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desde el patio trasero
2.1 La patria del criollo Aparte de “Encuentro de culturas”, la conquista suele verse,
en el peor de los casos, como un choque de armas, como un
evento bélico
desde el patio trasero
2.1 La patria del criollo Aparte de “Encuentro de culturas”, la conquista suele verse,
en el peor de los casos, como un choque de armas, como un
evento bélico
desde el patio trasero
2.1 La patria del criollo Aparte de “Encuentro de culturas”, la conquista suele verse,
en el peor de los casos, como un choque de armas, como un
evento bélico
2.1 La patria del criollo Aparte de “Encuentro de culturas”, la conquista suele verse, en el peor de los casos, como un choque de armas, como un evento bélico, y a ello se debe que tengamos de aquel suceso una visión tan estrecha y tan falsa. Es necesario comprender que los indios no quedaron conquistados por el mero hecho de haber sido derrotados. Aquello fue sólo el primer paso de la conquista, y de ningún modo su consumación. La correcta comprensión de la conquista tiene una importancia extraordinaria para poder entender la inferioridad económica, social e intelectual, en que vinieron a quedar los indios para el resto de la vida colonial... y actual. 31 La historia desde el patio trasero Después de ser derrotados, los indígenas fueron obligados a tributar despiadadamente, fueron despojados de sus tierras, sometidos a esclavitud y posteriormente a servidumbre. Interesa dejar claro que los nativos, puestos en una situación económica malísima, obligados a trabajar en las condiciones más duras para único provecho de sus amos, se vieron en adelante privados de toda posibilidad de superación. 2.1.1 El saqueo de la tierra. A pesar de los enormes esfuerzos hechos para ocultarlo, es cosa bien sabida que el problema primordial de las sociedades centroamericanas es la mala distribución de la tierra, que se haya concentrada en pocas manos, mientras carece de ella la gran mayoría de la población. Esta realidad ha sido posible, en buena medida, por los principios que orientaron durante la colonia la política agraria. Estos principios, son los siguientes: Primero. El principio fundamental de la política indiana en lo relativo a la tierra se encuentra en la teoría del señorío que ejercía el Rey de España, por derecho de conquista, sobre las tierras conquistadas en su nombre. Este principio es la expresión legal de la toma de posesión de la tierra y constituye el punto de partida del régimen de tierra colonial. La conquista significó fundamentalmente una apropiación que abolía automáticamente todo derecho de propiedad de los nativos sobre sus tierras. Pero no se lo daba automáticamente a los conquistadores. Unos y otros, conquistadores y conquistados, sólo podían recibir tierras de su verdadero propietario, el rey, pues en su nombre habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los segundos. Inmediatamente después de consumada la conquista, toda propiedad sobre la tierra provenía, directa o indirectamente, de una concesión real. El reparto de tierras que hacían los capitanes entre sus soldados, lo hacían en nombre del monarca y con autorización de él, y la plena propiedad de aquellos repartos estaba sujeta a confirmación real. Consiguientemente, cualquier tierra que el rey no hubiera cedido a un particular o a una comunidad, pueblo, convento, etc., era tierra realenga, que pertenecía al rey y que no podía usarse sin incurrir en delito de usurpación. El principio de señorío tiene dos vertientes: por un lado, únicamente el rey cede la tierra y por otro, no hay tierra sin dueño; nadie puede introducirse en tierra que el rey no le haya cedido. La corona cede tierra cuando y a quien le conviene, y también la niega cuando ello le reporta algún beneficio. 32 ) La conquista significó una apropiación que abolía todo derecho de propiedad de los nativos. VIVIR CONTRACORRIENTE Segundo. Con base en el principio anterior, España desarrolló un segundo principio de su política agraria: el principio de la tierra como aliciente. La Corona, imposibilitada para sufragar las expediciones de conquista como empresas del Estado, las estimuló como empresas privadas con el aliciente de ofrecerle a los conquistadores una serie de ventajas económicas en las provincias que conquistasen. Ceder tierras e indios fue el principal aliciente empleado. Para que ese estímulo diera los resultados apetecidos, la corona tenía que mostrar mucha magnanimidad en la cesión de tierras, pues hubiera sido desastroso que se propagara la noticia de que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni los primeros pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. Esto condiciona la brutalidad de la primera etapa de la conquista y el inicio del latifundio en las colonias: el rey ofrecía y cedía una riqueza que no había poseído antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a conquistar unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la monarquía: y la monarquía los premiaba cediéndoles trozos de esas mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos le arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Tercero. Ya afianzado el imperio por obra de la colonización y de la toma efectiva del poder local por las autoridades peninsulares, el principio político de la tierra como aliciente perdió su sentido original y siguió actuando en forma atenuada. Una generación de colonizadores españoles había echado raíces en las colonias: habían erigido ciudades, tenían tierras en abundancia, disponían del trabajo forzado de los indios -el nuevo repartimiento comenzaba a funcionar-, muchos de ellos tenían encomiendas, habían fundado familias y tenían descendientes. A tono con esta nueva situación, la monarquía se halló en condiciones de aplicar un nuevo principio: la tierra como fuente de ingresos para las arcas reales, bajo el procedimiento de la composición de tierras. La incitación del periodo anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar a muchas extralimitaciones. En aquel período convenía tolerarlas, pero medio siglo más tarde se convirtieron en motivo de reclamaciones y de “composiciones”: la corona comenzó a dictar órdenes encaminadas a que todos los propietarios de tierras presen- 33 La historia desde el patio trasero La composición de tierras aportó grandes ingresos a la corona durante todo el periodo colonial. taran sus títulos. Las propiedades rústicas serían medidas para comprobar si se ajustaban a las dimensiones autorizadas en aquellos títulos. En todos los casos en que se comprobara que había habido usurpación de tierras realengas, el rey se avenía a cederlas legalmente, siempre que los usurpadores se avinieran a pagar una suma de dinero por concepto de composición. En caso contrario, era preciso desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas. Dicho de otro modo: la usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad de las concesiones y en el descontrol de la primera etapa colonizadora. En la última década de ese siglo fue instituido el sistema de composiciones, que no vino a frenar la usurpación, sino a convertirla en un procedimiento para adquirir tierras y ensanchar los latifundios con desembolsos moderados. Al normar la composición, las leyes sistematizaron la usurpación de tierras para todo el período colonial. La composición de tierras estuvo causándole ingresos a la Corona durante todo el período colonial hasta el día anterior a la Independencia. Cuarto. La legislación colonial de tierras expresa, de manera insistente y clarísima, el interés de la monarquía de que los pueblos de indios tuvieran tierras suficientes. Los pueblos deben tener suficientes tierras comunes para sus siembras, deben tener sus ejidos -territorios también comunes de pastoreo y para otros menesteres distintos de la siembra-; a los indios que en lo particular quieran adquirir tierras por composición debe dárseles trato preferencial, y en ningún caso debe admitirse a composición a quien haya usurpado tie - rras de indios, se trate de tierras comunales -de sementera y ejidoso de propiedad de algunos indios en particular. La preservación de las tierras de indios fue un principio básico de la política agraria colonial. Y no es extraño, porque la organización del pueblo de indios, como pieza clave de la estructura de la sociedad colonial, exigía la existencia de unas tierras en que los indígenas pudieran trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata, pues, de un principio permanente y fundamental de la política agraria de la colonia, que lo fue porque enraizaba en un interés económico también fundamental y permanente de la monarquía. Para que los indios permanecieran en sus pueblos, y fuera posible controlarlos para la tributación, era indispensable que tuvieran allí unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir a buscarlas a otra parte. 34 VIVIR CONTRACORRIENTE La preservación de las tierras de indios, arma de doble filo al servicio de la corona. El quinto principio no se desprende de las leyes, pero es conocido por hechos importantes consignados en otros documentos: el bloqueo agrario de los mestizos. Las Leyes de Indias sobre la tierra no hacen discriminación de la gente mestiza -las “castas”, los ladinos-, sino más bien ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también la puedan obtener. Sin embargo, dado que los mestizos eran un contingente humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el gobierno colonial, tomara providencias necesarias para proporcionarles tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus pueblos, tenían sus tierras y gozaban de un fuero especial, los mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no ubicado y carente de medios de producción, debieron ser objeto de la creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que se hizo en otras colonias, y que los mestizos del reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue sistemáticamente evitado por las autoridades del reino. La política de negación de tierras a los mestizos pobres en constante aumento demográfico, fue un factor que estimuló el crecimiento de los latifundios, porque la población mestiza o ladina pobre se vio obligada a desplazarse a las haciendas y a vivir y trabajar en ellas a cambio de tierra en usufructo. Se volvieron necesariamente arrendatarios. 