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“ MVNDO I U
A ntígmo I y
Esta historia, obra de un equipo de cuarenta profesores de va
rias universidades españolas, pretende ofrecer el último estado
de las investigaciones y, a la vez, ser accesible a lectores de di
A ntïgvo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
monografía. Cada texto ha sido redactado por el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
U KLCIA
/ ^ n r r i A
Dircctof-de la obra:
Julio Mangas Manjarrés
(Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Complutense
de Madrid)
Diseño y maqueta:
Pedro Arjona
Págs.
B ibliografía.................................................................................................................. 70
El estado espartano hasta la época clásica 7
Introducción
«Meditando yo una vez eso de que Esparta, obras griegas posteriores en las que se
una de las ciudades menos pobladas, se reflejan alternativa o conjuntam ente
haya revelado la más poderosa y afamada las experiencias políticas ateniense y
de Grecia, me pregunté con admiración espartana, se experim enta la sensa
cómo pudo ello ocurrir; y, desde luego,
ción de que los veinte siglos que nos
cuando consideré las costumbres de los
Espartanos, dejé de admirarme. A Licurgo, separan de esas fuentes apenas sí han
el que les había dado las leyes en cuya obe hecho avanzar el gran debate sobre la
diencia alcanzaron la prosperidad, a ése sí form a m ás adecuada de gobierno de
que lo admiro y lo considero sabio hasta el los pueblos, sobre la resolución del
límite; porque él, sin imitar a las demás ciu conflicto entre la libertad y la disci
dades, e incluso discurriendo lo más opues p lin a , sobre el eq u ilib rio en tre la
to a la mayoría de ellas, encauzó a su patria dim ensió n estática y la dim ensión
por el camino de la prosperidad.» dinám ica de las leyes, sobre la dialéc
Jenofonte (?), La Constitución de los tica entre las élites, las figuras y las
Lacedemonios m asas; y sobre tantas y tantas cuestio
nes cruciales de m áxim a actualidad,
N o sabría uno decir cuál de los dos que aparecen planteadas y desarrolla
grandes estados griegos de la A ntigüe das en el conjunto de la literatura polí
d ad ha causado un m ayor im pacto en tica griega por referencia a esos dos
el pensam iento político europeo: si m odelos vivos, Atenas y Esparta.
Atenas, com o encarnación de la liber Ocurre, sin em bargo, que los dos
tad individual y de la forma m ás genui protagonistas del dilem a no tienen la
na de dem ocracia, o Esparta, el m ode misma consistencia histórica. La dem o
lo de dirigism o «com unista». Esta cracia ateniense de los siglos V y IV
dicotom ía, desarrollada en el seno de cuenta con una evidencia directa lo
u n a m ism a cultura, singular e im pre- suficientemente rica y abundante como
siva, com o es la griega, y sum ida en un para que se pueda considerar como
enfrentam iento bélico a ultranza, la una experiencia real en los térm inos
G uerra del Peloponeso, que el genio en que se conoce. Por el contrario, el
m agistral de Tucídides nos perm ite estado espartano sólo se nos aparece
revivir en su auténtica dim ensión polí en imágenes virtuales, que en la inm en
tica, ejerce un a fascinación en el h o m sa m ayoría de los casos no podem os
bre m oderno muy difícil de superar saber si reflejan la utopía o la reali
p or otras páginas históricas. Leyendo dad. Esparta llegó a ser un estado
a Tucídides y leyendo la larga serie de cerrado y celoso de su intim idad, has-
8 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
nico, que desarrollaron una am plia zos de la Epoca Arcaica parecen haber
producción, hoy perdida, dentro de sido expertos en las artes de trabajar el
dos géneros líricos magnos, el m onó bronce, el marfil y la m adera, desarro
dico y el coral. El segundo de ellos lladas en varios aspectos. U no de los
requiere, para su ejecución, un coro de géneros característicos fue el de la
voces y danzantes bien instruidos y estatuaria cultural, que arrancaba de
entrenados, lo que demuestra la exis una tradición anicónica y parece haber
tencia de una larga tradición local, al se perpetuado en un tipo semiicónico.
parecer vinculada al culto de Artemis A él debían de corresponder, entre
O rthia, que incluía un festival con un otras piezas, la estatua de Zeus dedi
concurso de coros. Alemán, el poeta cada en O lim pia en el s. V y la famosa
de finales del s. VII, de cuya obra, Atenea Poliouchos («D ueña de la ciu
publicada por los Alejandrinos en dad») de Esparta, debida al broncista
cinco libros, se h an conservado p ar y poeta Gitíadas, quien tam bién había
cialm ente dos partenios y algunos ver ejecutado los relieves de bronce que
sos sueltos, era lidio o jonio de naci adornaban las paredes de su templo.
miento, pero, aunque su genio creador Pausanias registra la presencia en
viniera de fuera, todo lo dem ás era O lim pia de dos grupos arcaicos reali
espartano. Los versos de Alem án refle zados en cedro y dorados, que repre
ja n una sociedad alegre y delicada,'en sentaban los trabajos de Heracles, el
profunda com unión con el espíritu héroe dorio, y eran atribuidos a dos
religioso de la fiesta, sublim ado por la escultores espartanos form ados en
m úsica y la danza. Sición. La tradición broncista de los
Por su parte, la Arqueología h a con Lacedem onios era una de las mejores
tribuido a desvelar la faceta artística de Grecia y desde muy tem prano dio
de los Lacedem onios relativa a las lugar a unas formas de gran calidad
artes m anuales, que aflora esporádi artística, que fueron am pliam ente
cam ente a las fuentes. Desde com ien- exportadas. Destacan las figurillas de
hoplitas, los espejos y, sobre todo, los
vasos de distintos tipos, con pequeñas
El Peloponeso en representaciones de anim ales adosa
el siglo VI a.C. das y con las asas m odeladas en forma
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I. La formación del
Estado espartano
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MESOA.
Tumbas antiguas.
parece bastante claro en este sentido. 900 a.C. Podría h ab er sido, pues, un
En Lim nas estaban las tum bas de la asentam iento posterior al de Pitaña; y,
dinastía de los E uripóntidas, que se si el nom bre de M esoa aludiera a su
m uestra m ás reciente, y allí se ubicaba situación interm edia entre P itañ a y
el fam oso tem plo de Artemis Orthia Lim nas, entonces h ab ría que conside
—ém ulo del de la A crópolis consa rarlo como más reciente que este últi
grado a A tenea Poliouchos— cuyo san mo, en contra de la sugerencia de
tuario inicial se fecha después del año Forrest. La situ ació n de C in o su ra
El estado espartano hasta la época clásica 17
ap u n ta asim ism o a una fecha inicial todo caso, ha prevalecido la actitud
posterior. crítica frente al relato de Pausanias,
La cuestión de la unidad política de aunque con im portantes divergencias.
estos núcleos, es decir del origen de la La antítesis D orios/Aqueos se supo
polis de Esparta, está intrínsecam ente ne ya superada en un m om ento tan
relacionada con el problem a de la avanzado com o el que refleja P ausa
diarquía, que se tratará más adelante. nias. No podem os saber, desde luego,
De todas formas, a pesar de su estruc en qué m edida los elem entos aqueos
tura fragm entaria. Esparta era una evacuaron Laconia a lo largo de la
u n id ad de poblam iento abocada en Edad Oscura, ni, inversam ente, cuál
form a natural a constituirse en polis; fue su grado de perm anencia e inte
el por qué de esa estructura y su posi gración, pero lo cierto es que la evi
ble relación con la organización pri dencia arqueológica acusa una hom o
m itiva o con la com ponente étnica de g en eid ad cu ltu ral en tre E sp arta y
la población es una cuestión que se A m id as a partir del 900 a.C.
nos escapa. Ya en 1958 W ade-Gery aceptaba el
testim onio de una inscripción de la
Epoca R om ana (IG V' 27) que pre
3. La incorporación senta a A m idas com o una de las obras
de Laconia de Esparta, y la singularidad de su
in co rp o ració n al núcleo esp a rtan o
La conquista de Laconia aparece glo sugiere, en principio, que su com po
sada en las fuentes, pero los detalles nente poblacional era significativa
contenidos en ellas no son de suyo m ente doria. Allí se debió de consti
fidedignos, por las razones generales tuir un pequeño reino independiente,
ya señaladas. Por otra parte, carece que pudo muy bien h ab er sido incor
mos de un p anoram a arqueológico de porado al estado de E sparta en la
esa conquista. D ependem os, pues, de época del rey Téleclo, es decir hacia el
una reconstrucción historiográfica que 750 a.C. No sabem os si la incorpora
ha de ser fundam entalm ente especu ción se llevó a cabo en forma conflic
lativa y, por lo tanto, hipotética. tiva, tal y com o establece Pausanias;
Com o se ha dicho, al reinado de quizá el grupo dirigente opusiera re
Arquelao y Carilo (1.a m itad del s. VIII) sistencia, pero lo cierto es que los
se atribuye una expansión hacia el habitantes de A m id as fueron los úni
Norte, que habría destruido la ciudad cos laconios que alcanzaron el status
de Egis y dejado bajo el dom inio espar de ciudadanos por igual con los de
tano la parte más septentrional del las cuatro aldeas de Esparta, y, ade
valle del Eurotas. Por su parte, P ausa más, conservaron el im portante culto
nias (2.6) constata el prim er m ovi local de Apolo Hyakinthos.
