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psicológico.
Andrea Rodriguez
La Autopsia Psicológica como técnica pericial surge en los EE.UU. como una
necesidad administrativa de definir la etiología médico legal en los casos de
muertes dudosas donde no se contaba con los elementos suficientes para
afirmar si se trataba de un suicidio o un accidente. Sin embargo, a pesar que
esta técnica es bastante conocida y utilizada en EE.UU. no se ha establecido
un procedimiento estandarizado para llevarlo a cabo.
1. Primer Objetivo:
2. Segundo Objetivo:
3. Tercer Objetivo:
Obtener la información suficiente para evaluar los datos obtenidos de diversos
intentos de suicidio, con el fin de prevenir dichos intentos y la letalidad de los
mismos.
4. Cuarto Objetivo:
Según el mismo autor, es terapéutico para la familia y los amigos del occiso. La
entrevista y la investigación en general son mecanismos terapéuticos para
estas personas, ya que permite comunicar pensamientos y sentimientos sobre
la persona fallecida, de igual forma, la percepción que cada uno tiene sobre la
muerte de aquella persona cercana, que por lo general es de culpa, dolor,
vergüenza, resentimiento, entre otras.
Por esta razón, Annon (1995) y Young (1992), plantean que uno de los serios
problemas a los que se ve enfrentado el Protocolo de Autopsia Psicológica
(PAP) es la falta de estandarización, pues cada persona o equipo que lo aplica
tiene un estilo diferente y particular de realizarlo, lo cual afecta, según estos
autores, notablemente los índices de validez del procedimiento. Es decir, no
existe un modelo estructurado y sistematizado que disminuya el margen de
sesgo.
Jack Annon (1995) propone otro de los modelos para llevar acabo un proceso
de AP, en el cual se plantean como pasos a seguir los siguientes:
Examen cuidadoso de la escena donde sucedieron los hechos, examen
de fotos y grabaciones en video de la escena.
Este autor (1995), afirma que algunos científicos del comportamiento plantean
que se deben dedicar de 20 a 30 horas de investigación para formular una
opinión preliminar sobre el estado particular de la mente de un individuo antes
de su muerte. Sin embargo, el tiempo que se emplea está determinado por la
facilidad para recolectar la información y las personas que se deben entrevistar.
Autores como Ramirez,1999 (citada por Nuñez, et al., 1999) y Annon (1995)
afirman que el tiempo optimo para realizar la entrevista, es entre 1 y 6 meses
después de haber ocurrido el deceso, ya que durante estos meses aún se
conserva la nitidez del recuerdo y la información obtenida es confiable. de lo
contrario las reacciones de duelo pueden, o bien, interferir en la objetividad del
recuerdo existiendo la tendencia a idealizar al fallecido o afectar la claridad del
recuerdo.
Para proporcionar ésta prueba judicial, las ciencias forenses como la psiquiatría
y la psicología enfrentan a menudo tareas muy difíciles tales como determinar
el estado mental de un acusado en el momento de los hechos, peor aun,
cuando ha transcurrido algún tiempo desde el momento de su ocurrencia. En
ocasiones, la labor del psiquiatra o psicólogo se vuelve más compleja cuando
se trata de determinar el estado mental de una persona ya fallecida en el
momento de su muerte.
No obstante, la vida psíquica del ser humano deja huella de una u otra forma:
en documentos, obras de arte, espacios habitados a lo largo de su existencia,
en la forma como se relacionaban con las otras personas, etc.
García (2000) plantea que una vez recogidos todos los elementos necesarios
para conformar una caracterización del occiso se realiza una discusión
colectiva en la cual participan los peritos y los investigadores policiales y se
ofrece un informe pericial en términos probabilísticos, pues se trata de una
evaluación indirecta y de conclusiones inferenciales que cobran valor solo al
sumarse el resto de los elementos criminalísticos, policiólogos y médicolegales.
Bibliografía
Annon, J. (1995). The Psycological Autposy. American Journal of Forensic
Psychology, 13, 39-48.