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INEPTITUD DE LA DEMANDA - Por falta de individualización de los

actos administrativos demandados / INDIVIDUALIZACION DE LAS


PRETENSIONES - Es requerida en demanda de nulidad / PREVALENCIA
DEL DERECHO SUSTANCIAL - La demanda debe ser estudiada e
interpretada en forma sistemática / PREVALENCIA DEL DERECHO
SUSTANCIAL - Individualización de actos acusados a partir del texto de
la demanda / INEPTITUD DE LA DEMANDA - No procede si de su texto
se infieren los actos demandados / DEMANDA - Interpretación por el
juez

Tal como se ha señalado en esta providencia, el apoderado del Municipio de


Medellín considera que la demanda presentada en este proceso es inepta,
por no haberse individualizado los actos administrativos demandados. Al
respecto es preciso manifestar, que a juicio de la Sala no se configura en
este caso la violación del artículo 138 del C. C. A., y por lo mismo, no hay
razón para atender la solicitud del apoderado del Municipio de Medellín en
el sentido de revocar la decisión de primera instancia para dictar en su
reemplazo una sentencia inhibitoria. El precepto en mención, subrogado por
el artículo 24 del Decreto 2304 de 1989, establece ad pedem literae lo
siguiente: Artículo 138 del C. C. A..- Individualización de las Pretensiones.
Cuando se demande la nulidad del acto se le debe individualizar con toda
precisión. Cuando se pretendan declaraciones o condenas diferentes de la
declaración de nulidad de un acto, deberán enunciarse clara y separadamente en
la demanda. Si el acto definitivo fue objeto de recursos en la vía gubernativa,
también deberán demandarse las decisiones que lo modifiquen o confirmen; pero
sí fue revocado, sólo procede demandar la última decisión. Si se alega el silencio
administrativo a la demanda deberán acompañarse las pruebas que lo
demuestren. El inciso primero del artículo que se acaba de transcribir, señala con
claridad que “Cuando se demande la nulidad del acto se le debe individualizar con
toda precisión”, lo cual significa que en el libelo debe aparecer exactamente
determinado el acto administrativo contra el cual se dirige la demanda, y más
concretamente, debe especificar cuáles son el artículo o artículos cuya legalidad
se pretende infirmar (…) En opinión de la Sala, la inferencia realizada por el
Tribunal fue la correcta, pues la simple lectura de los hechos 18, 20 y 22 del
escrito genitor del proceso, permite entender que los actos cuya legalidad se
controvierte son ciertamente las Resoluciones 1069 del 23 de diciembre de
2004 y 0022 del 13 de enero de 2005, proferidas ambas por el Alcalde de
Medellín, mediante los cuales se determinó el monto de la indemnización
expropiatoria, respecto del cual gira la presente contienda procesal. En ese
orden de ideas, es oportuno traer a colación que dentro del propósito de
garantizar la prevalencia del derecho sustancial, el juzgador está llamado a
interpretar y analizar el texto completo de la demanda presentada, a fin de
establecer si se reúnen o no los presupuestos exigidos por la ley procesal para
la viabilidad de la acción ejercida. Por lo anterior, la Sala considera que en el
presente caso no se configura la ineptitud de la demanda por falta del
presupuesto procesal ya señalado, es decir, por no haberse indicado de
manera expresa cuáles son los actos cuya nulidad parcial se pretende, pues su
identificación se hace posible sin mayor dificultad, después de revisar ese
escrito en forma sistemática. Por lo mismo, los defectos invocados por el
apoderado del Municipio de Medellín no tienen ni la entidad ni la gravedad
suficientes como para que se profiera en este caso una decisión inhibitoria con
respecto a las pretensiones formuladas. Si bien es cierto que la
individualización de los actos demandados es una exigencia consagrada por la
ley procesal, no lo es menos que su identificación no reviste en este caso
ninguna complejidad. Además de ello ha de tenerse en cuenta que de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 228 de la Carta Política de 1991,
en las actuaciones de la justicia debe prevalecer el derecho sustancial, a lo
cual se suma el principio hermenéutico consagrado en el artículo 4° del
Código de Procedimiento Civil, en donde se establece que “…el objeto de los
procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por la ley
sustancial.” (…) El texto del memorial con el cual se inicia el proceso, si bien
debe ajustarse a determinados parámetros y requisitos de naturaleza formal y
estructurarse de tal manera que se concreten con precisión y claridad las
pretensiones, no puede examinarse con un criterio inflexible o con severidad
desmedida, cuando sea posible desentrañar y conocer su verdadera naturaleza
e intención jurídica. Además de lo anterior, debe tenerse en cuenta que la labor
de interpretación de la demanda no es una mera potestad sino una obligación,
tal como lo ha señalado con acierto la Corte Suprema de Justicia en los
siguientes términos: “(...) cuando la demanda genitora del proceso sea oscura,
imprecisa o vaga, gravita sobre el juzgador, no una mera potestad de
interpretarla, sino el deber de hacerlo, por supuesto dentro de los límites
establecidos en la ley con miras a precisar sus verdaderos alcances, labor a la
que sólo pueda (sic) sustraerse cuando la confusión sea de tal magnitud que,
pese a sus esfuerzos, no logre desentrañar sus alcances sin alterar el contenido
objetivo, pues es obvio que en tal caso, en lugar de cumplir con su cometido,
estaría sustituyendo la voluntad del demandante y trocando, a su antojo, el objeto
de litigio”. (CSJ, Cas. Civil, sent. abr. 17/98. Exp. 4.680. M.P. Jorge Antonio
Castillo Rugeles). Por las razones expuestas, la Sala considera que en el sub lite
no están dadas las condiciones para omitir un pronunciamiento de mérito. Por esa
razón, no resulta procedente atender la solicitud de la parte demandada en ese
sentido.

FUENTE FORMAL: CODIGO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO – ARTICULO


138 / CODIGO DE PROCEDIMIETNO CIVIL – ARTICULO 4 /
CONSTITUCIONPOLITICA – ARTICULO 228

NOTA DE RELATORIA: Sobre el deber del juez de interpretar el texto de la


demanda se cita sentencia, Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil,
Expediente número 4680 de 17 de abril de 1998, M.P. Jorge Antonio Castillo
Rugeles.

PROPIEDAD PRIVADA - Motivos por los que puede haber expropiación /


EXPROPIACION - Derecho a indemnización del particular propietario /
EXPROPIACION POR VIA ADMINISTRATIVA - Está sujeta a posterior acción
contencioso administrativa incluso en cuanto al precio / INDEMNIZACION
POR EXPROPIACION - Comprende tanto el valor del bien expropiado como
el que corresponda a los demás perjuicios causados / INDEMNIZACION POR
EXPROPIACION - Carácter reparatorio y pleno / PREVALENCIA DEL
INTERES GENERAL - No implica el desconocimiento de garantías
constitucionales del particular / IGUALDAD DEL REPARTO DE CARGAS
PUBLICAS - Su ruptura da lugar a la indemnización en materia de
expropiación administrativa

El artículo 58 de la Constitución Política de Colombia, garantiza la intangibilidad


de la propiedad privada y de los derechos adquiridos con arreglo a las leyes
civiles. En su inciso 4°, modificado por el Acto Legislativo Nº 1 de julio 30 de
1999, se establece sin embargo que, “Por motivos de utilidad pública o de
interés social definidos por el legislador, podrá haber expropiación mediante
sentencia judicial e indemnización previa. Ésta se fijará consultando los
intereses de la comunidad y del afectado. En los casos que determine el
legislador, dicha expropiación podrá adelantarse por vía administrativa, sujeta a
posterior acción contencioso-administrativa, incluso respecto del precio.” En
ese orden de ideas, cuando un particular se ve constreñido por el Estado a
transferirle una porción de su patrimonio por motivos de utilidad pública o de
interés social debidamente determinados por el legislador, tiene derecho al
pago de una indemnización de carácter reparatorio y pleno, que comprenda
tanto el valor del bien expropiado, como el que corresponda a los demás
perjuicios que se le hubieren causado, tal como lo han precisado en forma
reiterada la H. Corte Constitucional y el H. Consejo de Estado (…). Como bien
se puede observar, el principio general que subyace en estas normas de rango
superior, indica que los daños y perjuicios que se originen en el acto de
autoridad mediante el cual se decrete la incorporación al dominio público de
bienes de propiedad particular para satisfacer con ellos una necesidad de
interés general, presupone necesariamente la obligación a cargo de la
autoridad que ostenta la potestas expropiandi, de indemnizar plena y
previamente al afectado, con el propósito de restablecer el equilibrio roto por la
privación patrimonial a la cual es sometido de manera forzada. En otras
palabras, el hecho de que en estos casos el interés general deba prevalecer
sobre los intereses privados, no significa en modo alguno que por dicha
circunstancia queden excluidas las garantías que la Constitución reconoce en
favor del propietario, pues no puede pretenderse que éste deba asumir a título
personal un detrimento en su patrimonio, como consecuencia de la ruptura del
principio de igualdad en el reparto de las cargas públicas. Así las cosas, la
indemnización que ha de reconocerse al afectado en estos casos como
consecuencia de la transmisión imperativa de su derecho de dominio, constituye
un instrumento para garantizar que el perjuicio sea transferido a todos los
miembros de la colectividad y reparado de manera integral. Partiendo de las
anteriores consideraciones, La H. Corte Constitucional, mediante sentencia C-
153 de 1994 señaló que el quantum de la expropiación debe abarcar, además
del valor del bien expropiado, el de “…los daños que sean consecuencia directa
e inmediata de la expropiación”. Y agrega: “Por todo lo anterior, es evidente
que la indemnización prevista en el artículo 58 de la Constitución es reparatoria
y debe ser plena, ya que ella debe comprender el daño emergente y el lucro
cesante que hayan sido causados al propietario cuyo bien ha sido expropiado.”
(…). Así las cosas, toda indemnización que se torne írrita o injusta ocasiona un
menoscabo o desmedro económico al patrimonio de la persona afectada con la
expropiación, a quien le asiste el derecho subjetivo de ser indemnizada
conforme a la garantía constitucional ya mencionada. En caso contrario, el
asunto podrá ser objeto de acción contencioso-administrativa, puesto que ésta
es procedente respecto del precio, cuando el expropiado considere incumplido
el mandato de que la indemnización sea justa y plena. Lo anteriormente
expuesto explica el porqué el artículo 71° de la Ley 388 de 1997, en el cual se
regula el proceso contencioso administrativo especial de expropiación por vía
administrativa (…). Como bien se puede observar, los dispositivos legales que
se acaban de indicar, permiten a los propietarios afectados demandar ante la
justicia administrativa el pago de los daños derivados de una expropiación por
vía administrativa, cuando quiera que el precio indemnizatorio reconocido por la
administración a título de indemnización no alcance a proporcionar una
reparación justa y plena, esto es, cuando la suma decretada no sea suficiente
para cubrir el valor comercial del inmueble y los demás daños irrogados
(Ablatio dominii), con lo cual se quiere evitar una ruptura del principio de
igualdad frente a las cargas públicas.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA – ARTICULO 58 / LEY 388 DE


1997
NOTA DE RELATORIA: Sobre el quantum que la indemnización por
expropiación debe abarcar se cita sentencia, Corte Constitucional, C-153 de
1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero.

DAÑOS ACCESORIOS DERIVADOS DE EXPROPIACION - Para su


reparación se requiere certeza de su ocurrencia / NEXO DE CAUSALIDAD -
Debe existir entre los daños accesorios y la decisión administrativa de
expropiación / DAÑO CONTINGENTE - No da lugar a resarcimiento / DAÑO
FUTURO - Modalidad de daño cierto

Por otra parte, no sobra precisar que para poder obtener la reparación de los
daños accesorios que hubieren podido consumarse con la expropiación, es
indispensable que los mismos sean ciertos y que exista necesariamente un
nexo de causalidad entre ellos y la decisión administrativa mediante la cual se
decretó la expropiación. El carácter resarcible del daño depende
fundamentalmente de la certeza de su ocurrencia, pues es claro que las
lesiones de carácter hipotético, estocástico o contingente no pueden ser objeto
de reparación o compensación. El agravio debe estar revestido entonces de
certeza para que produzca efectos jurídicos y dé lugar al resarcimiento, pues
todo aquello que constituya una simple conjetura o una suposición no puede
dar lugar a una indemnización. Lo anterior no obsta para que se tengan como
ciertos aquellos daños futuros que a pesar de no haberse consolidado todavía,
no existe ninguna duda acerca de su advenimiento. Para que el perjuicio exista,
resulta completamente indiferente que aquél ya se haya presentado como un
hecho existente en plano ontológico o que aparezca como la prolongación
cierta y directa de un estado de cosas actual. Al fin y al cabo el daño futuro no
es sino una modalidad del daño cierto, tal como lo ha sostenido en reiteradas
oportunidades la Sección Tercera de esta Corporación. Los anteriores
comentarios llevan a señalar que los daños anejos a la pérdida del derecho de
dominio, deben ser acreditados en el proceso por quien reclama su
resarcimiento, ya sea por tratarse de lesiones ya causadas o de daños que si
bien no se han producido todavía, existe un alta probabilidad en torno a su
ocurrencia.