2.1.2 El indio como botín. Al igual que con la tierra, para con los indígenas se aplicaron un conjunto de principios y mecanismos de dominación que propiciaron la, hasta el momento, inferioridad indígena. Entre esos principios y mecanismos podemos señalar: La encomienda y el repartimiento, pese a que fueron verdaderos ejes del sistema colonial, se conocen poco, y lo que de ellas se sabe aparece generalmente en definiciones muertas. Repartimiento y encomienda fueron instituciones que nacieron unidas, entrelazadas, y así permanecieron durante su primera etapa. Las implantó Cristóbal Colón en las Antillas, y en su forma primitiva pasaron al continente. El repartimiento tenía dos aspectos, pues consistía en repartir tierras y también indios para trabajarlas; y como este segundo aspecto se justificaba diciendo que los indígenas eran entregados para que el favorecido velase por su cristianización -le eran encomendados para ello-, repartir indios y encomendarlos fue, en esa primera etapa, una misma cosa. La encomienda primitiva era 35 La historia desde el patio trasero La encomienda primitiva, pretexto para repartirse los indios y explotarlos hasta esclavizarlos. en realidad un pretexto para repartirse los indios y explotarlos y como ninguna instancia superior controlaba lo que se hacía con ellos, vinieron a estar, de hecho, esclavizados. Nos hayamos en la etapa primitiva de la colonia. La corona de España no aprueba los vejámenes que se cometen en su nombre pero tiene que tolerarlos, porque la despiadada explotación de los indígenas es el acicate de la conquista y el pago de la implantación del imperio. La encomienda primitiva fue una manera de disimular, bajo el pretexto de que se entregaba a los indios para cristianizarlos, el hecho de que se los repartía para explotarlos. La esclavitud que se escondía tras el repartimiento y la encomienda primitivos no estaba legalmente autorizada, era una esclavitud virtual. Sin embargo, hubo también en este sangriento período, junto a la esclavitud virtual, una esclavitud autorizada y legal. En su afán de enriquecerse a toda prisa, los conquistadores se las arreglaron para obtener permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas que presentaran una terca resistencia armada. Este truco se complementó con el célebre Requerimiento de Palacios Rubios, instrumento jurídico que debía leerse a los indios para llamarlos a aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español. Se les explicaba en él la existencia de los Papas como vicarios del Dios verdadero en la tierra, y que el último Papa había donado los territorios indianos a los reyes de España. En tal virtud, se invitaba -requería- a los indios a aceptar la nueva situación. Se les hacía saber que, si rechazaban el requerimiento, ‘tomaremos vuestras perso- 36 VIVIR CONTRACORRIENTE ) nas, e a vuestras mujeres e hijos, e los haremos esclavos, e como tales los venderemos, y dispondremos de ellos...’ Esta última amenaza era la verdadera razón de ser del requerimiento, porque servía para justificar la esclavización de los indios y el robo de sus bienes. El documento no fue elaborado para que los indios lo aceptasen y evitar así la guerra, sino precisamente contando con que no sería aceptado y daría una base legal a la esclavitud de guerra y al despojo de los nativos. Así lo prueba el uso que de él se hizo. El requerimiento se convirtió en parte integrante del equipo que todo conquistador había de llevar consigo a América. Acostumbrados como estamos a pensar en la conquista desde el lado de los conquistadores, olvidamos reflexionar sobre lo que realmente significó para los conquistados. Imaginémonos la sorpresa de los indios al recibir o escuchar el requerimiento: Unos hombres venidos del otro lado del mundo, cubierto el rostro con abundante pelambre y el cuerpo con amenazantes atavíos de guerra, precedidos de la alarma y el terror de las matanzas y despojos que vienen realizando en su recorrido, se plantan con un texto en la mano y con las armas y las bestias listas para entrar en combate. Supongamos que se les traduce el documento a su idioma y que se les da el plazo de cuatro o cinco días para deliberar y decidirse. En ese plazo tendrían los indígenas, según las exigencias del requerimiento, que abandonar a sus divinidades y convencerse de que el Dios verdadero había venido al mundo en tiempo remoto y en país desconocido, habría que echar por tierra las creencias heredadas por siglos, y comenzar a rendirle culto a una pequeña figura humana fijada sobre dos maderillas entrecruzadas, que presentaba además el aspecto de los propios conquistadores: tez pálida y luengas barbas. En unos pocos días habría que renunciar al dominio de las tierras y aceptar la soberanía de un Rey desconocido y lejano. Y lo peor de todo: se sabe que se les exige inmediatamente pago de pesados tributos, la entrega de metales preciosos, y que todos los pueblos que quisieron ser pacíficos tuvieron que sublevarse a la vuelta de poco. Los