Sunteți pe pagina 1din 16

UNIVERSIDAD NACIONAL DE

EDUCACIÓN A DISTANCIA
GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA

HISTORIA ANTIGUA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA I:


DE LAS COLONIZACIONES AL SIGLO III D.C.

PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA

CURSO 2017/2018

Raúl GONZÁLEZ SALINERO

FECHA DE ENTREGA MARTES 9 DE ENERO 2018

Alumno: Fernando Toro Gil

DNI:

Correo electrónico:

Centro Asociado: “María Zambrano” Málaga.

1
El alumno debe realizar una única Prueba de Evaluación Continua (PEC).
La fecha límite de entrega será el martes 9 de enero de 2018
La PEC se realizará en Word o semejante y luego transformada a formato PDF.
La PEC constará de una única tarea.
Tarea

Realizar la recensión (resumen amplio) del siguiente libro:


HERNÁNDEZ GUERRA, Liborio, Los libertos de la Hispania romana. Situación jurídica, promoción social y modos de vida,
Universidad de Salamanca, Salamanca, 2013. 206 páginas. ISBN: 978-84-9012-249-5 (www.eusal.es).
En la recensión deberá constar:
Contenidos de la obra.
Puntos más destacados.
Aportaciones novedosas.
Crítica personal tomando como referencia el modo en que es tratado el tema en la bibliografía básica propuesta para la asignatura
por el equipo docente.

Recensión:
LOS LIBERTOS DE LA HISPANIA ROMANA SITUACIÓN JURÍDICA, PROMOCIÓN SOCIAL Y MODOS DE
VIDA.

1. Presentación de la obra.

Los libertos de la Hispania romana se enmarcan dentro de un estudio articulado, obra de capital importancia historiográfica
realizada por Liborio Hernández Guerra, catedrático acreditado de Historia Antigua de la Universidad de Valladolid, adscrito al
departamento de Historia Antigua y Medieval, incansable historiador, investigador y escritor de otras tantas obras sobre la
antigüedad hispanorromana en la que es especialista y una autoridad. Para el análisis, y mejor compresión de este mundo
hispanorromano desde el punto de estudio de un segmento muy importante de su sociedad, los libertos, se han utilizado por parte
del autor las fuentes literarias y epigráficas que, a lo largo de un proceso cronológico amplio, contribuyeron a esclarecer el papel
que tuvieron dentro del ámbito romano y analiza todos aquellos aspectos que las fuentes antiguas escritas proporcionan.
La monografía se divide en cuatro partes:
La primera, la situación jurídica y el estado personal de los libertos hispanos hasta el momento en que el emperador
Caracalla concede la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio. Hay indicadores para detectar los libertos en la
documentación escrita. Además, la procedencia de los libertos y de sus derechos y su situación jurídica son los aspectos que
conforman el marco ideal de este grupo social y la sociedad hispana se organizó en función de la categoría jurídica de las personas
que, tras ser liberadas, pasaban a libres. Por tanto, el estado personal y las relaciones familiares indican que tuvieron grandes
dificultades para integrarse en los grupos sociales de las sociedades hispanas, aunque algunos, llegaron a través del matrimonio a
tener una mejor posición social.
La segunda parte corresponde a la situación social y económica de los libertos hispanos. El esclavo manumitido presenta
una igualdad con el ingenuus, sui iuris1, que se manifiesta mejor en los libertos imperiales al disponer de unos "privilegios" por
formar parte de la domus imperial. Hay ejemplos de hombres liberados que alcanzaron una etapa que les permitió escapar del
silencio, a lo que su propia condición los condujo. La situación socioeconómica, las relaciones con sus antiguos dueños, la duración

1CLASIFICACIÓN DE PERSONA EN ROMA: PERSONA LIBRE: INGENUO O LIBERTO (SUI JURIS), ESCLAVO: (ALIENI JURIS), CIUDADANOS (SUI JURIS);
NO CIUDADANO: PEREGRINO (SUI JURIS) y MUJER: (ALIENI JURIS). En Roma no todo ser humano era considerado como persona. Para tener una
personalidad completa era necesario reunir 3 elementos o status: STATUS LIBERTATIS: ser libre y no esclavo, STATUS CIVITATIS: ser ciudadano y
no peregrino y STATUS FAMILIAE: ser jefe de familia y no estar bajo ninguna potestad. Estos 3 estados configuraban la idea de persona reconocida
como tal por el derecho romano. La pérdida de alguno de ellos traía como consecuencia una disminución en la personalidad, una capitis
deminutio (en el Derecho Romano la "capitis deminutio" suponía una incapacidad de derecho absoluta en la persona).
2
de su matrimonio, los hijos ilegítimos, la adopción legal y los tipos de relaciones laborales son aspectos que atestiguan, hasta cierto
punto, el modo de vida y la ubicación social de los hispanos libertos.
La tercera parte, la promoción social y política de los imperiales, públicos y augustales llegó a formar un sector específico.
La heterogeneidad y la complejidad es el producto de su conexión con la familia Caesaris. Los libertos imperiales constituyen la
élite de este grupo que se encarga de controlar todas las actividades de la casa imperial. La vida social y pública de los libertos
imperiales, de los públicos y privados les permitía acceder a posiciones que, en principio, les estaban vedadas.
La cuarta parte, el mundo religioso de los libertos que son los responsables de elegir el monumento votivo2 para dedicarlo
a la deidad y es muy interesante su estudio por lo que podemos decir que una de las áreas en las que los libertos podían disfrutar de
un papel importante, estaba sin duda dentro del marco de la religión romana, debido a su naturaleza político-social y cuyo contenido
principal se reflejaba en el espacio público a través de la materialización de actos de culto, por lo que estos cultos tradicionales, las
divinidades augustas, las divinidades orientales, las divinidades prerromanas y el evergetismo religioso y civil de los libertos son
manifestaciones de su integración de la vida religiosa en las ciudades hispanas.

2. Introducción.

El repaso de las fuentes epigráficas, es rica en testimonios sobre libertos hispanos, de las fuentes escritas y la rica
bibliografía existente, son los medios a través de los cuales se basa el estudio de esta obra.
La familia hispanorromana compone un prototipo similar a la familia romana, vinculada a la posesión de los derechos de
ciudadanía hasta el punto de que los peregrini, no ciudadanos, y los que por causas diversas perdieron los derechos ciudadanos, se
ven excluidos del connubium3. Se trata, por tanto, de un tipo de familia que se impone en toda el área del Mediterráneo como
consecuencia de las conquistas de las legiones romanas y del consiguiente proceso de romanización, que implicaba la asimilación
de nuevas formas de organización.
La situación de los libertos en las ciudades hispanas era la misma que en el resto del Imperio Romano, al ser uno de los
grupos secundarios de la sociedad hispanorromana y no permitírseles participar de forma activa en la vida pública. El término
libertus/a, que aparece en la documentación epigráfica, comienza a utilizarse a finales de la República, dotado de derechos civiles
y, en cierta manera, de derechos económicos para formar parte de las clientelas del antiguo propietario, dominus/a. Hemos de tener
en cuenta que, durante la conquista, los romanos tuvieron numerosas dificultades para armonizar sus preceptos jurídicos con las
tradiciones institucionales de los pueblos sometidos, y el caso de Hispania no es una excepción.
Últimamente, se han llevado a cabo numerosos estudios y reuniones científicas que analizan la historia de los libertos en
general y de las mujeres en particular dentro del mundo antiguo, donde se ha insistido en su papel dentro de las sociedades antiguas.
Pero debemos tener en cuenta que la escasa información transmitida por las fuentes históricas, por una parte, y las epigráficas por
otra, no permite darnos una idea clara de cuál fue el papel y la situación de los libertos en la sociedad hispano-romana, aunque
podemos intuirlo. La mayoría de los trabajos se hallan relacionados con la información transmitida por la epigrafía, sobre la situación
de los libertos cuyos datos son insuficientes.

3. Contenido de la obra.

El libro que tenemos entre manos nos transporta al mundo antiguo hispánico desde finales de la República hasta finales del
siglo III d. C., estructurado de manera colectiva en un índice, dedicatoria, prólogo, una introducción, IV capítulos, subdivididos en
diferentes y múltiples apartados, conclusiones, su bibliografía general, siglas y sugerencias de búsquedas onomásticas y geográficas,
con un total de 206 páginas, en el que el autor nos descubre los intríngulis de una vida difícil de estos antiguos esclavos en nuestra
antigua Hispania.
El liberto plantea algunos interrogantes al formar parte de los gentiles; lleva el gentilicio de su patronus/a, un distintivo
jurídico que les distingue de los esclavos y extranjeros. Puede portar otro cognomen, en el caso de pertenecer a varios patronos/as
y adoptar uno de ellos, puesto que sigue manteniendo los mismos vínculos que tenía antes de alcanzar el nuevo status social. El
liberto recibe de su antiguo dominus/a, ahora patronus/a, el don tan preciado de la libertad, de ahí que en los monumentos epigráficos
aparezcan consignados sus nombres, junto a los de sus antiguos propietarios.
Hay algunas consideraciones a realizar, primera, la razón de reseñar su nueva situación jurídica tiene la finalidad de
proclamar su libertad. De ahí que se tienda a abandonar el estigma de la esclavitud. La segunda, proclamar el agradecimiento a sus
antiguos propietarios, que no siempre aparecen en la documentación epigráfica; por último, la situación económica del manumitido
ha variado, pues, muchas veces, pagar un epígrafe trae consigo una aceptable capacidad económica con respecto a su situación
anterior, como se comprueba en varias inscripciones al utilizar la fórmula sua pecunia, dono dat, de suo o impensa sua fecit, que
indicarían en cierta manera el carácter público de la obra y que se usa con bastante frecuencia en la epigrafía funeraria.
La epigrafía, como fuente, nos permite rescatar en las piedras con su investigación las voces de las personas que las usaron.
Las inscripciones funerarias nos proporcionan una serie de datos para el estudio de los libertos hispanos. Los documentos epigráficos
son numerosos y aparecen con relativa asiduidad; entre ellos, los funerarios han permitido desarrollar algunos trabajos acerca de los
distintos grupos sociales y de los elementos religiosos.
La identificación del liberto, al carecer de filiación, se realiza a través del nombre de su patronus/a, seguido de la
denominación de su nueva condición, mediante la utilización del praenomen, aunque hay casos en los que se indica el nomen o, a
veces, el cognomen. El término libertus/a, aparece raramente escrito en la documentación epigráfica, pues generalmente lo hallamos
abreviado lib., libert o l., además de la mención del patrón o patrona, si es varón aparece referenciado por su praenomen abreviado

