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III. Consideraciones del Tribunal Colegiado.

Los argumentos expresados por el


tribunal de amparo como soporte para dar contestación a los planteamientos
formulados por el quejoso y negar la protección constitucional solicitada, en lo que
aquí interesa, son medularmente los siguientes:(3)

Son inoperantes los motivos de disenso, encaminados a combatir cuestiones que


ya fueron materia de análisis en la ejecutoria dictada en el juicio de amparo
**********.

Es así, toda vez que, si en el diverso amparo **********, ya fue analizado lo que
ahora aduce el quejoso, entonces, resulta inconcuso que tales argumentos no
pueden ser nuevamente estudiados ahora, pues las decisiones antes pronunciadas
no pueden ser cuestionadas ni modificadas en atención a la firmeza de la cosa
juzgada, y la naturaleza procesal definitiva de las sentencias dictadas por la
potestad federal al conocer de los juicios de amparo.

Por otra parte, tampoco tiene el éxito que pretende el quejoso en cuanto
esencialmente sostiene que no resultó apegado a derecho que la Sala responsable
fijara un régimen de convivencias entre él y la menor **********, ello, dice,
porque en el juicio natural no quedó probado que él fuera el padre de la infante y
porque si ninguna de las partes demandó esa prestación, el tribunal de alzada se
pronuncia respecto de una tema que no fue materia de la litis natural.

Se estima de ese modo pues, como ya quedó precisado, este órgano colegiado
concedió la protección constitucional formalmente al hoy quejoso, pero
materialmente y jurídicamente a la menor **********, para el efecto de que la
Sala responsable reiterara las consideraciones, en virtud de las cuales confirmó la
sentencia de primer grado que tuvo por acreditada la acción de paternidad que
intentó la aquí tercera perjudicada, y solamente se pronunciara respecto de la
conveniencia de fijar o no un régimen de convivencias y visitas entre la niña y el
aquí quejoso, y en cumplimiento a dicha ejecutoria, la Sala responsable consideró
fijar un régimen de convivencias entre la niña y su progenitor, y ello resulta
apegado a derecho.

Lo anterior es así, pues la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos


establece diversas garantías de orden personal y social a favor de los menores,
precisamente, en su artículo 4o. dispone que es deber de los padres preservar el
derecho de los menores a la satisfacción de sus necesidades y a la salud física y
mental; que los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus
necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su
desarrollo integral, que los ascendientes, tutores y custodios tienen el deber de
preservar estos derechos, y el Estado proveerá lo necesario para propiciar el
respeto a la dignidad de la niñez y el ejercicio pleno de sus derechos, otorgando
facilidades a los particulares para que se coadyuven al cumplimiento de los
derechos de la niñez.

Asimismo, es de señalarse que nuestro país es parte firmante de la Convención


sobre los Derechos del Niño, adoptada en Nueva York, Estados Unidos de América,
en mil novecientos ochenta y nueve, en vigor desde el dos de septiembre de mil
novecientos noventa, y ratificada por nuestro país el veintiuno de septiembre de
ese mismo año.

Con base en esa declaración de principios de los niños, la citada convención


enuncian, entre otros, el derecho a la vida y a un sano desarrollo psicofísico; el
derecho a dar su opinión y que ésta sea tomada en cuenta en todos los asuntos
que les afecten, incluyendo los de carácter judicial y administrativo; el derecho a
ser protegido contra peligros físicos o mentales, contra el descuido, el abuso
sexual, la explotación, el uso de drogas y enervantes o el secuestro y la trata, el
derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud.

En orden con lo anterior, el sistema jurídico mexicano adopta el concepto "interés


superior de la niñez", el cual implica que en todo momento las políticas, acciones y
toma de decisiones en esta etapa de la vida humana, tendrán que realizarse de
modo tal que, en primer término, se busque el beneficio directo del niño o niña a
quien van dirigidas.