m iento hacia el sur, que adscribe a De todos m odos, el caso de A m i
Téleclo, sucesor de Arquelao. Según d a s no es claro. La ciudad lleva com o
Pausanias, Téleclo h ab ría ocupado las epónim o en la tradición a un rey de
ciudades de Amyklai, Pharis y Geron- la Epoca M icénica, es decir anterior a
thrai, p o seíd as a la sazó n p o r los los H eraclidas, y es posible que se tra
A queos, m ientras su hijo Alcám enes tara, com o indica P ausanias, de un
conquistaría a continuación la tam núcleo poblacional aqueo perpetua
bién aquea ciudad de Helos, próxim a do en la Edad Oscura. El estableci
al m ar, después de vencer en u n a b ata m iento en el m ism o de p o b lació n
lla a sus habitantes, apoyados por los doria, sum ada a u n a población aquea
Argivos. Algunos historiadores m oder tal vez residual, explicaría, p o r un
nos h an aceptado esa versión, pero lado, la u n ifo rm id ad de la cultura
tam bién ha sido m uy discutida, y, en m aterial y, por otro, la integración en
A k a l H isto ria d e l M u n d o A n tig u o
IX
plem ente para cooperar en el mismo. la sum isión de M esenia, que sólo sería
Lo verdaderam ente im portante es posible si Esparta conservaba una situa
que la anexión de M esenia en esas ción preponderante en el Peloponeso;
condiciones —al m argen de que tuvie de m odo que la estructura económ ica
ra un precedente en L aconia— dejó del estado espartano obligaba a sus
establecido el m odelo socioeconóm i beneficiarios a em plear sus energías
co del estado esp artano. La tierra, en la órbita militar. Es m uy posible,
ab u n d an te y explotada en un régim en sin em bargo que esa tendencia a la
servil, constituía para los ciudadanos exaltación de los valores castrenses
de E sparta un a fuente de riqueza más haya operado a p artir de la llam ada
que suficiente, al m enos en u n a p ri Segunda G uerra M esenia, es decir en
m era época, y ello hacía innecesario el el m om ento en que Esparta, vencida
desarrollo de la industria y el com er prim ero por Argos, vivió a co n tin u a
cio. A hora bien, u n a vez' elegida esa ción el riesgo de perder esas ricas tie
trayectoria, la supervivencia esparta rras m esenias que le proporcionaban
na dependía del m antenim iento de sus recursos.
El estado espartano hasta la época clásica 21
reforzaba su posición de cara al con m anifiesto que era esa la única vía de
trol de M esenia. m antener la A lianza Espartana.
A unque los historiadores m odernos En adelante, cuando la A sam blea
han aplicado a esta coalición el nom de Esparta votaba a favor de una gue
bre de Liga Peloponesia, no existe un rra, la decisión debía ser ratificada por
verdadero paralelism o entre ésta y la la m ayoría de los m iem bros de la
Liga Atico-Délica. E sparta desem pe Alianza, en un congreso donde cada
ñaba ciertam ente un papel prom i estado tenía un voto. Si la ratificación
nente en una coalición que se iden se producía, entonces ya la gestión de
tificaba com o «los Lacedem onios y la guerra quedaba en m anos de E spar
sus aliados», y que tenía un carácter ta. En fin, los m iem bros de la Liga
bilateral; pero, al m enos a finales del podían guerrear entre ellos, porque no
s. VI, las decisiones se tom aban por tenían tratados de alianza, y, desde
votación entre los representantes de luego, no les cabía recabar ninguna
los estados coaligados, según se des ayuda de Esparta en esos casos; en
prende del relato de H eródoto sobre cam bio, si alguno era atacado por un
la asam blea en la que el rey esparta estado no aliado de Esparta, ésta se
no Cleóm cnes propuso sin éxito res veía obligada a acudir en su auxilio
ta b le c e r a H ip ias com o tira n o de «con todas sus fuerzas y de acuerdo
Atenas. Incluso C orinto se había per con su habilidad».
m itido poco antes la iniciativa de reti
rar sus tropas en un m om ento en que 4. Iniciativas en el Egeo
las fuerzas de la A lianza E spartana y Asia Menor
av an zab an contra Atenas y se h alla
b an ya en Eleusis. Esta defección se ha H eródoto ha dejado constancia en sus
querido explicar suponiendo que fue Historias de algunos contactos de Espar
debida al desacuerdo entre los dos ta con el entorno no helénico oriental.
reyes espartanos, pero lo cierto es que El rey lidio Creso habría regalado a
la retirada del rey D am árato se p ro los E spartanos el oro que fueran a
dujo después de la de los C orintios, o buscar en su reino para elaborar una
al m enos así aparece en Heródoto. estatua de Apolo, y, posteriorm ente,
La Liga Peloponesia o A lianza Es Creso habría solicitado establecer una
partana, com o prefiere llam arla algún alianza con Esparta frente a Persia,
historiador, se nos m uestra com o un con cuyo rey, Ciro, se proponía entrar
tipo de federación dirigida a la polí en guerra. La respuesta espartana fue,
tica exterior, que dejaba un im por al parecer, positiva y sellada con el
tante m argen de iniciativa a sus m iem envío de un caldero de bronce com o
bros. Estos eran oficialm ente aliados presente. Sin em bargo, cuando Creso,
de Esparta, aunque el estado espar sitiado en Sardes por los Persas, pidió
tano procuraba asegurarse de que tales urgente ayuda a los Espartanos, éstos
estados se m antuvieran gobernados no llegaron a hacerla efectiva, porque
p or oligarquías que les fueran favora antes de su partida recibieron la noti
bles. Se ha supuesto que el congreso cia de la captura de Creso. No pode
celebrado hacia el 504 para debatir la mos saber hasta dónde llega la vera
propuesta espartana relativa al regre cidad de este relato, puesto que la
so de H ipias, m arca el final de una p ri alianza con Lidia no tuvo consecuen
m era etapa de la Liga, en que los cias, pero al m enos la tom a de con
A liados debían seguir ciegam ente las tacto entre Esparta y Lidia debe de
iniciativas de Esparta, y sienta las b a ser cierta.
ses de un funcionam iento m ás dem o Tam bién se docum enta en H eró
crático. Posiblem ente la actuación de doto el envío de un presente a los
C orinto en Eleusis h abía puesto de Espartanos por parte del rey egipcio
26 A k a I H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
Amasis, aunque nada más sabem os ron a la dem anda de los em bajadores
de esa relación. Juntam ente con los jonios y eolios enviando a Focea una
C orintios, los E spartanos llevaron a nave con un em isario acom pañado de
cabo, siem pre según H eródoto, una unos pocos hom bres. Este se dirigió
ofensiva contra el tirano de Sanios, en solitario a Sardes para pedir a Ciro
Policrates, pero no pudieron tom ar la que se abstuviera de hostilizar a las
ciudad y hubieron de retirarse. Los ciudades griegas m inorasiáticas, por
detalles de la tradición herodótea (1.70; que Esparta no lo recibiría con indife
3.44,47,48 y 54) podrían no ser au tén rencia: sem ejante em bajada no hizo
ticos, pero la noticia de la expedición sino provocar la sorpresa prim ero, y
probablem ente sí lo es, com o tam bién luego la cólera, del rey persa.
la ineficacia de los atacantes.
M ás difícil resulta determ inar la 5. La figura de Cleómenes
motivación de la empresa. No es im po
sible que los Sam ios hubieran p ira Después de estos escarceos tan poco
teado, en efecto, las naves que co n d u brillantes en política exterior. Esparta
cían el presente espartano destinado a conoció un reinado, el de Cleóm enes I,
Creso, así com o el que Amasis enviara lleno de iniciativas. Según refiere H eró
a Esparta; o que los antepasados de doto (5.39), C leóm enes era hijo de
los exiliados de Sanios hubieran ayu A naxandridas y de una segunda espo
dado a los E spartanos en la conquista sa que había tom ado el rey con la
de M esenia; o, en fin, que esa genera autorización de los Eforos y de la
ción de sam ios hubiera dado asilo a G erusía ante la sospecha de que la p ri
los trescientos jóvenes nobles de Cor- m era era estéril. Después de nacer
cira supuestam ente enviados por Pe C leóm enes tuvo ésta, sin em bargo,
riandro al rey de Lidia. Alguno de tres hijos: Dorieo, Leónidas y C leom
estos hechos podría ser cierto: difícil broto. C leóm enes sucedió a su padre,
mente todos ellos. El verdadero valor, pero, com o no tuvo descendencia m as
sin em bargo, de esos testim onios es el culina, le sucedió su herm anastro Leó
modo com o reflejan el im portante nidas. El acceso al trono de Cleóm enes
papel jugado por Samos en el control se justificaba por su prim ogenitura,
de las rutas del Egeo, lo cual podría pero, al decir de H eródoto (5.39 y 42),
explicar de suyo la intervención con defraudó las expectativas de Dorieo,
ju n ta de Esparta y C orinto en sus que esperaba ser el elegido, en razón
asuntos. Al parecer, Policrates había de sus positivas cualidades p erso n a
conseguido el poder con la ayuda de les, opuestas al natural im petuoso y
Ligdamis, el tirano de N axos que era rayano en la locura que habría m an i
amigo y aliado de Pisistrato, el de Ate festado C leóm enes desde el prim er
nas: derrocar a Policrates y devolver m om ento. Al m argen de la veracidad
el gobierno de Sam os a los exiliados de estos detalles, la referencia de H eró
significaría sacar a ese estado insular, doto pone de m anifiesto el clim a de
que vivía por entonces una etapa de tensiones que rodeó el com ienzo de
esplendor, de la órbita ateniense e este reinado y la existencia de un sec
introducirlo en la esfera peloponesia. tor opuesto al rey en el seno de su p ro
No es necesario buscar, por tanto, en pia familia. La necesidad de apoyarse
esa iniciativa una actitud espartana de en la adhesión de las tropas fue quizá
repulsa a la tiranía com o tal. un móvil fundam ental en la trayecto
Tampoco se habían destacado pre ria de Cleóm enes.
