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Los grandes grupos económicos de América Latina

Posted by Pablo Quiñonez Riofrío | 26 Feb, 2018 | Debates Económicos |

@paquinonez

Durante un largo tiempo, los grandes grupos económicos han sido la forma de
organización corporativa dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse
(2007), estos grupos se caracterizan por estar controlados por un pequeño número de
inversores – típicamente por una o dos familias- y por lo ampliamente diversificadas
que se encuentran sus actividades.

En la región, los grandes grupos económicos dominan buena parte de las industrias
nacionales, exceptuando el sector de hidrocarburos, donde las empresas estatales
tienden a ser predominantes. Además, la influencia de estos grupos y de las
multimillonarias familias que, por lo general, están tras de ellos, trasciende el ámbito
económico e incide directamente en las decisiones políticas que se adoptan en sus
países.
Si echamos un vistazo al ranking de las mayores empresas de América Latina en 2014
encontraremos que dieciséis de las veinticinco mayores empresas de la
región, pertenecen a grandes grupos económicos locales. A su vez, estos grupos están
controlados mayoritariamente por individuos o por ciertas familias. La mexicana
América Móvil, por ejemplo, cuarta empresa más grande de la región en 2014 (detrás
de tres petroleras estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por Carlos Slim, uno
de los diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso controla, además, empresas
en el sector comercial, industrial, aeronáutico, de telecomunicaciones, entre otros. La
brasileña JBS Friboi, líder en la venta de carne y sexta en el rankingregional, es
controlada por la familia Batista a través del grupo JBS. La argentina TECHINT, que
opera en el sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima en el ranking, es
controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas Copec, decimoquinta en
el ranking regional, es controlada por la familia Angelini, a través del grupo del mismo
nombre.
Pero el capital de los grandes grupos económicos de la región no solamente se
concentra en la industria o en el comercio, sino también en el sector financiero y en el
sector de la comunicación (entre otros). Por ejemplo, de los veinticinco mayores bancos
de la región, según el listado de América Economía para el año 2017, doce son de
propiedad privada local, mayoritariamente en manos de grandes grupos económicos.
El banco brasileño Itaú, por ejemplo, que es el banco privado más grande de América
Latina, pertenece al grupo Itaúsa, con participación en el sector inmobiliario, financiero,
químico, entre otros. A su vez, el grupo Itaúsa es controlado mayoritariamente por dos
familias: Setubal y Villela. En México, el banco privado más grande, Banorte, pertenece
al Grupo Financiero Banorte, controlado en buena parte por la familia Gonzalez Barrera.
Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de América Latina. De hecho, el que una
notoria cantidad de empresas estén controladas por grupos locales, usualmente
familiares, ha sido observado en algunas partes de Europa, Asia y otras regiones del
mundo, como lo señalan Faccio y Lang (2002) y Morck, Wolfenzon y Yeung (2005). Una
causa probable para ello es que los mercados de capitales no están tan ampliamente
desarrollados en estos lugares como sucede en países como Estados Unidos.
Adicionalmente, en América Latina, al igual que en otras regiones en vías de desarrollo,
el financiamiento para nuevos emprendimientos suele provenir de la propia riqueza
familiar de los empresarios. Esta situación, que tiende a persistir, pone límites a la
entrada de nuevos competidores, ocasiona la aparición de monopolios y permite la
expansión de los grupos económicos a otros sectores diferentes a aquellos en los que
se iniciaron.

Este problema, si bien es parcialmente ocasionado por la desigualdad estructural que


ha caracterizado a América Latina desde tiempos de la colonia, contribuye también a
reforzar la misma. El problema se agrava cuando consideramos que los extremos
niveles de desigualdad de renta y de riqueza en la región son una amenaza sobre el
crecimiento sostenible, sobre la cohesión social y representan un serio desafío a la
democracia. De hecho, el que existan altos niveles de concentración de riqueza implica
que también existan altos niveles de concentración de poder político en la región.

La influencia de los multimillonarios y de los grandes grupos económicos en América


Latina se extiende, por tanto, mucho más allá de la esfera económica. Hay una gran
variedad de casos en que muchos de los grupos económicos más poderosos de la región
han utilizado su poder para incidir en las decisiones políticas nacionales, para obtener
protección gubernamental o para acceder a información privilegiada. Sus medios de
comunicación suelen ser usados para promover sus intereses y su posición privilegiada
para defender su statu quo. Pese a todo ello, llama la atención el hecho de que muy pocas
de las empresas de propiedad de estos grupos destaquen en el listado de las más
grandes a nivel global.
Referencias:
Faccio, M., y Lang, L. (2002). The Ultimate Ownership of Western European
Corporations. Journal of Financial Economics, 65(3), 365-395.
Grosse, R. (2007). The Role of Economic Groups in Latin America. En R. Grosse & L.
Mesquita (Eds.), Can Latin American firms compete? Oxford: Oxford University Press.
Morck, R., Wolfenzon, D., y Yeung, B. (2005). Corporate Governance, Economic
Entrenchment, and Growth.Journal of Economic Literature, 43(3), 655-720.

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