En este panorama, la aparición del concepto interés superior de la niñez supedita,


con mayor claridad, los derechos que las personas adultas pudieran tener sobre un
niño o niña, al deber de atenderlos y cuidarlos, buscando siempre el mayor
beneficio posible para ellos, como un imperativo de la comunidad hacia las
personas que ejercen la patria potestad, con ello, la función social es ahora
explícitamente de orden público e interés social.

Derivado de la adopción de la referida convención internacional, se publica en el


Diario Oficial de la Federación el veintinueve de mayo de dos mil en nuestro país la
Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, con el fin de
desarrollar los lineamientos que derivan del artículo 4o. constitucional, y así
atender la necesidad de establecer principios básicos conforme a los cuales el
orden jurídico mexicano habrá de proteger que niñas, niños y adolescentes ejerzan
sus garantías y sus derechos, estableciendo para tal efecto, como principio central
el del "interés superior de la infancia", que tal como se encuentra dispuesto en la
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, implica que las políticas, las
acciones y la toma de decisiones relacionadas con ese periodo de la vida, tienen
que darse de tal manera que, en primer término y antes de cualquier otra
consideración, se busque el beneficio directo del infante y del adolescente a quien
van dirigidas, señalándose en esa convención que las instituciones de bienestar
social, tanto públicas como privadas, los tribunales, las autoridades administrativas
y los órganos legislativos deben corresponder a ese interés superior del menor, de
modo y manera tales que quien pretenda fundamentar una decisión o medida en el
interés superior del niño, deberá regirse por la interpretación que se desprende del
conjunto de las disposiciones de esa convención.

Así, esta nueva ley reglamentaria del artículo 4o. constitucional procuró desarrollar
los lineamientos específicos con el fin de atender a la necesidad de establecer los
principios básicos conforme a los cuales el orden jurídico mexicano habrá de
proteger que niñas, niños y adolescentes ejerzan sus garantías y sus derechos,
estableciendo las bases de la acción concurrente de los Municipios, de los Estados y
la Federación, para permitir que las Legislaturas Locales emitiesen disposiciones
sobre el orden normativo que obligara que las garantías y derechos
constitucionales se hicieran efectivos también a los menores, de conformidad con
los principios jurídicos dispuestos en la referida convención internacional,
buscándose en todo momento alcanzar el objetivo fundamental de esa protección,
asegurando la oportunidad para que los niños, niñas y adolescentes se desarrollen
en optimas condiciones en todos los aspectos de su vida, planteando como
principio central el del "interés superior de la infancia", que tal como se encuentra
dispuesto en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, implica que
las políticas, las acciones y la toma de decisiones relacionadas con ese periodo de la
vida, tienen que darse de tal manera que, en primer término y antes de cualquier
otra consideración, se busque el beneficio directo del infante y del adolescente a
quien van dirigidas, señalándose en esa convención que las instituciones de
bienestar social, tanto públicas como privadas, los tribunales, las autoridades
administrativas y los órganos legislativos deben responder, en forma prioritaria, a
ese interés superior del menor, de modo que quien pretenda fundamentar una
decisión o medida en el interés superior del niño, deberá regirse por la
interpretación que se desprende del conjunto de las disposiciones de esa
convención.

Bajo tales lineamientos, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes consagró en su artículo 4 que las normas aplicables a los menores se
entenderán dirigidas a procurarles, primordialmente, los cuidados y la asistencia
que requieren para lograr un crecimiento y un desarrollo pleno, dentro de un
ambiente de bienestar familiar y social y que para atender a ese principio, el
ejercicio de los derechos de los adultos no podrá, en ningún momento, ni bajo
ninguna circunstancia, condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y
adolescentes.

El artículo 7 a su vez estableció como obligación para las autoridades federales, del
Distrito Federal, estatales y municipales en el ámbito de sus atribuciones, la de
asegurar a los menores la protección y el ejercicio de sus derechos y la toma de
medidas necesarias para su bienestar, tomando en cuenta los derechos y deberes
de sus madres, padres, demás ascendientes, tutores y custodios u otras personas
que sean responsables de los mismos, siendo deber y obligación de la comunidad y,
en general, de todos los integrantes de la sociedad, el respeto y el auxilio en el
ejercicio de sus derechos.