indios deben haber comprendido que el requerimiento era un truco, y que todas esas loas de un Papa y un Rey repartiéndose el mundo no tiene otra finalidad que provocar el rechazo, justificar la guerra y darle bases legales a la esclavización y al despojo. Es difícil pensar que no lo entendieran. La esclavitud y esta forma de encomienda fueron suprimidas con las Leyes Nuevas, que convirtieron a los indios en vasallos libres, obligados a tributar al Rey. Con estas Leyes, la encomienda pasa a ser una concesión, librada por el rey a un español con méri- 37 La historia desde el patio trasero El orden político y el religioso dieron bases legales a la esclavización y al despojo de los indios. tos de conquista o colonización, consistente en percibir los tributos de un conglomerado indígena. Esa fue la encomienda que se prolongó prácticamente durante toda la época de la colonia. Pero mucho más importante que la nueva encomienda fue el nuevo repartimiento de indios: sistema que obligaba a los nativos a trabajar por temporadas en las haciendas, retornando con estricta regularidad a sus pueblos para trabajar en su propio sustento y en la producción de tributos. Esta última institución fue la pieza clave del sistema económico de la colonia, y puede afirmarse que será imposible integrar una visión científica de la sociedad colonial centroamericana (superando las limitaciones de la tradicional “historia de hechos”, así como el carácter fragmentario y desarticulador de las monografías históricas) mientras no se reconozca que la base de aquella estructura social fue su régimen de trabajo: el repartimiento de indios, el trabajo obligatorio de los nativos, el riguroso control de los indígenas en sus pueblos, desde los cuales eran enviados periódicamente a trabajar a las haciendas y labores de los españoles y de sus descendientes a lo largo de los tres siglos coloniales. Ese régimen le imprimió desde las bases un determinado carácter a la sociedad colonial centroamericana y condicionó de manera decisiva las luchas sociales, las ideologías, las formas del trato social y demás manifestaciones de la vida de aquella sociedad. Estos procesos de colonización no hubieran sido posibles sin esa enorme labor que se llamó reducción de indios. Éste fue, en definitiva, el remate de la gran transformación ocurrida en las colonias a mediados del siglo XVI.Y los pueblos de indios, las reducciones de indios, vinieron a ser el punto de apoyo de todo el sistema económico que se estructuró a partir de aquel período. La reducción garantizó el cobro regular de los tributos de los encomenderos y la disponibilidad de mano de obra para los terratenientes. La esclavitud había causado una dispersión que era grave obstáculo para la reorganización de la colonia. Muchos indios vivían en las haciendas de sus amos, otros andaban huyendo, retirados en montañas y lugares remotos, y otros permanecían en la sede de los antiguos poblados prehispánicos. Ese alto grado de dispersión y desorganización fue re- 38 VIVIR CONTRACORRIENTE ) La reducción de los indios garantizaba el trabajo obligatorio de los nativos y su control sultado de una peculiar suma de factores: la esclavitud arrastró indios a las haciendas y ahuyentó indios a los montes, pero ésto vino a operar sobre un cuadro de dispersión ya existente. Los indígenas, antes de la conquista, no vivían predominantemente en centros de población, sino en chozas y caseríos dispersos junto a los sembrados, constituyendo grandes áreas pobladas. Los centros urbanos de que dan noticia los conquistadores eran solamente los núcleos de confluencia de áreas habitadas mucho más amplias. A esos núcleos concurría toda la población en días determinados, con fines comerciales, religiosos y de administración, pero no eran la morada permanente de la gran mayoría de la población. La dispersión anárquica, adoptada por los indios como recurso de defensa frente a la conquista, se desarrolló a partir de un cuadro de dispersión orgánica existente con anterioridad. Esta situación era contraria al plan colonial de las Leyes Nuevas, que exigía, como requisito indispensable, que los indios vinieran a vivir, todos sin excepción, en poblados perfectamente organizados y estables. Los indígenas no podían pasar a ser efectivamente vasallos tributarios del rey, ni éste podría ceder parte de la tributación (encomienda), ni sería posible suministrar a las haciendas periódicamente mano de obra indígena (repartimiento), mientras no hubiera centros de población perfectamente establecidos y controlados por la autoridad. El repartimiento va a perdurar incluso después de la independencia, aunque con distinto nombre. A medida que avanzaba la colonia, se llamó indistintamente mandamiento y repartimiento al envío de indios a las labores y haciendas para realizar trabajo obligatorio por semanas o temporadas. Sin embargo, puede observarse la tendencia a llamar mandamiento al envío de indios a lugares lejanos a sus pueblos y por temporadas mayores que una semana, reservando el nombre de repartimiento al régimen de envíos para seis días a lugares cercanos. A eso se debe, muy probablemente, que desde casi el mismo inicio de la Independencia hasta mucho tiempo después, bajo las dictaduras cafetaleras (1871-1944) se llamara mandamiento, y no repartimiento, el envío forzoso de indios a las fincas, pues eran envíos desde grandes distancias y por temporadas largas. Así pues, hablar de repartimientos y de mandamientos es hablar de un mecanismo de explotación que ha permanecido hasta épocas muy recientes. Aún está fresca en la memoria de algunos las silenciosas hileras de indios, escoltados siempre, atados a veces, que pasaban por pueblos y ciudades en su largo y forzoso recorrido, a pie, desde sus pueblos hasta las fincas. 