2 Ofrecido por voto o relativo a él.


3 Matrimonio, casamiento, derecho a contraer matrimonio, etc.
3
o el nomen del patrono, mientras que en el caso de las patronas se utiliza el nomen gentilicio, o bien se sustituye por el empleo de
un signo genérico: Gaia o mulier, que se encuentra en la documentación epigráfica, en las mismas condiciones que el patrón, aunque
hay una cantidad mayor de éstos que de aquéllas. Por lo general el manumissor le da el gentilicium. En caso de ser mujer manumitida,
si el manumissor es varón se hace tutor de la mujer, pues no olvidemos que ésta tiene numerosas restricciones con respecto al varón.
Los libertos imperiales, después de los flavios, utilizan el término aug(usti) liberti o bien el praenomen y nomen del
emperador o de la familia Caesaris. Se manifiesta en algunos nomina imperiales, caso de Iulia, Flavia, Aelia o Vlpia en el caso de
las mujeres o en otros nomina imperiales.
Asimismo, otra identificación consiste en la aplicación de la ecuación cognomen oriental-ascendencia servil, con la
utilización de cognomina entre individuos de cierta ascendencia, por ejemplo, Germanus o Secundus. Otro método viene
determinado por el análisis de sus nomina, bien por la coincidencia del nomen entre matrimonios de libertos, bien por la adopción
del nombre de la madre, pues tienden a ocultar su condición por causas y circunstancias diversas, de ahí las dificultades para
identificarles a partir del siglo II d. C., momento en el que también hallamos mujeres libertas que portan tria nomina lo cual nos
lleva a considerarlas en la mayoría de los casos como incertae4. Otras formas son los libertos que adoptan el nomen Publicius/a,
antiguos esclavos públicos, al obtener la nueva condición.
El autor observa que hay libertos cuyo origen viene determinado por sus cognomina de distintas procedencias que, muchas
veces, se deben más a modas epigráficas, al proceder de ámbitos geográficos distintos, incluso, denominaciones explícitas, como
Celtibera, Hispana, etc.; es más, el número de cognomina de origen griego es numeroso.
La situación de los libertos hispanos en época imperial viene condicionada por su situación jurídica. El liberto liberado a
través de la manumisio plantea algunos interrogantes, puesto que, en líneas generales, sigue manteniendo los mismos vínculos que
tenía antes de alcanzar el nuevo status social. La manumisión es un acto de disposición voluntaria a través del cual el dominus da la
libertad al esclavo. El origen legal del liberto viene condicionado por el momento en que éste tiene la potestas de manumitirlo y
conducirle a la libertad, lo cual se realiza mediante una serie de determinados supuestos, aunque no vamos a entrar en ellos.
Conseguir la manumisión no es fácil ya que los esclavos son considerados como una fuente importante de ingresos para sus patronos.
El derecho romano presenta un carácter bastante privado respecto a la manumisión, pues su situación legal está
perfectamente regulada por las leyes romanas. Respecto del caso hispano las leyes que lo regulan hacen referencia a la manumisión
de esclavos con algunas limitaciones, siempre que no sea un menor, sea una joven o una mujer sin tutor, siendo libres como los
latinos optime iure5.
Para entender la manumisión la clave se encuentra en el patronato, institución conservadora que tiene por objeto mantener
el vínculo entre el ex dominus y el ex esclavus durante, al menos, dos generaciones para tener el control público y privado sobre el
esclavo. Por tanto, la capitis deminutio es una expresión consistente en el traslado de una persona de un grupo social a otro; es la
calificación jurídica del efecto de la manumisión.
Si se parte de las diversas causas que llevan al patronus/a a iniciar el proceso jurídico de la liberación de esclavos, se
pueden establecer las pautas de conducta con los principios del derecho romano. Appius Claudius 6 inicia una serie de reformas en
las que la manumissio vindicta y el testamento atribuyen a los esclavos liberados el derecho de ciudadanía, con todo lo que implica,
pues las reglamentaciones civiles no les permitían ni adquirir la libertad, ni el derecho de ciudadanía; es decir, viven como si fueran
libres, pero jurídicamente pertenecen todavía al dominus/a, situación modificada por la lex Iunia Norbana (19 a. C.), la cual corrige,
en cierta medida, la situación anterior al establecer que los manumitidos no formalmente no adquieren la condición de ciudadanos,
sino de latinos, son los latini iuniani7, esclavas de iure; libres de facto, objeto de reglamentaciones que les otorgó la condición
jurídica de libertad, no de ciudadanía, la cual conseguirán por la constitución del emperador Caracalla del 212 d. C.
Las principales limitaciones legales al derecho de manumisión se recogen en reformas sucesivas, una serie de leyes, entre
ellas, la lex Iulia de adulteriis (18 a. C.), que prohibió la manumisión del esclavo por su propietaria antes de los sesenta días
posteriores al divorcio de aquellas; la lex Fufia Caninia (2 a. C.) limitó a un número proporcional el de esclavos manumitibles por
testamento8; la lex Aelia Sentia (4 d. C.) estableció una edad mínima para manumitir, la de 20 años, y una edad máxima para ser
manumitido, la de 30 años, al mismo tiempo que prohibía la manumisión testamentaria del causante insolvente. Estas limitaciones,
en cierta medida, trataban de debilitar el sistema de alianzas, peligrosas para las clases dirigentes. En el caso de las mujeres sabemos
que se manumitieron a edad temprana, lo cual significa que se liberaron antes que el hombre.
Tan bien encontramos aparición de cognomina étnicos que suelen vincular el elemento geográfico al status social de los
libertos, como se comprueba en el cognomina Hispanus/a. Suele estar asociada tanto a varones como a mujeres. Su aparición
manifiesta la intensa relación entre ellos y la ciudad de la que eran originarios o para evidenciar el lugar donde obtuvieron su libertad,
aunque generalmente era el de su manumisor/a, y lo adoptan en el momento de su liberación, según el rescriptum Vardacatis de
época de Tiberio o Nerva. Son escasos los epígrafes funerarios en los que se hace constar la origo de los libertos hispanos, por lo
que su origen puede conocerse por su cognomen.

4 Hemos de señalar que aquellos varones que portan tria nomina son ciudadanos romanos, casos poco corrientes, puesto que el praenomen de
las mujeres no va consignado en las inscripciones a partir del Imperio.
5 López Barja, P., Historia de la manumisión en Roma. De los orígenes a los Severos, Gerión. Anejos XI. Madrid, 2007, pp. 15-43. El cap. 28

establecía que el esclavo manumitido era libre y latino: «Liber liberaue esto uti que optumo iure Latini libertini liberi sunt erunt». Esta fórmula
define su status y pretende diferenciarlos de los junianos. Cf. D’Ors, E., Epigrafía jurídica de España romana, Madrid, 1953.
6 Cf. Finley, M. I., Esclavitud antigua e ideología moderna, Barcelona, 1982.
7 Gaius, Inst. I, 22: Homines latini Iuniani apellantur; Latini ideo, quia adsimulati ideo, quia per legem Iuniam sunt Latinis coloniaris; Iuniani

libertatem acceperunt, cum olim servi videretur esse. Para mejor conocimiento López Barja, P., «Latinus Iunianus: una aproximación», SHHA IV-
V/1, 1986-1987, pp. 125-136. López Barja, P., «Latini y latini Iuniani: de nuevo sobre IRN 72», SHHA IX, 1991, pp. 51-61.
8 El dueño de esclavos tenía limitaciones a la manumisión: por ejemplo, los dueños que poseyeran entre tres y diez esclavos, sólo la mitad; el de

once a treinta, un tercio; el de treinta y uno a cien, un cuarto y el de ciento uno a quinientos, un quinto. Nadie podía manumitir más de cien
esclavos (Gaius, 1, 42). Esta Ley fue derogada por el emperador Justiniano (Codex 7,3).
4
La emigración a la Península Ibérica comienza en el periodo republicano y las fuentes disponibles son insuficientes para
diseñar un panorama que permita comprender las transformaciones sufridas en las distintas provincias hispanas. La población
llegada a la Península Ibérica es de origen itálica-romana, cuya presencia fue, en principio, de carácter temporal, a excepción de los
militares que optarían por quedarse o gentes trabajadoras en las minas o el comercio. Los libertos y, en menor medida los esclavos,
fueron protagonistas en el ámbito geográfico y social. La afluencia de itálicos para dedicarse a la extracción del mineral es un hecho
ya conocido por las fuentes escritas y por la epigrafía.
Respecto del derecho de familia el autor nos explica el contubernium que era la unión entre dos personas de condición
esclava o de un esclavo y una persona libre que vivían juntos como marido y mujer, y siempre se daba entre los miembros de la
misma familia. El consentimiento para la unión tenía que ser concedido por el amo, que en cualquier momento podría disolverlo.
Las informaciones que nos transmiten las inscripciones, con una mortalidad femenina alta a edades entre los 20 y 30 años, es que
se celebrase a edades muy tempranas dentro de la sociedad hispanorromana, debido a toda una serie de factores como, por ejemplo,
las enfermedades infecciosas y los partos. Los hijos nacidos de estas uniones, específicamente niñas, eran enajenadas y destinadas
al trabajo doméstico.
Los datos revelan que la mortalidad es casi igual en todos los grupos sociales, pues, en términos generales, la esperanza de
vida era aproximadamente de unos 33 años9. Por tanto, las edades de manumisión fueron tempranas, porque en la documentación
epigráfica se registra la edad de fallecimiento por debajo de esa edad, lo cual significa que su manumisión fue realizada pronto y, a
su vez, confirma que el promedio de vida de los libertos es también muy bajo, reflejo de las malas condiciones de vida de este
colectivo. Aun teniendo datos parciales y limitados la esperanza de vida es mayor en libertos que en esclavos.
Una vez conseguida la libertad, el liberto es jurídicamente una persona libre, aunque no equiparado al ingenuus/a, al sufrir
una serie de limitaciones en el derecho privado y público. Con respecto al derecho de familia, los libertos, al igual que los esclavos,
no tuvieron el ius connubium hasta las leges Iulia de maritandis ordinibus (18 a. C.), que ponen fin a la prohibición secular de
iustum matrimonium entre libertos e ingenuos, y también en la misma legislación se concede al liberto el llamado ius liberorum,
que le permite ser tutor de sus propios hijos, aunque no se modifica la relación de patronato entre el manumissor y el manumitido.
La promulgación de las leyes matrimoniales de Augusto mantienen una serie de impedimentos, que confirman que se
permitió el matrimonio entre libres y libertos, con la excepción de senadores, y establece diferencias en relación al número de hijos
entre libertos e ingenuos. Esta situación de conturbenium, no reconocido como matrimonio de derecho, producía incesto, aunque la
situación real se aplicaba como si tuviera validez legal.
La ley veta a los libertos varones el acceso a las curias municipales y a las magistraturas, y la lex Malacitana (Mal. 54)
alude a la exigencia de la ingenuidad para el decurionato, mientras que la lex Vrsonensis (Urs. 105) les permite acceder al ordo
decurionum. Como vemos había leyes para dar y regalar y se oponían a veces unas a otras. Se les niega la aspiración a los libertos
a cargos públicos, se veta a las mujeres, y los beneficiarios eran ciudadanos romanos. De todos modos, los libertos hallaron formas
para ser reconocidos socialmente, entre ellas acceder al levirato, así como que se les pudieran erigir estatuas.
Resultan interesantes varios pasajes de Gayo relativos a la sucesión del patrono en los bienes del liberto que, resumiendo,
el liberto habría debido dejar, en caso de que hubiera hecho testamento, la mitad de su patrimonio al patrono. Por el contrario, si el
patrono hubiera sido excluido del todo, o instituido en una cuota inferior a la que le correspondía ex edicto, el pretor le habría
concedido la posesión de la mitad de los bienes contra las disposiciones testamentarias.
La capacidad patrimonial del liberto se manifiesta en la aparición de las fórmulas heredes ex testamento en inscripciones
funerarias, pues la acción hereditaria del legado puede actuar por la actio ex testamento, ya que el heredero está obligado a prestar
la cautio legatorum servadorum, causa por la que se obliga al legado, conforme a la voluntad del testador, la preocupación por dejar
estipuladas las condiciones de su propio enterramiento. Los monumentos funerarios que presentan grandes dimensiones, llevan a
pensar en libertos enriquecidos.
La manumisión convierte al esclavo en ciudadano, su amo al manumitirle le permite integrarse en la vida civil; le transmite
parte de su nombre y el derecho a la ciudadanía que posee con limitaciones, no así sus hijos que serán ciudadanos romanos a todos
los efectos. Los autores latinos ofrecen una imagen negativa de las mujeres en general, al no poder desempeñar una actividad pública,
aunque algunas participan con su marido en la vida ciudadana.
Las expresiones que indican relaciones de amistad, de collegae y de heredes, son relativas a las personas ligadas al ámbito
más cercano, son referidas a individuos que están unidos por lazos de amistad. Observamos que son familias reducidas, a lo sumo
marido y mujer con algún hijo. Además, en las colonias andaluzas, en particular Corduba, los libertos se reúnen para aparecer en
inscripciones conjuntas, tal vez, por ser una ciudad de mucha población y no pierden la oportunidad de aparecer en esos
monumentos. Si pasamos a analizar los hábitos conmemorativos de la familia nuclear hallamos a libertos que actuaban como
dedicantes. Los libertos se sirven del mundo funerario para construir tumbas de gran riqueza decorativa con la finalidad de hacer
gala de su ostentación económica. Aún así, las necrópolis de época imperial no parecen reflejar de manera estricta este orden social
o económico entre este colectivo. Sin embargo, Emerita Augusta fue la ciudad en donde la conmemoración funeraria fue más
utilizada por libertos y libertas.
La epigrafía funeraria nos permite explorar el mundo social de los libertos que mandaron hacer el monumento y de los que
fueron conmemorados. Sucede con los epitafios fechados a partir del siglo II d. C., momento en que se deja de señalar la filiación o
la manumisión.
El estudio de los nomina es una de las principales fuentes para el conocimiento de su situación social, en particular sobre
los sevires augustales. Las familias más representadas a las que estaban adscritas los libertos hispanos corresponden por el número
de registros a los Iulii, la gens más atestiguada en las tres provincias, y las más extendida y numerosa en la Hispania romana. Se

