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Máster Executive en Gestión Bancaria 2003
Área II: Gestión de Carteras y Riesgos
Módulo: Gestión de Carteras
UD1: Teoría de Carteras: Binomio Rentabilidad-Riesgo
UNIDAD DIDÁCTICA 1
1.1. INTRODUCCIÓN......................................................................................................................... 3
1.2. INDICADORES DE RENTABILIDAD Y RIESGO.....................................................................3
1.2.1. MEDIDAS Y FUENTES DE RENTABILIDAD........................................................................................................3
1.2.2. PRINCIPALES INDICADORES DE RIESGO..........................................................................................................3
1.3. CONSTRUCCIÓN Y SELECCIÓN DE CARTERAS ÓPTIMAS..............................................3
1.3.1. INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................................3
1.3.2. EL ENFOQUE MEDIA-VARIANZA......................................................................................................................3
1.3.3. RIESGO SISTEMÁTICO Y RIESGO ESPECÍFICO..................................................................................................3
1.3.4. CARTERAS ÓPTIMAS DE ACTIVOS CON RIESGO Y SIN RIESGO...........................................................................3
1.3.5. CONSIDERACIONES FINALES..........................................................................................................................3
1.4. EL COMPORTAMIENTO EMPÍRICO DE LOS ACTIVOS.....................................................3
1.4.1. CLASES DE ACTIVOS Y HORIZONTES DE INVERSIÓN.........................................................................................3
1.4.2. ÁREAS GEOGRÁFICAS....................................................................................................................................3
1.4.3. SECTORES BURSÁTILES..................................................................................................................................3
1.5. Resumen.................................................................................................................................. 3
1.1. INTRODUCCIÓN
A la luz de los datos de ahorro de los últimos años, parece un aspecto totalmente aceptado
entre los ahorradores españoles la necesidad, y preferencia, de invertir en productos
con riesgo para acceder a rentabilidades esperadas por encima de las referencias carentes
de riesgo, tales como las letras del tesoro o los depósitos bancarios tradicionales. Resulta,
además, que esta tendencia se va a reforzar durante los próximos años de una forma
gradual.
Para comenzar, resulta interesante hacer una breve revisión del proceso integral de gestión
de carteras, situar los temas que en esta unidad se desarrollarán en las distintas partes de
ese proceso y evaluar su importancia para el conjunto.
EL CLIENTE Y LA CARTERA
Objetivos Restricciones Preferencias
SELECCIÓN DE INVERSIONES
Modelos Tácticas Estilos
EJECUCIÓN ÓPTIMA
Costes Recomposición Condicionantes
Conviene, antes de continuar, hacer una mención especial a la importancia que ostenta la
asignación estratégica de activos —el segundo paso del proceso, al que se dedica
básicamente esta unidad—. Para ello, sólo es necesario resaltar que los porcentajes
genéricos que se destinan a renta variable, renta fija y liquidez —por ejemplo, bolsa 50%,
bonos 40% y liquidez 10%— explican más del 90% de la rentabilidad obtenida en cada
período y las variaciones de uno a otro. Asimismo, esa misma composición responde
directamente a los objetivos y restricciones de la cartera y maximiza la probabilidad de
alcanzar el objetivo marcado.
Escuela de Finanzas Aplicadas, 2003. Todos los derechos reservados. 4
Máster Executive en Gestión Bancaria 2003
Área II: Gestión de Carteras y Riesgos
Módulo: Gestión de Carteras
UD1: Teoría de Carteras: Binomio Rentabilidad-Riesgo
Pero, ¿cuál es la rentabilidad o el activo sin riesgo? y ¿de dónde proviene esa ausencia de
riesgo?. Tradicionalmente, se asigna la característica de activo sin riesgo a las Letras del
Tesoro, por ser un instrumento de financiación a corto plazo emitido por un agente sin
riesgo de crédito o impago (“el Estado paga siempre”) o al menos con una calidad crediticia
superior claramente al resto de emisores, el tipo de interés (rentabilidad) a recibir es
conocido de antemano si se mantiene hasta vencimiento, y en cualquier caso la evolución
de su precio es altamente estable.
En los último tiempos, por reforzar aún más las características de activo sin riesgo se ha
comenzado a utilizar la rentabilidad de los repos sobre valores del Tesoro como
referencia, en tanto en cuanto presentan un plazo hasta vencimiento generalmente más
Aunque por el momento sea sólo de forma intuitiva, parece razonable convenir que a otras
alternativas de inversión se les exigirá que “ofrezcan” como mínimo esa rentabilidad para ser
consideradas a la hora de formar parte de una cartera de inversión. Sin embargo, la
rentabilidad de las Letras del Tesoro, de los repos sobre Deuda Pública y, en general,
los tipos de interés a corto plazo —como, por ejemplo, el tipo de interés de referencia del
banco central— no son fijos. Éstos evolucionan al alza o a la baja en función de la oferta de
fondos de los ahorradores y de la demanda de financiación de las empresas —que
dependen en gran medida de la coyuntura económica, pero también de la política fiscal,
entre otros— y, por supuesto, de las decisiones de política monetaria que en cada entorno
decida tomar el banco central.
Hay muchos motivos por los que un activo se considera “arriesgado” y cuantos más acumule
más “arriesgado” será. Por ejemplo, generalmente pensaremos que es mucho menos
seguro comprar un bono a 15 años de una empresa pequeña que no se negocie en un
mercado no organizado que la adquisición de una Letras del Tesoro Público a 1 año. Y
ciertamente lo es, ya que hay tres importantes fuentes de riesgo (incertidumbre): (1) el
elevado plazo de la inversión, (2) la menor calidad crediticia del emisor y (3) la menor
liquidez del título.
Así, el emisor del bono del ejemplo probablemente ofrecerá un tipo de interés más elevado
al de las Letras a 1 año y la Deuda Pública —que tiene mayor calidad crediticia y liquidez—.
Por su parte, si analizamos las acciones es fácil convenir que, en términos generales, son
todavía más arriesgadas, ya que no tienen un plazo de vencimiento determinado y de los
futuros cobros —dividendos— ni se conoce de antemano la cuantía ni la fecha de cobro, y
están más directamente relacionados con la salud económico-financiera de la compañía.
Como vemos, son múltiples las razones o fuentes del riesgo que llevan a demandar
rentabilidades superiores a las del activo sin riesgo. Estos diferenciales de rentabilidad
positivos, conocidos como primas de riesgo o excesos de rentabilidad, son observables en
los mercados analizando el comportamiento histórico de los activos. En todo caso, es
necesario decir que a corto plazo y bajo determinadas circunstancias coyunturales pueden
observarse desviaciones notables; excesos de rentabilidad negativos. Y es que, las primas
Quizá acostumbrados por la mayor utilización de fondos o carteras de inversión, en los que
no ha habido ni suscripciones ni reembolsos durante el período objeto de análisis, se ha
venido simplificando el cálculo de la rentabilidad considerando sólo la diferencia entre el
valor al inicio y al final del período. En estos casos, este procedimiento es totalmente
correcto.
