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^MVNDO
A ntïgvo 21
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
Págs.
In troducción................................................................................................................ 7
B ibliografía.................................................................................................................. 54
La form ación de la dem ocracia ateniense. II. 7
Introducción
«Lo que no es capaz de definir la ley no lo artesanos y asalariados, etc...); pero donde
puede esclarecer el criterio de un hombre. los ricos y notables superen en calidad lo
Es la ley la que muestra a los gobernantes lo que les falta en número, allí habrá una oli
que conviene, para que decidan y adminis garquía, y, del mismo modo, una forma de
tren lo restante con el sentido más equita oligarquía correspondiente, en cada caso,
tivo; y, además, les concede la posibilidad al tipo de preponderancia de la masa oli
de rectificar cuando la experiencia acon gárquica.
seja un camino mejor que el establecido.
(Aristóteles, Política 1296 b.14)
Así, pues, el que exige que gobierne la ley,
es como si exigiera que gobiernen la divini El s. VI a.C. constituye una etapa sig
dad y la razón solas. En cambio, el que nificativa en la form ación de la D em o
exige que gobierne un hombre, introduce la
cracia ateniense, que se articula en
irracionalidad, porque irracionalidad es el
propio deseo; la fuerza de la individualidad tres hitos: la obra de Solón, la tiranía
distorsiona a los gobernantes, incluso a los de Pisistrato y las reform as de Clíste-
hombres mejores: inteligencia sin iniciativa, nes. La época anterior a Solón había
eso es la ley.» sido la de la configuración del estado.
(Aristóteles, Política 1287 a.23-32) El sinecism o del Atica había propor
cionado un soporte territorial unitario
«Hay un principio común a todos los regí a u n a población que ya hablaba un
menes políticos: la parte de la polis que
m ism o dialecto y tenía una cierta afi
desee una determinada constitución tiene
que ser más poderosa que la que no la
nidad; y se había desarrollado tam
desee. Toda polis tiene una componente bién el m odelo constitucional defini
cualitativa y otra cuantitativa. Por cualitativa tivo, com puesto p o r un Consejo, unas
entiendo el nacimiento libre, la riqueza, la m agistraturas y una Asam blea.
educación y el linaje, y, por cuantitativa, En esa etapa, el góbierno era aristo
la preponderancia de la masa. Puede ocurrir crático, y cabe suponer que tuviera
que la componente cualitativa corresponda inicialm ente una estabilidad, confor
a una parte de la polis, y la cuantitativa, a me al planteam iento que hace Aris
otra, es decir que los no nobles sean más
tóteles en las líneas que preceden. Los
numerosos que los nobles, o los pobres lo
sean más que los ricos, pero no hasta el
no ricos ni instruidos ni nobles eran
punto de compensar con el número lo que con m ucho los m ás pero los otros,
les falta en calidad. Así hay que combinar aunque pocos, tenían u n a reconocida
los dos factores para juzgar. excelencia p o r su linaje, por su rique
Así, pues, donde la masa de los pobres
za, p o r su capacidad para la guerra y
prevalece en el sentido antedicho, allí surge por su m onopolio de las ciencias divi
por naturaleza la democracia, y una forma nas. Sin em bargo, esa estabilidad tuvo
de democracia adecuada al elemento que que ser efímera. El estado ateniense
se imponga por su número (agricultores, unificado había nacido cuando ya el
8 Aka! Historia del M undo Antiguo
m odelo sociocultural sobre el que des tam iento en la vida pública. La etapa
cansaba el gobierno aristocrático había que se abre con el siglo dejará conclui
iniciado un proceso de transform a das dos tareas. La prim era, la lim ita
ción en el seno de la com unidad helé ción de los poderes personales deriva
nica, concretam ente en el área del da de la fijación por escrito y pública
Egeo. El com ercio hacía ricos que no exposición de las leyes. Es la obra de
eran nobles y se llam ab an al poder. Se Solón, un ciudadano elegido com o
había introducido el concepto de ju s árbitro y legislador por su reconocido
ticia en la religión, y la justicia divina prestigio. La otra, m ás larga y labo
exigía un derecho objetivo. La cab a riosa, por m ás inconcreta y conflic
llería, m onopolio de los ricos, estaba tiva, es la incorporación de la com u
dejando de ser el factor determ inante nidad de ciudadanos al poder político,
de la guerra, y la m asa de hoplitas que tiene lugar en forma gradual a lo
organizados en form ación com pacta largo de todo el siglo y conlleva una
podía hacerle frente eficazm ente. La serie de innovaciones en el conjunto
pobreza, la dependencia personal y la de las leyes. En prim er lugar, con
postergación política ya no eran acep Solón, se produce una am pliación pro
tadas com o antes, porque había em pe porcionada de los privilegios estable
zado a cam biar el orden de las cosas. cidos para el desem peño de las m agis
E n las últim as décadas del s. VII la traturas, y u n a sustitución del linaje
com unidad ateniense había em pe por la riqueza en la titularidad de los
zado a reaccionar ante estos estím u derechos políticos. Luego, con la T ira
los, y a com ienzos del VI vivía ya un nía, la m asa adquiere protagonism o y
clim a de stasis, de inquietud y enfren conciencia de poder, en consonancia
con la postergación de la aristocracia.
Cerámica ática de figuras negras
Finalmente, Clístenes debilita los víncu
(580-570 a.C.) los de dependencia social en el ejerci
Museo Nacional de Atenas cio del poder político y crea un nuevo
La form ación de la dem ocracia ateniense, il. 9
C onsejo abierto a todos los ciudada
nos, que eclipsa al Areópago, la pieza
clave del estado aristocrático. C on las
reform as de C lístenes el demos queda
definitivam ente incorporado al poder
político. El paso siguiente será lograr
el m onopolio de ese poder, y las cir
cunstancias históricas de la prim era
m itad del s. V acelerarán el proceso.
E n la trayectoria seguida en el s. VI
la sociedad ateniense se m antiene fiel
a sus constantes históricas. La com u
nidad de ciudadanos no coincide con
la co m unidad natural: los esclavos,
los descendientes de extranjeros y las
m ujeres son tres sectores de la com u
nidad natu ral m arginados por princi
pio de la vida pública y som etidos a un
tratam iento diferencial por el con
ju n to de las leyes. Las obligaciones
m ilitares y la titularidad patrim onial
corresponden en exclusiva a los ciu
dadanos. Las instituciones no se susti
tuyen, porque form an parte del patri
m onio indestructible de la com unidad:
la evolución institucional se produce
p or creación de piezas nuevas y por
transferencia de funciones. En fin, la
tradición es el único título de legitim i
dad, de m odo que las innovaciones
p erpetúan m odelos antiguos con con
tenidos diferentes.
