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>  Coyuntura Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 225,

enero-febrero de 2010, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Bolivia después de las elecciones:


¿a dónde va el evismo?
Pablo Stefanoni

El triunfo de Evo Morales en las elecciones del 6 de diciembre,


con 64% de los votos, reconfigura por completo el campo político
boliviano y consolida una hegemonía inédita desde 1952.
Sin embargo, existe mucha confusión en cuanto a la caracterización
precisa del proceso boliviano, entre quienes creen ver inexistentes
devenires ecocomunitarios y antimodernos y aquellos que caen
en una negación completa de las identidades indígenas.
Este artículo sostiene que una aproximación político-sociológica
permite echar luces sobre las bases sociales (y las ambivalencias)
del actual proceso de cambio: en especial, permite identificar
un nacionalismo popular, núcleo unificador del partido de gobierno
que, aunque hoy se presenta con un rostro más indígena que
en los años 50, recupera casi por completo los imaginarios
modernizadores, industrialistas y desarrollistas del pasado.

L a aplastante reelección de Evo


Morales en las elecciones del 6
de diciembre –con más de 64% de
incidir en la conformación del Poder
Judicial. La llamada «media luna»
se desarticuló como opción de resis-
los votos– reconfigura por comple- tencia regionalizada al proyecto na-
to el campo político boliviano. Por cional encarnado por Evo Morales,
primera vez desde los años de la Re- la oposición político-parlamentaria
volución Nacional de 1952, un parti- constituye un espacio fragmentado
do logra una hegemonía tan amplia, y sin liderazgos cohesionadores, y la
controla ambas cámaras legislativas influencia política del Movimiento al
y, desde allí, tiene la posibilidad de Socialismo (mas) se extiende hacia

Pablo Stefanoni: periodista y economista. Director de la edición boliviana de Le Monde diplomatique


y corresponsal del diario Clarín (Buenos Aires) y del semanario Brecha (Uruguay) en La Paz.
Palabras claves: elecciones, indigenismo, nacionalismo, posneoliberalismo, Evo Morales, Bolivia.
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

las regiones orientales autonomis- corrientes descoloniales expresan


tas1. De allí que el debate actual en a menudo este tipo de sensibilida-
medios periodísticos y académicos des4. Pero existe también un riesgo
se centre en las intenciones/posibi- «etnofóbico» opuesto, de investiga-
lidades de radicalización del actual dores «demistificadores» reactivos a
gobierno. la visión idealizada del buen salvaje:
el universalismo abstracto que, con
Las expresiones anticapitalistas o so- la excusa de la desnaturalización
cialistas de Evo Morales pueden no de las identidades más o menos in-
obstante conducir al error. Una aproxi- ventadas (pero, sobre todo, estraté-
mación político-sociológica echa luces gicas), concluye que los indios no
sobre las bases sociales (y las ambiva- existen. Así, subestima un análisis
lencias) del actual proceso de cambio: más preciso de por qué, en ciertos
un nacionalismo popular, núcleo uni- contextos, esas identidades se acti-
ficador del partido de gobierno, que van, produciendo poderosos efec-
hoy se presenta con un rostro más in- tos políticos que, sin duda, las hacen
dígena que en los años 50 pero que, existir: el empoderamiento indígena
empero, recupera casi por completo popular es hoy innegable y fuente
los imaginarios modernizadores, in- de la enorme legitimidad, traducida
dustrialistas y desarrollistas, resu- en apoyo electoral, de Evo Morales 5.
midos en la propuesta de «Estado Pero ¿es posible una aproximación
productivo social protector» del vi-
cepresidente Álvaro García Linera,
1. La votación de Evo Morales aumentó en
y matizado con expresiones «pacha- toda la «media luna»: ganó en Tarija y, aunque
mámicas», periféricas y bastante re- perdió en Beni, Pando y Santa Cruz, incremen-
tó significativamente la votación, con 41% en
tóricas, de algunos sectores guber- este último departamento, eje de la oposición
namentales, sobre el «vivir bien», sin regionalista.
2. V. «Evo promete industrias en 5 años» y «No
cuerpo en las políticas oficiales2. hay una agenda oculta: la Constitución respeta la
propiedad», entrevista a Álvaro García Linera en
Clarín, Buenos Aires, 5/12/2009.
Con todo, la atracción romántica por 3. El sueño de Bolívar. El desafío de las izquierdas
los desbordes periféricos y las su- sudamericanas, Paidós, Barcelona, 2008.
4. Walter Mignolo: «Evo Morales, ¿giro a la iz-
puestas rebeliones ecocomunitarias
quierda o giro descolonial?» en Democracias en
y antimodernas –sazonadas conve- desconfianzas. Ensayos de sociedad civil y política
nientemente con una serie de imá- en América Latina, Coscoroba, Montevideo, 2006.
Para una crítica, ver Silvia Rivera Cusicanqui:
genes del «indio insurgente»– está «Ch´ixinakax utxiwa. Prácticas y pensamientos
siempre disponible, en lo que Marc descolonizadores» en Le Monde diplomatique, edi-
ción boliviana, 12/2009.
Saint-Upéry denominó «la esperanza 5. Ese republicanismo universalista y antiétnico
a bajo precio» que suele encontrarse puede encontrarse en los análisis de Jean-Pierre
Lavaud, quien llegó a comparar a Felipe Quispe
con relativa facilidad en el «extremo con el líder ultraderechista francés Jean-Marie
Occidente» latinoamericano3. Ciertas Le Pen.
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Pablo Stefanoni