39 La historia desde el patio trasero Este sistema de esclavitud arrastró indios a las haciendas y ahuyentó indios a los montes, como recurso de defensa frente a la conquista. 40 VIVIR CONTRACORRIENTE 2.2 América para los (norte)americanos Para el imperialismo de los Estados Unidos, América Central no es más que un apéndice natural. Ni siquiera Abraham Lincoln, que también pensó en anexar sus territorios, pudo escapar a los dictados del «destino manifiesto» de la gran potencia sobre sus áreas contiguas. Hasta la mitad del siglo pasado, además de los alimentos destinados al consumo, América Central producía la grana y el añil, con pocos capitales, escasa mano de obra y preocupaciones mínimas. La grana, insecto que nacía y crecía sin problemas sobre la espinosa superficie de los nopales, disfrutaba, como el añil, de una sostenida demanda en la industria textil europea. Ambos colorantes naturales murieron de muerte sintética cuando, hacia 1850, los químicos alemanes inventaron las anilinas y otras tintas más baratas para teñir las telas. Treinta años después de esta victoria de los laboratorios sobre la naturaleza, llegó el turno del café. Centroamérica se transformó. De sus plantaciones recién nacidas provenía, hacia 1880, poco menos de la sexta parte de la producción mundial de café. Fue a través de este producto como la región quedó definitivamente incorporada al mercado internacional. A los compradores ingleses sucedieron los alemanes y los norteamericanos; los consumidores extranjeros dieron vida a una burguesía nativa del café, que irrumpió en el poder político, a través de la revolución liberal de Justo Rufino Barrios, a principios de la década de 1870. La especialización agrícola, dictada desde fuera, despertó el furor de la apropiación de tierras y de hombres: el latifundio actual nació, en Centroamérica, bajo las banderas de la libertad de trabajo. Así pasaron a manos privadas grandes extensiones y tuvo lugar el frenético despojo de las comunidades indígenas. A los campesinos 41 La historia desde el patio trasero «No está lejos el día en que tres banderas de barras y estrellas señalen... la extensión de nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. Todo el hemisferio será nuestro como, en virtud de nuestra superioridad racial, ya es nuestro moralmente». (W.H.Taft, Presidente de los Estados Unidos) que se negaban a vender sus tierras se los enganchaba, por la fuerza, en el ejército; las plantaciones se convirtieron en pudrideros de in - dios; resucitaron los mandamientos coloniales, el reclutamiento forzoso de mano de obra y las leyes contra la vagancia. Los trabajadores fugitivos eran perseguidos a tiros; los gobiernos liberales modernizaban las relaciones de trabajo instituyendo el salario, pero los asalariados se convertían en propiedad de los flamantes empresarios del café. En ningún momento a lo largo del siglo transcurrido desde entonces, los períodos de altos precios se hicieron notar sobre el nivel de los salarios, que continuaron siendo retribuciones de hambre sin que las mejores cotizaciones del café se tradujeran nunca en aumentos. Este fue uno de los factores que impidieron el desarrollo de un mercado interno de consumo en los países centroamericanos. Como en otras partes, el cultivo del café desalentó la agricultura de alimentos destinados al mercado interno. También estos países fueron condenados a padecer una crónica escasez de arroz, frijoles, maíz, trigo y carne. Apenas sobrevivió una miserable agricultura de subsistencia, en las tierras altas y quebradas donde el latifundio acorraló a los indígenas al apropiarse de las tierras bajas de mayor fertilidad. En las montañas, cultivando minúsculas parcelas de maíz y frijoles, imprescindibles para no caerse muertos, viven los indígenas que durante las cosechas trabajan en las plantaciones. Estas son las reservas de mano de obra del mercado mundial. La situación no ha cambiado: el latifundio y el minifundio constituyen, juntos, la unidad de un sistema que se apoya sobre la despiadada explotación de mano de obra nativa. Después de la Independencia Centroamericana, ningún país del mundo tiene tanta responsabilidad de hecho en la situación de esa región como Estados Unidos. Desde la independencia de Panamá (1903), inaugurada con un ominoso tratado de dependencia con Estados Unidos, el proceso democratizador de Panamá ha sido sobre todo un intento de recuperar su soberanía y su autonomía frente a la injerencia y ocupación