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1 Notas sobre “Engels y el arte de hacer política”

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política”


Raúl Lefere
Los comunistas y Karl Heinzen
Federico Engels

Índice
Presentación....................................................................................................3
NOTAS SOBRE “ENGELS Y EL ARTE DE HACER POLÍTICA” 7
El argumento de “no es el momento”...........................................................12
Las consignas transicionales no son ultra revolucionarias, son reformistas 18
¿De qué “revolución” está hablando?...........................................................23
Lo que dice Engels........................................................................................27
Engels: Ni partidario del programa de mínima ni del transicional.............33
El programa de Marx y Engels.....................................................................35
En la cocina del reformismo.........................................................................44
Las variantes socialdemocrática clásica y estalinista...................................46
Rosa Luxemburgo y la lucha por reformas...................................................48
La variante trotskista.....................................................................................57
La crítica a Trotsky........................................................................................59
Una crítica socialdemocrática a Trotsky.......................................................61
El “método” de citar mal a Trotsky para decir que Trotsky es Heinzen......64
A modo de conclusión...................................................................................74
Es del reformismo crear un programa para la lucha por reivindicaciones
mínimas.........................................................................................................82
LOS COMUNISTAS Y KARL HEINZEN
Introducción a la edición digital del artículo de Engels “Los comunistas y
Karl Heinzen”...............................................................................................85
PRIMER ARTÍCULO....................................................................................93
SEGUNDO ARTÍCULO.............................................................................104

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Versión digital:
Argentina
Marzo de 2016

2 Notas sobre “Engels y el arte de hacer política”


Presentación
Ponemos a su disposición dos textos que esperamos sean de su
interés.

Uno de ellos, “Los Comunistas y Karl Heinzen”, escrito por


Federico Engels, es poco conocido y no aparece en español ni en
las Obras Escogidas de Marx y Engels -de uno, dos o tres tomos-,
ni, que sepamos, está hoy disponible en la gran variedad de libros
publicados de los clásicos del socialismo científico.

Probablemente ocurre
que la riqueza, variedad
y cantidad de obras de
Marx y Engels conllevan
también la desventaja de
que en los esfuerzos de
traducción e impresión
queden afuera otros
textos que podrían
sernos útiles si
tuviéramos su acceso en
español.

En el idioma inglés existe


una colección bastante
completa de las Obras de
Marx y Engels y allí sí se
encuentra.

Cabe, eso sí, una


aclaración bastante
curiosa. Gracias a
Internet uno podría tener
acceso a aquella selección de Obras de Marx y Engels en inglés -si
supiéramos inglés-, pero he aquí que la editorial británica que
publicó aquellos libros, ha prohibido su reproducción y reclaman

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 3


derechos de autor impidiendo el acceso libre de esos textos.
La Lawrences & Wishmart impidió desde 2014 que los textos que
ya estaban en el sitio Marxists Internet Archive (MIA), de acceso
libre, continuaran en el mismo y se los obligaron a retirar.

Como decían los de MIA


“Es inmensamente irónico que una empresa editora
privada esté reclamando derechos de autor de las obras
reunidas de Karl Marx y Federico Engels, los filósofos que
escribieron a lo largo de todas sus vidas contra el
monopolio del capitalismo y su origen, la propiedad
privada”

La L&W hace su negocio y dice:


“en estos momentos estamos negociando un acuerdo con
un distribuidor que ofrecerá una versión digital de las
Obras para las bibliotecas universitarias de todo el
mundo. Esto tendrá el efecto de mantener una presencia
pública de las Obras, en la esfera pública de la biblioteca
académica, pagada con fondos públicos. Este es un
modelo que reembolsa a los editores, los autores y
traductores por el trabajo que se ha invertido en la
creación de un libro o una serie de libros”

Esto es una muestra más de la sociedad en que vivimos y cómo


cada vez más todo se privatiza más y más, al punto que obras que
fueron escritas para ser compartidas por todos, especialmente por
la clase proletaria, terminan siendo privatizadas.

Dicho sea al pasar, un sitio, mecollectedworks.wordpress.com, que


luego de aquella censura consiguió publicar 49 de esos tomos, ya
no existe más, en su página lo que se lee es el aviso del proveedor:
“This site has been archived or suspended for a violation of our
Terms of Service.”
Es la libertad que tenemos, libertad que se termina en el momento
en que se cuestiona en la práctica a la propiedad privada y su
legalidad.

4 www.teoriaypraxis.org
Justamente el texto de Engels que publicamos trata del tema de la
propiedad, aunque principalmente el de las consignas, de la
revolución de entonces. Un Engels joven -26 años-, cuando estaba
trabajando con Marx en la llamada Liga de los Justos y otras
organizaciones para impulsar sus ideas, mientras escribía lo que
sería la base del Manifiesto del Partido Comunista elaborado al año
siguiente en compañía de Marx.

El texto de Engels fue rescatado para el público de habla hispana


años atrás por el sitio ¡Salud, Proletarios!1

También hace unos años se empezó a usar para para cuestionar


tácticas de la izquierda trotskista, así como para defender o criticar
las consignas transicionales, cuestionar a Trotsky, defender el
Programa de Mínima y mucho más.

Uno de los textos que utiliza este escrito de Engels para sacar
conclusiones y aplicarlas a la realidad actual, titulado “Engels y el
arte de hacer política”, fue escrito por un catedrático argentino
bastante conocido especialmente en la militancia trotskista por su
larga trayectoria en las filas de esta corriente en las décadas del
setenta y ochenta, de la cual luego empieza a separarse y criticar.

En dicho texto, entre otras, se formula la tesis de que la táctica de


Trotsky es la de Heinzen, por lo que se le aplican a Trotsky las
críticas que realiza Engels.

Otro texto que expresamente analiza los dos artículos de Engels


englobados en “Los comunistas y Karl Heinzen” y el anteriormente
citado, es el publicamos ahora en esta entrega, “Notas sobre
'Engels y el arte de hacer política'”.

Allí se pone de manifiesto que en realidad lo que se está


discutiendo no es meramente una cuestión táctica o de consignas
inadecuadas, sino que además, lo que está en discusión es qué
revolución es la necesaria, cuál debe ser su programa, qué
1 http://www.saludproletarios.com

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 5


prácticas, qué estrategia y, por supuesto, el qué hacer hoy.
A partir de allí, el texto realiza un análisis sobre lo que hoy significa
el Programa de Transición y el Programa de Máxima y de Mínima,
que son los dos programas que disputaron la hegemonía del
socialismo y del marxismo, desde hace más de cien años el primero
y más de 75 el segundo.

También en este texto se ponen sobre la mesa, además de las


formulaciones de Engels, las de Trotsky, Lenin, Rosa Luxemburgo
y Eduard Bernstein y de nuevo “Reforma o Revolución” toma vida
aunque desde otra perspectiva a la tradicional.

Por último, incluimos una Presentación al texto de Engels, donde


se intenta dar un breve pantallazo de aspectos de la actividad de
Marx y Engels en aquellos agitados días donde la Liga de los Justos
se terminará transformando en la Liga Comunista, en particular su
participación en el Deutsche Brüsseler Zeitung, que es el
periódico donde Engels publica el artículo que reproducimos.
Presentación que permitirá hacerse una idea de en qué esfuerzos se
inscribe “Los Comunistas y Karl Heinzen”

Argentina, marzo de 2016


Teoría y Praxis

6 www.teoriaypraxis.org
NOTAS SOBRE “ENGELS Y EL ARTE DE
HACER POLÍTICA”
Raúl Lefere, marzo de 2016

En donde se trata la problemática del programa, de


la táctica, de las consignas a impulsar y sobre
cómo concebir la lucha política por el socialismo.
Incluye discusiones sobre formulaciones de Engels,
Trotsky, Lenin, Rosa Luxemburgo y Bernstein.
También sobre el Programa de Transición, el
Programa de Mínima y Máxima y el programa de
la Revolución Socialista.

Más de una vez, Federico Engels criticó los dichos y formulaciones


de algún escritor -filósofo, catedrático, político, etc-, no porque
aquel escritor tuviera algún impacto importante, sino simplemente
porque al poner evidencia las inconsistencias de las teorías del
personaje, Engels tenía la oportunidad de desarrollar las
argumentaciones, teorías y métodos que estaba construyendo con
su amigo Karl Marx. Así, Eugenio Dühring, de fama efímera en
ciertos círculos en su época, y olvidable, hoy es conocido porque se
transformó en el personaje principal de una de las obras más
famosas y leídas de Engels, el AntiDühring.

Menos suerte tuvo otro personaje que cayó bajo la lupa de Engels,
Karl Heinzen aunque si hoy alguien puede nombrarlo, también es
gracias a la crítica de Engels.

En dicha crítica Engels desarrolla algunas ideas interesantes en lo


que hace a la lucha política, motivo por el cual esos textos no
perdieron vigencia, a pesar de estar imbuidos en situaciones
coyunturales concretas de la Alemania de 1847.

Esa vigencia da pie a que un autor argentino, un catedrático y

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 7


militante que se adscribe al marxismo, escribiera un artículo,
“Engels y el arte de hacer política”, donde analizando aquel viejo
texto de Engels sobre Karl Heinzen, saca un conjunto de
conclusiones y críticas sobre prácticas políticas, consignas, y
programas, especialmente contra el trotskismo y las tácticas de
cierta izquierda actual.

Es cierto que al terminar de leer “Engels y el arte de hacer


política” más de uno puede preguntarse dónde está el arte
prometido, pero es bueno hacer un análisis de lo allí formulado.

Es bueno porque, como veremos en estas Notas..., ello da la


oportunidad para interrogarse y fijar posición sobre un conjunto de
temas importantes que generalmente no se tratan o se tratan muy
superficialmente. Y también posibilita poner en evidencia distintas
maneras de citar, discutir, algunas de ellas que deberían
abandonarse si realmente se valora la argumentación, la discusión
sin manipulación.

Porque que un catedrático de larga militancia en el trotskismo


cuestione el Programa de Transición de Trotsky es algo que sólo
puede llamar la atención a algún trotskista muy fanático. Tal vez
resulte algo extraño que en vez de las consignas transicionales
prefiera volver a la concepción del Programa de Mínima de la
socialdemocracia, pero es su decisión. Tampoco puede extrañar que
utilice citas de Engels para abonar sus teorías. Es lo más común.
Pero es cuestionable descontextualizar las posturas de Trotsky para
poder “rebatirlas” y justificar las propias. Ni es bueno
descontextualizar las posturas de Engels para hacerlo defensor de
un “arte de hacer política” que se parece más al oportunismo y al
reformismo que a la teoría revolucionaria del que fuera uno de sus
fundadores.

Como es una mala costumbre llevar las críticas y discusiones al


terreno de las personas que las emiten y así fácilmente caer en
subjetividades o en temas de egos y vedetismos, pensamos en un

8 www.teoriaypraxis.org
primer momento postergar hasta el final del escrito el nombre del
autor del artículo que comentamos, para discutir las metodologías,
las teorías, las posiciones, y referirnos al autor indistintamente
como “el profesor”, “el catedrático”, “el autor”, sin darle a estas
palabras algún tinte peyorativo, más teniendo en cuenta que son
utilizadas por el autor en sus sitios web y currículum.

Pero en la circulación en borrador de este texto varios


compañeros/as señalaron que esa forma de presentar la polémica
podría malentenderse y suponer algo de chicana de nuestra parte,
por lo que hemos recogido esas sugerencias y modificado el texto
incluyendo desde el principio el nombre, aunque en algunos lugares
para no ser monótonos en la repetición, hemos puesto las iniciales o
mantenido alguna de aquellas formas de referirnos al autor.

Como es posible que muchos no hayan leído el texto que


comentamos, “Engels y el arte de hacer política”, de Rolando
Astarita (R.A.), lo citaremos con suficiente extensión como para
poner de manifiesto sus ideas centrales. Están los enlaces para
quien quiera leer el texto íntegro, y también al final de este trabajo
reproduciremos el texto de Engels que el R.A. utiliza para sus
argumentos, ya que es difícil de conseguir.

R. Astarita postula la crítica


“(...) a las tácticas basadas en consignas ultra
revolucionarias, aplicadas en cualquier circunstancia. Esa
crítica tiene una larga tradición en el marxismo, que
lamentablemente es bastante desconocida. Por eso, hace
ya años, llamé la atención sobre un texto de Engels, “Los
comunistas y Karl Heinzen”, de 1847 (Engels, Escritos de
juventud, FCE, 1981), que encara el problema. En esta
nota2 quiero entonces comentar este texto, y mostrar su
actualidad. Pienso que la cuestión puede ser entonces de

2 “Engels y el arte de hacer política”, que puede verse al final de este trabajo.
También el autor lo llamó “Un texto de Engels y el arte de pensar y de
hacer política”

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 9


interés para militantes del movimiento sindical o popular.
El abordaje de Engels (que compartía Marx) implica una
política alternativa a la que es hoy domina en buena parte
de la izquierda, especialmente la trotskista. Esa táctica
alternativa permitiría acumular fuerzas y organización en
una coyuntura como la actual, en que no está planteada la
posibilidad de encarar “ofensivas revolucionarias”.

Luego R.A. pasa a describir las posturas de Heinzen:

“Karl Heinzen, según el relato de Engels, había sido un


funcionario liberal alemán, de bajo rango, que durante
muchos años se había entusiasmado con las posibilidades
de avances legales en Alemania. Dado que el régimen
político no daba espacio a estas ilusiones, finalmente
debió huir de Alemania, radicalizando sus posiciones.
Como dice Engels, en ese entonces pasó del liberalismo
“al radicalismo sediento de sangre”, y comenzó a
proclamar la necesidad de una sublevación inmediata.
Engels califica esta propaganda como “atolondrada y
absurda”, se pregunta si “no daña en el más alto grado a
los intereses de la democracia alemana” y si la
experiencia no ha demostrado ya “su inutilidad”. En
realidad, sigue Engels, Heinzen no ha hecho más que
“exhortar y predicar” y agrega:
“Nos preguntamos si no es sencillamente ridículo esto
de lanzar, venga o no a cuento, al buen tuntún, sin
conocer ni tener en cuenta la situación, con voz tonante,
intimaciones a la revolución”.
Heinzen centraba sus proclamas hacia la clase menos apta
para iniciar la revolución, los pequeños campesinos, pero
lo más importante para lo que estamos tratando es el
método que empleaba. Es que Heinzen agitaba y prometía
reformas sociales que, según Engels
“…son reformas muy parecidas a las que los
comunistas proponen para preparar el camino hacia la
abolición de la propiedad privada”.

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Esto significa que las reivindicaciones que agitaba
Heinzen no eran del tipo corriente, las demandas
reformistas que levantaba el movimiento obrero bajo un
sistema capitalista –por ejemplo, aumento salarial,
reducción de la jornada laboral– sino se trataba de un
tipo especial de reformas, las que tienen como
fin preparar la abolición de la propiedad privada. Es que
una lucha por aumento salarial, o por bajar la cantidad de
horas de trabajo, no prepara el terreno hacia la abolición
de la propiedad privada, ya que dentro de ciertos límites se
trata de reformas asimilables por el régimen burgués. En
cambio las consignas que Heinzen tomaba de los
comunistas eran demandas tales como frenar la
concentración de los grandes capitales, restringir el
derecho de herencia, u organizar el trabajo por el Estado.
Este tipo de exigencias luego aparecerían en El Manifiesto
Comunista, agrupadas como las medidas de un programa
transicional. Engels dice que “son, como medidas
revolucionarias, no sólo posibles, sino incluso necesarias”.
Pero Heinzen no las presentaba como preparatorias, “sino
como medidas definitivas. No como medios, sino como
fines”. No las relacionaba con una situación
revolucionaria, “sino con una situación pacífica,
burguesa” (énfasis agregado). Así, por ejemplo, en una
situación de estabilidad burguesa, Heinzen agitaba a favor
de la organización del trabajo por el Estado, y presentaba
esto como una reforma en sí misma, que se podía lograr
en el capitalismo.
Aquí podemos advertir una lógica en Heinzen que luego
sería desarrollada por buena parte de la izquierda: si se
demandan reformas que no se pueden lograr bajo el
capitalismo, y las masas trabajadoras las toman con su
movilización, se podría pasar de una situación no
revolucionaria a una situación revolucionaria, y de allí a
la revolución socialista.”3
3 Las negritas son énfasis puestos por el profesor.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 11


Astarita continúa describiendo las críticas de Engels a Heinzen, que
no transcribiremos pues pueden leerse en el Anexo, y además
porque en realidad son más las opiniones de Astarita que las
posiciones de Engels, al descontextualizar la posición de éste, lo
que pondremos en evidencia más adelante.

El argumento de “no es el momento”

Señalemos que R.A, hablando de medidas y consignas, nos dice:

“Como se habrá intuido, todo esto está atravesado por la


importante cuestión –para pensar política- de la relación
entre lo posible, por un lado, y la demanda y la táctica,
por el otro”

Como veremos, se introduce aquí lo que será el argumento


principal de Astarita para rechazar consignas y propiciar otras,
aunque no lo denomine así: el posibilismo.

Finalmente R.A. pasa a definir “otra manera” de hacer política:

“Otra manera de hacer política


“Mucho de lo anterior puede tener relevancia como
indicativo de otra manera de pensar y elaborar política, y
de concebir la actividad de los marxistas, que la que
impera hoy en la izquierda. Esto porque la agitación de
consignas sin analizar sus condiciones de aplicación, sin
vincularlas al movimiento y a las relaciones entre las
clases, se ha convertido en una costumbre. Aquí se ha
impuesto la idea de Trotsky, quien sostenía que no es
necesario tomar en cuenta la posibilidad de realización de
la demanda. Los trotskistas han elevado esto a teoría; y
muchos grupos siguen este criterio, aunque no se reclamen
de la tradición trotskista.
“El cambio de Trotsky con respecto al criterio de Engels es

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explícito. Casi como si estuviera polemizando en defensa
de Heinzen, escribía en los años treinta:

“… cuando se trata de una reivindicación, sea cual sea


(…) el simple criterio de la posibilidad de su
realización no es decisivo para nosotros…” (…)
“…en determinadas condiciones es totalmente
progresivo y justo exigir el control obrero sobre los trust
aun cuando sea dudoso que se pueda llegar a ello en el
marco del Estado burgués” (Trotski, Stalin, el gran
organizador de derrotas).
“Pensaba que la lucha por consignas imposibles de lograr
en el capitalismo llevaría a los trabajadores a enfrentarse
al Estado capitalista y el sistema. Esto es, apostaba a un
avance de la conciencia “en la práctica”. Esta idea está
claramente expresada en el pasaje que sigue al anterior:
“El hecho de que esta reivindicación no sea satisfecha
mientras domine la burguesía, debe impulsar a los
obreros al derrocamiento revolucionario de la
burguesía” (ídem).
“Pues bien, ésta la forma en que hoy se piensa la
política en buena parte de la izquierda. Así, se lanzan
llamamientos a pelear por cosas imposibles de obtener en
el capitalismo, con la esperanza de que la clase
trabajadora desemboque en la lucha por el socialismo.
Existen muchos ejemplos: “disolución de los cuerpos
represivos”, “reparto de las horas de trabajo por el Estado
hasta acabar con la desocupación”, “control obrero sobre
obras públicas”, y similares. Todas estas demandas,
agitadas con insistencia en una situación no
revolucionaria, siguen la lógica de Heinzen y Trotski.
“En el límite, se llega al disparate
“(...)
“Conclusión
“Lo que he buscado con esta nota es plantear la
posibilidad de que se piense la política desde un abordaje
distinto del que se ha vuelto común entre quienes se

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 13


reclaman marxistas. Dado que las formas de hacer política
que criticaba Engels hoy se han naturalizado, muchos
piensan que si no se hace así, “no hay táctica ni política”.
Lo cual implica suponer que Engels, Marx, Lenin, Rosa
Luxemburgo y tantos otros que jamás defendieron la
agitación de las consignas de transición urbi et orbe, ni
llamaban a insurrecciones “al buen tuntún”, no habrían
“tenido política concreta”. Pensamos que esto es
insostenible.

“Por otra parte sería bueno preguntarse qué resultó de la


táctica Heinzen-Trotsky. ¿Dónde se dio que los
trabajadores salieran a luchar por una demanda imposible
de cumplir en el capitalismo, y a partir de allí una
movilización adquiriera la dinámica de “escalera de
consignas de transición”, con que se sueña? ¿Cuándo se
ha registrado esto a partir de una situación no
revolucionaria? La respuesta es que nunca. (….) ¿No será
hora de reflexionar si los viejos escritos de Engels no
tienen algo que enseñarnos?

Antes de este escrito, Astarita había señalado que


“Hoy la etapa globalmente es de lucha por
reivindicaciones elementales, mínimas.”
y que
“No está a la orden del día imponer un programa
socialista, sencillamente porque los trabajadores hoy no
quieren el socialismo; ni tampoco desean aplicar un
programa de medidas que apunte al socialismo. Por lo
tanto no tiene sentido que delegados o dirigentes de
izquierda estén preocupados por cómo desatar un
movimiento general de huelga que imponga un programa
de transición al socialismo.
“Hablar de un programa mínimo implica hablar de

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actividades reivindicativas mínimas y democráticas. Esto
es, de medidas que no cuestionan en principio al sistema
capitalista, pero son muy importantes. Pelear por mejoras
salariales, en las condiciones de trabajo, por la
ampliación de libertades democráticas, contra la
precarización laboral.
La caracterización correcta de la etapa no debe inducir al
inmovilismo o a la indiferencia. Pero sí se trata de pelear
por objetivos que se pueden lograr en esta etapa de
crecimiento económico; y de avanzar todo lo posible en
organización y conciencia. Esto significa acumular
fuerzas; no arriesgar en aventuras el terreno ganado.i
Y en los comentarios que hace el autor en el artículo sobre Engels
deja con toda claridad su opinión respecto al programa:
“Me parece imprescindible que el movimiento socialista
(digamos, en el se basa en las ideas de Marx) vuelva a la
vieja tradición de distinguir entre el programa máximo y el
programa mínimo. El programa mínimo no solo contiene
las demandas de las luchas cotidianas, sino también son
las demandas en torno a las cuales se pueden establecer
acuerdos unitarios con otras fuerzas, para la acción, a fin
de impulsar esas demandas”.ii

Presentadas así las posiciones de Astarita, lo que aparentemente se


está discutiendo es la inadecuación del Programa de Transición de
Trotsky y sus ideas tácticas, y la necesidad de volver a la vieja
distinción del programa de máxima y el programa de mínima y
orientar la táctica por este. Pero en el fondo lo que se está
debatiendo es qué política hay que desarrollar, bajo qué
programa, qué consignas hay que defender, cuál es la revolución
necesaria y qué hay que hacer en ese camino.
Con esas posiciones de Astarita se tiende a la postura de
abandonar en la lucha, en el movimiento real todo programa

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 15


revolucionario, toda política que proponga cuestionar el
capitalismo, toda consigna que saque el pie del plato posibilista,
para supuestamente “no arriesgar en aventuras el terreno ganado”
como arguye Astarita.
¿Terreno ganado? ¿por quién, para qué?. Y que se sepa, si el
terreno ganado fuera para las posiciones internacionalistas
proletarias, anticapitalistas, revolucionarias, jamás abandonar sus
banderas puede proteger ese terreno. Y si el terreno ganado se
refiere algunos puestos en el parlamento o en el control de algún
sindicato, si las consignas clasistas anticapitalistas son molestas es
porque esos puestos y lugares no se ganaron desde y para la lucha y
posiciones anticapitalistas. Entonces, ese supuesto “terreno
ganado” pertenece a otra política, a otro programa, compatibles
con el sistema, y no a la política y programa que necesitamos hacer
crecer.
Una cosa es adecuar la forma y oportunidad del mensaje a
la realidad donde uno se mueve -correlación de fuerzas, etc-,
y otra cambiar el mensaje según el pensamiento de los
otros.

Es lamentable que la crítica a Trotsky no sea hacia la superación de


sus posiciones, sino hacia atrás, para postular la necesidad de
subordinar la política, las consignas, los objetivos finales al
movimiento real, a las posibilidades existentes según el estado de
conciencia de los trabajadores, esto es, una nueva reedición del
sector que terminó hegemonizando a la socialdemocracia alemana y
que postulaba el objetivo final, sea cual fuere, es nada, el
movimiento es todo.
Pero cuidado, no es que R.A. formule las cosas así, tan
esquemáticamente como las presentamos. De preguntársele,
seguramente diría todo lo contrario, que está por la revolución
socialista, pero... siempre el pero, ... pero como hoy no existe
ninguna posibilidad de revolución ni de situación prerrevolucionaria

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ni nada que se le parezca, las consignas deben ser las consignas de
mínima. Hay que abandonar las consignas transicionales. En todo
caso las consignas transicionales son válidas en una situación
revolucionaria, y es “un error formular un programa general que
estaba pensado para la ofensiva revolucionaria únicamente”iii...
Más allá de nuestro desacuerdo absoluto con el Programa de
Transición, todos sabemos que Trotsky elaboró ese programa
pensando en una nueva Internacional, en la futura dirección
revolucionaria del proletariado y para la revolución por venir, sea
inmediata (como se ilusionaba) o sea mediata, por lo que es lógico
que buscara levantar un programa revolucionario, aunque no lo
fiera, y no meramente uno de Mínima.
Al contrario de ello, para Astarita el programa general
revolucionario sólo se puede levantar, luchar por él, cuando se está
haciendo la revolución o cuando esta es inminente, y no por
ejemplo en épocas de contrarrevolución o de reacción, como las
que se ha vivido o vivimos. De nuevo tenemos el posibilismo: el
programa que se formule y levante dependerá de la situación
coyuntural, del estado de conciencia del proletariado, etc.
No obstante ello, Astarita acordaría con las consignas del programa
de transición en una ofensiva revolucionaria, claro que
lamentablemente es un programa que no rompe con el capitalismo
ni con el capital como capital, lo que da la pauta una vez más, que
se propicia el abandono del programa de la revolución socialista
por medidas de “optimización”, de gestión obrera del Estado
burgués y de la economía capitalista; de democratización del
sistema. Porque el Programa de Transición es en realidad un
programa tan compatible con el capitalismo como lo es el de
mínima y máxima socialdemócrata.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 17


Las consignas transicionales no son
ultrarrevolucionarias, sino reformistas

Como es sabido, y en esto R.A. tiene toda la razón, no estamos en


una situación revolucionaria ni prerrevolucionaria. Las genuinas
fuerzas anticapitalistas son extremadamente minoritarios. La clase
obrera está aún lejos de ser la clase que lleve adelante “la
emancipación obrera será obra de los obreros mismos”. El dominio
del capital es por ahora hegemónico en todo el mundo.

