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Pequeña Enciclopedia Práctica ^


DE

QUÍMICA INDUSTRIAL ci

PUBLICADA

bajo la dirección de , 33ITiT<03NT, Ingeniero químico.


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AZUFRE
V.

Y SUS DERIVADOS
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TRADUCIDO Y ADICIONADO CON GRAN NUMERO DE NOTAS o

POR EL DOCTOR

0. JOAQUIN OLMEDILLA Y PUIG


Académico, Consejero de Sanidad del Reino, Catedrático, Autor de multitud
de publicaciones, etc.

MADRID
LIBRERÍA EDITORIAL

\0 DE BAILLY-BAILLIERE É HIJOS
Plaza, de Santa Ana, núm. 10.
AZUFRE Y SUS DERIVADOS
PRINCIPALES CORRESPONSALES

(Fin de a lisia.)
Matanzas. —G. Moreno. Cárdenas: San Francisco de California.—Tauzy
José Albitos. y compañía,
Pinar del Itio.—Marcos Mijares.
Puerto Príncipe.—lileutorio Soto. América Meridional.
Santa Clara.—E. Pegudo. Czenfuetjos:
J. Torres y compañía.
Argentina (República).—Buenos Ai¬
Sagua la
Gvanrle: Ciríaco Navarro. Sancli-
res:
G.Mcndesky, A. Etcheparebor-
da. Córdoba: L. Simián. Plata:
Spiritus : Eduardo Alvarez. San Sola y Uria. Mendoza:
Juan de los Remedios: García M, R. Flavio Pé¬
rez. Rosario J. Peuser.
Santiago dr Cuba Gutiérrez herma¬
.—
Bolivia.—La Paz: J. M. Farían, Mau¬
nos. Gibara: M. Bim Canta. Gaan-
ricio Lahermance. Cochabamba: Au¬
lánamo: Nicolás Gallinat.
relio Paeieri. Potos/.: Salvador Vera.
Chile.—Concepción: José M. Serrato.
Puerto Rico. Santiago: Roberto Miranda. Talca*
Ernesto Trueco. Valparaíso: Carlos
Puerto Rico.—Sucesores de J. J. Acos-
F. Niemóyer.
ta, N. González Font, B. F. Saujurjo Colombia.—Bogotá: Camacho Roldan y
Vidal. MayagUez: Leandro Montai- Tamayo, Jorge Roa, Barranquilla:
vo, P. Roig. l'once: Otero y sobrino, Pedro Celestino Angulo. Bucara-
manga: D. Martínez. Cali: González
Filipinas. hermanos. Cartagena: J. F. Vélez:
Medellin: C. Díaz G. Panamá: I.
Manila.—Viuda de Bota. Preciados y compañía, Mora berma-
Ilagán.—J. I). de la Campa. nos y comp.a Sincelejo: Ignacio Sa¬
Ilo-Ilo.—Pineda hermanos. lón y conipé1
Ecuador.— Guayaquil: Pedro Janer.
América Central. Quilo: N. Monlesdeoca. Machala: J.
Camilo Mora.
Costa Rica.—San José: Lines, A.Font, Perú.—Lima: Colville y compañía,
Guatemala.—Antonio Partegás. Viuda de Galland. Arequipa: Ramón
Nicaragua.—León: F. Mayorga, J. M. Albareda. CallaoM. Darío Arrús.

Zepeda. Trujillo: M. Gustavo Espiuoza.


República Dominicana.—Santo Domin¬ Uruguay.—Montevideo: J. A. Fontela,
go:F. Henri([uez y Carvajal. San-r Sierra y Antuña. Paisandú : M. Co¬
Hago de los Caballeros: U. Franco mas , A. Pereira Iglesias. Salto: Au¬
Bidé. relio Cuenca.
San Salvador.—Mariano Venezuela.—Barcelona: E. Salazar.
Duarte, J. G.
Caracas: L. Puig Ros y hermano.
Espinosa.
Carúpano. Carrera Mayz. Ciudad
de Bolívar■ M. A. Rodríguez, A. J.
América Septentrión al. Montes. Maracaibo: M. N. Rincón y
México,—Herrero y compañía, J. Ba- compañía. Puerto Cabello: J. A. Se-
Ilescá y comp.a (sucesor), J. de la F. grestar San Cristóbal: Flórez her¬
manos Valera de Trujillo: Pompe-
y Parres. Chilpancingo: C. Sobe-
rón. Cuernavaca: B. L. de Elias. yo A. Oliva. Valencia: Méndez her¬
Culiacan: M. R. Paredes. Durango: manos.

I. de la Torre. GundaIajara: To¬


más Ramírez, tíúannjuald: Pedro de Antillas holandesas.
la Fuente. ¡lermosillo: M. F. Cas¬
Curacao.— Willemslad: A. Bethen-
tro é hijos. Jalapa : P. M. Luelmo.
court ó hijos.
Mazatlán: E. Sáinz de Duran. Mon¬
terrey: Ricardo Eriehsen. Nuevo La- Extranjero.
redo: Santiago Cárdenas. Puebla:
Ramón E. Miró, C. Baur. Saltillo: París.—J.-B. Bailliore ó hijos. Roger
Pascual Forués ->an Jwrik Bautista: et Chernoviz, V.ve Lechevalier,
3. M. Graha tu. Londres.—Bailliore, Tindall and Cos.
PEQUEÑA ENCICLOPEDIA DE QUIMICA INDUSTRIAL PRÁCTICA
PUBLICADA BAJO LA DIRECCIÓN DE F. BILLON

Ingeniero químico.

isr.° 4=

i y m
TRADUCIDO DEL FRANCES

Y ADICIONADO CON GRAN NUMERO DE NOTAS Y DATOS

POB EL DOCTOR

D. JOAQUIN OLMEDILLA Y PUIG


Académico, Consejero de Sanidad del Reino, Catedrático, Autor de multitud
de publicaciones, etc.

MADRID

LIBRERÍA EDITORIAL

DE BAILLY-BAILLIERE É HIJOS
Plaza de Santa Ana, núm. 10.

1898
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR

Laimportancia industrial del azufre y de sus derivados es de


tal magnitud, que bien merece consagrar á este asunto uno de
los volúmenes de la Pequeña Enciclopedia Química que
acaba de ver la luz en París, y cuyo tomo, vertido á nuestro
idioma, tengo la honra de presentar al público, en la seguridad
de que ha de apreciar los datos prácticos que encierra y las no¬
ticias que suministra, de interés, no tan sólo industrial, sino que
abarca á todas las esferas en que la química se utiliza, que resi¬
den en múltiples manifestaciones de la humana actividad.
Todo cuanto al estudio del azufre y susderivados se refiere
cae, pues,de lleno dentro del campo industrial como un asunto de
primer orden. Lo mismo el mineral que presenta el cuerpo simple
al estado nativo que los diversos sulfuros, de todo lo cual tene¬
mos en
España numerosos ejemplos, es de una gran trascenden¬
cia su conocimiento, porque representa una suma de trabajo y
de riqueza que muestra el significado de la importancia de una,
nación, el mayor ó menor consumo y explotación que hace de es¬
tos cuerpos; por lo cual presenta el autor una reseña de lo que á,
tales sustancias se refiere, habiendo el traductor adicionado en
esta edición española las noticias referentes á este asunto relacio¬
nadas con lo que nuestro suelo atesora de tan preciados minerales.
Detalles acerca de la obtención industrial del azufre, el co¬

nocimiento de los minerales sulfurados, de que hay en España


ricas y variadas muestras (como tengo asimismo ocasión de in¬
dicar en adicionales notas),
la fabricación del ácido sulfúrico
el estudio de
con sus y de las reacciones
complicados aparatos
que en los mismos tienen lugar, la concentración y purificación
billon.—tomo iv.—1
de este ácido y los medios de investigar su pureza, todo eso se
expone con claridad y detención, en todo lo cual se han presen¬
tado algunas ocasiones donde la oportunidad reclamaba alguna
intervención del traductor.
A la química industrial del ácido sulfúrico consagra gran nú¬
mero de páginas este pequeño volumen, donde está sintetizado
cuanto atañe á este cuerpo, cuya importancia la expresó admira¬
blemente Chaptal al decir que cees un verdadero termómetro don¬
de puede leerse el grado de prosperidad comercial de un pueblo»;
por cuyo motivo se exponen aquí los datos más salientes de la
fabricación en grande del referido ácido, las ventajas é inconve¬
nientes del empleo de procedimientos determinados, así como
también los medios de purificación y de reconocimiento de la pu¬
rezade este cuerpo, sus envases y transporte difícil y arriesgado.
Datos curiosos y prácticos referentes á la fabricación en
grande escala del ácido sulfúrico, así de
su transporte, pro¬
como
piedades y usos, oportunos capítulos,
encontrará el lector en
donde se revela un conocimiento profundo del asunto y en los
cuales intercalo asimismo alguna nota que me ha sugerido mi

larga práctica de laboratorio, donde he tenido necesidad de ma¬


nejar casi á diario este cuerpo y,apreciar los riesgos que su ma¬
nipulación lleva envueltos, para conocer la manera de evitar
esos peligros y utilizar los grandes servicios de dicho ácido.

Termina la obra con un capitulo dedicado al sulfuro de car¬


bono, y la exposición de dos tablas indicadoras de la relación en¬
tre las densidades del ácido y su valor ó riqueza en este cuerpo

monohídratado, cuyos notables trabajos, resultado de las minu¬


ciosas investigaciones de Bineau y de Otto, tienen grandísimo
interés práctico y hacen necesaria su incesante consulta.
Con estos datos podrá el lector apreciar el mérito de este vo¬
lumen y su indiscutible provecho en los trabajos de la química
industrial.

J. Olmkdilla y Püig.
AZUFRE Y SUS DERIVA DOS

CAPÍTULO PRIMERO

AZUFRE NATURA

Constituyen en el presente momento histórico las bases de la


industria química la sal, el azufre, la hulla y el hierro. Después
de haber realizado el estudio detallado de la extracción del pri¬
mero de estos cuerpos y de uno de los principales procedimien¬
tos de utilizarle, cual es la fabricación de la sosa, pasaremos á la
industria del segundo, no menos colosal é interesante. -
Estudiaremos sucesivamente los diversos orígenes y aplica¬
ciones de este cuerpo en el estado de azufre sólido, y después la
fabricación de los dos compuestos que resultan de su oxidación:
el ácido sulfuroso (anhídrido sulfuroso) y el ácido sulfúrico. En
último lugar-trataremos de una interesante combinación de azu¬
fre y carbón, que es el sulfuro de carbono.
El azufre, como acontece con la sal, es uno de los cuerpos
esparcidos con más profusión en el globo terráqueo y bajo muy
diversas formas; alguna vez se halla al estado libre y constituye
el azufre nativo, pero ordinariamente se encuentra combinado y
forma los sulfuros y sulfatos, Los sulfuros resultan de la com¬
binación del azufre con los metales; forman con frecuencia mi¬
nerales importantes de éstos, como son las piritas de hierro y
-de cobre, la blenda ó sulfuro de zinc, la galena ó sulfuro de plo¬
mo, etc.
El sulfuro dehidrógeno es gaseoso, y está dotado de propieda¬
des ácídas muy débiles; se le denomina también ácido sulfhídri¬
co ó
hidrógeno sulfurado, y es bien conocido el olor repugnante
á huevos podridos que comunica á las aguas sulfurosas.
Los sulfatos resultan de la combinación del ácido sulfúrico
con los óxidos; uno de los más comunes es el yeso ó sulfato de
cal, y hemos puesto en evidencia, al estudiar la distribución
de la sal sobre el globo, que constantemente la acompañaba el
yeso ('). ■ •
La mayor parte del azufre que se emplea en estas diversas
aplicaciones se extrae de sus yacimientos nativos ó de las piri¬
tas.Estudiaremos desde luego las primeras, de que Italia es el
país clásico y que acompañan siempre los depósitos volcánicos.
Cuando los volcanes se hallan todavía en actividad, se puede
apreciar la formación de estos depósitos de azufre ó su trans¬
formación en anhídrido sulfuroso en el aire. Pero en los volca¬
nes apagados el azufre no existe ya al estado libre; está combi¬
nado con gases de naturaleza compleja, y sus combinaciones, yen¬
do á la atmósfera, depositan su azufre, formando lo que se lla¬
man solfataras ó fumarolas, bien conocidas en Italia y en Islan-

dia. En este último país lasolfatara de Krisuvik emite un gas


formado por hidrógeno sulfurado é hidrógeno libre, que se que¬
ma al simple contacto
de una cerilla y produce por la combus¬
tión una nube blanca espesa de azufre. Se encuentran también
solfataras que pueden explotarse en Hungría y-en Nueva Ze¬
landa.
Estos desprendimientos gaseosos no suministran más que una
mínima cantidad de azufre, si se compara con las grandes porcio¬
nescontenidas en las capas de terreno que pertenecen á la for¬
mación terciaria. No volveremos á tratar acerca de lo que signi¬
fica este término geológico, habiendo dado en la Industria de la
sal una explicación sucinta de la disposición de las diversas ca¬
pas estratificadas que forman la corteza superficial del globo y
que se han dividido, según la edad relativa de su formación, en
períodos primario, secundario y terciario. He cualquier modo
que sea, el azufre contenido en las capas inferior y media de estos-
terrenos terciarios no parece tener un origen volcánico. Se ha
tratado de explicar su formación mediante la descomposición de
los sulfatos, principalmente del sulfato de cal, por las materias
orgánicas y bituminosas. En estas condiciones, en efecto, se pro¬
duce sulfuro de calcio, apoderándose las sustancias, orgáni¬
cas del oxígeno del sulfato, y este sulfuro se descompone rápi¬

damente al aire, dando en presencia del anhídrido carbónica


carbonato de cal y azufre. La riqueza de* los terrenos en azu-

(•) La constitución general de los sulfatos neutros se expresa por la sus¬


titución en la fórmula del ácido sulfúrico, el hidrógeno, por un
metal. Como-
este ácido es bifásico, SOIM2, los sulfatos neutros se formulandel modo si-
;guiente: SCUM'2. (J\T, del T.)
fíe varía de 20 á 50 por 100; puede elevarse hasta un 60 por
100. •

Sicilia es la, que tiene mayor número de terrenos explotados;


pero en todas partes hay considerables formaciones: en los Esta¬
dos Unidos, en Chile, en las Antillas, en el litoral del mar Rojo,
en Túnez, China y Japón. En Europa, en la circunscripción de
Cracovia, es donde existen las famosas salinas de Wíelickza, que
contienen, en medio de la sal gemma, una especie de cuña de ar¬
cilla sulfurosa mezcladacon yeso,1 que se aprovecha para la ex¬

plotación. Se encuentra también en Croacia, en España cerca de


Valencia '•), en Romanía y enToscana. Estas últimas están casi
abandonadas, en atención á que se explota muy en grande el
azufre'siciliano. •

Se encuentra, en efecto, en Sicilia en tal abundancia, que á


pesar de lo muy defectuoso de sus procedimientos de explota¬
ción, no ha podido competir con ella ningún otro país en el mo¬
nopolio de su producción. Cada uno explota separadamente su
mina, que toma en arrendamiento por una cantidad subida á su
propietario,-y que extrae de ella todo lo más posible, sin preocu¬
parse de la invasión de las aguas ni de los hundimientos posi¬
bles. Se extrae apenas la cuarta parte del azufre, cuando al fin
del arrendamiento queda la mina inexplotable en absoluto poí
muchos años ó acaso para siempre.
El azufre se encuentra entre dos grandes bancos de arcillas, en
contacto directo con margas y yeso, en forma de pequeñas venas
más ó menos extensas, de color amarillo, pardo ó verdoso, opaco
ó algo translúcido.
Se llega á la capa por medio de una pequeña galería, porque
con frecuencia el
depósito de azufre no alcanza la superficie del
suelo. Cuando se le distingue hay que seguirle, sin ocuparse de
trazar un plan, ni emplear pozos, galerías transversas ó andamia¬

jes. La bajada al filón está más ó menos inclinada y en forma de


escalera, y se extraen los fragmentos de mineral á hombros, va¬
ciando el agua por medio de bombas ó por otros medios ade¬
cuados.
Cuando se ahonda en las capas de marga hay que sostener
las galerías con revestimientos dé piedra, unidos con yeso, qüe
frecuentemente se hunden por la acción de las aguas. Lo mismo
(*) En nuestro país se encuentra el azufre nativo en Hellín (provincia de
Albacete), Conil (Cádiz), y en Lorca (provincia de Murcia), en Libros (Te¬
ruel), Vizcaya, Almería (sierra de Gádor), Benadux, etc. (N. del T.)
sucede en las
oquedades que se practican en los filones, y cuyos
pilares corresponden cuando hay diferencias de nivel. iHay
no se
que temer también .los desprendimientos repentinos dé gases
irrespirables ó inflamables, y debe prohibirse el uso de la pólvora
en esta
explotación. Cuando se quema, no hay más que dejarlo
arder, hasta que se extinga el fuego por sí mismo. De este ac¬
cidente se saca el partido posible recogiendo el azufre fundi¬
do que sale á través de las galerías, como acontece en Somma-
tini, donde después de tres cuartos de siglo una parte de la
montaña donde se halla la mina está en combustión.
Parece desde luego muy sencillo extraer el azufre de su gan¬
ga, pues que este cuerpo se funde muy fácilmente por cima de
112", Pero el azufre presenta en realidad propiedades muy espe¬
ciales, que dificultan la operación. Para que adquiera su fluidez
es necesario calentarle casi hasta su punto de ebullición, ó sea á

400°, lo cual práctico, Pero es más fácil regular econó¬


no es muy
micamente la temperatura, de suerte que se mantenga inferior
á 160° operando en grandes masas, y en Sicilia se emplea toda¬
vía con frecuencia el procedimiento de los calcaroni. Yvimitiva-
mente se hacía la extracción del azufre construyendo con grandes
fragmentos de mineral pilas como las de los carboneros para la
carbonización de la madera. Se las prendía fuego, se quemaba la
mayor parte del azufre y era arrastrado por los vapores sulfuro¬
sos, que por otra parte destruían toda vegetación hasta un radio
lejano. £1 rendimiento era apenas de un 30 por 100 y llegaba con
frecuencia á 15. La única precaución que había que tomar era
no encender las
pilas en otro período que no fuera el compren¬
dido entre la siega y la siembra.
En 1850, este procedimiento inculto, que revelaba perfecta¬
mente la indolencia natural de los habitantes, se perfeccionó de
un modo notable, debido á la casualidad de un incendio, que se
dice se trató de apagar cubriendo de tierra el sitio incendiado y
produjo, mediante la combustión lenta, azufre en abundancia y
de muy buenas condiciones. Se emplean, pues, hoyós de mani¬
postería de fondo inclinado, agujereados en su parte anterior y
cuyo suelo es impermeable al azufre. En los terrenos cultivados,
donde no se puede trabajar en invierno, tienen alguna vez los
ealcaroni una capacidad de 1.200 metros.
Se carga el horno disponiendo cerca de la puerta una especie de
muralla de gruesos fragmentos calcáreos y después una capa grue¬
sa de mineral. Se apila en seguida éste, formando en la masa
chimeneas verticales con el auxilio de gruesos fragmentos, cuyos
intermedios se rellenan con mineral más fino. Se cubre todo con
este último, y después con una capa de polvo fino, que procede
de los residuos de una calcinación anterior.
Se aplica fuego por las chimeneas, y se tapan las aberturas
cuando se suponga que se ha extendido suficientemente. A los
seis ó siete días, mientras se desprende ácido sulfuroso (anhídri¬
do sulfuroso), hay que intervenir con gran cuidado, economizan¬

do la entrada del aire á través de la cubierta y regulando de


este
modo la marcha del fuego. Es necesario también aumentar ó
disminuir la capacidad de esta cubierta,
perforar la masa con
barras de hierro ó, por el contrario,
apagar el fuego inyectando
agua según los casos. Si se descuidan estas precauciones, puede
perderse toda la cocción el aparato se apague ó se que¬
porque
me en
totalidad, ó biendesparrame.
se
La naturaleza del mineral influye mucho en la marcha de la
operación. Siendo muy frágil el mineral más rico y no maneján¬
dose bien, los mismos fragmentos con frecuencia se funden
por
separado para cargar los calcaroni con los fragmentos así obte¬
nidos.
Cuando i a parte baja de un calcaroni está llena de azufre, se
destapa el del departamento inferior y cae el producto en cubos
de madera. Los panes que se extraen pesan de 50 á 60 kilogramos.

Fiff. 2.—Aparato Thomas.

Se necesitan, según las circunstancias, de quince á veinte días


para la fusión y otro tanto para la filtración, y en los grandes
aparatos, que pasan de 1.000 metros cúbicos, que puede durar la
operación tres meses, es mucho
menos, ventajoso, porque sólo
puede hacerse una fusión
por campaña, .con un aparato de pre¬
cio elevado, mientras que se hacen seis á ocho con un pequeño
calcaroni, mucho más barato, que trata la misma cantidad de
mineral y permite compensar las operaciones defectuosas con
otras mejores.
El rendimiento.es pequeño. Se pierde generalmente de 30 á
35 por 100 de azufre, y esta pérdida puede llegar hasta 70 por
i 00, cuando no debe exceder de 15, según el cálculo del azufre
necesario para la fusión de la masa.
Por lo tanto, con un mineral pobre el rendimiento es casi in¬
significante, y es inútil trabajar con los que sólo tienen de 10 á
12 por 100 de azufre.
Se ha tratado de utilizar los pequeños fragmentos que no se
pueden someter al calcaroni. Seles sujeta á lociones hasta que
contengan 80 por 100 de azufre puro; se funden en calderas, don¬
de se les priva de las sustancias extrañas. No calentando por ci¬
ma de 150°, el azufre se funde
y se reúne en la superficie. Las
impuridades se someten al calcaroni.
Por otra parte, se han practicado numerosos ensayos para
sustituir otro procedimiento de calefacción al del mismo azufre,
-que consume mucha parte de este producto. Se ha tratado de
hacer uso del vapor, que permite regular la temperatura á vo¬
luntad.
El aparato Thomas, construido con este objeto, se compone de
un gran cilindro horizontal, rodeado de una cubierta de made¬
ra, y se coloca sobre railes una fila de vagonetas perforadas,
cargadas de mineral dividido.
Uno de los extremos del cilindro se inclina sobre una vía por
donde circula un crisol para recibir el azufre fundido. Se lija des¬
de luego á la caldera el crisol por medio de pasadores y una jun¬
tura de caucho, introduce el mineral y se cierra la puerta por
se
donde se
Se da entonces vapor, por medio de un tubo
carga.
perforado, á una presión de 3 á 4 atmósferas. Al cabo de tres
horas se deja salir el vapor, que va á un aparato semejante, car¬
gado durante este tiempo, y se quitan rápidamente los crisoles,
de modo que ge pueda introducir una nueva* carga antes que el
aparato se haya enfriado por completo.
En otros modelos, la caldera es vertical y cónico-truncada.
Los vagones de mineral se vuelcan en una cubierta concéntrica
perforada, cuyo fondo puede separarse en dos piezas cuando la

10 —

operación ha terminado. Se cierra el aparato con una tapadera


de fundición sujeta con dos pernios y que sostiene una grúa.
En la parte inferior se coloca un gran crisol ancho, montado so¬
bre un carro.
Llega el vapor que se produce después de la operación á un se¬
gundo aparato, y una vez el azufre en el crisol, se. separa éste y
se
descarga el mineral en un vagón inferior. De esta manera
pueden repetirse hasta siete operaciones por día con buenos mine¬
rales, no quedando en ellos más que 2 por 100 de azufre. Estos
aparatos se usan principalmente en las Komanias; no utilizan
más que la mitad del calor desprendido por el carbón, á causa
de las considerables pérdidas verificadas por radiación. El pre¬
cio á que resulta es casi el mismo por cada cuba del azufre
extraído que el obtenido por los calcaron! ó aparatos Thomas.
Estos excelentes cuando se hace uso de minerales ricos, pero
son
no sirven cuandose trata de minerales pobres, porque el censo

que hay que separar para el propietario de la mina por el pro¬


ducto obtenido aumenta con la producción de los aparatos. El
método por medio del vapor tiene, sin embargo, la gran ventaja
de poder emplearse en todo tiempo, mientras que está prohibido
establecer los calcaron! en la época de la recolección, y éstos son
mucho más molestos en su marcha, por las circunstancias y vici¬
situdes atmosféricas.
Hay algunos minerales manchados con materiales bitumino¬
sas que dan
un azufre negruzco de difícil venta. De ordinario se
someten á la destilación.
Los antiguos aparatos consistían en un horno largo, donde se
colocaban dos filas de cubas de gres llenas de mineral. El azufre
destilado volvía por una alargadera á vasos exteriores seme¬
jantes, donde se condensaba, y de allí á un cubo ó vasija de
madera.
Hoy se reemplazan los cubos por retortas de fundición y rara
vez se destila el mismo mineral. Las retortas en forma de tonel
están ligeramente inclinadas, y se colocan de seis en seis sobre
una bóveda, por la que atraviesa la llama. El azufre se recoge en
la parte exterior en un recipiente enfriado. Las pérdidas de azu¬
fre son bastante considerables; una parte desaparece al estado
gaseoso, en razón á la elevada temperatura que se necesita em¬
plear, y son mayores cuando el mineral contiene yeso, lo cual es
muy frecuente. Alguna vez se empieza por volver á calentar el
mineral en una cámara de manipostería antes de volverle á ha-

11 —

cer caerá una retorta de fundición calentada directamente. De


esta manera se utiliza algo
mejor el calor.
En las minas de Galitziase
empleaba antes un sistema aná¬
logo de destilación. Las retortas eran cilindros de fundición in¬
clinados, superpuestos en tres filas en un hogar y dejando caer
el azufre por un tubo á un depósito. Cada retorta llevaba en el
fondo tres tubos, á fin de que se puedan invertir y usarse
por
igual. Hoy se emplea la fusión por medio del vapor, mucho me¬
nos costosa, y también se tratan por el sulfuro de carbono los
fragmentos pequeños ricos en azufre.

Fig. 3.—llt'turtua de destilación.

El referido sulfuro de carbono, que estudiamos al final de este


"olumen, dejos mejores disolventes del azufre, pues
es uno
ruando se trata el
mineral por este procedimiento se agota por
completo. Además el sulfuro de carbono es fácil á su vez de ob¬
tener económicamente,
pues se prepara por medio del azufre,
Se llena de este disolvente un depósito superior sobrepuesto
de
un
refrigerante, comunica con cubas cilindricas de palastro
que
provistas de una doble pared y en donde se carga el mineral pulve¬
rizado sobre una reja perforada. Es necesario, siempre
que sea
posible, practicar un agotamiento metódicc^haciendo llegar el sul¬
furo de carbono á cubas, primero
casi apuradas y sucesivamente
cada vez más ricas. El disolvente, saturado, se dirige á una cal-
-
.■>

Flg. 4. .—Aparato Afülwm.


dera cerrada, calentada pormedio del vapor. Se evapora, y sus va¬
pores,condensados en el refrigerante, vuelven al depósito. No se
desperdicia el sulfuro que impregna los filtros; se dirige á éstos
una corriente de vapor,
qne arrastra el disolvente y va á conden¬
sarse en el refrigerante.
Hay que tomar una precaución esencial en toda instalación
de este género, y es separar por lo menos 30 metros cualquier
hogar del sitio donde está el sulfuro, por la gran inflamabilidad
de éste. La pérdida del azufre no excede de 0,5 por 100, aunque
ios minerales sean margas difíciles de tratar, y la pérdida del suL
furo, inevitable á consecuencia de su gran volatilidad, no excede
de esta misma cifra. La fabrica de Swozsovice produce 20 cubas
de azufre mensuales. Esta producción es insignificante al lado de
las 300.000 barricas que produce anualmente Sicilia. El azufre
de esta comarca se exporta por Catania, Licata, Palermo, y se

divide, según el aspecto exterior de los panes, en tres calidades


es parda y muy impura; la primera es de
principales. La última
azufre químicamente puro.
Es necesario mencionar también, como origen interesante del
azufre, el que puede extraerse de los residuos de la purificación
del gas del alumbrado, y que procede de que las hullas emplea¬
das están siempre más ó menos cargadas de piritas y desprenden
hidrógeno sulfurado. Se retiene este cuerpo en las fábricas de
gas por medio de una mezcla de óxido de hierro y virutas de
madera; el sulfuro de hierro se descompone al aire, regenerando
el óxido de hierro y dando un depósito de azufre; de suerte que
al cabo de cierto número de regeneraciones parecidas no puede
ya servir la mezcla depuradora, porque está muy cargada de
azufre. Contiene hasta 65 por 100 más que los mejores minera¬
les, pero retiene también muchas sustancias breosas; de suerte
que no se le puede tratar por el método tan sencillo del sulfuro
de carbono.
Se introduce entonces la masa, después de una previa lixivia¬
ción, retorta dispuesta como en las fábricas de gas,
en una gran
extendiéndola sobre tostadores superpuestos, donde se hace lle¬
gar el vapor sobrecalentado por su paso á través de un serpen¬
tín colocado en el
hogar que calienta también la retorta. El
azufre destila y va á condensarse á un depósito lleno de agua.
En los países en que son abundantes las piritas, se utilizan
alguna vez para la obtención del azufre. Estas, piritas son sulfu¬
res de hierro ó de cobre, que se descomponen por el calor, aban-

14 —

donando nna parte de su.azufre. En el Harz se recoge también


en las partes frías de los hornos bastante cantidad de azufre, que

se purifica calentándole á una temperatura baja para que la super¬


ficie quede sóiída. Se forma también una costra.de azufre puro,
mientras que el fondo se recoge y filtra sobre los lienzos. Sobre
éstos queda un residuo de azufre muy arsenical. En Suecia, en
■Fahlun, se condensa el azufre de las piritas en hornos con exten¬
sas chimeneas de madera
que abarcan toda la superficie.
.
En Bohemia, donde se fabrica mucho sulfato de hierro con la
pirita ferruginosa, que es un bisulfuro de hierro, hay la ventaja
de extraer todo el azufre en exceso; de modo que puede obtenerse
un sulfuro sencillo,
que se transforma enteramente en sulfato.
Para destila la pirita en retortas dispuestas en tres pisos
eso se
en horno. Están inclinadas hacia la tierra, barnizadas inte¬
un

riormente y provistas de un tubo de desprendimiento que va á


parar á un condensador común lleno de agua. La fabricación es
continua y se carga cada piso mientras los otros dos funcionan.
Se obtiene de 13 á 14 por 100 del azufre de las piritas empleadas,
y un residuo de sulfuro que se transforma en sulfato por su ex¬
posición al aire.
Este azufre, extraído de las piritas, no es más que una pequeña
parte de la producción total de este cuerpo. Otra porción más
importante la suministra la regeneración que experimentan los
residuos ó cernadas que proceden de la fabricación de la sosa.
Hemos descrito con todos sus detalles los procedimientos em¬
pleados con este objeto en nuestra precedente obra sobre las po¬
tasas y las sosas, por lo cual no haremos sino recordarlos muy
brevemente.
La íabricación de la sosa por el procedimiento de Leblanc
consiste en tratar una mezcla de sulfato de sosa con carbón y
creta. Se obtiene primero sulfuro de sodio y ácido carbónico, y
después, porla reacción de la creta ó carbonato de cal, sulfuro de
.calcio y carbonato sódico. El carbonato de sosa se extrae por li¬
xiviación, y queda el sulfuro de calcio como residuo, que con-
.tiene en definitiva todo el azufre del sulfato que se ha empleado.
.Los procedimientos usados para extraer este producto, que an¬
tes,se desperdiciaba, permiten obtenerle, ya al estado de azufre,
ya al de hidrógeno sulfurado. En los primeros (procedimientos de
Schaffner y Mond) se oxidan por una corriente de aire las cer¬
nadas lixiviadas, y se descompone por el ácido clorhídrico el lí-
.quido que contiene todo el azufre al estado de polisulfuros.. En

15 —

los segundos (procedimiento de Chance) se desprende todo el


hidrógeno sulfurado de las cernadas por medio del ácido carbó¬
nico que se inyecta en ellas. E&te hidrógeno sulfurado puede
también suministrar azufre cuando se quema con suficiente can -
tidad de aire (horno de Claus). De este modo se obtiene hoy casi
Lodo el azufre de las cernadas ó marcos de sosa, y como el sul¬
fato sódico, primera materia de la industria de Leblanc, se fa¬
brica con el ácido sulfúrico, es en definitiva el azufre de este úl¬
timo el que llega á extraerse, después de una larga serie de trans¬
formaciones í1).

(') En España hay diferentes criaderos de azufre, como ya hemos citado


en una nota anterior. Algunos tienen celebridad universal desde hace mu¬
chos años. El de Conil, en Cádiz, le cita ya Valmón de Baumare en su Dic¬
cionario de Historia Natural y otros varios autores. La sierra de Gádor, en
la provincia de Almería, lo suministra en gran cantidad, y las minas de
aquella localidad se explotan perfectamente con arreglo á los últimos ade¬
lantos científicos, produciendo rendimientos de consideración.
Las minas de azufre de Hellín se explotan en gran escala en nuestro país
(provincia de Albacete). Están situadas en la margen izquierda del río Segu¬
ra, cerca de su confluencia con el río Mundo, y distan próximamente cuatro
leguas de la población, habiendo, para llegar á dicho punto un camino pin¬
toresco y un paisaje delicioso. Reciben los filones diferentes nombres en la
localidad, como son: el de Concha primera, Guvjarrillo, Sospeada, Picada,
Bastarda, Florida, etc. El terreno en que se hallan es terciario, cuyas ca¬
pas, aunque algo onduladas, conservan la posición horizontal. Multitud de
familias de mineros viven en la proximidad de estas minas, en cuyo laboreo
se
ocupan gran número de operarios, y constituye una importante industria.
Talos romanos la.beneficiaron, si bien sus trabajos se limitaron á una pe¬
queña extensión de terreno. El hallazgo en dicho sitio de monedas, ánforas
y objetos de aquella época lo atestigua perfectamente.
En Conil, cerca de Cádiz, hay también grandes criaderos de azufre. So¬
bre una roca margosa caliza se halla el referido cuerpo, ofreciéndose mu¬
chos ejemplares en magníficos cristales, muy notables por su tamaño, en tér¬
minos de poderlos presentar como modelos. De ellos hay bastantes muestras
en la rica colección
mineralógica que existe en el Museo de Ciencias Natu¬
rales de Madrid.
España es, pues, un país rico en azufre al estado nativo y sus minas han
sido de larga fecha explotadas. Así es que merece citarse en este concepto, y
puede figurardignamente cuando se mencionan los criaderos de alguna cele¬
bridad. (Adición del Traductor.)
CAPÍTULO II

REFINACIÓN. — USOS

Cuando no se tiene otro objeto más qne la fabricación del


ácido sulfuroso, del ácido sulfúrico ó el blanqueo de las lanas,
puede emplearse sin inconveniente el azufre tal como lo produ¬
cen los
yacimientos citados, porque las impuridades que le alte-
ran no son volátiles y
no hay por tanto perjuicio alguno, puesto
que en las referidas industrias no se hace uso más que de los va¬
pores del azufre. Pero el azufre tiene otros muchos usos para los
que se necesita puro, como son la pólvora, las pajuelas y la vulca¬
nización del caucho, por ejemplo. Por otra parte, es necesario
para ciertas operaciones obtenerle en polvo, el cual puede reves¬
tir dos formas: polvo obtenido por trituración y tamización, ó la
flor de azufre obtenida por sublimación.
La refinación del azufre, que completan estas diversas opera¬
ciones, tiene por centro Marsella, donde esta industria se ejerce
desde hace más de un siglo. Estas fábricas se hallan allí organi-
z idas
para tratar 60 cubas por día, ya sea en flor, ya en cañones
ó cilindros, ya en polvo obtenido por trituración.
El primer aparato, el de Míchel, que después ha sido la base de
todos los demás, data de 1805. Es una gruesa caldera de fundi¬
ción, que puede contener de 4 á 500 kilogramos de producto bruto.
Una alza inclinada, de manipostería ó de fundición, conduce los
vapores á una cámara de fábrica de la capacidad de 100 metros
cúbicos. Era necesario, siempre interrumpirla operación para ex¬
traer el azufre y volver á cargar la retorta, de donde resultaba
nna pérdida considerable de azufre, dificultades en la limpieza:

y peligros para los operarios, á causa de los vapores sulfurosos


desprendidos.
Uno de los primeros perfeccionamientos introducidos en este
aparato consiste en el empleo de dos cilindros paralelos, cerra-
d< s por un obturador móvil y calentados por medio de un ho¬
gar, cuyos gases perdidos van á rodear un espacio cargado de
azufre bruto. Este se funde y á su vez se reúne en las retortas.
4

17 —

Además, la alargadera de éstas, que Ta á parar á la cámara de


condensación, puede cerrarse á voluntad por medio de un regis¬
tro. Esta cámara tiene una válvula de seguridad en la parte su¬
perior, y una puerta cerrada por medio de una pieza de fundición
colocada en la parte más inclinada del suelo de la cámara y pro¬
vista de un orificio de desagüe, que se regula, por donde el azu¬
fre fundido puede salir á una pequeña caldera exterior, donde

Fig. (i.—Aparato de la¡ny.

permanece el líquido. Se pone el aparato en marcha, cargando


primero las retortas directamente y después el espacio recalenta¬
dor que las alimenta consecutivamente. Se pueden destilar cerca
de dos cubas diarias, pero el aparato resulta de una calefacción
poco económica. Si se quiere azufre en flor, no se hacen más que
dos operaciones en veinticuatro horas (aparato de Lamy). p ;
El aparato Dejardin produce mejores resultados. El espacio
recalentador permite que vayan á la retorta lo mismo las impu¬
ridades que el azufre puro, lo, que no acontece en el aparato an¬
terior, ante el temor de obstruir los tubos de comunicación. No
hay ya más pérdida de azufre por este concepto. Además, la re-
B1LL0N.— TOMO IV.—2

18 —

torta es de forma lenticular, con dos cuellos levantados: uno es¬

trecho y cerrado por un obturador; otro, muy ancho, comunica


con la cámara de condensación
y puede cerrarse por medio de
■una concha. La llama del hogar no calienta
directamente la re¬
torta; los gases calientes llegan primero por la parte superior, des-

Fig. 6.—Aparato Dejará'ni,

pues pasan por debajo y se dirigen desde allí al recalentador. De


esta suerte, el azufre puede condensarse en la parte superior
no
de la retorta y se utiliza mejor el combustible. La cámara es ca¬
paz para 600 metros cúbicos. Se gastan próximamente 25 kilo¬
gramos de carbón por 100 gramos de azufre obtenido.
Es fácil comprender qne, manteniendo la cámara de azufre
por cima de 112a, punto de fusión del azufre, éste no dará llo¬
res, sino que se fundirá en el fondo. Basta para mantener egta

19 —

temperatura procurar que las operaciones estén próximas unas


de otras; pero no debe, sin embargo, exceder la temperatura de
160°, so pena de obtener azufre pardo y viscoso. Se coloca el azu¬
fre en la pequeña caldera exterior, y con él se llenan los mol¬
des (■'). Estos antes, siguiendo la general rutina, eran de madera,
ligeramente cónicos. EL azufre, enfriado por medio del agua, se
extraía bajo la forma de cono truncado, golpeando el tapón que
cerraba el molde. Hoy se prefieren formas que tienen 24 mol¬
des, estando formado cada uno de ellos de dos semicilindros hue¬
cos en piezas de madera, reunidas por un marco con tornillo.

