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La "teoría Z" también llamada "método japonés", es una teoría administrativa desarrollada
por William Ouchi y Richard Pascale (colaborador), quienes, al igual que McGregor al
constratar su teoría Y a una teoría X, la contrastaron con una "teoría A".
Básicamente Ouchi considera que hay tres tipos de empresa, la del tipo A que asimiló a las
empresas americanas, las del tipo J que asimiló a las firmas japonesas y las de tipo Z que
tienen una nueva cultura, la cultura Z. Esta nueva cultura Z está llena de características
poco aplicadas en las empresas de occidente de la época y más bien recoge ciertas
características comunes a las de las compañías japonesas.
Pero ¿por qué esta áurea de comprensión tan filial entre empresa y empleados? porque
Ouchi considera firmemente que un empleo es más que eso, es la parte estructural de la
vida de los empleados, es lo que les permite vivir donde viven, comer lo que comen, vestir
lo que visten, define sus años de vejez..., entonces, si este empleo es desarrollado de forma
total dentro de una organización (como ocurre en la teoría Z), la persona se integra a ella y
crea un sentido de pertenencia que la lleva a dar todo lo que es posible por alcanzar los
objetivos empresariales, con lo cual la productividad estaría prácticamente asegurada.
La teoría Z de Ouchi busca crear una nueva cultura empresarial en la cual la gente
encuentre un ambiente laboral integral que les permita auto-superarse para su propio bien y
el de la empresa
o Confianza
o Atención a las relaciones humanas
o Relaciones sociales estrechas
La confianza es la piedra angular de la cultura Z
Ouchi identificó los siguientes trece pasos que permiten transformar la organización en una
empresa Z:
1.- Comprender primeramente el Tipo Z de organización y el papel que han de jugar los
participantes en la transformación.
5.- Desarrollar los lazos personales entre los participantes de la nueva organización.
13.- Promover la dedicación totalmente envolvente entre los empleados. Esto incluye todos
los aspectos de la vida social y familiar de estos.
Metas comunes
La primera pregunta que surge en relación con esto es la siguiente: ¿podemos presentar el
control obrero de la producción como un régimen estable, por supuesto que no eterno, pero
de una duración bastante larga? Para contestar a esta pregunta es preciso determinar más
claramente la naturaleza de clase de este régimen. El control se encuentra en manos de los
trabajadores. Esto significa que la propiedad y el derecho a enajenarla continúan en manos
de los capitalistas. Por lo tanto, el régimen tiene un carácter contradictorio, constituyéndose
una especie de interregno económico.
Los obreros no necesitan el control para fines platónicos, sino para ejercer una influencia
práctica sobre la producción y sobre las operaciones comerciales de los patronos. Sin
embargo, esto no se podrá alcanzar a menos que el control, de una forma u otra, dentro de
ciertos límites, se transforme en gestión directa. En forma desarrollada, el control implica,
por consiguiente, una especie de poder económico dual en las fábricas, la banca, las
empresas comerciales, etc.
¿Qué régimen estatal corresponde al control obrero de la producción? Es obvio que el poder
no está todavía en manos de los trabajadores, pues de otro modo no tendríamos el control
obrero de la producción, sino el control de la producción por el estado obrero como
introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que
estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la
burguesía. En cualquier caso, una burguesía que se sienta firmemente asentada en el poder
nunca tolerará la dualidad de poder en sus empresas. El control obrero, en consecuencia,
solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de
fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de
arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así
pues, el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma
esencia, sólo puede corresponder al período de las convulsiones del Estado burgués, de la
ofensiva proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución
proletaria en el sentido más completo del término.
Esta correspondencia, de todos modos, no debería ser entendida mecánicamente, esto es, no
en el sentido de que la dualidad de poder en las empresas y la dualidad de poder en el
Estado nazcan en un mismo y solo día. Un régimen avanzado de dualidad de poder, como
una de las etapas altamente probables de la revolución proletaria en todos los países, puede
desarrollarse de forma distinta en distintos países, a partir de elementos diversos. Así, por
ejemplo, en ciertas circunstancias (una crisis económica profunda y persistente, un fuerte
grado de organización de los trabajadores en las empresas, un partido revolucionario
relativamente débil, un Estado relativamente fuerte manteniendo un fascismo vigoroso en
reserva, etcétera) el control obrero sobre la producción puede ir considerablemente por
delante del poder político dual desarrollado en un país.
Hoy, en 1931, la palabra "soviet" suena bastante diferente de como sonaba en 1917-1918.
