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El espejo del pensamiento

José Carlos Hernández Pineda

Es posible que en algún momento de nuestra vida hayamos escuchado a alguien decir “no especules” o
“no hay que especular”. Estas afirmaciones se suelen hacer en un contexto cotidiano o científico, es
decir, busca censurar afirmaciones alejadas de los hechos o de la experiencia, afirmar algo sin
conocimiento. Sin embargo, la filosofía, de manera más específica, la llamada filosofía idealista alemana
tiene pensadores que no solo destacan los beneficios sino también la necesidad de la especulación,
aunque tiene poco que ver con los contextos mencionados. La filosofía de Hegel es el caso en el que es
necesario especular y es de la que me ocupo en el presente texto ¿cuál es la justificación filosófica de la
especulación y en qué condiciones realizarla? Son las preguntas que pretendo trabajar con los siguientes
objetivos: 1) destacar un sentido filosófico de la especulación y 2) mostrar su modo de enriquecer al
pensamiento. Mi texto base es Diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling a la que me referiré
como diferencia.

La tesis de este ensayo es: la especulación es necesaria para el cambio de una perspectiva
restringida a una más abarcadora. Para sustentarla se requieren lograr los objetivos arriba mencionados.
En cuanto al primer objetivo, es necesario señalar que la filosofía nace para Hegel (2014) “cuando el
poder de unificación desaparece de la vida de los hombres, y los opuestos cobran su viva relación e
interacción y cobran autonomía” (p. 22) los opuestos a los que se refiere Hegel son “espíritu y materia,
el alma y el cuerpo, fe y entendimiento, libertad y necesidad [y de manera más restringida] razón y
sensibilidad, inteligencia y naturaleza y, hablando en conceptos generales, a la contraposición entre
subjetividad absoluta y objetividad absoluta” (p.22). En segundo lugar, es importante entender el
problema abordado por Hegel en la diferencia, el cual consiste en preguntar por el sentido de los diversos
sistemas filosóficos contemporáneos y anteriores a él ¿Se puede ver en las diferentes perspectivas un
momento de la verdad y la unidad? Ya que Hegel no considera que la filosofía sea simplemente la opinión
caprichosa de alguien que no tiene nada que hacer sino puntos de vista de lo que él llama la Razón. En
este punto se abordará a Kant ya que la contraargumentación de Hegel, aunque plantea un horizonte
diferente, parte de la concepción kantiana a la que critica desde “dentro” y si se busca defender la riqueza
del pensamiento especulativo es obligatorio partir de las limitaciones que Kant señala de este
pensamiento.

Quien había introducido una diferencia rigurosa entre entendimiento y razón fue Kant (2014).
Para entender el planteamiento kantiano, en materia de conocimiento, hay que destacar que si queremos
producir conocimiento debemos servirnos de dos facultades propias de nuestra conciencia: el
entendimiento y la sensibilidad. El primero es la facultad de crear conceptos, el segundo la de recibir
sensaciones. Ambas facultades dependen una de la otra ya que “sin sensibilidad ningún objeto nos sería
dado y, sin entendimiento, ninguno sería pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos; las
intuiciones sin conceptos son ciegas” (Kant, 2014, p. 86). De este modo el conocimiento requiere de
estás dos facultades. El producto de esta conciencia son los juicios que la razón se encarga de relacionar,
para obtener conclusiones que aportan al conocimiento del mundo. Sin embargo, la razón kantiana tiene
una autonomía que no se reduce solo a servirse de manera secundaria de la experiencia a través del
entendimiento, ya que tiene la capacidad para producir ideas que se alejan de los límites de la experiencia
sensorial, como el alma, Dios o el cosmos ilimitado. Estas ideas son producto del uso especulativo de la
razón “un conocimiento teórico es especulativo cuando se refiere a un objeto o a conceptos de un objeto
que no pueden ser alcanzados en ninguna experiencia” (Kant, 2014, p. 489).