A este com portam iento subyace una
Estatuilla de bronce de un
concepción de la realidad que tendrá flautista, hallada en Sanios
su expresión en la filosofía. Las cosas (Segunda mitad del siglo VI a.C.)
son com o son por naturaleza y lo h an Museo Nacional de Atenas
sido siem pre; y el devenir histórico es
u n a reinterpretación sucesiva de una dual, y cualquier ciudadano puede
realidad eterna y perm anente. Esta p articipar en la gestión pública, p o r
infraestructura m ental encierra la cla que lo m ejor que se espera de él es que
ve de la dem ocracia griega. La inicia aplique la ley.
tiva individual atenta contra el orden La dem ocracia griega alcanzó su
natural de la com unidad. N o debe desarrollo gracias a esta concepción,
g obernar el hom bre, debe gobernar la por cuanto que el rechazo de los pode
ley, que es la form a de la com unidad, y res personales perm itió a los ciu d ad a
sólo la com unidad puede cam biar su nos acceder a unas cotas de libertad
propia forma, porque ése es el único pública y de participación política
cam bio natural. El papel político del verdaderam ente excepcionales. Pero
individuo es el de encamar la ley, en la en el s. V y sobre todo en el IV se m ani
parcela que le sea asignada. La atom i festarían las consecuencias negativas
zación y la rotación del poder es una del m onopolio del poder político por
garantía contra la iniciativa indivi la A sam blea de ciudadanos.
10 AkaI Historia del M undo Antiguo
I. La obra de Solón
Al pueblo di tanto honor como le basta y que, siendo antes esclava, ahora es libre.
sin quitar ni añadir nada a su estimación Y a muchos a Atenas, a su patria fundada
social. por los dioses,
Y los que eran poderosos y notables por los traje de nuevo cuando habían sido
sus riquezas, vendidos, injustamente unos,
también de ésos me preocupé para que con justicia los otros; y a los que por la
no se les atropellara. fuerza
Me mantuve en pie interponiendo mi fuerte de la necesidad se habían exiliado y la
escudo entre unos y otros, lengua ática
y no permití que ninguno de ellos venciera ya no recordaban, de tanto vagar muchos
injustamente. sitios;
y a los que aquí mismo una esclavitud
Es así como el pueblo puede seguir mejor
indigna
a sus jefes,
soportaban, siempre temerosos ante sus
ni demasiado suelto ni demasiado forzado.
dueños,
Porque la saciedad engendra desmesura,
los hice libres. Esas cosas, con autoridad
cuando uña gran fortuna acompaña
y armonizando la fuerza con la justicia,
a los hombres que no tienen suficiente
las realicé y fui actuando como había
inteligencia.
prometido.
Los que vinieron a hacer rapiña esperaban Leyes, lo mismo para el de abajo que para
mucho, el de arriba,
y creía que cada uno que iba a encontrar aplicando a cada uno recta justicia,
una gran fortuna, escribí. Otro que hubiera tenido, como yo,
y que yo, que los halagaba suavemente, el aguijón,
iba a mostrar un espíritu duro. un hombre malintencionado y codicioso,
Vanas ideas tenían entonces, y ahora, no habría sujetado al pueblo. Y, si hubiera
irritados contra mí estado dispuesto a hacer,
me miran todos de mala manera como lo que complacía entonces a los contrarios,
a un enemigo. y, a su vez, lo que para éstos tramaban
los otros,
Yo, de las cosas para las que reuní
de muchos hombres sería hoy viuda la
al pueblo ¿ante cuál me he detenido antes
ciudad.
de cumplirla?
Por esto, haciéndome fuerte por todas
Podría testimoniarlo en el juicio del Tiempo
partes,
la gran madre de los Dioses’Olímpicos,
me revolví como un lobo entre muchos
la excelente, la Tierra negra, a la que yo
perros.
antaño
arranqué los mojones en muchas partes (Solón, fragmentos varios, citados en la
clavados, Athenaion Politeia, 12)
La form ación de la dem ocracia ateniense. Ii. 11
Fuentes
Antes de p asar a la consideración
detallada de la obra de Solón, hay que
hacer constar que la ab undante evi
dencia con que contam os sobre la
m ism a plantea en conjunto un p ro
blem a sustancial de autenticidad. E.
R uschenbusch llam ó sobre él la aten
ción al constatar que en los setenta
y cinco discursos áticos conservados
anteriores al 356 a.C. sólo se cita cu a
tro veces a Solón, m ientras que en los
sesenta y cuatro posteriores a esa fecha
las citas son treinta y dos. Y, lo que es
m ás significativo, que los discursos
anteriores al 356 presentan a Solón
com o autor de leyes específicas, m ien
tras que los que son posteriores a ese
año lo citan com o un m odelo dem o
crático a seguir por los Atenienses. N o
es posible explicar satisfactoriam ente
estos hechos, pero, cuando menos,
invitan a sospechar que a m ediados
del s. IV a.C. la figura política de Solón
se m agnificó y se hizo ju g ar en la con
fro n tació n ideológica característica
del m om ento, lo que puede h ab er
repercutido desfavorablem ente en la
transm isión de su verdadera obra y, Detalles del ánfora anterior
14 A kal Historia del M undo Antiguo
"l -Ί
'i·'
1
Representación de un hoplita
en una carrera
Introducción de la moneda
(Hacia 510 a.C.)
Las fuentes antiguas atribuyen a Solón
M useo Nacional de Atenas
un conjunto de leyes relacionadas con
la actividad com ercial y destinadas
aparentem ente a favorecer su desarro
llo. La más im portante es la relativa a
la m oneda.
La Athenaion Politeia (10.1-2) ads
cribe a Solón el h ab e r «aum entado las
m edidas, los pesos y las m onedas»,
indicando que los nuevos patrones
eran m ayores que los llam ados Fido-
22 Akal Historia del M undo Antiguo
(Solón, 24), sólo se autorizó la del acei p o dían llevar tam bién otros produc
te, prohibiéndose rigurosam ente todas tos e introducirlos en form a subsidia
las dem ás bajo m ulta de cien dracm as, ria en unos m ercados que el aceite
es decir la m itad de la renta m ínim a m antenía abiertos; a su vez, podían
anual total de un zeugites. Al m ism o regresar cargados de grano, coope
tiem po, se h a b ría p ro h ib id o a los rando así al abastecim iento del Atica.
arm adores atenienses que en los via Las m edidas de Solón fueron en
jes de regreso hicieran transportes de este aspecto adecuadas y con prospec
cereales a cu alquier otro sitio que no ción de futuro, al m argen de cuáles
fuese el Atica (Licurgo, Leocr. 7; De- hayan sido los intereses particulares
móst., Form. 37). que servían. En lo sucesivo, la produc
A tenas era ya deficitaria en la pro ción de aceite se fue increm entando y
ducción de grano, puesto que, adem ás siguió constituyendo durante siglos la
de p ro h ib ir su exportación, se estable base del com ercio ateniense exterior.
