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El emprendimiento como institución, un abordaje desde la dimensión

legal venezolana
Mercedes García Duno1
mercedes.duno@gmail.com
Xochitl Jiménez Carmona
xochitl.jimenez70@gmail.com

RESUMEN
Este ensayo se desarrolla mediante una revisión de la definición de
emprendimiento para posteriormente analizar la definición de instituciones
desde distintas perspectivas iniciando desde la antropología estructural
funcionalista y estableciendo un paralelismo con la definición de North (1990).
Todo ello como marco para el abordaje de la dimensión legal del
emprendimiento en Venezuela. Se plantea que el emprendimiento, es un
fenómeno multidimensional, en el que los aspectos conductuales del individuo
se conjugan con la institucionalidad, el entorno, la educación, el desarrollo de
las capacidades y las percepciones sociales que se tengan respecto al
empresario y la actividad que éste desarrolla, reflexionando sobre la
importancia de generar cambios desde las estructuras sociales que propendan
cambios culturales donde se pueda insertar el emprendimiento como
institución acompañada de un conjunto de técnicas y tecnología que medien a
su vez el marco legal, todo ello permitiría eventualmente agilizar los procesos,
incrementar la seguridad jurídica a través de la transparencia de las normas
que son un reflejo de la institucionalidad.

Palabras clave: Instituciones, emprendimiento, desarrollo, cultura, marco


legal venezolano.
ABSTRACT
This essay is developed through a review of the definition of entrepreneurship
to later analyze the definition of institutions from different perspectives starting

1Antropóloga,MSc. en Planificación del Desarrollo egresada del CENDES Universidad Central


de Venezuela. Docente Titular de Metodología de la investigación adscrita al Departamento
de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional Experimental Francisco de
Miranda del Estado Falcón. Actualmente Doctorando en Gerencia de la Universidad Yacambú,
edo. Lara, Venezuela.
2 Abogado, egresada de la Universidad Central de Venezuela, MSc. en Gerencia Pública

Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda. Docente Agregado del


Departamento de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional Experimental
Francisco de Miranda, Estado Falcón. Doctorando en Ciencias Gerenciales de la Universidad
Nacional Experimental de las Fuerzas Armadas.

1
from functionalist structural anthropology and establishing a parallelism with
the definition of North (1990). All this as a framework for tackling the legal
dimension of entrepreneurship in Venezuela. It is argued that entrepreneurship
is a multidimensional phenomenon, in which the behavioral aspects of the
individual are combined with the institutionality, the environment, education,
the development of capacities and social perceptions regarding the
entrepreneur and the activity that he develops, reflecting on the importance of
generating changes from the social structures that promote cultural changes
where the entrepreneurship can be inserted as an institution accompanied by
a set of techniques and technology that in turn mediate the legal framework, all
this would allow to streamline the processes to increase legal certainty through
the transparency of the norms that are a reflection of the institutionality.

Key words: Institutions, entrepreneurship, development, culture, Venezuelan


legal framework.

Introducción
Hay variedad de teorías económicas y gerenciales que abordan el el
emprendimiento como fenómeno productivo u organizacional, en esta
propuesta se persigue su abordaje desde la perspectiva institucional de la
antropología social y la base normativa en el marco legal de la institución y
como se manifiesta en Venezuela. Es pertinente abordar el fenómeno como
una acción social adelantada por individuos o asociaciones de individuos con
determinadas características e insertos en una realidad social e institucional
históricamente determinada y determinante lo que permite comprender el
fenómeno en un marco social institucional que se reproduce a sí misma como
una institución. Este ensayo se inicia con una revisión teórica sobre los
conceptos asociados al emprendimiento y a las instituciones para finalmente
desarrollar un análisis de la institucionalidad legal del emprendimiento en
Venezuela. El fin último es elaborar una aproximación sobre el
emprendimiento como institución.

Algunas precisiones conceptuales


Emprendimiento y Emprendedor

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Se define emprendimiento revisando dos propuestas conceptuales, la
primera de Luis Rico, Palmero, De la Torre, Ruiz, Corbí, Sánchez y Jiménez,
(2015) quienes definen emprendimiento como un fenómeno imbricado en la
trama social, económica y política de la sociedad moderna y cita:
Entendimos el emprendimiento como la creación de ideas,
empresas y patentes así como todo el proceso de su gestación,
incluso en aquellos casos en los que no se alcanza su puesta en
práctica (…) en este sentido, los emprendedores innovan,
transforman sus ideas en negocios, crean empresas, desarrollan
proyectos para ofrecer productos y servicios diferentes,
contribuyendo así a la generación de empleo y riqueza económica
y social en el territorio donde se asientan, asumiendo las
diferentes manifestaciones de la iniciativa emprendedora:
creación de empresas; emprendimiento social; emprendimiento
en ámbitos cultural, científico y deportivo, así como the
intraprenurship (p. 184).