cisam ente los E spartanos en un ante Parece que fue este rey quien consi
rior intento de prestar “ayuda a los guió por la fuerza poner a M égara b a
Jonios contra Persia. C uenta H eró jo la soberanía espartana. Después,
doto (1.152) que aquéllos respondie C leóm enes fue requerido por los ciu
El estado espartano hasta la época clásica 27
8. El asunto de Egina
C uando los Eginetas cedieron a las
exigencias de sum isión cursadas por
el rey D arío a través de sus heraldos,
los atenienses tuvieron m iedo de ser
atacados por los Persas con la ayuda
de Egina y solicitaron la intervención
de Cleóm enes. Este pasó a la isla y exi
gió que le fueran entregados com o
rehenes los ciudadanos m ás distingui
dos, a lo cual los Eginetas se negaron,
alegando que el rey había sido com
prado por Atenas y que, viniendo de él
sólo la orden, no se consideraban obli
gados a cum plirla. Esta actitud les
h abría sido inspirada por D am árato,
que conspiraba contra su colega. C leó
m enes regresó entonces a Esparta y
urdió, a su vez, una intriga para lib rar
se de él. S obornando al O ráculo de
Figurita de bronce de Atenea,
Delfos, consiguió que D am árato fuera
hallada en Mesenia i declarado bastardo (H eródoto 6.66) y
(Comienzos del siglo V a.C.) I sustituido en el trono por Latíquidas,
El estado espartano hasta la época clásica 29
9. El fin de Cleómenes
Sin em bargo, D am árato consiguió de
algún modo sacar a la luz la m an ip u
lación de C leóm enes, quien optó por
exiliarse a Tesalia. Desde allí se dirigió
a la A rcadia (H eródoto 6.74), reca
b an d o de sus habitantes un juram ento
de fidelidad hacia su persona, con vis
tas a una acción subversiva contra
Esparta. Ante esa am enaza, los E spar
tanos ofrecieron de nuevo a C leóm e
nes la corona, pero por entonces esta
ba ya m anifiestam ente loco y acabó
d ándose muerte (H eródoto 6.75).
La figura de C leóm enes protago
niza la política exterior espartana de
finales del s. VI, yue es la verdadera
m ente relevante en la Epoca Arcaica.
A pesar de los excesos com etidos por
este rey, excéntrico y falto de escrúpu
los, hay que reconocer que en co n
ju n to su labor fue eficaz. No cedió a la
tentación de im plicarse en em presas
ultram arinas contra los Persas, contri
buyó activam ente a m antener el pode
río espartano sobre el Peloponeso con
la dom inación de M égara y el castigo
de Argos, e intentó por todos los medios,
aunque no lo consiguiera, introducir a
Atenas en la órbita política de Esparta.
Algunos historiadores modernos han
ap u n tad o la hipótesis de que detrás
Cabeza de un grifo, de bronce,
del relato de Heródoto sobre el fin de hallada en Olimpia
C leóm enes se encuentre en realidad (Primera mitad del siglo VII a.C.)
un asesinato encubierto. C leóm enes Museo de Olimpia
h abría conseguido un grado de ad h e
sión a su persona por parte de los ho-
plitas que resultaría conflictivo res
pecto de los poderes de los órganos
constitucionales, provocando un cli
ma de hostilidad favorable a la intri
ga, protagonizada por el rey D a m á
rato. La insistencia sobre su locura
por parte de las fuentes que m aneja
H eródoto resulta de hecho un tanto
sospechosa.
30 Akal Historia d el M undo Antiguo
La población del estado de Esparta se por separado los Pánfilos, los Híleos y los
integraba en tres status: los llam ados (Dimanes)
con propiedad Espartanos (Spartia- blandiendo con los brazos las lanzas de
tai). los Periecos y los Ilotas. Sólo los fresno matadoras de hombres.»
prim eros gozaban del derecho de ciu
(/·>. 1, vv. 50-52)
d ad an ía a todos los electos. Vivían en
las cuatro aldeas de Esparta y en el Por otra parte, la epigrafía de época
núcleo de A m idas, situado un poco rom ana evidencia una división de los
más hacia el sur en el valle del Euro- ciudadanos denom inada aba. Lim
tas. Algunos historiadores han supues nas, Pitaña y C onoura se identifican
to que h ab itab an otras pocas aldeas com o ohai, de m odo que tam b ién
más. Poseían, al parecer, una asig debía de serlo M esoa, la cuarta aldea
nación individual de tierra, que cul espartana, que sigue constituyendo
tiv ab an los Ilotas, y se d e d ic a b a n una unidad de poblam iento en esa
a las tareas m ilitares y de carácter época. Son obai asim ism o A m id as y
público. N eápolis, sin duda una aldea fundada
en el Período Helenístico. F in alm en
te, una inscripción que se atribuye al
1. Tribus y Obas s. V ó VI a.C. (SEG XI 475 a.4) m en
Los E spartanos estaban integrados en ciona la obra de Arkaloi.
las tres tribus que se docum entan en A su vez, el//·. 541 de la Constitución
los dem ás estados dorios: Pamphyloi, de los Lacedemonios de Aristóteles dice
Hylleis y Dymanes. Se trata, por tanto, que Esparta tenía cinco regim ientos
de una división correspondiente al ancestrales (lochoi), uno de los cuales
período migratorio, aunque no pode se denom ina Mesoa, lo que ha hecho
mos establecer su grado de continui pensar que todos ellos eran de carác
dad o su eventual recreación secun ter local. Por su parte, H eródoto m en
d aria. El d o cu m en to m ás genuino ciona un lochos de Pitaña.
sobre la existencia de la división tribal Esta evidencia es dem asiado lim i
antigua en la Esparta Arcaica es un tada com o para poder extrapolar a
fragm ento papiráceo de Tirteo, perte partir de ella el carácter de las tribus y
neciente a un poem a donde se exhorta de las obas, y, consecuentem ente, la
al com bate: m utua relación de estas divisiones. Su
«Vayamos, cubiertos con los cóncavos relevancia a efectos m ilitares y políti
escudos cos resulta asim ism o difícil de deter-
El estado espartano hasta la época clásica 31
Prometeo
I
Deucalión - Pirra
HELEN Orséis
(Helenos)
ciu d ad an o solicitara a su tribu la asig agrícola practicada por los Ilotas era
nación y que esta le fuera concedida o difícilm ente com patible con un régi
no, en función de las disponibilidades m en jurídico de propiedad fondiaria
y de los diversos factores que intervi libre que en ese contexto histórico
nieran en la adjudicación; y que, en conducía al latifundism o, com o en
caso negativo, tuviera que intentar efecto o cu rrió (A ristóteles, Política
d etraer del kleras paterno la contribu 1270a); ello tuvo que ponerse de m an i
ción debida al phidition en espera de fiesto en forma dram ática al produ
una op o rtu n id ad favorable, llegando cirse la pérdida de M esenia, y de ahí
eventualm ente a perder el derecho de que los reyes reform adores no vieran
ciu d ad an ía. O quizá no ingresaba en otro m odo de salir adelante que la
el phidition hasta que no obtenía un vuelta al mítico sistem a de Licurgo.
kleros.
En tales supuestos, el núm ero de los
ciu d ad an o s propiam ente dichos esta
3. La igualdad patrimonial
ría en función del núm ero de los kle- U na cuestión particularm ente espi
roi. Ello podría significar que, en la nosa es la de la supuesta igualdad fon-
fase de sob reab u n d ancia de tierras d iaria entre los Espartanos. Polibio
subsiguiente a la incorporación de (6.14) atribuye a los «escritores más
M esenia, la tendencia creciente del sabios de la A ntigüedad, Eforo, Jeno
cuerpo de ciudadanos era viable, pero fonte, C alístenes y P latón» la afirm a
que, u n a vez agotado el stock, debía ción de que en Esparta «ningún ciu
producirse un colapso en esa ten d en d ad a n o podía poseer m ás patrim onio
cia. Por otra parte, si la disponibilidad que otro, sino que todos ellos debían
de los kleroi por parte del estado lle tener igual porción de la tierra p úbli
gaba a verse restringida por la intro ca». P latón (Leyes 736c) e Isócrates
ducción de prácticas que propiciaran (12.259), concretam ente, parecen haber
la acum ulación, lo cual es verosímil creído que la distribución igualitaria
que haya ocurrido al m enos desde el de la tierra arrancaba de la época de
com ienzo de la Época Clásica, la co n im plantación de los Dorios en el Pelo-
secuencia inm ediata sería una ten poneso y había perm anecido inalte
dencia a la reducción del cuerpo de rada; Eforo, en cam bio, la atribuía a
ciudadanos. N o es im probable que se Licurgo. Por otra parte, en la versión
haya desarrollado tal proceso, ya que de Plutarco (Lic. 8.4) sobre la redistri
sobre esa dism inución progresiva del bución de Licurgo, la igualdad no se
cuerpo de los ciu dadanos a lo largo de establece por las dim ensiones de los
la Época C lásica sí tenem os una evi kleroi sino por su adecuación en pro
dencia fiable, com o así tam bién del ductividad, lo que evidencia u n a falta
au m ento p au latin o de las diferencias de u n an im id ad entre los Antiguos a la
entre ricos y pobres. La acum ulación hora de interpretar la igualdad p atri
patrim onial p o r parte de un sector de m onial de los Espartanos.
