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SEDE LATACUNGA
FACULTAD DE INGENIERIA EN
ELECTRONICA E INSTRUMENTACION
SEXTO NIVEL
FAUSTO TAPIA
Según el soporte donde se vaya a realizar la pintura el aglutinante idóneo para tal
fin será de un tipo u otro y por tanto la técnica utilizada será acorde a esos
medios empleados. En ocasiones se han utilizado técnicas pictóricas en soportes
muy variados pero, cuando no son las idóneas, el resultado suele ser desastroso y
la pintura perderse o deteriorarse gravemente en un plazo de tiempo no muy
largo.
Las técnicas más usadas durante la Historia del Arte en pintura son las siguientes.
PINTURA AL ÓLEO
La pintura al óleo utiliza el aceite para disolver los colores. Ha sido la más
importante técnica pictórica desde el siglo XV hasta nuestros días. Debe
desecharse la noticia de que fuese Van Eyck su inventor, ya que la utilización de
esta técnica era conocida desde la Antigüedad, y en las fuentes literarias
medievales, como en los tratados del monje Teófilo y de Cennini, se hace alusión a
ella. En realidad, lo que hicieron los pintores flamencos del siglo XV fue aplicarla
sistemáticamente, contribuyendo así a su consolidación y su difusión, proceso que
se realiza entre el siglo XV y el XVI.
a) El soporte y su imprimación
... se va a considerar en este lugar como soporte de la pintura al óleo la tela o
lienzo, aunque también se ha indicado que esta técnica es asimismo válida para
pintar sobre pared. Como se vera más adelante, se aplicó también a la tabla,
especialmente por la escuela flamenca, pero dado que la tela, como soporte móvil
menos pesado, ha permitido el desarrollo y perfeccionamiento de la pintura al
óleo, se estudia aquí preferentemente su utilización.
Las telas preferidas para la pintura al óleo han sido las de lino y de cáñamo; el
algodón ya presenta una porosidad y sensibilidad higrométrica muy fuertes, y, por
su parte, la seda tiende a quebrarse bajo la acción de los aceites. Es muy
importante, asimismo. el tipo de tejido de la tela; los venecianos utilizaban los
tejidos en espina-pez y los de fuerte granulosidad.
Para proceder a pintar sobre lienzo, hay que disponerlo sobre un bastidor de
madera sobre el que se pueda tensar a conveniencia del pintor, para ello este
bastidor va dotado de "llaves", es decir, de láminas triangulares que penetran en
unas muescas talladas interiormente en los ángulos del bastidor; según se hundan
más o menos estas piececillas en sus ranuras el lienzo quedara más o menos
tensado.
A continuación, es necesario preparar el lienzo para que reciba la pintura, proceso
que se denomina "imprimación". Debe tenerse en cuenta que este proceso es de
máxima importancia, puesto que de una buena imprimación depende no solamente
la luminosidad del cuadro, sino, en gran parte, la propia duración del mismo, y, en
definitiva, la vida de la obra de arte.
Aunque el sistema de imprimación del lienzo utilizado por la escuela veneciana
haya llegado hasta la actualidad, hoy día se aconsejan procedimientos algo más
complejos, tendentes a obtener los efectos deseados ya expuestos anteriormente.
Siempre se comienza, para proteger el lienzo y eliminar la posible porosidad del
mismo, por extender una primera mano de cola (a base de gelatina, de pieles o de
caseína), que se corrige o rebaja con amoniaco y glicerina con el fin de evitar la
putrefacción de la tela y la rigidez.
Luego se procede a la imprimación propiamente dicha, consistente en aplicar una
mezcla de cola dulce, óxido de cinc y carbonato de calcio. Se pueden dar varias
capas, bien con el pincel o con la espátula, dejando secar siempre la anterior y
rascándola antes de la aplicación de la siguiente. Esta imprimación no debe
recubrir el lienzo a modo de placa, ya que entonces no resultaría elástico y se
cuartearía. Por el contrario, debe constituir un fondo muy fino.
Cuando se quiere obtener un fondo no absorbente, hay que emplear aislantes a
base de barniz, para eliminar la absorción. Se puede hacer mediante una mano muy
sutil de cerusa (blanco de plomo) diluido en aceite y esencia, si bien entonces la
tela no se puede utilizar hasta su completo secado, que no se consigue hasta
pasados vanos meses.
