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ditorial: Salud: el problema más grave

Por: EDITORIAL |
8:00 p.m. | 04 de Mayo del 2013
El sistema de salud en Colombia arrastra viejas fallas que lo han convertido en el
problema más delicado que afronta hoy el país. En sus crisis hay muchos
responsables, que ahora tienen que deponer sus intereses para buscar soluciones
inaplazables.
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El país nunca había tenido índices tan altos de cobertura en salud ni destinado tantos
recursos para financiar este sector. En efecto, casi 43 millones de colombianos están
cubiertos por el sistema, que dedica 24 de los 44 billones de pesos que moviliza al
aseguramiento.
Pero tales cifras contrastan radicalmente con la calificación que los ciudadanos le dan
al Gobierno en materia de manejo del sistema. Según los resultados de la Encuesta
Gallup de abril, ocho de cada diez colombianos desaprueban la forma como se
enfrentan los problemas de la salud y piensan que las condiciones y su calidad están
empeorando. Tristemente es el campo peor evaluado, por encima de la guerrilla, el
narcotráfico, la inseguridad y el desempleo.
De este modo, la opinión le pasa una cuenta de cobro al Gobierno por una crisis que no
ha hecho más que profundizarse con los años.
Desde hace más de una década se han venido anunciando, de manera rimbombante,
salvadoras medidas de choque para enderezar el rumbo de la salud: la emergencia
social; las leyes 1122 y 1438, que, pese a reformar el sistema, acabaron siendo un
saludo a la bandera, y un rosario incontable de decretos, resoluciones y medidas
administrativas que han terminado de enredar la madeja.
Amparados en eso, la corrupción, la politiquería, la tramitomanía y los más oscuros
intereses han florecido a sus anchas, en detrimento de los recursos y los beneficios de
calidad a los que tienen derecho los colombianos.
La verdad sea dicha, era imposible que el país obtuviera un resultado distinto, cuando
a eso se suma un imperdonable vacío en materia de regulación y control del Estado. En
un escenario semejante, todos los actores, sin excepción, hicieron leña del sistema de
salud y aun así ha crecido la costumbre de buscar culpables únicos.
Mientras cae toda el agua sucia sobre las EPS, muchas veces con razón, se desconoce
que los asimétricos procesos de descentralización favorecieron, en su momento, la
transformación de los dineros del régimen subsidiado en la plata de bolsillo de
corruptos, políticos y grupos armados de toda índole.
Los hospitales públicos también le han abierto la puerta a la politiquería, bajo la cual se
ampara, en muchas ocasiones, la ineficiencia, y hay casos de privados que, pese a
mostrar mejores indicadores, inducen demanda y cierran servicios que no consideran
rentables, como los pediátricos. Si bien es imperdonable que estas instituciones vivan
amenazadas por las multimillonarias deudas que otros actores del sector tienen con
ellas, también lo es que algunas privilegien la facturación sobre la humanización de la
atención.
Las responsabilidades son compartidas. Los médicos, que con razón se quejan de
haber perdido su autonomía y de ver en peligro la dignidad de su profesión en medio
de un sistema de salud lanzado a su suerte a los vaivenes del mercado, acabaron
convertidos, con las excepciones de rigor, en negociantes de su profesión.
La industria farmacéutica y de insumos médicos, huérfana de regulación durante
mucho tiempo, tampoco se ha quedado atrás y encontró las vías para acrecentar sus
dividendos a costa de los dineros de la salud.
Y justo es decir también que, mientras un grupo de pacientes, incluso con capacidad de
pago, se han dedicado a esquilmar el sistema con exigencias absurdas, vía jueces, que
trascienden el ámbito del derecho, otros, que son la mayoría, se convierten a diario en
las víctimas de malos tratos, de barreras de acceso, de negaciones, del desgaste que
representa pedir una cita médica, que es el más básico de los servicios.
Por esto, no es raro que los colombianos se sientan identificados e indignados con
casos como el de Paula Sofía Lesmes, que falleció a los 9 meses tras soportar, durante
su corta vida, el desprecio de una entidad como Solsalud, que era la llamada a
garantizar el cumplimiento de sus derechos.
Angustia saber que esta EPS, con 1’260.000 afiliados y cuya liquidación se aceleró por
este caso, no es la única que, pese a estar intervenida por la Superintendencia Nacional
de Salud, es decir, por el Estado, sigue prestando pésimos servicios.
En este momento pesan sobre más de 30 EPS de los regímenes subsidiado y
contributivo medidas ordenadas por la Supersalud, que incluyen desde la vigilancia
especial hasta intervenciones para administrar o liquidar. De ellas hace parte la gigante
Saludcoop, que cuenta con cuatro millones de afiliados y que, tras dos años en manos
del Estado, no levanta cabeza. Ni el Gobierno sabe bien qué hará con ella.
Que quede claro, entonces, que si el país se embarca en una reforma de fondo, debe
entender que esta tiene que ir más allá de la discusión necesaria sobre la permanencia
o no de las EPS. Los cambios deben ser estructurales y estar inmersos en un debate
que parta del objetivo prioritario de crear un modelo realista que resuelva el problema
más grave del país: la salud.
Eso no se logrará si cada actor no depone sus intereses, si se permite la politización de
la reforma y si el Estado no asume con decisión y valentía la defensa de los derechos de
la gente, en términos de bienestar y calidad, y de los recursos públicos.
En este escenario, los congresistas están llamados a mostrar su grandeza y a poner a
los colombianos por encima de cualquier consideración. El país entero está perdiendo.