Se termina de un modo lento la solidificación del azufre en el


interior de los cañones, que pasan sucesivamente del color ana¬
ranjado al amarillo opaco eon que se conocen.
Para la flor de azufre no se necesita que la cámara se caliente
más de 111°, por lo cual es necesario distanciar las operaciones
y quitar frecuencia el producto. Se verifica esto cuando haya
con
50 á 60 centímetros sobre el suelo. Para aumentar la producción
se han empleado después grandes cámaras, montadas sobre co¬
lumnas de ladrillo, que se enfrían al aire con facilidad. De este
modo pueden obtenerse 16 ó 17 cargas sucesivas sin temor á la
fusión, lo cual economiza mucho combustible.
Cuando pueden utilizarse los residuos de la refinación, y no
hay, por tanto, que ocuparse de extraer todo el azufre, puede em¬
plearse una disposición mucho más sencilla, como se hace, por
ejemplo, en Bohemia. El azufre bruto se .carga en la caldera ver¬
tical por medio de un tubo cónico que desemboca cerca del fon¬
do. El tubo de desprendimiento es del mismo diámetro que la
caldera, así como la cámara de condensación; de suerte que el
aparato, en su totalidad, tiene el aspecto de un enorme sifón de
ramas cortas. Se separan los residuos por medio de una ancha
tubuladura de la caldera.
En G-alitzia, en Badoboj, se destila el azufre en una cápsula de
fundición que se alimenta lateralmente. Los vapores vuelven por
un ancho tubo de
palastro á una cámara de madera, seguida de

(*) También puede extraer azufre de las tierras que le contienen colo¬
se
cando éstas en vagonetas que á su vez se ponen en un ancho tubo de
unas

hierro bien tapado, adonde se hace llegar vapor acuoso á la presión de 5


atmósferas y á una temperatura de 140". Se recoge el azufre, que se funde
por éste procedimiento, en un recipiente colocado en el tubo. Necesita mu¬
cho combustible, por lo cual se utiliza este método cuando el combustible és
barato. ■
\JST, del T.)

20 —

otras dos más pequeñas, á campanas reunidas, y, por último, á


un condensador. La operación dura catorce horas y no se hace
más que una cada día. En las diversas cámaras se obtienen pro¬
ductos de condiciones diferentes.
El azufre, independientemente del consumo que de él hace la
industria para la fabricación de los ácidos sulfuroso sulfúrico,
y

tiene muchos usos industriales. Tales .son, por ejemplo, la pól¬


vora y las pajuelas ordinarias, á las que-se recurría por su fácil
inflamabilidad.
La propiedad que posee de hacerse
muy fluido hacia su punto
de fusión le hace apto para recibir las más delicadas
impre¬
siones.
Los vapores antisépticos de ácido sulfuroso (anhidrido sulfu¬
roso) que se producen en su combustión se utilizan en muchos
casos. Se facilita entonces el empleo del azufre
por medio de me¬
chas sulfuradas.
Una de ,lap aplicaciones importantes del azufre es la vulca-
nización del caucho, que convierte á este cuerpo en blando á1
todas las temperaturas é impide que se adhiera á los cuerpos á
que se aplica. Aumentando en mayores proporciones la cantidad
de azufre se obtiene el cuerpo conocido con el nombre de caucho
endurecido ó eboníta, cuyas aplicaciones son tan variadas.
El azufre se usa con frecuencia para asegurar el hierro en la
,

piedra. Hay varios mastics de que forma la base, que son de una
solidez extraordinaria. Tal es el que se usa por los fabricantes de
calderos de palastro, compuesto de:

Torneaduras de fundición 100 partes.


Azufre 3ál5 —

Sal amoníaco 3á 5 —

Se humedece con refuerza con esta pasta todas las'


agua, y se
junturas de las piezas han de unirse.
que
El metal Spmcs se obtiene fundiendo con azufre los sulfu¬
res metálicos; por ejemplo, el hierro ó el cobre. Es una mate¬
ria gris, sólida, homogénea, de fractura como la de la fundición;
se funde á 170°, y resiste la humedad y los ácidos; es
susceptible,
de buen pulimento y se presta perfectamente al modelado. Se usa,
como el azufre, para unir el hierro á la piedra,
y en tal concepto .

se utiliza también en Londres para unir con gran ventaja las jun¬

turas de los tubos de gas.


Las vides invadidas del oídfum (.Erespha Tuclceri) no tienen
otro remedio que el tratamiento el azufre, y esta es una apli¬
con
cación que consume enormes cantidades de dicha sustancia.
Siendo mucho más barato el azufre pulverizado, se ensayó em¬
plearlo desde luego en lugar de la flor; pero resultaba ilusoria la
economía, porque el polvo obtenido por trituración y tamizado
está siempre formado en definitiva de pequeñas partículas sóli¬
das; es mucho más pesado que la flor, formada de diminutas ve¬
sículas esféricas, huecas, arracimadas, que se fijan muy bien so¬
bre las hojas y resisten á la lluvia y al viento, que con la mayor
facilidad arrastran en breves instantes el azufre triturado. Ade¬
más, siendo el volumen de la flor mayor que el del polvo (dos
veces), se obtiene mucha más economíacon su empleo. Este se:
realiza por medio de la caja con borla y del soplete, siendo éste
mucho más cómodo y con la ventaja de perderse mucho menos
azufre. Generalmente se hace un azufrado preventivo; después
tres operaciones sucesivas: antes y después de la floración de la
vid; luego á fin de julio, teniendo buen cuidado de evitar las.
grandes lluvias y los vientos huracanados, Se cuenta como tér¬
mino medio SO kilogramos de azufre por hectárea en cada ope¬
ración (*)•
En razón á la importancia del asunto, daremos algunos de¬
talles acerca de la vulcanización del caucho. Se sabe que esta,
sustancia se extrae del jugo de algunos árboles (Cesiüloa elástica,
Hevea c/w/anensis). Se encuentra allí en suspensión al modo que
los glóbulos grasos de la manteca en la leche, y por evaporación
de este zumo es como se obtiene el caucho puro. Hasta el descu¬
brimiento de la vulcanización, las aplicaciones de este cuerpo
eran muy limitadas; se endurecía por la acción del frío cuando
era puro y se hacía fusible cuando la temperatura se elevaba, de
suerte que su elasticidad variaba en proporciones incompatibles
con sus usos. Estos inconvenientes desaparecieron con la vulca¬
nización. Esta consiste en someter á uua temperatura próxima¬
mente de 130° el caucho ordinario mezclado con azufre. Se ad¬
mite entonces que la parte grasa y pegajosa perjudicial se trans¬
forma en caucho elástico; de suerte que esta operación tenía en
realidad porobjeto hacer homogénea la masa, dándole la misma
composición. Sólo una pequeña porción de azufre se combina, el
resto está retenido mecánicamente. Es lo que forma la eflores¬
cencia blanca que se observa en la superficie de los objetos vulca¬
nizados.
I)e cualquier modo, esta ligera adición de azufre cambia las
propiedades del cuerpo y le hace blando, elástico, que no se en¬
durece al frío ni se reblandece por el calor, y se hace insensible
á la acción de los ácidos y de los disolventes.
El inventor de este notable descubrimiento es Godyear, un
americano, cuyo procedimiento ha ido sucesivamente modifi¬
se
cando y se sigue todavía. Al caucho ordinario se mezcla 7 á 10
por 100 de azufre, y entonces se fabrican los objetos de las di¬
versas formas que se deseen.
Se colocan en seguida estos objetos
en estufas á una
temperatura de 130 á 150° ó en calderas á la ac¬
ción del vapor.
El procedimiento de Hancok está fundado en el empleo del
azufre fundido. Una vez fabricados los objetos con caucho or-

(q Además de los usos indicados del azufre, merecen especial mención las
muchas aplicaciones que tiene en medicina y farmacia, como eficaz medica¬
mento en las enfermedades de la piel, empleándose en pomadas y también
al interior en diversas formas En química se usa para la preparación de
sulfuros. (iV. del T.)

23 —

dinario, se desecan uno ó dos días para privarles de todo indicio


de humedad, y después se mantienen dos ó tres horas en un baño
de azufre fundido á 130 ó 135°. El caucho se pone primero de
color de naranja, y termina por combinarse con el azufre á las
dos ó tres horas; se juzga del estado de la operación por medio
de objetos comprobantes, que se examinan á pequeños interva¬
los. Se separan entonces los objetos y se sumergen en agua fría,
donde fácilmente se separan del exceso de azufre.
Este método es inferior al primero. Se produce durante la ope¬
ración un desprendimiento de hidrógeno sulfurado, que puede

1
acumularse en algunos puntos, según su forma, y determinar
abolladuras ó desperfectos. Además, no teniendo todos los obje¬
tos el mismo espesor, la parte externa se vulcaniza demasiado y
al interior no alcanza.
En el procedimiento de Parker se emplea un cuerpo diferente,
el cloruro de azufre. Se empieza por disolver éste en el sulfuro1
de carbono,y se sumergen en esta solución á 1/40 ó 1/50 los ob¬
jetos que se trata de vulcanizar. Para las láminas que no pasen
de un milímetro de espesor bastan dos minutos, y los demás ob-;
jetos se dejan durante un tiempo variable, según su espesor.;
Para impedir que se evapore la solución que impregna les obje¬
tos se sumergen éstos en agua fría al salir del baño.
Este procedimiento, muy sencillo y rápido, presenta un grave
inconveniente, y es que al cabo de algún tiempo se desarrolla en,
los objetos fabricados una reacción ácida que hace el caucho
duro y quebradizo.
Para los objetos de poco espesor, un procedimiento que da
buenos resultados consiste en sumergirlos en una solución de
hígado de azufre. Este cuerpo no es más que el polisulfuro en
placas verdosas con que se preparan los baños sulfurosos.
Se emplea también el procedimiento de Burke, fundado en el
empleo del sulfuro de antimonio. Tiene la ventaja de no formar
eflorescencias en la superficie del caucho, y además puede dejarse
en contacto de los metales sin que se altere.
Con frecuencia se mezclan con el caucho diversas sustancias.
Unas simplemente tienen por objeto evitar esta reacción ácida
de que hemos hablado. Adicionando, por ejemplo, un 10 por 100;
de cal, después de vulcanizado el azufre por el procedimiento de
Godyear, ofrece una resistencia y una conservación mucho ma¬
yores que los demás productos vulcanizados.
Otras sustancias tienen por objeto, ya sea hacer el caucho me-

24 —

jor conductor, ya también aumentar su resistencia al aplasta*


miento; tales son el sulfato bárico, el cálcico y la cerusa.
El caucho vulcanizado posee por lo general un olor desagra¬
dable de hidrógeno sulfurado, producido por el exceso de azufre
que descompone la materia orgánica. Hay diversos medios de
privar al caucho, de este olor; se puede, por ejemplo, lavarle en
Un baño alcalino, y se puede también cubrir los objetos con car¬
bón en polvo grosero y calentarles á la temperatura de 60° du¬
rante algunas horas. Se sabe que el carbón posee en alto grado
el poder de absorber los gases, y esta propiedad se utiliza para:
que desaparezca el hidrógeno sulfurado.
El caucho endurecido, vulcanita, ebonita, es un producto don¬
de es mucho mayor la proporción de azufre. Su preparación y
propiedades son distintas.
Se empieza por reblandecer el caucho puro á 80°, á fin de po¬
derle dividir por medio de una máquina potente en fragmentos
pequeños; se trata por la sosa y se somete á diversas operaciones
mecánicas, que tienen por objeto purificarle por completo. Se
somete á ¡a acción de unos cilindros calentados que mezclan las
sustancias, y se incorpora por pequeñas porciones los 25 ó 30 por
100 de flor de azufre
que debe absorber. Se fabrican con los pro¬
ductos de tal suerte preparados los objetos que se desee y se
les lleva á la caldera de vulcanizar. Se les mantiene en este
sitio por espacio de ocho á doce horas, y es muy importante que
la temperatura permanezca la misma, y por consiguiente la pre¬
sión del vapor; de suerte que es una operación muy delicada.
Se puede apreciar bien cuándo esta materia se deja pulimen¬
tar y trabajar con facilidad.
Añadamos, para terminar, algunas palabras acerca de la fabri¬
cación de los tejidos impermeables. Se impregnan éstos prime¬
ramente con una disolución de caucho en bencina pura, por me¬
dio de un cilindro y un cuchillo que apoya en el tejido y hace
que se impregne de la disolución. De allí se hace pasar el tejido
á una mesacalentada, donde se evapora el disolvente. Es fácil
comprender cómo se procede, ya sea para obtener objetos que
sean permeables por encima ó entre dobles
tejidos. La operación
se facilita
por el hecho de que el caucho, disuelto en la bencina,
ocupa un volumen veinte veces mayor que al estado seco, y el es¬
pesor de la capa puede regularse á voluntad.
Se procede entonces á la vulcanización. Esta puede hacerse en
una caldera de
vapor, pero lo más frecuente es emplear la solu-

25 —

ción de cloruro de azufre en el sulfuro de carbono, medio muy


cómodo atendiendo al poco espesor de la capa. El tejido se ro¬
dea sobre un cilindro, hallándose el caucho por fuera, y sus ca¬
pas, aunque superpuestas, están separadas por una tira de lienzo
que impide la adhesión. Al desarrollarse pasa por un pequeño
cilindro que se sumerge en una artesa que contiene la disolución,
que de esta suerte retiene lo bastante para vulcanizarse. De allí
pasa á un segundo cilindro por medio de una rueda atractiva, y
el tejido tiene tiempo suficiente para secarse antes de volverse á
enrollar de nuevo en éstas.
CAPÍTULO III

ÁCIDOS SULFUROSOS Y SULFITOS (')

Cuando se quema azufre en el aire se produce el olor picante


bien conocido, debido á un gas dotado de propiedades ácidas, el
ácido sulfuroso (anhídrido).
La combustión de un cuerpo no es, en efecto, siuo su confi¬
nación con el oxígeno, acompañada casi siempre de calor y luz.
En este caso particular el azufre ha fijado el oxígeno para dar
origen á un nuevo cuerpo, pero es posible hacerle experimentar
un grado de oxidación mayor. Basta para eso someter el ácido
sulfuroso á la acción de sustancias ricas en oxigene, que le des¬
prendan fácilmente, y se transforma en un nuevo ácido, que es el
ácido sulfúrico. Recíprocamente se puede, calentando el ácido
sulfúrico en contacto de sustancias ávidas de oxígeno, hacerle
perder una parte de éste y volverle á convertir en ácido sulfuro¬
so (anhídrido). Se sabe que el hecho, muy general, de la oxida¬

ción de los cuerpos á diversos grados, se expresa por medio de


terminaciones en oso é ico que siguen á los cuerpos que de ellas
resultan.
El gas ácido sulfuroso, que marca uno de los primeros grados
de oxidación del azufre, no manifiesta al estado gaseoso sus pro¬
piedades ácidas; es necesario para esto que se halle combinado
con cierta cantidad de agua. Bajo uno
ú otro de sus estados
tiene importantes aplicaciones. El gas ácido sulfuroso (anhídri¬
do) puede fácilmente reducirse al estado líquido. Basta para
ello comprimirle á una presión de 2 á 3 atmósferas, en recipien¬
tes sólidos, para conservarle en ese estado, y también puede pre¬
pararse haciéndole llegar á una pequeña ampolla de vidrio ro¬
deada de una mezcla de hielo y sal marina, que produce un frío

í1) El verdadero nombre que debe asignarse al gas producido en la com¬


bustión del azufre en el aire es el de anhidrido sulfuroso El ácido sulfuro¬
so. en realidad, 110 se ha aislado, sino que se supone que se llalla en la solu¬
ción! del anhídrido en el agua. (N. del T.)
muy intenso. De este modo se obtiene un líquido perfectamente
incoloro, movible, que tiene la singular propiedad de her¬
muy
vir á 8 grados por bajo de cero.
Es decir, que á la temperatura ordinaria se transforma instan-'
táneamente en vapores, y como esta súbita transformación exige
mucho calor, lo toma el anhídrido sulfuroso de los cuerpos que
le
rodean, que por lo tanto enfría inmediatamente de un modo^
muy enérgico. Al tratar de la industria de los gases nos ocupa¬
remos de un modo más detenido de la
aplicación más general que
boy se hace del ácido sulfuroso la producción artificial del
para
frío; sólo citaremos ahora la siguiente curiosa experiencia, fun¬
dada en el mismo hecho: Se calienta al rojo blanco un crisol de
platino, lo que exige una temperatura muy elevada, á la cual ya
se funde el
hierro, y se vierte bruscamente en el crisol un poco
de ácido sulfuroso líquido. Se sabe que cuando se coloca una
gota de líquido sobre una placa de cristal calentado de este modo
toma la gota una forma esférica y rueda sobre la placa sin tocar¬
la, formándose en este caso instantáneamente una cubierta de
vapor al rededor de la gota, que basta para producir este efecto.
Lo mismo sucede con el ácido sulfuroso líquido, que en lugar de
evaporarse instantáneamente no hace más que hervir como lo
haría en el aire. Pero verificándose esta ebullición á — 8o, como ya
hemos dicho, el agua que se vierta en la superficie del líquido se
transformará inmediatamente en hielo, y operando con ligereza,
se
llega á extraer esta particuiita deshielo de un crisol calen¬
tado á 1.200 grados.
Nos ocuparemos por el momento del ácido sulfuroso en diso¬
lución y de las sales que forma al combinarse con las bases, 6
sean los sulfitos.

Desde luego hay que tomar una precaución esencial para pre¬
parar una solución de este gas: el agua en que se ha de disolver
debe estar hervida previamente, á fin de privarla de aire. El he¬
cho es fácil de explicar, después de lo que hemos dicho de los fe¬
nómenos de oxidación; poco á poco, en efecto, en contacto del
aire disuelto en el agua pasa el ácido sulfuroso al estado de áci¬
do sulfúrico, lo cual es necesario evitar en todas las aplicaciones
que de él se hacen.
La preparación de estas soluciones es muy sencilla. Se ha re¬
currido, ya sea á la oxidación del azufre por su combustión al
aire, ya también á la desoxidación del ácido sulfúrico.
En el primer caso se quema el azufre en una cápsula de hie-

28 —

rro colocada en un horno cerrado, por cima deí cual hay un lar¬
go para determinar el tiro. Se regula Ja canti¬
tubo de palastro
dad de aire de modo que no se emplee más que el que se nece-^
sita para la combustión, pues un exceso daría por resultado mez¬
clarse con el gas desprendido y disolverse juntamente con él en
agua, lo que haría ilusoria la precaución de hervir ésta. El gas
recogido en la parte alta de la chimenea de palastro atraviesa

primero un refrigerante por donde circula el agua fría, donde se


desprende de los indicios de ácido sulfúrico que retiene, y se re¬
coge por un tubo en forma de sifón, para ir después á un con¬
densador. Este es de madera, forrado de plomo; el fondo está in¬
clinado, y circula por él una corriente de agua en sentido inver¬
so al que llega el gas. Este, gracias á láminas de plomo vertica¬
les, se ve obligado sucesivamente á atravesar todos los espacios
que separan estas láminas. Queda todavía un poco de gas no
absorbido, y se hace llegar á un cilindro de plomo que contiene
cristales de sosa húmedos, que lo retienen, produciendo sulfito
sódico que se recoge.
La solución de ácido sulfuroso, al salir del condensador, es

29 —

bastante pobre, y se prefiere con frecuencia obtenerla más con¬


centrada, de modo que contenga, por lo menos, la décima parte
de su peso de ácido. Se recurre entonces á la descomposición del
ácido sulfúrico, que se calienta con cuerpos ávidos de oxígeno,
como son la madera y el carbón.

Estos se colocan en una gran bombona de gres puesta sobre


un baño de arena. Por una de sus tubuladuras se introduce el
ácido sulfúrico; en la otra se fija un tubo de desprendimiento.

Este tubova á otra bombona parecida que no tiene sustancia

alguna oestinada á retener y condensar el ácido sulfúrico arras¬


y
trado, á la cual siguen otras dispuestas de igual manera, pero
llenas hasta los dos tercios de agua hervida. Estas bombonas tie¬
nen tres tubuladuras.
Por la
primera pasa el tubo que viene de la anterior y se su¬
merge hasta el fondo; por la segunda pasa otro tubo recto que
llega casi hasta el fondo y sirve de tubo de seguridad, en el caso
en
que la presión resulte muy enérgica en el interior del aparato*
La tercera tubuladura recibe otro tubo de desprendimiento que
va á la bombona siguiente. Esta serie de vasos por donde se hace
circular el gas para faiilitar su disolución total lleva el nombre
de aparato de Woulf, de uso muy frecuente en química.
La reacción es fácil de explicar. El ácido sulfúrico se descom¬
pone en oxígeno y ácido sulfuroso. Este último se desprende y sé
disuelve en las bombonas, y el oxígeno se dirige á la madera ó al
carbón, con los que se combina dando ácido carbónico. Este es

¿50 —

igualmente soluble en agua y su presencia no ofrece inconve¬


niente alguno,
porque exigiendo para disolverse una presión mu¬
cho mayor que el ácido sulfuroso se desprende en su mayor par¬
te en la extremidad del aparato, donde la presión es insignifi¬
cante (J)-
La solución de ácido sulfuroso, obtenida por uno ú otro mé¬
todo, se expende en bombonas para las industrias que lo emplean.
Es necesario tener presente una circunstancia. Sabido es que
hirviendo el agua se puede expulsar todo el aire que contiene,
y del mismo modo puede privarse de ácido carbónico al agua de
Seltz, por ejemplo. Es que los gases se disuelven tanto mejor en
los líquidos cuanto más baja es la temperatura, y si se disuelve
á una temperatura dada en un líquido todo el gas que puede ab¬
sorber, éste se desprenderá en el momento en que aumente la
temperatura,' de manera que queda en el líquido la cantidad
exacta
que puede disolverse en él en estas nuevas condiciones.
Así es que un litro de agua á 0o disuelve 148 gramos de ácido
sulfuroso, mientras que no disuelve más que 100 á 25°. Es, pues,
la tercera parte próximamente del gas disuelto la que se des¬
prenderá si se coloca la solución á 25°, y si el vaso que la contie¬
ne está herméticamente cerrado podrá estallar bajo la conside¬
rable presión del gas, ó al menos en el momento de abrirse se
desprenderá una cantidad considerable de gas sulfuroso, que no
deja de ofrecer peligro, en atención á las propiedades irritantes
de este cuerpo. Es, por tanto, necesario tener cuidado de saturar
la solución a la temperatura ordinaria.
El ácido sulfuroso da
con las bases sales ó sulfitos. Se obtie¬

nen también con los metales alcalinos, que contienen dos equiva¬
lentes de ácido para uno de base, que son los bisulfitos. El más
usado es el de sosa, del que se consumen grandes cantidades
como desinfectante. Este
cuerpo es muy fácil de obtener;; basta
reemplazar, en los aparatos que se emplean para la solución de
ácido sulfuroso, el agua hervida por una solución de sosa ó car¬
bonato de sosa. Cuando se emplea este último cuerpo se despren¬

dí En pequeño, se obtiene en los laboratorios esta solución ele anhidrido


.Sulfuroso agua, disponiendo, un aparato de Woulf y colocando en el ma¬
en

traz carbón y ácido sulfúrico. En el primer frasco se pone una corta canti¬
dad de agua destinada á la loción,
y en los demás frascos se pone agua des¬
tilada y hervida Se ponen
en el matraz 100 gramos de carbón y 200 de áci¬
do sulfúrico, y debe tener una
capacidad tres veces mayor que la que ocupa
la mezcla. .

(N. del I.)


31

de primero el ácido carbónico, que se fija sobre la sal no descom¬


puesta todavía, para dar bicarbonato de sosa, y después, finalmen¬
te, éste es á su vez transformado en bisulfito, y el ácido carbóni¬
co se elimina por completo. Cuando ya no absorbe más gas se
suspende el desprendimiento (1).
Lo más frecuente es servirse del aparato de Gelis, que es una
columna cuadrada de madera, provista de un diafragma con agu¬
jeros, donde se ponen los cristales de sosa. La parte inferior de
la columna, por bajo del enrejado, se halla en un departamento
de madera forrado de plomo y un tubo conduce el ácido sulfu¬
roso bajo el enrejado.
El gas hornillo especial de azufre. La acción es
procede de un
muy regular y y sólo se desprende por la parte alta del
enérgica,
aparato el ácido carbónico, siendo absorbido todo el ácido sul¬
furoso.
Los cristales de sosa, que contienen próximamente 60 por 100
de agua de cristalización, á medida que se transforman en bisul¬
fito va este agua quedando libre y sirve para disolver el nuevo
cuerpo, cuya solución concentrada sale por bajo de la columna en
el espacio que la rodea y forma de este modo una unión hidráu¬
lica. Cuando está demasiado lleno, se evacúa el bisulfito á me¬
dida que se produce.
Si no se quiere consumir todo el bisulfito, se transforma en
sulfito neutro. Basta para eso añadir la cantidad calculada ele
cristales de sosa necesarios para saturar el segundo equivalente
de acido libreen el bisulfito. Se evapora la solución así preparada
en calderas anchas y se pone á cristalizar en vasijas de hierro.

Se usan también con frecuencia el bisulfito y el sulfito neutro


de cal. Basta para obtenerlos hacer pasar una corriente de ácido
sulfuroso por una lechada de cal clara, que se agita de cuando
en cuando. Una
disposición mejor consiste en colocar la cal apa¬
gada en tablitas de madera superpuestas en una caja á donde
llega el ácido sulfuroso por la parte inferior. De esta suerte puede
obtenerse desde luego el sulfito neutro, porque basta el calor des¬
prendido por la combinación con la cal para evaporar el agua que

fq Los sulfitos son sales incoloras, que decoloran la solución de perman-


ganato potásico. Los hay neutros y ácidos; los primeros son muy solubles y
carecen de olor. Expuestos al aire se transforman en sulfatos. Con el cloro
se verifica igual transformación. Con los ácidos sulfúrico y clorhídrico se
descomponen con efervescencia, desprendiendo el olor propio del gas anhí¬
drido sulfuroso. (N.delT.)
pudiera condensar el ácido y producir la formación del bisulfito1.
Hay todavía otro grado de oxidación del azufre menor que el
que corresponde al ácido sulfuroso. El cuerpo que resulta en este
caso, dotado de propiedades ácidas enérgicas, no se ha usado en
estado libre, pero sus sales tienen una gran importancia; son los
hiposulfitos sales del ácido hiposulfuroso. En la industria se usan
principalmente los de sosa y cal.
El hiposulfito de sosa se prepara por medio del sulfuro de so¬
dio, que es necesario obtener desde luego. Conocemos la reacción
que produce este cuerpo, que es la base de la industria de la sosa
de Leblanc, y consiste en desoxidar ó sea reducir el sulfato sódico
por el carbón. Se calcina por espacio de seis horas una mezcla
de cuatro partes del primero y una del segundo, y se lixivia la
masa para separar el sulfato formado. En teoría no debiera for¬
marse más
que un cuerpo bien cristalizado é incoloro, el mono-
.

sulfuro de sodio, que contiene equivalentes iguales de sodio y


azufre; pero en realidad el producto está siempre impurificado
con
polisulfuro, cuyo tipo es el producto en placas pardo-verdoso
con el
que se preparan los baños sulfurosos, que contiene un gran
exceso de azufre, al que se añade el cuerpo conocido con el nom¬
bre de sulfhidrato de sulfuro sódico, combinación del sulfuro con
el hidrógeno sulfurado. Esta mezcla, bajo la influencia del ácido
sulfuroso, dará hiposulfito con precipitación de azufre y despren¬
dimiento de hidrógeno sulfurado.
Se dispone la lejía que contenga el sulfuro de sodio en cajas
rectangulares en forma de graderías, en cuyo interior hay 'un
agitador de paletas. El líquido pasa de una á otra, de alto á bajo,
mientras que el gas las atraviesa de abajo arriba. La parte no
absorbida se arrastra á la chimenea.
Se sustituye, con ventaja á este aparato, otro de un uso muy
general en la industria. Es una especie de torre de ladrillos llena
de fragmentos de cok. La solución de sulfuro se vierte por pe¬
queños filetes en la parte superior y se divide finísimamente por
su paso á través del cok, hallándose en contacto íntimo con el

gas sulfuroso introducido por la parte inferior de la torre. Es


preciso que nunca haya un exceso de ácido, y se detiene el des¬
prendimiento gaseoso en el momento que se observa una ligera
reacción ácida de la solución; entonces se neutraliza ésta, aña¬
diendo de nuevo un poco de sulfuro de sodio. Basta para obte¬
ner el hiposulfito evaporar
rápidamente la solución y ponerla á
cristalizar en vasijas de hierro.

33 —

Los cristales obtenidos son entonces magníficos y volumino¬


sos; están alguna vez mezclados con algo de sulfato de sosa,
cuando el ácido sulfuroso retiene, á consecuencia de su prepara¬
ción, algo de ácido sulfúrico.
Se han empleado para esta fabricación otros métodos, de los
cuales el más original es el siguiente: Se calienta azufre con sosa
cáustica. Su combinación da una mezcla compleja de sulfito, sul¬
fato y polisulfuro de sodio. Se prepara entonces una segunda so¬
lución hirviendo de azufre en la lejía de sosa y se añade á la
primera, hasta que todo el polisulfuro esté transformado y el lí¬
quido resulte incoloro. Evaporando éste, se deposita primero sul¬
fato de sosa, que se separa, y después hiposulfito. En cuanto á las
aguas madres, se utilizan para disolver una nueva cantidad de
azufre.
Se ha ensayado también partir del sulfuro de bario en lugar
del sulfuro de sodio. Tratado este cuerpo por el nitrato de sosa,
da nitrato de barita y sulfuro de sodio, que queda en las aguas
madres, mientras que el nitrato de barita, poco soluble, es fácil
de separar. Las aguas madres se concentran cada vez más, redu¬
ciéndose á sulfuro de sodio puro, que se somete entonces á la ac¬
ción del ácido sulfuroso.
Otro método está fundado en el empleo del hiposulfito de cal,

cuya fabricación expondremos más adelante. Este cuerpo, tra¬


tado por el carbonato de sosa ó el sulfato, da sulfato ó carbonato
de cal insolubles é hiposulfito de sosa. Este medio es muy prác¬
tico y el que se siguen en las fábricas de sosa, donde el hiposul¬
fito de cal se obtiene por'medio de cernadas.
Estas últimas son los residuos bien conocidos que resultan de
la fabricación de la sosa por el procedimiento de Leblanc, forma¬
das gran parte por el sulfato calcico. Además de su empleo como
origen de azufre, se pueden también utilizar en parte para la ob¬
tención del hiposulfito de cal, y se han propuesto con este objeto
muchos procedimientos.
El procedimiento de Kopp consiste en hervir las cernadas
de sosa frescas con un ligero exceso de azufre en calderas de fun¬
dición. El sulfuro se transforma también en polisulfuro disol¬
viendo azufre en él. Después del enfriamiento se trasvasa á las.
cajas provistas de agitadores, que ya hemos visto emplear en la
obtención del hiposulfito de sosa, y se hace pasar el ácido sulfu¬
roso
por el mismo procedimiento metódico. La primera caja
adonde llega el gas concluye por. presentar una ligera reacción
BILLON.—TOMO IV.—3

u —

ácidá; se vacia entonces y se vierte su contenido en la caja su¬


perior, y así sucesivamente. En cuanto al líquido vaciado, se sa¬
tura en el acto con una pequeña cantidad de cernada, y basta
tan sólo evaporar después de clarificado para obtener el hipo-
sulfito de cal cristalizado.
El procedimiento Jullien consiste en exponer al aire en pi¬
las, que se renuevan con frecuencia, los residuos, que se trans¬
forman poco á poco en polisulfuros y sulfhidratos de sulfuro. Se

lixivia todo ello, se conceptúa suficiente la transforma¬


cuando
ción, y se somete el líquido á la acción del ácido sulfúrico.
Towend y Walker llevan todavía más lejos la oxidación al aire,
regando con frecuencia las pilas de cernadas y removiéndolas,
á fin de obtener, al cabo de un tiempo bastante largo, sulfitos é
hiposulfitos de cal. Se lixivia, y si todavía quedan en la masa
polisulfuros, se completa la oxidación proyectando el líquido y
haciendo que caiga en una torre de cok.
Si se trata de obtener el hiposulfito de cal cristalizado, se uti¬
liza en solución para preparar el hiposulfito de sosa por medio
del sulfato. De este modo se forma un precipitado de sulfato de
cal que retiene una cantidad bastante grande de hiposulfito de
—-85 —

cal. Se le utiliza como en las fábricas de papel, porque da á la


vez un anticloro por el hiposulfito
y una carga para el papel por
el sulfato de cal.
El
hiposulfito de cal 110 es, por lo demás, un cuerpo de com¬
posición estable como la sal correspondiente de sosa. Se descom¬
pone alguna vez espontáneamente, dejando como residuo azufre
y sulfato de cal; y como se produce el mismo efecto cuando se
concentra su solución hirviendo, se ha preparado en aparatos
donde se hace el vacío, como en las fábricas de azúcar, llamados

aparatos de triple efecto, donde no excede la temperatura de 48°.


Además, por su empleo en la preparación del hiposulfito de
sosa, sirve la sal correspondiente de cal, que se produce en canti¬
dades considerables, para preparar un color conocido con el nom¬
bre de bermellón de antimonio, que posee un hermoso color rojo,
muy poco alterable.
El hiposulfito de sosa tiene numerosas aplicaciones. Bien co¬
nocida de todos es la que se hace (en pequeña ó gran escala) en
la fotografía, donde se emplea para disolver la sal de plata sin
alterar que queda sobre la placa después de la acción del revela¬
dor en la obtención de la prueba negativa. Es, como se dice, un
fijador, yllena el mismo objeto respecto á las pruebas positivas
sobre el papel. Esta propiedad de disolver las sales de plata hace
que se emplee en grandes cantidades en la industria de este
metal.
La fabricación del papel lo usa con el nombre de anticloro,
juntamente el hiposulfito de cal, para neutralizar los indi¬
con
cios de cloro que pudieran quedar en la pasta después de su blan¬
queo; y como desprende fácilmente el ácido sulfuroso por la ac¬
ción de los ácidos clorhídrico ó sulfúrico, por ejemplo, se usa
mucho en el blanqueo, por la acción de este agente.
El ácido sulfuroso es, en efecto, un reductor enérgico, que
por esta propiedad es muy útil en el blanqueo de diversos pro¬
ductos. Se dice que un cuerpo es reductor cuando es muy ávido
de oxígeno, hasta el punto de quitárselo á los cuerpos que lo con¬
tienen. Cuando se exponen á los vapores de ácido sulfuroso la
seda ó la lana, los intestinos insuflados y las cuerdas de tripa,
coloreadas por materias orgánicas, se descomponen estas sustan¬
cias por la pérdida del oxígeno y se destruyen fácilmente por un
simple lavado.
De la misma manera se procede cuando se trata de quitar las
manchas de frutas sobre los tejidos. Si se quiere proceder para

36 —

este uso de vuna


manera industrial, se disponen
los objetos hú¬
medos en grandes cámaras de 200 á 300 metros cúbicos. Se uti¬
liza lo me
jó'r posible el espacio, suspendiendo los tejidos sobre
varillas colocadas en el cielo raso, á 15 ó 20 centímetros de dis¬
tancia. -Se ponen en los cuatro ángulos barreños llenos de azufre,
que se quema en la cantidad de 8 á 12 kilogramos para cada 100
objetos que han de decolorarse, los cuales se exponen durante
veinticuatro horas á la acción del ácido sulfuroso. Es necesario
tener cuidado, una vez terminada la operación, de lavar bien los
objetos blanqueados, para separar de este modo todo indicio de
ácido sulfuroso, que por su oxidación en contacto del aire pro¬
duciría el ácido sulfúrico. Frecuentemente se sustituye al ácido
gaseoso así producido la solución preparada del modo que he¬
mos dicho.

En otro tiempo se le ha utilizado para prevenir la coloración del


azúcar en la cocción, cuando se trata, por ejemplo, de los azúca¬
res sin refinar de las colonias, cuyos productos tienen gran can¬

tidad de melaza y pardean con gran facilidad. El ácido sulfu¬


roso
posee en efecto la propiedad, útilísima en este caso, de no
transformar el azúcar de caña en glucosa, ó al menos hacerlo
muy lentamente, á la inversa de los ácidos sulfúrico y clorhídri¬
co, por ejemplo, con los que es muy rápida la transformación.
Este método se ha abandonado hoy, gracias á los aparatos de
cocción en el vacío que se poseen.
Añadiremos que el ácido sulfuroso es un parasiticida muy efi¬
caz, que puede servir para destruir los insectos difíciles de ex¬
tinguir por otro medio. Desgraciadamente este procedimiento es
muy limitado, por las propiedades irritantes del ácido sulfuroso
y la acción química enérgica que posee, cuyos inconvenientes
hacen difícil su empleo en las pequeñas poblaciones. Las mismas
dificultades oponen á la generalización de su empleo como an¬
se

tiséptico, aunque impida enérgicamente la fermentación en ge¬


neral y la vida de todos los seres inferiores. Esta propiedad es la
que se aprovecha, por ejemplo, en el azufrado de los toneles.
Se opone con igual eficacia á las combustiones y constituye
un excelente procedimiento para apagar el fuego de las chime¬
neas. Basta quemar azufre en el hogar y tapar la abertura con

una toalla húmeda.


