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HISTORIA
aMVNDO
DEL
Α ν τιο ό
GRECIA EN LA
PRIMERA MITAD
DEL S. IV
eS m ·
HISTORIA
^MVNDO
Αιτπανο
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
F. J. Fernández Nieto
G re cia en la prim era mitad dei siglo IV 7
Introducción
Pcigs.
Introducción................................................................................................................ 7
Bibliografía................................................................................................................. 53
8 AkaI Historia del Mundo Antiguo
ron seis meses más tarde a la altura bió ahora notablemente: Tisafernes,
de Trapezunte después de algunas pe que sustituyó en la satrapía a Ciro, in
nalidades y desánimos (aunque per tentó recomponer el dom inio aque-
dieron a sus principales jefes, regresa m énida sobre Asia Menor, y Esparta
ron más de ocho mil hombres, entre y los griegos com probaron cómo las
ellos el historiados Jenofonte; su ver promesas de autonom ía que Ciro el
sión de la expedición y retirada de los Joven proyectaba cum plir si conquis
Diez Mil quedó plasm ada en la Aná- taba el trono se m u dab an en exigen
basis). La actitud de los persas cam cias de sumisión.
su dom inio sobre el Quersoneso tra- cías, pero además Trasíbulo exige el
cio y los estrechos —excepto Sesto y pago de un cinco por ciento a las n a
Abidos, siempre en manos esparta ves aliadas al entrar y salir de los
nas— y sobre Jonia, reforzando ade puertos atenienses. La ausencia de fi
más los lazos con el reino de los Odri- na n c ia c ió n persa trajo pues como
ses y con el rey del Bosforo, de donde resultado el recurso a las prácticas ya
los atenienses obtienen constantes pro utilizadas en las postrimerías de la
visiones de trigo. La operación se com G uerra del Peloponeso, aunque a h o
pleta con la instalación en el Bosforo ra los griegos no parecen escandali
de un puesto de vigilancia para recla zarse frente a una imposición dictada
m ar a los barcos mercantes que por por la necesidad de defender la auto
allí cruzaran un tributo del diez por nomía de Asia M enor y no más dura
ciento sobre el valor de las m ercan que las exacciones impuestas por Es
18 Aka! Historia d el M undo Antiguo
parta en las ciudades gobernadas por trataba de una auténtica orden real,
oligarquías; por los mismos motivos que recibió en su día la aprobación
se acepta sin disgusto la instalación de A ntálcidas y de los espartanos,
de guarniciones en ciertas ciudades o cuyo tenor nos ha transmitido Jeno
que la Asamblea ateniense dicte sen fonte (Hell. V 1,31): «el rey Artajerjes
tencias que son también ejecutivas en estima justo que las ciudades de Asia
territorio de los aliados. así como, de entre las islas, Clazome-
E sparta precisaba con tar ya con ne y Chipre, le pertenezcan, y que a
una paz que estabilizase su precaria su vez el resto de ciudades griegas,
hegemonía y pusiera fin a las hostili grandes y pequeñas, alcancen la au
dades con Corinto y Argos, en el pro tonomía, salvo Lemnos, ïm bros y Es-
pio Peloponeso, y con Atenas y Tebas. ciro, cuya posesión debe atribuirse,
Mas como sólo Persia parecía en co n como en tiempos pasados, a los ate
diciones de forzar a los griegos a ne nienses. Si cualquier estado rechaza
gociar un acuerdo, se decidió que el esta paz yo mismo, de com ún acuer
navarca Antálcidas m archara a Susa do con quienes la hayan firmado, le
para convencer a Artajerjes sobre la haré la guerra por tierra y por mar,
conveniencia de acabar con las gue con mi escuadra y mis fondos».
rras; Tiribazo, el sátrapa de Sardes, Sin embargo este documento pre
acom pañó a la delegación espartana sentado por Tiribazo en Sardes sólo
hasta la capital persa y no fue difícil se convirtió en un tratado efectivo
inclinar al G ra n Rey ante la eviden cu a n d o los lacedem onios invitaron
cia: Persia soportaba demasiados con en Esparta a todos los griegos a ju rar
flictos (toda Asia Menor, Chipre, Egip sus cláusulas, aceptándolo como una
to) y Esparta le b rin d a b a term inar paz general. Unicamente corintios y
con uno sin perder la soberanía sobre tebanos opusieron ciertos reparos al
los griegos de Asia. Artajerjes concer ju ram ento de la Paz del Rey o Paz de
tó la paz con los laccdemonios (387). Antálcidas, como se la denom inó en
El siguiente paso de Esparta con Grecia, pues los primeros se resistían
sistió en entorpecer los abastecimien a disolver la simpoliteia con Argos y
tos de trigo a los mercados griegos, en Tebas deseaba ju ra r en nom bre de
especial a Atenas, táctica que venía toda la confederación b eod a; ambos
em pleando desde el 388 en el golfo tuvieron que ceder.
Sarónico m ediante ataques de la flota El beneficiario del nuevo orden in
de Teleutias, asentada en Egina, a los troducido en el m u n d o griego m e
transportes de grano y m ercancías diante este tratado fue, sin lugar a d u
(388/387). Ahora Antálcidas bloqueó, das, el rey Artajerjes. Todos los grie
con ayuda naval persa y de Dionisio gos, incluida Esparta, han capitulado
de Siracusa, el tránsito de cereales frente al predominio persa y retiran
por el Helesponto; la subida de pre sus tropas de Asia y de algunas islas;
cios, la am enaza del ham bre y la ex dura n te m ucho tiempo el m on arca
citación de movimientos demagógi oriental no tiene por qué temer que se
cos, que se traducían en juicios y con organicen más expediciones contra
fiscaciones, obligaron a los adversa su reino —y así será, de hecho, hasta
rios de Esparta a tratar con el G ran Alejandro M agno—. Mientras en la
Rey. G re cia c o n tin en tal n u m ero sos go
En la primavera del 386 llegaron de biernos com partían un sincero fervor
nuevo a Sardes, convocadas por Tiri por los medos y recibían la ayuda en
bazo, delegaciones de todQS los esta dinero del Rey, las ciudades griegas
dos contendientes, a quienes el sátra de Asia Menor alcanzan especial pros
pa hizo conocer las condiciones pre peridad, como depositarías comercia
vistas por Artajerjes para la paz. Se les de múltiples artículos griegos y
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 19
ello, atendiendo a la llam ada hecha permitía que algunos aliados excusa
por las ciudades de Acanto y Apolo- sen su asistencia militar a cambio de
nia y por el rey Amintas III de M ace u na com pensación en metálico, a sa
donia, que acusaban a los calcidios ber, tres óbolos eginéticos por solda
de atentar contra su autonomía, Es do y día, suma que subía a doce óbo
parta organizó una expedición contra los por día en el caso de los jinetes.