• L a r e n t a b i l i d a d d e u n t í t u l o i e n u n p e r i o d o t ( R i,t) s e d e f i n e c o m o :
P i, t D i, t P i, t 1 P i, t D i, t
R i,t 1
P i,t 1 P i, t 1
– R i,t = R e n t a b i l i d a d s i m p l e d e l v a l o r i e n e l p e r i o d o t ( d e s d e t - 1 )
– D i,t = V a l o r e n t d e l o s D i v i d e n d o s , d e r e c h o s y d e m á s r e n t a s p e r c i b i d a s
e n tre (t-1 ) y t.
– P i,t = P r e c i o d e l a c t i v o i e n t — p r e c i o f i n a l —
– P i, t-1 = P r e c i o d e l a c t i v o i e n ( t - 1 ) — p r e c i o i n i c i a l —
En el caso de los activos de renta fija —por ejemplo, bonos con pago de cupones periódico
—, dado el elevado peso que sobre el precio pueden llegar a tener los intereses recibidos,
es especialmente relevante tenerlos en cuenta, y su reinversión, a la hora de calcular la
rentabilidad total. En este caso, y en los anteriores, recordamos que todos los flujos, y los
precios de los activos, deben convertirse siempre a la moneda de referencia del cliente o de
la cartera.
Así, podemos situar las fuentes del riesgo en el incumplimiento o cambio de las hipótesis
que los inversores realizamos para estimar la rentabilidad esperada de los distintos activos.
Dichas hipótesis, generalmente, se realizan sobre variables económicas, financieras o de
mercado desde un punto de vista racional e intuitivo y que, con todo lógica, afectan de forma
diferente a activos bursátiles, de renta fija o liquidez.
tolerables.
Como podemos ver, no está de más conocer y utilizar las fuentes de riesgo
para la toma de decisiones. Sin embargo, a efectos operativos nos
centraremos en la definición de los principales indicadores de riesgo, como
buenas medidas en las que se traducen esas fuentes de riesgo.
RENTABILIDAD
MEDIA 16 8,3
Por el momento, hemos detectado que el fondo 1 parece más arriesgado que cualquiera de
las otras dos opciones. Sin embargo, necesitamos cuantificarlo de manera más formal, que
nos facilite la comparación y sirva, además, para aplicar metodologías rigurosas de
construcción de carteras en un futuro.
n
• Varianza =
2 ( R - R ) t
2
t 1
n
• Desviación típica = VAR
(Rt - Rmedia)
Rmedia) = Mide la desviación de la rentabilidad (Rt) respecto
a la Rentabilidad media
(Rt - Rmedia)2 = Se toma la desviación al cuadrado para que
desviaciones positivas y negativas no se compensen y se anulen.
(Rt - Rmedia)2 = Suma de desviaciones al cuadrado
(1/n) * (Rt - Rmedia)2 = Desviación media de las rentabilidades
50
40
40
30
%
20
R MEDIA =16% 15 R MEDIA =8,3% R MEDIA =6%
10
10 8 8
6
4
2
0
-2
-10
FONDO 1 FONDO 2 FONDO 3
1999
996 1997
2000 1998
2001
FONDO 1
FONDO 3
•VAR: 21 = 1/3 * [ (40 -16)2 + (10-16) 2 + (-2-16) 2 ] = 312
•VAR: 23 = 1/3 * [ (8 -6)2 + (6-6)2 + (4-6)2 ] = 2,7
•DESV. TIPICA: 1 = (312) 1/2= 17,7
•DESV. TIPICA: 3 = (2,7) 1/2= 1,6
FONDO 2
•VAR: 22 = 1/3 * [ (15 -8,3) 2 + (8-8,3) 2 + (2-8,3) 2 ] = 28,2
•DESV. TIPICA: 2 = (28,2) 1/2= 5,3
Como podemos observar, la desviación típica del fondo 1 es mucho mayor que las de los
otros dos fondos. Si invertimos en el fondo 3 es bastante razonable pensar que
alcanzaremos una rentabilidad del 6% anual sin incurrir excesivamente en el riesgo de
desviarnos. Sin embargo, no podemos decir lo mismo del fondo 1, ya que podemos registrar
años con un comportamiento muy desfavorable, en gran medida aleatorio y difícilmente
predecible. En este sentido, si suponemos que las rentabilidades de los activos financieros
se comportan de una forma muy parecida a la de una distribución normal, algo ampliamente
aceptado por el sector, conociendo la desviación típica también podemos delimitar los
intervalos, y con qué probabilidad, dentro de los que se van a situar las rentabilidades. Es
tan sencillo como sumar y restar a la media esperada R 1 o varias desviaciones típicas.
0,45 Probabilidad
0,4
0,35
0,3
0,25
0,2
0,15
0,1
0,05
0
-6 -4 -2 0 2 4 6
R ±1: 68%probabilidad
R ±2: 95%probabilidad
R ±3: 99%probabilidad
Rango de Rentabilidades
Inconvenientes
Asimismo, la volatilidad como muchos otros indicadores del comportamiento de los activos
no es constante y varía en el tiempo. Especialmente, reseñable es su comportamiento en
coyunturas bajistas de los mercados, en las que por norma general suele aumentar
significativamente.
Quizá, de todos los inconvenientes mencionados el que más deberíamos tratar de minimizar
es la simetría, ya que los clientes particulares muestran objetivos y restricciones de forma
intuitiva de tipo asimétrico. Es habitual definir objetivos como alcanzar una rentabilidad
media anual del 7%, pero sin incurrir ningún año en pérdidas, o no alcanzar una rentabilidad
del 3% todos los años. Otro tipo de restricciones pueden ser de valor, es decir, no alcanzar
un determinado valor en el horizonte de inversión, para devolver un determinado pasivo, o
atender a la adquisición de una vivienda.
Pues bien, este tipo de información cada vez está siendo más utilizado por gestores y
analistas, por lo que empieza a ser algo más disponible. Si disponemos de las series de
datos históricas de rentabilidades y de una hoja de cálculo estándar es sencillo calcularlas.
Una de las que se comenzó a investigar en un primer momento, desde el mundo académico
especialmente, y a utilizar más habitualmente entre los profesionales fue la semivarianza
negativa. Esta medida no es más que calcular la desviación típica de las rentabilidades pero
considerando sólo las desviaciones negativas. De tal manera, se define mucho mejor la
incertidumbre y su magnitud implícita en el lado perjudicial para el inversor. Asimismo, se
pueden calcular las desviaciones no contra la media observada —como en la definición
estándar de la desviación típica—, sino contra una referencia diferente, por ejemplo 0 y
considerar sólo las pérdidas.