Y/ <0 v
CAPÍTULO IV

ÁCIüO SULFÚKICO

Llegamos al estudio del compuesto más importante del azufre,


que es el ácido sulfúrico. Es de una gran necesidad industrial, y
puede decirse con sobrado motivo que su consumo sirve de me¬
dida al valor industrial de un país.
Diremos algunas palabras respecto á sn estado natural. Es fá¬
cil comprender que un ácido tan enérgico no puede existir al
estado libre sino en condiciones excepcionales. Se combina, en
efecto, produciendo sulfatos siempre que se halla en presencia de
una base, y en esta forma es
muy abundante; basta citar en apo¬
yo de esto los yacimientos de yeso ó de sulfato de cal.
Para que existan condiciones en que este ácido se desprenda
al estado libre sólo puede acudirse á la proximidad de los vol¬
canes. Allí se encuentra el azufre en abundancia. Los vapores
de ácido sulfuroso producido en la combustión de este cuerpo
pueden oxidarse en efecto en el vapor caliente, que de ordinario
los acompaña á la salida de los cráteres volcánicos, del mismo
modo que los gases sulfurados, como el hidrógeno sulfurado,
que en condiciones idénticas se transforman rápidamente en áci¬
do sulfúrico.
Un ejemplo muy vulgar y convincente de este último hecho
lo suministran los portiers y cortinas de los establecimientos de
baños sulfurosos, rápidamente destruidos por este ácido, porque
actúan como cuerpos
porosos y facilitan la oxidación del hidró¬
geno sulfurado mezclado con el vapor de agua.
Existen algunos ejemplos muy notables de desprendimientos
de ácido sulfúrico libre. En algunos terrenos hulleros del Avey-
rón se observan eflorescencias que con diversos sulfatos contie¬
nen hasta 7
por 100 de ácido libre. Se ha encontrado en gran
número de manantiales, y aun de ríos, siendo los más célebres,
en
América, el río Yinagre, cuyo nombre se debe á que sus aguas
contienen más de un gramo de ácido por litro; el origen de este
río se halla en el volcán de Puracé, en los Andes, y se aprecia
que anualmente transporta 15 millones ele kilos de dicho ácido.
El Páramo de Ruiz, otro volcán de las cordilleras, produce un
manantial que contiene más de 5 de ácido sulfúrico por
gramos
litro; este manantial marca la temperatura de 60° en su punto
de emergencia. Algunas fuentes de los territorios de Tuscarora,
del Niágara, de Chippeway, y el agua del Alabaras, i n la América
del Norte, coagulan la leche, y contienen de 2 á 4 gramos de
ácido sulfúrico A). En Java, los numerosos volcanes de la región
dan origen, entre otros muchos fenómenos notables, á erupcio¬
nes de agua acida en ebullición.

Por último, el agua del mar en el archipiélago griego, cerca


de las islas de Milos y Santorín, á causa de los poderosos fenó¬
menos volcánicos
que han perturbado esta región, está en mu¬
chos puntos cargada de grandes cantidades de ácido sulfúrico, y
por consiguiente es impropia para la vida de los animales.
En todo sitio que se quemen grandes masas de hulla, como
siempre son piritosas, se producen las reacciones que dan origen
al ácido sulfúrico, pues desprende la pirita ácido sulfuroso, que
en contacto del aire húmedo produce ácido sulfúrico que las llu¬

vias recogen del suelo. El agua de todos los grandes centros ma¬
nufactureros presenta este fenómeno más ó menos marcado, y la
lluvia que cae en Manchestér contiene por litro hasta un centi¬
gramo de ácido. Se ha indicado también que algunos moluscos,
por ejemplo, el Dolium galea y los anélidos de los géneros Leuco-
clora y Sabella, segregaban una sustancia que contenía ácido
sulfúrico libre. El hecho es cierto; pero en concepto de algunos
autores, el ácido que se produce, que permite á los seres atacar
las rocas más duras, es el referido ácido clorhidrico.
El ácido sulfúrico era desconocido en la antigüedad, y por eso
es la gran deficiencia de la industria en esas épocas. Es bastante

difícil fijar la fecha precisa en que fué conocido, y verosímil¬


mente lia sido muchas veces descubierto por distintos experi¬
mentadores l2)-

(*) En España lo encontró el profesor de química Sr. Masarnau en las


aguas de las minas de Riotinto, y después se ha comprobado su existencia
por otros varios químicos. (4". del T.)
(2) Rasis, en el siglo IX, menciona el ácido sulfúrico. Alberto el Magno le
llama azufre de los filósofos. Basilio Valentino indica un método de obten¬
ción de este cuerpo, y Gerardo Dorneus. en el siglo xvi, le llamó ya aceite de
vitriolo. En 17-iU se empezó á fabricar en Inglaterra quemando azufre y ni¬
tro en presencia del agua. Roebuck fué el primero que empleó cámaras de
plomo. (X, del T.)

39 —

Se describe ya su preparación en las obras de los árabes, por


ejemplo, de Geber, qne destilaba el sulfato de hierro y alumbre.
Más tarde Basilio Yalentino lo obtuvo con una mezcla de azufre
y nitro, ó simplemente quemando azufre y recogiendo sus vapo¬
res sobre las paredes húmedas de una campana. El ácido sulfu¬
roso así producido
pasaba poco á poco al estado de ácido sulfú¬
rico, y daba una solución débil de este último ácido que se podía
enriquecer empleándola en lugar de agua en una operación ulte¬
rior. Por este procedimiento, tan primitivo é imperfecto, fué,
sin embargo, por el que se consiguió obtener el ácido sulfúrico nn
poco en grande. En Inglaterra, el droguero Ward fundó la pri¬
mera fábrica en Richmond, cerca de Londres, hacia el año 1740.
Se servía de grandes balones de vidrio, de la capacidad hasta de
300 litros, cuya fabricación era difícil y costosa. Se colocaban en
una doble serie, sobre un baño de arena calentado, y se ponía un
poco de agua enel fondo. Se practicaba una tubulura horizontal
en los balones, y se colocaba en ellos una cápsula de hierro calen¬
tada hasta el rojo, que descansaba en un ladrillo para no romper
la tubulura. Se cargaba esta cápsula de una mezcla de azufre y
nitro, que se inflamaba en seguida por la temperatura de la cáp¬
sula, pudiendo ya continuar por sí misma. El operario cargaba
de esta manera sucesivamente los balones de una cantidad de
mezcla determinada por tanteo, de tal suerte que terminara la
combustión en la primera cápsula cuando hubiera concluido de
cargarse la última.
La operación de la carga se continuaba de este modo sin que
hubiera necesidad de volver á calentar las cápsulas, y el agua de
los matraces se enriquecía cada vez más de ácido sulfúrico. Se
ve, pues, las maniobras peligrosas y complicadas que había que
emplear para obtener, en último resultado, un ácido poco con¬
centrado.
Sin embargo, á pesar de estas imperfecciones y del precio ele¬
vado de los balones, que se rompían con frecuencia, se podrá
apreciar la revolución producida por el procedimiento de Ward
cuando se diga que el precio del ácido bajó á 6 francos el kilo¬

gramo, cuando antes costaba más de 100.


Se introdujo el primer perfeccionamiento por el doctor Roe¬
buck, en Prestoupans, que sustituyó el plomo al vidrio. Se ser¬
vía de una cámara de 6 pies cuadrados, provista de una pequeña
puerta lateral, por donde se introducía con una vagoneta una
gran cápsula que contenía la mezcla de azufre y nitro. Desde.

40 —

este momento data el primer vuelo de esta industria, que fué


monopolizada primero por Inglaterra. En 1766 fué cuando el ca¬
ballero inglés Holker, obligado á huir de su país por intrigas po¬
líticas, introdujo en Eouen la nueva industria. Era un hombre de
mucha instrucción y gran energía, que no tuvo inconveniente en
arriesgar su vida y volver secretamente á Inglaterra, permane¬
ciendo allí bastante tiempo, para corromper algunos obreros de
las fábricas de ácido que llevó a Francia. Algunos años después
introdujo La Follie en los aparatos de Holker un perfecciona¬
miento radical, que consistía en hacer llegar á las cámaras de
plomo un chorro de vapor de agua. Ya veremos después toda la
importancia de este detalle tan sencillo.
Se multiplicaron luego los perfeccionamientos: Clement y
Desormes, cuyo nombre está unido á todas las grandes indus¬
trias químicas, estudiando de cerca las reacciones que intervie¬
nen en la fabricación del ácido, demostraron que el oxígeno del
aire podía bastar para oxidar el ácido sulfuroso en gran parte y
disminuir por tanto el consumo de nitro, hasta entonces con¬
siderable.
La fabricación en grande no data en Rouen sino de 1834, y
en esta época es cuando se instalaron los aparatos de muchas cá¬
maras comunicantes que permitían esta fabricación continua. El
rendimiento, aumentado considerablemente, fué mucho mayor
todavía en la fábrica de Ohauny, fundada en el año siguiente
bajo la hábil dirección de Gay-Lussac.
Acaeció en esta época un hecho de una importancia capital
para la industria que nos ocupa. La primera materia, ó sea el
azufre, que había permanecido hasta entonces á un precio muy
bajo, porgue su exportación era libre, pasó de pronto de 12 fran¬
cos 50 céntimos á 35 francos; el gobierno
napolitano, para sa¬
lir de algunos apuros financieros, había concedido el monopolio
de la exportación á una poderosa sociedad marsellesa, Taix y
Compañía. Al principio, un poco desorientado por esta gran su¬
bida, se dirigió la fabricación del ácido sulfúrico á otro origen de
azufre, que eran las piritas ó sulfuros metálicos, con las que se
habían practicado algunos tímidos ensayos. Estos adquirieron
súbitamente una importancia de primer orden; todos los fabri¬
cantes trataron de seguir el ejemplo de Perret, que desde 1835
había quemado piritas en un horno de su invención, y se encon¬
tró muy pronto con que el monopolio del azufre se volvió con¬
tra aquellos que lo habían establecido, pues el
consumo de las pi-

41 —

ritas iba siempre en progresión creciente y concluyó por llegar


á lo que es hoy, es decir, el origen casi exclusivo de ácido sulfu¬
rosopara la obtención del ácido sulfúrico.
La nueva orientación de esta industria no quedó sin profun
das modificaciones, y fueron necesarios muchos tanteos antes de
llegar á construir hornos de pirita de marcha económica y segu -
ra, permitiendo quemar completamente estos cuerpos para poder
utilizarlos en seguida como minerales, que suministran el metal
de que son la base.
Estos perfeccionamientos trajeron después otros; uno de los
más importantes fué el de la vuelta de concentración inventada
por G-lover, cuyo uso es general en las fábricas.
Después de estas indicaciones históricas hay necesidad de ex¬
poner los principios en que se funda la fabricación que nos ocu¬
pa. Estos preliminares permitirán apreciar la necesidad é impor¬
tancia de los demás detalles y la complicación aparente de los
aparatos industriales.
Puede obtenerse directamente, combinando azufre y oxígeno,
el segundo grado de oxidación del azufre, que corresponde al
ácido sulfúrico; pero el cuerpo así obtenido, por los medios que
vamos ahora á
exponer, no es un ácido en el verdadero sentido
de la palabra, sino que son cristales voluminosos formados de
agujitas blancas y no manifiesta en modo alguno sus propieda¬
des ácidas. Es preciso para esto que esté combinado con cierta
cantidad de agua. El cuerpo que se obtiene entonces es el ácido
sulfúrico ordinario monohidratado, cuya composición teórica es
un
equivalente de azufre, dos de oxígeno
y uno de agua (1).
El ácido sulfuroso estado gaseoso, de equivalentes iguales
en

en azufre y oxígeno, es fácil ver que basta añadirle un segundo

equivalente de oxígeno y agua para obtener el ácido sulfúrico.


Es precisamente lo que se trata de hacer en los aparatos que se
emplean.
El agua llega en forma de vapor, que se inyecta en las cáma¬
ras en cantidad mayor que la que exige la reacción teórica.
El oxígeno se toma de la atmósfera. En cuanto al ácido sul-

(1) La fórmula del ácido sulfúrico es S04H2, y la de constitución es

/ oh 0vn / oh
S02< ó bien VS <
\ oh iyy \oh

[N. del T.)



42 —

furoso, se produce en la combustión del azufre ó de las piritas.


Estas, qne son sulfures metálicos, pueden, por la acción de una
corriente de aire convenientemente regulado, quemarse como el
azufre, después que han adquirido una temperatura inicial sufi¬
ciente. En uno y otro caso es siempre el azufre el que, combi¬
nado con el oxígeno del aire, suministra el ácido sulfuroso ga¬
seoso necesario; pero cuando se emplean piritas, queda como re¬
siduo un óxido metálico.
Hemos visto que los procedimientos primitivos de obtención
del ácido sulfúrico realizaban la oxidación del ácido sulfuroso
al simple contacto del aire húmedo. Este método no podría ser¬
vir para una explotación industrial, por el mucho tiempo que
exige la reacción, así es que se facilita por diversos medios. Se
puede, por ejemplo, poner el oxígeno y el ácido sulfuroso en pre¬
sencia de un cuerpo poroso. Estos cuerpos presentan, en efecto,
cualidades especiales para este género de reacciones; es sobre
todo preferible el que se llama musgo, esponja ó negro de platino,
sustancia formada por platino muy dividido, que hay que some¬
ter á la fusión para dedicarle á los usos industriales. Dos gases

que se ponen en contacto con esta sustancia muy porosa se com¬


binan por lo general con energía; si bien se obtiene más pronto
por este medio, por ejemplo, la transformación del alcohol en
ácido acético ó la del ácido sulfuroso en sulfúrico. Puede susti¬
tuirse á este cuerpo la arcilla calcinada, piedra pómez, óxidos
metálicos,que todos hacen el papel de cuerpos porosos; pero nin¬
guno posee la eficacia del musgo de platino, si bien el elevado pre¬
cio que tiene le hace inaccesible. Así es que en la práctica se ha
recurrido para la oxidación del ácido sulfuroso á un agente oxi¬
dante extraño, sobre el cual conviene insistir algún tanto.
El ázoe forma, como el azufre, gran número de compuestos
oxigenados, conteniendo este cuerpo en proporciones crecientes;
el más conocido es el ácido nítrico, que debe sus propiedades
enérgicas á la fuerte proporción de oxígeno que contiene. Guan¬
do se hace actuar este ácido sobre el cobre en torneaduras ó se le
quita parte de su oxígeno que oxida el metal, y si se hace la
una
operación en un vaso, que medíante un tubo encorvado permita
recoger en una probeta los gases desprendidos, se obtiene, me¬
diante esta reacción, un gas incoloro, en el que un carbón ape¬
nas encendido arde con una llama deslumbradora, recordando el

fenómeno de la combustión en el oxígeno. Pero hay un carácter


especial, que permite inmediatamente apreciar el nuevo cuerpo;

43 —

si se levanta la probeta por cima del mercurio en que está inver¬


tida, se observa en el mismo instante que puede tener acceso el
aire y adquirir el gas un hermoso colór anaranjado, al mismo
tiempo que produce un olor sofocante que provoca la tos enér¬
gicamente. El gas primitivo es el compuesto conocido con el
nombre de bióxido de ázoe, que en contacto del aire se trans¬
forma, absorbiendo oxígeno, en vapores nitrosos complejos, for¬
mados principalmente de hiponitrido, con cuyo nombre se de¬
signa el grado de oxidación menos elevado que el del ácido nítrico,
ó azoico.
Estos vapores nitrosos, puestos en contacto de un cuerpo ávi¬
do de oxígeno, le ceden instantáneamente y vuelven á pasar al
estado de bióxido de ázoe. Este, en presencia de una nueva can¬
tidad de aire, se oxida de nuevo para dar vapores nitrosos que
pueden reaccionar del mismo modo, y así sucesivamente, de un
modo indefinido, mientras estén en contacto por una parte el
oxígeno y por otra un cuerpo susceptible de oxidarse. Es fácil
apreciar en definitiva que el oxígeno se toma enteramente de la
atmósfera, haciendo solamente el bióxido de ázoe el papel de in¬
termediario, de sostén, y pudiendo servir indefinidamente sin
grandes pérdidas. Es necesario todavía, para realizar cuanto es
posible esta última condición, operar á una temperatura regular,
comprendida entre 40 y 60°, y suministrar la necesaria cantidad
de agua en vapor para la producción del ácido sulfúrico mono-
hidratado.
En resumen, se ve que la fabricación del ácido sulfúrico está
fundada en el empleo de cuerpos que reaccionan todos al estado
gaseoso, á ana temperatura relativamente elevada. Es decir, que
las reacciones, para dar cantidades importantes de ácido, exigen
aparatos de grandes dimensiones. Esta condición se hace toda¬
vía más imperiosa por el hecho de que tomándose el oxígeno del
aire atmosférico, no es puro, sino que va acompañado de ázoe (1),
que forma, como es sabido, las 79 centésimas de la atmósfera.
Es, pues, una masa enorme de gas absolutamente inútil que
hay que hacer llegar en exceso á los aparatos, y cuando se que¬
man
piritas en vez de azufre esta masa es todavía más impor¬
tante, puesto que la oxidación se dirige á la vez sobre los dos
compuestos de la pirita, el azufre y el metal.

(') Y ele argón, nuevo cuerpo descubierto en el aire atmosférico, en 1894,


por Ramsay y liayleigh. f.JV, del T.)

44 —

Por
último, la reacción notable del bióxido de ázoe, que
una por
parte toma el oxígeno para cederlo por otra, exige un
bastante largo, que es evidente tiempo
que no está regulada en tiempos
sucesivos como acabamos de decir
y según la proporción de los
diversos gases en los distintos
puntos, pues tiene lugar en un si¬
tio una oxidación y en otro una reducción, simultánea y conti¬
nuamente. Es
necesario, por tanto, tener cuidado de prolongar
el contacto entre los
gases el tiempo suficiente para que no se
sustraiga la más pequeña cantidad á la reacción. Una tercera
condición que hay
que llenar y un nuevo elemento que no debe
olvidarse es la dimensión
que debe darse á los aparatos. Tenien¬
do en cuenta estos diversos
datos, se ha determinado que se ne¬
cesita la capacidad de un metro cúbico
para la producción de 2
kilos de ácido en veinticuatro horas.
Terminados estos preliminares, pasaremos al examen de las
primeras materias que utiliza la industria del ácido sulfúrico.
El azufre puro es
preferible á las piritas como productor de
ácido sulfuroso. Para determinados usos
á que se destina el ácido
sulfúrico puede prescindirse de
él, pues hay que tener en cuen¬
ta que en las industrias
que utilizan este cuerpo no es otra cosa
generalmente más que un agente indirecto
para la obtención de
productos determinados, á los que no son obstáculo estas
ridades, y por tanto el ácido de las piritas es suficiente. impu¬
Cuando utiliza el azufre generalmente se usa el
se
menos puro,
gris ó pardusco, el azufre de Sicilia. No se utiliza
sino el azufre de por separado
Polonia, que procede de los alrededores de Cra¬
covia, en las fábricas austríacas.
A propósito de los
orígenes industriales del azufre hemos ci¬
tado el obtenido
por la depuración del gas. El residuo de las ca¬
jas de depuración, cuando contiene de 40 á 65 por
100 de azu¬
fre, se lava primero para separarle los
productos amoniacales,
que nunca se dejan perder, después se deseca y se quema en
hornos especiales.
La hulla no contiene menos de 1 por 100 de azufre;
es decir,
que puede emplearse cualquiera cantidad en el consumo de las
fábricas de gas de las grandes ciudades.
La pirita que se
empleaproductor de ácido sulfuroso, y
como
que tantas veces hemos mencionado, es un bisulfuro de hierro
muy impuro, en el que hay proporciones variables de sulfuros
de cobre, de zinc
y de plomo, y minerales extraños como el
cuarzo.
_

45 —

De ordinario se presenta bajo dos aspectos: la pirita cúbica es


de un hermoso color amarillo de oro, que recuerda su nombre
popular de oro de bobos y con frecuencia está mezclada con arsé¬
nico. La pirita blanca no tiene la misma forma cristalina; se
presenta en prismas en lugar de cubos, es de color blanco agri¬
sado y tiene menos peso que la primera variedad, de la cual di¬
fiere también en que por la acción del aire produce una costra
formada de cristalitos de sulfato de hierro. Por último, mientras
que la pirita amarilla
se halla en forma de filones, la pirita blan¬
ca se encuentralos terrenos en depósitos horizontales.
en

Se da el nombre de chalcopirita á un mineral sulfurado que


contiene á la vez hierro y cobre, y se encuentra mezclado con la
pirita amarilla, en forma de masas cristalinas. Hay también
otra combinación ^sulfurada de hierro, que se llama
pirita mag¬
nética.
Cuando se llega á calentar la pirita de hierro, se obtiene pri¬
mero sulfato de este metal; después, elevándose la
temperatura,
se transforma todo el azufre en ácido sulfuroso
y queda el óxido
rojo de hierro. Acaece al-mismo tiempo un fenómeno notable.
En contacto del óxido de hierro calentado, el ácido sulfuroso y
el oxígeno reaccionan enérgicamente uno sobre otro y forman,
como hemos explicado antes, no ya el ácido sulfúrico ordinario,
sino un cuerpo intermedio, el anhídrido sulfúrico, que debe com¬
binarse con el agua para presentar sus propiedades y dar ácido
sulfúrico.
La importancia industrial de las piritas proporciona un gran
interés á sus yacimientos, en cuyo concepto Francia tiene una

gran riqueza. Los yacimientos forman dos grupos: el de San Bel,


en la Rhóne, y un segundo menos importante, en el G-ard y Ar-
déche.
El
primero se encuentra en las dos orillas del Brevenne, afluen¬
tedel Saona. Se utiliza para las fábricas de Saint G-obain y pro¬
duce actualmente más de 200.000 cubas de piritas, que repre¬
sentan un valor de más de 3 millones (1).
El mineral se encuentra en las arcillas silíceas y en los micas-
quistos, y forma una especie de filones casi verticales, en una ex¬
planada de 6 á 8 kilómetros, donde se dibujan dos bandas prin-
(i) En España abunda la pirita marcial, ó sea el bisulfuro de hierro, en la
cordillera del Guadarrama y en Almadén.
La llamada lebcrkisa ó pirita magnética (Ee7S8) se encuentra en el Es¬
corial. (A", del T.~)
cipales: á la izquierda del río el yacimiento de Chessy, y á la
derecha el de San Bel ó de Sourcieux, cuya parte Sur hasta para
alimentar la mayor parte de las fábricas francesas. Esta región

llamado el filón tierno, tiene 500 metros de longitud por 120 de


altura,y su espesor, que crece con la profundidad, llega hasta
40 metros. Además, el sulfuro de hierro, contenido en una ganga
silícea, es casi químicamente puro y no tiene más que el defecto
de una gran friabilidad. El otro, llamado filón duro, rara vez al¬
canza 10 metros de anchura y es algo más impuro. La ausencia
de la ganga calcárea y su muy escasa cantidad de arsénico, unido

47 —

Tmtsij-emhlms. a ^ $&>bm

TmtsUihost

Fig, 12.— Yacimientos de San Bel.


Explicación: Puits vieux, pozo viejo.—Puits neuf, pozo nuevo.—Masse du Pigeonnier,
masa Pigeonnier.—Puits á remblais, pozo para terraplenar.—Puits St Gobain,
del
pozo San Gobain.—Puits Bibost, pozo Bibost.—Filón tendre, filón tierno.—Filón dur,
filón duro.
á la dimensión de los filones, dan mucho valor á este grupo. La
parte Norte comprende tres grupos de filones: el del Oeste, rico
en cobre y zinc; el del Centro, donde se explota una masa muy
compacta de pirita pura, asociada á 10 ó 12 por 100 de ganga
inerte, y el del Este, agotado en parte y menos puro.
No se conoce ninguna otra explotación de cobre en los filones
de Chessy.

Explicación: Gisement de Chessy, yacimiento de Chessy.—La Brevcnne Riv., río Bre-


venne.—Gisement de St. Bel, yacimiento de San Bel.—Chaine dlseron, cordillera de
Iseron.—Granite, granito.—Schisle arr/ileux et silieeux, esquisto arcilloso y silíceo.—
Filón de qnarlz, filón de cuarzo.—Vieille mine, vieja mina.—Gneiss, roca primitiva.

Los yacimientos del G-ard tienen casi la misma dirección


NE. que los de Rhóne, pero ya no tienen la misma ventajosa
forma de filones compactos; son, por lo general, grupos irregula¬
res ó ríñones diseminados en diversos terrenos. En cambio se en¬

cuentra la pirita, por decirlo así, á cada paso, en el espacio de


30 á 40 kilómetros. No se explota sino en los yacimientos de San
Julián y de Soulier.
El primero, situado cerca de Alais, tiene la forma de un huso
y está en las calizas en la base de los terrenos llamados jurásicos.

49 —

La masa presenta en dos


puntos hendiduras ó fallas muy mar¬
cadas, que acusan la dislocación producida en el terreno, que
1ra roto la capa piritosa en tres mesetas superpuestas, donde hay
numerosos restos fósiles transformados en piritas, como si este

cuerpo se hubiera depositado lentamente por orígenes minerales,


cuya irrupción hubiera traído consigo la cesación de la vida en
la vasija receptora.
La pirita del Gard es muy rica en azufre; pero la naturaleza
de su ganga la hace más difícil de tratar, y su valor comercial
es menor
que el de la pirita de Rhóne. Alimenta las fábricas del
Mediodía de Francia.
El yacimiento de Soulier se explotó después de larga interrup¬
ción en 1889 y da un mineral bastante puro, pero muy alte¬
rable.
En el Ardéche se explota el yacimiento de Soyons, frente á
Valence, donde se halla la pirita en un extremo, con un espesor
que no baja de 1 á 2 metros. Presenta el aspecto especial de una
masa
gris cristalizada en forma de ríñones mamilares, que dan
chispas con el eslabón. Contiene grandes cantidades de arsénico.
Los yacimientos del Sur pertenecen á la Sociedad Pechiney y
Compañía. Se encuentran todavía algunos en Saboya, en la
Champaña y cerca de las formaciones hulleras, como las de Mons
y el Creusot.
En Inglaterra existen
pocas piritas explotables; se utilizaron
alprincipio las de Cornouailles, ricas en cobre, y las de Irlanda,
muy duras y difíciles de quemar, ó también las piritas extraídas
de las hullas, que contienen casi siempre cantidades bastante
notables. Las nueve décimas de las piritas que actualmente se

explotan vienen de España y Portugal; las fábricas inglesas no


utilizan las piritas de hulla bien lavadas sino para encender los
hornos, porque son muy ricas en azufre y fáciles de emplear.
Los minerales de Suecia, igualmente ricos en cobre, están en
yacimientos considerables en Fahlun, y también se encuentran
piritas en Noruega, explotadas por las fábricas inglesas y ricas
en azufre. Muchas piritas de estos dos países
son importantes
minerales de cobré, de plomo y de zinc, en los que se pierde el
azufre.
.
En las provincias de Lieja y de Namur se explotan accesoria¬
mente las piritas en los yacimientos de plomo y de zinc; en Ale¬
mania se encuentra un yacimiento muy poderoso en Meggen, en
Westfalia, en una longitud próximamente de 4 kilómetros. Es
BILLON.—TOMO IV.—4
rico en zinc y muy arsenical. En la misma provincia se encuen¬
tra otro yacimiento, que enlugar de ser en ríñones compactos,
como el anterior, está en polvo en una ganga arcillosa fácil de
separar. Estas piritas contienen de 40 á 47 por 100 de azufre y
alimentan numerosas fábricas.

Fig. 14.— Corte ele los yacimientos ele San Julián.


Explicación: Pulís SI. Iloirl, pozo San Enrique.—Pulís de la Faille, pozo de la Fallle.—
Mineral de fm, mineral de hierro.—Mames oxfordienncs, margas oxfordianas.—
Cal mire oolúhiqueá Enlvoques, calcárea oolítica de E11 troques.—Pyrite de fer, pirita
de hierro.—Lias, piedra calcárea.—Niveau, nivel.

España y Portugal son los países de Europa mejor dotados


bajo el punto de vista de las piritas. Están repartidas en una
ancha faja de 20 á 30 kilómetros, á todo lo largo de Sierra Mo¬
rena, hasta la provincia portuguesa de Alemtejo. Son grandes
masas lenticulares de 40 á 60 metros de espesor, encajadas én
esquistos, en contacto de granitos y pórfidos. La pirita ofrece
todos los grados de cohesión, hasta explotarse muchas veces en
forma de polvo.
Los romanos y fenicios extraían de ellas el cobre, que se ha¬
llaba en pequeñas venas que contenían hasta 40 por 100. La
que se expide á Inglaterra no contiene más de 3 á 4 por 100,
hasta 50 por 100
de azufre é indicios insignificantes de arsénico.
La mayor parte de los yacimientos pertenecen á la poderosa
Compañía de Ríotinto, bien conocida en el mercado del cobre (1).
Hemos citado minerales sulfurados de diversos metales que se
explotan por esta Compañía. Los de zinc, plomo y cobre son los
más importantes, y la operación metalúrgica de la tostación que
se les hace experimentar produce'el desprendimiento de grandes
cantidades de anhídrido sulfuroso. En el país de Gales, sólo la
industria del cobre perdía 50.000 toneladas de azufre cada año,
y losvapores sulfurosos, esparciéndose en los terrenos próximos
y destruyendo los cultivos, eran para los industriales un origen
considerable de gastos, en razón á las indemnizaciones que nece¬
sitaban pagar en un extenso radio. El problema de la utilización
de estos vapores era arduo de resolver., porque las piritas expío-

(*) Las minas de Ríotinto, de España,.tienen una celebridad universal jus¬


tamente adquirida por su riqueza. Situadas en la provincia de Huelva, par¬
tido judicial de Val verde del Camino, presentan á la contemplación del
espectador inmensos y múltiples escoriales, donde se han beneficiado diversos
minerales de cobre desde remota época. Uno de los principales minerales
cobrizos que allí existen es el sulfuro, llamado pirita cobriza. La calcinación
de este mineral ha dado origen á cuestiones muy ruidosas, referentes á la in¬
fluencia más ó menos perniciosa que los gases de esta calcinación pueden
ejercer en la salud. ¡Se producen grandes columnas de humo que desprenden
las teleras ardiendo,' que son grandes montones de pirita mezclada con leña
•de jara, y aquellos sitios adquieren un aspecto repulsivo, á lo que llaman
entonces en Ríotinto ralle del infierno. Otras veces se forma una nube espe¬
sa de
humo, que se llama la manta, que al caer sobre un pueblo hace muy
molesta su-permanencia en él y daña á los sembrados. Se calcinan estas pi¬
ritas y se produce sulfato de cobre y de hierro; este último se transforma en
óxido férrico por la acción del calor. En la parte alta de las teleras suele en¬
contrarse azufre sin quemar por deficiencia de aire y algunas franjas ama¬
rillas y rojas de los sulfuros de arsénico. Después de frías las teleras se des¬
montan, se tratan por agua que disuelve el sulfato de cobre, se recoge el
líquido en estanques poco profundos y se introducen en ellos barras de hie¬
rro, en las que se deposita el cobre por cementación. También añaden á las
piritas sal común que produce cloruro de cobre, que en disolución en agua
precipita también el cobre por medio del hierro.
Cuando los minerales son muy ricos en cobre los tratan por grandes can¬
tidades de ácido sulfúrico diluido, cuya producción se realiza en una fábrica
en el mismo
Ríotinto, y entonces se disuelve el óxido de cóbre y el sulfuro,
-convirtiendo todo el cobre en sulfato.
En las galerías de las minas de Ríotintohay estalactitas de los sulfates de
cobre y de hierro, producidas la acción del agua y el aire sobre las piri¬
por
tas, mediante el transcurso de los años, así como grandes charcos de aguas
teñidas de azul, que se aprovechan para obtener un cobre muy puro por la
cementación sobre el hierro. (Y. la Química inorgánica del doctor D.
Ga¬
briel de la Puerta.) (.1. del T.\

52 —

.tafiascomo mineral de cobre se queman muy mal y dan gases

pobres, de difícil empleo; se han usado, sin embargo, con éxito


en muchos
pontos en la fabricación del ácido sulfúrico, trans¬
formando de esta suerte en una fuente de beneficios una cansa
de disgustos y de ruinosas pérdidas.
La utilización de las piritas se somete á determinadas condi¬
ciones. Es evidente, en efecto, que los gastos de transporte, de
molienda y manipulación son muy elevados, y aun más para una
pirita pobre que se trata de un mineral rico. Llega ade¬
cuando
más un momento que la cantidad de ácido sulfuroso que
en

queda en libertad es tan escasa y la producción tan lenta que


no puede utilizarse; en otros casos no es necesario extraer todo

el azufre. En el tratamiento del mineral de cobre, por ejemplo,


todo el metal se obtiene y se trata como si fuera un sulfuro
rico.
Hay que considerar otros puntos importantes en el trata¬
miento de las piritas: el zinc y el plomo, en cortas cantidades,
lejos de ser utilizables son nocivos; forman compuestos sulfura¬
dos indescomponibles, que retienen el azufre; el cobre sólo es
ventajoso beneficiarle con la condición de que contenga el mine¬
ral por lo menos á un 2 por 100.
Una ganga calcárea da sulfato de cal, ocasionando de este
modo la pérdida del azufre que entra en su composición; otra
sustancia, que también suele ser frecuente en las gangas, oca¬
siona el desprendimiento de ácido fluorhídrico. Sabido es que
este ácido, que se usa en el grabado sobre el vidrio, ataca con mu¬
cha energía todos los cuerpos silíceos, destruye á la larga los án¬
gulos de los hornos y aun ataca el plomo de las cámaras de ácido.
Otras veces la ganga es de tal naturaleza que hace el mineral
muy fusible ó le hace decrepitar. Cuando es fácilmente altera¬
ble al aire, como hemos visto en ciertas piritas, se cubre de eflo¬
rescencias de sulfato de hierro, que produce ácido sulfúrico y
ataca las paredes del horno.
Una de las impuridades más desfavorables es el arsénico. Si
este cuerpo es bastante abundante, se forman depósitos de ácido-
arsenioso en los conductos, que obligan en muchos casos á rea¬
lizar gastos cuantiosos de purificación. Por último, arrastra va¬
pores sulfurosos que impurifican el ácido.
Otros inconvenientes proceden de los hornos donde hay que
tratar las piritas. Son más costosos que los hornos de azufre,
más difíciles de poner en actividad, de regularlos; los gases es-

53 —

tán más extendidos y necesitan cámaras mayores, como ya hemos


hecho notar, al mismo tiempo que su duración es menor.
Por el contrario, la pirita ofrece hasta ahora la inmensa ven¬
taja de su precio módico. Este es menor que el del azufre nati¬
vo, aunteniendo en cuenta los residuos, es decir, el metal que
acompaña al azufre en las piritas. Este residuo, cuando está
constituido por cobre, posee un valor considerable, y aun cuan¬
do se trate del hierro, el producto no es de despreciar cuando se
le puede privar de su azufre para utizarle como mineral de este
metal.
Habiendo bajado sensiblemente el precio del azufre nativo
desde hace algunos años, han vuelto á emplearle en algunas fá¬
bricas.
Otra cuestión importante es la de la obtención de los produc¬
tos nitrosos encargados de servir de intermediarios, como ya he¬
mos dicho, entre el oxigeno y el ácido sulfuroso. El procedi¬
miento primitivo de Ward ó de Roebuck y Garbett, que consis¬
tía en quemar una mezcla de azufre y nitro, lleva consigo una

pérdida notable de productos nitrosos, que se reducen al estado


de ázoe.
Hoy se emplea en lugar del salitre el nitrato de sosa. Este
cuerpo forma en el Perú, y sobre todo en Chile, yacimientos in¬
mensos, que la industria moderna utiliza en gran manera. Tra¬
taremos de ellos con más detenimiento en el volumen destinado
á los productos nitrados.
Este nitrato de sosa, en las fábricas actuales, no se quema con
el azufre; se descompone aparte por el ácido sulfúrico para ex¬
traer de él el ácido nítrico, ya sea esta última fase objeto de una
fabricación especial, ya se produzca en los hornos al propio
tiempo del ácido sulfuroso, con el cual pasa álos aparatos.
Hoy que las materias colorantes de la hulla constituyen una
gran industria, se utilizan con frecuencia las aguas ácidas que de
ella proceden y que son una mezcla de los ácidos sulfúrico y
nítrico.
Así como hemos consignado al tratar de la industria de la
sosa, existe una íntima unión entre la fabricación de este cuer¬
po, la del ácido sulfúrico y la del cloro, y los resultados econó¬
micos de las fábricas que á esto se dedican son tanto mejores
cuanto que se les puede asociar en una medida mayor la produc¬
ción simultánea de estos cuerpos y la utilización recíproca de
sus residuos. Partiendo de estos principios, la fábrica Teunant,

54 —

de G-lascow, que hemos citado con frecuencia, ha tratado de ob¬


tener cloro al mismo tiempo que los productos nitrosos necesa¬
rios para la fabricación de su ácido sulfúrico. Para esto se des¬
compone allí (procedimiento de Dunlop) una mezcla de sal ma¬
rina y nitrato de sosa por el ácido sulfúrico. Se obtienen á la vez
sulfato de sosa, cloro y productos nitrosos complejos. El primero
queda en el horno y sirve para fabricar la sosa; los productos ga¬
seosos seconducen á una torre de cok, donde se vierte ácido sul¬
fúrico débil. Este absorbe solamente los gases nitrosos, mientras
que el cloro
se dirige á los aparatos de cloruro de cal. Este ácido
sulfúriconitroso, mezclado con un poco de agua caliente, se
introduce bajo la forma de filetes delgados en las cámaras de
plomo, donde no tarda en desprender los vapores que ha disuelto.
En suma, en la mayor parte de las fábricas no se pierde más
que una pequeña porción de productos oxidantes, que se trata de
recoger y de que entren en reacción. Se asemejan de esta suerte á
las condiciones teóricas en las que los gases nitrosos sirven sim¬
plemente de sostén al oxígeno, tal como hemos expuesto.
Los otros dos elementos, necesarios para la producción del
ácido sulfúrico, no nos detendrán mucho; ya hemos dicho que el
agua se hace llegar al estado de vapor á una débil presión en la
proporción de 2 kilos para 1 de azufre. Veremos más adelante,
al exponer la formación del cuerpo conocido con el nombre de
cristales de las cámaras de plomo, que esa cantidad, mayor que la
indicada por la teoría, es indispensable para la marcha regular
de los aparatos. Por otra parte, una introducción mayor de va¬
por diluye demasiado el ácido y produce mayores gastos en su
concentración. El aire en exceso es también muy perjudicial y
el tiro de los hornos debe regularse cuidadosamente í1)..