Pero el asunto es qué se hace o se intenta hacer en una situación


así.

Basándose en esta realidad, varios sectores de izquierda, entre los


que se encuentra Astarita, afirmarán que no se pueden levantar
consignas que sean incompatibles con el capitalismo, que
reivindiquen la necesidad de la revolución ni sus características. Es
más, afirmarán que no se puede ni debe tener el programa de la
revolución socialista, ni este debe orientar la táctica, sino que hay
que tener uno de “mínima”, como el de máxima y mínima
socialdemócrata tradicional.

Ni bien comienza su escrito, Astarita cuestiona “las tácticas


basadas en consignas ultra revolucionarias”, de partidos de la
izquierda argentina, lo que pone de manifiesto la concepción
verdadera que tiene Astarita sobre cuál es la revolución
necesaria, y qué entiende por revolución.
Porque si estamos hablando de la Revolución Socialista, de la
Revolución Proletaria, de la revolución que tenga como objetivo
poner fin al capitalismo, eliminar la propiedad privada y estatal de
los medios de producción y de cambio, que destruya el Estado
burgués e instaure el poder revolucionario del proletariado,
ninguna medida de los grupos de izquierda que Astarita está
cuestionando, ni ninguna medida que postula el Programa de
Transición de Trotsky son anticapitalistas, ninguna ataca al
capital como capital, esto es, como explotación del trabajo
asalariado. Ninguna medida postula suprimir la explotación del ser

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humano por el ser humano. Lejos de ser revolucionarias, o peor,
ultrarrevolucionarias, son todas medidas que postulan una manera
distinta de gestionar el capitalismo o de enfrentar los problemas
que se viven en el capitalismo -y que son causados por él-, sin
destruirlo de raíz.

Sin embargo, para Astarita “Las demandas transicionales, en


cambio, son por principio incompatibles con la existencia del
capitalismo.”iv

No dice que son improbables en el capitalismo, dice que “por


principio son incompatibles con la existencia del capitalismo.”4

Astarita no se percata que el gran error conceptual y político que


tuvo el Programa de Transición fue postular para una situación
revolucionaria -más allá de que la situación revolucionaria sólo
estaba en sus cabezas- medidas compatibles con el capitalismo, fue
hacer una especie de programa de mínima más radicalizado, en vez
de levantar el programa de la revolución socialista, al menos para
los países capitalistas que en 1938 estaban preparándose para
disputarse el mundo y ampliar sus zonas de poder, influencia y
posesión.

Esa izquierda que levanta consignas súper revolucionarias según


Astarita, ¿qué consignas enarbola?

Algunas de las principales consignas de esa izquierda son el “no


pago de la deuda externa”, que la crisis la paguen los capitalistas,
contra el ajuste, por la liberación nacional y social, por la
independencia del imperialismo, basta de despidos, contra la
corrupción, respeto de los derechos constitucionales, Salario
mínimo igual al costo de la canasta familiar indexado
periódicamente según el aumento real del costo de vida.
Derogación del impuesto al salario. Asignaciones familiares para
todos. Basta de espionaje a los luchadores. Reestatización de todas
las privatizadas bajo control administración y gestión de
trabajadores y usuarios, nacionalización de la tierra. Defensa de la
4 El subrayado es nuestro. N del A

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 19


educación y salud públicas y gratuitas. Nacionalización sin pago de
los laboratorios que lucran con la salud del pueblo. Eliminación del
IVA y de los impuestos al consumo. Impuestos progresivos a las
grandes fortunas. Impuestos extraordinarios a los grandes
capitalistas (banqueros, terratenientes y empresarios) para resolver
las necesidades más acuciantes del pueblo trabajador. Etc, etc.
No parecen ser medidas muy revolucionarias proletarias que
digamos, más allá de que algunas resulten muy difíciles de lograr,
especialmente cuando se están pidiendo estas medidas al gobierno
de turno, aún si fuera esa esa izquierda desde un hipotético
gobierno conseguido por vía del triunfo electoral5.

Si nos atenemos a las medidas del Programa de Transición algunas


de ellas son tipo eliminación del secreto comercial, control obrero
de la producción (capitalista, obviamente),
"Reivindicar el trabajo y una existencia digna, para todos"
"...Contra la carestía de la vida (...) una única consigna:
la escala móvil de salarios"
"...Contra la desocupación, tanto de "estructura" como de
"coyuntura" es preciso lanzar la consigna de la escala
móvil de las horas de trabajo"6
"El salario, con un mínimo estrictamente asegurado, sigue
el movimiento de los precios. No es posible aceptar ningún
otro programa para el actual período de transición " (pág.
22)

Sinceramente, más allá de si son fáciles de lograr en el capitalismo


o imposibles, vivir en un mundo donde tengamos carestía de la vida
y cuya salvación sea la escala móvil de salarios, tampoco parece ser
muy anticapitalista que digamos. O tener un salario mínimo
estrictamente asegurado que siga el movimiento de los precios, no
parece romper con la esclavitud asalariada, a la cual en realidad
está fortaleciendo y “mejorando”.

5 Y si lo hicieran vía triunfo revolucionario, ¿por qué andar con medias


tintas y no aplicas las medidas de la revolución socialista y conformase con
un control de los capitalistas?
6 El Programa de Transición. León Trotsky. Pág 22,

20 www.teoriaypraxis.org
Medidas así nos está hablando de una sociedad donde hay precios,
donde estos suben, salarios, es decir, una sociedad típica capitalista.
Además, en vez de terminar con al sociedad que provoca la
desocupación -y le conviene su existencia-, atemperar un problema
con un parche tampoco tiene nada de anticapitalista. Y más allá de
que dicho parche, improbable de lograr, tampoco servirá de nada.

Todas esas medidas buscan atacar “lo malo”, lo “disfuncional” que


tiene el capitalismo y dan a entender que se podría tener un
capitalismo más controlado, menos anárquico, más justo, más
racional. Y bueno, el proyecto socialista de una suerte de
nacionalización generalizada (capitalismo de Estado) apunta a ello
y ya sabemos a dónde termina.

Por otro lado, el Programa de Transición tiene también otras varias


medidas típicamente burguesas como la nacionalización de la
banca, crédito barato, etcétera7
Dice el Programa de Transición:

“(Es) Imposible dar un solo paso serio contra la


arbitrariedad monopolista y la anarquía capitalista, si se
dejan las palancas de comando de los bancos en manos de
los bandidos capitalistas. Para crear un sistema único de
inversión y crédito, según un plan racional que
corresponda a los intereses de toda la nación, es
necesario unificar todos los bancos en una institución
nacional única. Sólo la expropiación de los bancos
privados y la concentración de todo el sistema de créditos
en manos del Estado podrá en las manos de este los
medios necesarios, reales, es decir materiales, y no
solamente ficticios y burocráticos, para la planificación
económica ”8
Como vemos, el PdeT defiende “los intereses de toda la nación”,
7 Para profundizar esto, ver el libro “Crítica al Programa de Transición de
León Trotsky”, que puede bajarse del sitio Libros Libres de Rebelión:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=203943&titular=cr%EDtica-al-
programa-de-transici%F3n-de-le%F3n-trotsky-
8 "Programa de Transición" pág.32. Los Subrayados son nuestros.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 21


¡gran interés anticapitalista e internacionalista proletario!.
Promueve un único sistema de inversión y de crédito, según un plan
racional, etc, etc. ¿Y donde está lo revolucionario de ello?. Astarita
seguramente está pensando en otro tipo de revolución, la
democrático burguesa, donde medidas de ese tipo sí podrían ser
revolucionarias, pero no revolucionarias anticapitalistas,
proletarias.

Es decir, ninguna de esas medidas, ninguna de las propuestas y


consignas de la izquierda y del programa de transición atentan
al capital como capital. Puede afectar a ciertos sectores
capitalistas, puede transformar una propiedad privada capitalista en
una propiedad estatal capitalista, pueden ser medidas que a ningún
burgués le va a gustar, como dar a conocer sus cuentas o que
controlen su producción, y ocurrirá que por supuesto se opondrán
y luchen a sangre y fuego contra ellas, como lo hicieron contra la
Jornada de 8 horas, que era para muchos de ellos el fin del
capitalismo pues según ellos su ganancia venía de las últimas horas
del trabajo del obrero.

Y esto es así más allá que R.A. establezca que “por principio son
incompatibles con la existencia del capitalismo.”
Dicho sea al pasar: es raro que Rolando Astarita, un economista
que se reivindica del marxismo utilice ese tipo de fundamentación,
“por principio”. Como ya nos enseñó Engels, no son los principios
el punto de partida, ni se aplican a la naturaleza y a la historia
humana. En todo caso de estudiar la historia y la naturaleza
abstraemos o formulamos principios. Pero en la concepción
materialista de la historia nada es “por principio”.

Lo que debería hacer el profesor es fundamentar por qué un salario


móvil, un salario que garantice el mínimo y que siga el movimiento
de los precios, una nacionalización de la banca, una eliminación del
secreto comercial (que de hecho en gran parte está abolido para la
DGI), un control obrero de la producción -que incluso se llevó
adelante en varias empresas de diversos países- cuestionan al
capital como capital, cuestionan el sistema de trabajo asalariado,

22 www.teoriaypraxis.org
eliminan o tienden a eliminar la explotación.

Lo cierto es que más allá de la posibilidad real de alcanzarlas,


bastante improbable algunas de ellas, ya realizadas parcialmente
otras en algunos momentos y en algunos países, lo concreto es que
no afectan a la existencia de la explotación capitalista, cuanto
más puede implicar un poco más o un poco menos de plusvalía y
una distribución distinta de la misma (sea entre sectores de la clase
dominante o hacia el capital colectivo de la clase dominante, que
una parte importante de ella vaya hacia un capitalismo de Estado)

¿De qué “revolución” está hablando?

Naturalmente que varias de estas medidas podrían ser


revolucionarias en un contexto de revolución democrático
burguesa, cuando la burguesía es revolucionaria pues está
luchando contra otras clases dominantes que la precedieron, la
nobleza por ejemplo, y sistemas de producción y relaciones de
producción que necesita eliminar para crecer, el feudalismo y la
servidumbre de la gleba, por ejemplo. Dicho sea al pasar, una de las
consignas de la burguesía revolucionaria era la nacionalización de la
tierra, mal podría ser “incompatible con la existencia del
capitalismo” como afirma R.A.

Si para Rolando Astarita esas consignas son ultrarrevolucionarias es


que está pensando en los hechos en otra revolución previa a la
socialista, o en la necesidad de una etapa de tareas democráticas
burguesas previas a la lucha por la revolución socialista y su
programa. Etapa previa que históricamente han defendido los
partidos comunistas del tronco estalinista en todo el mundo. Y hay
que reconocer que Astarita es coherente con ello. pues defiende el
programa de mínima y de máxima, es decir, el programa de los
demócratas y socialistas en la época de las transformaciones
democrático burguesas.

Tal vez por eso, en su escrito, Astarita escamotea al lector/a desde

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 23


qué situación, desde qué punto de vista, desde qué revolución está
hablando Engels. Lo que es muy frecuente en diversos grupos
hacer eso con Lenin.

Respecto a Lenin, defienden y levantan sus posiciones, sus


consignas, de una manera dogmática, sin tener en cuenta que en
Rusia se estaba luchando por una revolución democrático burguesa,
y que cuando Lenin plantea la lucha por la revolución socialista, lo
hace en un país muy atrasado, donde existen numerosas
reivindicaciones democráticas y para una gran masa de la población
el capitalismo es un futuro por venir y no una explotación ya
consolidada.

También Astarita escamotea al/la lector/a las citas de Trotsky en su


integridad y contextualizadas. Por el contrario, las pone muy
parciales, fragmentadas y sin poner el número de página -necesarias
si son de un libro tan extenso como el que cita-. Ocurre que
Trotsky, en esa cita impropiamente recortada, está hablando de
China, de una China aún alejada del capitalismo, de una China
colonizada, de la China de 1920-28. Es de suponer que un
catedrático tendría que citar mejor y no descontextualizar el
pensamiento que va a criticar (Trotsky) o de quien se pide apoyo
para justificar su programa de mínima (Engels).

Es cierto que Engels cuestiona a Heinzen por no tener en cuenta la


realidad, las condiciones reales en sus prédicas. Engels señala que

“Podríamos preguntarnos si alguien en sus cabales puede


imaginarse que el pueblo va a prestar atención a este tipo
de sermones y exhortaciones políticas. Podríamos
preguntarnos si el Sr. Heinzen, en sus panfletos, alguna vez
ha hecho algo más que sermonear y exhortar. Podríamos
preguntarnos si no es realmente ridículo hacer sonar las
trompetas de la revolución a los cuatro vientos de esta
manera, sin ningún sentido ni entendimiento, sin
conocimiento ni consideración de las circunstancias.9

9 Engels. F. “Los comunistas y Karl Heinzen”, (1847). Todas las citas de

24 www.teoriaypraxis.org
O:
“Ahora el Sr. Heinzen, sin duda, se dará cuenta de que
valorar el comunismo consiste en algo más que
simplemente considerar la abolición de la propiedad
privada como su eje; de que más le valdría estudiar un
poco de economía política que ponerse a cotorrear
salvajemente sobre la abolición de la propiedad privada;
de que nunca sabrá nada acerca de las consecuencias de
la abolición de la propiedad privada si no conoce también
sus condiciones necesarias.

De esas afirmaciones de Engels, Astarita concluye que quienes


levantan consignas que vayan más allá del programa de Mínima,
más allá de mejoras y reformas conseguibles bajo el capitalismo, es
“agitar a tontas y a locas”, es llamar por pelear por cosas
imposibles, es impotencia e incoherencia, incluso es llamar “a
insurrecciones 'al buen tuntún'”, es generar desconcierto,
desorientación, desmoralización.
Ahora bien, el autor tiene razón cuando utiliza casi todos esos
calificativos respecto de los partidos y frentes de izquierda, aunque
luego llamará a votarlos en las elecciones a candidatos
presidenciales, empezando por las PASO10.

Y decimos en “casi” todos los calificativos, porque esos partidos y


políticas no han llamado a la insurrección a tontas y locas, ni a una
insurrección inteligente, ni a ninguna insurrección.

En realidad siempre han sido tan apegados a las instituciones del


sistema capitalista, que cuando en Argentina en las calles las
manifestaciones obreras y estudiantiles levantaban consignas como
“Ni Golpe ni Elección, Revolución”, y algunos sectores, hablaban o
llamaban a la insurrección y otros con una gran dosis de
mesianismo e irrealidad, a la guerra de guerrillas contra el Ejército
burgués, estas fuerzas de izquierda que Astarita está criticando
eran bomberos de aquellas luchas, de aquellos procesos de
Engels que remitan a otro texto, pertenecen a este escrito, que como es muy
corto no ponemos número de página.
10 https://rolandoastarita.wordpress.com/2011/05/17/por-que-votare-al-fit-2/

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 25


radicalización de sectores obreros. Al contrario de llamar a
profundizar aquellas luchas y procesos, luchaban por la salida
democrática y a participar en las elecciones. Cuestionaban la vía
violenta (sea huelga política de masas, insurrección, foco, guerrilla
urbana, guerra prolongada, etc) y no por una cuestión de
oportunidad, sino porque defendían la vía democrática, confiaban
en la salida electoral. Formaban parte de la llamada “vía pacífica al
socialismo”, respetando las instituciones de la burguesía y su
legalidad y participando en ellas.

Pero todos los demás calificativos son ciertos, pero no porque no


luchaban por un programa mínimo y supuestamente tenían un
programa súper revolucionario, sino que esos calificativos son
justos porque también ellos luchaban por un programa mínimo,
pues en realidad el programa de transición es un programa de
mínima radicalizado. Y lo que estaba mal ayer y hoy es luchar por
el Programa de Mínima y de Máxima, o de Transición, cuando
la revolución necesaria es la socialista.

La mejor demostración que no era por su Programa de Transición


los desastres que hacían, pensemos en los sectores estalinistas, que
rechazaban el Programa de Transición y levantaban el de Máxima y
Mínima como propicia hoy Astarita. Y sin embargo les caben todos
esos calificativos a trotskistas y estalinistas por igual.

Además, ocurre que Engels no defiende ningún programa de


mínima. Ni tampoco transicional. Allí Engels habla de otra cosa.

Lo que dice Engels


Engels describe que Heinzen es un antiguo liberal devenido en
demócrata, en republicano y que terminó en “un radicalismo
sediento de sangre”, y “apela a una insurrección inmediata. Ha
impreso panfletos a este efecto (…)”. Y lo cuestiona no porque
esté agitando consignas revolucionarias, sino porque está llamando
a una insurrección por una “revolución” que no es más que una
ensoñación tricolor, sin sentido.

26 www.teoriaypraxis.org
Dicho sea al pasar, una insurrección en aquella Alemania no era un
descuelgue como podría ser hoy en Argentina. Había una situación
que podría terminar desembocando en ella, y que fue lo que pasó al
año siguiente y siguientes, más allá de que los levantamientos
fueran derrotados. Es decir que Engels no lo critica por su llamado
a la insurrección, sino su llamado a una insurrección sin sentido, sin
tener en cuenta la situación de Alemania, respecto a quién debía
atacarse, qué programa había que levantar y por qué. Y cuáles eran
las fuerzas sociales de esa revolución, que no eran justamente las
que Heinzen se dirigía.
Es más, Engels, cuando lo describe, dice que antes, Heinzen

“atacaba a quienes admitían que la revolución era


necesaria. Y cuando le fue ya imposible seguir resistiendo
legalmente, declaró que la oposición legal era imposible,
sin tener en cuenta que en realidad este tipo de oposición
es perfectamente posible para la burguesía alemana, la
cual nunca ha dejado de hacer una enérgica oposición
legal. En cuanto se cerró el camino de vuelta para él,
empezó a declarar que era necesaria una revolución
inmediata. En lugar de estudiar la situación de Alemania,
(….)”

Engels dice que Heinzen quiere que:

Que se establezca inmediatamente una República alemana,


combinando la tradición norteamericana y la de 1793 con
un puñado de medidas que toma prestadas de los
comunistas, todo muy negro, rojo y dorado.11

Y agregará que
“toda república o revolución de este tipo no es más que

11 Engels se refiere aquí a los colores emblemáticos en Alemania, de cierto


democratismo-nacionalismo burgués que luego se plasmarían en los
colores la bandera de Alemania. El negro, el rojo y el amarillo representan
los colores del uniforme que llevaban los soldados alemanes, el
"Freikorps", durante las guerras napoleónicas. Se trataba de un uniforme
negro adornado de botones en cobre dorado y de decoraciones rojas.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 27


una ensoñación tricolor”
Luego Engels pasa a relatar:

“¿Y cómo conduce el gran "agitador" Sr. Heinzen su


propaganda? Declara a los príncipes culpables de toda
pobreza y sufrimiento. Esta afirmación no sólo es ridícula,
sino tremendamente dañina. El Sr. Heinzen no podía
halagar más a estos príncipes alemanes, marionetas
impotentes y cortas de miras, que atribuyéndoles esta
fantástica, sobrenatural y demoniaca omnipotencia.
Cuando el Sr. Heinzen afirma que los príncipes son
capaces de hacer tanto daño, está afirmando al mismo
tiempo que también serían capaces de actuar
correctamente. Esto no nos lleva a la necesidad de la
revolución, sino a los piadosos deseos de un príncipe
virtuoso, del buen Emperador José. En cualquier caso, el
pueblo sabe mucho mejor que el Sr. Heinzen quiénes son
sus opresores.
El Sr. Heinzen nunca logrará que el siervo odie tanto a los
príncipes como a su señor feudal o como odia el
trabajador a su patrón. Pero, por supuesto, el Sr. Heinzen
favorece los intereses de los propietarios y capitalistas al
culpar de la explotación del pueblo no ya a estas clases,
sino a los príncipes; ¡y la explotación de los terratenientes
y capitalistas, después de todo, es la responsable del
noventa y cinco por ciento de la miseria en Alemania!”

Fíjense qué interesante lo de Engels. Reemplacen la palabra


príncipe por gobierno, FMI, neoliberalismo, yanquis, etc y tenemos
una buena crítica a varias consignas de la izquierda integrada. Y
para lo que venimos hablando, notemos que Engels le reprocha no
que lucha por la revolución, sino su prédica “no nos lleva a la
necesidad de la revolución”.

Sigue diciendo Engels que Heinzen

“No ha demostrado nada al pueblo, en otras palabras al


proletariado, a los pequeños campesinos y a la pequeña

28 www.teoriaypraxis.org
burguesía urbana. Nunca ha examinado la posición de las
clases y los partidos. Lo único que ha hecho ha sido tocar
variaciones sobre un mismo tema: ¡A por ellos!, ¡a por
ellos!, ¡a por ellos!”

Luego Engels pasa a señalar que Heinzen promete reformas


sociales, pero antes de seguir, contextualicemos.

Engels está hablando de la situación en Alemania en 1847, donde


no se está planteando una revolución socialista, una revolución
proletaria, sino que ni siquiera la burguesía alemana es tan
poderosa en ese entonces como para imponer la República, es
decir, la democracia burguesa. O sea que cuando Engels -o
Heinzen- hablan de revolución, no se refieren a una revolución
anticapitalista, sino a una democrático burguesa que a veces llamará
popular y dirá que el único que puede llevarla hasta el fin será el
proletariado.

Cuando alguien cita a un autor debería contextualizar para qué


sociedad estaba hablando y no trasladarla ahistóricamente y
aplicarla a otra, sea para criticarla, sea para apoyarse en ella para
sus posiciones.

Por entonces, dice Engels,


“la nobleza feudal de Alemania conservaba gran parte de
sus viejos privilegios El sistema feudal de posesión de la
tierra era el que prevalecía casi por doquier. Los
terratenientes seguían conservando incluso la jurisdicción
sobre sus arrendatarios. Privados de sus privilegios
políticos, del derecho de exigir cuentas a los soberanos,
conservaban casi íntegra su potestad medieval sobre los
campesinos de sus tierras solariegas, así como su exención
del pago de las contribuciones. El feudalismo prosperaba
más en unos lugares que en otros, pero en ninguno fue
destruido por entero excepto en la orilla izquierda del
Rhin. Esta nobleza feudal, numerosa y, en parte, riquísima,
estaba considerada oficialmente el primer «estamento» del
país. Nutría de altos funcionarios el Gobierno y casi

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 29


totalmente de jefes y oficiales el ejército.
La burguesía de Alemania estaba muy lejos de ser tan rica
y estar tan concentrada como la de Francia o Inglaterra.
”12
Engels se está refiriendo a una posible revolución democrático
burguesa13, pues está hablando del papel revolucionario que podría
tener esa democracia (burguesa y pequeño burguesa) frente al
Emperador, frente a la nobleza, a los príncipes alemanes, a los
terratenientes. Y cuestiona el accionar de Heinzen no porque sea
perjudicial a los intereses de los comunistas, ya que Heinzen no
defiende la causa comunista, -al contrario, la critica-, sino que su
prédica es perjudicial a los intereses de la democracia alemana, es
decir, de la propia burguesía y pequeña burguesía, además, por
supuesto, también afecta al proletariado pues es doblemente
oprimido.

Entonces Engels afirma:


“Todas las medidas encaminadas a restringir la
competencia y la acumulación de capital en manos
privadas, toda restricción o supresión del derecho de
herencia, toda organización de trabajo por parte del
Estado, etc., todas estas medidas no son sólo posibles
medidas revolucionarias, sino que de hecho son medidas
necesarias. Son posibles en la medida en que todo el

12 De un escrito de Engels cinco años posterior al que tratamos. Nos


referimos a “Revolución y contrarrevolución en Alemania” OE. Tomo 1 de
2. Pág 159
13 “Su tarea es desvelar la opresión que sufren los proletarios, los pequeños
campesinos y la pequeña burguesía urbana, que son los que en Alemania
constituyen el "pueblo", por parte de la burocracia, la nobleza y la
burguesía; explicar cómo surge esa opresión, que no sólo es política sino
sobre todo social, y con qué medidas se puede suprimir; su tarea es mostrar
que la conquista del poder por los proletarios, los pequeños campesinos y la
pequeña burguesía urbana es el primer requisito para que puedan aplicarse
estas medidas. Su tarea es examinar profundamente qué alcance tendría
una rápida realización de la democracia, de qué recursos dispone el
partido y con qué otros partidos podría aliarse mientras siga siendo
demasiado débil como para actuar solo. Bien, ¿acaso el Sr. Heinzen se ha
dedicado alguna vez a todo esto?”

