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Bnet Editors SA. Alvina 2062 Ber Aires Argentina ‘oremececoma Copyright © Cher Sirs 2001 © Bred Edis SA, 2001 de ap: Eade ie fe ep abi Di ‘aon Parade npn Vere Comandante Sur 65, Avene lo 200 rovamente probit, Porritt errr easy ablecidas en as eye oro jp las scones . G rio procaine, onl deca gor cer mao o posi indi a reprograllay el eatanieno informs pore ANCEEINA ae aca eee ead Tz nee nse Una ocupacién voluntaria de Maxi era ayudar a los cartoneros del barrio a transportar sus cargas. De un Sesto casual habia pasado a ser con el correr de los dias un trabajo que se tomaba muy en serio, Empez6 siendo algo tan natural como aliviara un nto, o sane thujer embarazada, de una carga que parecian no pos der soportar (aunque en realidad si podian). Al poco tiempo ya no hacia distinciones, y le daba lo miemo ave fueran chicos 0 grandes, hombres o mujeres: de cualquier modo él era més grande, més fuerte, y ade. is To hacia por gusto, sin que nadie se lo pidiers, ‘Nunca se le ocurrié verlo como una tarea de caridad, 7, olidaridad, o cristianismo, o piedad, olo que fuera, lo hacfa, y basta. Bra esponténeo como un pasatiens po: le habria costado. explicarlo si intetrogaban, con las enormes dificultades de expresin que toniay ane simismo, ni siquiera intentaba justificarlo. Con el po se lo fue tomando en serio, ys dicho una noche, no hubiera podido salir rondas por el barrio, habria sentido agudamente que los artoneros o extrafaban, y se preguntaban “;den, de estara?, por qué no habré venido?, ese habr4 eno- €por qi é 9 jado con nosotros?”. Pero nunca faltaba. No tenia otros compromisos que le impidieran salir a esa hora. Llamarlos “cartoneros” era hacer uso de un eufe~ mismo, que todo el mundo habia adoptado y servia al propésito de entenderse (aunque también se entendia elnombre mas brutal de “cirujas”). En realidad, el car- t6n, o el papel en general, era s6lo una de sus especia~ idades. Otras eran el vidrio, ls latitas, la madera, y de hecho donde hay necesidad no hay especializacién. Salian a rebuscarselas, y no le hacfan ascos a nada, ni siquiera a los restos de comida que encontraban en el fondo de las bolsas. Al fin de cuentas, bien podia ser que esos alimentos marginales o en mal estado fueran el verdadero objetivo de sus trabajos, y todo lo demés, cart6n, vidrio, madera o lata, la excusa honorable. En fin. Maxi no se preguntaba por qué lo hacfan, apartaba discretamente la mirada cuando los vefa re~ volver en la basura, y era como si s6lo le importaran las cargas una vez que las habian hecho, y de ellas no el contenido sino sdlo el peso. Ni siquiera se pregun- taba por qué lo hacia él. Lo hacia porque podia, por- que se le daba la gana, porque le daba un sentido asus caminatas del atardecer. Empez6 en el otofio, en las siniestras medias luces del crepiisculo, y cuando se le hizo un habito la estacién habia avanzado y ya era noche oscura. Los cartoneros salian a esa hora, no porque les gustase, ni por esconderse, sino porque la gente sacaba la basura al final del dia, y a partir de ahi se creaba una urgencia, por ganarle de mano a los ca- miones recolectores que limpiaban con todo. 10 Era la hora mala para Maxi, siempre lo habia si deseo,» hors gue cna en os vein na 2 ia de lo que se llama “ Pero siuna dificultad muy molesta para distinguir Le cosas en la oscuridad o con luz artificial Tonia us sn sircadiano diuno may marcado, quién sabe si con, causa 0 como efecto de este problema, Se desperahs con la primeta luz, inevitablemente, y el derrambe de todos sus sistemas con la caida de la noche era abrenua ysinapelaciones. De chico se habia adaptaclo bien, po que era el ritmo natural de los nos, pero en la adelen, cencia lo habia ido apartando de sus amigos y condise. pale. Todosbusabun consider noche, si libertad que les daba, se hacfan aanzas ello habiaintemado sin xs Ya ete coe clado hac rato; su camino era soitato, s6lo suyo facia los quince afios, cuando ya se desenganchalg progresivamente de los horarios y los consiguicntes iy tereses de sus compaferos, habia empezadorviral sine par Sucueporespondé my ben sas psa a cllado meisculos por tod 2 alo corpulento,habriasido orlode ove mete oy como eran las cosis, la gente quel vets en la calle pen saba: “un patovica”, o “una montafia de aes cerebro”. ¥ no estaban lejos de la verdad - __ En marzo habia dado algunas de las materias pre- a ete colgas del baci yl cue para julio o diciembre. estudio se habia ido extinguiendo. ee a rT dual como definitivo, tanto hacia adelante como hacia atrés: en direcci6n al futuro, tanto él como sus padres se habfan ido convenciendo de que no volverfa a estu- diar nada nunca més: no habia nacido para hacerlo, y era inttil; restrospectivamente, confirmando lo ante~ rior, se habia olvidado de todo lo que habia estudiado cen sus largos aiios de colegio. En la bisagra entre futu- ro y pasado quedaban esas materias, bien Ilamadas “previas”, flotando en una indecisién realmente per- pleja. De modo que cuando empez6 ese otofio no tenfa ocupacién alguna. Se habia pasado el verano preparan- do vagamente los eximenes, y su familia aceptaba que después de darlos siempre se tomaba un largo perfodo de descanso, para recuperarse no tanto del esfuerzo como de la tristeza y el sentimiento de inadecuacién que le producia el estudio. Esta vez, y aunque lo ha- bian bochado en las tres que dio, o inclusive por causa del fracaso, el apartamiento del mundo académico se profundizaba. Pese a que tedricamente debia volver a probar en julio, y segtin el plan dar otras dos poster- gadas (zo eran tres?), no podia ni pensar en el estudio, y nadie se lo recordé. Asi que su tinica actividad fue el gimnasio. El padre, un comerciante acomodado, no lo apuraba a buscar trabajo. Ya habria tiempo para que encontrara su camino. Era un joven déeil, catifioso, ca- sero, hacfa contraste con su tinica hermana, menor que 4, rebelde y voluntariosa. Vivian en un lindo departa- mento moderno cerca de la Plaza Flores. Las caminatas al atardecer habjan empezado a fines del verano por varias causas conjuntas. Una era que a 12 {Ss hors arreciban as discusiones ene la hermanay re, y los gritos llenaban la Tos grit casa. O cuetPo habia adquirdo una necesidad de accion, y « 3 Bors hacia sonar una especie de alarma.Ibaal gin Teigalamatan desde que lo aban hasta ais . Después del almuerzo dormia : c all una siesta, tr ual mieabatlevisin, hacia algunas compras ecb nn la casa... Esas