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Poder Judicial de la Nación

Sala II. CFP 20270/2017/18/CA5


“Arakaki, César Javier y otro
s/ procesamiento”
Juzgado Federal n° 12. Secretaría n° 23.
Irurzun – Farah Ante mi: González Mendoca
///////////////nos Aires, 27 de febrero de 2018.
Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento y decisión
del Tribunal en virtud de los recursos de apelación interpuestos por las Dras. Liliana
Alejandra Alaniz y Claudia Ferrero, contra la resolución obrante en copias a fs. 1/36
del incidente que decretó el procesamiento de César Javier Arakaki y Dimas Fernando
Ponce por considerarlos “coautores de los delitos de lesiones en agresión,

intimidación pública y atentado contra la autoridad, este último agravado por


haber sido cometido a mano armada y por la reunión de más de tres personas, en
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concurso real entre sí (artículos 45, 55, 95, 211, 237 y 238, incisos 1° y 2° del
Código Penal)” -punto dispositivo nro. I-, y trabó embargo sobre sus bienes hasta
cubrir la suma de $300.000 (pesos trescientos mil) -punto dispositivo nro. III-; a su
turno, el Ministerio Público Fiscal impugnó el resolutorio citado por entender que el
procesamiento de ambos imputados también debió dictarse en orden al delito de
“rebelión” -conf. Art. 226 del C.P.- y “con prisión preventiva” (puntos dispositivos
nro. I y II).
II. Dado el énfasis puesto por la defensa alrededor del “derecho
al reclamo”, es necesario subrayar, de base, que en esta pieza no se discute ni el
valor ni el alcance de esa fundamental prerrogativa. Ninguna de sus implicancias en
nuestro sistema constitucional se encuentra de cualquier modo cuestionada para
definir la responsabilidad de los procesados en el conflicto puntual que motivó la
formación de esta causa penal -en esta línea, v. c. n° 26.192 -12918/2007/9- “Cerno
Depaz”, rta. 15.2.08, reg. n° 28.070-.
Las imágenes que documentan lo sucedido son claras (ver
video aportado por la defensa titulado “Video del anexo 1”, y grabaciones
reservadas identificadas como “Arakaki 2”, “Arakaki 3”, “ARTEAR parte 1” y
“ARTEAR parte 2”, y fotografías obrantes a fs. 1154/1160 y 1796/1797):
Ilustran que César Javier Arakaki y Dimas Fernando Ponce atacaron a
Brian Fernando Escobar -Oficial Ayudante de la Policía de la Ciudad de Buenos
Aires- valiéndose de piedras, del estandarte de una bandera y de dos palos cortos
con puntas afiladas, cuando la víctima yacía gravemente herida e inconsciente en el
suelo. El ataque, además, se produjo entretanto Escobar y su unidad eran objeto de
un impresionante bombardeo de proyectiles de distinto tipo y tamaño; la
envergadura de la agresión motivó, tal como lo documentan los videos aportados al
expediente, que ciertos manifestantes -por iniciativa propia- intercedieran para
proteger al auxiliar policial mientras era arrastrado en estado crítico por sus
compañeros. Esto revela la prueba. Esto constituye el eje central de los cargos que
pesan sobre los dos apelantes. Y esto se encuentra corroborado con el grado de
probabilidad propio de la etapa procesal que se transita.
Como consecuencia del conjunto de los ataques padecidos,
Brian Fernando Escobar sufrió lesiones en las zona baja, media y alta de su cuerpo.
Concretamente, una “herida suturada de aproximadamente 8 cm sobre la zona
temporal izquierda por arriba de la oreja, herida suturada en zona occipital de
aproximadamente 1 cm cubierta por pelo, herida suturada en zona frontal derecha
cubierta por pelo con puntos de aproximadamente 2 cm, lesión con características
excoriativas con pérdida de costra en cara posterior de codo izquierdo en una
superficie aproximada de 8 cm por 5 cm, equimosis bipalpebral en ojo izquierdo
con hemorragia subconjuntival y excoriación sin costra en cara posterior de codo
derecho… fractura temporal izquierda desplazada…, fractura cerrada de cráneo
sin lesión intracraneal, fractura de hueso temporal izquierdo a nivel de la apófisis
mastoides, hemo-tímpano izquierdo, excoriaciones múltiples, hematoma en región
fronto parietal izquierda, hematomas múltiples en abdomen y ambos muslos,
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heridas lineales suturadas frontal y occipital, múltiples excoriaciones en