Se evidencia en este aporte que no se desvincula el emprendimiento de


la acción del emprendedor, originador de ideas, acciones y capacidades para
crear proyectos y generar una serie de procesos sociales, económicos y
políticos donde se asentaran, eventualmente, el fenómeno emprendedor.
Cabe destacar El Libro Verde (Comisión de las Comunidades Europeas,
2003: 58) define emprendimiento como: “…la actitud y el proceso de crear un
actividad económica combinando la asunción de riesgos, la creatividad y la
innovación con una gestión sólida, en una organización nueva o en una ya
existente”. El Libro verde otorga una significativa relevancia a la acción
humana como la actitud y la creatividad impulsadora de organizaciones
Estos conceptos permiten acercarnos al emprendimiento como un
fenómeno signado por normas, procedimientos y organizaciones, asimismo, el
abordaje del mismo como un producto de la acción social transversalizada por
las normas sociales (asociatividad, colaboracionismo, capital social, confianza)
y los valores, creencias personales de los emprendedores. Todo ello
determina y confluyen en comportamientos y códigos de conductas,

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autoimpuestos y aceptados, todo ello nos conduce a vincular el
emprendimiento como producto de la acción social a la institucionalidad.
Las aportaciones anteriores concuerdan por lo señalado por Ortiz y
Millán (2011) aclaran que los estudios sobre emprendimiento se apoyan en los
rasgos conductuales de los individuos, tales como: la capacidad para asumir
riesgos y responsabilidades, la tendencia a presentar actitudes proclives a la
innovación, la actitud creativa, no obstante es necesario comprender que los
rasgos personales no son suficientes para explicar el emprendimiento.
Benavides, Sánchez y Luna (2004) añaden que existen variables que inciden
en emprendedor y su producto y menciona: el factor personal, el factor
ambiental y el apoyo institucional y social.
Desde esta posición se interpreta que el entorno es determinante para
el emprendimiento. Tanto el entorno inmediato del emprendedor, tal como
familia y comunidad donde se inserta y hace vida, así como factores inherentes
el entorno social –entre los que se puede mencionar: cultura: sistema de
valores, cosmovisión, relaciones societales, normas y costumbres sociales
entre otros- pueden incentivar o no el emprendedurismo. De igual modo, hay
estructuras organizacionales públicas y privadas que en el marco de las
normas socialmente aceptadas incentivan el emprendimiento (políticas,
programas, sistemas educativos, entidades gubernamentales y no
gubernamentales) y además aportan un espacio para el desarrollo del mismo.
Es en este marco donde se introduce el análisis del fenómeno vinculado a las
instituciones.

Instituciones
Desde la perspectiva de la antropología cultural estructural funcionalista
Radcliffe-Brown (1940: 22) define institución como: un sistema establecido o
reconocido socialmente de normas o pautas de conducta referentes a
determinados aspectos de la vida social. Desde luego parte de una visión
estructural de la organización social en la cual las unidades de la estructura

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son las personas y estas a su vez están influenciadas por organizaciones
reguladas mediante normas y estamentos que las fundamenta.
Radcliffe-Brown afirma que la estructura se mantiene debido a la
autorregulación del sistema (recuérdese que el sistema son las normas y
pautas de conducta) y es la función de las instituciones sociales (que define
como "formas de conducta regularizadas socialmente") contribuir al
mantenimiento de la estructura social. En suma, la autorregulación del sistema
es la función de las instituciones sociales que son un conjunto de normas y
pautas. Esta concepción de la antropología estructural denota la complejidad
de la introducción de cambios en la sociedad humana puesto que las
conductas y las normas socialmente aceptadas se cimentan en la cultura que
se constituye en el eje de autorregulación de todo el sistema. Cabe acotar que
esta definición de institución de la antropología estructural es tomada
posteriormente por los economistas.
Para Durkheim (2001) considerado uno de los padres de la sociología
la define como la ciencia de las instituciones, de su génesis y funcionamiento,
para este connotado autor las instituciones son todas las creencias y todos
los modos de conducta instituidos por la colectividad. Las instituciones son
todas las conductas y las creencias que refiere, incluye todos los órdenes
institucionales desde la familia a las normas o valores. Parte de la premisa de
que toda sociedad posee unos requisitos básicos que ha de poseer para poder
funcionar normalmente.
Es importante mencionar que Durkheim percibe la institución social
como externa al individuo y coacciona al mismo. Señala que las instituciones
son hechos sociales construidos por los modos de pensar, de actuar y de sentir,
exteriores al individuo pero con el poder de imponérsele coaccionando su
conducta. Es por ello que según su pensamiento lo deseable es una sociedad
altamente integrada con niveles óptimos de cohesión. Una sociedad trata de
sustituir por otra las instituciones cuyas funciones no se han correspondido con
las necesidades sociales del presente, en la actualidad (anomía).