En las condiciones apuntadas, debe concluirse que toda contienda judicial en que
se vean involucrados derechos inherentes a los menores, debe resolverse
atendiendo al interés superior del niño, conforme lo disponen la Convención sobre
los Derechos del Niño y la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes.
Bajo la óptica jurídica anterior se sigue que si la ahora tercera perjudicada
demandó del hoy quejoso el reconocimiento de paternidad de la menor
**********; que agotadas las etapas procesales, el Juez primigenio tuvo por
acreditados los elementos de dicha acción; concedió la guarda y custodia de la
infante en favor de la madre; también fijó como pensión alimenticia el veinte por
ciento de las percepciones del ahora quejoso, o en su caso un día de salario
mínimo, y la Sala responsable confirmó la recurrida en sus términos, entonces,
resultó apegado a derecho que el tribunal de alzada fijara un régimen de
convivencias ente la menor y el ahora quejoso, pues el interés superior del niño
implica, entre otros, tomar en cuenta aspectos relativos a garantizar y proteger su
desarrollo y el ejercicio pleno de sus derechos, y si en el juicio quedó acreditado
que el quejoso es padre de la menor, la cual está bajo el cuidado de su madre, se
actualizó el derecho natural de ésta de conocer a su progenitor y convivir con él,
quien podrá y deberá también coadyuvar a su sano desarrollo tanto físico, moral y
emocional, máxime que en el sumario no se evidenció que ello fuera perjudicial
para la niña.

No es óbice a lo anterior que no fuera materia de la litis natural el tema relativo a la


convivencia entre la niña y su padre, pues el artículo 5.8 del Código de
Procedimientos Civiles para la entidad, es claro en cuanto establece que en el
conocimiento y decisión de las controversias relacionadas con el derecho familiar y
el estado civil de las personas, el Juez podrá suplir la deficiencia de la queja, de lo
que se sigue que la incapacidad de éstos para instar por ellos mismos, podría
generarles un perjuicio y grave estado de indefensión, dicho precepto impone a la
autoridad judicial la obligación de actuar oficiosamente en su favor a efecto de
salvaguardar sus derechos, y de ahí la trascendencia de suplir la queja en favor de
los infantes, pues la sociedad y el Estado Mexicano tienen interés en que los
derechos de los menores de edad queden protegidos, independientemente de
quienes promuevan en su nombre, o incluso, cuando sin ser parte pudieran
resultar afectados por la resolución que se dicte; por tanto, resultó apegado a
derecho que la Sala responsable fijara un régimen de convivencias entre la niña y
su padre, máxime que durante los primeros seis meses la convivencia se verificara
en el Centro de Convivencia Familiar en Toluca, Estado de México, y de ese modo la
menor conocerá a su padre y podrán establecerse lazos afectivos que permitan a la
niña fortalecer su identidad y autoestima, lo que le permitirá un sano desarrollo
físico y mental.

Precisado lo anterior, dado lo inoperante en una parte e infundado en otra de los


conceptos de violación hechos valer, y toda vez que en el caso no fue necesario
suplir deficiencia alguna, de conformidad con el artículo 76 Bis de la Ley de
Amparo, lo procedente es negar el amparo.