Hoy es sinónimo de la dictadura de los bolcheviques, y por lo tanto una pesadilla en los
labios de la socialdemocracia. Los socialdemócratas alemanes no sólo no tomarán la
iniciativa en la creación de los soviets por segunda vez, ni se unirán voluntariamente a esta
iniciativa, sino que lucharán contra ella hasta el fin. A los ojos del estado burgués, en
especial de su guardia fascista, el que los comunistas pongan manos a la obra en la creación
de soviets será equivalente a una declaración directa de guerra civil por parte del
proletariado, y en consecuencia podría provocar un choque decisivo antes de que el partido
comunista lo juzgue conveniente.
Todas estas consideraciones nos empujan fuertemente a dudar que se pueda llegar a tener
éxito, antes del levantamiento y la toma de poder en Alemania, en la creación de soviets
que agrupen realmente a la mayoría de los trabajadores. En mi opinión, es más probable
que los soviets nazcan al día siguiente de la victoria, pero entonces ya como órganos
directos de poder.
El problema de los consejos de fábrica es enteramente otro asunto. Éstos existen ya hoy.
Los están construyendo comunistas y socialdemócratas. En cierto sentido, los consejos de
fábrica son la realización del frente único de la clase obrera. Ampliarán y profundizarán
esta función con el ascenso de la ola revolucionaria. Su papel crecerá, como lo harán sus
incursiones en la vida de la fábrica, de la ciudad, de las ramas de la industria, de las
regiones y, finalmente, de todo el Estado. Los congresos provinciales, regionales y
nacionales de los consejos de fábrica pueden servir como base para los órganos que
desempeñarán de hecho el papel de los soviets, esto es, para los órganos de doble poder.
Arrastrar a los trabajadores socialdemócratas a este régimen por medio de los consejos de
fábrica será mucho más fácil que llamar a los obreros directamente a construir los soviets
un día determinado y a una hora dada.
El cuerpo central de los consejos de fábrica de una ciudad puede cumplir ampliamente el
papel del soviet de la ciudad. Esto pudo observarse en Alemania en 1923. Extendiendo sus
funciones, abordando por sí mismos tareas cada vez más audaces y creando sus propios
órganos federales, los consejos de fábrica pueden convertirse en soviets, uniendo
estrechamente a los trabajadores socialdemócratas y comunistas; y pueden servir como base
organizativa de la insurrección. Después de la victoria del proletariado, estos consejos de
fábrica/soviets tendrán naturalmente que separarse en consejos de fábrica propiamente
dichos y soviets, éstos como órganos de la dictadura del proletariado.
Con todo esto no queremos decir que la creación de soviets antes del levantamiento
proletario en Alemania esté completamente excluida de antemano. No es posible prever
todas las variantes concebibles del desarrollo. Si la desmembración del estado burgués
viniese mucho antes de la revolución proletaria, si el fascismo llegase a ser aplastado y
hecho añicos o se quemase antes del alzamiento del proletariado, entonces se podrían crear
las condiciones para la construcción de los soviets como órganos de la lucha por el poder.
Desde luego, en ese caso los comunistas tendrían que percibir la situación a tiempo y lanzar
la consigna de los soviets. Ésta sería la situación más favorable que se pueda imaginar para
la insurrección proletaria. Si cobra cuerpo, tiene que ser utilizada hasta el final. Pero contar
con ella por adelantado es casi imposible. Mientras los comunistas tengan que
entendérselas con un Estado burgués todavía lo bastante fuerte, con el ejército de reserva
del fascismo a sus espaldas, el camino que pasa por los consejos de fábrica, en vez de por
los soviets, se presentará como mucho más probable.
Los epígonos han adoptado de una forma puramente mecánica la noción de que el control
obrero de la producción, así como los soviets, solamente puede ser realizado en condiciones
revolucionarias. Si los stalinistas intentasen plasmar sus prejuicios en un sistema definido,
argumentarían probablemente así: el control obrero, como forma de poder económico dual,
es inconcebible sin el poder político dual en el país, que a su vez es inconcebible sin la
oposición de los soviets al poder de la burguesía: en consecuencia -se sentirán inclinados a
concluir los stalinistas- avanzar la consigna del control obrero de la producción es
admisible solo simultáneamente con la consigna de los soviets.
De todo lo que se ha dicho arriba se desprende claramente cuán falsa, esquemática y falta
de vida es semejante construcción. En la práctica, se ha transformado en el ultimátum único
que le partido plantea a los trabajadores: yo, el partido, os permitiré luchar por el control
obrero sólo en el caso de que estéis de acuerdo en construir simultáneamente los soviets.
