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INTRODUCCIÓN ................................................................................................................... 2
HISTORIA ............................................................................................................................. 2
PATOGENIA ......................................................................................................................... 2
CICLO VITAL Y TRANSMISIÓN .............................................................................................. 3
MORFOLOGÍA ...................................................................................................................... 4
HISTOPATOLOGÍA ................................................................................................................ 4
EPIDEMIOLOGIA .................................................................................................................. 5
MECANISMOS DE TRANSMISIÓN ........................................................................................ 5
MANIFESTACIONES CLÍNICAS .............................................................................................. 5
Período agudo ................................................................................................................. 6
Período latente o indeterminado .................................................................................... 7
Período crónico................................................................................................................ 7
DIAGNÓSTICO ...................................................................................................................... 9
Diagnóstico clínico diferencial ......................................................................................... 9
Diagnóstico de laboratorio ............................................................................................ 10
Diagnóstico de la fase aguda ......................................................................................... 10
Diagnóstico de la fase crónica ....................................................................................... 11
TRATAMIENTO................................................................................................................... 11
BIBLIOGRAFIA .................................................................................................................... 13
TRIPANOSOMIASIS AMERICANA O ENFERMEDAD DE CHAGAS 2
INTRODUCCIÓN
Los microorganismos pertenecientes a este género son protozoos flagelados de la familia
Trypanosomatidae que atraviesan diversas fases morfológicas (epimastigote, amastigote y tri-
pomastigote) en sus huéspedes vertebrados e invertebrados. El género Trypanosoma com-
prende numerosas especies pero solo T. cruzi, T. gambience, T. rhodesiense son patógenos
para el ser humano. T. cruzi es causante de la enfermedad de Chagas. T. gambience y T. rho-
desiense causan la tripanosomiasis africana.
HISTORIA
En 1909, Carlos Chagas fue enviado al pueblo de Lassance, cerca del río Das Velhas, para com-
batir una epidemia de malaria y observo la peculiar invasión de las casas rurales por un in-
secto hematófago del género Triatoma, Descubrió que los intestinos de estos insectos alber-
gaban un protozoo flagelado, una nueva especie del género Trypanosoma.
En 1917, el Dr. Edmundo Escomel, médico arequipeño, educado en Francia, publica la presen-
cia del triatomino, Triatoma infestans (Chirimacha) en los valles del Departamento de Are-
quipa. En 1919, el Dr. Escomel describe un caso humano de Chagas procedente de Tahuamanú
del Departamento de Madre de Dios, que se considera el primer caso diagnosticado en el país.
PATOGENIA
La enfermedad de Chagas es causada por T. cruzi. Se caracteriza por una infección aguda que
cursa con fiebre. Una vez que la enfermedad aguda se cura de manera espontánea, la mayoría
de personas permanece en fase crónica de la enfermedad, que se caracteriza por parasitemia
oculta, anticuerpos contra T. cruzi detectables con facilidad y ausencia de signos y síntomas
concomitantes. En 10-30% de pacientes con infección crónica, se presentan manifestaciones
cardiacas o digestivas, que originan una morbilidad considerable incluso la muerte. Los cam-
bios patológicos en el corazón se han explicado por varias teorías, las cuales describiremos a
continuación:
Teoría mecánica: basada en la invasión de las fibras cardíacas por los parásitos que
provocan su destrucción.
Teoría tóxica: dada por la acción de productos metabólicos tóxicos del parásito o sus-
tancias liberadas, cuando ocurre la desintegración de este.
Teoría alérgica: sugiere la liberación de toxinas producidas por T. cruzi como causante
del proceso inflamatorio.
Teoría vascular: atribuye a un fenómeno isquémico, la reducción del aporte sanguíneo
al tejido miocárdico originado por lesiones vasculares.
