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Terror en el barrio La Macarena por explosión Detonación de artefacto explosivo deja cerca de 30

personas heridas. Alcalde asegura que atentado fue planeado para agredir a la Policía.Detona petardo
en el barrio La Macarena de Bogotá El general Jorge Nieto rechazó el "acto de barbarie". En el último
día de la temporada taurina, un artefacto de mediano poder fue detonado en una cabina telefónica en
la calle 27 con carrera 5, cerca a la Plaza de Toros La Santamaría.El Alcalde de Bogotá, Enrique
Peñalosa, descartó que el atentado tuviera relación con antitaurinos. En cambio, aseguró que fue
pensado para agredir a la Policía. Sobre las 10:30 de la mañana se registró la fuerte detonación.
Aunque las autoridades aún no dan parte oficial, la explosión habría dejado al menos otras 30 personas
heridas, entre ellas varios policías.Según fuentes de la Alcaldía de Bogotá, el Hospital Central atiende a
dos pacientes que se encontrarían en situación crítica.En imágenes: detonación de artefacto deja más
de 30 heridos en BogotáPeñalosa informó que está asegurado el perímetro que rodea la plaza de toros:
"Quienes deseen ir a la corrida pueden hacerlo con seguridad", dijo. Para las 3:00 de la tarde está
programado el inicio de la corrida."Los terroristas no nos van a intimidar. Y vamos a hacer todo lo que
sea necesario para capturarlos", dijo. También confirmó que a las 2 de la tarde está citado un consejo
de seguridad para estudiar este y otros hechos registrados en los últimos días en Bogotá.