Por otra parte, entre las más interesantes para clientes particulares se encuentran: el nº de
meses negativos al año posibles, el nº de años posibles de rentabilidad negativa hasta el
horizonte, la magnitud máxima de dichas pérdidas, la magnitud media, el mínimo valor que
puede tener la cartera en el horizonte de inversión, la rentabilidad mínima media esperada
para el conjunto de años en el peor de los casos, etc.
Todas estas medidas se aproximan razonablemente bien realizando los cálculos sobre las
series históricas y se muestran como una ayuda inestimable para mejorar el proceso de
asignación de recomendaciones al cliente y su comprensión. Su utilización, en cualquier
caso, es plenamente consistente con la utilización de la desviación típica o volatilidad, ya
que hay una relación directa entre dicho estadístico y los valores de estos otros indicadores
de riesgo.
Correlaciónnegativa Correlaciónpositiva
V a lo r d e l a c t iv o
V a lo r d e l a c tiv o
2
5 3
0
2
5
2
0
2
0
1
5
1
5
1
0
1
0
5 5
Ac
tiv
o1 Activ
o1
Ac
tiv
o2 Activ
o2
0 0
t t+
1 t+
2 t+
3 t t+
1 t+
2 t+
3
Pe
rio
do Pe
riodo
1.3.1. Introducción
En este sentido, resulta indispensable la mayor calidad de dichos parámetros, dado que por
muy sofisticados que sean los métodos, cuantitativos o no, que utilicemos en el proceso de
optimización, si los parámetros con los que “jugarán” se muestran significativamente
erróneos, la solución se alejará mucho de lo esperado.
Proporcionar carteras en las que los incrementos de rentabilidad sean mayores a los
incrementos de riesgo, o bien las reducciones de rentabilidad esperada sean
menores a las caídas de los niveles de riesgo.
Antes de comenzar con los distintos enfoques de construcción de carteras óptimas, vamos a
revisar un ejemplo muy utilizado en la literatura para poner de manifiesto las virtudes de la
diversificación de las inversiones.
Sitúese el lector en una isla cuya economía cuenta sólo con dos empresas,
una dedicada a la comercialización de crema bronceadora y la otra a la
comercialización de paraguas y que, por tanto, la inversión en acciones de
una u otra compañía son las únicas opciones disponibles para un ahorrador.
Sabemos, también, que la rentabilidad de dichas inversiones es:
Fondos emp.
emp. Paraguas Fondos emp.
emp. Bronceadores
Mes de lluvia R= 50% R= -25%
Mes de sol R= -25% R = 50%
R(sol) = 100 euros * 50% +100 euros * (-25%) = 25 euros (12,5% de 200 euros)
R(lluvia) = 100 euros * (-25%) +100 euros * (50%) = 25 euros (12,5% de 200 euros)
Todos estos parámetros necesarios, que recogen el comportamiento de los precios de los
activos, es posible definirlos o estimarlos mediante la aplicación de diversas metodologías.
Por un lado, todas las técnicas de análisis de valores a nuestra disposición, la utilización de
modelos de previsión o simulación, o la introducción de sus registros históricos, método
sencillo que funciona especialmente bien para las clases de activos básicas en horizontes
de inversión a largo plazo.
Como ocurre con los activos individuales, para caracterizar la idoneidad de una determinada
cartera necesitamos conocer su binomio de rentabilidad-riesgo esperado. Sin embargo, para
el cálculo de los parámetros de rentabilidad esperada y volatilidad de la cartera
necesitamos más información que para los activos individuales. Como hemos mencionado
anteriormente, además de contar con la rentabilidad y volatilidad esperadas para los
diferentes activos que forman parte de la misma, tenemos que conocer en qué
proporción componen la cartera y cuáles son las interrelaciones entre dichos activos, es
decir, su correlación o covarianza. Así:
Rp=w1 R1 +w2 R2
en donde
w1 =Peso del activo 1 en la cartera (en %)
w2 = Peso del activo 2 en la cartera (en %) ; con w1 +w2 =1
E(R) =Rentabilidad esperada
Así, ya vemos que los tres factores que van a determinar el riesgo total
de una cartera serán: el peso de los diferentes activos, la varianza o
desviación típica de los mismos y su covarianza o coeficiente de
correlación. De forma diferencial con respecto a la rentabilidad, la
volatilidad —varianza o desviación típica— de la cartera no será la media o
suma ponderada de la volatilidad de los activos que la componen, sino que
será menor por los efectos de la covarianza o correlación imperfecta, que
por norma general se observa entre los activos. Es precisamente aquí
donde se materializan las ganancias por diversificación.
A efectos de selección o construcción de una cartera óptima para un inversor bajo enfoque
media-varianza, debemos introducir todavía dos conceptos básicos. Por un lado, el de
cartera eficiente en términos de rentabilidad-riesgo y, por otro, el de frontera eficiente
del conjunto de posibilidades.
E[R]
Cartera 3
Cartera1
(eficiente) Mayor riesgo para
E[R3] E[R1] el mismo nivel de
rentabilidad
E[R4] E[R2]
Cartera 2 Cartera 4
Menor rentabilidad
para el mismo nivel Mayor riesgo
de riesgo y menor rentabilidad
2 1
3 4
En el gráfico se han situado diferentes carteras, para las que se presenta su
rentabilidad esperada en el eje Y y su riesgo esperado —desviación típica—
en el eje X. Como se puede apreciar, la Cartera 3 es eficiente frente a las
demás, ya que la Cartera 1 tiene mayor riesgo para un mismo nivel de
rentabilidad esperada, la número 4 tiene menor rentabilidad esperada y
mayor riesgo y la Cartera 2 presenta una menor rentabilidad esperada para
el mismo nivel de riesgo.
Carteras eficientes
E[R]
C Frontera
B
A x Eficiente
x x x x x
x x xx x x x x
x xx x Conjunto
x x x xx x xx x Factible
xx x x
x x x x
x x x x x
x Carteras x
MVP
Cartera de Mínima
ineficientes
Varianza
0 1 2 3
Pero, ¿cómo se materializan los objetivos y restricciones del inversor?, es decir, ¿cómo se
elige de entre todas las carteras de la frontera eficiente la óptima para el cliente?. En
primer lugar, es necesario definir dichos objetivos y restricciones de una forma
económicamente consistente. La teoría económica instrumenta las preferencias de los
inversores en forma de curvas de utilidad, en el caso que nos ocupa cuadráticas. Esto
quiere decir que un inversor racional obtendrá una determinada utilidad o satisfacción,
requiriendo una determinada rentabilidad esperada para el riesgo asumido, y que cuanto
mayor sea el riesgo a asumir mayor será la rentabilidad esperada de forma creciente.