político-sociológica entre estas po- contra los festejos oficiales por los cin-
siciones polares? Este es el esfuerzo co siglos de la conquista de Améri-
de este artículo, en el que nos propo- ca), el Instrumento Político expresa-
nemos una «descripción densa» del ba un fuerte entronque histórico con
proceso político-social inaugurado la cultura sindical tradicional en el
en 2006 con la llegada de Evo Mo- movimiento popular boliviano, que
rales al gobierno, tratando de pon- el sociólogo René Zavaleta ya ha-
derar tanto las innegables rupturas bía advertido6. Una suerte de Tesis
como las no menos evidentes conti- de Pulacayo7 campesina, adecuada
nuidades con la rica historia nacio- a los nuevos tiempos, marcados por
nal-popular que transitó Bolivia –in- la fuerte hegemonía del neoliberalis-
tercalada con cíclicas restauraciones mo, el supuesto fin de las ideologías
«liberales»– durante todo el siglo xx. y una serie de luchas básicamente de-
Y, a partir de ello, ensayaremos al- fensivas, y a menudo derrotadas, de
gunas hipótesis relativas al devenir los sectores subalternos bolivianos,
del evismo. golpeados por la crisis de la Central
Obrera Boliviana (cob), que durante
■■ Los orígenes: el mas o el cerco décadas actuó como entidad matriz.
electoral a las ciudades Si en 1947 la federación de mineros
logró ingresar diputados y senadores
En 1995, el Congreso Tierra y Territo- a partir de su influencia política, so-
rio aprobó la tesis del llamado «Ins- cial y electoral en Oruro y Potosí8, el
trumento Político», que dio lugar a mas-ipsp logró avanzar hacia la are-
un complejo movimiento construido na política nacional desde el Chapare
a partir de las estructuras de los sin- cocalero y desde los valles de Cocha-
dicatos campesinos. El núcleo duro de bamba, a partir del liderazgo al prin-
esa articulación de organizaciones ru- cipio compartido entre Alejo Véliz y
rales eran los cocaleros del Chapare, Evo Morales. Y, como los mineros de
los colonizadores (hoy llamados «co- entonces, los cocaleros comenzaron a
munidades interculturales»), los cam- sentirse –no sin razones– la vanguar-
pesinos de los valles de Cochabamba dia del movimiento popular.
y la Federación de Mujeres Bartolina
Sisa. La propia entidad matriz, la Con-
federación Sindical Única de Trabaja- 6. «Las masas en noviembre» en R. Zavaleta
(comp.): Bolivia hoy, Siglo Veintiuno Editores,
dores Campesinos de Bolivia (csutcb), México, 1983.
adhirió a la iniciativa. 7. Aprobadas en 1946, en la localidad de Pulaca-
yo, estas tesis recogen la idea del gobierno obre-
ro, en una época de fuerte influencia trotskista.
Aunque recubierto con un discurso 8. Jorge Komadina y Céline Geoffroy: El poder del
movimiento político. Estrategias, tramas organizati-
indianista potenciado por la campaña
vas e identidad del mas en Cochabamba (1999-2005),
«500 años de resistencia» (organizada umss dic y t-cesu/ pieb, La Paz, 2007.
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

En efecto, desde mediados de los en marcha del propio Instrumento


años 80, las políticas de erradicación Político de los campesinos. No por
de la hoja de coca –impulsadas por azar, Evo Morales fue elegido dipu-
los sucesivos gobiernos bajo presión tado en 1997, por su circunscripción
estadounidense– generaron una geo- uninominal, con el porcentaje más
grafía política y electoral sui géneris alto de votos del país (61,8%). Tampo-
en el Chapare, ubicado en la carrete- co es casual que, en poblaciones ní-
ra troncal Cochabamba-Santa Cruz. tidamente cocaleras, la votación de
Allí la izquierda mantuvo su hege- Izquierda Unida bordeara el 80%. Es
monía pese a su retroceso nacional; decir, un voto de características ple-
sus posiciones fueron erosionadas biscitarias no por razones «ideológi-
por la fulminante crisis del gobierno cas» sino por ser percibida como la
reformista de la Unidad Democrática representación gremial de los cocale-
y Popular (udp), la derrota del sindi- ros en el Congreso: todo el capital or-
calismo minero en 1985 (en la «Mar- ganizativo de los sindicatos era vol-
cha por la Vida»)9 y la nueva hegemo- cado a la lucha electoral11.
nía neoliberal.
Al no contar con reconocimiento por
La «defensa de la hoja de coca», jun- parte de la Corte Nacional Electoral de
to con la denuncia de la intervención su Instrumento Político, los sindicatos
estadounidense, determinaron una campesinos se aliaron con la izquier-
estructuración del campo político da tradicional, y de alguna forma ter-
local teñida por los intereses corpo- minaron fagocitándola. El Chapare, a
rativos de los cultivadores de coca, diferencia del Altiplano aymara, con
lo cual explica el triunfo local de Iz- cierta influencia de las diferentes fac-
quierda Unida –apoyada por los sin- ciones del indianismo, estaba hegemo-
dicatos agrarios– en las elecciones de nizado por organizaciones de izquier-
1989, en pleno apogeo neoliberal. Es da, lo que sin embargo no impidió
decir, se trataba de un apoyo bastan-
9. Á. García Linera: La condición obrera. Estruc-
te instrumental de los cocaleros (pe- turas materiales y simbólicas del proletariado de la
queños propietarios rurales con cier- Minería Mediana (1950-1999), Muela del Diablo
Editores / idis-umsa, La Paz, 2001.
ta movilidad social) a una izquierda 10. Ello explica también la votación del Movi-
percibida como opuesta al «Impe- miento de Izquierda Revolucionaria (mir) que,
rio» que los acosaba, lo que permitía bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora (1989-
1993), impulsó la diplomacia de la coca, tendien-
una expansión política del activismo te a la exclusión de este cultivo en estado natural
sindical, cada vez más politizado en de la lista de sustancias prohibidas por la Organi-
zación de las Naciones Unidas (onu). Además, la
cuestiones nacionales10. Y, de paso, tensión con eeuu derivó en la pérdida de visado
la posibilidad de poner los pies en la de sus principales dirigentes.
11. Salvador Romero Ballivián: Geografía electoral
arena política, en un aprendizaje que de Bolivia, Fundemos / Fundación Hanns Seidel,
culminará con la mencionada puesta La Paz, 2003.
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Pablo Stefanoni

