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Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia

La indiferencia llega a una relación de pareja de forma pausada pero implacable. Es un


silencio amargo donde habita la incertidumbre, la añoranza de lo que antes era cotidiano
y cómplice y que ahora, nos falta. Porque lo contrario del amor no es el odio, sino ese
sentimiento capaz de rompernos en mil fragmentos llamado indiferencia.
Las relaciones “mueren” por muchas razones, lo sabemos y no hay duda de que todas
suponen una alta carga de sufrimiento para la que nadie está preparado. No obstante,
podríamos decir que es precisamente ese vacío, es esa actitud pasiva y fría de la otra
persona respecto a nosotros lo que suele generar mayor desesperación y ansiedad.
El amor suele tener tres enemigos: la indiferencia, que nos quita el aliento poco a poco,
la indecisión que nos impide avanzar, y la desilusión que lo termina todo casi al
instante.
Cada uno de nosotros podemos reaccionar de un modo ante ante un rechazo o una
traición, pero… ¿Cómo afrontar el vacío emocional de la indiferencia? No es fácil, de
ahí, que siempre se intente encontrar una razón, un porqué a ese distanciamiento
afectivo. Aunque en realidad no siempre hay un motivo para el desamor, en ocasiones,
simplemente, se apaga, se ahoga como un sol crepuscular que queda sin aliento…
La salud de una pareja, como todo organismo vivo y necesitado de alimento vital,
necesita reforzar su estructura, su relación. Todo ello se consigue mediante esos rituales
cotidianos, orlados de complicidad, en los que se inscriben los gestos que nos conectan,
las palabras que nos refuerzan, las caricias que nos reconocen y espacios comunes
habitados por una necesitada cercanía física y emocional.
Ahora bien, en ocasiones, casi sin saber por qué, hacemos uso del silencio o de la no
intervención delegando en el otro para que haga, diga y actúe. Empezamos a dar por
sentados los sentimientos e incluso las respuestas a preguntas que ya no formulamos.
Poco a poco, se priorizan pequeñas cosas y se descuidan grandes aspectos.
No te extrañará saber que, entre las causas del distanciamiento, además de las críticas, el
desprecio y la actitud defensiva, esté también “la indiferencia”, esa conducta evasiva
que mira hacia otro lado y que crea grandes abismos de incertezas. Todo ello, todo este
vacío emocional y frialdad afectiva genera serias consecuencias del “indiferente” al
“indiferenciado” que debemos conocer.
Consecuencias psicológicas de la indiferencia
Pero, ¿cuáles son entonces, las consecuencias a nivel psicológico de la indiferencia? Por
encima de todo, la actitud indiferente de nuestra pareja genera desconcierto y miedo. El
amor entre dos personas necesita de la seguridad de unos afectos y unas costumbres con
las cuales sustentar el propio vínculo.
Cuando nuestras expectativas sobre ese vínculo dejan de cumplirse, aparece la
incertidumbre y el desasosiego. Dos dimensiones ante las que nuestro cerebro va a
reaccionar con estrés y ansiedad emocional.
Además, cuando dejamos de recibir esa retroalimentación emocional, ese intercambio
sutil y perfecto donde las respuestas del otro nos reafirmaban y fortalecían, quedamos
como “paralizados”. Nos mantenemos a la espera, aguardando a que cambie la
situación, algo tan agotador como destructivo.
Si cometemos el error de interpretar la indiferencia como algo que “nosotros mismos
hemos generado”, perdemos aún más el control de la situación. Nuestra autoestima
decae y derivamos en un estado de indefensión muy peligroso.
Ya no siento dolor, ahora mi corazón está más yermo que nunca porque se ha resignado.
Ahora solo siento indiferencia, que es la falta más absoluta y desoladora de
sentimientos.
Como suele decirse, la indiferencia mata, y aunque muchos la definan como una actitud
pasiva que se abre paso poco a poco en una relación de pareja, en realidad, no es del
todo cierto. El vacío emocional es un enemigo muy activo que debe identificarse de
forma temprana para evitar que se instale y deshaga ese vínculo, esa unión con la
persona que amamos, o bien con nosotros mismos al perder nuestra autoestima.
Una relación de pareja se mantiene siempre y cuando exista satisfacción personal a la
vez que reciprocidad. Si nos sentimos bien, seremos capaces de invertir en el otro
porque damos lo mismo que recibimos. En el momento en que ese círculo armónico de
reciprocidad se rompe, afecta de inmediato a la calidad del compromiso, a nuestra
pasión y nuestra intimidad.
En una pareja, con uno solo que sea indiferente basta, y la indiferencia se intuye, se
palpa y se sufre. De nada vale esperar a que las cosas mejoren, de nada vale hacernos
falsas esperanzas. Hay que actuar.
En ocasiones basta con hacer pequeños cambios, llegar a acuerdos para romper la rutina
en la que caen las relaciones de vez en cuando. Cualquier esfuerzo por salvar la relación
es poco. No obstante, si somos plenamente conscientes de que no hay amor o que esa
situación trae más sufrimiento que felicidad, será necesario poner distancia.
No merece la pena ser cautivos del desamor, de los sueños truncados de dos extraños
que lo dieron todo y que al final, ese todo quedó en nada. La indiferencia duele y
desconcierta, pero la cura el tiempo siempre y cuando seamos valientes para alejarnos
cuando toca, cuando aún somos capaces de recordar que debemos cuidar de nosotros
mismos.
Aprender a amar significa estar preparado para dejar ir
La posesión y el miedo son contrarios a lo que significa amar. Para vivir este
sentimiento con plenitud es necesario aprender a soltar...
Valeria Sabater

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