largas horas de inactividal y glenn 2 as de inactividad le pese- , ue se le hacia imperative ; 0 volver a po- Retse en movimiento, Habia tratado de correr eh ol ‘ave Chacabuco, pero era un poco demasiado pe- sado pars ia i Para corres; tenia demasiada musculatura, y su {Coincidia con la hora en que saan los eartoneres esta coincidencia nai todo lo demi ad inn Prolsion de carconer.o rj se habia vendo lo en la sociedad durante lov di : nte los sltimos di Juince aii an quite ao. Asta altar, yanollamaba le stencion abvan hecho invisible, porque semovian con dis. crecién, casi furtivos, de noche (ys , , y slo durante un i rato), ¥ sobre todo porque se abrigaban en un pliegue de aque en general la gente prefiere no ver, Tron ttin ds popalassvills misera dl Bajo de : sy lan a ellas con su botin. Li ia it , 0s habia soi Tos, y i en Hi » ¥ con ésos Maxi nunca se mMetia, o montados en carro con caballo, Pero la mayoria llevabs essren 13 que tiraban ellos mismos, y salian en familia. Si se hu- biera preguntado si aceptarian o no su ayuda, si hu- biera buscado las palabras para ofrecerse, no lo habria hecho nunca. Lo hizo por casualidad, naturalmente, al cruzarse con un nifio o una mujer embarazada (no recordaba cual) sin poder mover casi una enorme bol- sa, que él tom6 de sus manos sin decir nada y levanté como si fuera una pluma y llevé hasta la esquina don- de estaba el carrito. Quizas esa vez le dieron las gra- cias, y se despidicron pensando “qué buen muchacho”. ‘Todo fue romper el hielo. Poco después podia hacerlo con cualquiera, hombres incluidos; le cedian el traba- jo sin mosquearse, le sefialaban el sitio donde habian dejado su carrito, y alliiba. A él nada le pesaba, podria haberlos cargado a ellos también, con el otro brazo. Esa gente enclenque, mal alimentada, consumida por sus largas marchas, era dura y resistente, pero liviant- sima. La tinica precaucién que aprendié a tomar antes de meter la carga en el carrito era mirar adentro, por- que solia haber un bebé. Los niios chicos, de dos afios para arriba, correteaban a la par de sus madres, y cola- boraban a su modo en la busca en las pilas de bolsas de basura, aprendiendo el oficio. Si estaban apurados, y los chicos se demoraban, antes que escuchar sus gri- tos de impaciencia Maxi preferia alzarlos a todos, como se recogen juguetes para hacer orden en un cuarto, y partia rambo al carrito, En realidad siempre estaban apurados, porque corrian una carrera con los camio- nes recolectores, que en algunas calles venfan pisdn- doles os talones. ¥ veian adelante, en la cuadra siguien- 14 fe srandes acumulaiones de bolas muy prometed ras (tenfan un olfato espe ‘ pecial para saber dénde vali : Je valia la en ; pens deters entonces se desesperaban, corria on 0s una vibracién de u: re i Arh rgencia; unos parti eae 10s partian a la {fsparad, por cjemplo el padre con uno dels hijos ¢lpadrecl mas hibilendeshacer los nudos delasbol SY elec adenro, viendo en la oscuridad; a mojer quedaba para tirar del : carrito, porque ia P ara trar del carrito, porque no podian Gatto demasiado lejos... Ahfintervena Max: e desta 'e fuera con su marido, él | fa fu , él es acercaria el vehieul ‘ o,e50 jabiacdmo hacerlo lo oto teniannecesaraments que , hacerlo ells. Tomaba lis dos varas y lo llevaba hacer fuerza, estuvera leno o avi, como unjuces ¥areee estaba lleno hasta desbordarloquele soba eee ; : erza le permita evitar sacudirlo, cosa may eon veniente : ‘ fs hee su eye remendado, las ruedas ‘Precarias comodidad dela eriatura que dormia dentro, n ; deg nel tempo legaronaconoceroodoslos crs as era él quien no los dstingut : stinguia, se le conf vem : gua, se le confun- 1, pero le daba lo mi smo. Algunos | ga 0. Algunos lo esperaban, Jos encontraba mirando hacia una esquin, y cuanda ovefan apuraban el sramit: les ahorraba temper uc era , era lo importante. No hablaban mucho, mis bien coe nado ni siuiea los chicos, que suslen ser tan chasis nes. El los encontraba cas s a asi al salir de su cas sa, a veces balabs hasta el otro ldo de Rivadaviay des vin dl i. a, donde pululaban a hora mas temprana,y des ués los fi 4 " es IS im acompafiando, pasando de una familia a + €n su lento avance hacia el sur, Nunca intentaban 15 retenerlo cuando los dejaba, entretenidos en alguna veta rendidora: era como si reconocieran que otros un poco mis alld lo necesitaban més que ellos. Si habia entre unos y otros un reparto de zonas y puntos productivos, era consuetudinario y técito, qui- 4s instintivo. Maxi nunca los vio pelearse, y ni siquiera superponerse. La tinica relacién que los unia cuando se cruzaban en tna esquina era él; su presencia impo- nente debia bastar para poner orden y garantizar la paz: su cuerpo de titan hacia de enlace solidario para ese pueblo mintisculo y hundido. Marchando hacia ei sur, ban en direcci6n a sus ca sas, ¢s decir a la villa, de la que estaban més cerca a ‘medida que se iban cargando. Pero también seguian la direccién de los horarios de los camiones recolectores. Lacoincidencia era tan conveniente que parecfa hecha a propésito. EI grueso del borin estaba en las inmediaciones de Ia avenida Rivadavia, en las calles transversales y las paralelas, con su alta densidad de edificios altos, co- mercios, restaurantes, verdulerias. Si no encontraban, ahi lo que buscaban, no lo encontraban mas. Cuando Megaban a Directorio, si haban hecho buen tiempo, podian relajarse y rebuscar con més trang los montones de basura, que se espaciaban. Siempre habia algo inesperado, algiin mueble pequefio, un col- chén, un artefacto, ros extrafios cuya ul se adivinaba a simple vista. Si habia lugar, lo metian en el carrito, y si no habia lugar también, los ataban enci: ma con cuerdas que llevaban para ese fin, y parecian 16 estar efectuando una mudan: 235 el voh se Hevaban al fin debja de: ara eee is siones, pero slo eral cosecha de una jornaday su sal bia de ser unas pocas monedas, A Seen aae oscuro, con sus calles en arco entre- : 1i habia mucho menos que bi 4 ; : 3s que buscar, pero no iS 2 eb ane pecs sta vez por llegar cuan- : an las callecitas que los acerca rein, por donde desembocaban en la villa Pero _Rbancansidos,y cargados losnios tropezaban de sue fo, cl carrito zigzaguesba, la marchatomeheel it exodo de guerre ae A Maxi se le cerraban | ; los ojos. Por sux asa comifan tarde, pero él se levantaba ae cer corny mucho Cuando ya estaba con los sus favorecidos, y tenia la segurid. dle susiav sguridad di poe ae slo esperaba la