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Unidad 3: La Reforma protestante y el Renacimiento tardío

3.1. La Reforma: el retorno al sensus literalis

Introducción
La interpretación medieval llega a su fin hacia el siglo 14 y 15.
Renacimiento, humanismo y Reforma protestante van cambiando
profundamente la situación en el campo de la interpretación bíblica. Es un
período de intenso debate teológico, no en último lugar acerca del status
del texto bíblico.
Los grandes problemas con que se enfrenta la iglesia (católica), el cisma, la
antigua-nueva cultura (clásica) redescubierta por el Renacimiento y el
Humanismo, el surgimiento de ‘sectas’ en los siglos 12 en adelante, — todo
pone en el centro del debate la pregunta por la verdadera autoridad.
¿Podría ser la tradición? ¿Serían los Papas y sus encíclicas? ¿Podrían ser los
comentarios hechos con tanto ciudado en los monasterios? ¿Los sermones
predicados en las capillas en el campo, muchas veces por pastores sin
educación teológica apropiada? Es en ésta situación que los Reformadores,
y otros, comienzan a enfatizar el lugar importante de la Escritura. Se
redescubre la Biblia como autoridad primaria y fuente de revelación. Pues,
de la Biblia nadie dudaba de que era palabra de Dios. ¡Sola Scriptura!
Pero para poder hacer justicia a la Biblia como fuente primaria de la fe, no
contaminada por intervención humana, se necesitaba una lectura nueva
del texto. Una lectura no interrumpida o contaminada por intervención
humana. Una lectura directa con énfasis en la primera significación (prima
significatio) del texto.
Fue ésta la cuestión central que llevó a una renovación mayor en el campo
de la intepretación bíblica. Gracias a reformadores como Lutero, Calvino y
otros, y gracias a un nuevo interés en la gramática hebrea y el sentido
literal del texto (lo que el texto ‘realmente’ dice), el modo de interpretar el
texto bíblico cambia. Comienza a establecerse una nueva tendencia en la
interpretación de la Biblia. Hay una vuelta hacia el sentido histórico (sensus
literalis), tan descuidado a veces por los patres. Lutero, Calvino,
Melanchton polemizan fuertemente contra la interpretación alegórica de la
Escritura. Lo que para los padres fue el sentido verdadero — el sensus
alegoricus o spiritualis —, el sentido que les posibilitaba actualizar el A.T.
desde una perspectiva cristológica, ahora llega a ser objeto de profundo y
constante rechazo.
Es importante hacer notar que ese cambio en la percepción de ‘lo propio’
de la Sagrada Escritura, se conecta íntimamente con nociones teológicas
fundamentales de la Reforma. La pregunta por la verdadera autoridad
lleva al lema de la Reforma: Sola Scriptura (desde el 1519). A su vez, el
énfasis en el texto bíblico como lugar y fuente de revelación lleva a la
pregunta por la correcta metodología e interpretación de aquella palabra.
Es así que nace otro principio de la interpretación bíblica de la Reforma. El
concepto de la claritas o perspicuitas (transparencia) de la Escritura quiere
enfatizar que, para comprender la Escritura, no es necesario tener acceso a
sistemas y técnicas difíciles. Pues, la Escritura se interpreta a si misma:
Sacra Scriptura sui ipsius interpres.
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¿Por qué tanta resistencia contra la interpretación alegórica? Ya aludimos a


ésta pregunta. Porque, los reformadores sentían que en la interpretación
alegórica de la Escritura, inconscientemente, la voz humana se mezclaba
con la palabra divina. Dentro del gran espacio de la alegoría el hombre,
muchas veces, lucha por su lugar e interrumpe el texto donde debiera
haber callado y escuchado. Los reformadores opinan que, a través de la
alegoría, el lector humano le quita al texto inspirado su espacio y su
verdadero mensaje. Quien busca alegorías en la Biblia, abandona la tierra
firme de la letra y de la historia. Dios está presente y trabaja en la historia.
Es en hechos históricos que se puede discernir la revelación divina. La
alegoría convierta la palabra divina en una palabra humana ficticia. La
alegoría cambia la historia de liberación y salvación en apariencia sin
esencia. La Escritura se basta a si misma: Sola Scriptura. Y la letra no
necesita todo un aparato, ajeno a ella, para comprenderse. Una expresión
conocida de Lutero, usada frecuentemente en ciertas corrientes de la
hermenéutica posguerra, es que la lectura de la Escritura no es una cosa
gratuita, sino ‘en la lectura de la Escritura ocurre, se realiza (ereignet sich) la
Palabra de Dios’.

