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Es así, toda vez que, si en el diverso amparo **********, ya fue analizado lo que
ahora aduce el quejoso, entonces, resulta inconcuso que tales argumentos no
pueden ser nuevamente estudiados ahora, pues las decisiones antes pronunciadas
no pueden ser cuestionadas ni modificadas en atención a la firmeza de la cosa
juzgada, y la naturaleza procesal definitiva de las sentencias dictadas por la
potestad federal al conocer de los juicios de amparo.
Por otra parte, tampoco tiene el éxito que pretende el quejoso en cuanto
esencialmente sostiene que no resultó apegado a derecho que la Sala responsable
fijara un régimen de convivencias entre él y la menor **********, ello, dice,
porque en el juicio natural no quedó probado que él fuera el padre de la infante y
porque si ninguna de las partes demandó esa prestación, el tribunal de alzada se
pronuncia respecto de una tema que no fue materia de la litis natural.
Se estima de ese modo pues, como ya quedó precisado, este órgano colegiado
concedió la protección constitucional formalmente al hoy quejoso, pero
materialmente y jurídicamente a la menor **********, para el efecto de que la
Sala responsable reiterara las consideraciones, en virtud de las cuales confirmó la
sentencia de primer grado que tuvo por acreditada la acción de paternidad que
intentó la aquí tercera perjudicada, y solamente se pronunciara respecto de la
conveniencia de fijar o no un régimen de convivencias y visitas entre la niña y el
aquí quejoso, y en cumplimiento a dicha ejecutoria, la Sala responsable consideró
fijar un régimen de convivencias entre la niña y su progenitor, y ello resulta
apegado a derecho.
Así, esta nueva ley reglamentaria del artículo 4o. constitucional procuró desarrollar
los lineamientos específicos con el fin de atender a la necesidad de establecer los
principios básicos conforme a los cuales el orden jurídico mexicano habrá de
proteger que niñas, niños y adolescentes ejerzan sus garantías y sus derechos,
estableciendo las bases de la acción concurrente de los Municipios, de los Estados y
la Federación, para permitir que las Legislaturas Locales emitiesen disposiciones
sobre el orden normativo que obligara que las garantías y derechos
constitucionales se hicieran efectivos también a los menores, de conformidad con
los principios jurídicos dispuestos en la referida convención internacional,
buscándose en todo momento alcanzar el objetivo fundamental de esa protección,
asegurando la oportunidad para que los niños, niñas y adolescentes se desarrollen
en optimas condiciones en todos los aspectos de su vida, planteando como
principio central el del "interés superior de la infancia", que tal como se encuentra
dispuesto en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, implica que
las políticas, las acciones y la toma de decisiones relacionadas con ese periodo de la
vida, tienen que darse de tal manera que, en primer término y antes de cualquier
otra consideración, se busque el beneficio directo del infante y del adolescente a
quien van dirigidas, señalándose en esa convención que las instituciones de
bienestar social, tanto públicas como privadas, los tribunales, las autoridades
administrativas y los órganos legislativos deben responder, en forma prioritaria, a
ese interés superior del menor, de modo que quien pretenda fundamentar una
decisión o medida en el interés superior del niño, deberá regirse por la
interpretación que se desprende del conjunto de las disposiciones de esa
convención.
Bajo tales lineamientos, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes consagró en su artículo 4 que las normas aplicables a los menores se
entenderán dirigidas a procurarles, primordialmente, los cuidados y la asistencia
que requieren para lograr un crecimiento y un desarrollo pleno, dentro de un
ambiente de bienestar familiar y social y que para atender a ese principio, el
ejercicio de los derechos de los adultos no podrá, en ningún momento, ni bajo
ninguna circunstancia, condicionar el ejercicio de los derechos de niñas, niños y
adolescentes.
El artículo 7 a su vez estableció como obligación para las autoridades federales, del
Distrito Federal, estatales y municipales en el ámbito de sus atribuciones, la de
asegurar a los menores la protección y el ejercicio de sus derechos y la toma de
medidas necesarias para su bienestar, tomando en cuenta los derechos y deberes
de sus madres, padres, demás ascendientes, tutores y custodios u otras personas
que sean responsables de los mismos, siendo deber y obligación de la comunidad y,
en general, de todos los integrantes de la sociedad, el respeto y el auxilio en el
ejercicio de sus derechos.
En las condiciones apuntadas, debe concluirse que toda contienda judicial en que
se vean involucrados derechos inherentes a los menores, debe resolverse
atendiendo al interés superior del niño, conforme lo disponen la Convención sobre
los Derechos del Niño y la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes.