oportunidad de des. tse y volver a su casa, lo que general ' cuando salfan a la calle Bo eee . norino, desde donde ell ae Sc y éltambién en la direccién cae en la esquina de Bonorino i ‘ y Bonifacio), 1, cartonros soln dar algunos odeostodavahawy sy : Pe li del barrio municipal, a zonas mal definidas, He fabricas, depésitos, baldios. Yuna vez alli, en siones eran ellos los que se despedian de , pues wna {ehentina inspiacion oun plan trazado de sntemana (Maxi no podia saberlo: nunca entraban en detalles y 7 cn realidad apenas hablaban), los decidia a quedarse en alguna ruina, en algiin sitio vacio que podia servirles de refugio. Eso lo extrafiaba, y nunca pudo explicarse por qué lo hacian, Era evidente que estaban cansados, pero no tanto como para no hacer el resto del camino, Qui- As era para no tener que compartir la comida que lle- vaban con parientes o vecinos. Quizas no tenfan casa, 0 compartian alguna casilla muy precaria e incémoda, y estaban mejor en uno de estos sitios casuales. En fin: era una de las ventajas de salir todos juntos a hacer su trabajo, en familia; donde se detenfan, ahi estaba su casa. Sea como fuera, mientras seguian en movimiento I postergaba todo lo posible el momento de despe- dirse. En tanto que no se durmiera de pie, podfa hacer tun poco mis por ellos. Se resistia a abandonarlos a su suerte, tan agotados los veia; y a él no le costaba nada, lo hacfa por gusto. Ellos le tenian confianza, y su vi- gor era visible sin necesidad de explicaciones. Un ele- fante tirando de un cochecito de bebé no habria dado tuna impresién més cabal de lo poco que lo exigia, To- dos habjan Ilegado a conocerlo en poco tiempo: aun los que le parecian desconocidos, ya porque fueran nuevos en cl oficio o vinieran de otra zona, © porque Ja casualidad hubiera querido que no se cruzaran (0 bien porque él se confundiera, ya que era poco fisonomista y habia tantos haciendo lo mismo y eran tan parecidos, sin contar con lo mal que vefa de no- che), siempre lo tomaban con naturalidad y le cedian muy agradecidos las varas del carrito. Quizé no ha- ban necesitado verlo antes para saber quién era, por- 18 . ues habia corsdolavor de su existencia entre ellos, om unaleyenda, pero una modest leyenda reais, sa que no asombraba cuando se hacia elidad via nl tame final subia os nits alert, hax bia lugar, y los senta dormirse. Si haba lags ita oman gesto yuna sonia la madre subir también 1ujeres que parecia como si i ‘ sino hubier refdo nunca, respondi i timid, pondian a su sonrisa con i si otra, timida ref 0 5 ¥ Preguntaban puede? zno le pesa demasiado?" por Pus consis, porque ea abvio que sf pod Peto wvechaba la ocasién para n responder que no habi provechab sabia problema, “Por favor! ;Amriba todos! y mitaba a Bede fais, como diigndole “aprovehe” ¥ 5 recito también se trepabs e 2, [a familia entera i sobre ruedas, en ri g eae en rickshaw, sentada soby gobrsruedas en ; sentada sobre su tesoro de . Sélo algtin chico grande se negaba a subi orgullo o por pensar “seria demas Oia ar “seria demasiado” desprecio, no agres co eee sprecio, no agresivos, todo lo contrarior mis der desprcin todo lo contrario: mas identi. el gigante cach Beat: Deo gue leviba als sven, ina mirada de admiracis « , iracién y orgu- Matos grandes misculos que sehinchaban ala ude lana, Eran esis ocasiones, cuando los habia carga, ‘odos, que Maxi realmente cre q , -nte creia que ma: vez se habia dormido caminando. ss “8 - i) call Bonorino, desde que nacia en Rivadavia, sllnabaen los carteles “Avenida” Esteban Bonorino, Z ma sabia por au, porgue ea una eae angota as las demas, Todos pensab, como todas pensaban que era uno "ntes errores burocratik i ess ec ios, una confusion ados fi i luncionarios que habjan mandado 19 pintar loscarteles sin haber pisado jamés el barrio. Pero sucedia que era cierto, aunque de un modo tan secreto que nadie se enteraba. Dieciocho cuadras més allé, pasando una cantidad de monoblocks y depésitos y galpones y baldios, donde parecia que la calle ya se habia terminado, y donde no llegaba ni el més persis- tente caminador, la calle Bonorino se ensanchaba trans- forméndose en la avenida que prometia ser desde el comienzo. Pero no era el comienzo, sino el fin. Seguia apenas cien metros, ¥ no tenia otra salida que un largo camino asfaltado, a uno de cuyos lados se extendia la villa. Maxi nunca habia legado hasta alli, pero se ha- bfa acercado lo suficiente para verla, extrafiamente ilu- minada, en contraste con el tramo oscuro que debian atravesar, casi radiante, coronada de un halo que se dibujaba en la niebla. Era casi como ver visiones, de lejos, y acentuaba esta impresion fantéstica el estado de sus ojos y el suefio que ya lo abrumaba. A la dis- tancia, y a esa hora, podia parecerle un lugar mégico, pero no era tan ignorante de la realidad como para no saber que la suerte de los que vivian alld estaba hecha de sordidez y desesperacién. Quizas era por vergtien- za que los cirujas se despedian de él antes de llegar. Quizas querian que este joven apuesto y bien vestido que tenfa el curioso pasatiempo de ayudarlos siguiera creyendo que vivian en un lugar lejano y misterioso, sin entrar en detalles deprimentes. Eso equivalia a su- ponerles una delicadeza de la que dificilmente podrfan haberlos dotado sus circunstancias. Aunque era igual- mente dificil pensar que no hubieran notado la pureza 20 de Maxi, que resplandect le Maxi, que resplandecia ensu cara A ojos limpidos, su dentadura perfec ee al rape, su ropa siempre ecién lavada y planta a sus reemplazado el desgaste del juego por el del levanns mier aie ce esas y toe Complementaba con el acareo asura. A lo que se sumaba el ritmo di Yolunta 4 el ritmo diur- de oo haateado que le dictaba la aeracisn gu ae de, hipotlame y i Pupilas (la “ceguera noctur. 