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La desmanicomialización
como práctica
contrahegemónica en el
abordaje de la salud mental
Tesis presentada para la obtención del grado de
Licenciada en Sociología
Cita sugerida
Sampayo, A. R. (2005) La desmanicomialización como práctica
contrahegemónica en el abordaje de la salud mental [en línea].
Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.677/te.677.pdf
Licenciamiento
Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
Argentina de Creative Commons.
O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California
94305, USA.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
TESINA DE LICENCIATURA
“La desmanicomialización como práctica
contrahegemónica en el abordaje de la salud mental”
Índice
Introducción 4
2
3.5 El título
70
Conclusiones 74
Bibliografía General 78
3
Introducción
4
La idea de “desmanicomialización”, es decir, el cuestionamiento al
manicomio y su modalidad de atención y cura caracterizada como violenta y
represiva, nace en la segunda posguerra y hace referencia a las innovadoras
experiencias iniciadas y llevadas a cabo por grupos políticos y técnicos en Gran
Bretaña, Europa y Estados Unidos. Se trata de movimientos antipsiquiátricos
que apuntan a redefinir el concepto de Salud Mental. Son propuestas
contrahegemónicas que se oponen al Modelo Médico manicomial que se basa
en el internamiento crónico, promoviendo prácticas alternativas a éste como
instancias de cura. Argentina también formará parte de esta corriente,
importando y adaptando tales ideas.
Este giro en el modo de pensar el proceso de salud-enfermedad mental
es dado por diferentes disciplinas sociales que comienzan a cuestionar las
prácticas psiquiátricas con su modalidad asilar en la cura de los enfermos. Estas
corrientes teóricas enfatizan lo social en la producción de la enfermedad y,
consecuentemente, focalizan en la sociedad el espacio para la cura.
5
sin historia ni futuro. Dicha institución se convirtió en un lugar de donde no se
sale nunca o se sale peor.
El manicomio está regido por el Modelo Médico Hegemónico (MMH) que
se define por el mandato curativo y el de custodia, la práctica asistencial como
eje de atención y el predominio del psicofármaco y la psicoterapia como modos
de abordaje terapéutico. Se concibe a la enfermedad mental como producto de
trastornos biopsicológicos. Excluye lo diferente, lo desviado de la norma social a
fin de preservar la unidad del conjunto, confinando y castigando al hijo
indeseado de la sociedad.
6
los intereses políticos económicos que la cruzan. Señalar que los factores
socioeconómicos también intervienen en la producción y agravamiento del
padecimiento mental. En muchos casos las personas llegan al hospital
psiquiátrico en un estado de enajenación, pero permanecen por situaciones de
pobreza y abandono socio-familiar. Al mismo tiempo, explicar la importancia
que tienen las alternativas de atención en salud mental en la comunidad que
tienden hacia el proceso de desmanicomialización.
Para ello, tomé como referentes teóricos a los autores Michel Foucault,
Irving Goffman y Emiliano Galende. Los mismos quiebran la mirada
monopolizadora del biologicismo sobre la problemática del enfermo mental
introduciendo variables sociales en la determinación de la construcción del
enfermo mental.
Con el propósito de comenzar a introducir al lector en el abordaje del
presente Trabajo, señalaré que el mismo se encuentra estructurado en tres
partes. La Primera se refiere a los diferentes conceptos y cambios que hubo a
largo de la historia en torno a la noción de salud/enfermedad. A su vez, se
caracteriza a la institución manicomial y al modelo médico que allí se aplica.
También, se describe cómo la situación de pobreza es categorizada como
enferma, y medicalizada. El Segundo Apartado hace alusión a la crisis que cruza
al modelo médico hegemónico que impera en el manicomio y la crítica hacia
éste que surge desde la política de desmanicomialización. Por último, el Tercer
Apartado es una relatoría de lo que consistió una aplicación de la política de
desmanicomialización en un hospital bonaerense.
Para finalizar, vale aclarar que nada de lo que diga en esta investigación
es nuevo o innovador en materia de salud mental. Hay una vastísima
bibliografía sobre el tema. El aporte que realizo es la reproducción de mi
experiencia con un grupo de personas que padecen una enfermedad mental,
pero que son más que esa enfermedad. Es un trabajo que nació como una
ayudantía impulsada por la curiosidad, pero que con el devenir del tiempo fue
convirtiéndose en una investigación-acción. Fue necesario encuadrar teórica e
históricamente la gestión para dar cuenta de que nada de lo que sucedía en el
7
Hospital era natural sino que cada práctica y cada discurso era producto de una
voluntad política y de un decir y hacer médico-científico fuertemente instituído.
• Observación participante
8
Parte Primera:
Manicomialización: una construcción social.
9
Cada sociedad crea a sus enfermos y sus respectivas curas, de hecho es la
sociedad la que dictamina quien se sale de la norma y como debe reencauzarse
el “anormal” para que siga siendo funcional al sistema. Los distintos discursos
que circulan sobre lo que es la salud/enfermedad mental y cual es el mejor
método para su alivio son una construcción social de un determinado período
histórico y se corresponden con una determinada línea política, económica e
ideológica. Tales decires y ciertos simbolismos generan materialidad, es decir,
se cristalizan en instituciones, en prácticas médicas, en etiquetamientos, o
diagnósticos, que hacen huella en la persona que lo lleva.
10
se constituye en el fundamento de las prácticas que se implementan con el
internamiento asilar y la idea de asociar el tratamiento con: el aislamiento, la
segregación social justificada por el juicio de peligrosidad, la consecuente
necesidad de control y vigilancia asilar, y la cruel idea de irreversibilidad y
cronicidad del padecimiento mental de la persona. Todos estos factores
determinan el internamiento manicomial.
1
Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica. Tomos 1 y 2, Edit. Fondo de Cultura
Económica, Bogotá, 1998.
11
Durante el período clásico, entre los siglos XVII y XIX, coexisten formas
críticas y analíticas de conciencia, es la época del Gran Encierro, que sólo
después de un tiempo tendrá un sentido terapéutico. Los trastornos mentales
son considerados como un alejamiento voluntario de la razón que debía ser
corregido mediante el internamiento y severas medidas disciplinarias. En la
época de las Luces, la barca es reemplazada por el Hospital. La razón moderna
se deshace de los dogmatismos religiosos y de las explicaciones metafísicas
explicando las conductas de los sujetos a través del conocimiento. Los desviados
sociales ya no eran quemados en la hoguera, pero eran internados en los
hospitales, siendo encerrados y apartados de la vida comunitaria junto con
indigentes, pobres, huérfanos, prostitutas, homosexuales, delincuentes,
ancianos y enfermos crónicos, o también vagaban solitarios, siendo objeto de
desprecios, burlas y maltratos. Según Foucault “La finalidad de su aislamiento
no era su tratamiento sino proteger a la sociedad de aquellos que infringían las
normas sociales”. El internamiento es la nueva forma de ocuparse
indiferenciadamente de todos los que representan un peligro y/o un escándalo
para la construcción de la soñada comunidad perfecta.
12
sino que está cruzado por interese políticos, sociales, económicos, jurídicos,
religiosos y morales.
Los hospitales generales o el correccional servirán para guardar a los
desocupados, pobres y vagabundos ya que reina el imperativo capitalista de la
utilidad y la producción. La locura es percibida en el horizonte social de la
pobreza. Los locos se distinguen de los otros confinados por su incapacidad para
trabajar y seguir los ritmos de la vida colectiva. El trabajo humaniza, reforma al
ocioso a quien se lo encierra para resocializarlo, haciéndolo trabajar custodiado
por la iglesia y el Estado. Se lo hace trabajar en algo que no tiene fines
productivos, ni utilidad, hasta que realmente pueda aprender un oficio. El
trabajo de los internados adquiere así un sentido ético, moral y también
represivo.
Por lo tanto, el manicomio estatal fue erigido para construir un mundo
ideal, cuyos bastiones eran la razón y el poder. Era la solución para ocultar lo
disfuncional para la sociedad burguesa, controlando y disciplinando a los
marginados /pobres. El protestantismo, siguiendo la lógica de Max Weber,
legitimaba al Estado y al monopolio de su medio específico: la violencia sobre
los internos, concibiéndola como a una institución divina.
En el “loquero”, el poder médico se tornaba totalitario, donde todo era
posible y donde la única limitación real del poder era la conciencia del médico.
Sólo el médico podía introducir a alguien en el mundo de la locura y distinguir
al hombre normal del insensato. Es decir, el loco es el símbolo del poder que
interna. Los locos sólo le interesaban a la sociedad en la medida que
testimoniaban la fragilidad de la cordura. Para aquel sistema social,
embuído en la lógica de la producción, era necesario reprimir la locura ya que
presentaba una amenaza para las reglas que presidían la organización de la
nueva sociedad. La locura era la figura de la asociabilidad, poniendo al loco al
lado de la animalidad. Por ello, los hospicios tenían aspecto de jaula y de
zoológico.
El asilo estará protegido de la evolución social. Apuntalado sobre
estructuras y símbolos anacrónicos, será siempre un inadaptado que esta fuera
de su tiempo. El interno estará sujeto a un juicio perpetuo, que no cesa de
aplicarle sanciones.
13
En definitiva, el Hospital General fue un dispositivo que articuló el
pasaje de una forma de conciencia a otra, dando lugar a la "objetivación" de
la enfermedad mental y al nacimiento del hospicio.
14
bien ser el resultado de un proceso de “naturalización de la razón”, que supone
una ruptura del equilibrio entre la razón y las pasiones.2
La sinrazón es dotada de nuevos valores, la describe como el efecto
psicológico de una falta moral. Es aquí donde el personaje médico cobra
relevancia, el médico puede aislar la locura, no porque la conozca, sino porque
la domina.
El sentimientos de respeto y obediencia que genera el médico en los
pacientes es fruto de su superioridad de discernimiento, de una educación
distinguida y de la dignidad entorno de las maneras.
Como afirma Foucault, la práctica del internamiento coincide con el
momento en que la locura era percibida no tanto en relación al error sino en
relación a la conducta regularizada y normal. La locura es vista como una
alteración en la manera de actuar, de querer, de sentir las pasiones, de adoptar
decisiones y de ser libre.
El encierro deja de ser entendido como castigo y se lo empieza a vincular
con criterios morales- terapéuticos, sustentado en los valores de la burguesía,
que propone una idea de familia, una clara vinculación con lo normativo, y en
un necesario “reconocimiento del error” y aceptación de los castigos, para que el
paciente se acerque a la “curación”. En este contexto el médico llega a ser la
figura central, que aparece legitimando al asilo.
En la coyuntura de una época de gran efervescencia social, con fuertes
cambios económicos y políticos, nacen disciplinas de control y clasificación:
psiquiatría, criminología, así como aquellas que intentan dar una respuesta y
explicación a tales cambios, como es el caso de la sociología.