Lutero y la exégesis
G. Ebeling, Como es bien conocido, Lutero ha escrito una enorme cantidad de
Evangelische comentarios a casi todos los libros del A.T. y N.T. Lutero fue uno de los
Evangelienauslegung, primeros teólogos del siglo 16 que — al menos en teoría — rompió con el
Darmstadt 1962
famoso esquema de los tres o cuatro sentidos (sensus cuadruple) de la
patrística de la Edad Media.
Para Lutero el sensus literalis ocpua el primer lugar; recién después viene el
S. Raeder, Das
Hebräische bei Luther sensus spiritualis, que, en la obra de Lutero sigue teniendo cierta
untersucht bis zum importancia: para divertir, iluminar, ilustrar.
Ende der Ersten Por su interés en el sentido literal Lutero comienza a estudiar el hebreo.
Psalmenvorlesung, Habían aparecido las primeras gramáticas del hebreo. En sus comentarios
Tübingen 1961 es posible ver el progreso que hace Lutero. En la fase en que escribe el
comentario a Génesis, Lutero ya sabe leer el hebreo y ver lo que el texto
original dice. La palabra (raqui‘a - firmamento) no debe ser
traducida por firmamento, sino por expansión o extensión, porque el
verbo raqa‘ significa expandir, comenta Lutero en su interpretación de
Gen.1:6. Pero a pesar del énfasis en el sensus historicus, en la práctica de su
interpretación de la Biblia Lutero sigue deudor de sus predecesesores
medievales. El sensus mysticus sigue teniendo importancia para él. Cuando
ocurre tres veces la palabra Dios en un salmo, Lutero lo toma como una
alusión a la Trinidad; duplicación de una palabra toma como referencia a
la doctrina de las dos naturalezas de Cristo; repeticiones de palabras
considera como portadoras de una significación profunda, mística.
En sus lecturas sobre los Salmos (1518-1521) dice:

‘Fue muy difícil para mi romper con mi celo habitual por la


alegoría. Sin embargo estaba conciente que las alegorías eran
especulaciones vacías y, por decirlo así, la espuma de la
Escritura. Es solamente el sentido histórico que da a conocer la
verdadera y sana doctrina’.

Para Lutero es sentido histórico es el sentido alegórico, místico, teológico.


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Junto con su énfasis en el sentido literal va su convicción de que el


lenguaje de la Biblia es lenguaje perfectamente comprensible. ‘No hay
retórica en el lenguaje de la Biblia’, sostiene Lutero. No es necesario aplicar
Parum latine loquitur, estratégias retóricas para penetrar en el verdadero sentido del texto.
sed plurimum
El hebreo es para Lutero un lenguaje especial. Solamente el alemán es
theologice: (En la
Biblia) hay muy poco capaz de representar los modismos, las expresiones, el ritmo y las formas
Latín (idioma del hebreo. Lutero ve que palabras hebreas tienen un significado agregado,
incomprensible) y adicional, metafórico: mano es también poder, rostro es también presencia,
mucha teología etc.
La Biblia es un libro difícil. La forma externa de la Biblia se debe comparar
con la cáscara dura de una nuez. Hay que romperla contra la roca que se
llama Cristo para poder encontrar el núcleo dulce. “Los estúpidos creen
haber encontrado todo en la Biblia y dicen: ‘de qué me sirve…, ya sé
todo…’. Sin embargo, para poder descubrir que el jardín es una nuez
(nucum) hay que meditar en él”.

Calvino y la exégesis
Más aún que Lutero, Calvino se opone a la interpretación medieval
alegórica. Su exégesis del A.T. es mucho menos cristológica que la de sus
predecesores. El sentido histórico del texto es el sensus verus (el verdadero
Johannes Calvijn, sentido). Calvino es mucho más sistemático que Lutero. Sus trabajos
Génesis, 1554 y 1564
(nueva edición). carecen de la pasión que se encuentra en los comentarios de Lutero.
El hilo conductor de Calvino es el texto de 2 Timoteo 3:16-17

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la


enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la
instrucción en justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
capacitado para toda buena obra.