9Cf. Martín Ruiz, J. A., Medicina y enfermedad en la Bética romana, Málaga, 2006. El autor señala que Hispania era una de las zonas del Imperio
romano con mayor densidad de población, siendo la esperanza de vida alta.

5
constata en Corduba, Acci, Ucubi y Gades en la provincia bética. La provincia tarraconense en Tarraco, Barcino y Dertosa y en la
provincia lusitana en Emerita Augusta, Conimbriga y Pax Iulia.
La situación social del liberto es de cierta igualdad al ingenuus romano, sui iuris, que se confirma mejor en el liberto
imperial al disponer de unos “privilegios” por formar parte de la domus imperial. A través de las fuentes escritas y epigráficas se
tiene constancia de ejemplos de varones y mujeres que llegaron a alcanzar una “individualización” que les permitió escapar del
silencio, al que les llevaba su propia condición. Junto a la tradicional labor matronalis, todo lo relacionado con las tareas del hogar,
las mujeres hispanorromanas, no aristocráticas, libres o no, ocuparon puestos profesionales remunerados que escapan, en ocasiones,
de la esfera doméstica. En definitiva, la ocupación laboral del liberto, respecto a su participación en el sistema productivo, se realiza
en consonancia con el orden socio-ideológico vigente; es decir, incapacitados, en general, para ejercitar funciones de responsabilidad
política, social y económica.
En cuanto a la situación socio económica de los libertos la documentación solo nos revela la situación social y económica
de los difuntos y de sus dedicantes, hasta el punto que resulta difícil diferenciar por los nombres los nacidos libres de aquellos
nacidos esclavos, posteriormente manumitidos. Los libertos y los dedicantes están bien representados y suelen revelar su condición
de forma explícita o a través de sus conliberti. A pesar de vínculos consanguíneos, los antiguos esclavos mantenían lazos sociales
con sus antiguos compañeros de su familia esclava, y dentro de este contexto es lo que permite a algunos de estos que fuesen
enterrados por sus antiguos compañeros, ya que tal vez fuesen manumitidos recientemente y no habían tenido tiempo de fundar una
familia, o bien que su cónyuge le haya precedido en la muerte y, en ausencia de hijos, sus antiguos compañeros fuesen su familia.
La mayoría no pudieron pertenecer a determinados grupos, se les permitió el acceso a algunos sacerdocios y no se les impedirá el
ingreso en otros ambientes sociales, debido a unas especiales condiciones económicas. Debemos de indicar que los libertos hispanos
no llegaron a destacar de manera especial, ni social ni económicamente, aunque hay ejemplos que consiguieron ostentar una posición
económica elevada, bien a través del matrimonio, de su trabajo o de una herencia. Debemos también destacar la independencia
económica que llegaron a alcanzar alguno de los libertos.
La epigrafía hispana confirma la indicación del status del liberto, bien con la aparición del patrono, bien por el tria nomina
o duo nomina en el caso de la mujer, siempre con la abreviatura correspondiente, que se confirma en Augustales y no Augustales.
El manumisor le da el nomen al liberto, pero en la mujer si el manumisor es varón se convierte en tutor de ella, pues lo más corriente
es que ésta quede en la casa del patrón/a a su servicio, al seguir manteniendo los mismos vínculos que tenía antes de alcanzar el
nuevo status social, como se refleja en la lex municipii Flavii Irnitani. Las pautas de conducta relacionadas con el principio del
derecho romano son reflejo de los distintos procesos que se aprecian en la legislación a lo largo de la etapa republicana e imperial.
La mujer romana, incluida la liberta, comienza su proceso de emancipación en varios aspectos de la vida social, religiosa y
económica. Sin embargo, se le prohíbe el acceso a la clase de los caballeros, a las magistraturas y por ende a las Curias de las
ciudades por la lex Visellia de libertinis (24 d. C.), aunque no por ello dejarán de asumir magistraturas como el sevirato o la
augustalidad. Los patronos procuraban que sus libertos tuvieran los medios necesarios para subsistir, proporcionándoles fuentes de
ingresos económicos desde el momento que les dejaban en sus testamentos dinero suficiente. Estos ofrecimientos confirman las
buenas relaciones contractuales, basadas en los vínculos en las que el patrono/a está obligado a proteger al liberto y ayudarle en
caso de necesidad, procurándole los medios para subsistir.
El esclavo ante la ley estaba desprotegido y privado de todos sus derechos, hasta el punto de que no se le reconocían
relaciones de parentesco, no podían casarse legalmente, sus hijos eran ilegítimos y propiedad del dueño de la madre. Esta diferencia
entre ingenuos y libertos aparecen reflejadas en las fuentes literarias, tal y como manifiesta Gayo10.
Se ha indicado que la promoción jurídica y social de los libertos les llegaba más temprano entre el componente femenino,
quizás por las relaciones más intensas entre dominus/a y esclavas, bien porque las relaciones sexuales debieron de jugar un papel
decisivo; es decir, había un deseo de muchos domini de casarse con ellas, y también el trabajo de la mujer en el seno de la familia
permite un trato más íntimo, que nos explicaría el gran número de libertae mulieris.
La relación de patronato, que une al liberto con su antiguo dueño, ocasiona una serie de relaciones contractuales en las que
éste está obligado a protegerle y ayudarle en caso de necesidad; a cambio, aquél le debe respeto y obediencia, lo que se plasma en
una serie de obligaciones. Se encuentran colaborando con sus patronos en los diversos aspectos de la vida económica y social, pues
en las inscripciones constatamos a libertos ofreciendo monumentos funerarios a personas de condición libre a las que les une una
relación de patronato.
La dependencia con el patrono está basada en un vínculo moral, que podía mantenerse, incluso, con varios patronos. Hay
libertos privados sujetos a copatronato. Hay libertos que poseen esclavos y libertos de otros libertos.
Los matrimonios entre patronos y esclavas manumitidas llevaron a establecer relaciones más intensas, a pesar de las
transgresiones a estas leyes, tal y como se manifiesta en esponsales entre ecuestres y libertas. Las relaciones matrimoniales están
atestiguadas en las fuentes literarias, pues Tácito confirma que una mujer libre que mantiene relaciones con esclavos de otro, pierde
su libertad y pasa a ser liberta del dueño del esclavo. Augusto habría permitido el matrimonio de mujeres libertas debido a que entre
la nobleza había más hombres que mujeres y es difícil saber si eran frecuentes estas relaciones matrimoniales ya que las relaciones
sexuales entre patronos y esclavas eran frecuentes en el mundo romano, pues era una de las funciones de estas formar parte del
lecho de su amo, y a veces estas uniones llevaron a contraer matrimonios, tomando la forma de contubernium, cuyos hijos fueron
reconocidos como naturales.
El matrimonio es una de las vías de integración de las libertas en la sociedad una vez convertidas en ciudadanas libres,
además de haber sido una forma de liberación personal. La documentación epigráfica nos confirma la existencia de estos