un fuerte proceso de indianización talleres y congresos campesinos que


del discurso cocalero que, junto con permitieron la articulación de sindi-
las reivindicaciones económicas («la catos y organizaciones indígenas de
coca es educación para nuestros hi- tierras altas y bajas y contribuyeron
jos», etc.), comenzó a enfatizar el ca- a la ampliación del liderazgo de Evo
rácter de «hoja sagrada» del cultivo, Morales hacia la escena nacional e in-
además de resaltar la dimensión de cluso internacional.
«dignidad nacional» de las luchas en
su defensa. Finalmente, luego del di- Pero los éxitos electorales del mas-
vorcio político entre Véliz y Morales ipsp tuvieron un efecto adicional: ali-
(producto del fuerte faccionalismo near el nuevo movimiento en la lucha
campesino), en 1999 se constituyó el democrática electoral y dejar atrás el
Instrumento Político por la Sobera- discurso anticapitalista de la «vieja iz-
nía de los Pueblos (ipsp), que se pre- quierda» (e incluso neutralizar a quie-
senta hasta hoy a elecciones con la si- nes proponían milicias armadas en
gla mas (Movimiento al Socialismo), el Chapare) en favor de un programa
cedida por un pequeño desprendi- básicamente nacionalista y antineoli-
miento obrero de Falange Socialista beral, centrado en la denuncia de los
(fsb) que había girado a la izquierda. efectos de las políticas de privatización
(«capitalización») implementadas des-
Son varios los dirigentes que se atri- de 1985 y en el rechazo al sometimien-
buyen la «paternidad» de la idea del to nacional a las transnacionales y al
Instrumento Político. Pero sin duda «Imperio» (más precisamente, a eeuu).
fue decisiva la influencia de una serie Un proceso que Moira Zuazo denomi-
de ong, algunas vinculadas a la Igle- nó «ruralización» de la política boli-
sia católica, articuladas en el progra- viana y que tendría su momentum en el
ma de capacitación Nina («Fuego»), triunfo de Evo Morales en las eleccio-
conformado por el consorcio inte- nes presidenciales del 18 de diciembre
grado por el Instituto Politécnico To- de 2005, con casi 54% de los votos.
más Katari, el Centro de Investiga-
ción y Promoción del Campesinado, Empero, la idea del Instrumento Po-
Unitas, la Asociación de Institucio- lítico (expresada en la frase de Mo-
nes de Promoción y Educación y la rales: «Donde las organizaciones sin-
Fundación Aclo, cuyo director era el dicales funcionan bien, no hace falta
actual canciller David Choquehuanca. una organización del mas por sepa-
A ellas se sumaron otras organizacio- rado») mostraba sus límites: en las
nes, como el Centro de Estudios Jurí- ciudades existe una masa de ciuda-
dicos e Investigación Social, cantera danos individuados, despojados de
de varios ministros del actual gobier- fidelidades corporativas, a los que el
no. Estas ong realizaron decenas de mas debe interpelar para conseguir
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