cía indirectam ente la obligación de
im portarlo; hay que suponer que tales
m edidas estaban destinadas a hacer
Otras disposiciones
bajar su precio, posiblem ente ya some A dem ás de las leyes políticas y de
tido a las especulaciones derivadas de las de carácter com ercial, la tradición
su escasez. La nueva situación apenas atribuye a Solón u n a serie de m edidas
sí afectaría negativam ente a los peque destinadas no tanto a m ejorar la situa
ños propietarios, cuyo pequeño exce ción económ ica de los tipos sociales
dente lo utilizaban posiblem ente para más em pobrecidos, com o podría pare
pagar en especie los productos que cer a prim era vista, cuanto a rehabili
necesitaran, y, en cam bio, favorecía tar en su condición de ciudadanos a
en gran m edida a quienes tenían que aquellas personas que habiéndolo sido
ad q u irir el grano para la subsistencia, o creyendo que debían serlo, se encon
es decir a la población de la ciudad. traban o estaban abocados a caer en
Los terratenientes perdieron sin duda u n a situación de dependencia perso
beneficios, pero quizá se veían com nal, de esclavitud o de exilio. Este y no
pensados por la falta de lim itaciones otro parece el denom inador com ún de
en la exportación del aceite, que tam la abolición del hectem orado, de la
bién procedía de sus haciendas; au n seisachtheia (cancelación de deudas),
que los rendim ientos fueran a largo con su m edida com plem entaria de
plazo, no hay duda de que esta legisla p ro h ib ició n de los préstam os bajo
ción estim uló la p lan tación de olivos, garantía de la propia persona, y, final
dado que la dem an d a en el m ercado mente, de la repatriación de atenien
exterior parece h ab er estado asegu ses vendidos com o esclavos, o huidos
rada. De esa form a A tenas aum enta para evitar la esclavitud.
ría su capacidad de exportación, lo C asi todas estas disposiciones p la n
que contribuía a m an tener un equili tean graves problem as aún no resuel
brio con respecto a unas im portacio tos, debido a una falta de evidencia
nes de grano siem pre crecientes. suficiente sobre ellos y sobre el con
El aceite ático tenía ya por entonces texto en que se inscriben. La única
un tradicional m ercado exterior, de ventaja en este caso es que Solón los
m odo que su exportación debió de evoca, aunque sea de u n m odo muy
considerarse com o la clave del desa escueto, en sus poem as, lo que nos
rrollo com ercial ateniense; adem ás sirve para interpretar con m ayor gra
m antenía una industria cerám ica dedi do de certidum bre las fuentes princi
cada a producir los envases, así com o pales al respecto, que son, com o en
una industria cosm ética derivada. Los otros casos, la Athenaion Politeia y la
barcos que salían cargados de aceite Vida de Solón debida a Plutarco.
La form ación de la dem ocracia ateniense. II.
Abolición del
hectemorado
La prim era de estas situaciones consi
deradas com o vejatorias correspondía
a un tipo de agricultores denom ina
dos hektémoroi. Solón se refiere a ellos
cuando dice h aber convertido en libre
u na tierra que era esclava, arran cán
dole los m ojones que tenía clavados
p or todas partes; y cuando alude a
quienes soportaban en Atenas una
esclavitud in d ig n a y los ha hecho
libres. A su vez, la Athenaion Politeia
(2.2), glosando la A tenas anterior a
Solón afirm a:
com o esclavo); y, en fin, porque Solón, da, com o tam bién sobre si la condi
que era contem poráneo de los hechos, ción del hektémoros era reciente o
llam a esclava a la tierra de los Hekté ancestral; y, finalm ente, la asociación
moroi, pero no a ellos mismos. Ahora que se produce en Aristóteles entre el
bien, el uso de tal térm ino implica, hectemorado y las deudas, que no resul
tanto en Solón com o en Aristóteles, ta clara, constituyen otras tantas dificul
que los hektémoroi, no siendo esclavos, tades a la hora de abordar la cuestión.
vivían defacto una situación sim ilar a En función de esas variables se ha ofre
la esclavitud, es decir una total depen cido una pluralidad de interpretaciones.
dencia personal. Entre ellas se cuenta la de tipo feu
El em pleo de místhosis («alquiler») dal, defendida por M.A. Levi. U na
tam poco tiene p o r qué ser técnico y m in o ría privilegiada y consagrada
puede obedecer al olvido del vocablo exclusivam ente a sus obligaciones
específico de u n a situación obsoleta y m ilitares y sus funciones directivas,
a la falta de un conocim iento exacto h abría recibido originariam ente del
de tal situación; de hecho, en el Léxico rey para su propio m antenim iento la
de Pólux aparece un a alusión a los totalidad de las tierras no reales ni
hektémoroi de Solón, denom inándose adscritas a los tem plos, ju n to con el
morté («participación») la parte de la contingente de m ano de obra tributa
cosecha a entregar, lo que sí resulta ria necesaria para el cultivo. Según
apropiado. En cuanto a pelatai («los este p la n te a m ie n to , toda la tierra
de al lado» o «sirvientes»), es una h ab ría estado, en efecto, com o dice
p alabra de uso muy restringido en Aristóteles, en m anos de unos pocos, y
griego, que traduce a esta lengua el tér los cultivadores estarían a la merced
m ino latino clientes, pero que no nos de sus señores, que exigirían de ellos
perm ite interpretar la situación de los todo tipo de servicios y podrían, inclu
hektémoroi, au n q u e tam poco resulta so, si lo deseaban, venderlos com o es
incongruente con la im agen de los clavos. El desconocim iento de esta si
m ismos esbozada por la Athenaion tuación, enterrada ya en la Historia, ha
Politeia. bría llevado posteriormente a explicarla
Este últim o es el único térm ino por recurso al problem a de las deudas.
genuino, pero nos dice muy poco e Levi explica el hectem orado com o
incluso lo que dice resulta lingüística una previvencia de la Epoca Micéni-
m ente equívoco. Plutarco —y posible ca, considerando que lo era tam bién
m ente tam bién Aristóteles, aunque su la situación de los ilotas de Esparta.