Olinto cuyos efectivos ascendían a El año 379 marca pues el apogeo de
diez mil hombres, que fueron recluta- la hegem onía espartana, y en toda
dos entre los estados incluidos en la Grecia parece im perar un orden ga
alianza lacedemonia. La guerra duró rantizado por la obediencia que los
más de dos años y en el curso de la lacedemonios han impuesto a sus alia
misma m urieron dos generales espar dos. Sin embargo, este orden era ne
tanos, Teleutias y el rey Agaesípolis; cesariamente precario porque la base
pero cuando el asedio levantado en del dom inio espartano carecía de una
torno a Olinto dio sus frutos, la capi seguridad estable: por una parte esta
tal de los calcidios capituló (379) y ba subordinado al apoyo que la pre
tuvo que someterse a duras condicio pon derancia de Esparta encontrara
nes: la federación de la Calcídica fue en Persia, pero ese pacto con el G ran
disuelta, Amintas recuperaba los te Rey los presentaba ante los otros grie
rritorios que M acedonia había perdi gos como un agente al servicio de los
do y Olinto fue obligada, junto con medos, que había dado la espalda a
otras ciudades, a ingresar en la liga cuantos principios defendía la Héla-
del Peloponeso. de desde el siglo V; de ahí que, por te
Atenas, mientras tanto, se m ante m or a soliviantar la opinión mayori-
nía activa; la diplomacia ateniense taria, los espartanos no cumplieran
había procurado establecer el mayor realmente un cometido satisfactorio
núm ero posible de alianzas con ciu para los intereses persas en Asia M e
dades autónom as y había acogido a nor y el Egeo. En cualquier caso A rta
todos los demócratas expulsados de jerjes era un espectador de la situa
varias ciudades por los oligarcas, p ro ción política griega y, como en otras
tegidos de Esparta. No otra cosa p o épocas, se limitaba a verlos debilitar
día hacer, a fin de no ser acusada de se m utuam ente con sus rivalidades.
violación de los términos de la Paz Además, la hegemonía espartana
del Rey. El imperio espartano era, por no despertó ninguna simpatía entre
consiguiente, un hecho y parecía asen quienes quisieran defenderla, sino,
tado, en opinión de Jenofonte (Hell. por el contrario, un extenso rechazo
V 3, 27) sobre una base duradera. La por la perfidia y deslealtad de sus mé
liga espartana estaba distribuida en todos. Pues no sólo la cláusula de a u
diez circunscripciones, que llegaban tonomía enunciada en la Paz de An-
desde el Peloponeso y las islas meri tálcidas se aplicaba de m anera arbi
dionales hasta la Calcídica, cada una traria, im pidiendo al resto de los grie
de las cuales aportaba un contingente gos federarse u obrar con verdadera
de tropas variable, aunque se atenía independencia y obligándoles a in
al m ódulo de que por cada ocho pel corporarse al séquito de socios de la
tastas (soldados de infantería ligera) liga espartana, sino que la injusticia y
se aportaban cuatro hoplitas y un ji el daño moral provocados al adm itir
nete; a ello se su m ab an las tropas como lícitos todos los medios habían
procedentes de ciudades o reinos (Te derram ad o sobre el imperio de Es
bas. Macedonia, Épiro, Tesalia) com parta un desprestigio mayor que el
prometidas a participar con otros m e im putado al antiguo poderío atenien
dios en las expediciones de los lace- se. Sucesos como el de la toma de la
demonios. En ciertos casos Esparta Cadmea acentuaron claramente la in-
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 21
al que cubrió a Atenas por la con ca, así como un grupo de voluntarios
quista de Melos en el 416: pues si en atenienses orientados por dos estrate
el diálogo de Melos refleja Tucídides gos. El harmosta espartano Herípidas
la filosofía política sobre el derecho no vio otra salida sino establecer un
del más fuerte que sustentó las razo acuerdo con los sublevados, que le
nes de los atenienses, idénticas consi permitieron evacuar la acrópolis j u n
deraciones alientan las ideas que Age to con su guarnición; a cambio no
silao expuso ante sus compatriotas tuvo reparo en entregarles a los teba
para defender la ocupación de la Cad nos filolaconios acogidos a su a m p a
mea: si el hecho es útil a los intereses ro, que fueron aniquilados.
de nuestra patria, dijo el rey esparta Tebas restauró enseguida la consti
no, es un acto legal. tución democrática y accedió de nue
vo a la autonomía que le habían h u r
tado los lacedemonios. La expedición
2. El declinar de de castigo enviada desde el Pelopone-
la hegemonía espartana so a las órdenes del joven rey Cleom
broto no pudo sorprender a los teba
Mientras el conjunto de los aliados nos y optó por retirarse, aunque dejó
de Esparta proporcionase las tropas una parte del ejército al harmosta de
necesarias —o el dinero para contra Tespias, Esfodrias (378). Esparta su
tar otras— de cada operación, el des fría un primer revés, que vino a com
censo constante del número de ciuda plicarse poco después cuando Esfo
danos que la comunidad lacedemonia drias resolvió invadir el Atica y apo
experimentaba desde comienzos del derarse por sorpresa del Pireo —¡aun
siglo IV no tenía por qué ser un grave que en ese momento tres em bajado
lastre para el mantenimiento de su res espartanos visitaban Atenas!—,
hegemonía. Sin embargo, la adhesión pero este golpe de mano falló y las
de los aliados de Esparta a la causa consecuencias que desató fueron im
lacedem onia brotaba más del miedo portantes. La principal de ellas cosis-
que de la identidad; bastaba, por tan tió en que la mayoría de las ciudades
to, con que algunos de ellos se atre independientes comenzaron a recon
vieran a rom per el fuego para que el ciliarse mediante alianzas, de forma
dom inio espartano se desmoronase que incumplían los términos de la in
sin remedio. terpretación espartana sobre la cláu
Esto es lo que sucedió en el invierno sula de autonomía de la Paz de An-
del 379/8; fueron Tebas y Atenas las tálcidas, y este movimiento general
dos ciudades que impulsaron la trans dio igualmente impulso a Atenas pa
formación de las estancada política ra reagrupar a todas las ciudades a
griega. El prim er acto se inició en Te las que ios lacedemonios no permi
bas, en donde mil quinientos solda tían ser «libres ni autónomas, ni dis
dos laccdemonios ocupaban la C ad frutar de lodo su territorio» (preám
mea y cientos de tebanos habían to bulo del documento fundacional de
m ado el cam ino del destierro o se h a la segunda liga marítima).