30 www.teoriaypraxis.org
proletariado insurgente las defiende e impone con la
fuerza de las armas. Son posibles, a pesar de todas las
dificultades e inconvenientes que alegan los economistas,
porque todas estas dificultades e inconvenientes impelerán
al proletariado a dar un paso tras otro hasta que la
propiedad privada haya sido completamente abolida, para
no perder de nuevo lo ya conquistado. Son posibles como
pasos preparatorios, fases temporales y de transición hacia
la abolición de la propiedad privada, y no van
encaminadas a otra cosa”

Allí Engels señala con claridad que ciertas medidas, -que no son
anticapitalistas, que en teoría pueden llevarse a cabo en el
capitalismo-, como restringir la competencia o supresión del
derecho de herencia, -por ejemplo para capitales mayores de cierta
cifra-, sólo pueden ser revolucionarias -revolucionarias como parte
de la revolución que incluye lo democrático burgués- y realizables
en la medida que todo el proletariado insurgente las defiende e
impone con la fuerza de las armas y las encamine para eliminar
la propiedad privada, o sea hacia su revolución.

Es evidente entonces que la revolución que mencionan no es


socialista, anticapitalista, como la que necesitamos, pues en 1847
no están dadas las condiciones. Pero el proletariado, si encabezara
aquella revolución, obviamente teniendo el poder y las armas en la
mano, podría avanzar en el camino de su revolución, esto es,
avanzar hacia la supresión de la propiedad privada, entonces esas
medidas sí serían revolucionarias. Si no es así, si esas medidas se
toman en el marco de un poder en manos de la burguesía o pequeña
burguesía, o del propio proletariado luchando por un programa que
no es el propio, son reaccionarias.

Además, Engels dirá que esas medidas no son para nada un fin en sí
mismo, sino algo transitorio, pues Engels obviamente no está por
esa revolución democrática sino por la revolución del porvenir, la
comunista, y sabe que la transformación socialista de la sociedad no
se puede hacer instantáneamente y dependerá de la fuerza política y
económica, nacional e internacional, que tenga la revolución, cómo

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 31


se desarrollará y qué medidas transitorias deberá tomar.
Por eso sigue diciendo:
“Sin embargo el Sr. Heinzen pretende que estas medidas
tengan un carácter permanente, que sean medidas finales.
No son la preparación de nada, sino que son definitivas.
Para él no son un medio, sino un fin”.

Pero no se queda aquí la crítica de Engels, sigue diciendo que esas


medidas que propone:

“No están diseñadas para una situación revolucionaria,


sino para una situación pacífica, burguesa. Todo esto las
convierte en medidas imposibles y reaccionarias al mismo
tiempo. Los economistas burgueses tienen razón cuando
presentan estas medidas del Sr. Heinzen como
reaccionarias, comparadas con la libre competencia. La
libre concurrencia es la última, la forma más avanzada y
desarrollada de la propiedad privada. Por tanto, toda
medida que partiendo de la base de la propiedad privada
vaya dirigida sin embargo contra la libre competencia, es
reaccionaria, pues tiende a restaurar fases anteriores del
desarrollo de la propiedad, y por eso finalmente terminará
sucumbiendo de nuevo ante la competencia, provocando el
retorno a la actual situación.”

Como vemos, Engels no está criticando a Heinzen por levantar las


medidas de la revolución proletaria, sino porque las medidas que
propone no se están levantando para un hipotético poder
proletario, sino para la situación de ese momento o bajo un
gobierno gran burgués, lo que las transforma en medidas
reaccionarias, pues al mantenerse el capitalismo, van contra el
propio desarrollo capitalista. Además, esas medidas no llevan
necesariamente a la revolución socialista, ni a suprimir la
propiedad privada. Podrían ir en ese sentido si el proletariado
tuviera el poder, las armas y luchara por su revolución y sólo
entonces podemos verlas como de “transición”, pero lo que las
hace de “transición”14 no son esas medidas sino el poder que las
14 La palabra correcta es preparación, por eso pusimos transición entre

32 www.teoriaypraxis.org
ejecuta y el programa que enarbola ese poder.

Engels: Ni partidario del programa de mínima ni


del transicional

Pero la descontextualización y reescritura de Astarita sobre lo que


dijo Engels no termina en los temas que tratamos. Sigue, haciendo
aparecer un Engels partidario de una especie de programa
transicional, aprovechando que Engels en varios lugares del texto
habla de las medidas de Heinzen como medidas revolucionarias
transitorias, cuando las realiza el proletariado. Dice Engels:

“Estas objeciones que hace la burguesía, que pierden todo


valor desde el momento en que consideramos las medidas
antes mencionadas como puras mesures de salut public,
como medidas revolucionarias transitorias, estas
objeciones, son devastadoras en lo que respecta a la
república campesino-socialista tricolor del Sr. Heinzen”

Pero ocurre que Engels no dice que esas medidas son las
consignas a luchar para hacer la revolución, no son las medidas
principales de la revolución ni las consignas de su programa.

Sin embargo, el profesor trasmutará el Manifiesto Comunista en


casi un programa de transición. Dirá que
“ Este enfoque sobre las consignas de transición se plasma
luego en El Manifiesto Comunista, donde su aplicación
aparece subordinada “a la elevación del proletariado a
clase dominante”; no como exigencias, como medidas
representativas del “socialismo pequeño burgués” a ser
impuestas al capital”

Es válida y muy importante la acotación del autor de que esas


medidas están subordinadas a la elevación del proletariado en clase
dominante, cosa que nunca hace la izquierda, pues generalmente la
izquierda las reclama al poder burgués de turno, por lo que cabe
comillas.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 33


aplicarle el calificativo de reaccionarias que da Engels. Y en todo
caso, algunos de esos sectores de la izquierda hablan de un
gobierno obrero y popular o un frente de izquierda y de los
trabajadores, es decir dentro del Estado Burgués y su legalidad.

Pero el autor está presentando como si el Manifiesto tiene un


enfoque hacia consignas de transición, aunque Astarita no avanza
más, no nos dice qué tipo de programa es el que defienden Marx y
Engels. ¿Es un programa de mínima y máxima? ¿Es un programa de
transición? ¿Está enfocado en consignas de transición, como
afirma?
Por supuesto que no es nada de eso.

Como ya dijimos, esas medidas en sí mismas no implican salir del


capitalismo, y en ese sentido no son automáticamente de transición.
De hecho pueden aplicarse en el capitalismo y, como señaló Engels,
ser reaccionarias. Para ser de “transición” se necesitan dos cosas:
Una que el proletariado tenga el poder, incluyendo aquí el
monopolio de las armas. Y Dos, lo más importante, que esté
luchando por su programa, esto es por el programa de la revolución
socialista/comunista, y que las encamine a abolir la propiedad
privada y estatal capitalista sobre los medios de producción y de
cambio y al sistema de trabajo asalariado. Si no es así, esas medias
pueden servir para dos extremos: desarrollar un capitalismo de
Estado o una sociedad mercantil atrasada.

Pero Marx y Engels sí tenían un programa que no era de Transición


ni de Mínima y Máxima.

A pesar de que era 1848, es decir, que el capitalismo sólo estaba


presente en una minoría del mundo como sistema de producción
imperante, a pesar de que existían sectores burgueses
revolucionarios, a pesar de las múltiples e importantes tareas
democráticas que estaban sin realizar -la República, la democracia,
el voto universal, ausencia de muchos derechos civiles y laborales-,
y mejoras mínimas como la Jornada de 8 horas, a pesar de que un
triunfo de la revolución proletaria, comunista, era lejano y no había
un proletariado luchando por su revolución, ¿qué medidas levantan

34 www.teoriaypraxis.org
Marx y Engels? ¿Posibilistas? ¿Transicionales? ¿De Mínima?.

El programa de Marx y Engels

A despecho de las consideraciones Astarita, Marx y Engels levantan


un programa que tiene consignas muy claras y no transicionales ni
de mínima.

Citemos ideas y frases del Manifiesto:

Abolición de la propiedad privada; contradicción principal


burguesía-proletariado; los obreros no tienen patria;
reconocimiento de una futura guerra civil que desencadena una
revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la
violencia a la burguesía, echa las bases de su poder; “¿es que el
trabajo asalariado, el trabajo de proletario, le rinde propiedad? No,
ni mucho menos. Lo que rinde es capital, esa forma de propiedad
que se nutre de la explotación del trabajo asalariado, que sólo
puede crecer y multiplicarse a condición de engendrar nuevo
trabajo asalariado para hacerlo también objeto de su explotación; la
propiedad, en la forma que hoy presenta, no admite salida a este
antagonismo del capital y el trabajo asalariado”; desaparición
de la libertad de vender y comprar, “El comunismo no priva a
nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no
admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación
el trabajo ajeno.”; hay que destruir el estado burgués, “la clase
obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del
Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios
fines”

E allí el tronco central de las consignas del programa de Marx y


Engels. Para nada un enfoque transicional, o de mínima, o
democrático burgués, sino un enfoque de la revolución proletaria,
socialista, comunista.
La presencia de un listado de medidas que se pueden llamar
confusamente de “transición” que aparecen en un capítulo del
Manifiesto es porque Marx y Engels son concientes en qué

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 35


momento del desarrollo social viven, la “inmadurez” del
proletariado -no tenía ni en número ni en presencia la fuerza
suficiente para hacer su revolución- justamente por la “inmadurez”
del capitalismo y que no terminaron las revoluciones o tareas
democrático burguesas, de allí que para abolir la propiedad privada,
-que es el objetivo del programa, la consigna por la que
luchan-, el proletariado, desde el poder y con las armas, realizará
pasos encaminados a y por ese objetivo. Pasos que pocos años
después dirían que van quedaron atrás, justamente porque el
capitalismo fue avanzando.

En realidad es demasiado forzado presentar esas medidas como un


“enfoque sobre las consignas de transición (que) se plasma luego
en El Manifiesto” como afirma Astarita. No se pone a considerar
que se está en 1848 y que la revolución a la orden del día no era la
proletaria y aún así, Marx y Engels levantan el programa de la
revolución proletaria.

Pero si en el marco de la revolución democrática burguesa el


proletariado, por ser el más consecuente en esa lucha, se agenciara
del poder, en lo inmediato -dicen- podrían tomar un conjunto de
medidas, pero no dice que esas medidas conducen al comunismo o
al socialismo. Lo que conduce al comunismo o al socialismo es el
proletariado luchando por sus intereses históricos, y no por esas
medidas que Astarita llama transicionales.

Pongamos un ejemplo. Una de las medidas que aparece en el


Manifiesto es:

“10. Educación pública y gratuita de todos los niños;


abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se
practica hoy, régimen de educación combinado con la
producción material, etc., etc.”

Hoy el propio capitalismo, el propio Estado burgués ha llevado a


cabo esa medidas, al menos en la mayoría de los países. Pero en
épocas de Marx y Engels el sometimiento era absoluto y esa
medida formaba parte de transformaciones necesarias en el marco

36 www.teoriaypraxis.org
de la revolución democrático burguesa. Y por supuesto también era
una medida que le interesaba al proletariado en primer lugar. Pero
Marx y Engels no llama a luchar por ella ni se la exige a la
burguesía. Dicen que en caso de que el proletariado establezca su
dominación política puede empezar haciendo tal y cual cosa que no
es lo mismo.

De hecho, cuando Engels habla de esas medidas, se está refiriendo


a que la revolución
“Establecerá, ante todo, un régimen democrático y, por tanto,
directa o indirectamente, la dominación política del
proletariado.”
Y señalará que “La democracia sería absolutamente inútil para el
proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para
llevar a cabo amplias medidas que atentasen directamente contra
la propiedad privada y asegurasen la existencia del
proletariado”15.

Astarita sabe que ni Marx ni Engels se dedicaron a levantar


medidas de transición y menos que hicieron un programa de
transición, y sí que levantaron medidas de la revolución
proletaria e hicieron un programa de la revolución
anticapitalista. Pero en vez de reconocer que ni Marx ni Engels
estaban por programas de transición, nos va a contar que ellos no
levantaron más ese tipo de medidas pues como no hubo ninguna
situación revolucionaria no tuvieron necesidad de hacerlo. Porque
recordemos que para Astarita, un programa de medidas
transicionales es válido y revolucionario cuando hay una situación
revolucionaria.

Nos alecciona:
“No es casual, por otra parte, que en la obra
posterior de Marx y Engels no encontremos
programas de transición, ya que no volvieron a
enfrentarse a situaciones revolucionarias, con
excepción de la Comuna”.
15 F. Engels. “Principios del Comunismo”. O.E. Tomo 1. pág 44

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 37


Frente a la cual, dicho sea de paso, tampoco levantaron un
programa transicional o de gobierno del Estado burgués, por el
contrario, concluyeron que el proletariado debe destruir el Estado
burgués, cosa que tampoco está presente en las medidas
transicionales del autor, ni en el Programa de Transición y ni en los
programas de Mínima y Máxima, ni de la izquierda con consignas
“ultra revolucionarias”.
Por eso Engels afirma con claridad que esas medidas de transición
son “puras mesures de salut public”, puras medidas de salud
pública. En otro lugar manifiesta que son medidas “que proponen
los propios comunistas como preparación de la supresión de la
propiedad privada”. Pero el catedrático desvanece el programa
que defiende Engels -y Marx- y lo transforma en programa de
medidas de preparación, es decir, un programa de salud pública, de
medidas transitorias.

Astarita parece olvidar que el programa por el que luchan los


comunistas -y que hoy no es levantado ni por quienes defienden el
programa de transición ni por quienes defienden el de mínima y
máxima-, es la supresión de la propiedad privada, la abolición
del sistema de trabajo asalariado, la conquista del poder político
con la destrucción del Estado burgués, etc. Y recién cuando tengan
el poder luchando por ese programa comunista, realizarán algunas
medidas de preparación, medidas paulatinas, justamente porque es
1848 y deben ser realistas.

Esto lo dejan claro Marx y Engels un año después, en el


Manifiesto, cuando señalan que

“El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando


paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos
los instrumentos de la producción (….)
”Claro está que, al principio, esto sólo podrá
llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la
propiedad y el régimen burgués de producción, por medio
de medidas que, aunque de momento parezcan
económicamente insuficientes e insostenibles, en el
transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor

38 www.teoriaypraxis.org
y de las que no puede prescindiese como medio para
transformar todo el régimen de producción vigente.

Marx y Engels no levantan un programa compuestos de medidas


transitorias ni de mínima, levantan el programa de abolir la
propiedad privada y de impedir la expropiación del trabajo ajeno,
por terminar con la burguesía, en realidad con las clases sociales.

Ahora bien, una vez destruido el Estado burgués y teniendo el


poder la clase obrera, cómo llevará adelante ese programa, qué
medidas transformadoras, algunas más o menos paulatinas, pondrá
en práctica es otro tema. Pero no son el programa, son cómo se
avanza en el proceso revolucionario ya teniendo el poder para
llevar adelante el programa que los llevó a ser poder. Medidas no
desde un gobierno en el Estado Burgués, sino desde el poder del
proletariado en armas luchando por su revolución, imponiendo su
programa.

Marx y Engels no llaman por restringir el derecho la competencia o


abolir el derecho de herencia. Llaman a abatir a la burguesía, a
terminar con la propiedad privada sobre los medios de producción
y de cambio y luego si, ya derrotado el poder político, militar,
judicial y burocrático del poder es menos cruento y más fácil ir en
ese camino aboliendo el derecho de herencia a cierto tamaño de
propiedades que no se pueden expropiar de inmediato, se hace.

Salvando las distancias, para entender ciertas medidas, es como en


Argentina, cuando no daba el cuero para abolir la esclavitud en
1813, -pues había fuertes intereses creados en mantenerla- los
constituyentes más radicalizados del año 13 logran aprobar “la
libertad de vientres”, lo que si bien no eliminaba la esclavitud,
garantizaba en un proceso su eliminación en forma paulatina, pues
las nuevas generaciones no podían ser esclavas. Muerto el último
esclavo de viejo, fin de la esclavitud.

Llega así Engels a poner de manifiesto la cuestión central:

“El Sr. Heinzen, por supuesto, se imagina que las

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 39


relaciones de propiedad, la ley de sucesión, etc., pueden
ser y serán modificadas y retocadas. El Sr. Heinzen –uno
de los hombres más ignorantes de este siglo–, desde luego,
quizá ignore que las relaciones de propiedad de una
determinada época son necesariamente el resultado del
modo de producción e intercambio de dicha época. El Sr.
Heinzen quizá ignore que no se pueden transformar los
latifundios en minifundios sin transformar toda la
estructura agrícola, y que, por otra parte, los latifundios
volverían a aparecer por sí mismos. El Sr. Heinzen quizá
ignore la estrecha relación que existe entre la gran
industria actual, la concentración de capital y el
surgimiento del proletariado. El Sr. Heinzen quizá ignore
que un país industrialmente tan dependiente y subordinado
como Alemania nunca podrá transformar por su propia
cuenta sus relaciones de propiedad de otro modo que no
sea siguiendo los intereses de la burguesía y la libre
competencia.”
(….)
“Resumiendo: Con los comunistas estas medidas son
apropiadas y tienen sentido porque no se conciben como
medidas arbitrarias sino como consecuencias necesarias
que en sí mismas son fruto del desarrollo de la industria,
la agricultura, el mercado y las comunicaciones, del
desarrollo de la lucha de clases entre la burguesía y el
proletariado, que depende de aquel otro; no las consideran
medidas definitivas, sino transitorias, mesures de salut
public que surgen de la lucha transitoria entre las propias
clases.
Con el Sr. Heinzen, no son apropiadas ni tienen sentido,
pues él las concibe arbitrariamente, como visiones
obtusamente burguesas para enderezar el mundo; porque
no hace mención alguna a la conexión entre estas medidas
y el desarrollo histórico; porque al Sr. Heinzen no le
preocupa en absoluto la viabilidad material de sus
propuestas; pues su objetivo no es formular las
necesidades industriales, sino por el contrario anularlas
por decreto.

40 www.teoriaypraxis.org
El propio Sr. Heinzen, que sólo es capaz de adoptar las
reivindicaciones de los comunistas después de confundirlas
terriblemente y transformarlas en puras fantasías, ¡critica
luego a los comunistas por "confundir las mentes de los
analfabetos", por "andar persiguiendo fantasías" y por "no
tener los pies en el suelo (!) de la realidad"!

Para terminar, de manera de que no queden dudas desde dónde


está criticando Engels a Heinzen, en la segunda parte de la crítica
señala:

“Como ya dijimos en el primer artículo, los comunistas no


atacan a Heinzen por no ser comunista, sino porque es un
mal propagandista del partido demócrata. No lo atacan
como comunistas, sino como demócratas. Los comunistas
han iniciado esta polémica contra él por pura casualidad;
aunque no hubiera comunistas en el mundo, los
demócratas tendrían que posicionarse contra Heinzen.”

Y Engels luego insistirá:


“En las actuales circunstancias, lejos de emprender fútiles
disputas con los demócratas, los comunistas se posicionan
como demócratas a la hora de abordar todas las
cuestiones prácticas del partido, de momento. (….) Hasta
que se logre la democracia, los comunistas y los
demócratas luchan juntos, mientras sus intereses
coinciden. Hasta entonces, las diferencias entre ambos
partidos son puramente teóricas y pueden debatirse a nivel
teórico sin que ello suponga perjudicar su acción común.
De hecho, podrán ponerse de acuerdo en muchas medidas
que se tendrán que llevar a cabo en interés de las clases
anteriormente oprimidas, cuando se logre la democracia,
como por ejemplo la gestión de la gran industria y los
ferrocarriles por el Estado, la educación de todos los niños
a expensas del Estado, etc.”

Está claro que Astarita en su crítica a Heinzen lo hace desde una


posición de demócrata, no desde una posición comunista, por eso

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 41


su insistencia en el programa de mínima y para que no queden
dudas lo dice abiertamente, “Hablar de un programa mínimo
implica hablar de actividades reivindicativas mínimas y
democráticas”

Obviamente que en Argentina, y en la mayoría de los países del


mundo, ya se logró la democracia. Dentro de un año se cumplirán
170 años de aquel escrito de Engels, y parece que aquella frase “en
las actuales circunstancias”, con la que Engels relativiza sus
posiciones, debería ser considerada. ¿Son aquellas las actuales
circunstancias? De hecho el propio Engels, junto a Marx, 25 años
después, relativizan aquellas medidas declarándolas anticuadas16.

Para terminar este ítem, nada que mejor que dejarle la palabra a
Engels:
“Por fin, después de todos estos preliminares, desvíos,
apelaciones, insinuaciones y volteretas del Sr. Heinzen,
llegamos a sus ataques teóricos y sus reflexiones sobre los
comunistas.
“El Sr. Heinzen
16 Dicen Marx y Engels sobre esas medidas inmediatas “Por mucho que
durante los últimos veinticinco años hayan cambiado las
circunstancias, los principios generales desarrollados en este
Manifiesto siguen siendo substancialmente exactos. Sólo tendría que
retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto advierte que la
aplicación práctica de estos principios dependerá en todas partes y en todo
tiempo de las circunstancias históricas existentes, razón por la que no
se hace especial hincapié en las medidas revolucionarias propuestas al
final del capítulo II. Si tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje
presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este programa ha
quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo
experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con
los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización política
de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de la
revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna de
París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político en sus
manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado,
principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión
de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus
propios fines”. C, Marx, F. Engels, Prologo a la edición alemana de 1872

42 www.teoriaypraxis.org
"considera que el núcleo de la doctrina comunista
es simplemente [...] la abolición de la propiedad
privada (incluida la que se ha logrado a través del
trabajo) y el principio del empleo común de las
riquezas de la tierra, como inevitable consecuencia
de aquella abolición."
“El Sr. Heinzen se imagina que el comunismo es una
doctrina que procede de un principio teórico central y saca
conclusiones a partir de aquí. El Sr. Heinzen está muy
equivocado. El comunismo no es una doctrina, sino un
movimiento; no procede de principios, sino de hechos. Los
comunistas no parten de tal o cual filosofía, sino de todo el
curso de la historia anterior y particularmente de los
resultados reales a los que se ha llegado actualmente en
los países civilizados. El comunismo procede de la gran
industria y sus consecuencias, del establecimiento del
mercado mundial, de su correspondiente competencia
desatada, de las crisis comerciales cada vez más violentas
y universales, que se han convertido ya en crisis en toda
regla del mercado mundial, de la creación del proletariado
y de la concentración del capital, de la lucha de clases
resultante entre proletariado y burguesía. El comunismo,
como teoría, es la expresión teórica de la posición del
proletariado en esta lucha y la síntesis teórica de las
condiciones para la liberación del proletariado. (…)
Bruselas, 3 de octubre de 1847. F. Engels17

En la cocina del reformismo

El reformismo, esquemáticamente, está dividido en dos grandes


grupos.
Uno, el que considera que se puede cambiar la sociedad del
capitalismo al socialismo a partir de sucesivas reformas. O que se
puede eliminar todo lo malo del capitalismo y dejar lo bueno.

17 Nota del 2016. Como el texto de Engels no es fácil de conseguir, lo hemos


puesto en nuestro sitio, www.teoriaypraxis.org, para que quien esté
interesado pueda bajarlo.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 43


El otro, que para llegar al socialismo hay que luchar por reformas y
de esa manera lograr llegar al poder. Algunos por la vía electoral,
otras dirán que no alcanza, que es necesaria una revolución, y que
esa lucha por reformas desembocará en una revolución.

El segundo tipo de reformismo podemos dividirlo en dos grandes


grupos, según el tipo de programa que formulen:
• el que tiene un programa dividido en una parte llamada de
Mínima, -que es el que se lucha realmente-, y el de Máxima,
que contiene generalidades y menciona los lejanos fines
últimos; y
• el que han llamado Programa de Transición (PdeT).

En realidad son dos programas muy semejantes, pues las medidas


que impulsan están dentro de los límites del capitalismo, siendo tal
vez el de transición un programa de mínima algo más radicalizado,
aunque sin la parte de máxima del otro.

La concepción teórico-política subyacente -pero también explícita-


en ambos programas es que luchando por reformas se llega al
cambio social o a la revolución18.
Tengamos presente que quien pretenda hablar y recomendar el “arte
de hacer política”, debe hacerlo para la sociedad de hoy, no para
estructuras sociales y políticas que vivieron Marx, Engels, Lenin,
Rosa Luxemburgo, que han sufrido profundas transformaciones y
cambios.

Se supone que estamos hablando de épocas y sociedades actuales,


donde el capitalismo está consolidado, la democracia es una
realidad y la burguesía detenta el poder. No aquellas realidades que
describía Engels, o Lenin para Rusia, donde aún no se había
alcanzado la República ni la Democracia, donde la burguesía aún no
se había adueñado plenamente del poder político y existía una
mayoría de la población bajo formas de producción y propiedad
previas a las modernas del capitalismo.
18 Hacemos tal distinción pues los más reformistas consideran que puede
alcanzarse la transformación social sin revolución, en cambio otros la
consideran necesaria.

44 www.teoriaypraxis.org
Teniendo eso presente hagámosle al reformismo más de izquierda
una pregunta clave ¿Y cómo es que luchando por mejoras o
reformas se llega al socialismo o al comunismo?.

Las variantes socialdemocrática clásica y


estalinista

Tomemos el caso de la vieja concepción socialdemocrática -no la


socialdemocracia de hoy- o su variante estalinista, y
simplifiquémoslas con gran esquematismo y superficialidad de
nuestra parte: Ellos afirman que

luchando por mejoras y reformas se acumulan y


organizan fuerzas, se desarrolla conciencia llegado al
punto en que aprovechando alguna crisis se puede
disputar el poder y vencer a la clase dominante.