A partir de determinados niveles de riesgo, por una unidad adicional de volatilidad asumida,
la rentabilidad esperada deberá crecer mucho más. La utilidad o satisfacción que obtiene
cada el cliente para cada combinación de rentabilidad y riesgo recogidas en la curva es la
misma. Por este motivo, también nos referimos a ellas como curvas de indiferencia, ya que
la selección de cualquiera de las combinaciones es indiferente y proporciona la misma
satisfacción. En los gráficos inferiores, podemos observar la forma de la curva de utilidad
(U) donde se recoge el grado de aversión al riesgo, cuya tolerancia máxima tiene un límite
(la curva no crece hacia la derecha continuamente). Asimismo, para diferentes inversores o
bien diferentes grados de satisfacción se observan diferentes curvas de utilidad que, con la
misma forma, según se desplazan hacia la izquierda —mayor rentabilidad y menor riesgo—
dichas combinaciones de rentabilidad y riesgo generan una mayor satisfacción.
E
[R] E
[R] P
refe
ren c
ias U1
U del
inv
ersor B U 2
A
ccio
nes E
[R]
B
U3
E
[RA]=2
5% A
E
[RA]
R
f=5
%
L
etra
sdel Ma
yorrenta
bilid
ad
Teso
ro Me
norrie
s g
o
0 =2
0% 0
E[R] Curvas de
Cartera optima indiferencia
Frontera
Eficiente
0
Gráficamente, se obtiene esa cartera óptima, que se corresponde con un
binomio de rentabilidad-riesgo que reporta más satisfacción que cualquiera
de los puntos de corte de la curva de indiferencia inferior. Dicha cartera
tiene una determinada composición de activos que es la recomendada
para el cliente.
12.5
Rentabilidad
12
11.5 Activo 2
11 =-1
10.5 =-0,5 =0 =0,5 =1
10
9.5 Activo 1
0 0.5 1 1.5 2 2.5 3 3.5
Riesgo
Enfoque 1:
Función Objetivo: Maximizar E(Rp)
Sujeto a:
- i ≥ 0
- i = 1
Sabiendo que:
E(Rp) = i*E(Ri)
p = (2i * 2i + i * j * Cij)1/2
Donde:
Enfoque 2:
- i ≥ 0
- i = 1
Sabiendo que:
E(Rp) = i*E(Ri)
p = (2i * 2i + i * j * Cij)1/2
Donde:
El problema de optimización a resolver, planteado con sus dos enfoques básicos, está
fundamentado en los desarrollos iniciales de la moderna teoría de carteras, utilizando los
parámetros de rentabilidad y riesgo definidos en los primeros trabajos. En cualquier caso, se
trata de definiciones plenamente consistentes con la racionalidad económica, así como con
el proceso de selección del inversor formalizado a través de las curvas de utilidad.
Sin embargo, es especialmente útil verlo desde el punto de vista de cómo se plantea el
problema a resolver, siempre estableciendo una relación entre la rentabilidad y el riesgo. En
este sentido, ¿por qué no podemos utilizar otras definiciones de rentabilidad y riesgo y
personalizar el enfoque de optimización?. Por supuesto, que podemos y, de hecho, cada
vez son más los asesores que intentar personalizar el enfoque de optimización en función
de las características de sus clientes.
Otras opciones muy útiles se encuentran sobre todo en modificar la definición de riesgo o
introducir otras definiciones de riesgo, y sus correspondientes restricciones y objetivos de
minimización. En concreto, podemos utilizar aquellas medidas que revisábamos en el
apartado de indicadores de riesgo personalizados y que se centran más en recoger el
riesgo de pérdida. Así, la semivarianza negativa, la probabilidad un determinado número de
meses o de años, la magnitud máxima o media de dichas pérdidas, la probabilidad de no
alcanzar una rentabilidad mínima durante todos los años de inversión, el valor máximo que
se puede llegar a perder durante un plazo bajo una determinada probabilidad, etc. pueden
definir mucho mejor el riesgo para un cliente.
Por otra parte, cuando se comenzaron a desarrollar estas teorías de gestión de carteras, la
capacidad de los recursos informáticos era ciertamente limitada. Todos estos motivos,
llevaron a los investigadores —el también Nóbel William Sharpe, Lintner, Mossin, Treynor,
Fama y Black, entre otros— a desarrollar metodologías que, sustentadas en los mismos
principios y esquemas de decisión, facilitasen enormemente la tarea. En este sentido, se
desarrolló el modelo de mercado y, posteriormente, el CAPM —Capital Asset Pricing
Model, Modelo de valoración de activos de capital o financieros—, los cuales se
sustentan en la división del riesgo de los títulos en riesgo sistemático y específico, y
en el coeficiente Beta.
R i = i + i Rm + i
Donde
4
Linea Característica
del Título
3
-1
-2
-3
-4
-5
-22 -20 -18 -16 -14 -12 -10 -8 -6 -4 -2 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18
La rentabilidad del activo i se compone, en primer lugar, de un porcentaje alfa ( i) que
recoge la rentabilidad esperada del valor cuando el índice de mercado no se mueve, o tiene
una rentabilidad nula. Esta rentabilidad tiende a ser muy reducida y no significativa
estadísticamente, ya que en gran medida puede corresponderse con un mínimo de
rentabilidad para todos los activos, como puede ser la rentabilidad sin riesgo.
Rc Rc Rc
=1
>1
10% <1
>10%
<10%
En general, el riesgo total de los activos financieros, o de una cartera formada por un
número de ellos, se puede dividir en las dos fuentes de riesgo comentadas: el sistemático y
el específico. El riesgo sistemático es aquel que afecta al mercado en su conjunto, a
todos los activos financieros negociados, y se corresponde y tiene su origen en el
comportamiento de variables económicas, financieras, políticas, etc. que afectan a
todos los emisores de valores y a la valoración de los activos. Por su carácter general
también se le suele denominar riesgo de mercado.
Resulta razonable convenir que una menor tasa de actividad económica, una subida de los
tipos de interés, la depreciación del tipo de cambio, una modificación del régimen general
impositivo, la volatilidad de la tasa de inflación, etc. tendrán efectos en el negocio de todas
las empresas, así como en los tipos de interés utilizados para valorar los activos. En este
sentido, las acciones de distintas compañías, por sus características estructurales o
coyunturales, se verán más o menos afectadas, pero algún efecto registrarán. Y el índice de
mercado recogerá el efecto “medio” que en conjunto han tenido esos factores de riesgo
sistemáticos o generales. Así, conocer la respuesta de la rentabilidad de un activo frente
a su índice de referencia, es conocer su mayor o menor exposición a los riesgos
sistemáticos, que se traducen en una mayor o menor beta —y también volatilidad—, y
también rentabilidad esperada, por lo que ya hemos visto.