Por su parte, la psiquiatría, respuesta disciplinar ante la demanda
burguesa de más control, se basará en el modelo médico – mecanicista,
concibiendo a la locura en términos de “enfermedad mental” (instituyéndola así
como su “objeto” de estudio), y proponiendo teorías etiológicas que sostienen
que la presencia de enfermedad mental se correlaciona invariablemente con
alteraciones en el cerebro.
La psiquiatría, al igual que otras ciencias, se resguardará en la
objetividad científica y estará influenciada por la corriente del positivismo. Con
2
Cacciari, Analía, Pioletti, Paula, Rubinovich, Viviana y Martínez, Horacio. Documento de la Cátedra:
Modelos en Psicopatología. Universidad Nacional de Mar del Plata, 2005.
15
el advenimiento de la modernidad se dejan de lado las explicaciones religiosas o
mágicas respecto de los padeceres mentales, prevalece la razón y se legitima la
figura del médico como poseedor del conocimiento y de la verdad sobre la
locura.
Como afirma la Trabajadora Social Lucía Amico “con el diagnóstico
psiquiátrico, el loco es reconvertido en enfermo mental y sometido a
tratamiento, incluso en contra de su voluntad, ya que la psiquiatría era (y en
cierta forma es) omnipotente frente al enfermo mental, cuyo discurso es negado
por incoherente y cuya palabra solo sirve para verificar un diagnóstico. De este
modo, la psiquiatría creía tener suficientes “armas terapéuticas” para curar a los
locos, aunque para ello tuviera que encerrarlos y tratarlos coercitivamente:
Choques biológicos e insulínicos, abscesos de fijación, contención mecánica,
celdas de aislamiento, lobotomías, altas dosis de psicofármacos, electrochoque,
punciones cisternales, diciéndose aplicadas con fines terapéuticos y no
disciplinarios”.
Siguiendo a Foucault, el poder disciplinario no sólo opera en el asilo
psiquiátrico sino también en la penitenciaria, en el correccional. Todas las
instancias funcionan de doble modo: el de la división binaria y la marcación:
loco-no loco, peligroso-inofensivo, normal-anormal; y el de la asignación
coercitiva, de la distribución diferencial quién es; dónde debe estar; por qué
caracterizarlo, cómo ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia
constante, etc. 3
Por último, y sin entrar en detalles que exceden a este trabajo, el siglo
XX se caracteriza por la influencia del psicoanálisis, la categorización
nosológica de las enfermedades mentales, el avance de la neurología, la
fisiología y la bioquímica, bases del desarrollo de la psiquiatría organicista, el
apogeo de la psicofarmacología y, finalmente, el inicio de concepciones
psicosociológicas de la enfermedad mental.
Michel Foucault afirma que hay enfermedad cuando el individuo no
puede gobernar las contradicciones de su medio, cuando no puede reconocerse,
en tanto que hombre, en las condiciones de existencia que él mismo ha
instituido. Es en esta situación en que el individuo se encuentra alienado. Por lo
tanto, debe entenderse y reconocerse a la enfermedad mental en el contexto de
3
Foucault, Michel. Vigilar y Castigar, Cap. El Panóptico. Edit. S XXI, México DF, 1998.
16
las relaciones sociales, condicionantes de la expresión de la patología.
En síntesis, la enfermedad o padecimiento mental puede ser considerado
como producto de una posesión diabólica, como una desviación a la normativa
social, como una enfermedad física o como un estado otorgado por diferentes
disciplinas basadas en modelos psicológicos y sociogenéticos. Con esto quiero
expresar y a las vez sumarme a las corrientes que aseguran que lo social va a
influenciar y condicionar en las distintas concepciones, prácticas e instituciones
erigidas en torno al campo de la salud mental. Es por esa razón que las
diferentes líneas explicativas - psiquiatría, modelos psicoanalíticos,
sociogéneticos, comunitarios, etc.- y la persistencia de diferentes
representaciones sociales de la enfermedad mental hacen inviable un criterio de
definición unívoco.
Por lo tanto, salud y enfermedad mental son categorías construídas,
expresando contrariedades emocionales, cognitivas y de comportamiento. Son
creaciones socioculturales, históricamente situadas. Esto explica el motivo por
el cual la definición de lo que es normal y lo que es patológico varía según la
época y su contexto y en función de las perspectivas teóricas y criterios de
diagnóstico utilizados, las concepciones filosóficas, morales y psicológicas
vigentes y los modelos médicos predominantes.
Huelga aclarar que la Salud es un derecho que deben gozar todos los
individuos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en sus
diferentes artículos, hace mención a esto. También la Salud es un derecho que
se expresa en la Constitución Nacional: todos los individuos tienen derecho a
recibir una atención en condiciones de igualdad, ya que los problemas de la
salud y de la vida son iguales para todos los ciudadanos. Sin embargo, y como
afirma Emiliano Galende, si pudiéramos garantizar ese derecho a la salud y
tuviéramos una atención adecuada en el sistema de atención primaria de la
salud y en los hospitales generales no serían necesarios los hospitales
psiquiátricos. Las personas que están internadas en tales instituciones
perdieron todo derecho de ciudadanía.
Nuestro país adhirió formalmente a varias Declaraciones Internacionales
(Alma Atta, 1968; Caracas, 1990; Asamblea General de las Naciones Unidas,
1991; Convención Interamericana de derechos Humanos, 2001) que promueven
la Atención Primaria de la Salud, haciendo mención también a la inclusión de la
17
Salud Mental dentro de esa atención. Particularmente, en el encuentro de 1991
se establece el principio de cuidar y respetar la dignidad de las personas
internadas en los establecimientos psiquiátricos. El paciente debe consentir su
internación lo cual implica que está protegido judicialmente, la decisión de la
privación de la libertad ya no puede ser monopolizada por los profesionales
médicos. Se aclara que si una persona no consiente ser internada se le está
privando obligadamente de su libertad.
Las personas que se encuentran internadas en los manicomios perdieron
todos sus derechos: no tienen libertad, no gozan de igualdad, menos de salud, ni
siquiera votan porque la mayoría no tiene documentos, por lo tanto no existen
como ciudadanos. Y los que reclaman por sus derechos, eso pasa a formar parte
de su psicopatología.
Médico Manicomial
18
conocimientos y percepciones. Las ideas, creencias, símbolos, costumbres,
usos, prácticas, son legadas por la tradición.
19
rutina diaria, administrada formalmente”.6 Lo que caracteriza a este tipo de
instituciones, y les da un signo particular, son los obstáculos que interceden en
la relación con el exterior, dificultando la interacción social. Estas “barreras” se
materializan, siguiendo con Goffman, en puertas cerradas, altos muros,
alambres de púa, acantilados, ríos, bosques o pantanos.
Los establecimientos psiquiátricos se clasifican “entre las instituciones
totales, porque abarcan todos los aspectos de la vida del paciente, que
transcurre allí en la compañía inmediata de otras personas igualmente aisladas
del resto del mundo mayor”.7
Las instituciones totales violan los actos que en la sociedad civil cumplen
la función de demostrar al actor que tiene cierto dominio sobre su mundo, que
es una persona dotada de autodeterminación, autonomía y libertad,
características fundamentales del individuo. Entendiendo al individuo como
aquel que se separa de un todo, de un conjunto y en ese acto de separación se
constituye a si mismo como uno, indivisible, autónomo e independiente.
Goffman afirma que una característica es la del manejo de muchas
necesidades humanas mediante la organización burocrática de conglomerados
humanos indivisibles. Otra particularidad es que produce una escisión básica
entre un grupo manejado, los internos, y un pequeño grupo personal supervisor.
6
Goffman, Irving. Op. Cit. pg. 25
7
Goffman, Irving. Op. Cit. pg. 26
20
reproduce una manía de las anteriores sociedades: poner a resguardo a la
comunidad del diferente.
Con relación a ello, Galende expresa que desde sus inicios el manicomio
fue la torre de los pobres, el lugar donde ocultar lo que afeaba el espacio público
de la sociedad. El fin último era practicar el ideal del orden por medio de la
segregación de la marginalidad, el control y la disciplina. El muro manicomial
marca el límite interior-exterior restableciendo la polaridad de los espacios
públicos y privados.
21
locura, voluntad desordenada, pasión pervertida, debe de encontrar en él una
voluntad recta y pasiones ortodoxas.” 8
Según el Dr. Hernán Kesselman al referirnos a manicomialización,
hablamos de “un proceso de captura, de aspiración hacia el agujero negro de la
locura, en cuyo abismo caen no solo los pacientes sino también los terapeutas,
apresados por una ideología que se refleja principalmente en los diversos
procedimientos de reclusión, represión y control sobre lo caótico". 9
Desde su origen se presenta una contradicción; los manicomios parten de
aislar socialmente a los individuos, para luego reinsertarlos, sin querer
comprender que nadie se puede socializar en la base del aislamiento. “No se
puede ser ajeno a como influye lo institucional en la externación, sobre todo con
pacientes en Rehabilitación con tanto tiempo de internación. El aplastamiento
subjetivo pasa a veces por las condiciones de internación donde es tomado, en
realidad, no como sujeto sino como objeto, no tiene un lugar en donde poder
hablar de lo que le pasa, pasa solamente por la medicación y nada más”.10
La descripción que realiza Foucault con respeto a la figura del médico en
el siglo XIX no dista demasiado a la imagen que prevalece de éste en la
actualidad. “Todas las técnicas o los procedimientos puestos en práctica en los
manicomios del siglo XIX – aislamiento, interrogatorio público o privado,
tratamientos-castigo tales como la ducha, los coloquios morales (para estimular
o amonestar), la disciplina rigurosa, el trabajo obligatorio, las recompensas, las
relaciones preferentes entre el médico y determinados enfermos, las relaciones
de vasallaje, de posesión, de domesticación, y a veces de servidumbre que ligan
al enfermo con el médico – todo eso tenía como función convertir a la figura
del médico en el ‘dueño de la locura’: el médico es quien la hace mostrarse en su
verdad (cuando se oculta, permanece emboscada o silenciosa) y quien la
domina, la aplaca y la disuelve, tras haberla sabiamente desencadenado.”11
8
Foucault, Michel. La vida de los hombres infames. Edit. La Piqueta, Madrid, 1990. pg.71
9
Dr. Hernán Kesselman. Revista Zona Erógena Nº 14, Buenos Aires, 1993.
10
Entrevista realizada a la Psicóloga Claudia Perinchisky
11
Foucault, Michel. Op. Cit. pg. 72
22
funcional y alimenta las prácticas manicomiales, que consecuentemente tiende a
cronificar la estadía del paciente.