Lo que la historia ha mostrado de esa formulación es que las


fuerzas, la organización y la conciencia, como no podría ser de otra
manera, está en consonancia con lo luchado: se acumulan fuerzas
reformistas, se crean organizaciones reformistas, se desarrolla
conciencia reformista e incluso se puede tumbar un gobierno
conservador o de derecha para poner un gobierno reformista.

Si un gobierno de esa orientación llega a subir, se encamina a lo


que siempre propusieron: reformas dentro del capitalismo, a más
integración a las instituciones del sistema aunque tal vez
“reformadas”. Y en algunos casos, si son más “radicalizadas”,
tender a implantar un capitalismo de Estado disfrazado de
socialismo..

Cuando se los critican por su mecanicismo y evolucionismo, dirán


que hay que tener en cuenta que las mejoras y reformas no serán
todas otorgadas, o no serán duraderas, y entonces la clase obrera se
va a dar cuenta que para garantizar esas mejoras y reformas deberá

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 45


tener el poder (el gobierno en realidad).

O algunos dirán que el capitalismo en algún momento entrará en


crisis irreversible y se derrumbará.
También postularán que luchando por ampliar la democracia hasta
el máximo, llegará un momento en que se negarán las reformas, por
lo tanto la clase obrera se dará cuenta y ….

En definitiva, que luchando por mejoras y reformas muy grandes,


que la clase dominante se negará a conceder o mantener, la gente se
dará cuenta que hay que tomar el gobierno, que el sistema está mal
y terminará luchando por cambiarlo y hará la revolución.

Otra formulación muy común es aquella que luchando por el


desarrollo capitalista, por el progreso, se irá avanzando hasta que
en un momento del propio desarrollo capitalista se podrá dar el
salto hacia el socialismo pues los burgueses serán superfluos, como
ya lo son, o por una crisis, o por un derrumbe.

Peor aún, algunos economistas y sociólogos dirán que como la


contradicción fundamental que planteaba Marx era entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, si contribuimos al
desarrollo de las fuerzas productivas creamos mejores condiciones
-o aceleramos el proceso- para que entren en conflicto con las
relaciones de producción, por lo que ayudamos a acercar al
socialismo.

Rolando Astarita, que abandonó el programa de transición para


adscribir el de mínima, se inscribiría entre estas variantes y señala
que:
“Los PCs mantuvieron la división entre programa máximo
y mínimo, pero para conciliar con el capital y su Estado.
En el fondo de esta cuestión está la relación entre reforma
y revolución, que discutió el marxismo. Yo soy partidario
de la respuesta que dieron Rosa Luxemburgo y Lenin a
esta cuestión.”

46 www.teoriaypraxis.org
Rosa Luxemburgo y la lucha por reformas
Más allá de la incoherencia implícita de Astarita en la afirmación de
la cita precedente, ya que las respuestas de Rosa Luxemburgo y
Lenin sobre cuestiones claves distaron de ser iguales, y por el
contrario, se enfrenaron duramente, supongamos que tal
incoherencia no existiera.

Tenemos entonces que el autor ofrece como “el arte de hacer


política” las respuestas -políticas, tácticas, estrategias, consignas-
que dieron Rosa y Lenin hace más de cien años, para países que ni
siquiera tenían la República ni las libertades democráticas, que no
conocían el Estado democrático de hoy, y que el capitalismo aún
tenía mucho que avanzar por lo que también existían sectores
burgueses revolucionarios, en lucha por sus reivindicaciones de
clase: libertad de comercio, de mercado, de vender y comprar,
especialmente de comprar fuerza de trabajo, sin trabas medievales.

Por si quedan dudas de cuál es el “arte de hacer política” que


postula Astarita, transcribamos la postura que el autor defiende, la
postura de Luxemburgo. Rosa Luxemburgo dice:

“La lucha cotidiana por las reformas, por el mejoramiento


de la situación de los obreros en el marco del orden social
imperante y por instituciones democráticas ofrece a la
socialdemocracia el único medio de participar en la lucha
de la clase obrera y de empeñarse en el sentido de su
objetivo final: la conquista del poder político y la
supresión del trabajo asalariado. Entre la reforma social y
la revolución existe, para la socialdemocracia, un vínculo
indisoluble. La lucha por reformas es el medio; la
revolución social, el fin”19

Es decir, luchando por reformas -y como único medio- se llegará a

19 Rosa Luxemburgo. “Reforma o Revolución”. Pág 23. Editorial Jorge


Álvarez. Las negritas son nuestras.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 47


la Revolución, al Socialismo, al Comunismo. Más claro imposible.
Y cuidado. No se zafa de la postura reformista admitiendo que
“las reformas no van a terminar con los males 'estructurales' del
capitalismo”. Rosa dice que los males estructurales del capitalismo
sólo se terminan con la revolución. El asunto es que ¿de dónde sale
esa Revolución?. Como nos dice Rosa, o los PC: de la luchas por
reformas. Es decir, se puede ser reformista, y al mismo tiempo
admitir la necesidad de la revolución.

Obviamente que aquí no estamos analizando la postura de Rosa


en y para su época, ni sus muchos aportes a la política
revolucionaria, ni lo certero de sus críticas a las políticas
reformistas, oportunistas y revisionistas de Bernstein y compañía.
Estamos hablando del hoy y ahora.

La postura de Rosa era coherente con los objetivos revolucionarios


que se planteaban en esa época, la República, la democracia plena,
etc, para luego de conseguida pasar a la siguiente etapa, tal vez en
ese mismo proceso. Y la lucha por reformas sí podía desembocar en
la revolución, como efectivamente ocurrió: en la revolución
democrático burguesa. Pues la revolución democrático burguesa es
fundamentalmente una revolución política, a diferencia de la
socialista que es una revolución fundamentalmente económica-
social. Las reformas podían modificar lo político. Ninguna reforma
puede modificar lo económico, las relaciones de explotación, que
están en la esfera económica, social, no en la esfera política.

Astarita ha cuestionado la concepción trotskista de que luchando


por las reivindicaciones de transición la clase obrera se dará cuenta,
al no conseguirlas, que deberá hacer la revolución. Pero en vez de
sacar como conclusión que de que el “error” del trotskismo, entre
otras, fue no levantar el programa de la Revolución Socialista,
pues es más que obvio que luchando por un salario mínimo
actualizado nadie se dará cuenta que el problema es el salario
mismo, no su monto o su actualización, decide ir hacia atrás, al
programa de mínima, o como en este caso, nos dice, a la

48 www.teoriaypraxis.org
concepción de Rosa Luxemburgo.
Pero ocurre que Rosa, en este mismo escrito clave de su
pensamiento, dice con toda claridad que su opinión y la del partido
que defiende contra los ataques revisionistas, no es muy distinta de
lo que el Astarita discute al trotskismo:

“La opinión que prima en el partido es la de que el


proletariado llegará, con el ejercicio de la lucha política y
sindical, a convencerse de la imposibilidad de cambiar
fundamentalmente su situación por medio de esta lucha,
así como también de la inevitabilidad de una conquista
final de los instrumentos políticos del poder. Pero, en el
concepto de Bernstein, se parte del supuesto de la
imposibilidad de esta toma política del Poder estatal,
implantándose el socialismo por simple lucha política y
sindical”.20

Por lo que aquí de nuevo tenemos la misma concepción, de que


luchando por consignas compatibles con el capitalismo, la clase
obrera se irá convenciendo, etc, etc. Ni por asomo se plantea que
por ese camino se van a reiteradas encerronas.

Por si eso fuera poco, tengamos en cuenta que por aquella época la
“lucha política” era entendida como la lucha democrática o la lucha
por reclamar leyes o reformas al Estado burgués. O peor aún, como
lucha parlamentaria. La propia Rosa se encarga de decirlo:

“En realidad, la separación e independencia de la lucha


política y la económica no es sino un producto artificial, si
bien determinado por la historia, del periodo
parlamentario. Por un lado, en el curso pacifico,
“normal”, de la sociedad burguesa la lucha económica se
ve dividida en una serie de luchas individuales en cada
rama de la producción y en cada empresa. Por otra parte,
no son las mismas masas quienes dirigen su lucha política
20 Luxemburgo, Rosa. “Reforma o Revolución”. Pág 62. Editorial Jorge
Álvarez

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 49


en la acción directa sino, en concomitancia con la forma
del Estado burgués, a través de sus representantes
parlamentarios. Apenas comienza el periodo de luchas
revolucionarias, es decir, apenas las masas irrumpen en
escena, queda liquidada la separación entre las luchas
económica y política y también la forma indirecta de lucha
política a través del parlamento.”.21

Dicho de otra manera, lo que termina defendiendo Astarita es que


mientras no exista un período revolucionario, lo fundamental de la
lucha política es la parlamentaria, la democrática. Esa
caracterización era entendible, aunque no justificable, en épocas de
transformaciones burguesas, pero inadmisible hoy para la lucha por
la revolución socialista.

Es más, en nuestra época, donde ya la revolución burguesa es


cuestión del pasado, y la única revolución capaz de poner fin a los
problemas que tenemos es la socialista, hay que romper con la
concepción de que la lucha política es fundamentalmente la lucha
democrática, parlamentaria. Y esto es así incluso y con mayor razón
en las épocas no revolucionarias, pues en épocas revolucionarias la
propia dinámica hace que lo parlamentario sea más fácil visualizarlo
como parte del enemigo, lo que no se visualiza en épocas no
revolucionarias y menos si la izquierda, los que se postulan para
conducir la revolución, o recomiendan “el arte de la política”, crean
expectativas en el sistema de representación burgués (Por ej.
“Vótennos para que sus reclamos puedan ser escuchados”,
“Vótennos para que no nos quiten la voz”22).

En vida de Rosa la revolución que se planteaba a la orden del día


no era la socialista como hoy, sino que existían reivindicaciones
burguesas revolucionarias, que hoy no existen. Entonces el
movimiento político estaba centrado en conseguir la República, la
democracia, etc, cuestiones estas ya alcanzadas. Eso no puede

21 Luxemburgo, Rosa. Obras Escogidas en un tomo. Pág 214. “Huelga de


Masas, partido y sindicatos”.
22 http://www.debates.teoriaypraxis.org/index.php/es/15-revista-typ/27-
argentina-la-izquierda-en-las-elecciones-2015

50 www.teoriaypraxis.org
perderse de vista tanto para entender las posiciones de Rosa
Luxemburgo, Lenin, etc, como lo inadecuadas que resultan hoy,
cuando no hay alianza democrático burguesa revolucionaria y la
alternativa para terminar con los problemas fundamentales que
padecemos pasa por la revolución socialista, sin fases ni etapas
democráticas.

Y sería un error pensar que aquí estamos en presencia de un mero


dogmatismo, de repetir frases como si fueran verdad revelada sin
tener en cuenta la situación histórica en las que fueron formuladas.
Aquí lo que estamos en presencia es de un método político para
seguir escamoteando la necesidad de levantar el programa de la
revolución proletaria, que es el faro y el estandarte que nos orienta
y convoca no sólo en épocas revolucionarias sino en las más
difíciles de la contrarrevolución o de la reacción.

Además hay que tener en cuenta que con aquellas políticas, tanto
las del lado de Bernstein como las de Luxemburgo, en la práctica,
es decir, en lo que se hacía, no había mucha diferencia. Porque en
realidad en la práctica ninguno estaba propiciando una lucha
anticapitalista, sino una lucha democrático burguesa y sindical.

Las diferencias estaba más bien en los discursos generales, en la


declamación de los llamados objetivos últimos. Bernstein quería
dejar de lado esos objetivos, pues eran una pesada mochila que
molestaba más que ayudar, y defendía que con la lucha que estaban
librando (que compartían ambos) se podría llegar al socialismo. En
cambio Rosa decía -con razón- que eso era imposible, que sin
revolución no existiría posibilidad de conseguir el socialismo.

Rosa dirá que

“Las relaciones de producción de la sociedad capitalista


se acercan cada vez más a las relaciones de producción de
la sociedad socialista. Pero, por otra parte, sus relaciones
jurídicas y políticas levantaron entre las sociedades
capitalista y socialista un muro cada vez más alto. El muro
no es derribado, sino más bien es fortalecido y

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 51


consolidado por el desarrollo de las reformas sociales y el
proceso democrático. Sólo el martillazo de la revolución,
es decir, la conquista del poder político por el
proletariado, puede derribar este muro.”

Notemos que Rosa pone de manifiesto que esas luchas por


reformas sociales y el proceso democrático fortalecía aún más el
muro que separaba el capitalismo de una nueva sociedad. No
entraba en cuenta, sino mucho más tarde, amargamente, cuando su
partido vota los créditos de guerra, que con esas luchas, política y
programa, estaban haciendo un gigante de barro.

Pero hoy, con todas las experiencias históricas, no hacer un balance


materialista, no cambiar lo que ya está demostrado que no sirve
para la causa proletaria revolucionaria, y sí seguir repitiendo lo
mismo, a cien años de eso, no tiene calificativos. O los tiene pero
son obvios.
Ya vimos que Bernstein y cía consideraban que se llegaría al
socialismo a través de conquistas sindicales y políticas paulatinas,
lo que fue brillantemente refutado por Rosa.

Pero, entonces, ¿cómo se llegará a esa revolución? ¿luchando por


un programa de mínima y no olvidando los objetivos de máxima,
como creía la socialdemocracia a la que pertenecía Rosa?
¿Luchando por un programa de Transición, como creía Trotsky y
hoy creen muchos trotskistas?

En realidad, esto es importante evidenciar, todos ellos (Bernstein,


Rosa), en la práctica, llevan adelante la misma lucha, por mejoras
y reformas dentro del capitalismo. Y nada mas. Y ambos sectores
realizando las mismas luchas, las mismas actividades. Lo reconoce
la propia Rosa Luxemburgo:
“En una primera aproximación, la actividad partidaria
resultante de la teoría de Bernstein no parece diferir de la
actividad efectuada por la socialdemocracia hasta el
presente. Antes la actividad del Partido Social Demócrata
consistía en trabajar en el movimiento sindical, agitar por
las reformas sociales y por la democratización de las

52 www.teoriaypraxis.org
instituciones existentes. La diferencia no reside en el qué
sino en el cómo.
En la actualidad se considera que la lucha sindical y la
actividad parlamentaria son medios para guiar y educar al
proletariado en preparación de la tarea de la toma del
poder.
Desde el punto de vista revisionista, esta conquista del
poder es a la vez imposible e inútil.
Y por eso el partido realiza la actividad sindical y
parlamentaria en pos de resultados inmediatos, es decir,
con el objeto de mejorar la situación actual de los obreros,
por la disminución gradual de la explotación capitalista,
por la extensión del control social”.23

Como vemos, ambos sectores, el revolucionario y el oportunista,


acuerdan en la lucha a dar, esto es, la lucha sindical y la
parlamentaria. Lo que los diferencia que para algunos (Rosa y la
socialdemocracia antes de ser hegemonizada por el oportunismo),
esa lucha es para “guiar y educar al proletariado en preparación
de la tarea de la toma del poder.”. En cambio para el sector
oportunista esa lucha vale por sí misma y no es necesario
conquistar el poder para ir logrando mejoras.

Por lo tanto, el “arte de hacer política” de Astarita consiste


entonces en lucha sindical y actividad parlamentaria, agitar
mejoras y reformas sociales y más democratización de las
instituciones existentes, como supuestos medios para guiar y
educar al proletariado en preparación de la tarea de la toma del
poder.

Demás estaría decir que sus resultados se han visto en numerosos


países, numerosas épocas como para seguir repitiéndolos. Y que
sólo educan en reformismo y guían en no sacar los pies del plato
del capitalismo. En época de Rosa sí tenían un contenido
revolucionario pues lo que pretendían esa salir del plato feudal y
monárquico y conseguir una transformación democrática burguesa
radical. Y hoy, dando bien esas luchas se consiguen fortalecer a los
23 Resaltados de Rosa Luxemburgo. Ob. Cit. Pág 61

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 53


sindicatos integrados al sistema, reformas sociales, democratizar el
Estado burgués, muchas bancas para los socialistas, para la
izquierda, y eventualmente hasta llegar el gobierno.

¿Y la Revolución Socialista?: bien, gracias. Y cada vez más lejos.

Rosa fue muy clara: “En la actualidad se considera que la lucha


sindical y la actividad parlamentaria son medios para guiar y
educar al proletariado en preparación de la tarea de la toma del
poder.”

Y ya vimos a dónde condujeron esas luchas, esas guías y esa


educación: al sometimiento a la burguesía, a la defensa de la propia
burguesía en contra de otras, a la conciliación de clases, a la
represión contra las genuinas manifestaciones de posiciones
proletarias revolucionarias, al mantenimiento del capital como
capital, al mantenimiento del sistema de trabajo asalariado. Y no
una vez. Todas las veces.

Señalemos, pues Astarita no lo dice, que también Trotsky defiende


el programa de mínima, que incluye en su PdeT:

“La Cuarta Internacional no deja de lado el programa de


las viejas reivindicaciones “mínimas”, en la medida en
que hayan conservado al menos parte de su fuerza vital.
Defiende infatigablemente los derechos democráticos y las
conquistas sociales de los obreros. Pero lleva a cabo este
trabajo cotidiano en el marco de la perspectiva actual
correcta, es decir, de la perspectiva revolucionaria.”24
Dicho sea al pasar, Astarita, en su crítica a los partidarios del
Programa de Transición, termina su escrito con una frase muy típica
de los miran a los demás desde arriba y no se miran al espejo y ven
en los otros lo que no ven en sí mismos.

Así el catedrático finaliza señalando:

24 Trotsky, L. Programa de Transición. Pág 9

54 www.teoriaypraxis.org
“Por otra parte sería bueno preguntarse qué resultó de la
táctica Heinzen-Trotski. ¿Dónde se dio que los
trabajadores salieran a luchar por una demanda imposible
de cumplir en el capitalismo, y a partir de allí una
movilización adquiriera la dinámica de “escalera de
consignas de transición con que se sueña? ¿Cuándo se ha
registrado esto a partir de una situación no
revolucionaria? La respuesta es que nunca. (…..) Por eso,
lo que ha resultado de esta forma de agitación es
desconcierto y desorientación del movimiento de masas, y
desmoralización de parte de la militancia que durante
décadas se dedicó a explorar este camino. ¿No será hora
de reflexionar si los viejos escritos de Engels no tienen
algo que enseñarnos?

Aplicando la misma vara el profesor se debería preguntarse en ¿qué


país capitalista se ha dado que luchando por reformas se hizo la
revolución socialista?: Nunca. Además, el camino de los partidarios
del programa de mínima y máxima ha sido más transitado que el de
los partidarios del PdeT.
Y no se interroga a dónde condujeron esas formulaciones. Ni
tampoco que el camino del programa de mínima “ha resultado de
esta forma de agitación es desconcierto y desorientación del
movimiento de masas, y desmoralización de parte de la militancia
que durante décadas se dedicó a explorar este camino. ¿No será
hora de reflexionar si los viejos escritos de Engels no tienen algo
que enseñarnos?”

La variante trotskista

Si tomamos la variante trotskista y también con algo de


esquematismo de nuestra parte, su formulación es similar a los
socialdemócratas “revolucionarios”, a los estalinistas: luchando por
demandas radicalizadas compatibles con el capitalismo, que
llamarán transicionales, del tipo eliminación del secreto comercial,
control obrero de la producción (capitalista, obviamente), trabajo

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 55


digno, escala móvil de salarios, nacionalización de la banca, etc, etc
que ya vimos, se obtiene, según ellos, “el puente” por el cual se
llega al socialismo.

Notemos que nacionalización o expropiación de la banca, aún


cuando no se paguen indemnizaciones, para nada significa
expropiar a los capitalistas de los depósitos que tienen en esos
bancos, que siguen poseyéndolos sin problemas (como ya ha
ocurrido en varios países burgueses, dicho sea al pasar.25

La idea subyacente es la misma que en el la vieja socialdemocracia


o del estalinismo pero algo menos sutil: luchando por esas
reivindicaciones, como la burguesía no puede otorgarlas, la clase
obrera se dará cuenta y luchará por la revolución o la lucha por
ellas se transformará inevitablemente en una lucha por el
comunismo.

En realidad, a nivel de consignas, la principal diferencia del


trotskismo con el estalinismo es que el primero caracteriza a
aquellas reivindicaciones como “un puente” y da argumentos
distintos, bastantes subjetivos e irreales, por cierto. Además las
vincula más directamente a un gobierno policlasista, democrático,
trabajador: el gobierno obrero y campesino.

Recordemos que entre los campesinos, que también trabajan, los


hay burgueses y pequeño burgueses (en los campesinos no están
los proletarios rurales, que forman parte de los obreros). También
recordemos que los campesinos son los defensores más sólidos de
la producción mercantil, que permanentemente genera relaciones
antagónicas a las de un hipotético socialismo o comunismo. Y por
supuesto quieren un gobierno barato, con crédito barato, libertad
de comercio, que exista un mercado pero que se impida que se
25 Un ejemplo se dio en México bajo el gobierno (1976-1982) de José López
Portillo, que nacionalizó los 49 bancos mexicanos. Pocos años después,
otro gobierno (1988-1994), Carlos Salinas de Gortari privatizó la banca.
Hoy más de 97% de la banca mexicana pertenece a empresas extranjeras.
Lo suculentos negocios del capital financiero ocurridos con ambas -y
opuestas- medidas son para escribir un libro.

56 www.teoriaypraxis.org
monopolice por grandes empresas, que son las que los terminan
fundiendo.

Trotsky afirmará que en esta "época del capitalismo en


descomposición":

...cuando a este no le es posible tratar de reformas sociales


sistemáticas, ni la elevación del nivel de vida de las masas;
cuando la burguesía retoma cada vez con la mano derecha
el doble de lo que diera con la izquierda (impuestos,
derechos aduaneros, inflación, “deflación”, vida cara,
desocupación, reglamentación policíaca de las huelgas
etc); cuando cualquier reivindicación seria del
proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de
la pequeña burguesía, conducen inevitablemente más allá
de los límites de la propiedad capitalista y del Estado
burgués”26

Casi sería innecesario realizar un comentario sobre lo irreal de la


afirmación, que repitiéndose por décadas sirvió para justificar el
más crudo de los oportunismos y la integración total a la política
burguesa y pequeña burguesa27.

Pero cuidado. No es este un invento de Trotsky. Antes de ello algo


similar habían levantado Lenin, Zinóviev, Stalin, el mismo Trotsky,
y muchos otros, cuando en una situación completamente distinta, y
con otro argumento, en junio de 1921, la Internacional Comunista
en su 3er Congreso declara:

“La naturaleza revolucionaria de la época actual,


consiste precisamente en que las condiciones de existencia
más modestas de las masas obreras son incompatibles con
la existencia de la sociedad capitalista y que por esta

26 El Programa de Transición. Pág. 20


27 Al respecto puede leerse el libro “Crítica al Programa de Transición de
León Trotsky”, de Raúl Novelo y Pandy Suarez, Ediciones Emancipación
Obrera, que puede bajarse de www.teoriaypraxis.org

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 57


razón la misma lucha por reivindicaciones más modesta
tomas las proporciones de una lucha por el comunismo”28

Por supuesto que con esta política se considera innecesario y hasta


equivocado romper con las instituciones del sistema y levantar el
programa de la abolición del sistema de trabajo asalariado. Con un
programa de reivindicaciones modestas y democráticas alcanzan. Y
así se canalizarán las aspiraciones revolucionarias de los sectores
más radicalizados de la clase obrera hacia el terreno donde la
burguesía puede controlarlos y dominar, recibiendo de esa manera
una inapreciable ayuda en su propia crisis.

La crítica a Trotsky

Pero mucho antes de que Trotsky formulara el Programa de


Transición, para una situación que el mismo Trotsky no calificaba
de revolucionaria, él plantea que consignas transicionales como el
control obrero sobre los trust, aún cuando sea dudoso que pueda
conseguirse en el marco del estado burgués, era una consigna
válida, y aún así había que luchar por ella, pues empujaría a los
obreros al derrocamiento revolucionario de la burguesía.

¿Qué le cuestionan a Trotsky ciertos sectores del neotrotskismo en


el cual podríamos incluir a R.A.?. Entre otras:

• Que es un error -o un disparate dirán algunos- formular


consignas que no pueden realizarse, concretamente las
consignas del PdeT.
• Que es falso el presupuesto de Trotsky de que las fuerzas
productivas han cesado de crecer y que por ello la burguesía
es incapaz de otorgar mejoras duraderas y por ende
cualquier lucha, por más modesta que sea, se termina
transformando en lucha por el comunismo.
• En definitiva, dirán, que esas consignas sólo son válidas si

28 Tesis sobre la Táctica en el Congreso citado pág. 51

58 www.teoriaypraxis.org
realmente hay una situación revolucionaria y el proletariado
puede tomar el poder. Y como esa situación hoy no existe,
criticarán a los trotskistas ortodoxos que defienden el PdeT
y lo calificarán de descolgados, sectarios, etc y le
ofrecerán como alternativa abandonar ese PdeT -cuando las
condiciones no sean favorables a la revolución- y volver
atrás y levantar el Programa de Mínima, es decir, de
mejoras y reformas sociales y democráticas en la sociedad
capitalista, tal cual lo hace -o lo hacía- la socialdemocracia,
los partidos socialistas y los partidos del tronco estalinista
(PC, etc).