Por otra parte, se encuentra el componente específico del riesgo total. Se trata del
riesgo no sistemático, que afecta a cada compañía y sus acciones en concreto y que
tiene que ver con variables como una huelga, el desarrollo de un nuevo producto, la
entrada de un nuevo contrato o cliente, el comportamiento de un competidor directo,
etc. Al tratarse de “eventos” muy particulares que tienen que ver con la empresa no tiene, en
principio, ningún efecto sobre otras compañías y mucho menos sobre el mercado en su
conjunto. Por este motivo, se dice que es un riesgo diversificable, que no es necesario
asumirlo y es fácilmente neutralizable. Este aspecto, se observa claramente cuando se
construyen cartera de varios activos, en las que el riesgo específico tiende a reducirse
notablemente e incluso a desaparecer.
Por su parte, el término de error aleatorio de la Línea Característica del Título, viene a
recoger el riesgo específico (no sistemático) del activo financiero, y subsiguientemente la
rentabilidad que por este lado se podría generar. Recordemos, aquí, que ya dijimos que
tiende a 0 en media y varianza.
Principal elemento
Beta de Riesgo de
de riesgo de
la acción mercado
una acción
Riesgo de Riesgo
Riesgo de
una cartera = mercado + específico
de la cartera de la cartera
Tiende a cero
Beta de Riesgo de
en cartera bien
la cartera mercado
diversificadas
RIESGO
TOTAL
RIESGO DE EMPRESA O NO
SISTEMATICO
(Riesgo diversificable)
diversificable)
Pero, ¿cuál será un nivel de rentabilidad esperada adecuada para el riesgo sistemático
incurrido con cada título?. Según hemos visto a lo largo de la unidad, siendo consistente con
la teoría financiera, la remuneración a obtener por la inversión en un activo se
corresponderá con su riesgo. Más exactamente, el total de rentabilidad será la rentabilidad
libre de riesgo más una prima por el riesgo asumido, que, como acabamos de ver, se
corresponderá con el riesgo sistemático asumido.
Ei)
(R f
R
iE(R
m)
Rf i=
1,…
,N
La Rentabilidad esperada del activo i —E(Ir)— será la rentabilidad del activo sin riesgo
—Rf— más la prima de riesgo del mercado —E(Rm)-Rf— en mayor o menor
proporción según sea su mayor o menor riesgo sistemático, recogido en su
coeficiente Bi. Es decir, sólo es necesario conocer la rentabilidad sin riesgo y la mayor
rentabilidad —la prima de riesgo— que obtendrá el conjunto del mercado por los riesgos
generales que asume, y la proporcionalidad —la Beta— con qué se transmite a cada activo
en concreto.
Dicha ecuación forma una línea, conocida como Línea del Mercado de Valores, que indica la
relación entre rentabilidad y riesgo sistemático para todos los activos del mercado.
E(R)
E(R
(Rm)
Primaesperada
por riesgodemercado
Rf
Rentabilidad esperada = Rentabilidad libre de riesgo + ( Beta x prima esperada por riesgo de mercado )
Si, por ejemplo, la cartera actual presenta una Beta elevada, que supera el límite de riesgo
impuesto por el cliente, basta con introducir activos con una Beta más baja hasta conseguir
el nivel deseado. Si, por el contrario, la rentabilidad esperada de la cartera —la que le
corresponde según su Beta y la situación actual de la prima de riesgo del mercado— está
por debajo de las demandas del inversor, bastará con incluir activos de Beta más elevada,
siempre y cuando lo permitan las restricciones de riesgo.
Cuando los mercados están en equilibrio, y son eficientes, como ocurre en un contexto
dinámico y cuando se analizan períodos a medio y largo plazo, todos los títulos y carteras
deben encontrarse en dicha línea. Sin embargo, no siempre ocurre así, especialmente en el
corto plazo, por motivos de muy diversa índole. Es, entonces, cuando comienzan los
mecanismo de ajuste hacia el equilibrio de dichos títulos y carteras y que hacen que en el
medio y largo plazo si se pueda hablar de cierto equilibrio y eficiencia de los mercados
financieros.
A • Por el contrario, en el
punto B, el título j se
encuentra infravalorado:
rf
Aumenta el precio
Cae la rentabilidad
esperada
j =1
Éstos últimos desarrollos son los que terminaron de conformar lo que se conoce como
CAPM, Modelo de Valoración de Activos de Capital o financieros (Capital Asset Pricing
Model).
Cov rj , rM
j
Var rM
Por otro lado, conviene decir también que las Betas de los diferentes activos se
corresponden en gran medida con las características económicas y financieras del negocio
de las empresas a las que pertenecen dicho activos, y que, por tanto, determinan diferentes
efectos en los beneficios que quedan recogidos en la Beta. En este sentido, no es un
método que se ha quedado en un mero ejercicio cuantitativo alejado de las variables
fundamentales, que son muy intuitivas y racionales desde un punto de vista económico.
Sin embargo, a este respecto, si que conviene extremar las cautelas en la utilización de las
Betas, ya que son estimaciones estadísticas sobre datos de “lo sucedido”, como ocurría con
la volatilidad, no son constantes, y, todo ello, podría llevarnos a errores en su utilización.
Para subsanar, en la medida de lo posible, estos problemas, se recomienda utilizar series
correspondientes a períodos de estimación largos y sobre rentabilidades más estables que
las diarias. Además, se recomienda consistencia entre el horizonte de la inversión a realizar
y el período de análisis utilizado. Así, si estamos pensando en invertir a 5 años, no
utilizaremos Betas calculadas sobre las rentabilidades diarias de los últimos 3 meses. De
esta forma, el comportamiento de las betas es mucho más estable y útil para nuestros
propósitos.
Una forma sencilla de construir o seleccionar carteras óptimas de activos sin riesgo y con
riesgo es utilizar los dos métodos vistos previamente teniendo en cuenta que la varianza de
la rentabilidad sin riesgo es prácticamente 0 y la covarianza, correlación o Beta que se
calculen serán muy reducidas.
Frontera
Eficiente
E[Rf]
0
La cartera M, la que corresponde al punto tangente de la Línea del Mercado de Capitales
con la frontera eficiente, se denomina la cartera de Mercado, ya que domina a las demás
siendo la más eficiente de toda la frontera. La justificación es que se trata de aquella que
permite obtener la mejor frontera —más desplazada hacia arriba y a la izquierda— al ser
combinada con activos sin riesgo. La nueva frontera será por tanto la línea del Mercado
de Capitales, y será aquella con la que hay que buscar ahora un punto tangente con la
curva de utilidad más satisfactoria de todas las del cliente; de forma análoga al
procedimiento empleado en el enfoque media-varianza para activos con riesgo.