Pero esto es precisamente lo que está en cuestión: que estos dos procesos no tienen
necesariamente que desarrollarse paralela y simultáneamente. Bajo la influencia de la crisis,
el desempleo y las manipulaciones rapaces de los capitalistas, la clase obrera puede llegar a
estar preparada en su mayoría para luchar por la abolición del secreto comercial y por el
control sobre la banca, el comercio y la producción antes de haber llegado a entender la
necesidad de la conquista revolucionaria del poder.
Propósito
Se ha dicho que el verdadero consenso implica «satisfacer las necesidades de todos». La
toma de decisión por consenso intenta denigrar el papel de facciones o partidos y promover
la expresión de voces individuales. El método también aumenta la probabilidad de
soluciones imprevistas o creativas al yuxtaponer ideas disímiles, pues busca minimizar la
objeción; es muy popular en organizaciones voluntarias, donde las decisiones se llevan a
cabo cuando generalmente existe una aprobación amplia. El método de consenso es
deseable cuando es improbable forzar el cumplimiento de la decisión, igual como si cada
participante adoptara independientemente una misma decisión unánime.
También encontramos toma de decisión por consenso en grupos donde los participantes
tienen diferentes áreas de conocimiento pero trabajan para una meta común. Ejemplo de
ello incluye equipos de diseño de proyectos de alta tecnología los cuales deben integrar
opiniones de diferentes personas con diferentes áreas de conocimiento.
Gran parte del debate sociológico reciente sobre el poder gira en torno al problema de su
definición, y su naturaleza como constrictiva o como permisiva. Así, el poder puede ser
visto como un conjunto de formas de constreñir la acción del ser humano, pero también
como lo que permite que la acción sea posible, al menos en una cierta medida. Gran parte
de este debate está relacionado con los trabajos de Michel Foucault, quien, siguiendo a
Maquiavelo, ve al poder como "una compleja situación estratégica en una determinada
sociedad". Siendo puramente estructural, su concepto involucra tanto las características de
constricción como de facilitación. Para Max Weber la sociedad moderna está amenazada
por el fenómeno creciente de la concentración del poder dentro de las organizaciones. Su
discípulo Robert Michels advirtió que en las organizaciones modernas, tanto privadas como
estatales, se tiende a quedar bajo el control de reducidos, pero poderosos grupos políticos o
financieros. Aunque los líderes son elegidos democráticamente, según Michels, con la
mejor intención, por las dos partes, se observa una tendencia a integrarse en élites del poder
que se preocupan básicamente por la defensa de sus propios intereses y posiciones a toda
costa. En otras palabras podría decirse que en la actualidad corremos el peligro de que las
élites del poder, nacidas en la sociedad a través de procedimientos legítimos, entren en un
proceso mediante el cual el poder aumenta y se perpetua a sí mismo retroalimentándose y
produciendo, por tanto, más poder.
Se podría definir el "poder" como la mayor o menor capacidad unilateral (real o percibida)
o potencial de producir cambios significativos, habitualmente sobre las vidas de otras
personas, a través de las acciones realizadas por uno mismo o por otros. Pero por otra parte,
al decir de Paulo Freire, el poder debe alojarse en la cabeza del dominado y llevarle a
considerar como natural lo que desde el nacimiento se le esta imponiendo.
Las leyes del poder son una interpretación de la evolución usada por individuos, con la
finalidad de permitir al individuo desarrollarse al más alto nivel de confort que pueda
alcanzar en su marco social.
El ejercicio del poder es endémico en los humanos, como seres sociales y gregarios que
son.
En 1959, los psicólogos sociales John French y Bertram Raven comenzaron a esbozar un modelo
teórico psicosociológico para explicar las relaciones de poder en la sociedad. Esta teoría ha sido
ampliamente estudiada, discutida y utilizada, especialmente para el estudio del poder dentro de
una organización empresaria. Miles de teóricos de todo el mundo aún la utilizan para elaborar sus
estrategias de desarrollo organizacional para saber hasta donde utilizar determinado tipo de poder
y cual de ellos (o una combinación de varios) es el más efectivo para lograr efectividad y eficacia
en la empresa.
Plantearon un modelo que dice que las fuentes del poder social son cinco y que se ejercen de
diferente manera, con resultados diferentes en quien es influenciado por este poder: el poder
coercitivo, el poder por recompensa, el poder legítimo, el poder del experto y el poder
referente.
Esta teoría del poder social se basa en la premisa de que el poder y la influencia implica la relación
de al menos 2 agentes y que la reacción del agente pasivo es en donde se encuentra la explicación
al fenómeno social de la influencia y el poder.
