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Era una noche oscura y fría de otoño, el viento soplaba con gran ímpetu como si anunciara un mal

presagio, las copas de los árboles se balanceaban y cuando el viento paseaba en sus ramas se
escuchaba un silbido que erizaba la piel. Los perros a lo lejos aullaban y esto solo acrecentaba
aquella atmosfera de terror. Un hombre, estaba sentado leyendo un periódico cuando de pronto,
de pronto, se fue la luz. Quiso incorporarse pero recordó que no podía, en ese momento el viento
se hizo más fuerte y los perros aullaron con más intensidad. Pasaron tal vez unos segundos o unos
minutos en realidad no lo sé, el caso es que la energía eléctrica regreso. Por unos instantes aquel
desdichado hombre sintió un gran alivio, pero luego estiro su mano y se encontró con su peor
pesadilla. Dio un fuerte grito pero no sirvió de nada puesto se ahogó en la inmensidad de la noche,
volvió a gritar sin éxito alguno, lo único que le respondió fue eco de aquel grito.

Cuenta la leyenda que en las noches silenciosas aún se escucha el grito desesperado de aquel
hombre diciendo:-¡Noooo hay papeeeel!

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