1 Si esto fuera poco (j 1 eis (pero era {fiimo sistema general), madrugaba mee a ve a0 due debia, en realidad, por un hecho casual, El Enel v paglxerano, cuando alas cinco ya era de diay la el s¢ ‘ Son.el bolso una hora antes, y hacer tiempo con ana iimpata. En esos pases habia descubierto sun mar evidentemente sin casa ni famil ‘ hac, vd asa ni familia, que dorm topista. Era un lu a especie de , ar raro, ic bajo un lugar raro, una especie Fineén de los que babi formato I autopina a ea ente la ciudad. La municipalidad habia heck ¢ tridngulo, que unia dos ancos de ce cll: ay n mento y can- Pero todo se habia destruido de inmediato (no era un si sitio viable para ese fin) y se habia cubierto de 21 je wn paszal asimo Sto ee a Hs, qe os veins debian de sei sand pr i lea orasin dala wel, Fneimacom w Sevan tetera, imera hora de mains, se mets por ay vi a {ste joven sentado conta el paredsn, poniéndose la eee ba, Masse di cuenta de qu habia permctado Alamparo de laanopisay de lo abandonado de pase ese cece cabana mess nos arn auedebian Be aienalasa canta rani bobovenl gue debian de estar sus posesiones. Disk después volvi6 a pasa ala sna hrs yor ver lo io en ten de pari Por lo vito fe er su dormitri: un lgat sl, pr ue no pasaba nadie de noche; y 4 o aban omba ravarel dia Maxiera el nico quelo haba descubie w esr iinray veces que ovis sle(di i impresind Pee leevsebal ta iran pete despa pein cara vit Emoed pnt ue, oe ierto su secreto, no le ass see aht odo lo das ada tansfomaneen un ibio, Yor aloen una pci de cpl angus stranbian una para csv stn pe cto dela os sompaneron qn ei. Qu rasa vero psa pond hfe ots e2,mi aio desconadcon su ora pars Uno nunca se sq pele afeat ls altar, en oem jer menos que éste era poi bie Mas To lamaba Inert”. Quinsabe que cia durante el dfa, de qué se alimentaba, c6mo pi 2 vole Re debia de alejarse mucho, para que pudiera volver a dormir siempre en el mismo lugar: A unos po- Se nesOs antes de salt de ese breve pasaje, el pastoal Sse hacia més alto y tupido, y de é salia un clor feo; ahi dlebia de hacer sus necesidadtes el inyerits, Een de edad indefinida, pero imberbe, ast que no debi de tener mas de diecises 0 diecisiete aos, flaco y Pequetio, de pelo 1, ueBro Pero bastante pilido, con los ojos hundidos ¥ cara de animal asustado. ‘Tenia una especie de traje azul oscuro, sucio y atrugado, De hecho, Maxi no tenia la total seguridad de que el linyerita durmiera ahi siempre lo habia visto des- Pierto, y levantado, salvo aquella primera ver cuando estaba poniéndose las zapatillas, Pero eso no probaba arse un zapato para quitar de él una piedrita que se le ha metido, y después necesaria- sacle che Aue volver a ponérselo, Ademas, como suele pasar con las primeras veces, cuando después la Scasion se repite siempre, esa primera vez se le hire éxtrafa en la memoria, y no podta confiar en ella. Cle {0 gue habja otros indicios, como los diatios exten dos en el suelo, o el mal olor, y el mis importante, la pacsencia del linyerita en su puesto todas las mananae Pero en ese punto habia otra cosa incomprensible. E] Ro calculaba la hora, y esas vueltas matutinas eran inre- Bulares, de modo que pasaba en cualquier momento, ¥sin embargo siempreloencontraba enel misny pun- to: ni estaba durmiendo todavia, ni se habia ide ya. Podia ser simple coincidencia, pero Seguia siendo raro, De modo que empez6 a salir mas temprano, para ver 23 re ia dormi El ovro siempre le ga- ilo sorprendia dormido. Y no. teers levanaraalalbn Con el primer canto del gallo. Pero entonces, eporgué Ioencontraba de pie sobre sus diario, como saaba- rade despertarse? Lo esperaba a él? @Usaria su pao mo la seal de patda? Pod haberosveriguade, GGuizds, pasando mas tarde, aver si realmente lo espe wipe Pevo prefefa seguir la tendencia quelleabaei raba. d Iailusi6n de verlo algs cada vez.mis temprano, con vero din fa profandamente dormido. Y era por eso que se cee vompranisimo, desayunaba de pris y say Uespués pagaba las consecuencias muriéndose de su fio no bien oscurecia. I o sun Con el jerno, la noche se anticipaba cada oe 4s y el proceso terminaba més temprano y I Bear .. Como los camio~ fs cerca de la aban un paso més cerca d rap recoloctores 20 exbiaban su hor i i sta aceleracién, no habia motive para esta aceeraci6n, os Gaus io los hse esr mis pid, obese tan menos, apurados por volver alabrigo desu es a ola gente saara ms tempranolabasrs eng da por la oscuridad. También existia la posibilida 4 que la ayuda que les prestaba Maxi estuviera dando frutos. Su intervencién era individual, casual, artesanal, pero quizés producta un efecto gencral y aliviaha 2 todos los cartoneros. Si era asi era inexplicable, y slo Podia adjudicarse al misterio de la caridad. Lo cierto €$ que si en verano Hlegaban a Directorio a las nueve, ahora llegaban a las ocho, y él avanzaba hacia el en. sanchamiento de Bonorino menos dormido, con mis resto. A lo cual contribuia el hecho de que no se le vantaba tan temprano, porque amanecia mas tarde. Estas ventajas quedaban compensadas con una acen. tuacién de su ritmo diurno, y un adormecimiento mis Pesado y pegajoso; con el frio se gasta mas energfa, y él era un ser eminentemente fisico, Como el caballo fiel que se unciaa todas las cargas sin discriminaci6n, tiraba sin sentir el esfuerzo, cada dia un paso mas adentro del suetio... En el fondo, lo ue pasaba era que nadie se habja puesto a buscar ks utilidad social de Maxi, y él la habia encontrado por sf levado por el azar de la ocupa- ion del tiempo. Si habia quedado librado a sus pro- pias fuerzas era porque la sociedad operaba con clases amplias y groseras, sin la necesaria finura para captar el més y el menos de las propiedades individuales, No era culpa de nadie, por supuesto. ¢Cémo descubrir lo que puede un hombre? No existe una ciencia de la vo. cacién. Cada cual cae en su lugar por azar, y Ia inade~ cuacién es la norma. Si hubiera un procedimiento por el que pudiera decidirse qué debe hacer cada uno se. atin Ia totalidad de sus cualidades, sin olvidar una, se 25 habria expresado cual es el maximo de utilidad que ese individuo podria rendir en beneficio del préjimo y la sociedad. Para un joven como Maxi, que no que- ria estudiar y tenfa un fisico tan impresionante (y tan decorativo, a su modo), la ocupacién cantada era la de portero o custodia en una discoteca. En ese rubro ha- bria conseguido empleo al instante; tomaban a todos Jos que se presentaban, la demanda era insaciable. Pero cen su caso esa seleccisn y ubicacién revelaba hasta qué punto estaba hecha de generalizaciones. En él habia particularidades que la impedian: para empezar, su problema de “ceguera nocturna” lo exclufa de un tra- bajo que se realizaba de noche. Ademés, no tenia el don de la violencia. Lo que le quedaba entonces, se~ grin este sistema de categorizacién general, era el tra~ bajo de instructor en un gimnasio. Pero aqui otras peculiaridades mas recénditas volvian a excluir a Maxi. Era él quien no lo aceptaba, y ni siquiera concebia. Que un gimnasta se volviera profesor de gimnasia le parecia tan monstruoso como un enfermo haciéndose médico. Tenia un rechazo instintivo y profundo a los sistemas que se autoabsorbieran (no habrfa podido explicatlo). Era como sila condicién misma de su fuer- za, y hasta de su belleza, fuera ejercerse fuera de la estructura que los habia producido, en direccién al mundo real. Su “trabajo” con las familias de cartone- ros era una solucién improvisada, espontinea, que él tomaba con toda la liviandad con que se acepta un don divino. No tenia ninguna duda de que llegarfa el mo- mento de encontrar su trabajo de verdad, su vocacién. 