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Es interesante vincular el pensamiento de Durkheim sobre el rol
coercitivo de las instituciones sociales y la postura de Radcliffe-Brown,
respecto a la función de autoregularización de las instituciones respecto al
sistema para el mantenimiento de la estructura social.
De acuerdo a lo anterior, las instituciones son mecanismos de orden
social y cooperación que procuran normalizar el comportamiento de un grupo
de individuos (que puede ser reducido o coincidir con una sociedad entera)
sea mediante la coerción del grupo social, sea mediante la aceptación de la
normativa que rige el comportamiento social. Las instituciones en dicho sentido
trascienden las voluntades individuales al identificarse con la imposición de un
propósito considerado como un bien social, es decir normal para ése grupo lo
cual evitaría la anomia de la institución misma.
Para comprender la dinámica de las instituciones es necesario realizar
una aproximación conceptual a “cultura”, en tal sentido, la cultura puede
entenderse según Geertz (1988) como la red de significados que los individuos
y grupos le otorgan a las acciones. La cultura aparece como una construcción
en la que participan los distintos individuos de un conjunto humano localizado
territorialmente que comunican sus ‘fuentes de iluminación simbólica' (la
estructura simbólica) a la generaciones futuras.
Al asumir esta definición de cultura aceptamos que esta es el
fundamento de la acción social, en tal sentido, es desde la cultura que se
construyen las significaciones y así mismo se da coherencia al conjunto de
normas (socialmente aceptadas) de las instituciones que la constituyen.
Respeto a esto es impostergable recordar cómo se concibe la institucionalidad
desde esta perspectiva estructural a fin de reflexionar respecto a las
instituciones, la cultura y su vinculación con el emprendimiento.

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Figura 1. Estructura Social (Fuente: Zino Torrazza, 2000).

En la figura Nro 1 se muestra como está compuesta la estructura social


humana donde los individuos desempeñan estatus, cumplen roles y se
relacionan entre sí, la cultura, las instituciones y la estructura social están
determinadas y se determinan mediante la relación entre cada componente.
En tal sentido toda acción social, toda decisión, forma de organización y estilos
de vida están determinado por esta interacción Esto permite afirmar que para
que un cambio social o cultural se genere los individuos deben establecer
nuevas pautas de relación o reformular las ya establecidas de allí estas serían
susceptibles de ser institucionalizadas y formar parte de la cultura. Este
proceso se explica en la figura siguiente:

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Figura 2. Estructura Social (Fuente: Zino Torrazza, 2000).

Se infiere de la figura superior que el concepto de institución "implica un


acuerdo sobre una serie de valores tradicionales alrededor de los que se
congregan los seres humanos. Esto significa también que las personas
mantienen una relación definida, ya sea entre sí, ya sea con una parte
específica de su ambiente natural o artificial. De acuerdo con lo estatuido por
su tradicional propósito o mandato, obedeciendo las normas específicas de su
asociación, trabajando con el equipo material que manipulan, los hombres
actúan juntos y así satisfacen algunos de sus deseos, marcando al mismo
tiempo su impronta en el medio circundante" (Malinowski, 1984:59).
Se introduce a Malinowski en la discusión respecto a instituciones y
antes de abordar el emprendimiento en la dimensión legal puesto que para
este autor estas constituyen un grupo de personas que se organizan y van tras
un fin, además incorpora técnicas y tecnología (procesos, cultura material
tangible e intangible) para la consecución de sus propósitos. Su teoría se
enfoca en el individuo psico bio social conminando a abordar el estudio del
hombre como un ser complejo que avocará todos sus medios para lograr sus
objetivos y cubrir sus necesidades, en tal sentido, los medios para alcanzarlas
son igual de importantes. Esta concepción permite vincular la institucionalidad
con la cultura, la ideología, la técnica y la tecnología, recuérdese que se asume
un concepto antropológico sobre cultura y tecnología, en tal sentido se
entiende que el marco normativo que rige la conducta individual y colectiva
está fundado y determinado sobre la misma, así mismo el emprendimiento
como hecho social se entiende como un producto cultural que es dinamizador
y dinamizante de acuerdo a los intereses de la sociedad misma que los genera.
Por otro lado, North (1995) define instituciones como “las limitaciones
ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana y estructuran
incentivos en el intercambio, sea político, social o económico, (…) las

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instituciones definen y limitan el conjunto de elecciones de los individuos”
(p.13-14). El mismo autor profundiza la definición señalando que:
Los costos de funcionamiento de las instituciones incluyen no sólo
al marco institucional sino a las organizaciones que surgen como
consecuencia de él. Las instituciones son las reglas del juego, las
organizaciones son los equipos (…), cada uno con su respectiva
estrategia (…). Las organizaciones pueden ser: políticas
(partidos, el Congreso, una agencia reguladora...); económicas
(empresas, sindicatos...); sociales (iglesias, asociaciones...), y
educativas (escuelas, universidades...) (p. 15, 16).