En su nuevo libro, la médica bioenergética Elsa Lucía Arango enseña cómo sobrellevar el duelo e
integrar la idea de la muerte en la vida cotidiana. Sorprendentemente, esto ayuda a vivir mejor.Vida y
muerte: método para superar el duelo Ayudar a morir bien no es solo aplicar morfina, sino procurar
que el paciente cierre sus ciclos y haga ese tránsito sin tanta ansiedad. Eso piensa Elsa Lucía Arango,
médica energética y autora del ‘best seller’ ‘Experiencias con el Cielo’ y de ‘Mundos invisibles’. A la
gente le cuesta aceptar la muerte, tanto la propia como la de sus seres queridos y por eso cree que
mágicamente a ellos no les llegará. La raíz de esa negación radica en la cultura occidental, que ha
fomentado tanto el miedo a morir que muchos no se permiten hablar de ello porque “eso puede atraer
la muerte”. Lo dice Elsa Lucía Arango, médica alternativa con más de 30 años de experiencia, que lanzó
esta semana el libro Mundos invisibles, donde habla del duelo y otros temas relacionados.Sostiene la
experta que ni siquiera al enfermo terminal se le permite hablar del asunto y se le calla con frases
como ‘no hables de eso’, ‘tú te vas a mejorar’. No aceptar esa experiencia natural es como “si a una
mujer que va a dar a luz no se le permitiera hablar de su miedo al parto o no se le dejara preguntar qué
puede esperar de eso”, dice la autora del libro, una especie de segunda parte de Experiencias con el
cielo, que ha vendido ya más de 22.000 ejemplares. Con ambos, Arango pretende ayudar tanto a los
que han sufrido un duelo como a quienes se preparan para morir.De hecho, muchos de sus pacientes
llegan a su consultorio con síntomas físicos como cansancio, opresión en el pecho o problemas del
colon. En realidad son personas que han sufrido la pérdida de alguien cercano. La muerte enferma, dice
ella, porque se trata de una experiencia que “rompe” a cualquiera. “Pierden parte de sí porque los
seres humanos se apoyan en los demás para vivir”, explica. De esta forma extrañan a esa persona que
era un pilar en su vida y el duelo es, entre otras cosas, “aprender a reemplazarla”. Esto no significa salir
a conseguir a alguien parecido, sino suplir las funciones que ese ser querido tenía en su vida: si le daba
el sustento económico, le tocará aprender a valerse por sí mismo; si hacía las labores de la casa, habrá
que asumirlas. Muchos, los más resilientes, lo resuelven fácilmente, pero otros deben aprender a sanar
su corazón. Esto implica seguir amando al que se fue de otra manera y asumir esos nuevos roles ante
su ausencia. También ayuda entender de qué se trata este proceso pues si la gente “comprende que
todos nos vamos a ir, lo acepta y puede resolver sus traumas y su duelo”.Arango dice que el
conocimiento sobre este proceso ha avanzado gracias a las experiencias cercanas a la muerte que
millones de personas han tenido en el mundo. “Pim Van Lommel, un cardiólogo holandés que no creía
en esto, encontró que sus pacientes habían tenido ese tipo de vivencia: veían un túnel, una luz, una
sensación de amor y un lugar con estructura. Al volver sentían depresión porque regresan a este
mundo hostil. Cuando todos dicen lo mismo no lo están inventando”. Además, sabe por experiencia
que la gente se sigue comunicando desde ese otro plano con los vivos. “Cuando la gente sabe esto
vuelven a hablar con ellos, sacan las fotos, les abren espacio en su casa y se ven más contentos”, dice.
Saber todo eso consuela, pero no sana el duelo. “Uno tiene que aceptar esa muerte y resolver sus
temas personales ante esa pérdida”.Teniendo en cuenta que el duelo rompe las barreras del
subconsciente, que se encarga de los instintos, anhelos y emociones, la persona está mucho más
sensible al dolor, la tristeza y la rabia, y por eso hay que ayudarle. Sus familiares y amigos pueden
hacerlo con paciencia o compañía en tareas elementales como hacer el mercado, recoger a los niños
del colegio “o simplemente dejándolos llorar”.Pero no todos llegan a su consultorio por la muerte de
un ser querido. Otros lo hacen porque están enfermos y quieren que los ayude a morir bien. Arango
señala que estas personas llegan con mucha angustia porque “no han cerrado ciclos o no han pedido
perdón o simplemente no han hecho un testamento. Aunque son espirituales, a algunos su fe no les
alcanza, y si bien se van en paz, lo hacen con apegos fuertes y temores de dejar a sus hijos. En realidad
a todos nos va a tocar morir y dejar las cosas aquí”.Los casos de muerte inesperada son más dolorosos
porque no permiten ese duelo anticipatorio. Es común que una persona tenga un altercado con un ser
querido precisamente el día en que este muere. Arango les dice que cuando hay lazos de amor esos
vínculos no se cortan y aún después de la muerte es posible aclarar cosas y perdonar o pedir perdón.
“La gente puede lamentar en silencio que en ese preciso día hayan tenido esa discusión o perdonar al
fallecido si fue quien agredió al doliente”.Nadie quiere morir lejos de sus seres queridos ni con dolor.
Todos esperan tener una transición suave, pero nadie puede escoger esa experiencia. Muchas personas
mueren en hospitales, en salas de cuidados intensivos, sin ningún familiar a su lado. Esto sucede
porque a los médicos antes se les enseñaba a defender la vida, pero no a ayudar a bien morir. Por
fortuna, dice Arango, ellos se han dado cuenta de esta situación y “ahora permiten entrar a los más
allegados a estas unidades porque morir es traumático y es mejor estar acompañado”. Además hoy es
posible decidir el momento final mediante la eutanasia, cuando no hay calidad de vida ni ninguna
mejoría a la vista. Ahora más expertos en cuidados paliativos se ocupan de acompañar a la gente en
ese paso. “Pero no es solo ponerle morfina, sino mucho más. En Colombia no somos muchos y no
damos abasto”.Pero la gente sí puede escoger cómo vivir bien. En Oriente, donde se permite hablar del
tema, las personas aprenden a morir porque creen que “eso ayuda a un mejor tránsito a otra vida”.
Según Arango asumir la certeza de la muerte, además, ayuda a disfrutar el día, a estar en paz y a ser
más feliz. Esto no significa no tener dificultades porque los retos y los problemas hacen parte de la
vida, sino actuar con bondad, compasión y honestidad. “Las personas que viven bien están conectadas
con su alma y un alma buena es aquella consciente de los valores básicos que deben guiar a un ser
humano bondadoso”. Se trata de experiencias naturales de la vida que deberían estar más presentes
en la cotidianidad. Pues como ella dice, “si aprende a hablar de la muerte la gente se libera de muchos
temores y vive la vida con mayor tranquilidad”.

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