Bajo la óptica jurídica anterior se sigue que si la ahora tercera perjudicada
demandó del hoy quejoso el reconocimiento de paternidad de la menor
**********; que agotadas las etapas procesales, el Juez primigenio tuvo por
acreditados los elementos de dicha acción; concedió la guarda y custodia de la
infante en favor de la madre; también fijó como pensión alimenticia el veinte por
ciento de las percepciones del ahora quejoso, o en su caso un día de salario
mínimo, y la Sala responsable confirmó la recurrida en sus términos, entonces,
resultó apegado a derecho que el tribunal de alzada fijara un régimen de
convivencias ente la menor y el ahora quejoso, pues el interés superior del niño
implica, entre otros, tomar en cuenta aspectos relativos a garantizar y proteger su
desarrollo y el ejercicio pleno de sus derechos, y si en el juicio quedó acreditado
que el quejoso es padre de la menor, la cual está bajo el cuidado de su madre, se
actualizó el derecho natural de ésta de conocer a su progenitor y convivir con él,
quien podrá y deberá también coadyuvar a su sano desarrollo tanto físico, moral y
emocional, máxime que en el sumario no se evidenció que ello fuera perjudicial
para la niña.
IV. Agravios. Finalmente, por lo que hace a los agravios enderezados por la parte
recurrente en esta instancia, se plantea en esencia lo siguiente:(4)
Derivado de lo anterior debe estimarse que la debida interpretación del artículo 4o.
constitucional debe realizarse de manera armónica tomando en consideración lo
relativo al debido respeto y observancia de las instituciones jurídicas y los
principios procedimentales, en aras de la legalidad y del estado de derecho. Sólo se
pretende motivar al análisis de manifestar hasta qué punto puede ser válido
interpretar que el interés superior de un menor sea expuesto como primordial
antes que las instituciones jurídicas, ya que considero, que en su caso específico se
están vedando, primeramente en su perjuicio y en segundo término en menoscabo
del estado de derecho.
QUINTO. Estudio del asunto. Los argumentos planteados por el recurrente para
combatir la decisión del Tribunal Colegiado del conocimiento son infundados por
las razones que se exponen a continuación:
En ese sentido, se ha llevado a cabo el análisis del contenido del artículo 4o.
constitucional, el cual en la parte que aquí interesa, señala expresamente lo
siguiente:
"En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el
principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus
derechos. Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades
de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral.
Este principio deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las
políticas públicas dirigidas a la niñez.
En este sentido, el interés superior del niño es uno de los principios rectores más
importantes del marco internacional de los derechos del niño. No sólo es
mencionado expresamente en varios instrumentos, sino que es constantemente
invocado por los órganos internacionales encargados de aplicar esas normas.
El artículo 3.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que en
cualquier medida que tomen las autoridades estatales deben tener en cuenta de
forma primordial el interés superior del niño. Los artículos 9, 18, 20, 21, 37 y 40
también mencionan expresamente este principio.
Por su parte, el Comité para los Derechos del Niño ha señalado que "el principio del
interés superior del niño se aplica a todas las medidas que afecten a los niños y
exige medidas activas, tanto para proteger sus derechos y promover su
supervivencia, crecimiento y bienestar como para apoyar y asistir a los padres y
aotras personas que tengan la responsabilidad cotidiana de la realización de los
derechos del niño".(8)
De acuerdo con el artículo 3 de esa ley, el interés superior es uno de los principios
rectores de los derechos del niño. También se encuentran menciones expresas a
este principio en los artículos 4, 24 y 45 de esta misma ley.
De acuerdo con todo lo anterior, el interés superior del niño es un principio que
desempeña un papel muy relevante en el derecho internacional, es recogido
expresamente en disposiciones internas como un principio rector de los derechos
del niño y ha sido derivado del texto del artículo 4o. constitucional en otros
precedentes de esta Suprema Corte.
Así, puede decirse que existen razones para considerar que el principio del interés
superior del niño se encuentra implícito en la regulación de los derechos de los
menores prevista en el artículo 4o. de la Constitución y, por tanto, constituye un
mandato de observancia general para todas las autoridades involucradas en un
asunto de tal naturaleza.
Ahora bien, tal como se adelantó, resultan infundados los agravios expuestos por el
recurrente, pues en principio, opuesto a lo que señala el interés superior del niño,
es ajeno al interés particular del progenitor que lo representa; cuando se
cuestionan meramente los derechos del menor, como es el caso de los alimentos y
el régimen de convivencia, en virtud que estos sólo atañen al beneficio del niño y
no de quien lo representa.
En efecto, la protección del interés superior del menor involucra incluso el apoyo y
asistencia a los padres y a otras personas que tengan la responsabilidad cotidiana
de la realización de los derechos del niño tal como se mencionó anteriormente,
pero sólo como representante para que obtenga lo que por ley le corresponde para
su buen desarrollo.
Ello encuentra lógica, puesto que es el menor quien habría de sufrir una afectación
al no contar con capacidad jurídica para actuar en nombre propio, por tanto, es
indispensable que cuente con la representación de quien se encuentre a su cargo,
por lo que, en lo presente no se puede alegar transgresión al principio de igualdad
de las partes al cuestionar derechos del niño.