10Gayo (en latín, Gaius) (120?-178?) fue un jurista romano de mediados del siglo II. Fundamentalmente fue un profesor de Derecho y todas las
obras que redactó tenían finalidad docente. La mayoría de ellas fueron escritas durante el gobierno del emperador Antonio Pío y a principios del
emperador Marco Aurelio. Con certeza murió después del año 178, como lo demuestra un comentario suyo al SC. Orfitiano de ese año.
6
matrimonios entre patronos y antiguas esclavas, pues el deseo de muchos domini es contraer matrimonio con sus libertas, motivo
de manumisión, como ya hemos indicado.
Las leyes caducarias de Augusto, como hemos señalado, estipulaban además de la obligatoriedad del matrimonio, que las
libertas tuvieran más de 4 hijos, lo cual supone que la tasa de mortalidad femenina en edad fértil fuese elevada, tal y como se
manifiesta en los estudios epigráficos y en los análisis de restos arqueológicos mediante técnicas procedentes de la antropología
física.
Un aspecto significativo a estudiar es el de los matrimonios entre diferentes miembros de la sociedad hispana: Las libertas,
por lo general, no tenían vínculos de parentesco maternofiliales, al no tener muchas posibilidades de tener hijos de nacimiento libre
y solo tenían vínculos con sus esposos. Muchas de ellas fueron enterradas junto a componentes de su familia nuclear o bien actuaron
como dedicantes, lo cual ilustran los vínculos sociales y emocionales. Cuando el esposo o esposa ha fallecido se tiene la posibilidad
de volverse a casar, además de aseverar las relaciones familiares, se observa que muchos de estos matrimonios fueron duraderos.
Las inscripciones reflejan datos sobre la situación familiar de los libertos que, por diversas circunstancias, volvieron a casarse por
segunda vez en donde se constata que los hijos no llevan el mismo gentilicio. Entre la población de libertos se confirma un número
elevado de viudos y viudas por fallecimiento del esposo o de la esposa a edades tempranas, posibilitando también la participación
de parientes más lejanos, incluso se mantienen vínculos por ambas líneas, en tumbas individuales.
Las inscripciones hispanas, en particular, las emeritenses reflejan más datos sobre la situación familiar de las libertas que,
por diversas circunstancias, volvieron a casarse por segunda vez. Hay que tener en consideración de que la esclava ante la ley estaba
desprotegida y privada de todos sus derechos, hasta el punto de que no se le reconocían relaciones de parentesco, no podían casarse
legalmente, sus hijos eran ilegítimos y propiedad del dueño de la madre. Se piensa que, a través de una pactio, la mujer conservaba
su libertad a cambio de la esclavitud de sus hijos, según textos de Gayo.
La expresión liberi naturales, que aparece en algunos textos, puede indicar bien hijos ilegítimos nacidos de uniones
estables, caso de concubinato11 o contubernio12, bien hijos legítimos engendrados in potestate, emancipados o dados en adopción.
Normalmente al hijo ilegítimo era la mujer quien les daba el nombre.
Apenas aparecen recogidos libertos en el mundo rural y la mayoría están relacionados con la comercialización del aceite.
Las inscripciones raramente reflejan los oficios de las mujeres libertas, que demuestra el prejuicio de que la mujer no trabaja, sino
que debe de realizar las labores de la casa. El trabajo en el mundo hispanorromano está bien ilustrado por las fuentes epigráficas y
arqueológicas, pero con escasas referencias literarias. La mayor parte de los oficios se concentraban en el ámbito urbano, a pesar de
la escasez de relieves hispanos referidos a escenas laborales, a diferencia de las ciudades galas e itálicas.
Las mujeres libertas también colaboran y conocen el mundo profesional, del cual son partícipes en la medida que su
capacidad económica les permitiese erigir un monumento por muy sencillo que fuese y reseñar aquellos datos por los que se las
recordase. Uno de los factores que permitió esto a la mujer hispanorromana fue la capacidad que tuvo de poseer y administrar su
propio dinero, debido a una serie de transformaciones sociales y jurídicas que provocaron esos cambios.
El trabajo en actividades agropecuarias y alimenticias constituye el fundamento de una economía agraria y ganadera, que
ofrece numerosas variantes en el mundo hispanorromano, en especial a partir del siglo III d. C. con el sistema de explotación de las
villae. La estimación de la valoración social de las distintas formas de trabajo relacionadas con la condición jurídica de la persona
permite valorar el papel ejercido en determinadas provincias hispanas.
Los datos escritos apuntan a una serie de cualidades que deben de tener las mujeres en las actividades domésticas
campesinas, actividades basadas en la división del trabajo en función del sexo. La mayoría de los trabajos realizados por las libertas
hispanas están en relación con actividades de escaso peso económico, favoreciendo en todo caso a la familia en la que estaban
integradas. Debemos hacer mención a las libertas rurales ligadas a sus patronos para la realización de algún tipo de trabajo en las
villae, cuya situación es mucho peor que la de las libertas urbanas. Los registros epigráficos aluden a actividades relacionadas con
la producción agrícola y la alimentación13.
Existe un debate en torno al significado del término de diffusor olearius. Pues los diffusores tienen relación con todos los
demás sectores implicados en el gran negocio del aceite: latifundistas, figlinarios, armadores y transportistas, sea por tierra o mar y,
lógicamente, también con minoristas. En el territorio de Igabrum se constata la presencia de libertos que consiguen grandes fortunas.
Por lo que los diffusores parecen ser, una especie de mayoristas, que controlan los mercados y los precios. La documentación
arqueológica confirma la presencia de diversos envases relacionados con las distintas factorías en las colonias costeras.
Estrabón ya se hizo eco al subrayar la importancia del aceite, el vino y el trigo procedente de la Turdetania y de otras zonas,
como Olisippo por la existencia de comerciantes en donde trabajarían libertos y esclavos, situación análoga respecto al cultivo de
la vid y la fabricación del vino, pues los negotiatores vinarii exportaban vinos de todas las regiones, principalmente de la
Tarraconense y de la Bética.
La industria del salazón tiene escasos testimonios epigráficos, siempre referidos a los comerciantes de este producto.

11 Concubinato. Del lat. concubinātus. I. Sustantivo m. — Relación marital de un hombre con una mujer sin estar casados.
12 Contubernio. Del lat. contubernium. I. Sustantivo 1. m. — Habitación con otra persona. 2. m. Cohabitación ilícita. 3. m. — Alianza o liga
vituperable.
13 Caso del pistor —panaderos o molineros—, persona que tritura el trigo para la fabricación del pan y que originariamente los trabajadores eran

esclavos; pero a partir del siglo II d. C., muchos panaderos libertos trabajaron en las principales mansiones en donde llegaron a alcanzar una
relevancia social. El vocablo pistor alude también a una serie de trabajos previos y necesarios para la fabricación del pan.
7
El desglose prosopográfico14 de los nomina15 de libertos permite hacer un seguimiento de familias ligadas a unas
determinadas actividades industriales. La mujer liberta aparece relacionada con el trabajo de la lana y la fabricación de curtidos, por
lo que los collegia fueron otro medio de reproducir los valores del orden social e ideológico. Los collegium de artesanos, se cree
que es una asociación con fines funeraticios o cultuales. Normalmente aparecen como asociaciones relacionadas con la vida
municipal y las mujeres se relacionan con los collegia, puesto que la imagen pública marcará sus actividades sociales.
Hay casos de libertas entre las que algunas hicieron labores relacionadas con la función de sarcinatrix o zurcidoras en
Corduba del siglo I o principios del siglo II d. C. Estas libertas se ocupaban de las labores del arreglo femenino de la vestimenta,
documentándose antes en la Bética que en la zona del noroeste. Es un ejemplo en la literatura jurídica romana para ilustrar el alquiler
de servicios, siendo remuneradas por cada pieza elaborada.
La actividad relacionada con la higiene es una ocupación frecuente entre las libertas que ejercían como especialistas en el
peinado o aderezo personal, trabajando en el ámbito doméstico de las familias más pudientes, aunque algunas pudieron alquilar sus
servicios a gentes pudientes que no tenían servicio personal, lo cual implica estar orgullosas de su profesión. Estos oficios,
relacionados con la higiene, según Marciano, requerían de una habilidad manual y de una preparación especial.
En Corduba por citar un ejemplo documentamos la artesanía del metal en el siglo II a. C., en donde familias de libertos
enriquecidos están relacionados con la profesión de broncistas (aerarius), libertos fabricantes de monedas, y otros libertos que
aparecen en una placa funeraria del siglo I d. C., siendo el testimonio más antiguo de broncistas.
Las fuentes epigráficas y arqueológicas confirman que varias ciudades hispanas ofrecen trabajos relacionados con el sector
de la piedra y el mármol. El desarrollo de programas urbanísticos y monumentales permitieron las explotaciones de numerosas
canteras de mármol en la Bética. Algunos oficios relacionados con el trabajo del mármol, son canteros, grabadores y artesanos, el
de serrarius, el encargado de la sierra en las canteras. Se considera según unos autores a estos trabajadores como un collegium ya
que la statio designaba la sede de la asociación, mientras que otros les considera canteros militares.
Los oficios relacionados con la construcción como tegularius se confirman en la Lex coloniae Genetivae Iuliae Ursonensis
y el de plumbarius en Tarraco.
Entre los nombres de profesiones privadas, alusivas a una actividad más o menos intelectual con carácter artístico, hallamos
al musicarius. Que al entenderse el aprendizaje como un modelo formativo cuya relación tendía a desarrollar vínculos de respeto
entre la maestra y alumna, que a su vez permitía insertarse en el entramado social.
Sólo algunos epitafios hispanos guardan memoria de esas gentes humildes, relacionadas con el teatro en donde los
moralistas romanos establecieron la ecuación de mima=puta, de origen generalmente extranjero, como la secunda mima (segunda
actriz de mimo). Aquí podemos ver la escasa consideración social que tenían al ser excluidas de la información sobre los
espectáculos. Esta mujer se ganaba la vida como secunda mima o actriz del gesto dentro del grex teatral. La mayor parte de estas
mujeres suelen ser extranjeras, portan nombres griegos, y algunas se casaban con intelectuales formando parte de alguna manera de
la vida cultural de corte popular de las ciudades. Las actrices eran mujeres desacreditadas, equiparadas a prostitutas y consideradas
personas infames, que carecían de una gran parte de los derechos de los que gozaba un ciudadano romano. Tal condición la vemos
reflejada en una serie de leyes emitidas a todo lo largo del siglo IV d. C. En estas leyes la categoría social y judicial de las actrices
era la misma que la de esclavas, libertas romanas o latinas, taberneras, proxenetas o gladiadores. Si un individuo de los citados
estamentos encumbrados reconociera a un hijo tenido con una actriz o con la hija de una actriz, le serían confiscados sus bienes, y
entregados a sus parientes más próximos.
El estudio de las nutrices16 de las provincias de Hispania romana manifiestan que aquéllas se mueven en el ámbito de la
dependencia personal, bajo la forma de esclavas o libertas. En tiempos del Imperio se comenzó a contratar amas de leche (nutrix)
por creer que, si se daba de mamar a un hijo, se tardaría más en recuperarse del parto y en tener más descendencia.
La profesión más común entre las libertas es la de nodriza (nutrix), cuya función era cuidar y alimentar a los niños que
están al servicio de una dama. La semblanza y la castidad eran las principales exigencias para su selección, sabemos que debieron
comenzar siendo esclavas para alcanzar su libertad, lo que unido a la frecuencia de uniones liberta-esclavo proporciona mayor
estabilidad al grupo servil y más docilidad y eficacia en el trabajo.
Una de las profesiones que conocemos de entre las liberales en las ciudades hispanas es la profesión de la medicina, una
de las mejor remuneradas. La mayoría de los documentos hispanos confirman que ejercieron esta profesión gentes de extracción
servil y de origen helénico. Aquellos individuos que se dedican a la medicina general aparecen mencionados como medicus. Se
confirma en el ámbito bético a médicos públicos. La medicina fue ejercida también por mujeres libertas con los títulos de obstetrix,
iatromea y médica, pues muchas familias pudientes preferían disponer de obstetrix que de medicae, oficio que se aprendía por
tradición familiar transmitida por vía matrilineal. La medicina es una profesión reservada a los hombres.

14 La prosopografía (que etimológicamente significa prósopo en griego) es la descripción de un personaje. Se entienden cosas diferentes según
se emplee este término en teoría retórica y preceptiva literaria o bien, en historia.
Para la preceptiva literaria indica la descripción física de una sola persona: rasgos físicos, estatura, como corpulencias, facciones, etcétera; como
tal se opone a la etopeya o descripción psicológica, moral y de las costumbres de una persona. Ambas en conjunto constituyen el retrato o
semblanza.
Para la historia, la prosopografía fue desde la antigüedad una disciplina auxiliar cuyo objetivo era estudiar las biografías de una persona en tanto
que miembro de un colectivo social, esto es, la vida pública de una persona. Se trata así de ver una categoría específica de la sociedad, estamento,
oficio o rango social, por lo general las élites sociales o políticas. Más que una ciencia auxiliar se ha convertido en un método histórico, en la
medida en que la prosopografía suscita problemáticas históricas específicas.
15
Son los nombres propios entre los romanos y sus libertos que lo reciben de sus antiguos amos o patrones.
16 Nutriz. Del lat. nutrix, -īcis. I. Adjetivo adj. — Que nutre. II. Sustantivo f. — <desus.> nodriza.