HISTOPATOLOGÍA
La infección inicial en el punto donde penetra el parásito se caracteriza por cambios histológi-
cos circunscritos que comprenden la presencia de parásitos dentro de los leucocitos y las cé-
lulas de los tejidos subcutáneos, acompañada de edema intersticial, infiltración linfocítica e
hiperplasia reactiva de los ganglios linfáticos adyacentes. Una vez que los microorganismos se
diseminan a través de los linfáticos y el torrente sanguíneo, se parasitan principalmente los
músculos (incluido el miocardio) y las células ganglionares. Los seudoquistes característicos
que se observan en los cortes de tejido infectado son conjuntos intracelulares de parásitos
que se multiplican.
En los individuos con una infección crónica por T. cruzi acompañada de manifestaciones clíni-
cas, el órgano más frecuentemente afectado es el corazón. Los cambios comprenden adelga-
zamiento de las paredes ventriculares, hipertrofia biventricular, aneurismas apicales y trom-
bos murales. Con frecuencia se observa infiltración linfocítica diseminada, fibrosis intersticial
difusa y atrofia de las células miocárdicas, pero es difícil encontrar los parásitos en el tejido
miocárdico por medio de los métodos histológicos convencionales. También se observan ano-
malías del sistema de la conducción, casi siempre en la rama derecha y la rama anterior iz-
quierda del haz de His.
MECANISMOS DE TRANSMISIÓN
La transmisión vectorial es la más frecuente y se da por las heces de los triatominos, que con-
tengan las formas trypomastigotes metacíclicos. La otra transmición es por transfusión san-
guínea, la placenta, transplante de órganos y transmisión oral. El Período de Incubación es de
aproximadamente 5-14 días después de la picadura del vector. Los casos producidos por
transfusión sanguínea sería duran de 30-40 días. Las formas crónicas aparecen despues de 10
años de la infección inicial. Período de transmisibilidad
Los vectores del T. cruzi, son biológicos, no solamente llevan el parásito del reservorio al hom-
bre o animal susceptible, el parásito se reproduce en el interior del vector. Los principales
vectores son insectos hemípteros, heterópteros, hematófagos que pertenecen, a 3 géneros:
Triatoma, Panstrongylus y Rhodnius. Tienen una metamorfosis incompleta, las hembras po-
nen huevos de los que eclosionan ninfas ápteras o sin alas que deben pasar por 5 estadíos.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Se describen dos presentaciones clínicas de la enfermedad de Chagas, la aguda y la crónica, con una
etapa indeterminada entre ambas, y, además, la forma congénita de la infección. Esta entidad se ca-
racteriza generalmente por evolucionar en forma asintomática, y por presentar manifestaciones clíni-
cas en solo parte de los pacientes en cualquiera de sus períodos; causa un amplio espectro clínico que
Período agudo
Esta fase de la enfermedad pasa inadvertida la mayoría de las veces. Casi nunca se detecta, pero es
importante hacer el diagnóstico en los niños menores de 10 años. La infección puede durar hasta 3
meses y durante ella existe gran cantidad de parásitos en los tejidos y en la sangre.
La enfermedad puede ser asintomática, presentar síntomas leves o poco característicos y manifiesta
síntomas correspondientes a los síntomas generales provocados por cualquier entidad febril de otra
causa, desarrollar un cuadro grave que conduzca a la muerte del paciente o presentar signos depen-
dientes del sitio de entrada de la infección. Es por ello que algunos autores clasifican la etapa aguda
con puerta de entrada aparente y sin ella.
Dentro de los síntomas generales se encuentran: fiebre, cefalea, anorexia, mialgia, laxitud, vómitos,
diarreas, palpitaciones, nerviosismo, artralgia, quebrantamiento general, linfadenopatías generaliza-
das, hepatoesplenomegalia y edema, entre otros. Por el contrario, si la enfermedad se manifiesta con
signos de puerta de entrada, estos dependerán del lugar de penetración de la infección.
