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Entre las consideraciones de Aristóteles se hallaba una bastante particular y opuesta a

la visión de su maestro Platón, este último, al igual que sus antecesores, solían
entender en conocimiento como un deseo noble y voluntario del sujeto de
conocimiento. Es decir, se entendía que lo que movía al hombre hacia el conocimiento
no era otra cosa que un deseo voluntario y desinteresado de saber por saber, de ahí el
nombre que se le da a aquel desinteresado interés por saber denominado en griego
como “Amor por la sabiduría” (Filos-Sofía), entendido como un deseo del hombre por
hacerse cada vez más próximo a la verdad, la cual se hallaba al interior del sujeto
mismo y que aguardaba por ser develada. En esta medida Platón y sus antecesores
consideraban que las verdades absolutas existían pero no podían ser halladas en el
mundo sensible, pues éste daba lugar al error, de manera que esperaban descubrir
verdades de carácter universales a partir de las cuales se pudiera hacer un proceso
deductivo para conocer y entender todas las demás cosas. Inclusive podríamos
recordar la anécdota que relata Italo Calvino respecto a Sócrates quien, sabedor ya de
su condena a muerte, solicitó conservar una flauta para aprenderla a tocar mientras
esperaba su muerte, exponiendo con ello la importancia de saber por saber, situando
el saber como fin y no como medio. Opuesto a ello, Aristóteles se opondría situando
que la cuestión por el saber humano no correspondía a un deseo o elección voluntaria
del hombre, así entendió la cuestión del saber en el hombre como un asunto
teleológico, en la medida de el querer saber no era una cuestión volitiva pues en todo
hombre se halla por naturaleza un deseo connatural por saber. De ahí que lo hay
definido como un “Animal Racional” y que, del mismo modo en que el ave no vuela por
una decisión sino por su naturaleza, el hombre tampoco se constituye como pensante,
solo hace lo que su naturaleza le exige. A partir de ello aparece la cuestión en la cual
cabe seguir considerando ¿hasta que punto la producción del conocimiento en las
ciencias se da por un deseo natural por saber o es propiciado por la necesidad natural
del hombre y en función del hacer?

Hablar del conocimiento es hablar de contenidos complejos y elaborados al interior


del entendimiento humano. John Locke entendía que las ideas son los contenidos del
entendimiento humano y de allí expuso que todo conocimiento se propiciaba por las
experiencia (ideas simples), en una primera instancia de carácter puramente sensible
y, a partir de ella, se construyen ideas complejas que llegan a ser los conocimientos a
los cuales vamos a hacer referencia. Las ideas simples no van más allá de lo que puede
ser percibido y, en esa medida cualquier sujeto percibe elementos más o menos
uniformes a todo entendimiento. Para este caso supongamos el caso de dos sujetos
con habilidades para el dibujo y que poseen culturas, lenguas y épocas diferentes a
quienes se les enseña la misma imagen de un “perro”, si se pide a ambos sujetos que
reproduzcan la imagen de manera exacta es posible que lo que un tercer sujeto
perciba de los dibujos sea idéntico, en esa medida podemos encontrar ciertas
correspondencia entre el entendimiento colectivo. Sin embargo, cuando ya hablamos
de las ideas complejas, encontraremos que aparecen otra naturaleza de
conocimientos, es el caso del dinero o de la amistad, realidades que no están dadas
por la mera experiencia sensible y requieren un proceso de construcción dentro de las
dinámicas de un grupo pero que posiblemente encuentren dificultades de una plena
conciliación. En este caso, cuando hablamos de ideas que resultan abstractas, la
identidad de la idea entre un sujeto y otro seguramente variará, pues para todos los
sujetos el dinero o la amistad no son lo mismo. Así pues las verdades en este caso se
construyen y varían de contexto en contexto, caso en el cual podemos ver la aparición
de los diferentes paradigmas que permiten constituir determinados tipos de
conocimiento. Es aquí cuando vemos que el conocimiento, acompañado de su
correspondiente paradigma, aparece en la medida en que el sujeto le requiere y lo
elabora según sus necesidades. Es así como, a partir de este primer acercamiento
deseo orientar mi trabajo final hacia el hecho de que el sujeto construye los
conocimientos según sus necesidades, del modo en que el ave vuela por naturaleza y
cuenta con los requerimientos para llevar a feliz término sus necesidades de vida; el
hombre también tiene la razón como medio para alcanzar sus necesidades.

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