8
El grado secundario de la enseñanza correspondería al grammaticus/a, o paedagogus, (H)istoricus, quien enseñaba a leer
y escribir hasta los 12 años, aunque se encargaba de formar a quienes se dedicaban a la escritura en tablillas de cera, papiros y otros
materiales.
Dentro de la profesión jurídica, que se dedicaba a la redacción de testamentos cabría, incluso, incluir en este apartado las
voces de testamentarius, y el oficio dissignator, que es el que organiza los cortejos públicos fúnebres o bien el que asigna los puestos
en los espectáculos en tiempos de los Severos17.
La vida laboral en las minas, es muy corta pues los índices de mortalidad son bastantes altos debido a una serie de causas,
entre ellos las jornadas laborales largas, la insalubridad en el trabajo y otros factores. Las minas conquistadas por Roma pasaron a
manos del Estado, que las alquilaba a particulares, possesores. Pero a partir del siglo II a. C. las minas son aprovechadas por los
publicani, sociedades que explotarían las minas a través de decretos. Más tarde se confirma la presencia de procuradores metallarum,
responsables de su explotación. Los confectores de Hispalis del año 130 d. C. eran los trabajadores encargados de obtener la materia
prima de las minas de cobre de propiedad imperial. Aparecen asociados en collegia, como curariarii o metallarii. Se sabe, que las
libertas, al igual que las trabajadoras en general, eran peor pagadas que los varones.
Hay documentos que nos dan a conocer sobre otro tipo de profesiones ejercidas por los libertos, como comerciantes de
armas, gladiatores, ignotus, insignarius18, aquilegus19 y aquilifer20.
La pertenencia a una cofradía de tipo privado, collegium21 u otro tipo de colectividad, les permitía gozar de una determinada
superioridad social. Estos colegios aparecen entre dedicantes de inscripciones funerarias, aunque se debe indicar la existencia de un
templo de culto imperial en la ciudad, imitación de los Sodales Augustales Claudiales de Roma. Este tipo de asociaciones las
hallamos en epitafios y debemos considerarlas como evidencia de un culto en honor a una profesión o religión común en donde se
inscriben libertos y esclavos en Carthago Nova.
La concesión del Ius Latii de Vespasiano trajo consigo que el modelo de municipalización, que ya se había iniciado con
Cesar y Augusto, se implantase en numerosas comunidades indígenas, permitiendo la creación de centros urbanos autónomos, donde
el ciudadano podría promocionarse, en especial los libertos, quienes hallaron en la munificencia un medio para alcanzar un prestigio
y un status social, mediante la concesión de honores y otros privilegios. El evergetismo 22 hispano fue una consecuencia del desarrollo
de la municipalización y de la integración de las élites en la nueva estructura social romana, que se estaba gestando en Hispania.
Las donaciones son el acto evergético más frecuente en la epigrafía peninsular, puesto que libertos y nuevos ricos buscaron alcanzar
prestigio y mejorar su status por medio de la munificencia cívica en las distintas comunidades urbanas y se preocuparon de
inmortalizar sus nombres a través de esas donaciones. La independencia de los libertos hispanos se manifiesta en la capacidad de
poseer y administrar su propio dinero para una mayor emancipación, que les permite no sólo sufragar sus propios monumentos,
aunque la mayoría de ellos dependía de sus señores. Generalmente, los evergetas dejaban al municipium una tierra o una cantidad
de dinero para dedicarlas al culto funerario y el mantenimiento de la tumba. El objeto de la donación era perpetuar la memoria de
la persona que lo establecía, mediante la organización de actos conmemorativos, coincidiendo con el dies natalis del fundador. Hay

17 La dinastía Severa es una casa de emperadores romanos que reinó por varias décadas desde finales del siglo II hasta comienzos del siguiente.
Fue el último linaje del Principado, y precedió a la Crisis del siglo III.
18 Responsable de cuidar o proveer las armas a los uenatores del anfiteatro. En la Venación o cacería participaban bestiarios (bestiarii) y cazadores

(venatores). Los bestiarios disfrutaban de una consideración social similar a la de los gladiadores e iban armados con cuchillo o venablo; los
cazadores gozaban de una posición superior. Solían proceder de África y practicaban en la arena las artes cinegéticas de su país de origen.
19 Los aquilegus, eran indagadores vel receptores aquarum, es decir un indagador de aguas subterráneas.
20 Un aquilifer era en la Antigua Roma un signifer de rango senior del ejército romano, un suboficial que portaba el águila del estandarte de las

legiones. Su nombre deriva de aquila, que en latín significa águila, animal que se convirtió en símbolo universal de las legiones a partir del año
104 a. C. Antes de que el águila se impusiera como el emblema predominante de las legiones romanas, el lobo, el jabalí, el toro y el caballo
ocuparon su lugar. El águila se convirtió en la posesión más importante de la legión, y su pérdida suponía el deshonor y la deshonra.
El aquilifer gozaba de gran prestigio dentro de la jerarquía del ejército romano; ha sido clasificado por los historiadores como un suboficial cuyo
rango estaba por debajo del centurión y por encima del optio y que recibía el doble del salario del legionario raso. A diferencia de otros
portaestandartes romanos como el signifer, el aquilifer no empleaba piel de animal como complemento para su vestuario. Portaba un pequeño
escudo circular llamado parma que podía sujetarse al brazo si estaba empleando el arma o portando el estandarte.
21 Collegium (collegia en plural, palabra latina que da "colegio" en idioma castellano y que etimológicamente significa "juntos por ley") era el

nombre de una institución romana con un importante papel en el derecho romano; tenía el carácter de una asociación privada y estaba regido
por su propio estatuto (la lex collegii) donde se establecían sus órganos y finalidad, los criterios de admisión de los asociados y otros asuntos
propios.
22 El evergetismo es un término introducido en 1923 por el historiador francés André Boulanger que se deriva del verbo griego εύεργετέω y del

sustantivo «evergesia», ευεργετισμός, que significa «hacer el bien» o «hacer buenas obras». En su definición original, el evergetismo consiste,
para los miembros ricos o notables de una comunidad, en la distribución de una parte de su riqueza a la misma, aparentemente de forma
desinteresada. A esta persona benefactora, altruista se la llama «evergeta».
Complementa al clientelismo, vínculo individual y personal entre el patrono (latín patronus, plural patroni, ‘patrón’) y sus clientes (latín cliens,
plural clientes*), como fue el caso en la Antigua Roma.
* Cliente (del latín cliens -plural clientes-, y este de cluere, "acatar", "obedecer"), en la sociedad de la antigua Roma, era el individuo de rango
socioeconómico inferior que se ponía bajo el patrocinio (patrocinium) de un patrón (patronus) de rango socioeconómico superior. Ambos eran
hombres libres, y no necesariamente se correspondía su rango desigual con las distinciones socio-familiares entre plebeyos y patricios; aunque,
legendariamente, esta relación de patronaje se inició por Rómulo con el objetivo de fomentar los vínculos entre ambas partes de la sociedad
romana, de manera que unos (los clientes) pudieran vivir sin envidia y los otros (los patronos) sin faltas al respeto (obsequium) que se debe a un
superior. Cuantos más clientes tuviera, a más prestigio (dignitas) accedía un romano que pretendiera ser importante.
9
otras formas de ser honrado, como mediante la concesión de un funeral público, un honor tan apreciado como el de una estatua. El
ordo23 es el que tiene la capacidad legal de otorgar ese honor en función de la importancia del individuo.
Los documentos de libertos imperiales, públicos y augustales son escasos, pues estamos hablando de más de 130
inscripciones en toda Hispania. Son los encargados de controlar todas las actividades de la casa imperial. El aumento de la actividad
administrativa en la etapa imperial les convertirán en agentes estatales. Forman un sector social específico, que comienza en el
Principado para llenar los cuadros técnicos de la administración romana. Los libertos imperiales es un colectivo complejo y
heterogéneo dentro de la sociedad hispanorromana. Éste forma parte de la familia Caesaris, que reciben el nombre de Augusti liberti.
Su peculiaridad es formar parte de un ordo específico: ordo libertorum et servorum principis, del que formaron parte los libertos y
sus descendientes. Llegó a alcanzar una posición social importante, en especial económica, aunque no todos los libertos imperiales
alcanzaron un gran prestigio y poder, solo unos pocos. Su nomenclatura es una manera de señalar su vinculación a la familia imperial
hasta el punto de que lo indican en las inscripciones. La prosopografía es una de las fuentes principales para el conocimiento de este
grupo social.
Respecto de los cargos de los libertos imperiales, la condición especifica de la que goza el Augusti libertus suele ir
acompañada del cargo que ostenta dentro de la administración provincial hispana. Suelen ocupar los puestos de tipo medio e inferior,
con un funcionamiento específico dentro de la maquinaria administrativa provincial. Los libertos imperiales dependen directamente
del princeps, quien decide la asignación de esos cargos, la duración o traslado. Las inscripciones hispanas de libertos imperiales son
parcas en datos con respecto al cursus honorum24 de estas gentes, suelen indicar el último cargo ocupado. Los procuradores
metallorum, tienen como función la dirección de las minas administradas y explotadas por el Estado, abarcando una provincia o una
circunscripción administrativa, formaban parte de un ordo libertorum et servorum principis por su vinculación a la cabeza del
Estado. Estos libertos dependían directamente del emperador y desaparecen en las regiones del Noroeste a principios del siglo II d.
C. Estas procuratelas son conocidas a través de la Lex Metalli Vipascensis, que contempla al procurador como la autoridad
encargada de la organización y reglamentación delas minas para su explotación. Estos procuratores eran en su mayoría de origen
oriental o griego y eran expertos que dirigían los trabajos de las minas, que dependían del administrador provincial del fisco.
Los arcarius tenían como funciones el control de los fondos o caja de una sección determinada, la custodia y registro, pero
quizás los arcarius provinciae debieron tener un rango más importante, que se encargaban de la custodia de las cajas que contenían
los ingresos procedentes de los impuestos de manumisión. Es un puesto de inferior categoría dentro de la familia Caesaris, pieza
del servicio de correos, posición reservada para esclavos. Este cargo es el que más aparece en la epigrafía, siendo un puesto
intermedio para ascender a otros superiores, las procuratelas. Cabe deducir, por tanto, que era un empleo muy especializado y de
escasa movilidad, ya que son escasos los individuos que alternan más de un empleo y destino a lo largo de su vida. Las funciones
de la tabularius son variadas, pero ejercen de secretarios con funciones de contabilidad, de registro, con trabajos técnicos especiales.
Los commentarienses, tenían la misión de la custodia y mantenimiento de los documentos. El dispensator hace referencia a un
esclavo que forma parte del peculium25 de otro esclavo; es decir, adquirir esclavos con el consentimiento del príncipe. Realiza una
importante función financiera dentro de las provincias, responsable de los fondos de una ratio. La epigrafía hispana nos da más de
86 testimonios: 29 libertos imperiales, 4 arcarii, 16 tabularius, 4 comentarienses; 2 subprocuratores; 22 inscripciones de
procuratores, 9 dispensator. Para completar este panorama habría que hacer mención a los libertos imperiales que aparecen en las
ánforas olearias béticas.
La vida privada y pública de los libertos imperiales se confirma en la epigrafía funeraria, así como el grado de conocimiento
de la faceta privada, es decir, la familia y amigos. La mayoría de los libertos imperiales eran de origen oriental e intentaron adquirir
las formas de vida de la aristocracia romana a partir de la dinastía julio-claudia, aunque se les sigue viendo como esclavos.
Predominan los nomina imperiales, con uniones endógamas en la familia Caesaris frente a los que no pertenecen a ella. Hay también
la posibilidad del matrimonio de un patrono con una liberta o de otro liberto imperial; también es significativa la extracción servil
de las mujeres de los libertus imperiales, pues es poco corriente el matrimonio con una ingenua, la tendencia es contraer matrimonio
con sus semejantes.
Otro de los aspectos relacionados con la vida pública es el logro de algunos libertos en alcanzar una serie de honores y
privilegios en algunas ciudades hispanas, ante la imposibilidad de acceder al ordo decurional y supone, en alguna medida, un
acercamiento a la aristocracia local. Una de las formas de homenajear a un individuo es la de levantarle una estatua, que conlleva
un ceremonial público en grandes festividades ciudadanas, acompañado de cenas, banquetes, ludi o reparto de sportulae. Los
homenajeados eran libertos, aparte de magistrados, senadores, decuriones, patronos, tal y como nos confirma la epigrafía hispana
de augustales y también algunos otros libertos particulares.
Los libertos públicos son aquellas personas manumitidas por una colectividad, que se convierte en patrono, generalmente
una ciudad, collegia, provincias o centros religiosos. La condición de siervo público ha sido considerada como privilegiada dentro
de la comunidad servil, por encima de los privados, al tener una mayor capacidad económica pues, a partir de Augusto, controlan