Normalmente, el fondo de la imprimación queda, como se ha descrito en color
blanco, puede afirmarse que una imprimación en blanco sienta bien bajo todos los
colores. Sin embargo, es posible que al artista le convenga otro color de fondo,
por ejemplo el rojo, pero habrá de tener cuidado al elegirlo, calculando los valores
y tonos de la pintura que va a realizar. Muchos pintores, como Rubens, han
utilizado con maestría la transparencia de la imprimación de color de fondo, que
queda reflejada en la propia pintura.
d) El barniz final
Una vez terminada la pintura, y convenientemente secada, como mal necesario se
procede a dar una capa de barniz protector.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que el barniz sirve, además de este, para
otros usos. En primer lugar, se puede añadir a los colores, que se convierten así en
más brillantes y sólidos; también se puede utilizar para separar dos capas de
color, impidiendo de esta forma que el aceite de la capa superior pase a la
inferior.
Como barniz final, se aplica con pinceladas paralelas en dos o tres pasadas
ortogonales sobre la pintura, y debe formar al secarse una película protectora
transparente. Hay que evitar los barnices duros y oleaginosos, porque amarillean,
se vuelven pardos y además son difíciles de eliminar.
LA ACUARELA Y EL GOUACHE
Si bien existen muy variadas técnicas para pintar directamente sobre el muro o
pared, la más frecuente e importante ha sido el fresco, sin que, por ello, los
términos de "pintura mural" y "pintura al fresco" deban ser tomados como
equivalentes. La confusión deriva frecuentemente del hecho, ya subrayado, de que
la pintura al fresco ha constituido la principal técnica de la pintura mural.
A diferencia de la pintura al fresco, llamada precisamente en las fuentes
literarias italianas "buen fresco" técnica que exige que el muro este húmedo en el
momento de pintar, el resto de los procedimientos para pintar sobre muro se
realizan en seco, ...
En esencia, la técnica de la pintura mural al fresco consiste en aplicar los colores
disueltos en agua de cal sobre el muro, que deberá estar previamente preparado y
humedecido. Se basa, por consiguiente, en el proceso de carbonatación de la cal.
La piedra caliza es, en su mayor parte, un carbonato de cal, que calentado en el
horno a 850°-900° C pierde el anhídrido carbónico y se convierte en cal viva
(óxido de calcio). La cal viva, así obtenida, se transforma en cal apagada
(hidróxido de calcio) al añadirle agua. Con la cal apagada se forma el mortero para
revestir el muro en el procedimiento al fresco; la cal, al absorber de nuevo el
anhídrido carbónico del aire, forma un carbonato de cal, evaporándose el agua (Ca
(OH)2 + C02 = = CaC03 + H20). Éste es, pues, el proceso de carbonatación de la
cal, fundamento de la pintura al fresco, y que ya era conocido por Vitrubio. Así, al
secarse la pared, previamente preparada y húmeda, se convierte en una superficie
compacta, de consistencia marmórea, en la que quedan encerrados los colores que,
disueltos en agua, se aplican sobre ella.
Para explicar el proceso técnico de la pintura mural al fresco, distinguiremos las
siguientes fases:
a) preparación del muro y materiales utilizados;
b) los colores,
c) aplicación de la pintura; y
d) condicionamientos técnicos.
b) Los colores
Los colores en la pintura al fresco van disueltos en agua de cal; por ello,
normalmente, deben ser de origen mineral, ya que deben resistir a la acción
cáustica de la cal. Como blanco se utiliza siempre el blanco de cal, debiendo
citarse el blanco de San Juan (carbonato de cal) y la cal apagada (hidróxido de
calcio); ocres naturales y tostados para el amarillo y el rojo, tierras para el rojo y
el verde, ultramar para el azul; para el negro, el marfil, el hueso y el carbón de
vid.
c) Aplicación de la pintura
El procedimiento ha variado en los distintos momentos históricos. Hay que tener
en cuenta siempre que el muro debe estar húmedo, y que se impone pintar la
superficie de arriba hacia abajo para evitar estropear lo ya pintado. En la técnica
bizantina se pintaba por zonas horizontales y en toda la altura que permitían los
andamios; con el advenimiento de Giotto se actúa por jornadas de trabajo,
procediendo al enlucido o humedecido de la parte que se podía pintar en una
jornada.
