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Cuando la disputa por la custodia legal de los hijos entra en el juzgado, a la crisis
de la familia que se deriva del divorcio -también situación de conflicto- de los
padres, hay que añadir la intervención de los abogados y del juez, en quien se
delega la autoridad. El juez, a su vez, en algunos casos, solicita el asesoramiento
del psicólogo -bien por propia iniciativa o bien a petición de una de las partes- que
le aporte datos para su decisión.
En primer lugar, la demanda al psicólogo viene hecha por el juez. Por parte de la
familia no existe un pedido de ayuda psicológica, sino de resolución legal a sus
conflictos familiares, en espera de que esta resolución les ponga fin (lo que, por
otra parte, difícilmente conseguirán si no se dan cambios positivos en el grupo
familiar).
Pero cuando los padres no han resuelto bien su divorcio emocional, o éste influye
en sus funciones coparentales, se producen conflictos que en la mayoría de los
casos canalizan a través de los hijos, surgiendo, entre otros aspectos, las disputas
por conseguir su custodia y las dificultades para llegar a la reorganización de unas
relaciones que favorezcan el desarrollo de los hijos. Lo que se nos presenta es una
situación muy conflictiva.
En el proceso jurídico cada uno de los padres intentará defender sus derechos y
aportar todos los datos de que dispongan para presentarse al juez -y al psicólogo-
como el padre más idóneo, con el fin de conseguir la custodia de sus hijos.
- La manipulación, explícita o implícita, de los hijos, para que éstos se alíen con uno
en contra del otro padre.
- El deseo de tener consigo a los hijos para satisfacer sus propias necesidades
psicológicas; deseo del que pueden no tener conciencia.
Elena Ibáñez y A. Avila (1990) hablan de los déficits que pueden observarse en la
idoneidad de los padres durante la evaluación psicológica. Siguiendo a Grisso
1986), enumeran algunas causas posibles de estos déficits, las cuales también
pueden sesgar los datos:
Aunque parece necesario considerar estos aspectos, nuestra labor de peritos está
fundamentalmente centrada en la defensa de los intereses de los hijos, valorando
sus necesidades y la forma en que éstas van a cubrirse mejor dentro de un sistema
familiar que está en proceso de reorganización de sus relaciones.
Si el abordaje es individual, el encuadre deberá ser el mismo para cada una de las
partes, de forma que el proceso transcurra dentro de los mismos cauces y con las
mismas constantes.
Con una u otra forma de trabajo, lo que sí parece clara es la necesidad de marcar
un campo específico que permita, tanto a la familia en conflicto como al psicólogo,
situarse en unas coordenadas definidas. Y así como a nivel clínico el encuadre sirve
para delimitar una situación concreta, a nivel judicial también delimita una situación
de trabajo en la que el proceso psicodiagnóstico tiene sus características propias,
dentro de un contexto al cual hemos intentado acercarnos.
Direccion electrónica:
http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=479