Pagina de economía

 dl
 Economía
 Finanzas Personales

Si usted se gana $2.000.000 es rico para el


Banco Mundial
Por: JORGE CORREA/ROLANDO LOZANO |
10:11 p.m. | 04 de Mayo del 2013
Aunque no es una fortuna, solo el 2,5 por ciento de la población del país
entra en esta categoría.
En Colombia, un país con 47 millones de habitantes, cinco personas tienen una fortuna
de más de 3,6 billones de pesos cada uno, según el ranking de la revista Forbes, y
alrededor de 700 tienen un patrimonio de más de 54.000 millones, de acuerdo con
cálculos de la consultora Wealth-X. Este es el club de los ricos indiscutibles. Pero,
según el Banco Mundial, hay otro grupo más numeroso de colombianos, con ingresos
mucho más modestos, que también podrían entrar en esta categoría de los
‘afortunados’.
En un reciente informe titulado ‘Movilidad económica y ascenso de la clase media
latinoamericana’, el organismo señala que en América Latina es rico quien tenga
ingresos diarios de 50 dólares valorados en paridad de poder adquisitivo (PPA). Es
decir, ingresos que alcancen para comprar lo que en Estados Unidos se adquiere, a
precios de allá, con 50 dólares.
No se trata del dólar a 1.800 pesos, a veces más, a veces menos, del mercado
cambiario. El dólar valorado en PPA es de alrededor de 1.300 pesos, pues lo que en EE.
UU. se puede comprar con un dólar aquí se consigue con 1.300 pesos.
Siguiendo el criterio del Banco Mundial, en Colombia es rico un individuo que viva
solo y cuente con 2 millones de pesos al mes en adelante, o un hogar de cuatro
personas cuyos ingresos sean desde 8 millones. En total, hablamos de cerca de 1,2
millones de personas que cumplen esta condición (el 2,5 por ciento de la población).
A los ojos de un colombiano de a pie, un ingreso de 8 millones en un hogar de cuatro
personas –así no los reciba la inmensa mayoría– no es una cifra para considerarse rico.
Sin embargo, este ejercicio sirve para reflejar, de nuevo, lo que otros indicadores como
Gini ya tienen sobrediagnosticado en Colombia: sus dramáticos niveles de
desigualdad.
Según Leonardo Bonilla, del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de
la República, en Colombia, el 10 por ciento más rico de la población se lleva la mitad
del producto interno bruto (PIB), mientras el 10 por ciento más pobre apenas tiene el
0,6 por ciento. Para Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo, “casi la mitad del gasto
público social es percibido por el 20 por ciento más rico”.
Camilo Herrera, presidente de Raddar, consultora especializada en consumo, asegura
que el promedio mensual de ingresos de un hogar colombiano es de 3’378.395 pesos.
En los estratos altos, esta cifra asciende a 10’850.000 y es 10 veces mayor que la de los
estratos bajos.
Según Herrera, los hogares ‘acomodados’ suelen tener en promedio tres miembros (en
los hogares más pobres son cuatro: menos dinero se reparte entre más personas). En
esto coincide Bonilla, quien anota que, “para colmo, cada uno de los afortunados en la
franja de los más pobres que tienen trabajo tiene que mantener a seis personas en
promedio, en tanto que los del tope de la pirámide sostienen solo a dos”.
El 83 por ciento de los considerados ricos –dice el presidente de Raddar– cuenta con
vivienda propia. El 17 por ciento restante no es que no tenga con qué comprársela, sino
que considera más negocio acudir a figuras como el arriendo o el leasing. Además, en
estos hogares adinerados hay, en promedio, dos vehículos, y el 12 por ciento de ellos
invierte sus recursos excedentes en acciones y bonos.
Los colombianos pertenecientes a esta clase pudiente suelen cursar sus estudios en
establecimientos privados (muchos hacen posgrados en el exterior); en general hablan
dos idiomas y en su estructura familiar no existen obreros. Sus vacaciones las dividen
entre paseos a fincas y casas de campo en el país (casi siempre en sus regiones de
origen) y viajes al exterior. Los más mayores prefieren Europa, mientras que los
jóvenes optan por escapadas a EE. UU.
Herrera observa que una cosa es vivir con 8 millones de pesos al mes en Bogotá y otra
cosa en, por ejemplo, Acacías (Meta) y que “el ingreso no asegura la entrada a los
círculos de élite de las ciudades, que tienen acervos familiares de tres o cuatro
generaciones”.
Manuel Muñoz, coordinador del doctorado en Ciencias Económicas de la U. Nacional,
apunta que, para el caso de Bogotá, personas con ingresos moderadamente por encima
de los mencionados no solo no hacen parte de la ‘oligarquía’ sino que además no tienen
poder político.
La concentración del ingreso en la capital es tal que el 10 por ciento más rico recibe
más que el 80 por ciento de la población de menores ingresos. Mientras en el extremo
de la pobreza, el ingreso de un ciudadano puede ser de 100.000 pesos mensuales, una
persona acomodada –según las mediciones del Banco Mundial– puede llegar a percibir
más de 3,7 millones.
Esto sin contar a los que pertenecen a ese reducido segmento de la población que
puede llegar a devengar más de 100 millones de pesos mensuales, aunque de este
grupo, según Muñoz, es muy poco lo que sabe. “En los segmentos más altos la
información es insuficiente o no es fiable, porque las personas mienten sobre sus
ingresos o rechazan las encuestas aduciendo razones de seguridad”, explica el
académico.
Existe otra aproximación para identificar a quienes son ricos en nuestro país, ya no por
sus ingresos sino por las características de la vivienda, para lo cual se acude a la
estratificación socioeconómica.
Según esa clasificación, en el 2005 (el último año del que hay datos consolidados), solo
el 3,1 por ciento de las viviendas en Colombia eran de estratos 5 y 6. La cifra
corresponde a 327.698 hogares, que podrían rotularse como ricos.
Otra idea –aunque menos certera– de los adinerados en nuestro país podría darla el
impuesto al patrimonio que, según la Dian, deben pagarlo hoy cerca de 32.000
colombianos que cuentan con más de 1.000 millones de pesos de activos libres. La
cifra, sin embargo, no es fiable, por los altos índices de evasión tributaria.