llaban en prisión. Con la ayuda de
dos cómplices, siete tebanos refugia La Segunda Confederación
dos en Atenas urdieron una conjura
en la que recibieron muerte los pole- Ateniense
marcas y varios destacados partícipes Las primeras gestiones de los ate
del gobierno oligárquico; pronto se nienses se encaminaron hacia Tebas,
unieron a los insurrectos los hoplitas, pues ambos estados habían compren
los caballeros tebanos y un contin dido ya que la fuerza de Esparta en la
gente de exiliados procedente del A ti Grecia continental se nutría básica
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segunda liga y podrían, por tanto, dar ra válido se necesitaba el refrendo fi
fe de que ahora Atenas respetaba la nal de la Asamblea ateniense. Como
soberanía de sus socios, extremo que Atenas se reservaba siempre la última
había ignorado durante los días del palabra sobre cualquier asunto, suce
imperio marítimo. Además todas las día que la jefatura de la liga quedaba
propiedades inmuebles en manos del por completo en sus manos, pues los
estado ateniense o de sus ciudadanos ciu d ad a n o s corrían no sólo con el
situadas en territorio de los aliados peso de la decisión definitiva, sino
serían devueltas —las autoridades ofre que incluso efectuaban todos los pre
cen garantías sobre este com prom i parativos (llevaban a cabo las nego
so— y el Consejo ateniense quedaba ciaciones diplomáticas previas y estu
autorizado a eliminar cualquier ins diaban los términos de cada propues
cripción fijada en la ciudad que con ta antes de exponerla al sinedrion).
tuviera el recuerdo de medidas in a A un que el sistema podía haber le
mistosas decretadas otrora contra quie vantado constantes conflictos, la rea
nes se convirtieran, en virtud del nue lidad es que la Boulé desempeñó siem
vo pacto, en aliados de Atenas. pre con tacto su papel de agente me
Por lo demás Atenas prohibe a to diador entre el sinedrion de los alia
dos sus ciudadanos la adquisición de dos y la Asamblea ateniense; por las
tierras o casas en suelo aliado, sea noticias que conservamos, la mayoría
cual fuere el modo de adquirirlas, y de las decisiones de la confederación
prevé duras sanciones contra quienes parece que se adoptaron sin dem asia
infrinjan esta norma. Para quienes, das divergencias.
en el marco legal de su propia ciudad, Las competencias del sinedrion eran
trataran de hacer aprobar la deroga bastante amplias. Debía pronu nciar
ción o supresión de alguno de los se sobre todas las cuestiones políticas
puntos convenidos en el acta funda pertinentes a la confederación, co
cional de la Confederación se decre m enzando por la admisión de cual
taban otra serie de penas aplicables quier nuevo miembro; gestionaba la
tanto en Atenas como en todo el terri caja del tesoro federal, que se nutría
torio federal. Los confederados esta fundam entalm ente de las contribu
ban, por último, obligados a venir en ciones de algunos aliados (syntaxeis)y
ayuda de Atenas y de cualquier otro fijaba la cifra a entregar por estas ciu
de los aliados que se viera atacado dades que debían colaborar financie
por un ejército. ramente. Regulaba también las dis
La soberanía de la nueva liga resi putas que pudieran surgir entre los
día en el Consejo de los aliados, el sy- propios m iem bros de la alianza y,
nedrion, órgano federal perm anente como órgano de justicia federal, ju z
cuya sede quedó establecida en la ga las querellas presentadas contra
propia Atenas sin que los atenienses los atenienses que hayan adquirido
dispusieran de representación en el bienes raíces en territorio de los alia
mismo. El resto de los aliados forma dos, así como las infracciones cometi
ban parte de él, pero cada ciudad das contra el pacto de alianza. Por
contaba, sin importar las dim ensio último, era competencia del consejo
nes y el número de delegados que en señalar en qué casos convenía, no
viase al sinedrion, con un solo voto; obstante la declaración relativa a la
las decisiones se tom aban por m ayo autonomía, situar una guarnición o
ría de votos. Sin embargo el consejo tropas confederadas en algún em pla
de la confederación era convocado zam iento p ropiedad de uno de los
por los pritanos atenienses y su orden aliados.
del día preparado por la Boulé, y ade Respecto a la organización militar,
más para que un acuerdo federal fue Atenas se responsabilizaba con su
AkaI Historia del M undo Antiguo
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ejército del grueso de las tropas fede conseguido nada práctico. A su vez la
rales, mientras que los aliados más flota lacedemonia, que desde Egina
poderosos reforzaban con una flotilla acechaba las Cicladas y cortaba los
a la escuadra ateniense o enviaban suministros en grano a Atenas, fue
soldados (hoplitas, peltastas, jinetes), vencida en el verano del 376 por una
como hacía Tebas. Mas para todas escuadra ateniense de 83 trirremes,
aquellas ciudades pequeñas que no m an d ad a por el estratego Cabrias, en
estaban en condiciones de m a n d a r un combate celebrado entre las islas
barcos u hombres se creó una figura de Naxos y Paros. Cabrias recorrió el
fiscal, la syntaxis, contribución o tasa Egeo sin encontrar resistencia, ex
com pensatoria evaluada por el sine- pulsó a las guarniciones dejadas por
drion en concepto de disfrute de los los espartanos y recogió nuevas adhe
beneficios de la liga sin participar di siones a la confederación (Naxos, Pa
rectamente en las tareas de defensa. ros, Atenas Di ades, Poyesa, Téncdo);
Se evitó cuidadosam ente que las syn- cu a n d o regresó al Pireo traía co n
taxeis evocaran el recuerdo del anti sigo tres mil prisioneros, 49 trirremes
guo tributo federal exigido por Atenas, enemigas y un botín de 160 talentos.