Igual que con Kant, la distinción entre entendimiento y razón es crucial en el pensamiento de
Hegel y de manera particular en la diferencia, solo que este no plantea tales conceptos en el aire ni por
oponerse a Kant sin justificación, se trata más bien de una reinterpretación que nace desde los gérmenes
de la filosofía kantiana. En palabras de Hegel (2014) “la filosofía kantiana había necesitado que su
espíritu fuera separado de la letra y que el principio puramente especulativo fuera librado del resto, que
pertenecía a la reflexión razonadora o podría ser utilizado a su favor” (p. 11). Por este motivo ve en el
entendimiento un modo del pensamiento que se detiene en destacar las diferencias y las contradicciones
aparentes. Lo que produce esta forma de pensar es patrimonio tanto del pensamiento cotidiano como de
las ciencias particulares ya que a través del entendimiento se concibe un mundo de entidades
determinadas, fijas y aisladas y, por tanto, finitas. El principio que gobierna es el de la identidad y la
oposición pues si una cosa es idéntica a sí misma entonces es diferente de otra cosa que a su vez es
idéntica a sí misma. Como señala Mora (2003) las identidades pueden relacionar y combinarse de
diversas formas, pero sin perder su propia identidad. Por su parte, la razón es un pensamiento abarcador
o comprehensivo que puede captar tanto las diferencias como la unidad de estas, por este motivo, la
razón es una facultad de un nivel más elevado que el entendimiento. Hegel lo plantea de este modo:

“Como totalidad del saber producida por la reflexión, la filosofía deviene un sistema, un todo
orgánico de conceptos, cuya ley suprema no es el entendimiento, sino la razón. Aquél ha de indicar
adecuadamente los opuestos de lo puesto por él, su límite, su fundamento y su condición; la razón,
empero, unifica estos contradictorios, pone ambos a la vez y los supera” (Hegel, 2014, p. 33).

¿Qué relación hay entre la razón y la especulación? Esta es la operación propia de la razón y
requiere la reflexión, aunque es verdad que la reflexión no es condición suficiente para pasar a la razón,
pero esto se concede solo si no distinguimos entre la reflexión del entendimiento y la reflexión de la
razón. Para el entendimiento no es posible realizar un acto de pensamiento especulativo y, por lo tanto,
no es posible pasar a una perspectiva más abarcadora y unificada, sin embargo, es solo llevando al
entendimiento contra sí mismo que es posible este paso. El argumento que señala Serey (2012) es el
siguiente “de la contraposición provocada por la reflexión [del entendimiento] se sigue de acuerdo con
Hegel, la contraposición de la contraposición, esto es, a los contrapuestos reunidos en la identidad
Subjetiva se les opone justamente su contrapuesto absoluto, esto es, la especulación” (p.127) de este
modo se puede ver la reflexión de la razón. Pero como bien muestra Serey (2012) es necesario evitar una
contraposición al infinito ya que esto implicaría restablecer “otra reflexión unificadora como identidad
subjetiva” (p.127) y esto es lo que no se quiere ya que restauraría nuevamente al entendimiento.

Para evitar esta posibilidad solo hay que tener noción de lo que Hegel entiende por absoluto, pues
este es el horizonte de la razón. El absoluto debe pensarse como identidad de identidad y no identidad
(Rüle, 2010), es decir, una identidad que no deja fuera la diferencia y la escisión. Dicho de otro modo,
la razón concibe esa identidad de orden superior que abarca la identidad y no identidad de orden inferior
que concibe el entendimiento. La razón no permite que el entendimiento se cierre en sí mismo pues le
muestra desde dentro su perspectiva finita y limitada. Otro modo de entender esto es pensar al absoluto
como aquello hacia lo que se orienta el conocimiento de la razón y su operación especulativa.

Ahora, ya que se han puesto las piezas conceptuales se puede dar paso al argumento clave: 1)
cuando se reflexiona sobre objetos dados a la conciencia se reflexiona desde el entendimiento, se resalta
al objeto; 2) cuando se reflexiona sobre esos mismos objetos como objetos posibles por un pensamiento
se establece una reflexión de la reflexión, en este caso sobresale el sujeto y se tienen así dos
contrapuestos, el sujeto y el objeto y 3) cuando la reflexión de tercer grado muestra que la de segundo
está condicionada por aquello de que se delimita, es decir, el mundo empírico e histórico. Esta reflexión
de tercer grado permite, a la de segundo grado, una apertura a algo diferente de sí misma. De este modo,
se llega a una reflexión que se transforma en especulación.