‘Ingresos altos pagan muy poco’: Dian


Colombia ha mantenido altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso, y
ocupa el séptimo lugar de inequidad en la región. Para el director de la Dian, Juan
Ricardo Ortega, una de las razones de que no haya una mejor distribución es que el
sistema tributario contempla impuestos muy bajos para las personas más pudientes.
El Banco Mundial dice que un individuo que gana dos millones de pesos en Colombia
es rico. ¿Está de acuerdo con ese cálculo?
En estos cálculos no deberíamos hablar de individuos sino de hogares. Un individuo
con un ingreso de cinco o seis millones de pesos del cual dependen 10 personas está en
una situación muy diferente a la de un niño rico –con apartamento y carro regalados
por el papá– que tiene un ingreso mensual de cuatro millones. Las clases no se juzgan
por los individuos sino por los hogares.
Pero la Dian mira los ingresos de los individuos...
Nuestra administración tributaria nunca se quiso organizar por hogares. Colombia es
de los pocos países del mundo donde la tributación es por individuos, lo que la hace
muy injusta.
Para usted, ¿quién es rico?
Una persona de 25 años, soltera, sin ninguna obligación, que se gane seis millones de
pesos.
¿Cuántas de esas personas hay en Colombia?
Muy poquitas. Los que ganan 4 millones son el 1 por ciento y los que ganan entre 8 y 9
millones, el 0,1 por ciento. Hablamos de algo así como 40.000 personas.
¿Uno podría decir que en Colombia hay 40.000 ricos?
No. Pueden ser entre 300.000 y 400.000, porque los ricos tienen hijos que también
son ricos. Pero esos son cálculos muy burdos.
¿El sistema tributario redistribuye la riqueza?
Colombia es de los pocos países donde se empieza a tributar en una cifra muy alta de
ingreso. Individuos con ingresos mensuales de más o menos 3,7 millones hacia abajo
no pagan absolutamente nada, y en mi definición de equidad eso no es razonable.
¿Pero el sistema impositivo es redistributivo?
El sistema es claramente regresivo y por eso presentamos la reforma tributaria; ahora
está empezando a ser un poquito progresivo. Una persona que gana 300 millones de
pesos quedó pagando el 12 por ciento de impuestos (36 millones de pesos al año), y le
quedan 264 millones, que es mucha plata. Con ese mismo ingreso, en EE. UU. esa
misma persona pagaría una tasa cercana al 20 por ciento.
¿Los colombianos ricos pagan impuestos?
La tributación en ingresos altos es muy bajita. De un PIB de 630 billones de pesos se
recaudan 100 billones, el 15,9 por ciento. En Inglaterra, la cifra asciende al 50 por
ciento; en Brasil, al 35 por ciento, y en Argentina, al 33 por ciento. Aquí se pagan muy
poquitos impuestos.

La élite criolla
Los que entran en el selecto club
Los hogares colombianos que cumplen con la condición de tener ingresos superiores a
los dos millones de pesos mensuales por individuo están conformados, en su mayoría,
por parejas de profesiones liberales (médicos, abogados, contadores, asesores y
consultores empresariales), presidentes, gerentes y personal de primera línea de
empresas y entidades financieras, comisionistas de bolsa y cadenas de supermercados.
También están en este grupo los propietarios y/o socios de pequeñas, medianas y
grandes empresas industriales y de la agroindustria, que tienen sus ojos puestos en el
mercado internacional.
De ese pequeño club o élite también forman parte los congresistas y magistrados de las
altas cortes y altos funcionarios del Estado, que al sumar sus ingresos con los de su
pareja fácilmente superan los 25 millones de pesos, más del triple de los ocho millones