Cartera M
E[R]
Cartera Óptima
0
Este desarrollo a las proposiciones originales de Markowitz fue realizado por el también
Nóbel de Economía James Tobin, con el que demostró que la cartera óptima será una
combinación entre la cartera M de activos con riesgo y un porcentaje invertido en el activo
sin riesgo, y que las curvas de utilidad del inversor sólo recogen ese tipo de decisión y no la
de la composición de la Cartera M de activos con riesgo.
A efectos operativos, los depósitos bancarios, o los Fondos FIAMM, podrían considerarse
las rentabilidades de referencia “sin riesgo” para un cliente particular, y utilizarlos para
encontrar su cartera óptima. Si la cartera óptima se sitúa en la Línea del Mercado de
Capitales a la derecha de la Cartera M, quiere decir que en lugar de invertir en el activo sin
riesgo se pide prestado a ese tipo de interés para invertir un importe más alto en la Cartera
M, es decir, apalancarse.
En este sentido, conviene apuntar que generalmente los inversores particulares no pueden
pedir prestado al mismo tipo al que invierten por lo que la frontera eficiente, se quebraría
hacia abajo, reduciendo algo la rentabilidad esperada por el mayor coste del préstamo. Este
procedimiento no suele resultar habitual, por lo que, muchas veces, la frontera eficiente
representada por la Línea del Mercado de Capitales se encuentra acotada entre el origen en
el eje Y a la altura de la rentabilidad sin riesgo y la Cartera M.
A efectos operativos, de forma análoga al enfoque media varianza para activos con riesgo,
el problema de construcción y selección de la cartera óptima puede modelizarse en un hoja
de cálculo mediante el sencillo problema de optimización visto. Así, se introduciría la
posibilidad de invertir en el activo sin riesgo, que tiene una varianza 0, y unas covarianzas y
correlaciones que se pueden calcular frente al resto de activos. Si se desea introducir la
opción de recurrir al préstamo para apalancarnos en la Cartera M, no hay más que eliminar
la restricción de que el peso de dicho activo en la cartera óptima pueda ser negativo. Los
resultados, o carteras, que se obtendrán serán exactamente los mismos que aplicando el
método gráfico.
En efecto, las variables explicativas y de decisión tan restringidas provocan que la validez de
estos modelos y enfoques analizados sea garantizable para plazos largos o muy largos, por
encima de los 10 años. Mientras que, para períodos más reducidos, nos vemos expuestos a
cometer errores significativos. Dichos errores o desviaciones son la norma en los mercados
financieros, los cuales siguen tendencias económicamente racionales, muy relacionadas con
variables intuitivas, en el medio y largo plazo, pero mientras tanto ya nos hemos habituado a
“sufrir” desviaciones significativas a corto plazo. No debe desanimar al lector este aspecto,
sino al contrario, reafirma la utilidad de los enfoques rigurosos y ortodoxos para poder
utilizar dichas desviaciones también a nuestro favor.
La validez en el largo plazo de estas herramientas de decisión tiene mucho que ver con que
el equilibrio y la eficiencia no es un fin en sí mismo, sino un camino, una búsqueda
constante, la que siguen los agentes que intervienen a diario en los mercados financieros.
De tal manera, éstos, en un contexto dinámico y en el medio y largo plazo, se aproximan a
algo parecido al equilibrio y a la eficiencia, donde funcionan perfectamente los modelos que
acabamos de revisar.
A efectos operativos resulta imposible construir o considerar todos los bienes o activos
susceptibles de ser comprados por el inversor, por lo que se ha tendido a utilizar índices
representativos del conjunto de la economía de referencia para el inversor. Por ello, los
índices y activos bursátiles, que reflejan el comportamiento económico además de ser un de
las principales alternativas de inversión, son los más utilizados.
Un inversor global utilizará un índice mundial como el MSCI world; otro cuyo mercado o
economía de referencia estén más restringidos optará por el correspondiente. Por ejemplo,
un inversor español —que sólo tiene acceso al mercado español— deberá optar por el
Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM), para identificar que activos deberá tener en
cuenta para construir la frontera eficiente y la Cartera M. También para calcular las betas de
los diferentes activos que pueden formar parte de su cartera, ya que dicho índice es la mejor
referencia de su universo de inversión.
Personalizando más aún, es posible conseguir un mejor ajuste a la realidad del inversor y a
su universo de inversión, utilizando un índice compuesto de índices de renta fija y renta
variable, domésticos e internacionales, que están a disposición de cualquier inversor
español. Así, las combinaciones de cartera y las betas calculadas serán mucho más
eficientes, útiles y representativas para todo tipo de activos.
Respecto a las Betas, cuya validez es objeto de estudio diario por multitud de académicos y
profesionales, cabe hacer algunas reflexiones acerca de su cálculo en la práctica. Como ya
hemos comentado, es recomendable utilizar datos para el período temporal más extenso
posible, y que las rentabilidades utilizadas no sean de períodos excesivamente pequeños,
por ejemplo, diarios. El método estadístico de cálculo que se utiliza —la regresión simple— y
la incidencia de multitud de factores de riesgo específicos a corto plazo tienden a sesgar a la
baja el valor de la beta real. En cualquier caso, ha de buscarse consistencia con el horizonte
de inversión.
En efecto, para períodos cortos de tiempo con alta frecuencia de datos el término
independiente y el término de error restan capacidad explicativa a la variable (el índice)
utilizada para calcular la beta. Esa capacidad explicativa se recoge en el coeficiente R 2 del
modelo, que suele presentarse con los resultados, y nos dice que porcentaje del total de las
variaciones se explica por el índice utilizado. Su rango de variación va de 0 a 1 o de 0% a
100%. Pues bien, cálculos de la beta para una acción o cartera determinada frente a un
índice bursátil con datos de períodos temporales más extensos y menor frecuencia de
rentabilidades (por ejemplo, semanales) arrojan R2 más altos. Este hecho también tiene que
ver que en el tiempo se van diluyen los factores específicos, cuyo efecto es más coyuntural.
Como vemos, los modelos estudiados resultan de una utilidad inestimable pero, como suele
ser habitual, es necesario utilizarlos con las debidas cautelas. A continuación, vamos revisar
el comportamiento empírico de los activos, lo que nos ayudará a adecuar aún más la
utilización del enfoque media-varianza y las betas.
