Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Rodolfo Gaeta
Por otra parte, piensa Goodman, una vez que se ha dejado de lado la
presencia de un mundo único e independiente, si se mantiene alguna distinción entre
una versión y el mundo que ella describe, se arriba a la coexistencia de una indefinida
pluralidad de mundos. No solo los generados por las versiones del sentido común y
las teorías científicas o filosóficas, sino también los producidos por la actividad
artística. Goodman subraya, no obstante, que la creación de mundos se ve limitada
por ciertas restricciones, pues hay versiones correctas (right), adecuadas a los
propósitos que las impulsan, y otras incorrectas. Y consecuentemente, mundos
genuinos y mundos espurios.
Las tesis de Goodman han recibido diversas interpretaciones y han sido objeto
de importantes objeciones. En este trabajo me referiré brevemente a algunas de las
dificultades que enfrenta su doctrina y haré hincapié en un aspecto aparentemente
2
Hay varias ideas que, si bien están emparentadas con las sostenidas por otros
filósofos, se combinan para hacer de la propuesta de Goodman una teoría sumamente
original y controvertida. A continuación enumeraré los aspectos que me parecen más
relevantes para la presente discusión y formularé a propósito de ellos algunos
comentarios críticos
las de Goodman, en la medida en que niega que los rasgos que se atribuyen al mundo
sean intrínsecos a una realidad externa al sujeto; pero modera su idealismo en cuanto
reserva también un papel para un componente externo al sujeto, conforme al lema que
sintetiza sus argumentos: “la mente y el mundo hacen conjuntamente la mente y el
mundo”
Por su parte, Goodman pretende ubicarse en la posición que ha denominado
“irrealismo” y aspira a mantenerse tan alejado del idealismo como del realismo. Frente
a la crítica de Putnam, que le había atribuido un idealismo tan extremo como el de
Hegel o el de Fichte, responde que no están usando el término “idealismo” en el
mismo sentido y subraya que, si bien los mundos dependen de las versiones que los
caracterizan, tales versiones no tienen nada que ver con las mentes:
“I do not see why even saying that there are no worlds but only versions
would be idealistic, for I do not think of versions, verbal or pictorial as mental or as
being or in general referring to ideas or Ideas, but as objects functioning as symbols”
(Starmaking ;204, cursiva agregada).
Segundo: Acabamos de ver que Goodman llama “versiones” los conjuntos de símbolos
cuyos referentes serían los mundos y que las versiones no son solamente cuerpos de
4
Tercero: Es importante notar que la centralidad que Goodman otorga a las versiones
presenta la insólita alternativa de que podrían existir símbolos y nada más. En efecto,
sostiene que podría haber palabras sin que haya un mundo pero no un mundo sin que
haya palabras u otros símbolos.(WW:6). Llegado el caso, considera más plausible una
realidad compuesta únicamente por versiones que una realidad compuesta por hechos
o cosas y carente de versiones. Y pese a que Goodman niega que las versiones
tengan que ver con Ideas, encuentro en esa situación cierto coqueteo con una curiosa
forma de platonismo semiótico.
Quinto: El último fragmento transcripto, si bien no niega que haya un mundo, tampoco
afirma que exista alguna realidad. Putnam observa que Goodman a veces habla como
si no hubiera mundos en absoluto y otras como si hubiera muchos. Por cierto, cuando
uno lee esos textos, encuentra una general ambivalencia. Pero algunas de sus
aserciones ponen de manifiesto otra variante: quizá Goodman trataba de evitar
pronunciarse rotundamente sobre si hay un mundo, si hay muchos o si no hay
ninguno. En efecto, dice que debe haber una pluralidad de mundos, si hay alguno,
afirmación que obviamente no se compromete estrictamente con la existencia de
ningún mundo. Se podría considerar que su ontología es hipotética, pues, cuando
alude a la multiplicidad de mundos, lo hace en forma condicional, como él mismo lo
reconoce: “My nihilism and my pluralism are complementary conditional; and that, I
submit, has more the flavor of irrealism than of idealism.” (Starmaking :204) Tal vez,
dado el carácter hipotético de su pluralismo, el término que mejor describiría la
posición de Goodman sería “nihilismo”, entendido en el sentido de que no afirma la
existencia de nada. Pero parece tratarse de una actitud más que de una doctrina
explícitamente formulada.