de pesos necesarios para que un hogar de 4 personas sea considerado adinerado.
Las cuentas de un ciudadano estrato seis
Soy Eduardo*, un empresario colombiano clasificado en el estrato seis, que debe
cumplir con la obligación de pagar, entre otros, el impuesto al patrimonio. Mis
ingresos mensuales ascienden a 26,8 millones de pesos, básicamente generados por el
salario que devengo.
Aunque recibo utilidades que arrojan las empresas en las que tengo alguna
participación, estas son reinvertidas para que dichas empresas puedan crecer y, de
paso, generar ingresos que beneficien a otros colombianos.
Realicé estudios superiores en Colombia y en el exterior. Hablo, además de español,
inglés y japonés. Estoy casado con una profesional que también genera ingresos para el
hogar. Tenemos cuatro hijos y administro algunas empresas en las cuales tengo
participación accionaria.
Soy propietario de una casa de campo y un apartamento en la ciudad. También soy
miembro de un club campestre y dueño de un vehículo en el cual se moviliza
básicamente mi familia, pues la empresa me provee transporte para realizar los
trabajos propios del cargo.
Mis hijos estudian en colegios privados. A pensiones, útiles y gastos extracurriculares
se destina una parte importante de los ingresos anuales totales (321,6 millones de
pesos). El club, la casa de campo, los seguros de salud, el apartamento y el
esparcimiento, entre otros gastos, demandan otra buena suma de dinero.
Contamos con cuatro colaboradores: un conductor, una empleada del servicio de día y
los cuidanderos de la casa de campo. A todos ellos se les paga un salario, con sus
respectivas prestaciones sociales. Al final del año queda un monto relativamente alto
de recursos, que podría llamarse ahorro. Las vacaciones las tomamos en familia:
algunas veces viajamos a Miami –donde tenemos familia– y otras, a Europa.
Después de hacer el ejercicio de mi presupuesto me pregunto: ¿Son ricos otros
colombianos con la misma estructura familiar mía, pero con ingresos mensuales
iguales o inferiores a 8 millones de pesos? ¿Tienen esos colombianos capacidad de
ahorro o, por el contrario, viven para pagar deudas?
*Nombre cambiado por razones de seguridad.
JORGE CORREA
Redacción de Economía y Negocios
Cinco magnates y 690 ‘ultrarricos’
El número de colombianos cuyas fortunas ascienden a más de 30 millones de dólares
(los llamados ‘ultrarricos’) aumentó de 675 en el 2011 a 690 en el 2012, pero la suma
total de sus riquezas se redujo de 90.000 a 85.000 millones de dólares, de acuerdo con
un sondeo de la consultora Wealth-X.
Entre tanto, los colombianos en la lista de multimillonarios de la revista Forbes
(personas con más de 1.000 millones de dólares de patrimonio) aumentó, en los
últimos dos años de 2 a 5.
Desde 1997 han aparecido periódicamente en este ranking el banquero Luis Carlos
Sarmiento Angulo, Alejandro Santo Domingo, su padre Julio Mario (fallecido) y el
industrial Carlos Ardila Lülle.
Los dos colombianos incluidos recientemente en el escalafón son Woods Staton, dueño
de la franquicia de McDonald’s para Latinoamérica, que ingresó en la lista en el 2012 –
y se mantiene–, y el banquero e industrial Jaime Gilinski, incluido por primera vez en
el 2013.
La fortuna de los cinco magnates criollos suma, en total, 34.500 millones de dólares,
casi 11.000 millones más que en el 2012.
Aun así, el número de multimillonarios colombianos es bajo si se compara con los 46
de Brasil, los 15 de México, los 14 de Chile y los 10 de Perú.
En el mundo, el ‘club’ de multimillonarios suma 1.426, que poseen una fortuna de 5,4
billones de dólares.
ROLANDO LOZANO
Redactor de EL TIEMPO
Herr

