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Por otra parte, no sobra precisar que para poder obtener la reparación de los
daños accesorios que hubieren podido consumarse con la expropiación, es
indispensable que los mismos sean ciertos y que exista necesariamente un
nexo de causalidad entre ellos y la decisión administrativa mediante la cual se
decretó la expropiación. El carácter resarcible del daño depende
fundamentalmente de la certeza de su ocurrencia, pues es claro que las
lesiones de carácter hipotético, estocástico o contingente no pueden ser objeto
de reparación o compensación. El agravio debe estar revestido entonces de
certeza para que produzca efectos jurídicos y dé lugar al resarcimiento, pues
todo aquello que constituya una simple conjetura o una suposición no puede
dar lugar a una indemnización. Lo anterior no obsta para que se tengan como
ciertos aquellos daños futuros que a pesar de no haberse consolidado todavía,
no existe ninguna duda acerca de su advenimiento. Para que el perjuicio exista,
resulta completamente indiferente que aquél ya se haya presentado como un
hecho existente en plano ontológico o que aparezca como la prolongación
cierta y directa de un estado de cosas actual. Al fin y al cabo el daño futuro no
es sino una modalidad del daño cierto, tal como lo ha sostenido en reiteradas
oportunidades la Sección Tercera de esta Corporación. Los anteriores
comentarios llevan a señalar que los daños anejos a la pérdida del derecho de
dominio, deben ser acreditados en el proceso por quien reclama su
resarcimiento, ya sea por tratarse de lesiones ya causadas o de daños que si
bien no se han producido todavía, existe un alta probabilidad en torno a su
ocurrencia.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION PRIMERA
1. 1. Pretensiones:
3 . - P r u eb a s
Por otro lado, reitera también que el inmueble objeto de expropiación nunca
salió del comercio, pues jamás se inscribió en la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos ninguna afectación del derecho de dominio.
Con respecto al daño emergente y al lucro cesante, se dice que esos rubros del
perjuicio jamás fueron probados de manera suficiente.
El apoderado del actor, por su parte, considera que las objeciones formuladas
por el Municipio no pueden ser atendidas, pues tal como se expresa en el
dictamen, ninguno de los inmuebles existentes en esa manzana había sido
objeto de ventas u ofertas desde hace más de 30 años. Respecto a los
perjuicios causados con ocasión de la terminación de los contratos de
arrendamiento y la asunción de gastos de traslado, asegura que a partir del 23
de diciembre del 2004, fecha en la cual se expidió la resolución expropiatoria,
dejó de percibir los cánones respectivos. Rechaza asimismo las afirmaciones
del Municipio según las cuales el predio no estaba congelado pues
precisamente la entidad territorial demandada allegó al proceso la Resolución
N° 019 del 12 de septiembre de 1974 mediante la cual se impuso dicha
afectación urbanística. Frente al hecho de no haberse registrado dicha
determinación, señala el actor que la omisión de ese trámite de registro no
hace desaparecer los perjuicios causados, pues el sólo hecho de haberse
dictado el acto administrativo impugnado produjo una afectación, ya que
restringió la posibilidad de negociar el inmueble. Finalmente, considera que el
acervo de testimonios y documentos obrantes en el expediente demuestra la
causación de los demás daños cuya indemnización se pretende.
5 . L a s e n t e n ci a r ec u r r i d a
Por otra parte, a partir de la cuenta de cobro obrante a folio 143 del expediente,
el Tribunal Administrativo de Antioquia condenó a la entidad demandada al
pago de la suma de $1'200.000.oo por concepto de servicios varios de grúa que
tuvo que asumir el demandante y que se causaron durante los meses de
febrero y marzo de 2005, con ocasión del traslado de los vehículos
inmovilizados y repuestos pesados que estaban almacenados en el predio del
demandante y que fueron transportados hasta distintos depósitos, garajes y
parqueaderos ubicados en el Barrio Buenos Aires de la ciudad de Medellín.
V . - D E C IS IÓ N
CONSIDERAC IONES
“PRETENSIONES
En ese orden de ideas, es oportuno traer a colación que dentro del propósito
de garantizar la prevalencia del derecho sustancial, el juzgador está llamado a
interpretar y analizar el texto completo de la demanda presentada, a fin de
establecer si se reúnen o no los presupuestos exigidos por la ley procesal para
la viabilidad de la acción ejercida. Por lo anterior, la Sala considera que en el
presente caso no se configura la ineptitud de la demanda por falta del
presupuesto procesal ya señalado, es decir, por no haberse indicado de
manera expresa cuáles son los actos cuya nulidad parcial se pretende, pues su
identificación se hace posible sin mayor dificultad, después de revisar ese
escrito en forma sistemática. Por lo mismo, los defectos invocados por el
apoderado del Municipio de Medellín no tienen ni la entidad ni la gravedad
suficientes como para que se profiera en este caso una decisión inhibitoria con
respecto a las pretensiones formuladas.
Por las razones expuestas, la Sala considera que en el sub lite no están dadas las
condiciones para omitir un pronunciamiento de mérito. Por esa razón, no resulta
procedente atender la solicitud de la parte demandada en ese sentido.
3.- POSTURA DE LA SALA FRENTE A LAS DEMÁS IMPUGNACIONES PLANTEADAS POR LOS
RECURRENTES
Así las cosas, toda indemnización que se torne írrita o injusta ocasiona un
menoscabo o desmedro económico al patrimonio de la persona afectada con la
expropiación, a quien le asiste el derecho subjetivo de ser indemnizada
conforme a la garantía constitucional ya mencionada. En caso contrario, el
asunto podrá ser objeto de acción contencioso-administrativa, puesto que ésta
es procedente respecto del precio, cuando el expropiado considere incumplido
el mandato de que la indemnización sea justa y plena.