Los pacientes casi nunca están completamente solos, siempre hay alguien
que puede verlos y oírlos. Todos los aspectos de la vida de los internos se
desarrollan en el mismo lugar y bajo la tutela de un responsable (enfermero,
tallerista, psiquiatra).El personal cumple generalmente una jornada de ocho
horas, y está socialmente integrado con el mundo exterior, ésta es una de las
escisiones básicas entre un grupo manejado, los internos, y un pequeño grupo
supervisor, el personal.
“Por duras que sean las condiciones de vida de las instituciones totales,
su rigor no basta para explicar este sentimiento de esterilidad absoluta; hay que
atribuirlo más bien a las desconexiones sociales causadas por el ingreso, y a la
impotencia (habitual) para adquirir dentro de las instituciones, beneficios
ulteriormente transferibles a la vida de afuera: ganancias pecuniarias, relaciones
matrimoniales o conquista de una capacitación o título profesional”.12
23
depositaron una vez en un hospital; por haber exteriorizado algo que es
problema de todos. Pero lo han abandonado de una vez, y para siempre.
24
funcionamiento.14 El MMH entiende a la enfermedad mental como efecto
excluyente de trastornos biopsicológicos. Descarta lo diferente a fin de asegurar
la unidad del conjunto, confinando y castigando al hijo indeseado de la
sociedad.
Menéndez afirma que en nuestro país la institución y práctica médica
identifica su actividad académica y profesional exclusivamente con la función
curativa primero y en segundo lugar, preventiva, no identificando las otras
funciones básicas: normalizadora, controladora, legitimadora y de reproducción
económico-ocupacional. No admite que su trabajo implica controlar sujetos,
normalizar conductas, legitimar sistemas, instituciones y prácticas. Parte de
estas funciones son realizadas inconscientemente porque son intrínsecas, pero
no evidentes dentro del espacio ideológico de la práctica académica y/o
profesional. Tal práctica no sólo reproduce las pautas del sistema dominante
sino que también asura la reproducción de la institución médica manicomial.
Esta situación lleva a negar, obviar, marginar y olvidar el contenido de algunas
de las actividades que afectan y violan los derechos humanos.
14
Menéndez, Eduardo L. Cuadernos Médicos Sociales, Nº 21, CESS.
25
haber una solución distinta. “Es característico que los internos lleguen al
establecimiento con una ‘cultura de presentación’ (para modificar una frase
psiquiátrica) derivada de un ‘mundo habitual’, un estilo de vida y una rutina de
actividades que se dan por supuesto, hasta el momento del ingreso de la
institución. De ahí que si la estadía del interno es larga, puede ocurrir lo que se
ha denominado ‘desculturación’; o sea, un ‘desentrenamiento’ que lo incapacita
temporariamente para encarar ciertos aspectos de la vida diaria en el exterior, si
es que vuelve a él y en el momento que lo haga”.15
26
En relación con esta reflexión, en el año 1996, y cuya actualización en el
2002 evidencia muy pocos cambios, se realizó un estudio en el Hospital José T.
Borda para determinar el número de pacientes externables. Los resultados
fueron que de los 1270 pacientes registrados, porque internados eran 995, el
87,7% estaban en condiciones de ser efectivamente externados y que sólo el 12,2
% necesitaban permanecer internados. Los 275 restantes no se encontraban en
el hospital, es decir, ya se les había dado el alta.
De estos datos se extraen varias conclusiones que no hacen más que
sustentar lo anteriormente dicho; que las grandes instituciones asilares
continúan siendo un depósito de pobres, ejerciendo control y violencia social y
pasando por alto los Derechos Humanos. Primero, que un gran porcentaje de
personas padecen patologías que pueden tratarse de forma ambulatoria y que,
sin embargo, siguen internadas y hacinadas. Los motivos: “falta de recursos
económicos” que imposibilitan la construcción de instituciones intermedias, o la
ausencia de un entramado familiar continente del paciente. Segundo, que el
presupuesto que se le asigna al hospital es para la totalidad de pacientes
registrados, siendo los internados muchos menos, entonces, ¿a dónde se
destina el dinero restante?
27
Nuevamente, como en sus orígenes, el campo de la sinrazón intersecta al
de la pobreza. “Los pobres vuelven a ser lo cohabitantes del territorio de la
sinrazón (…) Su desterritorialización los ha ubicado en el seno mismo del
espacio de exclusión, aunque en el hospital se produzca una nueva fijación
institucional. Si pensamos en aquellos pilares que consolidan el buen orden
burgués: trabajo-razón-virtud, es precisamente la desocupación lo que ha
precipitado la nueva composición habitacional del hospital psiquiátrico (…) Si la
pobreza como hecho estético molesta y enturbia el actual escenario urbano,
entonces es preciso desterritorializarla”.16
El Hospital se vuelve un albergue, con prácticas asistencialistas que
brinda techo y comida a los que no lo tienen fuera, convirtiéndose en un nuevo
espacio-continente. Pobres y enfermos, enfermos pobres, orden judicial
mediante, cohabitan en un espacio saturado, hacinados, faltos de alimentos e
higiene, en síntesis, en condiciones infrahumanas. Esto es consecuencia del
paupérrimo presupuesto asignado por el gobierno a lo que se agregan los
diversos “filtros” en los que se pierde el dinero.
El pobre pierde su lugar en la ciudad, el territorio dado por el trabajo,
pero también pierde la dignidad. Y no sólo la ausencia de trabajo excluye y
desterritorializa. El rechazo familiar, el no querer tener un “enfermo mental” en
el seno familiar también es un factor de exclusión. La sociedad y la familia,
génesis del sujeto, terminan por deshecharlo, desentendiéndose de lo que es su
propio producto. Como afirma A. Moffat, es muy cómodo para una comunidad
de “sanos” tener un “tacho de basura psicológico” donde proyectar las partes
locas y sentirse más sanos todos.
La Unidad Coordinadora Ejecutora de Salud Mental y Comportamientos
Saludables del Ministerio de Salud de la Nación afirma que “factores sociales
como la urbanización incontrolada, la pobreza y los rápidos cambio tecnológicos
tienen gran influencia en la salud física y mental de la población. Los pobres y
los desfavorables tienen una prevalencia más alta de padecer trastornos
mentales. Las desigualdades en materia de accesibilidad tienen un gran impacto
en la mayoría de los trastornos, pero para la población pobre son enormes.
La crisis socioeconómica por la que atraviesa muestro país afecta y se
constituye en un factor desencadenante de múltiples trastornos psicosociales,
16
Colombani, Ma. Cecilia, La locura: una lectura desde los procesos de territorialización y
desterritorialización.
28
con un alto grado de disgregación social, donde la población cuenta con escasos
recursos para la contención de las personas con problemas mentales.
Por su parte, en el año 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
informó que 400 millones de personas en el mundo tienen problemas mentales
o psicológicos, una de cada cuatro personas que busca atención médica lo hace
por trastornos mentales
En ese mismo año, en Argentina, casi 100 mil personas estaban
internadas en instituciones totales: 23 mil en hospitales psiquiátricos estatales y
Colonias, alrededor de 13 mil internadas en clínicas psiquiátricas privadas, 25
mil menores en hogares de menores y reformatorios, cerca de 40 mil adultos
mayores internados en geriátricos. La gran mayoría de estas personas están
privadas de sus derechos humanos básicos fundamentales: el derecho a la
libertad, a la salud que fue violado cuando fueron mal atendidas generando la
internación y custodia. Pero, además, viven sin derechos desde la institución en
la que se encuentran porque las condiciones de internación suelen privar a estas
personas de la misma conciencia de ciudadanía, de la capacidad para reclamar
por sus derechos.
Esta población es la más pobre del sistema, son los excluídos sociales que
a su condición de pobreza económica se le suma tanto la pérdida de derechos de
identidad ciudadana, como la de recursos psíquicos para saber y poder
reclamar.
“El manicomio es un lugar para los locos pobres, el único reloj es la
pastilla y la comida, la vida de sus habitantes está marcada por el ocio, el
abandono familiar, la discriminación y el olvido. Así, se da este doble
ensañamiento, se nos castiga por locos y por pobres, y no se puede salir del
manicomio porque no hay dónde, no hay con qué, no hay casa, y generalmente,
tampoco familia. Miles y miles de mis compañeros no pueden contar esta
historia. Siguen caminando todavía en un patio infinito, sin hora, sin
almanaque, sin tiempo. El manicomio no cura sino que enferma. El que tiene
suerte, sobrevive y si se tiene mucha, pero mucha suerte, algún día se sale.”17
29
hospicio se prolongue y perpetúe para siempre. Y, si tras largo años de
institución se le da el alta, el problema pasa a otro nivel, comienza el proceso de
desinstitucionalizacion, difícil pronunciarlo al igual que realizarlo, del paciente
siendo, “más fácil sacar al paciente de la institución que la institución del
paciente”, así lo afirman todos los entrevistados
La Psicóloga consultada dice que “al paciente hay que abordarlo como
sujeto con una historia, que piensa y siente y no como objeto”. Sin embargo, en
esta coyuntura es muy difícil que se reconozca al otro en su propia dimensión
de sujeto. El aparato de salud al que está sometido no le garantiza una buena
calidad de vida, y ni siquiera la vida.
Estas características tornan al manicomio en una institución ahistórica.
Actualmente, y al igual que en el siglo XIX, se presenta un fuerte vínculo entre el
poder médico burgués y el paciente loco y pobre, y viceversa. Tal poder se
absolutiza porque el médico se encuentra frente a pacientes sin derechos civiles,
sin familias, recluídos y pobres.
18
Entrevista realizada a la Psicóloga Claudia Perinchisky
19
Goffman, Erving. Op.Cit. pg. 28
30
A partir de las prácticas realizadas en el Hospital “Dr. A. Korn”,
compartimos la percepción con la del Dr. Moffatt, quien, en base a sus
experiencias en los hospitales neuropsiquiátricos Borda y Estévez, concluye que
"el paciente no posee nada de sentido como propio, ni siquiera su propia ropa,
es un mundo uni-sexual. Las salas con las camas en largas hileras no permiten
la reconstrucción de grupos primarios".
En el manicomio esta impedida la privacidad, prevalece una intimidad
vigilada. No hay lugar para que alguien esté a solas consigo mismo, a veces con
la excusa del control necesario, se anulan las puertas en los baños. También
describe a las camas como la única porción de espacio que es reconocida como
propia. El espacio interior de ésta es donde encuentra una forma de privacidad
Advierte que si cada uno es lo que posee, el estado de desposesión de
objetos personales debilita la representación de quien cada uno cree ser. La
expulsión familiar contribuye a tal estado o a tener a la locura como única
posesión. Moffatt constata que estar loco es, para la sociedad, estar muerto.
Asimismo, entiende que la amputación más dolorosa es la de la dignidad.