una hegemonía nacional. Es cierto social y participación electoral– el


que emerge una fuerza masista urba- poder no nacía «de la boca del fusil»
na, heredera en gran medida de parti- sino de las urnas. Una prueba de ello
dos «neopopulistas»12 como Concien- es que ciertos sectores urbanos del
cia de Patria (Condepa), en La Paz, y mas se aliaron a menudo a organiza-
Unidad Cívica Solidaridad (ucs), en ciones campesinas para acrecentar su
Santa Cruz, especialmente entre los capacidad de conseguir cargos en el
gremiales (comerciantes); en ambas Estado o en el partido (ser campesi-
urbes surge una enorme fuerza polí- no o contar con su apoyo es, sin duda,
tico-electoral y de movilización. Pero, un plus dentro del actual partido de
además, como se expresó en las elec- gobierno)14.
ciones municipales de 2004, el mas
necesitaba atraer a figuras de las cla- No obstante, el rápido crecimiento
ses medias para, a la postre, debilitar electoral registrado desde 2002 produ-
su identidad de partido campesino y jo un efecto paradójico y generó tensio-
conquistar el voto urbano. Concebido nes internas: en esferas como el Parla-
en gran medida como un partido in- mento y otros tradicionales espacios de
directo13 (al cual, al menos en teoría, valorización de capitales sociales, esco-
los militantes acceden a través de sus lares y étnicos, los «invitados» pasaron
organizaciones sindicales), el ingreso a hegemonizar la bancada masista. A
de los sectores medios se implemen- menudo se volvieron los voceros me-
tó de manera compleja, mediante la diáticos del mas pese a que la banca-
figura del «invitado», lo que deja de da contaba con una gran cantidad de
inmediato en evidencia el carácter su- campesinos. Sin una estructura parti-
bordinado de estas incorporaciones (la daria orgánica efectiva (la dirección
figura del «asesor» reemplazaría a la nacional del mas es incapaz de conte-
del «intelectual» orgánico de antaño). ner, y menos aún de articular, seme-
La desconfianza suele atravesar las re- jante diversidad interna), los avan-
laciones entre campesinos y urbanos ces fueron derivando en una suerte
tejidas en el interior del mas. de estructura «satelital»: la bancadas
parlamentarias, las organizaciones
Pese a su expansión a las ciudades sociales, la bancada constituyente y
desde 2004 –cuando se transformó en las direcciones urbanas se vinculan
el principal partido nacional–, el mas entre sí a través de la mediación ca-
mantiene una serie de rasgos de par- rismática de Evo Morales, quien funge
tido campesino. Su propio crecimien-
12. Stéphanie Alenda Mary: «Condepa y ucs,
to puede compararse metafóricamente ¿fin del populismo?» en Opiniones y Análisis
con una suerte de «cerco maoísta» so- No 57, La Paz, 2002.
13. Maurice Duverger: Les partis politiques, Seuil,
bre las grandes urbes, solo que en su París, 1951.
estrategia –que combina movilización 14. Agradezco esta observación a Hervé Do Alto.
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de árbitro entre estas diversas esferas versus antinación) y una fuerte dosis de
político-sociológicas. Es bastante sinto- antiimperialismo, fundamentalmen-
mático que en los ampliados del mas te antiestadounidense. Más que co-
no se produzcan verdaderos debates rrientes, lo que puede observarse es un
ideológicos, y que cada delegado hable masivo ingreso de ex-izquierdistas de
para Evo Morales, sin polemizar con los años 70 y 80, con sus bagajes ideo-
otros oradores que expusieron posicio- lógicos pasados por el tamiz (es decir,
nes diversas e incluso antagónicas (la fuertemente debilitados) de la grave
langue de bois nacional-popular-indíge- derrota post-udp (en el ámbito interno)
na ocupa, además, una no despreciable y de la crisis del socialismo real y la he-
parte de los discursos). Como ocurre gemonía neoliberal (en el contexto in-
a menudo, los momentos de «debate ternacional). Derrotadas, estas izquier-
ideológico» no atraen a la audiencia das se agarraron como tabla salvadora,
tanto como las estratégicas elecciones y por lo tanto bastante acríticamente, al
de dirigentes, cuando los adormecidos nuevo etnonacionalismo.
delegados recobran una inusitada fuer-
za. Esta descripción general se verifica En todo caso, resulta más producti-
en cada reunión partidaria. Pero eso no vo un abordaje sociológico, que per-
impide que cada investigador del mas mite observar una serie de tensiones,
que busca enfrentar el espinoso objeto luchas y alianzas a veces imprevis-
de su ideología se tope con la misma tas por el control de las candidaturas
respuesta: «en el mas hay una corrien- y los cargos («pegas») en el Estado o
te marxista, una corriente indianista y el propio mas; además de la lógica
una corriente proveniente de la Teolo- de la rotación entre sectores, distritos
gía de la Liberación». o incluso regiones para mantener cier-
tos equilibrios corporativos/territoria-
Basta avanzar un poco en la investi- les. Todo ello, en el marco de prácticas
gación para constatar que ninguna de asamblearias mediadas por maniobras
estas corrientes existe como tal. Ade- dirigenciales de diversa naturaleza
más, sintomáticamente, nadie refiere para incidir en las decisiones, no exen-
al nacionalismo popular como una de tas de clientelismo y prebendalismo,
las supuestas facciones, cuando la ma- en el marco de la fuerte cultura política
triz discursiva heredera de los años 50 corporativa15.
es la más productiva en términos po-
lítico-electorales: recuperación de los
recursos naturales, organización del 15. Pablo Stefanoni y Hervé Do Alto: «El mas, un
partido en tiempo heterogéneo», documento de
campo político como un clivaje entre trabajo, pnud, Coloquio «Democracia interna en
el pueblo y la oligarquía (lo que conlle- la elección de candidatos del Movimiento al So-
cialismo (mas) para las elecciones del 6 de diciem-
va el enfrentamiento entre clases na- bre de 2009. Resultados y hallazgos preliminares»,
cionales y clases entreguistas; nación La Paz, 19 de diciembre de 2009.
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

