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Peinar la esfera

ADRIÁN PAENZA.

(TRANSCRIPCIÓN TEXTUAL DE LAS PÁGINAS 29 A 32 DEL LIBRO MATEMÁTICA ¿ESTAS AHÍ?


EPISODIO 100, - 1A ED. - BUENOS AIRES : SIGLO XXI EDITORES ARGENTINA, 2008.
(COLECCIÓN CIENCIA QUE LADRA... / DIEGO GOLOMBEK) ISBN 978-987-629-065-4
TAMBIÉN ESTE FRAGMENTO APARECIÓ EN LA CONTRATAPA DEL DIARIO ARGENTINO PÁGINA 12,
DEL 25/02/2008
ALGUNAS IMÁGENES NO PERTENECEN AL TEXTO ORIGINAL

¿Intentó alguna vez peinar a un niño? ¿Se dio cuenta de que si uno quiere peinarlo de tal forma que
todo quede lacio y en una misma dirección… 1 no se puede? Por más que uno pruebe de una u otra forma,
empezando por el costado o por atrás, o incluso por adelante, el resultado es invariablemente el mismo: no se
puede. En todo caso, la única alternativa sería que en algún punto de la cabeza ¡el niño no tuviera pelo!
No importa cuán creativo uno quiera ser, al final siempre hay pelos que apuntan para
arriba… o en distintas direcciones. Es lo que se conoce con el nombre de remolino.
Hay otro ejemplo muy conocido y muy útil para entender esta idea (la del
remolino): tome una pelotita de tenis. Habrá advertido .que la superficie tiene una suerte de
“pelitos”.
Suponga que la quiere peinar (como el pelo en la cabeza del niño). Si uno quisiera
dejar todos los pelitos planos, cambiando de dirección suavemente a medida que va avanzando, tampoco
podría.

Es decir, la única manera de poder implementarlo es que, al menos en algún punto de esa pelotita, ¡no haya
pelos! Hasta acá, es sólo una observación práctica. No parece tener muchas consecuencias y, por otro lado,
¿a quién le importaría? En definitiva, generaciones y generaciones de humanos hemos coexistido con
remolinos y nadie se murió por eso (no tengo una demostración de esto, y Juan Sabia me observó que quizás
haya habido algunos dictadores que mataron a sus peluqueros porque no pudieron doblegar un remolino en
su cabeza…). Sin embargo, quiero mostrar algunas intervenciones de la ciencia en esto último y una
aplicación impensada.

1
Por supuesto, me estoy tomando una licencia al hablar de pelo lacio y/o peinado en la misma dirección, pero apelo al
sentido común de quien lee esto. En todo caso, como bien observaron Eduardo Cattani, Gerardo Garbulsky y Juan
Sabia, la cabeza de ninguna persona tiene pelo en todas partes. Quizá el mejor ejemplo sería la pelotita de tenis, que sí
tiene pelos en toda su superficie.
Prof. GUSTAVO E. BERMÚDEZ CANZANI
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Justamente, una rama de la matemática –la topología algebraica– produjo un teorema muy
importante, demostrado en 1912 por el científico danés L. E. J. Brower. Esencialmente, Brower probó que
es imposible peinar una esfera con pelos en forma continua. Claro, el teorema dice otra cosa (lo escribo acá
sólo para mostrar el lenguaje que se usa corrientemente –en matemática– y que está totalmente desvinculado
de lo que uno lee/escucha/habla en nuestra sociedad):

No existen sobre la esfera campos vectoriales tangentes continuos nunca nulos.

Increíble, ¿no? Parece mentira que de un enunciado de estas características se desprenda que siempre
tiene que haber remolinos en la cabeza de un niño. O que, en todo caso, la única manera de poder peinarlo en
forma tal que el pelo quede lacio es que en algún lugar de su cabeza ¡no haya pelos!
No me abandone ahora. Lo imagino pensando: ¿a esto se dedican los matemáticos? ¿A demostrar
que uno no puede peinar una cabeza evitando los remolinos? Téngame un poco más de paciencia. Créame
que es sencillo, pero requiere que se tome un poquito de tiempo para pensar. Gracias.
¿Cómo se podría independizar uno de la cabeza del niño y sus cabellos?