El internado se siente una cosa. Algunos se adaptan, hacen lo que espera que
hagan: comienzan a comportarse como locos buenos, obedientes, respetuosos
de las reglas manicomiales. Sin embargo, por experiencias narradas por
personal de la institución, los pacientes que tienen la oportunidad de salir, por
algún evento especial, se sacan el "traje de locos", del cual vuelven a hacerse
cargo a su regreso a la misma.
El loco es el que no tiene lugar. Cuando aparece alguien con otro modo de
sentir, de pensar y de expresar se consideran que ya no tienen un lugar en la
sociedad, quedando fuera, armándose para él otro algo: el manicomio, lugar
donde se cristaliza la locura. La Psiquiatra asevera que “hay algunas conductas
que sí implican una gravedad o riesgo tanto para el paciente como para quienes
lo rodean, pero también sabemos que el riesgo está afuera del manicomio. En
este momento, locura es romper proyectos, futuro y aparecen brotes, entonces,
dónde empieza la locura, quién la produce”.
31
pacientes son compatibles con la convivencia cotidiana/social. Esto implica
resignificar el lugar que el padecimiento psíquico tiene en la vida en comunidad.
Parte Segunda:
Desmanicomialización: inicios de un cambio
32
Con el siglo XX comienzan los cuestionamientos al manicomio y al
Modelo Médico que éste aplica. Foucault llama a tal acontecimiento “primeras
reacciones antipsiquiátricas”, haciendo referencia al Psicoanálisis, que postulará
la etiología de las enfermedades mentales en relación con conflictos psíquicos.
Al mismo tiempo modificará fuertemente las prácticas propias del campo: se
pasará del modelo asilar (con funciones de control, encierro y clasificación) al
modelo del “tratamiento por el espíritu”. Por último, se cuestionará el poder
discrecional del médico, base del tratamiento moral pineliano.
El autor afirma que “Se puede avanzar en la hipótesis de que comienza
la crisis y la época, apenas todavía esbozada, de la antipsiquiatría cuando se
tiene la sospecha, y muy pronto la certeza, de que Charcot producía de hecho la
crisis de histeria que describía. Es un poco el equivalente del descubrimiento
realizado por Pasteur de que el médico transmitía las enfermedades que
pretendía combatir. Parece en todo caso que todas las grandes conmociones que
han sacudido la psiquiatría del siglo XIX han puesto en cuestión esencialmente
el poder del médico, su poder y el efecto que producía sobre el enfermo más que
su saber y la verdad de lo que decía sobre la enfermedad. Se puede decir con
más exactitud que lo que ha sido cuestionado, desde Bernheim hasta Laing o
Basaglia, es el modo cómo el poder médico estaba implicado en la verdad de lo
que decía e inversamente el modo cómo ésta podría ser fabricada y estar
comprometida con su poder”.20
Para Foucault, la antipsiquiatría pretende conferir al individuo la tarea y
el derecho de llevar su locura hasta el límite, en una experiencia a la que los
otros pueden contribuir, pero nunca en nombre de un poder que les sería
otorgado por su razón o su normalidad. La antipsiquiatría intenta separar las
conductas, los sufrimientos, los deseos del estatuto patológico que se les había
conferido, liberándolos de un diagnóstico y de una sintomatología que no tenían
simplemente un valor clasificatorio sino también un carácter de decisión y
decreto. El propósito es invalidar la retranscripción de la locura en la
enfermedad mental que se emprendió en el siglo XVII consumándose en el siglo
XIX.
Hacia la década del ’60, en Europa, y en el marco del Estado de
Bienestar, surgirá la segunda reacción antipsiquiátrica, que centrará sus
20
Foucault, Michel. La vida de los hombres infames. Edit. La Piqueta, Madrid, 1990. pg. 74-75
33
cuestionamientos en la medicalización de la vida humana, proponiendo un
nuevo status para la locura, que ya no será pensada como “enfermedad” sino
como modo de expresión de la singularidad humana. La antipsiquiatría
promueve una salida del espacio manicomial, su destrucción sistemática,
mediante un trabajo interno, se trata de transferir al enfermo mismo el poder de
producir su locura y la verdad de su locura más que de intentar reducirla a cero.
Los procesos de crítica asilar y reforma psiquiátrica desplazan el centro de
gravedad desde el hospital psiquiátrico al trabajo con la población afectada,
dando lugar a nuevas formas institucionales.
34
riesgo de agresión sobre otras personas. Existen medios muy eficaces de aliviar
el sufrimiento y el riesgo y lo verdaderamente humanitario es aplicarlos.” 21
35
para abordar la cuestión temperamental y se empieza a incorporar a otros
profesionales, de otras especialidades, que piensan con otros criterios la
cuestión.
En aquel momento, la principal crítica que se efectuaba era sobre el
reduccionismo que se hacía cuando solamente se encaraba esta problemática
desde la medicina, y que sólo se hablaba de enfermedad mental. Y también que,
desde esa perspectiva, se avasallaban los derechos de los enfermos,
sometiéndolos a la marginalidad, a la segregación, internándolos en
instituciones asilares manicomiales. Se fue pasando de considerar la
enfermedad mental desde un punto biologicista, organicista clásico a una
concepción pensada desde una perspectiva más amplia, de lo psiquiátrico a lo
patológico, comenzando a pensar en términos de salud mental, concepto más
integrador que el de enfermedad.
En consecuencia, al hablar de salud mental ya no se piensa al individuo
solo, aislado sino a todo su entorno social y a la comunidad a la que éste
pertenece. Se piensa al hombre como una unidad bio-psico-socio-cultural que
puede ser abordada desde diferentes disciplinas e interdisciplinariamente. Es
un concepto integral porque rompe con las falsas antinomias: salud-
enfermedad, salud mental-salud física, individuo-sociedad, articulando a la
salud mental con la salud en general y planteándola como un producto social. La
salud mental está definida en su especificidad por la comunidad, en relación con
su historia, con sus tradiciones, con los valores, con las diferentes subculturas,
niveles educativos y socioeconómicos.
El doble carácter, social y biológico, del proceso salud-enfermedad
significa reconocer la especificidad de cada uno de estos factores y, a su vez,
analizar la relación que guardan entre sí. Esta dualidad se manifiesta en el
grupo, más que individualmente, es el proceso colectivo el que determina las
características sobre las cuales gravita la variación biológica individual. Es decir,
al reparar en cómo el proceso biológico se da en la sociedad se recupera la
unidad entre “la enfermedad” y “la salud”, variables dicotomizadas en el
pensamiento médico clínico.
Galende hace alusión a diferentes tendencias teóricas en torno a la Salud
mental. A los fines de este trabajo se pueden mencionar dos. Por un lado, las
teorizaciones a partir de intervenciones comunitarias e institucionales que
36
surgen de reformas profundas de lo psiquiátrico por diversos movimientos
sociales o políticos de posguerra como lo son: la psiquiatría comunitaria en
E.E.U.U., la creación del Sector en Francia, las socioterapias de Rapport y las
comunidades terapéuticas de Jones. Por el otro, las teorizaciones desarrolladas
por los movimientos de desinstitucionalizacion como la antipsiquiatría inglesa
de Ronald Laing y David Cooper y el movimiento de psiquiatría democrática
iniciado por Franco Basaglia en Italia. La llamada antipsiquiatría apuntó a
suprimir el asilo, a eliminar la noción misma de enfermedad mental. Estos
propulsores de la psiquiatría comunitaria cuestionaban la existencia de las
instituciones psiquiátricas y sus prácticas existentes -instituidas-, a la vez que se
basaban y apoyaban los valores positivos que resignificaban la problemática de
la salud mental.
La mirada sociológica corre el eje de atención en el estudio sobre las
concepciones acerca de la locura y el reduccionismo biológico al cual se
subyugaba al “loco”. Ahora, se apunta a reconocer a los factores sociales como
determinantes en todo proceso de construcción del enfermo mental. Al respecto,
E. Menéndez afirma que donde los psiquiatras ven enfermos o diferentes a ser
controlados, aun para cuidar a la sociedad de la locura, como lo reconocía
Esquirol, no ven el problema del conjunto. Son los científicos sociales los que
comenzarán a dar cuenta en términos teóricos de la diferenciación a medida que
ésta necesita ser reconocida como tal.
Autores como Foucault, Goffman y Becker, entre otros, teorizaron sobre
los conjuntos desviados y diferentes, y los procesos de rotulación-
estigmatización y etiquetamiento. Las nuevas conceptualizaciones referirán la
problemática a los conjuntos sociales y a la estructura social que determina la
presencia de éstos.
La presencia del estigma (mirada esteriotipada y prejuiciosa que la
sociedad tiene sobre el enfermo mental) en el discurso simbólico surge a partir
de que “el loco” entra en una dimensión donde la contradicción de la
enfermedad, de la desviación de la norma, está fijada en la definición científica
de un status de anormalidad (como si la norma fuese la salud absoluta, la
rectitud y la honestidad social absoluta) con la que se garantiza el orden público
y la fidelidad a las reglas que lo definen”.22 Es la sociedad construye sus normas
22
Basaglia, Franco. Utopía de la realidad
37
y es la misma sociedad que sanciona y sentencia a quien las transgrede.
Siguiendo la línea de Goffman, el psiquiatra norteamericano T. Szasz
radicaliza la idea del “etiquetamiento”. Para este autor, que se enmarca dentro
de la corriente crítica de la psiquiatría, toda enfermedad mental es etiquetada y
esto se relaciona con “los procesos de psiquiatrización de la sociedad y de las
relaciones sociales”. Afirma que la sociedad homogeniza a los conjuntos y
reprime a todo aquel que se desvía de los mismos.
“Esta corriente crítica ubicará a la psiquiatría hegemónica como
etiquetadora, y el rol del psiquiatra como técnico que, a través del diagnóstico,
ejerce el “control social”, emergiendo las instituciones asilares como los espacios
instituídos y legitimados para el ejercicio de ese control”.23 Es interesante la
observación de Menéndez quien asegura que las instancias ideológicas, sociales
y técnicas conforman una unicidad que es la que instituye este proceso de
etiquetamiento como “inconsciente”.
Cuando la persona es internada en el manicomio se la rotula como
“enferma”, la institución le impone una nueva identidad, la que ella quiera,
despojando al individuo de su yo anterior.
La psiquiatría italiana tendrá como cara visible al Dr. Franco Basaglia
quien caracteriza a las instituciones psiquiátricas como “instituciones de la
violencia”, y considera que la institucionalización es el verdadero problema de la
“estigmatización”. Basaglia afirma que en el manicomio se manifiesta la
violencia ejercida por los que están de parte del sistema, sobre los que están
bajo su dominio. En aquel lugar, la subdivisión de roles expresa una relación de
opresión y violencia entre poder y no poder, materializándose en la exclusión de
los dominados.
