomas comprenderá los días inhábiles de las Entidades que
integran la Administración Local correspondiente a su ámbito territorial, a las que será de
aplicación.

12
Dicho calendario deberá publicarse antes del comienzo de cada año en el diario oficial
que corresponda y en otros medios de difusión que garanticen su conocimiento por los
ciudadanos.”

El artículo 49 prevé la ampliación de los plazos, que no puede exceder de la mitad de los
mismos, si las circunstancias lo aconsejan y con ello no se perjudican derechos de tercero.

Se aplicará en todo caso, por el tiempo máximo, a los procedimientos tramitados por las
misiones diplomáticas y oficinas consulares, así como a aquellos que, tramitándose en el
interior, exijan cumplimentar algún trámite en el extranjero o en los que intervengan
interesados residentes fuera de España.

Se prohíbe, en todo caso, la ampliación de un plazo ya vencido. y a no es susceptible de


recurso.

Finalmente, el artículo 50 regula la tramitación de urgencia, por la que, cuando razones de


interés público lo aconsejen, se reducen los plazos del procedimiento ordinario a la mitad,
salvo los relativos a la presentación de solicitudes y recursos.

No cabe recurso alguno contra el acuerdo que declare la aplicación de la tramitación de


urgencia al procedimiento ni contra la decisión de conceder o denegar la ampliación.

5. LA INSTRUCCIÓN DEL PROCEDIMIENTO

5.1. Concepto

Comprende los actos “necesarios para la determinación, conocimiento y comprobación de los


datos en virtud de los cuales deba pronunciarse la resolución”. Se realizarán de oficio por el
órgano que tramite el procedimiento, sin perjuicio del derecho de los interesados a proponer
aquellas actuaciones que requieran su intervención o constituyan trámites legal o
reglamentariamente establecidos (art. 78).

5.2. Alegaciones

Se configura como una derecho de los interesados, que pueden, en cualquier momento del
procedimiento anterior al trámite de audiencia, aducir alegaciones y aportar documentos u
otros elementos de juicio. Unos y otros serán tenidos en cuenta por el órgano competente al
redactar la correspondiente propuesta de resolución.

Asimismo, los interesados pueden en todo momento alegar los defectos de tramitación y, en
especial, los que supongan paralización, infracción de los plazos preceptivamente señalados
o la omisión de trámites que pueden ser subsanados antes de la resolución definitiva del
asunto, pudiendo dar lugar a la exigencia de la correspondiente responsabilidad disciplinaria
(79).

5.3. Prueba

Se acordara su realización por el instructor, cuando no se tengan por ciertos los hechos
alegados por los interesados o la naturaleza del procedimiento lo exija. El plazo será de entre
diez y treinta días.

13
La Ley contempla cualquier medio admisible en Derecho y el instructor sólo podrá rechazar
las pruebas propuestas por los interesados cuando sean manifiestamente improcedentes o
innecesarias, mediante resolución motivada (80).

Por lo que se refiere a la práctica de la prueba, el artículo 81 señala que la Administración


comunicará a los interesados, con antelación suficiente, el inicio de las actuaciones
necesarias, indicando el lugar, fecha y hora en que se practicará la prueba, con la advertencia,
en su caso, de que el interesado puede nombrar técnicos para que le asistan.

Asimismo, el interesado podrá exigir el anticipo de los gastos ocasionados que no deba
soportar la Administración.

5.4. Informes

Son las opiniones técnicas o de oportunidad que emiten los órganos administrativos para
ilustrar o servir de fundamento a las resoluciones a dictar por el órgano competente.

De acuerdo con el artículo 82, se deben solicitar, en todo caso, los que sean preceptivos y
cuantos se juzguen necesarios para resolver, fundamentándolo en ambos casos y concretando
los extremos sobre los que se solicita.

Como regla, salvo disposición en contrario, los informes serán facultativos y no vinculantes.

El plazo para evacuarlos es de diez días, salvo que una disposición o el cumplimiento del
resto de los plazos del procedimiento permita o exija otro plazo mayor o menor. De no
emitirse el informe en el plazo se podrán proseguir las actuaciones, excepto en los supuestos
de informes preceptivos que sean determinantes para la resolución del procedimiento, en
cuyo caso se podrá interrumpir el plazo de los trámites sucesivos. Todo ello sin perjuicio de
la responsabilidad de quien incurra en la demora.