En este marco conceptual se analiza el emprendimiento desde la


perspectiva de las instituciones, ahora bien, por ser este un fenómeno
complejo y que arropa la acción social es necesario delimitar el mismo, al
respecto se asume las áreas de estudio propuestas por Jütting (2003), a saber:
1) El grado de formalidad, 2) Niveles de jerarquía y, 3) Área de análisis.
En el marco de las Área de Análisis, el autor las subclasifica en función
de la dimensión donde se manifiesta la institución: económicas (reglas de
producción, asignación y distribución de los bienes y servicios, incluyendo los
mercados), políticas (variables tales como elecciones, reglas electorales, tipos
de sistema político, composición de los partidos de oposición y de gobierno,
medidas de control y equilibrio, y estabilidad política), legales (sistemas legales,
la definición y aplicación de derechos de propiedad y herencias), e
Instituciones sociales (acceso a la salud y educación y acuerdos a seguridad
social, igualdad de géneros entre otros).

El Emprendimiento desde la Dimensión Legal de las Instituciones


Para construir una aproximación teórica respecto al emprendimiento y
la institucionalidad se abordan las instituciones formales y las informales en
el Área de análisis legal propuesta por Jütting (op. cit,), de igual modo, es
necesario señalar que esto se corresponde con la categorización señalada por
North (op. cit.) que las clasifica grosso modo en formales e informales, siendo
que las últimas constituyen una fuente de creación de las primeras y regulan

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las relaciones sociales sin la coercitividad de las normas jurídicas, pero con la
fuerza que la censura social puede producir, recuérdese la función coercitiva
de las instituciones sociales planteada por Durkheim.
North reconoce que en el sistema hay una interacción entre las
instituciones, las organizaciones y el entorno en la que el rol de las primeras
es determinar las oportunidades en la sociedad y disminuir la incertidumbre,
mientras que las organizaciones se crean para aprovechar esas oportunidades
y maximizarlas. Se puede observar que North ubica a las instituciones en la
esfera de las normas que definen la interacción social, coincide con Radcliffe-
Brown en el rol conductor de las normas en la generación de organizaciones
sociales, estas últimas North las ubica fuera del individuo como un sistema de
representación social. Asimismo incorpora a su constructo el aporte más
significativo sobre la cultura legado por Malinowski como es la creación y
aprehensión de técnicas y tecnologías para lograr los fines que persigue la
sociedad a través de las instituciones.
Ahora bien, es necesario precisar los aspectos inherentes al
emprendimiento como institución, el mismo se hará brevemente desde el
enfoque de Redes y centralizados en el contexto. Johannisson (1988), señala
que en zonas con regulaciones claras y cultura orientada hacia la actividad
empresarial, es más probable que la persona inicie su propio negocio, lo que
lleva a considerar la formulación de políticas públicas y normas de fomento
orientadas a estimular la creación y el crecimiento de las empresas. Esto es
posible porque el emprendimiento ya forma parte del sistema social y esta
normado en la tradición a través de los modos de hacer aceptados tácitamente
por estas comunidades, se introduce la técnica y la tecnología mediante
propuestas de políticas y programas que dan forma a un sistema ya encunado
en el sistema de redes y complejidades sociales.

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Es por ello que desde distintos enfoques teóricos, se destaca la
necesidad de transparencia y claridad en esas reglas de juego, es lo que desde
el punto de vista legal se configura como la seguridad jurídica, elemento
esencial para que quien pretende o aspira emprender, se motive a hacerlo, y
quien ya ha emprendido, se atreva a expandir su negocio y hacer las
inversiones necesarias sin sentirse amenazado en ese proceso.
En este sentido, el respeto al derecho de propiedad privada, al lapso de
vigencia de los contratos de concesión, simplificación de trámites
administrativos, celeridad en los procesos, programas de fomento a la
actividad empresarial no condicionados, fuentes de información del mercado
transparentes y confiables, son algunos elementos que integran el marco
institucional y que desde las administraciones públicas deben garantizarse
para generar crecimiento y desarrollo.
Lo anteriormente expuesto ha sido reconocido por el Estado
Venezolano según se desprende de la Enmienda Nro. 1 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) publicada en Gaceta Oficial
Extraordinaria Nro. 5.908 de fecha 19/02/2009 la cual dispone que el derecho
de propiedad se garantiza sin ambigüedades, y que la acción del Estado
considerada como esencial en la definición de un marco institucional apropiado
para el crecimiento y el bienestar, está sometido al imperio de la ley, lo que en
principio es una garantía de la seguridad jurídica necesaria.
Por otra parte, los artículos 112 y 113 del texto fundamental, consagran
la libertad empresarial y la prohibición de monopolios, con lo cual el Estado
promueve la libre competencia y garantiza a los ciudadanos el derecho a la
formación de empresas bajo la forma jurídica de su elección, no obstante; la
implementación de políticas de fomento y promoción para la conformación de
empresas cooperativas y otras formas jurídicas distintas a las sociedades de
capital.
Así el artículo 112 constitucional señala:

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Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad
económica de su preferencia, sin más limitaciones que las
previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes,
por razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad,
protección del ambiente u otras de interés social. El Estado
promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa
distribución de la riqueza, así como la producción de bienes y
servicios que satisfagan las necesidades de la población, la
libertad de trabajo, empresa, comercio, industria, sin perjuicio de
su facultad para dictar medidas para planificar, racionalizar y
regular la economía e impulsar el desarrollo integral del país.

Si se atiende a lo preceptuado en la Constitución de la República, es


acertado afirmar que el constituyentista reconoció la importancia de la
actividad empresarial como fuente de crecimiento y desarrollo, y valoró el rol
del Estado en la generación de condiciones favorables para ello; todo bajo la
premisa de la sustentabilidad y con una orientación al intervencionismo estadal
en la actividad económica, según se desprende de lo señalado en los artículos
299 y 301, a saber:
Artículo 299: El régimen socioeconómico de la República
Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de
justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia,
protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines
de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna
y provechosa para la colectividad. El Estado conjuntamente
con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico
de la economía nacional con el fin de generar fuentes de
trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida
de la población y fortalecer la soberanía económica del país,
garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo,
sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de
la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza
mediante una planificación estratégica democrática, participativa
y de consulta abierta.

Artículo 301: El Estado se reserva el uso de la política comercial


para defender las actividades económicas de las empresas
nacionales públicas y privadas. No se podrá otorgar a personas,
empresas u organismos extranjeros regímenes más
beneficiosos que los establecidos para los nacionales. La

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inversión extranjera está sujeta a las mismas condiciones que la
inversión nacional.

Por otra parte, la libertad empresarial declarada constitucionalmente


contradice las acciones que desde el Estado se han realizado para impulsar la
creación de cooperativas como forma idónea para emprender, según se
evidencia en los artículos 70, 118, 184 y 308, mediante los cuales se establece
la obligación del Estado de proteger y promover esas organizaciones,
asegurándoles asistencia técnica y financiamiento oportuno a partir de lo cual,
ha habido un desarrollo legislativo e institucional que es pertinente analizar.
En efecto, la Ley Especial de Asociaciones Cooperativas (LEAC)
publicada en Gaceta Oficial No. 37285 del 18-09-2001, expresa en su capítulo
1 elementos importantes: 1) El objeto de la Ley es el establecimiento de las
normas generales para la organización y funcionamiento de las cooperativas.
2) La Economía Social y Participativa está constituida por las empresas de
carácter asociativo que se gestionan en forma democrática. Y 3) establece las
disposiciones que regulen la acción del Estado en materia de control,
promoción y protección de las cooperativas.
Este artículo es significativo por las implicaciones que devienen del
mismo. Se asume que el modelo económico venezolano es económico social
y participativo, que el mismo se erige sobre empresas asociativas cuyo
principio es la gestión democrática y que corresponde al Estado la promoción
y protección de este tipo de empresas (cooperativas), por lo que las políticas
de fomento tales como microcréditos, exoneraciones fiscales y otros han sido
implementadas para promover la creación de empresas, pero no hay evidencia
de políticas de acompañamiento técnico que garanticen la sustentabilidad de
las mismas.
Por otra parte, en cuanto a la sustentabilidad a la que alude el artículo
299, el texto constitucional contiene disposiciones inherentes a la protección
ambiental que han de ser consideradas en la gestión empresarial ya que han
derivado en leyes nacionales, estadales y municipales de ordenación del

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territorio que limitan la actividad empresarial e industrial en cuanto definen en
qué áreas de un determinado territorio, por ejemplo, pueden ser ubicadas las
industrias e implica la obligatoriedad de hacer estudios de impacto ambiental
para ciertas actividades y se definen áreas bajo régimen de administración
especial en las que hay un uso restringido. Así los artículos 128 y 129
establecen:
Artículo 128 El Estado desarrollará una política de ordenación
del territorio atendiendo las realidades ecológicas, geográficas,
poblacionales, sociales, culturales, económicas, políticas, de
acuerdo a las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la
información, consulta y participación ciudadana. Una ley
orgánica desarrollará los principios y criterios para este
ordenamiento.