Una clasificación parcialmente alterna- enormemente complejas. La base eco-


tiva que también resulta útil para enten- lógica de la vida comunitaria bajo la
der la dinámica estatal es la propuesta forma de «archipiélago», extendida a
por el sociólogo y ex-ministro de Edu- través de varios pisos ecológicos, fue
cación Félix Patzi, quien distingue entre destruida por las reducciones colo-
«liberales reformados», que manejan la niales, las divisiones de las fronteras
gestión económica («más que desde un nacionales y la hacienda privada17.
protagonismo intelectual o político, des- Complicando más las cosas a los fi-
de la experiencia profesional, con fuer- nes «descolonizadores», fue durante
te influencia en las decisiones del ga- la República –en el siglo xix–, más que
binete de ministros»); ex-izquierdistas
que pasaron por ong («ex-militantes de 16. V. revista Willka No 1, cuyo título de tapa es
tendencias como el Partido Comunista, «Evo Morales entre: entornos blancoides, rear-
ticulación de las oligarquías y movimientos in-
que realmente estaban muertos, y que
dígenas», Centro Andino de Estudios Estraté-
con este gobierno comenzaron a revi- gicos, El Alto, primer semestre de 2007.
vir sin ninguna base social, pero están 17. «Una primera característica, que contrasta no-
tablemente con la situación actual, es que aquel
ahí»); y una tercera tendencia, «el india- antiguo ayllu no tenía continuidad territorial, sino
nismo o indigenismo», con cargos re- que salpicaba como ‘archipiélago’ todo el territo-
rio andino. La base de pertenencia no eran unos
lativamente marginales en el Estado (a linderos contiguos y certeros, sino la descendencia
excepción del canciller David Choque- real o ficticia de un mismo antepasado. Todos los
del mismo ayllu, al tener acceso a climas diversos
huanca, quien mantiene una fuerte in- y distantes [en virtud de la ocupación de varios
fluencia en el Altiplano aymara aunque pisos ecológicos] aseguraban la complementa-
ción de la dieta y los recursos.» Y así, el ayllu
está lejos de decidir los principales li-
lograba regularmente –pese a los riesgos climáti-
neamientos de la política exterior), pero cos– un conjunto abundante de producción agrí-
que tuvo una importante incidencia en cola, pecuaria y artesanal que, junto con el eficien-
te sistema de almacenaje, era la base del bienestar
la elaboración de la nueva Constitución general. Hoy, «incluso donde existe el ayllu a ni-
(que, pese a todo, luego fue modificada veles amplios, este ha entrado en conflicto con las
organizaciones ‘modernas’ [sindicatos, institucio-
en sus aristas más radicales). Es decir nes estatales], que con frecuencia se sobreponen a
que esta última es una corriente influ- la organización tradicional, sin llegar a destruir-
la, pero creando situaciones sumamente confusas,
yente más bien en el espacio simbólico- duplicidad de roles y funciones y un creciente de-
espiritual del actual proceso político: bilitamiento de la organización ancestral aymara
(…) podríamos generalizar que con nombres an-
algunos grupos indianistas hablan in-
tiguos o modernos la organización comunitaria
cluso de un «entorno blancoide» alre- ligada al antiguo ayllu tiende a prevalecer en los
dedor de Evo Morales16. niveles mínimos y a veces intermedios, pero a me-
dida que avanza a niveles superiores va quedan-
do dominada por organizaciones ‘modernas’».
■■ La hipótesis del nacionalismo William Carter y Xavier Albó: «La comunidad
aymara: un mini-estado en conflicto» en X. Albó,
plebeyo Raíces de América: El mundo Aymara, Alianza Edito-
rial, Madrid, 1988. Sobre continuidades del ayllu,
v. Silvia Rivera Cusicanqui y Equipo thoa: Ayllus
Las transformaciones en el mundo y proyectos de desarrollo en el norte de Potosí, Aruwi-
indígena desde la época colonial son yiri, La Paz, 1992.
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Pablo Stefanoni

durante la Colonia, cuando la pérdida por cuenta propia (el comercio repre-
de importancia económica del tribu- senta 30% de la actividad económica).
to indígena habilitó una devastadora En esta urbe con mentalidad rural, las
ofensiva liberal contra el ayllu, destru- cabezas y los corazones han sido con-
yó el «pacto colonial»18 y consolidó el quistados por el evismo: el apoyo al
régimen de hacienda. Con una etno- presidente es superior a 80%.
historia que apenas ha reconstruido
provisoriamente la vida del «aymara Con 5.000 establecimientos, la mayo-
libre de ayer» –como John Murra llama ría microempresas (muchas de ellas
a los aymaras anteriores a la incorpora- textiles), en gran parte exportadoras a
ción al Estado inca19 – y con un periodo eeuu, El Alto es la segunda ciudad in-
colonial que durante varios siglos ge- dustrial de Bolivia21. No casualmente
neró poderosos sincretismos religio- el anterior alcalde, José Luis Paredes,
sos, políticos y culturales, y una com- era masivamente votado por «El Alto
pleja dominación mental, se dificulta rebelde» mientras defendía abierta-
sobremanera el proyecto descoloniza- mente el Tratado de Libre Comercio
dor, que Patzi define como igualdad (tlc) con eeuu. Con una identidad
de oportunidades y universalización obrera que es un recuerdo del pasado,
del «modo de producción comunita- tampoco resulta casual que la Cen-
rio» al ámbito urbano20. tral Obrera Regional alteña sea dirigi-
da por… un comerciante, del podero-
Pero, más allá de reconocer una bue- so sindicato de gremiales. Este mundo
na dosis de «trabajo directo» en la eco- plebeyo difiere, en todo caso, de la «cla-
nomía informal boliviana, la tesis del se obrera organizada» que era la base
comunitarismo urbano suele encubrir del cogobierno del 52 entre el Estado y
las desigualdades y la precariedad del
trabajo en un denso tejido político,
18. Tristán Platt: Estado boliviano y ayllu andino,
económico y social que bien podría iep, Lima, 1982.
asimilarse al mundo plebeyo descrip- 19. John V. Murra: «El aymara libre de ayer» en
X. Albó (comp.): ob. cit.
to por los historiadores de la vida co- 20. Entrevista, La Paz, octubre de 2009. Mariste-
tidiana en la transición al capitalismo. lla Svampa, Pablo Stefanoni y Bruno Fornillo:
Balance y perspectivas. Intelectuales en el primer
Dicho tejido reproduce una serie de
gobierno de Evo Morales, Ediciones Le Monde
inercias comunitarias, pero articula- diplomatique edición boliviana, en prensa.
das de formas complejas con la econo- 21. Datos tomados de Franck Poupeau: «El Alto:
une fiction politique. Alto markaxa wali puq’antata
mía de mercado «moderna» e incluso jiwa jich’axa», trabajo presentado en la conferen-
con el capitalismo global. La «ciudad cia «L’université de tous les savoirs, des Andes à
l’Amazonie», La Paz, 21 de septiembre de 2009.
aymara» de El Alto es el ejemplo pa- Y Gonzalo M. Vidaurre Andrade: «Documento de
radigmático de este mundo plebeyo, trabajo número 5: Análisis del desarrollo empre-
sarial en las mipymes y análisis de la utilización
con 47% de obreros –la mayoría en pe- de las tic», Cámara de Comercio de La Paz, di-
queños talleres– y 41% de trabajadores ciembre de 2005.
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