“Si el informe debiera ser emitido por una Administración Pública distinta de la que tramita
el procedimiento en orden a expresar el punto de vista correspondiente a sus competencias
respectivas, y transcurriera el plazo sin que aquél se hubiera evacuado, se podrán proseguir
las actuaciones. El informe emitido fuera de plazo podrá no ser tenido en cuenta al adoptar la
correspondiente resolución” (83).

5.5. Participación de los interesados

• Trámite de audiencia: se trata de un elemento esencial para la concepción del


procedimiento como una garantía del ciudadano, consagrado, como se vio, en el artículo
105 de la CE. Se regula en el artículo 84, que establece:

“1. Instruidos los procedimientos, e inmediatamente antes de redactar la propuesta de


resolución, se pondrán de manifiesto a los interesados o, en su caso, a sus
representantes, salvo lo que afecte a las informaciones y datos a que se refiere el
artículo 37.5.
2. Los interesados, en un plazo no inferior a diez días ni superior a quince, podrán
alegar y presentar los documentos y justificaciones que estimen pertinentes.

14
3. Si antes del vencimiento del plazo los interesados manifiestan su decisión de no
efectuar alegaciones ni aportar nuevos documentos o justificaciones, se tendrá por
realizado el trámite.
4. Se podrá prescindir del trámite de audiencia cuando no figuren en el procedimiento
ni sean tenidos en cuenta en la resolución otros hechos ni otras alegaciones y pruebas
que las aducidas por el interesado.”

La omisión del trámite de audiencia da lugar a la nulidad de actuaciones si se considera


que ha ocasionado indefensión al interesado, salvo lo preceptuado en el apartado 4º del
artículo.

• Del mismo modo, el art. 86 prevé un trámite de información pública: puede acordarlo el
órgano competente para la resolución cuando la naturaleza del procedimiento lo requiera,
anunciándose en el diario oficial que proceda lugar de exhibición y plazo de alegaciones
(nunca inferior a veinte días), para que cualquier persona pueda examinar el
procedimiento, o la parte del mismo que se acuerde.

Aunque la LRJPAC lo presenta como opcional, la legislación sectorial que regule una
determinada materia puede imponerlo con carácter preceptivo, en cuyo caso su omisión
será causa de anulabilidad del acto administrativo correspondiente.

“La incomparecencia en este trámite no impedirá a los interesados interponer los recursos
procedentes contra la resolución definitiva del procedimiento.

La comparecencia en el trámite de información pública no otorga, por sí misma, la


condición de interesado. No obstante, quienes presenten alegaciones u observaciones en
este trámite tienen derecho a obtener de la Administración una respuesta razonada, que
podrá ser común para todas aquellas alegaciones que planteen cuestiones sustancialmente
iguales” (86.3).

• “Conforme a lo dispuesto en las Leyes, las Administraciones Públicas podrán establecer


otras formas, medios y cauces de participación de los ciudadanos, directamente o a
través de las organizaciones y asociaciones reconocidas por la Ley en el procedimiento de
elaboración de las disposiciones y actos administrativos” (86.4). Téngase en cuenta, en
este sentido, el artículo 24 de la Ley 50/1997, del Gobierno, que regula el procedimiento
de elaboración de las disposiciones de carácter general.

• Actuación de los interesados. El artículo 85 señala que debe procurarse que las realicen
en la forma más cómoda para ellos y compatible con sus obligaciones profesionales. Se
prevé la asistencia de asesores. Y “en cualquier caso, el órgano instructor adoptará las
medidas necesarias para lograr el pleno respeto a los principios de contradicción y de
igualdad”.

6. FINALIZACIÓN DEL PROCEDIMIENTO

6.1. La Ley señala como causas de terminación del procedimiento (art. 87):

- Resolución,
- Desistimiento,
- Renuncia al derecho en que se funde la solicitud

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- Declaración de caducidad.
- Imposibilidad material de continuarlo por causas sobrevenidas. La resolución que se
dicte deberá ser motivada en todo caso.
- Acuerdos, pactos, convenios o contratos.

6.2. La resolución

• Debe decidir todas las cuestiones planteadas por los interesados y aquellas otras
derivadas del mismo. Si son cuestiones conexas que no planteadas por los interesados,
el órgano competente podrá pronunciarse sobre ellas, previa audiencia de los
interesados, que podrán proponer prueba, todo ello por un plazo no superior a quince
días,.

• Será congruente con las peticiones formuladas por el interesado, “sin que en ningún
caso pueda agravar su situación inicial y sin perjuicio de la potestad de la
Administración de incoar de oficio un nuevo procedimiento, si procede”.