el phoros, no sólo mediante el cambio Al año siguiente crece espontánea
de nombre, sino que se procuró fijar mente el número de ciudades que
lo de m odo no autoritario y que refle entran en la segunda liga (Abdera,
jara las posibilidades reales de cada Diceópolis, Tasos, Samotracia, Eno, la
estado contribuyente. liga Calcídica), mientras Atenas per
Por ser precisamente u na alianza trecha otra escuadra de sesenta naves
militar enderezada a defenderse de a las órdenes de Timoteo, el hijo de
Esparta y de su estricta hegemonía, la Conón. Después de saquear las costas
segunda liga marítima vio engrosa del Peloponeso, Timoteo entra en el
das sus filas con unos setenta aliados, Adriático y consigue que los dem ócra
entre los que estaban las ciudades tas de Corcira, Acarnania, Prono de
aqueas, los estados de Tracia y la P ro Cefalonia, así como Alcetas y Neopto
pontide, las pequeñas y grandes islas lemo (rey y príncipe, respectivamente,
del Egeo, Acarnania, Corcira, Cefa- de los molosos) acepten ingresar en la
lonia, M aced o n ia y parte del Epi alianza marítima. Esparta despacha
ro. No todos ellos fueron miembros hacia el m ar Jónico al navarca Nicó-
desde el pacto fundacional del 377, loco, con 55 trirremes, para atajar los
sino que sus nombres se añadieron efectos de la cam paña de Timoteo,
a la inscripción a m edida que, en pero sufre otra derrota naval en la
los a ñ o s sig uientes, a b r a z a r o n la costa de Alisia (junio del 375). El
alianza. imperio marítimo de Atenas parece
renacer.
La expansión ateniense y las Pero precisamente el extremo cui
reform as internas dado de Atenas por no repetir los erro
res de la primera liga ático-délica y
D urante dos años consecutivos (377, respetar verdaderamente la libertad
376) los espartanos organizaron una de las ciudades aliadas condujo en
expedición contra Bcocia con el fin de estas fechas a la reforma de varias de
rom per la integridad del más im por sus instituciones públicas.
tante de los aliados atenienses y aislar En prim er término se modificó la
de ese m odo a la Confederación, m e estructura y competencias de la Boulé,
nos peligrosa sin el concurso de los o Consejo ateniense. Para evitar que
tebanos. Pero por dos veces, la pri los pritanos —miembros del Consejo,
mera el rey Agesilao y luego C leom en funciones de comisión p erm anen
broto, tuvieron que retirarse sin haber te— se vieran desbordados por la
28 Akal Historia del M undo Antiguo
Relieve ático dedicado a las Nereidas. sacados a suerte uno por tribu; entre
Escena de rendición
(detalle del pedestal) (Año 400 a. C.)
sus funciones figuraban el control de
Londres, British Museum los trabajos de construcción naval, la
gerencia de los astilleros y la ad m i
nueva tarea acumulada de m ediar nistración financiera de los fondos
entre el sinedrion de la liga y la A sam navales, pero también impartía justi
blea ateniense, se les descargó de la cia como tribunal competente en
antigua función de preparar y dirigir asuntos marítimos militares (trierar-
los debates de la Ecclesia, misión que quía, pérdidas en navegación o com
se encomendó ahora a un colegio de bate, etc.). Mediante la actividad de
nueve proedros (sorteados entre los los epimeletas Atenas esperaba cu m
450 consejeros de las nueve tribus que plir ante los confederados su promesa
no estaban ejerciendo la pritanía, a de contribuir a la alianza con una
razón de uno por tribu). También se fuerza de doscientas trirremes.
liberó a la Boulé de la supervisión El principal obstáculo, sin em b ar
inmediata de la administración naval, go, era el alto coste que el arm am ento
encargo que pasó a ser desempeñado naval exigía. Obviamente las syntaxe is
por el colegio de los epimeletas (inspec no eran ya el antiguo tributo federal,
tores) de los arsenales. El colegio con el que Atenas había sufragado los
estaba compuesto por diez miembros, gastos de su ilota, sino una pequeña
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 29
fora se agrupó a los contribuyentes en que tres (a menudo cuatro) eran teba
cien circunscripciones fiscales o siDi nos. La aceptación de la jefatura de
morfas, cada una de las cuales corres Tebas no condujo a la constitución de
pondía a un mismo cupo patrimonial un estado b eo d o unitario, pero propi
—unos sesenta talentos— y pagaba la ció en cambio el refuerzo de las insti
misma fracción del impuesto (unas 35 tuciones federales y la evolución de la
minas = 3500 dracmas). El sistema política b e o d a hacia posiciones más
era cóm odo para el estado, que con incisivas.
trolaba y podía rectificar las declara Esparta vio con ello multipicadas
ciones de los particulares a través de sus dificultades, que se acrecentaron
los diagrapheis y de los estrategos, a u n cuando en Tesalia el tirano Jasón de
que obligaba a continuas revisiones Feras acabó de im poner su suprem a
de las simmorías para corregir los cía con la adquisición de Farsalia (úl
desequilibrios que se producían por la tima aliada de los espartanos en la
movilidad y alteraciones del capital. zona) y su nom bram iento como lagos
Unos años después se agilizó la recau o señor absoluto de los tesalios (374).
