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EL DISYUNTOR DEL CHISTE

En “El chiste”, Violette Morin (1974, pp. 121-145) amplía el breve análisis isotópico del
chiste que hace Greimas, quien lo estructura en relato presentación y diálogo dramatizador. Aunque
la autora afirma que sólo desarrollará la segunda parte del esquema greimasiano, observamos que
necesariamente toma en cuenta el relato presentación, que llama función de normalización.

El corpus de su artículo consiste en ciento ochenta “historias breves y divertidas” que bajo el
título de “La Última” publicó el periódico France Soir. Morin afirma que su brevedad (entre 25 y
40 palabras) pondría en discusión su carácter de relato, pero “como estos (…) hacen evolucionar una
situación en función de saltos imprevistos. Como los relatos, y mejor aún, nos invitan a demostrar
sus resortes” (p. 121).

M. R. a): Es de destacar el énfasis que Morin pone en la pertenencia de estas brevísimas


historietas al género relato, porque, como lo demuestra en su quirúrgico análisis, la única secuencia
de estos chistes “plantea argumenta y resuelve una cierta problemática” (ídem) en una extrema
economía que, sin embargo, facilita el relleno” de las zonas de indeterminación o lo que se
sobreentiende para la decodificación del chiste. Es precisamente la captación inmediata de lo
implícito, según el conocimiento del contexto, lo que causa el efecto humorístico, llamado efecto
disyuntor por la autora.

M. R. b): Antes de “la demostración de los resortes” de estos chistes, Morin nos explica un
paso metodológico (las propuestas de la euforia estructuralista son teórico-metodológicas, al menos
en lo que se refiere a narratología) muy útil para integrar la manifestación verbal explícita con su
connotación referencial, con el fin de “reestablecer la linealidad del chiste”: “hemos tenido que
recomponer su discurso, restablecer aquí elipsis destinadas a hacerlas más impactantes, suprimir allá
redundancias destinadas a llenarlas de ‘suspenso’; hemos tenido que reubicar funciones cuyo
desorden calculado las hacía más sorprendentes” (ídem).

Articulación de la secuencia
Función de normalización: “pone en situación a los personajes”. M. R.: esta es la función
equivalente al relato-presentación de Greimas que Morin pretendía evadir en su trabajo, pero ya
vemos que la usa porque es absolutamente imprescindible para la comprensión del chiste.
Función locutora de armado: “con o sin locutor, que plantea el problema a resolver o el
interrogante”. M. R.: Recuerden los dos contextos de enunciación y la estructura pregunta-
respuesta. En microrelatos humorísticos “las personas” del primer contexto pueden equivaler a la
interrogante que se propone, con el fin de resolverla en una respuesta no siempre dialogada o
interlocutiva.
Función interlocutora de disyunción: “con o sin interlocutor, que resuelve ‘graciosamente’ el
problema o que responde ‘graciosamente’ al interrogante” (ídem).

“ESTA ÚLTIMA FUNCIÓN BIFURCA EL RELATO EN ‘SERIO’ Y ‘CÓMICO’ Y


CONFIERE A LA SECUENCIA NARRATIVA SU EXISTENCIA DE RELATO
DISLOCADO” (ídem).

M. R.: En esta función se ubica el disyuntor.


Disyuntor: “elemento polisémico (…) con el que la historia así armada (normalización y
locución) choca para girar tomando una dirección nueva e inesperada” (pp. 121-122).

M. R. a): Tal como Morin lo demuestra en los cuadros analíticos de su corpus, el disyuntor
es una confrontación de lexemas (palabras explícitas). No olviden que para Greimas el lexema
dentro de un discurso constituye una “constelación estilística”, ya que sus semas (unidades
semánticas mínimas de significado”, pueden “irradiar”, proyectar, esas unidades mínimas hacia
otros lexemas explícitos en las unidades discursivas sometidas a análisis, sean frases, textos
literarios breves o extensos de diferentes géneros, con el fin de constituir los semas contextuales o
clasemas que harán del disyuntor el elemento polisémico.

M. R. b): Si el disyuntor es “un elemento polísémico” dentro del chiste, el chiste como micro
narración humorística, en su explicitación de la confrontación lexemática, proporciona loa campos
semánticos que confluyen en la metáfora.

Algo más adelante nos dirá Morin sobre su corpus: “Estas historias no son raramente juegos
de palabras. En mucha mayor medida son ‘juegos de signos’ ” (p. 122). Y estos “juegos” se
concretan en el texto-chiste gracias a la polisemia de uno o varios disyuntores manifestados
verbalmente. Recordemos la definición de polisemia: “la propiedad de un signo lingüístico de poseer
varios significados” (Marchese y Forradellas, 1986, p. 326).

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Morin hará una primera clasificación de sus breves “historietas divertidas” según “la
naturaleza del disyuntor.
a) “Relatos de disyunción semántica, cuando el disyuntor es un signo”;
b) “Relatos de disyunción referencial cuando el disyuntor es un elemento al que se refieren
los signos, un Referente” (p. 122).

M. R. a): El signo lingüístico “por naturaleza” siempre se referirá directa o


indirectamente a su referente; de lo contrario, él no sería “representación” verbal del
conocimiento del mundo. Por lo tanto, signo lingüístico y referente están absolutamente
implicados.
Recordemos la definición de referente:

Es la realidad extralingüística a la que remite el signo lingüístico [la cual] no debe


entenderse como “un dato inmediato de la realidad”, ya que la función referencial del signo
envía no directamente al mundo de los objetos reales, sino a la percepción que de ellos se
tiene en el pensamiento, dentro de un contexto ideológico y cultural determinado
(Estébanez Calderón, 1999, p. 914. Negritas de M. R.).