• Contenido de la resolución:

- La decisión, que será motivada en los casos previstos en el artículo 54. La


aceptación de informes o dictámenes servirá de motivación a la resolución
cuando se incorporen al texto de la misma.
- Recursos que procedan, órgano administrativo o judicial ante el que hubieran de
presentarse y plazo para interponerlos, sin perjuicio de que los interesados
puedan ejercitar cualquier otro que estimen oportuno.

• La Administración está obligada a resolver, sin que sirva de justificación para no


hacerlo el silencio, oscuridad o insuficiencia de los preceptos legales aplicables al
caso. Y ello sin perjuicio de que pueda “resolver la inadmisión de las solicitudes de
reconocimiento de derechos no previstos en el Ordenamiento Jurídico o
manifiestamente carentes de fundamento, sin perjuicio del derecho de petición
previsto por el artículo 29 de la Constitución” (89.4).

“La Administración está obligada a dictar resolución expresa en todos los


procedimientos y a notificarla cualquiera que sea su forma de iniciación” (art. 42.1
LRJPAC). Se exceptúan “los supuestos de terminación del procedimiento por pacto o
convenio, así como los procedimientos relativos al ejercicio de derechos sometidos
únicamente al deber de comunicación previa a la Administración”.

El plazo máximo en el que debe notificarse la resolución expresa será el fijado por la
norma reguladora del correspondiente procedimiento. Este plazo no podrá exceder de
seis meses salvo que una norma con rango de Ley establezca uno mayor o así venga
previsto en la normativa comunitaria europea.. Cuando las normas reguladoras de los
procedimientos no fijen el plazo máximo, éste será de tres meses. Estos plazos se
contarán:
a) En los procedimientos iniciados de oficio, desde la fecha del acuerdo de
iniciación.
b) En los iniciados a solicitud del interesado, desde la fecha en que la solicitud haya
tenido entrada en el registro del órgano competente para su tramitación. (42.2 y 3)

16
Como garantía del administrado frente al incumplimiento de la obligación de resolver,
los arts. 43 y 44 LRJPAC regulan el silencio administrativo, que permite al interesado
entender estimada o desestimada su solicitud o pretensión una vez transcurrido el
plazo sin que la Administración dicte resolución expresa.

El silencio positivo es la regla general, exceptuándose los supuestos tasados que


señala la Ley (43.2). 2

6.3. Terminación convencional. En efecto, el art. 88 señala que los acuerdos, pactos,
convenios o contratos celebrados por la Administración con personas tanto de derecho
público como privado, “pueden tener la consideración de finalizadores de los procedimientos