dación del impuesto mediante una De ahí que promoviera la búsqueda
reforma complementaria, que intro de un acuerdo pacífico, que se cerró en
dujo la llamada proeisphora: los miem Esparta en julio del 374 y contó con la
bros de la Boulé determ inaron quié mediación del G ran Rey y del tirano
nes eran los trescientos ciudadanos Dionisio I; el tratado fue declarado
más ricos de Atenas, y fueron distri koiné carene, es decir, una paz general
buidos entre las cien simmorías en que com prendía a todos los griegos, e
grupos de tres; cada grupo era res incluso a Artajerjes y a Dionisio, y que
ponsable de an ticipar al Estado el consagraba de nuevo los principios de
total de la suma correspondiente a la libertad y autonomía. En la práctica se
simmoría y debía luego recaudar por trataba de una segunda paz del Rey
su cuenta el impuesto. que beneficiaba, sin embargo, a Ate
nas, puesto que Esparta reconocía el
El resurgir de Tebas y el fin de la derecho ateniense a ejercer la hege
hegem onía espartana monía en el ámbito de la segunda con
federación marítima y retiró las guar
Después de la liberación de la C a d niciones que tenía aún destinadas en
mea, en el año 379, los tebanos em Beocia; a cambio la paz confirmaba el
prendieron la reconstrucción de la predominio de los espartanos en el
Confederación beo da, que había que Peloponeso.
dado disuelta tras la Paz de Antálci En Atenas el tratado de paz se con
das. La obra de reunificación, en la memoró como una gran victoria que
que intervinieron ya Epam in ond as y p o n ía térm ino, después de treinta
Pelópidas, se hizo sin la participación años, a la hum illación sufrida en el
de los oligarcas afectos a Esparta; la 404 (rendición de Atenas, fin de la
confederación reagrupó a la mayoría G uerra del Peloponeso, pérdida del
de las ciudades beocias —excepto Or- im perio marítimo); reconstruida la
cómeno, Oropo, Platea y Tespias— y Confederación marítima y recientes
en el 374 había coronado práctica todavía los triunfos navales sobre Es
mente su labor. La confederación con parta, Atenas revivía los años glorio
taba con una asamblea popular en la sos del siglo V al ver reconocida en el
que participaban todos los ciudada acuerdo su nueva supremacía. Se de
nos b eo dos y en nombre de la cual se cretaron honores para los estrategos
emitían los decretos federales; sus re que habían elevado la gloria atenien
presentantes o magistrados eran los se, fue erigida una estatua a Timoteo,
beotarcas, en núm ero de siete, de los el hijo de C on ón (primer ciudadano a
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 31
quien se otorgó tan especial distin sino el de los Beocios, cuya confedera
ción), y se construyó un altar dedica ción lideraban (también Esparta h a
do a la Paz. Pero este tratado tuvo bía pronunciado el juramento en nom
muy corta duración: apenas unos me bre de todos sus aliados). A esta pre
ses después de su conclusión, la gue tensión, que hubiera supuesto el es
rra estalló de nuevo en el escenario paldarazo oficial a la liga b eod a, se
del Adriático alentada por los espar opusieron los espartanos, lo que mo
tanos y por Dionisio. tivó la retirada de los embajadores
D urante dos años y medio se suce tebanos y que el nom bre de su ciudad
dieron las operaciones ante Zacinto y fuera borrado de entre los de los fir
Corcira, inscritas en la Confederación mantes; pero con ello se rompía tam
marítima; Corcira fue bloqueada por bién el dualismo espartano-ateniense
tiera y mar, pero los espartanos nunca que hab ía d o m in a d o hasta e n to n
lograron tomarla. Por su parte Tebas ces la escena política de la Grecia
aprovechó el conflicto entre atenien continental.
ses y espartanos para consolidar su Si Atenas decidió, para obedecerlos
jefatura al frente de la liga b e o d a y términos del tratado, repatriar al ejér
separarse de hecho de la alianza que cito y disolverlo, los espartanos prefi
la unía a Atenas; los tebanos asedia rieron com batir en defensa de un a de
ron Platea, que capituló, y la arrasa las cláusulas aprobadas, la de la auto
ron de inmediato, ocuparon Tespias y nomía, contra quienes parecían h a
reclamaron Oropo a los atenienses; berla quebrantado: los tebanos. Se
además emprendieron una guerra con ordenó al rey Cleómbroto entrar en
tra los focidios, que estaban prote Beocia con un ejército peloponesio de
gidos por Esparta. En el verano del diez mil soldados, que se hallaba esta
371 volvió a reunirse en Esparta, a ins cionado en la Fócide, para deshacer la
tancias de los atenienses y del G ran liga reconstruida por Tebas. Aunque
Rey. un congreso de todos los griegos; inferiores en núm ero (siete mil h o m
en él se hallaba representado no sólo bres), los beocios aceptaron batalla
Artajerjes, sino también una delega junto a Leuctra, en el territorio de Tes
ción de Dionisio 1 de Siracusa y otra pias; en este enfrentamiento aplicó
del rey Amintas de Macedonia. Se E pam inondas por vez primera la tác
acordó establecer una paz general so tica de la falange dispuesta en forma
bre la base de reconocer a todas las ción oblicua, que tan buenos resul
ciudades su autonomía; se licenciaba tados había de proporcionarle. Los
a todas las tropas que estuviesen en espartanos tuvieron que com probar
cam paña. Esparta accedía a retirarlas cómo el ala derecha de su ejército era
guarniciones instaladas fuera de su aplastada por un contingente selecto
territorio y se autorizaba a los atenien de los tebanos, el llamado batallón
ses a recuperar su antigua posesión de sagrado, dirigido por Pelópidas; caye
Amfípolis. Esta nueva paz consoli ron 1400 lacedemonios, entre ellos el
daba en definitiva la legitimidad de propio rey Cleómbroto, aunque lo
am bas confederaciones, la ateniense y más grave para Esparta fue que perdió
la peloponesia, y dejaba en libertad al a 400 de los 700 ciudadanos de pleno
resto de los griegos para unirse en derecho (espartiatas) que formaban
defensa de los principios jurados en el aquel día en sus filas. La batalla de
acuerdo o abstenerse de combatir. Leuctra no sólo derribó de un golpe
Sin embargo los tebanos, que como el prestigio militar de Lacedemonia,
los demás estados presentes habían sino que además abrió, de forma es
prestado juram ento al tratado, objeta pontánea. el camino directo hacia la
ron antes de a b a n d o n ar Esparta que ruina de la hegemonía espartana
en el texto debía figurar no su nombre, (junio del 371).