Casi siempre es necesaria la realización del dibujo previo sobre un cartón, a
tamaño natural, que luego hay que transportar sobre el muro, para esta operación
puede utilizarse el procedimiento del estarcido, perforando con un punteado la
silueta y luego pasando una muñequilla de estarcir, con lo que se calca el dibujo en
punteado; otro modo de llevarlo a cabo consiste en oprimir con el mango del pincel
para repasar contornos y dintornos, que quedan marcados sobre la superficie
blanda del muro. La existencia de cartones permitió en el arte bizantino el
trabajo de maestro con ayudantes, que trabajan sobre modelos e iconografías
prefijadas.
En el transito del siglo XIII al XIV, y con la presencia de artistas de la talla de
Cavallini y de Giotto, se produce una sustancial innovación en la técnica al fresco,
que prácticamente es la descrita en el tratado de Cennini, quien se consideraba
discípulo de Giotto. Acabamos de aludir al cambio en el sistema de trabajo, que
pasa de las bandas horizontales de los andamios a la pintura por "jornadas". Pero,
además, se utiliza la sinopia, es decir, la realización de un dibujo previo o
preparatorio sobre el penúltimo revoque, que se cubría con una fina capa de
enlucido (lo que se iba a realizar en un día) y sobre ella se volvía a dibujar. Es un
procedimiento más cómodo para un arte más naturalista y racional, con mayor
libertad iconográfica y que buscaba los valores plásticos y espaciales frente a la
tradición anterior bizantina.
d) Condicionamientos técnicos
El procedimiento que se está describiendo es, como ya dijimos, el conocido en las
fuentes literarias como "buen fresco" para distinguirlo de cualquier otro método
de pintura mural en seco, o de los que denominándose "frescos" no son tales en
sentido estricto.
La aplicación de los colores sobre el muro húmedo exige dos características
fundamentales: rapidez, puesto que debe acabarse antes de que seque el muro, y
seguridad en la ejecución, puesto que no caben arrepentimientos. Por esta razón la
pintura al fresco exige un gran dominio técnico. En ello radica parte de su
grandeza; Delacroix advertía que la tensión para tener y hacer todo a punto en la
pintura al fresco producía una excitación en el espíritu que contrastaba con la
pereza que inspira la pintura al óleo.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que los colores, al secarse, bajan
de tono, efecto que deberá calcular el fresquista. El secado superficial del fresco
dura unas seis semanas, y el profundo es mucho más largo, por supuesto. Una vez
seco, se pueden realizar retoques.
LA PINTURA AL TEMPLE
a) El soporte y su preparación
En realidad, el soporte de la técnica al temple puede ser la piedra, la madera, el
metal, el cartón, el lienzo, e incluso el muro, como se ha dicho. Este soporte debe
prepararse (imprimación) antes de recibir la pintura. Aquí vamos a considerar la
imprimación de la madera (la tabla) por haber sido el soporte más importante del
periodo de apogeo de esta técnica en los siglos bajomedievales .
Las maderas más utilizadas fueron las de álamo en la Europa meridional, y las de
encina en la septentrional; por países, destaca el nogal en Francia, el abeto en
Alemania, el pino en España, etc.
La madera elegida debía estar bien seca, ser compacta y sin nudos, y haber
eliminado todo tipo de posibles resinas y gomas, que son muy perjudiciales. Las
tablas, obtenidas en sentido radial, se alisaban con diferentes tipos de azuelas (la
sierra no se generaliza hasta el siglo XVII) y no se pulía demasiado el fondo para
permitir la adherencia de la imprimación.
Para evitar los pandeos de las tablas, se les colocaban por detrás listones
clavados, a modo de armazón; en España son característicos los listones cruzados
oblicuamente. Los clavos eran de madera, especialmente en el Norte, cuando son
de hierro, la cabeza va clavada por la parte pintada y hundida en profundidad,
disimulando luego el hueco con cera o con tacos de madera. El ensamblaje de las
tablas se reforzaba con frecuencia mediante estacas o clavos de madera
colocados en el espesor de esa unión, como ha podido observarse en la famosa
Maestá de Duccio, al ser aserrada por la mitad.
Una vez dispuesta la tabla con los cuidados mencionados, se procedía a su
imprimación. El procedimiento que vamos a describir es el denominado de "gesso
duro".
Una vez embadurnada la tabla con cola dulce, se recubría con un lienzo encolado,
cuando no se aplicaba tela a toda la superficie de la tabla, se cubrían al menos con
tiras de tela de lino las líneas de unión. A continuación, secada ya esta primera
mano de cola y adherido el lienzo, se daba una primera mano de yeso grueso,
refinado, tamizado y amasado con cola, que pasados algunos días se alisaba y pulía.