la so cied ad h a b ría con llev ad o un Los historiadores m odernos, desde
au m ento del nivel de vida, pero no de G rote, tienden a considerar que esa
la descendencia, y, a su vez, el dete igualdad no es m ás que un m ito crea
rioro económ ico del otro sector, cada do en el s. IV, que servía com o base a
vez más m ayoritario, h ab ría reducido las utopías políticas, proporcionaba
el núm ero de los ciudadanos proce u n térm ino de contraste a la situación
dentes del mismo. Ese puede haber tan opuesta de Atenas y funcionaba
sido el proceso decadente experim en en la propia E sparta com o u n argu
tado p o r Esparta. m ento a favor de los intentos de refor
U na polis de ciudadanos im produc ma. U na de las razones de esa actitud
tivos dependiente de u n a econom ía es el silencio de Aristóteles sobre el
40 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
la Retra h ab ría lim itado su poder, y, del estado en los térm inos en que se
luego, la Adición le h abría perm itido desarrolló tendría que hab er im pe
recu p erar posiciones. Por el contra dido la m anifestación del conflicto;
rio, E hrenberg considera que la p ri pero no sólo no ocurrió así sino que
m itiva sociedad esp artana era singu Tucídides afirm a que la stasis duró en
la rm e n te ig u alitaria, frente a otras E sparta más que en otros lugares. Por
com u n id ad es griegas, en las que la su parte, Aristóteles (Po!. 3.1306b) dice
p re p o te n cia de las aristo cracias es que algunos h ab ían sufrido a conse
sin cronizable con la prim era etapa de cuencia de la guerra con M esenia y
sus poîeis, Y ello p o r dos razones: p ri reclam aban una redistribución de la
m ero, porque el desarrollo sociocultu tierra, rem itiéndose en relación con
ral de los Dorios era m uy lim itado en esta noticia al poem a de Tirteo lla
el m om ento de su im plantación en el m ad o E unom ía, N a tu ralm en te esta
Peloponeso y no h ab ía alcanzado una referencia puede tener varias lecturas,
fase de diferenciación social; y, segun pero la relación que se establece entre
do, porque la existencia de los Ilotas el conflicto de la tierra y las G uerras
fom entó el m antenim iento de la un i M esenias es inequívoca.
dad, debido a que todos los E sp arta A p artir de aquí se plantea una dis
nos tenían tierras y cultivadores som e yuntiva difícil. O bien, al configurarse
tidos. Sin em bargo, d en tro de esa el estado, se h ab ía establecido de un
u n id ad se h ab ría ido estableciendo m odo u otro u n a form a de distribu
u n a desigualdad derivada de un repar ción equitativa de la tierra, y luego el
to no equitativo del botín, que exten- territorio de M esenia se distribuyó de
dería los privilegios de los reyes en u n m odo diferente, originando así un
este sentido a otros ciudadanos. En la conflicto po r contraste, o bien la di ver
anexión de M esenia, esta tendencia sificación patrim onial se h ab ía ido
pud o d a r lugar a u n conflicto en el produciendo de una m anera p au la
seno del cuerpo de ciudadanos. tina, y las tierras de M esenia la hicie
Los historiadores antiguos, al igual ron tan acusada que se llegó al am otina
que los m odernos, m an eja b an esos m iento de quienes h ab ían intervenido
tres conceptos de unidad-igualdad, en la cam paña y no se veían com
diferenciación social y conflicto, pero pensados.
los co m b in ab an de diferentes m ane En cualquier caso, el conflicto se
ras. G eneralm ente prevalecía el m ito resolvió, aunque no sabem os cóm o ni
de laeunom ía establecida por Licurgo, cuándo exactam ente. Si en verdad se
lo que, com binado con la datación de dio satisfacción inm ediata a la dem an
finales del s. IX que se atribuía al legis da que recoge Aristóteles, debió de ser
lador, obligaba a retrotraer los co n de un m odo lim itado, ya que a raíz de
flictos h asta u na fecha rem ota, en la las G uerras M esenias es cuando m ás
que carecen de sentido. se evidencia u n a concentración de la
N o hay duda de que esos conflictos riqueza. Parece m ás verosím il que se
existieron, porque afloran a las fuen haya adoptado algún sistem a ten
tes m ás autorizadas, y tam poco de que dente a g arantizar una u n id ad fondia-
se m anifestaron en el m arco de la ria a cada ciudadano a m ediados del
polis, no antes. T am bién está claro que s. VI, que es cuando se aprecian in d i
ten ían que ver con la tierra. Y, en fin, cios de u na «revolución popular» y
se puede considerar que los ocasionó cuando el m odelo social espartano
p re c isa m e n te la in c o rp o ra c ió n de debe de h ab e r alcanzado sus rasgos
M esenia, porque, de haberse p ro d u m ás genuinos. Tal vez fuera ese el
cido, com o en otros lugares, p o r u n a m om ento en que se configuraron los
dism in u ció n de las rentas agrícolas kleroi antiguos y esa tam bién la apoya
per capita, la trayectoria expansionista tura histórica del m ito de la igualdad.
[ A kal Historia d e l M undo Antiguo
los siervos cretenses, podían poseer estudiada, porque aparece enm asca
sus propios ganados. rada bajo la apariencia de u n a rela
Los Ilotas estaban ligados a la tierra ción tributaria.
que trab ajab an , y, a través de ella, al Resulta difícil en verdad precisar
c iu d ad an o de E sparta que la poseía. cada caso. La diferencia no es grande,
Sólo podían ser m anum itidos p o r el en la práctica, entre un pueblo som e
estado, lo que u nido a su inalienabili- tido por un estado im perialista al que
dad, les otorga un cierto carácter de paga un tributo y un pueblo que es
esclavos públicos. subyugado po r un grupo m ás redu
cido, pero tam bién m ás fuerte, al que
1.2. Tipificación del ilotado debe m antener con su trabajo. Sin
em bargo, en un planteam iento estruc
La figura socioeconóm ica del ilota tu ral esa diferencia es im p o rtan te.
y su origen son dos cuestiones muy U na forma más desarrollada de esta
debatidas por los historiadores m oder últim a relación conlleva la división
nos. Su tipificación com o esclavos del territorio y de la población origi
públicos aparece p.e. en E hrem berg y naria del m ism o en lotes que se adscri
Bengtson. Otros estados griegos, entre ben individualm ente a los elem entos
ellos Atenas, tenían esclavos públicos, dom inantes. En este supuesto, al que
pero éstos se diferenciaban de los p ri se aproxim a, a lo que parece, el caso
vados precisam ente en su no dep en espartano, la relación adopta u n a ap a
dencia de un particular, cosa que no riencia feudal, pero no lo es, en la
ocurría con los Ilotas. Por ello, Dies- m edida en que no resulta de la dife
n er considera que eran m ás esclavos renciación en clases de una m ism a
privados que estatales. sociedad, y tam poco asum e la estruc
M odernam ente h a prevalecido, sin tura piram idal característica del feuda
em bargo, la tendencia a asim ilarlos a lismo. Además, la población som etida
ciertos grupos de pobladores no libres m antiene su conciencia de n ac io n a
de otras partes de G recia que tam poco lid ad y asp ira a la in d e p e n d e n c ia
p ueden ser llam ados con propiedad política.
esclavos. Pero, p o r desgracia, sobre Esta aproxim ación al problem a del
esos grupos no sabem os casi nada, y ilotado abre u n a nueva perspectiva
sólo podem os identificarlos vaga clarificadora, pero tam bién com plica
m ente com o siervos agrícolas; d en o las cosas, p o r cuanto que obliga a
m in a c ió n ésta que pu ed e re su lta r situar el origen de la institución en la
tam bién equívoca, por lo que algunos época m igratoria, que es p ara noso
prefieren utilizar la expresión m ás tros u n a laguna histórica, salvo en lo
inconcreta de agricultores d ep endien referente a la cultura m aterial. Y retro
tes. P o d ría tratarse, en general, de traer el ilotado y los status afines al
poblaciones subyugadas por otros pue m ism o a la E tapa M icénica, com o
blos establecidos secundariam ente en pretende algún historiador, tam poco
el territorio o en sus aledaños, que los so lu cio n a el pro b lem a. E n su día,
obligan a seguir cultivando sus tierras, M üller defendió la teoría de que los
exigiéndoles una parte im portante del Ilotas eran los descendientes de los
b en eñcio obtenido. Las áreas doria y h abitantes pregriegos, som etidos por
eolia de la H élade acusan form as de los A queos antes de la llegada de los
d ep en d en cia de ese tipo, e incluso se D orios, pero no existen testim onios en
h a inten tad o interpretar el hectem o- favor de esta hipótesis, Teopom po (Fr;
rado del A tica desde el m ism o punto Gr. Hist. 115F.I22) consideraba a los
de vista. Tal práctica aflora con clari Ilotas com o aqueos, lo cual ha sido
d ad a algunos docum entos del P ró aceptado po r m uchos historiadores
xim o O riente, aunque no está bien m odernos. Por su p arte, K ah rsted t
46 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
supuso que los Ilotas laconios eran cuestión com porta una am bigüedad
tan dorios com o los Espartanos, y que desafortu nada.
habían caído en esa dependencia a P ausanias ubicaba la conquista del
consecuencia de las deudas, p o r asi bajo valle del Eurotas una generación
milación de su situación a la de los antes del inicio de la dom inación de
Ilotas mesenios; una tesis que no ha M esenia, pero tam bién existían otras
hecho fortuna. Las posibles hipótesis trad icio n es. H elánico (Fr. Gr. Hist.
de trabajo son, en definitiva, m uchas, 4F.188) dice que Helos, la ciudad ocu
pero la evidencia disponible no per p ad a por los Ilotas, fue la prim era de
mite verificar ninguna de ellas. rrotada por los Espartanos; Eforo. por
su parte, atribuye a Agis I, el hijo de
Eurístenes, la captura de esa ciudad.