Faraone, siguiendo la teoría de Basaglia, asegura que en psiquiatría la
rotulación se dará a través del “diagnóstico”, creándose a partir del momento en
que “se le imprime a alguien” una situación estigmatizante que desde el
imaginario social constituye un símbolo etiquetando al que lo recibe como
“distinto de lo que una sociedad ha elaborado como normal”, produciendo un
circuito de segregación y marginación social del cual no puede escapar.
Por lo tanto, el diagnóstico hace socialmente visible, y en consecuencia
juzgable, el padecimiento mental. Tiene un efecto clasificatorio sobre las
23
Faraone, Silvia. Desinstitucionalización, un debate: ¿Propuesta tecnocrática o propuesta alternativa?
Documento de la Cátedra: Psicología Forense. Universidad Nacional de La Plata.
38
personas como mentalmente sanas o enfermas.
Junto a la teoría de la desviación y el etiquetamiento, la corriente italiana
agrega que la estructura económica y productiva son las causas determinantes
de la desviación. Para Basaglia, el concepto de “enfermedad mental” posibilita a
la sociedad segregar y marginar al improductivo. Estar fuera del sistema laboral
implica correr el riesgo de ser rotulado como “diferente” y de ser etiquetado
como “enfermo mental”. Por ello, y focalizando su análisis en las condiciones de
producción social y económica, entiende que los problemas de salud-
enfermedad mental no están definidos por la ideología médica sino por los
sistemas socioeconómicos. Desde ese punto de vista, la enfermedad mental
adquiere un significado diametralmente distinto según el nivel socioeconómico
del enfermo, por lo que la enfermedad en sí (en tanto entidad mórbida) no
determina la condición de “enfermo mental”.
También Szasz, pensando en la sociedad norteamericana, sostendrá que
una de las funciones del psiquiátrico será la de contribuir a la disminución de la
reserva nacional de desocupados. Para el autor, las estructuras del poder
político-económico generan la enfermedad mental quedando la persona
excluída, marginada del sistema, sin poder reingresar en éste.
Szasz radicaliza su pensamiento al decir que el concepto “enfermedad
mental” es un mito construído socialmente, “una metáfora que
equivocadamente se ha considerado un hecho real”.
La antipsiquiatría británica vendrá de la mano del psiquiatra David
Cooper quien será consecuente con las ideas anteriormente expuestas. Cooper
se preguntaba ¿Cómo se lleva a cabo esta revolución de la psiquiatría?, la
respuesta, expuesta a continuación, explica el carácter explosivo de su
movimiento: “Simplemente politizando la locura, terminando de una vez con la
concepción romántica de la misma. Convenciendo a la gente para que acepte su
propia locura sin temor. Hay que recuperar a la locura como una propiedad
social común (¿De qué modo?), antes que nada mandando al carajo a los
expertos, cortando la cabeza a los psiquiatras. En mi libro lo digo muy
claramente. Los psiquiatras sólo tienen dos alternativas: o se suicidan o habrá
que liquidarlos. Lo cual se significa al margen de toda metáfora, que si quieren
salvar a los pacientes, deben decidirse a abandonar su práctica
39
espontáneamente; de lo contrario, nos veremos obligados a hacérselas olvidar
por la fuerza”.24
Concluyendo, profesionales como Szasz, Laing, y Cooper procuraban una
horizontalidad en las relaciones dadas entre técnicos, profesionales, enfermos,
borrar las diferencias y deshacer la relación de verticalidad que implicaba el
saber médico o psicológico sobre el enfermo mental, llegando a negar, incluso,
la presencia de la enfermedad.
Por su parte, Galende, con una mirada menos radical a la anterior, y en
su crítica al modelo médico, no niega que exista la enfermedad mental por lo
que asiente la presencia tanto de especialistas que traten a las mismas y a las
personas que las padecen como la aplicación de medicación. Sin embargo
promueve y lucha para que los psicofármacos no sean una hegemonía en la
intervención. A su vez, si bien está en contra de la institución manicomial y sus
prácticas alienantes, apoya la presencia de instituciones alternativas que
contribuyan a devolverle a la persona su integridad en tanto tal.
En Argentina, Fernando Fabris25 se suma a la idea de que el orden social
es la principal causa de producción de enfermedad mental. La acción que como
sujetos realizamos se nos aparece como producto de una capacidad extraña,
ajena o como una potencialidad externa. Desde la perspectiva de la psicología
pichoniana el orden social y particularmente las relaciones sociales de
producción son la principal causa en la producción de la enfermedad mental.
Pichón Riviere decía que “el paciente es el alcahuete de la subestructura
de la cual él se ha hecho cargo como consecuencia de técnicas de segregación o
marginalidad (internación en el psiquiátrico). El enfermo mental es el símbolo y
depositario del aquí y ahora de la estructura social. Curarlo es transformarlo o
adjudicarle un nuevo rol, el de agente de cambio social”.
Los cuadros predominantes son hoy los signos emergentes de la amenaza
a la exclusión del orden productivo, así como de los “fracasos” de adaptación
respecto a los prototipos sanos que nos ofrece el capitalismo de fin de siglo: un
trabajador polivalente, rápidamente adaptable y con conductas de estrés
continuo.
Las relaciones sociales que determina la economía actual bajo las formas
24
¿Lo/cura el encierro?, revista La Horda Nº 4, abril de 1995, Buenos Aires.
25
Entrevista realizada a Fernando Fabris, “La desmanicomialización bien entendida”, en
www.espiraldialectica.com.ar
40
de competencia, de la explotación y de la lucha de clases ofrecen al hombre una
experiencia de vida alienante y contradictoria. Este cuadro se potencia y agrava
en el hospital psiquiátrico porque éste no hace más que reproducir las
relaciones de poder que se desarrollan en el campo social. Se puede pensar,
entonces, a tal institución como el síntoma de una sociedad enferma que no
reconoce ni se reconoce en la práctica del loco
La mayoría de nosotros no está inmerso en una institución manicomial,
pero si en otras que muchas veces nos hacen sentir sin horas, ni tiempos,
alienados, siendo un encierro más sofisticado. Por eso, al hablar de las
condiciones de producción de la salud/enfermedad hay que observar también
esos espacios sociales, las instituciones que compartimos, la forma de
relacionarnos y darnos cuenta que muchos de esos lugares y formas sociales nos
generan patologías. Las personas que, finalmente, enferman son los portavoces,
los “chivos expiatorios” de esas interacciones y espacios vinculares. Nuestra
problemática y la de nuestro entorno nos remiten a la complejidad del orden
social, espacio donde se produce la locura.
41
desinstitucionalización surge históricamente ligado al de la salud mental
comunitaria. Supone el cuestionamiento del manicomio como institución
custodial y generadora de patología, y el desarrollo de una red asistencial
alternativa ubicada en la comunidad.
42
saber.
Foucault asegura que no hay poder sin saber, y que no hay saber que no
genere prácticas de poder. “Estamos sometidos a la producción de la verdad
desde el poder y no podemos ejercitar el poder más que a través de la
producción de la verdad. El poder no cesa de preguntarnos, institucionaliza la
pesquisa de la verdad. Estamos sometidos a la verdad en el sentido en que la
verdad hace ley, elabora el discurso verdadero que decide, transmite efectos de
poder. Somos juzgados, condenados, clasificados, obligados a competir,
destinados a vivir o a morir en función de discursos verdaderos que conllevan
efectos de poder”.26
Desde sus inicios, el paradigma clínico psiquiátrico hegemonizó su
mirada y forma de intervenir sobre el campo de la salud, enfatizando el
diagnóstico individual, descontextualizado de la realidad social que atravesaba
al actor. La mirada clínica ejerce un poder que instaura el saber acotado y
específico del clínico sobre la enfermedad, conocimiento que no es compartido
con el paciente. El predominio clínico se desliza hacia el MMH, el cual enfatiza
lo curativo, el diagnóstico, la relación asimétrica profesional de la salud-
paciente, enfoque individual reduccionista, poca atención a variables sociales,
etc.
Es el MMH el que prevalece en el hospital neuropsiquiátrico, donde
coexisten el mandato curativo y el de custodia, la práctica asistencial como eje
de atención y el predominio del psicofármaco y la psicoterapia como modos de
abordaje terapéutico. Se concibe a la enfermedad mental como producto de
trastornos biopsicológicos. Excluye lo diferente, lo desviado de la norma social a
fin de preservar la unidad del conjunto, se confina y castiga al hijo indeseado de
la sociedad. Así, la respuesta a los problemas de salud mental se sigue
centrando en el hospital psiquiátrico, la institucionalización y la custodia, el
tratamiento farmacológico, la marginación y exclusión del sujeto.
26
Foucault, Michel, Microfísica del poder, Curso del 14 de enero de 1976, Edit. La Piqueta, Madrid,
1992. pg. 40.
43
construcción de modelos de atención extramuros Son prácticas alternativas en
el campo de la salud mental que se fundan en la crítica al orden manicomial.
Se produce así una ruptura con la terapéutica asilar, que generó a nivel
mundial la aparición de este nuevo concepto: desmanicomialización, el cual
alude a un acercamiento a la comunidad del proceso de rehabilitación de los
enfermos con patologías mentales y la abolición de los grandes asilos de
internación.
44
asilar y de reclusión de los manicomios y convertirlos en ámbitos dinámicos
con una mayor interacción entre la institución y la comunidad. La propuesta
está dirigida a generar las condiciones para una resignificación, por parte de la
comunidad, tanto de las instituciones psiquiátricas como de las patologías que
asisten a estas organizaciones. Se propone que los pacientes con diversos grados
de inhabilidad o discapacidad sean abordados a partir de un trabajo de
rehabilitación singular y diferente del modelo tradicional.
La desmanicomialización trabaja en dos planos, el primero hace
referencia a la transformaciones hospitalarias: casas de medio camino para
insertar a pacientes recuperados en la comunidad, hogares de día para la
atención de pacientes de alta, geriátricos con asistencia especial para los
gerontes, casas de huéspedes para pacientes de alta que no han podido
insertarse en la sociedad, etc. Y en un segundo plano, este proceso se refiere al
movimiento global que va a llevar al cierre definitivo de la concepción asilar o
manicomial como única respuesta al malestar psíquico.
Sin embargo, hay muchas voces que cuestionan la instalación de casas de
medio camino argumentando que son nuevos lugares donde se perpetúa la
manicomialización reproduciendo tales prácticas. Además, aseguran que la
única diferencia que existe es que en las Casas de… los pacientes tienen dinero
el cual modifica las relaciones interpersonales haciéndolos sentir incorporados a
la sociedad a través del consumo. “Todas las tentativas de transformación de los
dispositivos caen en la repetición porque el Estado se apropia de las
modificaciones y reinstala y transmite su ideología y valores a través de los
nuevos dispositivos (…) Las intendencias municipales y regionales compren las
casas a los internos, provocándoles una sensación de posesión. Pero surge una
contradicción entre la propiedad y el uso que de ella se hace porque la
comunidad explota a los locos que están afuera del manicomio a través del
poder del consumo”.27
Otro obstáculo que se presenta en este proceso son los trabajadores en
salud, quienes sienten que la reestructuración de políticas puede afectarlos
dejándolos sin empleo. Es decir, la desinformación que existe sobre la
problemática construye la creencia de que podría reducirse el número de
fuentes laborales ante la posibilidad del cierre del psiquiátrico. Cabe señalar que
27
Percia, Marcelo. Ponencia presentada en el 1º Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos
Humanos, noviembre de 2002, Buenos Aires.