AVALUO CATASTRAL - La falta de argumentos técnicos y apoyo


probatorio afectan su credibilidad / PRESUNCION DE LEGALIDAD Y DE
CERTEZA DEL AVALUO CATASTRAL - Se presenta cuando el valor del
avalúo es incorporado al acto administrativo / DICTAMEN PERICIAL -
Requisitos. Debe señalar los fundamentos técnicos de sus conclusiones /
DICTAMEN PERICIAL - Valoración por parte del juez / CARGA DE LA
PRUEBA - Le corresponde a quien quiera desvirtuar el avalúo catastral

Observa esta Corporación que si bien en el avalúo elaborado por la


Subsecretaría de Catastro Municipal, obrante a folios 66 a 74 del cuaderno
principal, se anuncia que el precio del inmueble establecido por la
administración se determinó como resultado de la aplicación del “MÉTODO
COMPARATIVO DE MERCADO”, que “Consiste en deducir el precio por
comparación de transacciones, oferta y avalúos de inmuebles similares o
equiparables, previos ajustes de tiempo, conformación y localización entre
otros”, y aunque se asegura que “Se han consultado las estadísticas y avalúos
recientes y la de varios miembros afiliados a la Lonja de Propiedad Raíz de
Medellín S. A., sobre operaciones y avalúos efectuados recientemente sobre
inmuebles similares”, lo cierto es que en ninguno de los apartes de dicho
documento ni en sus anexos se señalan cuáles fueron exactamente las
operaciones inmobiliarias o los avalúos recientes que se tuvieron en cuenta
para hacer la anunciada comparación, lo cual permite concluir que contra el
justiprecio realizado por esa dependencia municipal cabrían exactamente las
mismas críticas que el apoderado del Municipio demandado formula en su
apelación contra el dictamen rendido por la perito, pues ante la ausencia de la
mencionada información, el avalúo practicado por la Subsecretaría de Catastro
Municipal también estaría desprovisto de argumentos técnicos y de apoyo
probatorio. No obstante lo anterior, al haberse incorporado dicho valor en el
texto de los actos administrativos demandados, debe entenderse que el mismo
se encuentra amparado por la misma presunción de legalidad y de certeza que
se predica de las decisiones de la administración, lo cual admite desde luego
prueba en contrario. En tales circunstancias, el actor tiene la carga de
demostrar en el proceso que el avalúo oficial es equivocado, demostrando
precisamente su incorrección. Hecha esta acotación, es pertinente señalar, a
juicio de la Sala, que los mismas comentarios que se acaban de realizar frente al
avalúo oficial, también pueden hacerse extensivas a los avalúos practicados tanto
por el avaluador FRANCISCO OCHOA OCHOA como por la perito MARIA
ESTHER VÉLEZ MUÑOZ, pues es evidente que uno y otro adolecen de idénticas
falencias. (…) A pesar de sus afirmaciones, no aparece en su avalúo la
constancia expresa de las comparaciones, simulaciones, cálculos y operaciones
efectuados para deducir el valor unitario del metro cuadrado. En otras palabras, a
pesar de las abundantes consideraciones expuestas en el documento obrante a
folios 88 a 107 del expediente, se advierte que ninguna de ellas constituye una
premisa suficiente que permita concluir que el valor comercial del inmueble
asciende realmente a la suma total de $347´292.000.oo m/cte (…) Según el
criterio expresado por esta Corporación, en estos casos resulta insuficiente la
mera exposición de los resultados de las operaciones periciales practicadas y de
las deducciones extraídas por el perito, huérfanas de las explicaciones relativas a
su origen y al proceso lógico e intelectivo que ha conducido a su obtención,
omitiendo la exposición y explicación de las razones por las cuales no es dable
mantener otro criterio diferente. (…) Teniendo cuenta las falencias que quedan
expuestas y ante la imposibilidad de dar plena credibilidad a la prueba pericial
practicada en el proceso en relación con el justiprecio del inmueble expropiado, la
Sala considera, al amparo de la sana crítica, que el actor no logró desvirtuar en el
proceso la corrección del justiprecio preparado por la Subdirección de Catastro de
Medellín. Por esa misma razón ha de concluirse que el actor tampoco logró
desvirtuar la presunción de legalidad que cobija los actos administrativos
demandados que acogieron ese justiprecio, pues al no obrar en el expediente
ningún medio de prueba que permita demostrar que el avalúo fijado por la
administración fuese incorrecto, no hay ninguna razón para decretar la nulidad
parcial deprecada por el actor en lo relativo al precio indemnizatorio (…) El actor
tenía la carga de demostrar la incorrección del avalúo oficial y acreditar la
corrección del justiprecio presentado por quien actuó como perito en el curso de la
primera instancia, cometido que no se logró en el asunto sub examine. Por todo lo
anterior, habrá de modificarse la sentencia de primer grado, en el sentido de
revocar la condena impuesta al Municipio de Medellín en lo que tiene que ver con
el pago de las sumas pretendidas en relación con el valor indemnizatorio del
inmueble.

DAÑOS ACCESORIOS DERIVADOS DE EXPROPIACION - Deben ser


indemnizados aún a falta de metodología de valoración / INDEMNIZACION
DE DAÑOS ACCESORIOS - Deben estar plenamente demostrados /
PRINCIPIO DE IGUALDAD ANTE LAS CARGAS PUBLICAS - Rompimiento en
caso de expropiación
[L]a circunstancia particular de que no se haya adoptado una metodología para
la valoración de aquellos daños y perjuicios anejos a la expropiación de un
inmueble por vía administrativa, no puede servir de pretexto a la administración
para desconocer la obligación de indemnizar en forma justa y plena las
ablaciones patrimoniales accesorias causadas a su propietario, pues ello
equivaldría a desconocer el verdadero alcance de lo dispuesto en los artículos
34 y 58 de la Constitución Política de Colombia, en el artículo 17 de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y en el
artículo 21.2 del Pacto de Derechos Económicos y Sociales o Pacto de San
José de Costa Rica. Aunque es cierto que el interés particular debe ceder ante
el interés general, no puede pretenderse que los administrados puedan ser
constreñidos a soportar sacrificios especiales en su nombre, pues ello
entrañaría un desconocimiento del principio de igualdad en la distribución de
las cargas públicas. En esa línea de pensamiento, todos aquellos daños que
logren demostrarse y que hayan tenido origen en la decisión de privar a un
particular del derecho de dominio, deben ser plenamente indemnizados,
siempre y cuando exista un nexo de causalidad entre el daño inferido y la
determinación administrativa mediante la cual se ordena la expropiación.

FUENTE FORMAL: CONSTITUCION POLITICA – ARTICULO 34 /


CONSTITUCION POLITICA – ARTICULO 58 / DECLARACION DE LOS
DERECHOS DEL HOMBRE Y EL CIUDADANO DE 1789 – ARTICULO 17 /
PACTO DE SAN JOSE DE COSTA RICA – ARTICULO 21.2

PROCESO DE EXPROPIACION ADMINISTRATIVA - Debe ser objetivo,


explícito y concreto / PROCESO DE EXPROPIACION ADMINISTRATIVA -
Además del método es necesaria la especificación de criterios empleados
para avalúo del inmueble / INDEMNIZACION EXPROPIATORIA - Su fijación
da lugar a controversia por parte del particular / PRIVACION COACTIVA
DEL DERECHO DE DOMINIO - Debe estar debidamente fundada al ser
derecho de rango constitucional / INDEMNIZACION POR EXPROPIACION -
Comprende tanto el valor del bien expropiado como el que corresponda a
los demás perjuicios causados

A título de pedagogía judicial y con independencia de la situación fáctica


planteada en este proceso, la Sala considera oportuno exhortar a los
organismos y entidades del sector público que por razón de sus funciones
deben adelantar procesos de expropiación por vía administrativa, a que en el
momento de determinar las indemnizaciones expropiatorias a que hubiere
lugar, sean mucho más objetivos, explícitos y concretos en sus valoraciones,
dando a conocer a los afectados los criterios y operaciones que se aplicaron al
realizar el justiprecio de los inmuebles, por cuanto los valores que se
establezcan en cada caso particular no pueden ser el fruto de la improvisación,
el capricho y la arbitrariedad. A juicio de la Sala no basta simplemente con
anunciar en el avalúo cuál fue el método empleado en su elaboración o con
señalar que en su diseño se dio estricta aplicación a las disposiciones de la
Ley 388 de 1997, en el Decreto 1420 de 1998 y en la Resolución 762 del
mismo año, pues de conformidad con los principios de publicidad,
transparencia y contradicción que gobiernan la gestión administrativa y por
razón de la lealtad debida a los administrados, las comparaciones efectuadas
deben ser explicitadas y dadas a conocer al propietario del inmueble cuyo
traspaso forzoso se pretende, quien como resulta obvio pensar, tiene todo el
derecho de saber cuáles fueron los criterios y parámetros de comparación que
se tuvieron en cuenta y cuáles las operaciones que se realizaron para
determinar el monto de la respectiva indemnización expropiatoria. De ninguna
otra manera podría el particular entrar a controvertir un avalúo, cuando el valor
asignado a cada metro cuadrado aparezca infundada e inexplicablemente
señalado por el titular de la potestas expropiandi, sin que se conozca en el
fondo de dónde se dedujo ese valor ni cuáles fueron las negociaciones
inmobiliarias, las ofertas o los avalúos recientes que sirvieron de parámetro
para realizar la mencionada comparación. (…) En últimas, no puede perderse
de vista que los derechos e intereses en juego son de rango constitucional y se
encuentran protegidos por las normas del derecho internacional ya
mencionadas en esta providencia, razón por la cual la privación coactiva del
derecho de dominio, así responda a motivos de interés público o interés social,
no puede degenerar en la adopción de decisiones infundadas ni dar lugar a la
fijación caprichosa del valor que ha de pagarse por cada metro cuadrado, por
cuanto ello podría resultar contrario al propósito de asegurar una
indemnización “justa” y “plena”. Al mismo tiempo, es preciso advertir que para
garantizar la realización de dicho propósito, la indemnización expropiatoria no
puede limitarse simplemente al reconocimiento del valor de reposición del
inmueble, sino que debe comprender también la reparación de todos los demás
daños y perjuicios que hubieren podido ocasionarse con esa decisión, siempre
que se encuentren debidamente acreditados en el expediente.

CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCION PRIMERA

Consejero ponente: RAFAEL E. OSTAU DE LAFONT PIANETA

Bogotá, D.C., catorce (14) de mayo de dos mil nueve (2009)

Radicación número: 05001-23-31-000-2005-03509-01

Actor: WALTER DE JESUS OSORIO CIRO

Demandado: MUNICIPIO DE MEDELLIN

Referencia: APELACION SENTENCIA

Se deciden los recursos de apelación interpuestos por las partes contra la


sentencia de primera instancia dictada por el Tribunal Administrativo de
Antioquia el 23 de octubre de 2006, mediante la cual se declaró la nulidad
parcial de las Resoluciones que dispusieron la expropiación administrativa de
un inmueble ubicado en la ciudad de Medellín y se condenó al Municipio al
pago de la diferencia indemnizatoria y demás perjuicios causados.

I.- ANT ECEDENT ES


1. La demanda

WALTER DE JESUS OSORIO CIRO, en ejercicio de la acción especial de


nulidad y restablecimiento del derecho de que trata el artículo 71 de la Ley 388
de 1997, presentó demanda ante el Tribunal Administrativo de Antioquia
planteando textualmente las siguientes

1. 1. Pretensiones:

“1. Declarar la Nulidad y el Restablecimiento del derecho o


alternativamente que se modifique el valor del precio indemnizatorio,
ajustando el valor del inmueble al precio justo e incluyendo el
reconocimiento por el lucro cesante y el daño emergente causados
al Sr. Walter de Jesús Osorio Ciro.

“2. Condenar al Municipio de Medellín a pagar la indexación


correspondiente, desde la fecha de la expropiación hasta la fecha
del pago total de la indemnización.

“3. Reconocer el pago parcial, realizado el día 14 de febrero de 2005


por el ente accionado a la respectiva obligación.

4. Condenar a la Entidad demandada a pagar las costas del


presente proceso.”

1. 2. Los hechos que le sirven de fundamento

Como antecedentes fácticos de la demanda se señala que el actor fue


propietario durante cerca de 29 años, del inmueble identificado con la matrícula
inmobiliaria número 01N-5146217, ubicado en la carrera 52 N° 73-81 de la
nomenclatura urbana de Medellín, con una extensión superficiaria de 947
metros cuadrados, en el cual estableció un taller automotriz y un parqueadero,
cuya explotación le reportaba unos ingresos mensuales aproximados de cuatro
millones de pesos ($4´000.000.oo).
El día 8 de noviembre de 2004 el actor fue notificado de la resolución 0955 del
22 de octubre de 2004, expedida por el Alcalde de Medellín, mediante la cual
se ordena realizar los trámites tendientes a la adquisición del predio antes
mencionado por negociación voluntaria o expropiación administrativa,
formulándose la respectiva oferta de compra de acuerdo con lo previsto en la
ley 388 de 1997, por valor de $237733.300.oo pesos moneda corriente,
teniendo como sustento el avalúo practicado por la Subsecretaría de Catastro
de Medellín. Como causa expropiandi o motivo de interés público que
determinó la expedición de ese acto administrativo, se adujo en su momento
que el inmueble era requerido por esa entidad territorial para la construcción del
Museo de Ciencia y Tecnología (Museo Explora), previsto en el Plan de
Desarrollo del Municipio de Medellín 2004-2007 “Medellín, compromiso de toda
la ciudadanía”, contenido en el Acuerdo N° 03 de 2004 proferido por el Concejo
de esa ciudad.

Una vez enterado de la mencionada decisión, el afectado, mediante escrito


calendado el 10 de diciembre de 2004, manifestó su disposición de adelantar
un proceso de negociación voluntaria con el municipio, planteando en todo caso
su desacuerdo con el valor ofertado por la administración, pues en su sentir el
avalúo practicado soslayó algunos aspectos importantes, que de haber sido
tenidos eh cuenta habrían determinado la formulación de un ofrecimiento por
mayor valor, que en ese momento estimó el propietario en la suma de
$534´345.000.oo pesos. Adicionalmente, propuso la adopción de algunas
medidas alternativas encaminadas a aminorar los demás daños y afectaciones
derivados de esa determinación.