1.3. Ilotas, mesenios y laconios
Los historiadores m odernos suelen
El doble carácter laconio y m esenio recoger la versión de Pausanias, pero
del ilotado desconcertaba ya a los recientem ente C artledge ha postula
Antiguos y sigue plan teando dificulta do una fecha muy tem prana para esta
des. El caso de los M esenios era teóri operación. Al poco de haberse instalado
camente explicable com o el resultado en el alto valle del Eurotas, los Esparta
de una resistencia prolongada, pri nos hab rían continuado la expansión
mero. y de una sublevación, después, río abajo. En el área de Helos se encon-
contra el dom inio espartano. Esas gue abajo. En el área de Helos se encon
rras eran recordadas por la tradición, traría a la sazón una población aquea,
y, con independencia de que la po b la que fue subyugada. Estos h abitantes
ción fuera o no doria, su status se ju sti h ab ría n sido obligados a perm anecer
ficaba por el derecho de conquista. De en sus tierras y a cultivarlas en benefi
hecho había una tendencia a finales cio de los E spartanos, acab an d o por
del s. V a.C. a utilizar indistintam ente perder su conciencia de nacionalidad.
el término Ilotas y M esenios, no sólo El ilotado de Laconia habría p ropor
por esa razón sino porque la m ayoría cio n ad o el m odelo de dependencia
de los Ilotas eran descendientes de los aplicado siglos después en M esenia.
Mesenios subyugados antaño, según Esta hipótesis no parece, desde luego,
puntualiza Tucídides (1.101.2). desacertada. El área de H elos estaba,
Los Ilotas laconios fueron siem pre en efecto, expedita a quien ocupara el
menos numerosos, p o r ser allí más resto del valle del E urotas, lo que
reducido el terreno cultivable, y debían podría explicar su tem prana d o m in a
de concentrarse preferentem ente en la ción y la ausencia de sublevaciones
llanura de Helos, que era la región posteriores. Por otra parte, la identifi
más fértil de Laconia. D e ahí, quizá, la cación com o aqueos de sus h abitantes
etimología que hacía derivar el tér justifica m ejor su form a de adscrip
mino heilotes de ese topónim o. Sin ción al estado espartano, que p erm a
embargo, resulta más verosímil su deri neció en parecidos térm inos, es decir
vación a partir de la raíz heil («captu sin integración, hasta la conquista
rar»). lo que le daría el significado de rom ana. El problem a es que esta h ip ó
«capturados», válido probablem ente tesis no cierra la cuestión del origen
para los laconios y, desde luego, para del ilotado en Laconia. Las dem ás tie
los de Mesenia. No es im probable, por rras cultivables de esta región que no
otra parte, que el topónim o Helos deri pertenecían a las com unidades de los
vara de la misma raíz, significando Periecos estaban tam bién cultivadas
«tierra capturada, tierra 4e los C ap tu po r ilotas, de m odo que, si el status fue
rados». De todos m odos el tra ta creado a raíz de la conquista de Helos,
miento etimológico de los topónim os h ab ría que p en sar en un trasplante de
siempre es arriesgado, de m odo que la ilotas hacia las zonas del N orte, con la
El estado espartano hasta la época clásica 47
consiguiente liberación de todos los del núm ero de ellos que tuvieran que
E sp artan o s de los trabajos agropecua vivir del kleros, de la relación entre esa
rios; pero tam b ién es posible que renta y la producción total, de las posi
esa situación tuviera su origen en el bilidades de com pletar la dieta por
m om ento de la im plantación de los otras vías, etc...; variables todas ellas
Dorios o de una parte de ellos en que no podem os controlar. K ahrstedt
Laconia. supuso que la renta m encionada por
Plutarco era la producción total del
1.4. La prestación de los Ilotas kleros, y que de ella recibían una parte
para su sustento los Ilotas, pero es sólo
Por lo que respecta al nivel económ ico u n a hipótesis, que no ha parecido
y a las condiciones de vida de los Ilo necesaria a quienes, com o Jardé, han
tas, es de su p o n er que haya tenido, en intentado evaluar los rendim ientos de
general, u n a tendencia a m ejorar con las tierras de cultivo espartanas.
el paso del tiem po, pero no se pueden Así, pues, la inform ación de P lu
establecer dem asiadas precisiones. Un tarco en este sentido ha parecido en
fragm ento de Tirteo (fr. 5 D iehl) alude general correcta, así com o tam bién la
a la entrega de la m itad de la cosecha: que se refiere a la contribución esta
«al igual que asnos por grandes cargas blecida p ara el phidition (Lic. 12):
agobiados «Llevaba cada uno al mes un medimno
a sus dueños entregando, por triste de harina, ocho jarras de vino, cinco minas
necesidad, de queso, cinco medias minas de higos...»
la mitad de cuantos frutos produce la
tierra.» El cotejo de esta contribución a las
Este testim onio es aceptado com ún m esas com unes, en las que cada ciu
m ente com o definidor de las obliga d ad an o hacía al m enos una com ida al
ciones de los Ilotas, pero podría refe día, con el producto obtenido del kle
rirse tan sólo a la situación de los ros, indica que el trabajo aportado por
M esem os a raíz de la P rim era G uerra. los Ilotas dejaba al beneficiario del
O tras fuentes parecen im plicar que la m ism o un im portante excedente; no
can tid ad a entregar era fija, no pro sabem os si de él tenía que entregar
porcional a la cosecha. La alusión a algo al estado, pero es probable que la
las dim ensiones del kleros a través de cantidad aportada al phidition, que
su productividad contenida en P lu parece excesiva para la dieta de un
tarco (Lic. 8.4) h a sido interpretada solo hom bre, sirviera tam bién para la
tam bién com o un indicio de la renta alim entación de los niños y jóvenes,
entregada p o r los Ilotas: el gasto público verdaderam ente sig
nificativo.
«El kleros de cada uno era de unas di
mensiones tales como para producir una Sobre el núm ero de ilotas adscritos
renta (apophorá) al hombre de setenta me a cada kleros no existe evidencia direc
dimnos de cebada, y a la mujer, de doce ta, y es de suponer que fuera variable,
(unos 6.000 kgs. en total), y un número si se trataba, com o parece, de fam ilias
equivalente de frutos frescos.» naturales de adscripción perm anente.
Se suele calcular en función de la noti
La referencia a la cebada garantiza cia de H eródoto (9.10) en el sentido de
la antigüedad del testim onio, porque que en la batalla de Platea cada uno
sabem os que es el p rim er cereal que se de los cinco m il espartanos presentes
cultivó, prefiriéndose m ás tarde el tri estaba atendido p o r siete ilotas. Ello
go y el centeno para la alim entación no tiene por qué im plicar que fueran
h u m an a; pero desconocem os la inci siete las fam ilias ilotas de cada kleros,
dencia real de esa aportación en la com o pensó M üller, pero, si no fueron
econom ía de los Ilotas, D ependería las m ujeres, ni los niños ni todos los
48 A k a ! H is to rie d e l M u n d o A n tig u o
2. Los Periecos
2.1. Definición y origen del
«status»»
A m plias áreas del territorio del estado
espartano, especialm ente en Laconia,
correspondían a las com unidades de
los Periecos. Los ciudadanos de E spar
ta se llam ab an Spartiatai, pero la m en
ción correspondiente al estado era
«los L aced em o n io s» , y en ella se
incluía a los Periecos. El origen de
estas com unidades, su incorporación
a la polis lacedem onia, su d ependen
cia respecto del estado y su o rganiza
ción interna son cuestiones todas ellas
m uy discutidas, pero lo que sí está
claro es que los Periecos eran libres no
ciudadanos.
C ontam os con evidencia arqueoló
gica sobre unos treinta núcleos perie
cos y conocem os los nom bres de unos
ochenta, pero no sabem os cuántos
eran en total. La tradición historiográ-
fica griega m anejaba la cifra del cente
nar, aunque posiblemente hubiera más.
Se trataba de aldeas, situadas en su
gran m ayoría en Laconia. Su m ínim o
Estatua de guerrero,
desarrollo era debido sin duda a los hallada en Olimpia
escasos rendim ientos que producían {Siglo VII a.C.)
globaim ente sus tierras, aunque pue Museo Nacional de Atenas
den h ab e r coadyuvado otros factores.