o Línea nacional: 01 8000 110 211

ENTREVISTA CON YAMITH


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Domingo 5 de mayo de 2013
 Portada
 Opinión

Supersalud ataca intereses extraños de


políticos en EPS
Por: YAMID AMAT |
11:06 p.m. | 04 de Mayo del 2013

Gustavo Morales dice que la semana entrante se definirá la prórroga de la intervención de Saludcoop.
Foto: Luis Lizarazo / EL TIEMPO

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"No puede haber barreras injustificadas contra el aborto", dice el
superintendente Morales.
El Gobierno, a través del Superintendencia de Salud, acaba de notificar a las IPS y EPS
que “no puede haber barreras injustificables” para garantizar el derecho de la mujer a
abortar en los tres casos que estableció la Corte Constitucional. El superintendente,
Gustavo Morales, le dijo a EL TIEMPO que ese derecho “debe ser garantizado”.
Antes de ser superintendente, Morales era magistrado auxiliar de la Corte
Constitucional. Fue también asesor de la Presidencia de la República y de los
ministerios de Hacienda y de Transporte.
El Superintendente dijo que, además de Solsalud, hay 4 EPS en liquidación por
negligencia y mal servicio. Agregó que toda institución a la que se le compruebe
reiterado incumplimiento será sancionada con la revocatoria de la habilitación para
funcionar. Es inminente una sanción de ese tipo.
Denunció también una indebida injerencia de políticos en la salud. Con el tema de las
EPS se abrió la entrevista:
¿Qué hacer para que las EPS no dejen morir a la gente por falta de atención?
No es bueno generalizar. Hay EPS en los dos regímenes que son responsables y
cumplen, y se hacen a diario millones de procedimientos médicos de calidad. Hay
problemas de flujo de recursos, incentivos y suficiencia de red.
¿Cómo hacer para que ninguna EPS funcione sin tener IPS que no atiendan a sus
afiliados?
Creo que es importante que las EPS puedan tener una red propia de atención primaria,
esencial para la gestión del riesgo.
Pero la reforma prohíbe la integración vertical…
No siempre. Ha sido uno de los temas más debatidos en las audiencias.
¿Está usted vigilando adecuadamente las EPS?
Hay razones históricas que dificultan la tarea. Primero, solo tenemos oficinas en
Bogotá; segundo, dependemos mucho de la vigilancia de lo financiero y de lo contable;
nos cuesta trabajo ir a las regiones a ver qué pasa. Por eso, en la reforma se propone
facilitar los convenios con entidades territoriales y próximamente abriremos oficinas
regionales concentradas en la atención al usuario. El mes entrante vendrá una
reestructuración de la Superintendencia.
¿En qué consiste esa descentralización?
Haremos convenios para delegarles algunas de las funciones de vigilancia a las
secretarías departamentales.
¿En qué ciudades se abrirán esas dependencias regionales?
Vamos a abrir oficinas propias que puedan atender a usuarios. El principal
instrumento de vigilancia son las quejas de usuarios. Las abriremos en La Guajira,
Chocó, Nariño, Meta y el Eje Cafetero. Será el comienzo.
¿Por qué hay tanta queja por el mal funcionamiento de las EPS en Bogotá?
Por el alto costo de los servicios médicos en Bogotá. A esto se suma que su población
tiende a usar más el sistema de salud. Muchas EPS decidieron retirarse de la capital.
Eso ha llevado a una transición difícil, que se viene superando.
¿Cómo podrían reducirse las quejas?
Es necesario aplicar contramultas cercanas al tope legal, que es de 1.500 millones de
pesos. Y, en ocasiones, es necesario aplicar la sanción de revocatoria de la habilitación