Artículo 129 Todas las actividades susceptibles de generar


daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas
de estudios de impacto ambiental y socio cultural. El Estado
impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así
como la fabricación y uso de armas nucleares, químicas y
biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte
y almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas.

Dentro del marco del análisis de la institucionalidad y la actividad


empresarial, García (2011), realizó una investigación documental denominada
“Institucionalidad Venezolana en materia de emprendimiento social y
agricultura. Período 1999-2010” en la que concluyó que se ha creado un
entorno institucional constituido principalmente por normas jurídicas y políticas
públicas, que da prioridad a la integración de los aspectos económicos y
sociales, con alta participación de organizaciones comunitarias y fuerte
intervención estatal en el área financiera, técnica y de capacitación, con el
propósito de alcanzar el desarrollo endógeno y humanista como modelo de
diversificación de la economía bajo parámetros de sustentabilidad.
Destaca que desde el año 2001 hasta el 2008 se crearon 8 leyes que
estimulan el emprendimiento social, por lo que, se han diseñado e
implementado políticas públicas y constituido instituciones, como por ejemplo

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el Instituto Nacional de Desarrollo de la Pequeña Industria (INAPYMI) que
implementó un programa de apoyo a emprendedores para ayudarles en su
propósito de crear su propia unidad productiva.
En efecto, desde la organización del poder público se han creado
ministerios y organismos regionales de apoyo al emprendedor, en los que se
hace referencia a unidades productivas de pequeña escala. Por ejemplo, la
Ley para la Promoción y el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Industria y
Unidades de Propiedad Social, promulgada en Gaceta Oficial Extraordinaria
Nro. 6.017 de fecha 30/12/2010, señala en su exposición de motivos que:
(…) la pequeña y mediana industria y unidades de propiedad
social, son inexorablemente, fuentes de desarrollo
autosustentable, que redundan en la ocupación laboral de las
distintas organizaciones socio-comunales de la Nación, ya que
generan constantemente nuevas inversiones, instituyéndose así
en un mecanismo de energía activa y propulsora de la economía,
que respalda el progreso nacional equitativo…. que el modelo
productivo debe responder a las necesidades comunitarias,
estando menos subordinado a la reproducción del capital y
dirigido a alcanzar un crecimiento sostenido. El nuevo modelo
productivo debe fundarse en referencias orientadas hacia la
satisfacción de las aspiraciones comunes y la justicia social, en
el marco del desarrollo sustentable, donde el núcleo del proceso
productivo sea el beneficio del ser humano.

Un aspecto importante del texto legal in comento es que declara la


necesidad de crear un Sistema de Información para la Pequeña y Mediana
Industria y Unidades de Producción Social y de un observatorio para este tipo
de empresas, lo que coadyuvaría a incrementar la transparencia necesaria.
Por otra parte, la ley aclara qué entiende el Estado por Unidades de
Producción Social, entidades que en la clasificación de las personas jurídicas
que el Código Civil venezolano no está configurada, y así las define como:

Unidades de Propiedad Social: Agrupaciones de personas que


trabajan con carácter social y participativo, tales como: las
organizaciones socio productivas comunitarias, consejos
comunales, empresas de propiedad social directa o comunal,

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empresas de propiedad social indirecta y cualquier otra forma de
asociación que surja en el seno de la comunidad, cuyo objetivo
es la realización de cualquier tipo de actividad económica
productiva o financiera o comercial lícita, a través del trabajo
planificado, coordinado y voluntario, como expresión de
conciencia y compromiso al servicio del pueblo, contribuyendo al
desarrollo comunal, donde prevalezca el beneficio colectivo
sobre la producción de capital y distribución de beneficios de sus
miembros, incidiendo positivamente en el desarrollo sustentable
de las comunidades.

No obstante lo expuesto previamente, en consulta realizada el 19/10/16,


no se encuentra disponible en la página web del Ministerio de adscripción de
INAPYMI, datos estadísticos ni indicadores de la actividad de este tipo de
organizaciones.
Se evidencia, que hasta ahora en el país, se ha evaluado
cuantitativamente el resultado de la gestión de los organismos que promueven
el emprendimiento, solo en relación al número de cooperativas u otras
empresas de producción social, pero no se ha valorado cualitativamente ni
cuantitativamente el impacto de las políticas públicas y la nueva legislación de
fomento de la economía social, en el desarrollo de las comunidades, ni en la
calidad de vida de las personas beneficiadas.
Es así como por ejemplo en Venezuela, sólo para registrar una
cooperativa, que es el tipo de empresa que el Estado venezolano promueve
como idónea para el emprendimiento es necesario realizar, según lo indicado
por la Ley Especial de Asociaciones Cooperativas, seis (6) pasos; lo que
implica la interacción con al menos tres organismos públicos,
Superintendencia Nacional de Cooperativas, Registro Público y SENIAT,
dependencias que además se encuentran alejadas del medio rural, lo que
dificulta el proceso para las comunidades de esos sectores.
De igual manera, se observa que se han creado organismos públicos
relativos al fomento del emprendimiento, los cuales en el corto y mediano plazo
son liquidados, generando una inestabilidad en el sistema que atenta contra
los emprendimientos recién iniciados o en curso, por cuanto no se crea una