El 15 de diciembre de 2004, la Coordinadora de Negociaciones de la Secretaría


de Hacienda, argumentando que no procedía ningún recurso contra el acto
contentivo de la oferta, decidió calificar la propuesta presentada por el actor
como una mera petición y desechó de plano las alternativas sugeridas,
considerando solamente la posibilidad de realizar una permuta por algún
inmueble improductivo de propiedad del municipio.

El demandante, por su parte, contrató la realización de un avalúo del inmueble


con la firma de avaluadores “PROPIEDAD RAÍZ Y AVALÚOS FRANCISCO
OCHOA O”, la cual terminó diciendo que el valor comercial del inmueble
ascendía realmente a la suma de $347´292.000.oo pesos moneda corriente.
Al no existir ningún acuerdo con respecto al monto de la indemnización, el
Alcalde de Medellín, mediante Resolución N° 1069 del 23 de diciembre de
2004, decidió decretar la expropiación del inmueble por vía administrativa,
insistiendo en el mismo precio indemnizatorio que la administración había
ofrecido inicialmente al titular del derecho de dominio.

Inconforme con esa determinación, el propietario interpuso recurso de


reposición contra la resolución anteriormente mencionada, alegando que el
trámite de la negociación voluntaria no se cumplió, pues la administración
municipal, al ignorar las consideraciones planteadas por el administrado,
impidió la celebración de un arreglo directo. De igual modo, censuró el hecho
de que la administración hubiese impuesto de manera caprichosa un precio
indemnizatorio, a sabiendas de que contra él no procede recurso alguno. A ello
se añade que por no haber sido aceptado ese precio por parte del propietario,
se desencadenaron algunas consecuencias adversas para él en el plano
tributario, como quiera que al decretarse la expropiación por esta vía, los
ingresos percibidos como consecuencia del trámite indemnizatorio, pasaron a
ser considerados como ganancia ocasional, produciéndose de esa manera el
desconocimiento del principio de igualdad frente a las cargas públicas. Además
de lo anterior, insistió el demandante en la necesidad de que se indemnizaran
también las demás afectaciones causadas por concepto de daño emergente y
lucro cesante, reafirmando su discrepancia con el precio indemnizatorio
ofrecido por el inmueble.

Siguiendo esa secuencia de hechos, el Alcalde de Medellín, mediante


Resolución N° 022 del 13 de enero de 2005, resolvió el recurso de reposición
interpuesto por el propietario afectado, decretando la modificación parcial de la
Resolución 1069 de 2004, en el sentido de señalar que el nuevo valor
indemnizatorio del inmueble correspondía a la suma de $251´951.500.oo pesos
m/cte, de conformidad con el avalúo AE-336 de fecha 29 de diciembre de 2004.

Una vez en firme el acto administrativo precitado, la Alcaldía de Medellín giró a


favor del demandante el cheque N° 028104 del 14 de febrero de 2005 por el
valor indemnizatorio ya indicado y a emitir el comprobante de pago N°
1400000784. Tras descontarse la suma de $8´818.302.oo pesos m/cte por
concepto de retención en la fuente, el actor reclamó el día 16 de febrero de ese
mismo año el valor neto de $243´133.197.oo pesos m/cte a través del título N°
A-3562187.

Es del caso señalar que mediante oficio calendado el día 10 de diciembre de


2004, el propietario afectado le hizo saber al Alcalde de Medellín que la
decisión censurada le había ocasionado las afectaciones de carácter
patrimonial que se discriminan a continuación, adicionales a las que representa
la privación del derecho de dominio:

a) UN DAÑO EMERGENTE “…representado en los costos de traslado de


motores, repuestos, herramientas y vehículos inmovilizados para lo cual se
requiere (sic) vehículos especiales, que calcula en aproximadamente
$15.000.000,oo” en “…las indemnizaciones por la terminación anticipada de los
contratos de arrendamiento y de los contratos laborales, lo que calcula en
$12.000.000,oo” y en “…el mayor costo en consumo de A.C.P.M. al estar en
otra ubicación, por el desplazamiento adicional de los buses a talleres para
mantenimiento, a oficinas de la Empresa para tramites y al parqueadero para
guardar, este se plantea en aproximadamente $21.300.000,00 mensuales”, y

b) UN LUCRO CESANTE, representado en “…los beneficios que dejaba de


percibir, consistentes en ingresos internos y externos por el parqueo de 11
buses y 30 taxis y que al no tener el parqueadero se transformarían en egresos
mensusuales (sic) de aproximadamente $2.900.000,oo” y en los ingresos
dejados de percibir “…por arrendamiento de bodegas de repuestos, talleres de
enderezada, pintura, mecánica, electricidad etc. que calcula en $3.000.000,00
mensuales. (Ver folio 5)

Más adelante y en contradicción parcial con lo expuesto en el párrafo anterior,


se afirma en la demanda que al momento de su radicación los gastos de
traslado en que incurrió el demandante ascendían a $1´500.000.oo (hecho N°
25); que se cancelaron arrendamientos por un valor aproximado de
$3´000.000.oo (hecho N° 26); y que por no haber logrado su reubicación en
otro lugar, el propietario afectado dejó de percibir el pago de cánones de
arrendamiento por un valor aproximado de $4´000.000.oo, (hecho N° 27)
“…rubros éstos que siguen incrementando sus gastos de traslado y parqueo”.
Además de lo enunciado hasta aquí, en el hecho número 6° de la demanda se
asevera que durante el tiempo en que el actor ostentó la calidad de propietario
del inmueble, jamás pudo desarrollar en él ningún proyecto importante de
construcción, por cuanto el Municipio de Medellín había decretado una
afectación del mismo para el desarrollo de un proyecto de integración
urbanística que si bien “…nunca se realizo (sic) legalmente”, como que jamás
fue inscrita en el folio de matrícula inmobiliaria, sí determinó en la práctica una
“congelación” del predio, afectando su valor comercial y limitó por demás las
posibilidades de adelantar negociación respecto del mismo.

1. 3. Las normas violadas y el concepto de la violación

Aunque la demanda presentada por el actor no contiene un capítulo en el cual


se individualicen y concreten las normas violadas y el concepto de su violación,
la lectura sistemática e integral del libelo permite entender, tal como lo hizo en
su momento el Tribunal Administrativo de Antioquia, que el demandante
considera trasgredido el artículo 58 de la Constitución Política de Colombia,
modificado por el Acto Legislativo N° 1 de 1999, toda vez que la suma
decretada como valor indemnizatorio no alcanza a reparar plenamente los
daños derivados de la expropiación. Se menciona también en ese escrito, que
los actos administrativos censurados desconocieron lo dispuesto en el artículo
21° numeral 2° del Pacto de San José, por cuanto la indemnización “no es
justa”. Finalmente, se señala como violado el artículo 459 del Código de
Procedimiento Civil, en cuyo texto se dispone que en los casos de
expropiación, el valor de la indemnización debe tener un carácter reparatorio y
no simplemente compensatorio.

Es preciso comentar además, que bajo el epígrafe de “FUNDAMENTOS DE


DERECHO”, el actor invocó como sustento jurídico de sus pretensiones, el
artículo 1° de la Ley 9ª de 1989 modificada por la Ley 388 de 1997, la Ley 3ª de
1991, la Ley 388 de 1997, el artículo 75 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, y el artículo 137 y siguientes del Código Contencioso
Administrativo. No obstante lo anterior, es pertinente dejar planteado desde ya
que el actor omitió precisar los artículos de las leyes 3ª de 1991 y 388 de 1997
que estima quebrantados con la expedición de los actos acusados y pretermitió
igualmente la explicación de las razones por las cuales considera violados los
artículos 1° de la Ley 9ª de 1989, 75 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil, y 137 y siguientes del Código Contencioso Administrativo.

2.- Contestación de la demanda

El Municipio de Medellín se opuso radicalmente a la prosperidad de las


pretensiones del actor, expresando que en el proceso de adquisición del
inmueble se dio estricta aplicación a la normatividad que regula el proceso de
expropiación por vía administrativa, pues se siguieron todos los trámites y se
cumplieron las exigencias establecidas por el ordenamiento jurídico. Agrega a
lo anterior que la Oficina de Avalúos de la Secretaría de Hacienda, determinó el
precio indemnizatorio que ahora es objeto de controversia, a partir de la
investigación de mercados que realizó dicha dependencia, de conformidad con
lo previsto en el Decreto 1420 de 1998. Explica el apoderado del Municipio que
el valor por metro cuadrado del inmueble fue establecido acudiendo a la
comparación de algunas transacciones inmobiliarias realizadas en la zona, al
análisis de la oferta y la demanda y al estudio de otros avalúos de inmuebles
similares o equiparables, previos los ajustes de tiempo y el análisis de su
conformación y localización, ajustándose por completo a los preceptos de la
Ley 388 de 1997 y del Decreto 1420 de 1998.

Con respecto a la pretendida reparación de los demás daños que hubieren


podido derivarse de la privación del derecho de dominio, el apoderado del
Municipio argumentó que si bien el artículo 62 numeral 6° de la Ley 388 de
1997 establece que la indemnización comprenderá “el daño emergente y el
lucro cesante”, no es menos cierto que ni el artículo 24 del Decreto 1420 de
1998 ni la Resolución 762 proferida en ese mismo año por el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, contemplan la metodología para efectuar el
cálculo de tales valores. A partir de la apreciación antes referida, concluye el
memorialista diciendo que “…no existe norma vigente que permita aplicar un
mayor valor a título de indemnización para efectos de a (sic) expropiación por
vía Administrativa,..” Además de lo expuesto y tras invocar la función social de
la propiedad, la prevalencia del interés general y el reparto equitativo de las
cargas y beneficios, el apoderado del ente demandado concluye afirmando que
“El propietario tiene la obligación constitucional de renunciar a su derecho de
propiedad y cederla (sic) al Estado para contribuir así a la consecución de sus
fines, primordialmente a garantizar el bienestar común.”

Por otra parte, el apoderado de la precitada entidad territorial puso de relieve


que en el folio de matrícula del inmueble expropiado, no aparece registrada la
afectación aludida por el actor en el numeral 6° de la demanda.

Finalmente, se propusieron en el escrito de contestación de la demanda, las


excepciones de “falta de causa para pedir” y la “genérica”.

3 . - P r u eb a s

En el curso de la primera instancia se tuvieron como tales los documentos


aportados con la demanda y su contestación; se recibieron los testimonios de
JAIRO ANTONIO ZAPATA, EBERT ALBERTO GARCÍA HERNÁNDEZ,
ROGELIO DE JESÚS HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, CARLOS MARIO OSORIO
GONZÁLEZ y GLADYS STELLA OSORIO GONZÁLEZ; y se practicó un
dictamen pericial para determinar el valor comercial del inmueble y el monto de
los perjuicios derivados de la expropiación, los cuales fueron tasados en la
suma de seiscientos quince millones ochocientos cuarenta y cinco mil
seiscientos cuarenta y siete pesos m/cte ($615´845.647.oo).

El apoderado del Municipio de Medellín objetó el dictamen en mención por


considerar que las apreciaciones allí consignadas carecen de fundamento
técnico y jurídico, destacando que en su elaboración se dejaron de aplicar los
métodos de valoración establecidos en el Decreto 1420 de 1998 y en la
Resolución 762 de 1998, expedida por el Director General del Instituto
Geográfico Agustín Codazzi. Se cuestiona asimismo el hecho de que se haya
realizado una inspección ocular en el inmueble, cuando al momento de
adelantar dicha diligencia ya había sido demolido.

Por otro lado, reitera también que el inmueble objeto de expropiación nunca
salió del comercio, pues jamás se inscribió en la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos ninguna afectación del derecho de dominio.
Con respecto al daño emergente y al lucro cesante, se dice que esos rubros del
perjuicio jamás fueron probados de manera suficiente.

El apoderado del actor, por su parte, considera que las objeciones formuladas
por el Municipio no pueden ser atendidas, pues tal como se expresa en el
dictamen, ninguno de los inmuebles existentes en esa manzana había sido
objeto de ventas u ofertas desde hace más de 30 años. Respecto a los
perjuicios causados con ocasión de la terminación de los contratos de
arrendamiento y la asunción de gastos de traslado, asegura que a partir del 23
de diciembre del 2004, fecha en la cual se expidió la resolución expropiatoria,
dejó de percibir los cánones respectivos. Rechaza asimismo las afirmaciones
del Municipio según las cuales el predio no estaba congelado pues
precisamente la entidad territorial demandada allegó al proceso la Resolución
N° 019 del 12 de septiembre de 1974 mediante la cual se impuso dicha
afectación urbanística. Frente al hecho de no haberse registrado dicha
determinación, señala el actor que la omisión de ese trámite de registro no
hace desaparecer los perjuicios causados, pues el sólo hecho de haberse
dictado el acto administrativo impugnado produjo una afectación, ya que
restringió la posibilidad de negociar el inmueble. Finalmente, considera que el
acervo de testimonios y documentos obrantes en el expediente demuestra la
causación de los demás daños cuya indemnización se pretende.

4.- Alegatos de conclusión

En la oportunidad procesal respectiva las partes ratificaron los argumentos


consignados en la demanda y en su contestación.