del gobierno norteamericano, mucho más preocupado por sus intereses y seguridad, que por la autodeterminación de los panameños. En Costa Rica y, sobre todo en Honduras, la injerencia y dominación norteamericanas se ha dado especialmente a través de la United Fruit Company, durante muchos años más poderosa e influyente que cualquier gobierno nacional. La historia moderna de Nicaragua es, 42 VIVIR CONTRACORRIENTE ) Las plantaciones se convirtieron en pudrideros de indios. en gran parte, una historia de invasiones e injerencias norteamericanas, las cuales culminaron con el establecimiento y consolidación de la familia Somoza en el gobierno de ese país durante más de 40 años. En esta persona distintos presidentes estadounidenses pusieron su total confianza como el principal defensor de sus intereses económicos y estratégicos, sin ningún escrúpulo por la falta de democracia que se escondía tras la máscara de sucesivos y regulares procesos electorales. Guatemala fue desviada de sus moderados afanes reformistas cuando la CIA provocó la caída del gobierno de Arbenz (1954) para entregar el poder a un militar, Castillo Armas, con el consabido pretexto de que el comunismo se estaba infiltrando en un gobierno elegido popularmente. En El Salvador puede decirse que el apoyo norteamericano a los gobiernos no democráticos ha sido permanente, no obstante el sabido y comprobado modo fraudulento de acceder al poder de todos ellos desde 1932 en adelante. Este brevísimo repaso histórico muestra dos cosas: primero, que la presencia norteamericana en Centroamérica ha tenido, y tiene aún, características claras de injerencia dominante en los asuntos internos de estos países y, segunda, que su preocupación por la democracia durante más de 80 años ha estado totalmente subordinada a los intereses de su propia seguridad cuando no a los intereses de capitales norteamericanos privados. Así se ha llegado a la gran paradoja de que estos países centroamericanos, tan próximos geográficamente a Estados Unidos, sean prototipo de subdesarrollo y militarismo, de miseria y de violencia, de negación en suma no sólo de la voluntad popular, sino de la vida misma de las mayorías nacionales. 43 La historia desde el patio trasero Miguel Angel Asturias narró el proceso de la conquista y el despojo en Centroamérica. El papa verde era Minor Keith, rey sin corona de la región, padre de la United Fruit, devorador de países. «Tenemos muelles, ferrocarriles, tierras, edificios, manantiales enumeraba el presidente-; corre el dólar, se habla el inglés y se enarbola nuestra bandera» Desde principios de siglo aparecieron en Honduras, Guatemala y Costa Rica, los enclaves bananeros. Para trasladar el café a los puertos, habían nacido ya algunas líneas de ferrocarril financiadas por el capital nacional. Las empresas norteamericanas se apoderaron de esos ferrocarriles y crearon otros, exclusivamente para el transporte del banano desde sus plantaciones, al tiempo que implantaban el monopolio de los servicios de luz eléctrica, correos, telégrafos, teléfonos y, servicio público no menos importante, también el monopolio de la política: en Honduras, «una mula cuesta más que un diputado» y en toda Centroamérica los embajadores de Estados Unidos presiden más que los presidentes. John Dos Passos trazó la rutilante biografía de Keith, biografía de la empresa. En Europa y Estados Unidos la gente había comenzado a comer plátanos, así que tumbaron la selva a tra- Después de la independencia ningún país del mundo tiene tanta responsabilidad de hecho en la situación de esa región como Estados Unidos. Lo más grave de todo ello es que ha sucedido bajo la ideología de la democracia. La democracia ha sido el gran engaño para poder mantener unos sistemas sociales y políticos que iban en contra de los intereses de las mayorías populares y a favor de los intereses de minorías antipopulares, en contra de los intereses nacionales y a favor de los intereses de Estados Unidos. La defensa de estos intereses y de esta ‘democracia’ ha sido hecha con las políticas de contrainsurgencia y de guerra de baja intensidad. Los primeros esfuerzos de Estados Unidos para implementar las políticas que finalmente fueron asociadas con la contrainsurgencia o los conflictos de baja intensidad comenzaron en la época de la guerra civil griega de 1947 y continuaron con la rebelión de los Hukbalahaps de Filipinas, en 1950-1951. En Vietnam, Estados Unidos profundizó la doctrina de la “contrainsurgencia”, término de moda en la década de los sesenta. El enamoramiento de J. F. Kennedy con la COIN (tal como se conoció a la contrainsurgencia) llevó a la creación de los boinas verdes y otras fuer- 44 VIVIR CONTRACORRIENTE ) vés de América Central para sembrar plátanos y construir ferrocarriles para transportar los plátanos, y cada año más vapores de la Great White Fleet iban hacia el norte repletos de plátanos, y esa es la historia del imperio norteamericano en el Caribe y del canal de Panamá y los marines y los acorazados y las bayonetas. En la novela Viento fuerte, publicada en Buenos Aires en la década del 50, uno de los personajes, Mr. Pyle, dice proféticamente: «Si en lugar de efectuar nuevas plantaciones, nosotros compramos a los productores particulares su fruta, se ganará mucho hacia el futuro». Esto es lo que actualmente ocurre en Guatemala: la United Fruit -ahora United Brands- ejerce su monopolio bananero a través de los mecanismos de comercialización, más eficaces y menos riesgosos que la producción directa. Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para explotar y más trabajadores para exterminar. Los dictadores, próceres de opereta, velaban por el bienestar de la United Fruit con el cuchillo entre los dientes. Hacia 1930 América Central exportaba 38 millones anuales de racimos y la United Fruit pagaba a Honduras un centavo de impuesto por cada racimo. No había manera de controlar el pago del mini-impuesto (que después subió un poquito), ni la hay, porque aún hoy la United Fruit exporta e importa lo que se le ocurre al margen de las aduanas estatales. La balanza comercial y la balanza de pagos del país son obras de ficción a cargo de los técnicos de imaginación pródiga. Después, la producción de bananas fue decayendo y la omnipotencia de la empresa frutera sufrió varias crisis, pero América Central continúa siendo, en nuestros días, un santuario del lucro para los aventureros aunque el café, el algodón y el azúcar hayan derribado a los plátanos de su sitial de privilegio. zas especiales, lo que condujo a que Estados Unidos interviniese directamente en Vietnam. La debacle del sudeste de Asia llevó a la revisión de la política, de la cual salió la llamada “doctrina Nixon”, que puso el peso de la COIN sobre los hombros de los aliados amenazados, iniciando al mismo tiempo la reducción de la capacidad contrainsurgente de Estados Unidos. Durante el mismo período, ante la revolución cubana, Estados Unidos empezó a buscar una alternativa para América Latina, que fuera distinta tanto del modelo de las dictaduras militares de derecha como de las revoluciones de izquierda. El programa desarrollado al amparo de la Alianza para el Progreso estaba integrado por tres dimensiones: la política, la económica y la militar. La dimensión militar hacía énfasis en la “contrainsurgencia”, la dimensión económica promovía un modelo de desarrollo capitalista y el enfoque político enfatizaba un “tercer camino” de reformismo entre las revoluciones de izquierda y las dictaduras militares de derecha. Mientras tanto, en 1968, el senado estadounidense autorizó un estudio sobre “La insurgencia en América Latina”. El estudio recomendó, entre otras cosas, aumentar el énfasis en la profesionalización de las fuerzas policíacas y paramilitares de América Latina; mejorar las capacidades de las agencias latinoamericanas de inteligencia para recoger y analizar información; prestar mayor atención a los estudiantes, “quienes a nivel de secundaria así como a nivel universitario constituyen una de las fuentes permanentes de la insurgencia en América Latina” y enfatizar el desarrollo rural. Este estudio apareció en medio de los gobiernos militares dictatoriales centroamericanos, la cual continuó durante la década de los ochenta. Por lo tanto, es notable que los dos primeros elementos mencionados estén relacionados con las capacidades militares; solamente el último está relacionado con reformas económicas. Este 45 La historia desde el patio trasero Las políticas de contrainsurgencia y las guerras de baja intensidad, medios al servicio del imperialismo norteamericano. énfasis en el aspecto militar ha persistido a través de los años y ha tenido una profunda influencia en la política estadounidense de conflictos de baja intensidad. Si la palabra clave de los sesenta fue “contrainsurgencia”, el término “conflictos de baja intensidad” la reemplazó en los ochenta. 46 VIVIR CONTRACORRIENTE ) El conflicto de baja intensidad tiene sus raíces en la contrainsurgencia, y abarca también una gran variedad de operaciones político-militares de otro tipo, tanto abiertas como encubiertas. Sin embargo, para los autores de la política estadounidense y para los estrategas militares, el conflicto de baja intensidad ha llegado a significar mucho más que una forma especializada de lucha armada; representa una reorientación estratégica del estamento militar estadounidense y un compromiso renovado para usar la fuerza en una cruzada global contra los movimientos y gobiernos revolucionarios del tercer mundo. El conflicto de baja intensidad es una confrontación político-militar entre estados o grupos contendientes, más pequeño que la guerra convencional, que frecuentemente consiste en luchas prolongadas a causa de principios o ideologías contrarias [y] comprende desde la subversión hasta el uso de la fuerza armada. Se libra por medio de una combinación de... instrumentos políticos, económicos, informativos y militares. Frecuentemente [los conflictos de baja intensidad] se encuentran localizados, por lo general, en el tercer mundo, pero con implicaciones regionales y globales... Las operaciones exitosas de los conflictos de baja intensidad... pueden contribuir a que Estados Unidos consiga sus objetivos internacionales, tales como el aumento de libertad, de las instituciones democráticas y de las economías de mercado libre. 