la cob, pero también se diferencia de o con clásicos panfletos antisemitas


las comunidades indígenas rurales, sobre judíos saboteadores; las lógicas
en un abigarrado espacio político an- corporativas/gremiales de ocupación
tropológico. del espacio público; la reinvención del
capital militante24 minero en activistas
El Alto presenta un denso tejido social, vecinales. Todos estos espacios cons-
propio de los espacios urbanos margi- tituyen el sustrato de la emergencia
nados por el Estado y «autoconstrui- plebeya operada en Bolivia desde
dos» por los vecinos, y reproduce va- 2003, con muchas de las característi-
rios de los rasgos característicos de la cas –potencialidades y límites– que
«esfera autónoma de la cultura plebe- Partha Chatterjee atribuye a la «po-
ya», con sus «intercambios sociales» lítica de los gobernados»25.
tan propios de los fuertes lazos de
parentesco, vecindad y amistad, que El Chapare se encuentra cada vez
«producía o reproducía justamente más en contacto con la ciudad: el cre-
esa solidaridad a la cual podían recu- ciente número de campesinos que en-
rrir fácilmente los pequeños produc- vían a sus hijos a estudiar a las urbes,
tores, en tiempos de hambre, crisis y la conformación de un mundo mesti-
necesidad», pero que, sin embargo, no zo (propio de los destinos de fuertes
conducían a una utopía igualitarista. corrientes migratorias), la hibridación
«Las fuerzas de distinción social y las cultural y religiosa, la diferenciación
elevadas ostentaciones de estatus se social y la movilidad económica as-
hacían sentir incluso en los círculos cendente propia de la actividad co-
plebeyos»22. calera reproducen, también, parte de
las características descriptas sobre
La poderosa «economía informal», el mundo plebeyo. Estos sectores, a
tradicionalmente al margen del Es-
tado (incluyendo contrabando y pi- 22. Hans Medick: «Plebeian Culture in the Tran-
ratería); las redes de compadrazgos sition to Capitalism» en Raphael Samuel y Ga-
reth Stedman Jones (eds.): Culture, Ideology and
y densos espacios públicos no estata- Politics, History Workshop Series, Routledge &
les; la deformación de la justicia co- Kegan Paul, Londres, 1982.
23. Una estimación del sociólogo Julio Córdova,
munitaria –que en la urbe alteña se
siguiendo la tasa de crecimiento sobre la base de
traduce en linchamientos de delin- la encuesta de hogares de 2001, indica que alre-
cuentes ante la ausencia de la poli- dedor de 20% de los alteños se identifica como
evangélico (en 1960 era 1%). «Fácilmente, el nú-
cía–; la hibridación cultural –amplia mero de iglesias pentecostales puede superar en
influencia de la cumbia, del hip hop El Alto a las cuatrocientas.» Entrevista, La Paz,
septiembre de 2009.
o el reguetón– y religiosa –expansión 24. F. Poupeau: Dominación y movilizaciones. Estu-
de las iglesias pentecostales23 –; los dios sociológicos sobre el capital militante y el capital
escolar, Ferreira, Buenos Aires, 2007.
«voceadores» de libros, que atraen 25. La nación en tiempo heterogéneo, Siglo Veintiu-
al público con proclamas indianistas no Editores / Clacso, Buenos Aires, 2008.
Nueva Sociedad 225 14
Pablo Stefanoni

