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“Conciencia creciente de que todo lo que resulta imposible de comprobar empíricamente no tiene
por qué ser pura superstición y que, además, la superstición nos devuelve a un modo de
conocimientos tradicionales, de comportamientos rutinarios y de necesidad de un sentido
existencial legitimados por una doble función fundamental: seguridad psicológica y datos
cognitivos como técnica de supervivencia”.
“[…] la racionalidad científica sigue estando en crisis porque ya no es capaz, si alguna vez lo ha
sido, de proponer <<leyes>> con valor universal, necesarias y necesitantes, según un esquema
causal riguroso, y capaces de explicar exhaustivamente los fenómenos estudiados”.
“[…] reacción defensiva de los grupos sociales que perciben el ocaso de la religión en su forma de
estructuras de poder ritualizadas y burocratizadas en beneficio de nuevas formas de religiosidad
personales y comunitarias no institucionalizadas” (surgimiento de heterodoxias religiosas).
“[…] se podía haber supuesto perfectamente que este descenso de las prácticas religiosas
institucionalizadas sólo indicaba un surgimiento importante de un concepto de lo sagrado
diferente o subjetivo”.
3. La teoría de la secularización
“La influencia de Weber en lo que concierne a la formulación del concepto de secularización debe
buscarse más bien en sus análisis relativos al proceso de laicización de la profesión eclesiástica que
evoluciona de una ‘vocación religiosa’ a una práctica profesional que, aunque está más o menos
‘santificada’, acusa una transformación del carisma en rutina”.
“Es cierto que para Weber el proceso de racionalización social es un proceso social global […]. Este
proceso conlleva, en su opinión, el ‘desencantamiento del mundo’. Pero no se debe entenderse el
sentido de que el mundo moderno estaría ‘desacralizado’ por definición”.
4. El “hambre” de lo sagrado
“Hay que explorar de nuevo las relaciones entre razón, racionalidad científica y subjetividad. Hay
que retomar los conceptos de religión y de experiencia de lo sagrado como hechos individuales y
sociales a partir de Lutero, Hegel, Marx, Weber, Durkheim y Freud hasta las últimas corrientes del
‘cristianismo social’”.
“Sólo una civilización que hubiera perdido su sentido de la orientación, sus parámetros exteriores
y superiores, es decir, su constelación de valores trascendentes y que, por otra parte, fuera lo
bastante orgullosa para poder pensar en expresar por sí misma sus propios valores fundamentales
(de una forma inmanente y sobre la base de la autosuficiencia absoluta) podía imaginarse que
encontraría en la ciencia y en la técnica, entendida como ciencia aplicada, la nueva forma y la base
fundamental de su justificación y de su orientación”.
“La nueva verdad científica ya no se puede reducir a la verdad como ‘revelación’ o aletheia en el
sentido clásico. Tampoco es ya un ‘reflejo’ o una ‘adaptación del intelecto a la realidad’, como en
la filosofía escolástica y en el realismo aristotélico-tomista. La verdad de la ciencia moderna no se
limita a registrar o a reflejar, no se conforma con adaptarse a los procesos naturales entregándoles
una especie de copia en negativo. Quiere imitar a la naturaleza y al mismo tiempo invadirla,
explotarla, y si fuera necesario recrearla corriendo el riesgo de desnaturalizarla.
“La santificación de la ciencia encontró un impulso inesperado en la ética puritana que se fundaba
en el utilitarismo y en la idea de que todo conocimiento debía evaluarse en contra de la sabiduría
clásica, según su utilidad”.
“Hay en la actividad científica una consecuencia imprevista, que podemos designar quizá como la
idealización de la precisión: el mito de la exactitud cuantificada. […] la práctica de la investigación
científica y la mentalidad predominante que hacía posible su aplicación a gran escala en la vida
social cotidiana, inducían a subrayar la autosuficiencia fundamental del razonamiento científico y
la autonomía de la ‘disciplina de la máquina’ (Veblen) que no necesita de justificaciones
exteriores”.