Una vez que se ha mostrado el argumento que muestran el paso de la reflexión del entendimiento
a la de la razón se pueden señalar las condiciones en las que la especulación está justificada: 1) que esté
orientada hacia el absoluto y 2) cuando el entendimiento plantea sus contrapuestos para dar paso a la
razón especulativa. Así, se ha alcanzado el primer objetivo: la especulación es la actividad de la razón
que nos permite hacer filosofía.

Para el segundo objetivo primero se revisa la etimología. La palabra especular como verbo viene
de speculari -reflejar- y está relacionada con speculum -espejo. La especulación es el acto de espejar o
reflejar. Incluso cuando en nuestra vida cotidiana nos miramos en el espejo se puede afirmar que
especulamos. El pensamiento especulativo está muy relacionado con el sentido latino de la
palabra“especulativo es un pensamiento que sobrepasa los límites de la autoreferencialidad para
reflejarse en algo otro, aun no pensado, y tener otra experiencia que la que hasta entonces conocía”
(Rülhe,2010, p. XLVIII). Es decir, este tipo de pensamiento obliga a que se conozca la perspectiva desde
la cual se está conociendo al mundo, cuyo objetivo es mostrar sus límites y finitud para obligar a cambiar
de perspectiva.

En segundo lugar, ahora es posible poner algunos ejemplos. Considere el lector en su


pensamiento alguna entidad como el maestro, recordemos que la facultad que hace posible esto es el
entendimiento y, por tanto, concibe al maestro como un ente delimitado, fijo y aislado. El primer paso
que da el pensamiento especulativo es, tanto para el propio maestro como para aquel que concibe a un
maestro, pensar en quién es aquel que se le o-pone de forma inmediata: el estudiante. Oposición no debe
entenderse en un sentido político o social, sino como algo que es diferente del maestro, pero gracias a lo
que el maestro puede pensarse. De este modo tenemos al maestro (lo puesto) y al estudiante (lo opuesto
o lo contrapuesto), el segundo es el espejo en el que el maestro se puede reflejar para tener una
experiencia diferente que no tenía antes de la reflexión. Hace falta un paso más: buscar la posible unidad
de estas dos entidades contrapuestas y, a la vez, las pueda conservar. Se puede pensar en la escuela como
una unidad superior que conserva a ambas entidades, logra diferenciarlas y nos da una perspectiva mayor.

Otro caso. Considere el lector a alguien que quiere “conocerse” a sí mismo, su más profunda
interioridad, pero para hacerlo, de manera paradójica requiere de un instrumento que no es parte de su
interioridad sino del orden de la exterioridad: la lengua que usa para poder pensarse a sí mismo, pues las
palabras que usa no son invento suyo. La lengua le precede desde antes de nacer. Para que alguien pueda
pensarse a sí mismo, en un sentido muy singular, se requiere de algo que rebasa a ese individuo. Se tienen
de nuevo dos contrapuestos: algo interior (el self o sí mismo, la ipseidad en latín) y algo exterior (la
lengua), sin embargo, falta algo que nos dé la posibilidad de pensar su unidad superior: la cultura, la cual
es esa unidad que conserva las diferencias, las abarca y capta su unidad.

En tercer lugar, para hacer explícito porqué son especulativos estos ejemplos, basta con que el lector
introduzca la dimensión histórica en la que se inserta tanto la escuela como la cultura misma y podrá
apreciar la posibilidad de transformar su perspectiva, en una mucho más rica, que va a permitirle concebir
muchos ángulos para empezar a filosofar. Para finalizar, invito al lector a que, así como se mira al espejo
para reconocer lo nuevo que hay en él, pueda espejar su pensamiento para superar su vieja perspectiva,
que en Hegel equivale superar nuestra finitud.
Referencias

Hegel, G. (2014). Diferencia entre los sistemas de filosofía de Fichte y Schelling.

Barcelona: Gredos.

Kant, I. (2014). Crítica de la razón pura. Barcelona: Gredos.

Mora, B. (2003). G. W. F. Hegel: Crítica y especulación. (2003). Revista de Filosofía de la

Universidad de Costa Rica, 41(103), 57-64.

Rüle, V. (2010). Estudio introductorio (Trad. J. Chamorro). En Abada (Eds.),

Fenomenología del espíritu (pp. XI-CXIII). Barcelona: Gredos.

Serey, J. (2012). Reflexión del entendimiento y reflexión de la razón en el diffrenzschrift de

Hegel. En cuaderno de materiales, 24, 125-143.

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