expresión es am bigua— lo entendía Sin em bargo, existen serias dificul
en el sentido de que los hektémoroi tades para adm itir esta interpretación,
pagaban una sexta parte del producto que, por lo dem ás, está tan ayuna de
obtenido; los autores m odernos se evidencia com o cualquier otra. En
inclinan en general por este sentido, p rim er lugar, estam os muy lejos de
aunque algunos, considerando que el conocer con certeza el régimen fon-
canon a entregar es muy reducido, diario del M undo M icénico, que ab u n
prefieren el tam bién posible de que la da en cuestiones abiertas, entre ellas la
sexta parte era lo que retenían para sí, de la posible relación entre el servicio
debiendo entregar el resto. personal y la tenencia o subtenencia
N uestra incertidum bre sobre si la de la tierra. Adem ás, el panoram a
tierra se vendía o no en la Atenas general de la disolución de los reinos
arcaica; nuestra falta de docum enta m icénicos que hoy se nos ofrece no
ción sobre si los hektémoroi cultivaban perm ite presuponer hechos de conti
u na hacienda originariam ente suya, o nuidad en las instituciones, a m enos
bien una parte del dom inio de un que existan indicios fehacientes al res
terrateniente que les h abía sido cedi pecto, lo que no es el caso. En tercer
La form ación de la dem ocracia ateniense. II. 27
lugar, no existe en el ám bito griego Esta interpretación del hektém oros
conocido ninguna sociedad docu com o un deudor no puede encontrar
m entada que pueda considerarse como un apoyo en la Athaneion Politeia
feudal, y no lo es, desde luego, la de la —Aristóteles asocia la condición del
E sparta histórica. hektémoros a la del deudor, pero enten
La explicación m ás difundida entre diendo, a lo que parece, esa deuda
los h isto riad o re s m odernos, desde com o el im pago de la renta y no com o
W oodhouse hasta French, es, en líneas el origen de la situación— y, desde
generales, la siguiente. El aum ento de luego, no se docum enta ni en el pasaje
población experim entado por el Atica de Plutarco relativo a los hektémoroi
a lo largo de la E dad Oscura, que no se (Solón, 13) ni en la obra de Solón
resolvió, com o en otros lugares de conservada.
Grecia, a través de la em igración colo Por otra parte, el hectem orado resul
nial, h ab ría conducido desde com ien ta difícil de entender com o forma de
zos de la Epoca A rcaica a un em po pago de una deuda. Un sistema de
brecim iento progresivo de la tierra, al p réstam o cuya am o rtizació n fuera
ser ésta som etida a un cultivo irracio para todos los deudores la entrega de
nal. Bien porque la tierra fuera ju ríd i la sexta parte de sus respectivas rentas
cam ente inalienable, debido a su con- an u ales parece absurdo. La única
ceptualización com o propiedad del interpretación razonable en esta línea
oikos, es decir de la fam ilia en un sen sería quizá considerar que el prés
tido atem poral; o b ien porque la venta tam o era sistem áticam ente la canti
de la m ism a no se llevara a cabo en la dad necesaria para la siem bra, pero
práctica, por falta de posibilidades entonces, el prestam ista era quien asu
reales para u tilizar su producto como mía los riesgos de u n a m ala cosecha,
fuente de recursos, o en virtud de una puesto que recibía una parte propor
especie de tabú social, habría ocurrido cional a ío obtenido; eso es poco vero
que el pequeño propietario que en un símil, en principio, y, de todas formas,
momento determinado llegaba a encon se trataría de una institución tan pecu
trarse sin el gran o suficiente para liar que no puede ser asum ida como
reem prender la siem bra y para ali hipótesis sin u n a evidencia más sus
m entar a su fam ilia hasta la siguiente tancial. En sum a, el cam ino de consi
cosecha, se h ab ría visto obligado a derar al hektémoros com o u n deudor
p edir prestado este producto a quien no conduce a una explicación acepta
lo tuviera en excedente, asum iendo ble del hectem orado, m ientras que su
u na condición de deudor, en virtud de interpretación com o un tipo de siervo
la cual tendría que ofrecerse a sí m is agrícola cuenta al m enos con una
m o en servicio y pagar un sexto de su serie de paralelos en el ámbito helénico.
cosecha hasta saldar la deuda y los U na tercera aproxim ación al p ro
intereses. U nos m ojones — horoi— blem a planteada m ás recientem ente
clavados en su propiedad servirían parte, pues, del supuesto, defendido
com o señal y registro de las obligacio por Forrest, de que el origen del hecte
nes ad q u irid as. C om o qu iera que m orado no era el endeudam iento. Ello
ahora el deudor necesitaba obtener de ha m ovido a pensar que se trate de
su hacienda todavía m ás rendim ien una institución ancestral, com para
tos, resultaría muy difícil para él libe ble, com o se dijo m ás arriba, a las de
rarse de la carga, y, si llegaba a faltar a los siervos de las áreas doria y eolia.
su pago, entonces el acreedor podía Desde este punto de partida, se han
disponer de su persona o de la de un ofrecido interpretaciones diversas en
m iem bro de su fam ilia para llevárselo sus detalles, pero bastante hom ologa-
com o esclavo propio o venderlo bajo bles. En la época de las m igraciones,
esa condición. en que se consolidó el poblam iento
28 A kal Historia del M undo Antiguo
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- _________
del Atica para las etapas sucesivas,
un núm ero determ inado de personas
h ab rían contraido u n a relación con
los terratenientes del territorio —de ê «
*
IV
-f- , 1
todo o de una parte de él— en virtud
de la cual tenían ad judicada u n a tie
rra que se consideraba com o una p ar M . til
te de la del señor, debiendo explotarla
a sus propias expensas y entregar un
sexto de la cosecha. N o era de esperar
que se p udieran establecer entonces
u nas condiciones de arrendam iento
bien definidas, y la condición de las
personas estaba presum iblem ente a
merced de las circunstancias, de modo
que es posible que tales cultivadores
recibieran la concesión in precario y
que la necesidad de m antenerla los
obligara a ad o p tar u n a actitud servil
respecto de los dueños, que se habría
perpetuado, au n cu ando en la práctica
la perm anencia inveterada de una mis
ma fam ilia en la m ism a tierra perm i
tiera considerarla com o suya. Tam
bién es posible que se estableciera
para el hektémoros un canon com para
tivam ente bajo —com o, en efecto, lo
es el del sexto, frente a los otros parale
los conocidos— porque el señor prefi
riera que com pletara la prestación
participando en las tareas de su p ro
pia hacienda, y ésos podrían ser los
servicios a los que aluden de un modo
u otro las fuentes. El im pago del canon
debido pudo qu ed ar penalizado des
de un principio con la posibilidad por
parte del dueño de la tierra de cobrár
selo en especie asum iendo la propie
dad efectiva de algún m iem bro de la
fam ilia del cultivador, o de él mismo,
p ara venderlo com o esclavo.