El poder por recompensa utiliza recursos que B desea y valora positivamente. Genera un aumento
de la atracción hacia el poder y disminuye la resistencia. En el caso de las empresas tiene que ver
con el otorgamiento de incentivos a los empleados por productividad, cumplimiento de objetivos,
promociones, menciones honoríficas, etc.
El poder legítimo es aquel que por un conjunto de normas establecidas y conocidas de antemano
impone ese poder sin discusión por su posición – organización, familia, sociedad – definiéndose
como autoridad. B cree legítimo el poder de A. El grado de poder legítimo que posee un individuo
es resultado de lo que los otros creen que él o ella tiene el derecho de ejercer influencia sobre los
otros. Es el caso de la política y el elemento que más adhesión al poder legítimo provoca, en las
democracias son las elecciones ciudadanas.
El poder del experto lo ejerce quien es reconocido por el grado de conocimientos, habilidades,
autoridad que posee sobre un tema. Este tipo de poder es muy específico. La capacidad de poder
que otorga ser competente en algo, especialmente si los otros ignoran todo o parte, se manifiesta
en aceptar las directrices señaladas por los expertos. Suele producir escasas resistencias por parte
de B, si este reconoce la pericia de A. Este poder lleva gran esfuerzo para quien lo detenta, y
conlleva a que A demuestre permanentemente que es competente si quiere continuar ejerciendo
su influencia.
El poder referente se ejerce en base a los sentimientos de respeto, admiración, confianza y lealtad
hacia quien ejerce el poder. B se siente identificado por A. Los maestros son poderosos agentes de
socialización. El deseo de ser como el maestro puede hacer que el maestro ejerza un poder
referencial sobre el estudiante. A este poder se lo relaciona al carisma y a la atracción personal.
Este poder lleva tiempo en desarrollarse y puede no ser efectivo en ambientes con alta rotación de
personal.
Una teoría americana (que se basa en la Teoría de French y Raven) afirma que este poder se da en
forma diferente en distintos países, según su cultura.
Por ejemplo en Estados Unidos, se dificulta la identificación del subordinado con el superior
cuando este utiliza títulos universitarios o vestimenta formal. Los mandos prefieren usar términos
como ‘facilitador’, ‘coach’, ‘asociados’, ‘miembros del grupo’ en lugar de empleados o jefe. En
muchos países donde se cultiva esta cultura del igualitarismo, como en Francia, los grandes
empresarios concurren a trabajar en un coche barato o en taxi en lugar de utilizar el Rolls Royce o
Ferrari que guardan para usar en la campiña los fines de semana.
El estilo americano de igualitarismo, aplicado en otros países puede no generar adhesión al poder.
En países como Argentina y México, dice esta teoría, puede disminuir el respeto de los empleados
hacia el gerente en países donde los mandos destacan el título (Lic., Ing. Dr. etc.) y se valorizan las
diferencias jerárquicas. Esta teoría afirma en EE.UU. los empleados se identifican con sus jefes y
supervisores por caerse bien mutuamente, mientras que en países como Argentina y México, los
empleados se identifican con sus gerentes sólo cuando hay un intercambio de respeto mutuo. Dice
que los mandos latinoamericanos tienen un estilo más autoritario de ejercer este poder frente al
estilo de igualitarismo de los mandos americanos.
El poder de información. En 1965 Raven agregó esta variante. A controla el acceso y distribución
de información que es relevante para B. Collins y Raven (1969) sugieren que la influencia
informacional se da luego de que el agente influenciado percibe algún grado de poder experto.
El poder experto y el legítimo son los más destacados entre todos los críticos d eesta teoría,
seguidos por el referente y el de recompensa. El coercitivo ocupa el último lugar.
Los autores concluyeron que el uso del poder proveniente de varias fuentes tiene diferentes
consecuencias. Por ejemplo el poder coercitivo, típicamente, disminuye la atracción y provoca
gran resistencia, mientras el poder por recompensa incrementa la atracción y crea mínimos
niveles de resistencia
French y Raven concluyeron también que cuanto menos se perciba la coerción, menos resistencia
y falta de atención producirá.
Cada vez que el poder de recompensa o coercitivo es utilizado, un nuevo estado relacional surge
en donde cambia la posición relativa de los dos sujetos. La relación de poder puede aumentar o
disminuir, puede fortalecerse o resentirse.
En los otros tres tipos de poder, experto, referente y legítimo, la relación de poder es mucho más
dependiente del individuo que tiene el poder.