2. Compartiendo valores1 Trabajo individual y/o en grupo Leer y analizar las citas que se recogen a continuación de pueblos indígenas. Los testimonios que se incluyen, reflejan su cosmovisión y sus valores: - el concepto de tiempo - el valor de la comunidad - la relación con la Naturaleza - las relaciones entre las personas - el sentimiento de identidad ... Cuando John Hardbattle, un bosquimano/kwe del Kalahari, era un niño, su madre le explicó sobre la variedad de los pueblos: “Dios nos hizo a todos. Somos todos iguales. Pero somos diferentes.” -¿Por qué ustedes le hablan a la Tierra, le echan trago, queman azúcar, ron y le llevan flores?- me preguntan muchos. Y yo les respondo: -¿De dónde crees que viene tu ropa?; esa ropa tiene algodón y viene de la costa; ¿de dónde crees que viene tu alimentación, la verdura, dónde come la gallina? Si nos da de todo, tenemos que agradecerle a la Tierra, tenemos que hablar con la Tierra y por eso le decimos 1. Escala de acontecimientos clave Construir una escala de los acontecimientos clave en la historia del último siglo en Latinoamérica. En un papel grande vamos apuntando y comentando distintos acontecimientos que nos parecen importantes y que se han dado a lo largo de este siglo. 1900 2000 Esta escala sirve como una primera aproximación al tema y a partir de ella se pueden explicar los hitos fundamentales del siglo que nos ayuden a entender la situación política actual. 47 La historia desde el patio trasero ACTIVIDADES PROPUESTAS ACTIVIDADES PROPUESTAS 48 VIVIR CONTRACORRIENTE ) nan. ¿Dónde escupís, dónde te bañás? La Tierra te está soportando todo y, por tanto, tenés que tener aprecio a la Tierra; a la Luna, porque tiene que ver con el alumbramiento, al Sol porque da color a las plantas.” (V. A. Ajanel, k’iche’). “Nosotros criticamos al gobierno porque actúan como si fueran a estar ahí para siempre. Ellos no piensan en sus hijos. Piensan que el tiempo es suyo.” (Encuentro sobre 500 años de resistencia indígena, 1990). “Nosotros a la persona le decimos hermano. Al hermano como a los padres les debemos respeto. Pero la persona no está separada de su familia o su comunidad. Las cosas están relacionadas, no separadas como es el pensamiento de ustedes. Ustedes todo lo tienen metido en cajoncitos: aquí las ideas, aquí el miedo, allá el trabajo. Y las cosas no son así, la cabeza es redonda, no es cuadrada. Tampoco la naturaleza está separada de la persona: la naturaleza está en mi cuerpo y el daño a la naturaleza es también daño a la persona y el daño a la persona es el daño a la vida. Y uno no tiene derecho a hacer daño, y si lo hace tiene que pedir perdón al hermano o a la comunidad, porque ha cometido delito. La comunidad es lo más importante. La persona sola, así solita no vale nada. La identidad de la persona es su lengua, su vestido, pero sobre todo la identidad de la gente está en su pensamiento.” (Representante de las Comunidades de Población en Resistencia. Guatemala, 1993). “La manera más segura, a continuación de los disparos, de acabar con los pueblos aborígenes, es separarnos de nuestra porción de la Tierra.” Reivindicaciones de los pueblos indígenas 1. Derecho a la tierra. Legislación nacional e internacional. 2. Organización con autonomía política de los pueblos indígenas y participación activa en la política del país. 3. Acceso a la información, apoyo de grupos y movimientos de otros países. 4. Derechos de propiedad intelectual y cultural. (Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas, 1985). “La creación de una economía global ha significado el pillaje de las tierras, labores y recursos de los pueblos indígenas, así como forzadas su asimilación cultural y conquista espiritual. Cada ciclo de expansión económica mundial se ha basado en la explotación de los recursos naturales de productos primarios y ha dado lugar al desplazamiento de los pueblos indígenas y a la ruina de culturas tradicionales.” (S. Davis, antropólogo del Banco Mundial). En el concepto de “desarrollo” que se tiene en el Norte no caven las comunidades indígenas ni sus reivindicaciones si no es en espacios reservados, separados de su tierra, de 49 La historia desde el patio trasero su modo de vida y organización social. La defensa de las culturas minoritarias, en ocasiones, hace que se las eleve a un “altar ecológico” que no siempre es real; es así como se idealizan o falsean modos de vida que tienen tanto aspectos positivos como negativos. Con esta propuesta queremos discutir estos tópicos, estos valores que nos interpelan y que nos pueden enseñar mucho. Contrastar sus percepciones y valores con las nuestras, o las dominantes en las sociedades occidentales. ¿En qué medida esos valores son importantes para la Humanidad? ¿Cómo cuestionan los valores de la sociedad de consumo? ¿Son sólo de las comunidades indígenas? En unas sociedades de consumo que acaban con la diversidad ¿Cómo rescatar valores de culturas en peligro? ¿Qué futuro les espera a los pueblos que viven de diferentes maneras? ¿Y a los demás? 50