El origen de esta situación pudo
h aber sido, o bien la instalación en el
territorio de elem entos llegados a él
cuando ya no existían tierras sin due
ño, o bien la im posición de inm igran
tes m ás fuertes sobre pobladores an te
riores, que h ab rían seguidp cultivan
do sus antiguas tierras bajo nuevas
Kouros de Volomandia,
y gravosas condiciones. El trasiego Atica
h u m an o que experim entó el Atica en (Hacia el 550 a.C.)
la Edad O scura hace viable cual- Museo Nacional de Atenas
La form ación de la dem ocracia ateniense. II. 29
quiera de estos dos supuestos, que en sin una m ayor confrontación. En otras
todo caso están abiertos a m uchas palabras, que el hectem orado no era el
m atizaciones im posibles de estable sistema de explotación de las propie
cer po r falta de evidencia. Lo que sí se dades grandes, sino posiblem ente una
puede retener de toda esta reconstruc servidum bre que pesaba sobre algu
ción hipotética es la posibilidad, razo nas tierras desde tiem po inm em orial,
nable en sí m ism a y, por exclusión, colocando a sus dueños en una situa
más verosímil que las otras alternati ción hum illante y de constante am e
vas, de que el hectem orado fuera una naza de esclavitud, puesto que, al tener
reliquia de la etapa anterior al sine- que pagar un canon, eran perm anen
cism o y a la form ación del estado tes deudores.
ateniense. A hora bien, si esa situación se con
Esta situación pudo llegar a ser con sideraba com o sangrante, tiene que
flictiva en los siglos VII y VI, no tanto ser porque quienes la padecían tenían
porque las condiciones económ icas la dignidad de ciudadanos, pues, de
fueran peores cuanto porque en una haber sido sem ejantes a los esclavos,
com unidad que ya se había configu h ab rían pasado sin duda desapercibi
rado com o ciudad-estado, con una dos. C abe pensar incluso que form a
determ inada consideración de la con ran parte de la Ekklesia, porque parece
dición del ciu dadano y que tam poco muy posible que la abolición del hec
co n serv ab a u n a d iferen ciac ió n de tem orado sea una de las prom esas que
orden étnico, la figura del hektémoros Solón afirma haber cum plido al demos,
em pezara a resultar anacrónica y fuera y porque, en definitiva, es m ucho más
de sistema. fácil de entender que se haya podido
La única cosa que parece clara en el llegar a adoptar una m edida que per
problem a del hectem orado es su abo judicaba a los N otables si sus benefi
lición definitiva por obra de Solón. Tal ciarios tenían voto en la Asam blea.
hecho se deduce de las fuentes tardías, Insistim os, en fin, en que, aunque no
queda m anifiesto en la afirm ación del se puede llegar a otras conclusiones
propio Solón de h ab er convertido en que las que buenam ente inspire a cada
libre un a tierra que era esclava, arran uno el sentido com ún, no parece que
cándole los m ojones que la identifica los hektémoroi hayan llegado a supe
b a n com o tal, y, en definitiva, se cons rar su condición porque su situación
tata por la ausencia de la institución fuera especialm ente calam itosa en sí
en etapas posteriores. Por otra parte, la m ism a —nada se hizo de hecho ni
estructura fondiaria del Atica en la ahora ni después para suprim ir la
Epoca C lásica no era de tipo latifun esclavitud, y ni siquiera se repartieron
dista, au n q u e existieran m arcadas tierras a los ciudadanos que carecían
diferencias en los dom inios y, p ro b a de m edios de vida— sino porque afec
blem ente m ás aún, en la calidad de las taba a quienes ya tenían una consi
distintas haciendas; lo que, unido a la deración positiva en el seno de la
pretensión de Solón de haber liberado com unidad.
la tierra, induce a pen sar que los hekté
moroi se quedaron con las propieda
des que o cu p ab an y que probable La cuestión de las deudas
m ente eran co n sid eradas ya com o La segunda actuación relacionada con
suyas. En ese caso, es de suponer tam la rehabilitación de ciudadanos en
bién que su núm ero no fuera dem a situación denigrante que se atribuye a
siado elevado, o bien que correspon Solón es la cancelación de las deudas
dían a zonas restringidas del Atica, y la prohibición de que en lo sucesivo
pues de otro m odo parece difícil que se realizaran préstamos tom ando como
se hubiera podido tom ar esa m edida garantía la persona del prestatario. En
30 Akal Historia del M undo Antiguo
«Las facciones eran tres: una, la de los porque a los unos se los atraía con su trato,
Parálioi («Costeros»), dirigida por Mega- y a los otros, con su ayuda en los asuntos
cles, hijo de Alcmeón, que eran los que particulares, siendo por naturaleza noble
se inclinaban sobre todo en favor de una para con unos y otros.»
constitución m oderada: otra, la de los
Pediakói («Llaneros»), que buscaban la oli (Aristóteles, Athenaion Politeia 13.4-5;
garquía, comandados por Licurgo; y la ter 16.2-4, 8-9)
cera, la de los Diákrioi («Montañeses»), al
frente de la cual estaba Pisistrato, que se
mostraba como el más favorable al pueblo. El cam ino de Pisistrato
Se contaban entre estos últimos, por falta
de recursos, los privados de las deudas, y, al poder
por temor, los que no tenían una filiación Sobre los años que m edian entre la
familiar limpia (...).
partida de Solón de Atenas —hacia el
Administraba Pisistrato, como se ha dicho, 570 a.C.— y el tercer y definitivo inten
la ciudad de un modo moderado y más to por parte de Pisistrato, en el 546, de
como un ciudadano que como un tirano. instalarse en el poder, contam os por
Pero, además de ser generoso, suave y
fortuna con la aportación de H ero
comprensivo con los que cometían faltas,
prestaba dinero a los que no tenían recur doto, que perm ite contrastar y com
sos para sus trabajos, a fin de que pudieran pletar la inform ación de la Athenaion
vivir en el campo. Hacía esto por dos razo Politeia al respecto.