IV. Agravios. Finalmente, por lo que hace a los agravios enderezados por la parte
recurrente en esta instancia, se plantea en esencia lo siguiente:(4)

Frente al interés superior del menor se encuentra la disyuntiva de no vulnerar el


principio procesal de igualdad de las partes, y es ahí donde precisamente es
necesario interpretar y determinar hasta qué grado la suplencia de la deficiencia de
la queja atendiendo precisamente al interés superior del menor puede incidir en la
conculcación de la igualdad de las partes, ya que si bien no en todos los casos pero
si en la mayoría de ellos, el interés del menor se encuentra representado por la
pretensión de un progenitor frente a la resistencia del otro, de manera tal que vista
así la situación, el interés del menor necesariamente se encontrará en diverso lugar
del triángulo procesal en contraposición de la otra parte, pudiendo concluirse hasta
cierto punto que en el supuesto de que el juzgador allegare probanzas por su parte,
la suplencia de la deficiencia de la queja incidiría en cierto grado en forma negativa
en relación al principio de igualdad procesal frente a alguno de sus progenitores
respecto del cual se aplicaría la suplencia citada, en su perjuicio, tal vez sin
desearlo, pero al fin y al cabo en su perjuicio; por lo que se puede concluir que la
suplencia de la deficiencia de la queja procede mermando a alguna de las partes en
conflicto como es su caso.

Cuando existen menores involucrados, las decisiones judiciales deben analizar


primordialmente su interés y estar inspiradas en lo que resulte más conveniente
para su protección especial, a una tutela de sus derechos pero debe verse también
que las instituciones jurídicas sean debidamente observadas para evitar incurrir en
el error de que debe prevalecer como factor primordial de toda relación judicial
pues se corre el riesgo de que ante cualquier conflicto de intereses entre dos
partes en una relación procesal de igual o mayor rango, el interés moral y material
de los menores debe tener prioridad sobre cualquier otra circunstancia que ocurra
en cada caso, incluso de los principios rectores de un procedimiento como el de
igualdad de partes.

Derivado de lo anterior debe estimarse que la debida interpretación del artículo 4o.
constitucional debe realizarse de manera armónica tomando en consideración lo
relativo al debido respeto y observancia de las instituciones jurídicas y los
principios procedimentales, en aras de la legalidad y del estado de derecho. Sólo se
pretende motivar al análisis de manifestar hasta qué punto puede ser válido
interpretar que el interés superior de un menor sea expuesto como primordial
antes que las instituciones jurídicas, ya que considero, que en su caso específico se
están vedando, primeramente en su perjuicio y en segundo término en menoscabo
del estado de derecho.

QUINTO. Estudio del asunto. Los argumentos planteados por el recurrente para
combatir la decisión del Tribunal Colegiado del conocimiento son infundados por
las razones que se exponen a continuación:

En principio, cabe señalar que esta Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha


pronunciado en diversos momentos, respecto al alcance e impacto que envuelve el
llamado interés superior del menor.

En ese sentido, se ha llevado a cabo el análisis del contenido del artículo 4o.
constitucional, el cual en la parte que aquí interesa, señala expresamente lo
siguiente:
"En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el
principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus
derechos. Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades
de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral.
Este principio deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las
políticas públicas dirigidas a la niñez.

"Los ascendientes, tutores y custodios tienen la obligación de preservar y exigir el


cumplimiento de estos derechos y principios.

"El Estado otorgará facilidades a los particulares para que coadyuven al


cumplimiento de los derechos de la niñez."

Se ha determinado entonces, que el interés superior del niño es un principio de


rango constitucional implícito en la regulación de los derechos de los menores
previstos en el artículo 4o.

Esta interpretación encuentra respaldo en un argumento teleológico: en el


dictamen de la reforma constitucional que dio lugar al actual texto del artículo 4o.,
se reconoce expresamente que uno de los objetivos del Órgano Reformador de la
Constitución era adecuar el marco normativo interno a los compromisos
internacionales contraídos por nuestro país en materia de protección de los
derechos del niño.(5)

En este sentido, el interés superior del niño es uno de los principios rectores más
importantes del marco internacional de los derechos del niño. No sólo es
mencionado expresamente en varios instrumentos, sino que es constantemente
invocado por los órganos internacionales encargados de aplicar esas normas.

El artículo 3.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que en
cualquier medida que tomen las autoridades estatales deben tener en cuenta de
forma primordial el interés superior del niño. Los artículos 9, 18, 20, 21, 37 y 40
también mencionan expresamente este principio.

Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que el


interés superior del niño es un "punto de referencia para asegurar la efectiva
realización de todos los derechos contemplados en ese instrumento, cuya
observancia permitirá al sujeto el más amplio desenvolvimiento de sus
potencialidades",(6) y ha dicho también que se trata de un criterio al que "han de
ceñirse las acciones del Estado y de la sociedad en lo que respecta a la protección
de los niños y a la promoción y preservación de sus derechos".(7)

Por su parte, el Comité para los Derechos del Niño ha señalado que "el principio del
interés superior del niño se aplica a todas las medidas que afecten a los niños y
exige medidas activas, tanto para proteger sus derechos y promover su
supervivencia, crecimiento y bienestar como para apoyar y asistir a los padres y
aotras personas que tengan la responsabilidad cotidiana de la realización de los
derechos del niño".(8)

En el ámbito interno, puede interpretarse que el legislador ordinario también ha


entendido que el interés superior es un principio que está implícito en la regulación
constitucional de los derechos del niño.

Este principio es reconocido expresamente en la legislación encargada de


desarrollar los derechos contemplados en el artículo 4o. constitucional: la Ley para
la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

De acuerdo con el artículo 3 de esa ley, el interés superior es uno de los principios
rectores de los derechos del niño. También se encuentran menciones expresas a
este principio en los artículos 4, 24 y 45 de esta misma ley.

De igual manera, se "ha destacado la importancia de tomar en cuenta el interés


superior del niño que implica entre otras cosas considerar aspectos relativos a
garantizar y proteger su desarrollo y el ejercicio pleno de sus derechos, como
criterios rectores para la elaboración de normas y aplicación en todos los órdenes
relativos a la vida del niño, de conformidad con lo establecido en el Texto
Constitucional y la Convención sobre Derechos del Niño".(9)

La idea de que el interés superior del niño es un principio normativo implícito en la


regulación constitucional de los derechos de los menores tampoco es extraña a
este Alto Tribunal. Esta interpretación ha sido apoyada por esta Suprema Corte al
sostener que "en términos de los artículos 4o. de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos; 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño ...; y 3,
4, 6 y 7 de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, los tribunales deben atender primordialmente al interés superior del
niño, en todas las medidas que tomen concernientes a éstos".(10)

De acuerdo con todo lo anterior, el interés superior del niño es un principio que
desempeña un papel muy relevante en el derecho internacional, es recogido
expresamente en disposiciones internas como un principio rector de los derechos
del niño y ha sido derivado del texto del artículo 4o. constitucional en otros
precedentes de esta Suprema Corte.

Así, puede decirse que existen razones para considerar que el principio del interés
superior del niño se encuentra implícito en la regulación de los derechos de los
menores prevista en el artículo 4o. de la Constitución y, por tanto, constituye un
mandato de observancia general para todas las autoridades involucradas en un
asunto de tal naturaleza.

Ahora bien, el recurrente aduce en sus agravios esencialmente que es necesario


interpretar y determinar hasta qué grado la suplencia de la deficiencia de la queja
atendiendo precisamente al interés superior del menor puede incidir en la
conculcación de la igualdad de las partes, toda vez que en relación con el principio
de igualdad procesal el interés del menor necesariamente se encontrará en diverso
lugar del triángulo procesal en contraposición de la otra parte.

Que en caso de que el juzgador allegare probanzas por su parte, la suplencia de la


deficiencia de la queja incidiría en cierto grado en forma negativa respecto de los
intereses de la contraparte, pues el interés del menor se encuentra representado
por la pretensión de un progenitor frente a la resistencia del otro.

Además, que la interpretación del artículo 4o. constitucional, debe tomarse en


consideración con las instituciones jurídicas y principios procedimentales.

Conforme a lo anterior, la litis del presente asunto consiste en establecer si


tratándose de procedimientos que trascienden a los menores, como son los
alimentos y el régimen de convivencia con su progenitor, el interés superior del
niño debe estar supeditado a otras instituciones jurídicas como las procesales, en
aras de proteger el principio de igualdad entre las partes, ello a la luz de la
interpretación que realizó el Tribunal Colegiado en torno al artículo 4o.
constitucional.