C artledge considera que el hecho de del ilotado se contaran entre las más
h ab e r sido esas tierras m enos apeteci productivas.
bles p ara los E spartanos explica el Es bastante seguro, po r otra parte,
que no fueran convertidos sus dueños que el status perieco no fue alcanzado
en ilotas; sin em bargo, es difícil que la p o r todas las com unidades del m ism o
productividad haya sido la única razón m odo. El caso de Asine, p.e., está bien
de la distribución de los dos status, ya docum entado com o u n reasentam ien
que la ubicación de las tierras y otras to de una población evacuada de su
eventualidades debieron de ju g ar un h áb itat originario. Y alguna co m u n i
papel en este sentido. Posiblem ente d ad perieca había sido en el origen
no todas las tierras bu enas de Laconia u n a colonia de E sparta establecida
y M esenia correspondían a los kleroi en un área de Laconia a la sazón to
espartanos, au n q u e sí es de suponer davía no anexionada, según se dijo
que las que se som etieron al régim en anteriorm ente. Tal status fue alean-
50 A K a t H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
za d o tam b ién , con toda p ro b a b ili I sido m iem bros de la com unidad n atu
dad, p o r algunas com unidades de po ral de E sparta que vivían en u n a situa
blación predoria. doria o m ezclada, ción social y económ icam ente opresi
que asum ieron sin resistencia su incor va, aunque no tan penosa com o la de
poración al d om inio espartano. F in al los Ilotas; y, po r otra parte, serían co n
m ente, estaría el caso de las áreas de siderados com o elem entos m arginales
reducido o nulo rendim iento agrícola. del estado, es decir com o extranjeros
En la m edida en que rodeaban el valle ,a.migos, m ucho m ás som etidos al a rb i
del Eurotas, se puede considerar que trio de Esparta que los Aliados. Por el
tenían un interés estratégico p ara los contrario, la consideración de Oliva
E spartanos, no sólo de cara a los esta presupone su integración social y polí
dos circundantes, especialmente Argos, tica, com binada con una autonom ía
que era el m ás peligroso, sino tam bién adm inistrativa, que no deja de tener
en la m edida en que constituían una un valor positivo dentro del carácter
posible vía de escapatoria p ara los Ilo dirigista que tenía el estado de E sparta
tas. Es posible que los E spartanos con respecto a sus ciudadanos. Tal
hayan otorgado ese status favorable a autonom ía era el punto de ap roxim a
sus pobladores, a fin de asegurar su ción de los Periecos a los Aliados, si
lealtad. N o deja de ser significativo el bien, a diferencia de estos últim os,
hecho de que sólo una vez, antes de la carecían de toda soberanía política.
liberación de M esenia, se haya p ro d u
cido, que sepam os, u n a revuelta de 2.2. El papel de los Periecos
ilotas que im plicara a los Periecos (la en el Estado
de m ediados del s. V), y adem ás, en
ese caso unos y otros pertenecían a Es un hecho que la organización inter
M esenia. na de las com unidades p enecas, y, por
Es im probable que u n a diferente consiguiente, la vida de sus h a b ita n
filiación étnica sea la causa de esa tes, no se veía afectada ni jurídica ni
actitud opuesta de los Periecos y los socialm ente por la autoridad del esta
ilotas frente al dom inio de E sparta; lo do. N o sabem os si en algún m om ento
m ás verosím il es que aquéllos tuvie o en algún caso existieron tratados
ran la conciencia de gozar de una que regularan las relaciones entre
situación privilegiada en co m p ara E sparta y esas com unidades: carece
ción con la de éstos. El riesgo de caer mos de toda docum entación al res
en la otra condición si se m ostraban pecto, de m odo que es p robable que
sediciosos, constituía sin duda un fac sus relaciones no estuvieran form ali
tor disuasorio, pero se pueden encon zadas de u n m odo estricto. Sin em bar
trar tam bién posibles aspectos positi go, la convivencia parece h a b e r sido
vos que expliquen su lealtad, más acu buena.
sada en el caso de las com unidades El ejército de E sparta es definido
laconias. que no ex p erim entaban sen m uchas veces en las fuentes com o un
tim ientos regionalistas. ejército de ciudadanos, y, sin em bar
Para Larsen, que es el au to r del p ri go, tenem os constancia pun tu al de la
m er estudio m ás com pleto sobre los participación en él de los Periecos. Se
Periecos, éstos o cu paban una p osi ha deducido, en consecuencia, que esa
ción interm edia entre los Ilotas y los participación tenía un carácter secun
m iem bros de la A lianza E spartana, dario, es decir eventual y subsidiario.
pero parece m ás aceptable el p u n to de Los E spartanos serían los verdaderos
vista de Oliva, que sitúa su status entre soldados de Esparta, el «ejército pro
el de los ciu dadanos y el "de los A lia fesional», reforzado cuando fuera nece
dos. La prim era apreciación es m ás sario po r periecos, que ten d ría n la
bien negativa: los Periecos h a b ría n obligación inexcusable de acudir al
El estado espartano hasta la época clásica 51
Retra resulta inverosímil. De hecho, Más difícil resulta el sentido del segun
no hay dificultad alguna en adm itir do infinitivo, aphístasthai, porque su
que los reyes espartanos recibieran espectro sem ántico es m u ch o m ás
esa d en o m in ació n , sab ien d o com o am plio. El com entario que hace P lu
sabem os que en la lengua griega no tarco poco después a la A dición de la
existía un térm ino genuino con el sig Retra im plica que el au to r entendía
ni ílcado de «rey», y que son m uchos ese térm ino en el sentido de «suspen
y muy variados los apelativos que re der la A sam blea, levantar la sesión»,
ciben los reyes en la lengua de la pero no es seguro que estuviera en lo
epopeya. cierto. Se han planteado otras varias
Después de tratar esas tres cuestio alternativas de interpretación, pero
nes previas, la Retra establece, m edian n in g u n a de ellas resulta de suyo co n
te infinitivos prospectivos, el m ecanis vincente. El reconocim iento a favor de
mo de interacción de las instituciones la G crusía del derecho a presen tar las
políticas básicas del estado. El princi propuestas y de la facultad de disolver
pal de todos ellos, a peí lazan —deri la A sam blea, es coherente con la idea
vado del térm ino Apella, que es el que tenem os sobre la co n stitu ció n
nom bre dorio de la asam blea de ciu espartana, así com o con la tradición
dadanos—, ordena que el pueblo, suje hom érica, pero no es m enos cierto que
to tam bién de los participios prece la lectura de esos contenidos en los
dentes, se reúna periódicam ente en un infinitivos segundo y tercero de la
lugar fijo. La expresión que indica la R etra no se puede considerar com o
frecuencia de las reuniones es am b i segura.
gua, pero la noticia contenida en un La últim a construcción de infini
escolio de Tucídides, en el sentido de tivo presenta u n texto corrupto. Se h an
que la A sam blea espartana coincidía elaborado diversas conjeturas para
siempre con el plenilunio, sugiere que sanearlo, pero todas, sin excepción,
las reuniones eran m ensuales. E n este resultan inciertas desde el p unto de
punto están de acuerdo casi todos los vista paleográfico y deben ser conside
historiadores, pero no así en la identi radas con toda reserva, en la m edida
ficación del lugar, que resultaba difícil en que introducen elem entos de co n
ya para los Antiguos. En cualquier tenido. Lo único aceptable al respecto
caso, lo im portante es que la Retra es quizá la posibilidad de que la frase
parece haber sustituido u n sistem a recoja la m ism a idea que aparece en el
tradicional de convocatoria irregular penúltim o de los versos atribuidos a
p or iniciativa del rey o de los ancia Tirteo p o r D iodoro, es decir que el
nos. que se docum enta para la asam Pueblo tiene el poder de decisión sobre
blea hom érica, por las reuniones fijas las propuestas.
y preceptivas; se puede considerar que
ello im plica u n refo rzam ien to del
papel político de la Apella.
5. La Adición
Por último, los infinitivos consecu- Los h isto ria d o re s m o d ern o s están
tivo-Onales que cierran el paisaje expre m ayoritariam ente de acuerdo en reco
san el procedim iento a seguir en las nocer com o u n a adición posterior a la
decisiones. D esgraciadam ente aquí el R etra la cláusula que P lutarco p re
texto de la Retra se m uestra elusivo. El senta com o tal, au nque naturalm ente
prim er infinitivo, eispherein. significa aquéllos que niegan la autenticidad
a buen seguro «proponer, introducir del prim er docum ento y los que p o stu
una propuesta», pero no está claro si lan p ara el m ism o u n a fecha avan
quien lo hace es la G erusla o el P ue zad a —finales del s, VII o com ienzos
blo, aunque los historiadores se incli dei VI— convienen en considerar la
nan a favor de la p rim era alternativa. A dición com o parte original de la
El estado espartano hasta la época clásica 59
El m odelo constitucional del estado ancestro rem oto com ún; sin em bargo,
espartano incluye cuatro elem entos: se h an encontrado razones de peso
dos figuras reales de carácter heredita p ara sospechar que la dualidad m o
rio y atribuciones m ilitares; u n cu e r nárquica no era originaria.