En este apartado vamos a revisar el comportamiento histórico de los activos, lo que nos dice
la evidencia empírica acerca de sus rentabilidades medias, mínimas, máximas, su
volatilidad, la correlación entre distintas clases, etc. La revisión se realizará desde diferentes
puntos de vista: clases de activos, horizontes de inversión, áreas geográficas y sectores de
actividad económica.
El objetivo no es otro que conocer con más detalle la materia prima para los procesos de
construcción y selección de carteras óptimas bajo el prisma de los criterios rigurosos
revisados en la unidad didáctica. De este modo, se facilita enormemente la tarea del asesor
financiero y la comprensión de los resultados obtenidos al aplicar los modelos y procesos
estudiados anteriormente.
Quizá el concepto más importante que hemos revisado en estas páginas es la relación entre
rentabilidad esperada y riesgo asumido, el cual cobra mayor vigencia conforme se extiende
el período de análisis o el horizonte de inversión. En este sentido, no está de más comenzar
por una visión general de lo acontecido en casi un siglo de historia para los distintos tipos de
activos.
10000
1000
100
10
0,1
1941
1971
1929
1932
1935
1938
1944
1977
1980
1986
1989
1992
1995
1926
1947
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1974
1983
Este es un gráfico que representa las series de las principales clases de activos disponibles
en el mercado estadounidense, el de más historia, que se encarga de actualizar
periódicamente Ibbotson Associates como respaldo a sus servicios. Pues bien, si
hubiésemos invertido un dólar en cada clase de activo en 1926, hoy hubiésemos obtenido
resultados muy diferentes, en función del activo seleccionado.
Así, si hubiésemos elegido la opción más arriesgada, las acciones de compañías pequeñas
atendiendo a su volatilidad y su beta, la rentabilidad obtenida hubiese sido la mayor. Según
vamos descendiendo hacia activos menos arriesgados como las acciones de compañías
grandes, representadas por el índice S&P500, hubiésemos obtenido menor rentabilidad,
aunque mayor, como vemos, respecto a la inversión renta fija. En esta clase de activo
también se mantiene en el largo plazo la relación entre rentabilidad y riesgo. Los más a largo
plazo y de compañías privadas —no de emisores públicos— han obtenido la mayor
rentabilidad. Por último, conviene resaltar que en el caso del activo sin riesgo, las letras del
tesoro estadounidense a 30 días, con las que apenas se cubre la inflación —línea inferior
oscura en el gráfico—, durante todos los períodos. Resulta razonable, recordemos, que si no
se asumen riesgos, la rentabilidad obtenida no dé para más que mantener el poder
adquisitivo.
20
18
16 Small stocks – Russell 2000
(baja capitalización)
14
Rentabilidad
S&P500
12
10
IT Govt Bonds
8
6 LT Corporate Bonds
4 LT Govt Bonds
2 US T Bills
0
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45
Riesgo (Desv. Estandar)
Complementariamente, este gráfico utiliza las mismas clases de activos y relaciona las
rentabilidades anuales medias con los niveles de riesgos asumidos. A este respecto, utiliza
la desviación típica, aunque en el caso de utilizar las betas —sólo el riesgo sistemático— los
resultados obtenidos son los mismos. Se puede observar como hay una relación directa y
proporcional entre riesgo asumido y rentabilidad obtenida.
La existencia de este equilibrio a largo plazo para las distintas clases de activos no es sólo
propiedad del mercado estadounidense, sino que es un hecho contrastado en el resto de
mercados financieros desarrollados. Así, si analizamos el mercado español a través de los
índices de fondos de inversión comercializados en nuestro país también encontramos una
evidente relación entre rentabilidad obtenida y riesgo asumido.
España 1997-1999
1,6
1,4
RENTABILIDAD MENSUAL (%)
FIM RV
1,2
FIM RV Inter
1,0
0,6
FIM Mixto RV Inter
RF FIM Mixto RF
0,4
FT FIM
0,2 RF Inter
FT FIAMM + FIAMM Diciembre 1997 - Septiembre 1999
0,0
0 1 2 3 4 5 6 7
RIESGO (Desv. Típica)
Queda claro como se mantiene la relación entre rentabilidad y riesgo a largo plazo, e incluso
para muchos períodos a más corto plazo. Sin embargo, conviene tener una visión más
detallada para diferentes horizontes de inversión y otros mercados. Así, a continuación
presentamos el comportamiento de las tres principales clases de activos para horizontes de
inversión a 1 mes, 1 año, 5 años y 10 años, en el mercado europeo.
Europa 1986-2002
64,0%
10%
60%
4,7%
5% 3,4%
30,0% Liquidez
30% Liquidez
20% 19,2% Renta Fija
Renta Fija
Renta Variable
25% Renta Variable
15,4%
15%
20%
15,6% 11,3%
10,6%
15% 9,8%
10% 9,1%
11,9% 8,3%
9,9% 10,3% 7,2%
10% 5,8%
7,2% 7,2% 7,1%
5%
5% 4,1%
2,5% 2,1%
2,3%
1,3% 0,8%0,4%
0% 0%
Media Máximo Mínimo Volatilidad Media Máximo Mínimo Volatilidad
Si observamos, en primer lugar, las rentabilidades medias para los diferentes horizontes de
inversión la relación entre rentabilidad y riesgo sigue siendo directamente proporcional y se
va ampliando según se utilizan períodos de inversión más largos. En éstos, es donde la
renta variable muestra su mayor rentabilidad esperada de forma clara.
Conviene apuntar, por último, los “anómalos” registros en los plazos largos para la volatilidad
de la liquidez, en los que es superior a los de la renta fija. El motivo no es otro que el
profundo cambio estructural y el proceso de convergencia económica en Europa que ha
llevado a una intensa reducción de los tipos a corto plazo desde niveles muy elevados. Sin
embargo, en el futuro tenderá a moderarse dicho efecto hasta un nivel relativo “normal”.
40%
24%
20% 18%
20% 15%
17% 6%
-1% 1%
0%
3%
-20%
-12%
-40%
-43%
-60%
1 año 5 años 10 años 15 años 20 años 25 años
En este caso, se reflejan las rentabilidades máximas y mínimas anualizadas para cada plazo
de inversión entre 1929 y 1999 para el conjunto de la bolsa estadounidense, compuesta por
más de 5.000 acciones diferentes. La volatilidad es mucho más acusada, porque mayor es
el riesgo de las acciones que forman el índice frente al que utilizábamos para Europa, que
era de compañías grandes—, y además se incluyen los efectos de grandes crisis
económicas que quedan fuera del europeo por el período temporal utilizado. Sin embargo,
podemos observar que a partir de los 10 años ya se neutraliza el riesgo de pérdida y se
mantienen unos niveles de rentabilidad mínima en el peor de los casos y una media implícita
muy interesantes.