para funcionar, que se debe imponer cuando hay multas reiteradas.
¿Por qué no aplica eso?
La Superintendencia ha aplicado esa revocatoria en el pasado reciente. En los
próximos días se conocerá una nueva sanción de este tipo.
¿Qué ocurrió con el caso de Comfacundi, en el que murió un paciente mayor en la
puerta del hospital, esperando atención?
La investigación avanza en primera instancia. Se están practicando pruebas. No puedo
opinar para no recusarme, pero ese es el típico caso en el que, de demostrarse
negligencia de la entidad vigilada, opera la revocatoria del permiso.
¿Esa EPS existe todavía?
Sí existe.
¿Usted está dispuesto a aplicar eso con rigor?
Si se demuestran omisiones de las entidades vigiladas, sí.
¿La negligencia ocurre en la EPS o en la IPS?
Pueden ocurrir en una, en la otra o en ambas, pero también hay negligencias en el
autocuidado, la automedicación o las conductas en el hogar.
¿Cuántas EPS están en liquidación?
En liquidación forzosa ordenada por la Supersalud, cinco: Calisalud, SelvaSalud,
SaludCóndor, EmdiSalud y, ahora, Solsalud. La mayoría de los afiliados han sido
trasladados a otras EPS. También hay liquidaciones voluntarias.
Este tema de la liquidación de EPS que no cumplen con su función se viene
anunciando desde cuando la Supersalud estaba manejada por políticos. ¿Ha sido muy
difícil desmontar ese manejo?
Sí, ha sido muy difícil. Yo dedico buena parte de mi tiempo a atender a congresistas,
gobernadores y alcaldes que tienen interés genuino y legítimo en ese tema. Sin
embargo, en el caso de las EPS hay algo muy curioso: las EPS, por regla general, son
privadas, pero cuando la Superintendencia las interviene, de un momento a otro
resultaban manejadas por los políticos. Era una especie de estatización del sector
privado por la puerta de atrás.
Por ejemplo…
Selva Salud, una EPS del Putumayo. En este caso removí al interventor por razones
administrativas. Me sorprendió la reacción política cuando tomé esa decisión. Hubo
protestas fuertes de los partidos políticos que tenían influencia sobre esa EPS. Se
relacionaban con ella como si fuera una entidad pública que hacía parte del ajedrez
político. Es como si el Superintendente Financiero hubiera tenido que consultar a los
partidos para intervenir Interbolsa, por ejemplo.
¿De qué manera los políticos usan las EPS?
Me consta que lo llamativo es que entidades privadas despierten el interés de algunos
partidos políticos. En algunos casos puntuales, sí hemos detectado relaciones
indebidas entre EPS intervenidas y la red de prestadores en contratos, en precios, en
justificación de las facturaciones.
En el caso de Solsalud, ¿qué fue lo que ocurrió con los senadores Roy Barreras y
Karime Motta? ¿Enviaron recomendaciones?
Hojas de vida llegan todo el día, de todas partes. Lo importante es qué hace uno con
esas hojas de vida y qué méritos tienen los candidatos. En este caso, lo llamativo es lo
que ya expliqué: el interés de la política en hacerse al control de lo privado.
¿Pero es cierto que le enviaron hojas de vida para Solsalud?
Sí. Mi desacuerdo cordial con el senador Barreras es que nunca logré entender cuál era
el interés de un partido o grupo político en una entidad que no hace parte del
engranaje necesario para cumplir el plan de gobierno. Me preocupa, en todo caso, que
el debate menor de las hojas de vida opaque el debate de fondo sobre la reforma de la
salud. Pero hay cosas que, a pesar de ser políticamente incorrectas, debo decir como
Superintendente.
¿Cuántas EPS hay en el país?
Son 72. Pero, si se aprueba la reforma de la salud con el esquema de gestores