26 Y quizi él auizés esto no era solo un ersatz momemtineo cupando el tempo, sino un camino a OS it in 5 ¢arritos de los que tiraba eran siempre distin: variedad si tos Peo iempre eran adecua- $a fin: transportareargas con un mismo doo 30S carritos no se i boi compraban, ‘Seneontaban entrelos deshechos domicilaion Lng ellos mismos, probabl raf fa lemente de deshechos, «i, , Jcja- pas or {que terminaban siendo, Mise seandabacon miramienos etticonen gone, repgttens en esos pero porla gran easaldad ess podia apreciar desde una cercaniz yor que la que dara aba Mis la contemplacién: | oe da : los usaba. Mas Sve eso, Se uncta a ellos. Habia notado emo role, Gin ditinos en altura, capacidad largo, ancho, hon "at i, argo, ancho, hon- baile de las rucdss, material, enfin: tod. Loo apis hechos con tablones, ocon varias, con ea : 1 ; . fastaconalambre tio, con lonas tensadas con see , las siempre eran adaptadas, y de lee sun, ‘en n aptadas, y de las ma Gites Procedencias de icicles, demoto de wie », de cox é, ‘ : a wees debe hasta deauto,Prdenemen , fel carr también cambiah, jem- Pl, ydebia de tener eer Su propia belleza pecul como artesanfa po} i Hg ular. Siempre habia sido ase om asta pop pre habia sido asi en rene at pasbistoriadores de Buenos Aires habian race a historia de los carr > do la his ‘0s y su decoracién: gid hsv d aci6n: las ins. (apsionesingenisss, ls pinzuras que los adornaben be fileteado”), Ahora, era otra cosa, Ne aban legado los novent aaa -nta. Estos carros no tenian ins- 27 cripciones ni pinturas ni nada por el estilo. Eran pura~ mente funcionales, y hechos como estaban de restos censamblados, su belleza era en cierto modo autométi- ca, objetiva, y por ello muy moderna, demasiado mo- ° derna para que ningtin historiador se ocupara de ella. ‘A medida que se iba acercando noche tras noche a la villa la luz que emanaba de ella se iba precisando. Una vez Maxi Ileg6 al fin al punto donde la calle Bonorino se ensanchaba. En esa ocasi6n descubrié que cera realmente una avenida, como decfan los carteles... Pero lo era sdlo all, y alli se terminaba: a un costado habia una hilera de c: , al otro, el co- rraln de un vago depésito. En realidad, la avenida era tan ancha y tan corta que parecia menos una calle que tuna gran playa cuadrada. Al fondo, se continuaba en tun camino asfaltado que se perdia a lo lejos en un arco suave. A un costado de este camino estaba la villa, bri- lando como una gema encendida por dentro, El es- pectéculo era tan extrafio que se quedé inmévil. El padre y la madre cirujas echaron pie a tierra (habfan venido subidos al carrito que él tiraba) y tomaron las vvaras, interpretando su detencién como el fin de sus atenciones por la noche. Obediente, él se las dej, les dio las buenas noches con una sonrisa timida, y em- prendié el regreso. Antes de entrar en el tramo angos- to de la calle se volvi6 a echar una mirada: la forma del carrito se recortaba en negro sobre el resplandor, ale- jéndose. Tenia mucho suefo y le esperaba una larga caminata hasta su casa, pese a lo cual sentfa cierta re- sistencia a volver. Quiza sin saberlo estaba respondien- 28 ilbgico: el atractivo que ejerci sobre ss pupils aera el exceso de an le parecer extrafo que una villa miseria dispusiera de tanta luz artificial, Peto tenia una explicacon oan tamenterazonable. La conexién con aed elétia era gatos sbian que ls villas se “colgaban” de lard ¥ tenianelectricidad gratis. Al no pagarla, podian dene, ha si problemas: Una “ajuda” dun able de da n és Facil de hacer no obstante, ha : stant, hay que h see enh a iasen eo il abundabn electicias, como indaban todos os oficios, al menos on és Case poi decir que todos a miceeel Sales bios” de todos los pores debian avers Con asco, no tenn ms emetio. Nol tenia al tricidad, como los burgess, y de hecho no tenfan or gus hacerlo, Lo mis eurioso era que adeno de la sills que Mas pod ver apenas agement por tuna puerta abierta o una ventana, ey ; eran ds dis cretosenclusodelizsencontaseconclaben tonne, los iteriores se vefan en penumbra, a ass ttones habia cred que los crs no To legar hasta sus moradas por un sem ga timienn elicadeza, por liberarlo antes, a1 adormecido. De modo ey : que se propuso estarlo m para lo cual extendi las siestas ean, como eso no alean. Zab, porque la noche ea inexorable con simul. pudo acercarse més y més, y al fin, en urs noche 29 histérica para él, leg6 a franquear los limites de la vi- Ila, a entrar, unos pasos nada més aquella primera vez, en ese reino encantado donde no se escatimaba la luz. Las calles interiores eran muy angostas, a duras penas podia pasar un auto, y cuando habia uno, vieji- simo, oxidado, a veces sin ruedas o sin vidrios o sin puertas, las obstruia por completo. Lo mas extraiio era la disposicién de estas calles: no partfan perpendi- culares al borde de la villa sino en un éngulo pronun- ciado, de casi cuarenta y cinco grados. También era extrafio que corrieran en linea bastante recta, a pesar de lo informal de las construcciones. El borde de la villa se curvaba suavemente, sugiriendo que la forma general era un enorme circulo. Era muy populosa. ¢Cuadnta gente podia vivir ahi? Decenas de miles. Las calles se introducian, a intervalos mas o menos regula~ res, pero todas las hacfan en idéntico angulo. Por alli entré, y volvié a entrar en las noches siguientes, por una o por otra segtin el domicilio de sus ocasionales auxiliados, que no eran nunca los mismos. El resplandor general se explicaba por la cantidad de bombitas que colgaban en las callejuelas. El fluido para ellos era gratis, :por qué las iban a escatimar? Eran bombitas comunes y corrientes, de cien watts, colga- das de cables que hacian una marafia en el aire. Parecia una iluminacién de feria: una guirnalda con diez foquitos, un racimo de media docena, un circulo de quince 0 veinte, o bien filas, de a uno, de a dos, de a tres, o dos foquitos y untercero arriba haciendo trién- gulo... En fin, todas las combinaciones posibles, sin 30 mét ie ‘odo, en