7. Ciencia y poder
“Los científicos modernos no se han dado cuenta todavía de lo que resultaba evidente para los
antiguos: que hay que callar los conocimientos destinados a las minorías, que las fórmulas
abstractas, peligrosas y susceptibles de efectos fatales o nefastos en su aplicación deben evaluarse
y esconderse celosamente evitando la publicidad. La ciencia griega no consiguió un gran desarrollo
tecnológico porque no quiso obtenerlo”.
“La aparente neutralidad política y social del científico, su ostentosa indiferencia moral, pueden
tener un precio muy alto. […] La objetividad de la ciencia era tan sólo un eslogan inventado por los
científicos para defender sus intereses; la idea de una ciencia desinteresada era absurda”.
8. Contra el dogmatismo cientificista: retorno a la ciencia como empresa humana
problemática
“La evolución de la ciencia y del pensamiento científico no se puede reducir a una serie de fases
vinculadas puramente a los nuevos descubrimientos y a su lógica interna, a los ‘hitos’, a los nuevos
‘paradigmas’ (Kuhn). El progreso de la ciencia no es tan simple ni tan ‘lógico’ como quieren hacerlo
creer los científicos. Es también una historia de intereses extracientíficos, de luchas, de conjuras,
de poder y de sangre”.
“Lo que la reflexión crítica sobre lo sagrado aporta al discurso sobre la ciencia es este respecto
decisivo: más allá de toda tentación dogmática, impone la vuela a la ciencia como capacidad
del hombre para ponerse en relación problemática con él mismo, con los demás hombres y
con el universo”.
9. La paradoja de lo sagrado
“Un ser humano racional, pero también razonable, empujado por la lógica, pero dominado por la
sensatez, que se acepta como espíritu, pero también como carne y como sangre: este es el
individuo posiluminista y poscristiano, el tipo humano que más se acerca al ideal de un ser
humano completo”.
Potencial visibilizador (positivo) que tienen las formas de violencia más allá de su carácter
negativo.
“[…] la nueva individualidad no nace como proyecto individualista y autónomo, sino cuando no
pensamos más y aceptamos ser pensados. Aceptamos, dicho de otro modo, un momento de
suspensión de la agresividad, de la adquisición, de la eficacia técnica”.
“El mundo ha pasado de una lógica diacrónica a una sincrónica que se define por la presencia
simultánea de una variedad de culturas y la pluralidad de la orientación de los valores”.
“La actitud de espera, necesaria en la fase de interregno, supone la elaboración de una nueva
metodología científica que sea una técnica de escucha. No hace falta predicar, sermonear, hacer
crítica y autocrítica o elaborar nuevos programas”
“Nos hemos acostumbrado a pensar que todos los problemas se pueden solucionar técnicamente,
que basta con conocer la fórmula y aplicarla. Pero los problemas propiamente humanos no se
solucionan de una vez por todas y constituyen tensiones permanentes que requieren una
suspensión del tiempo, una escucha, una aceptación, una espera. Exigen, en otras palabras, una
actitud religiosa”.
“El homo religiosus es el hombre que demuestra una capacidad casi infinita de espera de la
manifestación del ser”.
“La racionalidad técnica ha cubierto el mundo; está ocupado todo el horizonte de la racionalidad
posible. De ahí la asfixia de las posibilidades de desarrollo humano, la aparente ausencia de
contradicciones, la explosión de la violencia y la nostalgia de la comunidad: los seres humanos no
quieren morir. El sentido no quiere morir”.
“Hay muchas formas de conocer y de percibir la realidad. Hay que superar la escisión entre lo
vivido y lo pensado. No en vista de una existencialización inmediata de lo teorético, sino por la
sencilla razón de que todo pensamiento es tal en cuanto es vivido”.
“El movimiento de 1968, diferenciado en sus causas próximas y en sus objetivos, reveló al menos
una convergencia negativa fundamental: su oposición a los poderes oficiales y establecidos cuya
legitimidad puso en entredicho”.
“El recorrido trágico del movimiento de 1968 hacia el terrorismo espera todavía a su Newton. Más
allá de la impresiones y de los procesos ideológico, su trayectoria histórica y su núcleo profundo
no han sido aún objeto de una interpretación serena”.