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instancia de transición y los esfuerzos realizados por las personas para
acceder a los beneficios resultan infructuosos en algunos casos, y en otros,
los recursos financieros que esos organismos colocaron, no son recuperados,
tal es el caso de Banco del Pueblo Soberano, por ejemplo.
Resulta evidente que el Estado reconoce la necesidad de estimular el
emprendimiento para elevar la calidad de vida de las personas, disminuir la
tasa de desempleo en el país, generar bienes y desarrollo, lo que se ha
pretendido lograr mediante políticas de fomento e instrumentación de leyes,
no obstante; hay una brecha entre lo nominal y lo real pues los pocos datos
disponibles reportan empresas inactivas y reflejan distintos esfuerzos fallidos
para incentivar el emprendimiento. Por ejemplo, según cifras de la
Superintendencia Nacional de Cooperativas (SUNACOOP), se estima que al
cierre del 2015, 66% de las cooperativas registradas se encuentran inactivas.
Por otra parte, la Organización PYMES Venezuela indica que al 2014 de
68.000 microempresas del sector manufactura, sólo 12.000 están funcionando.
Por otra parte, se observa que los planes y programas que incentivan
los emprendimientos están descontextualizados de la realidad de las
comunidades a las que va dirigido; puesto que obedecen a lineamientos
nacionales en los cuales no hay participación de las comunidades, sobre todo
las rurales, quienes tienen que atender a los requisitos organizativos y
administrativos que exigen las organismos oficiales para acceder a dichos
programas; aun cuando algunos de los procesos administrativos implicados,
se encuentren descontextualizados de la realidad social.
Otro aspecto que es menester referir es el relacionado con la
transparencia y acceso a fuentes de información que permitan evaluar
profundamente la efectividad de las políticas implementadas y la incidencia de
la institucionalidad venezolana no sólo en la creación de empresas, sino
también en su crecimiento y desarrollo. Por ejemplo, los organismos creados
para promover el emprendimiento publican cifras respecto al número de
organizaciones establecidas y de la cantidad de recursos financieros

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otorgados en créditos para desarrollar emprendimientos, pero no se muestran
cifras oficiales sobre la producción de estas empresas, puestos de trabajo que
han generado, innovación, entre otros aspectos.
De igual manera, el Instituto Nacional de Estadísticas indica que la tasa
de desempleo en Venezuela a diciembre de 2015 se había incrementado en
un 6% respecto al año anterior, lo que evidencia la necesidad de incentivar la
actividad empresarial y de revisar las políticas públicas que con este fin se han
implementado, atendiendo no sólo a los aspectos normativos, sino también a
los culturales, sociales y educativos, siendo fundamental revisar los modelos
educativos para incluir contenidos y estrategias que fomenten no sólo las
capacidades sino también la actitud emprendedora.
En revisión realizada en el portal web del Instituto de Estudios
Superiores de Administración (IESA), se refiere que en Venezuela entre el
18 % y el 20% de los venezolanos mayores de edad están iniciando un nuevo
negocio, pero el porcentaje de emprendimientos que pasan de los tres años y
medio es alrededor del 1% o del 1,5% atribuyendo como causa del hecho a la
falta de formación y a las políticas macroeconómicas. Es decir, entorno, y
educación.
Dentro de la dimensión cultural, se hace cuanto más necesario que la
sociedad valore la importancia que la creación y desarrollo de empresas tiene
en su propia vida, en la economía doméstica, en la generación de empleo, en
el desarrollo de infraestructura, y que se considere el aporte de los
empresarios socialmente responsables, promoviendo desde las instituciones
del Estado alianzas que impulsen el desarrollo económico y social del país.
Es decir, se precisa un cambio desde la dimensión cultural que permita
percibir positivamente la figura del empresario y darle reconocimiento social.
No basta con establecer regulaciones claras, transparentes y procesos
expeditos que estimulen la creación de empresas, sino que es necesario
apreciar la figura del empresario, tanto como se valora a los médicos,
ingenieros, maestros, agricultores, reconocer su aporte como elemento clave

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para dinamizar la economía del país de tal manera que las personas se sientan
motivadas a emprender. En palabras sencillas, pocas personas querrán iniciar
una actividad en la que cultural y socialmente se le vea como el enemigo.