Por supuesto que fue y es una burrada sostener hoy o ayer que las
fuerzas productivas han cesado de crecer, y con ello cae la
afirmación de que la lucha por simples mejoras se transforman en
lucha por el comunismo.29. Es correcto entonces criticar eso, pero
… ¿qué plantean a cambio? ¿Levantar el programa de la
Revolución Socialista?. No. Volver atrás, al programa de mínima y
máxima.

En realidad, su crítica pone de manifiesto que no salen de la


política socialdemocrática, de los límites del reformismo. Pues
¿cuál es la crítica principal que debemos hacer al PdeT?.

Lo peor del Programa de Transición no es su afirmación de que las


fuerzas productivas han cesado de crecer ni su idealismo de que
“La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la
dirección revolucionaria”30, que por supuesto hay que criticar. Lo
que muestra su carácter de clase, reformista, o no revolucionario,
del PdeT es que si realmente se estuviera viviendo en una época
súper revolucionaria, donde cualquier reivindicación por mínima
29 Que también es bastante mecánica, por cierto, pues aún cuando las fuerzas
productivas hubieran cesado de crecer ello no implica que mecánicamente
se sale al comunismo. El capitalismo tiene un mecanismo muy fácil para
reactivarse: destruir las fuerzas productivas -incluyendo el trabajo-
mediante las guerras, y de esa manera desvalorizar el capital y así
enfrentar a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.
30 Trotsky, L. “Programa de Transición”. Pág 5

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 59


que fuera se transforma en una lucha por el comunismo ¿no
correspondería entonces levantar el programa de la revolución
proletaria, el programa de la revolución socialista, el programa
de la eliminación del capital como capital, de abolición del
sistema de trabajo asalariado y doméstico, de la destrucción del
Estado burgués y la instauración de la dictadura socialista
socialista del proletariado?

¿Si en una época que creen súper revolucionaria no levantan ese


programa... ¿cuándo se levantará?... ¡nunca!

Así que si se quiere hacer una crítica a fondo del PdeT, hay que
cuestionar la misma concepción de un programa de consignas
transicionales aún en una situación revolucionaria, pues son
compatibles con el capitalismo, promueven una gestión obrera del
capitalismo que no son otra cosa que una versión algo más
radicalizada del programa de mínima tradicional de la
socialdemocracia. Con el agravante de que ni siquiera tienen la
parte de Máxima para los días de fiesta.

Una crítica socialdemocrática a Trotsky


Para terminar con esta parte dedicada a quienes cuestionan levantar
las consignas del cambio revolucionario y afirman, por el contrario,
que hay que levantar el Programa de Mínima, abordemos aquí una
crítica que Astarita le hace a Trotsky, a nuestro entender, injusta.
Por más críticos que seamos de Trotsky y de su PdeT, no podemos
dejar de reconocer que lo suyo fue un intento de superar el viejo
programa socialdemocrático de mínima y máxima.
Al respecto, Trotsky decía:
“La socialdemocracia clásica, en la época del capitalismo
ascendente, dividía su programa en dos partes independientes:
el programa mínimo, limitado a una serie de reformas en el
marco de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que
prometía para un futuro indeterminado la sustitución del
capitalismo por el socialismo. Entre uno y otro no había
conexión. La socialdemocracia no necesita este puente, pues
para ella la palabra socialismo está reservada para los

60 www.teoriaypraxis.org
discursos de los días de fiesta”. 31

Ahora bien, los sectores trotskistas que quieren volver al viejo


programa de mínima, pues les resultan muy chocantes o
inapropiadas o descolgadas las consignas del PdeT, lo critican por
irrealista, porque son consignas para las cuales no están analizadas
las condiciones de aplicación, que no toman en cuenta la
posibilidad de realizar esas demandas.

Sin darse cuenta, están alineándose con aquella frase de Bernstein,


“el objetivo final del socialismo no significa nada para mi, el
movimiento lo es todo”, o la que: “el socialismo político-práctico, ...
prefiere los objetivos cercanos a los más lejanos. Y ya que aquí se
considera superfluo cualquier objetivo final para fines prácticos, yo
también he mostrado poco interés por cualquier objetivo final ”32
Esto se ve claramente en las posiciones del trotskista
norteamericano devenido luego en ¿?33, Hal Draper.

Para él el programa depende “del nivel político alcanzado por el


movimiento de la clase, es decir, (…) el programa concretado en
la lucha de clases existente”34

Astarita, para justificar la vuelta al programa mínimo, criticando al

31 Los subrayados son de Trotsky. “El Programa de Transición”, pág 5


32 Bernstein, Eduard. “Las premisas del socialismo y las tareas de la
socialdemocracia”. México 1980. Pág 259.
33 No podríamos caracterizarlo. Pues al romper con los partidos y grupos
trotskistas que participaba, y ayudó a crear, dicho sea de paso, luego se
metió en la socialdemocracia y finalmente abandonó todo para postular que
la tarea era más que nada teórica, hacer un centro político para elaborar
una nueva doctrina.
34 Hal Draper. “Hacia un nuevo comienzo por otro camino”. Nota del 2016:
Ver al respecto la crítica Draper y “Hacia un nuevo comienzo … por otro
camino”... al mismo lugar (¿Otro camino al de la micro-secta?) Raúl
Lefere, que puede bajarse desde www.teoriaypraxis.org o desde el sitio
Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209048&titular=hal-draper-y-
%93hacia-un-nuevo-comienzo-%85-por-otro-camino%94...-al-mismo-
lugar-

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 61


PdeT, descontextualiza una frase de Trotsky, que cita así:

“… cuando se trata de una reivindicación, sea cual sea


(…) el simple criterio de la posibilidad de su realización
no es decisivo para nosotros…”

De esta manera se lo hace aparecer a Trotsky como alguien


descolgado que inventa las consignas inspirado quien sabe en qué y
como la consigna es irrealizable, se cumple el axioma de que
luchando por cosas que no se pueden conseguir, la clase obrera se
dará cuenta de que tiene que derrocar a la burguesía. De esa
manera, descalifican las consignas del programa de transición por
irrealizables y por ende pasan a defender las consignas del
programa de mínima, que dicho sea de paso, no son mucho más
realizables o irrealizables que las del transición.

Pero el asunto es otro.

Si bien la crítica son a las consignas del PdeT, lo que se están


cuestionando en el fondo son las consignas de la revolución
socialista, el programa de la revolución socialista, pues si las del
PdeT son irrealizables según estas posiciones, tal el caso de la
nacionalización de la banca, la eliminación del secreto comercial,
etc, etc, ¿qué podrán decir sobre las que directamente atacan al
capital como capital, y no sobre cómo gestionarlo?

El “método” de Astarita de citar mal a Trotsky


para decir que Trotsky es Heinzen
No es un buen procedimiento descontextualizar lo que formulaba
Trotsky e incluso citarlo sin poner el párrafo entero, sin poner de
qué página han sacado la cita, en qué contexto Trotsky manifestó
eso. Siempre fue común en el estalinismo tergiversar el
pensamiento de Trotsky para hacerle decir cualquier cosa. Pero
resulta triste que un ex partidario de Trotsky, que lo defendió por

62 www.teoriaypraxis.org
años, llegue a decir “la táctica Heinzen-Trotsky”, como si Trotsky
y sus formulaciones tuvieran algo que ver con Heinzen.

Lo que cita Astarita de Trotsky y no lo dice, es sacado de en un


capítulo sobre China, que Trotsky escribe como parte de la crítica
que en 1929 hace a la Internacional Comunista dirigida por Stalin.

Hagamos las cosas bien y citemos ese fragmento de Trotsky,


escamoteado por Astarita, poniendo en negrita la “cita” de
Astarita, es decir, de un largo párrafo lo que saca de él, para que
pueda visualizarse la “metodología” que usa Rolando Astarita para
citar y criticar)

Dice Trotsky:

“Puede uno preguntarse si la Asamblea Constituyente


democrática es “realizable” después de la derrota de la
revolución en una China semicolonial rodeada por los
imperialistas. Sólo es posible responder a esta pregunta
por medio de conjeturas. Pero cuando se trata de una
reivindicación, cualquiera que sea, formulada en las
condiciones generales de la sociedad burguesa o en cierto
estado de esta sociedad, el simple criterio de la posibilidad
de su realización no es decisivo para nosotros. Es muy
probable, por ejemplo, que el poder de la monarquía y la
Cámara de los Lores no sean eliminados en Inglaterra
antes de la instauración de la dictadura revolucionaria del
proletariado. A pesar de ello, el Partido Comunista inglés
debe hacer figurar su abolición entre sus reivindicaciones
parciales. No son las conjeturas empíricas sobre la
posibilidad o imposibilidad de realizar cualquier
reivindicación transitoria las que pueden resolver el
problema. Es su carácter social e histórico el que decide:
¿es progresiva para el desarrollo ulterior de la sociedad?
¿Corresponde a los intereses históricos del proletariado?
¿Consolida su conciencia revolucionaria? En este sentido,

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 63


reclamar la prohibición de los trust es pequeño burgués y
reaccionario; además, como lo ha demostrado la historia
de Norte América, esta reivindicación es completamente
utópica. En cambio, bajo determinadas condiciones, es
totalmente progresivo y correcto exigir el control obrero
sobre los trust, aunque sea dudoso que se pueda lograr en
el marco del estado burgués. El hecho de que esta
reivindicación no sea satisfecha mientras domine la
burguesía, debe empujar a los obreros al derrocamiento
revolucionario de la burguesía. De esta forma, la
imposibilidad política de realizar una consigna puede no
ser menos fructífera que la posibilidad relativa de
realizarla.35

¡Qué distinta es, leyendo así, la posición de Trotsky de la de


Heinzen!

Astarita, al citar dos pequeños fragmentos separados entre sí de un


largo párrafo y sin poner los condicionantes que pone Trotsky, le es
fácil decir que entonces Trotsky es Heinzen, por lo que Engels está
criticando al continuador de Heinzen, es decir, Trotsky. Pero
cualquiera que lea lo que decía Heinzen comparándolo con lo que
decía Trotsky se da cuenta que nada que ver.

Vemos que Trotsky no es un descolgado que dice: inventemos


cualquier consigna y listo. Lo que él critica es que las consignas
tengan que decidirse por el criterio de realizabilidad. Y tiene
razón. Sólo los oportunistas y posibilistas definen las consignas por
un supuesto criterio de “realizabilidad”.

¿Cuántas consignas han sido consideradas irrealizables en la historia


de la humanidad y sin embargo se realizaron?. El fin de la esclavitud
por poner un ejemplo. Y es opinión mayoritaria que el comunismo
es irrealizable y se puede “demostrar”: no existe en ningún lado. O

35 León Trotsky. La III Internacional después de la muerte de Lenin”, pág


167. Capítulo III “La cuestión China después del VI Congreso”

64 www.teoriaypraxis.org
también que es irrealizable eliminar el sistema de trabajo asalariado,
que está cada vez más extendido. O que el Estado se extinga,
cuando se arma cada vez más no sólo con armas militares. El que
algo sea realizable, o no. es en muchos casos una mera opinión,
especialmente si de lo que se trata son temas sociales y consignas
políticas. Y Trotsky dice que ello no es decisivo para él. Y hace
bien.

También queda en evidencia por qué Astarita cita eliminando el


contexto. Pues Trotsky estaba hablando de la Asamblea
Constituyente en la China de la década del 20. Consigna que
seguramente algunos habrán dicho entonces que era irrealizable.
Frente a ello, Trotsky si bien reconocía de que no se podría saber si
era realizable o no en los próximos años, en el sentido de la
correlación de fuerzas, estados de ánimo del momento, etc,
defendía esa consigna, pues, más allá de si acordamos o no con él,
estaba defendiendo el programa de la revolución democrático
burguesa China, supuestamente comandada por el proletariado.

Como el catedrático había afirmado que el tipo de consignas que


formula Trotsky son por principio incompatibles con la existencia
del capitalismo, si hubiera puesto que Trotsky estaba hablando de
China y de la Asamblea Constituyente, le hubiera sido muy difícil
convencer a cualquiera que es una consigna incompatible con la
existencia del capitalismo: estamos hoy en el siglo XXI y ya hemos
visto muchísimas Asambleas Constituyentes realizadas y que han
reforzado el capitalismo en vez de ser incompatibles con su
existencia.

A diferencia del subjetivismo del posibilismo, Trotsky establece


criterios distintos a los de la posibilidad de realización: su carácter
social e histórico. Y no por nada intenta fundar sus opiniones en el
marxismo, que ha estudiado justamente la sociedad y la historia y
no sería difícil demostrar que una Asamblea Constituyente es y fue
realizable aunque en ciertos momentos no sea realizable. Pero
suponiendo que no pudiera demostrar su realizabilidad y todo

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 65


indicaría que es más irrealizable que realizable. ¿Debe guiarse por
ello para rechazarla?. Para nada, pues en la lucha por ello ¿quién
puede negar que en una de esas se crean condiciones de su
realizabilidad?. Por supuesto se dirá que es voluntarismo. Pero la
historia está llena de estos “voluntarismos” exitosos, que no son
meros voluntarismos sino que se anclan en las realidades y
posibilidades económicas, sociales, históricas y políticas. Si bien los
seres humanos dependen de sus “circunstancias”, también crean sus
“circunstancias”.

Trotsky define claramente qué criterios deben usarse para valorar


las consignas: “¿es progresiva para el desarrollo ulterior de la
sociedad? ¿Corresponde a los intereses históricos del
proletariado? ¿Consolida su conciencia revolucionaria?”. Nada
de eso está presente en Heinzen ni en Astarita. Y por supuesto sí en
Engels.

Y son con esos criterios, y no otros, que nosotros creemos que


las consignas del Programa de Transición no sirven.

Como ya estamos en una sociedad capitalista hecha y derecha, que


la banca se nacionalice, o que se nacionalicen ciertos monopolios,
no altera ni la contradicción fundamental en términos de clase,
burguesía-proletariado, ni en términos sociales: fuerzas productivas
versus relaciones de producción.

¿Corresponden a los intereses históricos36 del proletariado hacer un


control a la producción capitalista, lograr la eliminación del secreto
comercial, formar parte de un gobierno en el Estado burgués?: no.
El interés histórico no es controlar la producción capitalista sino
destruirla.

36 Hablar de “interés histórico” no es lo más apropiado, pues implica un


cierto determinismo del tipo destino manifiesto, pero lo ponemos pues así
se usa en la jerga tradicional marxista, incluyendo la del profesor. Lo más
apropiado sería decir si se inscribe en el interés de dejar de ser explotado,
de dejar de trabajar por un salario, de dejar de vivir en una sociedad
dividida en clases, etc.

66 www.teoriaypraxis.org
¿Consolida su conciencia revolucionaria luchar por la escala móvil
de salarios, por la escala móvil de las horas de trabajo y por tener
un salario un mínimo estrictamente asegurado, sigue el
movimiento de los precios? Para nada, refuerza su esclavitud
asalariada, desvía sus luchas respecto a su consigna principal: abolir
el sistema de trabajo asalariado.

Pero claro, si en vez de aplicar los criterios de realizabilidad que


tienen una gran dosis de subjetividad y toma de partido previo, y se
aplican los del carácter social e histórico y las preguntas que
menciona Trotsky, el Programa de Mínima resiste menos que el
de Transición.

Porque el argumento fundamental que sustenta las posiciones de


Astarita es el posibilismo.
Luchar por lo que es posible hoy tal como hoy están las cosas. Por
supuesto que la alternativa a eso no es la romántica consigna del
Mayo Francés: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, pero sí
reafirmar que otro mundo posible y que hoy lo más realista es,
junto a la necesaria y limitada lucha de resistencia al capital y al
Estado burgués, su represión, su justicia y sus leyes, es tener como
programa el de la Revolución Socialista y bregar por él. Y sobre las
luchas y actividades que se desarrollen con esa orientación y
perspectiva, “acumular fuerzas y organización” y “avance de la
conciencia”. Porque queremos cambiar esta realidad, no
someternos a ella.

En cierta manera, resulta algo decepcionante que bajo un título,


como “Engels y el arte de hacer política”, se formule como una
perspectiva superadora abandonar el Programa de Transición y
volver a la concepción del Programa del Mínima, que como
Astarita señala, son reivindicaciones compatibles con el
capitalismo. Y pone como ejemplo de ellas Pan, Paz y Trabajo, etc..

Y Paz, Pan y Trabajo son las consignas de la miseria obrera, más


allá de que presentan el mismo grado de irrealidad que las de
transición, pues ¿puede conseguirse la paz en el mundo sin destruir

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 67


el capitalismo?. Además es propio de la burguesía pedir e imponer
la paz, su paz, en la guerra de clases. Pues con la paz, con la
conciliación de clases, siempre gana. Y bajo la consigna de paz es
que los PC llamaron a la coexistencia pacífica.
También es irreal que en el capitalismo pueda existir siempre
trabajo. Es un engaño pensar que en el capitalismo se pueda
resolver el problema del trabajo.

Por supuesto que sí se pueden lograr otras reivindicaciones, por


ejemplo un aumento salarial, una ley que mejore las condiciones de
trabajo, una ley como el matrimonio igualitario que contrarresta los
prejuicios extendidos sobre la homosexualidad, O que se amplíe la
edad para votar. Consignas todas estas que se efectivizaron en
Argentina durante y con el apoyo del kirchnerismo.
Y así se pueden tener y avanzar en reivindicaciones para
“transformar” el capitalismo en más “justo” y democrático casi
hasta el infinito, contribuyendo obviamente a su reforzamiento y
perpetuación.

Claro que Astarita nos dice que:

“Por supuesto, la consideración de que la consigna es “en


principio” compatible con el modo de producción
capitalista no es sinónimo de que el capitalismo siempre
sea capaz de satisfacer la demanda. Por eso mismo, la
lucha por consignas elementales puede, bajo determinadas
circunstancias, terminar en movilizaciones
revolucionarias; o llevar a mucha gente a la convicción de
que es necesario un cambio social de raíz.”v

Esta cita de Astarita pero de otro escrito suyo, muestra su


inconsistencia. Allí tenemos reproducido más o menos el mismo
esquema que Astarita critica a los partidarios del Programa de
Transición. El círculo se ha cerrado y todos vuelven al viejo redil
socialdemocrático al que hasta ahora estuvieron atados.

Resulta también lamentable que para justificar el Programa de

68 www.teoriaypraxis.org
Mínima y de hecho rebatir la necesidad de levantar el programa de
la revolución proletaria, en vez de argumentos se utilicen argucias
muy frecuentes en la izquierda integrada: Inventar una posición,
atribuírsela al otro y luego rebatirla.

Se ve claro en una cita que ya reproducimos. Astarita dice:

“No está a la orden del día imponer un programa


socialista, sencillamente porque los trabajadores hoy no
quieren el socialismo; ni tampoco desean aplicar un
programa de medidas que apunte al socialismo. Por lo
tanto no tiene sentido que delegados o dirigentes de
izquierda estén preocupados por cómo desatar un
movimiento general de huelga que imponga un programa
de transición al socialismo.”

Dejemos sin comentar que Astarita concede que las medidas del
PdeT “apuntan al socialismo”. ¿A qué socialismo?. No al socialismo
de la sociedad sin trabajo asalariado, sin estado burgués, sino a
alguno de los socialismos que criticaban Marx y Engels en el
Manifiesto, es decir, meras reformas del capitalismo. ¿Tal vez
apunta al capitalismo de Estado?.
Ninguno de los grupos de la izquierda actual que critica Astarita
levanta el programa socialista, entendido este por el programa de la
Revolución Socialista, por lo que menos aún quieren imponerlo.
Pero como dijimos, la crítica implícita del catedrático -lo advierta o
no-, en realidad está para prevenir que se levante el Programa de la
Revolución Socialista.

Si analizamos las posiciones de quienes en diversas épocas, de


forma muy minoritaria defendieron como programa el programa de
la revolución socialista, nadie habló nunca de imponer ese
programa a la clase obrera, a los trabajadores. Marx y Engels
hablan de que el proletariado, con su revolución y en el poder,
impondrá el programa de eliminar la propiedad a la burguesía, pero
nunca dijeron que ellos impondrían su programa al proletariado. Y
hoy luchar por el programa de la revolución socialista no es

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 69


imponer ese programa a nadie, es persuadir, es discutir, es
convencer, es reconocer, es asumir, es levantar, es defenderlo, es
construirlo, es atacar a los otros programas.

Luego Astarita dice que no está a la orden del día imponerlo


porque los trabajadores no quieren el socialismo.

Aquí cabrían varias acotaciones.

Por un lado se muestra un seguidismo -oportunismo sería tal vez lo


más apropiado- a lo que él considera opinión de los trabajadores. El
programa a levantar sería entonces lo que los trabajadores quieren.
Pero en ese “quieren” está el dominio de la burguesía, el
sometimiento ideológico y político, está la ausencia de su
independencia de clase. Entonces como hoy los trabajadores
quieren un plasma, un cero km, consumir más, en definitiva,
quieren el capitalismo, el programa que debemos levantar es un
capitalismo para todos, un capitalismo justo, más inclusivo, más
bueno, más igualitario, etc. Que es lo que avala en los hechos
Astarita al impulsar el programa de mínima.

Por el otro lado no es del todo malo que la clase obrera no quieran
el socialismo, pues para ellos el socialismo es lo que se ha
presentado como tal, y nosotros tenemos que mostrar que es bueno
oponerse a ello, pues ese socialismo es capitalismo de Estado.

Justamente una de las difíciles tareas que tenemos por delante, para
que podamos derrocar a la burguesía, es poner de manifiesto qué
es hacer la revolución socialista, la revolución proletaria, la
revolución anticapitalista. Que no tiene nada que ver con la
contrarrevolución que se instaló en la Rusia de Stalin. Que su
programa no tiene nada que ver con los programas de mínima y de
máxima y ni con los programas de transición, sino con el programa
de la emancipación obrera.

Por supuesto que Astarita, como constata que los trabajadores no


quieren el socialismo ni medidas que apunten al socialismo (que ya

70 www.teoriaypraxis.org
vimos que no existen en el discurso de la izquierda que critica, pero
para el autor parece que sí), en vez de trabajar para cambiar esa
realidad se somete a ella, y peor aún, transforma ese
sometimiento en el “arte de hacer política”.

Luego, cuando dice:


“Por lo tanto no tiene sentido que delegados o dirigentes
de izquierda estén preocupados por cómo desatar un
movimiento general de huelga que imponga un programa
de transición al socialismo.”
también está inventando posiciones. Que sepamos no hay delegados
o dirigentes de izquierda preocupados por desatar una huelga
general para imponer el programa de transición al socialismo.
A los delegados se los ve mas acotados en luchar contra los
avances de la patronal y del Estado respecto a los despidos, la
represión, en recomponer el salario u hoy contra el llamado ajuste,
o en forcejear contra la burocracia sindical. Es más, cada vez que
agitan la consigna de la huelga general es una consigna vacía de
contenido revolucionario y muchas veces transforman el medio (la
medida de fuerza) en un fin en sí mismo, para demostrar que son
“más combativos” y “revolucionarios” que otros, cuando en
realidad -y en esto R.A. tiene razón- les ganan a todos por ser los
más descolgados.

Lo que sí debería cuestionarse respecto a muchos delegados es la


orientación con que hacen esas cosas, o que no incluyan en sus
prácticas y discursos que también hay que atacar el sistema que
provoca esas situaciones, el sistema de trabajo asalariado, ser
esclavos de un salario, etc.

Respecto a los dirigentes de izquierda, se los ve mas preocupados


por conseguir votos, instalarse en los medios, en aquel entonces 37
algunos en salir en una foto con la oposición anti K y conspicuos
dirigentes de lo más rancio de la burguesía argentina 38, mostrarse

37 Cuando Astarita elabora su artículo sobre Engels


38 “Vilma Ripoll no será la única dirigente de izquierda que irá a Rosario
para el acto de las entidades agropecuarias. Más allá del indudable peso de

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 71


en cuanto medio puedan, y además en armar y desarmar frentes, el
criticar al grupo político más cercano con más fuerza que a la
propia burguesía. Y a veces también hacer lo de los delegados,
pero no parecen preocupados por levantar un programa contra
la propiedad privada. Todo lo contrario. Defienden la
Constitución, se candidatean para Comandantes en Jefe de las
Fuerzas Armadas genocidas, etc. Y Rolando Astarita pide votos
por ellos para esos puestos ejecutivos, para comandar a
instituciones genocidas.

En realidad, lo grave de la crítica de Astarita no es la que puede


hacerle a los sectores de izquierda, que muchas veces son, como
Astarita señala, descolgados, sectarios, etc. Lo grave es que
Astarita cuestiona cualquier lucha y militancia por un programa y
consignas que vayan más allá de lo que piensa la mayoría y como la
mayoría no quiere ni el comunismo, ni la revolución, ni el fin de la
explotación y sólo quieren consumir más, tener mejores salarios, o
que la inflación no se coma el que ya tienen, bueno, hay que
limitarse a ello. Luchar por lo mínimo. En los setenta había en
argentina una organización, que venía de una ruptura con el PC y el
la enfermera del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y de
que sus voceros hayan dicho que de ese espacio nadie más viajaría, también
irán los dirigentes de Izquierda Socialista (IU) y los piqueteros de la
Corriente Clasista y Combativa (CCC), bajo el paraguas del Partido
Comunista Revolucionario (PCR). (…) En el PCR, conducido por Otto
Vargas, están convencidos de que “la rebelión agraria impregnó toda la
sociedad argentina” y por eso llaman a “un masivo 25 de mayo en Rosario,
desbordando el Monumento a la Bandera”, el mismo acto que convocan,
entre otros, la Sociedad Rural Argentina. Se sumará IU, con la aclaración
de que van “en apoyo de los pequeños productores, contra Cristina y la
oligarquía”. Por su parte, Ripoll declaró que “otra vez el gobierno de
Cristina provoca, miente y perjudica a los chacareros”. Y también aclaró
que van a Rosario “para apoyar a los autoconvocados y pequeños
productores y no a la Sociedad Rural, reclamando retenciones
diferenciadas y coparticipables”. (24-5-2008)
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/104759-32950-2008-05-
24.html
O las diversas concurrencias a actos convocados por la oposición anti K,
que incluía desde Cecilia Pando al macrismo, pasando por Moyano,
las patronales agropecuarias, el radicalismo, etc, etc.