En efecto, resultan unos valores muy interesantes si tenemos en cuenta los efectos de
capitalizar compuestamente dichos registros y compararlos con otras referencias —por
ejemplo, la inflación—.
Al 1% Al 5% Al 7% Al 10%
2000
1800
1600
1400
1200
1000
800
600
400
200
0
0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30
Puede resultar interesante recordar ahora el concepto de la rentabilidad total, como variable
de análisis indispensable a la hora de la toma de decisiones. De acuerdo con los beneficios
observados para tasas de capitalización ligeramente superiores, es necesario utilizar el
potencial total de revalorización. En el siguiente gráfico se representan distintos índices de
rentabilidad, en función de las partes consideradas, para un inversor español que hubiese
invertido 100 euros en 1989 hasta febrero de 2002 en mercados bursátiles europeos.
400
300
200
100
0
dic-89 dic-90 dic-91 dic-92 dic-93 dic-94 dic-95 dic-96 dic-97 dic-98 dic-99 dic-00 dic-01
Finalmente, para cerrar análisis del comportamiento empírico de las clases de activos y
horizontes de inversión, puede ser interesante revisar las correlaciones entre las principales
clases de activos con riesgo, la renta fija y la renta variable.
0,44
0,40
0,30
0,25
0,20
0,19
0,10
0,00
-0,10
-0,08
-0,20
Los cálculos se han realizado sobre los mismos índices europeos utilizados anteriormente
entre 1986 y 2002. Resulta curioso como la correlación es más elevada para plazos de
inversión a 10 años, y menor cuando se analizan períodos de inversión a 5 años, sobre
todo, y menores. El motivo es que también el riesgo de la renta fija se diluye con el largo
plazo, y que, aunque con una menor rentabilidad esperada, también presenta una
rentabilidad monótonamente creciente. El comportamiento asimétrico que presentan la renta
fija y la renta variable para plazos más cortos se corresponde con aspectos coyunturales de
las economías y su reflejo en los correspondientes mercados financieros, por lo que en la
construcción o selección de carteras para los plazos más cortos es donde se pueden
obtener más ganancias por una adecuada diversificación. Asimismo, una adecuada
combinación periódica de activos de renta fija con renta variable para carteras a largo plazo
puede neutralizar en gran medida los intensos vaivenes de la bolsa en el corto plazo.
Europa EE UU
0,3
0,2
0,1
0
dic-86 dic-88 dic-90 dic-92 dic-94 dic-96 dic-98 dic-00
Por lo que respecta a la correlación de estos mercados frente a las bolsas europeas, y las
correspondientes ganancias por diversificación. Se observa en el gráfico siguiente un mayor
potencial en las áreas emergentes y en Japón, también como consecuencia de la mayor
disparidad de las variables económicas y su traslación a la valoración de los mercados de
acciones. Con respecto a EE UU, sólo en momentos coyunturales se registran cotas
inferiores a 0,6, con lo que las ganancias por diversificación están más limitadas. Este efecto
tienen mucho que ver con el efecto arrastre que se atribuye a las bolsas estadounidenses y
a la mayor globalización e integración económica.
0,8
0,6
0,4
0,2
-0,2
EE UU Japón Emergentes
-0,4
dic-86 dic-88 dic-90 dic-92 dic-94 dic-96 dic-98 dic-00
En este sentido, viene a ser un tema de recurrente debate la actualización del enfoque de
diversificación, de la selección de áreas geográficas diferentes al ahora más importante de
sectores. A continuación, revisaremos brevemente el comportamiento de diferentes sectores
bursátiles.
En el caso de los sectores bursátiles, vamos a centrarnos en el riesgo sistemático, las betas,
y en las correlaciones, para ver que sectores incorporan más o menos riesgo, cuál ha sido la
evolución, y dónde se esconden las ganancias por diversificación.
Sectores con Betas Anuales Bajas Sectores con Betas Anuales Altas
2 3,5
Industria Básica
3 Industria General
1,5 TMT
2,5 Consumo y Servicios Cíclicos
2
1
1,5
0,5 1
0,5
0 Recursos Naturales
Utilities
Financieras 0
Consumo No Cíclico
-0,5 -0,5
dic-89 dic-91 dic-93 dic-95 dic-97 dic-99 dic-01 dic-89 dic-91 dic-93 dic-95 dic-97 dic-99 dic-01
Una clasificación sectorial muy útil es aquella que divide las acciones en 8 sectores básicos
de actividad económica, utilizando ésta podemos ver los niveles y cómo evolucionan las
betas anuales de rentabilidades semanales de los distintos grupos. Observamos, en primer
lugar, las betas de los sectores que se pueden considerar defensivos —menos expuestos al
riesgo sistemático—, que, como vemos, presentan betas casi siempre por debajo de 1,
aunque exhibiendo una notable variabilidad. Si atendemos al tipo de negocio que realizan
las empresas que componen los distintos índices vemos que se trata de actividades
relativamente recurrentes que están menos expuestas a los cambios de coyuntura
económica.
Por otra parte, tenemos los sectores con betas altas, los cíclicos, que se encuentran
mayoritariamente por encima de 1, salvo en momentos coyunturales muy especiales —por
ejemplo, los comportamientos excepcionales, positivos y negativos, del sector de TMT—. En
dicho período, el sector de TMTs llegó a registrar una beta cercana a 3, poniendo de
manifiesto la intensa exposición de su negocio y sus cuentas de resultados a la evolución de
los factores de riesgo generales que afectan al mercado en su conjunto, especialmente la
actividad económica y los tipos de interés.
entre los diferentes sectores bursátiles durante los últimos 12 años y, posteriormente, el
incremento (positivo) o reducción (negativo) de las mismas durante los últimos 6 años frente
a los 6 precedentes.
Recursos Naturales Industria Básica Industria General Utilities Financieras TMT Consumo y S. Cíclicos
Recursos Naturales
Industria Básica -0,01
Industria General -0,07 -0,13
Utilities -0,09 -0,23 -0,16
Financieras -0,02 -0,07 -0,07 -0,18
TMT -0,28 -0,28 0,02 -0,29 -0,18
Consumo y Servicios Cíclicos -0,06 -0,04 -0,04 -0,14 0,01 -0,15
Consumo No Cíclico -0,07 -0,13 -0,17 -0,06 -0,06 -0,32 -0,09
En lo que respecta a la evolución de dichas correlaciones, hemos observado que durante los
últimos años, frente a los precedentes, se ha experimentado una reducción generalizada de
las mismas, lo que nos lleva a ser optimistas respecto de la utilidad de la diversificación
sectorial en la construcción y selección de carteras óptimas.
1.5. RESUMEN