Por otra parte, en cuanto al principio de igualdad procesal al que hace referencia el
recurrente, que consiste en que ambas partes estén en aptitud de demostrar los
extremos de su acción y los de sus excepciones y defensas; sin embargo, existen
desigualdades que legítimamente pueden traducirse en un tratamiento jurídico
distinto, sin que tales situaciones contraríen la justicia, por el contrario, pueden ser
un vehículo para realizarla o para proteger a quienes aparezcan como
jurídicamente débiles.
Es así, toda vez que el interés superior del niño demanda que el Juez valore todos
los elementos que le han sido presentados, e incluso, tiene la potestad de recabar
pruebas de oficio.
Tales consideraciones han sido aceptadas por esta Primera Sala en la tesis de
jurisprudencia 195/2001, de rubro: "MENORES DE EDAD O INCAPACES. PROCEDE
LA SUPLENCIA DE LA QUEJA, EN TODA SU AMPLITUD, SIN QUE OBSTE LA
NATURALEZA DE LOS DERECHOS CUESTIONADOS NI EL CARÁCTER DEL
PROMOVENTE.",(11) donde se admite, en atención al interés superior del niño, que
la suplencia en la deficiencia de la queja debe operar desde la demanda hasta la
ejecución de sentencia, incluyendo omisiones en la demanda, insuficiencia de
conceptos de violación, y del mismo modo, se permite la recabación oficiosa de
pruebas.
Así como en la tesis 1a. CXXXIX/2007 de esta Primera Sala, de rubro: "PRUEBAS. SU
ADMISIÓN Y DESAHOGO EN LOS PROCEDIMIENTOS EN QUE SE CONTROVIERTEN
DERECHOS DE LOS MENORES.",(13) donde se señaló que el Juez está facultado de
oficio para recabar las pruebas necesarias con el objeto de establecer aquello que
resulte de mayor conveniencia para preservar el interés superior del niño.
Luego, si el pleno ejercicio de los derechos inherentes a los menores es el eje rector
de los litigios donde se vean involucrados, debe privilegiarse la verdad histórica
frente a la jurídica, lo que obliga al juzgador a valorar de manera integral todo el
material probatorio que resulte de mayor conveniencia para preservar dicho
interés del menor.
Por tanto, resultaría contrario al interés superior de los menores en cuestión y, por
consiguiente, al artículo 4o. constitucional, dar preferencia a una cuestión legal en
detrimento del análisis de una cuestión que podría resultar perjudicial y
trascendente para la infante aquí involucrada, como lo es el presente caso el
derecho de la menor de recibir alimentos y tener un régimen de convivencia con su
progenitor, que son de suma importancia para que le permita vivir en las
condiciones que permitan su crecimiento sano y armonioso, tanto físico como
mental, material, espiritual, moral y social; y en tal sentido, no puede ser
ponderado dicho interés de la menor involucrada, como si se tratara de una
pretensión independiente de quien promueve en su nombre, pues los derechos de
la menor de obtener alimento y llevar un régimen de convivencia con su
progenitor, son aspectos que únicamente se generan en beneficio de ella y no de
su madre que la representa, pues estos derechos, como se reitera, atienden a su
buen desarrollo tanto físico como moral con un crecimiento sano u armonioso.
De ahí que el Tribunal Colegiado haya realizado una interpretación correcta del
artículo 4o. constitucional; en consecuencia, al resultar infundados los agravios
hechos valer por el recurrente, lo procedente es confirmar la sentencia recurrida
que negó la protección constitucional al quejoso.
Nota: Las tesis aisladas 1a. CXI/2008 y 1a. CXLI/2007 citadas en esta ejecutoria,
aparecen publicadas en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena
Época, Tomo XXVIII, diciembre de 2008, página 236 y Tomo XXVI, julio de 2007,
página 265, respectivamente.
___________________
1. Novena Época. Instancia: Segunda Sala. Fuente: Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XIV, diciembre de 2001, tesis 2a./J. 64/2001, página
315.
2. La demanda de amparo obra agregada en las fojas 3 a 19 del cuaderno del juicio
de amparo directo 341/2012.
10. Tesis aislada 1a. CXLI/2007, "INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO. SU CONCEPTO."
11. Jurisprudencia 1a./J. 191/2005 sustentada por esta Primera Sala, consultable en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXIII,
mayo de dos mil seis, página 167.
12. Tesis aislada consultable en: Informe 1983, Segunda Parte, Tercera Sala, tesis
109, página 84, cuyo rubro es: "SUPLENCIA DE LA DEFICIENCIA DE LA QUEJA. LOS
JUECES DE PRIMER GRADO Y LOS DE SEGUNDO DEBEN REALIZARLA EN ASUNTOS
EN LOS QUE SE CONTROVIERTEN DERECHOS DE UN MENOR."
13. Tesis aislada número CXXXIX/2007, emitida por esta Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, consultable en el Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXVI, julio de dos mil siete, página 268, cuyo
rubro es: "PRUEBAS. SU ADMISIÓN Y DESAHOGO EN LOS PROCEDIMIENTOS EN
QUE SE CONTROVIERTEN DERECHOS DE LOS MENORES."