Ahora bien, tal como se adelantó, resultan infundados los agravios expuestos por el
recurrente, pues en principio, opuesto a lo que señala el interés superior del niño,
es ajeno al interés particular del progenitor que lo representa; cuando se
cuestionan meramente los derechos del menor, como es el caso de los alimentos y
el régimen de convivencia, en virtud que estos sólo atañen al beneficio del niño y
no de quien lo representa.

En efecto, la protección del interés superior del menor involucra incluso el apoyo y
asistencia a los padres y a otras personas que tengan la responsabilidad cotidiana
de la realización de los derechos del niño tal como se mencionó anteriormente,
pero sólo como representante para que obtenga lo que por ley le corresponde para
su buen desarrollo.

Ello encuentra lógica, puesto que es el menor quien habría de sufrir una afectación
al no contar con capacidad jurídica para actuar en nombre propio, por tanto, es
indispensable que cuente con la representación de quien se encuentre a su cargo,
por lo que, en lo presente no se puede alegar transgresión al principio de igualdad
de las partes al cuestionar derechos del niño.

En el presente caso, el Estado tiene el deber de salvaguardar el derecho de la niña


**********, quien viene representada por su progenitora, a vivir en condiciones
que permitan su crecimiento sano y armonioso, tanto físico como mental, material,
espiritual, moral y social; y en tal sentido, no puede ser ponderado dicho interés de
la menor involucrada, como si se tratara de una pretensión independiente de quien
promueve en su nombre, pues los derechos de la menor de obtener alimento y
llevar un régimen de convivencia con su progenitor son aspectos que únicamente
se generan en beneficio de ella y no de su madre que la representa, pues estos
derechos, como se reitera, atienden a su buen desarrollo tanto físico como moral
con un crecimiento sano u armonioso.

Por otra parte, en cuanto al principio de igualdad procesal al que hace referencia el
recurrente, que consiste en que ambas partes estén en aptitud de demostrar los
extremos de su acción y los de sus excepciones y defensas; sin embargo, existen
desigualdades que legítimamente pueden traducirse en un tratamiento jurídico
distinto, sin que tales situaciones contraríen la justicia, por el contrario, pueden ser
un vehículo para realizarla o para proteger a quienes aparezcan como
jurídicamente débiles.

En el caso, nos encontramos frente a una situación de esta índole, en la que se


hace patente el interés superior del niño, por lo que debe darse una valoración
preponderante a los derechos de la menor, como el conocer a su progenitor y
convivir con él, así como recibir alimentos.

En tal virtud, aun cuando el Tribunal Colegiado ponderara de manera estricta el


principio de igualdad de las partes, frente al interés superior del niño, debió como
lo hizo correctamente, privilegiar a este último debido a que en el presente caso las
consideraciones procesales del Tribunal Colegiado, no podrían estar por encima de
la protección de los derechos de la menor, pues como ya se ha desarrollado, el
interés superior del niño es un principio de rango constitucional que demanda que
en toda situación donde se vean involucrados los menores se traten de proteger y
privilegiar sus derechos.

Finalmente, en cuanto a lo que alega el recurrente, relativo a que la suplencia de la


deficiencia de la queja llevó incluso a valorar pruebas en contravención a sus
derechos, cabe señalar que al analizar integralmente el material probatorio en
autos, no se vulnera el principio de equidad procesal entre las partes, sino que se
concilia con el interés superior del niño, tal y como lo consideró el Tribunal
Colegiado.

Es así, toda vez que el interés superior del niño demanda que el Juez valore todos
los elementos que le han sido presentados, e incluso, tiene la potestad de recabar
pruebas de oficio.