Conclusión
Para Radcliffe-Brown las instituciones son sistemas establecidos y
aceptados socialmente mediado por normas. Para Durkheim son todas las
creencias y todos los modos de conducta instituidos por la colectividad
Para Malinowski las instituciones se manifiestan en organizaciones de
personas que incorpora técnicas y tecnologías para alcanzar sus propósitos.
Estas consideraciones desde la perspectiva de la antropología
estructural no está divorciada de la postura de North quien plantea que las
instituciones son un conjunto de normas que regulan la interacción humana y
que además genera estructura de incentivos que podemos vincular a la
generación de organizaciones, sistemas y el marco normativo que las
determina, se puede vincular a los conceptos clásicos de estructura social de
Durkheim, estatus y roles.
Cabe recordar lo postulado por Malinowski (1931:1) refiriéndose a las
técnicas y la tecnología: “Estos pertrechos materiales del hombre —sus
artefactos, sus edificios, sus embarcaciones, sus instrumentos y armas, la
parafernalia litúrgica de su magia y su religión—constituyen todos y cada uno
los aspectos más evidentes y tangibles de la cultura. Determinan su nivel y
constituyen su eficacia”.
Con esto se quiere reseñar que el marco legal, en este caso de estudio
el marco jurídico venezolano que rige lo relacionado al emprendimiento se
constituye en una técnica y tecnología para la sociedad venezolana forman
parte de las normas provenientes de las costumbres y tradiciones –cultura
intangible- de los venezolanos recogidos en un cuerpo legal documental que
las hace tangible y siguiendo al autor supracitado su nivel de cumplimiento

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determinará la eficacia de las mismas como marco normativo institucional e
institucionalizante del emprendimiento.
Ello responde a que las instituciones surgen por la necesidad que tiene
el hombre de estructurar sus relaciones sociales y así como la cultura integra
el marco institucional con una incidencia determinante en la actividad
empresarial y en el emprendimiento como acto económico motor del desarrollo,
las instituciones formales en las que incluye a las nomas políticas, jurídicas,
económicas, y que se ordenan jerárquicamente, pueden constituirse en
factores que promueven o inhiben la actividad empresarial, elemento
dinamizador de la economía.
En consecuencia es necesario generar un marco institucional adecuado,
en el espíritu de los grupos humanos que diseñan técnicas y tecnologías
eficaces para el logro de sus objetivos, con el fin de impulsar la iniciativa
empresarial y facilitar su sustentabilidad y crecimiento, lo que trasciende a las
organizaciones propiamente dichas. Ello no será posible si no se generan
cambios en la dimensión cultural (red de significados, actitudes y valores
compartidos que los individuos y grupos le otorgan a las acciones).
Recuérdese que la cultura es el fundamento de la acción social, y solo desde
esta dimensión se construyen las normas socialmente aceptadas, en tal
sentido, hay un paralelismo entre cultura y las instituciones que sostiene.
De todo ello se desprende que la vinculación entre las normas formales
e informales (instituciones) deberían incrementar los niveles de coherencia de
toda acción social para alcanzar un fin que es deseado por todos. En el caso
que ocupa este ensayo, el incentivo al emprendedurismo y la consolidación de
instituciones formales que la sostengan como un elemento importante para el
desarrollo debería apoyarse en procesos de dinamización cultural que a su
vez impulsen las reformas organizacionales a que haga lugar. La formulación,
aprobación y publicación de instrumentos normativos no es suficiente.
Un cambio desde la dimensión cultural sería posible desde la acción
social que apalanque reformas legislativas en materia educativa para fomentar

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la actitud y cultura emprendedora desde la educación inicial, disposiciones
legales con redacción clara y precisa que garanticen la seguridad jurídica,
transparencia, confianza, flexibilizar los controles, actualización tecnológica,
todo ello para trascender la economía de subsistencia, sin embargo, para que
ello sea posible se requiere construir una visión compartida de país, sentido
de corresponsabilidad y el reconocimiento mutuo de las potencialidades del
otro.
En suma, al vincular el concepto de instituciones con el de
emprendimiento se puede deducir que el emprendimiento también puede
entenderse como una institución social, es una acción individual y/o colectiva
mediada por una serie de capacidades y habilidades que motorizan la
economía (asumiendo esta como producto social) para generar
emprendimientos se requiere de patrones conductuales y un conjunto de
normas y valores imbuidos por la cultura de los emprendedores lo cual produce
una empresa (construcción social del emprendedor) que en la complejidad de
la trama social y sus estructura dinamizaría un conjunto de organizaciones de
distinta naturaleza. Todo ello conlleva a afirmar que el proceso emprendedor
incluye la acción de individuos aunado a las variables del entorno social y de
la empresa.

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