El actor insistió en el punto relativo a los perjuicios que se le ocasionaron con


motivo de la congelación del inmueble, decretada mediante la Resolución N°
019 de 1974, en cuyo articulado se declaró el sector como zona de
remodelación urbana, lo cual determinó la imposibilidad de desarrollar ciertos
proyectos particulares, sin mediar el reconocimiento previo de ninguna
compensación. Afirma al mismo tiempo, que la decisión administrativa que
ahora es objeto de censura, obligó al propietario a vender como chatarra parte
de sus bienes y a conseguir otros inmuebles a título de arrendamiento para
ubicar en ellos los motores, herramientas y vehículos inmovilizados que hasta
el momento de la expropiación yacían en el inmueble de marras. Concluye el
actor diciendo a partir de sus afirmaciones, que la indemnización no fue ni justa
ni reparatoria, debiendo decretarse en consecuencia el pago de las sumas de
dinero dejadas de percibir por concepto del valor comercial del inmueble,
sumándole lo que él llama los “gastos de administración disgregada”; los
honorarios del contador público; la pérdida del valor adquisitivo del dinero por el
hecho de haberse realizado una retención en la fuente por un valor superior al
que correspondía; los gastos de traslado y la pérdida por el costo de
oportunidad por la no comercialización de repuestos, motores, herramientas,
etc.

El apoderado del Municipio considera en líneas generales que el actor no logró


demostrar que el avalúo comercial del predio fuese diferente del fijado por la
administración y solicita tener en cuenta que la demanda presentada adolece
de notorios vicios formales, pues en su opinión el escrito radicado por la parte
actora no cumple con los requisitos establecidos en el artículo 138 del C. C. A.,
ya que el actor no individualizó los actos demandados, debiendo en
consecuencia dictarse una sentencia inhibitoria.

El Procurador 32 Judicial II en lo administrativo se abstuvo de conceptuar en


este proceso.

5 . L a s e n t e n ci a r ec u r r i d a

El a quo, luego de establecer que la demanda fue radicada de manera


oportuna, presenta un recuento pormenorizado de las actuaciones surtidas en
la primera instancia y describe en forma sucinta el procedimiento de
expropiación por vía administrativa, destacando que el Decreto 1420 del 24 de
julio de 1998, reglamentario de las leyes 9ª de 1989 y 388 de 1997 y la
Resolución 762 de 1998 del Director General del Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, prescriben las normas relacionadas con el avalúo de los inmuebles a
expropiar. En esas disposiciones se definen los métodos y criterios para tasar
el valor comercial que se debe pagar en los casos de enajenación forzosa,
valoración que en cada caso particular debe ser realizada por el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, por la entidad que cumpla sus funciones o por
peritos privados inscritos en las lonjas o asociaciones correspondientes.
Realiza posteriormente el a quo un análisis detallado del proceso expropiatorio
adelantado, desde cuando el Concejo Municipal de Medellín adoptó el Plan de
Ordenamiento Territorial mediante el Acuerdo N° 62 de 1999 y hasta el
momento mismo en el cual se consumó la expropiación, concluyendo que “…el
procedimiento utilizado por el Municipio de Medellín fue el correcto, de acuerdo
a las normas que rigen la materia.”

Empero, al abordar el estudio concreto de los cargos formulados, el Tribunal se


detuvo en el análisis de los dos avalúos elaborados por la Subsecretaría de
Catastro del Municipio de Medellín, el primero de fecha 1° de octubre de 2004,
por un valor de $237´733.300.oo, y el segundo, de fecha 29 de diciembre de
2004, por un valor de $251´951.500.oo, resaltando que a pesar de ser distintos
los valores establecidos en esos dos avalúos, la sustentación y contenido de
los dictámenes es prácticamente idéntica, sin que se aporte ninguna razón que
justifique la diferencia. En opinión del Tribunal de origen, “…la administración
debió analizar los diferentes aspectos que se le habían planteado por el actor y
los cuales en la valoración posterior no fueron ni siquiera tenidos en cuenta, a
pesar de que afirman que efectivamente el lote está destinado a parqueadero y
en el primer piso funcionaba un almacén.” En otras palabras, según el criterio
del Tribunal, el valor indemnizatorio decretado dejó de considerar los demás
perjuicios reclamados.

Frente a las objeciones formuladas por la entidad demandada en lo que


concierne al valor comercial del predio, el Tribunal decidió desestimarlas
argumentando que “…el dictamen presentado por la perito presenta los
elementos que tuvo en cuenta para hacer el avalúo, evaluando el acervo
probatorio, la ubicación, valor de los locales, mercado inmobiliario, la oferta y la
demanda, costo de inmuebles similares en el mismo sector de igual
destinación, uso actual, rentabilidad y acceso a los servicios públicos”.

Al realizar la valoración de la prueba técnica antes mencionada, el a quo


encontró correcto el avalúo elaborado por la perito pues al apreciar el valor
comercial del inmueble fueron considerados distintos factores, tales como la
ubicación del inmueble, el acceso fácil a múltiples medios de transporte publico,
el valor del terreno por metro cuadrado, el valor de los locales, el mercado
inmobiliario, el costo de inmuebles similares en el mismo sector de igual
destinación, el uso actual, la rentabilidad, servicios y características del predio
expropiado. Después de observar detenidamente dichos criterios y resaltando
principalmente la inexistencia de otros lotes de igual característica y
destinación, concluyó que el valor pagado por el Municipio no corresponde en
efecto a una indemnización justa y plena. Como corolario de lo expuesto, el
Tribunal Administrativo condenó al Municipio de Medellín al pago de la suma de
dinero que resulte de restar del valor señalado en el dictamen pericial
($350'291.000), el valor que fue efectivamente cancelado por el Municipio de
Medellín ($251'951.500), esto es, la suma de $98'340.000, ordenando su
indexación a la fecha de la sentencia.

Con respecto al tema de la congelación del inmueble expropiado, el Tribunal


Administrativo de Antioquia consideró probado que el Municipio de Medellín,
mediante Resolución N° 019 del 12 de septiembre de 1974, impuso ciertamente
una limitación urbanística sobre el predio de marras, que si bien fue
comunicada a su dueño y consta en la Oficina de Planeación Municipal, jamás
llegó a registrarse en el respectivo folio de matrícula inmobiliaria. El Tribunal
reprochó la omisión de la administración municipal por estimarla contraria a las
leyes 9ª de 1989 y 388 de 1997. No obstante lo anterior, el Tribunal se abstuvo
de condenar al Municipio de Medellín al pago de los perjuicios causados por el
congelamiento comercial del bien, por estimar que los mismos no fueron
debidamente acreditados.

En lo que atañe al lucro cesante representado en la pérdida de los ingresos que


reportaba el actor por concepto del arrendamiento de los espacios en los
cuales funcionaban los talleres, la cafetería y el parqueadero, el Tribunal se
fundamentó en el dictamen pericial; en los testimonios rendidos por EBER
ALBERTO GARCÍA HERNÁNDEZ, JAIRO ANTONIO ZAPATA y ROGELIO DE
JESÚS HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ; en las fotografías obrantes en el
expediente; en los contratos de arrendamiento allegados con la demanda y en
una relación de ingresos obrante a folios 28 a 31 del cuaderno principal, para
condenar al Municipio de Medellín al pago de $27´531.000.oo m/cte, tomando
como límite temporal del cálculo el día 16 de febrero de 2005, por haber sido
esa la fecha en la cual se indemnizaron los perjuicios causados por la
expropiación.

El A quo denegó también la pretensión de reconocer al actor una indemnización


por los cánones de arrendamiento cancelados en diferentes parqueaderos de la
ciudad de Medellín, por estimar que a partir del 16 de febrero de 2005 los
perjuicios se entienden indemnizados por el hecho del pago y además porque
el propietario tuvo la oportunidad de permanecer en el inmueble hasta el mes
de agosto de ese mismo año sin contraprestación alguna.

Por otra parte, a partir de la cuenta de cobro obrante a folio 143 del expediente,
el Tribunal Administrativo de Antioquia condenó a la entidad demandada al
pago de la suma de $1'200.000.oo por concepto de servicios varios de grúa que
tuvo que asumir el demandante y que se causaron durante los meses de
febrero y marzo de 2005, con ocasión del traslado de los vehículos
inmovilizados y repuestos pesados que estaban almacenados en el predio del
demandante y que fueron transportados hasta distintos depósitos, garajes y
parqueaderos ubicados en el Barrio Buenos Aires de la ciudad de Medellín.

En la sentencia de primera instancia el a quo se abstuvo de condenar al


Municipio de Medellín al pago de las sumas reclamadas por concepto del lucro
cesante derivado de la imposibilidad de comercializar los elementos que el
actor tenía en depósito en el predio expropiado y por el daño emergente que
tuvo que soportar al verse obligado a administrar sus negocios en forma
descentralizada, por considerar que tales ablaciones no fueron debidamente
acreditadas en el proceso. Se denegó igualmente la pretensión relativa al pago
de la pérdida del poder adquisitivo del dinero y de los intereses
correspondientes a la retención en la fuente indebidamente efectuada, pues no
se allegó al proceso la prueba respectiva.

El fallo de primera instancia consideró igualmente que no estaban dadas las


condiciones para condenar en costas al Municipio de Medellín.

II.- EL RECURSO DE APELACIÓN

Estando dentro de la oportunidad legal respectiva, las partes demandante y


demandada interpusieron RECURSO DE APELACIÓN contra la sentencia de
primera instancia dictada por el Tribunal Administrativo, planteando su
inconformidad en los siguientes términos:
1.- Apelación de la parte demandante

Para el actor resulta equivocado predicar, como lo hace el a quo en el fallo


recurrido, que el perjuicio haya cesado el 16 de febrero de 2005. Al justificar su
disentimiento, expresa que ese argumento sería valido, de haberse reconocido
en ese momento el verdadero valor comercial del inmueble, pues de esa
manera se habría permitido la adquisición de otra propiedad de similares
características, posibilitando de esa manera la obtención de ingresos similares
a los que generaba el bien expropiado. Tanto es así, que en el mismo fallo
apelado se reconoce que el Municipio de Medellín aún adeuda al demandante
la suma de $98´340.000,oo. Partiendo de ese razonamiento aduce el recurrente
que “…contrariamente a lo planteado por el A-quo, a partir de la entrega, se
consolida el mayor perjuicio, pues el mismo estaría constituido por la totalidad
del ingreso dejado de recibir en cada mes, y este se estableció que era de
$5.700.000, por mes.”

En ese orden de ideas, concluye el apelante diciendo que la reparación de los


daños ocasionados se debe tener por efectuada tan sólo cuando el Municipio
de Medellín cancele la suma restante. Por lo mismo, se debe reconocer “…el
desmedro patrimonial causado con posterioridad al pago parcial (16 de febrero
de 2005) a razón de $5.700.000, por mes y la indexación de estos valores,
hasta la fecha en que el Municipio de Medellín cancele la totalidad del valor del
inmueble.”

En segundo término y con respecto a la determinación del Tribunal de no


condenar al Municipio de Medellín al pago de los perjuicios derivados de la
congelación comercial del inmueble, considera el apelante que habiéndose
establecido el incumplimiento de las obligaciones legales a cargo del Municipio,
éste ha debido ser condenado, acogiendo en lo pertinente las conclusiones del
dictamen pericial. Aunque se admite que “…es muy difícil calcular la proporción
de valorización que el inmueble dejo (sic) de disfrutar durante el tiempo de
afectación, también es cierto que el desmedro patrimonial existió y la forma de
tazar (sic) los perjuicios se sustentan en la misma norma que el Municipio de
Medellín omitió: art. 122 de la ley 388 de 1997…”

Finalmente, impugna el actor el hecho de que el Municipio de Medellín no haya


sido condenado al pago de costas, pues como bien lo reconoce el Tribunal
Administrativo de Antioquia, el Municipio de Medellín asumió en sede
gubernativa una conducta reprochable al omitir el cumplimiento de sus
obligaciones consagradas en las leyes 9 de 1989 y 388 de 1997. Por lo
anterior, estima el recurrente que contrariamente a lo expresado en el fallo
impugnado, sí están reunidas las condiciones para que se de aplicación al art.
171 del Código Contencioso Administrativo, modificado por el artículo 55 de la
Ley 446 de 1998.

2.- Apelación de la parte demandada

En su escrito de apelación, el apoderado del Municipio de Medellín solicita la


revocatoria de la sentencia de primer instancia y pretende que en su reemplazo
se dicte un fallo inhibitorio, por cuanto, según su criterio, el actor dejó de
individualizar en la demanda los actos administrativos cuya nulidad pretende,
contrariando con ello la exigencia contenida en el articulo 138 del CCA, tal
como lo puso de relieve de manera insistente en el curso de la primera
instancia.

Considera, en segundo lugar, que el dictamen rendido no ofrece la fuerza de


convicción suficiente para demostrar que el avalúo comercial del predio fuese
diferente del fijado por la Subsecretaría de Catastro del Municipio de Medellín.
Al desarrollar su apreciación, expresa que el fallo cuestionado emite un juicio
de valor totalmente desprovisto de argumentos técnicos y por lo mismo no
podía avalar la validez de la experticia. De igual modo expresa que en este tipo
de procesos no se puede incrementar caprichosamente el valor de los bienes a
expropiar, pues el dinero con el cual se asume el pago de las indemnizaciones
expropiatorias proviene del tesoro público. Al mismo tiempo, defiende la
corrección del avalúo realizado por la Subsecretaría de Catastro Municipal,
pues en su elaboración se dio estricta aplicación a lo dispuesto en el Decreto
1420 de 1998 y en la Resolución 762 de 1998 expedida por el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi.

En tercer lugar, se opone al pago de los perjuicios causados a título de daño


emergente y lucro cesante, por cuanto el actor recibió de contado el pago de la
indemnización el día 14 de febrero de 2005 y sin embargo siguió
beneficiándose de la explotación comercial del predio hasta el 16 de agosto del
mismo año. Por lo mismo, estima inconcebible que se decrete el resarcimiento
de unos perjuicios que no se causaron.