nes: para que no permanecieran en la ciu Dice H eródoto (1.29.2) que Solón se
dad sino que se distribuyesen por el campo ausentó de su patria «para no tener
y para que, disfrutando de un cierto aco que derogar ninguna ley de las que
modo y ocupados en sus cosas, no sintie había establecido, porque los Ate
ran deseos de meterse en política ni tuvie nienses, obligados por los m ás solem
ran tiempo de hacerlo. Y con ello consiguió
nes juram entos a la observancia de
que fueran mayores las rentas de la tierra,
ahora trabajada, porque cobraba el diezmo sus leyes, no se consideraban en situa
de lo obtenido (...). ción de poder revocarlas por sí m is
mos». Aristóteles coincide sustancial
Y quería que se administrara todo según
m ente con esta noticia, señalando que
las leyes, sin concederse a sí mismo nin
guna prepotencia (...). Por esto duró mucho Solón «era acosado por unos y por
tiempo en el poder, y, cuando lo perdía, otros en relación a las leyes» y que
volvía a recuperarlo fácilmente: se presta «com o no quería cam biarlas ni hacer
ban a ello, en efecto, la mayoría de los se odioso, se m archó de la ciudad,
Notables y de los elementos populares, anunciando que no volvería en diez
32 A kal Historia del M undo Antiguo
años» (Athen. Polit. 11.1). Estos testimo solonianas; y que los Hyperákrioi se
nios y el del propio Solón, que revela h ab ían constituido por segregación de
en sus poem as las presiones de que era estos últim os para propugnar nuevas
objeto y su decisión de no asum ir la reform as. Pero detrás de este esquem a
tiranía, sugieren que se había llegado se encuentran sin duda unos hechos
a u na situación límite en la que unos com plejos, y, en cualquier caso, el ver
urgían al legislador para que deroga dadero problem a está en identificarla
ra las leyes, a m e n a z á n d o le con el co m p o n en te de las facciones y en
destierro, m ientras otros le anim aban reconstruir la vía por la que consiguió
a ejercer un gobierno autocrático que im ponerse la tercera de ellas. H ay que
p erm itiera pro seg u ir con las refor adelantar, com o en otros casos, que
mas. P osiblem ente, Solón llegara a las conclusiones en este sentido son
un com prom iso p o r el que asum ía hasta la fecha divergentes e hipotéti
v o lu n ta ria m e n te un exilio de diez cas, por cuanto que dependen de las
años, recibiendo a cam bio el ju r a prem isas que se adopten en su elabo
m ento de que sus leyes no serían ración, y esas prem isas son tam bién
revocadas. Algunos de sus versos indi necesariam ente hipotéticas, tanto si se
can claram ente que la situación ab o refieren a la época de Pisistrato com o
caba a un enfrentam iento sangriento a la de Solón o a la de Clístenes.
de tono m ayor, que habría sido co n La prim era posibilidad a descartar
ju rad o con la p artid a de Solón. es, com o ya se ha dicho, la de que esas
Parece que hubo, en efecto, una tre tres facciones representen otros tantos
gua en la lucha política, que sirvió program as constitucionales alternati
para m a d u ra r nuevos liderazgos y vos. Sólo en el s. IV a.C., en que la
polarizar las fuerzas. C oinciden H ero dem ocracia ateniense recorría ya su
doto y Aristóteles en señalar que se últim a singladura, después de m uchos
fo rm aro n tres facciones: la de los vaivenes, y la literatura política en sus
Pediéis («los de la llanura»), dirigidos diversas form as y orientaciones era
por Licurgo; la de los Páraloi («los de sobreabundante, podría resultar via
la costa»), com andados por el Alc- ble u n planteam iento tal, y, aun así,
m eónida Megacles; y la de los Hyperá- con m uchas m atizaciones. En el s. VI
loioi (Heródoto, 1.59.3), Diákrioi {Athen. a.C. la lucha política no parece sino
Polit. 13.4) o Epákrioi (Plutarco, Mor. u n contlicto de intereses cuyo desa
763 D), que serían «los de las alturas», rrollo depende de la com pleja dialéc
o bien «los de m ás allá de las alturas». tica entre unos poderes fácticos de
Esta últim a seguía a Pisistrato y, según carácter em inentem ente social, ejerci
Heródoto, se h abía constituido c u a n dos por una m inoría, y la capacidad
do ya existían las otras dos. de prom oción política adquirida por
Son m uchas las dificultades que el demos al convertirse en la m áquina
surgen a la hora de interpretar estas m ilitar del estado.
facciones. Aristóteles les atribuye, res Del m ism o m odo, resulta in ad e
pectivam ente, la defensa de una cons cuada cualquier interpretación de las
titución oligárquica, m oderada y dem o facciones en el sentido de una lucha
crática, lo que, tom ado al pie de la entre pobres, m enos ricos y m ás ricos.
letra, resulta anacrónico sin duda. Si En térm inos económ icos se daba sin
cabe una traducción históricam ente duda tal diferenciación, pero no es la
correcta de estas afirm aciones, habría que configura el espectro político del
que decir que los Pediéjs eran involu- m om ento. H asta donde llega nuestra
cionistas y p retendían reconducir las inform ación, las facciones aparecen
instituciones hacia el orden tradicio com o grupos de ciudadanos de diver
nal; que los Paraloi defendían la p er sa condición, que por distintas razo
m anencia y aplicación de las leyes nes —y m uy especialm ente las de
La form ación de la dem ocracia ateniense. II. 33
vinculación perso n al— cierran filas (13.3.5); y, en definitiva, pasa por alto
en to m o a unos líderes de extracción la cuestión, concentrándose en la polí
aristocrática, que rivalizan entre sí y tica de Pisistrato, en unos térm inos
tratan de satisfacer sus propias am bi que no arrojan ninguna luz sobre las
ciones en un torbellino de fuerzas facciones.
políticas cam biantes. El carácter tri Todo parece indicar que en esos
partito de las facciones y la indudable m om entos, com o todavía en la época
im plicación de las cuestiones econó de Clístenes, la com unidad política se
micas en el proceso político parecen estaba configurando, de tal m anera
haber llevado al au to r de la Athenaion que el verdadero punto de confronta
Politeia a p o n er en relación la stasis del ción era la definición de esa com uni
s. VI a.C. con la situación del s. IV, en dad, la lucha de algunos elementos de
que se podía establecer hasta cierto la com unidad natural por alcanzar la
punto una diferencia entre ricos, pobres plena condición de ciudadanos y par-
y clase m edia, pero la falacia de esta ticipar con todo derecho en la gestión
interpretación se pone de m anifiesto del estado. Sólo después de superada
en las dificultades que encuentra ese esta fase, el demos, ya definitivam ente
autor para glosar el contenido de las consolidado en los térm inos en que
antiguas facciones. Por un lado nos perm anece a lo largo de toda la histo
dice que el nom bre de las m ism as se ria de la dem ocracia ateniense, lucha
debía a los lugares donde respectiva rá por la transform ación del m odelo
m ente cultivaban sus cam pos (13.5); constitucional desde unas posiciones
p or otro, identifica a los pobres con los de polarización de intereses.
individuos supuestam ente arruinados O tra interpretación m oderna que
a consecuencia de la cancelación de com porta cierta dificultad es la que
d eu d as llev ad a a cabo p o r S olón considera a los Páraloi com o u n grupo
34 Akal Historia del M undo Antiguo
sugiere que las acciones del tirano dis Pisistrato del derecho de ciudadanía a
currían por los cauces constituciona extranjeros afincados en ese m om en
les. Por otra parte, el conjunto de su to en el territorio del Atica.