23 Orden, clase social, orden sagrada, diputación solemne para un oficio sagrado.
24 Cursus honorum era el nombre que recibía la carrera política o escalafón de responsabilidades públicas en la Antigua Roma. Se instauró durante

la República y siguió existiendo durante el imperio, sobre todo para la administración de las provincias dependientes del Senado. El cursus
honorum establecía el orden y la jerarquía por la que se regían las magistraturas romanas, así como el modo de cumplirlas. Dicha carrera quedó
regulada en el año 180 a. C. por la Ley Villia Annalis que estipulaba su ordenación de menor a mayor rango y la edad mínima para desempeñar
cada uno de los cargos. En los últimos años de la República, hacia 81 a. C., Sila fijó el modelo consistente en un servicio militar previo seguido de
los cargos de cuestor, pretor, cónsul y censor.
El cursus honorum senatorial constaba de una fase preparatoria con varias especialidades (vigintiviratus), seis magistraturas ordinarias (cuestura,
edilidad, tribunado, pretura, consulado y censura) y una extraordinaria (dictadura, la cual durante la República sólo se concedía por decisión del
Senado en caso de peligro exterior o interior, y no podía sobrepasar los seis meses de duración).
25 El peculium (peculio) es una masa o conjunto de bienes del patrimonio. El término es utilizado principalmente en Derecho romano, dado que

en la actualidad el sinónimo utilizado de forma habitual es el del patrimonio.


10
las actividades mercantiles y financieras, que estaban en manos del ordo equester y que les compensa de las limitaciones legales a
las que se hallaban sometidos. Solo se les permitía tener un beneficium y un salario a percibir. Adoptan un comportamiento de
obsequium, beneficium y operae de cara a la ciudad o municipio que les ha manumitido. La ciudad les proporciona un lugar donde
vivir. Además, hay referencias en los textos legales de la capacidad que tenían estos libertos de alcanzar la ciudadanía romana y el
acceso de sus descendientes a los cargos municipales, incluyendo el decurionato. Es difícil rastrear en las inscripciones hispanas a
los libertos públicos. Es normal adoptar el nomen Publicius, como sucede con las mujeres, nombre predominante en la epigrafía
peninsular. Algunas dedicaciones evidencian un carácter público incuestionable, ya que se realizan en el espacio más importante
del municipio, el forum, y son consentidas por el ordo decurional.
Respecto al prestigio está en relación con la categoría de la comunidad que lo manumite, estableciendo relaciones con otros
ingenui y liberti, que les coloca en posiciones aceptables dentro de la comunidad municipal. En resumen, los libertos más ricos de
las ciudades son los que tuvieron acceso al sevirato y para incluirlos se crean cofradías religiosas o collegium.
Hay numerosas dificultades para detectar el cargo ocupado por los libertos; por lo general, siguen teniendo los mismos
empleos que cuando eran siervos, solo algunos de los epígrafes reseñan la ocupación. Estaban al servicio de los colegios sacerdotales
o como apparitores de los magistrados, en servicios públicos de la administración, en calidad de secretarios del ordo y otros cargos.
Su participación en colegios y agrupaciones es también una muestra de la integración de este colectivo. El liberto público
es objeto de distinciones oficiales en su comunidad. Además, la epigrafía peninsular de libertos que llegan a obtener la Augustalidad
lo demuestra, entendida como una amplia gama de títulos en la que también incluimos a seviri augustalis, sevir, magister augustalis
y los augustalis, campo en el que hay numerosos estudios, bien si se trata de un puesto sacerdotal o si se consideraba una
magistratura. En los documentos más antiguos, los de época julio-claudia, se llama a los miembros simplemente sevir,
posteriormente solia ser sevir augustalis en época flavia y durante el siglo II d. C., aunque algunos están documentados con el título
sevir magister Larum Augustalis o fórmula similar. Los augustales pueden ocupar algunos cargos en la administración municipal.
Tienen como funciones preparar espectáculos públicos y construcción y en el plano religioso, la construcción de templos,
preparación de estatuas, que implica, en alguna medida, su pertenencia a una clase acomodada. El ejercicio del cargo fue un
instrumento de promoción y de integración social de los libertos en las manos de los que ostentaban el motor económico. Hemos de
tener en cuenta que eran los que representaban los intereses de sus antiguos amos en las distintas ciudades hispanas sobre todo de
la costa mediterránea, a diferencia de las zonas del interior que presentan una sociedad más cerrada y oligárquica por lo que el
sevirato no estaba contemplado dentro de la vida municipal.
Los libertos augustales hispanos plantean problemas a la hora de interpretar y evaluar su situación y condición social y
económica, puesto que algunos autores consideran que, en un principio, los Augustales fueron ingenuos. La epigrafía hispana cifra
alrededor del centenar y medio de augustales.
La organización interna de este colectivo debe de analizarse en tanto en cuanto hay dos instituciones: Augustales y seviri
Augustales26, con estructuras distintas. La reforma de la primera mitad del siglo II d. C. regula estas instituciones y las convierte en
una sola, que adopta carácter colegial, aunque se conserva la distinta titulatura.
Son frecuentes las inscripciones en las que se utiliza el término ordo, que se accede por desempeño del cargo o por adlectio.
Una práctica común fueron los matrimonios con seviros augustales, cuyas mujeres llegaron a una posición elevada dentro
de la sociedad hispanorromana, alcanzando una buena situación económica. Por lo general, el ámbito de los augustales es el mismo
que el de los libertos puesto que se casan con mujeres libertas, que recibían un status más elevado que si no hubieran estado casadas
con ellos, ya que el augustal trasmite a su familia una actividad pública que trae consigo un ascenso social dentro de la jerarquía
municipal, apareciendo en las inscripciones con sus mujeres e hijos. Por tanto, las mujeres de los augustales formarían el estrato
medio de la sociedad, por lo que tenían especial interés en ser conmemoradas en monumentos para dejar constancia de su situación,
aunque en el caso emeritense las elites sociales no permitieron destacar a estos augustales, puesto que no fueron dados a la dedicación
de actos evergéticos. Las mujeres de los seviros obtuvieron también una posición buena dentro del extracto social.
El grado de municipalización e integración de las élites en la estructura social romana determinó la implantación y
desarrollo del evergetismo hispano. La romanización hizo posible la aparición de la munificencia cívica en Hispania, no es un
proceso uniforme para la Península Ibérica, ni siquiera a nivel provincial podemos establecer parámetros evolutivos homogéneos.
La implantación de un sistema donde la ciudad aparecía como una entidad política autónoma estimuló la generosidad de los
ciudadanos que aspiraban a promocionarse. En el momento en que decaiga la autonomía municipal y se desarrollen con fuerza otros
cauces de promoción para las élites urbanas, el evergetismo iniciará su decadencia. La mayoría de las acciones se desarrollan en
centros urbanos, siendo la participación de los libertos más bien escasa. Se puede destacar que la donación ob honorem es la más
generalizada entre los seviros augustales, es decir todas las donaciones realizadas de forma voluntaria, aunque no todas fuesen de
ese tipo. Consistió en erigir estatuas a los dioses o emperadores, aunque algunos de ellos organizan ludi.
Se han diferenciado dos clases de evergetismo: el primero, originado por el desempeño de cargos públicos y el segundo,
de carácter privado. El primero, fue realizado durante el ejercicio de sus cargos y el segundo, las donaciones donde no aparece esta
expresión. Hay fórmulas ya atestiguadas en época flavia, que comenzaron a generalizarse a partir del siglo II d. C. con la expresión
pro honore o municipio pollicitus ex patrimonio suo. Es decir, los epígrafes en donde se indica que la donación fue realizada ob
honorem hace referencia al cumplimiento de una promesa.
La summa honoraria es la cantidad de dinero que tenían que aportar al desempeñar un cargo dentro de la comunidad
hispana, aunque se tiende a estudiarlas con las ob honorem. Los libertos que alcanzaron tales honores fueron seviros, al ser
recompensado con los ornamenta decurionalia por sus muchas liberalidades, puesto que las evergesías realizadas por los libertos