Sexto: En el caso de que además de versiones haya mundos, no se trata de una mera
coexistencia de dos categorías de entidades, porque el tono general de los
argumentos de Goodman indican una relación de dependencia ontológica. Un mundo
existe sólo en la medida en que “responda” a una versión. Como lo sugiere el título de
su libro, cabe pensar que las versiones constituyen diferentes modos de crear
mundos. No obstante, Goodman incurre en algunas incoherencias al respecto. Así, se
atribuye a sí mismo haber dicho “versions make worlds” (Starmaking :204), y aunque
uno podría creer que cuando escribe todo esto está empleando un lenguaje
metafórico, lo niega rotundamente. “Yet, when I say that worlds are made, I say it
literally; and what I mean should be clear from what I have already said” (Starmaking:
144) Explica que hay distintas maneras de hacer las cosas. Un carpintero hace una
silla con sus manos y sus herramientas a partir de piezas de madera, un poeta hace
un poema a partir de las palabras preexistentes en un lenguaje, y nosotros hacemos
mundos elaborando una versión a partir de alguna versión previa. Echaríamos de
menos, en este último caso, la materialidad de la mesa, pero Goodman no es
materialista, y esa circunstancia le permite decir que las versiones hacen mundos en
un sentido literal. Y en ellos puede haber constelaciones, estrellas, carpinteros que
fabrican mesas y también productores de versiones que a su vez hacen mundos. Pero,
contrariamente a sus reiteradas aserciones de que las versiones hacen mundos, en
6
alguna ocasión declara, sorprendentemente “Such versión dependence does not imply
that versions make their worlds but only that they have worlds answering to them.”
(Starmaking: 213, cursiva agregada)
Séptimo: Pero, como esas versiones son distintas, y en muchos casos incompatibles
entre sí –-por ejemplo, una versión en la que la Tierra está inmóvil y otra en la que
experimenta distintos movimientos--, el surgimiento de una multiplicidad de versiones
da lugar a una proliferación de mundos. De aquí resulta que la verdad queda
relativizada; una afirmación es verdadera en algunos mundos, pero será falsa en otros.
Goodman admite este relativismo e incluso lo denomina radical, pero agrega
inmediatamente, y de un modo algo sorprendente, que su relativismo está sujeto a
severas restricciones. Por cierto, no proclama el slogan “todo vale”, pues cada versión
debe respetar, por caso, las reglas de la lógica, algunas percepciones e inclusive
puede responder a ciertos “prejuicios”. En términos más generales, la versiones deben
ser correctas en un sentido más amplio que verdaderas y algunas pueden ser mejores
que otras, conforme a sus respectivos propósitos. Sin embargo, el valor de estas
restricciones, como pronto veremos, resulta irrelevante, porque de todos modos la
ontología que subsiste luce muy poco convincente.
Octavo: Cuando se afirma que hay una infinita variedad de versiones, lo más natural
sería entender que la infinitud a la que nos estamos refiriendo tiene carácter potencial.
Aunque de hecho sólo podemos imaginar un número finito de versiones, está claro
que siempre podemos encontrar alguna variación que genere una versión nueva y así
crear una serie interminable. Una manera simple de expresar esta idea consiste en
decir que hay infinitas versiones posibles. Mas, por inocente y difícilmente discutible
que esta afirmación parezca, resulta problemática en el contexto de la filosofía de
Goodman. Veamos por qué.
infinitos mundos posibles y el mundo real es uno de ellos. La diferencia entre este y los
demás mundos posibles radica, precisamente, en que el mundo real es el único que
ha actualizado su posibilidad de ser. Los otros son mundos “meramente” posibles.
Pero este contraste contradice las tesis de Goodman pues, de acuerdo con su teoría,
todos los mundos que responden a versiones correctas están en un pie de igualdad
ontológica; no habría un mundo privilegiado sino un conjunto infinito de mundos reales:
“The multiple worlds I countenance are just the actual world made by and answering to
true or right versions. Worlds possible or impossible supposedly answering to false
versions have no place in my philosophy.” (WW: 94)
Con estas afirmaciones –que nos traen a la mente los universos paralelos de
Hugh Everett— Goodman conmueve no sólo el sentido común sino el significado que
les correspondería a términos como “real” y “posible” aun en los contextos filosóficos,
más acostumbrados a la consideración de ideas en principio insólitas. Porque lo real,
lo posible y lo imposible son conceptos interrelacionados de tal modo que adquieren
su sentido en base a su contraste. Si todos los mundos que responden a versiones
verdaderas son reales y a las versiones falsas no les corresponde ningún mundo, ni
posible ni imposible, se pierde de vista qué quiere decir que un mundo es real. Y
consecuentemente, ya sea que se intente referirse a un único mundo o a una
pluralidad de mundos, toda la cuestión parece perder sentido. Quizá, Ways of
Worldmaking deba ser leído como un ejercicio cuyo objetivo, o al menos cuyo
resultado, sea precisamente la deconstrucción del concepto mismo de realidad, una
realidad bien perdida, más que la propuesta de una pluralidad de mundos por la que
valga la pena luchar.
..
8