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Desde el punto de vista jurídico, no existe ningún otro tipo de conflicto armado. Sin
embargo, es importante poner de relieve que una situación puede evolucionar de un tipo
de conflicto armado a otro, según los hechos que ocurran en un momento dado.
Para ello, en primer lugar se abordara la temática desde diversas fuentes para lograr
definirlo.
Para hacer una distinción entre un conflicto armado en el sentido del artículo 3 común y
formas menos graves de violencia, como las tensiones y los disturbios interiores, los
motines o los actos de bandidaje, la situación debe alcanzar cierto umbral de
enfrentamiento.
Por lo general, se ha aceptado que el umbral más bajo que figura en el artículo 1.2 del P
II, que excluye los disturbios y las tensiones Interiores de la definición de CANI, también
se aplica al artículo 3 común. Al respecto, se utilizan generalmente dos criterios:
Jurisdicción Penal Internacional
Por una parte, las hostilidades deben alcanzar un nivel mínimo de intensidad. Puede ser
el caso, por ejemplo, cuando las hostilidades son de índole colectiva o cuando el Gobierno
tiene que recurrir a la fuerza militar contra los insurrectos, en lugar de recurrir
únicamente a las fuerzas de policía.
Por otra, los grupos no gubernamentales que participan en el conflicto deben ser
considerados "partes en el conflicto", en el sentido de que disponen de fuerzas armadas
organizadas. Esto significa, por ejemplo, que estas fuerzas tienen que estar sometidas a
una cierta estructura de mando y tener la capacidad de mantener operaciones
militares.
Una definición más restringida de CANI fue adoptada para los fines específicos
del Protocolo adicional II. Este instrumento se aplica a los conflictos armados
"que se desarrollen en el territorio de una Alta Parte Contratante entre sus fuerzas
armadas y fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados que, bajo la
dirección de un mando responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un
control tal que les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas y
aplicar el presente Protocolo"
Se observa que introduce la exigencia de control territorial, disponiendo que las partes
no gubernamentales deben ejercer un control territorial "que les permita realizar
operaciones militares sostenidas y concertadas y aplicar el presente Protocolo". Por
otra, el Protocolo adicional II se aplica expresamente sólo a los conflictos armados entre
fuerzas armadas estatales y fuerzas armadas disidentes u otros grupos armados
organizados. Contrariamente al artículo 3 común, el Protocolo no se aplica a los
conflictos armados que ocurren sólo entre grupos armados no estatales.
En este contexto, hay que recordar que el Protocolo adicional II "desarrolla y completa"
el artículo 3 común "sin modificar sus actuales condiciones de aplicación". Esto significa
que ha de tenerse en cuenta esta definición restringida sólo en relación con la aplicación
del Protocolo II, y no con el derecho de los CANI en general. El Estatuto de la Corte
Penal Internacional, en su artículo 8.2.f), confirma la existencia de una definición de
conflicto armado no internacional que no reúne los criterios del Protocolo
Otro caso es el derrumbe de toda autoridad gubernamental en un país, que tenga como
consecuencia el hecho de que varios grupos se enfrenten entre ellos por el poder".
CONTROL TERRITORIAL
Que el dominio se efectúe sobre una porción significativa para mantener
operaciones militares, basta con que se establezca la existencia del conflicto en
una región integrada por cierto municipios, lo cual no implica que exista
un conflicto armado en cada una de las municipalidades. Sin embargo en
la actualidad se presentan conflictos de baja intensidad, por lo que el control
sobre una región no suele ser ni absoluto ni estable, de ese modo este requisito
tiende a ser anacrónico, ambiguo en ocasiones difícil de constatar por el terreno
y los pocos casos de ocurrencia son excepcionales.
Para el caso colombiano, tal vez este elemento del conflicto armado se esté
presentando, puesto que los grupos armados al margen de la ley existen, de manera
que en alguna parte del territorio han de estar, así sea de manera móvil. Consideramos
que es muy diciente respecto a la posesión de territorio, no absoluta, por parte de los
grupos armados ilegales, el hecho que cuando se presenta un ataque, tal como la toma
de una población, la voladura de una torre eléctrica, la siembra de minas antipersonal,
etc, los representantes de las autoridades militares y de policía atribuyen ante los
medios de comunicación la comisión de estas conductas a una columna guerrillera en
particular, aduciendo para ello que ella es la que opera en ese sector del territorio, de
tal suerte que se admite tácitamente que en alguna parte del territorio se encuentran
concertando u organizando sus ataques.
Jurisdicción Penal Internacional
OPOSICIÓN DE FUERZAS
Jurisdicción Penal Internacional
Tradicionalmente las guerras internas se han presentado cuando existen grupos que
son capaces de organizarse para luchar contra la institucionalidad. Es así como debe
presentarse enfrentamiento entre las fuerzas regulares, que defienden al Estado y otras
que pretenden modificar el orden constitucional y legal establecido. Las fuerzas
opositoras pueden ser disidentes o insurrectas.
Serán disidentes cuando se pueda establecer que pertenecían a las fuerzas estatales,
pero decidieron sublevarse y por lo mismo enfrentar a sus antiguos compañeros de
armas, deseando modificar el orden constitucional y legal. El grupo será insurrecto
cuando la organización del grupo parte de iniciativa civil o particular, en el sentido de
conformar un grupo lo suficientemente organizado como para que tenga la viabilidad
de tomarse el poder y cambiar la institucionalidad representada por el Estado contra
el cual lucha. Este será el caso más frecuente y que en Colombia se ha venido
padeciendo décadas atrás
CONCLUSIONES
Se puede observar que los elementos mencionados se cumplen en Colombia: las Farc,
por ejemplo, tienen una estructura jerarquizada suficiente para hablar de un mando
responsable. Han tenido igualmente el control territorial señalado por el DIH, pues éste
no exige que el Ejército no pueda entrar en la zona de influencia guerrillera sino que ésta
tenga una presencia territorial suficiente para realizar operaciones militares organizadas.
Asimismo, estas siguen realizando operaciones militares continuas y durante años han
tenido secuestrados a numerosos militares y civiles.
De ese modo, grupo guerrillero tiene un control territorial suficiente para aplicar las
normas humanitarias evidentemente se niegan a aplicarlas, pues los secuestros, las minas
antipersona o los reclutamientos de menores son infracciones graves al DIH.
Referencias
Luna, A. H. (2010). Precisiones sobre los tipos penales de guerra en el Código Penal
Colombiano. Facetas penales, 11-15.