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Facultad de Teología
14/02/2018
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Cuando pensamos en estos sacramentos generalmente nos remitimos a los pasajes bíblicos
en donde se nos presentan algunas características de Jesús, palabras, obras, testimonios y en
si una serie de elementos que nos recuerdan una persona actuante y viva que dejo muchas
enseñanzas, que delegó “ministerios”2, es ver precisamente que en ese delegar, Jesús
mismos nos deja las herramientas para que la Iglesia peregrina pueda seguir día a día y
paso a paso, ese camino hacia la vida en Cristo mismo, la vida de eternidad.
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Penitencia y Unción de los Enfermos. (s.f.). Recuperado el 12 de febrero de 2018, de:
http://www.mercaba.org/Catequetica/P/penitencia_y_uncion_de_los_enfer.htm
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Cuando hacemos referencia as ministerios estamos haciendo referencia en gran medida a lo que Jesucristo
mismo delegó y enseño a sus Apóstolos, como por ejemplo sanar, liberar, perdonar, cf. "Por lo cual dice:
Subiendo de lo alto, llevo cautiva a la cautividad, y dio dones a los hombres. Y el mismo constituyo, a unos
Apóstoles; a otros Profetas, a otros evangelistas; a otros Pastores y Maestros." (Efesios: 4: 8 ss).; Hechos
20:28 Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos
para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con su propia sangre. etc. Cf. Ministerios de Jesús. (S.f.).
Recuperado el 12 de febrero de 2018, de: https://www.google.com/search?q=ministerios+de+
Jesus+seg%C3%B An+la+biblia&i e=utf-8&oe=utf-8&client=firefox -b-ab&gfe_rd=cr&dcr=0&ei=og-
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Ibíd. Penitencia y Unción de los Enfermos.
todas las dimensiones del hombre en y por la acción curativa de Jesús, y es en esta medida,
en cuanto vemos el actuar de Jesús mismo que podemos decir que gracias a la corporalidad
de Jesús podemos entender sacramentalmente a Dios como el que cura y salva a los
enfermos, marginados y pecadores. En Cristo, como decía ya la teología clásica, se hace
presente en la historia la gracia salvífica de Dios, en la que los gestos humanos de Jesús son
signo y causa de la gracia santificante. Esto significa que en el ministerio de curación que
Jesús ejerció reiteradamente, nos encontramos con Dios sacramentalmente y vamos
experimentando curaciones parciales de nuestro yo profundas, hasta tener la curación plena
cuando vivamos la comunión con el Padre y el Espíritu Santo. El objeto del ministerio
curativo de Jesús es sentir la acción amorosa de Dios en nosotros: ser amado por Jesús es
ser amado por Dios, ser perdonado por Jesús es renacer como hijos a la filiación divina, etc.
En este sentido la curación que Jesús ofrece conlleva una acción sanadora, la recuperación
de la vida perdida, un crecimiento positivo de las personas, la liberación del pecado
personal y sus consecuencias sociales, el perdón y la paz con los hermanos y una esperanza
clara de la victoria sobre las fuerzas del mal que atenazan al hombre y al mundo. Sin duda,
este carácter sanante es lo más originario del mensaje de Jesús, que aparece un poco por
todas las páginas del Nuevo Testamento: «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia el evangelio a los
pobres» (Mt 11,5).
Entonces vemos que estos dos sacramentos tienen un sentido ampliamente Cristocéntrico
en donde es Jesús y su persona misma que actúa siempre y de modo preciso, determinante
en medio del pueblo de Dios. Así, podemos decir, en sentido general, que los sacramentos
son signos de la actividad sanante de Dios para el hombre, en Cristo. Cuanto más
ahondamos en la experiencia de lo que es la radical precariedad humana, y en los males que
aquejan al hombre y a la sociedad actual, más nos convencemos de la radical fuerza
terapéutica de la fe cristiana. Si los sacramentos son acciones de Cristo y de la Iglesia que
posibilitan al hombre el encuentro consigo mismo en profundidad y con Dios, no cabe duda
de que cada sacramento simboliza y hace presente la fuerza sanante del evangelio en el aquí
y ahora de nuestra historia personal y colectiva.
En cuanto a la actualidad de este sacramento tenemos que a nivel teológico hay una
convergencia en ver en ella el sacramento específico de la enfermedad. A nivel de
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Ibíd. Penitencia y Unción de los Enfermos.
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Entendida esta moralidad en los ministros ordenados en el orden del ministerio sacerdotal principalmente.
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Ibíd. Penitencia y Unción de los Enfermos.
magisterio se sigue esta misma orientación, intentando superar el concepto de la unción
como sacramento de la muerte. De hecho, en la constitución apostólica de Pablo VI, así
como en los praenotanda a la edición típica del ritual romano y en las orientaciones
doctrinales y pastorales del episcopado español, se afirma claramente que los sujetos de
este sacramento son todos los enfermos que padecen una enfermedad seria, y que su
realidad afecta al individuo y a la comunidad cristiana, en la que se deben fomentar
ministerios que puedan hacer presente el ministerio sanador de Jesús en el mundo del dolor
y del sufrimiento.
BIBLIOGRAFÍA