III.- LOS ALEGATOS DE CONCLUSIÓN EN SEGUNDA INST ANCIA

Al presentar sus alegatos de conclusión, los apelantes se limitaron a reiterar los


motivos de su inconformidad. Además de lo anterior, el actor puso de relieve
que el Tribunal Administrativo de Antioquia no tuvo en cuenta en su fallo el
avalúo realizado por el Dr. Francisco Ochoa, quien según su dicho es persona
de amplia credibilidad en el mercado inmobiliario de la ciudad de Medellín. En
ese mismo escrito, critica la afirmación del apoderado del ente demandado
cuando por conducto de su apoderado judicial señala que debe tenerse en
cuenta el origen público de los recursos destinados al pago de las
indemnizaciones originadas en una expropiación por vía administrativa, pues
esa circunstancia no faculta a las autoridades para incurrir en arbitrariedades
de ninguna especie.

IV.- CONCEPT O DEL MINIT ERIO PÚBLICO

No hubo pronunciamiento del Ministerio Público en esta causa.

V . - D E C IS IÓ N

No observándose causal de nulidad que invalide lo actuado, procede la Sala a


decidir los recursos de apelación presentados, previas las siguientes

CONSIDERAC IONES

1.- LOS MOTIVOS DE INCONFORMIDAD

Los motivos de inconformidad planteados por los recurrentes frente al fallo de


primera instancia, se refieren fundamentalmente al monto de la condena
decretada por el Tribunal Administrativo de Antioquia, tanto por la tasación
equivocada de los perjuicios que se derivaron de la expropiación, como por no
haber sido considerados algunos de los rubros que a su juicio deben formar
parte de la indemnización expropiatoria. Por otra parte, el apoderado del
Municipio de Medellín solicita que se dicte una sentencia inhibitoria, teniendo
en cuenta que la demanda acusa graves vicios de forma que impiden la
adopción de una decisión de mérito.

Pues bien. Antes de abordar el análisis de las impugnaciones planteadas por


los recurrentes, por razones metodológicas la Sala se pronunciará inicialmente
sobre la pretensión de que se revoque la sentencia apelada, en razón de los
vicios de forma aludidos por el apoderado del Municipio.

2.- LA INEPTITUD SUSTANCIAL DE LA DEMANDA POR LA FALTA DE INDIVIDUALIZACIÓN DE

LOS ACTOS DEMANDADOS

Tal como se ha señalado en esta providencia, el apoderado del Municipio de


Medellín considera que la demanda presentada en este proceso es inepta,
por no haberse individualizado los actos administrativos demandados. Al
respecto es preciso manifestar, que a juicio de la Sala no se configura en
este caso la violación del artículo 138 del C. C. A., y por lo mismo, no hay
razón para atender la solicitud del apoderado del Municipio de Medellín en
el sentido de revocar la decisión de primera instancia para dictar en su
reemplazo una sentencia inhibitoria.

El precepto en mención, subrogado por el artículo 24 del Decreto 2304 de


1989, establece ad pedem literae lo siguiente:

Artículo 138 del C. C. A..- Individualización de las Pretensiones.


Cuando se demande la nulidad del acto se le debe individualizar con
toda precisión.

Cuando se pretendan declaraciones o condenas diferentes de la


declaración de nulidad de un acto, deberán enunciarse clara y
separadamente en la demanda.

Si el acto definitivo fue objeto de recursos en la vía gubernativa,


también deberán demandarse las decisiones que lo modifiquen o
confirmen; pero sí fue revocado, sólo procede demandar la última
decisión.

Si se alega el silencio administrativo a la demanda deberán


acompañarse las pruebas que lo demuestren.

El inciso primero del artículo que se acaba de transcribir, señala con


claridad que “Cuando se demande la nulidad del acto se le debe
individualizar con toda precisión”, lo cual significa que en el libelo debe
aparecer exactamente determinado el acto administrativo contra el cual se
dirige la demanda, y más concretamente, debe especificar cuáles son el
artículo o artículos cuya legalidad se pretende infirmar.

La demanda incoada por el antiguo propietario del predio cuya propiedad se


transfirió de manera forzada, sintetiza sus pretensiones en los siguientes
términos:

“PRETENSIONES

Con fundamento en los hechos expuestos, muy respetuosamente


solicito a los Honorables Magistrados del Tribunal, que previo el
reconocimiento de mi personería para actuar en este proceso como
apoderado de la parte demandante. (sic) Y cumplidos los trámites
del Proceso Especial Contencioso Administrativo, hacer las
siguientes o similares declaraciones y condenas:

1. Declarar la Nulidad y el Restablecimiento del derecho o


alternativamente que se modifique el valor del precio indemnizatorio,
ajustando el valor del inmueble al precio justo e incluyendo el
reconocimiento por el lucro cesante y el daño emergente causados
al Sr. Walter de Jesús Osorio Ciro.

2. Condenar al Municipio de Medellín a pagar la indexación


correspondiente, desde la fecha de la expropiación hasta la fecha
del pago total de la indemnización.
3. Reconocer el pago parcial, realizado el día 14 de febrero de 2005
por el ente accionado a la respectiva obligación.

4. Condenar a la Entidad demandada a pagar las costas del


presente proceso.”

Aunque en el aparte que se acaba de reproducir no se cumple cabalmente


con la exigencia de individualizar el acto administrativo cuya nulidad se
persigue, el Tribunal de origen, tras efectuar una interpretación integral de la
demanda radicada por el actor, entendió en su momento que la exigencia
plasmada en el artículo 138 del C.C.A. se encontraba plenamente
satisfecha. Tanto es así, que en el numeral primero de su parte decisoria se
decretó textualmente lo siguiente:

“1°- De conformidad con lo expuesto en la parte motiva de esta


sentencia SE DECLARA LA NULIDAD PARCIAL de la Resolución
No. 1069 del 23 de diciembre de 2004 y de la Resolución No.
0022 del 13 de enero de 2005, ambas expedidas por el Alcalde
de Medellín, pero sólo en lo que tiene que ver con el monto de la
indemnización reconocida por la expropiación administrativa de un
inmueble con matricula inmobiliaria No. 01-N-5146217, ubicado en la
carrera 52 por la calle 73-81, de la nomenclatura de Medellín, y que
era propiedad de WALTER DE JESÚS OSORIO CIRO.” (Negrillas

En opinión de la Sala, la inferencia realizada por el Tribunal fue la correcta,


pues la simple lectura de los hechos 18, 20 y 22 del escrito genitor del proceso,
permite entender que los actos cuya legalidad se controvierte son ciertamente
las Resoluciones 1069 del 23 de diciembre de 2004 y 0022 del 13 de enero de
2005, proferidas ambas por el Alcalde de Medellín, mediante los cuales se
determinó el monto de la indemnización expropiatoria, respecto del cual gira la
presente contienda procesal.

En ese orden de ideas, es oportuno traer a colación que dentro del propósito
de garantizar la prevalencia del derecho sustancial, el juzgador está llamado a
interpretar y analizar el texto completo de la demanda presentada, a fin de
establecer si se reúnen o no los presupuestos exigidos por la ley procesal para
la viabilidad de la acción ejercida. Por lo anterior, la Sala considera que en el
presente caso no se configura la ineptitud de la demanda por falta del
presupuesto procesal ya señalado, es decir, por no haberse indicado de
manera expresa cuáles son los actos cuya nulidad parcial se pretende, pues su
identificación se hace posible sin mayor dificultad, después de revisar ese
escrito en forma sistemática. Por lo mismo, los defectos invocados por el
apoderado del Municipio de Medellín no tienen ni la entidad ni la gravedad
suficientes como para que se profiera en este caso una decisión inhibitoria con
respecto a las pretensiones formuladas.

Si bien es cierto que la individualización de los actos demandados es una


exigencia consagrada por la ley procesal, no lo es menos que su identificación
no reviste en este caso ninguna complejidad. Además de ello ha de tenerse en
cuenta que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 228 de la Carta
Política de 1991, en las actuaciones de la justicia debe prevalecer el derecho
sustancial, a lo cual se suma el principio hermenéutico consagrado en el
artículo 4° del Código de Procedimiento Civil, en donde se establece que “…el
objeto de los procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por
la ley sustancial.”

En relación con el tema es oportuno prohijar además, en razón de su


pertinencia, la postura asumida por la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia en Sentencia del 12 de octubre de 1938 (Gaceta Judicial
N° XLVIII, 483), en donde se señaló textualmente lo que sigue:

"1. No siempre la demanda, que es la pieza fundamental del


proceso, viene revestida de la suficiente claridad y precisión. Con
todo, cuando adolece de cierta vaguedad en la relación de los
hechos o en la forma como quedaron concebidas las súplicas, le
corresponde al fallador desentrañar la pretensión o pretensiones
contenidas en el libelo, en procura de no sacrificar el derecho,
puesto que no es aceptable en el campo de la hermenéutica de la
demanda, como lo tiene sentando la doctrina de la Corte, que la
torpe expresión de las ideas pueda ser motivo valedero para
subestimar el derecho reclamado, "cuando éste alcanza a percibirse
en la intención y en la exposición de ideas del demandante"
El texto del memorial con el cual se inicia el proceso, si bien debe ajustarse a
determinados parámetros y requisitos de naturaleza formal y estructurarse de
tal manera que se concreten con precisión y claridad las pretensiones, no
puede examinarse con un criterio inflexible o con severidad desmedida, cuando
sea posible desentrañar y conocer su verdadera naturaleza e intención jurídica.
Además de lo anterior, debe tenerse en cuenta que la labor de interpretación de
la demanda no es una mera potestad sino una obligación, tal como lo ha
señalado con acierto la Corte Suprema de Justicia en los siguientes términos:

“(...) cuando la demanda genitora del proceso sea oscura, imprecisa


o vaga, gravita sobre el juzgador, no una mera potestad de
interpretarla, sino el deber de hacerlo, por supuesto dentro de los
límites establecidos en la ley con miras a precisar sus verdaderos
alcances, labor a la que sólo pueda (sic) sustraerse cuando la
confusión sea de tal magnitud que, pese a sus esfuerzos, no logre
desentrañar sus alcances sin alterar el contenido objetivo, pues es
obvio que en tal caso, en lugar de cumplir con su cometido, estaría
sustituyendo la voluntad del demandante y trocando, a su antojo, el
objeto de litigio”. (CSJ, Cas. Civil, sent. abr. 17/98. Exp. 4.680. M.P.
Jorge Antonio Castillo Rugeles).

Por las razones expuestas, la Sala considera que en el sub lite no están dadas las
condiciones para omitir un pronunciamiento de mérito. Por esa razón, no resulta
procedente atender la solicitud de la parte demandada en ese sentido.

3.- POSTURA DE LA SALA FRENTE A LAS DEMÁS IMPUGNACIONES PLANTEADAS POR LOS

RECURRENTES

En este acápite de la providencia, entra la Sala a estudiar los demás motivos


de inconformidad planteados por los apelantes, poniendo de relieve desde ya
que por haber sido recurrida la sentencia por ambas partes, no aplica en este
caso la prohibición de la no reformatio in pejus, de conformidad con lo dispuesto
en los artículos 31 inciso 2° de la Constitución Política y 357 del C. de P. C.

En aras de poder realizar en forma ordenada los análisis, se presentarán algunas


ideas liminares relacionadas con el carácter justo y pleno de las indemnizaciones
expropiatorias, para entrar luego al estudio de las objeciones planteadas por los
apelantes frente a la fijación del precio expropiatorio y a la indemnización de los
daños accesorios que hubiere producido la decisión administrativa demandada.

3.1.- Consideraciones preliminares relacionadas con el carácter justo y


pleno de las indemnizaciones expropiatorias

El artículo 58 de la Constitución Política de Colombia, garantiza la intangibilidad


de la propiedad privada y de los derechos adquiridos con arreglo a las leyes
civiles. En su inciso 4°, modificado por el Acto Legislativo Nº 1 de julio 30 de
1999, se establece sin embargo que, “Por motivos de utilidad pública o de
interés social definidos por el legislador, podrá haber expropiación mediante
sentencia judicial e indemnización previa. Ésta se fijará consultando los
intereses de la comunidad y del afectado. En los casos que determine el
legislador, dicha expropiación podrá adelantarse por vía administrativa, sujeta a
posterior acción contencioso-administrativa, incluso respecto del precio.”
(negrillas ajenas al texto)

En ese orden de ideas, cuando un particular se ve constreñido por el Estado a


transferirle una porción de su patrimonio por motivos de utilidad pública o de
interés social debidamente determinados por el legislador, tiene derecho al
pago de una indemnización de carácter reparatorio y pleno, que comprenda
tanto el valor del bien expropiado, como el que corresponda a los demás
perjuicios que se le hubieren causado, tal como lo han precisado en forma
reiterada la H. Corte Constitucional y el H. Consejo de Estado.

En ese mismo sentido, el artículo 17 de la Declaración de los Derechos del


Hombre y del Ciudadano de 1789, establece de manera tajante y asertiva que
“Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie podrá ser privado
de ella sino en caso evidente de necesidad pública, debidamente justificada y
previa una justa indemnización.” (negrillas ajenas al texto)

El Pacto de San José de Costa Rica, relativo a los derechos económicos y


sociales, que por virtud de lo dispuesto en el artículo 94 de la Constitución
Política de 1991 forma parte del llamado «bloque de constitucionalidad», prevé
igualmente en su artículo 21.2 el pago de una indemnización previa y justa que
cubra la totalidad de los perjuicios que se deriven de la transferencia forzada de
un bien de dominio privado en favor del Estado. Lo anterior significa que el
valor que se determine con esa finalidad, debe ser comprensivo de todas las
ablaciones patrimoniales causadas, de tal suerte que las mismas sean objeto
de una reparación integral. Por lo mismo, en la determinación del quantum
indemnizatorio debe tenerse especial cuidado en no rebasar, en uno u otro
sentido, la línea divisoria que marca las fronteras entre el enriquecimiento y el
menoscabo.