regionales, se van a reducir sustancialmente.
¿La reforma, acaso, no acaba con las EPS como aseguradoras?
Crea una nueva figura en la que los llamados “gestores”, con reglas más claras,
asumirán el papel de administradores de riesgos que hoy tienen las EPS, pero dejan de
manejar el aspecto financiero del modelo.
¿Cuál es el futuro de Saludcoop?
Antes del 11 de mayo se debe tomar una decisión. La Superintendencia le ha propuesto
al Gobierno que la intervención forzosa para administrar, que cumple ya dos años, se
prorrogue un tiempo más.
¿Por qué motivos?
Varios: a pesar de los problemas serios que afronta la EPS, tenemos la percepción de
que sus casi cuatro millones de afiliados están en general bien atendidos, y por eso no
es prudente la liquidación en este momento.
¿Y los problemas financieros?
No se han superado los problemas financieros ni los contables. De ahí la propuesta de
prorrogar la intervención. Hay muchas discrepancias entre lo que los administradores
de Saludcoop le decían a la ‘Súper’ y lo que encontramos. Existen problemas de
transparencia corporativa que estamos desenredando. La EPS es dueña de más de
veinte empresas, dos de las cuales son también EPS: Cafesalud y Cruz Blanca. Además
tiene una corporación que maneja 180 clínicas. Para que el Estado pueda dilucidar la
maraña, se requiere más tiempo y un trabajo con Supersociedades y Supersolidaria.
¿Queda claro que es imposible liquidar Saludcoop…?
La liquidación solo debe operar cuando no se ponga en riesgo a los afiliados. Es una
empresa querida por sus usuarios, sus empleados tienen mística y no le va mal con la
prestación. Pero debe cumplir una orden de restitución de liquidez al sistema –
impuesta por la Supersalud y avalada por el Consejo de Estado– y aclarar su realidad
contable y corporativa.
¿La posibilidad de que Saludcoop sea devuelta a sus dueños no existe?
Su administración anterior no da confianza. No fue transparente con las cuentas. Su
administrador principal, el doctor Palacino, fue sancionado por la Procuraduría por
falta de claridad en las cuentas, pero él sigue teniendo mucha influencia en las
organizaciones dueñas de Saludcoop, que son cooperativas.
¿Son las cooperativas las dueñas de Saludcoop?
Sí. Son 27 organizaciones cooperativas: La Equidad, la cooperativa de pilotos de
Avianca, la cooperativa de profesores de la Universidad Nacional, la cooperativa Juan
N. Corpas, etc. Las reglas de propiedad y de control no son claras y ha sido muy difícil
desenmarañar la madeja. Las reglas del cooperativismo son muy difíciles de
comprender. A mí me abruman.
¿Cómo están funcionando las 180 clínicas de Saludcoop?
Sentimos que se ha deteriorado la calidad de la atención. A nuestro interventor, el
doctor Castro, se le han planteado barreras para participar en la junta de la
corporación que las maneja, y se han hecho maniobras para diluir la participación de la
EPS en ella.
Tema final: ¿cuál es la posición de la Supersalud sobre el aborto y la forma como el
sistema de salud debe encararlo?
Acabamos de expedir una circular que precisa y recopila las reglas que deben aplicar
las IPS y EPS para garantizar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en
los casos autorizados por la Constitución (violación, malformación grave del feto y
peligro de salud de la madre). En estos casos no puede haber barreras injustificadas
para el ejercicio del derecho.
¿Y cuál es su opinión sobre la posición del procurador general?
Ya respondí.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
PRIMER PLANO

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