[…]
Por otra parte, no sobra precisar que para poder obtener la reparación de los
daños accesorios que hubieren podido consumarse con la expropiación, es
indispensable que los mismos sean ciertos y que exista necesariamente un
nexo de causalidad entre ellos y la decisión administrativa mediante la cual se
decretó la expropiación.
Los anteriores comentarios llevan a señalar que los daños anejos a la pérdida
del derecho de dominio, deben ser acreditados en el proceso por quien reclama
su resarcimiento, ya sea por tratarse de lesiones ya causadas o de daños que
si bien no se han producido todavía, existe un alta probabilidad en torno a su
ocurrencia.
Precisamente por el hecho de que tanto las partes como la autoridad judicial no
cuenten con los conocimientos especializados del perito, es de esperar que
éste revele los datos y los hitos de su discernimiento, que si bien un entendido
en la materia puede reputar elementales, un profano puede encontrarlos
inasequibles. Obsérvese que el cometido principal de cualquier experticia no es
otro que la persuasión, y esta difícilmente se logra cuando solamente se
efectúan afirmaciones o negaciones de manera apodíctica, negándole al juez y
a las partes la posibilidad de conocer los rudimentos básicos del análisis
efectuado. La labor del perito consiste precisamente en proporcionar, junto con
el fruto de su propia interpretación, los fundamentos que lo soportan, para
situar a sus destinatarios en condiciones de poder valorar la objetividad, la
razonabilidad, la coherencia y la sensatez de las conclusiones presentadas.
Todo lo anterior tiene su fundamento legal en el numeral 6° del artículo 237 del C.
de P. C., en donde se dispone que "El dictamen debe ser claro, preciso y
detallado; en él se explicarán los exámenes, experimentos e investigaciones
efectuados, lo mismo que los fundamentos técnicos, científicos o artísticos de las
conclusiones". Esta disposición consagra la necesidad de explicar el porqué se
rinde el dictamen en determinado sentido, indicando las razones de orden técnico,
científico o artístico que se tuvieron en cuenta para conceptuar, a fin de que, como
ya se dijo, las partes puedan ejercer el derecho de contradicción de la prueba y el
juez, por su parte, pueda valorar la racionalidad y objetividad de las conclusiones
emitidas.
1
Artículo 62. Procedimiento para la expropiación. Se introducen las siguientes modificaciones al
procedimiento para la expropiación previsto en la Ley 9a de 1989 y en el Código de Procedimiento Civil:
[…]
6. La indemnización que decretare el juez comprenderá el daño emergente y el lucro cesante. El daño emergente
incluirá el valor del inmueble expropiado, para el cual el juez tendrá en cuenta el avalúo comercial elaborado
de conformidad con lo aquí previsto.
la obligación de indemnizar en forma justa y plena las ablaciones patrimoniales
accesorias causadas a su propietario, pues ello equivaldría a desconocer el
verdadero alcance de lo dispuesto en los artículos 34 y 58 de la Constitución
Política de Colombia, en el artículo 17 de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, y en el artículo 21.2 del Pacto de Derechos
Económicos y Sociales o Pacto de San José de Costa Rica.
Aunque es cierto que el interés particular debe ceder ante el interés general,
no puede pretenderse que los administrados puedan ser constreñidos a
soportar sacrificios especiales en su nombre, pues ello entrañaría un
desconocimiento del principio de igualdad en la distribución de las cargas
públicas. En esa línea de pensamiento, todos aquellos daños que logren
demostrarse y que hayan tenido origen en la decisión de privar a un particular
del derecho de dominio, deben ser plenamente indemnizados, siempre y
cuando exista un nexo de causalidad entre el daño inferido y la determinación
administrativa mediante la cual se ordena la expropiación.
Hechas las anteriores precisiones, entra la Sala a considerar por separado los
distintos daños cuya reparación patrimonial se pretende:
Las anteriores razones son más que suficientes para concluir que el recurso de
apelación interpuesto por el demandante no puede ser atendido en relación
con ese punto particular, tal como quedará consignado en la parte resolutiva de
esta providencia.
Por las razones que quedan consignadas, se denegará la solicitud del actor en
el sentido de condenar al Municipio de Medellín al pago de los perjuicios
reclamados por este concepto.
La Sala no desconoce desde luego que a folio 247 el testigo EBERT ALBERTO
GARCÍA, está señalando que esos negocios eran de propiedad de los
arrendatarios, pero al mismo tiempo, llama poderosamente la atención que los
testigos JAIRO ANTONIO ZAPATA y ROGELIO DE JESÚS HERNÁNDEZ
GUTIÉRREZ, si bien invocan en algunos apartes de su declaración su condición
de arrendatarios, estén reconociendo que el señor WALTER OSORIO CIRO era
su “patrón” (Ver en su orden los folios 244 y 250 del expediente), condición que no
es propia de quien funge como arrendador de un inmueble.
Según lo manifestado por los testigos, las rentas mensuales que dejó de percibir
por el actor por el arrendamiento de los espacios destinados al funcionamiento de
los talleres y el parqueo de los vehículos de servicio público ya mencionados,
ascienden a una suma que según su apreciación oscila entre los cuatro o cinco
millones de pesos.
FALLA