Tales consideraciones han sido aceptadas por esta Primera Sala en la tesis de
jurisprudencia 195/2001, de rubro: "MENORES DE EDAD O INCAPACES. PROCEDE
LA SUPLENCIA DE LA QUEJA, EN TODA SU AMPLITUD, SIN QUE OBSTE LA
NATURALEZA DE LOS DERECHOS CUESTIONADOS NI EL CARÁCTER DEL
PROMOVENTE.",(11) donde se admite, en atención al interés superior del niño, que
la suplencia en la deficiencia de la queja debe operar desde la demanda hasta la
ejecución de sentencia, incluyendo omisiones en la demanda, insuficiencia de
conceptos de violación, y del mismo modo, se permite la recabación oficiosa de
pruebas.

En el mismo sentido, se pronunció esta Suprema Corte, en la Séptima Época, en la


tesis de rubro: "SUPLENCIA DE LA DEFICIENCIA DE LA QUEJA. LOS JUECES DE
PRIMER GRADO Y LOS DE SEGUNDO DEBEN REALIZARLA EN ASUNTOS EN LOS QUE
SE CONTROVIERTEN DERECHOS DE UN MENOR.", en la que se estableció la
obligación de suplir la deficiencia de la queja y aportar de oficio las pruebas que se
estimen pertinentes, cuando se reclamen actos que afecten derechos de menores
o incapaces, así como cuando estos figuren como quejosos.(12)

Así como en la tesis 1a. CXXXIX/2007 de esta Primera Sala, de rubro: "PRUEBAS. SU
ADMISIÓN Y DESAHOGO EN LOS PROCEDIMIENTOS EN QUE SE CONTROVIERTEN
DERECHOS DE LOS MENORES.",(13) donde se señaló que el Juez está facultado de
oficio para recabar las pruebas necesarias con el objeto de establecer aquello que
resulte de mayor conveniencia para preservar el interés superior del niño.

Luego, si el pleno ejercicio de los derechos inherentes a los menores es el eje rector
de los litigios donde se vean involucrados, debe privilegiarse la verdad histórica
frente a la jurídica, lo que obliga al juzgador a valorar de manera integral todo el
material probatorio que resulte de mayor conveniencia para preservar dicho
interés del menor.

Por tanto, resultaría contrario al interés superior de los menores en cuestión y, por
consiguiente, al artículo 4o. constitucional, dar preferencia a una cuestión legal en
detrimento del análisis de una cuestión que podría resultar perjudicial y
trascendente para la infante aquí involucrada, como lo es el presente caso el
derecho de la menor de recibir alimentos y tener un régimen de convivencia con su
progenitor, que son de suma importancia para que le permita vivir en las
condiciones que permitan su crecimiento sano y armonioso, tanto físico como
mental, material, espiritual, moral y social; y en tal sentido, no puede ser
ponderado dicho interés de la menor involucrada, como si se tratara de una
pretensión independiente de quien promueve en su nombre, pues los derechos de
la menor de obtener alimento y llevar un régimen de convivencia con su
progenitor, son aspectos que únicamente se generan en beneficio de ella y no de
su madre que la representa, pues estos derechos, como se reitera, atienden a su
buen desarrollo tanto físico como moral con un crecimiento sano u armonioso.

De ahí que el Tribunal Colegiado haya realizado una interpretación correcta del
artículo 4o. constitucional; en consecuencia, al resultar infundados los agravios
hechos valer por el recurrente, lo procedente es confirmar la sentencia recurrida
que negó la protección constitucional al quejoso.

Por lo expuesto y fundado, se resuelve:

PRIMERO.-En la materia de la revisión, competencia de esta Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación, se confirma la sentencia recurrida.

SEGUNDO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a **********, en contra


de las autoridades y por los actos precisados en el resultando primero de esta
ejecutoria.
Notifíquese; con testimonio de la presente resolución, devuélvanse los autos a su
lugar de origen y, en su oportunidad, archívese el presente toca como asunto
concluido.

Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por


unanimidad de cinco votos de los señores Ministros: Jorge Mario Pardo Rebolledo,
José Ramón Cossío Díaz, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia (ponente), Olga Sánchez
Cordero de García Villegas y presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. El Ministro
José Ramón Cossío Díaz anunció que formulará voto concurrente.

En términos de lo previsto en las fracciones II y III del artículo 3 y fracción IV del


artículo 13 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública
Gubernamental, en esta versión pública se suprime la información considerada
legalmente como reservada o confidencial que encuadra en esos supuestos
normativos.

Nota: Las tesis aisladas 1a. CXI/2008 y 1a. CXLI/2007 citadas en esta ejecutoria,
aparecen publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena
Época, Tomo XXVIII, diciembre de 2008, página 236 y Tomo XXVI, julio de 2007,
página 265, respectivamente.

___________________
1. Novena Época. Instancia: Segunda Sala. Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XIV, diciembre de 2001, tesis 2a./J. 64/2001, página
315.

2. La demanda de amparo obra agregada en las fojas 3 a 19 del cuaderno del juicio
de amparo directo 341/2012.

3. La sentencia dictada por el Tribunal Colegiado se encuentra agregada en las fojas


59 a 92 del cuaderno del juicio de amparo directo 341/2012.

4. Visibles a fojas 4 a 13 del amparo directo en revisión 2076/2012.

5. En este sentido, en el dictamen sobre la iniciativa de reforma al artículo 4o.


constitucional de las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales, de atención a
Niños Jóvenes y Tercera Edad y de Estudios Legislativos de la Cámara de Senadores
de 9 de diciembre de 1999, se sostuvo que: "[e]l Texto Constitucional, no obstante
coincidir con los postulados internacionales sobre los derechos del niño, no resulta
suficiente en la actualidad para satisfacer las exigencias de una realidad cambiante,
ya que la misma revela nuevas necesidades de los niños y de las niñas ...", asimismo
se señala que: "no escapa a estas Comisiones Unidas el hecho de que resulta
necesario para la citada reforma constitucional reconocer ideales consignados en la
legislación internacional, así como los generados en diversos foros en la materia
...". Por su parte, en el dictamen de la Comisión de Gobernación y Puntos
Constitucionales de la Cámara de Diputados, que actuó como Cámara Revisora de
aquella iniciativa de reforma, de 15 de diciembre de 1999, se resalta "la pertinencia
de actualizar el contenido del vigente párrafo final del artículo cuarto
constitucional, a la luz de los compromisos internacionales suscritos por nuestro
país respecto de los derechos de niños y de niñas".

6. Opinión consultiva OC-17/2002, párrafo 59.

7. Opinión consultiva OC-17/2002, párrafo 59.

8. Observación general No. 7 (2005), párrafo 13.

9. Tesis aislada 1a. CXI/2008, "DERECHOS DERIVADOS DE LA PATRIA POTESTAD


(CÓDIGO CIVIL DEL ESTADO DE MÉXICO)."

10. Tesis aislada 1a. CXLI/2007, "INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO. SU CONCEPTO."

11. Jurisprudencia 1a./J. 191/2005 sustentada por esta Primera Sala, consultable en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXIII,
mayo de dos mil seis, página 167.

12. Tesis aislada consultable en: Informe 1983, Segunda Parte, Tercera Sala, tesis
109, página 84, cuyo rubro es: "SUPLENCIA DE LA DEFICIENCIA DE LA QUEJA. LOS
JUECES DE PRIMER GRADO Y LOS DE SEGUNDO DEBEN REALIZARLA EN ASUNTOS
EN LOS QUE SE CONTROVIERTEN DERECHOS DE UN MENOR."

13. Tesis aislada número CXXXIX/2007, emitida por esta Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, consultable en el Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXVI, julio de dos mil siete, página 268, cuyo
rubro es: "PRUEBAS. SU ADMISIÓN Y DESAHOGO EN LOS PROCEDIMIENTOS EN
QUE SE CONTROVIERTEN DERECHOS DE LOS MENORES."

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