72 www.teoriaypraxis.org
PC(ccnr), estamos hablando del SR, Socialismo Revolucionario,
que entre otras consignas tenía “Por lo posible en el camino de lo
necesario”, que en algún momento llegaron a plantear, siguiendo
esa lógica “De las Intendencias al Poder Central”. Y también
hablaban de la Revolución Socialista, pero en realidad su lucha y
programa verdadero era “por la ampliación de la democracia”.

A modo de conclusión
El tema central que recorren las diversas posturas que tratamos es
qué programa debemos tener, qué programa tenemos que levantar,
qué programa debe orientar nuestra táctica, por cuál programa
luchar.

Hasta hoy las dos concepciones que hegemonizaron el marxismo


son las variantes que postulan el programa de máxima y de mínima,
y las variantes que postulan el programa de transición. Y así nos
fue.
No por casualidad ambas posiciones han hecho frente común
contra las personas y grupos que han levantado o levantan las
consignas de “Por la Revolución Socialista sin fases ni etapas
intermedias”, “por la destrucción del Estado Burgués”, “por la
Revolución Proletaria”, “por la abolición del sistema de trabajo
asalariado”, “contra la dominación democrática” y otras de similar
tenor. Consignas que no están dispuestos a considerar.
Directamente las descartan por “ultras” o por “infantilistas de
izquierda” o por descolgadas, sectarias, divisionistas. O porque no
presentan desafíos intelectuales...

En su macartismo contra esas posiciones, acusan a quienes la


levantan de no tener en cuenta las necesidades mínimas, de
despreciar las luchas por mejoras dentro del capitalismo, etcétera.
Pero esa es también una de las formas de difamar y ejercer
represión contra esas posturas.

La realidad es que todo aquel que defiende el programa de la


revolución socialista y desacuerda con formular etapas previas de

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 73


liberación nacional y social o democráticas, también defiende la
lucha de resistencia al capital, la lucha por mejores de condiciones
de vida y trabajo, en contra de la represión burguesa, por cloacas,
agua potable y una interminable lista de reclamos. Aunque rara vez
con la misma orientación. Y seguramente no todas las posibles -por
ejemplo sindicalizar a la policía, como han pedido sectores de
izquierda, o pedir crédito barato para la pequeña industria y
también otra larga lista de reivindicaciones de ese tipo.

La orientación en esa lucha por mejoras dentro del capitalismo es


clave. Por ejemplo en el caso de que cierre una fábrica los que
luchamos por el programa de la revolución socialista, en ese caso
luchamos por la defensa de la fuerza de trabajo y como consigna:
“que se garantice un ingreso o un trabajo”; y no como se hace
comúnmente, pues hoy la ideología dominante en el movimiento
obrero es la sindicalista, reformista y/o justicialista, “por la defensa
de la fuente laboral” que es una consigna que llama a unirse al
capital y a defenderlo, y no contra el capital.
En las reivindicaciones que no cuestionan el capital, de mera
resistencia, también se expresa la política que uno defiende, si la
conciliación de clases o la lucha contra el capital y si en ellas se
busca poner de manifiesto y agrandar el abismo de intereses
irreconciliables que existe entre la clase obrera y el capital o no.

Y no buscamos la unidad por la unidad, sino la unidad contra el


capital.
Es que quienes defendemos la revolución socialista tampoco
llamamos a hacer frente común con sectores de la oposición
burguesa contra el gobierno de turno. Que obscurece el verdadero
enemigo y además se termina ayudando a que otro sector burgués
se instale en el gobierno. La lucha contra el gobierno de turno se
debe inscribir en la lucha contra el Estado burgués y cualquier
gobierno que lo gerencie, así como contra el sistema que defiende
ese Estado, basado en propiedad privada y el sistema de trabajo
asalariado.

Al respecto, otra forma de macartismo es acusar a las posiciones

74 www.teoriaypraxis.org
emancipacionistas proletarias de “abstencionismo” frente a las
elecciones burguesas y a la participación en los sindicatos lo que
implica abstencionismo respecto a la lucha política y
abstencionismo respecto a la lucha económica, por lo que se
quedan -dicen- en una mera actividad propagandística y testimonial

Esas acusaciones se hacen y repiten sin conocer las verdaderas


posiciones y argumentaciones de las diversas expresiones de la
izquierda comunista que no fue encuadrada ni por la
socialdemocracia, ni por el estalinismo ni el trotskismo.

En su macartismo, cuanto más se limitan a repetir afirmaciones que


hizo Lenin en su folleto “El izquierdismo, enfermedad infantil del
comunismo”, como si lo que él critica fueran las argumentaciones y
posiciones de quienes defienden que hoy no hay etapas previas
democráticas a la revolución socialista y que la lucha política y
económica deben encararse de otra forma y contenidos a los que
realizó, realiza y promueve la burguesía. Ni tampoco han leído las
críticas que se han realizado a aquellas posiciones de Lenin, incluso
las realizadas aquí en Argentina (leer al respecto “La 'Biblia' pro
parlamentarista contra el marxismo revolucionario: El
izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”)39

¿Se es abstencionista por cuestionar a las instituciones burguesas y


negarse a formar parte ejecutiva -ministros, secretarios de Estado,
etc- de cualquier gobierno en un Estado burgués, y menos como
presidente o vice, gobernador, intendente?.

Incluso en la primer época de la socialdemocracia, cuando no había


sido copada por el oportunismo y el revisionismo, existía una
oposición a la participación en cargos ejecutivos. Y hasta se trató y
decidió en la “Segunda Internacional” antes de su bancarrota total.
Y esa posición no les impedía participar de las elecciones y lograr
tener cargos parlamentarios.

Una cosa es aprovechamiento de las libertades burguesas, donde


39 El libro puede bajarse desde el sitio viejoarchivista.blogspot.com.ar/

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 75


algunos grupos de la izquierda comunista valoran que puede y
deben usarse las elecciones, y otra es presentar candidatos para
puestos ejecutivos en el Estado burgués. Si se hace esto último se
está afirmando que es posible desde el Estado burgués terminar con
la miseria, la explotación, y no que hay que destruirlo. Y se están
candidateando para manejar el instrumento de guerra del capital
contra el trabajo, la empresa colectiva de la clase dominante, ser los
gestores de turno del capitalismo. Se está avalando y defendiendo
la Constitución que se asienta sobre el derecho inalienable de la
propiedad privada.

Una cosa es defender el aprovechar40 las elecciones para


propagandizar la política revolucionaria -cuyo programa básico es
suprimir la propiedad privada y estatal capitalista- y otra es pedir
votos para un lugarcito dentro del sistema y defender y promover
de hecho el sistema representativo burgués.

¿Se es abstencionista por cuestionar los sindicatos que forman parte


del Estado burgués y muchos de ellos son también empresas
capitalistas?.
El no tener interés en “recuperar” ese tipo de sindicatos -o sea
presentar listas para sus elecciones-, que son irrecuperables, no
implica abstenerse de dar la lucha por mejoras salariales y de
condiciones de trabajo. Ni en no fomentar la organización de la
clase obrera en su lucha de resitencia. Por el contrario, esas luchas
no pueden ir a fondo desde aquellas instituciones integradas y es
fácil de comprobarlo con la historia, en qué lugar se han puesto en
los últimos 50 años, por poner una fecha al azar.

40 Aquí no entramos a considerar las condiciones que deben darse para ese
aprovechamiento para que no sea más lo que se pierde que lo que gana, ni
las diversas posturas que en la historia han tenido quienes defienden la
revolución proletaria sin fases ni etapas previas, donde algunos postulan su
aprovechamiento, otros niegan esa posibilidad, etc. O si se puede hacer sin
existir el partido, etc, etc. Pero aún admitiendo esa participación jamás es
para candidatearse a ser los comandantes en jefe de las fuerzas armadas, de
la gendarmería, de las policías provinciales y del poder de policía y de
recaudador de impuestos de las municipalidades.

76 www.teoriaypraxis.org
Y no significa “abandonar” a los obreros que están en el sindicato,
ni llamar “a tontas y locas” a que se rompa el carnet sindical.
En el sindicato no está la clase obrera. Es cierto que la mayoría esta
afiliada y “acata” las decisiones. Pero está afiliada porque entre
otras cosas ni obra social se podría tener si no se está afiliado. Y se
“acata” porque no se ha desarrollado un genuino clasismo y hoy la
clase obrera está subordinada a la burguesía.

Toda vez que se desarrolla un clasismo proletario, si el sindicato


está demasiado integrado la clase obrera se organiza por fuera y
contra de él. Y si no está tan integrado da lugar a que aparezca el
sindicalismo clasista, como fue el de SITRAC-SITRAM a fines de
los sesenta.

Pero claro, los partidarios del programa de la revolución socialista


sí son abstencionistas: se abstienen de defender el oportunismo, el
reformismo, las alianzas con sectores burgueses. Se abstienen a
subordinarse, defender y justificar las instituciones y leyes de la
burguesía. Se abstienen de defender programas -partidarios o de
frentes o de candidatos a gerenciar el Estado burgués-
democráticos y de reformas al capitalismo cuando la contradicción
fundamental es burguesía-proletariado, el estado burgués está
constituido y utiliza sus instituciones democráticas para sojuzgar a
la clase explotada.

También los/las partidarios/as del programa de la Revolución


Socialista sin fases ni etapas intermedias, plantean insistentemente,
toda vez que puedan, en esas luchas de resistencia, que son
insuficientes, que por ese camino estamos siempre luchando contra
los efectos y no contra las causas, que debemos dejar de ser
explotados y no meramente lustrar y embellecer nuestras cadenas.
No abandonado esas luchas, sino incorporando en ellas la defensa
del antagonismo contra el capital y que hay que levantar otras
banderas.

Así, en esas luchas, y en todo momento que se pueda, levantarán en


alto el programa de la revolución socialista, aun diciendo que hoy

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 77


no existen las fuerzas para imponer el fin de la explotación y llevar
adelante el programa revolucionario, pero que hacia allí debemos ir,
pues es un programa posible. No imposible o postergable como nos
quieren hacer creer. Y si nunca luchamos por él, si no aumentamos
fuerza y organización por él, entonces sí será imposible.

E insistir que es ir a callejones sin salidas defender un programa de


transición o de máxima y mínima. Que hoy el único programa que
puede solucionar los problemas que tenemos es el de la revolución
socialista, el de la revolución proletaria, el de la revolución
anticapitalista, aunque hoy no existan fuerzas para llevarlo adelante.

Al respecto veamos algunos párrafos del programa que levantaban


Marx y Engels en 1848:

Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e


intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo
tiempo, defienden también, dentro del movimiento actual,
el porvenir de ese movimiento -
Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y
propósitos.

... es ya hora de que los comunistas expresen a la luz del


día y ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias,
sus aspiraciones, saliendo así al paso de esa leyenda del
espectro comunista con un manifiesto de su partido.

Los comunistas no se distinguen de los demás partidos


proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican
siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales
proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el
proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que,
cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la
lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen
siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.
El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico
al que persiguen los demás partidos proletarios en

78 www.teoriaypraxis.org
general: formar la conciencia de clase del proletariado,
derrocar el régimen de la burguesía, llevar al
proletariado a la conquista del Poder.

Todas estas frases son textuales del Manifiesto del Partido


Comunista de Marx y Engels, y eso que ellos las levantaron aún en
una época en la amplios sectores de la burguesía eran
revolucionarias y existían revoluciones democráticas burguesas
inconclusas o por hacer...
Por ejemplo en el propio Manifiesto dicen:

En Alemania, el partido comunista luchará al lado de la


burguesía, mientras ésta actúe revolucionariamente, dando
con ella la batalla a la monarquía absoluta, a la gran
propiedad feudal y a la pequeña burguesía.

Y a renglón seguido agregan:


Pero todo esto sin dejar un solo instante de laborar entre
los obreros, hasta afirmar en ellos con la mayor claridad
posible la conciencia del antagonismo hostil que separa a
la burguesía del proletariado, para que, llegado el
momento, los obreros alemanes se encuentren
preparados para volverse contra la burguesía, como
otras tantas armas, esas mismas condiciones políticas y
sociales que la burguesía, una vez que triunfe, no tendrá
más remedio que implantar; para que en el instante mismo
en que sean derrocadas las clases reaccionarias comience,
automáticamente, la lucha contra la burguesía.

Pero si prestamos atención a lo transcripto de Marx y Engels, estos


podrían ser acusados de ser unos Heinzen cualquiera, pues dicen:

El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al


que persiguen los demás partidos proletarios en general:
formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar
el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a
la conquista del Poder.

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 79


Leer bien: objetivo inmediato: derrocar el régimen burgués. Y
obviamente Marx y Engels sabían que era imposible en lo
inmediato, sin embargo lo reivindicaban así, pues ¿cuándo si no se
va a reivindicar el programa de la revolución proletaria? ¿El
objetivo inmediato de Marx y Engels eran Paz, Pan y Trabajo y
Asamblea Constituyente? ¿Mejoras salariales?

Ocurre algo muy simple. Aparte de los condicionantes por las


situaciones generales de la economía, del poder burgués, de las
tendencias y ciclos mundiales, de la fuerza de la contrarrevolución,
es más que lógico que estemos como estemos si casi nadie levanta
directamente el programa de la Revolución Socialista, si los que lo
levantan son atacados de mil formas por quienes se dicen hablar en
nombre del marxismo o del proletariado o de la revolución
socialista.
Extraña conducta esta, adherir a la Revolución Socialista y negarse
en la práctica a levantar su programa, encontrar siempre un
argumento para formular un programa previo, una etapa previa, de
lucha democrático burguesa -antiimperialista, de liberación nacional
y social, de ampliación de la democracia- y quedarse en programas
de mínima, de reformas, de transición.

No debería llamarnos la atención, entonces, el dominio absoluto del


capital y que haya capitalismo para rato.

Es del reformismo crear un programa para la


lucha por reivindicaciones mínimas

Los que se oponen a levantar el programa de la revolución


socialista son aquellos que nos dicen cuál es el Arte de Hacer
Política, o aquellos otros que se consideran la futura dirección del
proletariado, o aquellos que se postulan para ser la dirección
internacional del proletariado, que dicen tener la teoría
revolucionaria y son los que hegemonizaron el nombre del
marxismo. Todos ellos, con diversas excusas y argumentaciones,
postulan impulsar y defender programas compatibles con el

80 www.teoriaypraxis.org
capitalismo, sea el de mínima y máxima, sea el de transición.

En contraposición a ellos, aclaremos que no se necesita ningún


programa de mínima para resistir al capitalismo, para luchar por
mejoras inmediatas, para luchar contra la represión burguesa, para
luchar por cuestiones mínimas, que a veces son máximas para la
vida de una persona o familia, pues le va la vida, como agua
potable, remedios y más.

Como todo el mundo sabe, el programa de un Movimiento


político, Frente o Partido es el conjunto de acciones, medidas,
cambios que supuestamente realizará si se hace del gobierno o del
poder.
En el caso que estamos hablando, nos referimos al programa por el
cual luchará o lucharía la clase obrera para derrocar a la burguesía.
Ahora bien ¿toda esa lucha, ese esfuerzo por un programa de
mínima, por Pan, Paz y Trabajo? ¿Por reivindicaciones
democráticas burguesas? ¿Por las transicionales?
Es ridículo.

Se podrá decir que no, que ese partido o movimiento tiene ese
programa para obligar a la clase dominante o al elenco burgués
gobernante, a que lo ejecute, que lo tenga que conceder, aplicar:
tierra para el que trabaja, paz, pan y trabajo, asamblea
constituyente, libertades democráticas, control obrero, etc, etc, etc.
O que es el programa para lograr conseguir votos y tener un puesto
en el parlamento o algún día llegar a la presidencia.

Y bueno, que lo hagan, seguro que podrán avanzar y lograrán el


lugarcito bajo el sol de las instituciones burguesas, como ya ocurrió
con la socialdemocracia el siglo pasado, que no olvidemos, terminó
asesinando a Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y cientos de
obreros.

Finalicemos con la cita de cita de un descolgado que no entendió


nunca que no hay que levantar consignas revolucionarias pues no
están dadas las condiciones para la revolución.
Este descolgado, sectario, infantilista de izquierda, en una serie de

Notas sobre “Engels y el arte de hacer política” 81


charlas a círculos obreros, y sobre el sindicato, dijo:

“Creo haber demostrado que las luchas de la clase obrera


por el nivel de los salarios son episodios inseparables de
todo el sistema de salarios, que en el 99 por 100 de los
casos sus esfuerzos por elevar los salarios no son más que
esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado del
trabajo, y que la necesidad de forcejear con el capitalista
acerca de su precio va unida a la situación del obrero, que
le obliga a venderse a si mismo como una mercancía. Si en
sus conflictos diarios con el capital los obreros cediesen
cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender
movimientos de mayor envergadura.

“Al mismo tiempo, y aun prescindiendo por completo del


esclavizamiento general que entraña el sistema de trabajo
asalariado, la clase obrera no debe exagerar ante sus
propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No
debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra
las causas de estos efectos; que lo que hace es contener el
movimiento descendente, pero no cambiar su dirección;
que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad. No
debe, por tanto, entregarse por entero a esta inevitable
guerra de guerrillas, continuamente provocada por los
abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del
mercado. Debe comprender que el sistema actual, aun con
todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra
simultáneamente las condiciones materiales y las formas
sociales necesarias para la reconstrucción económica de la
sociedad. En vez del lema conservador de: «¡Un salario
justo por una jornada de trabajo justa!», deberá inscribir
en su bandera esta consigna revolucionaria:«¡Abolición
del sistema de trabajo asalariado!»” (Escrito por C. Marx
entre fines de mayo y el 27 de junio de 1865).vi

Raúl Lefere
Críticas, sugerencias, errores escribir a
lefere@teoriaypraxis.org

82 www.teoriaypraxis.org
Introducción a la edición digital del
artículo de Engels “Los comunistas y
Karl Heinzen”
En 1846 Engels se muda a París. Por entonces junto a Marx, que
estaba exiliado en Bélgica, estaban impulsando sus ideas en la
llamada Liga de los Justos, una organización que se había fundado
en 1836 en París por emigrados alemanes que pertenecían a “La
Liga de los Proscriptos”41. Esta última liga, fundada por artesanos
y emigrados alemanes en 1834, tenía como objetivo “liberar a
Alemania del yugo de su vergonzosa servidumbre y crear un
Estado que, en la medida de lo posible, haga que sea imposible la
vuelta a la miseria y a la esclavitud». Era una organización
clandestina, para evadir las intervenciones de la policía, que tomaba
de modelo a la de los carbonarios42. Pero pasado un tiempo,
algunos miembros de la liga consideraron que su máxima,
“igualdad entre pueblos y hombres”, era demasiada genérica y
creían que la reivindicación debería ser más social. Este grupo en
formación empezó a postular la igualdad de bienes, y un paso más,
la comunidad de bienes. Y terminan saliendo de esa liga y fundando
la de los Justos.
Los objetivos de la Liga de los Justos, para 1838, estaban en
41 O Liga de los desterrados
42 Organización fundada en Nápoles cuando la ocupación napoleónica de
1804-1814. Podría traducirse como carboneros, y seguramente proviene de
la actividad de sus miembros, de preparar el carbón. O del una simbología,
a lo que eran muy afectas estas organizaciones de masonería.

www.teoriaypraxis.org 83
consonancia con las posiciones revolucionarias del radicalismo
democrático, señalando que la “Finalidad de la Liga es liberar
Alemania del yugo de la vergonzosa opresión, contribuir a la
redención de la humanidad y a la realización de los principios
contenidos en los derechos del hombre y del ciudadano» y poco a
poco fue tomando un tinte socialista con la influencia de K.
Shappers43 y luego con la inclusión de Wilhelm Weitling, cuando se
publicó clandestinamente un escrito de este, titulado “La
humanidad tal como está y tal como debería estar”, en la que se
oponía a la vía reformista defendida hasta entonces por la mayoría
de los socialistas utópicos y señalaba a la clase obrera como la
protagonista de la revolución que habría de traer una sociedad
«comunista» estructurada en «asociaciones de familias» y cuyo
origen retrotraía a Jesucristo, quien según Weitling —siguiendo a
Lamennais—, había sido el primero en defender la comunidad de
bienes.

La Liga se extendió a Suiza y Gran Bretaña, y también a la propia


Alemania.

Como algunos de los miembros estuvieron implicados en la conjura


de la “Sociedad de las Estaciones” (1939) de Louis Auguste
Blanqui, la dirección del grupo tuvo que abandonar París y
radicarse en Londres.
Recordemos que Blanqui (1805-1881) fue un gran activista
revolucionario francés que luchó -generalmente armas en mano-
contra la monarquía y a favor del socialismo. Desde su temprana
edad participa en los Carbonarios, sociedad secreta de origen
italiano y luego como estudiante universitario organiza el
movimiento estudiantil francés y es herido de gravedad en 1827, en
una batalla callejera.

En 1830 empuña las armas con el pueblo parisino en la Revolución

43 Todos esos movimientos estaban influidos por las ideas de Babeuf, el líder
de Conspiración de los Iguales, que fue ejecutado en 1797 y que propiciaba
la comunidad de bienes, una especie de comunismo de reparto. Y por
supuesto uno de los que retomó algunas de sus ideas, Louis Blanqui.

84 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


de Junio y es condecorado con la Cruz de Junio pero se desilusiona
al ver que la monarquía sigue.

Para 1935 funda la “Sociedad de las Estaciones”. En 1939 decide


derrocar a la monarquía y con quinientos de sus partidarios ocupa
el ayuntamiento de París. Luego de dos días de sangrientos
combates, se aplasta la revuelta y Blanqui, junto a Barbés, es
condenado a muerte, lo que luego se conmuta a cadena perpetua.
Será liberado en la revolución de 1848. No terminan aquí sus
peripecias ni su nueva toma del ayuntamiento, conspiraciones, vida
en prisión, deportación, enfermedades y sin jamás abandonar la
lucha por sus ideales, pero es otra historia.

Como señalábamos, Schapper, acompañado del relojero Jospeh


Moll y del zapatero Heinrich Bauer, huyen a Londres donde
impulsan la Sociedad Comunista de Formación Obrera
(Kommunistischer Arbeiterbildungsverein), influida por el
comunismo del francés Cabet, y que se convertirá en uno de las
primeras organizaciones del socialismo internacional. En 1844 la
Sociedad Comunista de Formación Obrera publicó en un periódico
de Hamburgo un manifiesto en el que se pueden notar los cambios
que había experimentado el grupo de Londres. Se proponía llevar a
cabo «la gran tarea del siglo XIX: la emancipación de las clases
trabajadoras, del proletariado»

“Hemos comprendido que la pura transformación política del


Estado no serviría más que para ser explotados por otros en lugar
de por nuestros actuales dueños”, dirán.

Pero sobrevendrían más cambios en la Liga. Dos exiliados


alemanes, que a principios de 1846 habían fundado en Bruselas el
“Comité Comunista de Correspondencia”, se acercan a la Liga de
los Justos. Nos referimos a Karl Marx y Friedrich Engels.

En realidad los contactos habían empezado mucho antes y no sin


dificultad pues varios de la Liga de los Justos subestimaban la
teoría y las rigurosas formulaciones, discusiones y criticas que

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acostumbraban realizar Marx y Engels.
Cuando estos le proponen al dirigente del ala izquierda del
carlismo, Julian Harney, que estaba en la Liga, de crear un comité
de correspondencia, él acuerda pero lo subordina al acuerdo de
Shapper y demás, advirtiéndoles que no son muy bien vistos, que se
los trata como “los literatos de Bruselas”.

En efecto, en la Liga creen que Marx y Engels quieren crear una


especie de aristocracia de sabios “para dirigir al pueblo desde lo
alto de su Olimpo”44. No obstante terminan manifestando que
“Nuestra tarea es instruir al pueblo y hacer propaganda a favor
de la comunidad de bienes. Vosotros queréis lo mismo, así que
démosno la mano y laboremos por un futuro mejor con nuestras
fuerzas unidas”.45

En 1847 se realiza en Londres un congreso de la Liga, donde


participa Engels como uno de los delegados de París. En ese
congreso se decide la integración del Comité en la Liga y cambiar
el nombre de esta, pasando a llamarse Liga Comunista. Cambia
también su lema, «Todos los hombres son hermanos», por el de
«¡Proletarios de todos los países uníos!». Su primer formulación
fue: «El propósito de la Liga es el derrocamiento de la burguesía
y el ascenso del proletariado, la abolición de la vieja sociedad
basada en antagonismos de clase y la fundación de una nueva
sociedad sin clases y sin propiedad privada». Su fin inmediato era
la propaganda revolucionaria.