45
la formación de este grupo de actores se inscribe en marcos conceptuales que se
orientan a una práctica netamente clínica e individualista.
46
otras ocurridas en Francia y en Estados unidos.28 También mundialmente
reconocida es la desarrollada Río Grande Do Sul, Brasil. Argentina, en base a
tales antecedentes, aplicó tal política en las provincias de Río Negro y San Luis.
Todas estas reformas, que dan paso a las políticas alternativas en salud
mental, tenían como objetivo modificar el lazo social que la psiquiatría y su
soporte intitucional, el manicomio, había instaurado: un modelo médico de
control/cura, con internaciones prolongadas, cuyo saber y poder sobre el
enfermo estaba monopolizado por el médico. En cambio, se predicaba un lazo
social más humano dando un lugar a la participación del enfermo y la
comunidad.
47
trabajadores sociales, psicólogos, sindicatos y partidos políticos. Se rompe así
con la idea de Centro Psiquiátrico, en donde un Servicio no es una Sala de un
hospital sino que el Servicio es la Red, en la cual el Jefe de Servicio se ocupa de
consultorios externos, ambulatorios y centro diurno. Ante la imposibilidad de
abarcar todos estos espacios, éste debe coordinar equipos en los cuales su
función no sea la de tomar decisiones, sino la de guiar a la resolución de
dificultades a través del dictado de seminarios para casos específicos, es un
entrenamiento constante y de constante formación. Por eso se dice que la idea
asilar es mucho más cómoda y que para desmanicomializar es imprescindible
crear las condiciones para hacerlo, armar previamente un dispositivo distinto. 30
Simultáneamente a la experiencia italiana, organismos mundiales como
la Organización Mundial de la Salud (OMS) dirigen su mirada hacia el sector de
la salud mental. Recomienda un cambio en los sistemas de atención
psiquiátricas, en pos de la atención comunitaria del enfermo mental, lo que
implicó alternativas de reinserción como devolver al paciente al espacio en el
que se desenvolvía hasta el estallido de su crisis.
30
Entrevista a Armando Bauledo, “Sur, manicomio y ¿Cuándo el después?”. www.topía.com.ar
48
La desmanicomialización en Río Negro.
49
continuamente lograr la externación de la persona y su tratamiento
ambulatorio. A su vez, asegura y procura el mantenimiento de los vínculos de
dichas personas con sus familiares y amigos. Y explicita, como fin último, la
recuperación de la identidad, dignidad y respeto de la persona humana con
sufrimiento mental.
La Ley se propone cambiar el modelo tradicional de asistencia
institucional e individual por un modelo de salud mental comunitaria, con un
abordaje socio-familiar, cuyo objetivo es reinsertar socialmente al que padece
un sufrimiento mental.
En la modalidad rionegrina cada usuario es integrado al sistema bajo el
diagnóstico de "sufrimiento mental". Este concepto adquiere un gran valor en
tanto desmedicaliza un fenómeno predominantemente social y resulta una
estrategia en las relaciones intersectoriales y con la comunidad, que moviliza e
identifica un grupo humano altamente comprometido.
50
hospital general y de esa manera revertir la marginación y depositación en el
manicomio.
Por lo tanto, los principios básicos que guiaron esta experiencia fueron
los siguientes: rescatar los recursos de salud presentes en todas las personas,
trabajar con la crisis emocional en el lugar donde se produce (es decir, el equipo
de salud mental opera en el lugar donde el individuo transcurre su vida en
forma habitual), reivindicar los derechos y necesidades cotidianas de las
personas como parte de su salud mental y trabajar sobre los mismos, y sustituir
el concepto de enfermedad mental por "sufrimiento mental", entendiendo que
todos podemos padecerla.31
Nadie está exento de padecer una crisis que afecte su estructura de vida,
alterando su comportamiento social. Para intervenir en el tratamiento de la
persona que sufre una alteración en su psiquismo hay que identificarse con ésta,
reconocer que no es un ser distinto ni opuesto al resto de la sociedad. Hay que
saber que es la misma interacción con la comunidad la que le devolverá su
dignidad. La Ley propone el trabajo de la sociedad para solucionar la crisis de
quienes padecen sufrimiento mental. Se debe evitar la reclusión en los lugares
destinados a los locos, hay que Desmanicomializar.
Para Cohen el afecto fue otro principio que dio sentido y guió la
reforma, sosteniendo que es un elemento clave al momento de entablar un
vínculo interpersonal siendo conductor de toda posibilidad de recuperación.
Aunque aún no se cuenta con el apoyo científico que permita precisar cuáles
son los fenómenos que el afecto despierta en un vínculo terapéutico y de qué
manera poder objetivarlos y sistematizarlos como herramientas de cambio.
31
Estos datos fueron relevados del Programa de Salud Mental de la Provincia de Río Negro, Argentina.
51
La familia es considerada por los profesionales de la salud como el
núcleo afectivo y de contención para el paciente, aunque se considera que los
trastornos neuropsiquiátricos pueden tener antecedentes familiares, o darse en
el marco de un núcleo conflictivo. La mayoría de las familias rompe el vínculo
con el paciente, y la institución pasa a ser el principal espacio de contención
para éstos.
Por lo tanto, el tratamiento familiar es otro factor importante para el
desarrollo del proceso de desmanicomialización. El Dr. García Baradaco, ex
Director del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la
UBA, aconseja que debería armarse una Escuela para Familias, para que los
familiares de pacientes trabajen en grupos multifamiliares, a través de charlas
periódicas sobre temáticas, cómo hacer con el paciente en la casa y sobre la
comunicación entre ellos y los pacientes, a fin de que se reconstituya en un
ámbito de contención durante la externación. Estas prácticas son las que se
enmarcan en un modelo psiquiátrico actualizado, dirigido a la atención
comunitaria.
52
construyendo prácticas concretas que posibiliten nuevas alternativas para
atender y reinsertar al sufriente mental.
53
A su vez, se focaliza en la atención primaria de la salud, dejar de lado las
prácticas individuales y curativas por las preventivas o de Promoción, que
reconocen el origen de la enfermedad en un contexto dinámico, en el que
intervienen multiplicidad de factores en constante cambio.
54
Parte Tercera:
Un intento de aplicación de la política de
desmanicomialización en el Hospital “Dr. A. Korn”.
55
Romero, con el nombre de José Melchor Romero. El hospital fue destinado a
“atender los enfermos pobres de solemnidad, sean hombres, mujeres o niños,
atacados por enfermedades comunes o de demencia”.
En su origen, el hospital tuvo por función atender patologías dentro del
campo de la neuropsiquiatría. Luego, se agregaron servicios de atención clínica,
los cuales se extendieron para atender la población de la zona aledaña. Así
mismo, también la institución albergaba enfermos mentales con causas penales.
El 2 de Noviembre de 1897, el gobernador de la Provincia de Buenos
Aires, el Dr. Guillermo Udaondo, le confía la dirección del hospital Melchor
Romero al Dr. Alejandro Korn, quien en su primer informe dirigido al
Ministerio del Interior se refiere a las condiciones en las que encontró a la
institución de la siguiente manera: “aquello no es Hospital, hospicio,
manicomio, ni colonia. Es sencillamente un depósito de locos de ambos sexos,
donde no se lleva tratamiento alguno, no puede seguirse una medicación dada o
apropiada. Allí no hay clasificación patológicas, no existen separados sino los
sexos. La manía parcial, el delirio bajo todas sus formas, la melancolía, los
impulsos, la imbecilidad, todo se confunde y se junta en un solo patio,
dormitorio o comedor, haciendo imposible todo tratamiento y toda esperanza
de mejoría. Es tan malo y tan rudimentario aquello, que puede decirse estamos
retardados más de un siglo, dando a los locos el abrigo, la vida material, pero no
el tratamiento, que ni se ha ensayado. Aquí se recogen los locos, pero no se
curan”.
La gran demanda hizo que se fueran construyendo ampliaciones,
edificándose colonias distantes del edificio principal. El mismo hoy alberga a
1.600 internos, cuenta con 1.500 empleados, sumando casi 2.000 con las
empresas contratadas. Siguiendo con las cifras, en el año 2002 el Hospital contó
con un presupuesto de $ 24.162.488, aunque el gasto devengado ascendió a
$25.674.504. Tal presupuesto decrece año a año al tiempo que aumentan las
56
Durante la gestión del Dr. Martín Campos, 1953-1955, el establecimiento
pasó a denominarse “Hospital Neuropsiquiátrico de Melchor Romero”.
En 1972 surge el Club de Rehabilitación como primera instancia
rehabilitadora y con la participación mayoritaria de los pacientes. Al año
siguiente, se bautiza al Hospital Interzonal Especializado Agudos y Crónicos
Neuropsiquiátricos de Melchor Romero con el nombre “Dr. Alejandro Korn”,
como consecuencia de la labor realizada por éste, sus mejoras edilicias en el
establecimiento y la organización del trabajo de los internados para brindar al
nosocomio el carácter de una colonia donde los mismos se dedicaran a trabajos
agrícolas
Cuatro años después se inaugura la Sala Albina, espacio de rehabilitación
para ambos sexos, donde el objetivo es la recomposición de hábitos de higiene y
sociales.
En 1986 comienzan funcionar los talleres y la Granja Protegida
Intrahospitalaria, cuya finalidad es la de contener a pacientes de condición
asilar y con escasas posibilidades de reinserción social, a fin de incluirlos en
actividades terapéuticas.
En 1987 se abre la Casa de Pre-Alta, que funciona en la calle 56 entre 9 y
10, de la ciudad de La Plata. La misma se presenta como una instancia
intermedia entre la institución y el alta definitiva del paciente.
En 1988, y en función de un convenio entre el Ministerio de Salud
bonaerense y la Dirección General de Escuelas, surge el Centro de Formación
Laboral N° 3, en base a la Escuela de Enseñanza Especial N° 537, que
funcionaba dentro de la institución. Esta última tenía como finalidad la
alfabetización de adultos, mientras que al transformarse en Centro de
Formación Laboral, su misión se convirtió en la rehabilitación mediante la
enseñanza y aprendizaje de diversos oficios como, carpintería, albañilería,
confecciones, cuero, servicios, huerta y jardinería, armado de bolsas polietileno,
armado de cajas, armado de sobres y bolsitas en papel, etc.