32 Akal Historia del M undo Antiguo
corro a quienes viesen peligrar su in ron la decisión de formar con todos
dependencia. La respuesta de los grie los arcadlos una confederación simi
gos a esla llamada marca un fortale lar a la beocia, proyecto que acabó
cimiento. más aparente que real, de la realizándose, aunque enfrentó entre sí
posición política ateniense. a los arcadlos. Esparta intervino a su
Ciertamente el tirano Jasón de Fe vez para exigir la autonom ía de Tegea
ras, aliado de Tebas, aseguraba con y el koinón (liga) de los arcadlos soli
el ejército tesalio el norte de Beocia, citó ayuda a los atenienses, pero no
pero sus continuas conquistas y teme logró obtenerla, puesto que ello h u
rarios planes de acción (ocupación de biera supuesto para Atenas enemis
la región lamiaca, control de la Amfic- tarse con los espartanos y hacer añi
tionía délíica, expedición a Asia M e cos la paz general del año anterior;
nor) alarmaron a los tebanos por la fue entonces cuando la federación ar
ambición que encerraban; la m uer cadla se dirigió a los tebanos y cerró
te del tirano en julio del 370 gene con ellos una alianza.
ró en Tesalia desórdenes nacionales En pleno invierno del 370/69 el ejér
y Tebas dejó de temer la sombra de un cito beocio. capitaneado por E pam i
competidor poderoso, e incluso se per nondas, llega al Peloponeso, en donde
mitió iniciar una expansión hacia el se le agregaron otros contingentes de
sur de Tesalia. Además, gracias a di simpatizantes y las tropas de los arca-
versos tratados los tebanos ganaron dios. Invadieron con cincuenta mil
para su causa o se aliaron con los hombre Laconia y llegaron hasta los
Focidios, los Locrios, los Enianos, los aledaños de la propia capital, Esparta.
Etolios, los Aqueos y con Alejandro Más preocupados por el botín, el pi
de Feras, y fueron capaces de arrancar llaje y la destrucción de las casas y
de la confederación ateniense a los los campos que por plantear batalla a
acamanios y a los eubeos para recibir los lacedemonios —éstos se habían
los como miembros asociados, con hecho fuertes, junto con Agesilao, en
aportación militar, de la liga beocia. los lugares más protegidos de la ciu
Después de esto los tebanos se h a d a d — los beocios y sus aliados dieron
bían erigido ya en la tercera potencia por finalizada la expedición sin haber
federal del mundo griego, tras Esparta aprovechado su indiscutible superio
y Atenas, y se sentían en disposición ridad para acabar expeditivamente
de demostrar que estaban preparados con Esparta.
para proteger con su hegemonía a los Esta primera cam paña de Epam i
estados griegos que reclamasen ayu nondas en el Peloponeso causó, sin
da. La oportunidad se presentó ense duda, una fuerte impresión en toda
guida: la derrota espartana en Leuctra Grecia por la facilidad con que había
y la retirada de sus fuerzas provocó en reducido a la impotencia a la discipli
numerosas ciudades del Peloponeso nada y siempre temible infantería es
(Argos, Corinto, Sición, Elide, Arca partana; pero los efectos que produjo
dia) el nacimiento de movimientos tanto en el Peloponeso como en el
populares que llegaron desde la ex interior de Laconia fueron asimismo
pulsión de las guarniciones lacedemo- graves. En el terreno de la política
nias y de los partidarios de Esparta externa la cam paña arcadio-beocia
hasta la cruenta represión contra los dejaba en evidencia la endeble consis
ricos y la aristocracia. En cualquier tencia de la antigua liga peloponesia,
caso, todos los estados proclamaron la liderada por los espartiatas: sólo C o
autonomía y su derecho.a los bienes de rinto, Fliunte, Sición y Pelene habían
que les habían privado los espartanos. enviado refuerzos a la asediada Es
En virtud de tales ideas las ciudades parta. Ahora bien, de auténtico desas
arcadlas de Mantinea y Tegea toma tre interno merece calificarse la in-
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 35
dependencia de Mesenia: con la pro asignó, sino tam bién porque fue habi
tección de los beocios, los esclaviza tada por un nutrido círculo de inm i
dos mesenios y los hilotas fueron de grantes venidos de todas las demás
clarados libres e instalados por E pa poblaciones de Arcadia. Megalopolis
m inondas en el centro del territorio de se convirtió en un símbolo de la un i
Mesenia, cerca del monte Itome; la dad federal, pero estratégicamente su
capital del nuevo estado recibió el puso otro revés para Esparta puesto
nom bre de Mesene y fue fortificada que su emplazamiento vigilaba el paso
con un recinto am urallado práctica natural desde Laconia a la meseta
mente inexpugnable. La recién fun arcadia.
dada Mesene se convirtió en el mejor
aliado de los beocios dentro del Pelo La consolidación del dominio
poneso; su creación significó para
Esparta la pérdida de más de una ter
de Tebas
cera parte de su territorio, y precisa Ya d u ra n te la invasión teban a del
mente de aquella que disponía de Peloponeso habían convenido E spar
campos más fértiles y proporcionaba ta y Atenas en la necesidad de agru
recursos alimenticios básicos a las par sus fuerzas como contrapeso de
familias espartiatas. La rápida dism i Tebas, y a solicitud de los lacedemo-
nución de la m ano de obra agrícola nios m a n d a ro n los atenienses u na
fue otro importante revés para el es expedición de auxilio, a las órdenes
tado lacedemonio, cuyo declive es un de Ifícrates, que entró hasta Arcadia y
hecho irreversible después de la de retrocedió luego al Istmo, cu a n d o
rrota de Leuctra. E pam inondas regresaba de Mesenia.