(1) Se puede obtener el ácido sulfúrico puro calentándole previamente


con 2 milésimos de sulfato amónico, y después de frío con 6 milésimos de
bióxido de manganeso, á fin de destruir los productos nitrosos y el anhídrido
sulfuroso Después se procede á destilarle con gran cuidado, para lo cual se
pone el ácido sulfúrico en una retorta de cuello corto y llena hasta el co¬
mienzo de su bóveda de fragmentos de vidrio del tamaño de guisantes y
bien limpos, con objeto de que no se produzcan sobresaltos en la ebullición.
Esta retorta, que #e pone en baño de arena y bien sujeta con un sostén, va á
parar á un recipiente donde se recoge el ácido sulfúrico. Las primeras por¬
ciones que pasan en la destilación deben desecharse, porque son productos
.acuosos é impuros. En la retorta quedan el arsénico al estado de ácido y el

plomo al estado de sulfato. (JV. del T.)


CAPÍTULO y

PRODUCCIÓN DEL ÁCIDO SULFUROSO (')

Sentados los anteriores principios, no nos ocuparemos de los


aparatos destinados á suministrar el primer elemento de fabrica¬
ción, ó sea el ácido sulfuroso.
Cuando se emplea el azufre, eminentemente combusti¬
cuerpo
ble, pueden ser los hornos de construcción muy sencilla. Se co¬
loca en ellos la sustancia en una cubeta muy ancha de fundición,
formando el fondo de una gran cámara, donde se puede regular
á voluntad la llegada del aire y permite al azufre oxidarse por
completo. Generalmente se coloca en medio de la cubeta una
marmita que contiene nitrato de sosa y ácido sulfúrico. Los va¬
pores nitrosos producidos de este modo se mezclan de un modo
regular con el ácido sulfuroso y el aire. Sólo hay necesidad de
inflamar la primera carga; siempre que se añade azufre se renue¬
va al mismo
tiempo el contenido de la marmita con nitrato, que
á veces se dispone sobre railes para hacer su carga más fácil. Es
necesario que no se arrastre azufre en vapor, y para poder regu¬
lar la temperatura con este objeto se aumenta el trayecto de los
gases, utilizándolos para calentar agua en diferentes puntos don¬
de hay depósitos de ésta que producen vapor.
En lugar de un horno único se ha usado también un grupo de
cuatro retortas análogas á las de las fábricas de gas, cuyos tubos
de desprendimiento desembocan en un colector común bastante
largo para que se deposite el azufre arrastrado.
Una y otra disposición ofrecen el mismo grave inconveniente,
y es la marcha interrumpida. En el momento en que se introdu¬
cen nuevas
cargas se modifica de un modo brusco la marcha del
tiro, pues hay un exceso de aire ó una pérdida de ácido sulfuroso
y se perjudica la fabricación.
Con los siguientes aparatos se ha tratado de remediar estos

(') Ya hemos dicho que su verdadera denominación es la de anliidrido sul¬


furoso. (JY. del 1.)
-

56 —

inconvenientes. En el homo Petrie se carga el azufre en una ca¬

pacidad lateral y llega fundi¬


do, bajo la forma de un filete
delgado, al suelo inclinado del
horno de combustión, y 110
evita de esta suerte los incon¬
venientes de las temperaturas
elevadas, donde el azufre ad¬
quiere el estado viscoso y es
poco fluido.
En el horno Blair se ha
tratado de obviar el incon¬
veniente que resulta de la vo¬
latilización del azufre en los
hornos ordinarios; un primer
espacio del horno está desti¬
nado precisamente á produ¬
cir esta volatilización; la com¬
bustión de este vapor tiene
lugar en otro espacio y la
producción de vapores nitro¬
sos en un tercer
comparti¬
miento. La mezcla de los ga¬
sessirve para calentar, pasan¬
do entre ellos, los depósitos
de nitrato, y va en seguida á
detenerse en una campana de
fundición que hay en la par¬
te superior, yendo por último
á las cámaras. El aparato, á
pesar de regularidad,
su gran
cuando se emplean las piritas
no tiene gran éxito y sólo se
aplica á las grandes instala¬
ciones.
Se admite un consumo de
70 á 80 kilos de azufre por
metro cuadrado y en el tiem¬
po de veinticuatro horas, sa¬
liendo los gases de los hornos á la temperatura de 100 á 120°.
Los hornos de piritas necesitan disposiciones más complicadas.
La pirita es un combustible, al deben aplicarse las reglas
que
habituales del consumo de estos cuerpos; es
decir, la relación en¬
tre la magnitud de los fragmentos, la forma de las rejillas y de
los hornos. Por otra parte, este cuerpo se destina á la mina en
dos estados muy diferentes bajo el punto de vista de su aplica¬
ción, pero mezclados en el producto comercial, que son la roca y
el detritus ó polvo, frecuentemente muy fino.
Se empieza por triturar la pirita en pedazos de magnitud apro¬
piada, que varían de 1 á 7 centímetros, según el volumen de los
hornos. El apartado de estos fragmentos produce una cantidad
considerable de polvo. Pueden quemarse en hornos especiales,
llamados de polvos, ó mejor aglomerarlos en forma de bolas con
un
poco de arcilla, si bien este cuerpo produce cierta pérdida de
azufre.
Los primeros hornos, inventados por los hermanos Perret para
la combustión de la pirita de roca, se asemejan á los hornos de
cal sin hogar.
Algunos tipos ingleses actuales recuerdan esta disposición, y
son cubas cuadradas, sin rejilla, de 3 metros de altura, cuyas pa¬
redes están perforadas con aberturas que se pueden cerrar con
tapones de arcilla. Se carg¿i el mineral por una boca superior, se
separan los residuos por dos aberturas inferiores y un doble pla¬
no inclinado facilita la salida. La
puerta de salida de los gases
está provista de una caja con nitrato para la producción de los

gases nitrosos. Para ponerlo en actividad se empieza por calen¬


tar el horno, quemando en él un combustible ordinario, y se in¬
troduce poco á poco cargas de pirita, teniendo cuidado de no
añadir una hasta que la anterior esté bien encendida. A partir
de este momento, los gases que se habían dejado perder se diri¬
gen á las cámaras de plomo continúa la fabricación. Puede un
y
horno estar cerrado cinco ó seis días para las reparaciones en los
aparatos, sin que haya necesidad de volverle á calentar.
No pueden emplearse estos hornos cuando se tienen piritas ¿que
se desmoronan y obstruyen los conductos de salida de los resi -
dúos. Se necesitan en este caso hornos de paredes inclinadas,
como sucede en diversas fábricas alemanas. Generalmente se

agrupan de cuatro en cuatro y desembocan en un mismo con¬


ducto. Este tipo de horno y el anterior son útiles, sobre todo
cuando se trabaja con minerales pobres en azufre, en que el me¬
tal, que generalmente es el cobre, tiene más importancia que la
producción del ácido sulfuroso. Con frecuencia se sustituye su

58 —

59 —

suelo macizo con una rejilla espesa, formada de dos planos incli¬

nados, bajo de los cuales puede penetrar el aire. La desulfu¬


por
ración del mineral es más completa de esta suerte, siendo los ga¬
ses más ricos en ácido sulfuroso. Se utilizan semejantes hornos
en
Freiberg, en Sajonia, para el tratamiento del plomo
sulfurado.
En la mayor parte de las fábricas en que se queman
piritas de fácil combustión se ha sustituido á estos apa¬
ratos con hornos de rejilla, provistos de un cenicero
donde se regula rigurosamente á voluntad la introduc¬
ción del aire.
El
tipo marsellés de estos hornos es uno de los pri¬
meros y menos perfectos. Tiene dos hogares, provisto
cada uno de una rejilla de barras gruesas. El primero,
cuyos gases van directamente á los aparatos, es mucho
más ancho á consecuencia del espacio que ocupa la caja
del nitrato, á la cual de esta suerte no alcanza la llama
de este hogar. Una pequeña pared curva impide igual¬
mente la acción directa de los gases del segundo hogar,
que rodean este tabique antes de mezclarse con los del
primero. Se queman sobre estas rejillas pedazos del gro¬
sor de una manzana, á razón de dos barricas y
media
por día próximamente..
El mayor inconveniente consiste en la repetición de
la carga; es necesario que el obrero elija los pedazos
apurados y cargue con pirita nueva. De esta suerte si/
se consigue emplear frag¬
mentos más gruesos y en
menor número, y se pierde
hasta 8 por 100 de azufre,
sin contar el tiro, con fre¬
cuencia desigual, de los Fig. 17. —Rejilla de un homo inglés.
dos hogares.
Este modelo se ha perfeccionado en diversas fábricas inglesas
y alemanas. Los hogares son todos parecidos, colocados paralela¬
mente, y las marmitas de los nitratos situadas, ya en el orificio de
salida de cada uno de ellos, ya en la abertura común que va á los
aparatos. Se carga la pirita por encima, pero cuando se quieren
separar los residuos tostados, se colocan en el horno, por medio de
agujeros adecuados, barras de hierro que forman una rejilla pro¬
visional y permiten vaciarla por debajo sin interrumpir la com-

60 —

bustién. Obra disposición cómoda, que tiene lugar en algunos


hornos ingleses, consiste en emplear rejillas de barras móviles
que pueden separarse sin abrir puerta alguna. Se adosan dos filas
de hornos de esta índole, que cada uno de ellos desemboca en una
salida común. Con iguales intervalos, que corresponden á los ta¬
biques que separan los hornos, se colocan ollas de nitrato, fáciles
de cargar por un hueco superior.
La rejilla del horno horizontal está formada de barras de hie¬
rro cuadradas, de 5 centímetros de lado y
que distan entre sí 5
centímetros. Estas barras están en sus dos extremidades en for¬
ma de cilindro,
y se reciben en arcos semicirculares que llevan
barras de hierro transversales que les sirven de sostén.
Con auxilio de una llave especial puede hacerse que cada barra
gire sobre su eje, de modo que su diagonal y no ya su lado se co¬
loque verticalmente. De este modo es fácil ver la distancia entre
las dos barras reducida casi á la mitad, y puede reducirse to¬
davía no haciendo que gire más que una de cada dos barras. Por
medio de este artificio puede el obrero dejar caér con facilidad
los residuos colocados directamente sobre la rejilla, sin interrum¬
pir enmodo alguno la marcha del homo. Este tiene diversas
aberturas: dos puertas para manejar la rejilla, y una por cima
para el cenicero; una boca de cargamento, y dos miras colocadas
en la
parte media y alta del horno para seguir la marcha de la
operación y conducir el fuego. Se cargan estos hornos á una al¬
tura de 60 á 70 centímetros cúbicos, de 150 á 300 kilos de pirita

por metro cuadrado.


Con un horno bien construido, al cual el aire llegue en canti¬
dad uniforme y superior á la teóricamente necesaria, no se pier¬
de más de 4 por 100 de azufre, y con frecuencia menos, no de¬
biendo presentar la pirita después de la tostación indicio alguno
de fusión, y debe ser ligera, porosa, roja ó negruzca. En este úl¬
timo caso es
cuprosa, y hemos visto que entonces importa menos
que deje azufre. Frecuentemente no se hace más que macerar en
agua los residuos de la tostación y observar el peso de las mate¬
rias que se disuelven.
Cuando no llega el aire en cantidad suficiente se funde la pi¬
rita y envuelve los pedazos próximos en forma de lentes no des¬
compuestas, que tienden á aumentar y forman aglomeraciones
que hay necesidad algunas veces de quitar las barras para ex¬
traerlas.
Un exceso de aire da al horno lo que se llama un andar frío.
61 —

Los minerales exigen para ser quemados capas tanto más espe¬
sas cuanto más pobres son, y es necesario que las
llamas no se
inclinen hacia el orificio de salida, sino que deben ser verticales.
Para saber cuándo conviene introducir una nueva carga, tie¬
nen los obreros un medio empírico muy sencillo: basta
que un
cilindro de azufre, frotado en la pared del horno, produzca una
huella que se inflame. La rejilla no debe jamás estar iluminada,;
cuando lo está, el tiro es defectuoso y la tostación imperfecta.
Se remedia esto suspendiendo las cargas é impidiendo el paso
demasiado fácil del aire á lo largo de las paredes. En realidad, la
marcha de los hornos varía dentro de límites muy reducidos, y
en el caso de necesitar reparaciones, pueden pararse algunos de

ellos sin que la fabricación se interrumpa.


Hay ciertas piritas que dan en la mina misma una gran can¬
tidad de desperdicios muy deleznables, que no puede pensarse en
quemar en los hornos que se acaban de describir. Con este objeto
se ha necesitado construir
aparatos especiales. Los primeros mo¬
delos, que consistían en hornos de mufla, están ya casi abandona¬
dos. Eran cámaras muy extensas y muy bajas, divididas en com¬
partimientos por tabiques verticales y calentadas por medio de
un
hogar exterior. Por otra parte, el suelo era único y se calen¬
taba por la parte inferior por una serie de hogares. Se tostaba
sobre esta extensa superficie una capa de 8 á 10 centímetros de
materia pulverulenta. La marcha de estos hornos era tan defec¬
tuosa, que debieron prohibirse por la ley á causa de los vapores
sulfurosos que desprendían.
Se han sustituido con el horno de Spence. El suelo tiene hasta t

30 metros de longitud, y no se calienta sino por un solo hogar


colocado en un extremo. Se carga el otro extremo, y se coloca el
polvo, á medida que la tostación avanza, hacia un agujero de sa¬
lida que sirve también de entrada del aire. Siendo de esta suerte
el mineral más rico el más separado del hogar, la tostación es
perfecta y se regulariza la operación. Pero teniendo el horno
hasta doce puertas de trabajo, resulta la manipulación larga y
costosa.
El horno Hasenclaver produce automáticamente el movimien¬
to del mineral; cargado éste en un embudo, desciende por un
canal inclinado 45°, interrumpido láminas perpendiculares,
por
y cae lentamente al suelo por la acción de un rodillo acanalado.
Allí un obrero lo remueve constantemente dirigiéndolo á un ex¬
tremo. El polvo asi tostado concluye por caer en otro suelo infe-
rior por una abertura especial, y se estrae por medio de una
puerta lateral.
En todos estos hornos se recurre á un combustible extraño
para la combustión de las materias pulverulentas, y esto es una
mala condición económica, por lo cual se ha tratado de usar el
calor desprendido por la combustión de la pirita de roca para
calentar los hornos de polvo.

Fig. 18.—Horno de Olitier y Perret.

El horno más perfecto, construido según este principio, es el


del tipo Olivier-Perret. La pirita en pedazos se quema sobre una
rejilla de barrotes movibles, en análogas condiciones á las de los
hornos ingleses anteriormente descritos; pero por cima de esta
cuba se encuentra el horno final, destinado á los polvos y dividi¬
do en pisos por siete ladrillos refractarios. Estos se hallan dis¬
puestos en forma de trampa, de modo que los gases del hogar in¬
ferior los recorran todo lo más posible.
Estos hornos, agrupados de cuatro en cuatro, son de un uso
difícil por la gran altura que se necesita darles. El nuevo modelo
de los inventores evita este inconveniente. El horno de pirita
de roca es menos profundo y más extenso, aunque siempre dis¬
puesto del mismo modo; el horno de polvos no comprende más
que cuatro tabiques menos separados, y el mineral en polvo
se carga solamente
en la parte más alta; se hace descender de
espacio en espacio, hasta que cae por último delante del horno
en un cenicero
especial. Los gases van á grandes canales, donde
están colocadas las cajas de nitrato y se despojan de los polvos
arrastrados, atravesando extensas cámaras especiales.

63 —

Se han construido otros hornos destinados á quemar, no ya Jas


dos especies de pirita, sino únicamente el polvo producido en
cantidades enormes por algunos minerales, sin haber todavía re¬
currido á un combustible extraño. Se han construido con este

Firj. 19.—Horno Gerstenhoeftir.

objeto diversos, modelos. El horno Gerstenhoefer consiste en una


cuba vertical de ladrillos refractarios. El mineral se carga por
una capacidad superior y se distribuye por la rotación en sentido
inverso de dos cilindros acanalados. Se empieza con el auxilio de
un
hogar exterior por calentar el horno vacío, y entonces se hace
llegar de un modo metódico el polvo bien seco. Este cae en una

65 —

pila de barras refractarias, dispuestas en diez y seis espacios, de


manera que los vacíos de lina serie correspondan á ¡os llenos de

otra. Cuando el mineral llega cerca de las barras inferiores, se


puede apagar el fuego accesorio. Se cierran entonces todas las
comunicaciones, excepto las- de las cámaras de ácido. Los gases
producidos atraviesan las cámaras de sustancia pulverulenta.
Aberturas convenientemente practicadas en cada fila de barras,
y obturadas con tapones de arcilla, permiten limpiar el intervalo
de estas piezas refractarias y vigilar la operación. La marcha
del aparato es muy metódica; puede quemar de 3 á Ó cubas de
polvo diario, pero exige operarios ejercitados, por cuyo motivo
lo han abandonado muchas fábricas. Unos se quejan de la fra¬
gilidad de las barras refractarias, otros de la. imperfecta tosta-
ción. El principal inconveniente parece proceder del conside¬
rable, arrastre de polvo que impurifica el ácido de las cámaras.
El horno Maletra es en la actualidad uno de los más usados,
porque resuelve mejor el problema. El mineral en polvo se ex¬
tiende en losas refractarias y se agita constantemente. Baja cada
mis horas de un espacio y el obrero acaba por hacerle caer en
una cueva donde se abre el último
tabique, al mismo tiempo que
está sobrecargado el superior. Estas losas forman pequeñas bó¬
vedas que se apoyan en una pequeña pared. Se empieza por hacer
uso de un
hogar distinto, que se suprime como en el horno ante¬
rior cuando es suficiente la temperatura. lío se deja más que 1
por 100 de azufre en los residuos y se obtienen gases ricos en
anhídrido sulfuroso. La marcha es tanto mejor cuanto más ricas
sean las piritas
que se queman.

BILLON.—TOMO IV.—5
CAPÍTULO VI

CÁMARAS DE PLOMO

Acabamos de ver los diversos medios de producir el gas ácido


sulfuroso. Nos falta que examinar los aparatos en que este gas,,
sometido á la acción oxidante de los productos nitrosos, se trans¬
forma en ácido sulfúrico.
Sabemos ya de un modo general que son extensas cámaras de
dobles paredes de plomo, en las que se inyecta el vapor acuoso y
donde se produce de diversos modos el cuerpo intermediario ni¬
trado encargado de la oxidación. Este en lo posible se regenera y
vuelve á utilizarse en la fabricación.
Por último, el ácido obtenido se concentra hasta el grado que
exigen las aplicaciones industriales.
Cada una de estas partes presenta ciertas dificultades que re¬
solver que hay que examina)- detalladamente.
Empezaremos por el estudio de la construcción de las cámaras
y sus accesorios. En este particular, las dificultades que hay que
vencer son las siguientes: construir vasos perfectamente cerrados

que no den salida á los gases, inatacables, de dimensiones colo¬


sales,poco costosos y fáciles de reparar.
Se han propuesto muchas sustancias para realizar estas con¬
diciones; unas pueden reducirse á láminas delgadas y son inata¬
cables, pero exigen múltiples junturas, cuestan muy caras y difi¬
cultan la instalación de los sostenes y de los conductos. Tales
son el basalto y la pizarra; también se ha propuesto la guta¬

percha, pero es muy fusible y rápidamente atacada, independien¬


temente de su precio cada día más elevado. En definitiva, sólo

puede utilizarse el plomo, muy maleable, fácil de soldar, que po¬


see todavía, aun después de utilizarse, un gran valor comercial,

muy poco atacable, y no tiene más inconvenientes que el de ser


muy pesado, blando y costoso.
Con frecuencia se emplean los plomos viejos vueltos á fundir.
Ha demostrado, en efecto, la experiencia que éstos, procedentes

67 —

de antiguas cámaras de ácido, muy impuros y que contienen an¬


timonio, resisten mucho mejor á la acción que el plomo puro.
Hay necesidad de evitar muy cuidadosamente la presencia del
estaño.
Se construyen las cámaras sobre pilares, á fin de poder utilizar
como almacén el espacio situado debajo. Se establece un sólido
piso de vigas y tablas, sobre el que se funda la armadura que debe

lig. 21.

sostener la cámara. Esta armadura, á consecuencia del enorme


peso que debe sostener, se compone de pequeños pilares cuadra¬
dos, separados entre sí un metro y sostenidos por cabestrillos.
Hay que evitar cuidadosamente que el plomo toque en punto al¬
guno á los pilares, puesto que entonces el metal no se enfría en el
punto de contacto y es rápidamente atacado.
Esta condición no se realiza con facilidad; se consigue, en
■cuanto es posible, haciendo
girar entre las paredes del plomo, no
ya una cara del pequeño pilar, sino una arista.
En algunas localidades, por excepción, pueden dejarse al aire
libre las cámaras así instaladas; pero poy lo.general hay necesi-

68 —

dad de cubrirlas de una techumbre que se completa con paredes


laterales enrejadas, que dejan todo al rededor un camino de ser¬
vicio.
Las paredes se construyen conláminas de plomo tan gran¬
des como es posible, soldadas entre sí,
que tienen como término
medio 3 milímetros de espesor. Puede ser éste aún menor en el.
fondo, protegido siempre del contacto de los vapores por la capa
de ácido que le cubre.
Como 110 hay que pensar en usar el estaño para la soldadura,
puesto que este metal es muy atacable, se unen las hojas de plo¬
mo
por medio de la soldadura autógena, inventada por Desbas-
syns de Kichemond. Consiste en fundir los bordes de las dos ho¬
jas y soldarlas por medio de un soplete alimentado por aire y
gas hidrógeno. La unión así obtenida m más sólida que las ho¬
jas, a causa de su mayor espesor. Muy fácil sobre superficies ho¬
rizontales, es algo más delicada esta soldadura á lo largo de una
línea vertical; se procura entonces colocar de alto a bajo una se¬
rie de gotas de. plomo muy próximas, que forman una soldadura
ondulada.
Desde hace algunos años se practica mucho la soldadura eléc¬
trica, pormedio de un hierro que la corriente pone á una alta
temperatura, ó por medio del arco voltaico, brotando entre dos
carbones, como en las lámparas eléctricas.
Se colocan generalmente en el fondo tres hojas de plomo, cada
una dé-3 metros de ancha, y se levanta en
seguida esta pared en
el sitio que debe ocupar. Se procura que no haya soldadura
alguna de cara á los postes. Estas paredes están sostenidas por
listones de plomo soldados que se fijan á los piloncitos y á
los cabestrillos con clavos de hierro, evitando hasta donde sea,
posible, como hemos dicho, el contacto de las paredes con toda,
pieza exterior.
Se dispone sucesivamente el techo y después el tablón de las-
cámaras. El techo es la parte más atacable; también el plomo
que le forma es más grueso, y las láminas suspendidas por. largas
amarras, ya á la-s carreras, ya á las barras de hierro transversa¬
les. El piso puede estar soldado á las paredes ó formar todo al
rededor una cubeta, que hace una unión hidráulica y protege las
armaduras, impidiendo que el ácido que sale por las paredes de¬
teriore aquéllas; Es por lo demás ventajoso dejar en el fondo
cierta altura de ácido, porque la fabricación marcha mejor y se:
tiene á mano,-sin otro almacenaje, una reserva de ácido. ,

69 —

Debe observarse que no se coloca llave alguna en las cámaras


para extraer el ácido; un tubo en- Y, cuya extremidad traspasa

algo el fondo de la cámara, condoce el ácido fuera á un pequeño


vaso comunicante,
que lleva otro tubo de desagüe, tapado con
nna
compuerta de hierro y cubierto de plomo antimonial. En di¬
versos puntos se colocan en las paredes pequeñas oquedades,
llamadas pitillas, donde puede colocarse un pesa-ácidos, desti¬

nado á medir el grado. La misma investigación se hace para el


ácido que corre por las paredes. Basta para eso soldar por de-

lante una especie de cubeta en forma de nido de palomas, que


conduce por un tubo el ácido á una probeta exterior, donde se
sumerge el areómetro. Puede también apreciarse la cantidad de
ácido que se forma en la cámara disponiendo en ésta una especie
de fuente ancha de gres, cuya superficie se conoce. El ácido que
va á depositarse allí se conduce afuera por idéntico mecanismo
y puede medirse;
Las comunicaciones entre las cámaras tienen
lugar por grue-
tubos de plomo sostenidos de trecho en trecho por tablas y

sos

•círculos de hierro; éstas, entre los hornos y la primera cámara,


son más complicadas. En efecto, los. gases salen de los hornos de
pirita á una temperatura demasiado elevada, y se ti ata desde lue¬
go de utilizar este calor doblemente perdido, puesto que es noci¬
vo, disponiendo por cima de la abertura del conducto las calderas
de vapor de agua. Concluyen éstas por ser atacadas, y basta que
circule al rededor del conducto una corriente de agua fría. Hoy
en la mayor parte de las fábricas se hacen pasar los gases á una

torre de Glover, cuyo uso veremos más adelante,


y se construye
el conducto entre los hornos y esta torre en forma de dos semi-
cilindros de fundición, clavados
y provistos de aberturas. Esta
disposición es bastante económica, y la mitad superior del tubo,
como se
destruye mucho más pronto, puede reemplazarse sepa¬
radamente.
El número y las dimensiones de las cámaras no están
sujetas á.
reglas fijas
y varían según las fábricas. Se han construido hasta
de más de 6.000 metros cúbicos; son
muy costosas, y su inte¬
rrupción para reparaciones ocasiona considerables pérdidas. Por
otra parte, cámaras muy pequeñas aumentan los gastos de cons¬
trucción y entretenimiento.

71 —

Los primeros aparatos, cuyos dibujos se ^hallan en todos los


tratados de química, comprenden generalmente cinco cámaras,
de las cuales cuatro son cúbicas y la mediana mucho más larga
y extensa; van precedidas de un tambor, con espacios dispuestos
en forma de trampa; colector de ácido sulfuroso que sirve para
la distribución en forma de cascada del ácido sulfúrico nitroso,

que procede de la torre de GayrLussac con que termina el apa¬


rato y de que pronto nos ocuparemos. La segunda de estas cáma¬
ras está destinada á recibir el ácido nítrico que se emplea para
laproducción de los gases nitrosos oxidantes; la primera recibe
por un tubo inclinado el ácido sulfúrico nitroso procedente de
esta última cámara: es el desnitrificador. Las dos últimas cáma¬
ras ó tambores de cola envían sus gases á refrigerantes aboveda¬
dos, después á la torre de G-ay-Lussac, alimentada de alto á bajo
y
por ácido sulfúrico nitroso. Por último, la misma figura á que
aludimos indica un horno de azufre que calienta un generador
de vapor, Este se introduce en parte por el fondo de las cáma¬
ras; así es que se emplea para comprimir el ácido sulfúrico ni¬
troso y enviarle por cima del primeptambor.
Esta disposición es muy defectuosa, y el depósito que contiene
el ácido calentado y bajo presión rápidamente se deteriora. Lo
mismo sucede con los tubos de vapor, que saliendo por el fondo
de las cámaras no tardan en partirse y producir fugas. Por últi¬
mo, la práctica tiende á emplear menor número de cámaras, has¬
ta el punto deque se ha llegado á preconizar el empleo de una
cámara única. Por lo demás, todavía se hallan muy lejos de es¬
tar conformes acerca de cuál es la disposición más ventajosa.
Todavía con los hornos de pirita hay necesidad de suprimir
el primer tambor de los espacios, que se destruiría rápidamente
por la elevada temperatura de los gases. Se suprimen con fre¬
cuencia también las dos primeras cámaras y no se conserva mas
que una muy grande, á la que siguen una ó dos más pequeñas,
sobre todo la última. Se han construido también aparatos de una
sola pieza abovedados en el interior, con láminas de vidrio sus¬
pendidas en el techo. Frecuentemente, aun en una misma fábri¬
ca, los grupos de aparatos no tienen idéntica disposición.
Diversas experiencias han mostrado que era necesario hacer
llegar los gases por la parte alta de las cámaras y hacerles salir
por la paite inferior, para darles un movimiento de descenso len¬
to y regular.
La producción y aprovechamiento de los productos nitrosos

72 —

son una parte importante de la fabricación. Recordemos que se


trata de gases que ceden su oxígeno al ácido sulfuroso y lo de¬
vuelven á la atmósfera, y ya hemos examinado, á propósito de los
hornos de pirita, muchas disposiciones que tienen por objeto
producir el ácido nítrico, el más oxigenado de estos gases nitro¬
sos, descomponiendo el nitrato de sosa por el ácido sulfúrico en
los mismos hornos, á fin de mezclar los vapores producidos con
los de ácido sulfuroso. Otras veces se introduce directamente en
las cámaras el ácido nítrico ya preparado. No parece que existe
ventaja entre uno y otro método, si bien los dos funcionan en
concurrencia en las mismas fábricas.
Las ollas de nitrato destinadas al primér uso se establecen,
como hemos visto, en los estribos que separan los hornos. Son
rectangulares, de fundición, y se cargan por una puerta lateral.
Se introduce en ellas el ácido por medio de uh embudo de plo¬
mo de tubo afilado; el bisulfato de sosa que queda como residuo
se extrae
por una tubuladura lateral y se solidifica en placas de
fundición.
Cuando se emplea el ácido nítrico puede la alimentación ser
intermitente ó continua. En el primer caso se llena con el au¬
xilio de un tubo calibrado un depósito exterior en medio del
cual hay un sifón.
Cuando el líquido alcanza la curvatura de éste, se vacia el de¬
pósito bruscamente y se puede, regulando el tubo de llegada, se¬
parar á voluntad las caídas.
Una precaución esencial que hay que tomar es la de que no
llegue nunca el ácido nítrico á ponerse en contacto con el plomo
de las cámaras, que se perforaría muy pronto. Con este objeto se
empleaba en otro tiempo el desnitrificador.
Hoy no hay temor alguno en hacer llegar el ácido ¿ la gran
cámara; basta evidentemente proceder de tal manera que todo
el ácido nítrico se descomponga en vapores nitrosos antes de
caer sobre el suelo de la cámara
y hacerle recorrer un largo ca¬
mino con este objeto. Se consigue esto haciendo que caiga en
forma de cascadas sobre piezas de vidrio ó porcelana, especie de
cubetas invertidas, á cuyo fondo ligeramente elevado llega el
ácido y cuyas paredes están escotadas.
Vasijas exteriores están en comunicación con cada cascada
por medio de un tubo especial. Todo el sistema descansa en cu¬
betas de plomo muy horizontales llenas de flor de azufre. Gomo
los tubos que llegan á las torres de porcelana son un obstáculo

74: —

y se gastan pronto, suele emplearse una cascada de cubeta de


barro cocido ó de gres.
Basta entonces un solo tobo de conducción. En último lugar
se
superponen cinco á seis de estas cubetas,al salir el ácido de
y
la última, en lugar de caer sobre el suelo de la cámara, va á una
probeta exterior, donde se examina si contiene ó no productos
nitrosos que ataquen al plomo. Entonces puede volver á la cá¬
mara.

La alimentación de los aparatos de vapor de agua se hace, ya


por medio de generadores especiales que la producen á una débil
presión, ya directamente por los generadores que alimentan las
diversas máquinas de la fábrica. Es necesario entonces poder re¬
gular la admisión por una concha.
Como hemos dicho, se expondrían á una destrucción rápida los
tubos generadores por el fondo; éstos son de hierro ó de cobre y
desembocan cerca del techo. Con frecuencia hay un solo orificio
de admisión por cada cámara, colocado entonces en el tubo de
llegada de los gases y que ayuda á expulsar á éstos. La parte del
tubo que penetra en la cámara es de plomo, y está provista en la
extremidad de una pequeña placa de platino por donde sale el va¬
por. Es necesario inyectar éste á la cabeza de la cámara princi¬
pal, donde se forma principalmente el ácido; no hay necesidad
de dirigirle á los últimos tambores de cola.
Si la alimentación de vapor es insuficiente, se producen los cris¬
tales llamados de las cámaras de plomo.
Cuando hablemos de las teorías expuestas sobre la formación
del ácido sulfúrico explicaremos la composición de estos crista¬
les especiales; diremos tan sólo que entra en ellos el ácido nitroso
tomado del gas de las cámaras, y como estos cristales se disuel¬
ven en el ácido
que baña el fondo, resulta de aquí el doble incon¬
veniente de que este ácido está muy cargado de productos nitro¬
sos, y la atmósfera de las cámaras, empobrecida de estos mismos
gases, retarda la fabricación. Por lo demás, pronto se nota la in¬
suficiente llegada de los vapores por el aspecto del ácido en las
probetas exteriores que sirven para su ensayo. Su arado aumenta
más y más, y desprende vapores rutilantes de ácido h i poní trico.
En el caso inverso, el ácido demasiado diluido absorbe el ácido
nítrico y el ácido sulfuroso no descompuestos y ataca el plomo
de las camaras. Se ha propuesto sustituir al vapor el agua pulve¬
rizada por medio de un chorro de ésta; pero no parece que esta
disposición, adoptada por algunas fábricas inglesas, sea ventajosa.

'75 —

'

Importa regular, de igual manera qué en los hornos y con él


mismo cuidado, el tiro de las cámaras que determinan el aflujo de
los gases que las atraviesan y que pueden compararse á un río
pasando por una serie de lagos.
Con motivo de las pérdidas de presión producidas por el roza¬
miento de los gases en las paredes es necesario producir un tiro
enérgico, y sobre todo regular las presiones extremas á la cabeza
y á la cola. El exceso de esta última hace que los gases atravie¬

sen los aparatos con demasiada rapidez y ocasiona un mayor con¬


sumo de ácido nítrico; si, por el contrario, la afluencia en la cola
no es suficiente, los hornos rebotan por sus puertas, las cámaras-
están faltas de oxígeno y se desprenden los productos nitrosos en
un ligero estado de oxidación, y el ácido sulfúrico ya no los ab¬
sorbe y por consiguiente se pierden. Pueden emplearse diversos
medios para activar el tiro. Se conducen los gases de salida á una-
especie de piqueta de chimenea estrecha. Otras veces se dirigen
simplemente á la chimenea general de la fábrica; puédese tam¬
bién forzar el tiro por medio de un chorro de vapor.
Por otra parte, se regula el tiro con el auxilio de registros. Es¬
tos, que se colocan sobre los tubos, consisten en una lámina de
plomo, dispuesta en el centro de una campana ancha, cuyos bor¬
des se sumergen en el ácido sulfúrico. Este se halla en una cubeta
en forma demorona,
cuyo espacio interno sirve para el paso de la
lámina que hace de registro. De este modo se realiza una solda¬
dura hidráulica.
Para los tubos verticales se emplea también una especie de
tambor más ancho que el tubo, en medio del cual hay una lami¬
na con
agujeros, cuya superficie es igual á la sección del tubo.
Uerrando un número mayor ó menor de estos agujeros, se regula
la circulación a voluntad.
Además, puede medirse á cada instante la velocidad de los ga¬
-

ses pormedio de un manómetro. Es un tubo en Y colocado en


una tabla ligeramente inclinada y que contiene éter, líquido muy
móvil, que hace por lo tanto el aparato muy sensible. Las dos
ramas de este tubo comunican por medio de gomas con dos pie¬
zas
dispuestas en una tubuladura lateral del tubo de conducción
de gases. Una de estas piezas se termina bruscamente; la otra se
sumerge por su extremo encorvado ep la parte inferior, en medio
de la corriente gaseosa. -E-ta sencilla disposición basta para apre¬
ciar la presión que determina la salida del gas, y aun por medio
•de cálculos muy complicados para reproducirlos aquí su veloci¬
dad media. Se han construido tablas que permiten^ por medio de
una sencilla lectura del instrumento, conocer
esta yelocidad.
CAPÍTULO Vil

CONDENSACION DE LOS GASES NITROSOS

En rigor* solamente los aparatos que acabamos de describir


bastarían para una fábrica de ácido sulfúrico, al menos para ob¬
tener el ácido impuro. Pero bien pronto reconocieron los fabri¬
cantes la necesidad de recoger cuidadosamente los productos ni¬
trosos, que antes se perdían en la atmósfera y producían una gran
pérdida enrazón al precio del ácido nítrico.
Durante mucho tiempo, el único aparato empleado fué el que
imaginó con este objeto Gay-Lussac, y que constituye un gran
perfeccionamiento.
El método de Gay-Lussac consiste en condensar los gases ni¬
trosos que salen de las cámaras por medio del ácido sulfúrico dé¬
bil, tal como de ellas sale.
Hemos visto que estos gases están constituidos por el ázoe en
grados diversos de oxidación, que los principales son: el pro-
muy
tóxido, el bióxido de ázoe, el ácido nitroso, el ácido hiponítrico y
el ácido nítrico. Al salir de las cámaras los gases no contienen
este último, pero pueden estar formados de una mezcla de todos-
Ios demás. Pero la acción del ácido sulfúrico es muy distinta so¬
bre éstos; este líquido disuelve simplemente el ácido hiponítrico,
que restituye por una ligera elevación de. temperatura. 'Se com¬
bina con el ácido nitroso, y el compuesto así formado es de tal
modo estable que puede destilarse sin abandonar su producto ni¬
troso. Si se llega, por consiguiente, á la adición de agua, cede
éste inmediatamente, no ya al estado de ácido nitroso, sino al de
bióxido de ázoe, que representa el grado inferior de oxidación.
Por último, el bióxido de ázoe, así como el protóxido y el ázoe
puro, no son enteramente absorbidos por el ácido sulfúrico. SíT
pues, se hace llegar al salir de las cámaras los gases en contacto
del ácido sulfúrico muy dividido, éste disolverá los ácidos nitroso
é hiponítrico. Esta disolución podrá-en seguida volver á entrar
en la fabricación; calentada,.abandonará el segundo de estos cuer¬
pos; adicionando agua, perderá igualmente el primero, y de esta

78 —

suertese recuperará la totalidad de los productos nitrosos


que se
emplearon en la fabricación.
Esta ingeniosa reacción se
realiza en la torre llamada de
Gay-Lussac. Es de plomo,
llena de materiales inataca¬
bles y muy elevada. El ácido
de las cámaras llega por la
parte alta y desciende, y los
gases vuelven á subir en sen¬
tido inverso.Se le da como
dimensiones 1/100 próxima¬
mente de la capacidad de las
cámaras. Se establece sobre
un
piso de ladrillos embrea¬
dos, cubiertos de plomo como
las cámaras, en láminas sol¬
dadas y adheridas á la arma¬
dura exteriormente y sus bor¬
des se sumergen-'en una-cu¬
beta inferior que forma una
soldadura hidráulica. A cor¬
ta distancia del fondo hay una

rejilla de hierro, guarnecida


de plomo, que descansa sobre
los ladrillos. Por cima se

guarnece muy cuidadosamen¬


te la torre con cok duro, com¬
pletamente inatacable por el
ácido, muy ligero, poco cos¬
toso y que ofrece á los gases y
á los líquidos una extensa su¬
perficie á causa de sus aspe¬
rezas. Se escoge
lo más duro
posible; el de las retortas de
gases no conviene. Los peda¬
zos se colocan á mano, muy
Fig. 27.—Torre de Gay-Lussac.
cuidadosamente y por orden
de tamaño; es inútil separar la carga en muchos espacios por me¬
dio de rejillas transversales, pues éstas no hacen más que deter
inorar las paredes.