26
Se denominan augustales a los magistrados religiosos instituidos por Augusto en Roma y después en todos los pueblos del imperio en el año
7 a. C. Se hallaban encargados del culto de los dioses Penates y del genio familiar de Augusto. Se les llamó Magistri Larum Augustorium, Seviri
(por ser solo seis) y Augustales. Era una especie de magistratura municipal que asociaba el culto del emperador a obras de beneficencia y de
festejos públicos. La componían hombres de todas clases sociales y tenía ciertos privilegios.
11
debieron contribuir a que sus descendientes tuvieran la posibilidad de ingresar en el ordo decurionum; es decir, preparaban la
promoción de sus descendientes para aspirar a realizar una carrera política. Los testimonios de libertos hispanos son escasos, aunque
la lex coloniae Genitivae Iuliae Ursonensis establece que los duonviros y aediles debían de aportar una cantidad para la organización
de juegos, aunque pudo permutarse por la edificación de alguna construcción. Las donaciones ob honorem son las realizadas por la
promesa hecha por acceder al cargo ocupado. También se realizaban por parte de los libertos donaciones de construcciones de
edificios diversos y estatuas y templos de dioses o al emperador para conseguir prestigio, así como a sus patronos y financiar
espectáculos públicos, como luchas de gladiadores, representaciones de teatro, venaciones, etc. Los sevires augustales organizaban
también banquetes y distribuciones de dinero entre el pueblo.
El nexo entre los augustales libertos y sus patronos son más estrechos al beneficiarse de la promoción social de sus patronos,
pues una gran parte se encuentran vinculados a las gentes más importante de las ciudades hispanas, aunque la categoría social de
los patronos dependía de la importancia de la ciudad en la que habitan. La presencia de un patronus monopoliza la augustalidad
para sus libertos, forma de indicar la posición social, como se manifiesta en muchos ejemplos encontrados en la epigrafia peninsular.
Los libertos tienen preferencia por las divinidades greco-romanas, aunque son conservadores en aceptar nuevos cultos, que
lentamente se van introduciendo, como los cultos orientales. La mayor parte de la epigrafía votiva de época romana en Hispania
está dedicada por varones, siendo escasa la participación de la mujer liberta, que bien pudiera corresponder a un factor económico,
puesto que la realización de un altar requiere de la disponibilidad de recursos, o a la tradición familiar al encontrarse recluida en el
espacio doméstico. Los datos de que disponemos reflejan que los actos religiosos son el ex voto de acción de gracias, la
conmemoración o la consagración. La documentación epigráfica de los libertos imperiales, públicos, seviri, sevir augustales y
augustales, y libertos privados, que dedican un altar por su propia iniciativa, está bien documentada. El ex voto de acción de gracias
es con diferencia el más común y marca el cumplimiento de una promesa por parte del oferente, pues los individuos recurren a la
divinidad en momentos de aflicción al cumplir la promesa voluntariamente (animo libens) antes o después de la gracia concedida y
una vez cumplida la obligación se deshace el vínculo (votum solvit). Algunos de los altares han sido hechos de sua pecunia por el
oferente, gasto destinado a la ofrenda de la divinidad. Los libertos están integrados en el ámbito urbano y religioso de las principales
ciudades hispanas, pues la mayoría de los ofrecimientos son a divinidades de carácter romano, siendo escasos los altares dedicados
a divinidades indígenas-romanas. Es más, las peculiaridades de las distintas divinidades, objeto de consagración, manifiesta que los
libertos se vinculan a los cultos y divinidades romanas.
Según C. Castillo27, los seviri a secas es una de las instituciones más antiguas que encontramos en los principales centros
urbanos y provinciales, no siempre ligados al culto imperial, pues en Italia este grupo social está formado por ingenuos, mientras
que lo seviri augustales y augustales están ocupados por libertos. Se designa con el término seviri a los que son seviri augustales;
mientras que se debe distinguir a los seviri augustales de los augustales, cuyas funciones y pertenencia son vitalicias y de carácter
cultual o profesional. Se sabe que, a partir de mediados del siglo II d. C., los seviri augustales comienzan a asimilarse a los augustales
desde el momento que han ejercido su función anual, lo que no significa que éstos provengan de aquéllos. Otro aspecto a señalar
son las dedicaciones religiosas en las que participan mujeres libertas, que nos informan sobre la participación activa de la vida
religiosa, no existiendo una diferencia marcada con las creencias de los ingenuos, sí con respecto a los esclavos por su adhesión a
la religión oficial, destacando una preferencia por las divinidades greco-romanas y orientales.
Los documentos de los libertos imperiales son en su mayoría de tipo oficial al ostentar el cargo y estar destinados a ser
colocados en un lugar público. Las dedicaciones votivas echas por libertos imperiales están destinadas a ensalzar la figura del
emperador y la familia imperial a través de alguna divinidad, utilizando la fórmula pro salute, aunque algunas de ellas se traten de
cultos privados. Los individuos que costean estos monumentos son procuratores metallorum et libertus Augusti, quienes ocupan un
lugar importante dentro de la familia Caesaris, desempeñando la máxima autoridad dentro de la administración imperial con
respecto a la explotación de las minas del noroeste. Las dedicaciones a Iovi Optimo Maximo, dios oficial y protector de Roma,
proceden del conjunto Villalis-Luyego.
La mayoría de las inscripciones a los dioses están dedicadas a Iuppiter Optimus Maximus. Los documentos de Villalís,
dedicados por unidades legionarias o auxiliares, datadas en la segunda mitad del siglo II d. C., son los ejemplos más singulares de
ofrendas realizadas por libertos, integrados en la burocracia de la casa imperial. Estos administradores son la primera autoridad en
las minas atestiguados en la ley adrianea de Vipasca (Ajustrel), y eran en su mayoría de origen oriental o griego.
Se consideran libertos públicos a aquellos individuos que han sido manumitidos, bien por una ciudad, por un collegia, por
una provincia o por algún centro religioso, convirtiéndose en patronos en el momento de la manumisión. Los libertos públicos
también participaron, en alguna medida, de la vida ciudadana y religiosa de las ciudades hispanas.
Las ofrendas a Iovi, divinidad oficial de las colonias y municipios hispanos que, en la mayoría de los casos, corresponde a
un acto de munificencia al manifestar los libertos haberlo pagado de su bolsillo. Asimismo, son pocos los testimonios en la Península
Ibérica de culto imperial a través de los númenes, los Numina divorum augustorum.
La actitud y el comportamiento religioso de los seviri augustales respecto a los dioses del panteón romano son diversos,
pues las ofrendas, no sólo se refieren a las divinidades tradicionales, sino también engloba a las abstracciones divinizadas. Uno de
los problemas planteados por este colectivo, es diferenciar entre los augustales, los sevir a secas y los sevir augustales, que se
manifiestan en la epigrafía como VI vir, IIIIII vir. Al acceder al cargo debían pagar la summa honoraria, que suponía tener enormes
recursos económicos, que les permitía acceder a él, a los que se añadían también los gastos ocasionados ob honorem serviratus,
como se documenta en gran parte de los documentos epigráficos, expresión típica de haber desempeñado el cargo de la augustalidad.

27 Castillo
García, C., «Sevirato y augustalidad: un estamento intermedio en la vida urbana», en Castillo García, C., Javier Navarro, Fco., Rodríguez
Neila, Fco. J. (Eds.), Sociedad y economía en el Occidente romano, Pamplona, 2003, pp. 74-75.
12
Ya Duthoy28 establece la división entre sevires, augustales y sevir (magistri augustales). Por el contrario, Arrizabalaga29 propugna
la existencia de un solo colegio dedicado al culto imperial, mientras que Serrano Delgado defiende la diferencia entre Augustales y
seviri.
Hay una serie de dioses calificados de augustos, asociados al culto imperial, están bien representados entre los augustales,
como dios Neptunus Augustus. El dios Mercurio y la diosa Fortuna son divinidades frecuentes en los ofrecimientos entre augustales,
al igual que el Genius municipii, justificable por su colaboración en los asuntos municipales. Las donaciones y ofrendas realizadas
a deidades romanas por evergetas, que han ocupado el sevirato, en forma de estatuas y otros soportes es común en la península
ibérica a fin de que se mantenga y sostenimiento de su culto. La política religiosa de los emperadores romanos tendió a generalizar
el culto a las abstracciones divinizadas, calificadas de augustas, que se asocian también al culto imperial.
Una de las divinidades indígenas mejor conocida en la Península Ibérica es la diosa Ataecina, a la que se han dedicado
numerosas aras votivas en la provincia lusitana. Hay documentado un altar a la Dea Sancta Ataecina Turibriga Proserpina, una de
las diosas más veneradas junto a Endovellicus en siglo II d. C. La fórmula inicial Dea Sancta y sus variantes se constatan en diversos
monumentos30.
Los elementos propagandísticos utilizados confirman la relación con las virtudes abstractas, como sucede con el culto que
se tributa a numerosas divinidades augustas, pues emperadores y emperatrices son asociados a grandes divinidades y su culto revela
un nuevo mecanismo del culto al emperador31. Conforman el mayor número de ofrendas realizadas por este colectivo. Las
dedicatorias a diosas augustas son menos numerosas con respecto a los dioses augustos.
El culto a la Victoria Augusta está bastante extendido entre los sevires augustales en monumentos de finales del siglo I o
principios del siglo II d. C. Los dioses augustos, los más venerados, provienen de los dioses familiares, siendo los ciudadanos de
origen esclavo y los libertos los más fervientes devotos, pues el propio término tiene un valor local de carácter doméstico y familiar.
El culto a Mercurius Augustus es la divinidad más venerada en Hispania por los sevir augustales. El culto al dios Bonus Eventus
Augustus, divinidad protectora de las cosechas y dios del éxito, se le consagra templos y pórticos en la ciudad de Roma. Como
podemos observamos, en todas ellas la divinidad porta el epíteto de augustus, que viene a expresar y ratificar la relación con el
emperador, un medio de protección para su persona, un homenaje a la divinidad imperial, una justificación de los augustales por
ellas.
Las dedicaciones religiosas en las que participan libertos privados son escasas si las comparamos con el volumen de
muestras recogidas, estas nos informan sobre la participación activa de la vida religiosa, no existiendo una diferencia marcada con
las creencias de los ingenuos, sí con respecto a los esclavos por su adhesión a la religión oficial. Los elementos propagandísticos,
propios del culto imperial se manifiestan en torno a la asociación con las virtudes abstractas, como ocurre a todas las divinidades
que llevan el epíteto de augustus/a, que encarnan los valores que debe de revestir un emperador. Los Genius y la Tutela son
divinidades que presiden lugares o grupos humanos que los protegen, genius meus nominatur, quia me genuit, de ahí que sean objeto
de veneración. Las dedicatorias a la diosa Tutela tienen por devotos más corrientes a los varones.
El culto al padre de los dioses es el más extendido entre los libertos privados, bien como Iovi Optimo Máximo, bien solo
como Júpiter. Se constatan inscripciones en las que aparece Júpiter con algún epíteto indígena, una manifestación de sincretismo
religioso, por ejemplo, en aras votivas al dios indígena Iuppiter Candamus por Primula y estos libertos les construyen altares y
templos.
Las dedicaciones a los divinos emperadores están constatadas en monumentos al divino Augusto y al divino Vespasiano,
hechas por libertos. En época flavia la existencia de edificios forenses sitúan estatuas imperiales costeadas por estos libertos.
Lusitania ofrece ejemplos de culto al Genius coloniae o municipii, que no se debe confundir con el culto al Genius de Augusto. El
dios Liber Pater también fue venerado por este colectivo en civitas Igaeditanorum.
Numerosas dedicatorias están hechas por libertos, que nos confirman sus preferencias por las divinidades indígenas-
romanas también encontramos en estado fragmentario inscripciones que nos hacen imposible saber a la divinidad a la que se le hace
el voto.
La romanización en la Península Ibérica experimenta un proceso progresivo en la introducción de estos cultos a partir del
siglo II d. C. Para algunos investigadores, los cultos orientales debieron de aparecer durante o después de la conquista romana,
mientras que otros los relacionan con tradiciones relacionadas con el culto a la fertilidad. Las divinidades orientales son veneradas
en las tres provincias. Isis es una de las deidades más populares en el Imperio romano y su culto deja de ser exclusivo de la mujer.
Las advocaciones a las divinidades indígenas son escasas. Se reducen al dios Urilouco y al dios Salaecus.

4. Conclusiones generales.

Las manifestaciones religiosas de los libertos son a deidades romanas, en especial a los dioses y diosas augustas,
relacionadas con el culto al emperador, siendo los seviros augustales, que aparecen en la epigrafía como IIIIII vir augustalis, VI vir
augustalis, sevir augustalis, los que tienen mayores preferencias con aquellas divinidades relacionadas con el cargo en los
municipios hispanos. La distribución de los sevires augustales es desigual, pues hallamos una mayor proporción en la Lusitania y
en la Bética y son más escasas en la Tarraconense. Se concentran en las colonias y municipios, caso de Pax Iulia, Astigi, Tucci,

28 Duthoy, R., «Notes onomastique sur les Augustales et indication de statu», AC 39, 1970, pp. 88-105. Idem, «La foction sociale de l’Augustalité»,
Epigraphica 36, 1972, pp. 134-154. Idem, «Recherche sur la répartition geographique et chronolique des temes sevir Augustalis et sevir dans le
Empire romain», EE 11, pp. 134-214.
29 Arrizabalaga Lafuente, I., «Seviros en Hispania», H. Ant. XVIII, 1994, pp. 251-267.
30 Abascal Palazón, J. M., «Las inscripciones latinas de Santa Lucia del Trampal (Alcuescar, Cáceres) y el culto a Ataecina en Hispania», AEArq.,

75, 2002, pp. 37-57.