M. R. b): La percepción indirecta del mundo de los objetos reales coincide con la
noción de metáfora conceptual según la semántica cognitiva:

Un recurso de carácter mental que motiva el paso de un significado establecido en


la lengua a otro nuevo, [porque] la habilidad humana para conceptualizar la realidad de
manera figurada es la que determina la aparición de expresiones metafóricas en el lenguaje
cotidiano (Llamas, 2005, p. 127. Negritas de M. R.).

M. R. c): Por lo tanto, una expresión humorística de la metáfora conceptual es el


chiste donde, según Morin, en la función interlocutora de disyunción “se disloca” la
conceptualización de la realidad para provocar la risa, precisamente por esa incongruencia
con respecto a la percepción de los objetos reales “dentro de un contexto ideológico y
cultural determinado”.

M. R. d): Volvamos a la primera clasificación de Morin: “Relatos de disyunción


semántica, cuando el disyuntor es un signo”; “Relatos de disyunción referencial cuando el

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disyuntor es un elemento al que se refieren los signos, un Referente”. Todo signo tiene un
referente. En el primer caso, en la función interlocutora de disyunción, el signo, explícito
verbalmente, (un lexema, una palabra, un conjunto sintáctico de signos) tiene como referente
intratextual (contexto intratextual) la función locutora de armado; en esta relación se
disyuntan y conjuntan dos campos semánticos. En el segundo caso, el disyuntor es la unidad
de significación (palabra, frase) que en la función interlocutora de disyunción remite,
simultáneamente, a la función locutora de armado y a los referentes extratextuales
(cognitivos, contextuales) para que la decodificación genere de inmediato el efecto
humorístico que causa la risa.

Según el “modo disyuntivo de articulación”, Morin encuentra en estas brevísimas


historias tres “figuras narrativas”:
Articulación bloqueada
Articulación progresiva
Articulación regresiva.

En opinión de M. R., en los chistes las articulaciones siempre serán regresivas y bloqueadas,
ya que el disyuntor, en palabras de la propia Morin, sólo puede “dislocar” el relato, “convertirlo “en
serio y cómico” a la vez si se remite a las funciones de normalización y armado. Esta conversión
“bloquea el chiste”, dando “respuesta” a la interrogante planteada e impidiendo otra propuesta
nueva. El disyuntor “cierra” el chiste.
Más útiles que la determinación de figuras, son los ejemplos de análisis, donde la autora
reconstruye los breves relatos humorísticos del corpus, añadiendo las interlocuciones y las
presuposiciones aportadas por el contexto.

I.
a) Función interlocutora de disyunción: “Un faquir, cómodamente acostado en su lecho de
clavos, acaricia su erizo”.
b) Función de normalización: Se sobreentiende que un faquir es insensible a los pinchazos.
c) Función locutora de armado: Se sobreentiende que el hombre “normal” acaricia su gato
cómodamente echado en un diván.
d) Disyuntores: Diván / lecho de clavos. Gato / erizo.

II.

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a) Función interlocutora de disyunción: “Es porque conté 147 pastores antes de dormirme”.
b) Función de normalización: “Una oveja encuentra a otra y le ve aspecto de cansada”.
c) Función locutora de armado: Se sobreentiende que un pastor cuenta las ovejas antes de
dormir.
d) Disyuntor: Pastor / oveja.
III.
a) Función interlocutora de disyunción: Un niño responde: “No, pero hablé durante un
cuarto de hora con el gato”.
b) Función de normalización: Un niño busca al loro.
c) Función locutora de armado: El padre pregunta: “¿Lo has visto?”

IV.
a) Función interlocutora de disyunción: Un loco le dice al médico: “Sí, aquí tengo la prueba.
Tóqueme la nariz: está fría”.
b) Función de normalización: Un loco que se creía perro le asegura al médico que está
curado.
c) Función locutora de armado: El médico le pregunta: “¿Está bien, seguro?”

V.
a) Función interlocutora de disyunción: Un niño dice: “Hasta ahora el servicio era bueno”.
b) Función de normalización: Hasta los once años el niño no ha hablado, no ha pronunciado
palabra. De pronto, en la mesa pide sal.
c) Función locutora de armado: Los padres consideran que es un milagro y le preguntan al
niño por qué no había hablado antes.

VI. a) Función interlocutora de disyunción: Una señora le dice al marido: “No me callo,
descanso”.
b) Función de normalización: El marido, después de una pelea con su mujer, cree que
tuvo la última palabra.
c) Función locutora de armado: Dice el marido: “sabía que terminarías por callarte”.

VII.
a) Función interlocutora de disyunción: Una muchacha dice: “Yo sirvo, no soy vidente”.

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b) Función de normalización: Un cliente encuentra borra de café en su taza.
c) Función locutora de armado: El cliente pregunta: “¿Qué es esto?”.

VIII.
a) Función interlocutora de disyunción: Un alumno dice: “Porque yo no sé contar”.
b) Función de normalización: El alumno debe escribir cien veces “yo no sé contar”.
c) Función locutora de armado: Reclama el maestro: “¿Por qué lo copió solo treinta veces?”

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