gobierno m erece para estos autores un C on todo, la cuestión verdadera
juicio favorable, que contiene térm i m ente relevante no es la de la creación
nos inequívocam ente elogiosos. En de nuevos ciudadanos, que no habría
consecuencia, el calificativo de tirano podido tener, en cualquier caso, dem a
corresponde a Pisistrato en el sentido siada incidencia política, sino la del
técnico de que su p resencia en el voto de los Thetes en la Ekklesia. Ya se
gobierno era m arginal a las institucio dijo m ás arriba que Aristóteles (Polí
nes del estado, y los órganos com pe tica 1274 b.15 y Athen. Polit. 7.3) atri
tentes del m ism o no llegaron nunca a buye a Solón esta am pliación de los
establecer u n a figura constitucional derechos políticos, pero que la m oder
que le otorgara legitim idad. Pisistrato na historiografía tiende a rechazar tal
acum ulaba en su persona el conjunto atribución, que considera en general
de los poderes fácticos inherentes a las com o m ás ajustada a la política de los
m agistraturas sin ser m ás que un sim Tiranos. Hignett, que es partidario de
ple ciudadano, y ello perm itía catalo esta tesis, y que, por otra parte, entien
garlo com o u n tirano, con indepen de que en la etapa anterior el derecho
dencia de que la m áq u ina constitucio de ciu d ad an ía plena, es decir con efec
nal del estado siguiera funcionando o tos políticos, dependía dé la posesión
no con norm alidad. de tierra, supone que Pisistrato supri
m ió tal conexión. En este supuesto,
ca b ría p e n sa r que el tiran o hab ía
Posible ampliación hom ologado todos los patrim onios no
de la Ekklesia fondiarios a los fondiarios. Sin em bar
go, com o quiera que no tenem os cons
A hora bien, el m antenim iento de esta tancia de esa hom ologación, se puede
posición y la posibilidad de llevar ade considerar tam bién que fuera poste
lante las propias iniciativas dependía rior, lo m ism o que es lícito atribuirla a
en esencia del voto de la Ekklesia, de Solón, según se señaló más arriba. En
m odo que Pisistrato pudo haber orien cualquier caso, recogemos la posibili
tado desde el principio sus esfuerzos a dad, muy razonable, de que haya sido
aum entar el núm ero de sus votantes éste el m om ento en el que se integra
incondicionales. La observación de la ron los Thetes en la Ekklesia. Está claro
Athenaion ■Politeia (13.5) en el sentido que, si Pisistrato pudo conseguirlo,
de que entre los partidarios iniciales que es de lo que cabría dudar, ya no
de Pisistrato se contaban «los que no habría sido posible después revocar
eran de estirpe pura, por m iedo» se este derecho.
puede po n er en relación con la noticia
de Plutarco (Solón, 24) que atribuye a Medidas económ icas
Solón una ley concediendo la ciuda
danía a los extranjeros que se estable Al decir de las fuentes, Pisistrato habría
cieran en el Atica, pero, com o quiera com binado la prom oción de los dere
que tal atribución ha sido en general chos políticos de la capa m ás baja de
cuestionada, porque parece anacró la sociedad con unas m edidas econó
nica y poco consonante con el m arco micas que les perm itieran superar su
económ ico de la A tenas de Solón, pobreza. Se ha supuesto m oderna
algunos historiadores sugieren que la m ente que la confiscación de los bie
m ención de la Athenaion Politeia con nes de los exiliados perm itió a Pisis
tiene en realidad un a noticia distor trato conceder tierras a algunos de sus
sionada de la concesión p o r parte de partidarios carentes de hacienda, aun-
La form ación de la dem ocracia ateniense. II. 39
que no existe docum entación que res principio inm une, hasta el punto de
palde esta hipótesis. Tam bién se ha que en el ám bito rom ano los fundos
pensado en una posible adjudicación itálicos no fueron sometidos a im pues
de tierras públicas. Por otra parte, la to regular hasta la época de Diocle-
inicitiva de recuperar la antigua colo ciano; es m uy im probable, por tanto,
nia de Sigeo y la de llevar a cabo la que la iniciativa de Pisistrato se debie
ocupación del Q uersoneso tracio con ra a una concepción m ás «m oderna»
tribuyeron sin d uda a aliviar el pro de la financiación del gasto público.
blem a de los faltos de recursos. Se trataba sin duda de una m edida
La Athenaion Politeia (16.2) indica puntual y esencialm ente pragm ática,
que Pisistrato hizo préstam os a los desprovista de consideraciones teóri
pobres para que p u d ieran salir ade cas. El estado necesitaba recursos para
lante con el cultivo de sus tierras; se estim ular la recuperación económ ica
trata sin duda de los pequeños agri de la capa m ás baja, y no cabía reca
cultores, que, a consecuencia de la barlos a través de cotizaciones extra
regulación de los préstam os estable ordinarias. La posición de la tiranía se
cida por Solón, no po dían conseguir reforzaba contando con unas entra
los en el ám bito privado por falta de das anuales fijas. A dem ás, un im pues
garantías y se enco ntraban en una to proporcional a la renta era muy
situación sin salida. A éstos se sum a fácil de cobrar, si, com o es probable,
rían los posibles beneficiarios de nue se tom aban com o bases im ponibles
vas asignaciones en el Atica. C abe los m ínim os de las clases solonianas.
señalar que por estas vías se podía El im puesto era «popular» en el
lograr el ingreso en la Ekklesia de sentido de que incidía sobre los ciuda
m uchos c iu d a d a n o s sin necesidad danos en proporción a su riqueza, y es
de otras medidas. posible, por otra parte, que Pisistrato
La financiación de los préstam os haya concedido inm u n id ad fiscal a
pudo salir del im puesto sobre la p ro las tierras de m enor rendim iento. De
ducción agrícola, que atribuyen los acuerdo con el testim onio de A ristóte
A ntiguos a Pisistrato. La Athenaion les (Athen. Polit. 16.6), existía en el
Politeia (16.4) lo fija en el diezm o, pero H im eto un choríon áteles, es decir un
según Tucídides (6.54.5) habría sido «terreno in m u n e» , cuya co n d ició n
del 5 ñor 100. Com o explicación de explica el autor por recurso a una
esta diferencia, se ha adelantado la anécdota curiosa y sugerente. En un
hipótesis de que los dos porcentajes recorrido de incógnito por el Atica,
respondan a m om entos diferentes de P isistrato h ab ría enco n trad o en el
la T iranía: o bien el im puesto fue in i Him eto a un cam pesino que trab a
cialm ente m ás gravoso, debido a una jab a un pedregal; preguntándole qué
m ayor necesidad inicial de recursos se criaba allí, el lugareño le habría res
públicos, y luego se aligeró, o bien pondido, sin saber quién era su inter
H ipias duplicó el tributo establecido locutor, que sólo males y dolores, de
p or su padre. los que aún encim a Pisistrato cobraba
Es de suponer que el im puesto fuera el diezm o. Entonces el tirano habría
autorizado por la Ekklesia. Debió de concedido la in m u n id ad a sus tierras.
afectar a la totalidad de la propiedad
fondiaria, y no sólo a ésta, si, como Los jueces de dem o
creemos, los patrim onios estaban ya
homologados. En cualquier caso, cons O tra innovación que atribuye a Pisis
tituía una innovación m uy im por trato la Athenaion Politeia (16.5) es la de
tante en el aspecto fiscal. H ay que la creación de unos jueces que adm i
recordar que en el m undo grecorro nistraban justicia por los dem os en
m ano la propiedad de la tierra era por forma itinerante(dikastúikatá démous).