un despliegue de creatividad caprichosa d nto natural, como si en este nivel erecin , este nivel sec elms bajo la tecnologia se reabsorbiera emf a. Conel correr de los di : os dias Maxi se empenda {hr cuemts de que la cantdad y disposiign te los poauitos no se repers: cada calle tenia su dibujs ‘amie bropio, toque debi de hacer ls vce de = mas fécil habria sido numerar q villa era realmente eae ee irculae, como le pareci, , enton ‘umerat las calles no habsia tenido ninguna rfid Porque no habria fin ni principio. : ontando ents por esas calejucas en ngul,y pass Ber dbajo de los ramos de foquits, lo invadis oa iento de maravilla que ya no | Ssptimieno de maravila que ya no lo abandons en Se creia un privilegiado, y no sab é no era ningtin privilegio entrar py coos tar por ese lab loliente de casi aca illas de lata, donde se haci » donde se hacinaban los mn pobres entre los pobre ore . Pero justamente, él : él no er Pobre, y siollevaban hastaalliera una prucha decane a necidos del colegio, del yimnasio, del barrio, o amin tes de sus padres o parienes,habian entrado nunca 'a villa, ni entrarian. ;Y est taban tan cereal x rian cerca! Ala vuela dk su casa, podria decitse. De modo que no era gran 08a, i ss pero ala vez silo era. No entraba nadie que ne Berteneiera por un solo motivo que cubria todos log demas: por miedo. Es cierto que, ademis, no habrisg {erie ningin moto, sinerament, pats in Peo exo parte del miedo, Ahi e. we de lo . Ahi estaba la lave d oe : lave de los lugares, os Iugares sociales y también de todos los ores, 3t incluidos los imaginarios. El miedo era la matriz. de los lugares, lo que hacia que hubiera lugares y uno pudiera moverse por ellos. Estar 0 no estar en uno dependia de un complejo sistema de acciones, y ya se sabe que el miedo nace y prospera en la accién. Ade- més, no era tan poca cosa: habia ofdo decir que ni la fa se atrevia a entrar en las villas. En este sentimiento de maravilla hubo una radi inversién de una creencia previa. Habja dado por sen- tado que no lo dejaban acercarse ala villa pot pudor, y que se lo habjan permitido sélo cuando entraron en confianza y consideraron que ya no valfa la pena ocul- tarle nada. Pero ese razonamiento sélo se habria sos- tenido sobre la base de un acostumbramiento, de un sinceramiento, de una entrada en confianza, en fin de cualquier proceso psicolégico equivalente; y para que se diera este proceso se habria necesitado un sujeto constante, es decir que los cartoneros con los que en- traba en contacto fueran siempre los mismos. Y resul- taba que eran siempre distintos. No. Se trataba de otra cosa. Empez6 a pensar que cera justo lo contrario. No era por vergtienza 0 pudor (ge5mo iban a tener vergiienza de sus casas, después de haberse exhibido ante él hurgando en la basura y jevandosela para comerla? Era una estiipida interpolaci6n pequefioburguesa) sino, al revés, por no considerarlo digno, por bien vestido, por clase media, por sefiorito. Y habia debido arrastrar carritos duran- te meses, hacérseles stil de mil modos con su fuerza, con su amabilidad, para que lo encontraran merece- 32 dor de hola sus reins, Fue como una revel a ly lehizo ver las cosas bajo una Sptice digneen las cosas bajo una éptica di ae 6 Bromo adi, quecra tan a 5 que no habia calles transversal E 5 dor les (si podia la calles” a esos pasadizos). Todas iban hacia eae no las cortaban o | tras. Que a-una call decir que se forme una ee 74s no 9 necesario, y slo responde a una oo Ee sind de 'a pobreza dentro de la ciudad p. deopenn ats PrOpiss Leyes. Lo que si, prec un ;Pacio, en contraste con el ahorro furioso del mismo elem tod 5 i in dems Elhacinamsoto raver en ee stumbre. esto era com ri contra iprensible, y al arecer sucedia lo mismo en todas las villas: se leva taban en sitios limi {aban ensitislmitads, que no pon estendersey 5 poblacién aumentaba sin cesar, por elerecmien, 0 raesatve descontoldo y por ls migraciones dl paises imitrofes, De h ne : . De hecho, era tanta ricia, h wcalee”, ts cee {ue Sorprendia qu hubira “ales” un las como habfan quedado. P : nse. Jo. Pero una pla. ics racional ahorra espacio multipleande’ he «ales no suprimiéndols. Una pruchaesaba shi cere part i] “ 4 Spegbamle Municipal o “de as casitas, que aa. gar ala villa. En él & Ei is Manzanas tenia {esta metros de ancho nada mis, de modo que as Gaede cade lado tuveran razonables quince metos lo. En las manzanas convencionales dee, 33 metros de ado queda fonds ines de rae illa las calles estaban én. Ahora bien, en la vi i - ds por unt int mo ys cil i odia suponerse, daban a ellas tenian, como podfa supone Beni aernts emeros ie ome disponil zi ™ = de materiales las hacia pequefias por neceidad) eave habia emonces entree fondo de una casi y el del rndiente de la calle siguiente? La respuesta nc ino: mas casillas. Ahi adentro debian de vi- moradas por unos angostos pasadizos entre ls casi- daban a las calles. : ane sombre qos tenga a. cosumbre de comin por una ciudad se hace ideas sobre lo que hay detrés dels casas, y en las rari vero (fondo de un pill largo cuya puerta ha queda abiena por caualdad,o desis el conta treme de un efi ato) nues queda desisiono i i lado corto: I contrario, ve que se habia quedad eae celaeeey superior esimulo par imaginar espacios més extratios y exéticos, moc ins dsconoidos, ll hay parques, muy eidados o h ied bosques esponténeos, fuentes, es Se ation a eneunea conrecones, lpn de , feve:ifitioslevannadbepon ies eee decionss de cals ocmedale on Se a ania mee aaa tn los dealles, acumulados y wabsjados con el amor dele y el dempo,y gu aan como prismas de perspectiva general, que es lo que falta por definicis et en esos “corazones de manzana”. ‘Todas esas fantasias auedaban descartadas en la villa. Aunque por el heche Imismo de ser descartadas tomaban otra dimensiGn, a menos en la mente de Maxi, Todas las “fantasias de fae chada” partfan de la sospecha de la existencia de orn ‘iqueza oculta, que podta esconderse aun bajo Ia mec completa mediocridad. Era absurdo sostenerlas en une villa miseri, de acuerdo, pero en el fondo de la pobre, za,ena radical supresién de dinero, se esbozaban otras formas de tiqueza: por ejemplo de habilidades Ye i manipulacién de la electricidad sefialaba en esa direc- cién. Y nadie sabia qué habilidades creativas Podia te- her gente que provenia de lugares muy distances del snunclo y que las més de las veces no tenia trabaj disponia de mucho tiempo libre. Fabia otra cosa que tambin se