Como bien se puede observar, el principio general que subyace en estas


normas de rango superior, indica que los daños y perjuicios que se originen en
el acto de autoridad mediante el cual se decrete la incorporación al dominio
público de bienes de propiedad particular para satisfacer con ellos una
necesidad de interés general, presupone necesariamente la obligación a cargo
de la autoridad que ostenta la potestas expropiandi, de indemnizar plena y
previamente al afectado, con el propósito de restablecer el equilibrio roto por la
privación patrimonial a la cual es sometido de manera forzada. En otras
palabras, el hecho de que en estos casos el interés general deba prevalecer
sobre los intereses privados, no significa en modo alguno que por dicha
circunstancia queden excluidas las garantías que la Constitución reconoce en
favor del propietario, pues no puede pretenderse que éste deba asumir a título
personal un detrimento en su patrimonio, como consecuencia de la ruptura del
principio de igualdad en el reparto de las cargas públicas.

Así las cosas, la indemnización que ha de reconocerse al afectado e3n estos


casos como consecuencia de la transmisión imperativa de su derecho de
dominio, constituye un instrumento para garantizar que el perjuicio sea
transferido a todos los miembros de la colectividad y reparado de manera
integral.

Partiendo de las anteriores consideraciones, La H. Corte Constitucional,


mediante sentencia C-153 de 1994 señaló que el quantum de la expropiación
debe abarcar, además del valor del bien expropiado, el de “…los daños que
sean consecuencia directa e inmediata de la expropiación”. Y agrega: “Por todo
lo anterior, es evidente que la indemnización prevista en el artículo 58 de la
Constitución es reparatoria y debe ser plena, ya que ella debe comprender el
daño emergente y el lucro cesante que hayan sido causados al propietario cuyo
bien ha sido expropiado.” (Cursivas de la Corte ).

En esa misma línea de pensamiento, el destacado administrativista argentino


MANUEL MARÍA DÍEZ, señala que “[…] la suma a pagar debe cubrir exactamente
el daño que se irrogue al propietario, sin que éste se empobrezca ni
enriquezca, en la medida que tal resultado pueda razonablemente alcanzarse.”
(negrillas ajenas al texto).

En sintonía con la anterior apreciación, el profesor RAFAEL BIELSA comenta que


“La reparación integral debe ser justa y razonable” y continúa diciendo, “…«el
justiprecio» es el que representa y restablece el equilibrio, no, desde luego,
nominalmente, sino realmente, efectivamente.” (negrillas ajenas al texto)

Como corolario de lo expuesto, debe entenderse que la decisión de expropiar


un bien del dominio privado, comporta necesariamente la obligación de
indemnizar el daño, todo el daño y nada más que el daño, esto es, sin pecar
por exceso o por defecto, pues es claro que una indemnización que exceda los
límites de lo justo, o que resulte ser parcial o incompleta, se aparta del
postulado de justicia consagrado por el constituyente.

Así las cosas, toda indemnización que se torne írrita o injusta ocasiona un
menoscabo o desmedro económico al patrimonio de la persona afectada con la
expropiación, a quien le asiste el derecho subjetivo de ser indemnizada
conforme a la garantía constitucional ya mencionada. En caso contrario, el
asunto podrá ser objeto de acción contencioso-administrativa, puesto que ésta
es procedente respecto del precio, cuando el expropiado considere incumplido
el mandato de que la indemnización sea justa y plena.

Lo anteriormente expuesto explica el porqué el artículo 71° de la Ley 388 de


1997, en el cual se regula el proceso contencioso administrativo especial de
expropiación por vía administrativa, establecen textualmente lo siguiente en el
inciso 1° y el numeral 6°:

Artículo 71º.- Proceso contencioso administrativo. Contra la


decisión de expropiación por vía administrativa procede acción
especial contencioso-administrativa con el fin de obtener su
nulidad y el restablecimiento del derecho lesionado, o para
controvertir el precio indemnizatorio reconocido, la cual deberá
interponerse dentro de los cuatro meses calendario siguientes a la
ejecutoria de la respectiva decisión. El proceso a que da lugar dicha
acción se someterá a las siguientes reglas particulares: (Subrayado
fuera de texto)

[…]

6. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 58 de la Constitución


Política, en el proceso no podrán controvertirse los motivos de
utilidad pública o de interés social, pero sí lo relativo al precio
indemnizatorio. (Subrayado fuera de texto)

Como bien se puede observar, los dispositivos legales que se acaban de


indicar, permiten a los propietarios afectados demandar ante la justicia
administrativa el pago de los daños derivados de una expropiación por vía
administrativa, cuando quiera que el precio indemnizatorio reconocido por la
administración a título de indemnización no alcance a proporcionar una
reparación justa y plena, esto es, cuando la suma decretada no sea suficiente
para cubrir el valor comercial del inmueble y los demás daños irrogados
(Ablatio dominii), con lo cual se quiere evitar una ruptura del principio de
igualdad frente a las cargas públicas.

Por otra parte, no sobra precisar que para poder obtener la reparación de los
daños accesorios que hubieren podido consumarse con la expropiación, es
indispensable que los mismos sean ciertos y que exista necesariamente un
nexo de causalidad entre ellos y la decisión administrativa mediante la cual se
decretó la expropiación.

El carácter resarcible del daño depende fundamentalmente de la certeza de su


ocurrencia, pues es claro que las lesiones de carácter hipotético, estocástico o
contingente no pueden ser objeto de reparación o compensación. El agravio
debe estar revestido entonces de certeza para que produzca efectos jurídicos y
dé lugar al resarcimiento, pues todo aquello que constituya una simple
conjetura o una suposición no puede dar lugar a una indemnización. Lo anterior
no obsta para que se tengan como ciertos aquellos daños futuros que a pesar
de no haberse consolidado todavía, no existe ninguna duda acerca de su
advenimiento. Para que el perjuicio exista, resulta completamente indiferente
que aquél ya se haya presentado como un hecho existente en plano ontológico
o que aparezca como la prolongación cierta y directa de un estado de cosas
actual. Al fin y al cabo el daño futuro no es sino una modalidad del daño cierto,
tal como lo ha sostenido en reiteradas oportunidades la Sección Tercera de
esta Corporación.

Los anteriores comentarios llevan a señalar que los daños anejos a la pérdida
del derecho de dominio, deben ser acreditados en el proceso por quien reclama
su resarcimiento, ya sea por tratarse de lesiones ya causadas o de daños que
si bien no se han producido todavía, existe un alta probabilidad en torno a su
ocurrencia.

3.2.- Objeciones relacionadas con el valor expropiatorio del inmueble

Tal como quedó consignado en las páginas anteriores, al impugnar la decisión


dictada por el Tribunal Administrativo de Antioquia, los apelantes fundaron su
desacuerdo en la valoración que se hizo del dictamen pericial practicado en el
proceso, tanto en relación con el precio comercial del inmueble, como con el
monto de las demás indemnizaciones accesorias.

En lo que atañe al valor del bien expropiado, el apoderado del Municipio de


Medellín descalifica el dictamen rendido en el proceso, señalando que mientras
el avalúo preparado por la Subsecretaría de Catastro Municipal, se elaboró
dando estricta aplicación a lo dispuesto en la Ley 388 de 1997, en el Decreto
1420 de 1998 y en la Resolución 762 de 1998 expedida por el Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, la experticia que sirvió de sustento al fallo
apelado, se estructuró a partir de un juicio de valor totalmente desprovisto de
argumentos técnicos y sin ningún sustento probatorio.

Antes de entrar a analizar las glosas propuestas por el apoderado del


Municipio de Medellín, es necesario exponer algunas acotaciones relacionadas
con el avalúo oficial que sirvió de fundamento para la determinación del monto
de la indemnización expropiatoria, para entrar a abordar posteriormente el
análisis de los avalúos realizados tanto por el avaluador FRANCISCO OCHOA
OCHOA, obrante a folios 88 a 107 del expediente, como por MARIA ESTHER
VÉLEZ MUÑOZ, quien fuera designada como perito avaluadora por el Tribunal
Administrativo de Antioquia y cuya experticia milita a folios 271 a 284 del
cuaderno principal.

Observa esta Corporación que si bien en el avalúo elaborado por la


Subsecretaría de Catastro Municipal, obrante a folios 66 a 74 del cuaderno
principal, se anuncia que el precio del inmueble establecido por la
administración se determinó como resultado de la aplicación del “MÉTODO
COMPARATIVO DE MERCADO”, que “Consiste en deducir el precio por
comparación de transacciones, oferta y avalúos de inmuebles similares o
equiparables, previos ajustes de tiempo, conformación y localización entre
otros”, y aunque se asegura que “Se han consultado las estadísticas y avalúos
recientes y la de varios miembros afiliados a la Lonja de Propiedad Raíz de
Medellín S. A., sobre operaciones y avalúos efectuados recientemente sobre
inmuebles similares”, lo cierto es que en ninguno de los apartes de dicho
documento ni en sus anexos se señalan cuáles fueron exactamente las
operaciones inmobiliarias o los avalúos recientes que se tuvieron en cuenta
para hacer la anunciada comparación, lo cual permite concluir que contra el
justiprecio realizado por esa dependencia municipal cabrían exactamente las
mismas críticas que el apoderado del Municipio demandado formula en su
apelación contra el dictamen rendido por la perito, pues ante la ausencia de la
mencionada información, el avalúo practicado por la Subsecretaría de Catastro
Municipal también estaría desprovisto de argumentos técnicos y de apoyo
probatorio.

No obstante lo anterior, al haberse incorporado dicho valor en el texto de los


actos administrativos demandados, debe entenderse que el mismo se
encuentra amparado por la misma presunción de legalidad y de certeza que se
predica de las decisiones de la administración, lo cual admite desde luego
prueba en contrario. En tales circunstancias, el actor tiene la carga de
demostrar en el proceso que el avalúo oficial es equivocado, demostrando
precisamente su incorrección.
Hecha esta acotación, es pertinente señalar, a juicio de la Sala, que los
mismas comentarios que se acaban de realizar frente al avalúo oficial, también
pueden hacerse extensivas a los avalúos practicados tanto por el avaluador
FRANCISCO OCHOA OCHOA como por la perito MARIA ESTHER VÉLEZ
MUÑOZ, pues es evidente que uno y otro adolecen de idénticas falencias.

Así por ejemplo, en el primero de estos avalúos, el perito FRANCISCO OCHOA


O. asegura haber utilizado los siguientes métodos de valoración: el
comparativo de mercado (que consiste en determinar el valor mediante
información obtenida de transacciones, ofertas y avalúos, para predios
equiparables previos ajustes correspondientes por forma de pago, época,
forma, tamaño, topografía, estado de conservación, etc), el residual (que
consiste en simular el desarrollo de un proyecto de vivienda, presupuestando
sus ventas y costos probables y obteniendo el valor asignable al terreno por
diferencia de residuo entre ingresos y egresos) y el costo de reposición (que
consiste en determinar el costo actual de reponer o hacer algo nuevo al cual se
aplican factores de demérito o castigo, los cuales corresponden al
reconocimiento de la antigüedad, estado de conservación, uso, funcionalidad y
obsolescencia). A pesar de sus afirmaciones, no aparece en su avalúo la
constancia expresa de las comparaciones, simulaciones, cálculos y
operaciones efectuados para deducir el valor unitario del metro cuadrado. En
otras palabras, a pesar de las abundantes consideraciones expuestas en el
documento obrante a folios 88 a 107 del expediente, se advierte que ninguna
de ellas constituye una premisa suficiente que permita concluir que el valor
comercial del inmueble asciende realmente a la suma total de $347´292.000.oo
m/cte.

En relación con el avalúo practicado por la perito MARIA ESTHER VÉLEZ


MUÑOZ, se advierte que ésta se limitó a contrastar el valor indemnizatorio
determinado por el Municipio de Medellín ($251´951.500.oo, a razón de
$230.000.oo por metro cuadrado) con el valor indemnizatorio determinado por
el avaluador FRANCISCO OCHOA OCHOA ($347´292.000.oo a razón de
$300.000.oo por metro cuadrado), llegando a la conclusión no sustentada de
que el valor del inmueble ascendía realmente a la suma de $350.291.860.oo.
Como se puede observar a folios 271 a 284, el justiprecio consignado en el
dictamen no da cuenta de las razones de orden fáctico y técnico que llevaron a
la perito designada por el Tribunal a acoger los valores establecidos por
FRANCISCO OCHOA OCHOA y a descartar las conclusiones del avalúo
elaborado por la Subsecretaría de Catastro Municipal. Si bien era preciso dejar
constancia expresa de datos exhaustivos y concretos o de detalles
particularmente circunstanciados, el dictamen practicado en la primera
instancia en realidad no presenta ningún razonamiento que soporte la
determinación del justiprecio y que permita desvirtuar las conclusiones
consignadas en el avalúo oficial.

Como bien se puede constatar, la perito en mención adhirió lisa y llanamente al


avalúo del inmueble realizado por el avaluador FRANCISCO OCHOA OCHOA,
tras consultar previamente la opinión de la firma JUAN G. AGUDELO G, cuyo
representante legal, mediante oficio actuante a folio 285 del expediente, se
limita a señalar que “DE ACUERDO CON MIS CONOCIMIENTOS Y
EXPERIENCIA COMO PROFESIONAL EN EL ÁREA DE LA CONSTRUCCIÓN
(ARQUITECTO) [….] EL LOTE DE TERRENO Y EL ÁREA CONSTRUIDA:
TIENEN UN VALOR DE TRESCIENTOS CINCUENTA MILLONES
DOSCIENTOS NOVENTA Y UN MIL OCHOCIENTOS SESENTA PESOS
M.L.C.” (Las mayúsculas son propias del texto), destacándose que al hacer
dicha manifestación, tampoco aportó ningún elemento de juicio ni soporte de
orden técnico que permitiera corroborar la corrección y certeza de su dicho.