Com o resultado también de la ex Pero Ifícrates rehuyó el choque y no
pedición de E pam inondas tomaron se opuso al ejército beocio. Poco más
su forma definitiva las instituciones tarde, en el verano del 369, atenienses
centrales de la liga arcadia. Las fun y espartanos concluyeron una alian
ciones de la confederación se repar za defensiva dirigida, obviamente, a
tían entre una Asamblea, llam ada de protegerse de Tebas, en la que el m a n
los Diez Mil —probablemente todos do supremo del ejército aliado cam
los arcadlos en edad militar y que biaba de unos a otros cada cinco días.
podían sufragar su arm am ento— y un C o n la c o l a b o r a c i ó n de C o rin to ,
Consejo federal, integrado por cincuen Fliunte y Acaya, así como la inclu
ta delegados conocidos como demiur sión de buena parte de los hilotas, la
gos. C ada ciudad arcadia estaba re c o a lic ió n logró re u n ir veinte mil
presentada en el Consejo, según su hombres y emplazarlos en el Istmo.
relevancia, por un número desigual C on todo, no fue posible impedir la
de demiurgos (Megalopolis envía diez; segunda expedición de E pam inondas
M antinea, Tegea y Orcómeno, cinco). al Peloponeso, en la que llevó siete
El m agistrado suprem o de la c o n mil infantes y 600 jinetes. Con ayuda
federación poseía el título de estra de Argos, Elide y Arcadia, el general
tego; era elegido anualm ente por la tebano rompió la barrera del Istmo y
Asamblea y en sus manos acumulaba conquistó Sición y Pelene, au n q u e
tanto el poder ejecutivo para los asu n tam bién cosechó dos fracasos ante
tos externos de la liga como el m a n Corinto y Fliunte. A su vez Pelópidas
do militar. fue e n v iad o p o r la co n fe d e ra c ió n
C om o capital propia del koinón los beocia a Tesalia, pues los macedonios
arcadlos fundaron la ciudad de Mega hab ían intervenido en las contiendas
lopolis, así llamada no sólo por su civiles que enfrentaban a los tiranos
extensa superficie (370 hectáreas) y de Feras, Farsalia y Larisa, pero su
por la am plitud del territorio que se le labor diplomática y militar encontró
36 AkaI Historia del M undo Antiguo
Termópilas
EUBEA
LOCRIDE
Elatea
Opus
$ Orcómeno
Q u ero n ea #
Calcis
L ebadea' Llanura
Lago Copais Lelantina
BEOCIA
E r e tr ia *
Ascra · * Tebas
Helicón Tanagra
Leuctras ® Tespis
Oropo
jn « Platea
Citerón
GOLFO DE CORINTO
ATICA
Pagas
Eleusis
MEGARIDE Mégara
Atenas
Corinto
El Pi reo
Salamina
Beocia
vos ciudadanos», mediante los cuales encierra mayor similitud con la de los
se aseguraba el dominio de la A sam m onarcas macedonios —en la que se
blea siracusana. miran los futuros soberanos del He
Pero además gracias a la mayoría lenismo— que con las de los antiguos
de los ciudadanos, así como a las tiranos griegos. Siempre rodeado de
bandas de mercenarios, Dionisio dis consejeros y amigos, Dionisio se apo
puso de un ejército fiel y eficaz. Para ya en sus dos hermanos para las ta
tripular la renovada flota de Siracusa reas de gobierno; vive con dos espo
—cuyos electivos oscilaron entre 200 sas y num erosos familiares, por lo
y 400 naves, muchas de las cuales su que en su círculo no faltan las intri
peraban a las trirremes con una o dos gas propias de una corte oriental. Re
filas de remeros adicionales— conce chazab a el nom bre de tirano, bien
dió la libertad a cientos de esclavos que fuera consciente de haber creado
privados; el tirano pagaba estimables un im perio personal: pero es ante
sueldos a las tropas y logró m oderni todo su carácter de jefe militar, por
zar las fuerzas de tierra con la inclu encima de su condición de tirano, el
sión de un cuerpo de oficiales, los lla que iguala su figura a la de conquis
mados «frurarcas», y la creación de tadores como Filipo y Alejandro, con
una división de artillería, dotada con quienes posee otros puntos en co
importantes m áquinas de guerra. A mún. Es cierto que Dionisio no se in
todos los veteranos, en especial a los teresó mucho en proteger las letras y
soldados mercenarios, que le habían las artes, mas precisamente sobresale
servido con lealtad resolvió Dionisio como Mecenas de las ciencias aplica
recompensarlos con tierras, para lo das en cuanto que de ellas puede ex
que habilitó colonias especiales en C a traer ventajas bélicas: la arquitectura
tana, Entela, Leontinos y Tauromenio. e ingeniería militares, mecánica y b a
Dionisio no suprimió, como tam lística, tales son los trabajos que pro
poco lo habían hecho otros tiranos m u e v e (al ig u a l q u e o c u r r i ó en
griegos, las instituciones regulares del Macedonia).
estado: persisten las magistraturas y Los resultados de este interés se
la Asamblea, que es convocada para apreciaron, en prim er lugar, en Sira
decidir ciertos asuntos (declaraciones cusa, a la que el tirano protegió a p ar
de güera, elecciones de magistrados); tir del año 401 con un amplio cintu
en el conjunto de ciudadanos y m a rón defensivo de fortificaciones; la
gistrados reside teóricamente la sobe principal de ellas fue el muro que ro
ranía, puesto que en las monedas de d e a b a la m eseta de las E p ip o la s
la c iu d a d figuran los sira c u s a n o s —terreno que tuvo gran importancia
como autoridad emisora, y el tirano durante el asedio ateniense a Sira
era nom brado cada año estratego a it cusa—, para cuya ejecución empleó,
erator. cargo compatible con la exis parece ser, sesenta mil obreros y seis
tencia de un estado libre. Mas, en la mil parejas de bueyes. La red de amu-
práctica, se trata de formas aparentes: rallamientos y los dos puertos de la
con Dionisio conoce de nuevo Sira ciudad, que permitían transportar en
cusa una m onarquía absoluta, cuyo la flota a una parte del ejército para
poder será ejercido no sólo sobre una golpear al enemigo por los flancos,
ciudad, sino sobre un gran dominio, convirtieron a Siracusa en una plaza
el «reino de Dionisio», que com pren de sólida defensa, pero que admitía
de a casi toda la Sicilia griega y a va e m p re n d e r efectivos con tra ataq ue s
rios enclaves itálicos. (táctica de Atenas durante la Guerra
La tiranía de Dionisio anticipa, sin del Peloponeso gracias a los Largos
duda, bastantes rasgos que serán pro M uros y al Pireo).