Un comentario a un texto bíblico debe ser breve y transparente. El


principio interpretativo debe ser el descubrimiento de la intención del
autor del texto. La interpretación del texto bíblico debe esclarecer el
contexto histórico del (auditorio del) texto, prestar atención a las
circunstancias históricas en que se originó e investigar meticulosamente la
gramática del texto. El sentido literal es lo más importante del texto, pero
hay que matizar.
Lo nuevo en la exégesis de Calvino es su manera de leer el A.T. Su
interpretación del A.T. no es tan exageradamente cristológica que en otros
autores. Hay muchos pasajes del A.T., sostiene Calvino, que
implícitamente pueden ser leídos como referencia a Cristo, pero no por eso
pierden se valor histórico. Se resiste contra la interpretación cristológica
exagerada del A.T. Un lindo ejemplo encontramos en la interpretación de
Gen.3:15, un pasaje con un fuerte ‘pasado cristológico’.

Vs.15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu


descendencia y su descendencia; ésta te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el talón.

Comentario de Calvino: ‘Este lugar es una excelente prueba de


cuán grande es la ignorancia, el descuidado, la negligencia de
todos los maestros del papado. Han traducido este pasaje
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usando el género femenino en vez del género masculino o


neutro. Nadie hubo entre ellos quien haya consultado los
manuscritos hebreos o griegos , o por lo menos alguien que
hubiera comparado las copias latinas. Por este común error se
ha adoptado la peor lectura. Es por eso que se ha inventado la
interpretación impía que asocian lo que fue dicho de la
serpiente con la santa madre de Cristo. En las palabras de
Moisés, sin embargo, no hay la menor ambigüedad. …
Tampoco estoy de acuerdo con los que vinculan la palabra
‘descendencia’ con Cristo. Como si el texto hubiera dicho que
de la descendencia de la mujer (solamente) uno se levantara
para destrozar la cabeza de la serpiente… No, la palabra
descendencia se refiere a todos los descendientes…’

Para Calvino la exégesis del texto bíblico es solamente una faceta, una fase,
de todo el proceso de interpretación. La exégesis debe ser seguida por la
elaboración dogmática del significado del texto, y, en particular, por la
predicación. Sin predicación la exégesis sigue siendo seca y académica.
Predicación sin exégesis es sujetiva y mera propaganda.
Hemos dicho que, así como otros, Calvino se opone a la interpretación
alegórica, pero también persigue la polémica con la Sinagoga. Veamos un
ejemplo de cómo Calvino habla de la interpretación judía. Otra vez lo
tomamos de su comentario a Génesis.

Gen.2:3b: ‘Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día,


porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios
había hecho…’

Calvino comenta: ‘De su manera habitual, futil y tontamente,


aquí los Judíos dicen que Dios, impedido por la noche tardía,
había dejado a algunos seres incompletos, entre ellos a los
Dioses silvestres. Como si Dios fuera cualquier artista que
necesitaba tiempo. Estas estupideces muestran que ellos han
sido entregados por Dios para ser ejemplos horribles de la ira
de Dios’.

Este comentario, que para nosotros hoy es más bien grosero, marca el
estilo polémico, directo, casi agresivo de Calvino.
Sea como fuere la disputa de los Reformadores con los ‘demás’ intérpretes,
hay que reconocer que en la Reforma nace una nueva manera de acercarse
al texto bíblico. Es difícil subestimar el valor de los trabajos exegéticos que
Calvino: ‘Las se producen en aquel entonces. Comentarios como los de Calvino son
alegorías de Origen y realmente nuevo. Es impresionante ver cómo y con cuánta disciplina y
otros tales deben ser rigor metodológico el texto bíblico está siendo tomado, analizado e
rechazadas. A través
interpretado en sus varios aspectos fundamentales. Mucho de lo que en la
de un ardid las insertó
en la iglesia el Diablo, hermenéutica y semiótica modernas se ha reinventado recibe su primera
para hacer ambigua forma de expresión en aquel tiempo. Tanto la gramática, como el aspecto
la enseñanza de la referencial (contexto), como la capacidad del texto de generar una nueva
Escritura, sin práctica (aspecto pragmático), están siendo valorados y ‘explotados’ por
seguridad y certeza. exégetas como Calvino.

Veremos después cómo el retorno al sensus literalis desembocará,


paradójicamente, en un cambio dramático del status del texto. Con la
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Iluminación el texto bíblico deja de ser fuente de inspiración, amigo,


compañero de caminata y llega a ser objeto que se puede analizar,
atomizar. La demanda de rigor científico en el trabajo de interpretación,
enfatizada tanto por teólogos como Calvino, tendrá dos efectos no vistos ni
esperados por los Reformadores. Por un lado llega a descubrirse el carácter
humano de la Escritura. Por el otro, el incipiente debate Biblia versus ciencias
naturales llevará a algunos a formular la inaceptable doctrina de la
inspiración mecánica.
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La Biblia y el Renacimiento