po de cinco m agistrados de m andato H eródoto transm ite unas listas de
anual y com petencias civiles, d en o m i reyes que Henige h a considerado como
nados éphoroi; un consejo, la Gerousía, los pedigrees de Leónidas 1 y Latíqui-
integrado por los dos reyes, m ás ven- das II, im pugnando, po r tanto, su ca
tiocho ciudadanos de al m enos sesenta rácter de listas reales. De hecho, los
años, elegidos con carácter vitalicio; y nom bres del A gíada C leóm enes I y de
una asam blea, abierta a todos los ciu los E uripóntidas Agesicles, A ristón y
dadanos varones adultos. En térm i D am árato, conocidos com o reyes por
nos generales, la constitución espar otras fuentes, están ausentes de las lis
tana es hom ologable a la ateniense y tas de H eródoto, aunque ello podría
responde al tipo básico de las poleis deberse, según sugiriera P rakken, al
griegas, a pesar de su singularidad en hecho posible de que el histo riad o r
la conservación de la realeza. hubiera com paginado listas parciales
procedentes de fuentes diversas. Cart-
ledge, po r su parte, entiende que el
1. La diarquía balance de la polém ica sobre las listas
de H eródoto es favorable a la conside
El rasgo más notable de la institución ración de que las dos incluidas en su
real espartana es su duplicidad. U na obra son, en efecto, listas reales y no
leyenda recogida p o r H eródoto (6.52) genealogías de los últim os m onarcas;
refería que Argia, esposa del m ítico aunque le parece cuestionable su valor
conquistador de Laconia, el H era como testimonio de la diarquía, y llam a
clida Aristodamo, había tenido dos la atención asim ism o sobre el pro
gemelos —Eurístenes y Proeles— y se blem a que plantea la conexión de esas
había negado a identificar al prim er dos dinastías con la tradición de los
nacido; pero lo cierto es que los m o H eraclidas.
narcas espartanos pertenecían a dos
casas reales independientes, la de los «El propio hijo de Crono, esposo de Hera
Agíadas y la de los E uripóntidas. Este de bella corona,
Zeus, a los Heraclidas ha dado esta
detalle no resulta irreconciliable, en ciudad;
principio, con la m encionada trad i con ellos dejando el Erineo ventoso, a la
ción, ya que las dos dinastías p odrían amplia isla de Pélope (Pélopos neson)
haberse diversificado a p artir de un llegamos».
El estado espartano hasta la época clásica
63
Pero, en la m edida en que servía tenían una preem inencia sobre tos
p ara legitim ar la suprem acía espar E uripóntidas (6.51) invita a pensar
tan a en Laconia, podría hab er sido que constituían, en efecto, la casa real
p ergeñado en la época de la consoli m ás antigua. Pero esta cuestión queda
d ación del estado. Y va aún m ás allá integrada en el problem a sustancial,
C artledge al considerar la posibilidad, que es el del origen de la diarquía. Los
m uy razonable, de que la conexión de historiadores m odernos rechazan la
los A gíadas y los E u ripóntidas con los tradición griega que presentaba ese
H eraclidas, establecida a través de los origen com o u n sim ple incidente suce
hijos de A ristodam o, estuviera desti sorio en una prim itiva dinastía u n ita
n ad a a leg itim arla realeza m onopoli ria, pero las interpretaciones aportadas
z a d a p o r esas dos fam ilias, frente a los en este sentido h an sido diversas.
d^emás espartanos que no eran descen A finales del siglo pasad o C. Wachs-
dientes de H eraclidas y, sobre todo, m uth y G. G ilbert elab o raro n sendas
frente a los que tenían com o ancestros argum entaciones sobre la base de que
a otros H eraclidas, no al supuesto pri la d iarq u ía constituía un com prom iso
m er rey de Laconia. de poder entre los distintos sectores
O tro m otivo de reserva con respecto étnicos de Esparta: p ara W achsm uth,
al valor de las listas es nuestra falta de entre el dorio y el aqueo, es decir, el
garantía sobre su transm isión: al m e correspondiente a la población de la
nos en un principio tuvo que ser oral, y E poca M icénica; para G ilbert, entre
tam poco nos consta que se llegaran a este últim o y el dorio aliado con el
inscribir alguna vez, de m odo que hay m inia, que representaría a la supuesta
m uchas posibilidades de que fueran p o b lació n preh elén ica de L aconia.
alteradas. A m bas tesis h a n sido rechazadas pos
Por otra parte, la dinastía de los teriorm ente, porque no hay ninguna
E uripóntidas transm itida por P ausa evidencia que abogue en favor de esa
nias presenta varias discrepancias con componente poblacional, y el pasaje de
respecto a la de H eró doto, que se po H eródoto en el que se b asab an (5.72)
d rían deber, según sugiriera Jacoby, a no es de suyo un testim onio fiable.
la eventualidad de que cada uno de los Pocos años después, K. J. N eum ann
autores haya in co rp o rado u n a rela pergeñaba u n a interpretación m era
ción selectiva. E n cu alquier caso, hay m ente especulativa, partiendo de la
dos detalles que confieren a las series supuesta ascendencia heraclida de las
dinásticas transm itidas p o r las fuen dos casas. Al llegar a Laconia, los
tes u n a apariencia artificiosa: el p ri d o rio s se h a b ría n div id id o en dos
mero es la equivalencia num érica, total grupos, m anteniéndose el prim ero en
en P ausanias y m uy aproxim ada en el valle del Eurotas y co n tin u an d o el
H e rodo to, de las dos líneas, que resulta segundo hacia M esenia; los jefes de
inexplicable en u n a m onarquía vitali los dos grupos h a b ría n gobernado
cia; el segundo, la doble sucesión per conjuntam ente un estado que tendría
fecta de p adre a hijo a lo largo de las com o territorio com ún el área de E s
deiciseis generaciones que cubren las parta. Tam poco esta explicación es
listas. M uchos de los nom bres reseña satisfactoria en el estado actual de
dos están docum entados com o au tén conocim ientos.
ticos p o r otras fuentes, pero el conjunto E n 1932 A. M om igliano sugería la
del esquem a inspira escepticismo. posibilidad de que la dinastía Agíada
El análisis de la doble versión de la hubiera sido la originariam ente rei
d inastía E urip ó n tid a h a perm itido su nante, y que los E uripóntidas h u b ie
p oner que era m ás corta que la Agíada, ra n conseguido m ás tarde com partir
y, p o r otra parte, la noticia de H ero con ella el poder real: el estado espar
doto en el sentido de que los Agíadas tano habría experim entado el m ism o
64 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
proceso que el resto de los estados nacer en el m om ento en que las dos
griegos, p asan d o de la m o n arq u ía a com unidades decidieron form ar la po
la oligarquía, es decir arreb atan d o el lis de Esparta. C om o quiera que Carilo
m onopolio del gobierno a la fam ilia es el prim er E uripóntida do cu m en
que ío disfrutaba. Esta interpretación tado con certeza, y la evidencia arqueo
resulta harto forzada, porque la d iar lógica cerám ica señala que en la fecha
quía esp artan a se parece m ucho m ás a que se puede atrib u ir a su reinado ya
una m o narquía que a una oligarquía, existían los santuarios de A rtem is Ort
y no h a convencido. hia en Lim nas y de A tenea Poliouchos
En otra línea de aproxim ación al en la Acrópolis, sugiere Cartledge com o
problem a, Pareti desarrolló en dos tra hipótesis de trabajo la posibilidad de
bajos elaborados respectivamente, antes que A rquelao y C arilo fueran los dos
y después del de M om igliano, la tesis prim eros correyes, d atan d o po r tan
de que los reyes espartanos eran los to, el origen de la diarquía a finales
primitivos jefes de las tres tribus dorias. del siglo VIIL
Los Agíadas, jefes de los Hylleis, y los De todo este tratam iento historio-
E uripóntidas, que serían los jefes de gráfico m oderno del problem a de la
los Dymcmes, se h ab rían convertido en d iarq u ía se pueden extraer dos con
reyes, m ientras que los A gíadas jefes clusiones a m odo de balance. En p ri
de los Pamphyloi, que vivirían en A m i m er lugar, la im posibilidad de esta
d a s , h ab rían quedado subordinados. blecer su origen de un m odo cierto,
Tam poco esta interpretación resulta aunque parezca lo m ás razonable des
convincente, com o no lo es alguna de la perspectiva actual, relacionarlo
otra elaborada desde el m ism o punto con el proceso de sinecism o que llevó
de partida. consigo la creación del estado lacede-
Recientemente, el historiador P. O li m onio y ubicarlo, consecuentem ente
va h a abo rd ad o la cuestión de la d ia r en el s. VIII. Y, en segundo lugar, la
quía espartana asum iendo las reservas consideración de que esa figura cons
sobre las interpretaciones anteriores titucional p odría representar algo más
establecidas ya p o r B engtson y propo que u n com prom iso en la rivalidad
niendo aceptarla com o una institu p o r el po d er de dos fam ilias d o m in a n
ción destinada a evitar el m onopolio tes: la asunción del principio de la
político, tan to en los asuntos m ilitares colegialidad com o form a de lim ita
com o en los civiles. La diarquía repre ción de la autocracia.