40 A ka l Historia del M undo Antiguo
a pesar suyo, no dejaron de respaldar en los cuales cada estado sólo podía
indirectam ente al régimen. asegurarse la circulación de produc
C oincide Pisistrato con el com ún de tos que le interesaba a través de una
los tiranos griegos en su política de delicada red de relaciones personales
exaltación patriótica, de fom ento de la por parte de sus com erciantes, pero
un id ad nacional frente a los poderes tam bién de relaciones am istosas con
locales ancestrales y de estím ulo de las los dem ás estados. A su vez, el control
artes y las letras. Las Panateneas, trans directo por vía de presencia colonial
form adas ya por H ipoclides en una de puntos cruciales de las rutas com er
fiesta nacional, fueron ahora desarro ciales era esencial en este juego.
lladas, y celebradas con m ayor lujo y Ya se dijo anteriorm ente (V supra)
solem nidad. C ada cuatro años el festi que las fundaciones de Sigeo y Elaiun-
val adquiría proporciones m agnas, tc estaban relacionadas con el com er
denom inándose G randes Panateneas, cio exterior y tam bién que los Ate
frente a las Pequeñas Panateneas de nienses no h abían podido soportar la
los años interm edios. Ignoram os los hostilidad de los M itilenios en ese
detalles del m ism o en esa época, pero área. En la época de la T iranía, Atenas
es seguro que se introdujeron en él las recupera Sigeo y establece sus reales
com peticiones de rapsodos que reci en el Q uersoneso tracio, de modo que
taban los Poemas Homéricos. vuelve a tener la prim era llave del
Poetas com o A nacreonte de Teos, H elesponto. La cerám ica ática de
Sim onides de Ceos o Laso de E sm irna Figuras N egras se encuentra en la
fueron huéspedes de los Pisistrátidas. costa del M ar N egro desde el año
Y se construyó un tem plo en la A cró 600 a.C., y cabe p ensar que Atenas ya
polis en h o n o r de Atenea. dependía en el s. VI del trigo proce
dente del Ponto, que en el s. IV consti
tuía la m ayor parte del trigo im por
Política exterior tado por la ciudad.
U n rasgo significativo ce la política de P isistrato tom ó Sigeo y puso el
Pisistrato es la atención prestada a las gobierno en m anos de su hijo Hegcsís-
relaciones de Atenas con su entorno trato, pero los M itilenios declararon la
helénico y a la proyección del estado guerra, que prosiguió hasta que, al fin,
hacia el exterior, que obedecen sin las partes decidieron som eter la cues
duda a razones económ icas y com er tión al arbitraje del tirano Periandro,
ciales. Los estímulos creados por Solón resuelto a favor de Atenas.
encontraron u n m arco adecuado en la De acuerdo con la tradición reco
T iranía, que facilitó la orientación de gida por H eródoto (6.34-40), la tribu
Atenas hacia u na econom ía cada vez tracia de los Doloncios, que vivía en el
más com ercial. Las exportaciones de Q uersoneso, invitó al ateniense Mil-
cerám ica ática fueron en aum ento a lo cíades (conocido com o M ilcíades I) a
largo del s. VI, y no son sino el testim o acudir a su territorio, por consejo del
nio conservado de un a circulación de O ráculo de Delfos. M ilcíades se esta
productos por los m ercados del área bleció allí con u n grupo de volunta
com ercial helénica. La fragm entación rios y construyó una m uralla en el
de la H élade en num erosos estados de istm o que une la península con el con
disím iles características en todos los tinente, al objeto de protegerla contra
órdenes y el carácter com plejo de las las tribus del interior. Tanto M ilcíades
actividades com erciales por el M edi com o su sobrino y sucesor Esteságo-
terráneo, en las que se veían im plica ras tuvieron que guerrear contra la
dos una serie im portante de estados ciudad de Lám psaco, situada en la
periféricos al m undo griego, estable otra orilla del H elesponto y uno de
cían elevados niveles de com petencia, cuyos h a b ita n te s logró ase sin a r a
La form ación de la dem ocracia ateniense. II.
CABO SUNIO
El territorio de Atenas
(Según Westermann)
los de los demos eran los que surtían Otra iniciativa im portante de Clís
efectos legales y políticos, de suerte tenes fue la de dividir la ciudad de Ate
que, a pesar de dejar a las fratrías sus nas y su entorno rural en una serie
antiguas funciones, la configuración de demos. Ello debió de contribuir a
adm inistrativa de los demos las rele difum inar la oposición entre la ciu
gaba a un segundo plano, creando dad y el resto del territorio, fomen
unas nuevas líneas de cohesión entre tando así el sentim iento de unidad del
los miembros del demo, que no esta Atica, que tan eficazmente habían es
ban ya en función de la estructura timulado los Tiranos. Pero la razón
gentilicia. básica y que de suyo justifica la medi
Una consecuencia natural del nue da, fue probablem ente el organizar al
vo sistema adm inistrativo fue la nom i conjunto de los ciudadanos en una
nación personal de los ciudadanos estructura administrativa homogénea.
por el nom bre del demo, que prevale Es dudoso que Clístenes suprimiera
cía habitualm ente sobre la gentilicia las naukrariai, como se indica en la
por razones prácticas. Fueron inclui Athenaion Politeia (21.5). Clidemo, el
dos en cada demo los ciudadanos que más antiguo de los Atidógrafos, afir
residían en él en ese momento, pero ma que las mantuvo, elevando su nú
para el futuro la pertenencia a un mero de cuarenta y ocho a cincuenta,
demo tenía un carácter hereditario, a fin de que tuvieran un reparto equili
aun cuando cam biara el lugar de resi brado entre las nuevas tribus, como lo
dencia del ciudadano; de tal m anera habían tenido entre las antiguas. Su
que el demo pasó a constituir un ver supresión debe de corresponder, según
dadero apellido familiar, análogo al se piensa, a la creación de la flota ofi
gentilicio, lo que contribuyó todavía cial por parte de Temístocles, y lo más
más a postergar la primitiva deno probable es que Clidem o estuviera
minación. bien informado sobre el particular.
50 Akal Historia del M undo Antiguo
Bibliografía