31 Gagé, J., Divus Augustus. L‘idée dynastique chez les empereurs Julio-Claudiens, R. A., XXXIV, 1931, p. 30.

13
Corduba o Emerita Augusta, por señalar algunos ejemplos en una cronología entre principios y finales del siglo I d. C. hasta
mediados del siglo II d. C. Los libertos imperiales, al formar parte de la familia Caesaris, dedican sus ofrendas a ensalzar la figura
del emperador o de su familia, utilizando la fórmula pro salute, siendo Júpiter y la diosa Tutela las divinidades protectoras de las
ciudades e individuos. Sin embargo, éstos mantienen más preferencias por Iovi, divinidad de las colonias o municipios y por el
numen de los augustos. Los libertos con recursos económicos buscaron obtener prestigio y mejorar su status invirtiendo parte de
sus fortunas en actos de munificencia, con el objeto de poder acceder al sevirato o ver recompensada su generosidad con un decreto
que les concediese los ornamenta decurionalia.
Con respecto a las divinidades orientales, los libertos de origen greco-oriental, han aportado exvotos lapidarios en el área
lusitana, siendo Emerita Augusta la que se erige en el centro de culto a estas deidades. Hemos de tener en cuenta que las religiones
orientales no dejaron de actuar en Hispania, puesto que el proceso de asimilación permitió establecer nuevos cauces para su
introducción al ofrecer a los fieles, entre ellos esclavos y libertos, la participación en los ritos y un mayor contacto con la divinidad.
En resumen, la primera conclusión es que el liberto no consiguió alzarse hasta los estratos superiores de la sociedad, con alguna
excepción, más bien permanecían integradas en las capas más bajas, entre los humiliores. Los datos que nos aportan la
documentación manejada nos confirma que el varón y la mujer lusitana está poco representada, pues bien aparece sola o acompañada
por su esposo, en muchos casos también por su patronus/a. Hay cognomina que parecen ser nombres aplicados a libertas, pero no
en demasiada cantidad, lo cual podemos considerar una moda temporal.
Se observan distintas relaciones de patronato existentes entre libertas privadas con las consecuencias económicas y
culturales resultantes, principalmente en la participación de actividades ligadas al mundo rural, escasas, y urbano, más numerosas,
que evidencia una voluntad de superación y promoción, difícil de detectar. Y la mayoría de los registros de libertas de la provincia
lusitana se concentran en las grandes ciudades urbanas como: Emerita Augusta, Caesarobriga, civitas Igaeditanorum, Ammaia o
Conimbriga. Y, por último, la mayoría de los registros de libertos de la provincia Tarraconense se concentran también en grandes
ciudades urbanas: Barcino, Complutum, Carthago Nova, Saguntum, Valentia y, en menor medida, en Liria, Asturica Augusta o
Clunia.
Se puede decir que las inscripciones funerarias, no nos permiten dibujar cómo era la sociedad de la provincia, más bien
establecer algunos indicadores del papel ejercido por ella; además, los monumentos funerarios proporcionan algunas perspectivas
en el ascenso social al poseer suficientes medios económicos para erigir un monumento a algún familiar o en agradecimiento a su
patrón. Se constata en Emerita Augusta que los patronos también erigen monumentos funerarios a sus libertos. Hay inscripciones
que, además, nos ilustran sobre el sistema de adopción legal y acogidas de niños en el hogar.
La primera conclusión es la clara relación de los libertos privados con sus patronos, que participan en las actividades del
mundo rural y urbano. También sabemos que la mujer liberta, generalmente, no consiguió alzarse hasta los estratos superiores de la
sociedad, con alguna excepción, y por supuesto permanecían integradas en las capas más bajas.
Sabemos que las mujeres liberadas, también, son utilizadas por la nobilitas hispana para extender sus redes de influencia a
través del matrimonio, como se manifiesta en las esposas de los augustales que se relacionan con las principales familias. Por lo que
los datos que nos aporta la documentación manejada confirma que la mujer liberta está poco representada, ya que aparece sola o
acompañada por su esposo, en muchos casos también por su patronus/a. Así mismo, se observa las distintas relaciones de patronato
existentes entre libertas privadas con las consecuencias económicas y culturales resultantes, principalmente en la participación de
actividades ligadas al mundo rural, escasas, y urbano, más numerosas, que evidencia una voluntad de superación y promoción,
difícil de detectar.

5. Aportación fundamental.

Tras la lectura de esta obra diría que es la constatación de que existió un interés por parte del pueblo romano de aportar su
cultura y costumbres a los pueblos por ellos sometidos pudiendo comprobarlo a través de la epigrafia, de documentos y demás
aportaciones arqueológicas a través de sus libertos en este caso, abordando su situación jurídico-social lo que nos lleva a remontarnos
a sus orígenes para tratar de comprender cómo desde el Derecho Romano se vio la necesidad de otorgar la libertad a ciertos sujetos
que hasta entonces habían vivido como esclavos sometidos a la potestas de sus dueños o señores y que contribuyeron de manera
clara al fenómeno de la romanización de la Hispania romana, y a este respecto ya Estrabón se encargó insistentemente en decirnos
a través de su obra que los pueblos más prósperos son también los más romanizados.
El valor de esta obra reside no tanto en la argumentación empleada, más bien, en la basta cantidad de ejemplos y pruebas
que aporta al estudio de este gremio importantísimo 32 para la romanización de Hispania permitiéndonos estudiar la verdadera vida
del ciudadano hispanorromano, sin contaminación y aportando la verdad de lo que fue una provincia imperial33 por su grandeza y
riqueza. Esta obra será sin lugar de dudas una valiosísima fuente de estudio para los historiadores, presentes y futuros que se interesen
por el estudio de la romanizada Hispania, gracias a las aportaciones que los libertos hicieron a su historia y a su mundo.

6. Critica personal.

32Es impresionante el número de notas, bibliografía utilizada por el autor y ejemplos mil de todas las aseveraciones que nos transmite.
33 Una Provincia imperial era una provincia romana cuyo gobernador era nombrado directa y únicamente por el emperador. Estas provincias
generalmente se hallaban en las fronteras del imperio, eran importantes estratégica y militarmente para la seguridad o eran inestables
socialmente (en guerra o con tendencia a rebelarse contra el imperio).
La subdivisión en provincia senatorial e imperial la efectuó Augusto en el 27 a. C. Todas las nuevas provincias constituidas desde entonces fueron
incluidas entre las provincias imperiales.
14
Podría decir tras la lectura de esta obra y vistas las múltiples posibilidades planteadas en los capítulos del mismo, que lo
que pretende el autor de la misma, Liborio Hernández, como director y coordinador de la obra, es establecer el análisis de las
actividades realizadas por las distintas clases sociales de ese antiguo mundo estudiando a una de ellas a través de su herencia
monumentalista, epigráfica, etc., ya en la república, ya en el imperio, como una alternativa historiográfica destinada a emitir
interpretaciones novedosas desde la base de que sirvan para discutir la concepción histórica que hasta ahora teníamos del mundo
clásico, del mundo hispanorromano en concreto y la romanización misma, especialmente en este caso de la cultura y civilización
romana y que parecía algo definitivo, pero ahora vemos que aún queda mucho trabajo por hacer pero que gracias al estudio de
“Los libertos de la Hispania romana. Situación jurídica, promoción social y modos de vida” nos facilitará mucho esa labor, ya que
el autor nos reconstruye fielmente el pasado hispánico en la antigüedad clásica gracias a la herencia dejada por este estrato social
en nuestro país.

7. Puntos destacados de la obra.

Entre los puntos más destacados de la obra podría citar sin lugar a dudas los siguientes:
1. Análisis de todos los aspectos que nos proporcionan las fuentes antiguas, sean de la naturaleza que sean.
2. La ingente cantidad de documentación escrita y la selección que realiza el autor de la epigrafia.
3. La procedencia de los libertos y su situación jurídica conforman el marco de este grupo social.
4. Ver como la sociedad hispana se va organizando en función de la categoría jurídica de las personas y en el caso que nos
ocupa que, tras ser liberadas, pasaban a libres, pero sometidas a algunas restricciones jurídicas.
5. Podemos comprender el estado personal y las relaciones familiares de estos libertos hispanos.
6. Así como su situación social y económica.
7. La gran cantidad de ejemplos aportados para una mejor comprensión de lo expresado en la obra.
8. La situación socio-económica, las relaciones con sus antiguos propietarios, la duración de su matrimonio, los hijos
ilegítimos, la adopción legal y los tipos de relaciones laborales son imprescindibles para comprender el modo de vida de
estas personas.
9. La promoción social y política de los libertos imperiales, públicos y augustales que llegaron a formar un sector específico.
10. La heterogeneidad y complejidad del mundo de los libertos y su vinculación con la familia Caesaris.
11. Los libertos imperiales conforman la élite de este colectivo al estar encargados de controlar todas las actividades de la casa
imperial, por lo que algunos llegaron a atesorar gran poder y riqueza.
12. La vida social y pública de los libertos imperiales, de los públicos y los privados les permitió acceder a puestos que, en
principio, les estaban vedados, mejorando su estatus desde ese momento.
13. El mundo religioso de los libertos que fue muy importante.

9. Bibliografía consultada como apoyo a lo expuesto y argumentado en la obra que nos ocupa este trabajo:

BRAVO, Gonzalo, (2016): Nueva historia de la España antigua: Una revisión crítica (El Libro Universitario - Manuales), Madrid,
Alianza Editorial.
HERNÁNDEZ GUERRA, Liborio, (2013): Los libertos de la Hispania romana. Situación jurídica, promoción social y modos de
vida, Salamanca, Universidad de Salamanca.
MANGAS MANJARRÉS, Julio, (2011): La sal en la Hispania romana (Cuadernos de historia), Madrid, Arco Libros - La Muralla,
S.L.
MANGAS MANJARRÉS, Julio, (2001): Leyes coloniales y municipales de la Hispania romana (Cuadernos de historia), Madrid,
Arco Libros - La Muralla, S.L
MELCHOR GIL, Enrique, (1999): La munificencia cívica en el mundo romano (Cuadernos de historia), Madrid, Arco Libros - La
Muralla, S.L.
ALFARO GINER, Carmen, (1997): El tejido en época romana (Cuadernos de historia) Madrid, Arco Libros - La Muralla, S.L.
MANGAS MANJARRÉS, Julio, (1996): Aldea y ciudad en la antigüedad hispana (Cuadernos de historia), Madrid, Arco Libros -
La Muralla, S.L.

Webgrafía utilizada como apoyo:

https://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada
http://dle.rae.es/
https://spanishgirl2469.wordpress.com/2012/08/29/clasificacion-de-persona-en-roma/

15
Nombre Valor neto
NOTA Calificado por Comentarios

PEC Ver
10.00/10.00 (Historia Antigua de la Península Ibérica I: desde las 0.00/0.00
única comentarios
colonizaciones hasta el siglo III d.C.)

Nombre de la tarea: PEC única


Comentarios:

Estimado Fernando, ha realizado una muy excelente reseña del libro del profesor Liborio Hernández Los
libertos de la Hispania romana: situación jurídica, promoción social y modos de vida. Veo que sigue el
esquema comentado en las tutorías, de ideas fundamentales de la obra (con una muy buena reflexión), breve
mención del autor, resumen de los capítulos y bibliografía consultada. Le reitero mis felicitaciones por su
trabajo, le deseo un buen año 2018 y muchos ánimos para el examen. Un saludo, Rafael Cid, tutor.

Calificado por:
Solución del equipo docente: No existe ninguna solución publicada.
Fecha de Evaluación:
Mes Día Año 24-Horas Minutos Segundos
Enero 8 2018 14 27 59

16

S-ar putea să vă placă și