Según el criterio expresado por esta Corporación, en estos casos resulta


insuficiente la mera exposición de los resultados de las operaciones periciales
practicadas y de las deducciones extraídas por el perito, huérfanas de las
explicaciones relativas a su origen y al proceso lógico e intelectivo que ha
conducido a su obtención, omitiendo la exposición y explicación de las razones
por las cuales no es dable mantener otro criterio diferente.

Precisamente por el hecho de que tanto las partes como la autoridad judicial no
cuenten con los conocimientos especializados del perito, es de esperar que
éste revele los datos y los hitos de su discernimiento, que si bien un entendido
en la materia puede reputar elementales, un profano puede encontrarlos
inasequibles. Obsérvese que el cometido principal de cualquier experticia no es
otro que la persuasión, y esta difícilmente se logra cuando solamente se
efectúan afirmaciones o negaciones de manera apodíctica, negándole al juez y
a las partes la posibilidad de conocer los rudimentos básicos del análisis
efectuado. La labor del perito consiste precisamente en proporcionar, junto con
el fruto de su propia interpretación, los fundamentos que lo soportan, para
situar a sus destinatarios en condiciones de poder valorar la objetividad, la
razonabilidad, la coherencia y la sensatez de las conclusiones presentadas.

Teniendo cuenta las falencias que quedan expuestas y ante la imposibilidad de


dar plena credibilidad a la prueba pericial practicada en el proceso en relación
con el justiprecio del inmueble expropiado, la Sala considera, al amparo de la
sana crítica, que el actor no logró desvirtuar en el proceso la corrección del
justiprecio preparado por la Subdirección de Catastro de Medellín. Por esa
misma razón ha de concluirse que el actor tampoco logró desvirtuar la
presunción de legalidad que cobija los actos administrativos demandados que
acogieron ese justiprecio, pues al no obrar en el expediente ningún medio de
prueba que permita demostrar que el avalúo fijado por la administración fuese
incorrecto, no hay ninguna razón para decretar la nulidad parcial deprecada por
el actor en lo relativo al precio indemnizatorio.

Todo lo anterior tiene su fundamento legal en el numeral 6° del artículo 237 del C.
de P. C., en donde se dispone que "El dictamen debe ser claro, preciso y
detallado; en él se explicarán los exámenes, experimentos e investigaciones
efectuados, lo mismo que los fundamentos técnicos, científicos o artísticos de las
conclusiones". Esta disposición consagra la necesidad de explicar el porqué se
rinde el dictamen en determinado sentido, indicando las razones de orden técnico,
científico o artístico que se tuvieron en cuenta para conceptuar, a fin de que, como
ya se dijo, las partes puedan ejercer el derecho de contradicción de la prueba y el
juez, por su parte, pueda valorar la racionalidad y objetividad de las conclusiones
emitidas.

El actor tenía la carga de demostrar la incorrección del avalúo oficial y acreditar la


corrección del justiprecio presentado por quien actuó como perito en el curso de la
primera instancia, cometido que no se logró en el asunto sub examine.

Por todo lo anterior, habrá de modificarse la sentencia de primer grado, en el


sentido de revocar la condena impuesta al Municipio de Medellín en lo que tiene
que ver con el pago de las sumas pretendidas en relación con el valor
indemnizatorio del inmueble.
3.3.- Objeciones relacionadas con los demás perjuicios reclamados

En lo que concierne a la tasación de los demás perjuicios reclamados por el


actor en su calidad de anterior propietario del inmueble expropiado, la Sala
cree necesario formular previamente algunos comentarios y apreciaciones de
carácter general con respecto a las razones que fueron aducidas por el
Municipio de Medellín en la contestación de la demanda, al explicar el motivo
por el cual la administración denegó por improcedente el reconocimiento de
tales perjuicios en la vía gubernativa.

Tal como se comentó ut supra, la Subsecretaría de Catastro Municipal se


abstuvo de considerar los demás perjuicios derivados de la expropiación,
argumentando al efecto que si bien el numeral 6° del artículo 62 de la Ley 388
de 19971 se refiere al tema del daño emergente y al lucro cesante como
componentes accesorios de la indemnización, lo cierto es que ni el Decreto
1420 de 1998, ni la Resolución 762 del mismo año expedida por el Director del
Instituto Geográfico Agustín Codazzi definen una metodología para efectuar el
cálculo de dichos valores cuando se trate de una expropiación por vía
administrativa. Por lo mismo, considera la Administración Municipal que no le
es dable arrogarse la competencia para establecer y reconocer tales perjuicios.
Además de lo anterior, se alega por parte del Municipio que el artículo 67 de la
Ley 388 de 1997, limita el precio indemnizatorio al valor comercial del inmueble,
“…sin que permita incluir sumas adicionales por ningún concepto.” Al finalizar
sus argumentos, expresa la entidad demandada que “El propietario tiene la
obligación Constitucional de renunciar a su derecho de propiedad y cederla al
Estado para contribuir así a la consecución de sus fines, primordialmente a
garantizar el bienestar común.”

Las anteriores afirmaciones llevan a precisar que la circunstancia particular de


que no se haya adoptado una metodología para la valoración de aquellos
daños y perjuicios anejos a la expropiación de un inmueble por vía
administrativa, no puede servir de pretexto a la administración para desconocer

1
Artículo 62. Procedimiento para la expropiación. Se introducen las siguientes modificaciones al
procedimiento para la expropiación previsto en la Ley 9a de 1989 y en el Código de Procedimiento Civil:
[…]
6. La indemnización que decretare el juez comprenderá el daño emergente y el lucro cesante. El daño emergente
incluirá el valor del inmueble expropiado, para el cual el juez tendrá en cuenta el avalúo comercial elaborado
de conformidad con lo aquí previsto.
la obligación de indemnizar en forma justa y plena las ablaciones patrimoniales
accesorias causadas a su propietario, pues ello equivaldría a desconocer el
verdadero alcance de lo dispuesto en los artículos 34 y 58 de la Constitución
Política de Colombia, en el artículo 17 de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, y en el artículo 21.2 del Pacto de Derechos
Económicos y Sociales o Pacto de San José de Costa Rica.

Aunque es cierto que el interés particular debe ceder ante el interés general,
no puede pretenderse que los administrados puedan ser constreñidos a
soportar sacrificios especiales en su nombre, pues ello entrañaría un
desconocimiento del principio de igualdad en la distribución de las cargas
públicas. En esa línea de pensamiento, todos aquellos daños que logren
demostrarse y que hayan tenido origen en la decisión de privar a un particular
del derecho de dominio, deben ser plenamente indemnizados, siempre y
cuando exista un nexo de causalidad entre el daño inferido y la determinación
administrativa mediante la cual se ordena la expropiación.

Hechas las anteriores precisiones, entra la Sala a considerar por separado los
distintos daños cuya reparación patrimonial se pretende:

3.3.1.- Perjuicios derivados de la afectación urbanística

En lo que concierne a la pretensión de que se reconozca una indemnización


por los perjuicios derivados de la afectación urbanística decretada por el
Municipio de Medellín mediante la Resolución N° 019 del 12 de septiembre de
1974, resulta claro que el actor no puede pretender en este proceso el
restablecimiento de aquellos derechos e intereses que pudieron resultar
lesionados por la Resolución precitada, no solamente por no ser ese el acto
administrativo que se cuestiona en este proceso, sino por la inexistencia misma
de un nexo causal entre los daños reclamados por ese concepto y los actos
administrativos que decretaron la expropiación.

Amén de lo expuesto, no huelga señalar que resultaría jurídicamente


improcedente demandar el restablecimiento de unos daños que además de no
haber sido probados en el proceso, fueron ocasionados hace más de veinte
años, pues a la fecha de presentarse la demanda que dio origen al proceso, la
posibilidad de controvertir en sede contenciosa la legalidad de ese acto
administrativo de carácter particular y concreto ya había caducado. Además de
ello, es igualmente claro que ese tipo de decisiones debe ser controvertida
mediante el ejercicio de la acción ordinaria de nulidad y restablecimiento del
derecho establecida por el artículo 85 del C. C. A. y no mediante el ejercicio
acción especial de nulidad y restablecimiento del derecho regulada en el
artículo 71 de la Ley 388 de 1997.

Las anteriores razones son más que suficientes para concluir que el recurso de
apelación interpuesto por el demandante no puede ser atendido en relación
con ese punto particular, tal como quedará consignado en la parte resolutiva de
esta providencia.

Descartada como queda la posibilidad de acoger la pretensión antes aludida,


no sobra mencionar que es equivocada la mención que hace el Tribunal
Administrativo de Antioquia de las leyes 9ª de 1989 y 388 de 1997, cuando en
la parte considerativa del fallo apelado reprocha a las autoridades del
Municipio de Medellín el hecho de no haber registrado la afectación urbanística
impuesta por la Resolución N° 019 del 12 de septiembre de 1974, pues es
claro que las omisiones por las cuales se increpa a la administración, fueron
anteriores a la fecha de promulgación de tales leyes.

Por las razones que quedan consignadas, se denegará la solicitud del actor en
el sentido de condenar al Municipio de Medellín al pago de los perjuicios
reclamados por este concepto.

3.3.2.- Perjuicios derivados de la terminación de los contratos de


arrendamiento y el cierre del parqueadero

De la lectura de los testimonios obrantes a folios 244 a 265 del expediente, se


desprende que en el inmueble funcionaba efectivamente un parqueadero, en el
cual se estacionaban entre 11 y 12 buses y alrededor de 30 a 40 taxis de
propiedad del señor WALTER DE JESÚS OSORIO CIRO y algunos miembros de
su familia. Se tiene también por demostrado, que en el inmueble expropiado
funcionaban unos talleres de mecánica automotriz que prestaban sus servicios a
los vehículos anteriormente mencionados.
A pesar de tales evidencias, las pruebas allegadas al proceso, analizadas en su
conjunto, no tienen la fuerza de convicción suficiente para demostrar en forma
fehaciente que las celdas o espacios destinados al funcionamiento de tales
talleres estuviesen efectivamente arrendados al momento de decretarse la
expropiación, pues el hecho de que JAIRO ANTONIO ZAPATA afirme en su
testimonio que esos talleres eran de propiedad del señor OSORIO CIRO (folio
245) y que ROGELIO DE JESÚS HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, en estrecha
concordancia con lo anterior, asegure también que esos negocios eran de
propiedad “De don Walter Osorio y los familiares, hijos y los yernos de él” (folio
250), suscita dudas razonables en torno a las afirmaciones consignadas en la
demanda.

La Sala no desconoce desde luego que a folio 247 el testigo EBERT ALBERTO
GARCÍA, está señalando que esos negocios eran de propiedad de los
arrendatarios, pero al mismo tiempo, llama poderosamente la atención que los
testigos JAIRO ANTONIO ZAPATA y ROGELIO DE JESÚS HERNÁNDEZ
GUTIÉRREZ, si bien invocan en algunos apartes de su declaración su condición
de arrendatarios, estén reconociendo que el señor WALTER OSORIO CIRO era
su “patrón” (Ver en su orden los folios 244 y 250 del expediente), condición que no
es propia de quien funge como arrendador de un inmueble.

La Sala no desconoce tampoco que a folios 32 a 43 obran las minutas de los


contratos de arrendamiento celebrados en el mes de junio del año 2000 entre el
propietario del inmueble y los señores JAIRO ZAPATA, WILLIAM CÓRDOBA
MARTÍNEZ, EVER ALBERTO GARCÍA y ROGELIO HERNÁNDEZ. En todo caso,
resulta altamente sospechoso al amparo de la sana crítica, que a pesar de haber
transcurrido más de cinco (5) años desde su celebración y la fecha en la que se
concretó la expropiación forzosa del inmueble, el canon de arrendamiento
continuara siendo exactamente el mismo que aparece registrado en tales
contratos, esto es, la suma de $300.000.oo pesos mensuales en el caso del señor
ZAPATA y la suma de $180.000.oo pesos mensuales en los tres casos restantes,
sin que el monto de tales cánones hubiese sido objeto de reajustes a lo largo de
los años. Aparte de ello, no obra en el proceso ningún documento contable que
permita colegir la cancelación de los cánones de arrendamiento. Los anteriores
razonamientos impiden otorgar plena credibilidad a los medios de prueba antes
mencionados y, por el contrario, llevan a concluir que la existencia de los contratos
de arrendamiento y el daño causado a título de lucro cesante derivado de su
terminación, no fueron debidamente probados, circunstancia que impide condenar
al Municipio al pago de los cánones de arrendamiento dejados de percibir por
quien ostentaba la condición de propietario del inmueble expropiado.

Ahora bien. Si se examina de manera objetiva el acervo probatorio allegado al


proceso, se puede advertir que la parte actora no presentó un inventario detallado
de los vehículos de servicio público aludidos en la demanda, ni aparece
demostrada tampoco su cantidad exacta, sus especificaciones, su identificación, la
propiedad de los mismos, ni el hecho de tener asignado un parqueadero en ese
inmueble. Además de lo anterior, abundan en el proceso los vacíos y las
imprecisiones, pues si bien algunos testigos se refieren a la existencia de 11 o 12
buses --siete (7) de los cuales eran de propiedad del actor, tal como lo comenta su
hija (Fol. 262)--, el número de taxis oscilaba entre 30 y 40.

Según lo manifestado por los testigos, las rentas mensuales que dejó de percibir
por el actor por el arrendamiento de los espacios destinados al funcionamiento de
los talleres y el parqueo de los vehículos de servicio público ya mencionados,
ascienden a una suma que según su apreciación oscila entre los cuatro o cinco
millones de pesos.