Pueden localizarse en cualquier parte del cuerpo, en particular en regiones descubiertas. Aparece so-
bre todo a nivel ocular y se conoce como signo de Mazza Romaña o complejo oftalmo-ganglionar. El
mismo se manifiesta como edema bipalpebral uni o bilateral, de tono púrpura, indoloro y duradero,
acompañado de edema fascial, conjuntivitis, queratitis y dacriocistitis. Este complejo presenta linfade-
nopatía satélite preauricular o regionales uni o bilaterales. Los ganglios más comprometidos son los
preauriculares, parotidianos, esternocleidomastoideos y submaxilares.
Otra localización frecuente del signo de puerta de entrada es a nivel cutáneo, si el patógeno entró a
través de la piel, y constituyó una lesión denominada chagoma de inoculación, pues es producida en
el mismo sitio de entrada del parásito. El chagoma es una formación nodular subcutánea de consisten-
cia dura, fría o de calor local ligeramente elevada, que no supura, pero que puede ulcerarse, es indolora
y pequeña. Puede adoptar diferentes aspectos (chagoma furunculoide, erisipelatoide, eritema nodoso
o pústula carbunselosa, etc.) y tiene por lo general linfadenopatía satélite, con lo que conforman el
complejo cutáneo-ganglionar y evolucionan espontáneamente. Las adenopatías persisten durante
largo tiempo, pero el signo de Romaña y el chagoma pueden desaparecer alrededor de 2 meses.
A partir de los ganglios linfáticos se produce invasión a otros órganos como: bazo, hígado, médula ósea
y corazón. Luego se presenta hepato y esplenomegalia y más tarde anemia discreta. En la fase aguda
ocurren, en algunas ocasiones, miocarditis aguda vinculadas con anormalidades radiológicas y electro-
cardiográficas (taquicardia sinusal, prolongación del intervalo PR y QT, cambios de la onda T y bajo
voltaje del complejo QRS, entre otros), así como cuadros neurólogicos como meningoencefalitis.
La fase aguda se resuelve en 2 meses casi siempre. Los pacientes se vuelven asinto-máticos y pueden
entrar en la etapa indeterminada en su mayoría o pasar a la fase crónica. Una parte de los enfermos
se mantienen asintomáticos indefinidamente, y otros entran en una forma subaguda, admitida por
algunos autores, que se caracteriza por taquicardia, linfadenopatías generalizadas, hepato y espleno-
megalia.
Período crónico
Después de los sucesos descritos, un porcentaje de pacientes entra en el período crónico en el cual la
enfermedad puede adoptar diversas formas clínicas: digestiva, del SNC, congénita, etc.
Forma cardíaca
Las manifestaciones cardíacas dependerán de las lesiones del corazón (localización y extensión de los
infiltrados inflamatorios). Por lo general aparecen tardíamente muchos años después de la infección
primaria, y es común en la tercera y cuarta décadas de la vida.
Las manifestaciones cardíacas se limitan casi siempre a cambios electrocardiográficos. Con el inicio de
los síntomas, la enfermedad se vuelve progresiva. Pueden ocurrir dos formas clínicas: la muerte súbita
sin haber desarrollado insuficiencia cardíaca congestiva, o la enfermedad progresa hasta el desarrollo
de esta entidad. En el primer caso son frecuentes las palpitaciones, mareos, diarreas, dolor precordial
leve, síncope, pérdida del conocimiento y edema.
La cardiomegalia es con predominio ventricular izquierdo, que incluye a veces aneurisma apical y alte-
raciones electrocardiográficas diversas, desde contracciones prematuras hasta taquicardias ventricu-
lares de carrera corta, bloqueo auriculoventricular y un síndrome similar al de Stokes Adams. Si se llega
a la insuficiencia cardíaca congestiva, se observan las manifestaciones clínicas propias de este sín-
drome, en dependencia de la localización de las lesiones, es decir con predominio derecho o izquierdo.