miembros…” A su vez, se le detectó una “hipoacusia perceptiva [irreversible] con
mayor compromiso en frecuencia 2000, que podría relacionarse con el antecedente
de fractura de hueso temporal izquierdo y craneotomía posterior para reducción de
la misma…” -el texto entre corchetes nos pertenece- (ver informes del Cuerpo
Médico Forense obrantes a fs. 1639/1643 y resolutorio de fs. 2303/2339).
III. Tales acciones encuentran, en principio, adecuación típica
en las figuras previstas por los artículos 95, 237 y 238, incisos 1° y 2° del Código
Penal.
Las pruebas obrantes en el expediente indican que las lesiones
sufridas por el agente Escobar se produjeron en un contexto de agresión, en el que
participó un significativo número de personas -los cuales, vale recordar, no han sido
por el momento identificados en su totalidad-. Las fotografías, los videos y los
testimonios anexados a la causa principal, exponen unívocamente que en esa
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agresión intervinieron ambos imputados, utilizando objetos que aumentaron, de


manera relevante, su poder ofensivo -piedras y dos palos cortos y afilados en el caso
de Arakaki, y un palo largo, en el de Dimas Ponce-. A su vez, se pudo establecer que
las lesiones sufridas por la víctima abarcaron casi todo su cuerpo -incluidas las
partes que ellos visiblemente golpearon- y exhibieron la gravedad que la norma
penal reclama para su adecuada aplicación (ver fs. 6/22, 96/98, 639, 99/100, 354,
820/237, 1153/1160, 1176, 1178/1181, 1182/1183, 1189/1190, 1299/1300,
1455/1460, 1514/1515, 1531/1532, 1533/1534, 1623/1626, 1627, 1634/1638,
1639/1643, 1772/1773, 1776, 1780, 1782, 1783, 1786, 1788 y 1884/1887, y
soportes digitales que contienen imágenes y videos capturados al momento del
hecho, reservados en secretaría -fs. 82 y 87 del incidente-).
Ambos comportamientos, en tanto comprendieron el
lanzamiento de piedras y el uso de un estandarte como un “arpón” -ver fs.
1161/1163 y 1167/1169-, ostentan, aún en la ponderación solitaria sugerida por la
defensa en su recurso de apelación, idoneidad para contribuir al resultado reprobado
por nuestra Ley Penal.
Asimismo, los hechos bajo estudio encuentran proyección en
los tipos establecidos en los artículos 237 y 238, incisos 1° y 2° del Código Penal,
en atención a que el empleo de la fuerza atribuida a los dos recurrentes, además de
haberse dirigido -en las condiciones descriptas en la imputación- contra
funcionarios públicos en ejercicio de sus atribuciones -Escobar y su unidad-, tuvo
como consecuencia necesaria que los agentes afectados por la agresión se vieran
obligados a omitir “un acto propio de sus funciones”. Tal es, en suma, la finalidad
natural que corresponde asignarle a las conductas pesquisadas.
Sin embargo, incumbe decir que los hechos bajo los cuales
caen esas dos figuras legales concurren, a juicio de esta Sala, idealmente entre sí
(artículo 54 del C.P.).
IV. Por otro lado, siendo que el Instructor también calificó a los
sucesos inspeccionados como constitutivos del delito de “intimidación pública” -art.
211 del Código sustantivo-, nos tocará recordar que esa particular figura criminal
reprime a quien “realiza actos materiales tendientes a provocar temor, tumulto o
desorden, quedando fuera de la hipótesis la conducta de aquellas personas que,
ajenas a la idea original, una vez creada la situación descripta cometen otros actos
concretos -daños o lesiones, por ejemplo-” (ver resolución de esta Sala en causa
CFP 12.743/2017/74/CA4 del 6/12/17). Para su configuración, el tipo penal requiere
que el autor despliegue alguna de esas conductas con la finalidad de afectar “el
ánimo de un conjunto considerable de personas indeterminadas, reunidas en un
lugar público o de acceso público” (Ricardo C. Núñez, “Derecho Penal Argentino-
Parte Especial”, Tomo IV, pág. 194/5, Lerner Ediciones, Buenos Aires, 1971).
Dicha definición -reiteradamente hecha en la jurisprudencia de
la Sala (c. n° 21.830, reg. 23.195 del 2/12/04)- repercute en el caso bajo estudio.
La secuencia cronológica de los eventos capturados por las
grabaciones agregadas al legajo, aunadas al testimonio prestado por los
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observadores implantados por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos


Aires, dan cuenta de que el “desorden y la situación de violencia” remarcada en el
auto apelado “se habría creado” a las 12 del mediodía del 18 de diciembre de 2017.
Los funcionarios consultados coincidieron en que a partir de ese punto temporal
empezaron a verse “las primeras piedras”, “el uso de vallas como escudos”, las
“arremetidas contra las fuerzas de seguridad”, las “lesiones infligidas a personal
policial”, la “destrucción del mobiliario público”, y comenzó a gestarse un cuadro
de violencia que fue escalando en intensidad con el paso de las horas (ver fs. 354,
1176, 1178/1181, 1189/1190, 1455/1460, 1623/1626, 1627, 1772/1773, 1776, 1780,
1782, 1783, 1786, 1788 y 1884/1887).
Por eso es importante discernir la aparición temporal precisa
que ambos imputados tuvieron en dicha escena. De acuerdo con las propias
consideraciones efectuadas por el Juez de la anterior instancia, Arakaki y Dimas Ponce
fueron observados arrojando piedras y blandiendo una bandera -entre otras cosas- a
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las 4 de la tarde, es decir, casi cuatro horas después de que los hechos en discusión
reconocieran su inicio.
Resulta claro, entonces, que una sencilla apreciación
cronológica de los sucesos imposibilita, al menos sobre la base de la prueba que hoy
nutre al expediente principal, trazar una relación causal lógica entre “la creación de
la situación” -el “temor”, el “tumulto” y el “desorden”- y la conducta concreta
atribuida a los imputados. El evidente “desorden” preexistente a aquella
intervención se ve, por lo demás, plasmada en las filmaciones reservadas en
secretaría -conf. videos receptados a fs. 82 y 87-.
V. Todo lo dicho, en definitiva, nos lleva a modificar la
calificación legal escogida por el Sr. Juez de grado, al mismo tiempo en que nos
conduce a rechazar los planteos de fondo introducidos por el Fiscal a fs. 38/45 y
75/79 del incidente.
En efecto, el razonamiento expuesto por el titular de la acción
penal pública postula -vía recurso de apelación- una hipótesis delictiva con ribetes
distintos a los que se tuvieron por acreditados en los términos del art. 306 del
C.P.P.N.-. La dimensión que el agente pretende asignarle a las conductas
individuales de los imputados, finalmente, tampoco encuentra apoyatura objetiva en
la prueba hasta hoy obrante en el expediente principal.
VI. Con relación a la restricción ambulatoria reclamada por el
acusador, nos tocará decir que la gravedad y la envergadura de los hechos atribuidos
a los encartados predican un riesgo que no alcanza a ser neutralizado por las vías
seleccionadas a fs. 1/37 del incidente. En este sentido, corresponde recordar que las
características especialmente violentas de las conductas llevadas adelante
constituyen un factor decisivo (ver, en esta misma causa, incidente nro. 40736
“Arakaki, César Javier s/ excarcelación”, reg. 44655 del 15/01/18, e incidente CFP
20270/2017/1/CA1 “Romero, Sebastián R.” s/ exención de prisión”, reg. 44563 del
28/12/17).
En sintonía con la postura esgrimida por los Fiscales de ambas
instancias, esa observación concurre con la subsistencia de medidas probatorias -
algunas de las cuales hoy se encuentran en pleno desarrollo- que podrían, frente al
escenario hasta aquí develado, ser obstaculizadas por los imputados en caso de
permanecer en libertad. En particular, se destaca la necesidad de identificar y de dar
con el paradero del resto de los agresores (ver actuaciones producidas con
posterioridad al dictado del auto de mérito -fs. 2338 en adelante-).
Vale indicar, por último, que los fundamentos expuestos por el
recurrente dan suficiente cuenta de la inexistencia de restricciones alternativas que
permitan equilibrar los riesgos procesales concretos identificados en el sumario.
Por ello, incumbirá a esta Sala revocar el punto dispositivo nro.
II del resolutorio obrante en copias a fs. 1/37 del incidente e imponer la prisión
preventiva a los encartados (arts. 319 y concordantes del C.P.P.N.).
VII. Finalmente, cabe decir que los montos de embargos
calculados por el a quo se adecuan a las previsiones del artículo 518 del Código
Procesal Penal de la Nación. Al margen de la tasa de justicia y de las costas del
Poder Judicial de la Nación

proceso, valoramos que de momento no puede descartarse que los recurrentes deban
responder civilmente por los daños ocasionados.
En mérito a lo expuesto, es que el Tribunal RESUELVE:
I. CONFIRMAR PARCIALMENTE el punto dispositivo
nro. I del auto obrante en copias a fs. 1/37 del incidente, en cuanto decretó el
procesamiento de César Javier Arakaki y Dimas Fernando Ponce exclusivamente en orden
a los delitos previstos y reprimidos en los artículo 95, 237 y 238, incisos 1° y 2°, del
Código Penal, con los alcances establecidos en los considerando nro. III, IV y V del
presente resolutorio -art. 54 del C.P.-.
II. IMPONER LA PRISION PREVENTIVA a César Javier
Arakaki y Dimas Fernando Ponce (considerando nro. VI del presente resolutorio).

III. CONFIRMAR el punto dispositivo nro. III del


pronunciamiento en crisis en todo cuanto dispone y fue materia de apelación.
Regístrese, hágase saber y devuélvase en forma urgente.
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