menudo en el límite de la legalidad, en marcha, desde su llegada al poder


apoyan con entusiasmo las políticas en 2006, una auténtica reinvención de
redistributivas del Estado (bonos so- la nación, retomando las aspiraciones
ciales, por ejemplo), pero rechazan refundacionales tan caras a la histo-
con la misma determinación cual- ria nacional. Fue el mas, y no el mir, el
quier intento de regulación estatal, que logró el «entronque histórico» con
cobro de impuestos o aplicación de el 52. Sin embargo, era el mir la fuer-
los derechos laborales. za que se proponía abiertamente aquel
entronque en los años 70 y 80, frente
Desde el punto de vista político, el par- al mas que hoy, aunque lo niega, re-
tido que en los años 90 expresó a esta toma sus políticas y rituales, como los
Bolivia «abigarrada» (Zavaleta) o «en desfiles indígenas militares, la nacio-
tiempo heterogéneo» (Chatterjee) fue nalización de los recursos naturales
Conciencia de Patria (Condepa), lide- y –aunque tampoco lo reconozca con
rado por el «Compadre» Carlos Palen- esos términos– la alianza de clases (el
que, un folclorista y radialista mestizo pueblo, los militares nacionalistas y
–apoyado por cuadros de la antigua iz- los empresarios patriotas).
quierda nacional– que, utilizando las
tecnologías de marketing de los tele- ■■ Ilusión desarrollista versus
pastores pentecostales, generó una po- ilusión comunitarista
derosa fuerza a partir de la reivindica-
Fue el vicepresidente Álvaro García
ción de lo cholo (indígena urbano) que
Linera quien definió el proceso en
transformó profundamente el campo
marcha como «nacional-productivo»,
político de El Alto y La Paz. La gestión
apelando a la metáfora del tren para
condepista de ambas alcaldías expresó
describir el nuevo modelo:
una suerte de copamiento popular del
Estado y se caracterizó por la ineficien- El Estado es lo único que puede unir a la
cia administrativa y la proliferación de sociedad, es el que asume la síntesis de la
la corrupción, junto con una «demo- voluntad general y el que planifica el marco
cratización» del prebendalismo. Pero estratégico y el primer vagón de la locomo-
tora económica. El segundo es la inver-
el culto al «Compadre» Palenque gene-
sión privada boliviana; el tercero es la
ró un auténtico movimiento de reafir-
inversión extranjera; el cuarto es la micro-
mación identitaria y de reversión de empresa; el quinto, la economía campesi-
estigmas (y su prematura muerte, una na y el sexto, la economía indígena. Este
movilización social con pocos prece- es el orden estratégico en el que tiene que
dentes). Gran parte de sus militantes estructurarse la economía del país.26
forman parte de la base urbana alteña
y paceña del mas, que hoy se expresa 26. Pablo Ortiz: «Fue un error no liderar el pedido
autonómico», entrevista a Álvaro García Linera en
como un movimiento nacional-popu- El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 21/1/2007, <www.
lar parcialmente etnizado y que puso eldeber.com.bo/2007/2007-01-21/index.php>.
15 Nueva Sociedad 225
Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

«Nuestro horizonte de gran salto in- que los nuevos gobiernos del «socia-
dustrial, de Estado social protector y lismo del siglo xxi» expresan, al mis-
el despliegue de la descolonización y mo tiempo, una cierta incompren-
la autonomía, será sí más rápido, más sión de las lógicas de las contiendas
contundente y más decidido», señaló socioeconómicas y del carácter civi-
más recientemente27. lizatorio de la lucha de clases en el
mundo moderno. De allí los riesgos
Nótese que no es la economía co- de que ciertos conflictos –incluso
munitaria el primer vagón (como se aquellos protagonizados por sectores
entusiasman ciertos descolonizado- populares– puedan ser considerados
res), y que el tren representa meta- espurios e inmorales frente a un bien
fóricamente una variante más «mul- común políticamente predetermina-
ticultural» del capitalismo de Estado, do, en función de los supuestos inte-
lo que parece corresponderse con el reses del pueblo.
clima ideológico que se fue consoli-
dando desde 2003 y, sobre todo, des- Este fundamentalismo ético, cuando pre-
de 2006. La vieja izquierda obrerista tende sostenerse en un apoyo popular
plebiscitario y en la teatralización de la
se debilitó hasta el límite de su exis-
legitimidad plebeya del poder, tiende
tencia con la crisis de la clase obre-
a expresar una incomprensión cabal, y
ra minera (el único sector subalterno quizás un cierto desprecio, por la diná-
que en Bolivia históricamente fue ca- mica de la institucionalidad democrática
paz de generar hegemonía nacional- como construcción social de un espacio
popular28). Pero tampoco logró pros- público donde las reglas plasman los con-
perar el programa «socialista» de la flictos y los conflictos reestructuran las
izquierda comunitarista –de donde reglas y transforman los propios actores e
intereses.30
provienen, con posiciones diferentes,
García Linera, Félix Patzi y algunas
agrupaciones de los 90–. Inspirados
en algunos textos de Marx, como la 27. «No hay una agenda oculta: la Constitución
respeta la propiedad», cit.
«Carta a Vera Zasúlich», buscaban 28. René Zavaleta: Lo nacional popular en Bolivia
acercar indianismo y marxismo. A la [1986], Plural, La Paz, 2008.
29. El anticapitalismo de Evo Morales es bási-
postre, el etnonacionalismo (o, más
camente sinónimo de antineoliberalismo; son
precisamente, un nacionalismo po- bastante sintomáticos los elogios del Fondo
pular parcialmente etnizado) fue co- Monetario Internacional (fmi) a la prudencia
macroeconómica del gobierno.
pando el espacio discursivo y el sen- 30. M. Saint-Upéry: «¿Hay patria para todos?
tido común oficialista29. Ambivalencia de lo público y ‘emergencia ple-
beya’ en los nuevos gobiernos progresistas» en
Íconos. Revista de Ciencias Sociales No 32, 9/2008.
Como mencionamos, el clivaje pue- Sobre este tema, v. tb. Juan C. Portantiero y Emi-
lio De Ípola: «Lo nacional popular y los populis-
blo/oligarquía o nación/antinación mos realmente existentes» en Nueva Sociedad No
volvió a la escena. Saint-Upéry señala 54, 5-6/1981.
Nueva Sociedad 225 16
Pablo Stefanoni