13. El ocaso del pathos revolucionario
“Se ha dicho que los desencantados del 1968 compensaban sus ideales de palingenesia
(renacimiento) social con una búsqueda desmesurada e imprudente del poder. Podría parecer que
la lucha contra el autoritarismo paterno no hubiera sido sino otra forma para ocupar su puesto”.
“Las tensiones idealistas de ayer han caído no por las traiciones individuales, sino porque la
política ha cambiado de piel y de naturaleza: de la ideología globalizadora ha pasado a la
necesidad de competencias específicas. El poder incompetente está condenado a la inercia.
Porque sólo controlamos lo que conocemos y el conocimiento no es general, sino especializado
(política reducida a administración)”.
“Las posiciones intelectuales críticas, incluso las más extremas, tienden a transformarse y a vivir de
las rentas; al igual que las Iglesias, en su calidad de administradoras monopolísticas de lo sagrado y
lo divino, se han convertido en depositarias exclusivas de los derechos de salvación”.
“Se ha llegado así a una sociedad racional como la actual, que en el momento en que se explica a
sí misma sus propios procedimientos de desarrollo ya no sabe por qué se produjeron”.
“El pensamiento que se deja pensar no se impone, sino que se entrega, no manda, sino que
comprende y da testimonio de la presencia humana en el mundo. Es un pensamiento que ha
renunciado al proyecto iluminista de asegurar a todos una especie de felicidad forzosa, de eliminar
el momento dramático de la existencia cuando descubre que lo que hay en ella de propiamente
humano es lo no previsible, la acción cuyo resultado nadie puede anticipar con certeza”.
“Hay en el hombre una razón de la razón que debe buscarse en las regiones profundas del ser
humano. La razón en sí, hipostasiada o coronada en una soledad altanera y miserable, no puede
darse cuenta; hay en la razón dejada a su hipotética autonomía un potencial de violencia sin
barrera y una incapacidad para controlarse a sí misma”.
“La tradición es un factor de seguridad psicológica, pero también es una técnica de supervivencia”.
“Bergson ve en la religión una función fundamentalmente apaciguadora de la inteligencia, que
vuelve opaca, embota y es naturalmente conservadora”.
“[…] es el discurso racional en tanto que discurso humano –palabra dialógica, polisémica,
imprevisible y por tanto altamente problemática- el que hay que retomar. No se puede pensar en
lo racional, ni expresarlo, sin referirse a lo que es diferente y se le opone, es decir, sin lo irracional
(lo antirracional y lo metarracional)”
“Al igual que el progreso técnico no tiene nada que decir sobre los objetivos de su propio
movimiento, así la racionalidad formal tiene su propio hybris, una violencia interna que se repite
hasta el infinito y niega toda conciencia del límite y de la medida (sólo la ananche puede apaciguar
la hiperactividad de la inteligencia pura)”.
“La incomprensión impenetrable del destino y su necesidad constituía una frontera infranqueable
para sus empresas, conocimiento y actos, salvándolos de ese modo de la angustia de lo indefinido
y del infinito”.
“La ciencia se presenta como adversario de la verdad: porque es optimista, ya que cree en la lógica
(Nietzsche)
“Lo racional es una relación –discurso intersubjetivo y comunicación que nos devuelve a la
comunidad y a un conjunto de significados compartidos-. Lo racional, como discurso público, es
capaz de volverse crítico hacia sí mismo. […] Lo racional es por tanto un discurso abierto
igualmente a lo irracional hasta comprender sus razones ocultas como señal y petición callada de
ayuda”.
“Se establece un polo dialéctico entre lo racional (comunicable de forma significativa) y lo sagrado
(indecible). […] lo sagrado es lo metahumano, indispensable para la sociedad si no queremos
correr el riesgo de aniquilar la vida, de oscurecer nuestro punto de referencia y de confundir el
‘sentido del problema’; si no queremos arriesgarnos a perder lo que hay de propiamente humano
en el hombre,.,.”.