79 —

El tubo que conduce los gases está provisto de una linterna ó


porción de vidrio que permite observar su color. El tubo de sa¬
lida está igualmente provisto de este apéndice.
La distribución del ácido debe ser muy regular en el vértice
de la torre. Gay-Lussac conseguía esto por medio de una artesa
doble que se sostiene de una parte á otra en un pequeño saliente.
Cuando se llena la mitad, el aparato bascula, tropieza con el sa¬
liente y se vacia, dirigiéndose la otra mitad bajo la llave, y así
sucesivamente. Es preferible utilizar un pequeño aparato de físi¬
ca, conocido con el nombre de torniquete de reacción. Es un vaso

Fig. 28.—Distribución del ácido.

estrecho de vidrio, ensanchado en forma de embudo é invertido


en forma de T. Las ramas de la T, en sus extremidades, están

encorvadas horizon taimen te en sentido inverso. Siendo el aparato


movible sobre un eje, si se hace llegar un líquido á la porción ver¬
por las piezas horizontales hace que el aparato gire
tical, ¡a salida
en sentido inverso de su curvatura. En el caso que nos ocupa, el
ácido sulfúrico se distribuye en una cubeta dividida en 16 com¬
partimientos ó secciones, cada uno de los cuales se vacia sobre
el cok de la columna.
Se ha empleado también un depósito lleno de ácido ó invertido
en una cubeta. Cuando la abertura inferior del depósito se des¬
cubre por la salida, se vierte líquido del depósito y de este modo
es constante el nivel exterior.

Por último, el desembarazo del depósito de ácido destinado á


la alimentación de la columna se regula por una llave de flotador,
y este depósito se llena por medio de un aparato de aire compri¬
mido. Es una bomba de aire dirigida por un motor especial, que

80 —

comprime el ácido en un grueso depósito de hierro, que para ma¬


yor seguridad se coloca en un hoyo. El ácido procede de depósi¬
tos laterales, y su admisión se hace
por medio de un vastago file¬
teado que oprime un tapón de plomo duro. Una campana envuel¬
ve todo ello
para ponerlo al abrigo de las proyecciones de ácido.
Esta precaución se toma para el tubo de llegada al depósito su¬
perior, que escupe cuando la bomba de aire funciona en el vacío.
La disposición del condensador se ha modificado mucho des¬
pués de G-ay-Lussac. En algunas fábricas se ha empleado una
serie de vasijas de gres, precedidas de un largo canal, donde los
gases se enfrían y se desecan. Estas vasijas están llenas de ácido
hasta los dos tercios, que circula allí en sentido inverso de los ga¬
ses por medio de sifones.

Estas vasijas se reemplazan por cubetas dispuestas en forma


de cascadas, y los gases circulan bajo campanas de gres, cuyos
bordes se sumergen en el líquido de las cubetas. Las referidas
disposiciones, aunque más económicas, son también más imper¬
fectas cuando se aplican sobre todo á las pequeñas instalaciones.
Para enfriar y desecar los-gases que penetran en la torre de
Glay-Lussac se hacen atravesar, ya sea sencillamente á lo largo de
un tubo de
plomo, ya por una caja cerrada longitudinalmente y
enfriada.
Hemos visto que el ácido hiponítrico y el ácido nitroso sola¬
mente se disolvían en el ácido sulfúrico, y el segundo formaba
una combinación
muy estable. Pero el primer gas, en presencia
de una cantidad muy grande de productos gaseosos inertes, en
los que se diluyen los que se quieren recoger, es arrastrado en
gran cantidad y se pierde.
No sucedería eso si se hiciese llegar á la torre con los demás
gases un poco de ácido sulfuroso (anhídrido). Se produciría en¬
tonces la misma reacción que en las cámaras, es decir, formación
de ácido sulfúrico con reducción del acido hiponítrico á ácido
nitroso; de suerte que no tendría que disolverse más que este úl¬
timo, y por tanto nohabría pérdida de productos nitrosos. Este
es el perfeccionamiento propuesto por Benker y Lan. El ácido
sulfúrico se toma en los conductos de los hornos y se inyecta en
la torre, y hay que tener cuidado de no inyectar demasiada can¬
tidad, porque se formaría,no ya ácido nitroso, sino simplemente
bióxido de ázoe, todavía menos oxidado y que ya no disuelve
ácido sulfúrico.
Él ácido sulfúrico cargado de productos nitrosos que se recoge
en la parte
baja de la torre de Gay-Lussac. debe ahora volver á
entrar en la fabricación para
restituir los productos que ha di-
suelto. Para esto se le hace llegar á la cabeza de la serie de apa¬
ratos dispuestos de diversas formas y cuyo objeto es desni¬
trificar.

■Monta-ácidos■

Ya hemos visto la disposición primitivamente adoptada del


tambor desnitrificador. Es una pequeña cámara de plomo, donde
á la llegan los gases sulfurosos de los hornos y el vapor. Por
vez
otra se conduce el ácido nitroso á un depósito superior, de
parte
donde cae sobre tabiques escalonados que cada uno forma, mer¬
ced á un reborde, un pequeño depósito poco profundo, en el cual
se somete el ácido á la acción
descomponente de los gases. Se
despojaba, según el mecanismo antes expuesto, de sus productos
BILLON.—TOMO IV.—6
nitrosos arrastrados por la corriente gaseosa y caía ya purificado,
pero diluido, sobre el suelo del tambor, para volver á la cámara
siguiente.
Esta disposición producía el rápido deterioro del tambor des¬
nitrificante, sometido á la acción de los gases calientes y ácidos,
y cambiaba el valor ó riqueza del ácido. Por eso se ha abando¬
nado, usándose diversas columnas desnitrificantes.

Una de ellas, usada en Preyberg, es de plomo, cubierta inte¬


riormente de ladrillos cocidos y embreados y descansa en una
cubeta de plomo. Está cerrada por una cubierta de lava, en cuyo
centro se introduce el ácido nitroso y atraviesa el tubo de des¬

prendimiento volviendo á las cámaras. El vapor se introduce por


la parte inferior, por medio de un tubo que se abre en un asiento
de ladrillos. Se concluye por llenarlo de fragmentos de porcelana
ó pedernal. El vapor basta para la desnitrificación.
Se sustituye esta disposición, en algunas fábricas, por grandes
cántaras de gres llenas de pedernal y puestas sobre un barreño,

83 —

que tiene exactamente las mismas dimensiones que la columna


anterior y funcionan del mismo modo, con la única diferencia

AxxxW NNNSSSS\N XWWWI


i
! 1 i
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Fig. 31.—Turre de Freyberg.

que se introduce en ellas un poco de agua para auxiliar la desni¬


trificación.
Ninguno de estos desnitrificantes es práctico; el ácido sulfúrico,
saliendo de la torre deGay-Lussac y sometido á la acción del

84 —

vapor ó del agua, pierde su fuerza, de suerte que es necesario


concentrar de nuevo una gran parte de este ácido en un labora¬
torio especial. Además de los nuevos gastos de instalación que
exige esta concentración, hay el inconveniente de que se destru¬
yen con rapidez los aparatos de plomo en que se hace, atacando
el ácido sobremanera al metal por la concentración á que hay
que llevarle.
Estos graves inconvenientes impidieron que acogieran los fa¬
bricantes en un principio el método de Gay-Lussac. Puede suce¬
der, en efecto, que los nuevos gastos que lleva consigo la desni¬
trificación del ácido sean más elevados que el valor de los pro¬
ductos nitrosos que se recuperan; por otra parte, el cuidado que.
exige la torre de Gay-Lussac lleva consigo ciertas precauciones
que ya hemos enumerado y que en los primeros tiempos de su
adopción no se conocían bien.
La agregación de este aparato resultaba con frecuencia una
complicación inútil.
Se debe á Glover perfeccionamiento radical que ha obviado
un
en
gran parte estosinconvenientes y ha hecho práctico en todas
partes el uso de la torre de Gay-Lussac. La torre cíe Glover, con
cuyo nombre se designa en todas las fábricas, es un aparato des¬
nitrificante, pero que completa funciones múltiples.
Se remite á este aparato todo el ácido procedente del método
de Gay-Lussac, al mismo tiempo que el que procede de las cáma¬
ras
que necesita concentrarse. Se hace caer sobre materiales in¬
atacables y se hacen llegar en sentido inverso los gases calientes
de los hornos de piritas.
Se producen las siguientes reacciones:
1.° El ácido sulfúrico, cargado de todos los productos nitrosos,
se diluye por el ácido de las cámaras, y en este menor grado de

concentración es atacado con más facilidad.


2.° El calor considerable de los gases que proceden de los hor¬
nos se concentra en un espacio y desprende el vapor de agua

necesario sin que haya necesidad de inyectarle.


8.° Bajo la triple acción del anhídrido sulfuroso, del vapor y
del calor, se forma ácido sulfúrico, y los productos nitrosos pasan
al estado de bióxido de ázoe, que como hemos visto no es absor¬
bido en absoluto por el ácido sulfúrico, y no podrá, por lo tanto,
impurificarle.
4.° Esta reacción no se completa sino en la parte alta de la
torre; en todo el resto del trayecto el ácido se concentra, y llega

86 —

á la parte inferior absolutamente desnitrificado y con el grado


comercial.
Es inútil hacer notar las ventajas considerables que resultan
de este aparato. Independientemente de la desnitrificación total
y de la concentración de todo el ácido fabricado, utiliza el calor
de los gases de los hornos, antes sumamente perjudicial, y que
era preciso combatir por medio de refrigerantes; suministra
además á las cámaras una cantidad muy notable de vapor de
agua sin gasto alguno, lo cual es un ahorro de trabajo para los
generadores.
El aparato funciona en condiciones muy económicas, pues
casi el único gasto consiste en elevar el ácido al vértice de las
torres.
Una reacción de laboratorio era un obstáculo al empleo de la
torre de(llover y hacía temer una pérdida de productos nitrosos.
Se encuentra, en efecto, que en las condiciones ordinarias el
anhídrido sulfuroso puede descomponer el bióxido de ázoe, que
hemos visto en definitiva producido en la torre. Si esta reacción
tenía lugar, resultaría de aquí una producción de ázoe puro que
no podría ya servir para la fabricación y ocasionaría una gran
pérdida de productos nitrosos, que se trata de evitaren este apa¬
rato. El ácido sulfuroso no está ya
aquí en las condiciones en
que había tenido lugar la experiencia en,cuestión, y está mezclado
con una
gran cantidad de gases inertes que impiden que tenga
lugar esta reacción, y los temores que acerca de esto existían son
tan poco fundados, que se puede enviar directamente á la torre
de Glover el ácido nítrico destinado á la producción délos gases
nitrosos. Es también inútil separar, hasta el momento de su en¬
trada en la torre, el ácido sulfúrico nitroso del de las cámaras
adonde se dirige.
Pasemos ahora á conocer las disposiciones de este notable apa¬
rato. Desde luego,
en razón á las elevadas temperaturas á que
está sometido, no se puede pensar en hacer uso de una simple
pared de plomo, como en la torre de Gay-Lussac. Se la refuerza
por delante con lava ó ladrillo silíceos, que no la tocan entera¬
mente.
Para un aparato de 4.000 á 5.000 metros cúbicos tiene de or¬
dinario la torre de Glover 7 metros de altura por 2m,50 de diá¬
metro, El macizo de mamposteria y la cubierta están dispuestas
como
para la torre de Gay-Lussac, y las paredes de plomo de la
torre se
sumergen del mismo modo en un cubeta inferior, de

87 —

manera
que formen soldadura hidráulica. Como esta cubeta se
gasta con rapidez, se le da un gran espesor, sobre todo en el
vértice, que se refuerza con una pieza suplementaria fácil de
reemplazar, y se construye, ya de una sola pieza, ya de dos lámi¬
nas talladas en bisel entre las que se vierte el plomo, pues el
gran espesor del metal no consiente las soldaduras al soplete.
Lo mismo sucede para la unión de los anillos que forman la
torre.
A las tres cuartas partes de su altura la torre está revestida
de lava, de que ya hemos hablado. Lo forman losas curvas de 25
á 30 centímetros de gruesas, unidas entre sí sin argamasa. En el
fondo cuatro ó cinco losas parecidas forman una rejilla. Se pue¬
den también emplear fragmentos muy. silíceos que suministran
algunos yacimientos, reunidas sin mortero y perfectamente sol¬
dadas.
La guarnición

interiorse hace de ordinario con sílex.
Las que
se encuentran en lechos alineados en los yacimientos
de creta
convienen perfectamente, á condición de que no salten con el
calor, de lo cual se asegura uno previamente. Se termina por
fragmentos más pequeños ó de cok, y, por último, con algunos
ladrillos sobre los cuales cae el ácido..
Gomo
pueden unirse los conductos que proceden de los
no

hornos y son de hierro, con la torre de plomo, se usa una pieza


intermediaria de porcelana. El tubo de salida de los gases es
algo menos grueso (60 centímetros de diámetro) y se construye
de plomo.
El ácido nitroso y el de las cámaras se distribuyen, ya separa¬
damente, ya mezclados, por medio de molinetes de vidrio, ya des¬
critos con motivo de la torre de Gay-Lussac; se elevan uno y
otro en el vértice del Glover por piezas de plomo que se conso¬
lidan colocándolas al rededor del yeso en una envoltura de pa¬
lastro.
Además, producto de fabricación, puede hacerse pasar
como
á la torre de Glover el ácido sulfúrico cargado de ácido nítrico
que produce la fabricación de determinados colores de anilina.
Al lado de estas ventajas ofrece este aparato un gran incon¬
veniente, que impide destinar á muchos usos el ácido que produ¬
ce. Este arrastra, en efecto, todo el
polvo, y cuando se quiere
concentrar deposita en las vasijas de platino costras de sulfato
de hierro que las deterioran con rapidez. Este inconveniente no
tendría importancia si todo el ácido que procede del Glover vol-

88 —

viese al de Gay-Lussac, para cargarse allí de nuevo de productos


nitrosos; pero hemos visto que este aparato podía servir para
concentrar cantidades de ácido mucho mayores que las necesa¬
rias para este último empleo, y los usos del ácido sulfúrico son
muy diversos para que pueda fácilmente utilizarse tal como sale
del Glover, tanto más cuanto que reteniéndose todos los polvos
es mucho más puro el ácido de las cámaras.

Hemos terminado con los aparatos que sirven para obtener el


ácido sulfúrico. Antes de pasar al estudio de la importante in¬
dustria que tiene por objeto concentrarle, hay que decir algo de
la colocación que se da de ordinario á las diversas partes de este
complicado conjunto. Examinaremos en seguida la marcha de
la fabricación, y expondremos entonces el estudio de las reaccio¬
nes
que á su vez se han invocado para explicar la formación
del ácido.
La fábrica de ácido se dispone de modo que puedan vigilarse,
lo más fácilmente posible, todos los aparatos y reducir á los me¬
nos posibles los transportes de las materias empleadas ú obte¬
nidas.
La pirita debe ponerse al abrigo de la lluvia, sobre todo si está
en polvo. Generalmente se coloca bajo las cámaras, que ofrecen
un ancho espacio disponible. Por el contrario, no se deben colo¬

car allí los hornos ó


generadores de vapor, para evi:ar, ya el exceso
de calor por parte de los primeros, ya el deterioro de los segun¬
dos por las fugas accidentales de ácido. Se disponen ai rededor
de éstos los monta-ácidos y otros aparatos de vapor. La torre de
Glover puede unirse á los hornos por un conducto subterráneo
que les sigue inmediatamente. Después vienen las cámaras, con
frecuencia en número de dos pequeñas, dispuestas delante y á
los extremes de una mucho mayor; sus pisos pueden estar al
mismo nivel y no es ventajoso colocarlas en gradas.
Como la misma fábrica cuenta de ordinario muchas series de
aparatos, con frecuencia se agrupan las torres de Gay-Lussac
que las terminan'. Es más difícil colocar cerca una de otra las dos
torres de Glover y Gay-Lussac, y se hace, sin embargo, en mu¬
chas pequeñas fábricas.
Por último, los depósitos de ácido que sirven de almacén se
colocan bajo las cámaras.
El poner en marcha una nueva serie de aparatos empieza por
la preparación de las cámaras, en cuya cubeta se vierte el ácido
sulfúrico débil sobre un grosor de 12 á 15 centímetros.

89 —

Se encienden entonces los hornos. Cuando funcionan con el


azufre, pueden empezar al cuarto de hora; si es con pirita, nece¬
sitan una
preparación más larga. Se empieza por calentar sus
paredes al rojo por medio de un combustible extraño durante
muchos días; se les carga entonces de residuos, después de pirita,
y se evacúan al exterior los primeros productos de la combus¬
tión. Cuando, por último, los hornos están en marcha, se ponen
en comunicación con las cámaras
y se regula el tiro.
Se hace llegar rápidamente un gran exceso de vapores nitro¬
sos, ya se haga
uso del nitrato de sosa ó ya del ácido nítrico. Es^
necesario, efecto, que las cámaras contengan una cantidad
en
considerable de aquéllos al principio, puesto que después no se
hace otra cosa más que regenerarlos en gran parte.
Al segundo día empieza á condensarse el ácido y es necesario
entonces dar vapor. Esta es la última condición de marcha, y al
cuarto día la fabricación es ya corriente.
No por eso debe dejar de vigilarse. Tiene frecuentes inter¬
valos y es necesario analizar el gas de los hornos, observar el
tiro á la temperatura de las cámaras, ver la composición del ácido
condensado y de los gases que pasan por la linterna de vidrio,
para la torre de Gay-Lussac.
volver á la cola y dirigirse á
Por medio de los manómetros se aprecia el tiro de las cáma¬

ras, que debe solamente sentirse de un modo muy ligero en la


tercera. Esta observación es uno de los puntos más capitales de
la fabricación, y ya hemos insistido en los graves inconvenientes
que resultan, lo mismo de un tiro demasiado enérgico que en ex¬
ceso débil.
El orificio de salida de los gases debe tener en general las dos
terceras partes de diámetro del orificio de entrada.
En general, la temperatura de las cámaras debe ser de 40 á
60°. En verano, cuando se observan temperaturas más enérgicas,
disminuye el rendimiento de un modo muy sensible, y aun si la
fábrica no está provista de la torre de Glover, se gasta rápida¬
mente el metal de las cámaras. Cuando aun con este aparato
se teme este accidente, puede remediarse conduciendo los gases
en sentido contrario de la torre de Glover á la última cámara,
que resulta de este modo primera, para enfriar los gases durante
ese
largo trayecto.
Ahora se inyecta menos vapor en las cámaras, á fin de obte¬
ner el ácido más concentrado, lo cual ofrece la doble ventaja de
no atacar el
plomo, porque no disuelve ácido nítrico y ser menos

90 —

dispendiosa su concentración. Frecuentemente no se dirige va¬


por á la cámara de cola.
La primera cámara es aquella en que la producción de ácido
es mayor, y
es también allí donde se toma. Para conseguir la
concentración tan grande como es posible se introduce con fre-

Cuando llegan á la primera cámara los gases nitrosos, se redu¬


cen inmediatamente por el ácido sulfuroso (anhidrido) y resul¬
tan incoloros; pero á medida que se separa de este punto dismi-
nuj e la riqueza en ácido sulfuroso y estos gases vuelven á tomar
su color rojo, que deben tener á la entrada de la torre de Gay-
Lussac. Cuando este color rojo no aparece es que pasa
á la torre
el ácido sulfuroso, y éste descompone en el aparato el ácido
sulfúrico nitroso que se hace caer, desprendiendo bióxido de ázoe
que sale por la chimenea y no tarda en formar en la parte supe¬
rior un
penacho de vapores rojos, transformándose al aire en
ácido hiponítrico.
Independientemente de las indicacionos empíricas que sumi¬
nistran la marcha de los hornos, por el aspecto de los gases,
se
hace frecuentemente el análisis de los productos
que salen de los
hornos de pirita y se valora en ellos el ácido sulfuroso y el oxí¬
geno. Cuando se disuelven indicios de iodo en el agua almido-

91 —

nada se obtiene una magnífica coloración azul. El ácido sulfu¬

roso tiene la propiedad de descolorar esta combinación. Emplean¬


do una solución de iodo de valor conocido, es fácil deducir de ella
la cantidad de ácido sulfuroso necesaria para la descoloración de
un volumen dado. Basta,
pues, aspirar los gases de los hornos á.
través de un líquido azul de composición conocida hasta la des¬
coloración y medir el volumen empleado.
Si han pasado, por ejemplo, 10 litros de gas, y se ha necesi¬
tado para descolorar la solución un litro de ácido sulfuroso, se
deduce de aquí que los gases de los hornos tienen 1/10 de este úl¬
timo gas.
Para valorar el oxígeno se hace pasar un volumen determi¬
nado de gas á través de una solución de cloruro de cobre en amo¬
níaco, que tiene la propiedad de absorber el oxígeno. Se empieza
por despojar estos gases del ácido sulfuroso y de los vapores ni¬
trosos pormedio de un álcali, y se miden los volúmenes antes y
después de la acción del cloruro cu pro so en un aparato que na
hay necesidad de describir en este sitio.
CAPÍTULO VIII

TEORÍA DE LA FAB RIC A CIÓ N

Ahora es interesante examinar las teorías propuestas para ex¬


plicar la formación del ácido en esta mezcla especial de los cuer¬
pos gaseosos que llenan los inmensos aparatos que acabamos de
describir.

En las cátedras de química se verifica en pequeño la repro¬


ducción de esta manera de proceder por medio de una intere¬
sante experiencia; la capacidad de las cámaras está aquí repre¬
sentada por un gran matraz de vidrio, por cuyo tapón pasan
cuatro tubos. Uno lleva el ácido sulfuroso, otro el bióxido de
ázoe, producidos en aparados convenientes; por otro se insufla el
aire con el auxilio de un soplete y por el cuarto salen los pro¬
ductos no combinados.
Se coloca de antemano un poco de agua en el matraz, y se
hace llegar primero el ácido sulfuroso; después, al cabo de media

93

hora, el bióxido de ázoe, y por último el aire. Se forman vapores


rutilantes, oxidándose el bióxido de ázoe, para producir el ácido
hiponítrico. Pero este último, en contacto del ácido sulfuroso,
pierde al punto el magnifico color de naranja rutilante que le
caracteriza; cede en efecto el oxígeno á este último gas, le hace
pasar al estado de ácido sulfúrico y se reduce él mismo al esta¬
do primitivo de bióxido de ázoe, hasta que una nueva adición de
aire hace reaparecer el color rutilante y así sucesivamente.
Si en el curso de estas operaciones se enfría el matraz con un
lienzo mojado, se observa en las paredes el depósito de una mul¬
titud de pequeñas estrellas blancas y como escarchadas. Estos
son los cristales
que se llaman de las cámaras de plomo. Cuando
se hace llegar el vapor de agua, se disuelven estos cristales ins¬

tantáneamente con una viva efervescencia, desprendiendo abun¬


dantes vaporesrutilantes. Este hecho pone en camino de su
composición, mostrando que se trata de un compuesto nitrado.
El análisis manifiesta, en efecto, que estos cristales son una com¬
binación de ácido nitroso y ácido sulfúrico, ó sea ácido nitrosul-
fúrico (1). Como á cada desaparición de los cristales el agua del
matraz se enriquece en ácido sulfúrico, puede suponerse que cons¬
tituyen la combinación intermediaria por que debe pasar el ácido
sulfuroso. Yeremos más adelante que no es nada de eso.
Por otra parte, la aparición á cada insuflación de aire de va¬
pores rutilantes, su desaparición coincidiendo con la formación
de una nueva cantidad de ácido sulfúrico, demuestra de una ma¬
nera
muy clara el hecho que habíamos enunciado al principio;
el oxígeno que se ha fijado sobre el ácido sulfuroso se toma del
aire por el intermedio de un compuesto nitrado fácilmente des¬
componible, que convertido de esta suerte en un estado inferior
de oxidación, puede de nuevo fijar el oxígeno y así sucesiva¬
mente.
En la industria difieren todavía desde luego las condiciones
de la experiencia, en que se emplea, no ya bióxido de ázoe, sino,
por el contrario, el ácido nítrico. Un examen superficial podría
f1) Estos cristales son el disulfato de nitroxilo, cuya fórmula es S207
fNfi)i2. Con el agua forman ácido sulfúrico y anhídrido nitroso (vapores ro¬
jos). He aquí, expresada en fórmula-, la reacción:
S207(NO)2 + 2H20 = 2SOÚÍ2 + 2(X
En concepto de algunos autores se llaman estos cristales sulfato ácido de
nitroxilo. fiY. del T.)

94 —

hacer creer que el oxígeno necesario para la oxidación del ácido


sulfuroso se toma, no ya del aire, sino de este ácido nítrico, que
constituye, como es sabido, una de las combinaciones del ázoe
más ricamente oxigenadas.
Desde 1806, Clement y Desormes, á quienes se debe el primer
estudio serio sobre la fabricación que nos ocupa, demostraron ya
el verdadero papel de este ácido é hicieron ver que era necesario
considerarle solamente como un medio especial de suministrar á
las cámaras compuestos nitrados, actuando como los demás y
tomando el oxígeno del aire después de haber sido desposeído en
contacto de los gases de los hornos del que contenía.
Pero engañados por la experiencia de laboratorio que acaba¬
mos de referir, atribuyeron Clement y Desormes á los cristales
de ácido nitrosulfúrico un papel capital. Para estos químicos, á
quienes se debe, por otra parte, el descubrimiento de estos cris¬
tales, el ácido nítrico pasaba al estado de ácido nitroso, al mis¬
mo tiempo que el ácido sulfuroso al estado de ácido sulfúrico, y
había necesariamente combinación de estos dos últimos compues¬
tos. El ácido nitrosulfúrico resultante se descomponía regular¬
mente en contacto del agua inyectada en las cámaras, dando
-ácido sulfúrico y gases nitrosos, sobre los cuales volvía á empe¬
zar la reacción.

El ilustre Davy aportó en 1812 una prueba sólida á esta teo¬


ría, al principio muy seductora, demostrando que los ácidos sul¬
furoso y nitroso, cuando están secos, no reaccionan en modo al¬
guno el uno sobre el otro, sino que basta un indicio de agua
para que se formen inmediatamente cristales en las cámaras.
. Así es que todos los químicos de la época se adhirieron á la opi¬
nión de Clement y Desormes.
P»erzelius, apoyándose en la práctica corriente de la fabrica¬
ción, fué el primero que sostuvo que estos cristales no interve¬
nían en manera alguna en la reacción. Era lo contrario de las
ideas teóricas admitidas, y la opinión de Berzelius estaba funda¬
da la de los fabricantes, que
en
jamás observaban en sus apara¬
tos la formación de cristales y no los veían aparecer sino en ca¬
sos accidentales ó de una
operación defectuosa. Berzelius admitió
•además que el bióxido de ázoe da en contacto del aire el com¬
puesto nitrado superior ó ácido nitroso que se hidrata en con¬
tacto del vapor.. El ácido sulfuroso encuentra, pues, en este áci¬
do nitroso hidratado á la vez oxígeno y agua; de lo cual tiene
necesidad para pasar al estado de ácido sulfúrico, transformando

95 —

otra vez este compuesto en bióxido de ázoe y así sucesivamente.

Peligot volvió de nuevo sobre esta importante cuestión. No


tuvo inconveniente en adherirse á la opinión del ilustre quimil
co sueco en lo que se refiere al papel de los cristales de las cá¬

maras, y como él dedujo que en una buena marcha de la opera¬


ción no deben formarse jamás. Pero era diferente el parecer de
Peligot acerca del transporte del oxígeno; para él, era el ácido
nítrico el principal agente.
En contacto del ácido sulfuroso, este cuerpo cede oxígeno y
pasa al estado inferior de oxidación, el de ácido híponítrico. Este
último, en presencia del vapor de agua, se fracciona y da por
una
parte bióxido de ázoe y por otra una nueva cantidad de
ácido nítrico. En este concepto, se hallan por consiguiente reu¬
nidos en las cámaras los siguientes cuerpos: ácido sulfuroso y
vapor acuoso, aire y por consiguiente oxígeno, bióxido de ázoe
y ácido nítrico. Estos últimos actúan exactamente cu sentido
inverso. El primero fija el oxígeno para dar el ácido híponítri¬
co;el segundo le cede, por el contrario, como hemos visto, para
producir exactamente el mismo cuerpo. El ácido hiponítrico pro¬
ducido en definitiva por estas dos reacciones opuestas se des¬
compone de nuevo, como hemos visto, y continúan las reaccio¬
nes, siendo el ácido nítrico el único agente que reacciona de un
modo directo sobre el ácido sulfuroso.
Peligot se apoyaba en hechos experimentales; el bióxido de
ázoe, en efecto, en contacto del oxígeno, no da ácido nítrico,
sino solamente ácido hiponítrico. Por otra parte, el ácido sulfu¬
roso no reacciona sobre este último, á no ser que se emplee una
fuerte presión. Era, por tanto, legítimo deducir de aquí que sólo
el ácido nítrico podía ceder oxígeno en las condiciones necesa¬
rias, experimentales. Es, por último, perfectamente exacto que el
ácido hiponítrico se fracciona en contacto del agua en bióxido
de ázoe y ácido nítrico. Esta inestabilidadde composición hace
dudar que se trate, en efecto, de un cuerpo bien definido, como
el ácido nítrico, y se da con frecuencia al ácido hiponítrico el
nombre de hipoazótido, considerándole como una combinación
muy débil é inestable de los dos cuerpos en que se fracciona (*).
Sin embargo, era en esta teoría una gran objeción que el
mismo Peligot no dejaba, de conocer; el ácido sulfuroso, que

t1) Al cuerpo que antes se denominaba ácido hiponítrico se llama por los
químicos modernos peróxido de nitrógeno, y su fórmula es NO2 ó bí2Ü4.
(JY. del T.)

96 —

reacciona perfectamente sobre el ácido nítrico concentrado, no lo


hace ó lo verifica muy en pequeño sobre el ácido diluido, tal,como
se encuentra en las cámaras.

Por último, Berzelius, respondiendo á la nueva teoría, demos¬


tró que haciendo reaccionar el aire sobre el bióxido de ázoe 110
se podíaasegurar que se formaba exclusivamente ácido hiponí-
trico. Este se origina en cantidad tanto mayor cuanto más aire
hay en excedo, pero siempre está mezclado con ácido nitroso,
y aun se forma solo este último si está en exceso el bióxido de
ázoe,
En 1866 y 1867, Weber, fundándose en experiencias de labo¬
ratorio, se opuso formalmente á las teorías de Peligot, y mani¬
festó, de igual modo que Berzelius, queliabía necesidad de dar al
ácido nitroso un papel activo.
Demostró Weber que si se descompone por el agua el ácido
hiponítrico, forman exclusivamente ácido nitroso y bióxido
no se
de áíoe, sino también ácido nitroso, que es el único que tiene
el poder de descomponer el ioduro potásico desprendiendo iodo,
y cuya presencia es fácil de poner en evidencia.
Por otra parte, una solución de ácido nitroso en agua, cuya
solución es bastante estable, puesto que la temperatura de 60°
no la
descompone, transforma casi instantáneamente el ácido
sulfuroso en sulfúrico, mientras que el ácido nítrico, en las
mismas condiciones, da una reacción cási nula, aun en ca¬
liente.
Sí este ácido nítrico, aun concentrado, oxida enérgicamente el
ácido sulfuroso, lo debe, según Weber, á la presencia de una pe¬
queña cantidad de ácido nitroso. Diluido por una cantidad sufi¬
ciente de vapor de agua, disuelve únicamente estos cuerpos, y
concentrado, por el contrario, se combina con el ácido nitroso,
para producir, como hemos visto, el ácido nitrosulfúrico ó cris¬
tales de las cámaras. En el primer caso demuestra la experien¬
cia que el ácido nítrico no podría subsistir en la mezcla; cuando
existe en ella se reduce inmediatamente. Si la dilución del ácido,

como consecuencia de un aflujo excesivo de vapor, es demasiado


grande, se ve entonces subsistir el ácido nítrico que se disuelve
en el líquido de las cámaras, pero desaparecerá en el momento
que la marcha vuelva á ser normal. Por último, si la falta de
vapor ha ocasionado la formación de cristales en las cámaras,
no puede este ácido nitrosulfúrico ser reducido por el ácido sul¬
furoso y hay allí pérdida de productos nitrosos.

97 —

En resumen, para concretar esta larga digresión, se producen


las reacciones siguientes:
1.° El ácido sulfuroso se oxida por el ácido nitroso.

2.° Este se halla en disolución en el vapor de agua y ácido sul¬


fúrico diluido, que forman una niebla en las cámaras.
3.° Esta disolución procede de la descomposición del ácido hi-
ponítrico en contacto de la misma niebla, yendo en este caso
acompañada de ácido nitrico disuelto.
4.° Procede también de la fijación del oxígeno por el bióxido
de ázoe.
5.° Este bióxido de ázoe procede de la primera reacción, pol¬
la cual el ácido nitroso ha cedido el oxigeno al ácido sulfu¬
roso.

G.° El ácido nítrico introducido las cámaras no obra


en
por sí
mismo, sino por el ácido nitroso formado por la desoxidación de
aquél.
Estas ideas, fundadas como hemos dicho en la fabricación in¬
dustrial, están confirmadas por el análisis de los productos de las
cámaras. Guando la fabricación, es normal, el bióxido de ázoe,
aun cuando el
oxígeno esté en exceso, no le absorbe sino en la
proporción necesaria para dar el ácido nitroso, y jamás pasa al
estado de ácido hiponitrico. Por último, el ácido, al salir de la
torre de G-ay-Lussac, no contiene como producto nitrado más

que ácido nitroso.