A pesar de lo anterior, al pronunciar la perito su concepto sobre el monto de las


rentas que dejó de percibir el actor al producirse el cierre del parqueadero que
funcionaba en el inmueble expropiado, se concluye que el mismo tenía capacidad
para albergar 43 buses o 157 taxis, tomando esta última información para
determinar que el valor mensual de los perjuicios alcanza la suma de
$5´700.000.oo, lo cual, en realidad, no pasa de ser sino el fruto de una simple
conjetura.

Resulta inadmisible que la auxiliar de la justicia designada en este proceso, al


realizar las operaciones que se consignan en su dictamen, le haya dado plena
credibilidad a la relación de ingresos apócrifa que obra a folios 28 y 29 del
expediente, en donde se da cuenta de los diferentes ingresos mensuales
supuestamente percibidos por el demandante en la explotación del inmueble
expropiado.

Además de lo expuesto, debe tenerse en cuenta que algunos de los testimonios


recabados informan que los vehículos que estacionaban en el predio expropiado
eran de propiedad del señor Walter Osorio, de sus hijos, hermanos, esposa,
cuñados y cuñadas, circunstancia que la perito no tuvo en cuenta al momento de
cuantificar los perjuicios causados a título de lucro cesante. En efecto y como se
puede apreciar en el texto del dictamen, la señora perito se limita a presentar una
serie de cálculos y proyecciones en relación con el valor de las rentas periódicas
que en su concepto dejó de percibir el propietario del parqueadero, sin entrar a
considerar el hecho de que siendo el señor WALTER OSORIO CIRO propietario
de varios de los buses y taxis que se estacionaban allí, resulta difícil creer que él
estuviese cancelando alguna suma de dinero por estacionar tales vehículos en su
propio predio.

3.3.4.- Perjuicios derivados de la venta de los bienes depositados en el


inmueble expropiado

En cuanto concierne a la indemnización de los perjuicios que se reclaman por la


venta de los motores y la chatarra que se encontraba depositada en el inmueble
expropiado y a la cual se vio avocado el actor por el hecho de la expropiación, la
Sala comparte el criterio del Tribunal Administrativo de Antioquia, en el sentido de
señalar que al no obrar en el proceso ningún inventario de tales bienes ni
constancia alguna de las ventas realizadas, esa circunstancia torna imposible la
determinación de su existencia e impide valorar la extensión del daño.

Lo mismo se puede predicar de los aceites y repuestos que supuestamente se


suministraban en los talleres que funcionaban en el inmueble, pues no hay
evidencia alguna del listado exacto ni del valor de dicha mercancía.

A lo anterior se suma la manifestación de la señora GLADIS ESTELLA OSORIO,


hija del demandante, quien a folios 260 y 261 expresa que era ella la propietaria
de los aceites y repuestos y la encargada de suministrarlos a los vehículos de la
familia. Por esa razón, al no ser el demandante el propietario de tales bienes ni el
encargado de su comercialización, mal puede venir a reclamar en este proceso el
resarcimiento de unos daños que no padeció en forma personal y directa.

3.3.5.- Perjuicios derivados del traslado de los bienes depositados en el


inmueble expropiado
La Sala no puede acoger el cálculo efectuado por la perito y que obra a folio 280,
en relación con los gastos de traslado presuntamente asumidos por la parte
actora, los cuales fueron tasados por la perito en la suma de $6´850.000.oo, pues
se trata de un cálculo que no tiene ningún soporte en las probanzas allegadas al
expediente.

En ese mismo orden de ideas, la Sala encuentra improcedente el reconocimiento


de la indemnización que corresponde al pago de servicios varios de grúa por la
suma de un millón doscientos mil pesos ($1´200.000.oo), el cual se encuentra
soportado en la cuenta de cobro obrante a folio 143, pues ese documento no
solamente no es idóneo para demostrar que el pago de esa suma de dinero se
llevó a cabo, sino que adicionalmente en ese documento no se especifican los
lugares de origen y destino ni se precisa cuáles fueron los bienes transportados.
A ello se suma la afirmación del testigo ROGELIO DE JESÚS HERNÁNDEZ
GUTIÉRREZ, quien a folio 251 declaró que “…dos vehículos se los llevaron en
grúas, los otros sí funcionaban y los sacaron sin grúa.”

3.3.5.- Perjuicios derivados del pago de cánones de arrendamiento y tarifas


de parqueadero con posterioridad a la expropiación

En cuanto a la indemnización que se reclama por concepto de los arrendamientos


que tuvo que asumir el actor al concretarse la expropiación, esta Corporación
considera que los mismos no se encuentran debidamente probados, pues para
poder determinar si los desembolsos realizados por el actor por ese concepto se
originaron en la necesidad de asegurar el estacionamiento de esos vehículos en
otro parqueadero, ha debido demostrarse primero la existencia de los
automotores, sus especificaciones, su identidad y su propiedad, lo cual se extraña
en el acervo probatorio.

Por otra parte y tomando en consideración el hecho de que el señor OSORIO


CIRO, no era dueño de la totalidad del parque automotor que se estacionaba en el
lote expropiado, no se explica cuál es la razón por la cual los testigos aseguran
que él está pagando entre 3 y 5 millones de arriendo en otro lugar, cuando a folio
a 286 obra la certificación de TRANSPORTES ARANJUEZ – SANTA CRUZ S. A.,
del 17 de febrero de 2006, en donde se afirma que el señor OSORIO CIRO pagó
por el parqueo de mensual de 9 vehículos la suma de $675.000.oo. En todo caso,
esta última afirmación tampoco es suficiente para soportar el reconocimiento de
una indemnización, ante la ausencia de unos medios de convicción que permitan
inferir que el pago de esa suma de dinero corresponde al pago del parqueadero de
los mismos vehículos que debió trasladar el afectado al concretarse la
expropiación por vía administrativa.

Para la Sala es contradictorio que mientras la firma de TRANSPORTES


ARANJUEZ – SANTA CRUZ S. A., certifica el 17 de febrero de 2006 que el actor
pagó por el estacionamiento de nueve (9) buses la suma de $675.000.oo
mensuales (ver folio a 286), la misma empresa, mediante certificación fechada el
19 de abril de 2005 esté señalando que recibió del actor la suma de
$2´240.000.oo, por concepto del arrendamiento mensual de ocho (8) buses (ver
folio a 144).

A lo anteriormente mencionado se suma la afirmación de los hijos del actor,


obrantes a folios 253 a 263 del expediente, según la cual no todos los buses y
taxis que estacionaban en el inmueble que fue objeto de expropiación y que fueron
trasladados a otros parqueaderos, eran de propiedad de su padre, señor WALTER
DE JESÚS OSORIO CIRO, pues lo cierto es que si bien algunos eran de su
propiedad, los otros eran de propiedad de algunos miembros de su familia. En el
testimonio de GLADIS ESTELLA OSORIO GONZÁLEZ se agrega: “Los buses los
estamos guardando en un parqueadero de Seditrans y los taxis como hay de
varias personas de la familia, cada cual escogió donde le quedara mejor” (Fol.
261).

Esta Corporación tampoco puede dar credibilidad a la relación de pagos que


presenta la perito a folio 279, correspondientes a la cancelación del servicio de
parqueadero de los vehículos de propiedad del actor, por no contar con un
respaldo probatorio.

En suma, las consideraciones efectuadas hasta aquí llevarán a la Sala a revocar


la sentencia dictada por el Tribunal Administrativo de Antioquia en primera
instancia y a denegar las pretensiones de la demanda.

Por otra parte y teniendo en cuenta el proceder asumido por el Municipio de


Medellín durante el trámite de este proceso, se denegará la condena en costas,
aclarando al actor que la conducta que se debe tener en cuenta al momento de
decretar o denegar una condena de tal naturaleza, es la que se haya asumido en
el curso del proceso judicial y no el comportamiento realizado en el trámite de la
vía gubernativa.

A título de pedagogía judicial y con independencia de la situación fáctica


planteada en este proceso, la Sala considera oportuno exhortar a los
organismos y entidades del sector público que por razón de sus funciones
deben adelantar procesos de expropiación por vía administrativa, a que en el
momento de determinar las indemnizaciones expropiatorias a que hubiere
lugar, sean mucho más objetivos, explícitos y concretos en sus valoraciones,
dando a conocer a los afectados los criterios y operaciones que se aplicaron al
realizar el justiprecio de los inmuebles, por cuanto los valores que se
establezcan en cada caso particular no pueden ser el fruto de la improvisación,
el capricho y la arbitrariedad.

A juicio de la Sala no basta simplemente con anunciar en el avalúo cuál fue el


método empleado en su elaboración o con señalar que en su diseño se dio
estricta aplicación a las disposiciones de la Ley 388 de 1997, en el Decreto
1420 de 1998 y en la Resolución 762 del mismo año, pues de conformidad con
los principios de publicidad, transparencia y contradicción que gobiernan la
gestión administrativa y por razón de la lealtad debida a los administrados, las
comparaciones efectuadas deben ser explicitadas y dadas a conocer al
propietario del inmueble cuyo traspaso forzoso se pretende, quien como resulta
obvio pensar, tiene todo el derecho de saber cuáles fueron los criterios y
parámetros de comparación que se tuvieron en cuenta y cuáles las
operaciones que se realizaron para determinar el monto de la respectiva
indemnización expropiatoria. De ninguna otra manera podría el particular entrar
a controvertir un avalúo, cuando el valor asignado a cada metro cuadrado
aparezca infundada e inexplicablemente señalado por el titular de la potestas
expropiandi, sin que se conozca en el fondo de dónde se dedujo ese valor ni
cuáles fueron las negociaciones inmobiliarias, las ofertas o los avalúos
recientes que sirvieron de parámetro para realizar la mencionada comparación.

El Tribunal Supremo Español recoge esta doctrina en su Sentencia de 25 de enero de


1972 (Ar. 110), en donde se expresó lo siguiente:

La determinación de este concepto de justiprecio no es discrecional,


ni la actividad administrativa que lo señala pertenece a la esfera de
lo discrecional, sino que la fijación del valor corresponde a uno de
los conceptos que la doctrina conoce como «conceptos jurídicos
indeterminados» o normas en blanco, por lo que el legislador
autoriza o delega en la Administración para su adjetivación en cada
caso, distinto al acto discrecional por ser manifiesto que así como lo
que caracteriza a la actividad discrecional es el poder de la
Administración de elegir, sin control, una entre varias soluciones
permitidas por la Ley, igualmente válidas, en cambio, en la fijación
de un concepto jurídico indeterminado como es la fijación del
justiprecio, la Ley no autoriza que los Jurados elijan entre varios
posibles justos precios de los bienes expropiados, porque la
conformidad de la tasación con el Derecho sólo se alcanza cuando
el Jurado, por medio del juicio de estimación más adecuado,
obtiene y fija, en cada caso, el único precio que realmente sea el
justo valor de los bienes tasados, que es el único precio conforme
con la norma, por lo que es inconcuso que la resolución de los
Jurados fijando el justiprecio es un acto sometido al control de esta
jurisdicción contenciosa.

En últimas, no puede perderse de vista que los derechos e intereses en juego


son de rango constitucional y se encuentran protegidos por las normas del
derecho internacional ya mencionadas en esta providencia, razón por la cual la
privación coactiva del derecho de dominio, así responda a motivos de interés
público o interés social, no puede degenerar en la adopción de decisiones
infundadas ni dar lugar a la fijación caprichosa del valor que ha de pagarse por
cada metro cuadrado, por cuanto ello podría resultar contrario al propósito de
asegurar una indemnización “justa” y “plena”.

Al mismo tiempo, es preciso advertir que para garantizar la realización de dicho


propósito, la indemnización expropiatoria no puede limitarse simplemente al
reconocimiento del valor de reposición del inmueble, sino que debe
comprender también la reparación de todos los demás daños y perjuicios que
hubieren podido ocasionarse con esa decisión, siempre que se encuentren
debidamente acreditados en el expediente.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado en Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Primera, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,

FALLA

P R IM E R O . - REVÓCASE la sentencia de 23 de octubre de 2006, proferida


por el Tribunal Administrativo de Antioquia dentro del
Expediente N° 05001-23-31-000-2005-03509-01, mediante la
cual se decretó la nulidad parcial de las Resoluciones
números 1069 del 23 de diciembre de 2004 y 0022 del 13 de
enero de 2005, ambas expedidas por el Alcalde del Municipio
de Medellín y se condenó a esa entidad territorial al pago de
la suma de CIENTO TREINTA Y SEIS MILLONES
DOSCIENTOS CUARENTA MIL SETECIENTOS CUARENTA
PESOS M/CTE ($136´240.758.oo), la cual corresponde a las
sumas otorgadas en esa providencia a favor de WALTER DE
JESÚS OSORIO CIRO, por concepto de la diferencia en el
precio indemnizatorio derivado de la expropiación
administrativa del ubicado en la carrera 52 por la calle 13-81,
de la nomenclatura de Medellín, con matrícula inmobiliaria N°
01N-5146217, y la reparación de los demás perjuicios
accesorios pretendidos por el actor, correspondientes al daño
emergente y el lucro cesante derivados de la expropiación.

SEG U N D O . - DENIÉGANSE las demás pretensiones de los apelantes.

Ejecutoriada esta providencia, devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y CÚMPLASE.

La anterior providencia fue leída, discutida y aprobada por la Sala en su sesión


de la fecha.
MARÍA CLAUDIA ROJAS LASSO RAFAEL E. OSTAU DE LAFONT PIANETA
Presidenta

MARTHA SOFÍA SANZ TOBÓN MARCO ANTONIO VELILLA MORENO

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