El furor me ha dado a mí de adelgazar Y a un doctor especialista en quitar grasas Le he pedido que me quiera aconsejar Y me ha dicho: las verduras, hija mía, Desde hoy serán su santo y patrón, Que las carnes son manjares del diablo Y los guisos su más grande perdición. Y con su voz grave que miedo me dio, Régimen severo, así me recetó. Refrán: Nada de patatas, no. Nada de judias, ka, Nada de garbanzos, Ni un grano de arroz, Solo berenjenas, sí, Solo zanahorias, ¡ay! Y unos nabos tiernos Que aclaran la voz. Siga mi consejo Y dentro de unos años Tendrá usted a sus plantas al lobo feroz. Enseguida fui al mercado pues me gusta Por mi misma las cogidas escoger, Y encontreé unas berenjenas estupendas
Que en mi mano no podìan ni caber.
Me compre de zanahorias cuatro kilos, Como eran que entrarían solo tres, Nabos tiernos, dos manojos, y un pepino, Mas hermoso que la faja de un payés. Recitado: Y con esta compra que más que un manojo de hortalizas parecía un ramo de esos que antes llamaban toyas, me subí a casa del doctor y mostrándoselos le dije: ¿qué le parece? –Estupendo, ahora ya sabe, póngalas en el turmix y a saturarse con su jugo. Yo no salía de mi asombro ¿pero en el turmix? –Naturalmente, o se las va usted a comer así. Hay que progresar, señora, precisamente lo que usted necesita es un buen zumo. Yo iba a replicarle que no era precisamente eso precisamente eso lo que yo necesitbaa, pero como él lo decía debía saberlo mejor que yo. Y ya me tienen ustedes tomándome el zumo de las zanahorias, y de los nabos y de los pepinos. Sólo me deja comer enteros los rábanos. ¡Pero señores! Si los rábanos no llegan a ninguna parte, no es una cosa que te llene, en cambio una buena zanahoria, esto si que le llena a una. Y estoy perdida, porque me bebo el jugo y como si nada, porque a mi estas cosas si no las puedo comer enteras no les puedo encontrar el gusto. El gusto se lo encuentro saboreándolas, masticándolas. ¡Ay! Si yo no puedo morderlas no disfruto. ¡Pues no! Solo puedo contemplarlas cuando las traigo llenas de tierra, de hojarasca, de cosas del campo, pero en cuanto están lavaditas, con la piel fuera y con aquel color tan rosado y tan hermoso que les queda, entonces al turmix, a turminearlas. Bien. Y después del un sorbo al estómago, que pasan por tu boca sin que te enteres. Así es que señora, estoy loca con este régimen naturista y el mejor día dejo las berenjenas, las zanahorias y los nabos y me atraco de filetes de ternera a ver si en el cambio encuentro más gusto. Y con su voz grave que miedo me dio Régimen severo, así me recetó. Al refrán Tome zanahorias cada día pues asíé tendraé lo que queríéa.