Si, pues, el bióxido de ázoe es el cuerpo que hace el papel de
sostén para el oxígeno, el agente oxidante propio del ácido sul¬
furoso es casi exclusivamente el ácido nitroso.
Según la marcha que hemos expuesto detalladamente, la misma .

cantidad de productos nitrosos puede servir de un modo indefi¬


nido. En la práctica no sucede así, y vemos que es siempre
preciso alimentar las cámaras, ya directamente con ácido nítrico,
ya por medio de las marmitas de nitrato colocadas en los hornos.
Es que se pierde, en efecto, por un gran número de causas una
cantidad siempre importante de productos nitrosos que el uso de
la torre de Glover es insuficiente para regenerar en totalidad.
La torre de G-ay-Lussac puede no ser del todo suficiente
para
condensar los gases nitrosos en su totalidad, que se fugan y
puede en las cámaras en cola faltar un poco de aire y mezclarse
mal los gases. Las piritas arsenicales son también una causa de
pérdida, pues el ácido arsenioso ó arsénico blanco que despren¬
den gasta para oxidarse cierta cantidad de gas nitroso.
BILLON.—TOMO IV. 7 —

98 —

Por último, si el ácido de las cámaras no vuelve á pasar ente¬


ramente á la torre de G-lover, los productos nitrosos que este
ácido retiene siempre pierden.

se

Finalmente, hay una causa más constante, y es que el mismo


ácido nitroso en
pequeña cantidad se descompone, no ya en bi¬
óxido, sino en protóxido de ázoe, que no puede ya oxidarse en las
condiciones de la experiencia y resulta perdido.
CAPÍTULO IX

PURIFICACIÓN DEL ÁCIDO SULFÚRICO

Tal como se toma en los recipientes de ácido qne proceden de


las cámaras, marca el ácido sulfúrico en el areómetro 52 á 55°. El
areómetro de que se hace uso con frecuencia en la fabricación es
un pequeño cilindro de vidrio, sobrepuesto de un vastago y las¬
trado con un peso de mercurio ó granalla de plomo que le obli¬
ga á mantenerse vertical cuando se sumerge en un líquido. Para
graduarle se introduce primero en agua pura. Como este líquido
es el menos
pesado de todos los que el instrumento está destinado
á medir, se procura que el lasire le sumerja hasta lo alto del vas¬
tago, donde se marca cero. Se hace en seguida una solución de un
peso conocido de sal marina en un peso igualmente conocido de
agua (15 partes de sal para 85 de agua). Siendo esta solución más
densa qne el agua el instrumento se sumerge menos. Se marca 15
en el
punto en que el vástago sale del líquido. Se divide la dis¬
tancia de 0 á 15 en 15 partes iguales, que son los grados del areó¬
metro, y se prolonga esta división en el resto del vástago. Si se
ha consignado, pues, que el ácido sulfúrico de las cámaras marca
55° en el areómetro, ó ¡ 5o Baumé, del nombre del farmacéutico
que inventó este instrumento, no significa otra cosa sino este he¬
cho: el areómetro sumergido en el ácido llega hasta el número 55.
Pero si no puede obtenerse de esta indicación ningún dato acerca
de las cantidades de agua y ácido puro que contiene el cuerpo en
cuestión, evidente que esta indicación convencional es. bas¬
,es
tante para las transacciones comerciales y que todo comprador
sabe perfectamente lo que usa ateniéndose al grado del ácido.
Por lo demás, se concibe que es fácil arreglar una tabla que
contenga al lado de las indicaciones del areómetro el análisis del
producto que marque tal ó cual grado. De este modo se encuen¬
tra que para el ácido de 55° Baumé la composición por 100 es
72 de ácido monohidratado y 28 de agua.
Independientemente de esta concentración, bastante pequeña,

100 —

el ácido de las cámaras es muy impuro, sobre todo el


preparado
con laspiritas. Es, como hemos dicho repetidas veces, cual pue¬
den emplearle muchas industrias sin el menor inconveniente,
pero para otras aplicaciones hay que purificarle y concentrarle.
jSTos ocuparemos desde luego de la primera operación, que pre¬
cede siempre á la concentración final. Las impuridades de que se
trata, en cuanto es posible eliminar, son numerosas: plomo que
procede de la acción sobre las cámaras; hierro de las piritas arras¬
trado por el polvo y disuelto al estado de sulfato. Estos dos cuer¬
pos son constantes. También se encuentra en él ácido sulfuroso,
ácido nítrico, aunque jamás reunidos, pues estos dos cuerpos se
descomponen entre sí. Hay también productos nitrosos; después
cloro, arsénico, flúor, alúmina, cal, y asimismo seienio, talio y
mercurio. El talio es un metal raro, que se encuentra en canti¬
dad infinitesimal en muchos minerales; el seienio es un cuerpo
simple, muy análogo al azufre en sus propiedades generales y que
le acompaña con frecuencia.
Es fácil investigar la presencia de los productos nitrosos en un
ácido dado. Ya hemos hablado de la descomposición del ioduro
potásico, que se produce en presencia del ácido nitroso con des¬
prendimiento de iodo. Hay otras dos reacciones igualmente muy
sensibles: la brucina, veneno muy violento, análogo á la estric¬
nina y extraído de las mismas plantas, se colora de un rojo magv-
nífico en presencia de indicios de ácido nitroso.
Por último, el sulfato ferroso en solución se oxida en contacto
de los productos nitrosos, cualesquiera que sean, dando una colo¬
ración que oscila desde el rosa al pardo subido. En esta reacción
el sulfato, bajo la conocida forma de cristales de color verde claro,
y que es una sal de protóxido, se transforma en una sal de ses-
quióxido.
La torre de Llover es, como hemos visto, un medio perfecto de
privar al ácido sulfúrico de los productos nitrosos; pero ya sea
que no vaya á ellos todo el ácido de las cámaras, ya también que
quiera evitarse el inconveniente de este aparato, que impurifica
el ácido con sustancias pulverulentas, se ha tratado de destruir
por otro procedimiento los compuestos de que se le quiere elimi¬
nar. Se emplea entonces el ácido sulfuroso. Concentrando el pro¬

ducto en las primeras calderas de plomo, se hace circular por la


superficie ácido sulfuroso. Basta para ello sumergir en la caldera
una cubierta de
plomo que lleve en suspensión dos láminas dis¬
puestas de tal suerte que el gas se vea obligado á lamer toda la
superficie clel líquido. Bajo la influencia de las reacciones expues¬
tas se forma ácido sulfúrico y bióxido de ázoe, que es arrastrado

y vuelto á utilizar en las cámaras.


Cuando á consecuencia de ¡a falta de vapor en éstas se forman,
como hemos dicho, cristales de ácido nitrosulfúrico, éstos se di¬
suelven en el producto y son refractarios á la acción del ácido
sulfuroso. Es necesario entonces que intervenga el sulfato amó¬
nico, que descompone totalmente el ácido nitrosulfúrico, dando
ácido sulfúrico, agua y ázoe. Puédese también emplear el ácido
oxálico, pero este producto es más costoso y el resultado menos
completo.

Cuando se quieren tratar las aleaciones de oro para extraer de


ellas el metal precioso, se recurre al ácido sulfúrico. En este caso
la presencia del selenio es un inconveniente grave, porque este
cuerpo determina la disolución del oro. Pero el selenio acompaña
al azufre en muchos minerales. Experimenta las mismas trans¬
formaciones que este último, y finalmente, reducido por el ácido
sulfuroso, produce un depósito rojo que colora el ácido de las cá¬
maras
y aun se disuelve en él, en parte, si el ácido es nitroso.
Como el ácido sulfúrico no tiene sído muy limitadas aplicacio¬
nes, de las que hemos citado la principal, se utilizan con frecuen¬
cia los productos resultantes de la concentración del ácido, y
que
estudiaremos en un capítulo próximo con el nombre de pequeñas
■aguas.
Por otra parte, el tratamiento por el sulfato amónico, que se
hace experimentar al ácido nitroso, precipita también el selenio

102 —

y es el mismo que vamos á describir para la eliminación del ar¬


sénico.
Con este último nombre se confunden dos cuerpos bien distin¬
tos. El nombre de arsénico debe reservarse al producto de aspecto
metálico cristalizado, que es un cuerpo simple, cuyas propiedades
recuerdan las del ázoe, que como es sabido es uno de los compo¬
nentes del aire.
Este arsénico se oxida y da entonces dos productos sucesivos:
el menos rico en oxígeno es el ácido arsenioso, cuyas sales son ar-
senitos; el segundo, más oxigenado, es el ácido arsénico, cuyas
sales son los arseniatos. El ázoe
produce los ácidos nitroso y ní¬
trico correspondientes. El ácido arsenioso es el que se ha conti¬
nuado llamando arsénico ó arsénico blanco, y constituye el peli¬
groso veneno en polvo blanco que se parece al azúcar pulveri¬
zada.
En cuanto al ácido arsénico, una de sus sales, el arseniato de
sosa, es bien conocida por su uso en medicina bajo la forma de
granulos.
Casi todas las piritas contienen arsénico; algunas están de tal
modo cargadas de él. que se lia encontrado en todas las remesas
de ácido dedicadas al consumo hasta en la cantidad de 8 gramos
de ácido arsenioso por kilogramo. Esta proporción es evidente¬
mente excepcional, pero con frecuencia se encuentra de 1 á 6 de
ácido arsenioso.
Cuando el ácido comercial se destina á la fabricación de sul¬
fato de sosa se transforma en cloruro por la sal marina y no que¬

da en el producto, de manera que su presencia no ofrece incon¬


veniente. Lo mismo sucede cuando se emplea en la fabricación
de abonos químicos.
Por el contrario, en todas las aplicaciones en que el ácido debe-
servir para preparar productos que entran directa ó indirecta¬
mente en la economía doméstica no debe en manera alguna de¬

jarse en él el ácido arsenioso. Lo mismo sucede en algunas in¬


dustrias, en que la presencia de este arsénico, sin ser peligrosa,
perturba las reacciones. Cuando se fabrica hojalata, por ejemplo,
es necesario
previamente limpiar el hierro con ácido sulfúrico, y
si este cuerpo tiene arsénico, se deposita en manchas metálicas,
en las cuales no adhiere el estaño.
Cuando se saben trabajar las piritas arsenicales se trata gene¬
ralmente de eliminar lo más posible el arsénico, haciendo que
permanezcan los gases de los hornos en vastas cámaras de mate-

103 —

rías pulverulentas, ó también recogiendo aparte el ácido que se


deposita en la primera cámara ó
en un tambor especial.
En cuanto al ácido ordinario de las cámaras, se purifica por el
siguiente medio: se hace pasar por el ácido, calentado á 150°, una
corriente de gas ácido clorhídrico; como todo el arsénico ó casi
la totalidad se halla al estado de ácido arsenioso, se transforma
en cloruro de arsénico. Como este
compuesto es volátil á esa tem¬
peratura, mientras que el ácido sulfúrico no hierve sino á 327°,
esfácil eliminar por este medio todo el cloro al estado de vapo¬
res.En cuanto al ácido clorhídrico restante, una simple corriente
de aire bastará para expulsarle. En lugar del ácido gaseoso pue¬
deproyectarse en el producto que se va á purificar sal marina ó
mejor cloruro de bario, que en contacto con el ácido sulfúrico da
ácido clorhídrico.
Este procedimiento no es el más usado; se prefiere general¬
mente precipitar el arsénico al estado de sulfuro. Hay una do¬
ble ventaja con este método: el sulfuro de arsénico puede reco¬
gerse y sirve de mineral para la fabricación del ácido arsenioso,
y al mismo tiempo se elimina de una vez el hierro, el plomo, el
selenio, el antimonio y los ácidos sulfuroso, nitroso y nítrico.
Basta hacer pasar por el ácido puro concentrado, que no marque
más de 52°Baumé, una corriente de ácido sulfúrico. Si fuese más
concentrado, descompondría el ácido sulfúrico este último cuerpo,
con precipitación de azufre.
Los medios de donde se obtiene el hidrógeno sulfurado son
variables; pueden utilizarse la mayor parte de los sulfuros, ya sea
el de bario, ya el de hierro, ya también los hiposulfitos de sosa
ó barita. Se añaden entonces directamente estos reactivos al
ácido que se quiere purificar; pero se puede también hacer pasar
por él una corriente de hidrógeno sulfurado, preparado aparte
con el sulfuro de hierro. Es el procedimiento de purificación

que se sigue en las fábricas de Harz,


Bohemia, donde el ácido
en
contiene casi todas las impuridades que acabamos de exponer.
El ácido calentado á 75° se conduce á una caldera de plomo,

provista á algunos centímetros del fondo de una especie de re¬


jilla perforada hecha del mismo metal. A esta rejilla es donde se
dirige la corriente de ácido sulfhídrico, cuyo exceso, después de
atravesar el ácido, se recoge y quema en los hornos.
Cuando el producto toma un aspecto lechoso, debido al azufre
precipitado, la operación está terminada; se deja clarificar el
ácido y se trasvasa por medio de sifones á las calderas de con-

104 —

centración. El que queda en el fondo se filtra por amianto y fe


reúne con el primero.
Se obtiene el hidrógeno sulfurado necesario tratando el sul¬
furo de hierro por el ácido sulfúrico. De esta suerte se prepara el

sulfuro de hierro en la fábrica, con desperdicios antiguos de pa¬


lastro y azufre. El residuo de la reacción que produce el ácido
sulfhídrico es sulfato de hierro, que se hace cristalizar, y cuya
venta contribuye á disminuir los gastos de purificación.
También se puede operar en frío. En algunas fábricas se eco¬
nomiza además el hidrógeno sulfurado por medio de las siguien¬
tes disposiciones: Se almacena el ácido de las cámaras en gran-

103 —

des depósitos. Be desliza de allí al tubo central de lina torre de


caída de plomo; pero en lugar de descender el ácido sube en
forma de chorro, estando el tubo central provisto en su parte in¬
ferior de una caja con tres agujeros en su tapa. Puede regularse
á voluntad la salida por estos agujeros con el auxilio de puntas

El ácido, expuesto en unaextensa superficie por su división en


chorros, purifica rápidamente y cae por medio de tubos infe¬
se
riores que forman un sifón en las tazas de clarificación. Si no se
cree el ácido suficientemente puro, se le hace descender de estas

tazas á los aparatos de presión, que le llevan á las cubas superio¬


res.Estos aparatos son de fundición, forrados de plomo. Con fre¬
cuencia se necesitan tres tratamientos sucesivos para purificar el
ácido por completo. Los lodos precipitados se remiten, después
de la loción, á las fábricas en que se prepara el ácido arsenioso.
Estos aparatos se reemplazan ahora por el siguiente: El ácido
se eleva sobre una torre, cuya cubierta está dividida por varios
tabiques verticales en espacios con fondo perforado. Cada espa¬
cio está cubierto de una pieza que forma una soldadura hidráu-

106 —

líoa, sobre la cual hay sobrepuesto un pequeño vaso en báscula,


y
donde llega el ácido por un tubo vertical. Inclinado de este
modo en cada departamento, el ácido cae en forma de filetes

delgados en la torre por 24 series de pequeños tubitos de plomo,


en cuyos bordes finamente dentados se divide en gotitas
muy
pequeñas.
El
hidrógeno sulfurado que liega por la parte inferior de la
torre, después de haber atravesado un aparato lavador, procede
de una caja donde se trata el sulfuro de hierro por el ácido sul¬
fúrico. Este sulfuro es el que se obtiene fundiendo con el cok la
misma pirita con que se opera en la fábrica. Como frecuente¬
mente es argentífera, se utilizan, además del sulfato de hierro,

producido, los lodos que quedan en la caja, que se emplean en la


extracción de la plata (lJ.

(*) El ácido sulfúrico comercial suele marcar 65°,5 de densidad y tiene un


7
por 100 de agua. Las sustancias que le impurifican son: sulfato plúmbico,
compuestos nitrosos, anhídrido arsenioso, ácido arsénico, anhídrido sulfu¬
roso, el selenio, ..ácido clorhídrico y algunos metales, como el hierro, cobre y
estaño. También se señala como impurificante el iodo. Generalmente son re¬
sultado de defectos de fabricación y no de adición fraudulenta. Se reconoce
la presencia del plomo diluyendo el ácido en agua destilada ó alcohol, pues
se forma, en el caso que exista, un enturbiamiento debido á la insolubilidad

del sulfato en el vehículo. Se comprueba este carácter por el precipitado ne¬


gro que el líquido diluido da al hidrógeno sulfurado.
Los compuestos nitrosos se reconoceu tomando 50 gramos del ácido y mez¬
clándolos con 35 de agua destilada; cuando el líquido está frío, se ponen
10 gotas de'solución de sulfato ferroso, que en el caso de existir compuestos
nitrosos toma todo un color rosáceo purpúreo, y si la cantidad es de consi¬
deración aparece pardo. También puede emplearse el bicromato potásico, el
cual se descolora con el óxido nítrico y con el ácido hiponítrico. Con la dife-
nilamina dan color azul los productos nitrosos.
Los compuestos arsenicales oxidados se descubren produciendo hidrógeno
con el zinc
puro y examinando en el.aparato de Marsh si produce manchas
ó anillos arsenicales.
El anhídrido sulfuroso se reconoce por la-dilución en agua del ácido sul¬
fúrico y adición del permanganato potásico, que se descolora en caso de exis¬
tir el referido anhídrido.
El selenio suele hallarse al estado de ácido selenioso, el cual con el sul-
fito desosa
precipita un polvo rojo de selenio.
Las sales metálicas, porque evaporando en una capsulita de platino no-
debe dejar residuo alguno el ácido que se investiga.
El ácido clorhídrico se descubre por el precipitado que da con el nitrato
argéntico
También puede contener amoníaco, para cuyo descubrimiento se diluye el
ácido en mucha agua destilada, se neutraliza con potasa y se observa si con
el cloruro mercúrico da el
precipitado blanco de cloro-amiduro.
{Adición del Traductor.)
CAPÍTULO X

CONCENTRACIÓN

El ácido sulfúrico, tal como lo producen las cámaras, marca,


según hemos visto, de 50 á 60° en el areómetro. Pocas industrias
pueden emplearle tan diluido, y aun en la misma fabricación del
sulfato de sosa se prefiere con frecuencia usar el ácido que mar¬
que 60° B. Hay otra razón importante que obliga á concentrar
más este ácido, la carestía de los transportes y embalaje, que im¬
piden se transporte el agua en exceso inútilmente.
La concentración del ácido, operación muy sencilla, se hace
eliminando el agua por medio del calor. Se complica, sin em¬
bargo, bastante y se hace muy costosa á consecuencia de las pro¬
piedades corrosivas del ácido.
No obstante, por la acción del calor no puede conseguirse la
total eliminación del agua que corresponde á la fórmula teórica
del ácido. Apenas se consigue obtener un ácido que tenga 98 ó
99 por 100. La preparación de tal producto es muy costosa y es
raro
que se consiga en la práctica. Un producto que ..contenga
95 por 100 de ácido hierve á la temperatura de 295°. A esta
temperatura el plomo entra en fusión y se desprenden grandes
cantidades de vapores ácidos que deben condensarse para evitar
pérdidas. Es decir, que el plomo no puede emplearse á no ser
que se quiera una concentración menor.
En un principio se usaban retortas de vidrio. Su empleo ofrece
muchos inconvenientes; se íompen si tienen la más pequeña im¬
perfección, lo cual es difícil evitar en vasos de grandes dimen¬
siones, pudiendo resultar de ¡aquí graves accidentes y pérdidas-
de ácido.
Pero las cosas cambiaron cuando se consiguió obtener platino
metálico. Este metal es, en efecto, casi inatacable por el mismo'
ácido concentrado, y aun se exageró al principio esta propiedad,
creyendo indestructibles los aparatos construidos de esta suerte-
Desgraciadamente el platino, que hoy tiene todavía un precio
muy alto, lo tenía entonces mucho más. Se obtenían las láminas

108 —

•deplatino aglomerando por compresión lo que se llama el musgo


-óesponja de platino, y á pesar del cuidado con que se practicaba
esta operación, no podía obtenerse después de muchos gastos
más que un metal poroso, que dejaba escapar el ácido en caliente
y que había que soldar con láminas de oro.
A pesar de estos inconvenientes se extendió el uso de las re¬
tortas de platino, y las primeras contenían de 200 á 300 litros
de ácido, bastando por consiguiente para destilar por día diez
veces su contenido. Es decir,
que su empleo se hizo general cuan¬
do Henri Sainte-Claire Deville demostró que por la acción del
soplete de gas alimentado por el oxígeno podía fundirse el pla¬
tino en un horno de cal viva en cantidades considerables y soldar
las láminas por medio del platino fundido. De esta suerte pueden
•obtenerse aparatos bien soldados y más duraderos, con un peso
mucho menor de metal.
Pero las esperanzas que había hecho concebir su empleo se
vieron defraudadas en un concepto: el platino no era indestruc¬
tible, perdía tanto más de su peso cuanto más concentrado era
y
el ácido que se quería obtener. Se disuelve de él, en efecto, un
gramo por tonelada cuando se quieren obtener 94 por 100 de
ácido puro, y hasta 9 gramos si quieren obtenerse 99 por 100.
La pérdida es todavía más sensible y la destrucción más rápida
si el producto que se va á concentrar contiene productos nitro¬
sos. La presencia de un poco de iridio, metal afine al platino
y
■que le acompaña en sus minerales, hace los aparatos más refrac¬
tarios á la acción del Acido; sin embargo, ha habido que renun¬
ciar al platino iridado, que es muy quebradizo.
A propósito de la torre de G-lover, hemos señalado el inconve¬
niente que presenta el hierro que se encuentra de ordinario en
el ácido de las cámaras. Se producen, en efecto, costras de sul¬
fato de sesquióxido de este metal, malas conductoras del calor,
que aislan las paredes del aparato del líquido que contiene y
hacen que de esta suerte se enrojezca la pared. Si entonces se
desprende la costra, puesto el ácido bruscamente en contacto
con el metal á una elevada
temperatura, puede producir un des¬
garramiento en la pared. Por último, los cristales duros que for¬
man esta costra
pueden deteriorar el metal á la manera de granos
■de arena si están en suspensión en el líquido. Así es que debe
cuidarse que 110 se forme costra, siquiera sea poco gruesa, y se
disuelve por medio de un ácido débil que se introduce en el apa¬
rato y se calienta suavemente.

109 —

El peligro para los vasos de platino no está tan sólo en el JK


quido corrosivo que contienen. A la larga, el carbón rojo, el ho¬
llín incandescente producen la carburación del metal, que se hace-
quebradizo, y el empleo del carbón que contiene azufre es muy
peligroso si estas impuridades no se oxidan por completo en la.
llama.
Así es
que al primer período de entusiasmo sucedió otro, en
que los desechados aparatos de vidrio hicieron á los del platino-
una concurrencia seria, y
tanto más eficaz cuanto que gracias al
perfeccionamiento de la industria de la fabricación de vidrio se
llegaron á obtener vasijas de larga duración. Los fabricantes de
platino respondieron á esto con nuevos perfeccionamientos. El
líquido se condensaba en las paredes de los aparatos á causa de-
su menor
temperatura, volvía á caer á la masa de ácido y ocasio¬
naba una pérdida de calor, puesto que era preciso volver á ca¬
lentar de nuevo; haciéndole salir al exterior, el rendimiento de
los aparatos subía inmediatamente. Como solamente es el fondo
de los aparatos de platino lo que se somete ¡í la acción del hogar,
se trató de dar á esta
parte la mayor superficie posible, disminu¬
yendo la de las paredes, así como su espesor, y se construyeron
de esta suerte aparatos muy bajos y ligeros. Por último, se ha
llegado á suprimir en totalidad el empleo del platino en las pa¬
redes que se hacen de plomo, siendo la cubeta de platino.
En vista de estos perfeccionamientos, las ventajas del platino'
han vuelto á adquirir todo su prestigio y hoy es de un uso casi
exclusivo. En todos los casos se comienza por que el ácido expe¬
rimente una primera concentración en el plomo, que se lleva todo
lo mas lejos posible, hasta 60 ó 62° Baumé. Entonces se termina,
en el
platino ó en el vidrio.
La concentración en el piorno puede hacerse á fuego desnudo,
en un horno de
reverbero, cuya llama toque la superficie del
ácido. Es un medio muy económico, que tiene el inconveniente-
de colorear un poco el ácido, pero gasta poco las calderas. Estas
se hallan
protegidas contra la acción demasiado violenta de la.
llama por el líquido que contienen. Én cuanto á sus bordes, están
protegidos, ya por la circulación del agua, ya también, lo que es
preferible, por las baldosas que se sumergen en el ácido. Además-
se
aparta el hogar de la pared anterior, haciendo atravesar á la
llama un trayecto bastante largo.
La caldera es de plomo, del grueso de un centímetro, y mien¬
tras hay posibilidad de que sea de
una sola pieza, sus bordes-

110 —

están redoblados y no soldados. Se apoya por el intermedio de


nna
capa de arena en nn suelo firme, sostenido por vigas de hie¬
rro. Las losas
que sostienen las paredes y se elevan hasta la bó¬
veda están escotadas en su borde inferior para permitir el paso
del ácido. El ácido llega del lado más próximo al hogar y conti¬
nuamente se extrae del otro extremo mediante un sifón.- Está
algo coloreado.

Fig. 38.— Caldera a fuego desnudo (corte).

Más frecuentemente se emplean las calderas de fuego infe¬


rior; pero es necesario entonces colocar muchas en serie, porque
las primeras son rápidamente atacadas, y es necesario que se
puedan separar sin interrumpir la fabricación. Se disponen 4
ó 5 en graderías de 2 metros de largas y de 30 centímetros de

profundidad. Se comunican entre sí, ya por medio de un sifón,


ya por un tubo vertical que hace llegar el ácido al fondo de la
caldera.
Se apoyan en
losas de fundición, y el hogar está sobrepuesto
de una bóveda
perforada para preservar éstas. Con cuatro calde¬
ras
semejantes se liace pasar el ácido sucesivamente de 54 á 56,
58 y 60° Baumé, y se puede reducir el gasto de carbón utilizando
el calor perdido de los aparatos de platino.
Otro procedimiento muy económico es bastante peligroso para
decidirse á emplearle. Consiste en establecer las calderas sobre la
bóveda en el sitio que conduce los gases de los hornos de pirita,
y el calor perdido es con exceso suficiente para concentrar toda
la producción de las cámaras. Este medio permite además en-
-

111 —

friar los gases, pero expone continuamente á una inundación de


los hornos por la ruptura de las calderas, que no pueden vigilar.
Se hace uso igualmente de una extensa cubeta de fondo có¬
nico, sobre la que hay colocado un serpentín de vapor. Todo ello
es de plomo. Se protege la entrada del tubo de vapor, porque en
este sitio las materias pulverulentas retienen un poco de ácido
que se concentra más y ataca con mayor rapidez el metal. El
vapor vuelve á la caldera á la salida del serpentín. No se expone
el aparato á ningún golpe de fuego y suministra un ácido más
puro que los otros, pero es también más costoso.

Fig. 39.—Caldera de plomo para concentrar.

El ácido sulfúrico concentrado hasta 60° Baumé pormedio de


cualquiera de estos aparatos ha llegado entonces grado final.
a su
Durante mucho tiempo se ha fijado éste en 66° Baumé ordina¬
rios, que en realidad eran 65°,5. En este estado, el producto
contiene 93 á 94 por 100 de acido puro, en lugar de 97 que debe
contener cuando marca en realidad 66°. Pero muchas industrias,
en
particular las de las materias colorantes de la hulla, consumen
un ácido mas concentrado,
que se dice á G6° cubiertos ó llenos,
el cual contiene 98 por 100 de acido puro ó á 07°, cuya riqueza
se eleva á 98,75 por 100.
Algunas fábricas inglesas emplean todavía actualmente apara¬
tos de vidrio cuando se trata de obtener la primera especie de
ácidos que marca 66° ordinarios.

Las retortas que antes se empleaban tenían menos de un hec-

«

112 —

tolitro; las disponía en un horno largo ele galera, que calentaba


se
.un solo
hogar. Es decir, que las primeras se calentaban con más
intensidad, y cuando acaecía la ruptura de una de ellas, se podía
temer (pues una desgracia nunca viene sola) la de todas las
demás, porque la enorme cantidad de vapores ácidos desprendí-

Fig. 40.—Retorta de vidrio para concentrar el ácido sulfúrico.

dos en
aquel sitio obligaba á los obreros á retirarse lo mas pronto
posible, y dejar, por consiguiente, sin vigilancia el fuego en el
momento más necesario.
Las retortas que hoy se emplean contienen hectolitro y medio
próximamente. Están provistas de una tubuladura vertical, á la
que se aplica, por medio de una varilla de plomo, un tubo de vi¬
drio encorvado, que conduce los líquidos destilados á un canal
lateral de plomo.
Se puede evitar la enlodadura del tubo en la retorta ensan-

113 —

chando el cuello de ésta, á fin de que pueda recibir el tubo de


desprendimiento, ensanchado en forma de retorta ordinaria. Se
determina una aspiración de aire poniendo el colector de las
■pequeñas aguas condensadas en comunicación con la chimenea
de la fábrica.
Se protege la retorta colocándola en una cubierta de hierro, de
la que está separada por arena muy fina y seca. El cuello está
protegido por una cubierta de barro cocido.
Otras veces se suprime toda cubierta y se procura emplear re¬
tortas de vidrio tan delgado y regular como es posible, cuyo fon¬
do descansa sencillamente sobre un casquete de fundición reves¬
tido de arena. Se protege, sin embargo, por medio de una pan¬
talla de la acción directa del hogar. Cada retorta, como medida
de precaución, no sirve más que seis semanas, y no es necesario
que el nivel del ácido descienda'por bajo del asiento del horno.
Cuando se somete el ácido sulfúrico á la ebullición no se veri¬
fica este fenómeno ele una manera tan sencila como en el agua,
por ejemplo. Sabido es que este ácido se llama por su consisten¬
cia aceite ele vitriolo y es muy viscoso y denso. Las burbujas de
aire que se forman durante la ebullición y rompen su superficie
son escasas, muy gruesas y determinan violentos sobresaltos.

Este hecho resulta de que las paredes del vaso están privadas
por la acción del ácido de todo indicio de materia orgánica ó de
polvo, que retiene generalmente una cantidad imperceptible de
aire, suficiente para entretener la ebullición, Basta para quitar
peligro á esta operación, en el caso del ácido sulfúrico, suplir
esta insuficiencia de burbujas gaseosas colocando en las retortas
algunos fragmentos de un cuerpo rugoso que las retenga, como
la porcelana ó el platino, por ejemplo.
Para evitar del mejor modo posible los riesgos de la ruptura
se calienta una sola retorta por el hogar
y se colocan en el edifi¬
cio en que se hace la operación dobles ventanas para evitar
todo cambio brusco en la temperatura.
Para reconocer cuándo es suficiente la concentración, se con¬
tentan los operarios con un medio
empirico: observan el mo¬
mento en que se ennegrece un pedazo de madera sumergido en
el ácido. Por lo demás, cuando alcanza los 66°, el ácido está bas¬
tante concentrado para destruir las materias orgánicas que le
impurifican y en este momento se decolora. Para proceder con
más exactitud se,puede investigar el grado de jas aguas que des¬
tilan.
BILLON.—TOMO IV.—8

114 —

Se dejan entonces enfriar los aparatos por espacio de doce ho¬


ras, antes de trasvasar el ácido por medio de un sifón. Ko se
vacian jamás por completo las retortas, y se las llena de ácido ca¬
liente, que procede de un depósito superior.
Cuando se pone directamente el ácido en los envases, se apre¬
cia el momento en que están bastante llenos por el siguiente
procedimiento:
Una pequeña caja de plomo lleva dos tubos: uno de plomo
soldado en su fondo y que llega hasta la parte alta; otro segun¬
do de vidrio se fija al cuello de la caja y se sumerge en el ácido
que contiene ésta hasta su mitad. Se instala este pequeño aparato
en el cuello de la bombona ó vasija receptora. A medida que ésta

se llena sube el nivel del ácido en el tubo de


plomo, se compri¬
me el
líquido de la caja y sube en el tubo de vidrio una canti¬
dad igual. Basta marcar el punto en que es necesario que se de¬
tenga para que se llene la bombona hasta el nivel que se desee.
Pasemos ahora á los diversos aparatos de platino.
Estos comprenden siempre un alambique provisto de su ser¬
pentín y refrigerante, para condensar los vapores destilados que
forman las pequeñas aguas y aparatos accesorios para la alimen¬
tación del alambique y separación del ácido.
En los primeros modelos construidos se compone el alambique
de dos troncos de cono muy bajos, soldados por medio del oro me¬
diante una ancha base y de una sola pieza uno y otro. En el
cuello de esta cucúrbita se fija el capitel por medio de bridas ata¬
das á una rodaja de amianto. Hay aparte un grueso tubo de plo¬
mo
que continúa por el serpentín. Delante de la corona de unión
hay otra segunda en forma de galería, provista de agujeros por
donde sale el ácido que procede del depósito, y se concentra de
esta suerte sobre las paredes antes de mezclarse con la masa.
Se conduce este ácido á la última caldera de concentración
por medio de un sifón de plomo, cuya rama externa se coloca en
un móvil provisto de una rama de desagüe. Quitando ó
vaso

descendiendo este vaso, de modo que el nivel de desagüe esté


por cima ó por bajo de la caldera-depósito, se determina la sa¬
lida á voluntad, como por medio de una llave en un embudo de
cierre hidráulico fijo en un alambique.
El sifón de trasiego es de platino y compuesto de muchas pie¬
zas. La rama más gruesa es la más corta,
y se coloca á frotamiento
en un mango soldado al alambique y que se sumerge hasta un
centímetro del fondo. El ácido penetra allí por agujeros laterales.

115 —

La rama mayor se desdobla en dos tubos paralelos, reunidos por


brazos que se desmontan y colocados en un refrigerante cilin¬
drico, por donde circula el agua en sentido inverso del ácido. Se
termina el sifón por una llave de oro. Cuando se quiere cebar, se
cierra esta llave y se llena la rama larga de ácido frío por medio
de dos pequeños embudos en que está dividida aquélla, y de los
cuales el más elevado sirve para la salida del aire. Se cierran en¬
tonces por medio de pequeños tapones de platino y se abre la
llave, la rama mayor se vacia y determina una aspiración de lí¬
quido que ceba el sifón. Para que el alambique no se vacie por
bajo de cierto nivel se fuerza la rama corta del sifón con un pe¬
queño ensanchamiento/donde desemboca un tubo abierto en
los dos extremos. En el momento en
que el nivel desciende por
bajo de la abertura de este tubo el aire entra y el sifón se des¬
ocupa. El alambique está también provisto de un desagüe para
evitar que se llene demasiado y de una tubuladura que se su¬
merge donde hay un flotador que suministra á cada instante el
grado del ácido.
El fondo del alambique está sostenido por una pequeña pared
que divide el hogar en dos, lo que no deja de tener inconvenien¬
tes para el aprovechamiento del calor. Para disminuir los depó¬
sitos de sulfato férrico, cuya acción nociva hemos supuesto, se
suspende alguna vez una capsulita en medio del ácido. Los de¬
pósitos se acumulan en ella en gran parte.
Las pequeñas aguas recogidas por el serpentín, enriquecidas
por las gotas de ácidos que han arrastrado, marcan de 40 á 45°
Baumé y pueden emplearse para diluir el exceso de ácido pro¬
cedente de la torre de Gay-Lussac. Pero cuando, sobre todo, se
desea un ácido concentrado, se procura disminuir la cantidad de
estas pequeñas aguas volviéndolas al alambique, lo cual es más
costoso. De este modo se pueden dirigir á las cámaras de plomo

ó á la torre de G lo ver con el auxilio de bombas inatacables, de


gres ó de plomo.
Se produce en un vaso parecido, cuyo fondo mide 80 centíme¬
tros de diámetro, tres veces tres cubas de ácido de 66° Baumé
por día, para lo cual se necesitan próximamente 12 francos de
gasto.
No emplea mucho la concentración intermitente, á menos
se

que no se quiera llevar el ácido á su grado más alto; lo más fre¬


cuente es la fabricación continua, que no consiente alcanzar los
66°, pero es más rápida y económica. El ácido, á un grado muy

116 —

alto, ataca, como hemos visto, sensiblemente al platino, y


muy
por eso su precio es mucho más alto que el del ácido ordinario.
En el método continuo se conduce desde luego la operación
hasta que el contenido primero esté concentrado. Se ceba enton¬
ces el sifón y se hace caer el ácido, mientras
que el producto que
se va á concentrar, más
ligero, se mantiene en la superficie sin
mezclarse. Regulando convenientemente la salida, el grado de las
pequeñas aguas es constante y la concentración perfectamente
regular.
Se enfría el ácido del sifón en cántaras de gres colocadas en
agua fría ó en un serpentín de plomo; después se trasvasa á las
bombonas, que se obturan con un tapón de tierra cocida soste¬
nido con azufre fundido.
Los alambiques que acabamos de describir se reemplazan hoy
con
aparatos mucho más bajos, de fondo ondulado, lo que per¬
mite prescindir de un muro de contención.
Se emplean también oíros alambiques muy chatos, cuyo fondo
está dividido en departamentos por tabiques concéntricos, de
suerte que el ácido se va concentrando en ellos más
y más del ex¬
terior al interior. El aparato no pesa más de ¿5 kilos en lugar
de 40, y produce cerca de 5 toneladas por día. Se consigue hacer
la producción casi quíntuple de lo que era con los antiguos
aparatos.
Cuando se fabrica el ácido ordinario, los vapores ácidos que
destilan no tienen el grado suficiente para atacar el plomo; así
es que desde hace mucho tiempo se ha intentado ' hacer sólo de

platino la cubeta de los alambiques, siendo el resto de plomo.


El problema se ha resuelto por Faure y Kessler, de Clermont-
Ferrand.
El tipo actual empleado por ellos se compone de una gran
cubeta de platino de bordes muy delgados, que sostiene una re¬
guera de platino llena de ácido, en la cual se sumerge el capi¬
tel cilindrocónico y muy extenso de plomo. Este capitel se apo¬
ya exteriormente en tres pies de hierro con tornillos que peíani-
ten que se sumerja en la cubeta lo bastante para evitar las en¬
tradas del aire, permitiendo todo lo más que las pequeñas aguas
salgan después de haberlo llenado.
Los vapoies se condensan en las paredes, que se enfrían por
una serie de cubetas concéntricas donde circula el
agua, y el ex¬
ceso sale
por un tubo superior grueso, condensándose en un re¬
frigerante especial. El ácido llega de una manera continua y cir-

117 —

cala por la cubeta en departamentos concéntricos. Sale por un


reborde.
Para los aparatos en grande escala se empieza la concentra¬
ciónen una cubeta y se termina en una segunda mayor. Hay
que tener una precaución esencial en la perfecta refrigeración de
la campana-capitel, y es que debe hacerse con agua pura y no
incrustante, so pena de no condensar los vapores y deteriorar
el horno por la proyección de líquidos demasiado calientes.

Al salir de la cubeta atraviesa el ácido un refrigerante muy


ingenioso. Es una gran cuba de plomo, cuyo fondo llega casi al
medio de la altura; de manera que se forma una parte anular ro¬
deada por todos lados de agua fría, que contiene un depósito ex¬
terior. Se coloca en el fondo una cubeta de plomo de bordes re¬
vueltos, en cuyo centro hay una capsulita de porcelana. El tubo
de platino que conduce el ácido del aparato anterior desemboca
por cima de esta cápsula. El resto del refrigerante, ó sea el tercio
superior, está lleno de una serie de serpentinas de plomo por don-
ele circula también el agua. Teniendo el ácido que llega una tem¬
peratura mayor que el que hay en el aparato, sube á la parte su¬
perior, se enfría á su vez al contacto de las serpentinas y vuelve
á descender á lo largo de las paredes en el doble fondo anular,
saliendo por un tubo lateral.
El ácido que se fabrica con este aparato está siempre algo
más coloreado que el de los alambiques ordinarios. El procedi¬
miento de Fauré y Kessler es ventajoso, sobre todo para la ob¬
tención del ácido extraconcentrado, porque gasta mucho menos
platino.

118 —

Los mismos inventores han intentado sustituir la porcelana al


platino para fabricar las cubetas. Además de la granfragilidad

Fig. 42,—Aparato de Faure y Kessler.

de los aparatos, se utiliza muy mal el calor, á causa de su débil


conductibilidad.
Por lo demás, hay en él considerable número de modificacio-
nes propuestas para la concentración, muchos aparatos que han
podido reemplazar los que generalmente se usan. Así es que los
indicaremos de una manera rápida.
El empleo del vacío pareció desde luego indicarse. Se sabe
que quitando el aire de un recipiente donde hay agua puede ha¬
cersehervir este líquido á la temperatura ordinaria, y lo que se
llama ebullición de un líquido no es otra cosa que el desprendi¬
miento tumultuoso de sus
vapores, cuando éstos alcanzan una
presión igual á la de la columna de aire atmosférico que gravita
sobre el vaso.