Los síntomas se desarrollan por lesiones extensas del miocardio que dan por resultado una disminu-
ción importante de la contracción muscular cardíaca con insuficiencia.
Forma digestiva
El megaesófago se caracteriza por una dilatación progresiva del esófago, con manifestaciones que van
desde trastornos de la motilidad hasta dificultad para el vaciamiento verdadero. Dentro de ellas pode-
mos mencionar la disfagia (síntoma de mayor importancia que puede llegar a ser grave), odinofagia,
dolor retrosternal, regurgitación, tos, síntomas similares a los de la acalasia de esófago, sialorrea e
hipertrofia de las glándulas salivales.
Puede ocurrir aspiración, sobre todo durante el sueño, que provoca episodios reiterados de neumoni-
tis. Además se presenta pérdida de peso, incluso caquexia, que unido a infección pulmonar puede
provocar la muerte. El megacolon aparece con flatulencia, dolor abdominal y constipación. La obstruc-
ción aguda, a veces con vólvulo, puede provocar perforación, septicemia y muerte. Se pueden encon-
trar dilataciones de otros órganos como estómago, vesícula biliar, conducto biliar común y uréteres.
Forma congénita
Puede provocar el aborto, parto prematuro o una infección congénita caracterizada por hepatoesple-
nomegalia, anemia, daño neurológico progresivo, hemorragias cutáneas y alteraciones electrocardio-
gráficas.
Reactivación
Es la recurrencia de signos y síntomas del cuadro agudo, y aparece cuando el sistema inmune de un
huésped se ve afectado, lo que resulta en disminución de la capacidad para controlar la infección. La
reactivación se ha asociado con más frecuencia a tratamientos inmunosupresivos, a terapia con corti-
coesteroides, a poliparasitismo, que tiene el potencial de complicar el progreso de la enfermedad, y
también se encuentran en riesgo sujetos VIH+.
Ocurre principalmente en la llamada fase crónica temprana (indeterminada), ya que la ausencia de un
cuadro clínico manifiesto impide el monitoreo adecuado de los pacientes, sobre todo en áreas no en-
démicas, donde se desconoce la enfermedad.
ENFERMEDAD DE CHAGAS UAC -MH
La reactivación se diagnostica habitualmente por la recrudescencia de la parasitemia, sin embargo, en
9
algunos casos esto solo se detecta una vez que se han hecho evidentes manifestaciones de enferme-
dad severa, principalmente de tipo neurológico y miocarditis. (Pizano et al., 2013; Andrade et al., 2014;
Perez et al., 2015;Gattoni CM et al., 2015).
El juego entre respuesta inmunitaria y evasión determina el control de la parasitosis, lo que preserva
al huésped de la muerte y asegura la persistencia del parásito.
Algunos investigadores tratan de desarrollar una vacuna eficiente para la protección del huésped. Se
han ensayado experimentalmente diferentes tipos de inmunógenos, como parásitos muertos, tripo-
mastigotes irradiados, cepas avirulentas, cepas atenuadas, parásitos irradiados y fracciones antigéni-
cas, entre las cuales existen algunas proteínas implicadas en la protección inmunológica, con diferen-
tes respuestas de protección para los animales.
En la actualidad, aprovechando los avances en la inmunización con ácidos nucleicos, que ha cobrado
gran interés en numerosas parasitosis debido a su poca complejidad y su gran capacidad para generar
una buena respuesta inmunológica, se trabaja en esta vertiente para lograr una vacuna efectiva contra
T. cruzi. A pesar de que en el mundo se investiga intensamente acerca de la inmunidad en esta parasi-
tosis, aún continúan muchos aspectos por dilucidar.
DIAGNÓSTICO
Diagnóstico clínico diferencial
Varía de acuerdo con la forma clínica en que se encuentre el paciente:
Puerta de entrada: el signo de Mazza Romaña y el chagoma de inoculación pueden confundirse con
miosis oculares, celulitis orbitaria, conjuntivitis, picadura de insectos, etc.