sentaría, p o r tanto, el principio de la
colegialidad en los poderes p erso n a
les suprem os que inform a el biconsu- 2. Sucesión y poderes
lado rom ano. En apoyo de esta idea de los reyes
po d ría ap u n tarse tam bién el hecho de
que el eforado espartano se constituye La realeza espartana era vitalicia y
sobre eí m ism o principio, a diferencia hereditaria, au nque con respecto al
del arco n tad o ateniense, basado en la derecho de sucesión entre los hijos del
diversifícación de los poderes. rey hay alguna cuestión incierta. Sin
Finalm ente, P. C artledge h a vuelto d uda la prim ogenitura constituía la
a insistir en la línea de pensam iento norm a básica, pero tal vez existía una
que vincula el origen de la d iarq u ía al vía abierta a la excepción. H eródoto
sinecism o que in au g u rará el estado (7.3) afirm a que el hijo nacido al rey
espartano. P artiendo del hecho de que después de su ascensión al trono tenía
los A gíadas y los E u ripóntidas tenían preferencia sobre los engendrados con
sus respectivos lugares °de enterra anterioridad. Por otra parte, al refe
m iento en P itañ a y en Lím nas, consi rirse a la sucesión de A naxandridas II,
dera que la m o n arq u ía co n ju n ta pudo el historiador indica que Dorieo, n a
El estado espartano hasta la época clásica 65
cido despuévs de C leóm enes I, espe ciativa hasta el final de la guerra. Este
raba suceder a su padre, en razón de privilegio, aunque lim itado, tenía m u
sus cualidades destacadas, que cons- cha im portancia y explica de suyo la
trastab an con el carácter irresponsa prim acía de la institución real y el
ble y desequilibrado de su hermanastro, m antenim iento de su prestigio. En su
quizá el derecho de prim ogenitura calidad de general vitalicio, que sólo
estaba de algún m odo condicionado a entraba en com petencia con el otro
la aceptación del sucesor por el C o n rey, el m onarca espartano tenía el
sejo o la Asam blea. cam ino abierto para ganarse la ad h e
La descripción que hace H eródoto sión de las tropas, y, com o quiera que
(6.56-57) de los poderes de los reyes los el conjunto de éstas coincidía con el
presenta com o u na pervivenda de la cuerpo de ciudadanos, tal adhesión
fase tribal. En E sparta, la realeza se tenía inevitablem ente u n a im portante
h ab ía m an tenido com o una institu trascendencia política. N o hay que
ción diferente y form alm ente superior olvidar que en el estado ateniense la
a las m agistraturas, pero la integra figura del estratego, que inicialm ente
ción de los reyes en la constitución de no era m ás que una m agistratura de
la polis lim itaba sus poderes y funcio segundo orden, acabó por eclipsar al
nes. D esde el p u n to de vista constitu propio arcontado. Esta im plicación
cional eran dos m iem bros de la G eru de las funciones m ilitares con el poder
sía, y a esa condición quedaba supedi político explica sin duda la trayectoria
tado su p oder político. Al m argen de del rey C leóm enes I, que en m uchos
ello, conservaban una cierta ju risd ic aspectos podría parecer sorprendente.
ción en el derecho de fam ilia relativo
a las herencias y en aspectos de índole
religiosa, com o las relaciones con el 3. Origen y naturaleza
O ráculo de Delfos. de! eforado
E ran asim ism o los jefes del ejército,
si bien su prim itivo derecho a llevar la Al igual que las dem ás instituciones
guerra contra quienes ellos quisieran espartanas, tam bién el eforado se con
debe de h ab e r tenido restricciones en sideraba entre los A ntiguos com o una
la práctica. Tal vez prevaleciera hasta creación de Licurgo. Así lo afirm a
el 506, en que tuvo lugar el enojoso H eródoto (1.65) y lo dan a entender
incidente de Eleusis referido po r H e Jenofonte (Lakedaim. Polit. 8.3) y el
ródoto, pero, desde ese m om ento al autor de la octava carta atribuida a
m enos, la función m ilitar de los reyes P latón (354b), entre otros. Junto a esta
espartanos debe de h ab e r sido la que tradición, cuyo valor docum ental es
establece Jenofonte (Lakedaim. Pol.), prácticam ente nulo, se encuentra otra
a saber, la de co nducir el ejército allí que adscribía al rey Teopom po el o ri
d o nde la ciudad los enviara. La pro gen de la m agistratura. Aristóteles la
h ibición de que los dos reyes com an incluye en su Política (5.1313a.26) y
d a ra n el ejército, que tuvo lugar a raíz aparece asimismo en Plutarco (Lic. 7) y
de la defección de D am árato, pudo en otras fuentes posteriores. C on esta
intro d ucir de form a natural el cam versión concuerda p ara algunos, entre
bio de procedim iento. E n adelante, ellos el propio Plutarco, el pasaje p la
la A sam blea tenía que designar a uno tónico {Leyes 691d-692a) que atribuye
de los dos reyes para el m ando, y lo la creación de los Eforos al «tercer sal
h a c ía d esp u és de h a b e r d ec la rad o vador» de Esparta, aunque, en rigor,
la guerra; incluso el reclutam iento lo único que se desprende del m ism o
correspondía a los Eforos. Eso sí, el con certeza es que P latón consideraba
rey asignado a la cam p añ a asum ía la creación del eforado posterior a la
toda la au to rid ad y capacidad de in i de la G erusía; quizá esa expresión
66 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
señala que todos los meses se cruzaba ción dependía de un m odo u otro de los
un ju ram en to entre los reyes y los Efo- auspicios. Es posible, ya que la tradición
ros: los reyes ju ra b a n ejercer el poder relaciona a los Eforos con prácticas
real conform e a las leyes de la polis, y augurales, pero no hay nada de cierto.
los Eforos ju rab a n en nom bre de la Tam poco se puede obtener ninguna
ciu d ad que se respetaría la realeza inform ación sobre el eforado de la
m ientras los reyes cu m plieran su ju ra com paración con los kosmoi creten
mento. Este docum ento ilustra el papel ses, com o pretendiera Huxley; hay
de los Eforos com o representantes de diferencias significativas entre una y
la co m u n id ad política que constituía otra m agistraturas, que h an debido de
el estado espartano, pero no sirve de seguir un desarrollo paralelo.
ayuda p ara aclarar el origen de la ins Los poderes de los Eforos son cono
titución, porque no sabem os cuándo cidos a través de fuentes clásicas o tar
se estableció el juram ento. La m ayoría días, de m odo que no podem os saber
de los historiadores lo atribuyen a la cóm o y cuándo los fueron adqui
época de la lucha p o r el poder entre el riendo. C abe pensar que m uchos de
Pueblo y la aristocracia, es decir, a un ellos son posteriores a las G uerras
m om ento posterior a las G uerras M é M esenias. P odían m ultar o incluso
senlas. arrestar a los reyes, y estab an presen
Es p ro b ab le que el inicio del efo- tes en las cam pañas m ilitares. C om o
rado epónim o coincida con la fijación representantes de la ciudad, recibían a
del núm ero de los Eforos, que verosí los em bajadores extranjeros, y prep a
m ilm ente coincidía con el de las obras, raban los tratados, que eran aceptados
pero no podem os saber si existieron o no por la A sam blea. P residían la
éforos con anterioridad, en lo que se A sam blea y probablem ente tam bién
puede considerar com o la etapa tribal el Consejo. Tenían derecho de super
de la co m u n id ad espartana. N o hay visión sobre los dem ás m agistrados y
n in g ú n indicio positivo, y, en todo capacidad para im ponerles m ultas.
caso, resulta verosímil la sincroniza Juzgaban las m aterias civiles y tenían
ción del sinecism o con la diarquía, poderes disciplinares sobre todos los
con la R etra y con el establecim iento ciudadanos; en cuanto a los Ilotas,
de la m agistratura. En Esparta, com o podían ejecutarlos sin juicio previo.
en Atenas, es muy difícil rem ontarse
a la etapa anterior a la creación for 5. Quilón
m al del estado.
Entre los eforos conocidos de Esparta
destaca la figura de Q uilón. que ejer
4. Designación y poderes ció en el 556 a.C. y fue incluido entre
de los Eforos los Siete Sabios de G recia. E hrenberg
ha exagerado, quizá, al considerarlo
Sobre la form a de designación de los com o el Licurgo del s.Vl, pero, en todo
Eforos no sabem os nada. Ni siquiera caso, su labor debió de ser im portante
estam os en condiciones de interpretar y trascendente. Su m andato coincide
el calificativo de «pueril» que aplica con el m om ento en que se inicia la
Aristóteles al procedim iento. Ello debe inflexión del estado espartano, que
de significar que no se elegían por ab a n d o n a su trayectoria paralela a la
votación, y quizá tam poco po r sorteo, de otras poleis griegas en el desarrollo
que era un m ecanism o dem asiado económ ico y cultural y se cierra en sí
com ún p ara h aber m erecido ese ju i m ismo, convirtiéndose en esa socie
cio. C o m b in an d o la noticia aristoté dad de ciudadanos soldados recreada
lica con otra de Platón (Leyes 3.692a), en unos valores destinados a preser
algunos h an supuesto que la designa var la unidad interna y el dom inio
A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
AGIADAS EURIPONTIDAS
Heracles
Hilo
Cleodeo
Aristómaco
Aristodamo
Eurístenes Proeles
I 1
1 i
Agis 1 [930-900] (Heródoto 8.131.2) (Pausanias 3. passim)
Equéstrato [900-870] Eurip(h)onte [895-865] Soos (?)
Labotas [870-840] Prítanis [865-835] Euriponte
Doriso [840-815] Polidectes [835-805] Prítanis
Agesilao I [815-785] Éunomo [805-775] Éunomo
Arquelao ( + - 785-760) Carilo ( + - 775-750) Polidectes
Téleclo ( + - 760-740) Nicandro ( + - 750-720) Carilo
Alcámenes ( + - 740-700) Teopompo ( + - 720-675) Nicandro
Polidoro ( + - 700-665) Anaxandridas I ( + — 675-660) Teopompo
Eurícrates (H— 665-640) Arquidamo I ( + — 660-645) Zeuxidamo (?)
Anaxandro ( + — 640-615) Anaxilao ( + — 645-625) Anaxidamo (?)
Euricrátidas ( + - 615-590) Laotíquidas I { + - 625-600) Arquidamo I
Laón ( 4 - - 590-560) Hipocrátidas ( + - 600-575) Agasicles ( + - 575-550)
Anaxandridas II ( + - 560-520) Aristón ( + - 550-515)
Cleómenes 1 ( + - 520-490) Damárato (-!— 515-491 )
70 A k a l H is to ria d e l M u n d o A n tig u o
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