En 1990 la Sala Albina se transforma en Hospital de Día, admitiendo a
pacientes externados que necesitan mantener un vínculo con la institución. Este
sector trabaja con una serie de talleres terapéuticos destinados a brindar un
apoyo psicológico a los pacientes externados y también a aquellos que llegaron a
la instancia de internación.
57
Además de la distinción institucional entre pacientes agudos y crónicos,
por nuestra experiencia en el hospital podemos realizar y agregar otra
categorización. Por un lado, las personas que desde su nacimiento pasaron su
vida en instituciones: Casa Cuna, Instituto de Menores, Reformatorios,
finalizando en el hospital neuropsiquiátrico. Su ingreso y permanencia en el
hospicio se convierte en una instancia más en sus vidas. Por otro lado, hay
personas que por diferentes motivos llegaron al hospital, padeciendo patologías
leves, y comenzaron a padecer allí un progresivo desgaste físico y psíquico.
“La inserción familiar del paciente es una cuestión importantísima. Hay
un 8% de las familias que visitan a los enfermos crónicos. Se trabaja mucho con
las asistentes sociales sobre esta cuestión de recuperar los lazos familiares. Esto
significó bajar 300 camas del neuropsiquiátrico de crónicos. Generalmente, si
hay una familia que contiene al paciente, éste se interna, se compensa y se va.
Debido al tabú, al miedo, al estigma, la gente deja al enfermo en la casa”,
comenta el Dr. Melía, quien en abril de 1992 asume la Dirección del Hospital,
en el cual trabaja hace 30 años, primero como enfermero y luego como parte del
personal médico.
“El director se ocupa sobre la atención y la calidad de vida que se brinda
al paciente, para que cada vez estén mejor. Históricamente, todos los directores
duraron entre un año o dos. Es un hospital muy complejo, difícil”. 32
Según la información suministrada por el Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires, el establecimiento está orientado al diagnóstico,
tratamiento y rehabilitación de pacientes con patologías psiquiátricas. “Atento a
su capacidad y perfil de equipamiento le permite cubrir las especialidades
relacionadas con la psiquiatría con alto grado de complejidad tanto en
consultorios externos como en internación. Cuenta con odontología y servicios
de diagnóstico y tratamiento (radiología, laboratorio, etc.). Tiene servicio social,
rehabilitación y de urgencia las 24 horas, medicina preventiva y sanitaria.
Cuenta con docencia no universitario, universitaria, y becas para residentes en
distintas especialidades. Su área de influencia sobrepasa a la población de los
partidos de la correspondiente región sanitaria, siendo centros de referencia
provincial”.
32
Egidio Melía, Director del Hospital “Dr. A. Korn”.
58
En consecuencia, y en líneas generales, el Hospital podría dividirse en
cuatro grandes sectores. Psiquiatría y Psicología Médico-Asistencial; Psiquiatría
y Psicología Médica y Rehabilitación; el área Médico Quirúrgica y el Servicio de
Externación
59
división entre el neuropsiquiátrico y el hospital general, aunque
funcionen como hospitales separados. El presupuesto que reciben es
solo uno y va en orden de complejidad. El hospital General ha ido
agregando con el tiempo aparatos de alta complejidad y maquinarias
que lo amplían y categorizan. El neuropsiquiátrico no tiene
categorización por complejidad. Da la impresión de desigualdad: el
hospital general crece y crece, mientras que en el neuropsiquiátrico se
cierran salas porque se caen sus paredes. Cualquiera pensaría que lo
mejor sería dividir los presupuestos, es que es tan grande el Hospital...
Pero cuidado, que el achicar las unidades, es mayor el control que
indirectamente se ejerce sobre ellas. Entonces se prefiere pensar que
este monstruo es un hospital incontrolable...
Los talleres de los que pueden formar parte los pacientes de cualquier
sala del Hospital se realizan desde distintos Servicios del mismo,
desarrollándose independientemente unos de otros, pero con un lineamiento
general común a todos: entretener. Es destacable la facilidad que existe a nivel
institucional, y a pesar de la burocracia que éste implica, para implementar este
tipo de prácticas. “Me parece bárbaro que haya talleres en el Hospital, aunque
parezca mentira en algunos hospitales cuesta mucho que se hagan talleres, pero
tiene que ver con los criterios, ‘para qué va ir a un taller si alguien considera que
está muerto’ ”. 33
33
Entrevista realizada a la Psicóloga Claudia Perinchisky.
60
Área de Comunicación Social e Institucional
En el año 1998, se crea el Área de comunicación social e Institucional, la
que depende de la acción que determina la Dirección del Hospital. Actualmente
está a cargo del Periodista Enrique Pérez Balcedo.
Entre los objetivos del Área se leen: contribuir a la cohesión interior de
sectores en post de objetivos propuestos, mediante un fortalecimiento de los
lazos formales e integración de los lazos informales del Hospital. También se
propone fomentar la apertura del mismo hacia la comunidad e instrumentar los
mecanismos para la participación comunitaria, así como aportar iniciativas para
mejorar la calidad de atención y el servicio brindado por el Hospital tanto a la
comunidad como a los pacientes.
El trabajo del Área no sólo se circunscribe al ámbito de la difusión
institucional, sino que está más cerca de la función preventiva y de apoyo para el
especialista de la medicina. En un hospital neuropsiquiátrico, el rol del
comunicador es contribuir a desmitificar la enfermedad psiquiátrica e instalar
en la sociedad elementos de análisis diferenciadores al momento de evaluar al
sujeto que padece una alteración mental.
“El rol del Área es trabajar en todo lo relacionado a la comunicación
institucional, en todo lo que pueda contribuir a mejorar los procedimientos en la
organización, que lo sectores del Hospital compartan una visión lo más
unificada posible sobre el hospital. La otra tarea es como el Hospital se vincula
hacia el afuera, con otras instituciones y con sus públicos”.34
El axioma básico es: “saber de la locura es contribuir a desechar los
prejuicios que hay sobre la locura, tan dañinos como la propia enfermedad”.
Otro aporte es en todo lo referido a la movilización interna del Hospital,
apuntando a la recreación e intercambio entre las personas internadas.
Entre las actividades que realiza el Área se pueden enumerar: la Corre
Caminata y Maratón, el Corso, la Conmemoración de Fiestas Patrias, la
Biblioteca, Club del Trueque, Actuaciones Teatrales y Corales, Muestras
Fotográficas y Celebración del Día de la Primavera.
34
Entrevista realizada a Enrique Pérez Balcedo.
61
3.1 Fundamentación teórica del Programa de Rehabilitación y
Externación Asistida (P.R.E.A)
62
Ante todo ello, el objetivo es desarrollar las prácticas no manicomiales
que transcurren dentro del hospital, y que funcionan como alternativas
cotidianas al hospicio en el hospicio. Se propone que la rehabilitación ubique
como sujetos activos a:
Pacientes: que acordarán el porque y el para que de una acción
conjunta entre cada uno de ellos y la institución
Trabajadores de la salud: que habrán de reorientar sus practicas para
acompañar a los pacientes en el proceso de progresiva autonomía personal.
Familia y miembros de la comunidad: convocados a formar parte activa
en una red social de cooperación y participación en proyectos para la salud.
63
Dos de ellos funcionan dentro de los muros del hospital: el de
evaluación (diagnostico y pronostico) de los pacientes que ingresa al
programa, el dispositivo escuela que se postula como el espacio para trabajar el
proceso de externación.
64
3.2 Llegada del P.R.E.A al Hospital “Dr. A. Korn”
65
resocialización. Su objetivo es la potenciación de los recursos propios de cada
paciente, recuperar hábitos y habilidades perdidas y adquirir saberes necesarios
para la vida cotidiana. La modalidad utilizada será la de Talleres grupales, a
cargo preferentemente de enfermeros, pudiendo incorporarse otros talleristas.
Asimismo, se realizarán grupos de reflexión que permitan el procesamiento de
la experiencia.
Ambos Dispositivos estaban integrados por personal externo al
Hospital, proveniente del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, y
por personal interno del Hospital, que se sumó voluntariamente a la propuesta.
El Dispositivo Admisión estaba integrado, por parte del Hospital, por: la
Dra. Patricia Pauluc, la Lic. en Psicología Claudia Perinchisky, la Trabajadora
del Servicio Social, Marcela Reichter, y el Tallerista Raùl “Pinky” Simón.
Provenientes del Ministerio de Salud se encontraban la Lic. en Psicología Leticia
García, la Dra. Psiquiatra Analía Carlé y la Trabajadora Social Alejandra
González.
El Dispositivo Escuela estaba integrado por: el coordinador del Taller
de Plástica de la Sala Griesinger: Raùl“Pinky” Simón, la Trabajadora del Servicio
Social del Hospital, Lucía, y estudiantes provenientes de las carreras de
Psicología, Sociología y Periodismo y Comunicación Social.
La idea de realizar una Muestra de Pinturas surgió del Tallerista Simón
quien se interesó por exhibir los trabajos realizados por los pacientes que
participan de su taller. Simón es miembro del Frente de Artistas del (hospital)
Borda (FAB), y ya había participado de diferentes eventos de esta índole.
66
La Muestra se articuló en base a tres ejes: una Radio Abierta, cuyo
objetivo fue socializar la palabra entre los concurrentes, un Taller de Pinturas y
un Panel conformado por especialistas y pacientes. Cada espacio fue pensado
como una instancia de socialización y problematización de la locura.
La comunidad tiene una percepción determinada del interno psiquiátrico
y el discurso instituido de la locura es una de las limitaciones más fuertes que
encuentra la concepción de desmanicomialización. Por ello, aquel espacio se
propuso como un canal viable de comunicación donde los interlocutores
pudieran refutar o reforzar dicha percepción, contribuyendo a romper con el
estigma que la locura representa. Es decir, con la mirada esteriotipada y
prejuiciosa que tiene la sociedad sobre el enfermo neuropsiquiátrico. Además,
se pretendió abrir interrogantes sobre la problemática a la cual alude el título
del evento.
Como asiente el encargado del Área de Comunicación Social e…, al
referirse a la Muestra de Pinturas: “hay gente que hace apología de la locura, le
gusta lo loco, ven lindo ese estado como de vuelta a la naturaleza. Hay muchos
que quieren al loco, les despierta ternura y querer conocerlos es como ir al
zoológico y querer ver al mono”.
67
más que vos te rompas no va a pasar nada se tienen que dar en el seno de la
sociedad estas cuestiones, si es la misma sociedad la que produce los locos, los
psiquiátricos, las guerras, entonces es la misma sociedad la que se tiene que
hacer cargo de ese tipo de cosas, la desmanicomialización esta puesta como una
tarea a hacer a futuro. Tiene que ver con las miradas sociales, con los modelos
médicos que uno tome”.