Si hace, pues, el vacío por cima de un vaso donde se con¬


se

centra el ácido sulfúrico, hervirá este líquido á una temperatura


relativamente muy baja, pues se creía en un principio que no ata¬
caría al plomo en semejantes condiciones. Pero no sucede nada
de esto; los ensayos intentados desde 1844, diversas veces, siem¬
pre han tropezado con el inconveniente del rápido ataque del
plomo al fin de la operación, necesitándose la repetida filtración
del ácido y el pronto reemplazo de los aparatos. Estos, además,
debiendo resistir á la presión extrema, han de ser muy gruesos,
conducen mal el calor y hacen la instalación tan complicada y
costosa como con los procedimientos ordinarios.
Se ha propuesto también la acción de una corriente de aire in¬
yectada en ei ácido para disminuir la temperatura á que es ne¬
cesario llevarle. Este método jamás se ha ensayado industrial-
mente. Otro segundo, que está fundado en la destilación en va¬
sija de hierro del ácido impregnado de yeso ó arena, no ha ob¬
tenido mejor éxito, aun con retortas de hierro esmaltado.
Otro aparato consiste en una torre de fundición que lleva en
su interior cubetas de vidrio y porcelana. Estas cubetas tienen
en el fondo una abertura de bordes revueltos, en la
que se coloca
oblicuamente una varilla de vidrio, á lo largo de la cual pasa el
ácido de una á otra cubeta. La torre se coloca en un gasómetro
que la calienta exteriormente, y los gases ácidos salen por un
tubo grueso inferior. Este aparato no parece haberse adoptado.
CAPÍTULO XI

TRANSPORTE DEL ÁCIDO SULFÚRICO

La expedición del ácido sulfúrico no deja de tener importan¬


cia cuando se trata de un líquido tan corrosivo, expedido á muy.
bajo precio. Estas dos condiciones se excluyen efectivamente la

una á la otra, pues la primera exige un embalaje muy seguro,


que aumenta notablemente el precio del ácido. Así sucede, sobre
todo, en el embalaje
en bombonas de 50 á 60 litros, colocadas
en canastas de mimbres
que se renuevan con frecuencia y que
constituyen un peso muerto, muy digno de tenerse en considera¬
ción si se atiende al precio de los transportes.
Alguna vez se reemplazan las canastas colocando los vasos en

121 —

cajas, cuya tapa tiene la forma de tonel y circulares, que son fá¬
ciles de cargar y economizan espacio, y por cajas de hierro bien
embreadas.
Mientras se pueda se hace uso de grandes arcas-cisternas de
cuatro cubas, mucho más económicas. Estas arcas son cilindri¬
cas, de plomo, con fondos abovedados y con círculos de hierro
cubierto de láminas de plomo qne se unen al depósito. Para con¬
solidarlo todo se apoya este cilindro en una cuna de palastro
fuerte, cuyas extremidades están levantadas y allí se fija con
yeso.
Se evitan los movimientos bruscos apoyando todo el sistema
en cilindros de caucho.

El
espacio que ocupa el hueco de un hombre es suficiente para
las reparaciones. Una tubuladura superior se destina á llenar la
vasija y un tubo inferior al vaciado de la misma. Este se cierra
interiormente por un cono de plomo mezclado con antimonio,
que se maneja desde el exterior por medio de un volante y un
vastago de hierro con plomo en la parte que se sumerge en el
ácido.
Se construyen arcas de está índole que contienen hasta siete
■cubas paralos viajes en vagones; generalmente se vacian empu¬
jando el ácido por medio ele un tubo que se sumerge con el
auxilio de una pequeña bomba que comprime el aire en el ci¬
lindro.
Como resultado de la poca consistencia del metal, que produ¬
ce deformaciones y desgarros, y también un peso considerable

de las cisternas de este género, se emplea con frecuencia para su


construcción el cobre y principalmente la fundición.
Cuando se trata, en efecto, del ácido que marque más de 53°
Baumé, no se ataca el metal. Por el contrario, hay que tener la
precaución de cerrar estos depósitos después de haberlos vaciado,
porque el ácido que podría quedar allí atrae con energía la hu¬
medad del aire y puede de tal suerte diluirse lo bastante para
que descienda al grado necesario en que comienza á atacar el
palastro.
Las arcas construidas de palastro son grandes cilindros hori¬
zontales parecidos á los de plomo, con algunas pequeñas dife¬
rencias. Se vacian por una tubuladura con llave exterior, que
consiste en una compuerta cerrada conun tapón de plomo duro,
■que se maneja con el auxilio de un vástago con mango. Pero
eomo al abrir la compuerta volvería el
ácido á tomar su nivel y

122 —

á salir en sentido vertical, se coloca el vástago de la compuerta

en un estuche de cobre de la altura del cilindro. Basta colocar el


vástago en una varilla de caucho para evitar las proyecciones de
ácido que resultan de su salida.
De este modo se ha podido transportar el ácido por medio de
góndolasen los canales, lo que constituye el procedimiento más
económico. Pero como una de estas góndolas llena de líquido es
poco estable, á de los cambios posibles del cargamento, se
causa
tuvo la idea de dar al depósito que contenía el ácido la forma en
corte de un trapecio de ancha base, por medio de dos tabiques
longitudinales oblicuos de alto á bajo.

Fácil es comprender que de este modo el cargamento es mu¬


cho más estable, por la misma razón que un peso de fundición
sobre su ancha base lo es más que cuando descansa sobre su base
pequeña.
Terminaremos este capítulo haciéndonos cargo del aprovecha¬
miento de los residuos que proceden de los hornos de pirita. Se
sabe que en muchas industrias los desperdicios de la fabricación
ocasionan muy pronto una especie de molestia y dificultades di¬
versas, por lo cual es de mayor interés utilizarlos. En nuestra
obra anterior, acerca de la industria de la sosa, se hallarán con
todos sus detalles los complicados métodos por los que la indus¬
tria de Leblanc ha llegado á formar de sus cernadas un origen
del azufre y los esfuerzos que la industria Solvay intenta cons¬
tantemente para extraer el cloro de sus residuos de cloruro cal¬
cico.
Lo mismo tiene lugar en los residuos de la combustión de las
piritas. Cuando éstas contienen 4 á 5 por 100 de azufre, y las

123 —

piritas no son más que ferruginosas, no se utilizan estos residuos


como mineral de hierro. Pero con los nuevos hornos, y sobre todo
con las piritas en polvo, se ha conseguido no dejar en los resi¬

duos más que 0,5 á 1 por 100 de azufre; de suerte que éstos cons¬
tituyen uno de los mejores minerales de hierro, pues contienen
hasta 65 po^lOO de este metal. Estos minerales, que durante mu¬
cho tiempo no se han utilizado por su forma pulverulenta, se
buscan mucho desde hace algunos años por las fábricas metalúr¬
gicas alemanas y francesas.
Otras piritas contienen, como hemos visto, otros muchos me¬
tales, sobre todo cobre mezclado con un poco de plata y or<>.
Estos se.hallan en proporciones remuneradoras, hasta el punto
de que los fabricantes pagan, no ya el peso bruto de la pirita,
sino únicamente el azufre contenido, y dejan á las fábricas me¬
talúrgicas los residuos que utilizan para extraer de ellos los di¬
versos metales.
Se extrae el cobre por los métodos acostumbrados. Se mezcla
el residuo tostado con un poco de pirita ordinaria, de manera que
todo ello contenga tanto azufre como cobre, ó sea 4 por 100 de
cada uno; después se tuesta todo ello con sal marina hasta el rojo
sombra.
El sulfuro de cobre del mineral se oxida al aire y da sulfato.
Este último, en contacto del cloruro de sodio, produce, por el
doble cambio del sulfato de sosa y del cloruro de cobre, sal solu¬
ble, fácil de separar por el lavado. Al mismo tiempo el sulfuro
de hierro que acompaña al cobre pasa ai estado de óxido ínso-
luble y la plata á cloruro.
Las cenizas finales contienen todo el cobre, siendo la mayor
parte bajo la forma de cloruro soluble. Por una lixiviación con
agua se separa enteramente este último, así como la plata. Se ter¬
mina por medio de una loción con ácido clorhídrico diluido, que
acaba de separar el cobre, y se puede utilizar el residuo final como
un excelente mineral de hierro.

Para obtener el cobre y la plata se hace pasar por la lejía que


los contiene una corriente de hidrógeno sulfurado obtenido con
las cernadas de sosa.
Toda la plata se halla en las cinco primeras centésimas preci¬
pitadas, que se recoge por consiguiente aparte. El sulfuro de
cobre transforma en óxido y después en metal por los proce¬
se
dimientos empleados en la metalurgia de este cuerpo, que no te¬
nemos
que describir aquí.

124 —

Se prefiere con frecuencia obtener de una manera más directa


•el cobre de las lejías, precipitándole por medio de hierros viejos
ó esponja de hierro.
Este procedimiento, muy usado ahora, se funda en el sencillo
hecho de que una lámina de hierro sumergida en una solución
de sal cúprica se cubre inmediatamente de una capa de este me¬
tal. Obtenido de esta suerte, el cobre es muy puro y muy dúctil,
y se solicita mucho para usos industriales.
Con frecuencia basta abandonar las cenizas al aire para obte¬
ner sin ulterior tratamiento todo el cobre
por simple lixiviación.
De este modo se procede en Chessy.
El residuo que contiene la plata se lixivia con agua salada ca- •
líente y se precipita por una lechada de cal. De ordinario se pre¬
fiere precipitar este metal y el oro que le acompaña al estado de
ioduro insoluble. De este modo se obtienen fácilmente las dos
terceras partes de estos metales preciosos contenidos en el mi¬
neral.
Se han propuesto diversos procedimientos para la fabricación
industrial del ácido sulfúrico, habiendo ensayado sustituir á los
aparatos que acabamos de descri bir disposiciones menos costosas.
Las cámaras de plomo actualmente usadas en todas partes re¬
presentan, en efecto, un capital considerable, pues una instala¬
ción puede fabricar por día 5.000 kilogramos de ácido, que re¬
presentan 100.000 francos. Es decir, que no puede hacerse sino
en un pequeño número de puntos, y los esfuerzos de los invento¬

res se han encaminado á esa deseada perfección. Otros han tra¬


tado de utilizar los sulfatos naturales, donde están amortizadas
inmensas cantidades de ácido sulfúrico, y otros, por último, se
kan propuesto mejorar la fabricación ordinaria.
Muy de estos métodos han podido prosperar; el mayor
pocos
número no ha logrado salir del laboratorio, ó de la cabeza
de su autor, pero hay algunos acerca de los que debemos dete¬
nernos
algo.
Hemos hablado al empezar de la acción de los cuerpos porosos,
que, como el musgo de platino, favorecen la oxidación. El cuer¬
po que acabamos de citar, á pesar de su elevado precio, lo ensayó
en grande Kuhlmann,
que debió renunciar á él, pues el poder oxi¬
dante del musgo de platino disminuía muy rápidamente. Tam¬
bién se han intentado ensayos con el óxido de hierro, la piedra
pómez, la arcilla y el amianto, que al menos en la fabricación del
.ácido ordinario no han producido resultado práctico.

125 —

Cuando se mezclan en presencia del agua cloro y ácido sulfu¬

roso, se apoderan estos gases, el primero del hidrógeno y el se¬


gundo dei oxígeno de dicho vapor acuoso, para producir una
mezcla de ácido sulfúrico y ácido clorhídrico, y este último se
separa por destilación. Este procedimiento se ha aplicado en
grande escala. Se hace uso de hornos cargados con una mezcla de
pirita, sal marina y óxido de hierro. Al principio, siendo la tem¬
peratura poco elevada, no se produce más que ácido sulfuroso, y
al final se obtiene, por el contrario, cloro. Basta, pues, retardar
la marcha de uno de los hornos para obtener simultáneamente la
mezcla de los dos gases.
Entre los su líatos naturales hay muy pocos que puedan pres¬
tarse á la fabricación del ácido sulfúrico. Los que se hallan en
cantidad mayor son el sulfato de sosa y el de cal del yeso. En
realidad, el primero se fabrica por medio del mismo ácido sulfú¬
rico; es decir, que no se emplea como origen de dicho ácido. Los
trabajos se han dirigido casi exclusivamente sobre el yeso.
Para extraer de é! el ácido sulfúrico han propuesto muchos
se

procedimientos. Haciendo pasar, por ejemplo, vapor acuoso so¬


bre este
cuerpo enrojecido, se descompone en parte en ácido sul¬
furoso y oxígeno.
También se ha ensayado tratar el yeso enrojecido por el ácido
clorhídrico gaseoso y seco, que desprende los mismos gases acom¬
pañados de ácido sulfúrico en pequeñas cantidades. Pero es ne¬
cesario emplear una gran cantidad ele ácido clorhídrico para des¬
componer el yeso, y como su origen más económico es todavía el
ácido sulfúrico, y por otra parte el gas es muy difícil ele desecar,
este pro ce di miento no ha tenido éxito.
Se ha propuesto que reaccione el vapor de agua sobre el yeso
fundido con sal marina. Se forman, por medio de reacciones
complicadas, ácido sulfuroso, ácido clorhídrico, hidrógeno sulfu¬
rado, así como sulfuros, sulfatos é liiposulfitos de sosa y de cal.
Es necesario descomponer en seguida el hidrógeno sulfurado por
el ácido carbónico.
Otro procedimiento consiste en fundir yeso con arena ó arci¬
lla. El residuo se vitrifica, mientras que se desprende oxígeno
y ácido sulfuroso.
La falta ele éxito de estas tentativas se ha utilizado para la
obtención del hidrógeno sulfurado, que se .quema en los hornos
para transformarle en ácido sulfuroso. Con este objeto se ha pro¬
puesto hacer pasar el ácido clorhídrico seco, no ya sobre yeso,

126 —

sino por una mezcla de este cuerpo y carbón. Se obtiene el hi¬


drógeno sulfurado mezclado con vapores de azufre y óxido de
■carbono. También se ha propuesto, para obtener el hidrógeno
sulfurado, transformar el yeso ó sulfato de cal en sulfuro de cal¬
cio por medio del carbón y descomponer el sulfuro por el ácido
carbónico. El hidrógeno sulfurado producido de este modo y
quemado en los hornos es muy difícil de transformar en ácido
sulfúrico á causa del ácido carbónico, que perturba mucho las
reacciones.
Se ha tratado, por último, de extraer del yeso el ácido sulfúrico
ja formado. Se hace reaccionar sobre la sal de cal cloruro de
plomo que se transforma en sulfato, y se trata entonces por el
ácido clorhídrico.
Calcinando con yeso ácido fosfórico, se obtiene fosfato de cal
y ácido sulfúrico al estado anhidro. El ácido fosfórico se obtiene
por medio del fosfato de plomo, que se forma con el auxilio de
cloruro y se regenera constantemente.
Todos estos procedimientos no han tenido gran éxito. Yamos
á examinar otros que tienden principalmente á la supresión de
las cámaras de plomo.
Desde hace mucho tiempo se ha propuesto hacer circular la
mezcla de aire y ácido sulfuroso por bombonas de gres, de las
cuales sólo la primera contiene ácido nítrico y ias demás agua.
Los gases se transforman en ácido sulfúrico tomando el oxígeno
del ácido nítrico, que regeneran en las bombonas siguientes; en
las últimas se halla el ácido sulfúrico ordinario. Este procedimien¬
to, con ligeras variantes, se ha propuesto con frecuencia. Así es
que Persoz empleaba grandes artesas de gres con una cúpula de
plomo que contenía ácido nítrico diluido ó un nitrato con ácido
clorhídrico diluido; á la mezcla se dirige una corriente de ácido
sulfuroso y aire, que produce ácido sulfúrico. En cuanto á los
productos nitrosos resultantes, se dirigen á una torre en que se
oxidan.
La torre de Glover no es más que una disposición de este gé¬
nero, en que el ácido sulfuroso y el aire encuentran
productos
nitrosos disueltos en el ácido sulfúrico. Es la única
aplicación
práctica que se ha podido hacer de estos procedimientos.
En Bakou, donde hay instaladas importantes fábricas, se do
hecho un ensayo más fructífero en este sentido. Las cámaras ha
plomo se reemplazan por columnas del mismo metal, de un vo¬
lumen treinta veces menor. Estas columnas, en número de doce,
contiene cada una 24 mesetas horizontales de plomo, perfora¬
das, muy próximas entre sí y separadas por marcos de plomo. Los
gases circulan de alto á bajo y su contacto íntimo se realiza por
la disposición de las mesetas, cuyos agujeros son contrarios. Ai
decir del autor del procedimiento, el rendimiento sería, por me¬
tro cúbico y por día, cien veces superior al de las cámaras, y no
se perdería producto alguno nitroso^ obteniéndose por lo general
ácido de 53° B., al menos en las nueve primeras columnas. Fal¬
tan, sin embargo, datos para apreciar el valor definitivo de este
notable pioeedimiento.
Los resultados más satisfactorios obtenidos en este orden de
ideas son los de los aparatos Barbier, que muchos funcionan en
la actualidad.
Son tres torres de reacción, construidas de materiales inataca¬
bles, que miden 7 metros de altura por 2 metros cuadrados de
base, para una producción diaria de una tonelada de ácido.
Su revestimiento exterior es de plomo y el interior está lleno
de células de materiales refractarios, cuya forma está dispuesta
de" modo que tenga la mayor superficie posible. Esta es próxi¬
mamente de 70 metros cuadrados para un metro cúbico de ma¬
teria ocupada, mientrasque la superficie de un cubo ordinario de
un metrode lado no es más que de 6 metros cuadrados.
En la base del aparato hay un horno. A medida que se produce
el ácido sulfúrico se condensa en tazones dispuestos en forma
de cascada, de suerte que se obtiene de una manera continua
ácido de 58 á 60° B. al salir del último tazón.
El gas sulfuroso producido por la combustión de las piritas,
después de haber calentado estos tazones, llega á la primera
torre por la parte superior y sale por la inferior despojado de su
parte pulverulenta, gracias á una corriente de ácido sulfúrico
bien desnitrificado que circula á través de la torre. De la misma
manera circula en las otras dos torres y atraviesa todavía una
de G-ay-Lussac, como en los aparatos ordinarios. Esta última.y la
anterior alimentan
se con las pequeñas aguas que proceden de la
concentración del ácido.
La otra torre, segunda de la serie, se humedece con ácido ní¬
trico diluido.
El ácido producido en cada porción del sistema cae por un re¬
borde á los tazones adyacentes. En éstos se opera la desnitrifica¬
ción al mismo tiempo que la concentración, y vuelven los pro¬
ductos nitrosos á los aparatos por una disposición especial.

128 —

Comparativamente con las cámaras de plomo, estos aparatos


exigen muy poco espacio y su establecimiento es mucho menos
costoso. Parece que además presentan otras ventajas: el ácido se
desliza á la parte inferior de las torres perfectamente limpio y se
recoge enteramente desnitrificado. El que suministra la torre de
Glover está, como hemos visto, siempre impurificado con mate¬
ria pulverulenta. No hay necesidad de introducir el vapor en las
torres de reacción, lo cual suprime los generadores. Por último,
el aparato funciona á temperaturas elevadas y no está, por tanto,
como las cámaras de plomo, influido por las variaciones atmosfé¬
ricas.
CAPÍTULO XII

ÁCIDO SULFÚRICO FUMANTE

El ácido sulfúrico de que hasta ahora uos hemos ocupado es


el ácido ordinario ó monohülratado. Resulta de la combinación
de un equivalente de agua con un cuerpo muy especial, el ácido
sulfúrico anhidro ó anhídrido sulfúrico, que no contiene más que
azufre y oxigeno,
sólo manifiesta sus propiedades ácidas en
y
contacto del agua. Este cuerpo cristalizado muestra tal actividad
para el agua, que se disuelve en este líquido, produciendo un
ruido semejante al de un hierro enrojecido, y da entonces el
ácido ordinario ó monohidratado.
Este ácido sulfúrico anhidro, disuelto en el ácido ordinario
concentrado á 66° Banmé, constituye el cuerpo designado en la
industria con el nombre de ácido sulfúrico fumante ó ácido de
Nordhausen. También se emplea hoy mucho el anhídrido sólido
y cristalizado.
Antes de pasar á la fabricación de este cuerpo, debemos decir
algunas palabras acerca de las propiedades y usos del ácido ordi¬
nario, para completar lo que ya hemos expuesto acerca de él.
Es un
líquido incoloro cuando puro, de consistencia oleosa y
de propiedades altamente cáusticas. Destruye con rapidez todos
los tejidos animales ó vegetales, coloreándolos de negro. Está
compuesto, en peso, próximamente de 82 partes de ácido anhidro
ó anhídrido sulfúrico y 18 partes de agua. Esta no puede separarse
sino á la temperatura del rojo. Cuando se expone el ácido á la
acción del frío, cristaliza á $4° en magníficos prismas de seis
caras.

La propiedad más característica de este cuerpo es su extra¬


ordinaria avidez para el agua. Se apodera de ella con tal energía
que descompone las sustancias orgánicas, determinando en ellas
la reunión, bajo la forma de agua, del oxígeno é hidrógeno que
contienen dichas sustancias. Estas toman color pardo á conse¬
cuencia de la formación de un ácido particular, el ácido úlmico,
BILLON.—TOMO IV.—9

130 —

que da su color al mantillo, y en general á las sustancias vegeta¬


les que se hallan en un estado de descomposición lenta.
Así es como puede explicarse desde luego la acción corrosiva
del ácido sulfúrico, y después su coloración al aire cuando se
guarda en frascos no tapados. Al mismo tiempo, su valor en este
último caso desciende bien pronto; de aquí la necesidad de con¬
servar el ácido en frascos con
tapón esmerilado.
Se utiliza esta propiedad para desecar ios gases. Basta hacer¬
les pasar por un tubo donde haya fragmentos de piedra pómez
impregnada en ácido sulfúrico.
Mezclado con agua, produce el ácido sulfúrico
un desprendi¬
miento considerable de calor; 4 partes de ácido y 1 de agua
hacen subir la columna termcmétrica hasta 120°. Así es que
una
precaución esencial que hay que tomar para hacer esa mez¬
cla es no verter nunca el agua sobre el ácido, sino al contrario.
Las primeras porciones de agua se reducen inmediatamente á
vapor, y podría resultar de aquí, á consecuencia de la elevación
súbita y local de la temperatura, la ruptura del vaso y proyec¬
ciones peligrosas de ácido. En razón á su elevada densidad, casi
doble que la del agua (1,84), el ácido se mezcla difícilmente con
este líquido y cae al fondo si no se tiene el cuidado de agitar á
cada adición del ácido.
Cuando se mezclan 1 parte de hielo y 4 de ácido sulfúrico,
el hielo se funde rápidamente y la temperatura se eleva muy
pronto á más de 100°. Si, por el contrario, se invierten las propor¬
ciones, se produce un frío considerable, descendiendo hasta 20ü.
Este segundo hecho, en apariencia paradójico, es en definitiva
igual al primero. En los dos casos el hielo se funde, y por eso
toma el calor del ácido sulfúrico. Pero en la primera mezcla
esta
cantidad es muy pequeña y él agua producida se calienta con
rapidez; en el segundo caso, la cantidad de calor absorbida por
el hielo es tal que se produce frío.
Cuando se calienta el ácido sulfúrico con carbón, se descom¬
pone este ácido y produce ácido sulfuroso. El. oxígeno que re¬
sulta de esta descomposición se dirige al carbón para producir
ácido carbónico. Calentando simplemente el ácido al rojo, se
produce, como hemos visto, el mismo hecho y se desprende el
oxígeno acompañado de ácido sulfuroso. Absorbiendo este últi¬
mo
por una solución de sosa, ó simplemente por el agua, puede
obtenerse el oxígeno de una manera muy económica. Este pro¬
cedimiento se ha propuesto por Sainte-Claire Deville y üebray, y

131 —

es muy curioso observar que consiste en devolver al ácido sulfú¬


rico el oxígeno que este cuerpo había tomado del aire.
El hidrógeno y el azufre actúan sobre el ácido sulfúrico como
el carbón, dando ácido sulfuroso. Se llaman cuerpos reductores á
todos los que tienen la propiedad de apoderarse de este modo del
oxígeno.
Entre los metales, sabemos que el oro y el platino no tienen
acción sobre el ácido sulfúrico. Al plomo hemos visto que le
ataca el ácido sulfúrico concentrado. La plata, el cobre y el mer¬
curio, calentados con el ácido, obran como reductores y le trans¬
forman ácido sulfuroso, formando un óxido con el oxígeno que
en
toman de él.
Cuando el ácido está diluido, le descomponen el hierro y el
zinc y producen hidrógeno y un sulfato. Este es un medio de
preparar el gas hidrógeno. Por el contrario, hemos visto que ei
ácido muy concentrado no ataca al hierro.
Las propiedades del ácido sulfúrico explican sus innumerables
usos. Sirve
para preparar la mayor parte de los sulfatos, los de
sosa, potasa, alúmina, zinc, hierro, cobre, mercurio, amoníaco y
sulfato de quinina; gran número de ácidos minerales (como los
ácidos sulfuroso, nítrico, clorhídrico, bórico, fluorhídrico y fos¬
fórico), y ácidos orgánicos. Hay que citar entre estos últimos los
ácidos cítrico, tártrico y acético, por descomposición de sus sales,
y los ácidos grasos, esteárico, margárico y oleico, que sirven para
la fabricación de jabones y bujías.
El ácido sulfúrico que se ha utilizado para este último uso
contiene indicios de glicerina. Se sabe, en efecto, que los cuerpos
grasos están formados por este último cuerpo, haciendo el papel
de un alcohol
particular, y de los ácidos oleico, palmítieo y mar¬
gárico acabamos de citar. Esta combinación que destruye el
que
ácido sulfúrico y la glicerina que arrastra le hace apto para el
uso frecuente que de él se hace en la limpieza de las láminas de
palastro para la fabricación de la hojalata; disuelve el óxido de
hierro sin atacar el metal. La limpieza del cobre, la purificación
■de la plata se verifican con su concurso, del mismo modo que la
preparación de los fosfatos solubles que sirven de abonos quí¬
micos.
Además de los que hemos citado, reclaman su empleo gran
número de productos orgánicos: la preparación déla glucosa, del
éter sulfúrico, de la nitrobencina, de la nitroglicerina y de mu¬
chos colores artificiales, como la alizarina y la garancina. La de-

132 —

puración de los aceites vegetales, la de los aceites de esquisto y


petróleo, consumen también grandes cantidades, y se puede de¬
cir, de un modo general, que no hay apenas industria que pueda
prescindir del ácido sulfúrico (1).
Sin embargo, ese ácido, que contiene un 18 por 100 de agua
cuando está puro, no está todavía bastante concentrado para de¬
terminadas necesidades industriales, que cada vez se multiplican
más. Entonces se necesita recurrir al ácido casi anhidro, de que
ahora vamos á hablar. Puede obtenerse con bastante facilidad el
■anhídrido sulfúrico. Es necesario para esto hacer pasar una mezcla
de oxígeno y ácido sulfuroso muy secos por el musgo de platino-
ligeramente calentado, ó también destilar el ácido fumante, cuya
preparación vamos á ver. De este modo se obtiene un cuerpo só¬
lido cristalizado en largas agujas blancas y sedosas, muy fusibles-
y volátiles. Este cuerpo no ha tenido durante mucho tiempo más
que un interés teórico; se empleaba en la industria su disolución
en el ácido ordinario concentrado, conocido con el nombre de
ácido sulfúrico fumante ó ácido de Nordhausen. La industria
fabrica hoy, por el contrario, cantidades cada vez mayores de
ácido anhidro; independientemente del de Nordhausen y este
último se emplea
en un estado intermedio que contiene menos-
agua y en estado sólido.
El ácido ele Nordhausen ha sido verosímilmente el primer áci¬
do sulfúrico conocido. Se obtiene, en efecto, todavía en Bohe¬
mia por el procedimiento de los antiguos alquimistas, calcinan¬
do el sulfato de hierro. Esta industria constituyó mucho tiempo
el monopolio de .Nordhausen en el Harz, y hoy todavía el ácido,.

(') El ácido sulfúrico hierve á 326° y cristaliza á — 34°. Se puede deter¬


minar su composición poniendo en contacto un peso conocido de azufre con
ácido nítrico concentrado é hirviendo, que le transforma en ácido sulfúrico;
se
el residuo de azufre y se pesa después de lavado. Al ácido sulfúrico-
separa
formado se añade óxido plúmbico en exceso; se evapora á
sequedad, se cal¬
cina, para descomponer el nitrato, y el aumento de peso que ha tenido el
óxido plúmbico indica la cantidad de ácido sulfúrico formado, del cual po¬
dremos deducir la cantidad de oxígeno que se combina con el azufre para
formar el ácido sulfúrico.
El ácido sulfúrico se emplea en medicina bajo la forma de limonada sul¬
fúrica, compuesta de 345 gramos de agua, 0,60 gramos de ácido sulfúrico
puro de 66° y 29 gramos de jarabe simple. También se emplea como astrin¬
gente. La farmacia le utiliza además en la obtención del ácido nitrico, del
clorhídrico, del éter acético, y como reactivo muy sensible de las sales bári-
cas. Se supone en Europa que la producción anual de ácido sulfúrico es de

un millón de toneladas. (N. del T.)


133 —

casi la totalidad del ácido fabricado en Bohemia por


la casa
Starch, se expide á bíordhausen á Europa. Justo
para remitirse
es decir
que esta fabricación, que exige grandes
espacios desocu¬
pados, no es hoy día el monopolio de Bohemia, pues se han pro¬
puesto gran número de procedimientos más económicos y ex¬
peditos.
En Bphemia, la primera materia es el sulfato de hierro impu¬
ro, extraído de los esquistos piritosos diseminados en una capa
de arcilla que contiene 1 á 20 por 100 de pirita y que se separa
de las materias terrosas por medio de la loción. El mineral así
preparado se trata exponiéndole al aire durante muchos años
en una área de arcilla. En razón á lo prolongado de esta opera¬
ción,
se establecen las fabricas cerca de los yacimientos, para eco¬
nomizar los gastos de transporte. El aire penetra en la masa por
canales que en ella se practican, y el agua llega en forma de llu¬
via por la parte superior de las pilas voluminosas. Poco á poco
se cubren éstas de eflorescencias de sulfato de hierro y sulfato
dé alúmina. Guando se cree la operación bastante avanzada, se
lixivia la pila y los líquidos se conducen á estanques de clarifi¬
cación; continúan oxidándose y se enriquecen, por consiguiente,
más y más en sulfato férrico. Evaporada la lejía en un horno á
fuego desnudo, da por cristalización sulfato de hierro ordinario
que»se separa para la venta. En cuanto al residuo, se termina su
concentración hasta que re solidifica cuando se echa en el suelo.
Entonces es una materia amarillo-verdosa, dura, formada prin¬
cipalmente de sulfato férrico, con algo del sulfato ordinario, yeso
y alúmina. Es necesario para obtener esta piedra de vitriolo
tratar quince á veinte veces su peso del mineral esquistoso. Se
acaba de oxidar en hornos, donde se tuesta ligeramente, porque
el sulfato de sesquióxido (ó férrico) es el único que da un regu¬
lar rendimiento en ácido, y hay por consiguiente gran interés en
obtener una piedra de vitriolo que contenga la mayor cantidad
posible.
En seguida se somete este producto á la destilación. Se hace
en un horno llamado de galera, donde en cuatro filas superpues¬
tas se disponen 340 retortas. Entre éstas, las de la fila superior
se hallan con frecuencia en los dos extremos y ocupan toda la
anchura del horno. Las otras son sencillas, ligeramente cónicas y
tienen su gollete ajustado al espesor del horno. Están provistas
exteriormente de un condensador de la misma forma y capacidad;
los tubos superiores tienen dos. Están sostenidas por láminas de

134 —

hierro, unidas al cuello de las retortas y algo más inclinadas que


éstas. El horno se calienta por tres hogares y se utiliza el calor
para la previa tostación.

Cada retorta de barro, en forma de crisol, contiene 3 kilos


próximamente de producto. Se calienta con leña y comienza la
destilación al cabo de cuatro horas; no se adaptan
los recipien¬
tes sino cuando se ven aparecer los
vapores blancos de ácido
anhidro, y se pone en cada uno de ellos una corta cantidad de
ácido de G6° B. Se eleva entonces la temperatura al
rojo blanco,
durante uno ó dos días, hasta que no desprenda ácido.
Se separan entonces los recipientes, se las
descargan retortas

135 —

y pe empieza una nueva operación, á fin de enriquecer el ácído


recogido que no se ha desocupado. No se separa definitivamen¬
te el ácido sino cuando marca de 79 á 80° B., y se deja clarifi¬
car en cántaras de gres. Se le expide en recipientes análogos.

Para 100 kilogramos de producto se necesitan dos Veces y me¬


dia su peso de vitriolo, y queda el óxido de hierro casi puro, ó
sea el colcotar. Se utiliza mucho este residuo en la industria, ya

para el pulimento de los espejos,ya como color. Calcinándole


en vasos con cantidades variables de
cerrados, ya sea -solo, ya
sal marina, se obtienen hasta 57 matices, que llegan hasta el par¬
do negruzco.
El ácido sulfúrico fumante así obtenido no contiene más que
10 á 12 por 100 de agua, y constituye una disolución de 40 á 42

por 100 de anhídrido sulfúrico en el ácido ordinario. Si se con¬


centra más, llega al estado sólido y constituye el ácido anhidro
casi puro.
Se ha ensayado emplear, como origen del ácido fumante, los
bisulfitos, que sometidos á la destilación se transforman en sul¬
fato ordinario ó neutro y abandonan su exceso de ácido, después
de haber quedado previamente anhidros. Por ejemplo, se ha em¬
pleado el sulfato de sosa mezclado con un poco de yeso y trans¬
formado en bisulfato por la adición de la cantidad precisa de
ácido ordinario. Calentada la mezcla en una retorta de gres, se
deshidrata primero y finalmente desprende ácido fumante, que
se recoge con el ácido de 66°. El residuo de sulfato neutro puede
transformarse de nuevo en bisulfato y servir indefinidamente.
Es un gran obstáculo en este método la limitada dimensión de
las retortas de gres que se emplean, y que no pueden reempla¬
zarse
por ningún metal, porque la fundición, el hierro y aun el
platino son atacados rápidamente. Este último pierde un gramo
por kilogramo de ácido.
Otro procedimiento permite emplear los vasos refractarios or¬
dinarios, que necesitan temperaturas menos elevadas. Se forma
primero, calentando ácido sulfúrico con sulfato de sosa, el bisul¬
fato anhidro. Cuando la sal está en fusión, se introduce en ella
el sulfato de magnesia anhidro. Esta adición tiene por objeto
poner en libertad un equivalente de ácido sulfúrico para la for¬
mación de una sal doble de sosa y magnesia, y basta calentar
ligeramente para poner este ácido en libertad. En cuanto al re¬
siduo, se pulveriza y se rocía de nuevo con ácido sulfúrico.
Cierto es que por este medio se adiciona agua, pero se evapora

186 —-

muy pronto cuando se calienta y se obtiene en seguida ácido an¬


hidro, La producción parece que es elevada.
Hay cada día más tendencia á sustituir estos métodos á los
procedimientos sintéticos, análogos á los que se ha indicado al
principio, en que el musgo de platino produce la combinación del
oxígeno y el ácido sulfuroso. "Vacilantes primero, estos procedi¬
mientos tomaron rápidamente cuerpo cuando aumentó el con¬
sumo de ácido anhidro. Los actuales
procedimientos, considera¬
dos como secretos, son modificaciones probables de los que indi¬
caron
primero "Winckler por una parte y Stevens y Messel por
otra.
El
procedimiento de Winckler está fundado en el empleo del
musgo de platino, que se precipita sobre el amianto. Para eso se
impregna este cuerpo en cloruro de platino y se reduce esta sal
por el formiato de sosa. Se forma un precipitado muy sólido, que
es platino muy dividido. El ácido sulfuroso
y el oxígeno desti¬
nados á combinarse deben ser tan puros como sea posible, y se
obtienen por medio de una reacción que ya hemos expuesto,
haciendo caer gota á gota el ácido sulfúrico sobre fragmentos de
porcelana ó pedernal calentados hasta el rojo. Winckler propuso
el empleo de retortas de las del gas puestas verticalmente. Como
no son atacadas, el ácido se evapora con rapidez. Los gases
van
primero á una torre de cok, donde los deseca una corriente
de ácido sulfúrico,- después á una mufla, donde hay tubos de
gres que contienen el amianto platinado. El ácido anhidro se
condensa tal como se disuelve en el ácido de 66° B. para pro¬
ducir el ácido fumante.
Los ensayos hechos en Ereyberg han demostrado que el arsé¬
nico del ácido ordinario, del cual jamás se le llega á privar por
completo, basta para convertir, al cabo de algún tiempo, el pla¬
tino en inactivo combinándose con él.
En el procedimiento StevensMessel se hace usn de una torre
y
compuesta de ladrillos huecos y calentada por medio de gas, con
un tubo movible
que se quita cuando está enrojecido al rojo
blanco. En este momento se inyecta por la parte superior un
chorro de vapor sobrecalentado, que expulsa completamente los
productos de la combustión. No conteniendo la torre más que
vapor, se hace llegar allí un chorro de ácido sulfúrico concen¬
trado, que se pulveriza por una mezcla de oxígeno y ácido sulfu¬
roso. La mezcla
gaseosa atraviesa primero los aparatos, donde
se enfría
y se utiliza su calor; después una. torre destinada á dese-
-
137 —

car el ácido sulfúrico, y llega, por último, al aparato regenera¬


dor, donde se halla el amianto platinado en forma de ladrillos re¬
fractarios. Se forma allí el ácido anhidro, que se absorbe por el
ácido concentrado, como en el método anterior.
Según decíamos al principio, estos dos métodos son los únicos
conocidos de una manera completa; pero hay numerosas fábricas
en
que, mediante algunas modificaciones, se producen importan¬
tes cantidades de ácido anhidro.
Se expide este producto en barricas de hoja de lata de 60 ki¬
los, cristaliza y se funde á 30°. Pero rara vez toma ese estado,
pues una parte adquiere el estado sólido y se parece al algodón
mojado. El ácido anhidro perfectamente puro, en presencia de in¬
dicios de humedad, pierde su aspecto cristalino y da un residuo
primero gelatinoso y después líquido, con largas agujas blancas
y sedosas.
El ácido sulfúrico fumante, y forzosamente el ácido casi anhi¬
dro, tiene la propiedad de disolver el índigo con facilidad. Con
este objeto es como se emplea en la industria casi exclusivamen¬
te. Se necesita, en efecto, casi dos veces menos ácido fumante
que de ordinario, y es la solución más estable, pues el ácido fu¬
mante contiene jamás compuestos nitrosos
no
destruyan el
que
color azul del índigo.
Desde la obtención de los colores de anilina se consumen gran¬
des cantidades. Como esta industria exige el ácido todo lo con¬
centrado que es posible, ha producido la fabricación corriente en
ácido anhidro (x).

