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LA HERENCIA DE LA REFORMA PROTESTANTE.

INTRODUCCIÓN.

La Búsqueda de la identidad, es algo que nos va a mostrar hacia dónde vamos, y hablar de
la Reforma Protestante, es traer a memoria nuestras raíces, nuestra identidad, nuestra herencia,
hablar de dónde venimos y alinearnos hacia dónde vamos. Marx escribió lo siguiente: “un pueblo sin
una herencia es fácilmente convencido”. Este ensayo es una reflexión personal acerca de lo que nos
ha heredado la Reforma Protestante y el camino que la Iglesia debe seguir, entendiendo que más
que una mera repetición de conceptos, se trata de una verdadera encarnación de la Reforma.

I. LA REFORMA PROTESTANTE
Es interesante notar como desde el siglo XV comienzan a darse cambios importantes, un tiempo
de transición, un tiempo que va a marcar no solo un momento en la historia, sino que va a provocar
una transformación integral que transcendería hasta nuestros tiempos.

La Reforma Protestante; surge en el siglo XVI liderado por Martín Lutero, una tendencia renovadora
resultante de un contexto corrupto y engañoso. La Reforma vino a generar cambios estructurales
necesarios que vinieron a resultar en un retirar la venda de los ojos, traer libertad de la manipulación,
libertad no solo espiritual sino de la ignorancia, religiosidad y escritural.

II. SU HERENCIA
La herencia de la Reforma no es solamente un conjunto de bienes (tangibles o intangibles)
que, al morir alguien, son transmisibles a sus herederos o a sus legatarios. El DRAE trae una
definición adicional a la expresada y es ésta: Herencia es “El rasgo o rasgos morales, científicos,
ideológicos, etc., que, habiendo caracterizado a alguien, continúan advirtiéndose en sus
descendientes o continuadores”. Esta definición no habla solamente de conceptos ideológicos que
pueden ser transmitidos a las siguientes generaciones; sino que además habla de “rasgos morales”;
es decir, habla de actitudes y del carácter de un hombre.
La teología que hereda la Reforma es crítica: no da por sentado nada, sino que se esfuerza
por analizar el mundo en el que vive, y cuando Lutero notó que la situación de la iglesia llegaba a su
peor nivel, recapturó la esencia del cristianismo evangélico, por lo tanto, más que una repetición de
lo dicho por la Reforma es necesaria la recuperación de su vocación en nuestra práctica teológica,
eclesial, devocional y social. Hoy pareciera que muchos han olvidado el principio fundamental
reformador, pocos están dispuestos, a como menciona la autora, atreverse a realizar cambios
radicales en pro de la misma iglesia, muchos esperan un beneficio, otros prefieren pasar
desapercibidos, pero pocos son los que están dispuestos a pagar el precio por provocar cambios, la
iglesia es dinámica y no puede estar estática.

III. EL CAMINO DEL PROTESTANTISMO

Los desafíos que enfrenta hoy el protestantismo son de tomar muy enserio y lograr a una
estrategia pertinente, con cuánta razón el autor comenta: el protestantismo solo podrá superar su
crisis de identidad y misión, en la medida en que logre recapturar el papel subversivo que realizó en
el pasado.
Mas que enclaustrarse en cuatro paredes, es abrir los oídos al llamado de ser luz y sal, bien
menciona el autor, ser realistas, humildes y sabios, es decir, hay que entender los tiempos que se
están viviendo, reestructurar lo que hoy ya no es funcional y ser intencionales en la realización de la
obra del ministerio, por algo Bonino habla de una renovación, que es necesario hacer algo que traiga
consecuencias orgánicas y estructurales. No se trata de cambiar nuestros principios, pero sí nuestros
métodos e intenciones, más sustancioso, comunitario, contextual, dialógico y coherente.

CONCLUSIÓN:

En conclusión, hemos sido llamados a ser una iglesia diferente, en tiempos que demandan más
nuestra presencia, conocer nuestra historia nos demanda no cometer los mismos errores y sobre
todo entender la dirección que debemos seguir. ¿Cuál es la herencia de la Reforma Protestante
para nosotros? La herencia de la reforma debe ser una herencia de carácter y valor personal para
mantener toda la verdad de la Palabra de Dios, ser un agente transformador, dignificador para un
mundo que necesita de Dios.

A la luz de los principios de la Reforma: ¿Cómo nos encontramos actualmente los evangélicos
latinoamericanos, nos reconocemos como herederos de la misma y tenemos en nuestra base
doctrinal sus principios claves como ingredientes insustituibles del piso común de nuestra identidad
evangélica? ¿Estamos siendo fieles a nuestra herencia reformada o ella se ha ido desfigurando,
diluyendo y distorsionando en los últimos años, debido a la introducción de prácticas ajenas a la
identidad evangélica?

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