Así: imagine que usted tiene una esfera cualquiera y en cada punto de esa esfera tiene apoyada una
“flechita” o un palito que es tangente en relación con la pelota en ese punto. Para clarificar las ideas, cuando
escribo tangente es porque quiero decir que esa flechita está como “apoyada” o “pegada” en la pelota.
Ahora bien: trate de “pegar” (idealmente) una flechita en cada punto de la esfera en forma continua 2 (lo que
sería equivalente a la cabeza de un niño con pelos que le salen de todos lados y que usted quiere peinar). El
teorema de Brower dice que no es posible hacer esa distribución continua de “flechitas”, salvo que en algún
punto no haya flecha. Y afirmar que no haya flecha equivale a decir, en el caso de la cabeza, que en algún
punto no haya pelo. 3 Lo interesante es que, más allá de peinar esferas, este teorema tiene una aplicación,
entre otras muchas (una muy directa ligada al clima).
Sígame con esto porque la consecuencia es espectacular.
Imagine a la Tierra como una esfera. Suponga que en todo punto de la Tierra hay viento. Ese viento,
en cada punto, tiene una cierta velocidad y dirección (que voy a imaginar –haciendo una simplificación– sólo
horizontal). Imagine que usted le asigna una “flechita” horizontal o tangente en ese punto que mide la
velocidad del viento 4 .5 Cuanto más “larga” sea la flecha, indicará que el viento es de mayor intensidad. Al

2
En forma continua quiere decir (de modo muy aproximado) que las flechitas de puntos cercanos apuntan en
direcciones parecidas, que no hay puntos cercanos que tengan asignadas direcciones muy diferentes.
3
Sin embargo, si la cabeza de una persona fuera como la rueda de una bicicleta o la goma de un automóvil o un
“salvavidas” (lo que en matemática se conoce como un “toro”), y en cada punto hubiera una “flechita” pegada en forma
tangente y continua (como vimos más arriba en el caso de una esfera), el teorema ya no sería cierto. Es que, en ese caso,
SÍ se puede peinar ese tipo de superficie. El hecho de que se pueda hacer en un caso (el del toro) y no en el otro (el de la
esfera) tiene que ver con lo que se llama el “índice” o “característica” de una superficie. La esfera tiene índice 2, en
cambio el toro tiene característica 0.
4
Algo así como si cada flechita fuera perpendicular al radio imaginario que va desde el centro de la esfera hasta el
punto en cuestión.
Prof. GUSTAVO E. BERMÚDEZ CANZANI
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revés, si la “flechita” es muy corta, significará que hay muy poco viento. Y el lugar hacia donde apunte la
flecha marcará la dirección del viento.
Entonces, el teorema dice que tiene que haber algún punto del globo donde no haya viento. Es decir, en
cualquier momento que uno quiera medir, tiene que haber algún punto (o más) sobre la superficie de la
Tierra donde no haya flechita, y por lo tanto, no haya viento. Lo notable es que, justamente, ese punto sería
el ojo de un ciclón o anticiclón. El viento circularía o se enrollaría alrededor de ese punto, como el remolino
que se forma en la cabeza con los pelos.
Dicho de otra forma: el teorema de la “pelota peluda” dice –aplicado al clima– que siempre debe
haber un punto (o más) en la Tierra donde ¡tiene que haber un ciclón! Por supuesto, observe que el ojo del
ciclón puede ser arbitrariamente grande o pequeño, y que el viento puede ser arbitrariamente intenso o suave.
No importa. Lo sorprendente es que una observación tan inocente como la formación de remolinos en la
cabeza de un niño (o de un adulto, por supuesto) dé lugar a un teorema muy importante, cuyas aplicaciones y
consecuencias escapan al propósito de esta nota.

Prof. GUSTAVO E. BERMÚDEZ CANZANI


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