44 Por ejemplo algunos decían: “¿Acaso esos señores de Bruselas, que desde
su púlpito filosófico fulminan anatemas contra todo heterodoxo, se creen
que son la quintaesencia de la sabiduría? ¿Quiénes son esos individuos que
dicen: Kriege no es comunista porque no piensa como nosotros? No los
conocemos, sabemos muy poco o nada de1 su actividad, mientras que
Kriege, que supuestamente no es comunista, vive entre nosotros, es nuestro
amigo y hermano, y juntamente con nosotros lucha esforzadamente por el
comunismo.” Soius Kommunistov, pág. 107-108. Citado en “Marx, Engels
y la revolución de 1848”, de Ferdinand Claudin. Pág 367-368.
45 Cita extraída del libro “Marx, Engels y la revolución de 1848”, de
Ferdinand Claudin. Pág 61

86 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


Esas conclusiones y la declaración programática definitiva, serían
aprobadas en un segundo congreso, a realizar en diciembre de ese
año, para lo cual en cada sede se debería discutir lo allí acordado y
llevar propuestas para definir los pasos futuros.

Para ese entonces Marx, que junto a Engels venían desarrollando


propagandas en diversos periódicos del radicalismo democrático,
busca tener un periódico más afín a sus ideas y que sus artículos no
aparecieran simplemente como uno más entre otros artículos de
concepciones políticas muy distintas.

La oportunidad se le presenta con un conocido de la época del


Vorwärt en París, Adalberto von Borstedt, que publicaba en
Bruselas un semanario alemán, el Deutsche Brüsseler Zeitung.

En este periódico aparecían a menudo posiciones revolucionarias


antiabsolutistas, lo que llevó a la cancillería prusiana a pedir al
gobierno belga que lo clausurara. Algunos periódicos de Bélgica,
enterados de ese pedido, salen en defensa de la libertad de
expresión, lo que llevó al periódico, perdido por perdido, a
radicalizar aún más sus posiciones en contra del absolutismo
alemán.
En ese contexto Marx decide intentar publicar algo allí y lo envía
en abril de 1847, lo que es acogido con los brazos abiertos por von
Borstedt que termina por poner el periódico a disposición de la
reciente Liga Comunista en Bruselas.46
Con la participación de Marx y Engels, el periódico incrementó su

46 Aunque muy pocos de los miembros de la Liga -exceptuando a Marx y


Engels- aprovecharon el ofrecimiento pues sobre von Borstedt existían
fuertes sospechas de era informante del gobierno austríaco, o del prusiano,
o del ruso. Hoy se sabe que en su época juvenil Borstedt fue informante
aunque nunca quedó claro cómo y por qué. Luego de 1830 parece que
abandonó esas prácticas y para 1840 nada hacía ni hizo sospechar una
recaída en su pasado. Por el contrario, además de su actividad política con
el periódico, muy molesta para el absolutismo alemán, participó de las
insurrecciones alemanas de 1848, que al ser derrotadas implica para él la
cárcel, de la que nunca más saldría convida: en prisión perdió la razón y
murió demente en la cárcel en 1851.

www.teoriaypraxis.org 87
público y empezó a ser considerado como el portavoz del
comunismo revolucionario. Los carlistas lo reconocieron en su
asamblea de 1847, señalando que las tres grandes publicaciones
representativas del movimiento radical democrático de Europa eran
el de ellos (The Northern Star), la Réforme, de París, y el Deutsche
Brüsseler Zeitung de Bélgica.

En los archivos de la policía de entonces, que lo tenía en su mira,


señalan que era leído por toda la colonia alemana en Bélgica y que
numerosos ejemplares pasaban al otro lado de la frontera y
circulaban por toda Alemania.

Para ese entonces el grupo de Marx en Bruselas forma la Unión


Educacional de Trabajadores Alemanes, con la idea de formar
organizaciones de masas más amplias y abiertas. Dicha unión tenía
las mismas bases, reglamentos y objetivos que la Unión de
Trabajadores Alemanes de Londres.

Se reunían dos veces a la semana. Los miércoles con alguna


conferencia y debates, los domingos de esparcimiento.
Generalmente los oradores eran Marx y Wilhelm Wolff47. De varias
de las charlas de Marx sale el ensayo, que se publicaría luego en la
Nueva Gaceta Renana (Neue Reinische Zeitung), titulado "Trabajo
Asalariado y Capital".

Una descripción de lo que hacían en esos encuentros dice:

Los domingos se dedicaban al recreo y esparcimiento. Al


comenzar las actividades, Wilhelm Wolff repasaba los
acontecimientos de la semana anterior, lo que,
invariablemente, eran joyas de descripción popular,
saturadas de la chispa de su humor mordaz, y sus ataques
47 Wilhelm Wolff, nacido en Prusia, Baja Silesia, en una familia campesina,
es obligado a exiliarse por su participación en una organización juvenil
radical en la Universidad de Breslau. Fue amigo de Marx y de Engels en
Bélgica. Participa de la revolución alemana y luego debe emigrar a Suiza y
a Gran Bretaña. Fallece a los 55 años y es a quien Marx le dedicaría el
primer tomo de El Capital.

88 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


despiadados contra los mezquinos gobernantes alemanes.
Esto era seguido por recitales de poesía —muchas veces
por Jenny Westphalen48—, y culminado con música y baile.

Un informe de la policía prusiana, sobre el Deutsche Brüsseler


Zeitung, dice:

«Esta venenosa publicación sin duda ejerce la más


perniciosa influencia sobre el público ignorante al cual se
dirige. La atractiva idea de repartirse las riquezas de la
sociedad se les presenta a los trabajadores como si fuera
un derecho innato, y se les inculca un odio profundo a sus
gobernantes… Sería un día nefasto para la Patria y para
la civilización si estas ideas logran socavar la religión y el
respeto por las leyes, y si logran infectar las clases
inferiores por medio de la prensa y de estos clubes… La
situación es que la matrícula [a la Unión] ha aumentado
de 37 a 70 en muy pocos días.»

El grupo de Bruselas de la Liga Comunista mantenía relaciones


muy estrechas con el ala izquierda de los demócratas belgas, a
través de la Unión Democrática Internacional de Bruselas.

En septiembre de 1847, Von Borstedt, tal vez por haber quedado


relegado a segundo plano, aprovecha la ausencia de Marx en
Bruselas para fundar la “Asociación Democrática”, con la idea de
que fuera un trampolín de influencia para el movimiento
revolucionario, donde él fuera el principal protagonista y de alguna
manera competir con la Unión de Marx. Convoca a todos sus
seguidores y la trata de armar de manera similar a la Fraternal
Democrats de Inglaterra.

Engels, ducho en enfrentar ese tipo de maniobras, reúne a sus


seguidores y participa de la reunión fundacional, impidiendo que se
transforme en una competencia de la Unión y por el contrario, que
ambas potencien lo mismo. Así cuando llega de nuevo Marx a
48 La esposa de Marx.

www.teoriaypraxis.org 89
Bruselas tiene su lugar en la dirección del nuevo agrupamiento y a
partir de allí tal asociación creció agrupando a luchadores
demócratas radicales de todos los países. Recordemos que por
entonces no estaba a la orden del día la revolución socialista, sino la
democrática.

Y así, en medio de la febril actividad en la Unión Educacional de


trabajadores alemanes en Bruselas, en la Asociación Democrática
y en la Liga Comunista, llega el año 1848 y Marx y Engels escriben
lo que luego sería la declaración programática de la Liga
Comunista: el Manifiesto del Partido Comunista, en base a un
borrador elaborado por Engels, que no se perdió y que se conoce
como “Principios del Comunismo”.
El año anterior, mientras Engels estaba escribiendo esos Principios,
es que escribe este artículo sobre “Los Comunistas y Karl Heinzen”
que reproducimos aquí.
Argentina, marzo de 2016
Equipo de Teoría y Praxis

Puede bajar libremente la última


publicación de la Colección
“Estrategia y Táctica” de
Ediciones Emancipación
Obrera” desde
www.teoriaypraxis.org
o desde
viejoarchivista.blogspot.com

“¿Qué hacer frente al


gobierno de Macri o qué hacer
para avanzar?… y otros
textos”

90 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


LOS COMUNISTAS Y KARL HEINZEN
Friedrich Engels, Deutsche Brüsseler
Zeitung nº 79 y nº 80, 3 de octubre de 1847.

PRIMER ARTÍCULO
Bruselas, 26 de septiembre. El número de hoy de la
Deutsche Brüsseler Zeitung incluye un artículo firmado por
Heinzen en el que con la excusa de defenderse de una trivial
acusación por parte de los editores, se embarca en una larga
polémica contra los comunistas.

Los editores han aconsejado a ambas partes que renuncien a


la polémica. En tal caso ellos se limitarían a reproducir sólo aquella
parte del artículo de Heinzen en la que se defiende de la acusación
de haber atacado él primero a los comunistas. Pero aunque
"Heinzen no tenga ningún periódico a su disposición", no hay
razón para ofrecerle uno para que publique unos ataques que los
propios editores del periódico consideran estúpidos.

Dicho sea de paso, no se podría haber prestado mejor


servicio a los comunistas que publicando este artículo. Nunca antes
ningún partido había criticado a los comunistas de manera tan
estúpida y obtusa como lo hace Heinzen. Este artículo es la
reivindicación más brillante de los comunistas, y demuestra que si
estos aún no han atacado a Heinzen, no deberían tardar en hacerlo.
En principio el Sr. Heinzen se presenta como un
representante de todos radicales alemanes no comunistas; su
intención es debatir con los comunistas como hace un partido

92 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


contra otro. Tiene “derecho a reclamar", según proclama con la
tanta seguridad, qué "se puede esperar de los comunistas", qué "se
les puede pedir", cuál es "el deber de los verdaderos comunistas".
Sus diferencias con los comunistas son las mismas que las que
mantienen "los republicanos y demócratas alemanes ", y cuando
dice "nosotros" habla en nombre de estos republicanos.

¿Quién es el Sr. Heinzen y a quién representa, pues?

El Sr. Heinzen es un antiguo liberal, un funcionario de baja


categoría que en 1844 aún se entusiasmaba con el legítimo
progreso y la precaria Constitución alemana y no iba más allá de
susurrar en privado que quizá sería deseable y posible una
república, por supuesto en un futuro lejano. El Sr. Heinzen sin
embargo se equivocó sobre las posibilidades para la oposición legal
en Prusia. El mal libro que escribió sobre la burocracia prusiana
(incluso Jacob Venedey lo hizo bastante mejor hace años) le obligó
a huir del país. Entonces cayó en la cuenta. Declaró que la
oposición legal era algo imposible, se hizo revolucionario y,
naturalmente, también republicano. En Suiza trabó amistad con el
savant sérieux49 Ruge, quien le enseño la poca filosofía que sabe,
que consiste en un batiburrillo de ateísmo y humanismo
feuerbachiano, reminiscencias de Hegel y alguna frase retórica de
Stirner. Con semejante bagaje, el Sr. Heinzen pensó que ya estaba
preparado e inauguró su propaganda revolucionaria, inclinándose
hacia Ruge por la derecha y hacia Freiligrath por la izquierda.

Ciertamente, no criticamos a Heinzen por haber pasado del


liberalismo a este radicalismo sediento de sangre. Lo que
afirmamos es que esto se debió a meras circunstancias personales.
Mientras el Sr. Heinzen podía oponerse legalmente, atacaba a
quienes admitían que la revolución era necesaria. Y cuando le fue
ya imposible seguir resistiendo legalmente, declaró que la oposición
legal era imposible, sin tener en cuenta que en realidad este tipo de
oposición es perfectamente posible para la burguesía alemana, la
cual nunca ha dejado de hacer una enérgica oposición legal.
49 Gran sabio o gran erudito.

www.teoriaypraxis.org 93
En cuanto se cerró el camino de vuelta para él, empezó a
declarar que era necesaria una revolución inmediata. En lugar de
estudiar la situación de Alemania, haciéndose una idea general de
ella y deduciendo a partir de ahí qué progreso, qué desarrollo y qué
pasos son necesarios y posibles; en lugar de adquirir una clara
visión de la compleja situación de cada clase en Alemania en
relación con las demás y con gobierno y deducir qué política hay
que seguir; en resumen, en lugar de adaptarse al desarrollo de
Alemania, el Sr. Heinzen exige bruscamente que el desarrollo de
Alemania es el que tiene que adaptarse a él.

El Sr. Heinzen fue un violento adversario de la filosofía


cuando ésta aún era progresista. En cuanto se hizo reaccionaria, en
cuanto se convirtió en un refugio para los vacilantes y enclenques
escritorzuelos, el Sr. Heinzen se hizo a sí mismo el flaco favor de
unirse a ella. Y lo que es peor, el destino quiso que el Sr. Ruge, que
en toda su vida no ha sido más que un mero prosélito, hallara a su
único prosélito en el Sr. Heinzen. El Sr. Heinzen es el único
consuelo del Sr. Ruge, pues es la única persona que ha logrado
penetrar en sus construcciones verbales.

¿Cuáles son entonces las verdaderas intenciones del Sr.


Heinzen? Que se establezca inmediatamente una República
alemana, combinando la tradición norteamericana y la de 1793 con
un puñado de medidas que toma prestadas de los comunistas, todo
muy negro, rojo y dorado. Debido a su letargo industrial, Alemania
ocupa una posición tan precaria en Europa que nunca será capaz de
tomar la iniciativa, nunca será la primera en proclamar una gran
revolución, ni establecerá una República por su cuenta al margen de
Francia e Inglaterra. Pensar que puede surgir una República
alemana al margen del desarrollo de los países civilizados, pensar
que la revolución alemana puede salir adelante por sí misma, como
hace el Sr. Heinzen, es desdeñar completamente el verdadero
desarrollo de las clases en Alemania, y toda república o revolución
de este tipo no es más que una ensoñación tricolor. Y para convertir
a esta gloriosa República alemana en algo aún más glorioso, el Sr.
Heinzen la adorna con ese humanismo feuerbachiano y rugeano y

94 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


proclama que este reino "del hombre" está casi al alcance de la
mano. ¿Y los alemanes supuestamente deben sacar algo en claro de
todas estas disparatadas ensoñaciones?

¿Y cómo conduce el gran "agitador" Sr. Heinzen su


propaganda? Declara a los príncipes culpables de toda pobreza y
sufrimiento. Esta afirmación no sólo es ridícula, sino
tremendamente dañina. El Sr. Heinzen no podía halagar más a estos
príncipes alemanes, marionetas impotentes y cortas de miras, que
atribuyéndoles esta fantástica, sobrenatural y demoniaca
omnipotencia. Cuando el Sr. Heinzen afirma que los príncipes son
capaces de hacer tanto daño, está afirmando al mismo tiempo que
también serían capaces de actuar correctamente. Esto no nos lleva a
la necesidad de la revolución, sino a los piadosos deseos de un
príncipe virtuoso, del buen Emperador José. En cualquier caso, el
pueblo sabe mucho mejor que el Sr. Heinzen quiénes son sus
opresores. El Sr. Heinzen nunca logrará que el siervo odie tanto a
los príncipes como a su señor feudal o como odia el trabajador a su
patrón. Pero, por supuesto, el Sr. Heinzen favorece los intereses de
los propietarios y capitalistas al culpar de la explotación del pueblo
no ya a estas clases, sino a los príncipes; ¡y la explotación de los
terratenientes y capitalistas, después de todo, es la responsable del
noventa y cinco por ciento de la miseria en Alemania!

El Sr. Heinzen apela a una insurrección inmediata. Ha


impreso panfletos50 a este efecto y ha intentado distribuirlos en
Alemania. Podríamos preguntarnos si arremeter ciegamente con
esta propaganda sin sentido no es altamente perjudicial para los
intereses de la democracia alemana. Podríamos preguntarnos si la
experiencia no ha demostrado ya lo inútil que es esto. Si, en una
época mucho más agitada, en los años treinta, acaso no se
distribuyeron cientos de miles de estos panfletos, folletos, etc., en
Alemania y si es que acaso uno sólo de ellos tuvo algún tipo de
éxito. Podríamos preguntarnos si alguien en sus cabales puede
imaginarse que el pueblo va a prestar atención a este tipo de
sermones y exhortaciones políticas. Podríamos preguntarnos si el

50 Heinzen, Teutsche Revolution. Gesammelte Flugschriften

www.teoriaypraxis.org 95
Sr. Heinzen, en sus panfletos, alguna vez ha hecho algo más que
sermonear y exhortar. Podríamos preguntarnos si no es realmente
ridículo hacer sonar las trompetas de la revolución a los cuatro
vientos de esta manera, sin ningún sentido ni entendimiento, sin
conocimiento ni consideración de las circunstancias.

¿Cuáles son las tareas de la prensa de un partido? Debatir,


lo primero y lo más importante, explicar, exponer y defender las
reivindicaciones del partido, así como combatir y refutar las
reivindicaciones y las afirmaciones del partido enemigo. ¿Cuál es la
tarea de la prensa democrática alemana? Demostrar la necesidad de
la democracia dada la incapacidad de actual gobierno, que
representa principalmente a la nobleza, dada la ineficiencia del
sistema constitucional que pretende poner a la burguesía al mando,
y dado que al pueblo le es imposible salir adelante por sí mismo
mientras no tenga el poder político. Su tarea es desvelar la opresión
que sufren los proletarios, los pequeños campesinos y la pequeña
burguesía urbana, que son los que en Alemania constituyen el
"pueblo", por parte de la burocracia, la nobleza y la burguesía;
explicar cómo surge esa opresión, que no sólo es política sino sobre
todo social, y con qué medidas se puede suprimir; su tarea es
mostrar que la conquista del poder por los proletarios, los
pequeños campesinos y la pequeña burguesía urbana es el primer
requisito para que puedan aplicarse estas medidas. Su tarea es
examinar profundamente qué alcance tendría una rápida realización
de la democracia, de qué recursos dispone el partido y con qué
otros partidos podría aliarse mientras siga siendo demasiado débil
como para actuar solo. Bien, ¿acaso el Sr. Heinzen se ha dedicado
alguna vez a todo esto?

No. No se ha metido en esos berenjenales. No ha


demostrado nada al pueblo, en otras palabras al proletariado, a los
pequeños campesinos y a la pequeña burguesía urbana. Nunca ha
examinado la posición de las clases y los partidos. Lo único que ha
hecho ha sido tocar variaciones sobre un mismo tema: ¡A por ellos!,
¡a por ellos!, ¡a por ellos!

96 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


¿Y a quienes dirige el Sr. Heinzen su sermón
revolucionario? Ante todo a los pequeños campesinos, la clase que
hoy en día se muestra más incapaz que ninguna otra para tomar la
iniciativa revolucionaria. Durante los últimos 600 años todos los
movimientos progresistas han surgido exclusivamente en las
ciudades, hasta tal punto que los movimientos democráticos
independientes de la población rural51, primero, siempre fueron
manifestaciones reaccionarias, y segundo, siempre terminaron
siendo derrotados. El proletariado industrial de las ciudades se ha
convertido en la vanguardia de toda la moderna democracia; la
pequeña burguesía urbana depende completamente de su iniciativa,
y los campesinos aún más. La Revolución Francesa de 1789 y la
historia reciente de Inglaterra, Francia y los Estados orientales de
Norteamérica lo demuestran. ¿Y el Sr. Heinzen confía en que los
campesinos luchen ahora, en el siglo XIX?

Pero el Sr. Heinzen también promete reformas sociales. Por


supuesto, la indiferencia del pueblo a sus llamamientos le ha ido
obligando a ello. ¿Y qué tipo de reformas son estas? Las mismas
que proponen los propios comunistas como preparación de la
supresión de la propiedad privada. El único punto del Sr. Heinzen
que merece ser tenido en cuenta se lo ha cogido prestado a los
comunistas, esos comunistas a los que ataca con tanta violencia,
pero incluso estas propuestas pierden el sentido en sus manos y se
convierten en meras ensoñaciones. Todas las medidas encaminadas
a restringir la competencia y la acumulación de capital en manos
privadas, toda restricción o supresión del derecho de herencia, toda
organización del trabajo por parte del Estado, etc., todas estas
medidas no son sólo posibles medidas revolucionarias, sino que de
hecho son medidas necesarias. Son posibles en la medida en que
todo el proletariado insurgente las defiende e impone con la fuerza
de las armas. Son posibles, a pesar de todas las dificultades e
inconvenientes que alegan los economistas, porque todas estas
dificultades e inconvenientes impelerán al proletariado a dar un
paso tras otro hasta que la propiedad privada haya sido
completamente abolida, para no perder de nuevo lo ya

51 Wat Tyler, Jack Cade, the Jacquerie, the Peasants’ War'

www.teoriaypraxis.org 97
conquistado. Son posibles como pasos preparatorios, fases
temporales y de transición hacia la abolición de la propiedad
privada, y no van encaminadas a otra cosa.

Sin embargo el Sr. Heinzen pretende que estas medidas


tengan un carácter permanente, que sean medidas finales. No son la
preparación de nada, sino que son definitivas. Para él no son un
medio, sino un fin. No están diseñadas para una situación
revolucionaria, sino para una situación pacífica, burguesa. Todo
esto las convierte en medidas imposibles y reaccionarias al mismo
tiempo. Los economistas burgueses tienen razón cuando presentan
estas medidas del Sr. Heinzen como reaccionarias, comparadas con
la libre competencia. La libre concurrencia es la última, la forma
más avanzada y desarrollada de la propiedad privada. Por tanto,
toda medida que partiendo de la base de la propiedad privada vaya
dirigida sin embargo contra la libre competencia, es reaccionaria,
pues tiende a restaurar fases anteriores del desarrollo de la
propiedad, y por eso finalmente terminará sucumbiendo de nuevo
ante la competencia, provocando el retorno a la actual situación.
Estas objeciones que hace la burguesía, que pierden todo valor
desde el momento en que consideramos las medidas antes
mencionadas como puras mesures de salut public, como medidas
revolucionarias transitorias, estas objeciones, son devastadoras en
lo que respecta a la república campesino-socialista tricolor del Sr.
Heinzen.

El Sr. Heinzen, por supuesto, se imagina que las relaciones


de propiedad, la ley de sucesión, etc., pueden ser y serán
modificadas y retocadas. El Sr. Heinzen –uno de los hombres más
ignorantes de este siglo–, desde luego, quizá ignore que las
relaciones de propiedad de una determinada época son
necesariamente el resultado del modo de producción e intercambio
de dicha época. El Sr. Heinzen quizá ignore que no se pueden
transformar los latifundios en minifundios sin transformar toda la
estructura agrícola, y que, por otra parte, los latifundios volverían a
aparecer por sí mismos. El Sr. Heinzen quizá ignore la estrecha
relación que existe entre la gran industria actual, la concentración

98 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


de capital y el surgimiento del proletariado. El Sr. Heinzen quizá
ignore que un país industrialmente tan dependiente y subordinado
como Alemania nunca podrá transformar por su propia cuenta sus
relaciones de propiedad de otro modo que no sea siguiendo los
intereses de la burguesía y la libre competencia.

Resumiendo: Con los comunistas estas medidas son


apropiadas y tienen sentido porque no se conciben como medidas
arbitrarias sino como consecuencias necesarias que en sí mismas
son fruto del desarrollo de la industria, la agricultura, el mercado y
las comunicaciones, del desarrollo de la lucha de clases entre la
burguesía y el proletariado, que depende de aquel otro; no las
consideran medidas definitivas, sino transitorias, mesures de salut
public que surgen de la lucha transitoria entre las propias clases.

Con el Sr. Heinzen, no son apropiadas ni tienen sentido,


pues él las concibe arbitrariamente, como visiones obtusamente
burguesas para enderezar el mundo; porque no hace mención
alguna a la conexión entre estas medidas y el desarrollo histórico;
porque al Sr. Heinzen no le preocupa en absoluto la viabilidad
material de sus propuestas; pues su objetivo no es formular las
necesidades industriales, sino por el contrario anularlas por
decreto.

El propio Sr. Heinzen, que sólo es capaz de adoptar las


reivindicaciones de los comunistas después de confundirlas
terriblemente y transformarlas en puras fantasías, ¡critica luego a
los comunistas por "confundir las mentes de los analfabetos", por
"andar persiguiendo fantasías" y por "no tener los pies en el suelo
(!) de la realidad"!

Esa es la actividad del Sr. Heinzen como agitador, y


estamos seguros de que lo único que hace es dañar y desacreditar a
todo el partido radical alemán. Un escritor de partido requiere unas
cualidades bastantes distintas a las del Sr. Heinzen, quien como ya
hemos dicho es uno de los hombres más ignorantes de nuestro
siglo. El Sr. Heinzen puede tener las mejores intenciones del

www.teoriaypraxis.org 99
mundo, puede ser el hombre con convicciones más firmes de toda
Europa. También sabemos que personalmente es un hombre
honrado, valiente y resistente. Pero eso no le convierte en un
escritor de partido. Para ello se requiere algo más que
convicciones, buenas intenciones y una voz estentórea, se quiere un
poco más de inteligencia, un poco más de lucidez, un mejor estilo y
más conocimientos de los que tiene el Sr. Heinzen y de los que es
capaz de adquirir, como la larga experiencia ha demostrado.

Sin embargo, los vuelos del Sr. Heinzen le han llevado a


convertirse en propagandista. Se vio obligado a tratar de formar su
propio partido entre los radicales. Esto le colocó en una singular
situación, en la que sus infructuosos esfuerzos por estar a la altura
de las circunstancias lo único que hacían era ponerle en ridículo. Y
terminará logrando que los radicales alemanes parezcan igual de
ridículos si éstos le siguen dejando que les represente, si le siguen
dejando hacer el ridículo en su nombre.

Pero el Sr. Heinzen no representa a los radicales alemanes.


Ellos tienen otros representantes, como Jacoby y demás. El Sr.
Heinzen no representa a nadie y nadie le reconoce como su
representante, excepto quizá algunos burgueses alemanes que le
mandan dinero para que prosiga su agitación. Pero quizá nos
equivoquemos: hay una clase que sí le reconoce como
representante, le adora y pierde la cabeza por él, que arma más
escándalo que todas las mesas de borrachos de las tabernas
(parafraseando al Sr. Heinzen, que dice que los comunistas "arman
más escándalo que toda la literatura de la oposición"). Esta clase
es la numerosa, ilustrada, noble e influyente clase de los commis-
voyageurs522.