pios de los reyes helenísticos: su corte N aturalm ente que un estado como
48 Aka! Historia del M undo Antiguo
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Ciudad primitiva
Muralla de Dionisio
Lafomías
Extensión en el Siglo V
Extensión en el Siglo VI
Fortaleza de Dionisio
de Italia y de Naupacto. Así se hace Entre los años 390 y 386 Dionisio
con C am arina, Catana, Gela, Leonti engrandeció su imperio m ediante la
nos, M esina, Naxos y Tauromenio; conquista de varios territorios en la
las ciudades disfrutaban de autono M agna Grecia. Venció a la llam ada
mía para decretar leyes y disponer de liga italiota —compuesta por C aulo
tribunales propios, pero pagaban tri nia, Crotona, Elea, Metaponto, Síba-
b uto y e s ta b a n o cu p a d a s p o r u na ris, Regio y Turios para defenderse de
guarnición. los ataques de samnitas y lucanos—
50 Aka! Historia del M undo Antiguo
en la batalla de Eléporo (389), para lo tálcidas a im poner la Paz del Rey; re
que hubo de aliarse con los lucanos y mitió tam bién doce em barcaciones
los locrios; luego tomó Caulonia, Hi- para el asedio de Corcira (374). El ti
ponio y Regio (386), lo que le perm i rano fue también principal im pulsor
tió controlar el estrecho de Mesina del tratado del 374, que renovaba la
desde am bas orillas. En la ciudad de Paz del Rey, y de la paz general con
Locros estableció Dionisio la capital venida en Esparta en el 371, poco a n
de sus dominios itálicos. tes de la batalla de Leuctra. Favoreció
Pero a continuación la ilota de Si a Alcetas como rey del Epiro, se mostró
racusa se aventuró en los dos mares dadivoso con los grandes santuarios
que rodean Italia. En el Tirreno ocu griegos (Olimpia, Delfos) por razones
pó las islas Lípari, antigua posesión de prestigio y para limitar la influen
de Regio, situó una guarnición en cia tesalia en la Amfictionía pítica.
Córcega, saqueó Pirgos y el territorio Meses antes de morir mejoró sus rela
de Agila, en la Etruria meridional. ciones con Atenas: una tragedia escri
Pero fue en el Adriático en donde ta por el tirano recibió el prim er p re
Dionisio fundó numerosas colonias mio en el concurso de las Leneas, y la
para aprovechar mercados hasta en Asamblea otorgó a Dionisio y a sus
tonces desdeñados por los griegos; dos hijos el derecho de ciudadanía y
entre ellas destacan las factorías de una corona de oro. Acto seguido, ne
Ancona, Adria e Isa, cuyo comercio goció con Atenas una alianza defen
se basaba en el trigo, la madera, los siva, que tuvo efímera vigencia.
metales y el ámbar, y en la costa iliria Dionisio el Viejo fue un tirano prag
el fuerte de Lisos, desde donde defen mático, gracias a cuya capacidad m i
dió los derechos de su protegido Alce- litar Sicilia y M agna Grecia resistie
tas al trono del Epiro. ron las ofensivas de los cartagineses,
Desde el 383/82 Dionisio hizo fren aun a costa de sacrificar su au ton o
te en Sicilia e Italia a otra guerra con mía. Ciertamente los súbditos del ti
tra Cartago, cuya duración exacta des rano carecieron de libertad política,
conocemos; terminó con un tratado pero al am paro de la seguridad pro
de paz, concertado entre 376 y 374, fa porcionada por la flota siracusana re
vorable a la metrópoli africana: la vivieron un período de esplendor co
frontera entre cartagineses y siracusa- mercial; con el control del estrecho
nos a v a n zab a h asta el río Halico; de Mesina y de la costa itálica del
Dionisio cedía además parle del terri Adriático, Siracusa se convirtió en el
torio de Acragante, Terma y Selinun más importante distribuidor de pro
te, y pagó a sus adversarios una in ductos griegos en el M editerráneo
dem nización de mil talentos, aunque occidental.
conservó C ro ton a, que h a b ía c o n
quistado en el 379. Otro conflicto es
talló en el 368/67 entre Siracusa y los 2. Los continuadores de
cartagineses, pero el tirano murió a Dionisio I
los pocos meses.
Su cam po de acción no se redujo, Su obra fue en parte continuada por
con todo, a Sicilia e Italia, pues D io su hijo, Dionisio II o Dionisio el Jo
nisio intervino a menudo, como h e ven, aunque no lograra m antenerla
mos advertido en las páginas anterio dem asiado tiempo. Cerró la paz con
res, en los asuntos generales de G re Cartago y decretó una amnistía, que
cia. Fue aliado de los lacedemonios facilitó el regreso de los desterrados y
durante la hegemonía de Esparta y en puso en libertad a los prisioneros po
la guerra de Corinto contribuyó con líticos; continuó la política colonial
algunos navios, que ayudaron a An- en el Adriático, reconstruyó Regio —
Grecia en la prim era mitad del siglo IV 51
fos, porque en la lucha final vence pero tampoco cabe ignorar las nota
claramente Persia: los varios tratados bles innovaciones efectuadas en el te
jurados como koiné eirene por gran rreno social e institucional: algunas
parte de los griegos representan cor de ellas, como las confederaciones
tos interludios durante los que reina beocia y arcadia o las reformas fisca
la paz «persa» y que, como la Paz de les atenienses, han quedado expues
Nicias en la otra Guerra del Pelopo tas; el resto de los grandes problemas
neso, estaban lam ados a cesar en de la sociedad del siglo IV serán abor
cuanto entrara enjuego la convenien dados en el cuaderno dedicado a las
cia de fortalecer las alianzas propias condiciones de la vida social, política
frente a la autonomía ajena. y económica y su reflejo en los pensa
¿Debe acabar aquí, en el 355, la his dores griegos contemporáneos. Pero
toria de la Grecia independiente, como realmente tales esfuerzos no bastaron
sugirió Eduard Meyer? Es evidente p a r a c o n se rv ar la in d e p e n d e n c ia
que la Hélade perdió esa guerra y que cuando, poco más tarde, Filipo de
un agotamiento generalizado parali Macedonia se propuso afirmar su do
zaba la eficacia de cualquier medida, minio sobre Grecia entera.
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Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.