apartaba dela geo- metria racional, y era el ngulo que tenian las call Is forma general de la villa era circulan entonves i falles deberian haber estado trazadas en perpendicu lar al borde, de modo de ser “r radios”; y desembocar todas en el centro. Pero mo: partian en ingulosde se Fenta cinco grados, todas en la misma direccidn, (vi tas desde afuera, hacia la derecha). Eso sign icaba que ninguna llegaba al centro, y que ninguna tenia salle, #Adénde terminaban? Eso Maxi nunca lo supo, Sus Propias “entradas” no eran muy profundas; nunea fac {pas alléde los cien metros hacia dentro, hastael punto donde estaba la casa de la familia que ocasionalmente acompafiaba, que podia estar més o menos adentra Pero nunca tanto como para perder de vista la entra, io fijo y 35 da. Y como no habia calles transversales, por donde habfa entrado tenia que salir. De modo que el centro, si habia centro, sigui6 en el misterio para él. La hora a la que llegaba alli, y su timidez, le impidieron preguntar. Por algin motivo, la iluminacién, tan prédiga en la pe- riferia, se hacia escasa a medida que se introducfan, y mis al centro la villa parecia estar a oscuras. Se la habia dicho en forma de anillo, pero no era crecia en lugar de disminuir, as callecitas se hacfan mas estrechas y las casillas mas apretadas. Tampoco podia vyer mucho hacia el fondo. Ni siquiera alguien con buena ién nocturna habria visto, porque esas calles no eran exactamente rectas. Medio dormido, més ciego que nunca (porque el pasaje bajo la corona de luz. lo dejaba destumbrado), Maxi alzaba la vista hacia el interior con insistencia, y ya fuera ilusin, ya confusién, le parecia fpulas, casillos fantasmagéricos, murallas, pirimides, arboledas. tra cosa que habia observado: la proliferacién de perros de toda clase, en general bastante grandes, fla- cos y ariscos. Por suerte no era de los que les tenfan miedo a los perros. A pesar de la hora, estaban en movimiento; iban y venian, se metian en todas partes, hasta entre sus piernas y entre las ruedas del carrito, rara vez solos y a veces en bandas numerosas. Debian de andar buscando comida, y el dia y la noche eran lo ‘mismo para ellos, con lo poco que debian de conse- guir. Nadie les Hlevaba el apunte; ni notaban su exis- tencia. Pero estaban todos sobre el borde: afuera del 36 circulo, 0 en los adentro se hacian raros, niendo desde las profun Primeros metros de las callecitas. Més Y nunca vio uno yendo ni vi- idades delcentro, Porsun instante), quilamente. Nad podria haberlo hecho a un lado tran. Helo vio nunca. Pudo deberse en par. | que a veces toma el camino de la le a través de las mil no, estaba la Comisaria Treinta y ocho, i l inspector Cabezas, asignado ah; Jos dereestructuracisn subsiguientesa ¢ la comisaria un afio atras, yen sala intervencién y la baja de todo su per- 37 sonal superior (una jueza habia irrumpido una noche, al frente de un grupo de elite de la policia judicial, y habfa encontrado pruebas de que se torturaba a los detenidos). El trabajo de Cabezas habia terminado hacia unos meses, pero seguia teniendo por cuartel central personal a la comisarfa ya normalizada. Una noche vio a Maxi tirando de un carrito de cartonero, y lo reconocié. Lo habia visto muchas veces saliendo del edificio de la esquina de la comisaria, y le habi llamado la atencién por su fisico. No es que esto tl ‘mo fuera necesario para que lo reconociera, porque era muy fisonomista y tenia una memoria de clefante. Intrigado e interesado, empez6 a observarlo. Como, no tenfa que rendir cuenta de sus horarios, salia al ano- checer en su auto, y no le costaba mucho trabajo loca- lizarlo. Lo estudiaba de lejos, a veces estacionando un ‘momento, sin bajar del auto, a veces dando vueltas a la manzana, siguiendo el recortido que hacfa el joven patovica con los cirujas. Al poco tiempo tenfa mas 0 ‘menos en claro su rutina. La primera vez habia crefdo que ayudaba a una familia determinada, pero no tardé cen ver que no se trataba de eso, y su interés crecié. En varias ocasiones lo siguié hasta el final, hasta que ya muy adentro del Bajo de Flores se despedia y volvia a su casa. Un par de veces esperé sentado en el auto a que saliera de la casa, a tiltima hora de la tarde, y lo siguid, a la distancia ¢ Ie, todo el trayecto hasta que tres 0 cuatro horas después. No se preocupaba por el tiempo que le insumia. No lo hacia todos los dias; en general se limitaba a echarle una mirada de 38 ‘5 ba con reconocerlo y ver que se 2 Pa Pasar dias, semanas aan sin ira vochaee ea pel Asifue constatando sus propre Tapert ut Ya en invierno, lo esperabaa veces en Teams el banorno hasta vel legs mba dala oa puiornd ye tesigo desu ingreso : bres aaa oalmsimo suimerésenel sumo andi separa @ Maxi del inspector Cabezas, la Fide Primer lugar Uno estaba al comienzo de su fa qué iba a hacer con ella y reaccionaba incertidumbre; el otro, pasados sabia perfecta- ido esencial, que tendria gra- ferencia se manifestaba en el as empresas, por mas que é- a de Maxi era line: ves consecuencias. La formato de sus respectiv tas se superpusieran. L: ver i, ps aa ae Maxi, éstas Constituian en su mente ans at dete que nada debia queda inexplicado,y sn n debia engancharse con otras, hasta fen in complejo, el cual a su vez debia articularse con 39 los otros, hasta que toda la sociedad quedara cubierta. No era una cuestién puramente intelectual. De he- cho, el inspector Cabezas estaba muy lejos de ser un intelectual. Donde faltaba una explicacién (porque era dificil encontrarla, o él no tenia ganas de buscar), la creaba. De hecho, eso estaba més en su cardcter: era tun hombre de acci6n, no de especulacién. gY cémo se “crea” una explicacién? Avanzando, improvisando. Ahi el método de Cabezas coincidia con el de Maxi, pero en otro nivel y con otros fines. El “caso del gigante benefactor” se le present6 como algo completamente inexplicable, !o que le dio un campo méximo a la ac- cién correspondiente. Podria decirse que tuvo que crearlo todo. La estructura emergia de un hecho de la realidad: el foco de violencia que se habia generado a la puerta de esa villa circular, a la que en la jerga de la pol llamaban “la calesita”. Ese punto estaba ubicado pre- cisamente donde se ensanchaba la calle Bon Ta que ademas, mucho antes, estaba la comisaria. fugio clisico de maleantes y fugitivos, el au: drogas habia multiplicado la violencia en las primer lugar porque era un negocio que movilizaba ‘mucho mas dinero; en segundo, por efecto de los