Fase aguda: de los procesos infecciosos como fiebre tifoidea, malaria, toxoplasmosis, glomerulonefri-
tis, mononucleosis infecciosa, miocarditis, endocarditis o pericarditis de diversas causas.
Fase crónica: de otras formas de insuficiencia cardíaca, arritmias, estenosis del esófago, miocarditis y
megavísceras de otros orígenes.
Enfermedad de Chagas congénita: se establece el diagnóstico diferencial con sífilis, toxoplasmosis, en-
fermedad hemolítica del recién nacido y cuadros septicémicos.
Siempre se debe tomar en cuenta la procedencia del paciente de una zona endémica.
Cuando la enfermedad es reciente (tanto aguda como connatal), la parasitemia es relativamente ele-
vada, por lo que es factible realizar el diagnóstico por el hallazgo directo del parásito en sangre perifé-
rica.
Pasado este período, el número de parásitos circulantes se reduce significativamente, por lo que no es
común ni útil, al menos con las técnicas de uso habitual, la búsqueda directa del parásito. Es por ello
que en el período crónico el diagnóstico se realiza por técnicas serológicas.
La detección de antígenos parasitarios en sangre y orina ha sido propuesta, pero aún no está evaluada
suficientemente como para incorporar esta metodología al diagnóstico de rutina.
Indirecto
El diagnóstico indirecto en esta fase lo hacemos mediante serología (detección de anticuerpos en la
fracción IgG). Lo común es encontrar un paciente positivo en una prueba y negativo en otra; es por
ello que deben utilizarse dos técnicas adecuadamente evaluadas (por ejemplo, ELISA, hemaglutinación
indirecta [HAI], aglutinación directa [AD], prueba del látex, inmunofluorescencia indirecta [IFI], fijación
del complemento [FC] y cuando los resultados son discordantes incluirse una tercera prueba). La IFI
está indicada para estudios de recién nacidos con posible infección congénita, por la posibilidad de
detectar tanto anticuerpos IgM como IgG, para diferenciar transmisión pasiva de anticuerpos de infec-
ción intrauterina.
Existen otros exámenes complementarios que se pueden realizar en ambas etapas de la enfermedad
como conteo de leucocitos, pruebas radiológicas y electrocardiográficas.
TRATAMIENTO
La terapéutica de la enfermedad de Chagas ha constituido un difícil problema, debido a que por mu-
chos años no existieron drogas para su tratamiento. Actualmente existen dos medicamentos activos
contra T. cruzi para el tratamiento específico de la enfermedad. Los medicamentos tripanomicidas es-
tán indicados en la infección aguda del niño y del adulto, en pacientes con parasitemia de accidentes
de laboratorio, en transmisión por transfusiones, en pacientes trasplantados y en infección congénita
confirmada. Los pacientes con enfermedad crónica no se benefician con este tratamiento.
El nifurtimox se administra a dosis diaria oral de 8 a 16 mg/kg dividido en tres dosis por 50 a 120 días.
La recomendada para el Benznidazol es de 5 a 7 mg/kg durante 60 días.
Además del tratamiento antiparasitario, el médico establecerá una terapéutica adecuada contra los
síntomas cardíacos. En los casos de visceromegalias se puede hacer tratamiento quirúrgico en algunos
pacientes.
Los pacientes con megaesófago deben evitar las comidas que irriten la mucosa esofágica, y el uso de
hielo, que agrava la disfagia. No es recomendable comer cerca de la hora de dormir para evadir la
regurgitación. Muchos pacientes con estas alteraciones obtienen beneficio con la dilatación de la unión
gastroesofágica, aunque puede aumentar la esofagitis. Se han recomendado diversas operaciones, la
elección depende del grado de dilatación. Para el megacolon se sugiere la resección del segmento
atónico.