Así, no es raro que conflictos típica- producidas desde la reforma agra-


mente populares-corporativos sean ria de 1953– y los indígenas de tie-
calificados como funcionales a la de- rras bajas, beneficiarios colectivos de
recha, o que se hayan descontado los las Tierras Comunitarias de Origen
días de huelga a médicos y maestros (tco), a quienes los primeros llaman
con el argumento de que «quien no «terratenientes indígenas», es solo
trabaja no cobra»: la lógica campesi- una de las facetas que muestran las
nista suele considerar más o menos complejidades para imaginar la na-
veladamente como privilegiados a ción desde una «perspectiva otra» in-
los funcionarios públicos. dígena tout court, o desde una lógica
binaria indígena/occidental que deja
Maristella Svampa enfatiza la articu- afuera o considera «liberal» incluso
lación, convergencia y colisión de di- al nacionalismo-revolucionario.
ferentes matrices político-ideológicas,
entre las cuales se destacan la nacio- En el mismo sentido, es evidente la
nal-popular y la indigenista-comuni- ambivalencia discursiva de Evo Mo-
taria. En efecto, rales, quien en foros internacionales
se presenta a sí mismo como un de-
la persistencia de una matriz nacional-
fensor a ultranza de la Pachamama
popular que se inserta en la llamada
«memoria mediana» (las experiencias de (Madre Tierra), mientras que, hacia
los años 30, 40 y 50) tiende a sostenerse el interior de Bolivia, defiende clási-
sobre un triple eje: la afirmación de la cas posiciones desarrollistas y pro-
nación y del Estado redistributivo y con- ductivistas, como la exploración pe-
ciliador; el liderazgo carismático; y las trolera en la Amazonía, incluyendo
masas organizadas: el pueblo. Su dinámi- acusaciones contra las ong que «con-
ca se instala en la tensión entre un proyec-
funden» a los indígenas. El progra-
to nacionalista revolucionario, conducido
por el pueblo junto a su líder, y el proyec-
ma del mas para las elecciones presi-
to de participación controlada, bajo la denciales del 6 de diciembre de 2009
dirección del líder y el tutelaje estatal.31 proponía, como eje, la industrializa-
ción del país en cinco años, una suer-
Y, por otro lado, el indianismo o «me- te de Plan Quinquenal, incluyendo
moria larga» anticolonial (con dosis una serie de fábricas estatales y has-
variables de «tradición inventada»), ta la puesta en órbita de un satélite
que combina las ideas de resistencia, de comunicaciones bautizado Tupak
derechos colectivos y poder comunal Katari. De esa manera, enfrentaba el
con el multiculturalismo neoliberal
de los 90: la propia tensión entre pe- 31. M. Svampa: «Mouvements sociaux, matrices
queños campesinos aymaras de tie- socio-politiques et nouveaux contextes en Améri-
rras altas –propietarios de minifun- que Latine» en Problèmes d´Amérique Latine No 74,
otoño de 2009. (Versión en castellano, Revista Pa-
dios resultantes de las subdivisiones raguaya de Sociología, en prensa.)
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Bolivia después de las elecciones: ¿a dónde va el evismo?

histórico problema boliviano: el des- indigenista periférico, expresado en


fase entre la prédica industrialista y una moderada dosis de multicultu-
la realidad rentista32, fuente del sen- ralidad) lleva consigo, también, los
timiento de constante frustración na- problemas que hicieron fracasar al
cional debido, en parte, a la tradicio- Estado del 52 (entre ellos, la ocupa-
nal debilidad del Estado –incapaz de ción plebeya del Estado como fuen-
manejar eficientemente la economía te de ascenso social y la «democrati-
nacionalizada– y a su matriz pre- zación» del prebendalismo, sin una
bendal. Además se oponía al predo- profunda reforma ético-política del
minio –asociado a esa mentalidad Estado; un problema, por cierto, de
rentista– de una visión ingenua del todos los nuevos gobiernos del «giro
desarrollo, vinculado a la extracción a la izquierda»). Como se ha visto, el
de esos recursos pero incapaz de dar derrame del crecimiento no ha sido
vida al complejo educativo-científi- suficiente para generar empleo de ca-
co-tecnológico necesario para plas- lidad ni acabar con la pobreza (ni si-
mar los objetivos desarrollistas. Este quiera con la pobreza extrema).
imaginario impide, a la postre, tran-
sitar otras vías no desarrollistas, que Adicionalmente, la lógica de cam-
por el momento no salen de la retó- paña permanente, sumada a cierta
rica «pachamámica», como el sumaj sobreactuación ideológica, conspira
qamaña, el «vivir bien» en lugar del sobremanera contra la construcción
«vivir mejor» occidental-liberal. Pero de una institucionalidad posneoli-
entre la ilusión desarrollista y las ilu- beral (que es lo que el gobierno ver-
siones comunitaristas el debate es es- daderamente se propone hacer). Ese
caso, casi inexistente. parece ser el desafío –un complicado
equilibrio entre eficacia en la gestión
Es cierto que, a diferencia del pasado, y utopía reflexiva emancipadora– del
y posiblemente por el trauma hiper- segundo mandato de Evo Morales.
inflacionario de los 80, el gobierno se Dicho de manera más simple y direc-
muestra prudente en el terreno ma- ta: construir un nuevo Estado, base
croeconómico. Es verdad también para la inclusión social y un proceso
que la reposición del rol productivo de desarrollo efectivo y duradero. O,
y redistributivo del Estado, para lo como dice el lema, «una Patria para
que existe genuina voluntad guber- todos», una meta aún por conquis-
namental, representa la base de un tarse, para lo cual, pese a todo, se ha
proyecto posneoliberal efectivo, en abierto una oportunidad única en las
el marco del recambio de elites que últimas décadas.
vive el país. Pero la vuelta acrítica
al capitalismo de Estado y a la sen- 32. Ver Fernando Molina: El pensamiento boliviano
sibilidad cincuentista (con un barniz sobre los recursos naturales, Pulso, La Paz, 2009.

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