Debora Kuller Shuger,


Mientras que se ha escrito mucho sobre la exégesis de los Reformadores,
The Renaissance poco es conocido sobre la época que abarca el Renacimiento tardío hasta
Bible, Berkeley-Los los comienzos de la modernidad. Sobre el tiempo que dista de la obra
Angeles-London famosa de Erasmo Novum Instrumentum (1516) y los comienzos de la
(Univ. of California llamada Alta Crítica (hacia el 1700) no hay muchos estudios.
Press) 1994 11-53
Antes de entrar en la modernidad dedicaremos unas pocas páginas a esa
época.
Es la época de las grandes traducciones (estatales, autorizadas por los
gobiernos), de las primeras gramáticas, ediciones científicas del texto
hebreo y traducciones arameas. Entre la decaída de la alegoría (hacia el
1450) y Ricardo Simón, a quien se considera generalmente el primero de
‘los críticos’, la interpretación bíblica tiene un momento propio; un
momento de transición. Los comentarios están coleccionados en una gran
obra de casi 10 volúmenes llamada: Critici Sacri.
Durante las últimos dos decenios del siglo 16 y los primeros del siglo 17
Critici Sacri, sive
annotata nace una comunidad de científicos que se ocupan de la Sagrada Escritura.
doctissimorum Se llama: Respublica litterarum sacrarum: Comunidad de científicos de la
virorum in Vetus ac Sagrada Escritura. Llega a existir una comunidad de científicos, que
Novum Testamentum, recluta sus miembros de Ginebra (Suiza), Suecia, Holanda, Alemania,
Amsterdam 1698 Francia e Inglaterra. Los miembros se conocen, se escriben, comentan sus
obras.
Lo importante de los comentarios bíblicos hechos en la época del
Renacimiento tardío es que muestren la época de transición en que está la
ciencia bíblica. Se trata de una época propia, entre alegoría y crítica
histórica.
En el curso del siglo 16 comienzan a aparecer en Holanda, Inglaterra,
después en España, etc., las grandes traducciones nuevas de la Biblia, para
las cuales se consultaron frecuentemente obras rabínicas. Se ha podido
demostrar, por ejemplo, que traducciones y comentarios hechos por judíos
ejercieron una gran influencia en la traducción oficial cuya editio princeps
aparece en Holanda en el 1637. Desde el 1500 comienzan a aparecer los
primeros diccionarios (árabe, hebreo, arameo). Para los futuros pastores es
obligatorio estudiar hebreo y griego.
Erasmo de Rotterdam (c.1466-1536) es un buen ejemplo de cómo cambia la
manera de interpretar el texto bíblico. La visión del texto cambia. Deja de
ser fuente de alegorías y llega a ser fuente de giras retóricas,
peculiaridades gramaticales y literarias. ‘En Erasmo una comprensión
retórica del texto toma el lugar de la alegoresis medieval’, observa Debora
Kuller. La función retórica de la narración o del relato llega a ser
importante. Los grandes filósofos clásicos, redescubiertos y traducidos (del
árabe) durante el Renacimiento, hacen sentir su influencia. Intérpretes
como Erasmo sacan lo que puedan de las observaciones de los clásicos
sobre retórica, gramática y aspectos literarios de textos. En vez de ser
vehículo de sutilezas teológicas, el texto resulta tener una referencia social,
histórica, un trasfondo histórico. Ahora se quiere saber lo que realmente
pasó. Se comienza a buscar la intención del autor (voluntas auctoris), las
características y contornos sociales, políticos y culturales de la época en
que vivieron los autores bíblicos.
Uno de los lemas de
los humanistas:
‘Lenguaje se refiere a
la praxis social, no a Unidad 4 52
sutilezas teológicas’