2
Por su importancia, se transcriben íntegramente los artículos 43 y 44 LRJPAC, en los que se regula el silencio
administrativo.
“Artículo 43. Silencio administrativo en procedimientos iniciados a solicitud de interesado.
1. En los procedimientos iniciados a solicitud del interesado, el vencimiento del plazo máximo sin haberse
notificado resolución expresa legitima al interesado o interesados que hubieran deducido la solicitud para
entenderla estimada o desestimada por silencio administrativo, según proceda, sin perjuicio de la resolución
que la Administración debe dictar en la forma prevista en el apartado 4 de este artículo.
2. Los interesados podrán entender estimadas por silencio administrativo sus solicitudes en todos los casos,
salvo que una norma con rango de Ley o norma de Derecho Comunitario Europeo establezca lo contrario.
Quedan exceptuados de esta previsión los procedimientos de ejercicio del derecho de petición, a que se refiere
el artículo 29 de la Constitución, aquellos cuya estimación tuviera como consecuencia que se transfirieran al
solicitante o a terceros facultades relativas al dominio público o al servicio público, así como los
procedimientos de impugnación de actos y disposiciones, en los que el silencio tendrá efecto desestimatorio.
No obstante, cuando el recurso de alzada se haya interpuesto contra la desestimación por silencio
administrativo de una solicitud por el transcurso del plazo, se entenderá estimado el mismo si, llegado el plazo
de resolución, el órgano administrativo competente no dictase resolución expresa sobre el mismo.
3. La estimación por silencio administrativo tiene a todos los efectos la consideración de acto administrativo
finalizador del procedimiento.
La desestimación por silencio administrativo tiene los solos efectos de permitir a los interesados la
interposición del recurso administrativo o contencioso-administrativo que resulte procedente.
4. La obligación de dictar resolución expresa a que se refiere el apartado primero del artículo 42 se sujetará al
siguiente régimen:
En los casos de estimación por silencio administrativo, la resolución expresa posterior a la producción del acto
sólo podrá dictarse de ser confirmatoria del mismo.
En los casos de desestimación por silencio administrativo, la resolución expresa posterior al vencimiento del
plazo se adoptará por la Administración sin vinculación alguna al sentido del silencio.
5. Los actos administrativos producidos por silencio administrativo se podrán hacer valer tanto ante la
Administración como ante cualquier persona física o jurídica, pública o privada. Los mismos producen efectos
desde el vencimiento del plazo máximo en el que debe dictarse y notificarse la resolución expresa sin que la
misma se haya producido, y su existencia puede ser acreditada por cualquier medio de prueba admitido en
Derecho, incluido el certificado acreditativo del silencio producido que pudiera solicitarse del órgano
competente para resolver. Solicitado el certificado, éste deberá emitirse en el plazo máximo de quince días.
Artículo 44. Falta de resolución expresa en procedimientos iniciados de oficio.
En los procedimientos iniciados de oficio, el vencimiento del plazo máximo establecido sin que se haya dictado
y notificado resolución expresa no exime a la Administración del cumplimiento de la obligación legal de
resolver, produciendo los siguientes efectos:
1) En el caso de procedimientos de los que pudiera derivarse el reconocimiento o, en su caso, la
constitución de derechos u otras situaciones jurídicas individualizadas, los interesados que hubieren
comparecido podrán entender desestimadas sus pretensiones por silencio administrativo.
2) En los procedimientos en que la Administración ejercite potestades sancionadoras o, en general, de
intervención, susceptibles de producir efectos desfavorables o de gravamen, se producirá la caducidad.
En estos casos, la resolución que declare la caducidad ordenará el archivo de las actuaciones, con los
efectos previstos en el artículo 92.
En los supuestos en los que el procedimiento se hubiera paralizado por causa imputable al interesado, se
interrumpirá el cómputo del plazo para resolver y notificar la resolución”.

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administrativos o insertarse en los mismos con carácter previo, vinculante o no, a la
resolución que les ponga fin”. La ley impone a estos actos una serie de requisitos:

- Que no sean contrarios al Ordenamiento Jurídico,


- Que no versen sobre materias no susceptibles de transacción.
- Requerirán en todo caso la aprobación expresa Deben tener por objeto satisfacer
el interés público.
- Contenido mínimo: la identificación de las partes intervinientes, el ámbito
personal, funcional y territorial, y el plazo de vigencia.
- Los acuerdos que versen sobre materias de la competencia directa del Consejo
de Ministros requieren en todo caso la aprobación expresa de este.
- No supondrán alteración de las competencias atribuidas a los órganos
administrativos ni de las responsabilidades que correspondan a las autoridades y
funcionarios relativas al funcionamiento de los servicios públicos.

6.4. Desistimiento y renuncia

La Ley permite a todo interesado desistir de su solicitud o renunciar al derecho en que la


funda, siempre que esta última opción no esté prohibido por el Ordenamiento Jurídico.
Si el escrito de iniciación se hubiera formulado por dos o más interesados, el
desistimiento o la renuncia sólo afectará a aquéllos que la hubiesen formulado (90).
Pueden hacerse por cualquier medio que permita su constancia (91.1).

La Administración aceptará ambas figuras y declarará concluso el procedimiento salvo


que, terceros interesados que se hayan personado en el procedimiento insten su
continuación en el plazo de diez días desde que fueron notificados del desistimiento.

Igualmente, la Administración podrá limitar los efectos del desistimiento o la renuncia al


interesado y seguir el procedimiento si la cuestión suscitada en el mismo entraña interés
general conviene sustanciarla para su definición y esclarecimiento (91.3).

6.5. Caducidad

• Concepto: Se da, en los procedimientos iniciados a solicitud del interesado, debido a


la paralización del procedimiento durante tres meses por causa imputable al mismo,
previa advertencia de la Administración.

• La Ley establece algunos límites a la posibilidad de acordarla (92.2 y 4):

- No podrá acordarse por la simple inactividad del interesado en la


cumplimentación de trámites no indispensables para dictar resolución. El único
efecto será la pérdida de su derecho al referido trámite.

- Puede no ser aplicable si la cuestión suscitada afecta al interés general, o es


conveniente sustanciarla para su definición y esclarecimiento.

• Por último, no produce por sí sola la prescripción de las acciones del particular o
de la Administración, pero los procedimientos caducados no interrumpen el plazo
de prescripción (92.3).

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