(i) El ácido sulfúrico fumante ha recibido los nombres de ácido pirosul-


fúrico, ácido anhidro sulfúrico, ácido sulfúrico semihidratado y ácido de
Nordhausen ó de Sajonia, y su denominación exacta, cuando químicamente
puro, es la de ácido disulf úrico. El comercial es una mezcla de ácido disul-
fúrico en su mayor parte con ácido sulfúrico. La fórmula química del di-
sulfúrico es S207H* y en la. teoría del dualismo es (S05j2H90. Su génesis
se
conceptúa como resultante de la deshidratación de dos moléculas de ácido
sulfúrico. Se obtiene principalmente en Bohemia. f JV". del T.)
CAPÍTULO XIII

PERFECCIONAMIENTOS RECIENTES

Para completar este estudio, necesario es mencionar algunos


perfeccionamientos recientes introducidos en la fabricación del
ácido sulfúrico. Son, en efecto, doblemente interesantes, tanto
desde el punto de vista de los aparatos, de cuya invención han
sido causa, como de las condiciones económicas que han ori¬
ginado.
El enorme consumo de ácido que produce la fabricación de los
abonos químicos no tardó en transformar en productores de ácido
á los fabricantes de estos abonos, singularmente los de superfos-
fatos. Pero en lugar de dirigirse á los yacimientos franceses de
piritas emplean los nuevos productores minerales ele otros países
más baratos, y se produce el ácido á un precio tal que los prime¬
ros fabricantes no debieron descansar hasta
conseguir nuevos
perfeccionamientos. Hay que añadir á esto otra causa: hemos
visto que, independientemente de las piritas de hierro, hay otros
muchos minerales sulfurados que pueden servir para la produc¬
ción del ácido sulfuroso y utilizarse después por su metal.
Entre estos últimos, el sulfuro de zinc ó blenda es el que se
ha puesto principalmenle á contribución por haberse apurado
los antiguos minerales de calamina. Pero en lugar de tostar el
sulfuro, despreciando los gases, se realiza la operación al lado de
los aparatos de ácido sulfúrico, y merced á los hornos perfeccio¬
nados que se emplean no se pierde azufre, pues por un solo trata¬
miento se obtiene zinc; de suerte que el precio del ácido dismi¬
nuye tan considerablemente que ha llegado á ser casi insignifi¬
cante en las fábricas belgas en que se explota la blenda. Esta es
una concurrencia
muy perjudicial, que los fabricantes franceses y
de otros países menos favorecidos tienen necesidad de contra¬
rrestar.
Los hornos en que actualmente se queman las antiguas piri¬
tas de hierro y de cobre son siempre los que hemos descrito para

139 —

las piritas en polvo, reduciéndose á distribuir la separación de


los tabiques de los hornos, duplicando dichos tabiques, que se
transforman entonces en muflas cerradas de mejor aprovecha¬
miento. Los hornos de muflas son indispensables para el trata¬
miento de la blenda ó sulfuro de zinc. Se ha conseguido que el
trabajo mecánico de los hornos llegue á suprimir el que se em¬
pleaba de brazos, sumamente penoso.
La torre de Glover, que hemos descrito minuciosamente, se
encuentra ahora en todas las fábricas, y no se usa ya como apa¬
rato de concentración del ácido de las cámaras, prefiriéndose
aumentar sus dimensiones, á fin de hacer una verdadera cámara
donde por una parte se fabrique el ácido y además se enfríen los
gases y por otra parte el ácido se desnitrifique.
El agua se inyecta en las cámaras, no ya al estado de vapor,
sino generalmente al estado líquido, pulverizándola por medio de
un chorro de
vapor. Ya hemos indicado una tentativa de este
género. De mal resultado en los aparatos de bajas temperaturas,
produce buenos efectos este medio de introducir el agua en cá¬
maras de marcha
muy activa enfriando los gases.
Esta marcha activa de las cámaras, que ha permitido aumentar
notablemente la producción, no se ha conseguido, sin embargo,
con detrimento del consumo de los productos nitrosos. Se con¬

sume, por el contrario, cada vez menos nitrato; pero la circula¬


ción entre la torre de Gay-Lussac que recoge los productos ni¬
trosos y la torre de Glover que desnitrifica el ácido es mucho
más activa, y las dimensiones de la de Gay-Lussac se han aumen¬
tado al mismo tiempo que las de Glover. No se emplea ya el cok,
sino más bien platos horizontales de gres agujereados, ó mejor
cilindros apilados de barro refractario, cuya superficie se aumen¬
ta por medio de canales.
Al mismo tiempo que aumenta la capacidad de los aparatos de
Gay-Lussac y Glover disminuye la de las cámaras. La tempera¬
tura en una gran cámara aumenta rápidamente de la cabeza á la
cola con perjuicio de la buena fabricación, que se puede remediar
fraccionando las cámaras, de manera que se establezca entre sus
paredes una corriente de aire frío y no se conserve más que un
gran tambor á la cabeza, que sirva, por decirlo así, de volante y
evite la diferencia eventual de composición de los gases.
Se reemplazan las porciones suprimidas en el cubo de las cá¬
maras
por torrecillas, cuya invención se debe á los Sres. Lunge
y Sorel. Son en conjunto pequeñas torres de Glover, que produ-

140 —

«en entre cada cámara los mismos efectos que la torre colocada
á la cabeza; de suerte que la fabricación es absolutamente regu¬
lar, y puede emplearse sin temor á las temperaturas elevadas una
masa más considerable de gas. Estas torrecillas han contribuido
en
gran parte á facilitar la fabricación activa del ácido, pues sin
su auxilio esta fabricación produciría
un ácido incompletamente
desnitrificado que ataca á los aparatos de platino. Por el contra¬
rio, con el uso de las torrecillas hay forzosamente que recurrir al
perfeccionamiento de Benker y Lan, que consiste en inyectar
ácido sulfuroso en la cámara situada en la cola, so pena de perder
vapores nitrosos que circulan, como acabamos de ver, con mucha
más actividad en los aparatos. Se inyecta este ácido sulfuroso
por medio de un aparato más reducido y cómodo que el que
acabamos de describir en la fábrica de Benker, en Saint-Denis.
Por último, el tiro, acerca del cual tanto hemos insistido, y que
hace tan gran papel en la producción regular y activa, se realiza
muy bien en muchas fábricas por medio de ventiladores coloca¬
dos entre la torre de Glover y el primer tambor. De este modo
se regula matemáticamente la cantidad de aire introducida, y el
fabricante conduce casi ásu voluntad la producción de los apa¬

ratos.
En la manera de concentrar el ácido se han realizado también
algunos Se continúan usando mucho los aparatos de
progresos.
vidrio á causa de su económico precio y de su duración, que se
ha tratado de prolongar, ya por medio de combustores especia¬
les, ya también por la circulación de los líquidos en su interior.
Los vasos de platino se fabrican mucho actualmente, cubrien¬
do su interior de una capa de oro laminado sobre el platino.
Además, para llevar la concentración de los ácidos al elevado
grado que hoy exige la industria, se han utilizado los vasos de
fundición, utilizando el procedimiento que ha dado lugar á la
construcción de aparatos de palastro para transportar el ácido.
Este no ataca, en efecto, la fundición, con tal que sea muy con¬
centrado. Basta, pues, preservar los aparatos del contacto de las
pequeñas aguas más diluidas y que, por el contrario, atacan el
metal con rapidez. Se empieza, pues, la concentración en el plo¬
mo
y se continúa en el platino para terminarla en el hierro co¬
lado ó fundición. Estos últimos aparatos convienen principal¬
mente para la purificación de los ácidos impurificados con hierro,

pues son difíciles de tratar en los aparatos de platino los ácidos


algo nitrosos.
-
141 —

Se utilizan hoy mucho los ácidos impuros que proceden de la


purificación de los petróleos, de los cuerpos grasos y de los colo¬
res artificiales. Si el ácido,
por su procedencia, está cargado de
productos breosos, no se puede emplear la fundición, á la cual
sustituye la porcelana. El aparato Negrier, que se emplea en este
caso, se compone de una serie de cubetas hemisféricas superpues¬
tas, colocadas en una cámaia de condensación en forma de baño.
No tiene más que el defecto de ser embarazoso cuando la fabri¬
cación es importante.
Los antiguos aparatos, en que el calor de los hornos servía para
concentrar el ácido, tienden á usarse otra vez, pero perfecciona¬
dos de tal suerte que hacen su empleo posible y económico.
Así es como Eaure y Kessler emplean los gases de las piritas,
diluidos en vastos gasógenos, y no arrastran materias pulveru¬
lentas á consecuencia de su escasa velocidad. Estos gases lamen
el ácido diluido en un pequeño espacio, primero en una caldera
de concentración, después en una especie de columna destilato¬
ria. De esta suerte, el ácido sulfúrico que pudieran arrastrar de-
las primeras mesetas se condensa en las últimas, más frías, y los
gases no arrastran más que el vapor de agua del ácido, que se
concentra rápidamente.
En Alemania, muchas fábricas emplean la congelación para
concentrar el ácido. Se parte del ácido ya muy concentrado, que
contiene 97 por 100 de ácido puro, y se consigue que no conten¬
ga agua mediante muchas congelaciones sucesivas.
En cuanto al ácido de Nordhausen y el ácido anhidro, faltan
siempre detalles los aparatos que se usan. Lo único que se
en
sabe con exactitud
que sólo la fábrica de Hoechst, por ejem¬
es

plo, produce, siguiendo una interesante modificación al proce¬


dimiento de WincMer, 3 á 4 toneladas de ácido diarias.
Puede decirse en la actualidad que las cámaras de ácido sul¬
fúrico, únicos aparatos que continúan usándose de un modo
práctico, producen una cantidad triple cuando menos de la que
antes daban. Un aparato de 3.000 metros cúbicos puede dar de
esta suerte hasta 21 toneladas de ácido diarias.
CAPÍTULO XIY

SULFURO DE CARBONO

Se da el nombre de sulfuro de carbono á una notable combi¬


nación de azufre y carbono, cuya importancia industrial es muy
considerable.
Este cuerpo se obtiene en los laboratorios de un modo muy
sencillo. Basta calentar en un horno un tubo de barro refractario
que contenga fragmentos de carbón ligeramente inclinados y
cuyos dos extremos salen fuera del horno. Por uno de ellos, el
más elevado, se introducen pedazos de azufre, y al otro se adapta
una
alargadera de vidrio que termina en un pequeño serpentín.
El azufre se volatiliza y se combina con el carbón. De la unión
de estos dos cuerpos sólidos y coloreados.resulta un líquido muy
móvil, enteramente incoloro, que destila en el serpentín y que se
recibe bajo una masa de agua. Esta precaución tiene por objeto
evitar la inflamación del sulfuro de carbono. Es, en efecto, una
de las propiedades más características de este cuerpo emitir á
la temperatura ordinaria vapores de fuerte tensión, porque es muy
débil su punto de ebullición. Estos vapores se inflaman con la
mayor facilidad, produciendo una violenta explosión si el espacio
donde se desprenden está lleno de ellos y saturado. Transpor¬
tando á pequeña distancia y lentamente una salvilla llena de
sulfuro de carbono puede inflamarse á la distancia de más de
un metro.
propiedad convierte, como se comprende, en muy peligro¬
Esta
sa la
manipulación de este cuerpo sin las suficientes precaucio¬
nes, y eso ha sido el principal obstáculo para su fabricación en
grande, á pesar del provecho que de ello podía sacar la industria.
En efecto, el sulfuro de carbono es un disolvente muy precioso.
Todos los cuerpos grasos, resinas, azufre, fósforo y iodo se di¬
suelven en él fácilmente, y lo mismo sucede con las esencias. El
fósforo, disuelto en este líquido, da lugar á un curioso experi¬
mento, aunque á la verdad bastante peligroso. Si se sumerge en

143 —

esta disolución un pedazo de papel de filtros, y se expone en se¬


guida al aire, la evaporación del disolvente deja en el papel una
capa de fósforo extraordinariamente dividido, y al cabo de algu¬
nos instantes se ve que se inflama por sí solo. Se ha utilizado
esta reacción para fabricar proyectiles incendiarios, cuyos efec¬
tos destructores son considerables.
El creador de la fabricación industrial de este producto es
Deiss, que fué el primero que estableció una fábrica en Pan tí n.
Su aparato consistía en un cilindro de fundición de dos metros
de alto, colocado en un horno verticalmente y provisto de dos
tubuladuras en su fondo superior. Por una se puede introducir
carbón; por la otra pasa un largo tubo de porcelana que descien¬
de hasta el fondo, y por el cual se introduce el azufre. El sulfuro
de carbono se desprende por un tubo lateral y empieza á con¬
densarse en una bombona. De allí va el sulfuro á un vaso de vi¬
drio, provisto en su parte inferior de una rama larga en forma
de cuello de cigüeña. A este vaso, de uso frecuente en la destila¬
ción, se da el nombre de recipiente florentino, tín el fondo se
coloca una capa de agua. El sulfuro de carbono desaloja este
agua que le cubre y puede llevar el vaso hasta el nivel de la
curvatura del cuello de cigüeña. A partir de este punto el pro¬
ducto sale por este tubo, siempre cubierto en el recipiente de
una
capa de agua. Se recibe en un segundo vaso, al cual llegan
también los vapores que se han sustraído de la primera conden¬
sación y que han atravesado un serpentín enfriado, donde acaban
de depositarse.
Más tarde, Deiss ha modificado este aparato notablemente.
Se colocan en el mismo horno cuatro cilindros de esta índole.
El fondo superior lleva, además de las dos tubuladuras menciona¬
das, el tubo de despredimiento, y en el fondo hay una especie de
manguito que lleva una rejilla de barro refractario, en la cual
descansa el tubo del azufre. Se introduce éste pulverizado cada
tres minutos por medio de cartuchos de 150 gramos, tapando la
abertura, cada vez que se introduce, por medio de un tapón
de arcilla. De esta suerte pueden tratarse 500 kilos diarios, car¬
gando tres veceslos cilindros de carbón, que se introduce rápi¬
damente por medio de un gran embudo.
El hogar es exterior y los gases lamen los fondos de los cilin¬
dros y sus paredes antes de volver á la chimenea. El mayor gas¬
to es el de los cilindros, que son de barro refractario y no duran
más que dos meses. Los vapores de sulfuro se dirigen en seguida
144 —

á una serie de una veintena de vasos de palastro de poco fondo


que comunican entre sí.
Estos son tambores invertidos en una cubeta y cuyos bordes
están escotados. Por cima, las paredes clel tambor forman una
pequeña taza, dcnde cae constantemente agua. De esta suerte se
coloca en la cubeta exterior, á fin de formar una soldadura hi¬
dráulica. El sulfuro se condensa por bajo de la capa de agua, y
cuando está en cantidad suficiente se le decanta. Los gases no con-
densados, que retienen ácido sulfúrico, se purifican como el gas
del alumbrado y se dirigen al aire.
Otro aparato, debido á Gerard, es más sencillo. La retorta es
de fundición, única, de forma elíptica en la base y de dos metros
de altura, hío se calienta directamente, sino por el intermedio
de una envoltura de ladrillos, lamida por los gases del hogar.
Después de esto, en el fondo se abre una tuerca lateral inclinada,
cerrada por una pequeña válvula, por donde se carga el azufre.
La retorta lleva en la parte superior un gollete, cerrado por una
placa de fundición, que sale fuera del horno y por donde se car¬
ga el carbón. Esta alza ó gollete recibe también una tubuladura
latera], que sirve para el desprendimiento de los vapores. Atra¬
viesa, antes de llegar al condensador, un recipiente intermedia¬
rio, destinado á recibir el azufre volatilizado, y cuyo fondo es
móvil, para separar el producto con más facilidad.
El refrigerante consiste en tres cilindros anchos y aplastados,
superpuestos de una especie de lona que se enfría por medio de
una corriente de
agua y que comunican entre sí.
Se carga el aparato con ascuas y se enrojece. Se introduce el
azufre como en el aparato anterior. Se continúa la operación
durante el día y la noche, se desmonta el recipiente intermedio
para extraer el azufre y se vuelve á empezar la carga. Cada re¬
torta recibe diariamente 7 hectolitros de brasa y 275 kilos de
azufre. Se obtienen próximamente 260 kilos de sulfuro.
. En Galitzia, en Swoszowice, se usa un aparato análogo al de
Deiss, con sólo tres vasos condensadores. Las retortas son de fun¬
dición, barnizadas de tierra refractaria.
Los su i fu ros, tratados por el carbón, pueden dar lugar á la
misma reacción que el azufre y producir también sulfuro de car¬
bono. Así es como se ha tratado de obtener por medio de las pi¬
ritas. Se mezclan éstas con las ascuas y se pone la mezcla en una
retorta vertical. Esta comunica por la parte inferior con un hor¬
no ordinario de pirita, por medio de un grueso tubo que la pro-

145 —

longá y puede cerrarse á voluntad. En la parte superior una se¬


gunda tubuladura lateral desemboca en un cilindro grueso que
contiene la misma mezcla, y es donde se termina la reacción.
Cuando las piritas han perdido una parte de su azufre se hacen
caer al horno inferior, donde se tratan como de ordinario.
El sulfuro producido por uno ú otro de estos procedimientos
vale 45 francos próximamente los 100 kilos; es muy impuro,
por¬
que retiene en disolución azufre, ácido sulfhídrico y otros com¬
puestos que le comunican un olor muy fétido.
Se necesita, para muchas de estas aplicaciones, rectificar el
azufre bruto. Puede redestilarse simplemente en un alambique
de vapor, después de haber destruido el hidrógeno sulfurado por
el cloruro de cal. Sí se quiere sulfuro casi puro, se destila mu¬
chas veces sobre aceite.
Cuando se emplea el sulfuro de carbono como disolvente, se
procura redestilar el producto y regenerarle para usarle en mejo¬
res condiciones. Con este objeto se emplea
una gran caldera muy
chata, calentada por el vapor y que contiene tres toneladas de
producto. Condensándose fácilmente el sulfuro, hay necesidad
de calentar algo la tapa de la caldera, colocando en ella cenizas
calientes. Se expulsan los últimos restos de sulfuro por medio de
una corriente de vapor, que se hace llegar por tubos agujereados.
Se condensan los vapores en grandes serpentines, y aun se puede
fraccionar la operación de modo que se recojan productos más
ó menos puros, según el período de la destilación pues pasan los
,

de peor olor y más impuros los primeros. La materia disuelta por


el sulfuro queda en la caldera, donde puede recogerse.
El embalaje y transporte de este peligroso líquido exige al
menos tantas precauciones
como su fabricación. Se usan barriles
ó cajas cilindricas de palastro. En uno de los fondos hay una an¬
cha abertura, provista de una pequeña válvula y una llave de
aire. En el otro fondo hay una especie de bolsa cilindrica, desti¬
nada á recibir la extremidad del ancho tubo que se introduce por
la tubuladura opuesta y que se fija por su borde replegado. Se
llena la caja por medio de este tubo. Si se quiere conservar el pro¬
ducto en depósito, podemos limitarnos á colocar una ligera capa
de agua en el tubo por cima del sulfuro. Si, por el contrario, se
quiere expedir, se cierra la válvula con un tapón de tornillo.
Las aplicaciones del sulfuro de carbono son numerosas; es uno
de los mejores disolventes del caucho; puede, por consiguiente,
servir para preparar adhesivos á base de esta sustancia, cuya
BILLON.—TOMO IV.—10

146 —

vulcanización se usa también, en grandes cantidades. Ya hemos


hablado de su empleo como disolvente del azufre, para el trata¬
miento de los minerales pobres, lo cual es posible desde que la in¬
dustria lo elabora á bajo precio. La propiedad de disolver los
aceites le hace apto para su extracción, y se han establecido nu¬
merosas fábricas con este objeto, tratando ja directamente la

colza, el lino y el algodón, ya tan sólo los marcos ó residuos en


que no puede extraerse nada por presión y que el sulfuro agota
por completo. Lo mismo sucede á los desperdicios de grasas, esto¬
pas, residuos de cera, unto de ruedas de máquinas, residuos de
las fábricas de jabón ó de bujías, sebo y en general de todo
aquello en que hay una corta cantidad de cualquier cuerpo graso,
inutilizable por medio alguno.
Cuando se fabrica el carbón animal con huesos, se empieza por
separar de ellos la mayor cantidad posible de grasas y gelatina,
hirviéndolós en marmitas cerradas ó autoclavas. Puede obtener¬
se una pr'oducción mucho mayor en cuerpos grasos por medio
del sulfuro de carbono; pero los huesos tratados por este disol¬
vente, y después por el vapor acuoso destinado á eliminarle, re¬
sultan impropios para fabricar la gelatina.
El mismo inconveniente existe para todas las materias anima¬
les, á las que este doble tratamiento hace perder su cohesión.
Tampoco, durante mucho tiempo, ha podido aplicarse al des¬
engrasado de la lana; se ha conseguido, sin embargo, compri¬
miendo fuertemente ésta y calentando solamente á 70° por me¬
dio de una corriente de aire, para separar el sulfuro al final de la
operación.. La operación así practicada produce excelentes re¬
sultados. Se ha tratado también de usar en la perfumería el sul¬
furo de carbono como disolvente délos aromas. Para esto es ne¬
cesario usar el sulfuro perfectamente rectificado y privado, hasta
donde sea posible, de su olor repugnante (i).

(') El sulfuro de carbono es conocido con diferentes denominaciones: al¬


cohol de azufre, licor de Lampadius, anhidrido sulfocarbónico, espíritu de
azufre y súlfido carbónico, son los nombres con que se ha designado. Eué
descubierto y obtenido por primera vez por Lampadius en 1796, sometiendo
á la destilación las piritas con el carbón. Pero sea que no tuviera (presente
algunos detalles prácticos, ó bien que surgieran otras dificultades, lo cierto
es
que no pudo volver á obtenerlo su descubridor en veces sucesivas que lo
intentara, hasta que Clement y Desormes lo consiguieron calentando hasta
el rojo carbón con azufre, y Vauquelín, Berthollet y Thenard determinaron
su
composición.
En los laboratorios puede hacerse uso para obtener el sulfuro de carbono
-
147 —

Los vaporesde sulfuro de carbono son un violento veneno y


se emplean éxito como insecticidas. Inútil es recordar aquí
con
el nso que se ha hecho desde algunos años del sulfuro contra la
filoxera de la vid. Es muy difícil decir hasta dónde llega su ac¬
ción protectora en semejante caso, pues es el sulfuro de carbo¬
no
para la planta un peligro tan grande al menos como el pará¬
sito cuando se emplea mal.

de una retorta de gres, atravesada en su bóveda por un tubo de la misma


sustancia de 2 centímetros de diámetro que llega basta cerca del fondo. Se
llena de carbón y se coloca en un horno; se le adapta una alargadera G y un
recipiente ID, del que sale un tubo F. Cuando el carbón de la retorta está
enrojecido, introduce azufre de cuando en cuando, teniendo cuidado de
se
tapar el orificio P después de cada adición. El sulfuro de carbono se con¬
densa en el recipiente I), bien enfriado.

Se purifica agitándole con una disolución concentrada de cloruro mercú¬


rico, lavándole con agua y destiláadole sobre cloruro calcico.
El sulfuro de carbono es
líquido, incoloro, de olor etéreo cuando puro,
de densidad 1,263, muy refringfente, muy poco soluble en el agaa y soluble
en
gran cantidad en los aceites fijos y volátiles. Hierve á 45" y la densidad
de su vapor es 2,67. Su fórmula
química es CS2.
Se emplea como disolvente y reactivo. En la
investigación del iodo en los
ioduros, luego que dicho metaloide se pone en libertad por medio del cloro 6
del ácido nítrico fumante, es muy útil,
pues disuelve el iodo y la disolución
se
precipita en el seno de un líquido acuoso, como cuerpo más pesado que
el agua. En farmacia se
emplea para preparar los papeles sinapizados.
(iV. del T.)

148 —

Tabla I,.-—Pesos específicos del ácido sulfúrico , con la proporción


de ácido monohidratado, según Bineau, calculados por Otto, á la
temperatura de 15°.

Acido Peso Acido Acido Peso Acido

monohidratado específico. anhidro. monohidratado especí fieo. a n hi dr o.

100 1,8426 -81,65 50 1,598 40.81


99 1,842 80,81 49 1,5S86 40,00 -
98 1,8406 80.00 48 1,579 59,18
97 1,840 79,18 47 1,570 58.56
96 1,8584 78.56 46 1,561 57,55
95 1,8576 77,55 45 - 1,551 .

56,75
94 1,8556 76,75 44 1,542 55.82
95 1,854 75,91 45 1.555 55,10
92 1,851 75,10 42 1,524 54,28
91 1,827 74,28 ' 41 1,515 55,47
90 1,822 75.47 40 1,506 52,65
89 1,816 72,65 59 1,2076 51,85
88 1,809 71,85 58 1,289 51,02
87 1,802 71,02 57 1,281 50,20
86 1,794 70,10 56 1,272 29,58
85 1,786 69.58 55 1,264 28.57
84 1,777 68.57 54 1,256 27,75
85 1,767 67,75 55 1,2476 26.94
82 1,756 66.94 52 1,259 26,12
81 1,745 66,12 51 1,251 25.50
80 1,754 65,50 50 1,225 24,49
79 1,722 64.48 29 1,215 25,07
78 1,710 65,67 28 1,2066 22,85
77 1,698 62,85 27 1,198 22.05
76 1,686 62.01 26 1,190 21,22
75 1,675 61,22 25 1,182 20,40
74 1,665 00,40 24 1,174 19.58
75 1,651 59.59 25 1,167 18,77
72 1,659 58,77 22 1,159 17.95
71 1,657 57.95 21 1,156 17,14
70 1,615 57.14 20 1,144 16,52
69 1,604 56,52 19 1,156 15.51
68 1,592 55,59 18 1,129 14,69
67 1,580 54,69 17 1,121 15,87
66 1,578 55,87 10 1,1156 15.06
65 1,557 55,05 15 1,106 12,24
64 1,545 52,24 14 1,098 11,42
.65 1,554 51,42 15 1,091 10,61
62 1,525 50,61 12 1,085 9,79
61 1,512 49,79 11 1,0756 8,98
60 1,501 48,98 10 1,068 8,16
59 1,490 48,16 9 1,061 7.54
58 1,480 47.54 8 1.0556 6.55
57 1,469 46.55 7 1,0464 5,71
56 1,4586 45,71 6 1,059 4,89
55 1,448 44,89 5 1,052 4,08
54 1,458 44,07 4 1,0256 5,26
55 1,428 45,26 5 1,019 2,445
52 1,418 42,45 2 1,015 1,65
51 1,408 41,65 1 1,0064 0,816

149 —

Tabla II.— Cantidades de ácido sulfúrico monóhidratado, para


cada grado del areómetro de Baumé, de 0o á 66° y pesos especí¬
ficos que corresponden á 15° C., por J. Kolb.

Grado de Peso Acido Grado de Peso Acido


H0,S03 H0,S03
Baumé. específico. anhidro. Baumé. específico. anhidro.

0 1,000 0,7 0,9 54 1,508 52,8 40,2


1 1,007 1,5 1,9 55 1,520 55,9 41,6
o
1,014 2,5 2,8 56 1,552 55,1 45,0
5 1,022 5,1 5,8 57 1,545 56,2 44,4
4 1,029 5,9 4,8 58 1,557 1 57,2 45,5
5 1,057 4,7 5,8 59 1,570 58,5 46,9
6 1,045 5,6 6,8 40 1,585 59,5 48,5
7 1,052 6,4 7,8 41 1,597 40,7 49,8
8 1,060 8,8 42 1,410 41,8 51,2
7,2'
9 1,007 8,0 9,8 45 1,424 42,9 52,8
10 1,075 8,8 10,8 44 1,458 44,1 54,0
11 1,085 9,7 11,9 45 1,455 45,2 55,4
12 1,091 Í 0,6 15,0 46 1,468 46,4 56,9
15 1,100 11,5 14,1 47 1,485 47,6 58,5
14 1,108 12,4 15,2 48 1,498 48,7 59,6
15 1,116 15,2 16,2 49 1,514 49,8 61,0
1G 1,125 14,1 17,5 50 1,550 51,0 62,5
17 1,154 15,1 18,5 51 1,540 52,2 64,0
18 1,142 19,6 52 1,565 55,5 65,5
16,0
19 1,152 17,0 20,8 55 1,580 54,9 67,0
20 1,162 18,0 22 2 54 1,597 56,0 68,6
21 1,171 19,0 25,5 55 1,615 57,1 70,0
22 1,180 20,0 24,5 56 1,654 58,4 71,6
25 1,190 21,1 25,8 57 1,652 59,7 75,2
24 1,200 22,1 27,1 58 1,671 61,0 74,7
25 1,210 25,2 28,4 59 1,691 62,4 76,4
26 1,220 24,2 29,6 60 1,711 65,8 78,1
27 1,251 25,5 51.0 61 1,752 65,2 79,9
28 1,241 26,5 52,2 62 1,755 66,7 81,7
29 1.252 27,5 55,4 65 1,774 68,7 84,1
50 1,265 28,5 54,7 64 1,796 70,6 86,5
51 1,274 29,4 56,0 65 1,819 75,2 89,7
52 1,285 50,5 57,4 66 1,842 81,6 100,0
55 1,297 51,7 58,8

Los resultados de Kolb se hallan de acuerdo con los de Bi-


neau, sinidénticos sin embargo. En cuanto á los grados de
ser
Baumé, haré notar que aquí el punto 0 se toma en el agua á
15° y el punto 66 en el ácido sulfúrico puro de la densidad
de 1,842.
Indice de materias
PÁGINAS

Advertencia del traductor . . . . 1

CAPÍTULO PRIMERO

AZUFRE NATURAL

Estado natural del azufre, — Yacimientos volcánicos.—Yaci¬


mientos terciarios; formación.—Explotación de las soleras
su
de Sicilia.—Extracción del azufre; calcarelli.—Calcaron!.—
Métodos por el vapor; aparatos de Thomas.—Destilación.—
Extracción por el sulfuro de carbono 3
Azufre de los residuos dé la purificación del gas 13
Azufre de las cernadas de sosa 14
Azufre de las piritas. . .
14

Criaderos de azufre en España 15

CAPÍTULO II

REFINACIÓN, USOS

Refinación del azufre en Marsella*, horno de Mi oh el.—Lamy.—


Dejardins.—Moldeado del azufre fundido.—Flor de azufre.—
Aparato de Bohemia.—Usos; cementos de flor de azufre, em¬
pleo contra el oídium.—Vulcanización del caucho . . 16

CAPÍTULO III

ÁCIDO SULFUROSO Y SÜLFITOS

Acido sulfuroso; composición y propiedades.—Prepatación de


su
disolución; aparato de Woulf.—Sulfitos y bisulfitos; apa* 1
rato de Gelis, de bisulfito de so fa.—Bisulfito y sulfilo neutro

152 —

<lccal.—Hiposulfito de sosa; procedimientos diversos de ob¬


tención,—Hiposulfito de cal; aprovechamiento de los resi¬
duos de sosa 26
Usos de los hiposulfitos, sulfitos y ácido sulfuroso 35

CAPÍTULO IV

ÁCIDO SULFURICO

Historia.—Geber y Basilio Valentino.—Ward.—Roebuck y Gar-


bett.—Holkér.—Xa Follie.—Gáy-Lussac.—Introducción de
las piritas en la industria del ácido sulfúrico.—Principios de
la fabricación; agentes de oxidación del ácido sulfuroso, cuer¬

pos porosos, productos nitrados.—Primeras materias; azufre


nativo, azufre de.la depuración de los gases.. 37
Piritas; yacimientos.de San-Bel, de Ardeche y Gard; yaci¬
mientos ingleses, suecos, belgas y alemanes.—Yacimientos de

España y Portugal.—Utilización del azufre de los minerales


sulfurados.—Rendimiento de las piritas 44
i\{inas de Ríotinto, de España 51
Productos nitrosos; procedimiento de Dunlop.—Vapores de
agua y de aire 53

CAPÍTULO V

PRODUCCIÓN DEL ÁCIDO SULFUROSO

Hornos de azufre intermitentes, continuos; hornos de Petrie;


horno Harrison-Blair.—Hornos de pirita; hornos sin rejilla in¬
glesesy alemanes.—Hornos de rejilla marselleses é ingleses,
de barras movibles. — Hornos de materias pulverulentas:

Spence, Hasenclaver, Olivier Perret, Gerstenhcefer, Maletra. 55

CAPÍTULO VI

CÁMARAS DE PLOMO

Detalles de la construcción de las cámaras.—Soldadura.—Arma¬

dura.—Cubeta.—Disposiciones diversas.—Alimentación de
productos nitrosos.—Aparatos para distribuir el ácido nítri-

153 —

eo.—Alimentación cíe vapor de agua.—Extracción.—Manó¬


metros . 6G

CAPÍTULO VII

CONDENSACIÓN DE LOS GASES NITROSOS

Torre de Gay-Lussac; construcción y funciones de la misma.—


Perfeccionamiento de Penker y Lan.—Desnitrificado^ tam¬
bores de tabletas.—Torres desnitrificantes; cántaras.—Torre • ;

de Glover; construcción funciones de ésta


y 77
Disposición de una fábrica; marcha de la misma.—Análisis de
los gases de los hornos 88

CAPÍTULO VIII

TEORÍA DE LA FABRICACIÓN

Aparato de laboratorio.—Teoría de Clement y Desormes.—


Davy.—Teoría de Berzelius y|de Peligot.—Experiencias de •
Weber.—Pérdidas de productos nitrosos 92

CAPÍTULO IX

PURIFICACIÓN DEL ÁCIDO SULFÚRICO

Grado del ácido de las cámaras; sus impuridades. — Productos '


nitrosos; sueliminación.—Selenio.—Arsénico; eliminación al
estado de cloruro, al estado de sulfuro 99

CAPÍTULO X

CONCENTRACIÓN

Condiciones de la concentración.—Comparación de los aparatos


empleados.—Perfeccionamiento de los alambiques de platino. 107
Concentración en el plomo; calderas á fuego desnudo, á fuego

inferior, al vapor 109


Concentración final; aparatos de vidrio.—Detalles de los alam¬

biques de platino.—Aparatos de Eaure y Kessler.—Diversos


métodos de concentración 114
BILLON.—TOMO IV.—11

154 —

CAPITULO XI

TRANSPÓRTE DEL ÁCIDO SULFÚRICO

Bombonas.—Barcos-cisternas.—Aprovechamiento de los resi¬


duos de las piritas; hierro, cobre, plata.—Otros procedimien¬
tos para la fabricación del ácido; por el cloro, por la descom¬

posición de los sulfatas naturales.—Aparatos sin cámara de


plomo, aparatos Bar'oier 120

CAPÍTULO XII

ÁCIDO SULFÚRICO FUMANTE

Comparación de las propiedades del ácido fumante y del ácido


ordinario; propiedades de este último 129
Acido fumante y preparación de éste en Bohemia por medio de
los bisulfatos.—Métodos sintéticos; aparatos de Winckler,
| Stevens y Messel.—Usos.. 133

CAPÍTULO XIII

PERFECCIONAMIENTOS RECIENTES

Hornos de blenda.—Torres de Glover y Gay-Lussac.—Cámaras


y torrecillas.—Concentración.—Acido anhidro 138

CAPÍTULO XIV

SULFURO DE CARBONO

Definición.—Propiedades.— Aparatos Deiss y Gerard,—Apara¬


tos para rectificar.—Embalaje y transporte.—Usos 142
Aparato de los laboratorios y algunos detalles adicionados por el
traductor 146
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DEL DOCTOR

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Biografía del ilustre médico D. Antonio Hernández Morejón, pre¬
miada por la Real Academia de Medicina (inédita).
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guna,, declarado de mérito por el Consejo de Instrucción pública.
Estudio histórico del sabio médico del siglo xvi Nicolás Moncirdes,
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riódico científico de Barcelona.
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Biografía del sabio médico portugués clel siglo xvi García da Oria.
TRADUCCIONES
Química usual, de Stockardt.
*
Higiene, de Becquerel.
Los Héroes del trabajo, de Tissandier.
Generalidades de los cicidos orgánicos, del doctor Alvés.
* Memorándum de
Micrografía y Zoología, de Ludo fíe Jammes.
*
Memorómdum de Farmacia química, de Ludovic Jammes.
* Memorándum de Farmacia galénica, de Ludovic Jammes.
* Memorómdum de Materia médica y farmacéutica, de Ludovic
Jammes.
* Memorómdum de Ensayos y valoraciones, de Ludovic Jammes.
* Memorándum ele Química médica, de Lefert.
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Memorómdum ele Física médica,, de Lefert.
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Memorómdum de Historia natural médica, de Lefert.
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* Manual práctico de análisis de orinas, por P. Yvón.
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Dorvault, en colaboración con los Sres, D. Antonio Macías el primero
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Tetuán (le Chamartín.—Imp. de Bailly-Bailliére é Hijos.


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6.° Productos nitrados y amonia¬ 22. Barnices, mastics y puli¬
cados. mentos.
7.° El agua. 23. Teñido é impresión
8.° El azúcar. ífl 24. Colores minerales.
9.° El alcohol. 25. Explosivos, pirotécnica y ce¬
10. Vinos y vinagres. rillas.
11. Cerveza, sidra y perada. 26. Metales férreos.
12. Harinas y féculas. 27. Hierro, fundiciones y acero.
13. Leche, cuerpos grasos alimen¬ 28. Cobre, plomo y mercurio.
ticios. 29. Zinc, estaño, níquel y co¬
14. Conservas alimenticias. balto.
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Nota importante.—Se publicarán dos tomos mensuales á
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Tetuán de Chamartín.—linp. de Bailly-Bailliere & hijos.


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