Después, con ayuda del pincel, se daban, una tras otra, hasta ocho manos o capas
casi húmedas de yeso fino, mezclado con cola dulce caliente. Por último, y una vez
seca la imprimación (expuesta al aire y a la sombra), se procedía al rascado y
pulido hasta obtener una superficie lisa y compacta, Así quedaba el soporte apto
para pintar sobre él.
b) Colores y aglutinantes
Los colores se amasan a mano y se mezclan con el aglutinante y con el agua; la
proporción varía según el aglutinante y según el color. El temple de huevo no
decolora y es una de las técnicas más duraderas en pintura; seca rápidamente y se
puede pintar encima; los colores de los cuadros al temple están todavía hoy
frescos y brillantes. Puede decirse que un temple al huevo se altera menos en 500
años que un óleo en 30.
La "cera colla" es un jabón de cera con agua de cola y constituye un medio
diluyente pictórico empleado ya desde los tiempos de los bizantinos hasta Giotto.
PINTURA ACRÍLICA
EL PASTEL
En realidad, es una técnica más dentro de las múltiples variedades de dibujo con
lápices de colores. El pastel se obtiene empastando los pigmentos en polvo con
sustancias aglutinantes disueltas en agua según el color y la dureza que se desee.
Para la fabricación de los lápices para pastel se necesita sólo una pequeña
cantidad de aglutinante, como pueden ser los engrudos de avena, la goma
tragacanto y el jabón. Los pigmentos son los mismos que para la técnica al temple,
si bien, dado que es casi inevitable la inhalación, se exceptúan los venenosos.
Como soporte del pastel puede servir cualquier superficie lo suficientemente
áspera como para sostener el color aplicado mediante una ligera presión. Se usa el
papel, el cartón o la tela. El papel, especialmente preparado con una cierta
aspereza del fondo, resulta mas ventajoso que cualquier otro material.
Con el pastel se consiguen delicadas gradaciones cromáticas, y por la viveza y
frescura del color que proporciona, con una luz superficial pura, es una técnica
especialmente apta para captar nítidos efectos luminosos. El principal problema
del pastel radica en su escasa adherencia al fondo, lo que obliga, una vez acabada
la obra, a un proceso de fijación que puede restarle un tanto de su viveza. Es
especialmente sensible a las acciones mecánicas, tanto golpes como rayados, etc.,
que pueden causar deterioros irremediables. Puede decirse que el fijado
constituye ya desde antiguo la mayor dificultad de esta técnica y que aún no ha
sido bien resuelto: un fijado muy fuerte o inexpertamente realizado puede hacer
desmerecer toda la gracia del colorido.
El pastel era ya conocido en los siglos XV y XVI como técnica complementaria de
aplicación de color a retratos ejecutados mediante otros procedimientos de
dibujo, como a la punta de plata o a la sanguina; Hans Holbein el Joven es el único
que lo emplea sistemáticamente en muchas de sus obras.
Será en el siglo XVIII cuando el pastel adquiere la máxima difusión,
especialmente en la realización de retratos. Sus colores delicados y un tanto fríos
encuentran entonces eco en el gusto de la época rococó; asimismo la rapidez de
ejecución satisfacía el interés por captar la psicología del personaje retratado y
su expresión vivaz en un momento fugitivo y casi inasible. Perfeccionada la técnica
por Vivien, fue muy utilizada por Quentin La Tour, siempre en formatos pequeños,
dados los condicionamientos que impone.
Más tarde el impresionismo volvería a marcar otro momento de esplendor de esta
técnica. El extraordinario pastelista Edgar Degas fue su renovador, así como el de
sus motivos iconográficos. Por un lado libera al pastel del ámbito del retrato al
que se había ceñido por tanto tiempo, y por otro inicia, técnicamente, la aplicación
de los colores por capas, fijadas unas tras otras, sin que se conozca el
procedimiento que empleaba. Harán asimismo uso del pastel, al igual que se ha
dicho de la acuarela, los demás pintores del movimiento impresionista, por su
especial adecuación a la poética del color y la luz.
PINTURA: TEMPERA
Variedad de pintura al temple* que utiliza colores diluidos en agua, más densos y
con menor transparencia que en la acuarela.
PINTURA: COLLAGE
Composición pictórica realizada por el procedimiento de pegar sobre el lienzo o
tabla diversos materiales, especialmente papeles. Esta técnica fue muy usada por
los pintores cubistas (Braque y Picasso) y otros movimientos posteriores.