tras- tornos de conciencia que producia la droga en los con- sumidores. Esta villa en particular era un caso espe- cialmente virulento. Y por supuesto (aqui se aplicaba el procedimiento de Cabezas) no era “un” caso sino ‘un complejo innumerable de casos relacionados. Por lo pronto, el foco de violencia que preocupaba al ba- 40 Trio no est if taba en la villa propiamente dicha, en cuyo interior nadie podia asegurar qu: adie podia asegur: sab ‘gurar qué pasaba, sino afuera, cae ia carta de lectores que decia lo siguiente: “Lo a de lectores. vecinos de Bonorino al fs una mafia que tiene deemergencia. Las armas ¥ las drogas se han vuelto una presencia cot, diana en lo de rego que hasta hace poco era un tranquilo barrio indore, con shicos jugando en las veredas, ices os ncertados, dedi y de noche, rehenes ET 15 de gine criminalidad que no tiene controle, estado deplorable de cose se cope cos 8 d 16 una victima fatal: i daparo a arma de guerra terminé con la wine look da ite aos. Esa nia, excelente alumna y heen A vida de sus padees, era mi hija, Todavia ng gues 9, eibido ninguna expliacisn, los culpabes st. acs pes, sembrando el error en el vecindaro, caper mila ha quedado destrozaday s6lo podemos scars ors enfosar eos is cara diarios, estaba firmada, con Bonorn ala cade) eee Bae -ntos) y el mimero de re Ea fmbpector Cabezas tenia el recorte en la bil Coen te Por el contenido dela carta, que al fin de tants eng oat M4, sino porque el apelido dl fe suyo, “Cabezas”. Ni siquiera eso 41 habria bastado para que la recortara y guardara, sino que el nombre, “Ignacio”, también coincidia con el suyo. Era una casualidad verdaderamente asombrosa, sobre todo porque ni el nombre ni el apellido eran tan comunes. Se habria sorprendido muchisimo de ente- rarse de que existia otro Ignacio Cabezas; pero que encima ese homénimo viviera en el Bajo de Flores, en ‘su radio de accién, y que se diera a conocer publica- mente de este modo, superaba toda previsién, y bast6 para que le sugiriera la presencia de un mecanismo en el que él podia jugar un papel, no sabia cual todavia. Previsor, habia llevado el recorte en la billetera duran- te meses, sin mostrarselo a nadie. No habfa hecho nada para conocer al otro Ignacio Cabezas, ni se habfa molestado en revisar el expediente de aquel asesinato, porque sabia a qué atenerse. Lo que Ie interesaba estaba un poco mds allé, en la villa, que si habia estudiado, aunque sin éxito. Todos sabfan que ahi se vendian drogas en gran cantidad, pero nadie sabia cémo entraban y cémo salian. Podia ser de mil modos. Largas vigilias, a las que estaba acostumbrado, le ha~ bian ensefiado que los compradores venfan a las horas mis insdlitas del dia o la noche, siempre en auto. Se detenfan un momento, preguntaban algo (zqué?), retomaban la marcha, y podian llegar a dar hasta diez vueltas a la villa, haciendo honor al circulo que la ro- deaba. Se hacia dificilisimo seguirlos sin ser notado, sobre todo de noche, cuando no habia nadie y nada en el circuito, por lo demas violentamente iluminado por la luz. que sala de la villa. Y las compras parecian efec~ 42 tuarse de noche; las visitas diurnas seguramente eran exploratorias. Cabezas no era el tinico en haberlo no. tados algunos de sus colegas habian hecho observa ciones tan diserets como Ta ys, y de ah habia sur lo el “ 7 i: sido el nombre de “I eles, tn propia y eo Ahora al fin vio llegar el momento de darle un uso al recorte, Sabia que el patovica al que habja estado vi gilando tenia una hermana, porque habia visto a toda la familia saliendo junta del edifcio en la esquina de la comisaria. ¥ sabia que esta jovencita andaba en malas juntas del barrio (jqué no sabia la policfal) de hecho la tenia mejor estudiada quea su hermano, el cual, de més esti decrlo, paral era una completa inedgnita. Ast que la siguio un dia, a pie y esperd para abordarla a que estuviera a cierta distancia de su casa, en la mitad dew cuadra desierta. La llamé por su nombre, y ella se die vuelta alarmada, Era un rubiecita linda pero con gesto agrio, Estaba la posibilidad de que ella lo reconociers, podia haberlo visto entrar o salir de la comisaria, Pere corrid el riesgo porque sabia lo distraidos que son los jsvenes, lo encerrados que estén en su propio mundo sams lero amenararte —empers diiéndole— labia pensado hablar con tus padres, pero pensé que podrfamos entendernos directamente, No quiero da les un disgusto si no es necesarios yo también soy pas dre, y sé lo que es, Ellos no tienen por qué enteraree de nada, si cooperis. “ie —@Yo? zEn qué? :Usted quién es? Le saliala serpiente de adentro, pero no podia ocul- 4B tar que estaba nerviosa y asustada. “Yo te voy a dar, putita”, pens6.Cabezas. —(Tenés un minuto? —No. Estoy apurada. —Tomi, leé esto —le dijo dindole el recorte. A clla el tramite le resulté tan extrafio e inesperado que paradéjicamente la tranquiliz6. El gesto en silo cono- cia de memoria: era el de esa multitud de desocupados que llenaban las calles repartiendo volantes. Salvo que esta vez no se trataba de un volante sino de un pedazo de diario. Lo mir6 por los dos lados y se puso a leer. ‘Aunque mantuvo la expresién impasible, Cabezas, que no le sacaba los ojos de encima, nots que sabia de qué se trataba y que su pequefio cerebro retorcido se po- nia a trabajar. Cuando calculé que llegaba al final, le sefiald con un dedo la firma, y le tendié con la otra ‘mano su cédula de identidad. Ella pudo leer dos veces el mismo nombre. —En efecto —dijo él guardando el recorte y la cédu- laenel bolsillo—, yo soy el padre. Hace meses que estoy investigando por mi cuenta, porque si voy a esperar a que la policia haga algo, estoy listo. Son unos incom- petentes y unos corruptos —agregé entre paréntesis para dar un toque folkl6rico, con el que ella podria identificarse por poco que mirara televisién. Y para cubrirse por si en el futuro ella lo vefa entrar en la co- misaria: —Voy todos los dias a la Treinta y ocho, a ver si hay novedades, pero no hacen nada. Yo, en cambio, averiguando por mi cuenta, he llegado a saber muchas cosas. —Aqui hizo una pausa y la miré fijo. Adiviné 44 aque ella queria decir “ZY yo qué tengo que ver?” pero Podia, porque el miedo le habia paralizade los labine os aie estabas en contacto con esos vaguitos del “omercial Nueve que iban a comprar proxidine «| villa Pero no te preocupes,no tevoy a denuncian yate $e gue no quiero darks un disgust ats pada

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