Aquí los autores del Renacimiento pisan tierra desconocida. Gramáticas,


filología, lexicografía, traducciones de comentarios rabínicos y judíos, el
estudio de monedas e inscripciones, las cronologías del mundo del Medio
Oriente Antiguo, ediciones de los textos patrísticos tempranos, nuevas
ediciones del texto bíblico (hebreo y griego), crítica textual con su estudio
de las variantes textuales, — todo debe ser iniciado, inventado, aprendido,
hecho por primera vez.
Los grandes desarrollos en la interpretación del texto entre los años 1450-
1650 fueron sobre todo de carácter filológico. Esto quiere decir: ocurre un
cambio fundamental en la percepción de cómo es posible establecer el
significado verdadero de un texto. Ahora son las discusiones acerca de los
aspectos filológicos de los textos, los que llegan a ocupar el primer lugar en
las discusiones. Se estudia el texto como texto. Es decir, como una colección
de palabras cuyo significado se puede establecer a través de medios
científicos y filológicos (diccionario, concordancia, contexto histórico,
conocimiento de los clásicos, etc).
Para la mente moderna, que está tan interesada en la pregunta por el
motor de la historia — ¿lucha de clases, economía, reyes, poder político,
desarrollo, civilización, intelecto, ciencia? — es difícil ver la fascinación del
Renacimiento por la cultura de la Antigüedad. ¡Se quiere saber todo! Desde
los utensilios más comunes (la greda, las ollas), hasta los ritos funerales,
los ungüentos, las monedas, las costumbres, la forma de las casas, de las
ciudades, la arquitectura, — se investiga, se analiza todo. Esta manera de
mirar es muy característica del Renacimiento tardío. Su mirada hacia los
textos bíblicos es positiva. A científicos como Erasmo y, después, Grotius,
falta la mirada secularizada, atomizante, escéptica a veces, de la crítica
histórica posterior. En el Renacimiento se parte del presupuesto de la
analogía histórica: entre el propio momento histórico y el de los autores
bíblicos hay más bien correspondencia, no ruptura. Como hemos dicho: se
enfoca la cultura, no la política. La exégesis se dedica a la exploración de
las prácticas sociales de las que los textos hablan y cuyo trasfondo
constituyen. Se busca respuesta a la pregunta cuáles eran los vestidos que
la gente usaba, cómo se comía, la jurisprudencia, las estructuras familiares.
Se busca cultura y se está atento a lo que le daba profundidad a lo
cotidiano y popular. Las nuevas fuentes, recientemente descubiertas,
nutrían tal interés en lo histórico y popular: Flavio Josefo, Filo de
Alejandría, los Targumim, el Midrash, la Mishna, el Talmud. Se ha dicho
que el acceso a aquellos textos marca la ruptura entre la interpretación
patrística y la ciencia bíblica del Renacimiento. En 1535 Sebastián Munster,
instructor de Calvino, evalúa la diferencia entre interpretación patrística y
‘moderna’ de la siguiente manera:

‘En nuestra era tenemos la ayuda de una gran multitud de


libros, no disponibles en épocas anteriores. Pues, San
Jerónimo mismo, cuando interpretaba el Antiguo Testamento,
no tenía ayuda sino de la Biblia misma y de una no muy
educado (y desconfiado) instructor: ninguna traducción
aramea o Targum, sin comentarios, ni siquiera una gramática
hebrea — sin la cual muchos lugares de la Escritura no
pueden ser explicados con precisión…’
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La mayoría de los exégetas del Renacimiento eran profesores de hebreo o


filología oriental. Es notable cómo el desarrollo y crecimiento de la ciencia
bíblica ocurrió fuera de las facultades de teología. En general, las facultades
seguían ocupadas de la defensa de la correcta doctrina.
La primera gramática hebrea impresa aparece en el 1506 (de Reuchlin,
intitulada: De rudimentis linguae Hebraicae). Después aparecen el primer
diccionario arameo (1508), la primera edición del Targum (1546), la
primera Biblia rabínica (texto hebreo, comentario y Targumim), un
resumen del Talmud (1518), una gramática aramea (1527), la primera
traducción ‘literal’ del A.T. (1535).
A través de todos estos nuevos desarrollos e instrumentos hacia el 1600 se
llega a considerar al mundo del A.T. parte del mundo del Cercano Oriente
Antiguo y al mundo del N.T. como parte del mundo greco-romano del
primer siglo. Fue un gigantesco paso hacia adelante.

La interpretación bíblica en el período que trataremos de describir


brevemente en un próximo capítulo se considera como profundamente
histórica. Y de hecho, la mirada hacia los textos cambia en esta época. El
Renacimiento, sin embargo, no es menos histórico, así repetimos. La
manera de mirar es diferente. El status del texto es otro. Las preguntas
claves de la crítica histórica — ¿cuándo ocurrió, cuál es la génesis del texto,
para quién(es) fue escrito, quién fue el (verdadero) autor? — no son las del
pensador humanista. La persona del autor no despierta mucho interés. Las
preguntas no giran en torno a sujetividad o biografía, sino al lenguaje y la
cultura, al análisis filológico e histórico. Nunca nos encontramos con frases
como: ‘Lucas trata de demonstrar aquí…’; ‘Mateo usó este texto para
clarificar…’.

Veremos en el siguiente capítulo cómo irá cambiando el foco de la


interpretación bíblica en los próximos siglos, los siglos de la Iluminación y
del modernismo.

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