¿Y este es el mismo Sr. Heinzen que pide a los comunistas


que le reconozcan como representante de la burguesía radical y
debatan con él en calidad de tal?

De momento, estas ya son razones suficientes y que


52 Viajantes de comercio.

100 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


justifican la polémica que desarrollan los comunistas contra el Sr.
Heinzen. En la segunda parte analizaremos las críticas del Sr.
Heinzen a los comunistas en el nº 77 del periódico.
Si no estuviéramos completamente convencidos de que el
Sr. Heinzen es absolutamente incompetente como propagandista de
partido, le recomendaríamos que estudiase detenidamente la
Miseria de la filosofía de Marx. Pero tal y como están las cosas, y
después de que nos haya recomendado la lectura de la Neue Politik
de Fröbel, no podemos más que aconsejarle que guarde silencio
absoluto y espere tranquilamente hasta "que empiece la lucha".
Estamos convencidos de que el Sr. Heinzen nos demostrará que es
tan bueno comandando batallones como malo es escribiendo.

Para que el Sr. Heinzen no pueda quejarse de que sufre


ataques anónimos, firmamos este artículo.
F. Engels.

www.teoriaypraxis.org 101
SEGUNDO ARTÍCULO
Deutsche-Brüsseler-Zeitung No. 80, October 7, 1847

Como ya dijimos en el primer artículo, los comunistas no


atacan a Heinzen por no ser comunista, sino porque es un mal
propagandista del partido demócrata. No lo atacan como
comunistas, sino como demócratas. Los comunistas han iniciado
esta polémica contra él por pura casualidad; aunque no hubiera
comunistas en el mundo, los demócratas tendrían que posicionarse
contra Heinzen. De lo que se trata es de saber si: 1) si el Sr.
Heinzen es un propagandista y agitador capaz de servir a la
democracia alemana, lo cual negamos; 2) si la manera que tiene el
Sr. Heinzen de agitar es correcta o simplemente tolerable, lo que
también negamos. Por tanto no se trata ni de comunismo ni de
democracia, sino del Sr. Heinzen y sus excentricidades.

En las actuales circunstancias, lejos de emprender fútiles


disputas con los demócratas, los comunistas se posicionan como
demócratas a la hora de abordar todas las cuestiones prácticas del
partido, de momento. En todos los países civilizados, la
consecuencia necesaria de la democracia es el dominio político del
proletariado, y este poder proletario es la primera condición para
implantar cualquier medida comunista. Hasta que se logre la
democracia, los comunistas y los demócratas luchan juntos,
mientras sus intereses coinciden. Hasta entonces, las diferencias
entre ambos partidos son puramente teóricas y pueden debatirse a
nivel teórico sin que ello suponga perjudicar su acción común. De

102 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


hecho, podrán ponerse de acuerdo en muchas medidas que se
tendrán que llevar a cabo en interés de las clases anteriormente
oprimidas, cuando se logre la democracia, como por ejemplo la
gestión de la gran industria y los ferrocarriles por el Estado, la
educación de todos los niños a expensas del Estado, etc.

Vamos ahora con el Sr. Heinzen.

El Sr. Heinzen declara que han sido los comunistas quienes


han comenzado la polémica contra él, y no al revés. Aunque este es
el típico argumento del policía, se lo aceptamos. Califica su
conflicto con los comunistas como "una absurda ruptura entre los
radicales alemanes provocada por los comunistas". Dice que él ha
tratado de evitar esta ruptura, que se viene preparando desde hace
tres años, en la medida en que las circunstancias y su capacidad se
lo permitían. Estos esfuerzos estériles, según él, vinieron seguidos
de los ataques de los comunistas.

El Sr. Heinzen, como todos saben perfectamente, hace tres


años no se contaba entre los radicales. En aquella época el Sr.
Heinzen era un progresista liberal legalista. Por tanto, romper con
él no significaba romper con los radicales.

El Sr. Heinzen conoció a algunos comunistas aquí, en


Bruselas, a comienzos de 1845. Estos no le atacaron por su
ostensible radicalismo político, sino al contrario, les costó mucho
trabajo convertir al entonces liberal Sr. Heinzen al radicalismo. Pero
fue en vano. El Sr. Heinzen únicamente se hizo demócrata en Suiza.

"Más tarde me fui convenciendo (!) poco a poco de que era


necesario luchar enérgicamente contra los comunistas". En otras
palabras, ¡era necesario dividir absurdamente a los radicales! ¡Que
nos digan los demócratas alemanes si alguien que se contradice de
manera tan absurda puede ser buen propagandista de partido!

¿Pero quiénes son los comunistas que, según Heinzen, le


han atacado? Las anteriores insinuaciones y particularmente los

www.teoriaypraxis.org 103
siguientes reproches contra los comunistas demuestran claramente
quiénes eran. Los comunistas, según podemos leer:

"[…] armaban más escándalo que toda la literatura de


la oposición junta, confundiendo las cabezas de los
analfabetos, denunciando incluso a los hombres más
radicales de la manera más desinhibida, [...] intentaron
paralizar la lucha política en la medida de lo posible, [...]
de hecho, llegaron incluso a aliarse [...] con la reacción. Es
más, en la práctica su doctrina a menudo les llevaba a
vulgares y falsas intrigas [...]."

Más allá de la confusión y la vaguedad de estas críticas, se


distingue una figura fácilmente reconocible: el escritorzuelo Karl
Grün. Hace tres años el Sr. Grün trató personalmente con el Sr.
Heinzen, por lo que fue
el Sr. Grün quien atacó
al Sr. Heinzen en la
Triersche Zeitung,
quien gritaba más alto
que toda la literatura
de la oposición, quien
se esforzaba por
paralizar la lucha
política todo lo posible,
etc.
¿Pero desde
cuándo el Sr. Grün
representa a los
comunistas? Si bien
hace tres años
frecuentaba los círculos
comunistas, nunca se
ha considerado uno de
ellos, nunca se ha
declarado abiertamente
comunista, y hace más
Federico Engels

104 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


de un año incluso empezó a vituperar a los comunistas.

Es más, en aquel momento, para beneficio del Sr. Heinzen,


Marx ya repudiaba al Sr. Grün, y mostró públicamente su
verdadero rostro en cuanto tuvo oportunidad.En lo que respecta a
esta última "vulgar y falsa" insinuación del Sr. Heinzen sobre de
los comunistas, lo que hay detrás no es más que un incidente entre
el Sr. Grün y el Sr. Heinzen, y nada más. Este incidente concierne a
los dos caballeros en cuestión y no a los comunistas. Ni siquiera
estamos lo suficientemente al tanto del asunto como para poder
emitir un juicio sobre el tema. Pero supongamos que es el Sr.
Heinzen el que tiene razón. Si después de que Marx y otros
comunistas hayan repudiado a este adversario, si después de
haberse demostrado más allá de toda duda que no se trata de un
comunista, el señor Heinzen sigue presentando el incidente como
una consecuencia necesaria de la doctrina comunista, la causa sólo
puede ser su monstruosa perfidia.

Y es más, si en sus anteriores reproches el Sr. Heinzen tenía


en mente a otras personas además del Sr. Grün, sólo puede tratarse
de esos verdaderos socialistas cuyas ciertamente reaccionarias
teorías ya han sido repudiadas desde hace mucho tiempo por los
comunistas. Todos los miembros de este movimiento, hoy
completamente disuelto, capaces de aprender algo se han acercado
a los comunistas y ahora atacan el verdadero socialismo allí donde
éste todavía se manifiesta. El Sr. Heinzen, pues, habla de nuevo con
su crasa ignorancia habitual, dedicándose una vez más a desenterrar
estas visiones caducas para endosárselas a los comunistas. Aunque
en este caso el Sr. Heinzen culpa a los verdaderos socialistas, a
quienes confunde con los comunistas, en realidad se dedica a hacer
la misma crítica sin sentido de los comunistas que hacían dichos
verdaderos socialistas. De este modo ni siquiera tiene derecho a
atacar a los verdaderos socialistas, pues él mismo es uno de ellos. Y
mientras los comunistas escribían vivos ataques contra estos
socialistas, el Sr. Heinzen permanecía sentado en Zúrich, siendo
iniciado por el señor Ruge en esos fragmentos de verdadero
socialismo que más tarde hallarían buen nicho en su confundida

www.teoriaypraxis.org 105
cabeza. ¡El Sr. Ruge había encontrado un discípulo digno de su
maestro!

¿Y qué hay de los verdaderos comunistas, entonces? El Sr.


Heinzen menciona honrosas excepciones y hombres de talento,
quienes piensa que acabarán rechazando la solidaridad comunista
(!). Los comunistas ya han rechazado la solidaridad de los escritos
y acciones de los verdaderos socialistas. De todos los reproches
anteriores, ni uno solo se puede aplicar a los comunistas, excepto
quizá la conclusión de todo el pasaje, que dice lo siguiente:

"Los comunistas [...] con esa arrogancia que les da su


supuesta superioridad, se ríen con desprecio de todo aquello
que es indispensable para formar la base de una asociación
de gente honrada."

El Sr. Heinzen parece que alude aquí el hecho de que los


comunistas se han reído de su severa conducta moral y se han
mofado de todas esas ideas sagradas y sublimes, la virtud, la
justicia, la moralidad, etc., ideas que el Sr. Heinzen cree que
constituyen la base de toda la sociedad. Aceptamos este reproche.
La indignación moral del honrado señor Heinzen no evitará que los
comunistas se burlen de estas verdades eternas. Los comunistas,
por otra parte, sostienen que estas verdades eternas no son en
absoluto una base, sino por el contrario un producto de la sociedad
en la cual se presentan.
Si, por casualidad, el Sr. Heinzen ha querido decir que los
comunistas no se solidarizarán con aquellas personas con las que él
piensa asociarse, ¿cuál es el sentido de todos estos reproches
absurdos y falsas insinuaciones? Si el señor Heinzen sólo conoce de
oídas a los comunistas, como parece ser el caso, si apenas sabe
quiénes son, hasta el punto de que llega a exigir que se muestren
más a las claras y, por así decirlo, que sean ellos quienes se
presenten ante él, ¿a qué viene todo ese descaro que muestra al
polemizar con ellos?
"La elección de aquellos [...] que [...] representan en
realidad al comunismo o lo defienden en su forma pura, [...]

106 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


probablemente excluiría completamente a la gran mayoría
de los que se basan en el comunismo y son utilizados por él,
y no sería sólo la gente de la Triersche Zeitung la que
protestaría contra la exigencia de semejante
reivindicación."

Y unas líneas más abajo:

"Quienes realmente son comunistas deberían tener hoy


la coherencia y la honradez" (¡así habla un filisteo
respetable!) "de dar un paso adelante, mostrar abiertamente
su doctrina y separarse de aquellos que no son comunistas
[...]. Tienen la obligación moral", (típica expresión de
filisteo), "de no seguir amparando sin ningún tipo de
escrúpulos (!) esa confusión que se ha creado en la cabeza
de millares de personas que sufren y carecen de educación,
pues dadas las condiciones reales es imposible (!) poner en
práctica esta doctrina (!), aunque esta quimera se anuncie
falsamente como posible. Es el deber" (el filisteo asoma de
nuevo) "de los verdaderos comunistas o bien aclarar
completamente esto a todos sus adherentes no ilustrados y
conducirlos a una meta definida, o bien apartarse de ellos y
no utilizarlos."
Si el Sr. Ruge es responsable de estas tres últimas citas,
debe estar orgulloso. Estas reivindicaciones de filisteo casan
perfectamente con ese desorden mental al que sólo le preocupa el
contenido y no la forma, y por ello termina diciendo exactamente lo
contrario de lo que pretendía decir. El Sr. Heinzen exige que los
verdaderos comunistas se aparten de aquellos que sólo lo parecen.
Deben acabar con la confusión (esto es a lo que se refiere) que
surge de la mezcla de estas dos tendencias diferentes. Pero tan
pronto como las palabras “comunismo” y “confusión” se juntan en
su cabeza, surge allí también la confusión. El Sr. Heinzen pierde el
hilo, la constante reiteración de esa fórmula que dice que los
comunistas en general se dedican a confundir las mentes de los
ignorantes, le hace tropezar y olvidarse de los verdaderos
comunistas y los falsos comunistas, patina con torpeza ridícula con

www.teoriaypraxis.org 107
toda una serie de sueños imposibles que se anuncian falsamente
como posibles, y finalmente cae de bruces en el duro suelo de las
condiciones reales, donde recupera su facultad de reflexión. Ahora
se acuerda de que lo que él quería decir era una cosa distinta, que
no se trataba de saber si es posible o no. Vuelve a su tema, pero
está tan aturdido que ni siquiera tacha la frase magnífica en la que
ejecuta este salto mortal que acabamos de describir.

Y hay más cosas por el estilo. En lo que se refiere a la


cuestión en sí, reiteramos que, como honrado alemán que es, las
exigencias del Sr. Heinzen llegan demasiado tarde, pues los
comunistas repudiaron a los verdaderos socialistas hace mucho
tiempo. Pero aquí podemos ver de nuevo que las insinuaciones
maliciosas no son para nada incompatibles con su carácter de
respetable filisteo. Para el Sr. Heinzen está claro que los escritores
comunistas sólo están utilizando a los trabajadores comunistas.
Afirma, prácticamente en estas palabras, que si estos escritores
mostraran sus intenciones abiertamente, la gran mayoría de los que
están siendo utilizados por el comunismo les abandonarían
completamente. Considera a los escritores comunistas como
profetas, sacerdotes o predicadores que poseen una sabiduría
secreta que está vedada a los ignorantes, para así mantenerlos con
andadores. Todas estas exigencias de respetable filisteo, eso de que
hay que aclarar a los ignorantes y de que estas personas no deben
ser utilizadas, obviamente parten de la suposición de que los
representantes literarios del comunismo están interesados en
mantener a los trabajadores en la oscuridad, como si simplemente
estuvieran utilizándolos como hacían los Illuminati con el pueblo
llano en el siglo pasado. Esta idea insípida impele al Sr. Heinzen a
proseguir con esa charla inoportuna sobre la confusión en las
mentes de los ignorantes y, como castigo por no saber expresarse
con claridad, le obliga a dar esas piruetas estilísticas.

Nos limitaremos a tomar nota de estas insinuaciones, no nos


pondremos a discutirlas. Dejemos que los obreros comunistas las
valoren por sí mismos.
Por fin, después de todos estos preliminares, desvíos,

108 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


apelaciones, insinuaciones y volteretas del Sr. Heinzen, llegamos a
sus ataques teóricos y sus reflexiones sobre los comunistas.

El Sr. Heinzen

"considera que el núcleo de la doctrina comunista es


simplemente [...] la abolición de la propiedad privada
(incluida la que se ha logrado a través del trabajo) y el
principio del empleo común de las riquezas de la tierra,
como inevitable consecuencia de aquella abolición."

El Sr. Heinzen se imagina que el comunismo es una doctrina


que procede de un principio teórico central y saca conclusiones a
partir de aquí. El Sr. Heinzen está muy equivocado. El comunismo
no es una doctrina, sino un movimiento; no procede de principios,
sino de hechos. Los comunistas no parten de tal o cual filosofía,
sino de todo el curso de la historia anterior y particularmente de los
resultados reales a los que se ha llegado actualmente en los países
civilizados. El comunismo procede de la gran industria y sus
consecuencias, del establecimiento del mercado mundial, de su
correspondiente competencia desatada, de las crisis comerciales
cada vez más violentas y universales, que se han convertido ya en
crisis en toda regla del mercado mundial, de la creación del
proletariado y de la concentración del capital, de la lucha de clases
resultante entre proletariado y burguesía. El comunismo, como
teoría, es la expresión teórica de la posición del proletariado en
esta lucha y la síntesis teórica de las condiciones para la liberación
del proletariado.

Ahora el Sr. Heinzen, sin duda, se dará cuenta de que


valorar el comunismo consiste en algo más que simplemente
considerar la abolición de la propiedad privada como su eje; de que
más le valdría estudiar un poco de economía política que ponerse a
cotorrear salvajemente sobre la abolición de la propiedad privada;
de que nunca sabrá nada acerca de las consecuencias de la
abolición de la propiedad privada si no conoce también sus
condiciones necesarias.

www.teoriaypraxis.org 109
Sin embargo, en este terreno, el señor Heinzen se mueve
con tal grosera ignorancia que llega incluso a decir que "el empleo
común de las riquezas de la tierra" (qué expresión más fina) es
consecuencia de la abolición de la propiedad privada. Precisamente
es todo lo contrario. A consecuencia de la gran industria, el
desarrollo de la maquinaria, de las comunicaciones y del comercio
mundial está adquiriendo proporciones tan gigantescas que su
explotación por los capitalistas individuales cada día se vuelve más
difícil; y las crisis crecientes del mercado mundial son la prueba más
palpable de todo esto; las fuerzas productivas y medios de
intercambio que caracterizan al actual modo de producción e
intercambio se desarrollan constantemente, hasta llegar a un punto
en que se hacen incompatibles con el intercambio individual y la
propiedad privada; porque, en fin, se acerca el momento en el que
la gestión común de la industria, de la agricultura y del intercambio
se convertirá en una necesidad material para la industria, la
agricultura y el intercambio mismos –y por esta razón la propiedad
privada será abolida–.

Así que cuando el señor Heinzen separa violentamente la


abolición de la propiedad privada, que por supuesto es la condición
para la liberación del proletariado, de las condiciones que ello
implica, cuando deja esto absolutamente al margen de toda relación
con el mundo real y lo considera simplemente como una fantástica
torre de marfil, se convierte en un puro cliché del que sólo se
pueden decir perogrulladas sin sentido. Lo cual hace de la siguiente
manera:

"Con la mencionada abolición de toda la propiedad


privada [...], el comunismo también suprime necesariamente
la existencia individual [El Sr. Heinzen nos reprocha así que
queramos convertir a las personas en gemelos siameses]. La
consecuencia de esto es una vez más [...] la incorporación
de todo individuo quizá [¡!] a unos cuarteles comunes y
organizados [...] para la economía [El lector notará que
esto es una clara consecuencia de las propias declaraciones
absurdas del Sr. Heinzen acerca de la existencia individual].

110 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


De esta forma el comunismo destruye, [...] la
individualidad, [...] la independencia, [...] la libertad [Las
mismas tonterías de siempre, pronunciadas ya por los
verdaderos socialistas y la burguesía. ¡Como si hubiera
alguna individualidad que destruir en las personas a las que
la división del trabajo ha convertido hoy en día, en contra
de su voluntad, en zapateros, obreros, burgueses, abogados,
campesinos, es decir, en esclavos de una forma particular de
trabajo y de las costumbres, de la forma de vida, los
prejuicios y la cortedad de miras, etc., que se corresponden
con dicho trabajo!]. Sacrifica al individuo, como atributo
necesario o base [este "o" es maravilloso] de la propiedad
privada adquirida, al ‘fantasma de la comunidad o de la
sociedad’ [¿estamos ante Stirner?], cuando la comunidad
no puede ni debe [¡¡no debe!!] ser un objetivo, sino sólo un
medio para los individuos."

El Sr. Heinzen concede especial importancia a la propiedad


privada adquirida y, al hacerlo, demuestra una vez más que no está
en absoluto familiarizado con el tema del que habla. La justicia de
filisteo del Sr. Heinzen, que permite que los hombres disfruten de lo
que han adquirido, por desgracia se ve frustrada por la gran
industria. Mientras la gran industria no esté tan avanzada como
para liberarse totalmente de los grilletes de la propiedad privada, no
permitirá otra forma de distribución de sus productos que la que se
existe actualmente, el capitalista se guardará su ganancia en el
bolsillo y el trabajador ira aprendiendo en la práctica poco a poco
lo que es el salario mínimo. El Sr. Proudhon intentó desarrollar un
sistema para disfrutar de la propiedad adquirida, ligado a las
condiciones existentes, y como todos sabemos fracasó
estrepitosamente. El Sr. Heinzen, es cierto, nunca se arriesgará a
emprender un experimento similar, ya que para hacerlo tendría que
estudiar, y él no se dedica a eso. Pero esperemos que el ejemplo del
Sr. Proudhon al menos le enseñe a no exponer tanto su propiedad
adquirida a la opinión pública.

El señor Heinzen critica a los comunistas por perseguir

www.teoriaypraxis.org 111
fantasías y por no tener los pies en el suelo de la realidad, ¿pero a
quién es al que hay que aplicar estas críticas en realidad?

El Sr. Heinzen continúa con toda una serie de cosas en las


que no necesitamos entrar. Nos limitamos a señalar que sus frases
empeoran conforme se va avanzando. La torpeza de su lenguaje,
que nunca logra hallar la palabra correcta, ya sería de por sí
suficiente para desacreditar a cualquier partido que lo reconociera
como representante y propagandista. Sus firmes convicciones le
llevan constantemente a decir algo muy diferente a lo que pretende.
Así, cada frase contiene un doble absurdo: por un lado el absurdo
que pretende explicar, y en segundo lugar el que no quiere decir
pero sin embargo termina diciendo. Ya dimos un ejemplo de ello
más arriba.
Sólo nos queda señalar que el señor Heinzen repite su vieja
superstición sobre el poder de los príncipes al afirmar que el poder
que debe ser derrocado, y que no es otro que el poder del Estado,
es y siempre ha sido el progenitor y el responsable de toda
injusticia, y que su objetivo es establecer un Estado realmente
basado en la justicia (!) dentro de toda esta estructura fantástica...

¡¡¡"para llevar a cabo todas aquellas reformas sociales


que han surgido en el curso de los acontecimientos en
general (!) y que sean a la vez correctas (!) en teoría y
posibles (!) en la práctica"!!!

Sus intenciones son tan buenas como malo es su estilo, y es


que este es el destino de todos los bien intencionados en este
mundo infame.
“Del seductor Zeitgeist,
Nacido y hecho sansculotte53,
53 Literalmente “sin calzones”. Eran los partisanos de izquierdas miembros
de los sectores sociales más bajos, incluyendo pequeños comerciantes y
artesanos -sastras, carpinteros, etc). Formaron parte en gran número del
ejército del inicio de la Revolución Francesa. “El término está relacionado
con las modas y costumbres del siglo XVIII, ya que los sectores sociales
más acomodados vestían con unos calzones cortos y ajustados (los
culottes), mientras que muchos miembros del Tercer Estado llevaban

112 Los comunistas y Karl Heinzen – F. Engels


Es mal danzante, pero aún alberga
Buenas intenciones en su salvaje pecho;
[…]
Carente de talento, mas célebre.”54
Nuestros artículos llenarán al Sr. Heinzen de toda esa
indignación de honrado filisteo ultrajado, pero por nada en el
mundo va a renunciar a su estilo de escritura o a su vergonzosas e
ineficaces formas de agitación. Cuando llegue el entretenido día de
la acción y las decisiones, nos encontraremos con su amenaza de
colgarnos en el poste más cercano.

En resumen: los comunistas deben cooperar con los


radicales alemanes, y desean hacerlo. Sin embargo, se reservan el
derecho de atacar a cualquier escritor que desacredite a todo el
partido. Esta, y no otra, era nuestra intención al atacar Heinzen.

Bruselas, 3 de octubre de 1847.

F. Engels
N.B. Acabamos de recibir un folleto escrito por un
trabajador [Stephan Born]: Der Heinzen'sche Staat, eine Kritik von
Stephan, Berna, Rätzer. Si el señor Heinzen escribiera la mitad de
bien que este trabajador, podría estar bien contento. Con este
folleto el Sr. Heinzen podrá ver con claridad, entre otras cosas, por
qué los trabajadores no quieren saber nada de su república
campesina. También podemos ver que este folleto es el primero
escrito por un trabajador en el que no se adopta una actitud moral,
sino que se intenta relacionar las luchas políticas actuales con la
lucha de las distintas clases de la sociedad entre sí.
pantalones largos con dibujos de ardillas porque eran revolucionarios del
tercer estado(no privilegiados)” Wikipedia
54 Durch Verführtsein von dem Zeitgeist,
Waldursprünglich Sansculotte,
Sehr schlecht tanzend, doch Gesinnung
Tragend in der zott'gen Hochbrust;
..............................................................
Kein Talent, doch ein Charakter.
[Heine, Atta Troll]

www.teoriaypraxis.org 113
i http://rolandoastarita.com/Alternativas%20en%20la%20izquierda
%20sindical.htm
ii https://rolandoastarita.wordpress.com/2010/09/14/engels-y-el-arte-de-
hacer-politica/
iii Astarita, Rolando. Critica del programa de transición. Pág 24.
iv https://rolandoastarita.wordpress.com/2014/10/31/respuesta-a-critica-
de-democracia-socialista/#more-4979
v https://rolandoastarita.wordpress.com/2014/10/31/respuesta-a-critica-
de-democracia-socialista/#more-4979
vi El subrayado es nuestro. K. Marx “Salario, Precio y ganancia”. OE.
Tomo 2 de 3. Pág 40

Anexo

El artículo que comentamos, “Engels y el arte de hacer política”, de


Rolando Astarita, puede bajarse desde
https://rolandoastarita.wordpress.com/2010/09/14/engels-y-el-arte-de-
hacer-politica/

Puede descargar este libro en distintos


formatos desde www.teoriaypraxis.org

Comentarios, críticas y textos a:


ediciones@teoriaypraxis.org

Versión digital:
Argentina
Marzo de 2016

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