La viabilidad del proyecto estuvo dada por las condiciones políticas-
institucionales emergentes en el marco de la política de desmanicomialización,
cuyo objetivo no consiste en cerrar hospitales sino transformar manicomios,
reemplazar el modelo asilar de internación por uno de integración y un
tratamiento ambulatorio, a conciencia de que no se pueden transformar las
políticas en salud, si no se da un cambio en la forma de pensar el enfermo
mental por parte de la sociedad.
En el manicomio se refuerza y, de no mediar actividades que lo eviten, se
consolida y cronifica la enfermedad que tuvo su origen en el orden social. Es
decir, es la fase final, es la institucionalización, de un largo proceso durante el
cual se produce y fortalece el sufrimiento.
Una investigación realizada en la ciudad de Oliva en la provincia de
Córdoba, en el año 1993, sobre las representaciones sociales de la enfermedad
mental, arrojó como conclusión que cuanto menor es la relación de los
habitantes de la ciudad con los pacientes y con el hospital, mayor es la
representación de la locura como “peligroso”, el “loco” como sujeto que no debe
tener los derechos de otros humanos y su necesidad de asilarlos y custodiarlos.
También mayor es la representación del hospital en su antigua acepción
manicomial.35
35
María J. Villa, Transformación de la institución psiquiátrica, Universidad Nacional de Córdoba.
68
“Se vio en la comida, esta es la tercera empresa que agarra la concesión
de la cocina. La calidad es pésima, hubo pacientes con diarrea, vómitos y
perdieron al menos 5 Kg. de peso en lo que va del año. Otro tema importante fue
la falta de medicamentos que está produciendo un cambio de medicación una
vez por mes.
No hay insumos para ropa y tampoco para arreglos. Tampoco hay nafta
para las ambulancias, ni pasajes oficiales para que los familiares vayan a ver a
los pacientes.
En la Sala, los elásticos de las camas están llenos de arañas, chinches,
pulgas, piojos, etc. y no hay presupuesto para mandar a fumigar una vez por
mes como se debería”. 36
El Director del nosocomio comentó que “la gestión es lo más difícil que
tiene el Hospital, las demandas son infinitas y los recursos escasos, es difícil
establecer prioridades, esto genera conflictos, todos los días hay que priorizar.
Sabemos trabajar en la crisis. Hubo un problema con la comida y los enfermos
adelgazaron mucho. Por eso, comenzó a funcionar la panadería del Hospital
luego de 50 años. Hay 1000 pollos en criadero, se sembraron 8 hectáreas entre
legumbres y hortalizas, se debe tener los insumos básicos ante cualquier crisis
para darle de comer a 1500 pacientes”.
Este escenario conflictivo fue el artífice para que diferentes sectores del
Hospital se organizaran de manera colectiva para defender sus condiciones
laborales. Esta coyuntura repercutió de manera negativa dentro del equipo de la
Sala Griesinger con la cual se trabajó para la gestión del proyecto.
La instancia de producción del evento estuvo determinada por las
discusiones internas del equipo, retrasando la realización del mismo. Al
respecto, la Lic. Claudia Perinchisky manifestó su punto de vista: “hubo un
intento desde ustedes (por el equipo de estudiantes) y de Pinky de reunirnos, lo
hemos hablado, ustedes cambiaron el tema, los días, por pedidos nuestros y
creo que influyó más el malestar que había en ese momento en el equipo y en el
Hospital, era un momento muy difícil para poder sostener algo así”.
“En el momento de la Muestra, lo fundamental tenía que ver con una
cuestión del equipo y creo que lo de la coyuntura sirvió de semblante para tapar
otras cosas internas. Esto no hay que dejar de tenerlo en cuenta, sino queda que
36
Entrevista realizada a Raúl “Pinky” Simón.
69
pasa solamente por como intervinieron ustedes o Pinky. Si hubiéramos querido
nos hubiéramos puesto nosotros, en ese punto hay una crítica, pretendíamos
ciertas cosas y no estábamos, creo que tenía que ver con una etapa muy difícil
del equipo para llevar una movida así. Hasta malestar para pedir un permiso,
cuestiones administrativas que son importantes, no estuvieron”37.
Estos factores actuaron al momento de gestionar la Muestra Artística.
Por un lado, la incertidumbre de no contar con los recursos materiales
necesarios, que la institución debía proveer. Por otro lado, el desconocimiento
de la realidad particular de lo que acontecía en la Sala, situación que sólo pudo
percibirse ante la indiferencia del equipo de la misma hacia el proyecto.
3.5 El título
70
3.6 El arte en el psiquiátrico
Las experiencias creativas y artísticas se realizan para luchar contra la
“racionalidad” del manicomio, presentándose como una propuesta terapéutica.
“El manicomio despoja al sujeto de su palabra, de sus capacidades conservadas
y su creatividad. Lo despoja de lo que constituye su humanidad: su posibilidad
de ser productor-hacedor de su propia vida. El arte y la creatividad es un
instrumento no sólo convocante sino organizador de un hacer específico que
tiende a la desalienación, al encuentro y la conciencia crítica. Las experiencias
artísticas y expresivas no actúan en los márgenes sino en el centro de las
disociaciones. Los talleres creativos cuestionan con su práctica un aspecto
central del manicomio: las rupturas de las comunicaciones entre el afuera y el
adentro y ocultamientos de las capacidades conservadas y potenciales de los
pacientes”38.
El arte se presenta como un discurso que da lugar a la subjetividad, a la
nota propia de cada uno, abre una posibilidad distinta a la lógica cerrada de la
razón pura. “Una persona con psicosis, no un psicótico, tiene una estructura
diferente, y su discurso delirante puede convertirse en comunicación, ser
comunicable y convertirse en arte y que, a su vez, eso tenga un efecto sobre la
persona. Nosotros definimos nuestra actividad como artística, pero con efectos
de recuperación”, dijo el tallerista.
38
Fabris, Fernando, La desmanicomialización bien entendida, www.espiraldialectica.com.ar, 2001.
71
propósito es poder transmutar una realidad para convertirla en otra mucho más
digna a la calidad humana.
Sin embargo, los miembros del frente son conscientes de de que “uno de
los factores que sostienen la existencia de instituciones de tipo asilar es la idea
de peligrosidad del loco, entendido como un ser inevitablemente insensato”.
Para Alfredo Olivera, director de Radio “La Colifata”, también del Borda, la
caída del manicomio se ligaría con “un cambio en la mirada del hombre común
sobre la locura”. Observó también que “muchos internos, con el alta médica, no
tienen ningún punto de apoyo afuera. La radio, o “terapia de la palabra” como
también la llama, obra para muchos como lugar de sostén afectivo y actividad
organizadora de la semana, una especie de institución intermedia, pero es claro
que no puede dar casa ni trabajo”.
72
ajenas, finalidad que conlleva explícitamente la intención de enseñar a
escuchar, para ser escuchados.
Conclusiones
73
Tal vez cuidar sea saber escuchar.
Marcelo Percia
74
Ingresar a un neuropsiquiátrico estatal de un país tercermundista como
el nuestro, en calidad de mero observador, es movilizador. Los olores, los
colores, los gestos de los pacientes, su particular andar, el contínuo ruido del
arrastre de sus pies al caminar que da cuenta de la institución que los atraviesa.
El cigarrillo y el mate, lo único sentido como propio, la única propiedad privada,
objeto de peleas y disputas entre ellos. En el Hospital sólo hay días y noches, no
hay calendarios. Lo único que les hace recordar a los pacientes del paso del
tiempo es alguna visita, o un Feriado, luego todo vuelve a una inquietante
normalidad.
La imagen institucional es un tema recurrente en los actores
entrevistados quienes reconocen la existencia de una percepción negativa en la
comunidad hacia el hospital como lugar de encierro y aislamiento. En las
entrevistas se hace referencia a una construcción social de la locura desde la
discriminación, ejercida por múltiples poderes: judicial, médico, económico,
todo en un marco de una política ideológica que pugna por ejercer un fuerte
control social a través de la violencia del encierro que sobre los internos se
ejerce.
Lo extraño conmueve, llama la atención y despierta curiosidad. El tema
de la locura atrapa, se quiere saber qué es un loco, que hay detrás de sus
reacciones. El imaginario social construye al enfermo mental como a un loco
sujetado por un chaleco de fuerza, en un ataque de delirio constante. La idea
que se tiene de la locura está atravesada por el desconocimiento, creencias,
mitos y elaboraciones mediáticas. El loco es visto como un extraño, un diferente,
otro. El espacio manicomial es una construcción puramente social y responde a
una necesidad también de la sociedad la cual necesita encerrar a sus fantasmas,
sus miedos, sus partes no deseadas y debilidades. Amputa, se quita de encima
realidades y situaciones que ella misma genera. Por eso se entiende que la
pobreza se intercepte con la locura en un mismo territorio y que los internos
pobres, por orden judicial, compartan y hasta desplacen a los enfermos.
Todos los entrevistados coinciden en que la situación de pobreza y
despojo en los que se encuentran no sólo los pacientes sino el Sistema de Salud
Pública en su conjunto, que no brinda instancias intermedias de atención, es el
factor que retarda la externación de los mismos. Es en los estratos más
carenciados de nuestra estructura social donde existen menos posibilidades de
75
una vida digna, sana y más prolongada. Los que logran salir de la institución
deben cargar de por vida el“sello” en la frente de ex interno y luchar contra la
mirada estereotipada del “loco” y contra un estigma social que coarta todo
intento de ser uno más en el seno social.
Hablar del derecho humano a la salud mental es caer en las causas que la
dañan: factores familiares señalados por el campo de la psicología y todos los
elementos de la estructura socioeconómica, política e histórica a la cual
pertenece el sujeto que no puede acceder a este derecho. Tomando a Mario
Testa, salvo raras excepciones, la máxima concentración de las enfermedades
mentales se encuentra entre las clases sociales de menores recursos.
76
Por lo tanto, la caótica situación por la que atraviesa la salud pública en
materia de salud mental está legitimada por todas las autoridades que ocuparon
y ocupan cargos políticos que poco hacen para modificar tal realidad y mucho
hacen para reproducir el sistema de exclusión.
Bibliografía General
77
• Barbero, Jesús Martín. De Los Medios A Las Mediaciones, Edit. Convenio
Andrés Bello, Bogotá, 1998.
• Basaglia, Franco. Utopía de la realidad
• Foucault, Michel, Microfísica del poder, Curso del 14 de enero de 1976, Edit. La
Piqueta, Madrid, 1992.
78
Revistas
• Zona Erógena Nº 14, Buenos Aires, 1993. Nota realizada al Dr. Hernán
Kesselman
Páginas en internet
Documentación Institucional
79
Bibliografía específica para construir el marco metodológico
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